Generalmente, los antifúngicos como la natamicina son añadidos para prolongar la vida útil de alimentos. Debido al hecho que los microorganismos tienen tendencia a desarrollar una resistencia a los antifúngicos cuando permanecen en contacto, el efecto de dichos antifúngicos puede reducirse lentamente. En consecuencia, es preciso el control de la velocidad de liberación de los mismos para contar con una ventaja adicional sobre los microorganismos.