Tras el regreso a clases presenciales, se han reportado diversos incidentes de violencia entre estudiantes en colegios de La Serena, Chile. Expertos atribuyen esto a las consecuencias del encierro durante la pandemia en la salud emocional y psicológica de los estudiantes. Las autoridades educativas han implementado planes de apoyo socioemocional y modificaciones a los instrumentos de gestión de la convivencia escolar para abordar esta situación.
Diapositivas unidad de trabajo 7 sobre Coloración temporal y semipermanente
VOCES EN EL DISCURSO - TEXTO 1.pdf
1. ¿Aumentó la violencia? Preocupan riñas en
colegios tras retorno a clases presenciales
Diversos incidentes entre escolares han puesto
en alerta a comunidades educativas y docentes,
que piden una plan de acción con
acompañamiento psicológico para estudiantes.
Desde la Corporación Municipal Gabriel
González Videla y el Servicio Local de Educación
detallan estrategias.
La semana pasada preocupó una violenta pelea
entre un grupo de estudiantes de un colegio de
La Serena, viralizada a través de redes sociales.
El caso no es el único, ya que hechos similares
se repitieron en varias partes del país, en el inicio
de las clases cien por ciento presenciales tras
más de dos años de restricciones a causa de la
pandemia.
También a nivel local, una vez conocido lo
ocurrido en la capital regional, decenas de
personas manifestaron en los comentarios del
fanpage de El Día que los conflictos entre
alumnos se han hecho constantes y las peleas
una tónica desde el reinicio de las clases.
En este punto, expertos han apuntado a las
consecuencias del encierro producto de la
pandemia, que afectó a estudiantes a nivel
emocional y psicológico, por lo que el retorno
significa un proceso complejo de volver a
socializar para muchos de ellos.
En el Colegio de Profesores concuerdan con
esta visión. Mario Sánchez, presidente regional
del Magisterio, comentó que el estrés de la crisis
se ha dejado ver en los estudiantes, ante el
nuevo escenario que significa el regreso masivo
a las clases.
“Sin duda, el haber estado dos años encerrados,
en lo que significa la pandemia, que aún no
acaba, lleva a que todas estas situaciones de
emocionalidad contenida estallen de diferentes
maneras”, dijo el docente.
El dirigente gremial criticó que no se hiciera un
ingreso “paso a paso, con procesos y con
tiempos como se hizo el año pasado, que pudo ir
regulando aquello”. Sin embargo, consciente de
que la realidad es la vuelta 100% presencial,
apuntó a la necesidad de “un plan de contención,
de manejo de emociones”.
“Yo sé que los colegios tienen sus reglamentos,
están los manuales de convivencia interna y todo
aquello, pero no se pueden manejar todas estas
situaciones”, indicó.
¿Cuáles son las medidas en La Serena,
Coquimbo y Andacollo?
En conversación con El Día, Alberto Galleguillos,
encargado de convivencia escolar de Puerto
Cordillera, indicó que el Servicio Local de
Educación Pública (SLEP) venía trabajando en
esta línea desde fines del año pasado. En ese
sentido, detalló que se entregaron orientaciones
a los colegios de Andacollo y Coquimbo,
“entendiendo que se iban a presentar en los
estudiantes, fenómenos propios de haber estado
mucho tiempo en sus casas, sin mucho contacto
social”.
“Les pedimos que construyeran planes de
gestión de convivencia, focalizados sobre todo
en el proceso de apoyo a los estudiantes en
términos de la adaptación, de reconocerse como
seres sociales dentro de un establecimiento
educacional y dentro de la vida cotidiana”,
profundizó.
En la misma línea, agrega que se realizan
cambios a los instrumentos de gestión de la
convivencia escolar y en reglamento interno.
“Hay situaciones que se pueden dar igual, eso
es propio de lo humano, lo importante es estar
preparados desde el punto de vista de la
prevención y de la reacción”, complementó.
Galleguillos comenta que si bien no se han
producido hechos graves, si ha habido incidentes
menores que describe como “situaciones propias
de una tensión de haber estado dos años
encerrados, que han tenido que ser manejadas.
Es parte de la normalidad, en algún momento se
iba a presentar”.
El secretario general de la Corporación Gabriel
González Videla, Ernesto Velasco, indicó que
junto al Departamento de Educación se diseñó
un “Plan de bienestar socioemocional especial
COVID-19” para los establecimientos
educacionales municipales de La Serena, que
busca acompañar y propiciar espacios sobre el
diálogo y escucha para el reconocimiento y
contención emocional de las comunidades
educativas.
Dentro de las acciones que el plan considera
para brindar en los acompañamientos dirigidos
a los equipos de los establecimientos
educacionales, se encuentran: Entrega de
herramientas para realizar primeros auxilios
psicológicos en caso de requerirse; estrategias
para el desarrollo de habilidades para afrontar
situaciones de malestar emocional y material de
apoyo con actividades prácticas para trabajar
con los y las estudiantes, detallaron desde la
CGGV.
2. Salud mental de estudiantes universitarios:
¿qué pueden hacer las universidades?
"Una mejor salud mental tiene un impacto
significativo en el rendimiento y productividad
de los estudiantes", señalan las psiquiatras Vania
Martínez y Graciela Rojas, y el psicólogo Álvaro
Jiménez, todos ellos investigadores del Núcleo
Milenio para Mejorar la Salud Mental de
Adolescentes y Jóvenes, Imhay, de la U. de Chile.
“En la semana nos revientan con controles. El fin
de semana nos reventamos en los carretes”. Así
caracteriza un estudiante los vaivenes de la salud
mental universitaria.
Los datos muestran que esa etapa aparecen o se
agudizan muchos problemas de salud mental. En
consecuencia, algunas federaciones
estudiantiles han reclamado un aumento de
psicólogos y psiquiatras en las unidades de
bienestar estudiantil. Hay que tener en cuenta,
sin embargo, que las universidades son
comunidades académicas, no instituciones
sanitarias. Aun cuando mejore sustancialmente
la oferta asistencial, difícilmente las
universidades podrán disminuir las tasas de
prevalencia o sustituir la atención que ofrecen
los servicios de salud especializados. Por lo tanto,
en lugar de intentar remplazar los servicios
existentes, resulta más eficaz mejorar los
vínculos y la comunicación entre las
universidades y los servicios locales, de manera
de facilitar la derivación de los casos de mayor
complejidad.
Muchos estudiantes que presentan problemas
de salud mental son reacios a divulgarlos y a
solicitar ayuda. Una de las razones de ese silencio
es el temor a la posible discriminación que
pueden sufrir en sus vidas universitarias. Pese a
que amplios sectores de la población cargan con
estos problemas, aún persiste la idea de que se
trata de exageraciones que se podrían resolver
con carácter y disciplina, como lo expresó
recientemente el Presidente de la República:
“Hoy a los niños los mandan al psicólogo, les dan
todo tipo de medicamentos… sobre
diagnosticados. En mis tiempos, oiga, una patada
en el traste y era el mejor y santo remedio. Y,
además, gratis”.
En un contexto cultural donde muchas personas
piensan de este modo, es necesario comenzar
por la puesta en marcha de campañas de
sensibilización y actividades que reduzcan el
estigma asociado a los problemas de salud
mental. Y ello, porque estos prejuicios
contribuyen a reforzar las barreras en la
búsqueda de ayuda y en el uso de los servicios de
salud estudiantiles.
Otro aspecto en el que pueden avanzar las
instituciones de educación superior es en el
desarrollo de sistemas de detección temprana
de casos críticos. Se lleva a cabo mediante un
monitoreo automatizado del rendimiento
académico, así como fortaleciendo los
programas de asesoramiento y apoyo para los
estudiantes, como lo están haciendo algunas
facultades en la Universidad de Chile.
Respecto a la detección temprana, es posible
poner a disposición del personal universitario
(académicos, tutores, personal de seguridad)
información pertinente en materia de
identificación de signos iniciales de problemas de
salud mental y detección de conductas de riesgo.
Cuando los estudiantes se retiran o son
suspendidos de los cursos, como resultado de
dificultades de salud mental, se deben hacer
todos los esfuerzos para ayudarlos tanto en su
transición fuera de la institución como en la
reanudación de sus estudios. Es posible
desarrollar sistemas de apoyo adicionales para
las personas con dificultades de salud mental
mediante programas de mentores o apoyo de
pares, lo cual ha demostrado ser efectivo en la
reducción de síntomas ansiosos y depresivos.
La literatura científica internacional describe
distintos programas que han demostrado ser
efectivos para reducir el estrés, los síntomas
ansioso-depresivos y las dificultades
interpersonales [ver estudio]. Estos programas
intervienen en distintos niveles: promoción de la
salud y la prevención universal (programas que
apuntan a crear entornos que propicien
comportamientos y estilos de vida saludables,
como hábitos de alimentación o higiene del
sueño), detección temprana de síntomas,
intervenciones para prevenir el uso
problemático de alcohol y drogas, e
intervenciones focalizadas en grupos de riesgo o
en personas que presentan problemas
subclínicos.
Entre los programas disponibles, además de las
intervenciones presenciales o cara a cara
(técnicas de relajación, manejo del estrés,
entrenamiento de habilidades socio-
emocionales, mejora de la autopercepción,
psicoterapia, mindfulness), existen cada vez más
intervenciones basadas en tecnología digital
(plataformas web o apps que permiten realizar
autoevaluaciones y apoyar el trabajo presencial
con profesionales de la salud) [ver estudio], un
lenguaje indispensable para relacionarse con los
jóvenes de hoy.
Las actividades de promoción y prevención en
salud mental deben ir más allá del diagnóstico,
pero también más allá de la salud mental.
Además de fomentar actividades deportivas y
3. espacios de sociabilidad que acompañen las
tareas habituales de los estudiantes, es
importante implementar “currículos
saludables”, logrando una coherencia entre los
créditos de los cursos y la carga real que estos
tienen.
La experiencia internacional muestra que para
lograr efectos sistémicos y sustentables en el
tiempo, las estrategias clásicas centradas en el
desarrollo de habilidades personales deben
combinarse con medidas que impacten sobre el
entorno universitario en sus aspectos materiales
(entorno construido), organizacionales y
académicos. Esto incluye, por ejemplo, cambios
en el diseño curricular en términos de carga de
trabajo, organización de cursos, sistema de
enseñanza y estrategias de evaluación [ver
estudio].
De hecho, las intervenciones de promoción de la
salud que muestran mayor impacto se
relacionan con estrategias en el aula y plan de
estudios. Esto incluye la integración de temas de
salud y bienestar en los programas académicos
con el objetivo de cambiar actitudes y
comportamientos o la diversificación de técnicas
pedagógicas (aprendizaje basado en problemas,
estudio de casos, simulación de escenarios) [ver
estudio]. Asimismo, los programas de nivelación
académica que ya implementan algunas
universidades con sus estudiantes que ingresan
mediante cupos de equidad deben continuar y
ser reforzados.
Por cierto, estos cambios no se asocian
necesariamente a una disminución de los niveles
de rendimiento y excelencia académica. Todo lo
contrario, una mejor salud mental tiene un
impacto significativo en el rendimiento y
productividad de los estudiantes.
Nuestras universidades deben avanzar en el
diseño de intervenciones adaptadas a la realidad
local. En ello puede contribuir la evidencia ya
generada por investigadores nacionales, pero
también es crucial la colaboración de las
federaciones de estudiantes. Estas
intervenciones deben ser diseñadas según un
modelo multinivel de promoción, prevención,
detección e intervención. En los casos más
severos la oferta de tratamiento debe ser
escalonada (organizada por nivel de gravedad) y
en coordinación con los equipos de salud
general.
Las universidades tienen el desafío y la
oportunidad de implementar programas que
permitan compatibilizar la formación académica
con el bienestar de sus estudiantes. En el actual
periodo de inducción a los nuevos alumnos, es
posible avanzar en la identificación de las
personas en alto riesgo de presentar trastornos
mentales para ofrecerles respuestas oportunas
al comienzo de sus carreras, así como entregar
información sobre los centros de apoyo y
acompañamiento institucionales.
Los problemas de salud mental son complejos y
multi-causales. Necesitamos la imaginación y
compromiso de todas las comunidades
universitarias para ofrecer soluciones
sustentables.