¿Se ha profundizado el grado de alienación de los seres que pueblan el mundo o han logrado mayor libertad y humanización dados los asombrosos avances de los tiempos modernos?
LA ALIENACIÓN DE LOS SERES HUMANOS EN LOS TIEMPOS ACTUALES.
1. LA ALIENACIÓN DE LOS SERES HUMANOS EN LOS TIEMPOS
ACTUALES.
¿Cuál es la condición humana del hombre y la mujer en los tiempos
actuales?
¿Se ha profundizado el grado de alienación de los seres que
pueblan el mundo o han logrado mayor libertad y humanización
dados los asombrosos avances de los tiempos modernos?
Múltiples pensadores, filósofos y sociólogos han abordado estas
cruciales interrogantes y casi todos están de acuerdo que dadas las
condiciones socioeconómicas y culturales de las últimas décadas la
alienación del hombre se ha profundizado. Autores como Fromm,
Lipovetsky, Baudillard, Marcuse, Althusser, Bauman, Morin y muchos
más, han verificado tal conclusión, presentando numerosas evidencias
de este estado mental en el hombre contemporáneo. En efecto, todos
ellos afirman en sinnúmero de obras que el hombre de hoy es un
individuo huérfano de humanidad. Sin referencias y completamente
desorientado ante las inevitables interrogantes de la existencia es
aplastado por los grandes problemas y por las más mínimas cosas.
Vive solo para sí mismo, pensando en el placer sin restricciones que
le brinda el sistema a raudales.
El hombre posmoderno, dice Montecinos (2008), “Se ha
transformado en un hombre desvinculado de casi todo aquello que le
rodea, totalmente descomprometido excepto con su televisor y con
los diversos productos que consume vorazmente. En otras palabras,
un individuo rebajado a la categoría de un objeto, de una mera cosa.
Al decir del viejo Marx, un sujeto alienado, enajenado, pero, ahora,
2. repleto de consumo y bienestar, cuyo fin es despertar admiración y
superioridad sobre el resto”.
En este punto es necesario ir en orden, antes de continuar con los
rasgos que identifican al hombre alienado de hoy, es preciso señalar
primero cuáles son los factores del actual sistema dominante,
concretamente del mercado como modelo económico hegemónico,
que ha profundizado esta condición. Si el hombre es producto de la
sociedad donde nace y crece se vuelve imprescindible identificar los
rasgos del gran contexto en el cual la vida de los habitantes del
planeta se desenvuelve. Quizás la mejor descripción de mercado es
la propuesta por Aguiló (2012), quien enumera los mandamientos de
este modelo económico los cuales desnudan claramente la esencial
fuente de alienación
“Amarás al Señor tu Dios, el Mercado, con todo tu corazón, con toda
tu alma y con toda tu mente. Cualquier intento de interferir en su
funcionamiento libre y natural para introducir elementos de justicia
redistributiva conduce directamente al socialismo, catalogado como
ideología herética a combatir. El Mercado es quien con sus propias
leyes regula los precios, estimula la producción, castiga al
incompetente y premia al emprendedor virtuoso. La principal
representación simbólica del Mercado en la Tierra es el dinero, al
que se le debe rendir culto todos los días.
No opondrás resistencia a la actual globalización neoliberal de
mercados, finanzas y capitales. Es necesario que te adaptes a este
proceso imparable e irreversible que sigue adelante contra viento y
marea.
3. Privatizarás todo lo privatizable, reducirás a mínimos el Estado y
dejarás el gobierno en manos de poderes globales privados. El
Estado, de este modo, se convertirá en una institución residual,
mantenido como mero garante de los derechos de propiedad privada
y árbitro en los conflictos jurídicos entre individuos.
No ejercerás resistencia contra el sacrificio de vidas humanas y no
humanas. La vida humana y la de la naturaleza son sólo un medio más
para mantener y asegurar la continuidad del sistema vigente.
No te resistirás a la innovación tecnológica. Es necesario que te
adaptes rápida e intensamente a las nuevas tecnologías para reducir
gastos y eliminar fuerza de trabajo inútil.
Liberalizarás todos los mercados nacionales hasta hacer que el
mundo se convierta en un mercado único global. Cualquier forma de
proteccionismo es declarada totalmente incompatible con la fe en el
Mercado.
Codiciarás los bienes ajenos. Extenderás tus propiedades allende los
mares ejerciendo nuevas formas de colonización.
Practicarás el evangelio de la competitividad. Lucharás a sangre y
fuego contra el prójimo hasta llegar a ser el vencedor, el mejor y más
exitoso líder del mercado. De no hacerlo, tus posibilidades de
supervivencia en el Paraíso son nulas, pues serás liquidado por otros
más competitivos que tú y, por tanto, expulsado.
Sustituirás la justicia social, una grave amenaza y coerción al valor
de la libertad individual, por la caridad, la compasión y la buena
voluntad como ejemplo de virtud moral altruista con los
desafortunados que viven al margen del Mercado.
4. Defenderás una “utopía conservadora”, aquella que hace apología de
la realidad existente, la radicaliza y mantiene inmutable.
Abandonarás sin contemplaciones el sueño y la esperanza vana de un
mundo mejor, más justo, igualitario y democrático, porque ya estás,
de hecho, en el mejor de los mundos posibles”
De esta breve referencia, ¿qué deducción puede obtener el lector
sobre la condición humana en el sistema mercantilista?
A nuestro juicio, una sola: estamos ante un gigantesco y oprobioso
poder que ha profundizado la alienación de los seres humanos. En
efecto, el mercado elevado a la condición de fetiche para todos los
habitantes del mundo los convertirá, ineludiblemente en sujetos
alienados, enajenados, despersonalizados… Cualquier persona,
hombre o mujer, que analiza estos mandamientos debería estremecer
su conciencia y juzgar el infame mundo creado por unas pocas élites
mundiales. Sin embargo, ya sea por ignorar esta realidad o porque
son parte, consciente o inconsciente, de esta sociedad, casi todos se
han adaptado de manera pasiva y han internalizado los máximos
valores del mercado, inclusive quienes pregonan la ideología
socialista. Cuando lo menos que se puede esperar es una reacción
crítica contra este nefasto sistema e inclusive la rebelión contra el
mismo, se comprueba más bien su aceptación e inclusive su defensa
por considerarlo el mundo ideal para vivir. En nuestro país no es
posible observar “Indignados” que cuestionen o que se opongan
contra este sistema.
Para verificar esta realidad, a continuación se describen las
manifestaciones concretas de la alienación provocadas por el
mercado.
5. Sin duda el dinero es la fuente primaria de la alienación, al punto que
el hombre contemporáneo le ha elevado a la categoría de dios. El
sistema capitalista internalizó en el hombre que no hay finalidad más
suprema en la vida que la de conseguir y acumular dinero, bienes o
productos. El dinero como invento de la humanidad para el
intercambio comercial, se convirtió en la obsesión moderna, un
fetiche, que ha causado profundos males al mundo.
En otros términos, un artificio creado por el hombre se convierte en
dominador absoluto de la vida humana, esto es alienación pura. Las
consecuencias de esta obsesión están a la vista: una desigualdad
económica espantosa por la codicia delos pocos ricos que dominan el
mundo y la pobreza de enormes masas humanas. La corrupción, de
múltiples maneras, es otro grotesco efecto de la alienación por el
dinero. Pero sobre todo el anteponer el TENER como principal
finalidad humana en menoscabo del SER. Esta sociedad indujo a sus
miembros a vivir empeñados en el Tener, pero apenas si estar
dispuestos al desarrollo de sus atributos del SER: pensamiento,
sentimiento, moral.
La persona que se somete a sus pasiones irracionales como el ansia
de poder o de riqueza, se convierte en esclava de motivaciones
espurias. En todos estos casos, las acciones de la persona no son
suyas, aunque exista la ilusión de hacer lo ella quiere, se ve conducida
por fuerzas económicas que actúan contra su voluntad
El otro innegable efecto es la obsesión consumista que padece la
humanidad entera. Bien puede decirse que el consumo frenético es la
mayor identidad del mundo actual, de ahí que hay algo de verdad en
el grafiti: “Trabaja, Come, Compra, Consume, luego, Muere”.
6. Se trata del “homo consumes”, denunciado por Fromm: “El
consumidor total, cuya única finalidad es tener más y usar más. Esta
sociedad produce muchas cosas inútiles y, en igual proporción, mucha
gente inútil. El hombre, en tanto mero de un engranaje de la máquina
de producción se vuelve una cosa y cesa de ser humano Gasta su
tiempo haciendo cosas en las que no tiene interés, con gente por la
que no está interesado, produciendo cosas que no le interesan. Y
cuando no está produciendo, está consumiendo. Es el eterno
‘succionador’ con la boca siempre abierta …”
El hombre de la sociedad de consumo no es más que un esclavo
engañado que se cree libre, pero existe bajo el yugo de miles de
propagandas publicitarias que le dicen qué hacer. El consumismo es,
pues, el buque insignia de los tiempos de enajenación y alienación del
sujeto, dice Quinelli, (2015).
El hedonismo exacerbado es otro indicador de la alienación en los
tiempos posmodernos, provocado por el enorme auge del espectáculo,
de la industria del entretenimiento y del comercio de la diversión. La
gente asume que la finalidad de la vida es divertirse hasta el
hartazgo, porque considera que allí puede encontrar la felicidad. En
la sociedad parece haber un miedo atroz a la soledad, al
aburrimiento, por lo que se requiere combatirlos con cualquier
entretenimiento por exótico que sea. De ahí que la alegría fugaz que
le brinda los espectáculos, las fiestas, las farras, las imágenes
informáticas, constituyen el antídoto para el tedio existencial que
acosa a casi todo el mundo. Lo grave es que la calidad de vida empieza
a medirse por la cantidad de diversión que pueden lograr las
personas.
7. Los fanatismos de diversa índole son muestras evidentes de una
marcada alienación en los tiempos que corren. ¿Qué otro apelativo
puede darse a quienes se convierten en seguidores de sectas
religiosas, aquellos que abarrotan iglesias y coliseos para escuchar a
los predicadores apocalípticos sobre la inminente venida de dios,
aunque tras de estas supercherías esté en enriquecimiento de los
dueños de las iglesias. El hombre ha creado a sus dioses para que
ejerzan sobre ellos el poder, la humillación, el sufrimiento; en otros
términos, un producto humano se revierte para esclavizar a sus
creadores.
Qué decir de los fanáticos deportivos, de las estrellas de cine, de la
moda, del lujo… dispuestos a ceder parte de su existencia a admirar
e imitar a sus “ídolos”, sin reconocer su subyugación a las deidades
de barro. La verdad es que abundan estos fetiches, que terminan por
someter a las personas a la búsqueda frenética de metas exóticas y
formas de vida del establishment.
La otra alienación emblemática de los tiempos que deviene es la
obnubilización de la gente por el progreso tecnológico, al punto de
considerarlo como un ídolo. Al volverse el hombre dependiente de
los adelantos científicos y tecnológicos, éste se convirtió en vasallo,
pues cede sus pensamientos, emociones y moral al poder
tecnocrático. Ahora, la única verdad es la que circula por las redes y
la que dirige la vida de las personas. Es el signo de una de las mayores
contradicciones del hombre posmoderno, en donde el conocimiento
inútil es lo que más resalta, todo ello, en medio de una avalancha de
información que, mientras por un lado lo desculturiza, por el otro, lo
desinforma (Montecinos, 2008). Inclusive se llega a vaticinar que las
8. máquinas, creadas por el hombre, lo reemplazarán en el futuro,
aunque ello pueda significar la destrucción de la especie humana.
La otra evidencia de la alienación actual es el crecimiento de un
exacerbado individualismo que raya en lo fratricida. La sociedad
capitalista que impuso el afán de Tener por sobre el Ser generó una
competitividad extrema que rompe todas las relaciones; tiende a
afirmar y anteponer el individuo por sobre la colectividad, lo “mío”,
por sobre lo nuestro, el bien privado por sobre el bien común.
En consecuencia, el principio de confraternidad humana, la cual
inclusive permitió la supervivencia de nuestra especie, es cada vez
más ausente. Actualmente, prima un feroz darwinismo social, la
competencia, la rivalidad, el egoísmo, la violencia. Es decir, el sistema
ha desnaturalizado al hombre pues juzga a sus semejantes como
rivales y hasta enemigos, que se oponen a las metas individuales. Esta
enajenación, ha llevado al mundo a temer a sus congéneres o a
aprovecharse de ellos. Los barrios, las ciudades, los países se
amurallan para evitar el contacto con hombres y mujeres de otros
estratos sociales, latitudes, etnias y culturas.
La cosificación de la mujer, por desgracia, es otro atentado
representativo del mercantilismo, que puede constatarse a diario en
los medios de comunicación. En una sociedad devorada por el
consumismo y donde las mujeres han pasado a convertirse en una
mercancía dedicada al disfrute, generalmente, del hombre. Esta
forma de violencia simbólica, que resulta casi imperceptible, somete
a todas las mujeres a través de la publicidad, las revistas, las series
de televisión, las películas, los videojuegos, los videos musicales, las
noticias, los reality shows y la repugnante pornografía en la red. En
9. este caso, cosificar significa el acto de representar o tratar a una
persona como a un objeto (una cosa no pensante que puede ser usada
como uno desee). Y más concretamente, la cosificación sexual
consiste en representar o tratar a una persona como un objeto
sexual, ignorando sus cualidades y habilidades intelectuales y
personales y reduciéndolas a meros instrumentos para el deleite
sexual de otra persona.
Resulta, pues, que los inventos electrónicos creados por la
humanidad, han servido para esclavizar, cosificar, enajenar a la
mujer, en lugar de que puedan servir para potenciar aún más sus
cualidades intelectuales afectivas, éticas.
Otra muestra de alienación igualmente estremecedora es el
rompimiento de la relación hombre-naturaleza. Todos podemos
reconocer que la Tierra con todos sus organismos vivos y materiales
inertes conforman el hogar donde es posible la vida y la existencia
de los seres humanos. Por lo tanto, lo menos que se puede esperar es
un comportamiento coherente con el planeta, que algunos lo
consideran como ser vivo o Gaia; es decir, respetar a quien posibilita
la propia existencia humana. Sin embargo, la locura del mercado, en
busca de ganancias ilimitadas, ha llevado a la paulatina devastación
de la naturaleza e induce a los habitantes a ser responsables,
conscientes o inconsciente, del exterminio planetario.
Ciertamente, el ecocidio capitalista es una forma de alienación, de
insania podría decirse, pues pretende “matar” a la Madre Tierra que
permite la existencia de la humanidad y los otros seres vivos. Solo un
sistema enajenado puede concebir tal propósito, por el mero hecho
de acumular riquezas.
10. La cultura dominante generada por el sistema capitalista es otro
germen de alienación. La vanguardia de este tipo de cultura está
actualmente representada por los medios productores culturales que
son consumidos por un mayor número de personas como: la televisión,
la publicidad, los videojuegos, los videoclips, la revistas, la música, el
cine y los libros “best-sellers” entre otros. “Existe una alienación
por la sobreabundancia de estímulos externos que vienen de la
televisión, internet, etc. Estímulos que no paran de acosarnos”,
dice Gounell. Estos recursos son utilizados como instrumentos de
dominación cultural, no como medios para la liberación y la
humanización del hombre. Esto significa que los productos culturales
creados por el hombre, se vuelven contra sí mismo, para someterlo
para inculcarle motivaciones que van en beneficio de las élites y para
desviarle de los valores éticos.
En síntesis: “La Cultura de Alienación Universal es la
superestructura cultural del capitalismo en su actual fase
neoliberal, fomentada por las élites del poder burgués (oligarquía
de facto o ultracapitalistas) conjuntamente con técnicos
mercenarios que trabajan para ellas en diversos think tanks para
dominar a las clases populares y mantener así el yugo capitalista
sobre la humanidad en su beneficio”.(Illescas, 2007).
Pero quizás lo más degradante sea la enajenación ética a la cual han
sido llevadas las personas que viven bajo el dominio del sistema
asentado en el poder económico. Como se anticipó, el atributo moral
de los seres humanos que podría haber sido cultivado para tratar de
llegar a la auténtica esencial de su Ser, ha sido olvidado o
desestimado por la nefasta influencia de un sistema que supervive
gracias a la corrupción de diferente género. El pensador mexicano
11. González Casanova (200/) señala: “Para entender el capitalismo es
necesario entender la corrupción. El vínculo entre uno y otra es
significativo, a lo largo de toda la historia del capitalismo desde su
etapa mercantil y colonialista. Pero en la estructuración actual del
capitalismo, la construcción de sus organizaciones y de sus
formaciones se entiende de manera superficial si no se incluye la
corrupción. Ésta juega un papel por lo menos tan importante como la
represión, la negociación, la enajenación y la cooptación”.
Y aunque no se puede llegar al extremo de juzgar que todos los
habitantes del planeta son deshonestos, también es cierto que su
indiferencia ante la corrupción globalizada, faculta y promueve los
actos contrarios a la moral pública e individual. En otras palabras, el
código ético que debería caracterizar a todo hombre y mujer, ha
descendido a límites insoportables que los han llevado a una
enajenación ética.