2. Vamos a meditar en la Pasión de Cristo de una forma diferente,
pensando no tanto en el dolor físico, en los golpes y torturas, sino
en ese otro dolor menos vistoso, causado por la decepción del
Señor ante tantos amigos y conocidos suyos de quienes que El
esperaba, en su mayor soledad, mucho más amor.
Preguntémonos si en algo me parezco yo, hoy por hoy, a aquellos
que formaron parte del aquél drama. Recordando aquellas
decepciones del corazón de Cristo tal vez me encuentre
identificado con alguna de ellas y acabe escuchando en lo más
profundo de mi corazón una voz que me dice: “Vuela más alto, no
tengas miedo de vivir amando más”.
Pasaje del evangelio: Todavía estaba hablando cuando de pronto
se presenta Judas, uno de los doce, acompañado de un grupo con
espadas y palos. Jesús les dijo: ¿Cómo contra un salteador habéis
salido a prenderme con espadas y palos? En ese momento, todos
le abandonaron y huyeron (Cfr. Mc 14, 43-52).
Reflexión: La primera decepción de Jesús fue la que sufrió al ver
que sus mejores amigos lo abandonaran, aquellos que lo habían
seguido durante tres años. Tal vez pecaron de egocentrismo,
vivieron junto a Cristo preguntándose “¿Qué nos va a tocar?” (Mt
19,27). Y por ello, llegado el momento de la prueba “Todos lo
abandonaron y huyeron”. Aquí pregúntate: ¿Hay signos de
egocentrismo en mi vida? ¿Sigo a Jesús cuando me conviene, por
lo que recibo de Él, o por ser Él quien es? ¿Cuándo fue la última
vez que hice algo por El o por los demás sin pensar en mi propio
beneficio?
Oración: Señor, no dejes que te siga de una forma egoísta.
Enséñame a seguirte y a servir a los demás sin buscar nada para mí.
Jesús es abandonado
por sus amigos
REFLEXIÓN INICIAL
Primera estación:
3. Pasaje del evangelio: Judas se acercó a Jesús para darle un beso.
Jesús le dijo: ¿Judas, con un beso entregas al hijo del hombre?
(Lc 22,47).
Reflexión: La segunda decepción de Cristo fue la de Judas. Tal
vez el problema de Judas fue su falta de fe. No acepto que las
cosas fueran diferentes a como él las había planeado, el esperaba
un triunfo militar, un Rey temporal, pero Cristo no respondió a sus
expectativas. A veces nos creemos muy lejos de la figura de
Judas, pero no estamos tan lejos. Aquí pregúntate ¿Cuántas
veces Dios te te alejas de Dios y lo vendes por no acoplarse El a
tus planes personales? ¿Cuántas veces por tu falta de fe quieres
que Dios se adapte a ti, a tu modo de hacer las cosas, en lugar de
adaptarte tú a Él?
Oración: Señor, no dejes que me enoje cuando las cosas no salen
como yo quiero y me frustro por querer que Tú te adaptes a mis
planes, en lugar de abandonarme yo a los tuyos.
Jesús es vendido por Judas
Segunda estación:
Pasaje del evangelio: Entonces el Sumo sacerdote rasgó sus vestidos
y dijo: Ha blasfemado, ¿qué necesidad tenemos ya de testigos?
¿Qué os parece? Respondieron diciendo: es reo de muerte
(Cfr. Mt 26 65-68).
Reflexión: La tercera decepción de Jesús fue la de los sacerdotes de
aquella época, los líderes religiosos, los primeros que se supone
tenían que llevar a la gente a Jesús. Tal vez pecaron de hipocresía.
¿Qué es la hipocresía? Es vivir de apariencias, de la imagen, de
aparentar lo que en realidad no somos, de construir una marca
personal falsa. Por eso Jesús dijo de ellos: “Hagan todo lo que les
dicen, pero no hagan lo que ellos hacen, porque ellos no hacen lo
que dicen”. Aquí pregúntate: ¿En qué te pareces a esos hombres,
que por fuera aparentan una realidad, pero por dentro traicionan el
amor de Dios en sus corazones? ¿Hay doblez en tu vida? ¿Tienes
alguna máscara puesta que te hace ser de un modo por fuera y de
otro hacia dentro?
Oración: Señor, ayúdeme a ser un joven auténtico, transparente, a
quitarme las máscaras que me dividen interiormente y que no me
dejan ser yo mismo. Ayúdame a sacudirme cualquier forma de
hipocresía en mi vida.
Jesús es condenado
por el sanedrín
Tercera estación:
4. Pasaje del evangelio: Pedro, entretanto, estaba sentado fuera en
el patio y una criada se acercó y le dijo: También tú estabas con
Jesús el galileo. Pero él lo negó con juramento diciendo: Yo no
conozco a ese hombre (Cfr. Mt 26, 69-72).
Reflexión: La cuarta decepción de Jesús fue la de su mejor amigo.
Tal vez el problema de Pedro fue la presunción, el creerse más de
lo que era o mejor que sus compañeros. No por nada dijo:
“Aunque todos te nieguen, yo nunca te negare” (Mt 26,35). La
presunción nos hace vivir en la mentira y nos lleva a juzgar y
creernos mejores que los demás. Aquí pregúntate: ¿Hay
presunción en tu vida? ¿Eres fácil para juzgar a los demás o ser
duro con ellos, siendo al mismo tiempo muy indulgente contigo
mismo?
Oración: Señor, tu me me dijiste “saca primero la viga de tu ojo y
podrás ver para sacar la pajita en el ojo de tu hermano, enséñame
a ser más exigente conmigo mismo y más comprensivo e
indulgente con los demás.
Jesús es negado por su
mejor amigo, Pedro
Cuarta estación:
Pasaje del evangelio: Entonces Pilatos, viendo que nada
adelantaba, sino que más bien se promovía tumulto, tomó agua y
se lavó las manos diciendo: Soy inocente de la sangre de este
justo (Mt 26,24).
Reflexión: La quinta decepción de Jesús, fue la del poder
político, representado por Pilatos, el hombre que se supone que
tenía que hacer justicia. Tal vez Pilatos peco de vanagloria. Esto
sucede cuando un hombre busca el honor, el buen nombre y la
gloria de los hombres y del dinero o del poder, antes que la de
Dios. Aquí pregúntate: ¿Cuántas veces optas por la gloria de los
hombres, por lo que el mundo te puede ofrecer, antes que por la
gloria de Dios y sus promesas? ¿Alguna vez de ha dado
vergüenza dar un testimonio público de tu fe en Jesús de
Nazaret?
Oración: Señor, no dejes que me avergüence nunca de ti, que
prefiera la gloria de los hombres a la tuya, que esté dispuesto
incluso a que se rían de mí por serte fiel a ti.
Jesús es entregado
por Pilatos
Quinta estación:
5. Pasaje del evangelio: Entonces los soldados del procurador
llevaron consigo a Jesús. Le desnudaron, le echaron encima un
manto de purpura y trenzando una corona de espinas se la
pusieron en la cabeza, y le escupían y le daban bofetadas
(Cfr. Mt 27,27-31).
Reflexión: La sexta decepción de Jesús fue la burla de aquellos
hombres, sus verdugos, que representan de algún modo a todos
aquellos que no reciben más que favores de parte de Dios, y
responden con la burla y la indiferencia. Tal vez estos hombres,
que nos representan a todos, pecaron de ingratitud. ¿Cuándo fue
la última vez que te acercaste a Dios para agradecerle y alabarle
en lugar de para pedirle cosas?
Oración: Señor, esos golpes y salivazos representan mi ingratitud
y falta de correspondencia a todo lo que recibo de ti. No permitas
que sea indiferente. Ayúdame a quererte por los que no lo hacer.
Jesús es humillado
por los soldados
Sexta estación:
Pasaje del evangelio: Pilatos presentó Jesús al pueblo y le dijo:
Nada ha hecho que merezca la muerte, así que le daré un
escarmiento y lo soltaré. Pero ellos gritaban: ¡Crucifícale,
crucifícale! (Cfr. Lc 23, 20-24).
Reflexión: La séptima decepción de Jesús fue su propio pueblo,
los judíos, su pueblo, esa misma gente que Jesús había curado,
sanado, escuchado, perdonada, liberado… pero el problema de
ellos fue que tuvieron miedo de reconocer a la luz, lo que Jesús
había hecho por ellos en el silencio, en la obscuridad. Aquí
pregúntate: ¿Has tenido miedo alguna vez de hablar con tus
amigos de lo que Jesús ha hecho contigo, de cómo te ha
perdonado y bendecido tantas veces? ¿Cuándo fue la última vez
que tuviste el valor de compartir o de hablar de Jesucristo ante un
grupo de amigos?
Oración: Señor, que nunca tenga miedo de dar testimonio ante
los demás, ante mis amigos, de lo que tú eres para mí, de lo que
has hecho y sigues haciendo conmigo.
Jesús es traicionado
por su pueblo
Séptima estación:
6. Pasaje del evangelio: Al salir encontraron a un hombre de Carene
llamado Simón, y le obligaron a llevar su cruz (Mt 27,32).
Reflexión: Y de repente, a mitad del camino, Jesús sintió una
mano amiga. Como cualquiera de nosotros, cuando nos sentimos
mas solos, más perdidos, más inseguros, es cuando más
agradecemos un gesto de cariño, una llamada de teléfono, un
detalle o un gesto de aprecio, de interés, por más pequeño que
sea. Tal vez aquí podemos pensar en la gente que tenemos más
cerca, empezando por nuestros padres, nuestra propia familia.
¿Cuándo fue la última vez que tuve un gesto de cariño con mis
padres o con mis hermanos?
Oración: Señor, ayúdame a entender que no hay que esperar
grandes oportunidades para dejar de pensar tanto en mí mismo,
y buscar un gesto de aprecio, de interés y de cariño con aquellos
que están más cerca de mí.
Jesús siente una mano
amiga, la del Cirineo
Octava estación:
Pasaje del evangelio: Llegados a lugar del Calvario le crucificaron allí
a él y a los malhechores. Jesús decía: Padre, perdónalos porque no
saben lo que hacen (Cfr. Lc 23, 33-34).
Reflexión: La novena decepción fue la de Jesús ante sus asesinos. Le
costó entender ese odio tan inexplicable, esa fuerza incluso diabólica
con la que disfrutaron ese momento, provocándole un dolor tan
terrible, aunque Él no les hubiera hecho daño alguno. Al Señor le
cuesta entender por qué nos hacemos daños mutuamente, nos
herimos, nos crucificamos unos a otros con la crítica o el desprecio.
Pero nos deja una gran lección: el perdón.
Oración: Señor, dame la fuerza para poner en tus manos el juicio de
las personas que me hacen daño y hacer yo aquellos que me
corresponde siguiendo tu ejemplo: perdonar.
Jesús es crucificado
Novena estación:
7. Pasaje del evangelio: Uno de los malhechores colgados le dijo:
Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu Reino. Jesús le dijo:
Te lo aseguro, hoy mismo estarás conmigo en el paraíso
(Cfr. Lc 23, 39-43).
Reflexión: Y en medio de la mas profunda soledad y sufrimiento,
Jesús recibe un segundo consuelo: Poder perdonar a alguien. A
veces se nos olvida que hay más alegría en el cielo por un solo
pecador que se convierte, que por noventa y nueve justos que no
tienen necesidad de conversión. Tal vez te da pena acercarte a la
confesión o piensas que el Señor te va a regañar, que está
decepcionado contigo. ¡Al revés! Es la mayor alegría que le
puedes dar: dejar que te perdone y te levante.
Oración: Señor, no me dejes dudar de tu amor y olvidar que
acercarme a ti en el sacramento de la confesión para dejar que tu
me restaures, me sanes y me ilumines, es la mayor alegría que
puedo darte.
Jesús rescata al
buen ladrón
Décima estación:
Pasaje del evangelio: Jesús, viendo a su madre y junto a ella al
discípulo a quien amaba, dice al discípulo: Ahí tienes a tu madre
(Jn 19,27).
Reflexión: Quedaba una última consolación para Jesús en medio
de tanto dolor: el poder regalarnos a la Virgen María. ¿Hay
alguno de nosotros que no necesite esa caricia de una mamá? Y
allí esta ella, siempre humilde, callada, servicial, dulce. Esperando
que nos acerquemos a ella para pedirle ayuda y consejo. ¿Cómo
está tu relación con María? ¿Hablas con ella para contarle como a
una madre todo aquello que te confunde y te quiere aplastar?
Acércate con la sencillez de un niño y verás cómo te escuchará y
presentará a Jesús todo lo que traes en el corazón.
Oración: Jesús, perdóname por no estar más cerca de María. Se
me olvida que es mi madre y que tu la has querido cerca de mi
vida para cuidarme y protegerme.
Jesús nos regala
a la Virgen María
Decimoprimera estación:
8. Pasaje del evangelio: Alrededor de la hora nona gritó Jesús con
fuerte voz: ¡Dios mío, Dios mío! ¿por qué me has abandonado? Y
ando un fuerte grito, exhaló el espíritu (Cfr. Mt 27, 45-50).
Reflexión: Le quedaba al Señor una última decepción, las más
dolorosa, las más inesperada… sufrir y experimentar el abandono
y la indiferencia de su propio Padre. ¡Qué duro! ¿Sabes por qué
sucedió esto? Para que no haya ninguna forma de dolor en tu
vida que el mismo Jesús no haya experimentado en su propia
carne. ¿Cuántas veces has sentido en tu vida que a Dios no le
importas, que te ha abandonado, que está demasiado ocupado
para prestarte atención o preocuparse por tus problemas? El
mismo Jesús experimentó esa forma de oscuridad para que
nunca te sientas solo.
Oración: Señor, cuando de repente tenga la tentación de decirte:
¡Es que tu no sabes por lo que estoy pasando, no puedes
entenderme! Ayúdame a recordar ese momento de tu vida.
Jesús muere en la cruz
Decimosegunda estación:
Pasaje del evangelio: Pilatos presentó Jesús al pueblo y le dijo:
Nada ha hecho que merezca la muerte, así que le daré un
escarmiento y lo soltaré. Pero ellos gritaban: ¡Crucifícale,
crucifícale! (Cfr. Lc 23, 20-24).
Reflexión: La séptima decepción de Jesús fue su propio pueblo,
los judíos, su pueblo, esa misma gente que Jesús había curado,
sanado, escuchado, perdonada, liberado… pero el problema de
ellos fue que tuvieron miedo de reconocer a la luz, lo que Jesús
había hecho por ellos en el silencio, en la obscuridad. Aquí
pregúntate: ¿Has tenido miedo alguna vez de hablar con tus
amigos de lo que Jesús ha hecho contigo, de cómo te ha
perdonado y bendecido tantas veces? ¿Cuándo fue la última vez
que tuviste el valor de compartir o de hablar de Jesucristo ante un
grupo de amigos?
Oración: Señor, que nunca tenga miedo de dar testimonio ante
los demás, ante mis amigos, de lo que tú eres para mí, de lo que
has hecho y sigues haciendo conmigo.
Jesús es enterrado
Decimotercera estación:
9. Pasaje del evangelio: De repente se presentaron dos hombres
vestidos de blanco que les dijeron ¿Por qué buscan entre los
muertos al que está vivo? No está aquí, ¡ha resucitado!
(Cfr. Lc 24, 5).
Reflexión: El Señor siempre cumple su promesa. No lo suele
hacer ni como a nosotros nos gustaría, ni cuando nosotros
queremos, pero siempre cumple. Y cumple superando con creces
nuestras expectativas por sus caminos no son los nuestros. Por
eso, lo que más le duele al Señor muchas veces es nuestra falta
de confianza en el. ¿Cómo está tu confianza en Dios? ¿Sigues
pensando que el mundo se mueve sin sentido hacia su propia
destrucción? O vives con la paz de saber que tu vida y la de todos
aquellos a quienes amas están totalmente en manos del Señor.
Oración: Señor, no dejes que la oscuridad y el poder del mal me
hagan desconfiar de tu amor y la forma tan misteriosa con la que
guías la humanidad hacia la alegría infinita del cielo.
Jesús cumple su
promesa y resucita
Decimocuarta estación:
Hemos acompañado al corazón de un Jesús que ha sido
abandonado, vendido, condenado, entregado, humillado,
traicionado… por actitudes como el egoísmo, la falta de fe, la
hipocresía, presunción, vanagloria, ingratitud, el miedo y la
cobardía. A lo mejor me he visto reflejado en alguna de esas
actitudes en este momento de mi vida. No podemos atacar todos
los frentes, pero sí elegir una de esas batallas y hacer un
compromiso con Dios y conmigo mismo.
María, madre de Jesús y Madre mía, ayúdame a corresponder mejor
a todo lo que Jesús ha hecho por mí. Amén.
J.M.L.C.
REFLEXIÓN FINAL