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LINGÜÍSTICA
&
DISCURSIVIDAD SOCIAL
2016
Final Regular
Docente Teórico: Rogieri, Patricia.
Jefe de Trabajos Prácticos: Cisneros, Lorelei.
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Saussure, Ferdinand de: “Curso de Lingüística General”
INTRODUCCIÓN
CAPÍTULO I - OJEADA A LA HISTORIA DE LA LINGÜÍSTICA
La ciencia que se ha constituido en torno de los hechos de lengua ha pasado por tres fases
sucesivas antes de reconocer cuál es su verdadero y único objeto.
1°. Gramática: fundado en la lógica y desprovisto de toda visión científica y desinteresada
de la lengua misma; distingue formas correctas de las formas incorrectas; es una disciplina
normativa.
2°. Filología: se fijan, interpretan y comentan textos; se ocupa de la historia literaria y utiliza
como método la crítica; se atiene demasiado a la lengua escrita y olvida la lengua viviente.
3°. Filología Comparativa o Gramática Comparada: estudia las relaciones entre lenguas;
aclara una lengua por medio de otra, explica las formas de una por las formas de otra.
CAPÍTULO III - OBJETO DE LA LINGÜÍSTICA
Otras ciencias operan con objetos dados de antemano y que se pueden considerar en
seguida desde diferentes puntos de vista. No es así en la lingüística. Lejos de preceder el
objeto al punto de vista se diría que es el punto de vista el que crea el objeto, y, además,
nada nos dice de antemano que una de esas maneras de considerar el hecho en cuestión sea
anterior o superior a las otras.
Sea cual sea el punto de vista adoptado, el fenómeno lingüístico presenta perpetuamente
dos caras que se corresponden. La lengua no se confunde con el lenguaje: la lengua no es
más que una determinada parte del lenguaje, aunque esencial.
El lenguaje es multiforme (diferentes abordajes) y heteróclito (irregular); a la vez físico,
fisiológico y psíquico; pertenece además al dominio individual y al social.
El lenguaje articulado, el lenguaje hablado no es el natural al hombre; sino la facultad de
constituir una lengua, es decir, un sistema de signos distintos que corresponden a ciertas
ideas. La facultad, natural o no, de articular palabras no se ejerce más que con la ayuda del
instrumento creado y suministrado por la colectividad.
Podemos determinar como es visto aquí, que hay tres instancias esenciales:
- Física: ondas sonoras
- Fisiológica: fonación y audición
- Psíquicas: imágenes verbales y conceptos (correspondiente a la lengua)
Entre todos los individuos así ligados por el lenguaje se establecerá una especie de
promedio: todos reproducirán los mismos signos unidos a los mismos conceptos; se genera
una convención social. Lo que hace que se formen en los sujetos hablantes acuñaciones que
llegan a ser sensiblemente idénticas en todos es el funcionamiento de las facultades
receptiva y coordinativa.
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DICOTOMÍA LENGUA / HABLA
LENGUA HABLA
ESENCIAL ACCIDENTAL o ACCESORIA
SOCIAL INDIVIDUAL
PASIVA: se recibe como producto de otras
generaciones sin intervención. Se hereda.
ACTIVA: es una función del sujeto hablante, un
acto de voluntad e inteligencia. Se ejecuta.
INVOLUNTARIA. Se impone VOLUNTARIA. Se accede
HOMOGÉNA – PSÍQUICA HETEROGÉNEA – FÍSICA y FISIOLÓGICA
Caracteres de la lengua que la vuelven objeto de la lingüística:
A. Definible - Es un objeto bien definido en el conjunto heteróclito de los hechos del
lenguaje. Se la puede localizar en la porción determinada del circuito donde una imagen
acústica viene a asociarse con un concepto. La lengua es la parte social del lenguaje, exterior
al individuo, que por sí solo no puede ni crearla ni modificarla; no existe más que en virtud
de contrato establecido entre los miembros de la comunidad.
B. Divisible – Es un objeto que puede estudiarse separadamente.
C. Homogénea – Es un sistema de signos en el que sólo es esencial la unión del sentido y la
imagen acústica, y donde las dos partes del signo son igualmente psíquicas.
D. Concreta – Los signos lingüísticos no por ser esencialmente psíquicos son abstracciones;
la escritura puede fijarlos en imágenes convencionales.
PRIMERA PARTE – PRINCIPIOS GENERALES
CAPÍTULO I - NATURALEZA DEL SIGNO LINGÜÍSTICO
Lo que el signo lingüístico une no es una cosa y un nombre, sino un concepto y una
imagen acústica. La imagen acústica no es el sonido material, sino su huella psíquica, la
representación que de él nos da el testimonio de nuestros sentidos; es sensorial.
El signo lingüístico es una entidad psíquica de dos caras:
Estos dos elementos están íntimamente unidos y se reclaman recíprocamente.
Signo  Combinación del concepto y de la imagen acústica.
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1º Principio: Arbitrariedad del signo lingüístico
El lazo que une el significante al significado es arbitrario; podemos decir más simplemente:
el signo lingüístico es arbitrario. Decimos esto refiriéndonos a que es inmotivado- o con
raíces inmotivadas -, el significante con relación al significado no guarda en la realidad
ningún lazo natural. Sin embargo hay signos que pueden estar motivados – los símbolos –
pero estos se consideran dentro del dominio de la semiología y no están contemplados
dentro de este principio.
2º Principio: Carácter lineal del significante
El significante, por ser de naturaleza auditiva, se desenvuelve en el tiempo únicamente y
tiene los caracteres que toma del tiempo: representa una extensión, la cual es mensurable
en una sola dirección; es una línea.
Los significantes acústicos no disponen más que de la línea del tiempo; sus elementos se
presentan uno tras otro formando una cadena (A-R-B-O-L).
CAPÍTULO II - INMUTABILIDAD Y MUTABILIDAD DEL SIGNO
INMUTABILIDAD
A la masa social no se le consulta, ni el significante elegido por la lengua podría tampoco
ser reemplazado por otro. Un individuo sería incapaz de modificar en un ápice la elección ya
hecha, la masa está atada a la lengua tal cual es. El signo lingüístico está fuera del alcance de
nuestra voluntad. Razones específicas:
1 – El carácter arbitrario del signo. Lo arbitrario mismo del signo pone a la lengua al abrigo
de toda tentativa que pueda modificarla. Pues para que una cosa entre en cuestión es
necesario que se base en una norma razonable, pero en cuanto a la lengua, sistema de
signos arbitrarios, esa base falta, y con ella desaparece todo terreno sólido de discusión.
2 – La multitud de signos necesarios para constituir cualquier lengua. Los signos
lingüísticos son innumerables, se hace imposible reemplazarlos totalmente por otros.
3 – El carácter demasiado complejo del sistema. Una lengua constituye un sistema, es un
mecanismo en extremo complejo.
4 – La resistencia de la inercia colectiva a toda innovación lingüística. La lengua forma
cuerpo con la vida de la masa social, y la masa aparece ante todo como un factor de
conservación.
MUTABILIDAD
La lengua se transforma sin que los sujetos hablantes puedan transformarla; es intangible
pero no inalterable. Las otras instituciones humanas –las costumbres, las leyes, etc.- están
todas fundadas en la relación natural entre las cosas. La lengua, por el contrario, no está
limitada por nada en la elección de sus medios. Lo arbitrario de sus signos implica
teóricamente la libertad de establecer cualquier posible relación entre la materia fónica y las
ideas.
La lengua se altera, o mejor, evoluciona, bajo la influencia de todos los agentes que
puedan alcanzar sea a los sonidos sea a los significados. El tiempo altera todas las cosas; no
hay razón para que la lengua escape de esta ley universal.
La lengua no es libre, porque el tiempo permite a las fuerzas sociales que actúan en ellas
desarrollar sus efectos, y se llega al principio de continuidad que anula la libertad. Pero la
continuidad implica necesariamente la alteración, el desplazamiento más o menos
considerable de las relaciones.
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CAPÍTULO IV - EL VALOR LINGÜÍSTICO
Lengua – sistema de valores puros con dos elementos en juego: ideas y sonidos. Es forma y
no sustancia. Nuestro pensamiento no es más que una masa amorfa e indistinta, sin la ayuda
de los signos, seríamos incapaces de distinguir dos ideas de manera clara y constante.
La lengua es una serie de subdivisiones contiguas (es forma) marcadas a la vez sobre el
plano indefinido de las ideas (A) confusas y sobre el de los sonidos (B).
El papel característico de la lengua frente al pensamiento es el de servir de intermediaria
entre el pensamiento y el sonido. El pensamiento, caótico por naturaleza, se ve forzado a
precisarse al descomponerse, se trata de ese hecho en cierta manera misterioso: que el
“pensamiento-sonido” implica divisiones y que la lengua elabora sus unidades al constituirse
entre dos masas amorfas.
Palabras – muestras equivalentes de los términos reales de un sistema sincrónico. Los
principios obtenidos a propósito de las palabras serán válidos para las entidades en general.
Valor lingüístico – es un elemento de la significación, no confundir. La propiedad que tiene
una palabra de representar una idea es sólo un aspecto del valor lingüístico. Resulta de la
presencia simultánea de términos.1
Significación – Es la contraparte de la imagen auditiva; existente por sí misma.2
1 2
El valor de todo término está determinado por lo que lo rodea.
Cuando se dice que los valores corresponden a conceptos, se sobre entiende que son
puramente diferenciales, definidos no positivamente por su contenido, sino negativamente
por sus relaciones con los otros términos del sistema. Su más exacta característica es la de
ser lo que los otros no son (Ej.: tibio refiere a lo que no es ni frío ni caliente).
Lo que importa en la palabra no es el sonido por sí mismo, sino las diferencias fónicas que
permiten distinguir una palabra de todas las demás, ellas llevan a la significación. No hay
imagen vocal que responda mejor que otra a lo que se le encomienda expresar. Arbitraria y
diferencial es la significación.
El significante lingüístico de ningún modo es fónico, es incorpóreo, constituido, no por su
sustancia material, sino únicamente por las diferencias que separa su imagen acústica de
todas las demás.
Cada idioma compone sus palabras a base de un sistema de elementos sonoros; pero lo
que los caracteriza es el hecho de que no se confunden unos con otros. Los fonemas son
ante todo entidades opositivas, relativas y negativas.
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En la lengua no hay más que diferencias. Una diferencia supone términos positivos entre
los cuales se establece; pero en la lengua solo hay diferencias sin términos positivos.
Decir que en la lengua todo es negativo sólo es verdad en cuanto al sgnte. y al sgdo.
tomados aparte: en cuanto consideramos al signo en su totalidad, nos hallamos ante una
cosa positiva en su orden. Un sistema lingüístico es una serie de diferencias de sonidos
combinados con una serie de diferencias de ideas, resultando en que los signos acústicos
sumados al pensamiento engendran un sistema de valores. Aunque el sgnte. y el sgdo. sean
puramente negativos y diferenciales, su combinación es un hecho positivo.
CAPÍTULO V - RELACIONES SINTAGMÁTICAS Y RELACIONES ASOCIATIVAS
En un estado de lengua todo se basa en relaciones. Las diferencias y relaciones entre
términos se despliegan en dos esferas, cada una generadora de cierto orden de valores.
En el discurso las palabras contraen entre sí por su encadenamiento, relaciones fundadas
en el carácter lineal de la lengua que excluye la posibilidad de pronunciar dos elementos a la
vez. Los elementos se alinean uno tras otro en la cadena del habla. Estas combinaciones que
se apoyan en la extensión se pueden llamar sintagmas.
El sintagma se compone de dos o más unidades consecutivas (Ej. Releer; contra todos; la
vida humana; Dios es bueno, si hace buen tiempo, saldremos, etc.). Colocado en un
sintagma, un término solo adquiere su valor por que se opone al que le precede o al que le
sigue o a ambos.
Por otra parte, fuera del discurso, las palabras que tienen algo en común se asocian en la
memoria y se forman grupos en los cuales reinan relaciones diversas. Una palabra, por
ejemplo hará surgir un montón de otras palabras que tengan algo de común con ellas (Ej.
Educación, aprendizaje, educativa, enseñanza). Estas coordinaciones distintas de las
primeras, ya no se basan en la extensión, sucede ésta en el cerebro y forman parte del
tesoro de la lengua en cada individuo, la llamaremos relaciones asociativas.
La conexión sintagmática es en presencia, se apoya en términos presentes en una serie
efectiva; la conexión asociativa une términos en ausencia, es una serie mnemónica virtual.
RELACIONES SINTAGMÁTICAS
La noción de sintagma, no solo se aplica a las palabras, sino también a los grupos de
palabras. La oración es el tipo del sintagma por excelencia, pero la oración pertenece al
habla, no a la lengua.
El sintagma no pertenece al habla, lo propio del habla es la libertad de combinaciones, hay
que preguntarse si los sintagmas son igualmente libres. Hay que atribuir a la lengua, no al
habla todos los tipos de sintagmas construidos sobre formas regulares.
RELACIONES ASOCIATIVAS
Los grupos formados por asociación mental no se limitan a relacionar los dominios que
presentan algo de común, captan también la naturaleza de las relaciones que los atan y crea
con ello tantas series asociativas como relaciones diversas haya.
La asociación puede basarse también en la mera analogía de los significados o en la
comunidad de las imágenes acústicas. Una palabra puede evocar todo lo que sea susceptible
de estarle asociado.
Mientras que un sintagma evoca enseguida la idea de un orden de sucesión y un número
determinado de elementos, los términos de una familia asociativa no se presentan ni en
número definido, ni en un orden determinado. Un término dado es como el centro de una
constelación, el punto donde convergen otros términos coordinados, cuya suma es
indefinida.
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Jakobson, Roman: “Fundamentos del lenguaje”
CAPÍTULO II - EL CARÁCTER DOBLE DEL LENGUAJE
Hablar supone seleccionar determinadas entidades lingüísticas y combinarlas en unidades
de un nivel de complejidad más elevado. El acto de hablar requiere para ser eficaz que
aquellos que intervienen en él utilicen un código común, el cual también limita las posibles
combinaciones dependiendo del lenguaje de que se trate.
Todo signo lingüístico se dispone según dos modos:
- COMBINACIÓN: todo signo está formado de otros signos constitutivos y/o aparece
únicamente en combinación con otros signos. Todo agrupamiento efectivo de unidades
lingüísticas congloba a éstas en una unidad superior dándoles un contexto; combinación y
contextura son dos caras de la misma operación.
- SELECCIÓN: la opción entre dos posibilidades implica que se puede sustituir una de ellas
por la otra, equivalente a la primera bajo un aspecto y diferente de ella bajo otro. De hecho,
selección y sustitución son dos caras de la misma operación.
CAPÍTULO V - LOS POLOS METAFÓRICO Y METONÍMICO
Toda forma de trastorno afásico consiste en una alteración cualquiera, más o menos grave,
de la facultad de selección y sustitución o de la facultad de combinación y contextura. En el
primer caso se produce una deterioración de las operaciones metalingüísticas, mientras que
el segundo perjudica la capacidad del sujeto para mantener la jerarquía de las unidades
lingüísticas. El primer tipo de afasia suprime la relación de semejanza; el segundo, la de
contigüidad. La metáfora es ajena al trastorno de la semejanza y la metonimia al de la
contigüidad.
Benveniste, Émile: “Problemas de lingüística general I”
PARTE II - LA COMUNICACIÓN
CAPÍTULO IV - NATURALEZA DEL SIGNO LINGUÍSTICO
Saussure declara en términos propios que el signo lingüístico no une una cosa y un
nombre, sino un concepto y una imagen acústica. Pero asegura acto seguido que la
naturaleza del signo es arbitraria porque no tiene con el significado nexo ninguno natural
en la realidad. Es claro que el razonamiento está falseado por el recurso inconsciente y
subrepticio a un tercer término, que no estaba comprendido en la definición inicial. Este
tercer término es la cosa misma, la realidad.
Hay así contradicción entre la manera como Saussure define el signo lingüístico y la
naturaleza fundamental que le atribuye. Arbitrario sólo bajo la mirada impasible de quien se
limite a verificar desde fuera el vínculo establecido entre una realidad objetiva y un
comportamiento humano y se condene así a no ver en él más que contingencia.
Entre el significante y el significado el nexo no es arbitrario; al contrario, es necesario. Los
dos han sido impresos en mí espíritu; juntos se evocan en toda circunstancia.
El significante es la traducción fónica de un concepto, el significado es el correlato mental
del significante. Esta consubstancialidad asegura la unidad estructural del signo lingüístico.
Lo que es arbitrario es que tal signo y no tal otro sea aplicado a tal elemento de la realidad
y no a otro. Para el sujeto parlante hay entre la lengua y la realidad adecuación completa: el
signo cubre y rige la realidad; es una realidad.
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Saussure muestra que puede hablarse de mutabilidad e inmutabilidad del signo:
inmutabilidad porque siendo arbitrario no puede ser puesto en tela de juicio en nombre de
una norma razonable; mutabilidad porque siendo arbitrario siempre es susceptible de
alternarse. “Una lengua es radicalmente impotente para defenderse contra los factores que
mueven la relación significado/significante. Es una consecuencia de la arbitrariedad del
signo”.
No es entre significado y significante donde la relación al mismo tiempo se modifica y
permanece inmutable, sino entre el signo y el objeto, es la motivación objetiva de la
designación sometida a la acción de diversos factores históricos. Lo que Saussure demuestra
es cierto acerca de la significación, no del signo.
El valor es un elemento del signo, si el signo tomado en sí mismo no es arbitrario como se
cree haber demostrado se sigue que el carácter relativo del valor no puede depender de la
naturaleza arbitraria del signo. No debe considerarse al valor más que como un atributo de
la forma no de la sustancia.
Desde ese punto de vista hay que decir que los valores son relativos; significa que son
relativos los unos con respecto a los otros. Ya no se trata del signo aislado, sino de la lengua
como sistema de signos y nadie ha concebido ni descrito la economía sistemática de la
lengua con la intensidad de Saussure.
Quien dice sistema, dice adecuación y ajuste de las partes en una estructura que
trasciende y explica sus elementos. Allí todo es necesario y las modificaciones del conjunto y
del detalle se condicionan recíprocamente.
La parte de contingencia inherente a la lengua afecta a la denominación en tanto que el
símbolo fónico de la realidad y en su relación con ella. Pero el signo, elemento primordial del
sistema lingüístico, encierra un significante y un significado cuyo nexo debe ser reconocido
como necesario, por ser estos dos componentes consustanciales uno de otro. El carácter
absoluto del signo lingüístico, así entendido rige a su vez la necesidad dialéctica de los
valores en constante oposición y forma el principio estructural de la lengua.
CAPÍTULO VI - CATEGORÍAS DE PENSAMIENTO Y CATEGORÍAS DE LENGUA
Benveniste comienza criticando que de la lengua que hablamos hacemos usos
infinitamente variados, en su diversidad, tienen dos caracteres en común:
- La realidad de la lengua permanece por regla general inconsciente, tenemos consciencia
débil y fugaz de las operaciones que realizamos para hablar.
- Por abstractas o particulares que sean las operaciones que realizamos para hablar reciben
expresión en la lengua. Podemos decir todo, y decirlo como queramos.
De que pensar y hablar son dos actividades distintas por esencia, que se conjugan para la
necesidad práctica de la comunicación.
El lenguaje, hablado, es empleado para transportar “lo que queremos decir”. Lo que así
llamamos es un contenido de pensamiento, como estructura psíquica. Recibe forma en la
lengua y en la lengua; que es el molde de toda expresión posible, no puede disociarse de ella
ni trascenderla.
--- La forma lingüística es la condición de realización del pensamiento ---
Pensamiento y lenguaje son mutuamente necesarios, entre un pensamiento que no puede
materializarse sino en la lengua y una lengua que no tiene otra función que significar. No son
simétricos, el pensamiento no es una materia a la que la lengua prestaría forma, puesto que
en ningún momento puede ser imaginado este “continente” vacío de su “contenido”, ni
viceversa.
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Categorías de lengua de Aristóteles
Plantea de este modo la totalidad de los predicados que pueden afirmarse del ser, y aspira
a definir el estatuto lógico de cada uno de ellos. El filósofo formula estas categorías para
agotar todas las predicciones aplicables a un hombre. Las primeras seis se refieren a formas
nominales las cuatro siguientes a categorías verbales. Sin ser un predicado él mismo, el “ser”
es la condición de todos los predicados.
La posibilidad del pensamiento está vinculada a la facultad del lenguaje, pues la lengua es
una estructura informada de significación, y pensar es manejar los signos de la lengua.
PARTE III – ESTRUCTURA Y ANÁLISIS
CAPÍTULO I - “ESTRUCTURA” EN LINGUÍSTICA
El principio de la “estructura” como objeto de estudio fue enunciado para reaccionar
contra la concepción exclusivamente histórica de la lengua; contra una lingüística que
disociaba la lengua en elementos aislados y se ocupaba de seguir las transformaciones de
éstos. Saussure insiste en considerar la lengua como un sistema.
Sería ilusorio considerar un término sencillamente como la unión de cierto sonido con
cierto concepto. Definirlo así sería aislarlo del sistema del que forma parte; sería creer que
se puede comenzar por los términos y construir el sistema haciendo la suma, mientras que,
por el contrario, hay que partir de la totalidad solidaria para obtener por análisis los
elementos que encierra. El todo no es igual a la suma de las partes.
Planteada la lengua como sistema, se trata, pues, de analizar su estructura. Cada sistema,
formado como está de unidades que se condicionan mutuamente, se distingue de los otros
sistemas por el arreglo interno de tales unidades, arreglo que constituye su estructura.
Considerar la lengua (o cada parte de una lengua, fonética, morfología, etc.) como un
sistema organizado por una estructura por revelar y describir, es adoptar el punto de vista
estructuralista.
“Estructura, para designar, por oposición a una simple combinación de elementos, un todo
formado por fenómenos solidarios, de tal suerte que cada uno depende de los otros y no
puede ser el que es sino en y por su relación con ellos”.
Esta concepción consiste en considerar los fenómenos no ya como suma de elementos que
ante todo es cosa de aislar, sino como conjuntos que constituyen unidades autónomas,
manifiestan una solidaridad interna y poseen leyes propias. La manera de ser de cada
elemento depende de la estructura del conjunto y de las leyes que lo rigen.
Se entiende por lingüística estructural un conjunto de investigaciones sustentadas por una
hipótesis según la cual es científicamente legítimo describir el lenguaje como,
esencialmente, una entidad autónoma de dependencias internas, o, en una palabra, una
estructura. Reduce su objeto a una red de dependencias, considerando los hechos
lingüísticos en razón el uno del otro.
El principio fundamental es que la lengua constituye un sistema, cuyas partes todas están
unidas por una relación de solidaridad y de dependencia. Este sistema organiza unidades -los
signos articulados- que se diferencian y se delimitan mutuamente. La doctrina estructuralista
enseña el predominio del sistema sobre los elementos, aspira a deslindar la estructura del
sistema a través de las relaciones de los elementos, tanto en la cadena hablada como en los
paradigmas formales, y muestra el carácter orgánico de los cambios a los cuales la lengua
está sometida.
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CAPÍTULO III - LOS NIVELES DEL ANÁLISIS LINGÜÍSTICO
El gran cambio en lingüística reside precisamente en que se ha reconocido que el
lenguaje debería ser descripto como una estructura formal, pero que esta descripción exigía
previamente el establecimiento de procedimientos y de criterios adecuados y que en suma,
la realidad del objeto no era separable del método propio para definirlo.
El dominio en que estudiaremos la noción de nivel es el de la lengua como sistema
orgánico de signos lingüísticos. El procedimiento entero del análisis tiende a delimitar los
elementos a través de las relaciones que los unen. Este análisis consiste en dos operaciones
que se gobiernan una a otra y de las que dependen todas las demás:
1. Segmentación
2. Sustitución.
Sea cual fuere la extensión del texto es necesario segmentarlo primero en porciones cada
vez más reducidas hasta los elementos no descomponibles. Paralelamente se identifican
tales elementos por las sustituciones que admiten.
Tal es, en pocas palabras, el método de distribución: consiste en definir cada elemento por
el conjunto de los alrededores en que se presenta, y por medio de una doble relación,
relación del elemento con los demás simultáneamente presentes en la misma porción del
enunciado (relación sintagmática); relación del elemento con los demás elementos
mutuamente sustituibles (relación paradigmática).
Segmentación y sustitución no tienen igual amplitud. Se identifican elementos con
respecto a otros segmentos con los que están en relación de sustituibilidad. Más la
sustitución puede operar también sobre elementos no segmentables. Si los elementos
segmentables mínimos se identifican como fonemas, el análisis puede ir más allá y aislar en
el interior del fonema rasgos distintivos. Pero estos rasgos no son ya segmentables.
Se acaba así distinguiendo dos clases de elementos mínimos: los que son a la vez
segmentables y sustituibles (fonemas) y los que son solamente sustituibles (los rasgos
distintivos). Por el hecho de no ser segmentables, los rasgos distintivos no pueden constituir
clases sintagmáticas, pero al ser sustituibles, constituyen clases paradigmáticas.
Alcanzamos los dos niveles inferiores del análisis, el de las entidades segmentables
mínimas, los fonemas, el nivel fonemático y el de los rasgos distintivos, que proponemos
llamar merismas, el nivel merismático.
Definimos empíricamente su relación de acuerdo con su posición mutua, como la de dos
niveles alanzados sucesivamente, produciendo la combinación de los merismas el fonema,
descomponiéndose el fonema en merismas.
El sentido es en efecto la condición fundamental que debe llenar toda unidad de todo nivel
para obtener estatuto lingüístico. Sólo hay que ver cómo interviene el sentido en nuestros
procederes y de qué nivel de análisis participa.
De éstos análisis se desprende que segmentación y sustitución no pueden aplicarse a
porciones cualesquiera de la cadena hablada. Nada permitiría definir la distribución de un
fonema sus latitudes combinatorias del orden sintagmático y paradigmático y así la realidad
misma de un fonema, de no referirnos siempre a una unidad particular del nivel superior
que lo contiene. Se ve entonces que este nivel no es algo exterior al análisis, está en el
análisis, el nivel es un operador.
Si el fonema se define, es como constituyente de una unidad más elevada, el morfema. La
función discriminadora del fonema tiene por fundamento su inclusión en una unidad
particular que por el hecho de incluir el fonema, participa de un nivel superior.
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Una unidad lingüística no será admitida como tal más que si puede identificársela en una
unidad más elevada. La técnica del análisis distribucional no pone de manifiesto este tipo de
relación entre niveles diferentes.
Del fonema se pasa así al nivel del signo identificándose éste según el caso con una forma
libre o con una forma conjunta (morfema), podemos clasificar los signos como una sola
especie, que coincidirá prácticamente con la palabra.
La palabra tiene una posición funcional intermedia que se debe a su naturaleza doble. Por
una parte se descompone en unidades fonemáticas que son de nivel inferior; por otra entra
a título de unidades significantes y con otras unidades significantes, en una unidad de nivel
superior, la frase.
La frase se realiza en palabras, pero las palabras no son sencillamente los segmentos de
esta. Una frase constituye un todo que no se reduce a la suma de sus partes; el sentido
inherente a este todo se halla repartido en el conjunto de sus constituyentes. La palabra es
un constituyente de la frase, de la que efectúa la significación; pero no aparece
necesariamente en la frase con el sentido que tiene como unidad autónoma.
Con las palabras y con grupos de ellas formamos frases es la verificación empírica del nivel
ulterior alcanzado en una progresión que parece lineal.
En virtud de que las entidades lingüísticas son directas, admiten dos especies de relación:
entre elementos de un mismo nivel o entre elementos de niveles diferentes. Estas relaciones
deben distinguirse bien, entre los elementos de mismo nivel las relaciones son
distribucionales; entre los elementos de nivel diferente son integrativas.
Cuando se descompone una unidad no se obtienen unidades de nivel inferior sino
segmentos formales de la unidad en cuestión. Un signo es materialmente función de sus
elementos constitutivos, pero el solo medio de definir estos elementos como constitutivos
es identificarlos en el interior de una unidad determinada donde desempeñan una función
integrativa. Una unidad será reconocida como distintiva a un nivel dado si puede
identificársela como “parte integrante” de la unidad de nivel superior de la que se torna
integrante.
Hay que practicar la operación en sentido inverso y ver si estos constituyentes tienen
función integrante al nivel superior. La disociación nos entrega la constitución formal; la
integración nos proporciona unidades significantes. Los caminos del análisis van, en
direcciones opuestas, al encuentro o de la forma o del sentido en las mismas entidades
lingüísticas. Definimos lo siguiente:
- La forma de una unidad lingüística se define como su capacidad de disociarse en
constituyentes de nivel inferior.
- El sentido de una unidad lingüística se define como su capacidad de integrar una unidad
de nivel superior.
En la lengua organizada en signos, el sentido de una unidad es el hecho de tener un
sentido, de ser significante. Lo que equivale a identificarla por su capacidad de llenar una
función proposicional. Es la condición necesaria y suficiente para que reconociéramos esta
unidad como significante.
Una frase no puede servir de integrante para otro tipo de unidad. Esto proviene ante todo
del carácter distintivo entre todos, inherente a la frase de ser un predicado. Se sabe que un
solo signo basta para constituir un predicado. La presencia de un “sujeto” al lado de un
predicado no es indispensable; el término predicativo de la proposición se basta a sí mismo
puesto que es en realidad el determinante del sujeto”.
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La “sintaxis” de la proposición no es sino el código gramatical que organiza el arreglo de
esta. Situaremos la proposición en el nivel categoremático.
El nivel fonemático es el del fonema. El predicado es una propiedad fundamental de la
frase no es una unidad de ella. La frase no es una clase formal que tuviera por unidades
“frasemas” delimitados y oponibles entre sí. Los tipos de frases que podrían distinguirse se
reducen todos a uno: la proposición predictiva, y no hay frase fuera de la predicación.
El nivel categoremático comprende solamente una forma específica de enunciado
lingüístico, la proposición constituye una clase de unidad distintiva. De ahí que la proposición
no pueda ingresar como parte en una totalidad de rango más elevado. No hay nivel
lingüístico más allá del categoremático.
En virtud de no constituir la frase una clase de unidades distintivas como lo son los
fonemas o los morfemas, se distingue profundamente de las otras entidades lingüísticas. El
fundamento de tal diferencia es que la frase contiene signos, pero no es signo ella misma.
Los fonemas, los morfemas, las palabras (lexemas) pueden ser contados; su número es
finito. Las frases no.
Los fonemas, los morfemas, las palabras (lexemas) tienen una distribución a su nivel
respectivo, un empleo al nivel superior. Las frases no tienen ni distribución ni empleo.
Con la frase se sale del dominio de la lengua como sistema de signos y se penetra en otro
universo: el de la lengua como instrumento de comunicación cuya expresión es el discurso.
La frase pertenece al discurso, es la unidad del discurso. Es en el discurso actualizado en
frases donde la lengua se forma y se configura. Ahí comienza el lenguaje.
Condito, Vanesa: “El estructuralismo en Lingüística” (Ficha)
La novedad del punto de vista saussureano fue adquirir conciencia de que el lenguaje en sí
mismo no incluye ninguna dimensión histórica, que es sincronía y estructura, y que no
funciona sino en virtud de su naturaleza simbólica. No es tanto la consideración histórica la
que es por ello condenada, sino cierta manera de ‘atomizar’ la lengua y mecanizar la historia.
El tiempo no es el factor de la evolución, no es más que el marco.
Saussure quería decir que los que hablan del lenguaje y explican hechos lingüísticos no
tienen una idea cabal del objeto mismo que están analizando. Como Descartes, arrancó de
una duda radical y advirtió que en el habla humana no hay un objeto definido que se preste
para la observación y el análisis.
En la lingüística pre saussureana todo se remite a la acción del individuo: el lenguaje se
reduce a la suma de los actos individuales. Saussure logró establecer algo que difiere
radicalmente de las investigaciones tradicionales: una lingüística estructural, destinada a
reemplazar, o por lo menos a completar la lingüística puramente asociativa de entonces.
El análisis estructural de un campo fenoménico consiste en mostrar que existe un orden (el
sistema) cuyo principio explicativo se encuentra en la configuración subyacente (la
estructura) que lo define en su singularidad y su variabilidad. La aportación de Saussure ha
consistido sobre todo en definir el estatuto de sistema como totalidad, y el de la unidad
como diferencia.
Entendemos por lingüística estructural un conjunto de investigaciones que descansan
sobre la hipótesis de que es científicamente legítimo describir el lenguaje como si fuera
esencialmente una entidad autónoma de dependencias internas o, en una palabra, una
estructura. La lingüística estructural ve en las dependencias, el verdadero objeto de la
investigación científica.
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La lingüística estructural estudia el lenguaje para detectar en él la parte esencial, que es,
según la hipótesis, una entidad autónoma de dependencias internas. Esta parte esencial del
lenguaje es la lengua; precisamente por esto la lengua constituye el objeto específico de
nuestra disciplina, y el habla interesa sólo porque entra en el lenguaje del que la lengua
forma igualmente parte.
La lingüística quiere deshacerse de los apoyos que hallaba en marcos ya establecidos o
disciplinas vecinas. Rechaza toda visión a priori de la lengua para construir sus nociones
directamente sobre el objeto. Esa actitud debe acabar con la dependencia, consciente o no,
de la lingüística con la historia por una parte, con la psicología, por otra. Si la ciencia del
lenguaje tiene que elegirse modelos, será en las disciplinas matemáticas o deductivas que
racionalizan por completo su objeto reduciéndolo a un conjunto de propiedades objetivas
provistas de definiciones constantes. Es decir, se tornará más y más formal, al menos en el
sentido en que el lenguaje consistirá en la totalidad de sus formas observables.
La noción positivista del ‘hecho’ lingüístico es sustituida por la de ‘relación’. En lugar de
considerar cada elemento en sí y buscar la ‘causa’ en un estado más antiguo, se considera
como parte de un conjunto sincrónico; el atomismo deja sitio al estructuralismo.
NOCIONES BÁSICAS DE LA LINGÜÍSTICA ESTRUCTURAL
Se entiende por estructura, particularmente en Europa, la disposición de un todo en partes
y la solidaridad demostrada entre las partes del todo que se condicionan mutuamente; para
la mayoría de los lingüistas norteamericanos será la repartición de los elementos tal como se
verifica, y su capacidad de asociación o de sustitución.
De la base a la cúspide, desde los sonidos hasta las formas de expresión más complejas, la
lengua es una disposición sistemática de partes. Se compone de elementos formales
articulados en combinaciones variables, según ciertos principios de estructura.
La lengua no comprende jamás sino un número de elementos básicos, pero que dichos
elementos se prestan a gran cantidad de combinaciones. El análisis metódico lleva a
reconocer que una lengua no se queda más que con una parte pequeña de las
combinaciones. Es esto ante todo lo que se entiende por estructura: tipos particulares de
relaciones que articulan las unidades de determinado nivel.
Un sistema está constituido por una serie de unidades organizadas, de modo que las unas
dependen de las otras. Estas unidades no son nada aisladamente, sino sólo en el conjunto
del que forman parte; no son entidades positivas, sino negativas, al ser lo que son por su
diferencia respecto las demás. Cada una de estas unidades tiene un valor relativo, ya que
depende del valor de las demás entidades; no pueden ser definidas absolutamente. La
lengua está, pues, constituida por un sistema de valores.
Las unidades de la lengua participan de dos planos: sintagmático, cuando se las considera
en su relación de sucesión material en el seno de la cadena hablada; paradigmático, cuando
son planteadas en relación de sustitución posible, cada una en su nivel y en su clase formal.
La descripción de la lengua, como la de cualquier otro objeto científico, ha de ser libre de
contradicciones, exhaustiva y los más sencilla posible. La lingüística anterior avanzaba de lo
especial a lo general, ascendía del simple sonido al fonema, de éstos a su categoría, de la
mera significación especial a la general o fundamental, procedimiento que se suele designar
como inductivo; es una marcha del componente a la clase, un movimiento sintético, un
método generalizador.
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Lo que nos es dado, al tratar de describir la lengua, es el texto, aun no analizado, como
totalidad no dividida y absoluta. El único procedimiento para buscar en el decurso de este
texto un sistema de lengua es el análisis, mediante el cual el texto será considerado como
una clase divisible en elementos, los cuales, considerados a su vez como clases, se dividen de
nuevo en elementos, y así sucesivamente hasta que la división se agota. Es un movimiento
que avanza de la clase al elemento, un movimiento analítico y especificativo, lo contrario a la
inducción: se llama método deductivo.
Considerando entonces que la lengua se describe en términos de órdenes, el
estructuralismo define un método combinatorio, cuyas aproximaciones pueden ser diversas,
pero que llevan todas a una taxonomía.
Trubetzkoy, considerado como el fundador de la fonología estructural formulaba los
principios fundamentales del método fonológico. Estos principios van a servirnos como
punto de partida para el análisis epistemológico del análisis estructural. Enuncia cuatro
operaciones:
- 1) De lo consciente a lo inconsciente: “La fonología pasa del el estudio de los fenómenos
lingüísticos conscientes al de su infraestructura inconsciente”. La estructura no es aparente;
no es una entidad percibida naturalmente por los sentidos. La razón la concibe a partir de la
experiencia sensible.
- 2) Las relaciones entre los términos: el método estructural, según Trubetzkoy “se niega a
tratar los términos como entidades independientes tomando por el contrario como base de
su análisis las relaciones entre los términos”. Según este principio metodológico, el análisis
estructural se ‘desentiende’ de la noción de sustancia.
- 3) Sistema y estructura: “la fonología actual no se reduce a declarar que los fonemas son
siempre miembros de un sistema; la fonología muestra sistemas fonológicos concretos y
pone en evidencia su estructura”.
- 4) El razonamiento estructural: el método estructural implica en realidad una serie de
operaciones intelectuales en la que se ejerce no solo la inducción y la deducción, sino
también la analogía; persiguiendo el descubrimiento de leyes generales.
Toda descripción científica presupone que el objeto de la descripción sea concebido como
una estructura (en consecuencia, analizando según un método estructural que permite
reconocer vínculos entre las partes que lo constituyen) o como formando parte de una
estructura (por tanto, sintetizando con otros objetos con los que contrae vínculos que hacen
posible establecer y reconocer un objeto más extenso del que esos objetos, con el objeto
considerado, son partes). Un aserto científico debe ser siempre una afirmación de
relaciones, sin implicar un conocimiento o análisis de las relaciones mismas.
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REGULACIÓN BIOLÓGICA
Chomsky, Noam: “El conocimiento del lenguaje”
A diferencia de lo establecido por Saussure – que el lenguaje es un fenómeno social, es
decir, una facultad de las comunidades hablantes – Chomsky da cuenta de factores
biológicos y genéticos que se enfocan en el lenguaje y que sólo es atributo de los humanos.
Ubica a la lingüística dentro de las ciencias naturales cerca del estudio de la biología; utiliza
la idealización y la abstracción propias de las ciencias físicas; emplea un método hipotético
deductivo. Podemos situar al autor dentro de la corriente cognitiva.
Por el método empleado nunca formula un enunciado final de su investigación, sino que lo
que lleva a cabo es su Programa de Investigación de la Gramática Generativa Chomskyana
(PIGCC). Podemos situar claramente tres estadíos dentro del programa:
- 1980 Principios y Parámetros
- 1990 Minimalismo
- 2000 Biolingüismo
Se ha definido a la Gramática General como una ciencia deductiva referente a los
principios inmutables y generales de la lengua escrita o hablada; que es previa a cualquier
lengua porque sus principios son idénticos a los de la misma razón humana en sus
operaciones intelectuales. Por eso, la ciencia del lenguaje no se diferenciaría en absoluto de
la ciencia del pensamiento.
Lo planteado por el autor, la Gramática Generativa (GG), se limita a ciertos elementos del
panorama general, su punto de vista es el de la psicología del individuo. Le interesan los
aspectos de la forma y el significado que están determinados por la facultad lingüística, que
se concibe como un componente particular de la mente humana.
El estudio de la GG representó un desplazamiento importante del objeto en el enfoque
de los problemas lingüísticos. El desplazamiento fue de la conducta o los productos de la
conducta a los estados de la mente/cerebro que entran dentro de la conducta. Resulta ser al
conocimiento del lenguaje: su naturaleza, orígenes y uso. Así, tres preguntas guían el PIGGC:
i. ¿Qué es lo que constituye el conocimiento del lenguaje?
ii. ¿Cómo se adquiere el conocimiento del lenguaje?
iii. ¿Cómo se utiliza el conocimiento del lenguaje?
Las gramáticas tradicionales y estructuralistas no trataron estos puntos, en contraste, la
GG trata ante todo de la inteligencia del lector, los principios y los procedimientos que le han
llevado a la obtención de un completo conocimiento de una lengua.
 PRINCIPIOS Y PARÁMETROS
En este período se postulan, por un lado, principios universales y constantes que dan
cuenta de las similaridades entre las lenguas, y por otro, parámetros que, aunque también
universales, tienen un valor que cambia de lengua a lengua, lo que explica las diferencias.
La diferencia fundamental de la teoría de P y P con los modelos anteriores es la postulación
de un diseño modular de la facultad lingüística, donde diferentes operaciones gramaticales
son encargadas a diferentes sub-módulos de la facultad del lenguaje.
Una creencia corriente sobre la adquisición del lenguaje era que es un caso de
“sobreaprendizaje”, el lenguaje era considerado como un sistema de hábitos. El aprendizaje
era solo cuestión de entrenamiento para poder asociar palabras con significados.
Contraria a esta creencia fuertemente impuesta por el conductismo, el cognitivismo
supone una facultad humana innata de aprendizaje.
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Durante este período la preocupación fundamental del autor se conoce como “Problema
de Platón” o “Pobreza de estímulos”, que plantea una asimetría entre los datos escasos,
fragmentarios y asistemáticos provistos por el sistema y el complejo conocimiento
lingüístico en la persona.
Se responde diciendo que todos los seres humanos tenemos un saber indudable acerca del
lenguaje, una lengua interiorizada que forma parte de las propiedades del cerebro y hace
posible que adquiramos una lengua natural particular. Esta capacidad es una facultad
lingüística humana genéticamente determinada y, por ende, innata. Dicha facultad
lingüística (FL) recibe el nombre de Gramática Universal (GU).
 Facultad Lingüística: instrumento de adquisición del lenguaje; componente innato de la
mente que permite acceder a una lengua mediante la interacción con la experiencia. Es el
objeto de la GU.
 Gramática Universal: pretende descubrir los principios y elementos comunes a las
lenguas humanas conocidas. Es una teoría del estado inicial de la facultad lingüística.
Deberíamos atenernos al uso común al distinguir claramente entre el conocimiento y la
habilidad para utilizar ese conocimiento. Al parecer debemos concebir el conocimiento del
lenguaje como un cierto estado de la mente/cerebro, un elemento relativamente estable en
los estados mentales transitorios, una vez que se alcanza; es más, como un estado de una
facultad diferenciable de la mente –la facultad lingüística– con sus propiedades, estructura y
organización específicas, un “módulo” de la mente.
Por el método de investigación empleado en el PIGCC se llevan a cabo varias idealizaciones
con el fin de abstraer elementos para su estudio:
- Idealización de la comunidad lingüística: se toma en cuenta una comunidad
internamente consistente en su práctica lingüística. No existen en el mundo real estas
comunidades entendidas como colecciones de individuos con la misma conducta lingüística.
Cada individuo ha adquirido una lengua en el curso de interacciones sociales complejas con
personas que varían en la forma en que hablan e interpretan lo que oyen y en las
representaciones internas subyacentes a su utilización.
- Idealización del sujeto: No se trabaja con un objeto construido, social, sino con un objeto
natural. Sus estudios se basan sobre un hablante-oyente ideal, una comunidad lingüística
uniforme y tomando como punto de partida la GU.
- Idealización de la facultad lingüística: la propiedad de la mente descrita por la GU es
característica de la especie, común a todos los seres humanos. Por tanto, se hace
abstracción de la posible variación de la facultad lingüística en los seres humanos.
El estudio de la gramática generativa desplazó el foco de atención de la conducta potencial
o real y sus productos al sistema de conocimiento que subyace al uso y la comprensión del
lenguaje y, con más profundidad, a la dotación innata que hace posible que los humanos
obtengan ese conocimiento. El desplazamiento fue del estudio de la lengua-E al estudio de la
lengua-I.
 Lengua E: lo construido se concibe de forma independiente de las propiedades de la
mente/cerebro. La lengua es pensada como un emparejamiento de oraciones y significados
de un rango infinito; como un sistema de sonidos asociado a un sistema de conceptos.
 Lengua I: es un sistema de reglas de alguna clase que asigna a cada expresión una
estructura, la cual podemos considerar como un conjunto de representaciones. Constituye
un elemento de la mente de la persona que conoce la lengua, que adquiere el que la
aprende y que el hablanteoyente utiliza. La GU se construye como una teoría de las lenguas I
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 MINIMALISMO
Se consolida una investigación del lenguaje que busca atribuir lo menos posible a la
información genética (GU) para determinar el desarrollo de la lengua en función de
principios del “tercer factor”.
A través de la historia moderna de la GG, el problema de determinar el carácter de la FL ha
sido estudiado de “arriba para abajo”: ¿cuánto debe atribuírsele a la GU para explicar la
adquisición del lenguaje? El PM busca acercarse al problema de “abajo hacia arriba”: ¿cuán
poco debe atribuírsele a la GU para que pueda seguir explicando la variedad de Lenguas-I
alcanzables, relacionándolas con los principios del “tercer factor”?
Un modo útil de acercarnos al problema es desarrollar la Tesis Minimalista Fuerte (TMF)
que sostiene que la FL “está perfectamente diseñada”.
El minimalismo implica un reposicionamiento teórico bastante radical en relación a los
modelos de lenguaje anteriores que parte de la cuestión de la integración de la FL en el
sistema global de capacidades mentales.
Chomsky especula que la Facultad Lingüística es un sistema especializado en el
almacenamiento y manipulación de datos relacionados con el sonido, el significado y la
organización estructural de los ítems léxicos.
Ahora bien, este módulo debe ser diferenciado de aquellos módulos del cerebro que se
encargan de la “articulación y percepción” de sonidos, y de aquel de la formulación de
pensamientos en términos “conceptuales e intencionales”. Así, la FL procesa datos
encaminados a servir a los sistemas de actuación relacionados con el pensamiento simbólico
y la activación motriz de los órganos vocales. El sistema articulatorio-perceptual (AP) será el
“¿cómo decir?”, su forma; y el sistema conceptual-intencional (CI) será el “¿qué decir?”, su
significado.
En la TMF se enuncia que el diseño óptimo de la FL será el que satisfaga las condiciones
(reglas) impuestas por la interfaz AP y CI respectivamente. Para que una expresión sea
visible debe estar bien formada de acuerdo a los requerimientos de los sistemas AP y CI.
De este modo, Chomsky mira el lenguaje desde las interfaces. Esto significa que la manera
en la que el lenguaje funciona no es ni más ni menos que al solo efecto de satisfacer la TMF,
la FL se considera directamente dependiente de estos sistemas, lo que significa que se
integra con otros sistemas al sistema total de capacidades mentales que tenemos en la
cabeza.
En este giro desde la centralidad de la GU a la dependencia de sistemas de interfaz, ocurre
paralelamente el paso de un dualismo (mente/cerebro) a un monismo en el cual solo se
considera la única unidad física, el cuerpo; dejando de lado las representaciones mentales.
 BIOLINGÜISMO
Uno de los interrogantes que se plantea el marco biolingüístico es que ciertos principios no
específicos del lenguaje humano desempeñan un papel determinante en su diseño y
adquisición.
El Biolingüismo estudia el lenguaje natural desde una perspectiva biológica y evolutiva. Si
se asume que la facultad del lenguaje tiene las mismas propiedades que otros sistemas
orgánicos, en la búsqueda de estos principios, se puede perfectamente establecer un
paralelismo entre los factores que se cree que entran en juego en el desarrollo y la evolución
de los organismos y los implicados en el “crecimiento” del “órgano del lenguaje” en los
individuos.
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Los tres componentes del modelo minimalista de adquisición del lenguaje (la GU, los
estímulos lingüísticos del entorno y las condiciones externas) se corresponderían, así, con los
tres factores que intervienen en la evolución de las especies:
a) La información genética (canales del desarrollo predeterminado, mutaciones al azar);
b) La selección natural (la adaptación a presiones ambientales);
c) Restricciones estructurales (leyes regulativas generales de la física o de la química).
Chomsky aplica el modelo tripartito de la evolución propuesto por la biología moderna al
estudio de las propiedades de la facultad del lenguaje:
a') El Bagaje Genético (GU);
b') La Experiencia (estímulos lingüísticos del entorno);
c') Principios no específicos de la facultad del lenguaje (condiciones externas).
Este 3er
factor está conformado por los “principios de arquitectura estructural” que son
principios explicativos relacionados con las “condiciones de interfaz” impuestas sobre el
sistema cognitivo lingüístico por los sistemas AP y CI con los que interacciona; y por
“principios de análisis de datos” que afectan a cualquier sistema computacional y son, no
solo extralingüísticos, como los principios de arquitectura estructural, sino también externas
al organismo.
La operación que hace Chomsky en el Biolingüismo es descomponer el contenido que la
GU tenía en la Teoría de Principios y Parámetros y extraer de este primer factor los
elementos que puedan explicarse por medio de principios del tercer factor. Sólo con una GU
infradeterminada se puede ofrecer una explicación plausible de la evolución del lenguaje.
La GU infraespecificada consistirá, entonces, únicamente en aquellas propiedades que no
se puedan explicar recurriendo a principios del tercer factor y que tuvieron que surgir de
algún modo, por lo tanto, en el transcurso de la evolución del lenguaje.
Una GU minimizada tiene dos componentes: un conjunto de rasgos (o propiedades
lingüísticas) con el que se forman unidades léxicas y un mecanismo computacional, la
operación de Ensamble, que combina las piezas léxicas para construir expresiones
lingüísticas complejas.
La operación de Ensamble, en concreto, aplicada de manera recurrente e ilimitada permite
captar una de las propiedades más definitorias del lenguaje humano: la infinitud discreta, la
capacidad de producir un número potencialmente infinito de expresiones jerárquicamente
estructuradas a partir de un número infinito de unidades. La GU está formada ahora,
esencialmente, por un inventario de rasgos léxicos y por una única operación de Ensamble.
Las estructuras del lenguaje en relación de dominación e inserción inmediata habilitan la
recursión, en donde una lengua puede hacer un uso infinito de recursos léxicos finitos.
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PRAGMÁTICA
Este punto de vista tiene como fundamento tratar al lenguaje como una conducta
gobernada por reglas, una conducta regulada socialmente.
La pragmática es el área de la ciencia de la comunicación que se centra en los signos
lingüísticos como expresión del actuar; estudia las acciones, el uso del lenguaje.
Otro supuesto fundamental del cual parte la pragmática es que, dentro de una
determinada situación comunicativa, dos interlocutores no sólo formulan frases con una
adecuada estructura morfosintáctica y/o semántica, sino que cumplen también verdaderos y
propios “actos”, denominados “actos lingüísticos”. Éstos constituyen la unidad básica del
estudio de la lingüística pragmática.
Austin, John L.: “Emisiones realizativas”
Existen enunciados que tradicionalmente no han sido considerados y que el autor
propone estudiar. Hasta él, se estudiaban solamente los enunciados declarativos,
descriptivos y las aserciones (expresiones que dan cuenta de un estado de la cosas); se
plantea que dedicar el estudio a estos enunciados es caer en la falacia descriptiva, es decir,
creer que la representación y la comunicación de la información es la única función del
lenguaje. Se distinguen entonces dos tipos de emisiones:
• Emisiones descriptivas o constatativas: describen un estado de las cosas, informan sobre
una realidad preexistente, pueden ser evaluados en términos de verdadero y falso.
• Emisiones realizativas o performativas: su enunciación equivale a la realización de un
acto, tienen carácter de acción, instauran una nueva realidad, no informan sobre un hecho
sino que lo satisfacen. Se clasifican en adecuadas o inadecuadas.
Se propone aquí discutir éste último tipo de emisión que gramaticalmente no sería carente
de sentido, y sin embargo no es verdadera o falsa. Si una persona hace una emisión de este
tipo, se diría que está haciendo algo en vez de meramente diciendo algo. “Al decir lo que
digo, realizo efectivamente esa acción”.
Ejemplos: en el transcurso de una ceremonia nupcial la frase “Si quiero”; luego de pisarle
accidentalmente a alguien el pie la frase “lo siento”; sosteniendo una botella de champán en
la mano la frase “bautizo este barco…”; o diciendo “te apuesto…”. Lo que se necesita en
tales casos además de decir las palabras es la realización de un acto espiritual interno, del
cual las palabras serán entonces un registro.
Estas emisiones sufren de ciertas incapacidades propias y pueden fracasar de maneras
especiales. Las diversas maneras en que una emisión realizativa puede ser insatisfactoria son
llamadas infortunios. Surgen si se rompen determinadas reglas transparentemente simples:
A1) Tiene que haber un procedimiento convencional aceptado que debe incluir la emisión
de ciertas palabras por parte de ciertas personas y en ciertas condiciones.
A2) En un caso dado las personas en circunstancias particulares deben ser las apropiadas
para recurrir al procedimiento particular que se emplea.
B1) El procedimiento se debe llevar a cabo por todos los participantes de forma correcta y;
B2) En todos sus pasos.
C1) En aquellos casos en que el procedimiento requiere que quienes lo usan tengan ciertos
pensamientos o está dirigido a que sobrevenga cierta conducta correspondiente, entonces
quien participa en él y recurre al procedimiento debe tener en los hechos tales
pensamientos o sentimientos y conducirse de manera adecuada.
C2) Los participantes tienen que comportarse efectivamente así en su oportunidad.
Si alguna de estas reglas no se observa, el acto que se proponía realizar es nulo, sin efecto
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Además de la forma estándar de las emisiones realizativas, se encuentra que hay al menos
otra forma en que el verbo está en la voz pasiva (o reflexiva) y en la segunda o tercera
persona, no en la primera. Este tipo de caso referido es el de un aviso que reza “Se advierte
a los pasajeros de que crucen las vías por el puente solamente”, o de un documento que
dice “Por la presente está usted autorizado” a hacer tal y cual.
Cualquier emisión realizativa podría ser reducida a, o desarrollada en, una de estas dos
formas estándares que comienzan con “Yo…” tal y cual o con “Usted (o él) por la presente…”
tal y cual. De esta manera se derrumba la previa distinción entre el realizativo y el
enunciado.
Podría hacerse, así, una lista de todos los verbos que pueden aparecer en estas formas
estándares, y luego clasificar los tipos de actos que pueden realizarse con emisiones
realizativas.
Suponiendo esta tarea realizada, se llamaría a los verbos de la lista verbos realizativos
explícitos, y a cualquier emisión que se redujese a una u otra de esas formas estándares se la
llamaría emisión realizativa explícita (enuncian la actividad que llevan a cabo, ej: te ordeno
que cierres la puerta); distinguiéndose de toda otra emisión realizativa primaria (no llevan la
indicación del acto que realizan, ej: cierra la puerta).
Debe distinguirse entre la función de explicitar qué acto es el que se realiza, y la muy
diferente cuestión de enunciar qué acto es el que se realiza.
Se intenta avanzar con esta clasificación como si hubiese una diferencia totalmente clara
entre las emisiones realizativas y aquello con lo que contrasta, emisiones constatativas o
descriptivas (enunciados, informes o descripciones); pero frecuentemente se encuentran
casos en que no puede estarse completamente seguros de lo que son (insinceridades
explícitas, sinsentidos, etc.).
Después de todo, cuando se enuncia, se describe o se informa algo se realiza un acto que
es con igual derecho un acto que el acto de ordenar o advertir.
- Todo enunciado es en sí mismo un acto -
Todo enunciado supone tres actos que se llevan a cabo simultáneamente:
1) El acto de decir algo;
2) El acto al decir algo;
3) El acto por decir algo.
De esa distinción podemos obtener las dimensiones de todo acto de habla:
- Locucionaria: es la idea o el concepto de la frase, es decir, aquello que se dice; es la
asociación de determinados sonidos con determinadas representaciones mentales.
- Ilocucionaria: es la intención o finalidad concreta del acto de habla. Orden de las
palabras, énfasis, entonación, puntuación, modo verbal. El contexto clarifica cual es la fuerza
ilocucionaria de la emisión.
- Perlocucionaria: efecto que produce sobre el destinatario.
Searle, John: “¿Qué es un acto de habla?”
No intenta como Austin delimitar negativamente los casos de infortunio, sino describir
positivamente las condiciones de posibilidad de los actos ilocutivos. Determina que realizar
un acto ilocucionario es tomar parte en una forma de conducta gobernada por reglas.
Se considera a la comunicación como parte de una teoría de la acción. Para esto el acto de
habla es la emisión de una oración en circunstancias adecuadas y el acto ilocucionario es la
unidad mínima de la comunicación. Hay una relación entre la fuerza semántica y la fuerza
ilocutiva.
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Se distinguen dos clases de reglas para el uso de expresiones:
 Reglas constitutivas. Constituyen y regulan una actividad cuya existencia es lógicamente
dependiente de las reglas.
 Reglas regulativas. Regulan una actividad preexistente, una actividad cuya existencia es
lógicamente independiente de la existencia de las reglas.
La hipótesis subyacente al presente artículo consiste en que la semántica de un lenguaje
puede ser contemplada como una serie de sistemas de reglas constitutivas, y que los actos
ilocucionarios son actos realizados de acuerdo con esos conjuntos de reglas constitutivas.
Bourdieu, Pierre-Félix: “El lenguaje autorizado: las condiciones
sociales de la eficacia del discurso ritual”
Como sociólogo determina que la circulación de la palabra no implica solamente lo
lingüístico, los intercambios lingüísticos son el intercambio de un poder simbólico que viene
desde fuera. La eficacia del acto de habla no está en sí mismo, sino en las condiciones
institucionales de su producción y recepción
La performatividad aquí depende de la fuerza delegada que les otorgan a los discursos los
grupos sociales que constituyen el mercado lingüístico.
Intentar comprender lingüísticamente el poder de las manifestaciones lingüísticas, buscar
en el lenguaje el principio de la lógica y de la eficacia del lenguaje de institución, equivale a
olvidar que la autoridad llega al lenguaje desde fuera. Como máximo, el lenguaje se limita a
representar esa autoridad, la manifiesta, la simboliza en todos los discursos de institución.
El poder de las palabras reside en el hecho de que quien las pronuncia no lo hace a título
personal, ya que es sólo su “portavoz”: el portavoz autorizado sólo puede actuar por las
palabras sobre otros agentes y, a través de su trabajo, sobre las cosas mismas, en la medida
en que su palabra concentra el capital simbólico acumulado por el grupo que le ha otorgado
ese mandato y de cuyo poder está investido.
La mayor parte de las condiciones necesarias para que un enunciado performativo tenga
éxito se reducen a la adecuación del locutor al discurso que pronuncia. Los actos de
autoridad o, lo que viene a ser lo mismo, los actos autorizados, están subordinados a la
reunión de un conjunto sistemático de las condiciones interdependientes que componen los
rituales sociales.
Así, todos los esfuerzos para hallar el principio de la eficacia simbólica de las diferentes
formas de argumentación, retórica y estilística en su lógica propiamente lingüística, están
siempre condenadas al fracaso mientras no establezcan la relación entre las propiedades del
discurso, las propiedades de quien las pronuncia y las propiedades de la institución que
autoriza a pronunciarlos.
La práctica discursiva es una práctica que funciona en un contexto de posiciones sociales
prefiguradas y que tiene igualmente su sentido en la búsqueda de efectos sociales. El
modelo de análisis del lenguaje en Bourdieu es la evaluación de todas las consecuencias de
las estructuras sociales y de las estructuras simbólicas.
La performatividad depende de la fuerza delegada que les otorgan a los discursos los
grupos sociales que constituyen el mercado lingüístico. El DSM IV es un documento que
pretende organizar lingüísticamente el campo de la enfermedad mental, se pretende que
sea usado en distintos contextos y por distintos profesionales, tiene fines terapéuticos, fines
ligados a la investigación, a la enseñanza y a la recogida de datos estadísticos.
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ENUNCIACIÓN LINGUÍSTICA
Benveniste, Émile
En crítica hacia Austin y su pragmatismo reclama que no es el comportamiento del
interlocutor o el resultado lo que cuenta, el criterio está en la forma del enunciado. Un
enunciado performativo no es lo que genera en un individuo, sino lo que es en sí.
Describe al lenguaje como una entidad autónoma de dependencias internas, es decir, una
estructura. La lengua es un sistema organizado. El término estructura se emplea para
designar por oposición a una simple combinación de elementos. Cada elemento depende de
lo que los otros no son y por su relación con ellos.
Siguiendo esta metodología de análisis no puede definirse al sujeto hablante por sí mismo,
sino sólo por las relaciones que establece en el sistema.
“De la subjetividad en el lenguaje”
El lenguaje como instrumento de comunicación aparece de hecho así empleado, sin duda
porque los hombres no han dado con medio mejor ni siquiera tan eficaz para comunicarse.
Podría también pensarse que el lenguaje presenta disposiciones tales que lo tornan apto
para servir de instrumento; se presta a transmitir lo que le confío y provoca en el
interlocutor un comportamiento adecuado a cada ocasión (descripción conductista E-R).
Pero no hay que confundir lenguaje con discurso. El discurso es lenguaje puesto en acción,
y necesariamente entre partes. La condición de intersubjetividad es la única que hace
posible la comunicación lingüística.
Hablar de instrumento es oponer hombre y naturaleza. El pico, la flecha y la rueda no están
en la naturaleza, son fabricaciones; pero el lenguaje está en la naturaleza del hombre, que
no lo ha fabricado. Nunca llegamos al hombre separado del lenguaje ni jamás lo vemos
inventarlo.
Es en y por el lenguaje como el hombre se constituye como sujeto; porque el sólo lenguaje
funda en realidad, en su realidad que es la del ser, el concepto de “ego”.
La “subjetividad” aquí tratada es la capacidad del locutor de plantearse como “sujeto”. Se
define como la unidad psíquica que trasciende la totalidad de las experiencias vividas que
reúne, y que asegura la permanencia de la consciencia. Es “ego” quien dice “ego”.
Encontramos aquí el fundamento de la “subjetividad”, que se determina por el estatuto
lingüístico de la “persona”.
La consciencia de sí no es posible más que si se experimenta por contraste. No empleo yo
sino dirigiéndome a alguien, que será en mi alocución un tú. El lenguaje no es posible sino
porque cada locutor se pone como sujeto y remite a sí mismo como yo en su discurso. En
virtud de ello, yo plantea otra persona.
La polaridad de las personas, tal es en el lenguaje la condición fundamental. Polaridad no
significa igualdad ni simetría: “ego” tiene siempre una posición de trascendencia con
respecto a tú; no obstante, ninguno de los dos términos es concebible sin el otro; son
complementarios, pero según una oposición “interior/exterior”, y al mismo tiempo son
reversibles.
Los propios términos yo y tú, no han de tomarse como figuras sino como formas
lingüísticas, que indican la “persona”. Estos pronombres personales se distinguen de todas
las designaciones que la lengua articula en que no remiten ni a un concepto ni a un
individuo.
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El “yo” no denomina, pues, ninguna entidad léxica. “Yo” se refiere al acto de discurso
individual en que es pronunciado, y cuyo locutor designa. Es un término que no puede ser
identificado más que en lo que por otro lado hemos llamado instancia de discurso, y que no
tiene otra referencia que la actual. La realidad a la que remite es la realidad del discurso. Es
en la instancia de discurso en que yo designa el locutor donde éste se enuncia como
“sujeto”.
El lenguaje está organizado de tal forma que permite a cada locutor apropiarse de la
lengua entera designándose como “yo”.
De los pronombres personales dependen a su vez otras clases de pronombres, que
comparten el mismo estatuto. Son los indicadores de la deixis, demostrativos, adverbios,
adjetivos, que organizan las relaciones espaciales y temporales en torno al “sujeto” tomado
como punto de referencia: “esto, aquí, ahora”, y sus numerosas correlaciones “eso, ayer, el
año pasado, mañana”, etc. Tienen por rasgo común definirse solamente por relación a la
instancia de discurso en que son producidos, es decir bajo la dependencia del yo que en
aquella se enuncia.
De una u otra manera, una lengua distingue siempre “tiempos”; sea un pasado y un futuro,
separados por un presente (tiempo en que se está, tiempo en que se habla). El tiempo
lingüístico es “sui-referencial”
El lenguaje es pues la posibilidad de la subjetividad, por contener siempre las formas
lingüísticas apropiadas a su expresión. La instancia de discurso es así constitutiva de todas
las coordenadas que definen al sujeto.
“Estructura de las relaciones de persona en el verbo”
El verbo es, con el pronombre, la única especie de palabras que está sometida a la
categoría de la persona. En todas las lenguas que poseen un verbo, se clasifican las formas
de la conjugación según su referencia a la persona, la enumeración de las personas
constituye propiamente la conjugación; y se distinguen tres, en singular, en plural.
La categoría de la persona pertenece a las nociones fundamentales y necesarias del verbo.
Una teoría lingüística de la persona verbal no puede constituirse más que sobre el
fundamento de la estructura de oposiciones que diferencian las personas. La primera
persona es “el que habla”; la segunda “al que se dirige uno”; pero la tercera es “el que está
ausente”. Al contrario de lo que nuestra terminología haría creer, no son homogéneas.
La forma llamada de 3ra
persona trae consigo por cierto una indicación de enunciado sobre
alguien o algo, mas no referido a “una persona” específica. La “3ra
persona” no es una
“persona”; es incluso la forma verbal que tiene por función expresar la “no-persona”.
— Características de la relación “yo-tú”:
 Unicidad específica: el “yo” que enuncia, el “tú” a quien “yo” se dirige son cada vez
únicos. Pero “él” puede ser una infinidad de sujetos (o ninguno).
 Inversibilidad: aquel que “yo” define como como “tú” se piensa y puede invertirse a
“yo”, y “yo” se vuelve un “tú”. Ninguna relación parecida es posible entre una de estas dos
personas y “él”, puesto que en sí designa específicamente nada y nadie.
De su función de forma no-personal, la “3ra
persona” extrae esta aptitud de volverse tanto
una forma de respeto, que hace de un ser mucho más que una persona, como una forma de
ultraje que puede aniquilarlo en tanto que persona.
Se ve ahora en qué consiste la oposición entre las dos primeras personas del verbo y la
tercera. Se oponen como los miembros de una correlación, que es la correlación de
personalidad: “yo-tú” posee la marca de persona; “él” está privado de ella.
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A la pareja “yo-tú” pertenece una correlación especial, llamada correlación de subjetividad.
Lo que diferencia “yo” de “tú” es primeramente el hecho de ser, en el caso de “yo”, interior
al enunciado y exterior a “tú”, pero exterior de una manera que no suprime la realidad
humana del diálogo; y por segundo “yo” es siempre trascendente en relación con “tú”.
Estas cualidades de interioridad y de trascendencia pertenecen en propiedad al “yo” y se
invierten en “tú”. Se podrá pues definir el “tú” como la persona no subjetiva, frente a la
persona subjetiva que “yo” representa; y estas dos “personas” se opondrán juntamente a la
forma de “no persona” (él).
Es claro que la unicidad y la subjetividad inherentes a “yo” contradicen la posibilidad de
una pluralización. Si no puede haber varios “yo” concebidos por el “yo” mismo que habla, es
que “nosotros” es, no ya una multiplicación de objetos idénticos, sino una yunción entre
“yo”, y “no-yo”, es un “yo” ampliado.
El “no-yo” implícito y necesario en “nosotros” es notoriamente susceptible de recibir dos
contenidos precisos y distintos. “Nosotros” se dice de una manera cuando es “yo+vosotros”,
y de otra para “yo+ellos”. Son las formas inclusiva y exclusiva.
De una manera general, la persona verbal en plural expresa una persona amplificada y
difusa.
La distinción ordinaria de singular y plural debe ser, si no reemplazada, sí cuando menos
interpretada, en el orden de la persona, por una distinción entre persona estricta (singular) y
persona amplificada (plural). Únicamente la “3ra
persona”, por ser no-persona, admite un
verdadero plural.
“La naturaleza de los pronombres”
Cada instancia de empleo de un nombre se refiere a una noción constante y “objetiva”,
apta para permanecer virtual o para actualizarse en un objeto singular, y que se mantiene
siempre idéntica en la representación que despierta. Más las instancias de empleo de “yo”
no constituyen una clase de referencia, puesto que no hay “objeto” definible como yo al que
pudieran remitir idénticamente estas instancias.
“Yo” no puede ser identificado sino por la instancia de discurso que lo contenga, y sólo por
ella. Sólo vale en la instancia en que es producido. “Yo” es el “individuo que enuncia la
presente instancia de discurso que contiene la instancia lingüística yo”.
Esta referencia constante y necesaria a la instancia de discurso constituye el rasgo que une
a yo/tú una serie de “indicadores” participantes.
Tales son primeramente los demostrativos: este, ese, etc. Hay aquí un rasgo nuevo y
distintivo de esta serie: es la identificación del objeto por un indicador de ostensión
concomitante a la instancia de discurso que contiene al indicador de persona.
Fuera de esta clase, pero en el mismo plano y asociados a la misma referencia, hallamos
los adverbios aquí y ahora. Delimitan la instancia espacial y temporal coextensiva y
contemporánea de la presente instancia de discurso que contiene yo.
De modo que lo esencial es la relación entre el indicador (de persona, de tiempo, de lugar,
de objeto mostrado, etc.) y la “presente” instancia de discurso.
Es un hecho fundamental el que estas formas “pronominales” no remitan a la “realidad” ni
a posiciones “objetivas” en el espacio o en el tiempo, sino a la enunciación, cada vez única,
que las contiene. El lenguaje ha resuelto este problema de la comunicación intersubjetiva
creando un conjunto de signos “vacíos”, no referenciales por relación a la “realidad”,
siempre disponibles, y que se vuelven “llenos” no bien un locutor los asume en cada
instancia de su discurso. Ofrecen el instrumento para la conversión del lenguaje en discurso.
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Es identificándose como persona única que pronuncia “yo” como cada uno de los locutores
se pone sucesivamente como sujeto. Emplean para ello un signo único, pero móvil (“yo”),
que puede ser asumido por cada locutor, a condición de que no remita cada vez sino a la
instancia de su propio discurso.
Así los indicadores de yo y tú no pueden existir como signos virtuales, no existen sino en
tanto que son actualizados en la instancia de discurso, donde marcan mediante cada una de
sus propias instancias el proceso de apropiación por el locutor.
Todas las variaciones del paradigma verbal, aspecto, tiempo, género, persona, etc.,
resultan de esta actualización y de esta dependencia respecto a la instancia de discurso,
notablemente el “tiempo” del verbo, que es siempre relativo a la instancia en que figura la
forma verbal.
Hay enunciados de discurso que, a despecho de su naturaleza individual, escapan a la
condición de persona, o sea que remiten no a ellos mismos, sino a una situación “objetiva”.
Es el dominio de lo que se denomina la “tercera persona”.
La no-persona es el sólo modo de enunciación posible para las instancias de discurso que
no deben remitir a ellas mismas, sino que predican el proceso de no importa quién o no
importa qué, aparte de la instancia misma, pudiendo siempre este no importa quién o no
importa qué estar provisto de una referencia objetiva.
“El lenguaje y la experiencia humana”
Todo hombre se plantea en su individualidad en tanto que yo en relación con tú y él. Este
comportamiento parece reflejar en realidad una estructura de oposiciones lingüísticas
inherentes al discurso.
La lengua suministra a los hablantes un mismo sistema de referencias personales que cada
uno se apropia por el acto del lenguaje y que, en cada ocasión de su empleo, no bien es
asumido por su enunciador, se torna único y sin igual, y no puede realizarse dos veces de la
misma manera. Pero fuera del discurso efectivo, el pronombre no es más que una forma
vacía, que no puede adherirse ni a un objeto ni a un concepto. Recibe su realidad y su
sustancia del discurso nada más.
El pronombre personal no es la única forma de esta naturaleza. Algunos otros indicadores
comparten la misma situación, en particular la serie de los deícticos. Al mostrar los objetos,
los demostrativos ordenan el espacio a partir de un punto central, que es Ego.
Entre las formas lingüísticas reveladoras de la experiencia humana subjetiva, ninguna es
tan rica como las que expresan el tiempo. Hay en efecto, un tiempo específico de la lengua,
pero antes de llegar a él hay que pasar por dos etapas y reconocer sucesivamente dos
nociones distintas de tiempo:
 Tiempo físico. Es un continuo uniforme, infinito, lineal y segmentable a voluntad. Tiene
por correlato en el hombre una duración infinitamente variable que cada individuo mide de
acuerdo con sus emociones y con el ritmo de su vida interior.
 Tiempo crónico. Es el tiempo de los acontecimientos, que engloba asimismo nuestra
propia vida en tanto que sucesión de aconteceres. En nuestra visión del mundo, así como en
nuestra existencia personal, no hay más que un tiempo, éste.
El tiempo crónico, fraguado en la historia, admite una consideración bidireccional, en
tanto que nuestra vida vivida fluye en un solo sentido. En el tiempo crónico, lo que se llama
“tiempo” es la continuidad donde se disponen en serie esos bloques distintos que son los
acontecimientos. Ahora bien, trae consigo, al igual que el tiempo físico, una versión doble,
objetiva y subjetiva.
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El tiempo objetivizado (socializado) es el del calendario. Procede a partir de un momento
axial que sirve de punto cero del cómputo: un acontecimiento tan importante que pasa por
dar a las cosas un curso nuevo. Es la condición primera, llamada estativa. De ella se
desprende la otra condición, que es directiva. Se enuncia mediante los términos opuestos
“antes…/después…” con respecto al eje de referencia. A la tercera condición se la llama
mensurativa. Se fija un repertorio de unidades de medida que sirva para nombrar los
intervalos constantes entre las recurrencias de fenómenos cósmicos. Así son dados los días,
meses, años y otras unidades resultantes por agrupamiento (semana, quincena, trimestre,
etc.) o de división (hora, minuto, etc.)
Son estos puntos de referencia los que dan la posición objetiva de los acontecimientos, y
que así definen también nuestra situación con respecto a dichos acontecimientos.
Llegamos así al tiempo lingüístico que singularmente está ligado al ejercicio de la palabra,
se define y se ordena como función del discurso.
Este tiempo tiene su centro —un centro generador y axial a la vez— en el presente de la
instancia de la palabra. Cuanta vez un locutor emplea la forma gramatical de “presente”,
sitúa al acontecimiento como contemporáneo de la instancia de discurso que lo menciona.
El único tiempo inherente a la lengua es el presente axial del discurso, un presente implícito.
La temporalidad lingüística debería realizarse en el universo intrapersonal del locutor como
una experiencia irremediablemente subjetiva e imposible de transmitir. Esto es la condición
de inteligibilidad del lenguaje; consiste en que la temporalidad del locutor, por mucho que
sea literalmente ajena e inaccesible para el receptor, es identificada por éste con la
temporalidad que informa a su propia palabra cuando se hace a su vez locutor.
El tiempo del discurso funciona como un factor de intersubjetividad, lo cual, de
unipersonal que debía ser, lo vuelve omnipersonal. La condición de intersubjetividad es la
única que permite la comunicación lingüística.
Las cosas designadas y ordenadas por el discurso (el locutor, su posición, su tiempo) no
pueden ser identificadas más que para quienes intervienen en el intercambio lingüístico. En
otras palabras, para volver inteligibles estas referencias intradiscursivas, hay que vincular
cada una de ellas a un punto determinado en un conjunto de coordenadas
espaciotemporales. Así se establece la juntura entre el tiempo lingüístico y el tiempo
crónico.
“El aparato formal de la enunciación”
La enunciación es este poner a funcionar la lengua por un acto individual de apropiación.
El discurso, que es producido cada vez que se habla, esa manifestación de la enunciación,
es el habla. Pero nuestro objeto es la enunciación, es el acto mismo de producir un
enunciado, y no el texto del enunciado.
La relación entre el locutor y la lengua determina los caracteres lingüísticos de la
enunciación. Este gran proceso puede ser estudiado de diversos modos.
— El más inmediatamente perceptible y el más directo es la realización vocal de la lengua.
— Otro modo es estudiando como el “sentido” se forma en “palabras” en el enunciado. Es la
semantización de la lengua lo que ocupa el centro de este aspecto de la enunciación, y
conduce a la teoría del signo y al análisis de la significancia.
— Un último enfoque consistiría en definir la enunciación en el marco formal de su
realización. En la enunciación consideramos sucesivamente el acto mismo, las situaciones
donde se realiza, los instrumentos que la consuman.
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El acto individual por el cual se utiliza la lengua introduce primero al locutor como
parámetro en las condiciones necesarias para la enunciación. Antes de la enunciación, la
lengua no es más que la posibilidad de la lengua. Después de la enunciación, la lengua se
efectúa en una instancia de discurso, que emana de un locutor, forma sonora que espera un
auditor y que suscita otra enunciación a cambio.
En tanto que realización individual, la enunciación puede definirse, en relación con la
lengua, como un proceso de apropiación. El locutor se apropia el aparato formal de la lengua
y enuncia su posición de locutor mediante indicios específicos, por una parte, y por medio de
procedimientos accesorios, por otra.
Pero inmediatamente, en cuanto se declara locutor y asume la lengua, implanta al otro
delante de él, cualquiera que sea el grado de presencia que atribuya a este otro. Toda
enunciación es, explícita o implícita, una alocución, postula un alocutario.
Finalmente, en la enunciación, la lengua se halla empleada en la expresión de cierta
relación con el mundo. Para esta referencia aparece primero la emergencia de los indicios de
persona (la relación yo-tú), que no se produce más que en la enunciación y por ella: el
término yo denota al individuo que profiere la enunciación, el término tú, al individuo que
está presente como alocutario.
De igual naturaleza y atinentes a la misma estructura de enunciación son los numerosos
indicios de ostensión (este, aquí, etc.), términos que implican un gesto que designa el objeto
al mismo tiempo que es pronunciada la instancia del término.
Las formas llamadas tradicionalmente “pronombres personales”, “demostrativos”, nos
aparecen ahora como una clase de “individuos lingüísticos”, de formas que remiten siempre
y solamente a “individuos”, trátese de personas, de momentos, de lugares, por oposición a
los términos nominales que remiten siempre y solamente a conceptos.
El estatuto de estos “individuos lingüísticos” procede del hecho de que nacen en una
enunciación, de que son producidos por este acontecimiento individual y, si puede decirse,
“semelnativo”. Son engendrados de nuevo cada vez que es proferida una enunciación, y
cada vez designan de nuevo.
Otra serie, tercera, de términos aferentes a la enunciación está constituida por el
paradigma entero de las formas temporales, que se determinan por relación con el EGO,
centro de la enunciación. Los “tiempos” verbales cuya forma axial, el “presente”, coincide
con el momento de la enunciación, forman parte de este aparato necesario.
Aparte de las fuerzas que gobierna, la enunciación da las condiciones necesarias para las
grandes funciones sintácticas. No bien el enunciador se sirve de la lengua para influir de
algún modo sobre el comportamiento del alocutario, dispone para ello de un aparato de
funciones:
 Interrogación: enunciación construida para suscitar una “respuesta”;
 Intimación: órdenes, llamados, concebidos en categorías como el imperativo;
 Aserción: apunta a comunicar una certidumbre.
Lo que en general caracteriza a la enunciación es la acentuación de la relación discursiva al
interlocutor, ya sea éste real o imaginado, individual o colectivo.
Dos figuras en posición de interlocutores son alternativamente protagonistas de la
enunciación. Este marco es dado necesariamente con la definición de la enunciación.
Podría objetarse que puede haber diálogo fuera de la enunciación o enunciación sin
diálogo. Pero, en la justa verbal practicada por diferentes pueblos, no se trata en realidad ni
de diálogo ni de enunciación; y en los monólogos, pese a la apariencia, se plantea una
variedad del diálogo que es interiorizada, en donde se formula un “lenguaje interior” entre
un yo locutor y un tú que escucha.
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PUNTO DE VISTA SOCIOLÓGICO
Volóshinov, Valentín: “El signo ideológico y la filosofía del lenguaje”
CAPÍTULO II - LENGUA, HABLA Y ENUNCIADO
Comienza el texto nombrando las dos corrientes principales del pensamiento en la filosofía
del lenguaje:
- Subjetivismo Individualizante
- Objetivismo Abstracto
Desde un punto de vista verdaderamente objetivo, que se proponga ver la lengua
independientemente de la forma en que se le presenta a un individuo determinado en un
momento determinado, aquella aparece como una corriente incesante de transformación.
La observación objetiva de una lengua no permite descubrir ningún momento en que
pudiera construirse un sistema sincrónico.
Un sistema sincrónico no corresponde a ningún momento real en el proceso histórico de
transformación. Un sistema sincrónico existe solo desde el punto de vista de la consciencia
subjetiva de un hablante individual que pertenece a un grupo lingüístico particular en un
momento histórico particular. Desde un punto de vista objetivo, tal sistema no existe en
ningún momento real de la historia. (Crítica a la división sincronía/diacronía en Saussure)
La mayoría de los representantes del objetivismo abstracto se inclinan a afirmar la realidad
no mediada, la objetividad no mediada de la lengua como sistema de formas
normativamente idénticas. En el caso de estos representantes de la segunda corriente, el
objetivismo abstracto se convierte directamente en una hipostatización (concretización) del
objetivismo abstracto.
La consciencia subjetiva del hablante no opera de ningún modo con la lengua como un
sistema de formas normativamente idénticas. El hablante no valora aquel aspecto de la
forma que es invariablemente idéntico en todas las circunstancias en que se usa, sea cual
sea la naturaleza de estas circunstancias.
Lo que al hablante/receptor le importa de la forma lingüística no es su carácter de signo
estable y auto equivalente, sino su carácter de signo adaptable y siempre cambiante
Debe distinguirse el proceso de comprensión del proceso de reconocimiento. Son
totalmente distintos. Solamente puede comprenderse un signo. Se reconoce una señal. Una
señal es un objeto singular, fijado internamente, que no aparece en lugar de otra cosa, ni
refleja ni refracta nada, sino que es simplemente un medio técnico para indicar un objeto
fijo y definido, o una acción también fija y definida. (Crítica al signo de Saussure)
Si la forma lingüística no fuera más que una señal, reconocida como tal por el receptor,
entonces no existiría para él como forma lingüística.
Siendo así, el factor constituyente de la forma lingüística y del signo no es su autoidentidad
como señal sino su variabilidad específica; y el factor constituyente de la comprensión de la
forma lingüística no es el reconocimiento de “la misma cosa”, sino la comprensión en el
exacto sentido de la palabra, es decir, orientación en el contexto particular, determinado, y
en la situación particular, determinada, orientación en el proceso dinámico de
transformación y no “orientación” en un estado inerte.
El dominio real de una lengua es la absorción de la señalidad por pura semioticidad y del
reconocimiento por pura comprensión.
Una forma debe asimilarse no en su relación con el sistema abstracto de la lengua, como
una forma idéntica a sí misma, sino en la estructura concreta del enunciado como un signo
mutable y flexible.
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La forma lingüística existe para el hablante solo en el contexto de enunciados específicos,
existe, por consiguiente, solo en un contexto ideológico específico. Nunca decimos u oímos
palabras, sino que decimos y oímos lo que es verdadero o falso, bueno o malo, importante o
intrascendente, agradable o desagradable, etc. Las palabras siempre están llenas de
contenido y de significado tomados de la conducta o de la ideología.
– En el proceso de su instrumentación práctica, la lengua es inseparable de su contenido
ideológico o conductal. –
Si damos a esta separación abstracta el status de un principio, si reificamos la forma
lingüística divorciada del contenido ideológico, terminamos tratando con una señal y no con
un signo lingüístico.
Entonces, el objetivismo abstracto trata un sistema de lengua que se obtiene por medio de
la abstracción, que se compone de elementos extraídos por abstracción de las unidades
reales que integran el flujo del habla, es decir, de los enunciados. Tal sistema no existe en la
realidad. (Crítica a la división lengua/habla en Saussure)
Cualquier enunciado – sin excluir la emisión escrita, terminada – responde a algo y se
supone que ha de recibir respuesta a su vez. No es más que un eslabón en una cadena
continua de actuaciones lingüísticas.
El lingüista-filólogo separa el monumento de su dominio real y lo observa como si fuera
una entidad aislada, independiente. No le dedica una comprensión ideológica activa sino un
tipo de comprensión totalmente pasivo, sin la menor posibilidad de respuesta, propia de
cualquier acto auténtico de comprensión. Todos los métodos y categorías de pensamiento
lingüístico se originaron en este proceso de comparación y correlación de enunciados
monologales aislados en el plano de la lengua.
Lengua extraña, muerta, escrita: he aquí la verdadera descripción de la lengua que ha
ocupado al pensamiento lingüístico.
La lengua como sistema de formas normativamente idénticas es una abstracción
justificable solo desde el punto de vista del desciframiento y la enseñanza de una lengua
muerta extranjera. Este sistema no puede servir de base para la comprensión y la explicación
de los hechos lingüísticos tal como realmente existen y se producen.
Por el contrario, este sistema nos aparta de la viva realidad dinámica de la lengua y sus
funciones sociales, a pesar de que los adherentes al objetivismo atribuyen valor sociológico a
su punto de vista.
La teoría del objetivismo abstracto se sustenta en presuposiciones de una concepción
racionalista y mecanicista del mundo. Estas presuposiciones son menos capaces de proveer
las bases para una comprensión correcta de la historia.
– La lengua, en definitiva, es un fenómeno puramente histórico –
La verdad entonces no se va a encontrar en ninguna de las corrientes de pensamiento
mencionadas del lenguaje o entre medio de ellas, y no se trata de un compromiso entre tesis
y antítesis, sino que está por encima y más allá de ellas, constituye una síntesis dialéctica.
El Objetivismo Abstracto, al tomar el sistema de lengua y considerarlo como lo esencial de
los fenómenos lingüísticos, desechó el acto de habla como algo individual.
El Subjetivismo Individualista tomó esencialmente al acto de habla, el enunciado, pero
también lo definió como algo individual y por lo tanto trata de explicarlo en función de la
vida psíquica individual del hablante.
En realidad, el acto de habla o, más exactamente, su producto, el enunciado, no puede en
ninguna circunstancia ser considerado un fenómeno individual en el exacto sentido de la
palabra y no puede explicarse en función de las condiciones psicológicas o psicofisiológicas
individuales del hablante. El enunciado es un fenómeno social.
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Bajtín, Mijaíl: “Estética de la creación verbal”
EL PROBLEMA DE LOS GÉNEROS DISCURSIVOS
Las diversas esferas de la actividad humana están todas relacionadas con el uso de la
lengua. Ese uso se lleva a cabo en forma de enunciados (orales o escritos) concretos y
singulares que pertenecen a los participantes de una u otra esfera de la praxis humana.
Estos enunciados reflejan las condiciones específicas y el objeto de cada una de las esferas
no sólo por su contenido (temático) y por su estilo verbal, o sea por la selección de los
recursos léxicos, fraseológicos y gramaticales de la lengua, sino, ante todo, por su
composición o estructuración.
Cada enunciado separado es, por supuesto, individual, pero cada esfera del uso de la
lengua elabora sus tipos relativamente estables de enunciados, a los que denominamos
Géneros Discursivos. Podemos definirlos como conjuntos de enunciados relativamente
estables que comparten tema, estilo y estructura.
Podemos clasificar los géneros principalmente por la cultura específica que se requiere
para acceder a ellos, así quedan divididos en:
- Géneros Primarios: simples, en relación inmediata con la realidad. Ej: diálogos cotidianos.
- Géneros Secundarios: complejos, surgen en condiciones de la comunicación cultural
relativamente más desarrollada y organizada. Son las novelas, dramas, investigaciones
científicas, etc.
Podemos afirmar que el lenguaje participa en la vida a través de los enunciados concretos
que lo realizan, así como la vida participa del lenguaje a través de los enunciados.
Todo enunciado, oral o escrito, primario o secundario, en cualquier esfera de la
comunicación discursiva, es individual y por lo tanto puede reflejar la individualidad del
hablante (o del escritor), es decir, puede poseer un estilo individual.
No todos los géneros se prestan a absorber un estilo individual. Los más productivos en
este sentido son los géneros literarios; y los menos favorecedores son los géneros que
requieren formas estandarizadas, por ejemplo, en muchos tipos documentos oficiales, en las
órdenes militares, en las señales verbales, en el trabajo, etc.
En realidad los estilos lingüísticos o funcionales no son sino estilos genéricos de
determinadas esferas de la actividad y comunicación humana. En cualquier esfera existen
y se aplican sus propios géneros, que responden a las condiciones específicas de cada
esfera dada.
------------------------------------------------ o --------------------------------------------------------------
El estudio del enunciado como la unidad real de la comunicación discursiva permitirá
comprender de una manera más correcta la naturaleza de las unidades de la lengua (como
sistema), que son la palabra y la oración.
La lingüística del S XIX sin negar la función comunicativa de la lengua, la dejaba de lado
como algo accesorio; en el primer plano estaba la función de la generación del pensamiento
independientemente de la comunicación.
Otros investigadores luego redujeron la esencia de la lengua a la expresión del mundo
individual del hablante. El lenguaje se deduce, así, de la necesidad del hombre de expresarse
y objetivarse a sí mismo. Planteaban un hablante que hablase solo sin una forzosa relación
con otros participantes de la comunicación discursiva. Si el papel del otro se ha tomado en
cuenta, ha sido únicamente en función de ser un oyente pasivo a quien tan sólo se le asigna
el papel de comprender al hablante.
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  • 1. LINGÜÍSTICA & DISCURSIVIDAD SOCIAL 2016 Final Regular Docente Teórico: Rogieri, Patricia. Jefe de Trabajos Prácticos: Cisneros, Lorelei. Este archivo fue descargado de https://filadd.com F I L A D D . C O M
  • 2. 1 Saussure, Ferdinand de: “Curso de Lingüística General” INTRODUCCIÓN CAPÍTULO I - OJEADA A LA HISTORIA DE LA LINGÜÍSTICA La ciencia que se ha constituido en torno de los hechos de lengua ha pasado por tres fases sucesivas antes de reconocer cuál es su verdadero y único objeto. 1°. Gramática: fundado en la lógica y desprovisto de toda visión científica y desinteresada de la lengua misma; distingue formas correctas de las formas incorrectas; es una disciplina normativa. 2°. Filología: se fijan, interpretan y comentan textos; se ocupa de la historia literaria y utiliza como método la crítica; se atiene demasiado a la lengua escrita y olvida la lengua viviente. 3°. Filología Comparativa o Gramática Comparada: estudia las relaciones entre lenguas; aclara una lengua por medio de otra, explica las formas de una por las formas de otra. CAPÍTULO III - OBJETO DE LA LINGÜÍSTICA Otras ciencias operan con objetos dados de antemano y que se pueden considerar en seguida desde diferentes puntos de vista. No es así en la lingüística. Lejos de preceder el objeto al punto de vista se diría que es el punto de vista el que crea el objeto, y, además, nada nos dice de antemano que una de esas maneras de considerar el hecho en cuestión sea anterior o superior a las otras. Sea cual sea el punto de vista adoptado, el fenómeno lingüístico presenta perpetuamente dos caras que se corresponden. La lengua no se confunde con el lenguaje: la lengua no es más que una determinada parte del lenguaje, aunque esencial. El lenguaje es multiforme (diferentes abordajes) y heteróclito (irregular); a la vez físico, fisiológico y psíquico; pertenece además al dominio individual y al social. El lenguaje articulado, el lenguaje hablado no es el natural al hombre; sino la facultad de constituir una lengua, es decir, un sistema de signos distintos que corresponden a ciertas ideas. La facultad, natural o no, de articular palabras no se ejerce más que con la ayuda del instrumento creado y suministrado por la colectividad. Podemos determinar como es visto aquí, que hay tres instancias esenciales: - Física: ondas sonoras - Fisiológica: fonación y audición - Psíquicas: imágenes verbales y conceptos (correspondiente a la lengua) Entre todos los individuos así ligados por el lenguaje se establecerá una especie de promedio: todos reproducirán los mismos signos unidos a los mismos conceptos; se genera una convención social. Lo que hace que se formen en los sujetos hablantes acuñaciones que llegan a ser sensiblemente idénticas en todos es el funcionamiento de las facultades receptiva y coordinativa. Este archivo fue descargado de https://filadd.com F I L A D D . C O M
  • 3. 2 DICOTOMÍA LENGUA / HABLA LENGUA HABLA ESENCIAL ACCIDENTAL o ACCESORIA SOCIAL INDIVIDUAL PASIVA: se recibe como producto de otras generaciones sin intervención. Se hereda. ACTIVA: es una función del sujeto hablante, un acto de voluntad e inteligencia. Se ejecuta. INVOLUNTARIA. Se impone VOLUNTARIA. Se accede HOMOGÉNA – PSÍQUICA HETEROGÉNEA – FÍSICA y FISIOLÓGICA Caracteres de la lengua que la vuelven objeto de la lingüística: A. Definible - Es un objeto bien definido en el conjunto heteróclito de los hechos del lenguaje. Se la puede localizar en la porción determinada del circuito donde una imagen acústica viene a asociarse con un concepto. La lengua es la parte social del lenguaje, exterior al individuo, que por sí solo no puede ni crearla ni modificarla; no existe más que en virtud de contrato establecido entre los miembros de la comunidad. B. Divisible – Es un objeto que puede estudiarse separadamente. C. Homogénea – Es un sistema de signos en el que sólo es esencial la unión del sentido y la imagen acústica, y donde las dos partes del signo son igualmente psíquicas. D. Concreta – Los signos lingüísticos no por ser esencialmente psíquicos son abstracciones; la escritura puede fijarlos en imágenes convencionales. PRIMERA PARTE – PRINCIPIOS GENERALES CAPÍTULO I - NATURALEZA DEL SIGNO LINGÜÍSTICO Lo que el signo lingüístico une no es una cosa y un nombre, sino un concepto y una imagen acústica. La imagen acústica no es el sonido material, sino su huella psíquica, la representación que de él nos da el testimonio de nuestros sentidos; es sensorial. El signo lingüístico es una entidad psíquica de dos caras: Estos dos elementos están íntimamente unidos y se reclaman recíprocamente. Signo  Combinación del concepto y de la imagen acústica. Este archivo fue descargado de https://filadd.com F I L A D D . C O M
  • 4. 3 1º Principio: Arbitrariedad del signo lingüístico El lazo que une el significante al significado es arbitrario; podemos decir más simplemente: el signo lingüístico es arbitrario. Decimos esto refiriéndonos a que es inmotivado- o con raíces inmotivadas -, el significante con relación al significado no guarda en la realidad ningún lazo natural. Sin embargo hay signos que pueden estar motivados – los símbolos – pero estos se consideran dentro del dominio de la semiología y no están contemplados dentro de este principio. 2º Principio: Carácter lineal del significante El significante, por ser de naturaleza auditiva, se desenvuelve en el tiempo únicamente y tiene los caracteres que toma del tiempo: representa una extensión, la cual es mensurable en una sola dirección; es una línea. Los significantes acústicos no disponen más que de la línea del tiempo; sus elementos se presentan uno tras otro formando una cadena (A-R-B-O-L). CAPÍTULO II - INMUTABILIDAD Y MUTABILIDAD DEL SIGNO INMUTABILIDAD A la masa social no se le consulta, ni el significante elegido por la lengua podría tampoco ser reemplazado por otro. Un individuo sería incapaz de modificar en un ápice la elección ya hecha, la masa está atada a la lengua tal cual es. El signo lingüístico está fuera del alcance de nuestra voluntad. Razones específicas: 1 – El carácter arbitrario del signo. Lo arbitrario mismo del signo pone a la lengua al abrigo de toda tentativa que pueda modificarla. Pues para que una cosa entre en cuestión es necesario que se base en una norma razonable, pero en cuanto a la lengua, sistema de signos arbitrarios, esa base falta, y con ella desaparece todo terreno sólido de discusión. 2 – La multitud de signos necesarios para constituir cualquier lengua. Los signos lingüísticos son innumerables, se hace imposible reemplazarlos totalmente por otros. 3 – El carácter demasiado complejo del sistema. Una lengua constituye un sistema, es un mecanismo en extremo complejo. 4 – La resistencia de la inercia colectiva a toda innovación lingüística. La lengua forma cuerpo con la vida de la masa social, y la masa aparece ante todo como un factor de conservación. MUTABILIDAD La lengua se transforma sin que los sujetos hablantes puedan transformarla; es intangible pero no inalterable. Las otras instituciones humanas –las costumbres, las leyes, etc.- están todas fundadas en la relación natural entre las cosas. La lengua, por el contrario, no está limitada por nada en la elección de sus medios. Lo arbitrario de sus signos implica teóricamente la libertad de establecer cualquier posible relación entre la materia fónica y las ideas. La lengua se altera, o mejor, evoluciona, bajo la influencia de todos los agentes que puedan alcanzar sea a los sonidos sea a los significados. El tiempo altera todas las cosas; no hay razón para que la lengua escape de esta ley universal. La lengua no es libre, porque el tiempo permite a las fuerzas sociales que actúan en ellas desarrollar sus efectos, y se llega al principio de continuidad que anula la libertad. Pero la continuidad implica necesariamente la alteración, el desplazamiento más o menos considerable de las relaciones. Este archivo fue descargado de https://filadd.com F I L A D D . C O M
  • 5. 4 CAPÍTULO IV - EL VALOR LINGÜÍSTICO Lengua – sistema de valores puros con dos elementos en juego: ideas y sonidos. Es forma y no sustancia. Nuestro pensamiento no es más que una masa amorfa e indistinta, sin la ayuda de los signos, seríamos incapaces de distinguir dos ideas de manera clara y constante. La lengua es una serie de subdivisiones contiguas (es forma) marcadas a la vez sobre el plano indefinido de las ideas (A) confusas y sobre el de los sonidos (B). El papel característico de la lengua frente al pensamiento es el de servir de intermediaria entre el pensamiento y el sonido. El pensamiento, caótico por naturaleza, se ve forzado a precisarse al descomponerse, se trata de ese hecho en cierta manera misterioso: que el “pensamiento-sonido” implica divisiones y que la lengua elabora sus unidades al constituirse entre dos masas amorfas. Palabras – muestras equivalentes de los términos reales de un sistema sincrónico. Los principios obtenidos a propósito de las palabras serán válidos para las entidades en general. Valor lingüístico – es un elemento de la significación, no confundir. La propiedad que tiene una palabra de representar una idea es sólo un aspecto del valor lingüístico. Resulta de la presencia simultánea de términos.1 Significación – Es la contraparte de la imagen auditiva; existente por sí misma.2 1 2 El valor de todo término está determinado por lo que lo rodea. Cuando se dice que los valores corresponden a conceptos, se sobre entiende que son puramente diferenciales, definidos no positivamente por su contenido, sino negativamente por sus relaciones con los otros términos del sistema. Su más exacta característica es la de ser lo que los otros no son (Ej.: tibio refiere a lo que no es ni frío ni caliente). Lo que importa en la palabra no es el sonido por sí mismo, sino las diferencias fónicas que permiten distinguir una palabra de todas las demás, ellas llevan a la significación. No hay imagen vocal que responda mejor que otra a lo que se le encomienda expresar. Arbitraria y diferencial es la significación. El significante lingüístico de ningún modo es fónico, es incorpóreo, constituido, no por su sustancia material, sino únicamente por las diferencias que separa su imagen acústica de todas las demás. Cada idioma compone sus palabras a base de un sistema de elementos sonoros; pero lo que los caracteriza es el hecho de que no se confunden unos con otros. Los fonemas son ante todo entidades opositivas, relativas y negativas. Este archivo fue descargado de https://filadd.com F I L A D D . C O M
  • 6. 5 En la lengua no hay más que diferencias. Una diferencia supone términos positivos entre los cuales se establece; pero en la lengua solo hay diferencias sin términos positivos. Decir que en la lengua todo es negativo sólo es verdad en cuanto al sgnte. y al sgdo. tomados aparte: en cuanto consideramos al signo en su totalidad, nos hallamos ante una cosa positiva en su orden. Un sistema lingüístico es una serie de diferencias de sonidos combinados con una serie de diferencias de ideas, resultando en que los signos acústicos sumados al pensamiento engendran un sistema de valores. Aunque el sgnte. y el sgdo. sean puramente negativos y diferenciales, su combinación es un hecho positivo. CAPÍTULO V - RELACIONES SINTAGMÁTICAS Y RELACIONES ASOCIATIVAS En un estado de lengua todo se basa en relaciones. Las diferencias y relaciones entre términos se despliegan en dos esferas, cada una generadora de cierto orden de valores. En el discurso las palabras contraen entre sí por su encadenamiento, relaciones fundadas en el carácter lineal de la lengua que excluye la posibilidad de pronunciar dos elementos a la vez. Los elementos se alinean uno tras otro en la cadena del habla. Estas combinaciones que se apoyan en la extensión se pueden llamar sintagmas. El sintagma se compone de dos o más unidades consecutivas (Ej. Releer; contra todos; la vida humana; Dios es bueno, si hace buen tiempo, saldremos, etc.). Colocado en un sintagma, un término solo adquiere su valor por que se opone al que le precede o al que le sigue o a ambos. Por otra parte, fuera del discurso, las palabras que tienen algo en común se asocian en la memoria y se forman grupos en los cuales reinan relaciones diversas. Una palabra, por ejemplo hará surgir un montón de otras palabras que tengan algo de común con ellas (Ej. Educación, aprendizaje, educativa, enseñanza). Estas coordinaciones distintas de las primeras, ya no se basan en la extensión, sucede ésta en el cerebro y forman parte del tesoro de la lengua en cada individuo, la llamaremos relaciones asociativas. La conexión sintagmática es en presencia, se apoya en términos presentes en una serie efectiva; la conexión asociativa une términos en ausencia, es una serie mnemónica virtual. RELACIONES SINTAGMÁTICAS La noción de sintagma, no solo se aplica a las palabras, sino también a los grupos de palabras. La oración es el tipo del sintagma por excelencia, pero la oración pertenece al habla, no a la lengua. El sintagma no pertenece al habla, lo propio del habla es la libertad de combinaciones, hay que preguntarse si los sintagmas son igualmente libres. Hay que atribuir a la lengua, no al habla todos los tipos de sintagmas construidos sobre formas regulares. RELACIONES ASOCIATIVAS Los grupos formados por asociación mental no se limitan a relacionar los dominios que presentan algo de común, captan también la naturaleza de las relaciones que los atan y crea con ello tantas series asociativas como relaciones diversas haya. La asociación puede basarse también en la mera analogía de los significados o en la comunidad de las imágenes acústicas. Una palabra puede evocar todo lo que sea susceptible de estarle asociado. Mientras que un sintagma evoca enseguida la idea de un orden de sucesión y un número determinado de elementos, los términos de una familia asociativa no se presentan ni en número definido, ni en un orden determinado. Un término dado es como el centro de una constelación, el punto donde convergen otros términos coordinados, cuya suma es indefinida. Este archivo fue descargado de https://filadd.com F I L A D D . C O M
  • 7. 6 Jakobson, Roman: “Fundamentos del lenguaje” CAPÍTULO II - EL CARÁCTER DOBLE DEL LENGUAJE Hablar supone seleccionar determinadas entidades lingüísticas y combinarlas en unidades de un nivel de complejidad más elevado. El acto de hablar requiere para ser eficaz que aquellos que intervienen en él utilicen un código común, el cual también limita las posibles combinaciones dependiendo del lenguaje de que se trate. Todo signo lingüístico se dispone según dos modos: - COMBINACIÓN: todo signo está formado de otros signos constitutivos y/o aparece únicamente en combinación con otros signos. Todo agrupamiento efectivo de unidades lingüísticas congloba a éstas en una unidad superior dándoles un contexto; combinación y contextura son dos caras de la misma operación. - SELECCIÓN: la opción entre dos posibilidades implica que se puede sustituir una de ellas por la otra, equivalente a la primera bajo un aspecto y diferente de ella bajo otro. De hecho, selección y sustitución son dos caras de la misma operación. CAPÍTULO V - LOS POLOS METAFÓRICO Y METONÍMICO Toda forma de trastorno afásico consiste en una alteración cualquiera, más o menos grave, de la facultad de selección y sustitución o de la facultad de combinación y contextura. En el primer caso se produce una deterioración de las operaciones metalingüísticas, mientras que el segundo perjudica la capacidad del sujeto para mantener la jerarquía de las unidades lingüísticas. El primer tipo de afasia suprime la relación de semejanza; el segundo, la de contigüidad. La metáfora es ajena al trastorno de la semejanza y la metonimia al de la contigüidad. Benveniste, Émile: “Problemas de lingüística general I” PARTE II - LA COMUNICACIÓN CAPÍTULO IV - NATURALEZA DEL SIGNO LINGUÍSTICO Saussure declara en términos propios que el signo lingüístico no une una cosa y un nombre, sino un concepto y una imagen acústica. Pero asegura acto seguido que la naturaleza del signo es arbitraria porque no tiene con el significado nexo ninguno natural en la realidad. Es claro que el razonamiento está falseado por el recurso inconsciente y subrepticio a un tercer término, que no estaba comprendido en la definición inicial. Este tercer término es la cosa misma, la realidad. Hay así contradicción entre la manera como Saussure define el signo lingüístico y la naturaleza fundamental que le atribuye. Arbitrario sólo bajo la mirada impasible de quien se limite a verificar desde fuera el vínculo establecido entre una realidad objetiva y un comportamiento humano y se condene así a no ver en él más que contingencia. Entre el significante y el significado el nexo no es arbitrario; al contrario, es necesario. Los dos han sido impresos en mí espíritu; juntos se evocan en toda circunstancia. El significante es la traducción fónica de un concepto, el significado es el correlato mental del significante. Esta consubstancialidad asegura la unidad estructural del signo lingüístico. Lo que es arbitrario es que tal signo y no tal otro sea aplicado a tal elemento de la realidad y no a otro. Para el sujeto parlante hay entre la lengua y la realidad adecuación completa: el signo cubre y rige la realidad; es una realidad. Este archivo fue descargado de https://filadd.com F I L A D D . C O M
  • 8. 7 Saussure muestra que puede hablarse de mutabilidad e inmutabilidad del signo: inmutabilidad porque siendo arbitrario no puede ser puesto en tela de juicio en nombre de una norma razonable; mutabilidad porque siendo arbitrario siempre es susceptible de alternarse. “Una lengua es radicalmente impotente para defenderse contra los factores que mueven la relación significado/significante. Es una consecuencia de la arbitrariedad del signo”. No es entre significado y significante donde la relación al mismo tiempo se modifica y permanece inmutable, sino entre el signo y el objeto, es la motivación objetiva de la designación sometida a la acción de diversos factores históricos. Lo que Saussure demuestra es cierto acerca de la significación, no del signo. El valor es un elemento del signo, si el signo tomado en sí mismo no es arbitrario como se cree haber demostrado se sigue que el carácter relativo del valor no puede depender de la naturaleza arbitraria del signo. No debe considerarse al valor más que como un atributo de la forma no de la sustancia. Desde ese punto de vista hay que decir que los valores son relativos; significa que son relativos los unos con respecto a los otros. Ya no se trata del signo aislado, sino de la lengua como sistema de signos y nadie ha concebido ni descrito la economía sistemática de la lengua con la intensidad de Saussure. Quien dice sistema, dice adecuación y ajuste de las partes en una estructura que trasciende y explica sus elementos. Allí todo es necesario y las modificaciones del conjunto y del detalle se condicionan recíprocamente. La parte de contingencia inherente a la lengua afecta a la denominación en tanto que el símbolo fónico de la realidad y en su relación con ella. Pero el signo, elemento primordial del sistema lingüístico, encierra un significante y un significado cuyo nexo debe ser reconocido como necesario, por ser estos dos componentes consustanciales uno de otro. El carácter absoluto del signo lingüístico, así entendido rige a su vez la necesidad dialéctica de los valores en constante oposición y forma el principio estructural de la lengua. CAPÍTULO VI - CATEGORÍAS DE PENSAMIENTO Y CATEGORÍAS DE LENGUA Benveniste comienza criticando que de la lengua que hablamos hacemos usos infinitamente variados, en su diversidad, tienen dos caracteres en común: - La realidad de la lengua permanece por regla general inconsciente, tenemos consciencia débil y fugaz de las operaciones que realizamos para hablar. - Por abstractas o particulares que sean las operaciones que realizamos para hablar reciben expresión en la lengua. Podemos decir todo, y decirlo como queramos. De que pensar y hablar son dos actividades distintas por esencia, que se conjugan para la necesidad práctica de la comunicación. El lenguaje, hablado, es empleado para transportar “lo que queremos decir”. Lo que así llamamos es un contenido de pensamiento, como estructura psíquica. Recibe forma en la lengua y en la lengua; que es el molde de toda expresión posible, no puede disociarse de ella ni trascenderla. --- La forma lingüística es la condición de realización del pensamiento --- Pensamiento y lenguaje son mutuamente necesarios, entre un pensamiento que no puede materializarse sino en la lengua y una lengua que no tiene otra función que significar. No son simétricos, el pensamiento no es una materia a la que la lengua prestaría forma, puesto que en ningún momento puede ser imaginado este “continente” vacío de su “contenido”, ni viceversa. Este archivo fue descargado de https://filadd.com F I L A D D . C O M
  • 9. 8 Categorías de lengua de Aristóteles Plantea de este modo la totalidad de los predicados que pueden afirmarse del ser, y aspira a definir el estatuto lógico de cada uno de ellos. El filósofo formula estas categorías para agotar todas las predicciones aplicables a un hombre. Las primeras seis se refieren a formas nominales las cuatro siguientes a categorías verbales. Sin ser un predicado él mismo, el “ser” es la condición de todos los predicados. La posibilidad del pensamiento está vinculada a la facultad del lenguaje, pues la lengua es una estructura informada de significación, y pensar es manejar los signos de la lengua. PARTE III – ESTRUCTURA Y ANÁLISIS CAPÍTULO I - “ESTRUCTURA” EN LINGUÍSTICA El principio de la “estructura” como objeto de estudio fue enunciado para reaccionar contra la concepción exclusivamente histórica de la lengua; contra una lingüística que disociaba la lengua en elementos aislados y se ocupaba de seguir las transformaciones de éstos. Saussure insiste en considerar la lengua como un sistema. Sería ilusorio considerar un término sencillamente como la unión de cierto sonido con cierto concepto. Definirlo así sería aislarlo del sistema del que forma parte; sería creer que se puede comenzar por los términos y construir el sistema haciendo la suma, mientras que, por el contrario, hay que partir de la totalidad solidaria para obtener por análisis los elementos que encierra. El todo no es igual a la suma de las partes. Planteada la lengua como sistema, se trata, pues, de analizar su estructura. Cada sistema, formado como está de unidades que se condicionan mutuamente, se distingue de los otros sistemas por el arreglo interno de tales unidades, arreglo que constituye su estructura. Considerar la lengua (o cada parte de una lengua, fonética, morfología, etc.) como un sistema organizado por una estructura por revelar y describir, es adoptar el punto de vista estructuralista. “Estructura, para designar, por oposición a una simple combinación de elementos, un todo formado por fenómenos solidarios, de tal suerte que cada uno depende de los otros y no puede ser el que es sino en y por su relación con ellos”. Esta concepción consiste en considerar los fenómenos no ya como suma de elementos que ante todo es cosa de aislar, sino como conjuntos que constituyen unidades autónomas, manifiestan una solidaridad interna y poseen leyes propias. La manera de ser de cada elemento depende de la estructura del conjunto y de las leyes que lo rigen. Se entiende por lingüística estructural un conjunto de investigaciones sustentadas por una hipótesis según la cual es científicamente legítimo describir el lenguaje como, esencialmente, una entidad autónoma de dependencias internas, o, en una palabra, una estructura. Reduce su objeto a una red de dependencias, considerando los hechos lingüísticos en razón el uno del otro. El principio fundamental es que la lengua constituye un sistema, cuyas partes todas están unidas por una relación de solidaridad y de dependencia. Este sistema organiza unidades -los signos articulados- que se diferencian y se delimitan mutuamente. La doctrina estructuralista enseña el predominio del sistema sobre los elementos, aspira a deslindar la estructura del sistema a través de las relaciones de los elementos, tanto en la cadena hablada como en los paradigmas formales, y muestra el carácter orgánico de los cambios a los cuales la lengua está sometida. Este archivo fue descargado de https://filadd.com F I L A D D . C O M
  • 10. 9 CAPÍTULO III - LOS NIVELES DEL ANÁLISIS LINGÜÍSTICO El gran cambio en lingüística reside precisamente en que se ha reconocido que el lenguaje debería ser descripto como una estructura formal, pero que esta descripción exigía previamente el establecimiento de procedimientos y de criterios adecuados y que en suma, la realidad del objeto no era separable del método propio para definirlo. El dominio en que estudiaremos la noción de nivel es el de la lengua como sistema orgánico de signos lingüísticos. El procedimiento entero del análisis tiende a delimitar los elementos a través de las relaciones que los unen. Este análisis consiste en dos operaciones que se gobiernan una a otra y de las que dependen todas las demás: 1. Segmentación 2. Sustitución. Sea cual fuere la extensión del texto es necesario segmentarlo primero en porciones cada vez más reducidas hasta los elementos no descomponibles. Paralelamente se identifican tales elementos por las sustituciones que admiten. Tal es, en pocas palabras, el método de distribución: consiste en definir cada elemento por el conjunto de los alrededores en que se presenta, y por medio de una doble relación, relación del elemento con los demás simultáneamente presentes en la misma porción del enunciado (relación sintagmática); relación del elemento con los demás elementos mutuamente sustituibles (relación paradigmática). Segmentación y sustitución no tienen igual amplitud. Se identifican elementos con respecto a otros segmentos con los que están en relación de sustituibilidad. Más la sustitución puede operar también sobre elementos no segmentables. Si los elementos segmentables mínimos se identifican como fonemas, el análisis puede ir más allá y aislar en el interior del fonema rasgos distintivos. Pero estos rasgos no son ya segmentables. Se acaba así distinguiendo dos clases de elementos mínimos: los que son a la vez segmentables y sustituibles (fonemas) y los que son solamente sustituibles (los rasgos distintivos). Por el hecho de no ser segmentables, los rasgos distintivos no pueden constituir clases sintagmáticas, pero al ser sustituibles, constituyen clases paradigmáticas. Alcanzamos los dos niveles inferiores del análisis, el de las entidades segmentables mínimas, los fonemas, el nivel fonemático y el de los rasgos distintivos, que proponemos llamar merismas, el nivel merismático. Definimos empíricamente su relación de acuerdo con su posición mutua, como la de dos niveles alanzados sucesivamente, produciendo la combinación de los merismas el fonema, descomponiéndose el fonema en merismas. El sentido es en efecto la condición fundamental que debe llenar toda unidad de todo nivel para obtener estatuto lingüístico. Sólo hay que ver cómo interviene el sentido en nuestros procederes y de qué nivel de análisis participa. De éstos análisis se desprende que segmentación y sustitución no pueden aplicarse a porciones cualesquiera de la cadena hablada. Nada permitiría definir la distribución de un fonema sus latitudes combinatorias del orden sintagmático y paradigmático y así la realidad misma de un fonema, de no referirnos siempre a una unidad particular del nivel superior que lo contiene. Se ve entonces que este nivel no es algo exterior al análisis, está en el análisis, el nivel es un operador. Si el fonema se define, es como constituyente de una unidad más elevada, el morfema. La función discriminadora del fonema tiene por fundamento su inclusión en una unidad particular que por el hecho de incluir el fonema, participa de un nivel superior. Este archivo fue descargado de https://filadd.com F I L A D D . C O M
  • 11. 10 Una unidad lingüística no será admitida como tal más que si puede identificársela en una unidad más elevada. La técnica del análisis distribucional no pone de manifiesto este tipo de relación entre niveles diferentes. Del fonema se pasa así al nivel del signo identificándose éste según el caso con una forma libre o con una forma conjunta (morfema), podemos clasificar los signos como una sola especie, que coincidirá prácticamente con la palabra. La palabra tiene una posición funcional intermedia que se debe a su naturaleza doble. Por una parte se descompone en unidades fonemáticas que son de nivel inferior; por otra entra a título de unidades significantes y con otras unidades significantes, en una unidad de nivel superior, la frase. La frase se realiza en palabras, pero las palabras no son sencillamente los segmentos de esta. Una frase constituye un todo que no se reduce a la suma de sus partes; el sentido inherente a este todo se halla repartido en el conjunto de sus constituyentes. La palabra es un constituyente de la frase, de la que efectúa la significación; pero no aparece necesariamente en la frase con el sentido que tiene como unidad autónoma. Con las palabras y con grupos de ellas formamos frases es la verificación empírica del nivel ulterior alcanzado en una progresión que parece lineal. En virtud de que las entidades lingüísticas son directas, admiten dos especies de relación: entre elementos de un mismo nivel o entre elementos de niveles diferentes. Estas relaciones deben distinguirse bien, entre los elementos de mismo nivel las relaciones son distribucionales; entre los elementos de nivel diferente son integrativas. Cuando se descompone una unidad no se obtienen unidades de nivel inferior sino segmentos formales de la unidad en cuestión. Un signo es materialmente función de sus elementos constitutivos, pero el solo medio de definir estos elementos como constitutivos es identificarlos en el interior de una unidad determinada donde desempeñan una función integrativa. Una unidad será reconocida como distintiva a un nivel dado si puede identificársela como “parte integrante” de la unidad de nivel superior de la que se torna integrante. Hay que practicar la operación en sentido inverso y ver si estos constituyentes tienen función integrante al nivel superior. La disociación nos entrega la constitución formal; la integración nos proporciona unidades significantes. Los caminos del análisis van, en direcciones opuestas, al encuentro o de la forma o del sentido en las mismas entidades lingüísticas. Definimos lo siguiente: - La forma de una unidad lingüística se define como su capacidad de disociarse en constituyentes de nivel inferior. - El sentido de una unidad lingüística se define como su capacidad de integrar una unidad de nivel superior. En la lengua organizada en signos, el sentido de una unidad es el hecho de tener un sentido, de ser significante. Lo que equivale a identificarla por su capacidad de llenar una función proposicional. Es la condición necesaria y suficiente para que reconociéramos esta unidad como significante. Una frase no puede servir de integrante para otro tipo de unidad. Esto proviene ante todo del carácter distintivo entre todos, inherente a la frase de ser un predicado. Se sabe que un solo signo basta para constituir un predicado. La presencia de un “sujeto” al lado de un predicado no es indispensable; el término predicativo de la proposición se basta a sí mismo puesto que es en realidad el determinante del sujeto”. Este archivo fue descargado de https://filadd.com F I L A D D . C O M
  • 12. 11 La “sintaxis” de la proposición no es sino el código gramatical que organiza el arreglo de esta. Situaremos la proposición en el nivel categoremático. El nivel fonemático es el del fonema. El predicado es una propiedad fundamental de la frase no es una unidad de ella. La frase no es una clase formal que tuviera por unidades “frasemas” delimitados y oponibles entre sí. Los tipos de frases que podrían distinguirse se reducen todos a uno: la proposición predictiva, y no hay frase fuera de la predicación. El nivel categoremático comprende solamente una forma específica de enunciado lingüístico, la proposición constituye una clase de unidad distintiva. De ahí que la proposición no pueda ingresar como parte en una totalidad de rango más elevado. No hay nivel lingüístico más allá del categoremático. En virtud de no constituir la frase una clase de unidades distintivas como lo son los fonemas o los morfemas, se distingue profundamente de las otras entidades lingüísticas. El fundamento de tal diferencia es que la frase contiene signos, pero no es signo ella misma. Los fonemas, los morfemas, las palabras (lexemas) pueden ser contados; su número es finito. Las frases no. Los fonemas, los morfemas, las palabras (lexemas) tienen una distribución a su nivel respectivo, un empleo al nivel superior. Las frases no tienen ni distribución ni empleo. Con la frase se sale del dominio de la lengua como sistema de signos y se penetra en otro universo: el de la lengua como instrumento de comunicación cuya expresión es el discurso. La frase pertenece al discurso, es la unidad del discurso. Es en el discurso actualizado en frases donde la lengua se forma y se configura. Ahí comienza el lenguaje. Condito, Vanesa: “El estructuralismo en Lingüística” (Ficha) La novedad del punto de vista saussureano fue adquirir conciencia de que el lenguaje en sí mismo no incluye ninguna dimensión histórica, que es sincronía y estructura, y que no funciona sino en virtud de su naturaleza simbólica. No es tanto la consideración histórica la que es por ello condenada, sino cierta manera de ‘atomizar’ la lengua y mecanizar la historia. El tiempo no es el factor de la evolución, no es más que el marco. Saussure quería decir que los que hablan del lenguaje y explican hechos lingüísticos no tienen una idea cabal del objeto mismo que están analizando. Como Descartes, arrancó de una duda radical y advirtió que en el habla humana no hay un objeto definido que se preste para la observación y el análisis. En la lingüística pre saussureana todo se remite a la acción del individuo: el lenguaje se reduce a la suma de los actos individuales. Saussure logró establecer algo que difiere radicalmente de las investigaciones tradicionales: una lingüística estructural, destinada a reemplazar, o por lo menos a completar la lingüística puramente asociativa de entonces. El análisis estructural de un campo fenoménico consiste en mostrar que existe un orden (el sistema) cuyo principio explicativo se encuentra en la configuración subyacente (la estructura) que lo define en su singularidad y su variabilidad. La aportación de Saussure ha consistido sobre todo en definir el estatuto de sistema como totalidad, y el de la unidad como diferencia. Entendemos por lingüística estructural un conjunto de investigaciones que descansan sobre la hipótesis de que es científicamente legítimo describir el lenguaje como si fuera esencialmente una entidad autónoma de dependencias internas o, en una palabra, una estructura. La lingüística estructural ve en las dependencias, el verdadero objeto de la investigación científica. Este archivo fue descargado de https://filadd.com F I L A D D . C O M
  • 13. 12 La lingüística estructural estudia el lenguaje para detectar en él la parte esencial, que es, según la hipótesis, una entidad autónoma de dependencias internas. Esta parte esencial del lenguaje es la lengua; precisamente por esto la lengua constituye el objeto específico de nuestra disciplina, y el habla interesa sólo porque entra en el lenguaje del que la lengua forma igualmente parte. La lingüística quiere deshacerse de los apoyos que hallaba en marcos ya establecidos o disciplinas vecinas. Rechaza toda visión a priori de la lengua para construir sus nociones directamente sobre el objeto. Esa actitud debe acabar con la dependencia, consciente o no, de la lingüística con la historia por una parte, con la psicología, por otra. Si la ciencia del lenguaje tiene que elegirse modelos, será en las disciplinas matemáticas o deductivas que racionalizan por completo su objeto reduciéndolo a un conjunto de propiedades objetivas provistas de definiciones constantes. Es decir, se tornará más y más formal, al menos en el sentido en que el lenguaje consistirá en la totalidad de sus formas observables. La noción positivista del ‘hecho’ lingüístico es sustituida por la de ‘relación’. En lugar de considerar cada elemento en sí y buscar la ‘causa’ en un estado más antiguo, se considera como parte de un conjunto sincrónico; el atomismo deja sitio al estructuralismo. NOCIONES BÁSICAS DE LA LINGÜÍSTICA ESTRUCTURAL Se entiende por estructura, particularmente en Europa, la disposición de un todo en partes y la solidaridad demostrada entre las partes del todo que se condicionan mutuamente; para la mayoría de los lingüistas norteamericanos será la repartición de los elementos tal como se verifica, y su capacidad de asociación o de sustitución. De la base a la cúspide, desde los sonidos hasta las formas de expresión más complejas, la lengua es una disposición sistemática de partes. Se compone de elementos formales articulados en combinaciones variables, según ciertos principios de estructura. La lengua no comprende jamás sino un número de elementos básicos, pero que dichos elementos se prestan a gran cantidad de combinaciones. El análisis metódico lleva a reconocer que una lengua no se queda más que con una parte pequeña de las combinaciones. Es esto ante todo lo que se entiende por estructura: tipos particulares de relaciones que articulan las unidades de determinado nivel. Un sistema está constituido por una serie de unidades organizadas, de modo que las unas dependen de las otras. Estas unidades no son nada aisladamente, sino sólo en el conjunto del que forman parte; no son entidades positivas, sino negativas, al ser lo que son por su diferencia respecto las demás. Cada una de estas unidades tiene un valor relativo, ya que depende del valor de las demás entidades; no pueden ser definidas absolutamente. La lengua está, pues, constituida por un sistema de valores. Las unidades de la lengua participan de dos planos: sintagmático, cuando se las considera en su relación de sucesión material en el seno de la cadena hablada; paradigmático, cuando son planteadas en relación de sustitución posible, cada una en su nivel y en su clase formal. La descripción de la lengua, como la de cualquier otro objeto científico, ha de ser libre de contradicciones, exhaustiva y los más sencilla posible. La lingüística anterior avanzaba de lo especial a lo general, ascendía del simple sonido al fonema, de éstos a su categoría, de la mera significación especial a la general o fundamental, procedimiento que se suele designar como inductivo; es una marcha del componente a la clase, un movimiento sintético, un método generalizador. Este archivo fue descargado de https://filadd.com F I L A D D . C O M
  • 14. 13 Lo que nos es dado, al tratar de describir la lengua, es el texto, aun no analizado, como totalidad no dividida y absoluta. El único procedimiento para buscar en el decurso de este texto un sistema de lengua es el análisis, mediante el cual el texto será considerado como una clase divisible en elementos, los cuales, considerados a su vez como clases, se dividen de nuevo en elementos, y así sucesivamente hasta que la división se agota. Es un movimiento que avanza de la clase al elemento, un movimiento analítico y especificativo, lo contrario a la inducción: se llama método deductivo. Considerando entonces que la lengua se describe en términos de órdenes, el estructuralismo define un método combinatorio, cuyas aproximaciones pueden ser diversas, pero que llevan todas a una taxonomía. Trubetzkoy, considerado como el fundador de la fonología estructural formulaba los principios fundamentales del método fonológico. Estos principios van a servirnos como punto de partida para el análisis epistemológico del análisis estructural. Enuncia cuatro operaciones: - 1) De lo consciente a lo inconsciente: “La fonología pasa del el estudio de los fenómenos lingüísticos conscientes al de su infraestructura inconsciente”. La estructura no es aparente; no es una entidad percibida naturalmente por los sentidos. La razón la concibe a partir de la experiencia sensible. - 2) Las relaciones entre los términos: el método estructural, según Trubetzkoy “se niega a tratar los términos como entidades independientes tomando por el contrario como base de su análisis las relaciones entre los términos”. Según este principio metodológico, el análisis estructural se ‘desentiende’ de la noción de sustancia. - 3) Sistema y estructura: “la fonología actual no se reduce a declarar que los fonemas son siempre miembros de un sistema; la fonología muestra sistemas fonológicos concretos y pone en evidencia su estructura”. - 4) El razonamiento estructural: el método estructural implica en realidad una serie de operaciones intelectuales en la que se ejerce no solo la inducción y la deducción, sino también la analogía; persiguiendo el descubrimiento de leyes generales. Toda descripción científica presupone que el objeto de la descripción sea concebido como una estructura (en consecuencia, analizando según un método estructural que permite reconocer vínculos entre las partes que lo constituyen) o como formando parte de una estructura (por tanto, sintetizando con otros objetos con los que contrae vínculos que hacen posible establecer y reconocer un objeto más extenso del que esos objetos, con el objeto considerado, son partes). Un aserto científico debe ser siempre una afirmación de relaciones, sin implicar un conocimiento o análisis de las relaciones mismas. Este archivo fue descargado de https://filadd.com F I L A D D . C O M
  • 15. 14 REGULACIÓN BIOLÓGICA Chomsky, Noam: “El conocimiento del lenguaje” A diferencia de lo establecido por Saussure – que el lenguaje es un fenómeno social, es decir, una facultad de las comunidades hablantes – Chomsky da cuenta de factores biológicos y genéticos que se enfocan en el lenguaje y que sólo es atributo de los humanos. Ubica a la lingüística dentro de las ciencias naturales cerca del estudio de la biología; utiliza la idealización y la abstracción propias de las ciencias físicas; emplea un método hipotético deductivo. Podemos situar al autor dentro de la corriente cognitiva. Por el método empleado nunca formula un enunciado final de su investigación, sino que lo que lleva a cabo es su Programa de Investigación de la Gramática Generativa Chomskyana (PIGCC). Podemos situar claramente tres estadíos dentro del programa: - 1980 Principios y Parámetros - 1990 Minimalismo - 2000 Biolingüismo Se ha definido a la Gramática General como una ciencia deductiva referente a los principios inmutables y generales de la lengua escrita o hablada; que es previa a cualquier lengua porque sus principios son idénticos a los de la misma razón humana en sus operaciones intelectuales. Por eso, la ciencia del lenguaje no se diferenciaría en absoluto de la ciencia del pensamiento. Lo planteado por el autor, la Gramática Generativa (GG), se limita a ciertos elementos del panorama general, su punto de vista es el de la psicología del individuo. Le interesan los aspectos de la forma y el significado que están determinados por la facultad lingüística, que se concibe como un componente particular de la mente humana. El estudio de la GG representó un desplazamiento importante del objeto en el enfoque de los problemas lingüísticos. El desplazamiento fue de la conducta o los productos de la conducta a los estados de la mente/cerebro que entran dentro de la conducta. Resulta ser al conocimiento del lenguaje: su naturaleza, orígenes y uso. Así, tres preguntas guían el PIGGC: i. ¿Qué es lo que constituye el conocimiento del lenguaje? ii. ¿Cómo se adquiere el conocimiento del lenguaje? iii. ¿Cómo se utiliza el conocimiento del lenguaje? Las gramáticas tradicionales y estructuralistas no trataron estos puntos, en contraste, la GG trata ante todo de la inteligencia del lector, los principios y los procedimientos que le han llevado a la obtención de un completo conocimiento de una lengua.  PRINCIPIOS Y PARÁMETROS En este período se postulan, por un lado, principios universales y constantes que dan cuenta de las similaridades entre las lenguas, y por otro, parámetros que, aunque también universales, tienen un valor que cambia de lengua a lengua, lo que explica las diferencias. La diferencia fundamental de la teoría de P y P con los modelos anteriores es la postulación de un diseño modular de la facultad lingüística, donde diferentes operaciones gramaticales son encargadas a diferentes sub-módulos de la facultad del lenguaje. Una creencia corriente sobre la adquisición del lenguaje era que es un caso de “sobreaprendizaje”, el lenguaje era considerado como un sistema de hábitos. El aprendizaje era solo cuestión de entrenamiento para poder asociar palabras con significados. Contraria a esta creencia fuertemente impuesta por el conductismo, el cognitivismo supone una facultad humana innata de aprendizaje. Este archivo fue descargado de https://filadd.com F I L A D D . C O M
  • 16. 15 Durante este período la preocupación fundamental del autor se conoce como “Problema de Platón” o “Pobreza de estímulos”, que plantea una asimetría entre los datos escasos, fragmentarios y asistemáticos provistos por el sistema y el complejo conocimiento lingüístico en la persona. Se responde diciendo que todos los seres humanos tenemos un saber indudable acerca del lenguaje, una lengua interiorizada que forma parte de las propiedades del cerebro y hace posible que adquiramos una lengua natural particular. Esta capacidad es una facultad lingüística humana genéticamente determinada y, por ende, innata. Dicha facultad lingüística (FL) recibe el nombre de Gramática Universal (GU).  Facultad Lingüística: instrumento de adquisición del lenguaje; componente innato de la mente que permite acceder a una lengua mediante la interacción con la experiencia. Es el objeto de la GU.  Gramática Universal: pretende descubrir los principios y elementos comunes a las lenguas humanas conocidas. Es una teoría del estado inicial de la facultad lingüística. Deberíamos atenernos al uso común al distinguir claramente entre el conocimiento y la habilidad para utilizar ese conocimiento. Al parecer debemos concebir el conocimiento del lenguaje como un cierto estado de la mente/cerebro, un elemento relativamente estable en los estados mentales transitorios, una vez que se alcanza; es más, como un estado de una facultad diferenciable de la mente –la facultad lingüística– con sus propiedades, estructura y organización específicas, un “módulo” de la mente. Por el método de investigación empleado en el PIGCC se llevan a cabo varias idealizaciones con el fin de abstraer elementos para su estudio: - Idealización de la comunidad lingüística: se toma en cuenta una comunidad internamente consistente en su práctica lingüística. No existen en el mundo real estas comunidades entendidas como colecciones de individuos con la misma conducta lingüística. Cada individuo ha adquirido una lengua en el curso de interacciones sociales complejas con personas que varían en la forma en que hablan e interpretan lo que oyen y en las representaciones internas subyacentes a su utilización. - Idealización del sujeto: No se trabaja con un objeto construido, social, sino con un objeto natural. Sus estudios se basan sobre un hablante-oyente ideal, una comunidad lingüística uniforme y tomando como punto de partida la GU. - Idealización de la facultad lingüística: la propiedad de la mente descrita por la GU es característica de la especie, común a todos los seres humanos. Por tanto, se hace abstracción de la posible variación de la facultad lingüística en los seres humanos. El estudio de la gramática generativa desplazó el foco de atención de la conducta potencial o real y sus productos al sistema de conocimiento que subyace al uso y la comprensión del lenguaje y, con más profundidad, a la dotación innata que hace posible que los humanos obtengan ese conocimiento. El desplazamiento fue del estudio de la lengua-E al estudio de la lengua-I.  Lengua E: lo construido se concibe de forma independiente de las propiedades de la mente/cerebro. La lengua es pensada como un emparejamiento de oraciones y significados de un rango infinito; como un sistema de sonidos asociado a un sistema de conceptos.  Lengua I: es un sistema de reglas de alguna clase que asigna a cada expresión una estructura, la cual podemos considerar como un conjunto de representaciones. Constituye un elemento de la mente de la persona que conoce la lengua, que adquiere el que la aprende y que el hablanteoyente utiliza. La GU se construye como una teoría de las lenguas I Este archivo fue descargado de https://filadd.com F I L A D D . C O M
  • 17. 16  MINIMALISMO Se consolida una investigación del lenguaje que busca atribuir lo menos posible a la información genética (GU) para determinar el desarrollo de la lengua en función de principios del “tercer factor”. A través de la historia moderna de la GG, el problema de determinar el carácter de la FL ha sido estudiado de “arriba para abajo”: ¿cuánto debe atribuírsele a la GU para explicar la adquisición del lenguaje? El PM busca acercarse al problema de “abajo hacia arriba”: ¿cuán poco debe atribuírsele a la GU para que pueda seguir explicando la variedad de Lenguas-I alcanzables, relacionándolas con los principios del “tercer factor”? Un modo útil de acercarnos al problema es desarrollar la Tesis Minimalista Fuerte (TMF) que sostiene que la FL “está perfectamente diseñada”. El minimalismo implica un reposicionamiento teórico bastante radical en relación a los modelos de lenguaje anteriores que parte de la cuestión de la integración de la FL en el sistema global de capacidades mentales. Chomsky especula que la Facultad Lingüística es un sistema especializado en el almacenamiento y manipulación de datos relacionados con el sonido, el significado y la organización estructural de los ítems léxicos. Ahora bien, este módulo debe ser diferenciado de aquellos módulos del cerebro que se encargan de la “articulación y percepción” de sonidos, y de aquel de la formulación de pensamientos en términos “conceptuales e intencionales”. Así, la FL procesa datos encaminados a servir a los sistemas de actuación relacionados con el pensamiento simbólico y la activación motriz de los órganos vocales. El sistema articulatorio-perceptual (AP) será el “¿cómo decir?”, su forma; y el sistema conceptual-intencional (CI) será el “¿qué decir?”, su significado. En la TMF se enuncia que el diseño óptimo de la FL será el que satisfaga las condiciones (reglas) impuestas por la interfaz AP y CI respectivamente. Para que una expresión sea visible debe estar bien formada de acuerdo a los requerimientos de los sistemas AP y CI. De este modo, Chomsky mira el lenguaje desde las interfaces. Esto significa que la manera en la que el lenguaje funciona no es ni más ni menos que al solo efecto de satisfacer la TMF, la FL se considera directamente dependiente de estos sistemas, lo que significa que se integra con otros sistemas al sistema total de capacidades mentales que tenemos en la cabeza. En este giro desde la centralidad de la GU a la dependencia de sistemas de interfaz, ocurre paralelamente el paso de un dualismo (mente/cerebro) a un monismo en el cual solo se considera la única unidad física, el cuerpo; dejando de lado las representaciones mentales.  BIOLINGÜISMO Uno de los interrogantes que se plantea el marco biolingüístico es que ciertos principios no específicos del lenguaje humano desempeñan un papel determinante en su diseño y adquisición. El Biolingüismo estudia el lenguaje natural desde una perspectiva biológica y evolutiva. Si se asume que la facultad del lenguaje tiene las mismas propiedades que otros sistemas orgánicos, en la búsqueda de estos principios, se puede perfectamente establecer un paralelismo entre los factores que se cree que entran en juego en el desarrollo y la evolución de los organismos y los implicados en el “crecimiento” del “órgano del lenguaje” en los individuos. Este archivo fue descargado de https://filadd.com F I L A D D . C O M
  • 18. 17 Los tres componentes del modelo minimalista de adquisición del lenguaje (la GU, los estímulos lingüísticos del entorno y las condiciones externas) se corresponderían, así, con los tres factores que intervienen en la evolución de las especies: a) La información genética (canales del desarrollo predeterminado, mutaciones al azar); b) La selección natural (la adaptación a presiones ambientales); c) Restricciones estructurales (leyes regulativas generales de la física o de la química). Chomsky aplica el modelo tripartito de la evolución propuesto por la biología moderna al estudio de las propiedades de la facultad del lenguaje: a') El Bagaje Genético (GU); b') La Experiencia (estímulos lingüísticos del entorno); c') Principios no específicos de la facultad del lenguaje (condiciones externas). Este 3er factor está conformado por los “principios de arquitectura estructural” que son principios explicativos relacionados con las “condiciones de interfaz” impuestas sobre el sistema cognitivo lingüístico por los sistemas AP y CI con los que interacciona; y por “principios de análisis de datos” que afectan a cualquier sistema computacional y son, no solo extralingüísticos, como los principios de arquitectura estructural, sino también externas al organismo. La operación que hace Chomsky en el Biolingüismo es descomponer el contenido que la GU tenía en la Teoría de Principios y Parámetros y extraer de este primer factor los elementos que puedan explicarse por medio de principios del tercer factor. Sólo con una GU infradeterminada se puede ofrecer una explicación plausible de la evolución del lenguaje. La GU infraespecificada consistirá, entonces, únicamente en aquellas propiedades que no se puedan explicar recurriendo a principios del tercer factor y que tuvieron que surgir de algún modo, por lo tanto, en el transcurso de la evolución del lenguaje. Una GU minimizada tiene dos componentes: un conjunto de rasgos (o propiedades lingüísticas) con el que se forman unidades léxicas y un mecanismo computacional, la operación de Ensamble, que combina las piezas léxicas para construir expresiones lingüísticas complejas. La operación de Ensamble, en concreto, aplicada de manera recurrente e ilimitada permite captar una de las propiedades más definitorias del lenguaje humano: la infinitud discreta, la capacidad de producir un número potencialmente infinito de expresiones jerárquicamente estructuradas a partir de un número infinito de unidades. La GU está formada ahora, esencialmente, por un inventario de rasgos léxicos y por una única operación de Ensamble. Las estructuras del lenguaje en relación de dominación e inserción inmediata habilitan la recursión, en donde una lengua puede hacer un uso infinito de recursos léxicos finitos. Este archivo fue descargado de https://filadd.com F I L A D D . C O M
  • 19. 18 PRAGMÁTICA Este punto de vista tiene como fundamento tratar al lenguaje como una conducta gobernada por reglas, una conducta regulada socialmente. La pragmática es el área de la ciencia de la comunicación que se centra en los signos lingüísticos como expresión del actuar; estudia las acciones, el uso del lenguaje. Otro supuesto fundamental del cual parte la pragmática es que, dentro de una determinada situación comunicativa, dos interlocutores no sólo formulan frases con una adecuada estructura morfosintáctica y/o semántica, sino que cumplen también verdaderos y propios “actos”, denominados “actos lingüísticos”. Éstos constituyen la unidad básica del estudio de la lingüística pragmática. Austin, John L.: “Emisiones realizativas” Existen enunciados que tradicionalmente no han sido considerados y que el autor propone estudiar. Hasta él, se estudiaban solamente los enunciados declarativos, descriptivos y las aserciones (expresiones que dan cuenta de un estado de la cosas); se plantea que dedicar el estudio a estos enunciados es caer en la falacia descriptiva, es decir, creer que la representación y la comunicación de la información es la única función del lenguaje. Se distinguen entonces dos tipos de emisiones: • Emisiones descriptivas o constatativas: describen un estado de las cosas, informan sobre una realidad preexistente, pueden ser evaluados en términos de verdadero y falso. • Emisiones realizativas o performativas: su enunciación equivale a la realización de un acto, tienen carácter de acción, instauran una nueva realidad, no informan sobre un hecho sino que lo satisfacen. Se clasifican en adecuadas o inadecuadas. Se propone aquí discutir éste último tipo de emisión que gramaticalmente no sería carente de sentido, y sin embargo no es verdadera o falsa. Si una persona hace una emisión de este tipo, se diría que está haciendo algo en vez de meramente diciendo algo. “Al decir lo que digo, realizo efectivamente esa acción”. Ejemplos: en el transcurso de una ceremonia nupcial la frase “Si quiero”; luego de pisarle accidentalmente a alguien el pie la frase “lo siento”; sosteniendo una botella de champán en la mano la frase “bautizo este barco…”; o diciendo “te apuesto…”. Lo que se necesita en tales casos además de decir las palabras es la realización de un acto espiritual interno, del cual las palabras serán entonces un registro. Estas emisiones sufren de ciertas incapacidades propias y pueden fracasar de maneras especiales. Las diversas maneras en que una emisión realizativa puede ser insatisfactoria son llamadas infortunios. Surgen si se rompen determinadas reglas transparentemente simples: A1) Tiene que haber un procedimiento convencional aceptado que debe incluir la emisión de ciertas palabras por parte de ciertas personas y en ciertas condiciones. A2) En un caso dado las personas en circunstancias particulares deben ser las apropiadas para recurrir al procedimiento particular que se emplea. B1) El procedimiento se debe llevar a cabo por todos los participantes de forma correcta y; B2) En todos sus pasos. C1) En aquellos casos en que el procedimiento requiere que quienes lo usan tengan ciertos pensamientos o está dirigido a que sobrevenga cierta conducta correspondiente, entonces quien participa en él y recurre al procedimiento debe tener en los hechos tales pensamientos o sentimientos y conducirse de manera adecuada. C2) Los participantes tienen que comportarse efectivamente así en su oportunidad. Si alguna de estas reglas no se observa, el acto que se proponía realizar es nulo, sin efecto Este archivo fue descargado de https://filadd.com F I L A D D . C O M
  • 20. 19 Además de la forma estándar de las emisiones realizativas, se encuentra que hay al menos otra forma en que el verbo está en la voz pasiva (o reflexiva) y en la segunda o tercera persona, no en la primera. Este tipo de caso referido es el de un aviso que reza “Se advierte a los pasajeros de que crucen las vías por el puente solamente”, o de un documento que dice “Por la presente está usted autorizado” a hacer tal y cual. Cualquier emisión realizativa podría ser reducida a, o desarrollada en, una de estas dos formas estándares que comienzan con “Yo…” tal y cual o con “Usted (o él) por la presente…” tal y cual. De esta manera se derrumba la previa distinción entre el realizativo y el enunciado. Podría hacerse, así, una lista de todos los verbos que pueden aparecer en estas formas estándares, y luego clasificar los tipos de actos que pueden realizarse con emisiones realizativas. Suponiendo esta tarea realizada, se llamaría a los verbos de la lista verbos realizativos explícitos, y a cualquier emisión que se redujese a una u otra de esas formas estándares se la llamaría emisión realizativa explícita (enuncian la actividad que llevan a cabo, ej: te ordeno que cierres la puerta); distinguiéndose de toda otra emisión realizativa primaria (no llevan la indicación del acto que realizan, ej: cierra la puerta). Debe distinguirse entre la función de explicitar qué acto es el que se realiza, y la muy diferente cuestión de enunciar qué acto es el que se realiza. Se intenta avanzar con esta clasificación como si hubiese una diferencia totalmente clara entre las emisiones realizativas y aquello con lo que contrasta, emisiones constatativas o descriptivas (enunciados, informes o descripciones); pero frecuentemente se encuentran casos en que no puede estarse completamente seguros de lo que son (insinceridades explícitas, sinsentidos, etc.). Después de todo, cuando se enuncia, se describe o se informa algo se realiza un acto que es con igual derecho un acto que el acto de ordenar o advertir. - Todo enunciado es en sí mismo un acto - Todo enunciado supone tres actos que se llevan a cabo simultáneamente: 1) El acto de decir algo; 2) El acto al decir algo; 3) El acto por decir algo. De esa distinción podemos obtener las dimensiones de todo acto de habla: - Locucionaria: es la idea o el concepto de la frase, es decir, aquello que se dice; es la asociación de determinados sonidos con determinadas representaciones mentales. - Ilocucionaria: es la intención o finalidad concreta del acto de habla. Orden de las palabras, énfasis, entonación, puntuación, modo verbal. El contexto clarifica cual es la fuerza ilocucionaria de la emisión. - Perlocucionaria: efecto que produce sobre el destinatario. Searle, John: “¿Qué es un acto de habla?” No intenta como Austin delimitar negativamente los casos de infortunio, sino describir positivamente las condiciones de posibilidad de los actos ilocutivos. Determina que realizar un acto ilocucionario es tomar parte en una forma de conducta gobernada por reglas. Se considera a la comunicación como parte de una teoría de la acción. Para esto el acto de habla es la emisión de una oración en circunstancias adecuadas y el acto ilocucionario es la unidad mínima de la comunicación. Hay una relación entre la fuerza semántica y la fuerza ilocutiva. Este archivo fue descargado de https://filadd.com F I L A D D . C O M
  • 21. 20 Se distinguen dos clases de reglas para el uso de expresiones:  Reglas constitutivas. Constituyen y regulan una actividad cuya existencia es lógicamente dependiente de las reglas.  Reglas regulativas. Regulan una actividad preexistente, una actividad cuya existencia es lógicamente independiente de la existencia de las reglas. La hipótesis subyacente al presente artículo consiste en que la semántica de un lenguaje puede ser contemplada como una serie de sistemas de reglas constitutivas, y que los actos ilocucionarios son actos realizados de acuerdo con esos conjuntos de reglas constitutivas. Bourdieu, Pierre-Félix: “El lenguaje autorizado: las condiciones sociales de la eficacia del discurso ritual” Como sociólogo determina que la circulación de la palabra no implica solamente lo lingüístico, los intercambios lingüísticos son el intercambio de un poder simbólico que viene desde fuera. La eficacia del acto de habla no está en sí mismo, sino en las condiciones institucionales de su producción y recepción La performatividad aquí depende de la fuerza delegada que les otorgan a los discursos los grupos sociales que constituyen el mercado lingüístico. Intentar comprender lingüísticamente el poder de las manifestaciones lingüísticas, buscar en el lenguaje el principio de la lógica y de la eficacia del lenguaje de institución, equivale a olvidar que la autoridad llega al lenguaje desde fuera. Como máximo, el lenguaje se limita a representar esa autoridad, la manifiesta, la simboliza en todos los discursos de institución. El poder de las palabras reside en el hecho de que quien las pronuncia no lo hace a título personal, ya que es sólo su “portavoz”: el portavoz autorizado sólo puede actuar por las palabras sobre otros agentes y, a través de su trabajo, sobre las cosas mismas, en la medida en que su palabra concentra el capital simbólico acumulado por el grupo que le ha otorgado ese mandato y de cuyo poder está investido. La mayor parte de las condiciones necesarias para que un enunciado performativo tenga éxito se reducen a la adecuación del locutor al discurso que pronuncia. Los actos de autoridad o, lo que viene a ser lo mismo, los actos autorizados, están subordinados a la reunión de un conjunto sistemático de las condiciones interdependientes que componen los rituales sociales. Así, todos los esfuerzos para hallar el principio de la eficacia simbólica de las diferentes formas de argumentación, retórica y estilística en su lógica propiamente lingüística, están siempre condenadas al fracaso mientras no establezcan la relación entre las propiedades del discurso, las propiedades de quien las pronuncia y las propiedades de la institución que autoriza a pronunciarlos. La práctica discursiva es una práctica que funciona en un contexto de posiciones sociales prefiguradas y que tiene igualmente su sentido en la búsqueda de efectos sociales. El modelo de análisis del lenguaje en Bourdieu es la evaluación de todas las consecuencias de las estructuras sociales y de las estructuras simbólicas. La performatividad depende de la fuerza delegada que les otorgan a los discursos los grupos sociales que constituyen el mercado lingüístico. El DSM IV es un documento que pretende organizar lingüísticamente el campo de la enfermedad mental, se pretende que sea usado en distintos contextos y por distintos profesionales, tiene fines terapéuticos, fines ligados a la investigación, a la enseñanza y a la recogida de datos estadísticos. Este archivo fue descargado de https://filadd.com F I L A D D . C O M
  • 22. 21 ENUNCIACIÓN LINGUÍSTICA Benveniste, Émile En crítica hacia Austin y su pragmatismo reclama que no es el comportamiento del interlocutor o el resultado lo que cuenta, el criterio está en la forma del enunciado. Un enunciado performativo no es lo que genera en un individuo, sino lo que es en sí. Describe al lenguaje como una entidad autónoma de dependencias internas, es decir, una estructura. La lengua es un sistema organizado. El término estructura se emplea para designar por oposición a una simple combinación de elementos. Cada elemento depende de lo que los otros no son y por su relación con ellos. Siguiendo esta metodología de análisis no puede definirse al sujeto hablante por sí mismo, sino sólo por las relaciones que establece en el sistema. “De la subjetividad en el lenguaje” El lenguaje como instrumento de comunicación aparece de hecho así empleado, sin duda porque los hombres no han dado con medio mejor ni siquiera tan eficaz para comunicarse. Podría también pensarse que el lenguaje presenta disposiciones tales que lo tornan apto para servir de instrumento; se presta a transmitir lo que le confío y provoca en el interlocutor un comportamiento adecuado a cada ocasión (descripción conductista E-R). Pero no hay que confundir lenguaje con discurso. El discurso es lenguaje puesto en acción, y necesariamente entre partes. La condición de intersubjetividad es la única que hace posible la comunicación lingüística. Hablar de instrumento es oponer hombre y naturaleza. El pico, la flecha y la rueda no están en la naturaleza, son fabricaciones; pero el lenguaje está en la naturaleza del hombre, que no lo ha fabricado. Nunca llegamos al hombre separado del lenguaje ni jamás lo vemos inventarlo. Es en y por el lenguaje como el hombre se constituye como sujeto; porque el sólo lenguaje funda en realidad, en su realidad que es la del ser, el concepto de “ego”. La “subjetividad” aquí tratada es la capacidad del locutor de plantearse como “sujeto”. Se define como la unidad psíquica que trasciende la totalidad de las experiencias vividas que reúne, y que asegura la permanencia de la consciencia. Es “ego” quien dice “ego”. Encontramos aquí el fundamento de la “subjetividad”, que se determina por el estatuto lingüístico de la “persona”. La consciencia de sí no es posible más que si se experimenta por contraste. No empleo yo sino dirigiéndome a alguien, que será en mi alocución un tú. El lenguaje no es posible sino porque cada locutor se pone como sujeto y remite a sí mismo como yo en su discurso. En virtud de ello, yo plantea otra persona. La polaridad de las personas, tal es en el lenguaje la condición fundamental. Polaridad no significa igualdad ni simetría: “ego” tiene siempre una posición de trascendencia con respecto a tú; no obstante, ninguno de los dos términos es concebible sin el otro; son complementarios, pero según una oposición “interior/exterior”, y al mismo tiempo son reversibles. Los propios términos yo y tú, no han de tomarse como figuras sino como formas lingüísticas, que indican la “persona”. Estos pronombres personales se distinguen de todas las designaciones que la lengua articula en que no remiten ni a un concepto ni a un individuo. Este archivo fue descargado de https://filadd.com F I L A D D . C O M
  • 23. 22 El “yo” no denomina, pues, ninguna entidad léxica. “Yo” se refiere al acto de discurso individual en que es pronunciado, y cuyo locutor designa. Es un término que no puede ser identificado más que en lo que por otro lado hemos llamado instancia de discurso, y que no tiene otra referencia que la actual. La realidad a la que remite es la realidad del discurso. Es en la instancia de discurso en que yo designa el locutor donde éste se enuncia como “sujeto”. El lenguaje está organizado de tal forma que permite a cada locutor apropiarse de la lengua entera designándose como “yo”. De los pronombres personales dependen a su vez otras clases de pronombres, que comparten el mismo estatuto. Son los indicadores de la deixis, demostrativos, adverbios, adjetivos, que organizan las relaciones espaciales y temporales en torno al “sujeto” tomado como punto de referencia: “esto, aquí, ahora”, y sus numerosas correlaciones “eso, ayer, el año pasado, mañana”, etc. Tienen por rasgo común definirse solamente por relación a la instancia de discurso en que son producidos, es decir bajo la dependencia del yo que en aquella se enuncia. De una u otra manera, una lengua distingue siempre “tiempos”; sea un pasado y un futuro, separados por un presente (tiempo en que se está, tiempo en que se habla). El tiempo lingüístico es “sui-referencial” El lenguaje es pues la posibilidad de la subjetividad, por contener siempre las formas lingüísticas apropiadas a su expresión. La instancia de discurso es así constitutiva de todas las coordenadas que definen al sujeto. “Estructura de las relaciones de persona en el verbo” El verbo es, con el pronombre, la única especie de palabras que está sometida a la categoría de la persona. En todas las lenguas que poseen un verbo, se clasifican las formas de la conjugación según su referencia a la persona, la enumeración de las personas constituye propiamente la conjugación; y se distinguen tres, en singular, en plural. La categoría de la persona pertenece a las nociones fundamentales y necesarias del verbo. Una teoría lingüística de la persona verbal no puede constituirse más que sobre el fundamento de la estructura de oposiciones que diferencian las personas. La primera persona es “el que habla”; la segunda “al que se dirige uno”; pero la tercera es “el que está ausente”. Al contrario de lo que nuestra terminología haría creer, no son homogéneas. La forma llamada de 3ra persona trae consigo por cierto una indicación de enunciado sobre alguien o algo, mas no referido a “una persona” específica. La “3ra persona” no es una “persona”; es incluso la forma verbal que tiene por función expresar la “no-persona”. — Características de la relación “yo-tú”:  Unicidad específica: el “yo” que enuncia, el “tú” a quien “yo” se dirige son cada vez únicos. Pero “él” puede ser una infinidad de sujetos (o ninguno).  Inversibilidad: aquel que “yo” define como como “tú” se piensa y puede invertirse a “yo”, y “yo” se vuelve un “tú”. Ninguna relación parecida es posible entre una de estas dos personas y “él”, puesto que en sí designa específicamente nada y nadie. De su función de forma no-personal, la “3ra persona” extrae esta aptitud de volverse tanto una forma de respeto, que hace de un ser mucho más que una persona, como una forma de ultraje que puede aniquilarlo en tanto que persona. Se ve ahora en qué consiste la oposición entre las dos primeras personas del verbo y la tercera. Se oponen como los miembros de una correlación, que es la correlación de personalidad: “yo-tú” posee la marca de persona; “él” está privado de ella. Este archivo fue descargado de https://filadd.com F I L A D D . C O M
  • 24. 23 A la pareja “yo-tú” pertenece una correlación especial, llamada correlación de subjetividad. Lo que diferencia “yo” de “tú” es primeramente el hecho de ser, en el caso de “yo”, interior al enunciado y exterior a “tú”, pero exterior de una manera que no suprime la realidad humana del diálogo; y por segundo “yo” es siempre trascendente en relación con “tú”. Estas cualidades de interioridad y de trascendencia pertenecen en propiedad al “yo” y se invierten en “tú”. Se podrá pues definir el “tú” como la persona no subjetiva, frente a la persona subjetiva que “yo” representa; y estas dos “personas” se opondrán juntamente a la forma de “no persona” (él). Es claro que la unicidad y la subjetividad inherentes a “yo” contradicen la posibilidad de una pluralización. Si no puede haber varios “yo” concebidos por el “yo” mismo que habla, es que “nosotros” es, no ya una multiplicación de objetos idénticos, sino una yunción entre “yo”, y “no-yo”, es un “yo” ampliado. El “no-yo” implícito y necesario en “nosotros” es notoriamente susceptible de recibir dos contenidos precisos y distintos. “Nosotros” se dice de una manera cuando es “yo+vosotros”, y de otra para “yo+ellos”. Son las formas inclusiva y exclusiva. De una manera general, la persona verbal en plural expresa una persona amplificada y difusa. La distinción ordinaria de singular y plural debe ser, si no reemplazada, sí cuando menos interpretada, en el orden de la persona, por una distinción entre persona estricta (singular) y persona amplificada (plural). Únicamente la “3ra persona”, por ser no-persona, admite un verdadero plural. “La naturaleza de los pronombres” Cada instancia de empleo de un nombre se refiere a una noción constante y “objetiva”, apta para permanecer virtual o para actualizarse en un objeto singular, y que se mantiene siempre idéntica en la representación que despierta. Más las instancias de empleo de “yo” no constituyen una clase de referencia, puesto que no hay “objeto” definible como yo al que pudieran remitir idénticamente estas instancias. “Yo” no puede ser identificado sino por la instancia de discurso que lo contenga, y sólo por ella. Sólo vale en la instancia en que es producido. “Yo” es el “individuo que enuncia la presente instancia de discurso que contiene la instancia lingüística yo”. Esta referencia constante y necesaria a la instancia de discurso constituye el rasgo que une a yo/tú una serie de “indicadores” participantes. Tales son primeramente los demostrativos: este, ese, etc. Hay aquí un rasgo nuevo y distintivo de esta serie: es la identificación del objeto por un indicador de ostensión concomitante a la instancia de discurso que contiene al indicador de persona. Fuera de esta clase, pero en el mismo plano y asociados a la misma referencia, hallamos los adverbios aquí y ahora. Delimitan la instancia espacial y temporal coextensiva y contemporánea de la presente instancia de discurso que contiene yo. De modo que lo esencial es la relación entre el indicador (de persona, de tiempo, de lugar, de objeto mostrado, etc.) y la “presente” instancia de discurso. Es un hecho fundamental el que estas formas “pronominales” no remitan a la “realidad” ni a posiciones “objetivas” en el espacio o en el tiempo, sino a la enunciación, cada vez única, que las contiene. El lenguaje ha resuelto este problema de la comunicación intersubjetiva creando un conjunto de signos “vacíos”, no referenciales por relación a la “realidad”, siempre disponibles, y que se vuelven “llenos” no bien un locutor los asume en cada instancia de su discurso. Ofrecen el instrumento para la conversión del lenguaje en discurso. Este archivo fue descargado de https://filadd.com F I L A D D . C O M
  • 25. 24 Es identificándose como persona única que pronuncia “yo” como cada uno de los locutores se pone sucesivamente como sujeto. Emplean para ello un signo único, pero móvil (“yo”), que puede ser asumido por cada locutor, a condición de que no remita cada vez sino a la instancia de su propio discurso. Así los indicadores de yo y tú no pueden existir como signos virtuales, no existen sino en tanto que son actualizados en la instancia de discurso, donde marcan mediante cada una de sus propias instancias el proceso de apropiación por el locutor. Todas las variaciones del paradigma verbal, aspecto, tiempo, género, persona, etc., resultan de esta actualización y de esta dependencia respecto a la instancia de discurso, notablemente el “tiempo” del verbo, que es siempre relativo a la instancia en que figura la forma verbal. Hay enunciados de discurso que, a despecho de su naturaleza individual, escapan a la condición de persona, o sea que remiten no a ellos mismos, sino a una situación “objetiva”. Es el dominio de lo que se denomina la “tercera persona”. La no-persona es el sólo modo de enunciación posible para las instancias de discurso que no deben remitir a ellas mismas, sino que predican el proceso de no importa quién o no importa qué, aparte de la instancia misma, pudiendo siempre este no importa quién o no importa qué estar provisto de una referencia objetiva. “El lenguaje y la experiencia humana” Todo hombre se plantea en su individualidad en tanto que yo en relación con tú y él. Este comportamiento parece reflejar en realidad una estructura de oposiciones lingüísticas inherentes al discurso. La lengua suministra a los hablantes un mismo sistema de referencias personales que cada uno se apropia por el acto del lenguaje y que, en cada ocasión de su empleo, no bien es asumido por su enunciador, se torna único y sin igual, y no puede realizarse dos veces de la misma manera. Pero fuera del discurso efectivo, el pronombre no es más que una forma vacía, que no puede adherirse ni a un objeto ni a un concepto. Recibe su realidad y su sustancia del discurso nada más. El pronombre personal no es la única forma de esta naturaleza. Algunos otros indicadores comparten la misma situación, en particular la serie de los deícticos. Al mostrar los objetos, los demostrativos ordenan el espacio a partir de un punto central, que es Ego. Entre las formas lingüísticas reveladoras de la experiencia humana subjetiva, ninguna es tan rica como las que expresan el tiempo. Hay en efecto, un tiempo específico de la lengua, pero antes de llegar a él hay que pasar por dos etapas y reconocer sucesivamente dos nociones distintas de tiempo:  Tiempo físico. Es un continuo uniforme, infinito, lineal y segmentable a voluntad. Tiene por correlato en el hombre una duración infinitamente variable que cada individuo mide de acuerdo con sus emociones y con el ritmo de su vida interior.  Tiempo crónico. Es el tiempo de los acontecimientos, que engloba asimismo nuestra propia vida en tanto que sucesión de aconteceres. En nuestra visión del mundo, así como en nuestra existencia personal, no hay más que un tiempo, éste. El tiempo crónico, fraguado en la historia, admite una consideración bidireccional, en tanto que nuestra vida vivida fluye en un solo sentido. En el tiempo crónico, lo que se llama “tiempo” es la continuidad donde se disponen en serie esos bloques distintos que son los acontecimientos. Ahora bien, trae consigo, al igual que el tiempo físico, una versión doble, objetiva y subjetiva. Este archivo fue descargado de https://filadd.com F I L A D D . C O M
  • 26. 25 El tiempo objetivizado (socializado) es el del calendario. Procede a partir de un momento axial que sirve de punto cero del cómputo: un acontecimiento tan importante que pasa por dar a las cosas un curso nuevo. Es la condición primera, llamada estativa. De ella se desprende la otra condición, que es directiva. Se enuncia mediante los términos opuestos “antes…/después…” con respecto al eje de referencia. A la tercera condición se la llama mensurativa. Se fija un repertorio de unidades de medida que sirva para nombrar los intervalos constantes entre las recurrencias de fenómenos cósmicos. Así son dados los días, meses, años y otras unidades resultantes por agrupamiento (semana, quincena, trimestre, etc.) o de división (hora, minuto, etc.) Son estos puntos de referencia los que dan la posición objetiva de los acontecimientos, y que así definen también nuestra situación con respecto a dichos acontecimientos. Llegamos así al tiempo lingüístico que singularmente está ligado al ejercicio de la palabra, se define y se ordena como función del discurso. Este tiempo tiene su centro —un centro generador y axial a la vez— en el presente de la instancia de la palabra. Cuanta vez un locutor emplea la forma gramatical de “presente”, sitúa al acontecimiento como contemporáneo de la instancia de discurso que lo menciona. El único tiempo inherente a la lengua es el presente axial del discurso, un presente implícito. La temporalidad lingüística debería realizarse en el universo intrapersonal del locutor como una experiencia irremediablemente subjetiva e imposible de transmitir. Esto es la condición de inteligibilidad del lenguaje; consiste en que la temporalidad del locutor, por mucho que sea literalmente ajena e inaccesible para el receptor, es identificada por éste con la temporalidad que informa a su propia palabra cuando se hace a su vez locutor. El tiempo del discurso funciona como un factor de intersubjetividad, lo cual, de unipersonal que debía ser, lo vuelve omnipersonal. La condición de intersubjetividad es la única que permite la comunicación lingüística. Las cosas designadas y ordenadas por el discurso (el locutor, su posición, su tiempo) no pueden ser identificadas más que para quienes intervienen en el intercambio lingüístico. En otras palabras, para volver inteligibles estas referencias intradiscursivas, hay que vincular cada una de ellas a un punto determinado en un conjunto de coordenadas espaciotemporales. Así se establece la juntura entre el tiempo lingüístico y el tiempo crónico. “El aparato formal de la enunciación” La enunciación es este poner a funcionar la lengua por un acto individual de apropiación. El discurso, que es producido cada vez que se habla, esa manifestación de la enunciación, es el habla. Pero nuestro objeto es la enunciación, es el acto mismo de producir un enunciado, y no el texto del enunciado. La relación entre el locutor y la lengua determina los caracteres lingüísticos de la enunciación. Este gran proceso puede ser estudiado de diversos modos. — El más inmediatamente perceptible y el más directo es la realización vocal de la lengua. — Otro modo es estudiando como el “sentido” se forma en “palabras” en el enunciado. Es la semantización de la lengua lo que ocupa el centro de este aspecto de la enunciación, y conduce a la teoría del signo y al análisis de la significancia. — Un último enfoque consistiría en definir la enunciación en el marco formal de su realización. En la enunciación consideramos sucesivamente el acto mismo, las situaciones donde se realiza, los instrumentos que la consuman. Este archivo fue descargado de https://filadd.com F I L A D D . C O M
  • 27. 26 El acto individual por el cual se utiliza la lengua introduce primero al locutor como parámetro en las condiciones necesarias para la enunciación. Antes de la enunciación, la lengua no es más que la posibilidad de la lengua. Después de la enunciación, la lengua se efectúa en una instancia de discurso, que emana de un locutor, forma sonora que espera un auditor y que suscita otra enunciación a cambio. En tanto que realización individual, la enunciación puede definirse, en relación con la lengua, como un proceso de apropiación. El locutor se apropia el aparato formal de la lengua y enuncia su posición de locutor mediante indicios específicos, por una parte, y por medio de procedimientos accesorios, por otra. Pero inmediatamente, en cuanto se declara locutor y asume la lengua, implanta al otro delante de él, cualquiera que sea el grado de presencia que atribuya a este otro. Toda enunciación es, explícita o implícita, una alocución, postula un alocutario. Finalmente, en la enunciación, la lengua se halla empleada en la expresión de cierta relación con el mundo. Para esta referencia aparece primero la emergencia de los indicios de persona (la relación yo-tú), que no se produce más que en la enunciación y por ella: el término yo denota al individuo que profiere la enunciación, el término tú, al individuo que está presente como alocutario. De igual naturaleza y atinentes a la misma estructura de enunciación son los numerosos indicios de ostensión (este, aquí, etc.), términos que implican un gesto que designa el objeto al mismo tiempo que es pronunciada la instancia del término. Las formas llamadas tradicionalmente “pronombres personales”, “demostrativos”, nos aparecen ahora como una clase de “individuos lingüísticos”, de formas que remiten siempre y solamente a “individuos”, trátese de personas, de momentos, de lugares, por oposición a los términos nominales que remiten siempre y solamente a conceptos. El estatuto de estos “individuos lingüísticos” procede del hecho de que nacen en una enunciación, de que son producidos por este acontecimiento individual y, si puede decirse, “semelnativo”. Son engendrados de nuevo cada vez que es proferida una enunciación, y cada vez designan de nuevo. Otra serie, tercera, de términos aferentes a la enunciación está constituida por el paradigma entero de las formas temporales, que se determinan por relación con el EGO, centro de la enunciación. Los “tiempos” verbales cuya forma axial, el “presente”, coincide con el momento de la enunciación, forman parte de este aparato necesario. Aparte de las fuerzas que gobierna, la enunciación da las condiciones necesarias para las grandes funciones sintácticas. No bien el enunciador se sirve de la lengua para influir de algún modo sobre el comportamiento del alocutario, dispone para ello de un aparato de funciones:  Interrogación: enunciación construida para suscitar una “respuesta”;  Intimación: órdenes, llamados, concebidos en categorías como el imperativo;  Aserción: apunta a comunicar una certidumbre. Lo que en general caracteriza a la enunciación es la acentuación de la relación discursiva al interlocutor, ya sea éste real o imaginado, individual o colectivo. Dos figuras en posición de interlocutores son alternativamente protagonistas de la enunciación. Este marco es dado necesariamente con la definición de la enunciación. Podría objetarse que puede haber diálogo fuera de la enunciación o enunciación sin diálogo. Pero, en la justa verbal practicada por diferentes pueblos, no se trata en realidad ni de diálogo ni de enunciación; y en los monólogos, pese a la apariencia, se plantea una variedad del diálogo que es interiorizada, en donde se formula un “lenguaje interior” entre un yo locutor y un tú que escucha. Este archivo fue descargado de https://filadd.com F I L A D D . C O M
  • 28. 27 PUNTO DE VISTA SOCIOLÓGICO Volóshinov, Valentín: “El signo ideológico y la filosofía del lenguaje” CAPÍTULO II - LENGUA, HABLA Y ENUNCIADO Comienza el texto nombrando las dos corrientes principales del pensamiento en la filosofía del lenguaje: - Subjetivismo Individualizante - Objetivismo Abstracto Desde un punto de vista verdaderamente objetivo, que se proponga ver la lengua independientemente de la forma en que se le presenta a un individuo determinado en un momento determinado, aquella aparece como una corriente incesante de transformación. La observación objetiva de una lengua no permite descubrir ningún momento en que pudiera construirse un sistema sincrónico. Un sistema sincrónico no corresponde a ningún momento real en el proceso histórico de transformación. Un sistema sincrónico existe solo desde el punto de vista de la consciencia subjetiva de un hablante individual que pertenece a un grupo lingüístico particular en un momento histórico particular. Desde un punto de vista objetivo, tal sistema no existe en ningún momento real de la historia. (Crítica a la división sincronía/diacronía en Saussure) La mayoría de los representantes del objetivismo abstracto se inclinan a afirmar la realidad no mediada, la objetividad no mediada de la lengua como sistema de formas normativamente idénticas. En el caso de estos representantes de la segunda corriente, el objetivismo abstracto se convierte directamente en una hipostatización (concretización) del objetivismo abstracto. La consciencia subjetiva del hablante no opera de ningún modo con la lengua como un sistema de formas normativamente idénticas. El hablante no valora aquel aspecto de la forma que es invariablemente idéntico en todas las circunstancias en que se usa, sea cual sea la naturaleza de estas circunstancias. Lo que al hablante/receptor le importa de la forma lingüística no es su carácter de signo estable y auto equivalente, sino su carácter de signo adaptable y siempre cambiante Debe distinguirse el proceso de comprensión del proceso de reconocimiento. Son totalmente distintos. Solamente puede comprenderse un signo. Se reconoce una señal. Una señal es un objeto singular, fijado internamente, que no aparece en lugar de otra cosa, ni refleja ni refracta nada, sino que es simplemente un medio técnico para indicar un objeto fijo y definido, o una acción también fija y definida. (Crítica al signo de Saussure) Si la forma lingüística no fuera más que una señal, reconocida como tal por el receptor, entonces no existiría para él como forma lingüística. Siendo así, el factor constituyente de la forma lingüística y del signo no es su autoidentidad como señal sino su variabilidad específica; y el factor constituyente de la comprensión de la forma lingüística no es el reconocimiento de “la misma cosa”, sino la comprensión en el exacto sentido de la palabra, es decir, orientación en el contexto particular, determinado, y en la situación particular, determinada, orientación en el proceso dinámico de transformación y no “orientación” en un estado inerte. El dominio real de una lengua es la absorción de la señalidad por pura semioticidad y del reconocimiento por pura comprensión. Una forma debe asimilarse no en su relación con el sistema abstracto de la lengua, como una forma idéntica a sí misma, sino en la estructura concreta del enunciado como un signo mutable y flexible. Este archivo fue descargado de https://filadd.com F I L A D D . C O M
  • 29. 28 La forma lingüística existe para el hablante solo en el contexto de enunciados específicos, existe, por consiguiente, solo en un contexto ideológico específico. Nunca decimos u oímos palabras, sino que decimos y oímos lo que es verdadero o falso, bueno o malo, importante o intrascendente, agradable o desagradable, etc. Las palabras siempre están llenas de contenido y de significado tomados de la conducta o de la ideología. – En el proceso de su instrumentación práctica, la lengua es inseparable de su contenido ideológico o conductal. – Si damos a esta separación abstracta el status de un principio, si reificamos la forma lingüística divorciada del contenido ideológico, terminamos tratando con una señal y no con un signo lingüístico. Entonces, el objetivismo abstracto trata un sistema de lengua que se obtiene por medio de la abstracción, que se compone de elementos extraídos por abstracción de las unidades reales que integran el flujo del habla, es decir, de los enunciados. Tal sistema no existe en la realidad. (Crítica a la división lengua/habla en Saussure) Cualquier enunciado – sin excluir la emisión escrita, terminada – responde a algo y se supone que ha de recibir respuesta a su vez. No es más que un eslabón en una cadena continua de actuaciones lingüísticas. El lingüista-filólogo separa el monumento de su dominio real y lo observa como si fuera una entidad aislada, independiente. No le dedica una comprensión ideológica activa sino un tipo de comprensión totalmente pasivo, sin la menor posibilidad de respuesta, propia de cualquier acto auténtico de comprensión. Todos los métodos y categorías de pensamiento lingüístico se originaron en este proceso de comparación y correlación de enunciados monologales aislados en el plano de la lengua. Lengua extraña, muerta, escrita: he aquí la verdadera descripción de la lengua que ha ocupado al pensamiento lingüístico. La lengua como sistema de formas normativamente idénticas es una abstracción justificable solo desde el punto de vista del desciframiento y la enseñanza de una lengua muerta extranjera. Este sistema no puede servir de base para la comprensión y la explicación de los hechos lingüísticos tal como realmente existen y se producen. Por el contrario, este sistema nos aparta de la viva realidad dinámica de la lengua y sus funciones sociales, a pesar de que los adherentes al objetivismo atribuyen valor sociológico a su punto de vista. La teoría del objetivismo abstracto se sustenta en presuposiciones de una concepción racionalista y mecanicista del mundo. Estas presuposiciones son menos capaces de proveer las bases para una comprensión correcta de la historia. – La lengua, en definitiva, es un fenómeno puramente histórico – La verdad entonces no se va a encontrar en ninguna de las corrientes de pensamiento mencionadas del lenguaje o entre medio de ellas, y no se trata de un compromiso entre tesis y antítesis, sino que está por encima y más allá de ellas, constituye una síntesis dialéctica. El Objetivismo Abstracto, al tomar el sistema de lengua y considerarlo como lo esencial de los fenómenos lingüísticos, desechó el acto de habla como algo individual. El Subjetivismo Individualista tomó esencialmente al acto de habla, el enunciado, pero también lo definió como algo individual y por lo tanto trata de explicarlo en función de la vida psíquica individual del hablante. En realidad, el acto de habla o, más exactamente, su producto, el enunciado, no puede en ninguna circunstancia ser considerado un fenómeno individual en el exacto sentido de la palabra y no puede explicarse en función de las condiciones psicológicas o psicofisiológicas individuales del hablante. El enunciado es un fenómeno social. Este archivo fue descargado de https://filadd.com F I L A D D . C O M
  • 30. 29 Bajtín, Mijaíl: “Estética de la creación verbal” EL PROBLEMA DE LOS GÉNEROS DISCURSIVOS Las diversas esferas de la actividad humana están todas relacionadas con el uso de la lengua. Ese uso se lleva a cabo en forma de enunciados (orales o escritos) concretos y singulares que pertenecen a los participantes de una u otra esfera de la praxis humana. Estos enunciados reflejan las condiciones específicas y el objeto de cada una de las esferas no sólo por su contenido (temático) y por su estilo verbal, o sea por la selección de los recursos léxicos, fraseológicos y gramaticales de la lengua, sino, ante todo, por su composición o estructuración. Cada enunciado separado es, por supuesto, individual, pero cada esfera del uso de la lengua elabora sus tipos relativamente estables de enunciados, a los que denominamos Géneros Discursivos. Podemos definirlos como conjuntos de enunciados relativamente estables que comparten tema, estilo y estructura. Podemos clasificar los géneros principalmente por la cultura específica que se requiere para acceder a ellos, así quedan divididos en: - Géneros Primarios: simples, en relación inmediata con la realidad. Ej: diálogos cotidianos. - Géneros Secundarios: complejos, surgen en condiciones de la comunicación cultural relativamente más desarrollada y organizada. Son las novelas, dramas, investigaciones científicas, etc. Podemos afirmar que el lenguaje participa en la vida a través de los enunciados concretos que lo realizan, así como la vida participa del lenguaje a través de los enunciados. Todo enunciado, oral o escrito, primario o secundario, en cualquier esfera de la comunicación discursiva, es individual y por lo tanto puede reflejar la individualidad del hablante (o del escritor), es decir, puede poseer un estilo individual. No todos los géneros se prestan a absorber un estilo individual. Los más productivos en este sentido son los géneros literarios; y los menos favorecedores son los géneros que requieren formas estandarizadas, por ejemplo, en muchos tipos documentos oficiales, en las órdenes militares, en las señales verbales, en el trabajo, etc. En realidad los estilos lingüísticos o funcionales no son sino estilos genéricos de determinadas esferas de la actividad y comunicación humana. En cualquier esfera existen y se aplican sus propios géneros, que responden a las condiciones específicas de cada esfera dada. ------------------------------------------------ o -------------------------------------------------------------- El estudio del enunciado como la unidad real de la comunicación discursiva permitirá comprender de una manera más correcta la naturaleza de las unidades de la lengua (como sistema), que son la palabra y la oración. La lingüística del S XIX sin negar la función comunicativa de la lengua, la dejaba de lado como algo accesorio; en el primer plano estaba la función de la generación del pensamiento independientemente de la comunicación. Otros investigadores luego redujeron la esencia de la lengua a la expresión del mundo individual del hablante. El lenguaje se deduce, así, de la necesidad del hombre de expresarse y objetivarse a sí mismo. Planteaban un hablante que hablase solo sin una forzosa relación con otros participantes de la comunicación discursiva. Si el papel del otro se ha tomado en cuenta, ha sido únicamente en función de ser un oyente pasivo a quien tan sólo se le asigna el papel de comprender al hablante. Este archivo fue descargado de https://filadd.com F I L A D D . C O M