El documento describe dos crisis paralelas en 1929 y la actualidad. En 1929, una crisis bancaria europea desencadenó una crisis de deuda soberana que condujo a la guerra de divisas. El patrón oro estimuló el comercio internacional hasta la Primera Guerra Mundial. La Conferencia de Génova de 1922 estableció un nuevo sistema monetario, el "patrón cambio oro", pero este sistema se extendió la Gran Depresión globalmente después del colapso bursátil de 1929 en Estados Unidos.
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1929 - 2008. Dos crisis paralelas II
1. 1
1929-2008. DOS CRISIS PARALELAS. (II)
Francisco José Fernández-Cruz Sequera.
Mayo 2014.
Publicado en: http://lagranpartida.blogspot.com.es
¿Oro y Libertad?
"No es fácil conseguir que alguien entienda algo, cuando su salario depende de que
no lo entienda".
Upton Sinclair.
En 1929 una crisis bancaria europea que colapsó el sistema financiero, fue el
catalizador de una crisis de deuda soberana, que más tarde, conduciría a la guerra de
divisas. Es muy probable que estemos viviendo un proceso semejante en la
actualidad.
Antes del estallido de la guerra mundial, la estabilidad del patrón oro como un
sistema de paridades fijas entre monedas, había estimulado los flujos de inversión
internacional y dado origen al crecimiento de la economía internacional durante
décadas. La eliminación del riesgo cambiario, y la certidumbre de que el rendimiento
de una inversión iba a estar determinado por la inversión en sí y no por una eventual
devaluación del valor de la moneda, había estimulado los flujos de inversión directa
y había colaborado en la integración de los mercados de capitales nacionales en un
cada vez más definido mercado internacional. El patrón oro imponía a los gobiernos
como objetivo esencial de su política monetaria, fiscal y financiera, la preservación
del funcionamiento del propio sistema por encima de cualquier otra consideración
política o económica. Para evitar la salida del oro en presencia de desajustes de la
cuenta corriente, el país afectado negativamente subía los tipos para mantener el oro
2. 2
en el interior del país, lo que provocaba la contracción de la economía, que a su vez
desembocaba en una rebaja local en los precios de los bienes con la consiguiente
ganancia de competitividad respecto del mercado exterior, restableciéndose así el
equilibrio comercial. Por lo tanto, se dependía del ajuste de los tipos de interés por
medio de la intervención directa en el mercado financiero con préstamos entre
bancos centrales, o directrices a los bancos comerciales para evitar las crisis de
convertibilidad. El aumento de los tipos de interés de un país en un sistema de
paridades fijas, se trasmitía de forma inmediata a todos los países del sistema, que se
veían en la necesidad de ajustar sus políticas fiscales para el mantenimiento de la
paridad, evitando que el oro saliera a su vez de sus países. Lógicamente, la reducción
del precio de los bienes implicaba la reducción de los costes de producción de los
mismos, y como el trabajo es un componente estable de su producción, la flexibilidad
salarial era inherente al sistema y necesaria para su buen funcionamiento. Lo que
finalmente suponía, que fueran las rentas del trabajo las que soportaban en mayor
medida, los costes del regreso al punto de equilibrio causados por los desajustes que
periódicamente afectaban al sistema, y que eran debidos a impactos en la balanza
comercial de unos u otros países, como resultados de los aumentos imprevistos en su
competitividad, resultado de las innovaciones tecnológicas, del descubrimiento de
nuevos recursos naturales u otros acontecimientos imprevistos.
Podemos concluir respecto del patrón oro previo a la Gran Guerra, diciendo que el
establecimiento del patrón oro iba encaminado al mantenimiento de los flujos de
capital y del comercio internacional, lo que hacía patente en el mundo previo al
conflicto que el verdadero beneficiario del patrón oro era el mercado financiero
global. Éste podía contar con la estabilidad cambiaria para distribuir su capital por el
mundo según su conveniencia, teniendo la seguridad de que cualquier crisis que
afectase a la cuenta corriente de un país en el que se hubiera invertido, se resolvería
con el ajuste necesario del tipo de interés en ese país a costa de una depresión de su
demanda interna, lo que sería soportado principalmente por las rentas del trabajo de
dicho país, lo que siempre dejaría indemnes a los propietarios del capital financiero
Participantes en la Conferencia de Génova en 1922
3. 3
internacional. Por tanto, no resulta sorprendente que al término de la Primera Guerra
Mundial, las clases dirigentes del capitalismo ansiaran retomar el patrón oro, que de
facto aunque no de iure, había sido suspendido durante el conflicto.
Pero para retornar al que se recordaba como un sistema ideal, se alzaba como un
serio obstáculo el establecimiento de las nuevas paridades que se debían establecer
entre las monedas y los déficit fiscales de cada país, lo que lo complicaba
enormemente el retorno al sistema monetario vigente antes del enfrentamiento
mundial, pues en el establecimiento de las paridades monetarias, como es lógico,
todos querían ganar y ninguno perder. Buscando solucionar esta cuestión, se celebró
en Génova entre abril y mayo de 1922, una conferencia de expertos en temas
monetarios que ponía punto final al mecanismo de ajuste del patrón oro que operaba
antes de la Primera Guerra Mundial, estableciendo un nuevo sistema monetario
internacional: el “patrón cambio oro”. El paso del anterior “patrón oro” al “patrón
cambio oro”, hacía que la oferta monetaria de los países pertenecientes al sistema
fuera más elástica, al autorizar a los bancos centrales a mantener reservas no sólo en
oro, sino también en divisas convertibles en oro, al tiempo que autorizaba a estos
bancos a intervenir en el mercado para controlar las grandes fluctuaciones del precio
de este metal. Los acuerdos alcanzados en la conocida como “Conferencia de
Génova”, daban lugar a un sistema monetario que permitía a los gobiernos regular la
masa monetaria circulante con el fin de mantener la estabilidad del poder adquisitivo
del dinero, evitando las perturbaciones derivadas de las fluctuaciones en el precio del
oro. El nuevo sistema monetario también permitía regular las tasas de interés a través
de operaciones de mercado abierto, emitiendo billetes no sólo respaldados con oro,
sino además también con divisas, títulos públicos y privados convertibles en oro.
En la Conferencia de Génova se buscó una situación intermedia entre el
establecimiento de un tipo de cambio fijo según el cual un país decide cuánto vale su
moneda respecto a las demás, y los cambios flexibles de divisas determinados por las
fluctuaciones del mercado. El nuevo sistema, además de restringir el cambio directo
que se daba con el patrón oro fijando el nuevo patrón lingote oro, intentó esta hallar
esta situación intermedia, al equilibrar el intercambio de monedas según los
mecanismos del mercado con la fijación de márgenes de fluctuación. Una vez
superados estos márgenes, el Estado intervenía para provocar la compra-venta de
divisas en contra del mercado y así volver a una situación de equilibrio.
4. 4
El nuevo sistema, en general tenía un funcionamiento muy distinto al anterior, pero
guardaba ciertas semejanzas al añadir los valores convertibles a las reservas de oro
que cada país debía mantener en cantidad equivalente a la masa monetaria en
circulación, de tal modo que los tipos de interés fluctuaban en razón de mantener una
determinada cantidad de los mismos en el interior del país para mantenerse dentro
del patrón, lo que como ya hemos visto provocaba que la respuesta del banco central
de turno ante un desequilibrio en la balanza de pagos y una salida de oro o valores
convertibles al exterior del país, fuera la subida del tipo de interés para hacer más
atractiva su deuda. Por lo que la necesidad de mantener este respaldo de la moneda
en oro o valores convertibles, inevitablemente suponía una restricción del crédito,
multiplicando el efecto recesivo de la economía. Sólo tres países, España, la Unión
Soviética y Turquía, no estuvieron en ningún momento en el “patrón cambio oro” de
la posguerra. El siguiente gráfico muestra el número de países bajo alguna versión
del “patrón cambio oro” sobre una muestra de 54 países.
Las condiciones políticas y económicas que habían hecho eficaz al patrón oro
durante el período 1870-1914 habían desaparecido o cambiado. El sistema financiero
internacional nacido de la Primera Guerra Mundial, no podía hacer frente a la crisis
bancaria provocada por las políticas de los banqueros de la Reserva Federal
estadounidense (FED) en 1929, por lo que de hecho, se convirtió en un mecanismo
de extensión de los problemas monetarios de un país a otro. El nuevo “patrón cambio
oro” sólo fue sostenible en un espacio de tiempo muy breve, en el que no se produjo
ningún impacto negativo en el capitalismo de los EE.UU., pero tan pronto como la
El patrón oro: Numero de países en el patrón oro. 1919-1937. Fuente: B.
Eichengreen, Golden Fetters, Tabla 7.1.
5. 5
economía estadounidense se colapsó tras la caída de Wall Street el “jueves negro”,
la crisis se tornó global. El “patrón cambio oro” era el mecanismo de transmisión
perfecto de cualquier shock o perturbación de la política monetaria de cualquiera de
los miembros centrales del sistema como era el caso de los EE.UU. Además, los
costes del mantenimiento del sistema estaban distribuidos de forma desigual tras el
resultado del conflicto, y los movimientos contrarios al capitalismo que se
generalizaron tras la guerra mundial, terminaron de minar la credibilidad del sistema.
Una vez se hubo establecido el nuevo sistema, la Reserva Federal (FDA) inyectó en
la economía de los EE.UU. una enorme liquidez expandiendo el capital disponible,
que fue a parar en gran medida a los mercados financieros. Por lo que estos con
enormes cantidades de dinero barato a su disposición, compraron acciones de las
empresas líderes en nuevas tecnologías, disparando los índices bursátiles des las
compañías relacionadas con estos bienes, creando una aparente riqueza de la nada,
sensación que se generalizaba a medida que los expertos en inversiones, aseguraban
que los enormes beneficios obtenidos en los mercados bursátiles, se correspondían
perfectamente con la envidiable situación de la economía no financiera. Las acciones
de la RCA, por ejemplo, pasaron de 1,5 $ en 1921 a 141 $ en 1929. El 3 de
septiembre de 1929 se alcanzó el máximo en Wall Street, y en ese momento la
Reserva Federal detuvo en seco la expansión monetaria y reventó la burbuja
financiera. Del 24 al 29 de octubre se produjo la caída en picado de la bolsa
neoyorquina y la crisis se extendió por todo el sistema económico norteamericano,
dejándose sentir sus consecuencias en las del resto del mundo. Wall Street colapsó y
las acciones cayeron súbitamente un 26%1
.
La restricción del
crédito por la FED
además de provocar
el colapso bursátil,
tuvo graves
consecuencias en la
economía real
norteamericana, al
contraer el consumo y
la inversión, destruyó
el ahorro de muchas
familias causando el
empobrecimiento
generalizado, y las
empresas se
encontraron
comprimidas entre la
caída de la demanda
de bienes y servicios
por un lado; y la falta
de financiación de la inversión industrial por otro, y también provocó la quiebra de
las instituciones financieras que habían prestado a los inversores institucionales y
particulares. Además, dejaba una escasa capacidad de actuación a los gobiernos para
contrarrestar la depresión. La extensión mundial de la recesión tuvo efectos
demoledores. En julio de 1932, el índice bursátil Dow Jones había perdido el 90% de
su valor desde los máximos de 1929, y tardaría todavía un cuarto de siglo en
6. 6
recuperar esos niveles. El PIB americano cayó un 60% respecto a 1929, y más de
4.000 bancos cerraron. La producción industrial del mundo no llegaba a los dos
tercios de la de 1929, la de Europa había caído algo por debajo del 75%, y la de
Estados Unidos apenas superaba el 50%. La producción de alimentos apenas
experimentó cambios, pero la de materias primas se contrajo casi en la misma
medida que la de productos industriales. En 1934, el valor del comercio mundial era
poco más de un tercio del correspondiente a 1929, y en 1937 no llegaba todavía al
50% del de 1929.
Al mismo tiempo el desempleo alcanzó cifras record en Estados Unidos y en
Alemania. En el primero de estos países, el desempleo pasó del 3% en 1929 al 25%
en 1933; y en el segundo, se elevó desde el 4,3 al 30,1% entre 1929 y 1932. La
rigidez de los salarios a la baja, fenómeno que no se producía antes de la gran
Guerra, debido al auge de los sindicatos, la negociación colectiva y las regulaciones
salariales, que preservaban unos mínimos niveles de vida a los trabajadores,
contribuyeron a hacer más rígido el coste del trabajo, lo que ayuda a explicar por qué
el desempleo alcanzó tan altos niveles mientras que los salarios de los ocupados
apenas cambiaron.
¿Pero por qué la Gran Depresión alcanzó unas dimensiones tan extraordinarias?. La
restricción del crédito no fue la causa principal de la extensión mundial de la
recesión durante los años treinta, fue la propia configuración del sistema del “patrón
cambio oro” lo que provocó su extensión a otras economías. Así, el abandono del
patrón oro fue una condición necesaria para la salida de la Gran Depresión.
En 1930 el presidente republicano Herbert C. Hoover intentó frenar la crisis
aprobando el extremadamente proteccionista arancel Smoot-Hawley, que pretendía
7. 7
defender los intereses nacionales norteamericanos frente al exterior. Esta medida fue
rápidamente imitada por las restantes economías importantes, provocando una espiral
a la baja del comercio mundial que intensificó la depresión.
La recesión de la crisis en Europa comenzó con la quiebra en Mayo de 1931 del
mayor banco de Austria, el Credit-Anstalt, cuyas pérdidas se debían a los malos
resultados de sus inversiones industriales en el Este europeo y a las deudas heredadas
de la adquisición de otro gran banco austriaco, circunstancia que se vio agravada por
la retirada de sus fondos por parte de los inversores norteamericanos y británicos. La
quiebra del primer banco austriaco puso en duda la capacidad de Austria de pagar sus
créditos internacionales, y obligó al gobierno a buscar desesperadamente ayuda
financiera internacional. Alemania, que había recibido información del gobierno
austriaco en el mes de Abril sobre lo inminente de la crisis, ofreció un crédito
insuficiente para las necesidades de los austriacos. Tras lograr un crédito de 100
millones de chelines de un banco suizo, los ataques financieros al Banco Nacional
forzaron al gobierno a solicitar un segundo crédito, que el banco suizo indicó se
debía lograr mediante en los mercados internacionales, en los que la influencia
francesa fue determinante para frustrar las políticas alemanas. A finales de junio la
retirada de fondos de bancos alemanes hizo que el presidente Hoover propusiera una
moratoria en el pago de reparaciones de guerra para aliviar la situación en Alemania,
a cambio del abandono del plan de unión aduanera con Austria, propuesta que fue
rechazada. La retirada de fondos de los bancos alemanes, que estaba reduciendo
rápidamente las reservas de oro y de divisas del Reichbank, y el riesgo de bancarrota
del sistema financiero alemán, amenazaban seriamente la economía norteamericana
ya que el 41% de las deudas alemanas se hallaban en manos de los norteamericanos.
La debilidad interna del gobierno alemán, le impidió aceptar la oferta
norteamericana.
La quiebra del Credit-
Anstalt provocó la
bancarrota en cascada de
la mayor parte del sistema
bancario en Hungría,
Checoslovaquia, Rumania,
Polonia y Alemania. La
tardía aceptación del plan
del aplazamiento de pagos
del presidente Hoover,
hizo que no sirviese para
estabilizar la situación,
persistiendo la retirada de
fondos que de los bancos
en Alemania, por lo que el
3 de julio de 1931 se
hundió el segundo banco privado alemán, que hubo de ser intervenido. Se declaró
una moratoria del sistema bancario que congeló gran cantidad de créditos a corto
plazo, desbaratando los objetivos del presidente estadounidense y agudizando la
crisis en ese país. El pánico por la extensión de la crisis de crédito hizo que se llegase
la cancelación de los pagos por reparaciones de guerra, diversas cancelaciones y
moratorias en los pagos de deuda externa en la Europa central, la aparición de
controles en la exportación de divisas y la creación de diversos planes para aliviar la
8. 8
situación en la zona. En la Europa del Este, la crisis financiera redujo el ya exiguo
crédito con que contaba la región, agudizando la delicada situación económica
caracterizada por una gran crisis agrícola y forzando a muchos gobiernos a implantar
controles de exportaciones de divisas que redujeron drásticamente el comercio. De
este modo, la crisis bancaria europea se extendió a las principales economías
continentales y en consecuencia al resto del mundo. Los movimientos internacionales
de capital se detuvieron y el comercio internacional y la producción industrial
cayeron, provocando el desempleo masivo generalizado.
El primer país en abandonar el patrón oro en respuesta al pánico bancario de Mayo
de 1931, fue el Reino Unido, que lo hizo en el mes de septiembre siguiente. La caída
del tipo de cambio de la libra respecto del dólar fue del 30%, extendiéndose la
depreciación de la moneda a todos los países vinculados con Londres a través de la
Commonwealth2
, pero las consecuencias inmediatas no se detuvieron en los países
que estaban en la órbita británica, sino que esta decisión desato una reacción en
cadena. Multitud de naciones establecieron controles de cambio de divisas, y en la
mayoría de los casos terminaron por abandonar el patrón oro, en busca de recuperar
su capacidad exportadora mediante la devaluación de sus monedas, obteniendo así
competitividad en el comercio mundial. España instauró el control de divisas en
mayo de 1931, Japón adoptó ambas medidas, abandonando el sistema en Diciembre
de 1931 e instaurando el control de divisas en Julio de 1932, Francia abandonó el
sistema en Octubre de 1936 e Italia estableció el control de divisas en Mayo de 1934
y salió del sistema al tiempo que lo hacía Francia, y Alemania. En 1933, el recién
elegido Presidente demócrata Franklin D. Roosevelt acabó con la convertibilidad en
oro de los billetes de la Reserva Federal para los ciudadanos estadounidenses, y
desde ese momento sólo los gobiernos y los bancos centrales podrían cambiar los
billetes de la FED por oro, llegando a prohibir a los americanos poseer oro salvo en
9. 9
ínfimas cantidades. En 1934 Estados
Unidos readoptó el patrón oro, pero
no a 20 dólares por onza sino a 35.
Los países “periféricos” estaban
obligados a operar con las reglas del
patrón oro, pero sin cooperación de
los Bancos Centrales de los países
“centrales”. Este hecho implicaba que
los costes de funcionamiento para
dichos países fueran mucho mayores,
por lo que iniciaron el uso de las
monedas reserva. Pero ello provocaba
que si en los momentos de crisis los
países del centro no apoyaban a los
periféricos, estos no tenían más
opción que sufrir las consecuencias o
salirse del sistema. El “patrón cambio
oro” prácticamente había dejado de
existir. El sistema ideado en Génova
se había desvanecido entre la
deflación, el paro y la recesión
económica que dejó como rastro el
crack del 29. Sin las restricciones que
imponía el sistema monetario basado en oro, cada país comenzó a devaluar su
moneda buscando ganar competitividad. Es decir, redefiniendo constantemente su
propia divisa a la baja, intentando abaratar así sus productos para poder exportarlos
más fácilmente y estimular de esta manera su producción nacional, frenando el paro
y la deflación. Los paralelismos con la actual situación son evidentes.
Esta situación se prolongó en los países capitalistas hasta el comienzo de la segunda
guerra mundial, llegando a su término con los acuerdos de Bretton Woods (1944) y
el establecimiento de un nuevo patrón oro-dólar, según el cual la divisa
estadounidense tendría en lo sucesivo una conversión fija en oro de 35 dólares la
onza, sirviendo de referencia para el resto de monedas con unos márgenes de
fluctuación de un 1%. Además de establecer este nuevo patrón, en Bretton Woods se
acordó la creación de diversas instituciones como el Banco Internacional de
Reconstrucción y Fomento (BIRF), el Fondo Monetario Internacional (FMI). En
teoría, la finalidad del BIRF, el futuro Banco Mundial, es:
- Contribuir a la reconstrucción de los países;
- Ayudar a elevar el nivel de vida de los habitantes de los países miembros
mediante el crecimiento equilibrado;
- Cooperar en la transición de una economía de guerra en una economía de paz.
Al tiempo, al FMI se le atribuyó la función de otorgar recursos financieros a los
miembros que experimenten problemas en su balanza de pagos. Y aunque las
instituciones financieras internacionales ideadas en 1944 han llegado a nuestros días,
el sistema monetario no lo ha hecho.
Franklin D. Rooselvelt
10. 10
Este sistema tuvo su fin a comienzos
de los años 70, momento en el que
surgió el petrodólar cuando la
administración de Nixon fue obligada
a abandonar el 15 de Agosto de 1971
el sistema de Breton Woods, por el
que el dólar quedaba respaldado por
oro a razón de 35$/onza. El resultado
fue que el dólar como moneda de
reserva mundial desde 1944, quedaba
como moneda “flotante”, y la
inflación masiva generó una crisis
monetaria que desembocó en la
energética de 1973, que fue
hábilmente resuelta por la
administración de Nixon. La OPEP3
consideró cambiar en 1973 y 1978 el
precio del petróleo, e imponer una
“cesta de monedas”. Esta reflexión
obligó a los Secretarios del Tesoro de
las presidencias de Nixon y de Carter
a negociar con Arabia Saudí para
hacer fracasar estos proyectos. El
acuerdo al que llegaron impuso un
trato preferencial para con la
Autoridad Monetaria Saudita en 1974 para la compra de 2,5 mil millones en bonos
del Tesoro de los EE.UU. fuera del proceso normal de subasta. Es decir, a coste muy
reducido, a cambio la OPEP sólo utilizaría dólares para comerciar con el crudo. Por
entonces, todas las inversiones sauditas en los EE.UU. fueron declaradas “secreto”,
estos datos sólo pudieron ser conocidos y hechos públicos años después, a través del
“Acta de Libertad de demanda de Información” (FOIA).
Nuevamente en 1978, el Secretario del Tesoro Werner Michael Blumenthal4
, se
entrevistó con el ministro de finanzas saudí para frustrar una propuesta de la OPEP
de formalizar una “cesta de petromonedas” (dólar, yen y marco). El precio que
tuvieron que pagar los EE.UU. por ello a la monarquía saudí, fue un aumento del
350% de poder para su voto dentro del FMI. Desde estos acuerdos con los saudíes, el
dólar quedaba otra vez establecido como divisa de referencia mundial y petromoneda
monopólica, convirtiéndose en la clave de la decadente hegemonía norteamericana, y
la principal preocupación del complejo financiero, industrial y militar que dirige esa
nación.
1
En Otoño de 2008 caería el 20%, La caída del 44% que experimentó la Bolsa de
Nueva York de Septiembre de 1929 a marzo de 1931, fue menor que el descenso que
vivió después de la quiebra de Lehman Brothers, entre Septiembre de 2007 y Marzo
de 2009.
2
La Mancomunidad de Naciones, en el pasado Mancomunidad Británica de
Naciones (en inglés, Commonwealth of Nations, antiguamente British
Commonwealth of Nations) es una organización compuesta por 53 países
independientes y satélites que, con la excepción de Mozambique y Ruanda,
Portada de la revista Times dedicada a
Werner Michael Blumenthal como
Secretario del Tesoro
11. 11
comparten lazos históricos con el Reino Unido. Su principal objetivo es la
cooperación internacional en el ámbito político y económico, y desde 1950 la
pertenencia a ella no implica sumisión alguna hacia la corona británica. La
organización tiene sus orígenes en la Conferencia Imperial de 1920, cuando el
gobierno británico reconoció ciertos derechos de autodeterminación de sus colonias e
inició los trabajos que culminaron con el Estatuto de Westminster en 1931, que
dieron origen a la Mancomunidad, en ese entonces consistente en un puñado de
excolonias aún leales a la monarquía.
3
Organización de Países Exportadores de Petróleo.
4
Era un judío nacido en Berlín, que abandonó Alemania para establecerse en China,
viajando definitivamente a los EE.UU. en 1947. Años más tarde terminó ingresando
en la iglesia presbiteriana. Tras terminar su carrera política, se hizo cargo de la
dirección del Museo judío de Berlín.