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PROCESOS DE CREACIÓN COREOGRÁFICA
‚Entre discursos, declaraciones y experiencias‛
Conferencia a cargo de Juliana Congote, Candidata a Magíster en Historia del Arte de la Facultad de
Artes de la Universidad de Antioquia. Es Licenciada en Educación Básica en Danza de la Universidad de
Antioquia. se desempeña como Consultora de Danza de la Secretaría de Cultura Ciudadana de la
Alcaldía de Medellín. Ha sido becaria de la Secretaría de Cultura Ciudadana de la Alcaldía de Medellín y
del Ministerio de Cultura. En el marco del 1er Seminario Nacional de Danza, ‚La Dirección Artística
como herramienta fundamental para la producción de alto nivel en Artes Escénicas‛
Medellín 5,6 y 7 de junio de 2013.
A modo de introducción
Cuando se habla de creación en la danza, generalmente se piensa en la coreografía. La
materialización de las ideas en el escenario dancístico ha sido asociada con la organización de
diferentes componentes que, en conjunto y a partir de un discurso intencional, nacen de la
necesidad de crear un lenguaje de movimiento. No obstante, el desarrollo de la danza en
épocas recientes ha evidenciado expansiones de los medios compositivos que permiten
considerar las producciones coreográficas, incluso, por fuera de la materialización de la obra,
en el sentido tradicional del espectáculo. Dichas expansiones han exigido una revaloración de
la mirada estética hacia la danza, debido a la dificultad de explicar, bajo teorías tradicionales,
acciones que no encajan dentro de modelos compositivos que conciben la coreografía bajo
formatos ya establecido.
Por estas razones, la necesidad de comprender los discursos coreográficos conduce a evaluar
la pertinencia de considerar exclusivamente el producto (pieza u obra) como la única evidencia
del acto de crear en la danza. Quizás, el llamado de las tendencias contemporáneas invite a
abrir el marco de análisis y considerar un escenario de creación en el cual confluyen, además
de la posibilidad de existencia de una coreografía, múltiples formas de dar vida a la creación
dancística.
Pensar en procesos, y no solamente en productos, conduce a caminos que valoren el acto
creativo y apuesten por una reflexión que indague el valor artístico-estético de la producción
dancística; en consecuencia, se trata de una reflexión llamada a encontrar el lugar del
coreógrafo como creador y artista, y no sólo como ejecutor de formas de movimiento. Bajo
esta mirada, la creación en danza, entonces, requiere ser vista desde sus mismos procesos de
gestación. Las preguntas por quiénes crean (los creadores), cómo crean (el proceso) y qué
crean (el producto), entienden la magnitud de los procesos creativos y permiten valorar
orgánicamente el hecho coreográfico. Las diversas respuestas permiten comprender que la
creación coreográfica no se reduce, pues, a esquemas preestablecidos ni sistemas de reglas
universales.
Se trata de indagar por instancias comúnmente invisibles para el espectador y, por supuesto,
para aquellos que quieren iniciar un camino creativo en la danza. Cuando el sentido de la
creación está limitado al producto, y pocas veces son observadas las estrategias
metodológicas (aquellas que, seguidas de manera intuitiva, intelectual o sensitiva por el
creador, aparecen reflejadas en su necesidad expresiva), se desconoce que es ahí donde existe
el motor que da vida a la creación. Por esta razón, no existe un proceso de creación único y
verdadero, pues cada creador transita de diferentes maneras por diversos caminos.
Para el caso de los creadores contemporáneos, el dilatado margen de posibilidades escénicas
ha propiciado incontables, y difícilmente categorizables, maneras de concebir una obra. El
estatuto de propiedad de las obras, por ejemplo, es un hecho claro que demuestra la
variabilidad del acontecimiento creativo y la posibilidad de múltiples voces dentro del mismo.
La creación dancística ya no depende únicamente del ejercicio creativo del coreógrafo.
El bailarín es reconocido como participante activo del proceso por aportar conceptual y
corporalmente en la construcción y desarrollo de la puesta en escena, dejando de lado la
manera simplista que lo reconocía como una máquina ejecutante de piezas coreográficas.
Asimismo, la voz de los intermediarios y acompañantes del proceso (escenógrafos,
luminotécnicos, vestuaristas, actores, diseñadores, entre muchos otros) apuestas por la
pluralidad artística, como un concepto que exige otras formas de pensamiento y
conceptualización. Aparece la idea de que los creadores son seres con una mirada teórica y
analítica de su propio trabajo y que el propósito creativo se aísla de la simple contemplación
estética para acudir con firmeza a la intención de provocar intelectualmente.
En este sentido, hablar de procesos de creación en la danza implica considerar la
individualidad y subjetividad de cada creador y su producción. Ante este hecho, la validez de
sus voces resulta fundamental para construir un estudio que reconozca las fuentes
testimoniales como portadoras de saberes y conocimiento. La necesidad de valorar las
particularidades de los creadores exige acercarse a ellos desde su propio testimonio para
comprender y valorar los principios creativos que han servido como bitácoras y guías en su
hacer escénico y proyectivo. En este ejercicio, el diálogo con los creadores representa una de
las mejores estrategias de interacción social con ellos, ya que obtiene, de manera directa, los
datos frente a sus opiniones, actitudes, deseos, expectativas y procedimientos presentes en los
procesos de creación que han desarrollado.
Ante el interés de reflexionar sobre el campo creativo de la danza, la entrevista es solo una
herramienta que, posterior a su aplicación, y a partir de una propuesta de categorización,
cotejo y análisis, permite reinterpretar los sucesos, con el fin de hacer nuevas lecturas
apoyadas en otros discursos.
Este asunto da voz a aquellos que han vivido la danza entendiendo su experiencia como factor
innegable de configuración de formas de pensamiento. De esta manera, el testimonio y la
interpretación del investigador resultan fundamentales para construir un campo semántico
significativo dentro de la historia de la manifestación escénica. Es necesario, por tanto, validar
otras formas de interpretar las palabras y los discursos, a partir de los propios procesos, de
modo que los posibles marcos de análisis tengan reales repercusiones en los escenarios
actuales.
Por supuesto, el valor del discurso evocado y recordado por quien ha padecido el pasado es
una prueba poseída por una categoría de verdad, en el sentido de que quien lo dice tiene la
pretensión de credibilidad y posee un derecho particular sobre sus palabras. No obstante,
comprendiendo la dimensión corporal y kinética que subyace al pasado de la danza y
entendiendo la importancia de la experiencia de vida como fuente de construcción histórica, la
historia de la danza requiere construir un escenario en el cual sean comprendidos los procesos
dancísticos no solo a partir de la evocación y el recuerdo. El sentido de la historia danza reside
en la posibilidad de configurar operaciones intelectuales que permitan discutir hipótesis
interpretativas sobre un pasado que merece ser reconocido como advenimiento del presente.
Resulta fundamental aplicar modalidades argumentativas que busquen explicaciones más allá
de la experiencia subjetiva y, en ese sentido, permitan comprender el pasado con y desde otros
discursos.
Algunos antecedentes
La investigación Procesos de creación en la danza, conversaciones con coreógrafos de danza
contemporánea en Medellín1
surgió bajo la idea de establecer espacios permanentes de
investigación en danza que promuevan el conocimiento reflexivo y el enriquecimiento teórico.
Buscó estudiar los mecanismos usados para la creación en la danza contemporánea, en la
individualidad y especialidad de tres coreógrafos de la ciudad de Medellín. Y se configuró en
el deseo de aportar al medio dancístico la documentación de las reflexiones que, estando
presentes en el ámbito de lo práctico, no se habían formulado en un análisis respetuoso,
profundo y revelador que brindara referentes significativos al panorama teórico del área.
La tarea intentaba reconocer, no sólo los espacios de práctica, entrenamiento y exhibición,
sino aquellos donde la discusión teórica y crítica facilitara una mejor comprensión de las
influencias y el desarrollo de la danza contemporánea. Partiendo de esto, se acudió a tres
coreógrafos de larga trayectoria y proyección escénica en la ciudad, Beatriz Vélez, Rafael
Palacios y Peter Palacio, puesto que ellos han contribuido con la plataforma de creación
dancística y se destacan por sus importantes aportes en la construcción coreográfica de obras
que reiteran la inclusión de lenguajes contemporáneos. Con ellos y su experiencia, se realizó
una investigación cualitativa que utilizó la entrevista como instrumento de recolección de
información y condujo a la generación de saber a partir de las concepciones que arrojaron sus
comentarios, frente a la creación en danza.
1
Los resultados de esta investigación fueron publicados en el libro La creación en danza. Conversaciones
con coreógrafos de danza contemporánea en Medellín, Medellín, Editorial Universidad de Antioquia, 2011.
Ahondar sobre estos hechos como problemas de investigación ofreció una propuesta que, por
un lado, permitió el avance en el conocimiento crítico de la danza contemporánea y en la
comprensión de sus procesos de creación y, por el otro, brindó, a partir de las fuentes
testimoniales, un reconocimiento de su experiencia que no ha tenido la oportunidad de
registrarse y que es requerido por el medio cultural de la ciudad y del país.
Con la investigación, se indagó y analizó el desarrollo de aquellos procesos que, vistos desde
la creatividad artística, implican crear —como el hecho de dar vida a algo intangible (la
idea)— todo un discurso intencional nacido en la necesidad de emplear un lenguaje de
movimiento lleno de gestos, sensaciones, emociones, sentimientos, historias o, como lo
sostuvo la reconocida bailarina alemana Mary Wigman, un lenguaje viviente que habla del
hombre, un mensaje artístico que se encumbra por encima de la realidad en función de hablar,
en imágenes y alegorías, de las más profundas emociones del hombre y su necesidad de
comunicación (Wigman, 2002, 10).
A través de un acercamiento fenomenológico, se centró en el campo de visión la experiencia
del coreógrafo y la manera como éste vive la realidad de su proceso creativo, intentado
expresar dicha apreciación con la mayor fidelidad, rigor y sensibilidad posibles. Estudiar los
procesos de creación en danza a partir de las vivencias de los creadores, que son quienes
dentro de sus propias prácticas recrean y encarnan el proceso de creación, permitió descubrir
cómo utilizan sus experiencias y recurren a su memoria, cómo desarrollan sus planes y
manifiestan sus acciones, cómo toman decisiones y emplean las estrategias compositivas y
cómo reflexionan frente a sus propuestas creativas.
Los testimonios recogidos se convirtieron en una fuente de significativa validez, ya que
permitieron discernir, profundizar y conocer tres aspectos relevantes en los procesos creativos:
la necesidad creativa, las metodologías para la creación y las estrategias compositivas. La
necesidad creativa pretendía acercarse a sus historias de vida artística, influencias y pulsiones
internas en torno al proceso creativo. Las metodologías para la creación se plantearon como
fases las maneras individuales de abordar, comprender y proceder frente a los procesos
creativos. Por último, las preguntas acerca de las estrategias compositivas se trazaron a partir
de aspectos específicos en torno al manejo del espacio, el tiempo y el cuerpo.
Estas páginas, por tanto, son elaboradas a partir de una investigación formulada y desarrollada
con el propósito de responder a las necesidades académicas que demanda el campo de la
danza contemporánea en nuestro contexto. En Medellín, su inclusión en el espacio
universitario ha generado nuevas visiones entre los interesados en el área. En ese sentido, la
educación profesional ofrecida por el programa de Licenciatura en Educación Básica en Danza
de la Universidad de Antioquia, desde el año 2005, ha sido una apuesta primordial para la
formalización del quehacer dancístico en el país. Es allí donde se ubica el Laboratorio de
Investigación en Danza, liderado por la profesora Lina María Villegas, escenario donde surgió
y se desarrolló la investigación referida.
Con el análisis de las palabras de los coreógrafos, los objetivos formulados en el proyecto y
las herramientas que diferentes textos y autores ofrecieron, se construyó un mapa que delimitó
categorías de análisis con sus respectivas subcategorías y correspondientes aspectos
categoriales.
Los textos referentes para la construcción de las categorías fueron: El acto íntimo de la
coreografía (1996) de las autoras Lynne Anne Blom y L. Tarin Chaplin, El arte de crear danzas
(1965) de Doris Humphrey, Teoría y práctica del análisis coreográfico (1999) de los autores
Janet Adshead, Valerie Briginshaw, Pauline Hodgens y Michael Huxley, El domino del
movimiento (1987) de Rudolf Von Laban y Hacia una dramaturgia del movimiento (2000) de
Leyson Ponce. Los textos permitieron poner en discusión la pregunta por cómo gracias a la
voz del creador es posible construir conceptos, sin requerir la validez exclusiva del enfoque
teórico.
Discursos, declaraciones y experiencias
Necesidad creativa
A veces hay una necesidad interna de luchar a brazo partido con una idea apremiante, de darle
forma y comunicarla, de crear una pasión que empuje a la sangre a hablar por medio de los
músculos. (Lynne Anne y L.Tarin, 1996, 29).
El libro El acto íntimo de la coreografía de Lynne Anne Blom y L. Tarin Chaplin está dirigido,
principalmente, a aquellos que quieren emprender un proyecto creativo pero desconocen el
uso de herramientas que les faciliten el desarrollo del proceso. En el inicio del texto, las
autoras le dan al lector (que se identifica como un creador principiante) un consejo que debe
tenerse en cuenta antes de elegir un tema: ‚conoce primero cuál es tu intención y después
exprésala con claridad y sencillez‛ (Lynne Anne y L.Tarin, 1996, 29). Tal selección implica
interrogarse a sí mismo acerca de los motivos y las intenciones que mueven el deseo, el
ímpetu o la aspiración de moldear una idea.
En la obtención de información para esta categoría, se proponen, en resumen, tres tópicos de
análisis, entendidos como subcategorías: tema, impacto artístico y características estéticas. A
continuación se definen por separado, obedeciendo a la simple intención analítica que
conduce este texto. No obstante, se insiste en el hecho de que el creador es el único que puede
imaginar su producción y es quien sabe cuáles son los mecanismos para conseguir su
objetivo. No hay un orden estipulado para el surgimiento de la necesidad creativa, y el aquí
propuesto solo pretende recoger el material bibliográfico estudiado y vincularlo con las
declaraciones de los coreógrafos entrevistados, de este modo, ofrecer una de las lecturas
posibles que puede funcionar dentro de un proceso creativo.
Elegir un tema es darle ‚cuerpo a la obra‛, es decir, encontrar la materia que dará consistencia
y personalidad a la creación. Sea cual sea la temática determinada, el coreógrafo es quien
define de qué manera busca las intenciones que lo llevan a construir imágenes, fraseos o
diseños con el movimiento. El valor real de la intención está sobre la motivación que es el
impulso interno, la pulsión creativa e inmediata para dar vida a una idea y clarificarla con
mayor contundencia. El tema indaga en las motivaciones e intenciones que conducen al
coreógrafo a crear una obra. Consiste en la escogencia de un contenido adaptable, una idea o
una temática, para ser expresado por medio del movimiento. Es el cuerpo de la obra, la materia
que le dará consistencia y personalidad. Para las autoras de El acto íntimo de la coreografía, el
tema de una obra de danza debe ser elegido de acuerdo con una condición esencial: ‚que
pueda ser expresado por medio del movimiento‛. (Lynne Anne y L.Tarin, 1996, 29). Esta
consideración recuerda las palabras de la norteamericana Doris Humphrey, al señalar que el
coreógrafo está en la necesidad de crear un movimiento dentro del campo expresivo de la
danza. Es decir, aun cuando al espectador se le explique con palabras cuál es el tema de la
obra, es necesario que el movimiento puro pueda expresarse por sí mismo (Humphrey, 1965,
41).
En cuanto a la inquietud temática para la creación de las obras, la coreógrafa Beatriz Vélez2
manifiesta que para la creación es necesario tener, en todo momento, un carácter flexible,
espontáneo y abierto. La temática de sus trabajos se define a partir de una pregunta personal
que, la mayoría de las veces, traduce el deseo de transmitir o expresar una idea, una situación
o una vivencia personal, o, simplemente, nace del gusto de crear danza. Para ella, es la
experiencia la que valida la propuesta temática; son las sensaciones que el vivir cotidiano le
ofrece las que, poco a poco, van marcando el camino de la creación. La incertidumbre de la
vida es la estrategia con la que mejor se identifica a sí misma.
Cuando estoy creando, no hay selección de temas, es un cúmulo de sensaciones. En este
momento estoy buscando un tema. Tengo ganas de indagar por asuntos que, en ocasiones,
van por buen camino y fluyen. No obstante, así como llegan también se van por otros caminos.
Siento que cada experiencia creativa es un proceso nuevo. Pareciera que la experiencia no
tuviera importancia. Cada vez que aparecen nuevas perspectivas, ya sea porque te enfrentas a
discusiones con otras personas, se reconoce la necesidad de buscar otras alternativas para la
creación de la misma pieza. Siento que mi experiencia me indica que la labor es buscar nuevas
formas de movimiento.
2
Beatriz Vélez (1970) de Medellín, Colombia. Bailarina profesional, maestra de danza, coreógrafa. Fue
integrante destacada de la Compañía Danza Concierto, dirigida por Peter Palacio. En su carrera creativa
independiente se destacan obras como Subterráneo (1993), ganadora del Premio Beca de Creación,
Colcultura 1993; Canto salvaje (1995) con Francisco Cuervo; Es un sacrificio (1996), que obtuvo el primer
puesto en el Concurso de Coreografía Ciudad de Bogotá, 1996; Is my space (1998); Casa Babylon (1999);
Alba (2002); Tres por mil (2004); y Rufino (2008), creación colectiva con Juan Carlos Pabón, que obtuvo la
Beca de Creación, 2008.
En una similar dirección, el coreógrafo Rafael Palacios3
expresa la importancia de definir una
temática para la obra, ya que es ahí donde radica el valor fundamental de la creación de la
danza. Su deseo creativo nace de una inquietud personal. Es decir, las ideas o sentimientos
que desea expresar las lee de acuerdo con sus propias experiencias. Palacios comenta un
ejemplo de esta situación, al respecto de la obra La puerta.
La idea de la obra La puerta4
nació de la experiencia que viví cuando estuve en África, en la isla
de Gorée, de donde traían a los esclavizados hacia América. Prácticamente, fue un campo de
concentración. La conocí en el año 1995 y esa imagen me quedó grabada desde ese momento.
Sentí que ese sentimiento tenía que expresarlo de alguna manera. Cuando me gané la Beca de
Creación de la Alcaldía de Medellín, apareció el mismo tema. Inicié la creación con mis
bailarines y los invité a que investigaran sobre el tema. Para mí, es muy importante investigar
para tener claro lo que se quiere decir.
3
Rafael Palacios. Bailarín, maestro de danza y coreógrafo. En 1997 fundó en Medellín la Compañía de
Danza Sankofa, con la cual realiza un trabajo en danza afro-contemporánea que vincula la cultura africana
con la cultura colombiana. Entre sus trabajos se destacan La ciudad de los otros (2010); Corta eternidad
(2009); La Puerta (2006); y San Pacho Bendito (2006), ganadora de la Beca Nacional de Danza del
Ministerio de Cultura, 2005, y de la Tercera Edición del Premio Nacional de Danza, otorgado por el mismo
ministerio en el año 2008. Con el programa de Montajes Coreográficos del Instituto Distrital de Cultura y
Turismo de Bogotá, crea y dirige la obra 34% visibles (2004); Sol ninguna bendición (2004).
4
La puerta (2006) fue una obra creada con el apoyo de una Beca de creación de la Secretaría de Cultura
Ciudadana de la Alcaldía de Medellín. Se hizo en homenaje a la Isla de Goreé, en África, también conocida
como la ‚isla de los esclavos‛. Este territorio fue declarado por la UNESCO, Patrimonio de la Humanidad en
1978. La reseña de la obra señala que ‚Sankofa hace un homenaje al ser humano, a esas madres obligadas
a vercómosushijos,másdeveintemillonesdeafricanos,fueronobligadosacruzar atravésdelapuertadelno retorno
en la isla Goreé, Senegal, hacia América. A los hijos, diáspora africana, que lucharon y continúan
haciéndolo por trascender y no perder el legado africano. Pero también Sankofa hace un llamado al retorno,
un regreso que se hace necesario, un reencuentro con esa parte de la historia que aunque dolorosa, puede
guiarnos hacia el destino que queremos construir‛. Información disponible en:
http://sankofadanzaafro.wordpress.com/repertorio/la-puerta-2006, consultada el 1 de octubre de 2011.
No pararse en el escenario sin cuidado con los temas propuestos. Creo que entre más
investigación, más respaldo tiene la obra. Sea entendida o no, que le guste o no a la gente,
uno queda más tranquilo si sabe que hizo un trabajo serio, dentro de los parámetros que uno
considere.
Con la obra La puerta, Rafael Palacios encontró una propuesta temática que le permitió dirigir
la creación. No obstante, no siempre los procesos resultan ser tan claros desde un inicio y, en
este sentido, dice Palacios, ‚da mucha tranquilidad cuando el tema fluye desde el comienzo de
la creación. Sin embargo, si es lo contrario, creo que no debe sentirse frustración, pues, es
posible que sean señales que indiquen que ese no es el camino‛. A partir de esta premisa,
puede afirmarse que el papel del coreógrafo es mantener vivas la sensibilidad y la intuición
durante todo el momento creativo. La atención y la escucha son acciones determinantes para
tomar decisiones, elegir puntos clave y lograr los objetivos.
El coreógrafo Peter Palacio5
reconoce su interés en temas culturales, que expongan la realidad
del país. Inicialmente, sus obras fueron creadas a partir del deseo de revelar y exhibir, frente a
las miradas nacional e internacional, el talento creativo colombiano. Esto funcionó como su
primer recurso creativo y fue el vehículo que le permitió expresar otra cara de Colombia en el
exterior.
5
Peter Palacio (1950), Barranquilla. Es coreógrafo, maestro de danza y bailarín profesional. Es considerado
uno de los pioneros de la danza contemporánea en Colombia. Es fundador, director artístico, maestro y
coreógrafo de la compañía Danza Concierto (primera compañía de danza contemporánea en Medellín,
1990). También, fue fundador, director y productor de la Temporada Internacional de Danza Contemporánea
de Colombia, 1996-2006. Entre sus obras se destacan Tiempo mestizo (1990), compuesta por: Homenaje
al campesino, Quinientas lunas después y Los hijos del sol. También: Orígenes y azares (1989); Benkos
(1992); Recicle (1993); La bella remedios (1995); Esa vana costumbre... del bolero (1999), ganadora del
Premio Mejor Trabajo en Danza, en el marco de los diez años del Festival de Teatro Hispánico de París, en
el 2000; Y entonces qué (2001); Anamorfosis (2003); Amaranta (2005); La casa de Bernarda Alba (2009);
La Gaitana (2010); y Medea (2011).
Cuando estás en otro país, te discriminan por ser colombiano. La gente cree que eres
guerrillero, violador de los derechos humanos, narcotraficante o contrabandista. Mi propósito
era demostrar que Colombia podía tener una mejor imagen. Aquí no solo hay malas historias
para contar, también hay talento y gran cantidad de buenas experiencias. Uno notaba, en los
festivales a los que fuimos con Danza Concierto, que cuando terminaba la presentación de las
obras, la actitud del público cambiaba. Cuando llegaban a ver la producción colombiana iban
con prejuicios y, al finalizar, no se imaginaban que aquí se podían hacer trabajos de gran
calidad.
Otros aspectos que permiten esclarecer la temática sobre la cual se interesa el coreógrafo y de
qué manera encuentra el camino que lo lleva a construir imágenes, frases o diseños con el
movimiento son motivación, intención y claridad. La motivación es el impulso interno, la
necesidad o la pulsión creativa e inmediata de dar vida a una idea por medio del lenguaje de la
danza. Sin embargo, no basta con que exista una motivación inicial, pues es necesario pasar a
un escenario de producción que materialice el propósito creativo. Es ahí cuando aparece la
intención de querer expresarse por medio de una creación escénica. Aunque la intención no
presupone tener definido el recorrido creativo específico, sí es un momento donde, más allá de
las confusiones propias del proceso, se da rienda suelta a las ideas y se procede con el
desarrollo. La intención puede entenderse, entonces, como la voluntad de hacer algo y buscar
las estrategias para llevarlo a cabo.
En este sentido, las declaraciones de Peter Palacio acerca de la motivación que lo condujo a
tratar temas sociales y culturales expresan cómo la sensación de marginalidad con la que vivió
en el exterior, por ser ciudadano y artista colombiano, fueron determinantes para identificar
sus características estéticas como coreógrafo. Claramente, se observa la influencia de los
contextos sociopolíticos que marcan y lideran su creación; sus propuestas querían objetar los
prejuicios culturales que existen contra los artistas latinoamericanos.
De este modo, al presentar sus obras, no solo plasmó sus intereses personales, sino que se
preocupó por los escenarios de circulación e intermediación. Su interés también fue
transformar la mirada y los discursos frente a la danza colombiana.
Continuando con la elección temática, la coreógrafa Beatriz Vélez expresa que existen temas
que son claros desde el inicio del proceso de creación, mientras que otros toman diferentes
caminos y se van transformando de acuerdo con la necesidad de la pieza. Para ella, los
rumbos del tema y del proceso son constantemente variables e indefinidos. Este apunte
reafirma el presupuesto contemplado en el marco conceptual de la investigación, donde se
indica que los procesos de creación se caracterizan por ser discontinuos, impredecibles,
dinámicos, desordenados, fluidos e intuitivos, y no se pueden aprehender por completo en
fases perfectamente delimitadas.
Como lo dije ahora, las ideas van apareciendo [...] A veces, son procesos muy largos. Y,
aunque los temas no tienen relación, sí parten de mi pregunta [...] Es un enfrentamiento
siempre conmigo, que no siempre se da de la misma manera. A veces siento que me estoy
cansando de crear para mí. Quizás me gustaría ver otros bailarines para, tal vez, dirigir.
La situación expresada por Vélez recuerda la fase conocida como incubación del proceso
creativo, la cual es el tiempo de espera en el que se busca una resolución de la idea creativa.
Bajo otro argumento, se comprueba que la necesidad de crear es directamente proporcional a
la capacidad de ser creativos. Como lo menciona la coreógrafa Vélez, ‚Para crear es necesario
que se parta de la aceptación de que somos creativos. La creación hace parte del proceso
personal de cualquier ser humano. Aceptar que podemos ser creativos es la pauta para iniciar
cualquier proceso‛. Esta afirmación también es compartida por Rafael Palacios, quien indica
que la creación y elección temática tiene su origen en ‚el trabajo constante y [en] estar siempre
listo.
Más que leer libros, [esto] es observar trabajos de danza y teatro. Esa es la tarea: esforzarnos
para que, aunque sea el mismo tema, se intente mostrar desde otro punto de vista‛. Así, la
creación presenta múltiples y nuevos retos, nuevos espectadores, nuevos escenarios de
proyección, nuevas demandas y necesidades. No es posible, entonces, que el proceso creativo
sea un acontecer predecible o definido. Por ello, Vélez comenta que, con la experiencia que
tiene como creadora en la danza, existen detalles que se escapan y por lo tanto se cometen
errores constantemente.
Impacto artístico
En cuanto al impacto artístico y el contexto hay que señalar que, en primer lugar, toda obra de
danza es realizada en un momento y un lugar determinados, inscribiéndose en una cultura que
posee costumbres, hábitos, rituales y creencias. El impacto artístico es la relación que se
establece durante el diálogo entre la obra y el espectador inscritos en un contexto sociocultural
determinado. Está condicionado por una serie de factores que, vistos como aspectos
categoriales, son indicadores que permiten observar el marco social en el que se inscribe la
obra de un coreógrafo. En segundo lugar, el contexto se refiere a los procesos de influencia
que ha vivido el coreógrafo, relacionados principalmente con situaciones que corresponden a
la época en que le ha tocado vivir, ‚por consiguiente, el contenido, las técnicas y las normas
particulares de una coreografía y su interpretación están asociados con la cultura específica de
un determinado tiempo y lugar‛ (Adshead, óp.cit., 1999, 104). Estos elementos encierran
pensamientos y expectativas que determinan la interpretación y la apreciación de la danza en
un contexto que reúne las miradas del coreógrafo, los espectadores y los bailarines. Es
importante que la observación del contexto, como aspecto general para la interpretación, no
solo se haga a la luz de la experiencia del coreógrafo; también, el bailarín, quien es el
intérprete de las ideas creativas, está inserto en un contexto determinado que afecta e influye
en el proceso creativo.
De igual manera, durante la presentación de la obra —en el proceso de recepción—, los
espectadores están condicionados por aspectos culturales que determinan la perspectiva con
la que interpretan la coreografía (Hodgens, et al.1999, 104).
El impacto artístico esclarece el contexto bajo el cual el coreógrafo desarrolla su producción
artística, y las influencias que determinan dicha producción. A su vez, da cuenta de cómo,
inscrita en el contexto, su obra goza de libertad e iniciativa creativa o, por el contrario, se
encuentra con limitantes, lo cual lo conduce a romper o crear otros contenidos, técnicas o
normas particulares que caractericen su proceso artístico.
En cuanto a las influencias históricas y artísticas, los tres coreógrafos entrevistados relatan que
desde la infancia tuvieron contacto visual o directo con la danza, lo que fue determinante para
cada uno en su elección profesional. Beatriz Vélez comenta que los primeros maestros son
fundamentales en la formación dancística, argumentando que las múltiples informaciones
corporales convienen cuando existen bases técnicas consistentes. El coreógrafo Peter Palacio,
por su parte, expone que el Carnaval de Barranquilla es un evento que ha dejado huellas
marcadas en su memoria. En él, esta experiencia se vuelve el eco de un talento o vocación por
descubrir; por esta razón, Palacio da cuenta de su interés en áreas de conocimiento como la
filosofía, la sociología y la psicología: ‚Creo que alimentarse con otras ramas de conocimiento
es clave. No solamente lo he hecho con mis obras. He visto trabajar a mis maestros de danza
contemporánea y conocer sus estrategias investigativas. Hay que hacer un proceso de
investigación primero, de modo que se defina qué y desde qué perspectiva se va a estudiar
toda la información recogida‛.
De igual modo, la coreógrafa Beatriz Vélez señala la importancia de escritores, pintores y
pensadores, entre otros, que han marcado y acompañado sus reflexiones en torno al hacer
dancístico: ‚Siempre observo mi tema desde un horizonte general.
Por ejemplo, el pintor Egon Schiele me encanta y siempre he pensado que quiero hacer algo
con su obra. De la música, creo que no tengo predilecciones; para mí es necesario bailar y
apreciar cualquier tipo música‛.
Asimismo, para el coreógrafo Rafael Palacios, el gusto por la danza surge en la infancia. Su
decisión siempre estuvo acompañándolo y lo que irrumpía su búsqueda era la pregunta por
cómo hacerla y de qué manera proyectarla. Según lo que describe, ha sido la danza afro-
contemporánea el estilo que recoge y demuestra de forma más completa sus intereses. Esta
técnica surge en un contexto socio-histórico determinado, que, de acuerdo con el relato de
Palacios, buscaba la apertura a lenguajes contemporáneos de danza, con el fin de permitir a
los creadores y precursores de este estilo ubicarse en cualquier escenario del mundo y
proyectar una imagen que no fuera ni local, ni tribal, ni tradicional, sino, más bien, un lenguaje
a partir de sus propias raíces. Esta filosofía o manera de concebir la danza ha sido retomada
por este coreógrafo para forjar un estilo que le permite hablar de su identidad. Por lo tanto,
Palacios cuenta que, en su búsqueda, aprendió y retomó valiosos conocimientos de sus
maestros, pero, por otro lado, reconoce la necesidad de estructurar su propio estilo. Piensa
que es importante romper y asumir la creación con una visión colombiana, de ahí que confiese
su preocupación por el panorama de la danza contemporánea, porque ve una tendencia a
reiterar los mismos movimientos y los mismos diseños coreográficos en general.
Características estéticas
Esta subcategoría se relaciona con la experiencia artística de los coreógrafos en aspectos
dramatúrgicos, interpretativos y técnicos. Es importante afirmar que, aunque los demás
componentes se analicen por separado, para asuntos metodológicos, en la práctica se afectan
y conectan unos con otros.
Así, la prevalencia de unos temas sobre otros y el impacto artístico son situaciones que
determinarán las cualidades y características en cuanto a estilo de la pieza dancística, que, en
efecto, exponen los planteamientos estéticos del coreógrafo. Para comprender con mayor
claridad a qué se refieren las características estéticas, vale la pena considerar los siguientes
aspectos categoriales.
Todo aquello que tiene sentido, significado y valor para una sociedad o cultura en un tiempo
determinado, para un coreógrafo e intérprete, está reflejado y preservado hasta cierto punto por
una serie de pautas coreográficas seleccionadas y específicas, conocidas como géneros y
estilos (Adehesad, 1999, 111). Se hace referencia al estilo a partir de las distinciones o
características particulares que poseen los géneros, pero que, de igual manera, están sujetas al
contexto en el que se desarrollan. El estilo general se refiere a la época contextual y social en
la que se desenvuelve una técnica en particular. El estilo coreográfico se entiende como la
característica que distingue a un coreógrafo de los demás a partir del manejo de los
componentes coreográficos o en los significados, valores e interpretaciones. El estilo
interpretativo hace referencia al estilo individual del bailarín, que se relaciona con las
características personales de movimiento y sus habilidades físicas, técnicas e interpretativas.
Ante la pregunta por el estilo coreográfico, el coreógrafo Rafael Palacios expresó que, debido a
la búsqueda de lenguajes para la técnica de danza afrocontemporánea que desarrolla, ha tenido
que forjar un estilo que hable de su identidad. Palacios expresa que siente cumplida una
misión que, como artista y hombre inmerso en una cultura, ya le ha entregado a la sociedad
colombiana:
Nosotros, los negros, podemos hacer más que bailar un Mapalé con taparrabos; podemos
hacer más que bailar un Currulao, siempre con el mismo vestuario y de la misma manera [...]
No tenemos que sentirnos ni exóticos, ni eróticos ante un público que quiera ver eso.
Hay otras posibilidades. De ahora en adelante, yo creo que puedo decir que cumplí una labor.
Es ahí donde me refiero a lo académico y cómo soltarnos de eso. Me refiero a lo académico, a
romper con lo que siempre estamos viendo. Ese estilo contemporáneo que me hace
preguntarme si en realidad es el respaldo que nosotros necesitamos como colombianos para
hacer danza, si eso cabe en estos contextos sociales, culturales, diversos o si debemos buscar
otras formas. Porque también es muy fácil acomodarnos a una técnica que llevaba miles de
años y simplemente aprenderla bien.
A partir de reflexiones similares se estructura la definición de la dramaturgia del movimiento.
Esta se considera como una gramática abierta representada por elementos específicos que,
aplicados secuencialmente, desarrollan cierta congruencia interna y construyen un lenguaje
con el cuerpo. Determinar una dramaturgia del movimiento favorece creativamente la
producción escénica, ya que permite construir poéticamente y llegar al equilibrio entre la forma
y el contenido, logrando la comunicación como ejercicio hermenéutico entre el cuerpo de la
obra y el espectador. Como aspecto categorial, la dramaturgia del movimiento permite
reconocer en las experiencias investigativas de los coreógrafos, la manera como se construyen
los diferentes caminos que engendran el proceso creativo y cómo estos caminos se abren a
sentidos comunes de recepción y comunicación entre el creador y el espectador.
Dada la necesidad de crear una estructura dialógica que posibilite una mejor transmisión de la
obra a los espectadores, la dramaturgia, término específicamente relacionado con el teatro, ha
comenzado a tenerse en cuenta en la danza contemporánea. Según Eugenio Barba, la
dramaturgia se concibe como ‚la suma de acciones‛, lo cual permite la interpretación de un
flujo de elementos que constituyen el tejido comunicativo; así, las relaciones establecidas por
la coreografía entre cuerpo, espacio y tiempo conducen a la construcción permanente de la
estructura dramatúrgica, dentro del desarrollo creativo, en búsqueda de la precisión y el
equilibrio de la puesta en escena.
Ahora bien, si el proceso creativo es el camino por el cual de manera intuitiva y estructurada
transitan resoluciones para la obra dancística, la dramaturgia es el entramado escénico que, a
partir del juego de tensiones y contradicciones, da forma al tejido de la obra. No se trata de
formular sistemas impuestos que conlleven a la perfecta elaboración de una creación en danza,
sino, más bien, de indicar que sus procesos de creación son caminos hacia la producción de
lenguajes artísticos que necesariamente deben abrirse a sentidos comunes de recepción y
comunicación.
La dramaturgia se muestra desde concepciones mucho más fundamentadas, abiertas y menos
radicales. No se trata de un texto escrito con ciertas características técnicas, tampoco es la
inclusión del hecho teatral, dramático y narrativo que implica la representación de un texto en
el teatro; la dramaturgia, dentro de la danza, puede ser considerada como la unidad conceptual
de la obra. De esta manera, es posible trascender el sentido del movimiento y tejer, como dice
Leyson Ponce, el dinámico entramado de artes que es la puesta en escena (Ponce, 1999, 39).
La danza requiere de una dramaturgia que, vista en términos de acción escénica, sustente,
enriquezca y trascienda la expresión dancística. Por tales razones, se habla de una dramaturgia
de la danza contemporánea donde están presentes las experiencias investigativas de los
coreógrafos, que son quienes engendran los elementos fundamentales que dan vida al
desarrollo creativo y aportan las posibles definiciones del proceso creador.
Con apuestas similares, la coreógrafa Beatriz Vélez anota que hay un interés en reflejar una
relación con la identidad en el lenguaje dancístico. Esta inquietud parte del deseo de expresar
con el movimiento un sentido que caracterice y le dé forma a la danza en su contexto
particular. Es significativa la manera en que la entrevistada expone lo que han logrado otros
creadores cuando han podido imprimir un sello particular en su estilo como coreógrafos o
intérpretes.
No obstante, aclara que admira y respeta el trabajo de exploración, pero que su interés no es
recorrer idénticos caminos, sino construir los propios.
Con respecto a la dramaturgia, Rafael Palacios comenta que su foco no es crear obras
representativas. Para él, es importante que el público reflexione, piense y absorba
individualmente el contenido dancístico. Considera que el término dramaturgia es bastante
debatido y que, por tratar de codificarlo, simplemente se reduce a juicios que señalan si una
obra posee o no sentido dramatúrgico. Generalmente, los debates a los que se refiere se tornan
incomprensibles para el coreógrafo, quien opta por aislarse de este tipo de reflexiones y busca
en sí mismo las maneras concretas para aplicar la dramaturgia.
La dramaturgia es un concepto complejo y bastante discutido. Muchas veces tratan de
codificarlo, pero ¿qué se entiende por dramaturgia?, ¿quién dice cuándo hay o no
dramaturgia? No lo entiendo. Tal vez, no concibo de esa manera la dramaturgia para crear mis
obras. También, insisto, se trata de olvidar la academia. Uno estudia en la academia y allí le
enseñan cómo se deben hacer las cosas, sin entender que esa es una de tantas maneras de
hacerlas. Mi propósito es intentar romper con esos estándares. Es permitirse crear de una
manera muy personal, con una búsqueda y una inspiración muy propia. Es crear como yo
piense que se debe hacer y no como los demás están esperando que sea.
Un aspecto reiterativo en el discurso de Rafael Palacios es la indicación de que la puesta en
escena de una obra de danza debe reflejar más que una técnica o un estilo interpretativo. No se
trata de un ejecutante de destrezas, sino de un intérprete que construya, con su movimiento y
sus capacidades expresivas, interpretativas y técnicas, una particular forma de danzar con su
cuerpo. En otras palabras, es lograr una propuesta estética en la cual se lea el estilo del
intérprete o el estilo del coreógrafo.
Con respecto a su experiencia, Palacios comenta el recorrido con la Compañía Sankofa, con
quienes ha logrado una forma de expresarse por medio de la danza, sin acudir a las vías
convencionales.
En una exposición similar, Beatriz Vélez anota que el estilo propio da cuenta de la información
que recibe el creador desde diversas fuentes, es decir, desde los maestros, las diferentes
técnicas de danza y el entorno creativo (música, artes plásticas, etc.), entre otras. Todo ello
pertenece al cúmulo de estímulos e información que recibe el creador. Para lograr un estilo
propio, influye la información que se recibe y, más importante que esto, el tiempo dedicado a
procesarla. Para la coreógrafa, los diferentes géneros dancísticos que ha experimentado a lo
largo de su trayectoria —ballet clásico, danza moderna y danza contemporánea— le han
permitido un acercamiento corporal por diferentes líneas, formas y energías, que se convierten
en ganancias, enriqueciendo el espectro técnico e interpretativo que tiene. Vélez comenta cómo
vivió la transición de danza clásica a danza contemporánea y manifiesta que uno de los
aspectos que la motivó al cambio de género fue el entorno llamativo que había alrededor de la
vertiente contemporánea, que se mostraba más interesante, creativa y seductora para la
bailarina: ‚Empecé a ver la separación entre el ballet y la danza contemporánea. El estilo
contemporáneo me ofrecía opciones de movimiento más cercanas a lo que estaba buscando.
Sentía que mi interés se dirigía hacia esta propuesta. Me gustaba su ambiente, y las personas
que bailaban danza contemporánea me parecían muy interesantes y creativas. Simplemente,
me fue seduciendo‛. Puede inferirse de lo anterior que, para la coreógrafa, la danza
contemporánea, más que una técnica, es una propuesta que multiplica las posibilidades de
creación de sentidos, significados e interpretaciones.
Metodologías para la creación en danza
Una técnica desprovista de llama creadora es como un cuerpo sin alma. La técnica es un oficio
que debe servir de pedestal al arte. A este le es tan indispensable el acento como la materia. La
danza es la más y menos perfecta de las artes. (Serge Lifar, 1968, 15).
Esta categoría estudia los procesos de creación a partir de las fases que conforman su
desarrollo. Considerarlos como ejercicios de investigación implica reconocer que el acto
creativo encierra unos pasos que, seguidos de manera intuitiva, intelectual o sensitiva por el
creador, aparecen reflejados en su necesidad expresiva, que a su vez es el motor que le da la
vida a la creación. En esta categoría no se plantean subcategorías y aspectos categoriales,
porque las metodologías para la creación están ordenadas a partir de fases que,
cronológicamente, estructuran el desarrollo de la obra: antes, durante y después del montaje
coreográfico. Cada fase se nombra de acuerdo con el tipo de actividad desarrollada en su
proceso. El primer momento habla de un diseño del proyecto; el segundo, de su desarrollo, y
el tercero, de la finalización, exposición y replanteamientos. De este modo, antes del montaje,
se da el trabajo de campo; durante el montaje, ocurre el desarrollo de la investigación de
movimiento; y después del montaje, aparecen las estrategias de circulación e intermediación.
Vale la pena aclarar que esta organización no presupone una única posibilidad de desarrollo
de los procesos. Es claro que la discontinuidad, la incertidumbre y las permutaciones son
situaciones que surgen con frecuencia en los procesos. Asimismo, las fases pueden ocurrir
simultáneamente o en diferente orden del aquí planteado. No obstante, la división propuesta se
hace con el interés analítico que implica definir una posible estructura de estudio.
Fases
Trabajo de campo
Antes del desarrollo como tal de la coreografía, es común que sus creadores realicen un
trabajo de campo en el cual, por medio de la observación, alimenten, profundicen y sustenten
la selección de un tema. Si se recuerda a Doris Humphrey y las características del buen
coreógrafo (Humphrey, 1965, 26), la observación es una de las actividades que más
proporciona estímulos a la capacidad creativa; ‚Consideremos otros rasgos importantes del
coreógrafo. Además de ser sensible frente al ser humano es observador en general; todas las
manifestaciones de forma y configuración no solo le interesan, sino que le fascinan. Advierte
los lineamientos de la vida diaria, dondequiera que esté‛ (Adshead, et al. 1999, 108). La
observación, entonces, se convierte en una de las actividades centrales para cultivar el sentido
creativo. La visión se agudiza y el coreógrafo se vale de esta para capturar los elementos y
detalles que apoyan su propuesta y le generan reflexiones o motivaciones.
Con respecto a la elección de la temática, algunos coreógrafos recurren a diversas fuentes de
información (orales, escritas, visuales, documentales, vivenciales) y áreas del conocimiento
afines o no a la danza. Este interés por crear sistemas de conexión con múltiples disciplinas en
sus búsquedas artísticas, recuerda el carácter interdisciplinario que justifica gran parte del arte
de los últimos tiempos; intenciones y acciones absolutamente pluralistas se evidencian en el
desarrollo de los procesos creativos de muchos artistas, incluidos, por supuesto, los
coreógrafos de danza contemporánea.
Luego de la búsqueda, se realiza una selección de la información. Doris Humphrey habla de
una minuciosa evaluación, en la cual se analiza la adaptabilidad de la información al lenguaje
danzado, información que aporte a la motivación del movimiento y a la búsqueda de
significados.
Todo esto va de la mano con la interpretación de los datos que, de acuerdo con el texto Teoría
y práctica del análisis coreográfico, se define como el ‚proceso de descubrimiento o
desvelamiento del sentido de ciertos objetos o acontecimientos‛ (Adshead, et al. 1999, 96). El
sentido y significado que encuentra el coreógrafo genera una interpretación que pretende
afectar el carácter que le infunde a la obra y que, luego, transmite a sus bailarines. Asimismo,
estos últimos harán su propia interpretación, revelada en su expresión del movimiento.
Las metodologías para la creación en danza, como se ha especificado, están divididas en tres
fases: antes, durante y después del montaje coreográfico. Con respecto al primer momento
(trabajo de campo), los tres coreógrafos se valen de diversas estrategias para ahondar en el
tema o la idea de la obra, remitiéndose a diversas fuentes de información.
De acuerdo con la motivación inicial y la elección temática, Beatriz Vélez desarrolla un ‚trabajo
de mesa‛, como ella lo nombra, con el fin de responder las preguntas personales que avivan el
sentido de la observación y la llevan a tener una actitud alerta. Esto le permite sorprenderse
con la información que llega a sus manos, ya sea de tipo vivencial, visual, sonora o escrita.
Luego, confronta intuitivamente estos datos para buscar estímulos que afecten sus
percepciones, encontrar otras posibilidades de interpretarlos y determinar estrategias para la
construcción del material de movimiento.
Teniendo seleccionado el tema, empiezo un trabajo de mesa, con todo tipo de información. Las
imágenes me generan preguntas corporales [...]. El azar juega un papel muy importante,
porque va trayendo, sin premeditar, la estructura y el orden de las cosas. Todo parece
confabularse. Imágenes, situaciones, sonidos, son aspectos que tengo en cuenta. Es tener una
mirada de alerta al mundo, durante el tiempo de la creación. Es estar abierto, perceptivo, alerta.
Por otro lado, la metodología de trabajo de Peter Palacio consiste en llevar a cabo un rastreo
documental como parte fundamental e indispensable para definir el tema de sus obras y
sustentar lo que expresa en ellas. En su testimonio, menciona obras como Benkos (1992),
Homenaje al campesino (1990) y Recicle (1993), en las cuales utilizó diferentes estrategias
para la búsqueda de información. En el caso de Benkos, viajó a Palenque de San Basilio para
acudir directamente a la comunidad, como una estrategia que se puede enmarcar dentro de la
investigación etnográfica; además, buscó asesoría con personas de diferentes ramas del
conocimiento, lo que posibilitó la interacción y el diálogo con otras disciplinas. ‚Es que la
danza contemporánea es eso. La danza contemporánea es completamente interdisciplinaria‛,
dice.
Otro ejemplo de su metodología de trabajo es el proceso que vivió con su más reciente
producción, La casa de Bernarda Alba, una reconocida obra literaria del escritor Federico
García Lorca. Para desarrollarla, el coreógrafo expresa que se detuvo en el estudio de la pieza
literaria, página por página, haciendo una lectura detallada, con el fin de descubrir los
símbolos, las imágenes y los datos que el escritor quería reflejar. Palacio pretendía abstraer
texturas, colores, acciones físicas y elementos que se pudieran traducir en movimiento.
Además, profundizó en la biografía del escritor para entender el lenguaje, la cultura y los
significados plasmados en este clásico literario. Luego de este trabajo previo, el coreógrafo
procedió a la investigación del movimiento.
Por ejemplo, con La casa de Bernarda Alba, que fue mi última producción, empecé el proceso
de indagación leyendo el libro, una y otra vez. A veces, lo leo hasta diez veces seguidas, con el
fin de asimilarlo y comprenderlo. Después, me detengo en las dos primeras páginas y, a partir
de ellas, comienzo a buscar de qué color habla el texto, qué texturas me expresa, qué debe
tener la escena, cuáles objetos.
Desde una perspectiva diferente, Rafael Palacios afirma que el proceso de investigación ha
estado siempre presente en sus creaciones con el propósito de lograr una profundidad con el
tema y una depuración más cuidadosa. Como ejemplo de ello, relata el proceso de creación de
la obra San Pacho Bendito (2006). Esta se originó en el análisis documental de una tesis de
grado de la Universidad Pontificia Bolivariana. Luego de leerla y hacer una primera
interpretación, tanto el director como sus bailarines decidieron realizar un trabajo de campo
para confrontar esta información. Así, emprendieron una observación participante que les
aportó más fundamentos vivenciales para la exploración del tema.
Quería crear algo sobre las fiestas populares de San Pacho en Quibdó. Si nos vamos hacia mi
pasado, encuentro que hago parte de esa tradición y de sus danzas populares, en cierto
sentido. Yo no nací allá. Y, sin embargo, voy todos los años. Es posible que me pertenezca la
tradición hasta cierto punto. Entonces, ¿cuál es mi mirada sobre San Pacho? [...] ¿Cómo
quiero ver a San Pacho en el escenario? ¿Qué quiero expresar de San Pacho? [...] De este
modo, mi puesta en escena fue una crítica a muchas situaciones que vive el pueblo del Chocó
durante sus fiestas. Me niego a sacar plumas y lentejuelas, como si utilizara disfraces. Estoy
interesado, por ejemplo, en la utilización de objetos como los baldes. Este objeto me permitió
hacer la referencia a Quibdó como la ciudad más lluviosa del mundo y, no obstante, ¿cómo es
posible que en las casas todavía no llegue el agua por alcantarillado? Son ese tipo de
contradicciones. Creo que ahí está una forma de abordar el contemporáneo. Para mí, lo
contemporáneo se refiere sobre todo a una actualidad contemporánea. Sé que cada artista
tendrá algo muy diferente para decir sobre este concepto y su significado.
Desarrollo de la investigación de movimiento
Cada bailarín está en la capacidad de explorar movimientos propios de acuerdo con las
motivaciones que el coreógrafo le proponga. Como lo indican los autores de Teoría y práctica
del análisis coreográfico, ‚los movimientos se hacen por una gran variedad de razones
involuntarias o voluntarias, físicas, psíquicas, emocionales o instintivas, que en conjunto
llamaremos motivación‛ (Adshead, et al. 1999, 104). En este sentido, la motivación que lleva
al coreógrafo a traducir sus ideas en danza es un proceso que se vive por medio de la
exploración de movimiento. Al igual que un laboratorio, es un espacio para el desarrollo de
experimentos que requieren de una introspección hacia el cuerpo y de los elementos
constitutivos de la coreografía.
Vale la pena recordar el ensayo El discurso corporal en la danza: un acto creativo de Claudia
Mallarino, pues la definición que ofrece de la exploración en la danza permite comprender la
relación existente entre este concepto y las estrategias empleadas por el coreógrafo para
buscar movimientos con los cuales se reflejen las conexiones mutuas de la forma y el
contenido (Mallarino, 2005, 43). La exploración, por lo tanto, no tiene que ver con la
estructura como tal de la obra, sino con las formas de uso de las herramientas compositivas
que permiten crear un discurso corporal.
Otra herramienta para obtener material coreográfico es la improvisación. Entendida como la
creación espontánea de una idea que se exhibe conforme es desarrollada, la improvisación en
la danza es un recurso que permite potenciar la capacidad interpretativa de los bailarines,
puesto que exige la habilidad para desarrollar una pauta escénica sin previa preparación. La
improvisación ha sido ampliamente empleada en la música y en el teatro con el fin de
estimular la creatividad para resolver problemas escénicos en un solo instante. En El acto
íntimo de la coreografía se ofrece una definición pertinente: ‚La improvisación dancística
fusiona creación con ejecución.
El bailarín origina y hace movimientos simultáneamente sin planeación previa. Por tanto, es
‘movimiento creativo del momento’‛ (Blom y Chaplin, 1996, 25).
En este sentido, la improvisación puede entenderse bajo dos perspectivas. La primera tiene
que ver con su carácter escénico, que implica que los bailarines creen el movimiento ante un
público determinado; esto se puede ejemplificar con las propuestas de Steve Paxton (1939- ),
las cuales, en los años sesenta, dieron lugar al contact improvisation. Para el caso de los
procesos creativos, en la segunda perspectiva, conviene que se observe la improvisación
como estrategia para la construcción coreográfica. No se trata de considerar que es necesario
improvisar para crear una coreografía; más bien, el asunto que se plantea tiene que ver con el
hecho de que la improvisación posibilita realizar movimientos que surgen por medio de
motivaciones, y en respuesta a estas, de manera inconsciente y sin juzgamientos.
Básicamente, la improvisación permite el estudio, la experimentación y la interiorización de
conceptos coreográficos.
El aprendizaje de conceptos por medio de la improvisación incluye la experimentación, el
análisis que segrega y define, permitiendo fijar la atención en los detalles y en la claridad. El
proceso de reflexión añade objetividad y amplía la perspectiva. La integración sintetiza, da
entendimiento y estimula la creatividad. La evaluación desarrolla la capacidad crítica y el juicio
selectivo (Blom y Chaplin, 1996, 26).
En resumen, herramientas como la exploración y la improvisación aportan movimientos para la
construcción de fraseos. Estas frases coreográficas se construyen a partir del laboratorio
corporal realizado. De este modo, se establecen como unidades compositivas que, de manera
coherente, están en concordancia con la temática. Esta debe tener un sentido completo y una
razón de ser dentro de la coreografía, ya que va unida a otras frases que conforman fragmentos
en la obra.
Tal trabajo de unión admite considerar que, después de realizar la exploración con todos los
elementos de la coreografía, el coreógrafo tiene una mirada autocrítica del trabajo que le
posibilita evaluar la pertinencia del material germinado. En este momento, como si fuera un
editor, comienza la tarea de cortar, dar forma y ajustar la obra para ser proyectada. El creador
procede, así, a ordenar el conjunto de la coreografía y a hacer de la danza una unidad.
Después de obtener la información necesaria, los coreógrafos realizan una interpretación que
los lleva a la investigación de movimiento, donde cada uno se vale de diferentes estrategias
para elaborar el lenguaje adecuado y preciso de la obra. En la búsqueda de este lenguaje, se
valen de sus conocimientos previos, teorías de composición y utilización de la exploración y la
improvisación como herramientas compositivas.
Para Beatriz Vélez, la investigación de movimiento es un momento para aislarse y confinarse a
sí misma, con su cuerpo y su movimiento. Este trabajo introspectivo lo hace con el fin de
traducir la información recolectada a movimientos, trayectos, impulsos y acciones. Es por
medio de la exploración y la improvisación que consigue darles forma a sus impulsos
creativos, los cuales quedan registrados en videos para rescatar material y seleccionar lo que
más se conecte con su intención expresiva. Al crear para ella misma, el video le permite
observar con cierta distancia.
Creo que la exploración y la improvisación son actividades muy similares, sobre todo, cuando
se están aprendiendo estrategias para improvisar. Al principio, esa improvisación nace en el
interés del bailarín por acudir a su interior corporal y preguntarse sobre su propia forma de
moverse. Es una exploración sobre qué tiene en el cuerpo, qué siente, para dónde va, cómo se
conecta con su esfera corporal. En cambio, la improvisación, en su sentido más complejo,
puede generar también otros procesos que pasan a interactuar socialmente hasta convertirse
en una obra para ser vista en escena.
Muchos no aceptan la improvisación en escena, porque la ven como asunto del proceso y no
como un resultado. Para mí, tiene toda la validez escénica. De otro lado, la exploración está
relacionada con un encuentro más personal y corporal. Se vuelve un estudio que no pasa a lo
social ni proyectivo. En este caso, funciona como un laboratorio donde se descubre y busca
corporalmente.
Es significativa la manera en que Vélez acompaña intuitivamente sus procesos. Si bien los
resultados varían, se evidencia una metodología que para ella se determina naturalmente. Esto
confirma la idea de que cada coreógrafo encuentra, en su recorrido y experiencia, diversas
formas de crear y aplicar las herramientas. Para ella, cada proceso de creación es diferente, y
es esta certeza la que más disfruta. El deseo de descubrir nuevas ideas, diferentes modos de
explorar el lenguaje danzado, y de indagar los temas son premisas que la caracterizan como
coreógrafa. Tal es el caso de su primera obra, Subterráneo (1993), en la cual escenificó la
calle, el barrio y el estilo urbano, aspectos característicos de los ochentas. Esto recuerda las
palabras de Julie Barnsley en El cuerpo como territorio de la rebeldía, donde indica que la
danza, al igual que todas las manifestaciones del arte, se desarrolla y expresa en las dinámicas
sociales y culturales de la sociedad.
En el desarrollo de la investigación corporal, Rafael Palacios utiliza la exploración por medio
de las acciones corporales aportadas por cada bailarín. Estas parten de un leit motiv como
estrategia para que sus bailarines indaguen e interpreten la idea propuesta. Palacios manifiesta
que las herramientas metodológicas las aborda como lo haría cualquier coreógrafo, pues las
estructuras compositivas son todas aquellas que se aprenden en la experiencia de la danza.
Siendo así, el uso de la improvisación y la exploración se vislumbran de una manera cotidiana,
instintiva y flexible.
Es mediante los ejercicios de investigación, exploración y composición. Es darles un leit
motiv. Entonces, indicarles que si investigaron sobre un tema propuesto, en el momento del
trabajo práctico deben ponerlo en el escenario. Para ello, deben comenzar a moverse para
buscar acciones que expresen, de otra forma, lo leído e investigado. Quizás, son los mismos
ejercicios de exploración que se hacen en la danza o en el teatro. Es investigación y
exploración.
Acerca de las estrategias metodológicas, Peter Palacio comenta que en su obra La casa de
Bernarda Alba permitió a cada bailarín explorar la relación entre el personaje que le
correspondía y el movimiento que fuera más adecuado. Para esta obra, las acciones,
emociones y reacciones se construyeron a partir del texto literario. Por medio de pautas e
indicaciones puntuales, el coreógrafo estimuló el potencial de sus bailarines, en un proceso de
constante evaluación. Luego, acortó y agregó material corporal para configurar las frases de
movimientos, las escenas y la obra en general. En cuanto a la elección de los bailarines,
Palacio cuenta que se basó en los personajes fuertes y dramáticos que exigía el texto. El
proyecto tuvo el interés de vincular a estudiantes y docentes de la Licenciatura en Educación
Básica en Danza de la Universidad de Antioquia, con el talento y la formación necesaria para
ser propositivos en el momento de la investigación del movimiento.
Un coreógrafo se aprovecha de lo que el bailarín le puede dar, de su emoción, de su
entrenamiento, de cómo se siente con el personaje. En La casa de Bernarda Alba tuvimos la
experiencia de buscar cada personaje [...]. No se trataba de imponer mi postura como
coreógrafo de manera autoritaria. Más bien, busqué estrategias para que los bailarines, con
menos experiencia, tuvieran un acompañamiento permanente con mis sugerencias. A la
coreografía había que darle un estilo español y eso no era tan fácil de lograr. En la danza
contemporánea el bailarín es un ser pensante que propone, desde su manera de sentir.
No es solamente un cuerpo que se mueve, es un cuerpo que piensa y aporta desde su
creatividad. Para mí hay un asunto clave: si no hay una emoción interior, ¡olvídate! Esa es la
fuente creativa, sino las obras parecen muertas.
Circulación e intermediación
Durante el proceso creativo de la obra de danza, las ideas se han confrontado con el punto de
vista del coreógrafo y de los bailarines. Asimismo, seguramente la participación de
escenógrafos, vestuaristas, músicos y otros sujetos también influye, en cierto sentido, en las
elecciones que más satisfacen al coreógrafo en su creación. No obstante, es en la proyección,
en el contacto con el espectador, donde aparece el sentido comunicativo del arte y se revela la
importancia social, cultural y estética de una producción artística. La danza es una
manifestación visual y perceptiva que requiere de la observación de los espectadores, que son
quienes configuran la relación móvil y fluctuante entre creador y espectador.
Una obra de danza no solo es fruto del ingenio creativo del coreógrafo, también es producto de
la interacción cultural de este con su entorno. La danza es una manifestación escénica que
genera intercambios estéticos dentro de un marco histórico y cultural de una sociedad. Se
recuerdan las palabras del texto Teoría y práctica del análisis coreográfico: ‚las coreografías
son productos sociales y culturales creados y percibidos de acuerdo con las tradiciones y
convenciones de una época y lugar determinados‛ (Adshead et al. 1999, 101). Esta apreciación
revela la subjetividad de las interpretaciones y lecturas de los espectadores, dado que sus
puntos de vista están influenciados por un trasfondo sociocultural que contiene todo un
conjunto de convenciones y costumbres. Tanto el coreógrafo y los bailarines como los
espectadores ofrecen múltiples lecturas derivadas de su interpretación personal, que ha sido
cultivada a través de su experiencia social.
Desde esta perspectiva, el coreógrafo no debe omitir la estructura social que lo rodea. Es
importante que se pregunte qué piensa, qué siente y qué espera el espectador, también qué
género dancístico prefiere o qué busca cuando acude al teatro. Por supuesto, esto no sugiere
que deba crear lo que el espectador desea. No se pretende argumentar que el artista deba
consultar la opinión del espectador para crear; la reflexión que se plantea tiene que ver con el
hecho de reconocer que la obra coreográfica posee un poder comunicativo capaz de provocar
una serie de asimilaciones en el espectador que afecta su interpretación y valoración. El
espectador construye un concepto, emoción o sentimiento, porque selecciona, opina, emite
juicios y conforma nociones de acuerdo con la obra. De este modo, la obra circula, y ya no
solo le pertenece al creador. La circulación de la obra es tal que, luego de ser presentada, la
experiencia artística también hace parte de la percepción del público, quien es el intérprete que
otorga los valores finales de la pieza. El espectador es quien, en última instancia, atribuye las
cualidades y los valores simbólicos de la obra.
Con base en lo que se ha planteado, esta fase del proceso es un aspecto emergente que fue
hallado en las respuestas de los coreógrafos. Tiene que ver con la proyección de la obra,
asunto que también exige dedicación, creatividad, liderazgo, perseverancia, laboriosidad y
conocimiento del medio cultural al que pertenece. El impacto y la recepción son situaciones
que merecen ser estudiadas dentro de los problemas de los procesos de creación, dado que es
en ese instante cuando surgen diversas apreciaciones que completan la evaluación de la obra.
Los mecanismos de intermediación también son fundamentales dentro del proceso.
Generalmente, las dificultades económicas en la producción de las obras hacen que los
coreógrafos reconozcan que la participación en proyectos, becas, estímulos, reconocimientos
y patrocinios, son necesarios para gestionar recursos que permitan la creación.
En cuanto al tercer momento, que incluye circulación e intermediación de la obra, Beatriz Vélez
da más importancia al proceso de creación que a la proyección. Para ella cada montaje es
distinto, con dinámica y duración diferentes, en el cual se avanza, se evalúa e incluso se
retrocede, al descubrir que algo no funciona. Opina que no hay un método único y establecido
para solucionar los problemas que surgen en el transcurso de la creación. Según esto, sus
procesos no tienen una duración establecida. En el caso de la obra Rufino, la investigación
corporal se venía dando desde el año 2004. Solo factores externos como la beca de creación, o
la programación de temporadas, hacen que se acelere su proyección; de lo contrario, sin
ningún afán ni periodicidad, da un final a sus procesos. En la gestión y proyección de sus
obras, Vélez revela una actitud apática debida a todo el formalismo que ello implica.
No me gusta ser gestora de las obras. Me da pereza. Además, para eso se necesita visitar
entidades y pedir subvenciones. Reconozco que es necesario buscar alternativas para
proyectarse en el medio. [...] No obstante, prefiero la sensación del proceso creativo. Es ahí
donde está mi interés, porque después es como si se hubiera muerto todo. Sí, hay una
sensación de morir.
Sus obras han tenido poca participación en festivales o largas temporadas, pues afirma que,
luego de la presentación, le queda la sensación de un proceso finalizado. Insiste en el hecho
de preferir quedarse en la gestación y el desarrollo de la obra. Generalmente, el ciclo de vida
de sus obras es muy corto, pues no encuentra motivación en mostrar y contar lo mismo en
diferentes escenarios. En el plano proyectivo, esta coreógrafa ha participado en becas que le
han otorgado incentivos económicos como estímulo para la creación de sus obras.
De otro lado, en Peter Palacio se puede observar más planeación y preocupación en la gestión
de recursos y programación de presentaciones. Desde hacía veinte años tenía en mente la
creación de La casa de Bernarda Alba, pero, debido a la falta de apoyo económico, no había
podido realizarla en ese entonces. Sin embargo, al ser una meta trazada con anticipación,
encontró su momento. Lo interesante es saber que Palacio, además de ser bailarín y director,
también es un gestor que logró, para la concreción de esta obra, donaciones, apoyos y
patrocinios. Desde el inicio de la compañía Danza Concierto, Peter Palacio ha contado con
patrocinadores, que han hecho posible una producción anual. Según lo explica, su propósito
es ‚trabajar una creación a partir de un tema clásico. Yo he contado con un mecenas que,
afortunadamente, me ha proporcionado todo el dinero necesario para la creación de las obras.
Con la ayuda de él se ha permitido que cada año se produzcan obras diferentes‛.
Por su parte, Rafael Palacios ha sido ganador de becas de creación y reconocidos premios
nacionales por su labor y compromiso con la danza, como representante y vocero de
problemáticas actuales. Además de ser bailarín y coreógrafo, gestiona sus propios proyectos y
busca estrategias de divulgación para satisfacer su necesidad de expresión.
Estrategias compositivas
Por composición se entiende la selección final de los materiales, el orden en el cual serán
presentados, la relación entre imágenes, los enlaces entre las diversas imágenes y acciones; y
tal selección no responde más que al criterio personal de la directora. (Leoneta Bentivoglio,
Sánchez 1999, p. 159).
Esta categoría de análisis surge del interés de estudiar las estrategias que cada coreógrafo
utiliza para la creación de sus obras. Para mayor claridad y detalle en el estudio, se divide en
las siguientes subcategorías: 1) movimiento, 2) espacio, 3) tiempo, 4) entorno visual y
escenográfico, y 5) elementos de sonido y silencio. Esta división fue estructurada a partir de
los componentes de la coreografía establecidos en Teoría y práctica del análisis coreográfico.
De esta división, se tuvieron en cuenta principalmente las categorías referentes al entorno
visual y escenográfico, y los elementos de sonido y silencio. Estas subcategorías se
comprobaron al repasar las palabras de Doris Humphrey que señalan que ‚la misma atención
merecen factores secundarios a la creación. La música, los trajes, los decorados, la utilería, la
iluminación, el título y las notas del programa son de primordial importancia‛ (Humphrey,
1965, 41-42). Del texto El acto íntimo de la coreografía, se tuvieron en cuenta, sobre todo, las
primeras tres subcategorías, correspondientes a movimiento, espacio y tiempo. Obviamente,
los aportes de Rudolf von Laban fueron fundamentales para la construcción conceptual que
aquí se presenta.
Para la composición coreográfica se requiere de estrategias que permitan fundamentar el globo
compositivo: acciones para mover el cuerpo, acciones para proyectarse en el espacio y
acciones sujetas a una duración particular. Sobre estas tres posibilidades, surgen las
subcategorías movimiento, espacio y tiempo. Por otro lado, el análisis determinó que también
son estrategias todos aquellos aspectos que condicionan y enriquecen la creación, a su vez
que ofrecen la totalidad de la coreografía. Así, subcategorías como el entorno visual y
decorado, y elementos de sonido y silencio funcionaron dentro de la investigación de manera
determinante, posibilitando una mayor claridad analítica. Conseguir el orden de estos
elementos es uno de los mayores problemas a los que se enfrenta un coreógrafo al construir
su obra, debido a que la coreografía viene atada a la manera en que se determinan las
estrategias y se da uso a los componentes esenciales.
El movimiento en la danza se vale de múltiples acciones que le son posibles al cuerpo humano
(gestos, flexiones, extensiones, torsiones, giros, equilibrios, entre otros), además de
desplazamientos (traslados del centro de gravedad) para generar un amplio espectro de
opciones para moverse. Para su estudio, se considera el diseño del movimiento, toda vez que
describe las características de tamaño y amplitud a partir de la expansión o contracción de las
acciones danzadas; encuentra el juego con las simetrías o asimetrías por medio de los
contrastes y oposiciones corporales, e indica la orientación espacial del movimiento a través
de las direcciones corporales dentro de lo que se entiende como kinesfera (Laban, 1984, 89).
En este margen de opciones motrices, la dinámica actúa en la interacción de la fuerza con el
tiempo para dar como resultado la acción del cuerpo. La variedad es lo que más identifica su
definición; sin embargo, la ausencia de cambios dinámicos o notables no implica
necesariamente su negación, sino que constituye de por sí un tipo concreto de dinámica. En
cuanto a las consideraciones frente a los aspectos determinantes para la construcción de
movimiento, se identifica en Beatriz Vélez, por ejemplo, la claridad en las definiciones de
términos como energía, dinámica, forma y calidad, lo cual permite reconocer su estudio y
experiencia en el manejo de dichos componentes coreográficos. A partir del contraste y la
diferencia entre un concepto y otro, se entiende que la energía y la dinámica tienen que ver con
un asunto de intención corporal, más que con formas establecidas de movimiento. De otro
lado, la exploración de movimiento que la coreógrafa ha desarrollado en sus últimas
producciones es explicada en la necesidad de crear partituras de movimiento que le permitan
construir parte por parte la coreografía.
La sensación que quiero conseguir es llenar el movimiento. Que las acciones no estén
separadas, sino que todo el tiempo sea un flujo de movimiento. No lograr las formas. Más
bien, pensar que todas las formas pueden estar cosidas con transiciones que nacen en el
mismo movimiento. Porque siento que llego a una forma y paso a otra, sin lograr hilar el
tránsito entre cada una. Me interesa la transición. No sé si esa es la expresión correcta. Tal vez,
lo que quiero es ver cada uno de los pasos totalmente coreografiados. En esto se incluyen las
miradas, las direcciones, los cambios de nivel. Es mucho más detallado. Aunque, como dije
ahora, puede que sea eso lo que esté pensando y resulte otra cosa.
Se trata de coser con sumo cuidado cada transición entre los pasos coreografiados. No es un
cambio de movimiento hacia otro movimiento; es hilar paso a paso el material corporal. Esto
manifiesta en Vélez su deseo permanente de redescubrir nuevas posibilidades de exploración
con el cuerpo y mantenerse en la búsqueda de su particularidad como bailarina. Su papel
como intérprete de otro coreógrafo es expresado y valorado con firmeza. Las pautas que indica
un coreógrafo para provocar al bailarín en la búsqueda de material de movimiento es vital para
la construcción escénica.
Cuando he trabajado con otros coreógrafos ocurre que hay ocasiones en que hay más libertad
y otras donde te dirigen cada detalle. A veces siento que me gusta cuando alguien me
confronta con el movimiento que he creado. Ese momento me permite encontrarme con la
forma del otro. Uno va teniendo sus formas y su manera de afrontar el movimiento. Entonces,
es bueno que alguien diga: ‚No, no me hagas ese movimiento, otro, otro, no, no quiero eso,
¡busque!‛. Para uno como intérprete es muy importante tener ojos puestos sobre su cuerpo y
su danza. Es el proceso de exploración con directrices de búsqueda, para lograr resultados, no
diría que asombrosos, pero sí diferentes e innovadores.
En este sentido, Beatriz Vélez propone diferentes estrategias para abordar la creación de obras
de danza contemporánea. Ella ha vivido la creación como coreógrafa de sí misma, como
coreógrafa de otros y como bailarina de un coreógrafo. En sus respuestas, es posible
identificar una serie de estrategias compositivas que da vida a la creación y al fortalecimiento
de su papel como intérprete. Con los coreógrafos Rafael Palacios y Peter Palacio, por otra
parte, ocurre que, hoy en día, se desempeñan solamente en el oficio coreográfico para sus
bailarines. No obstante lo anterior, los tres entrevistados han vivido la experiencia de la danza
en la interpretación como bailarines.
Vivir la experiencia del bailarín para luego ser coreógrafo es vital para Peter Palacio, pues,
según lo explica, así es más fácil orientar con acierto a los bailarines; debido a que el
coreógrafo ha tenido la experiencia del bailarín, sabe cómo dar indicaciones claras y ayudar a
potenciar el movimiento. De este modo, se considera la importancia, pero no es la única
alternativa, de que el coreógrafo antes de crear con otros, haya vivido y experimentado la danza
en carne propia. En tal sentido, Palacio manifiesta la compleja tarea del creador, dado que
debe estar atento a las propuestas corporales de los bailarines para aprovechar sus
capacidades creativas.
Yo, antes que coreógrafo, soy bailarín. Por esto, creo que es más fácil orientar los caminos,
porque entiendo el cuerpo y sus mecánicas. Es tener la palabra acertada para indicar
claramente las posibilidades. Es saber las estrategias para potenciar el movimiento. El bailarín
puede llegar a conocer tanto su cuerpo que termina pareciéndose a un matemático a la hora de
hacer un cálculo. La tarea del coreógrafo no es fácil; por esto, no todos pueden ser
coreógrafos, directores, bailarines.
Por otro lado, las estrategias que emplea Beatriz Vélez a la hora de coreografiar para sí misma
reiteran su necesidad de encontrar un movimiento auténtico permanentemente. A partir del
video, la coreógrafa propone una estrategia de observación del material corporal. Su mayor
problema para trabajar en solitario, como relata, es la falta de una mirada externa que guíe el
proceso. Entonces, la utilización del registro audiovisual en la danza empieza a considerarse
como una herramienta que posibilita el reconocimiento de imágenes reales de la escena
coreográfica, lo que también favorece la existencia y el sentido testimonial de la danza, que a
través del tiempo ha sido conservada únicamente por la memoria corporal. Con esta
herramienta, Vélez autoevalúa su composición del movimiento, confrontando la acción de su
cuerpo con la imagen visual. Al respecto del análisis que desarrolla frente a cada grabación, la
coreógrafa piensa que la autoevaluación es una estrategia significativa que permite
comprender el sentido del proceso creativo y ser consciente de que este se construye día a día
y que nada está escrito al respecto. ‚Cuando me observo por la cámara, realizo análisis
formales, en cuanto a la energía de cada movimiento y a la forma en que funciona. A veces,
encuentro que la energía o la dinámica funcionan, aunque las formas no sean las que más me
gustan. También, ocurre en el sentido opuesto: me gusta la forma, pero ni la energía ni la
calidad expresan lo que quiero‛.
En la pesquisa frente a las herramientas que usan los coreógrafos para la construcción del
material corporal, Peter Palacio indica que su tarea está en la observación permanente de los
bailarines. Tal estrategia radica en tener una mirada atenta y constante que permita identificar
qué calidades de movimiento puede tener el bailarín y, de acuerdo con eso, qué personaje
puede desarrollar en la obra. No se trata de una exploración de movimiento con su cuerpo de
coreógrafo para trasmitirle después al bailarín, sino que es el bailarín, en la cotidianidad del
proceso de creación, quien va manifestando naturalmente sus condiciones y ritmos corporales.
Su tarea como constante observador implica traducir ese lenguaje corporal al lenguaje
escénico. Frente a la pregunta acerca de las pautas que les ofrece a los bailarines a la hora de
la creación, Palacio explica: las estrategias que empleas para motivar a los bailarines son
claves. A partir de ellas, puedes seleccionar qué personaje es cada bailarín en tu obra.
Observas atentamente qué calidades y ritmos te propone cada uno. Para extraer de un bailarín
toda su potencia, desde lo interpretativo hasta lo técnico, hay que estar en permanente
atención para observar todo el tiempo su movimiento y sus reacciones, incluso cuando está
calentando. De esta manera, se le van proponiendo movimientos que pueden ser interpretados
por él.
Identificar las calidades de movimiento para reconocer los ritmos internos en cada bailarín
ofrece la posibilidad de enriquecer el material coreográfico. La estrategia que propone Palacio
está fundamentalmente centrada en la capacidad propositiva el bailarín, ya que, para componer
es necesario combinar la interpretación y la técnica de formación de cada uno.
Acerca del mismo hecho, Rafael Palacios cuenta que los ejercicios que les propone a sus
bailarines para la exploración corporal parten de las posibilidades, circunstancias y temas que
puedan ofrecer ellos mismos. Es decir, prefiere dejar que los bailarines sean quienes
propongan. En cuanto a este argumento, las propuestas de Rafael Palacios en la exploración
que les ofrece a sus bailarines es motivadora y estimulante. El coreógrafo se refiere a un
posible ejercicio de composición de movimiento, que tiene como propósito partir de una
situación de la vida real, enriquecer el imaginario por medio de ella y comenzar a proponer
material de movimiento. Según él, es explorar la energía, la forma y la respiración.
En mi sistema de creación hay de todo un poco. No hay que ser tan estructurado, ya que es
necesario explorar cada cosa. Hay veces donde hago ejercicios con Sankofa que consisten en
llevarles una imagen y decirles: ‚Muchachos, hoy pasé por el puente de Prado, donde hay
muchos venteros con miles de cosas, ¿ustedes han pasado? Listo, arranquemos‛. Es la única
pauta. Luego, preguntarnos qué nos da el tema, qué sensación, qué manera de ver las cosas,
qué energía, qué forma de respirar y de caminar. Esto nos propone una pauta que, por ser muy
abierta, puede resultar interesante o no. [...] Por esto, no quiero estar pensando en una forma
de organizar; sino en algo que me permita tener un proceso creativo contradictorio.
Con respecto al espacio, una estrategia de composición que usa Beatriz Vélez es apoyarse en
fotografías que le ofrezcan puntos de fuga, líneas y direcciones. En una fotografía hay líneas
dominantes que centran la atención sin desviarla y que pueden hallarse en los detalles de la
imagen. En este tipo de composición espacial, se trata de un estímulo que le propone posibles
direcciones, focos en la perspectiva y motivos para generar movimiento.
La imagen fotográfica es un motivo para mis creaciones. Me gusta utilizarlas porque me
ofrecen formas de utilizar las líneas que la conforman. La forma canaliza las líneas de fuga, que
no son más que un manantial de líneas posibles. La fotografía me da pautas de recorridos
espaciales o me motiva en la situación de la foto. [...] La imagen me puede facilitar eso. La
llegada al espacio por esos mismos puntos de fuga me da direcciones espaciales. Jugar con
esa línea que me lleva hacia arriba, abajo, hacia un lateral.
Para esta coreógrafa, es fundamental usar el espacio escénico a partir de lo que la obra
requiere sin pensar, necesariamente, en la perspectiva visual del público. Es claro que siempre
identifica la ubicación espacial en la cual los espectadores observan la obra, pero no se limita
exclusivamente a ello.
La relación espacial entre el espectador y la obra no está atada a la concepción clásica del
teatro cerrado, sino que puede ofrecerse de diversas maneras; la observación del espectador
puede partir tanto de las ubicaciones, posiciones o direcciones propuestas por la obra, como
de las opciones que su intercambio espacial con la obra permitan.
Por otro lado, el espacio ha sido considerado como un ‚lienzo tridimensional‛ donde el
bailarín, al jugar con los múltiples códigos de construcción y las amplias posibilidades de
manejo del entorno, crea una imagen dinámica de infinitas opciones. Para una mejor
comprensión de su significado y para el análisis puntual del proyecto se definieron, dentro de
esta categoría, los siguientes aspectos categóricos: 1) geometría espacial, 2) diseño espacial,
3) actitud frente al espacio, 4) espacio escénico.
Respecto a la geometría espacial, se definen los puntos que establecen las posiciones de los
bailarines en una coreografía, a su vez que las líneas que se proponen dentro del espacio
danzado con un sentido y una dirección; esta última aporta los mayores grados de movilidad
dentro de una coreografía y se refiere a la posibilidad de que los cuerpos de los bailarines
vayan hacia atrás, hacia adelante, hacia los laterales o en diagonales. Surge la dimensión que
se estructura a partir del cruce de elementos como la altura, la anchura y la profundidad. Por
último, está el volumen, que es el elemento que surge a partir de la acumulación de los planos,
las direcciones y las dimensiones.
Para hablar del diseño espacial, se indica la forma que adoptan uno o más cuerpos en el
espacio a partir de las líneas curvas y circulares (estáticas o en movimiento), las líneas rectas y
los ángulos que se crean en el espacio con los cuerpos de los bailarines. También se estudia a
partir de las simetrías o asimetrías para analizar, o la exactitud del diseño de la escena de
ambos lados del centro o la asimetría que propone sensaciones de tensión como una cualidad
dinámica.
Otro aspecto categorial es la actitud frente al espacio, la cual se refiere al foco que enfatiza la
intención del movimiento. Dentro de la danza, es fundamental identificar el modo de relación
de un bailarín con su entorno a partir de la ubicación y dirección de su mirada en el
movimiento. Es una parte esencial, dado que le imprime importancia al rostro, en ocasiones
tan olvidado en la danza contemporánea.
Por último, el espacio escénico puede estructurarse en cuatro posibilidades: espacio activo,
espacio dinámico, espacio simbólico y espacio real. Frente al espacio activo se entiende que
es el espacio que cobra vida porque tiene su propio significado, porque se carga de
insinuaciones simbólicas. Según Wigman, es este espacio el que contradice la existencia de
espacio vacío, ya que el espacio requiere del movimiento para su existencia y viceversa. El
espacio dinámico se concibe como aquel que puede ser imaginado y usado como una entidad
interior definida; puede ser animado con un sentido de presencia tangible. En cuanto al
espacio simbólico, se establece el poder de la sugestión, que aumenta las alusiones e imprime
impacto a la idea de la danza. Y el espacio real se considera como el ambiente que es la
verdadera área física donde se baila.
Con respecto a la relación con el espacio y la manera en que se estructura en la escena, el
coreógrafo Peter Palacio comenta el modo en que trabajó el diseño espacial para su última
obra, La Casa de Bernarda Alba: yo pensaba en una casa que tiene una puerta por donde se
entra y se sale. Pensaba que quería ver una contra-escena, es decir, dos escenas al mismo
tiempo, un arriba y un abajo. Ver casa por afuera y adentro. Quería un efecto visual con el atrás
que generara una sensación trascendental. Uno se lo va imaginando, pero, en sí, es una casa
[...] Los cuadros de Bernarda Alba en el piso, por ejemplo, muestran cómo se trabajó el
espacio a partir de los puntos fuertes. También con Bernarda, que era un personaje que
requería de un protagonismo, no sólo con el movimiento y con su interpretación, se consideró
importante enfatizar el espacio donde se ubicaba en la escena.
De esta manera, Bernarda ocupaba un plano de arriba (la tarima), y todo el abajo representaba
el interior de la casa, espacio representado por medio del efecto de las baldosas en el piso que
daba la iluminación.
El tiempo es otro elemento esencial para la composición en danza. Puede abordarse como el
transcurrir de los movimientos escénicos, por la presencia o ausencia de acción. Desde el
movimiento, la percepción del tiempo es completamente abstracta y fuertemente sensitiva,
reflejándose en términos de ritmo y pulsación. Los valores rítmicos constituyen la
organización de las periodicidades, la significación de la memoria y las trasformaciones
corporales en las calidades de movimiento, permitiendo, de este modo, que la atmósfera y la
sensación de la creación se vean y expresen.
El tiempo se compone de memoria e imaginación, surge y se desvanece sin posibilidad de
retenerlo. Es un constante recuerdo que llega sin realizar ninguna actividad perceptiva. Si se le
considera a partir de miradas cuantitativas y cualitativas, se encuentra, en el primer caso, una
noción acerca de la duración como representación de la medida y lo contable; para el segundo,
estaría la noción que contempla la relación y los valores de orden y distribución cronológica
de los cambios generados, es decir, los estímulos y cualidades que propician la
transformación de su misma naturaleza.
Aspectos que se establecen ante estas dos miradas han posibilitado la definición del tiempo, a
partir de una subdivisión que en conjunto determina de lo que está compuesto. Diferentes
elementos como la duración, el ritmo, la estructura, la pausa, la pulsación, el acento, los
patrones rítmicos y periódicos, la medida, el tempo, entre muchos otros, se han empleado para
lograr una ilustración apropiada.
En general, la participación del tiempo en el movimiento y la danza está condicionada a dos
posibilidades: 1) el cuerpo moviéndose en el tiempo y 2) el cuerpo moviéndose bajo una
estructura rítmica. En la primera, movimiento y tiempo se conectan más allá de cualquier
estado impuesto (rítmico, musical), el movimiento transcurre sobre el tiempo, pasando y
transitando indefinidamente. Aquí se conciben asuntos como la duración, la medida, la
pulsación, la velocidad. Para el momento en que el movimiento se conecta con el tiempo a
partir de estructuras rítmicas fijadas se establecen valores como la acentuación, la sincronía y
la reproducción. Ambas posibilidades hablan de la manera en que se percibe el tiempo, en lo
que se reconoce un factor de abstracción, incluso mayor, que el que se tiene del espacio.
Surge el ritmo a partir de la organización de los fenómenos periódicos que se desarrollan en el
tiempo. Es uno de los grandes fenómenos y características de la vida, en el plano de la
motricidad, pues ordena los movimientos a partir de contrastes como la tensión y la relajación.
De igual manera, funciona en la danza porque genera tendencias rítmicas propias para el
tratamiento de las cualidades, calidades y dinámicas en una coreografía. No solamente se
detiene en el concepto de tiempo cuantificable, sino que entra a alterar las modulaciones del
movimiento. Los ritmos en la danza son, no sólo fruto de impulsos íntimos, sino que
responden, asimismo, a otros ritmos. Hay un diálogo en esta composición de pulsaciones:
música, movimiento, golpes, formas que se desdoblan, secuencias de pasos que se suceden,
figuras miméticas, repunte y desplome del canon (Mier, 2006).
Frente a los elementos de sonido y silencio se entienden todas aquellas alternativas que puede
elegir el coreógrafo para acompañar el movimiento con o sin sonido. Las principales opciones
son el silencio, el sonido o la música. De este modo, el coreógrafo tiene libertad de
seleccionar, mezclar u ordenar las tres opciones de la manera que mejor considere, de acuerdo
con el tema de la obra, las intenciones, las dinámicas, entre otras.
Para hablar del silencio y la pausa el coreógrafo, Peter Palacio manifestó que son
poéticamente representativos en la conexión de las escenas y para la organicidad de la obra,
pues ‚el silencio es el gran grito, el gran escándalo en la escena. Es cuando las vísceras se
revientan; y las pausas son el hilo con que se cosen los momentos y las escenas‛.
La música proporciona a la danza una fuerza impulsadora y una estructura general. La música
no es la fuente de la danza, sólo es un apoyo para lograr las intenciones coreográficas a partir
de múltiples relaciones. De igual manera, el silencio en la danza no es estar sin música, sino
‚estar en silencio‛. En este caso, el ritmo está puesto solamente en el cuerpo, por lo que el
movimiento debe cristalizar por sí mismo el contenido, la forma y el estilo. El acompañamiento
sonoro son todos aquellos sonidos, no necesariamente musicales, que se generan en una obra
de danza. Pueden ser generados por la verbalización o vocalización de gritos, gemidos,
chillidos, golpes percutidos, entre muchos otros.
En este sentido, Rafael Palacios comenta que ‚la música no debe ser una limitante y, sobre
todo, no debe ser un adorno; la música es en realidad un componente muy fuerte, que aporta a
la obra algo. Buscar en cada escena, cuadro o fragmento qué papel está jugando y aportando
al bailarín o a la obra en general‛.
El entorno visual y decorado se refiere a aspectos como la escenografía, la utilería o los
elementos escénicos, el vestuario y la iluminación que interfieren y fundamentan la
dramaturgia de la obra. Esta subcategoría emergió de las respuestas de los coreógrafos en las
entrevistas. En el diseño del proyecto, no se contemplaron estos elementos debido a que se
consideraba que el proceso de creación coreográfica era inicial e independiente a la
construcción de referentes en el vestuario, la luz o la utilería.
No obstante, lo que los coreógrafos manifestaron fue una relación íntima y profunda con estos
aspectos que, en definitiva, complementan la obra coreográfica, hacen parte de la composición
de la obra y son determinantes en el proceso de creación. Así, Peter Palacio habló de estos
elementos situándolos como aspectos fundamentales al hablar de danza contemporánea:
Es que eso es la danza contemporánea, esos son los soportes que sustentan cada personaje.
Por ejemplo, con Bernarda y la luz verde; el verde para Lorca era la luz, está en todas sus
obras; el verde no es simplemente una luz verde, o porque Adela salió con un vestido verde.
Eso significaba cómo se pone hasta el mínimo detalle. Saber cuándo la luz entra, porque la luz
es también un personaje que habla, que se expresa y que dice cosas. También ocurrió con lo
que eran y hacían los cuadritos en la obra. Era el encierro total y al mismo tiempo eran las
baldosas de la casa. Hubo alguien que vio la obra y me dijo que nunca le había visto la cara a
nadie, solamente a Bernarda. Además, las caras siempre estaban mirando hacia abajo. El
asunto es que de eso se trataba, era adrede. Son esos detalles por ejemplo los que son claves.
Por otro camino, la concepción de Peter Palacio frente al espacio está dada por el gran interés,
por lo menos en la obra en mención, de generar una representación simbólica por medio del
juego entre las dimensiones y las direcciones espaciales. Al describir la manera en que
organizó las condiciones espaciales de la obra Lorca por siempre, basada en La casa de
Bernarda Alba, indica cómo utilizó las dimensiones, las alturas y las direcciones para clarificar
la perspectiva de la obra.
Yo pensaba en una casa que tuviera una puerta por donde entrar y salir. Pensaba en una
contraescena, o sea: dos escenas al mismo tiempo, una arriba y otra abajo. Ver una casa tanto
en su fachada como en sus interiores. Quería un efecto visual que generara una sensación
trascendental. Uno se lo va imaginando, pero en sí, era una casa [...]Los cuadros de Bernarda
Alba en el piso, por ejemplo, muestran cómo se trabajó el espacio a partir de los puntos
fuertes.
20130606   1er seminario nacional de danza - ponencia juliana congote
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20130606 1er seminario nacional de danza - ponencia juliana congote

  • 1. PROCESOS DE CREACIÓN COREOGRÁFICA ‚Entre discursos, declaraciones y experiencias‛ Conferencia a cargo de Juliana Congote, Candidata a Magíster en Historia del Arte de la Facultad de Artes de la Universidad de Antioquia. Es Licenciada en Educación Básica en Danza de la Universidad de Antioquia. se desempeña como Consultora de Danza de la Secretaría de Cultura Ciudadana de la Alcaldía de Medellín. Ha sido becaria de la Secretaría de Cultura Ciudadana de la Alcaldía de Medellín y del Ministerio de Cultura. En el marco del 1er Seminario Nacional de Danza, ‚La Dirección Artística como herramienta fundamental para la producción de alto nivel en Artes Escénicas‛ Medellín 5,6 y 7 de junio de 2013. A modo de introducción Cuando se habla de creación en la danza, generalmente se piensa en la coreografía. La materialización de las ideas en el escenario dancístico ha sido asociada con la organización de diferentes componentes que, en conjunto y a partir de un discurso intencional, nacen de la necesidad de crear un lenguaje de movimiento. No obstante, el desarrollo de la danza en épocas recientes ha evidenciado expansiones de los medios compositivos que permiten considerar las producciones coreográficas, incluso, por fuera de la materialización de la obra, en el sentido tradicional del espectáculo. Dichas expansiones han exigido una revaloración de la mirada estética hacia la danza, debido a la dificultad de explicar, bajo teorías tradicionales, acciones que no encajan dentro de modelos compositivos que conciben la coreografía bajo formatos ya establecido. Por estas razones, la necesidad de comprender los discursos coreográficos conduce a evaluar la pertinencia de considerar exclusivamente el producto (pieza u obra) como la única evidencia del acto de crear en la danza. Quizás, el llamado de las tendencias contemporáneas invite a abrir el marco de análisis y considerar un escenario de creación en el cual confluyen, además de la posibilidad de existencia de una coreografía, múltiples formas de dar vida a la creación dancística.
  • 2. Pensar en procesos, y no solamente en productos, conduce a caminos que valoren el acto creativo y apuesten por una reflexión que indague el valor artístico-estético de la producción dancística; en consecuencia, se trata de una reflexión llamada a encontrar el lugar del coreógrafo como creador y artista, y no sólo como ejecutor de formas de movimiento. Bajo esta mirada, la creación en danza, entonces, requiere ser vista desde sus mismos procesos de gestación. Las preguntas por quiénes crean (los creadores), cómo crean (el proceso) y qué crean (el producto), entienden la magnitud de los procesos creativos y permiten valorar orgánicamente el hecho coreográfico. Las diversas respuestas permiten comprender que la creación coreográfica no se reduce, pues, a esquemas preestablecidos ni sistemas de reglas universales. Se trata de indagar por instancias comúnmente invisibles para el espectador y, por supuesto, para aquellos que quieren iniciar un camino creativo en la danza. Cuando el sentido de la creación está limitado al producto, y pocas veces son observadas las estrategias metodológicas (aquellas que, seguidas de manera intuitiva, intelectual o sensitiva por el creador, aparecen reflejadas en su necesidad expresiva), se desconoce que es ahí donde existe el motor que da vida a la creación. Por esta razón, no existe un proceso de creación único y verdadero, pues cada creador transita de diferentes maneras por diversos caminos. Para el caso de los creadores contemporáneos, el dilatado margen de posibilidades escénicas ha propiciado incontables, y difícilmente categorizables, maneras de concebir una obra. El estatuto de propiedad de las obras, por ejemplo, es un hecho claro que demuestra la variabilidad del acontecimiento creativo y la posibilidad de múltiples voces dentro del mismo. La creación dancística ya no depende únicamente del ejercicio creativo del coreógrafo.
  • 3. El bailarín es reconocido como participante activo del proceso por aportar conceptual y corporalmente en la construcción y desarrollo de la puesta en escena, dejando de lado la manera simplista que lo reconocía como una máquina ejecutante de piezas coreográficas. Asimismo, la voz de los intermediarios y acompañantes del proceso (escenógrafos, luminotécnicos, vestuaristas, actores, diseñadores, entre muchos otros) apuestas por la pluralidad artística, como un concepto que exige otras formas de pensamiento y conceptualización. Aparece la idea de que los creadores son seres con una mirada teórica y analítica de su propio trabajo y que el propósito creativo se aísla de la simple contemplación estética para acudir con firmeza a la intención de provocar intelectualmente. En este sentido, hablar de procesos de creación en la danza implica considerar la individualidad y subjetividad de cada creador y su producción. Ante este hecho, la validez de sus voces resulta fundamental para construir un estudio que reconozca las fuentes testimoniales como portadoras de saberes y conocimiento. La necesidad de valorar las particularidades de los creadores exige acercarse a ellos desde su propio testimonio para comprender y valorar los principios creativos que han servido como bitácoras y guías en su hacer escénico y proyectivo. En este ejercicio, el diálogo con los creadores representa una de las mejores estrategias de interacción social con ellos, ya que obtiene, de manera directa, los datos frente a sus opiniones, actitudes, deseos, expectativas y procedimientos presentes en los procesos de creación que han desarrollado. Ante el interés de reflexionar sobre el campo creativo de la danza, la entrevista es solo una herramienta que, posterior a su aplicación, y a partir de una propuesta de categorización, cotejo y análisis, permite reinterpretar los sucesos, con el fin de hacer nuevas lecturas apoyadas en otros discursos.
  • 4. Este asunto da voz a aquellos que han vivido la danza entendiendo su experiencia como factor innegable de configuración de formas de pensamiento. De esta manera, el testimonio y la interpretación del investigador resultan fundamentales para construir un campo semántico significativo dentro de la historia de la manifestación escénica. Es necesario, por tanto, validar otras formas de interpretar las palabras y los discursos, a partir de los propios procesos, de modo que los posibles marcos de análisis tengan reales repercusiones en los escenarios actuales. Por supuesto, el valor del discurso evocado y recordado por quien ha padecido el pasado es una prueba poseída por una categoría de verdad, en el sentido de que quien lo dice tiene la pretensión de credibilidad y posee un derecho particular sobre sus palabras. No obstante, comprendiendo la dimensión corporal y kinética que subyace al pasado de la danza y entendiendo la importancia de la experiencia de vida como fuente de construcción histórica, la historia de la danza requiere construir un escenario en el cual sean comprendidos los procesos dancísticos no solo a partir de la evocación y el recuerdo. El sentido de la historia danza reside en la posibilidad de configurar operaciones intelectuales que permitan discutir hipótesis interpretativas sobre un pasado que merece ser reconocido como advenimiento del presente. Resulta fundamental aplicar modalidades argumentativas que busquen explicaciones más allá de la experiencia subjetiva y, en ese sentido, permitan comprender el pasado con y desde otros discursos.
  • 5. Algunos antecedentes La investigación Procesos de creación en la danza, conversaciones con coreógrafos de danza contemporánea en Medellín1 surgió bajo la idea de establecer espacios permanentes de investigación en danza que promuevan el conocimiento reflexivo y el enriquecimiento teórico. Buscó estudiar los mecanismos usados para la creación en la danza contemporánea, en la individualidad y especialidad de tres coreógrafos de la ciudad de Medellín. Y se configuró en el deseo de aportar al medio dancístico la documentación de las reflexiones que, estando presentes en el ámbito de lo práctico, no se habían formulado en un análisis respetuoso, profundo y revelador que brindara referentes significativos al panorama teórico del área. La tarea intentaba reconocer, no sólo los espacios de práctica, entrenamiento y exhibición, sino aquellos donde la discusión teórica y crítica facilitara una mejor comprensión de las influencias y el desarrollo de la danza contemporánea. Partiendo de esto, se acudió a tres coreógrafos de larga trayectoria y proyección escénica en la ciudad, Beatriz Vélez, Rafael Palacios y Peter Palacio, puesto que ellos han contribuido con la plataforma de creación dancística y se destacan por sus importantes aportes en la construcción coreográfica de obras que reiteran la inclusión de lenguajes contemporáneos. Con ellos y su experiencia, se realizó una investigación cualitativa que utilizó la entrevista como instrumento de recolección de información y condujo a la generación de saber a partir de las concepciones que arrojaron sus comentarios, frente a la creación en danza. 1 Los resultados de esta investigación fueron publicados en el libro La creación en danza. Conversaciones con coreógrafos de danza contemporánea en Medellín, Medellín, Editorial Universidad de Antioquia, 2011.
  • 6. Ahondar sobre estos hechos como problemas de investigación ofreció una propuesta que, por un lado, permitió el avance en el conocimiento crítico de la danza contemporánea y en la comprensión de sus procesos de creación y, por el otro, brindó, a partir de las fuentes testimoniales, un reconocimiento de su experiencia que no ha tenido la oportunidad de registrarse y que es requerido por el medio cultural de la ciudad y del país. Con la investigación, se indagó y analizó el desarrollo de aquellos procesos que, vistos desde la creatividad artística, implican crear —como el hecho de dar vida a algo intangible (la idea)— todo un discurso intencional nacido en la necesidad de emplear un lenguaje de movimiento lleno de gestos, sensaciones, emociones, sentimientos, historias o, como lo sostuvo la reconocida bailarina alemana Mary Wigman, un lenguaje viviente que habla del hombre, un mensaje artístico que se encumbra por encima de la realidad en función de hablar, en imágenes y alegorías, de las más profundas emociones del hombre y su necesidad de comunicación (Wigman, 2002, 10). A través de un acercamiento fenomenológico, se centró en el campo de visión la experiencia del coreógrafo y la manera como éste vive la realidad de su proceso creativo, intentado expresar dicha apreciación con la mayor fidelidad, rigor y sensibilidad posibles. Estudiar los procesos de creación en danza a partir de las vivencias de los creadores, que son quienes dentro de sus propias prácticas recrean y encarnan el proceso de creación, permitió descubrir cómo utilizan sus experiencias y recurren a su memoria, cómo desarrollan sus planes y manifiestan sus acciones, cómo toman decisiones y emplean las estrategias compositivas y cómo reflexionan frente a sus propuestas creativas.
  • 7. Los testimonios recogidos se convirtieron en una fuente de significativa validez, ya que permitieron discernir, profundizar y conocer tres aspectos relevantes en los procesos creativos: la necesidad creativa, las metodologías para la creación y las estrategias compositivas. La necesidad creativa pretendía acercarse a sus historias de vida artística, influencias y pulsiones internas en torno al proceso creativo. Las metodologías para la creación se plantearon como fases las maneras individuales de abordar, comprender y proceder frente a los procesos creativos. Por último, las preguntas acerca de las estrategias compositivas se trazaron a partir de aspectos específicos en torno al manejo del espacio, el tiempo y el cuerpo. Estas páginas, por tanto, son elaboradas a partir de una investigación formulada y desarrollada con el propósito de responder a las necesidades académicas que demanda el campo de la danza contemporánea en nuestro contexto. En Medellín, su inclusión en el espacio universitario ha generado nuevas visiones entre los interesados en el área. En ese sentido, la educación profesional ofrecida por el programa de Licenciatura en Educación Básica en Danza de la Universidad de Antioquia, desde el año 2005, ha sido una apuesta primordial para la formalización del quehacer dancístico en el país. Es allí donde se ubica el Laboratorio de Investigación en Danza, liderado por la profesora Lina María Villegas, escenario donde surgió y se desarrolló la investigación referida. Con el análisis de las palabras de los coreógrafos, los objetivos formulados en el proyecto y las herramientas que diferentes textos y autores ofrecieron, se construyó un mapa que delimitó categorías de análisis con sus respectivas subcategorías y correspondientes aspectos categoriales.
  • 8. Los textos referentes para la construcción de las categorías fueron: El acto íntimo de la coreografía (1996) de las autoras Lynne Anne Blom y L. Tarin Chaplin, El arte de crear danzas (1965) de Doris Humphrey, Teoría y práctica del análisis coreográfico (1999) de los autores Janet Adshead, Valerie Briginshaw, Pauline Hodgens y Michael Huxley, El domino del movimiento (1987) de Rudolf Von Laban y Hacia una dramaturgia del movimiento (2000) de Leyson Ponce. Los textos permitieron poner en discusión la pregunta por cómo gracias a la voz del creador es posible construir conceptos, sin requerir la validez exclusiva del enfoque teórico. Discursos, declaraciones y experiencias Necesidad creativa A veces hay una necesidad interna de luchar a brazo partido con una idea apremiante, de darle forma y comunicarla, de crear una pasión que empuje a la sangre a hablar por medio de los músculos. (Lynne Anne y L.Tarin, 1996, 29). El libro El acto íntimo de la coreografía de Lynne Anne Blom y L. Tarin Chaplin está dirigido, principalmente, a aquellos que quieren emprender un proyecto creativo pero desconocen el uso de herramientas que les faciliten el desarrollo del proceso. En el inicio del texto, las autoras le dan al lector (que se identifica como un creador principiante) un consejo que debe tenerse en cuenta antes de elegir un tema: ‚conoce primero cuál es tu intención y después exprésala con claridad y sencillez‛ (Lynne Anne y L.Tarin, 1996, 29). Tal selección implica interrogarse a sí mismo acerca de los motivos y las intenciones que mueven el deseo, el ímpetu o la aspiración de moldear una idea. En la obtención de información para esta categoría, se proponen, en resumen, tres tópicos de análisis, entendidos como subcategorías: tema, impacto artístico y características estéticas. A continuación se definen por separado, obedeciendo a la simple intención analítica que
  • 9. conduce este texto. No obstante, se insiste en el hecho de que el creador es el único que puede imaginar su producción y es quien sabe cuáles son los mecanismos para conseguir su objetivo. No hay un orden estipulado para el surgimiento de la necesidad creativa, y el aquí propuesto solo pretende recoger el material bibliográfico estudiado y vincularlo con las declaraciones de los coreógrafos entrevistados, de este modo, ofrecer una de las lecturas posibles que puede funcionar dentro de un proceso creativo. Elegir un tema es darle ‚cuerpo a la obra‛, es decir, encontrar la materia que dará consistencia y personalidad a la creación. Sea cual sea la temática determinada, el coreógrafo es quien define de qué manera busca las intenciones que lo llevan a construir imágenes, fraseos o diseños con el movimiento. El valor real de la intención está sobre la motivación que es el impulso interno, la pulsión creativa e inmediata para dar vida a una idea y clarificarla con mayor contundencia. El tema indaga en las motivaciones e intenciones que conducen al coreógrafo a crear una obra. Consiste en la escogencia de un contenido adaptable, una idea o una temática, para ser expresado por medio del movimiento. Es el cuerpo de la obra, la materia que le dará consistencia y personalidad. Para las autoras de El acto íntimo de la coreografía, el tema de una obra de danza debe ser elegido de acuerdo con una condición esencial: ‚que pueda ser expresado por medio del movimiento‛. (Lynne Anne y L.Tarin, 1996, 29). Esta consideración recuerda las palabras de la norteamericana Doris Humphrey, al señalar que el coreógrafo está en la necesidad de crear un movimiento dentro del campo expresivo de la danza. Es decir, aun cuando al espectador se le explique con palabras cuál es el tema de la obra, es necesario que el movimiento puro pueda expresarse por sí mismo (Humphrey, 1965, 41).
  • 10. En cuanto a la inquietud temática para la creación de las obras, la coreógrafa Beatriz Vélez2 manifiesta que para la creación es necesario tener, en todo momento, un carácter flexible, espontáneo y abierto. La temática de sus trabajos se define a partir de una pregunta personal que, la mayoría de las veces, traduce el deseo de transmitir o expresar una idea, una situación o una vivencia personal, o, simplemente, nace del gusto de crear danza. Para ella, es la experiencia la que valida la propuesta temática; son las sensaciones que el vivir cotidiano le ofrece las que, poco a poco, van marcando el camino de la creación. La incertidumbre de la vida es la estrategia con la que mejor se identifica a sí misma. Cuando estoy creando, no hay selección de temas, es un cúmulo de sensaciones. En este momento estoy buscando un tema. Tengo ganas de indagar por asuntos que, en ocasiones, van por buen camino y fluyen. No obstante, así como llegan también se van por otros caminos. Siento que cada experiencia creativa es un proceso nuevo. Pareciera que la experiencia no tuviera importancia. Cada vez que aparecen nuevas perspectivas, ya sea porque te enfrentas a discusiones con otras personas, se reconoce la necesidad de buscar otras alternativas para la creación de la misma pieza. Siento que mi experiencia me indica que la labor es buscar nuevas formas de movimiento. 2 Beatriz Vélez (1970) de Medellín, Colombia. Bailarina profesional, maestra de danza, coreógrafa. Fue integrante destacada de la Compañía Danza Concierto, dirigida por Peter Palacio. En su carrera creativa independiente se destacan obras como Subterráneo (1993), ganadora del Premio Beca de Creación, Colcultura 1993; Canto salvaje (1995) con Francisco Cuervo; Es un sacrificio (1996), que obtuvo el primer puesto en el Concurso de Coreografía Ciudad de Bogotá, 1996; Is my space (1998); Casa Babylon (1999); Alba (2002); Tres por mil (2004); y Rufino (2008), creación colectiva con Juan Carlos Pabón, que obtuvo la Beca de Creación, 2008.
  • 11. En una similar dirección, el coreógrafo Rafael Palacios3 expresa la importancia de definir una temática para la obra, ya que es ahí donde radica el valor fundamental de la creación de la danza. Su deseo creativo nace de una inquietud personal. Es decir, las ideas o sentimientos que desea expresar las lee de acuerdo con sus propias experiencias. Palacios comenta un ejemplo de esta situación, al respecto de la obra La puerta. La idea de la obra La puerta4 nació de la experiencia que viví cuando estuve en África, en la isla de Gorée, de donde traían a los esclavizados hacia América. Prácticamente, fue un campo de concentración. La conocí en el año 1995 y esa imagen me quedó grabada desde ese momento. Sentí que ese sentimiento tenía que expresarlo de alguna manera. Cuando me gané la Beca de Creación de la Alcaldía de Medellín, apareció el mismo tema. Inicié la creación con mis bailarines y los invité a que investigaran sobre el tema. Para mí, es muy importante investigar para tener claro lo que se quiere decir. 3 Rafael Palacios. Bailarín, maestro de danza y coreógrafo. En 1997 fundó en Medellín la Compañía de Danza Sankofa, con la cual realiza un trabajo en danza afro-contemporánea que vincula la cultura africana con la cultura colombiana. Entre sus trabajos se destacan La ciudad de los otros (2010); Corta eternidad (2009); La Puerta (2006); y San Pacho Bendito (2006), ganadora de la Beca Nacional de Danza del Ministerio de Cultura, 2005, y de la Tercera Edición del Premio Nacional de Danza, otorgado por el mismo ministerio en el año 2008. Con el programa de Montajes Coreográficos del Instituto Distrital de Cultura y Turismo de Bogotá, crea y dirige la obra 34% visibles (2004); Sol ninguna bendición (2004). 4 La puerta (2006) fue una obra creada con el apoyo de una Beca de creación de la Secretaría de Cultura Ciudadana de la Alcaldía de Medellín. Se hizo en homenaje a la Isla de Goreé, en África, también conocida como la ‚isla de los esclavos‛. Este territorio fue declarado por la UNESCO, Patrimonio de la Humanidad en 1978. La reseña de la obra señala que ‚Sankofa hace un homenaje al ser humano, a esas madres obligadas a vercómosushijos,másdeveintemillonesdeafricanos,fueronobligadosacruzar atravésdelapuertadelno retorno en la isla Goreé, Senegal, hacia América. A los hijos, diáspora africana, que lucharon y continúan haciéndolo por trascender y no perder el legado africano. Pero también Sankofa hace un llamado al retorno, un regreso que se hace necesario, un reencuentro con esa parte de la historia que aunque dolorosa, puede guiarnos hacia el destino que queremos construir‛. Información disponible en: http://sankofadanzaafro.wordpress.com/repertorio/la-puerta-2006, consultada el 1 de octubre de 2011.
  • 12. No pararse en el escenario sin cuidado con los temas propuestos. Creo que entre más investigación, más respaldo tiene la obra. Sea entendida o no, que le guste o no a la gente, uno queda más tranquilo si sabe que hizo un trabajo serio, dentro de los parámetros que uno considere. Con la obra La puerta, Rafael Palacios encontró una propuesta temática que le permitió dirigir la creación. No obstante, no siempre los procesos resultan ser tan claros desde un inicio y, en este sentido, dice Palacios, ‚da mucha tranquilidad cuando el tema fluye desde el comienzo de la creación. Sin embargo, si es lo contrario, creo que no debe sentirse frustración, pues, es posible que sean señales que indiquen que ese no es el camino‛. A partir de esta premisa, puede afirmarse que el papel del coreógrafo es mantener vivas la sensibilidad y la intuición durante todo el momento creativo. La atención y la escucha son acciones determinantes para tomar decisiones, elegir puntos clave y lograr los objetivos. El coreógrafo Peter Palacio5 reconoce su interés en temas culturales, que expongan la realidad del país. Inicialmente, sus obras fueron creadas a partir del deseo de revelar y exhibir, frente a las miradas nacional e internacional, el talento creativo colombiano. Esto funcionó como su primer recurso creativo y fue el vehículo que le permitió expresar otra cara de Colombia en el exterior. 5 Peter Palacio (1950), Barranquilla. Es coreógrafo, maestro de danza y bailarín profesional. Es considerado uno de los pioneros de la danza contemporánea en Colombia. Es fundador, director artístico, maestro y coreógrafo de la compañía Danza Concierto (primera compañía de danza contemporánea en Medellín, 1990). También, fue fundador, director y productor de la Temporada Internacional de Danza Contemporánea de Colombia, 1996-2006. Entre sus obras se destacan Tiempo mestizo (1990), compuesta por: Homenaje al campesino, Quinientas lunas después y Los hijos del sol. También: Orígenes y azares (1989); Benkos (1992); Recicle (1993); La bella remedios (1995); Esa vana costumbre... del bolero (1999), ganadora del Premio Mejor Trabajo en Danza, en el marco de los diez años del Festival de Teatro Hispánico de París, en el 2000; Y entonces qué (2001); Anamorfosis (2003); Amaranta (2005); La casa de Bernarda Alba (2009); La Gaitana (2010); y Medea (2011).
  • 13. Cuando estás en otro país, te discriminan por ser colombiano. La gente cree que eres guerrillero, violador de los derechos humanos, narcotraficante o contrabandista. Mi propósito era demostrar que Colombia podía tener una mejor imagen. Aquí no solo hay malas historias para contar, también hay talento y gran cantidad de buenas experiencias. Uno notaba, en los festivales a los que fuimos con Danza Concierto, que cuando terminaba la presentación de las obras, la actitud del público cambiaba. Cuando llegaban a ver la producción colombiana iban con prejuicios y, al finalizar, no se imaginaban que aquí se podían hacer trabajos de gran calidad. Otros aspectos que permiten esclarecer la temática sobre la cual se interesa el coreógrafo y de qué manera encuentra el camino que lo lleva a construir imágenes, frases o diseños con el movimiento son motivación, intención y claridad. La motivación es el impulso interno, la necesidad o la pulsión creativa e inmediata de dar vida a una idea por medio del lenguaje de la danza. Sin embargo, no basta con que exista una motivación inicial, pues es necesario pasar a un escenario de producción que materialice el propósito creativo. Es ahí cuando aparece la intención de querer expresarse por medio de una creación escénica. Aunque la intención no presupone tener definido el recorrido creativo específico, sí es un momento donde, más allá de las confusiones propias del proceso, se da rienda suelta a las ideas y se procede con el desarrollo. La intención puede entenderse, entonces, como la voluntad de hacer algo y buscar las estrategias para llevarlo a cabo. En este sentido, las declaraciones de Peter Palacio acerca de la motivación que lo condujo a tratar temas sociales y culturales expresan cómo la sensación de marginalidad con la que vivió en el exterior, por ser ciudadano y artista colombiano, fueron determinantes para identificar sus características estéticas como coreógrafo. Claramente, se observa la influencia de los contextos sociopolíticos que marcan y lideran su creación; sus propuestas querían objetar los prejuicios culturales que existen contra los artistas latinoamericanos.
  • 14.
  • 15. De este modo, al presentar sus obras, no solo plasmó sus intereses personales, sino que se preocupó por los escenarios de circulación e intermediación. Su interés también fue transformar la mirada y los discursos frente a la danza colombiana. Continuando con la elección temática, la coreógrafa Beatriz Vélez expresa que existen temas que son claros desde el inicio del proceso de creación, mientras que otros toman diferentes caminos y se van transformando de acuerdo con la necesidad de la pieza. Para ella, los rumbos del tema y del proceso son constantemente variables e indefinidos. Este apunte reafirma el presupuesto contemplado en el marco conceptual de la investigación, donde se indica que los procesos de creación se caracterizan por ser discontinuos, impredecibles, dinámicos, desordenados, fluidos e intuitivos, y no se pueden aprehender por completo en fases perfectamente delimitadas. Como lo dije ahora, las ideas van apareciendo [...] A veces, son procesos muy largos. Y, aunque los temas no tienen relación, sí parten de mi pregunta [...] Es un enfrentamiento siempre conmigo, que no siempre se da de la misma manera. A veces siento que me estoy cansando de crear para mí. Quizás me gustaría ver otros bailarines para, tal vez, dirigir. La situación expresada por Vélez recuerda la fase conocida como incubación del proceso creativo, la cual es el tiempo de espera en el que se busca una resolución de la idea creativa. Bajo otro argumento, se comprueba que la necesidad de crear es directamente proporcional a la capacidad de ser creativos. Como lo menciona la coreógrafa Vélez, ‚Para crear es necesario que se parta de la aceptación de que somos creativos. La creación hace parte del proceso personal de cualquier ser humano. Aceptar que podemos ser creativos es la pauta para iniciar cualquier proceso‛. Esta afirmación también es compartida por Rafael Palacios, quien indica que la creación y elección temática tiene su origen en ‚el trabajo constante y [en] estar siempre listo.
  • 16.
  • 17. Más que leer libros, [esto] es observar trabajos de danza y teatro. Esa es la tarea: esforzarnos para que, aunque sea el mismo tema, se intente mostrar desde otro punto de vista‛. Así, la creación presenta múltiples y nuevos retos, nuevos espectadores, nuevos escenarios de proyección, nuevas demandas y necesidades. No es posible, entonces, que el proceso creativo sea un acontecer predecible o definido. Por ello, Vélez comenta que, con la experiencia que tiene como creadora en la danza, existen detalles que se escapan y por lo tanto se cometen errores constantemente. Impacto artístico En cuanto al impacto artístico y el contexto hay que señalar que, en primer lugar, toda obra de danza es realizada en un momento y un lugar determinados, inscribiéndose en una cultura que posee costumbres, hábitos, rituales y creencias. El impacto artístico es la relación que se establece durante el diálogo entre la obra y el espectador inscritos en un contexto sociocultural determinado. Está condicionado por una serie de factores que, vistos como aspectos categoriales, son indicadores que permiten observar el marco social en el que se inscribe la obra de un coreógrafo. En segundo lugar, el contexto se refiere a los procesos de influencia que ha vivido el coreógrafo, relacionados principalmente con situaciones que corresponden a la época en que le ha tocado vivir, ‚por consiguiente, el contenido, las técnicas y las normas particulares de una coreografía y su interpretación están asociados con la cultura específica de un determinado tiempo y lugar‛ (Adshead, óp.cit., 1999, 104). Estos elementos encierran pensamientos y expectativas que determinan la interpretación y la apreciación de la danza en un contexto que reúne las miradas del coreógrafo, los espectadores y los bailarines. Es importante que la observación del contexto, como aspecto general para la interpretación, no solo se haga a la luz de la experiencia del coreógrafo; también, el bailarín, quien es el intérprete de las ideas creativas, está inserto en un contexto determinado que afecta e influye en el proceso creativo.
  • 18. De igual manera, durante la presentación de la obra —en el proceso de recepción—, los espectadores están condicionados por aspectos culturales que determinan la perspectiva con la que interpretan la coreografía (Hodgens, et al.1999, 104). El impacto artístico esclarece el contexto bajo el cual el coreógrafo desarrolla su producción artística, y las influencias que determinan dicha producción. A su vez, da cuenta de cómo, inscrita en el contexto, su obra goza de libertad e iniciativa creativa o, por el contrario, se encuentra con limitantes, lo cual lo conduce a romper o crear otros contenidos, técnicas o normas particulares que caractericen su proceso artístico. En cuanto a las influencias históricas y artísticas, los tres coreógrafos entrevistados relatan que desde la infancia tuvieron contacto visual o directo con la danza, lo que fue determinante para cada uno en su elección profesional. Beatriz Vélez comenta que los primeros maestros son fundamentales en la formación dancística, argumentando que las múltiples informaciones corporales convienen cuando existen bases técnicas consistentes. El coreógrafo Peter Palacio, por su parte, expone que el Carnaval de Barranquilla es un evento que ha dejado huellas marcadas en su memoria. En él, esta experiencia se vuelve el eco de un talento o vocación por descubrir; por esta razón, Palacio da cuenta de su interés en áreas de conocimiento como la filosofía, la sociología y la psicología: ‚Creo que alimentarse con otras ramas de conocimiento es clave. No solamente lo he hecho con mis obras. He visto trabajar a mis maestros de danza contemporánea y conocer sus estrategias investigativas. Hay que hacer un proceso de investigación primero, de modo que se defina qué y desde qué perspectiva se va a estudiar toda la información recogida‛. De igual modo, la coreógrafa Beatriz Vélez señala la importancia de escritores, pintores y pensadores, entre otros, que han marcado y acompañado sus reflexiones en torno al hacer dancístico: ‚Siempre observo mi tema desde un horizonte general.
  • 19.
  • 20. Por ejemplo, el pintor Egon Schiele me encanta y siempre he pensado que quiero hacer algo con su obra. De la música, creo que no tengo predilecciones; para mí es necesario bailar y apreciar cualquier tipo música‛. Asimismo, para el coreógrafo Rafael Palacios, el gusto por la danza surge en la infancia. Su decisión siempre estuvo acompañándolo y lo que irrumpía su búsqueda era la pregunta por cómo hacerla y de qué manera proyectarla. Según lo que describe, ha sido la danza afro- contemporánea el estilo que recoge y demuestra de forma más completa sus intereses. Esta técnica surge en un contexto socio-histórico determinado, que, de acuerdo con el relato de Palacios, buscaba la apertura a lenguajes contemporáneos de danza, con el fin de permitir a los creadores y precursores de este estilo ubicarse en cualquier escenario del mundo y proyectar una imagen que no fuera ni local, ni tribal, ni tradicional, sino, más bien, un lenguaje a partir de sus propias raíces. Esta filosofía o manera de concebir la danza ha sido retomada por este coreógrafo para forjar un estilo que le permite hablar de su identidad. Por lo tanto, Palacios cuenta que, en su búsqueda, aprendió y retomó valiosos conocimientos de sus maestros, pero, por otro lado, reconoce la necesidad de estructurar su propio estilo. Piensa que es importante romper y asumir la creación con una visión colombiana, de ahí que confiese su preocupación por el panorama de la danza contemporánea, porque ve una tendencia a reiterar los mismos movimientos y los mismos diseños coreográficos en general. Características estéticas Esta subcategoría se relaciona con la experiencia artística de los coreógrafos en aspectos dramatúrgicos, interpretativos y técnicos. Es importante afirmar que, aunque los demás componentes se analicen por separado, para asuntos metodológicos, en la práctica se afectan y conectan unos con otros.
  • 21. Así, la prevalencia de unos temas sobre otros y el impacto artístico son situaciones que determinarán las cualidades y características en cuanto a estilo de la pieza dancística, que, en efecto, exponen los planteamientos estéticos del coreógrafo. Para comprender con mayor claridad a qué se refieren las características estéticas, vale la pena considerar los siguientes aspectos categoriales. Todo aquello que tiene sentido, significado y valor para una sociedad o cultura en un tiempo determinado, para un coreógrafo e intérprete, está reflejado y preservado hasta cierto punto por una serie de pautas coreográficas seleccionadas y específicas, conocidas como géneros y estilos (Adehesad, 1999, 111). Se hace referencia al estilo a partir de las distinciones o características particulares que poseen los géneros, pero que, de igual manera, están sujetas al contexto en el que se desarrollan. El estilo general se refiere a la época contextual y social en la que se desenvuelve una técnica en particular. El estilo coreográfico se entiende como la característica que distingue a un coreógrafo de los demás a partir del manejo de los componentes coreográficos o en los significados, valores e interpretaciones. El estilo interpretativo hace referencia al estilo individual del bailarín, que se relaciona con las características personales de movimiento y sus habilidades físicas, técnicas e interpretativas. Ante la pregunta por el estilo coreográfico, el coreógrafo Rafael Palacios expresó que, debido a la búsqueda de lenguajes para la técnica de danza afrocontemporánea que desarrolla, ha tenido que forjar un estilo que hable de su identidad. Palacios expresa que siente cumplida una misión que, como artista y hombre inmerso en una cultura, ya le ha entregado a la sociedad colombiana: Nosotros, los negros, podemos hacer más que bailar un Mapalé con taparrabos; podemos hacer más que bailar un Currulao, siempre con el mismo vestuario y de la misma manera [...] No tenemos que sentirnos ni exóticos, ni eróticos ante un público que quiera ver eso.
  • 22. Hay otras posibilidades. De ahora en adelante, yo creo que puedo decir que cumplí una labor. Es ahí donde me refiero a lo académico y cómo soltarnos de eso. Me refiero a lo académico, a romper con lo que siempre estamos viendo. Ese estilo contemporáneo que me hace preguntarme si en realidad es el respaldo que nosotros necesitamos como colombianos para hacer danza, si eso cabe en estos contextos sociales, culturales, diversos o si debemos buscar otras formas. Porque también es muy fácil acomodarnos a una técnica que llevaba miles de años y simplemente aprenderla bien. A partir de reflexiones similares se estructura la definición de la dramaturgia del movimiento. Esta se considera como una gramática abierta representada por elementos específicos que, aplicados secuencialmente, desarrollan cierta congruencia interna y construyen un lenguaje con el cuerpo. Determinar una dramaturgia del movimiento favorece creativamente la producción escénica, ya que permite construir poéticamente y llegar al equilibrio entre la forma y el contenido, logrando la comunicación como ejercicio hermenéutico entre el cuerpo de la obra y el espectador. Como aspecto categorial, la dramaturgia del movimiento permite reconocer en las experiencias investigativas de los coreógrafos, la manera como se construyen los diferentes caminos que engendran el proceso creativo y cómo estos caminos se abren a sentidos comunes de recepción y comunicación entre el creador y el espectador. Dada la necesidad de crear una estructura dialógica que posibilite una mejor transmisión de la obra a los espectadores, la dramaturgia, término específicamente relacionado con el teatro, ha comenzado a tenerse en cuenta en la danza contemporánea. Según Eugenio Barba, la dramaturgia se concibe como ‚la suma de acciones‛, lo cual permite la interpretación de un flujo de elementos que constituyen el tejido comunicativo; así, las relaciones establecidas por la coreografía entre cuerpo, espacio y tiempo conducen a la construcción permanente de la estructura dramatúrgica, dentro del desarrollo creativo, en búsqueda de la precisión y el equilibrio de la puesta en escena.
  • 23. Ahora bien, si el proceso creativo es el camino por el cual de manera intuitiva y estructurada transitan resoluciones para la obra dancística, la dramaturgia es el entramado escénico que, a partir del juego de tensiones y contradicciones, da forma al tejido de la obra. No se trata de formular sistemas impuestos que conlleven a la perfecta elaboración de una creación en danza, sino, más bien, de indicar que sus procesos de creación son caminos hacia la producción de lenguajes artísticos que necesariamente deben abrirse a sentidos comunes de recepción y comunicación. La dramaturgia se muestra desde concepciones mucho más fundamentadas, abiertas y menos radicales. No se trata de un texto escrito con ciertas características técnicas, tampoco es la inclusión del hecho teatral, dramático y narrativo que implica la representación de un texto en el teatro; la dramaturgia, dentro de la danza, puede ser considerada como la unidad conceptual de la obra. De esta manera, es posible trascender el sentido del movimiento y tejer, como dice Leyson Ponce, el dinámico entramado de artes que es la puesta en escena (Ponce, 1999, 39). La danza requiere de una dramaturgia que, vista en términos de acción escénica, sustente, enriquezca y trascienda la expresión dancística. Por tales razones, se habla de una dramaturgia de la danza contemporánea donde están presentes las experiencias investigativas de los coreógrafos, que son quienes engendran los elementos fundamentales que dan vida al desarrollo creativo y aportan las posibles definiciones del proceso creador. Con apuestas similares, la coreógrafa Beatriz Vélez anota que hay un interés en reflejar una relación con la identidad en el lenguaje dancístico. Esta inquietud parte del deseo de expresar con el movimiento un sentido que caracterice y le dé forma a la danza en su contexto particular. Es significativa la manera en que la entrevistada expone lo que han logrado otros creadores cuando han podido imprimir un sello particular en su estilo como coreógrafos o intérpretes.
  • 24. No obstante, aclara que admira y respeta el trabajo de exploración, pero que su interés no es recorrer idénticos caminos, sino construir los propios. Con respecto a la dramaturgia, Rafael Palacios comenta que su foco no es crear obras representativas. Para él, es importante que el público reflexione, piense y absorba individualmente el contenido dancístico. Considera que el término dramaturgia es bastante debatido y que, por tratar de codificarlo, simplemente se reduce a juicios que señalan si una obra posee o no sentido dramatúrgico. Generalmente, los debates a los que se refiere se tornan incomprensibles para el coreógrafo, quien opta por aislarse de este tipo de reflexiones y busca en sí mismo las maneras concretas para aplicar la dramaturgia. La dramaturgia es un concepto complejo y bastante discutido. Muchas veces tratan de codificarlo, pero ¿qué se entiende por dramaturgia?, ¿quién dice cuándo hay o no dramaturgia? No lo entiendo. Tal vez, no concibo de esa manera la dramaturgia para crear mis obras. También, insisto, se trata de olvidar la academia. Uno estudia en la academia y allí le enseñan cómo se deben hacer las cosas, sin entender que esa es una de tantas maneras de hacerlas. Mi propósito es intentar romper con esos estándares. Es permitirse crear de una manera muy personal, con una búsqueda y una inspiración muy propia. Es crear como yo piense que se debe hacer y no como los demás están esperando que sea. Un aspecto reiterativo en el discurso de Rafael Palacios es la indicación de que la puesta en escena de una obra de danza debe reflejar más que una técnica o un estilo interpretativo. No se trata de un ejecutante de destrezas, sino de un intérprete que construya, con su movimiento y sus capacidades expresivas, interpretativas y técnicas, una particular forma de danzar con su cuerpo. En otras palabras, es lograr una propuesta estética en la cual se lea el estilo del intérprete o el estilo del coreógrafo.
  • 25. Con respecto a su experiencia, Palacios comenta el recorrido con la Compañía Sankofa, con quienes ha logrado una forma de expresarse por medio de la danza, sin acudir a las vías convencionales. En una exposición similar, Beatriz Vélez anota que el estilo propio da cuenta de la información que recibe el creador desde diversas fuentes, es decir, desde los maestros, las diferentes técnicas de danza y el entorno creativo (música, artes plásticas, etc.), entre otras. Todo ello pertenece al cúmulo de estímulos e información que recibe el creador. Para lograr un estilo propio, influye la información que se recibe y, más importante que esto, el tiempo dedicado a procesarla. Para la coreógrafa, los diferentes géneros dancísticos que ha experimentado a lo largo de su trayectoria —ballet clásico, danza moderna y danza contemporánea— le han permitido un acercamiento corporal por diferentes líneas, formas y energías, que se convierten en ganancias, enriqueciendo el espectro técnico e interpretativo que tiene. Vélez comenta cómo vivió la transición de danza clásica a danza contemporánea y manifiesta que uno de los aspectos que la motivó al cambio de género fue el entorno llamativo que había alrededor de la vertiente contemporánea, que se mostraba más interesante, creativa y seductora para la bailarina: ‚Empecé a ver la separación entre el ballet y la danza contemporánea. El estilo contemporáneo me ofrecía opciones de movimiento más cercanas a lo que estaba buscando. Sentía que mi interés se dirigía hacia esta propuesta. Me gustaba su ambiente, y las personas que bailaban danza contemporánea me parecían muy interesantes y creativas. Simplemente, me fue seduciendo‛. Puede inferirse de lo anterior que, para la coreógrafa, la danza contemporánea, más que una técnica, es una propuesta que multiplica las posibilidades de creación de sentidos, significados e interpretaciones.
  • 26. Metodologías para la creación en danza Una técnica desprovista de llama creadora es como un cuerpo sin alma. La técnica es un oficio que debe servir de pedestal al arte. A este le es tan indispensable el acento como la materia. La danza es la más y menos perfecta de las artes. (Serge Lifar, 1968, 15). Esta categoría estudia los procesos de creación a partir de las fases que conforman su desarrollo. Considerarlos como ejercicios de investigación implica reconocer que el acto creativo encierra unos pasos que, seguidos de manera intuitiva, intelectual o sensitiva por el creador, aparecen reflejados en su necesidad expresiva, que a su vez es el motor que le da la vida a la creación. En esta categoría no se plantean subcategorías y aspectos categoriales, porque las metodologías para la creación están ordenadas a partir de fases que, cronológicamente, estructuran el desarrollo de la obra: antes, durante y después del montaje coreográfico. Cada fase se nombra de acuerdo con el tipo de actividad desarrollada en su proceso. El primer momento habla de un diseño del proyecto; el segundo, de su desarrollo, y el tercero, de la finalización, exposición y replanteamientos. De este modo, antes del montaje, se da el trabajo de campo; durante el montaje, ocurre el desarrollo de la investigación de movimiento; y después del montaje, aparecen las estrategias de circulación e intermediación. Vale la pena aclarar que esta organización no presupone una única posibilidad de desarrollo de los procesos. Es claro que la discontinuidad, la incertidumbre y las permutaciones son situaciones que surgen con frecuencia en los procesos. Asimismo, las fases pueden ocurrir simultáneamente o en diferente orden del aquí planteado. No obstante, la división propuesta se hace con el interés analítico que implica definir una posible estructura de estudio.
  • 27. Fases Trabajo de campo Antes del desarrollo como tal de la coreografía, es común que sus creadores realicen un trabajo de campo en el cual, por medio de la observación, alimenten, profundicen y sustenten la selección de un tema. Si se recuerda a Doris Humphrey y las características del buen coreógrafo (Humphrey, 1965, 26), la observación es una de las actividades que más proporciona estímulos a la capacidad creativa; ‚Consideremos otros rasgos importantes del coreógrafo. Además de ser sensible frente al ser humano es observador en general; todas las manifestaciones de forma y configuración no solo le interesan, sino que le fascinan. Advierte los lineamientos de la vida diaria, dondequiera que esté‛ (Adshead, et al. 1999, 108). La observación, entonces, se convierte en una de las actividades centrales para cultivar el sentido creativo. La visión se agudiza y el coreógrafo se vale de esta para capturar los elementos y detalles que apoyan su propuesta y le generan reflexiones o motivaciones. Con respecto a la elección de la temática, algunos coreógrafos recurren a diversas fuentes de información (orales, escritas, visuales, documentales, vivenciales) y áreas del conocimiento afines o no a la danza. Este interés por crear sistemas de conexión con múltiples disciplinas en sus búsquedas artísticas, recuerda el carácter interdisciplinario que justifica gran parte del arte de los últimos tiempos; intenciones y acciones absolutamente pluralistas se evidencian en el desarrollo de los procesos creativos de muchos artistas, incluidos, por supuesto, los coreógrafos de danza contemporánea. Luego de la búsqueda, se realiza una selección de la información. Doris Humphrey habla de una minuciosa evaluación, en la cual se analiza la adaptabilidad de la información al lenguaje danzado, información que aporte a la motivación del movimiento y a la búsqueda de significados.
  • 28. Todo esto va de la mano con la interpretación de los datos que, de acuerdo con el texto Teoría y práctica del análisis coreográfico, se define como el ‚proceso de descubrimiento o desvelamiento del sentido de ciertos objetos o acontecimientos‛ (Adshead, et al. 1999, 96). El sentido y significado que encuentra el coreógrafo genera una interpretación que pretende afectar el carácter que le infunde a la obra y que, luego, transmite a sus bailarines. Asimismo, estos últimos harán su propia interpretación, revelada en su expresión del movimiento. Las metodologías para la creación en danza, como se ha especificado, están divididas en tres fases: antes, durante y después del montaje coreográfico. Con respecto al primer momento (trabajo de campo), los tres coreógrafos se valen de diversas estrategias para ahondar en el tema o la idea de la obra, remitiéndose a diversas fuentes de información. De acuerdo con la motivación inicial y la elección temática, Beatriz Vélez desarrolla un ‚trabajo de mesa‛, como ella lo nombra, con el fin de responder las preguntas personales que avivan el sentido de la observación y la llevan a tener una actitud alerta. Esto le permite sorprenderse con la información que llega a sus manos, ya sea de tipo vivencial, visual, sonora o escrita. Luego, confronta intuitivamente estos datos para buscar estímulos que afecten sus percepciones, encontrar otras posibilidades de interpretarlos y determinar estrategias para la construcción del material de movimiento. Teniendo seleccionado el tema, empiezo un trabajo de mesa, con todo tipo de información. Las imágenes me generan preguntas corporales [...]. El azar juega un papel muy importante, porque va trayendo, sin premeditar, la estructura y el orden de las cosas. Todo parece confabularse. Imágenes, situaciones, sonidos, son aspectos que tengo en cuenta. Es tener una mirada de alerta al mundo, durante el tiempo de la creación. Es estar abierto, perceptivo, alerta.
  • 29. Por otro lado, la metodología de trabajo de Peter Palacio consiste en llevar a cabo un rastreo documental como parte fundamental e indispensable para definir el tema de sus obras y sustentar lo que expresa en ellas. En su testimonio, menciona obras como Benkos (1992), Homenaje al campesino (1990) y Recicle (1993), en las cuales utilizó diferentes estrategias para la búsqueda de información. En el caso de Benkos, viajó a Palenque de San Basilio para acudir directamente a la comunidad, como una estrategia que se puede enmarcar dentro de la investigación etnográfica; además, buscó asesoría con personas de diferentes ramas del conocimiento, lo que posibilitó la interacción y el diálogo con otras disciplinas. ‚Es que la danza contemporánea es eso. La danza contemporánea es completamente interdisciplinaria‛, dice. Otro ejemplo de su metodología de trabajo es el proceso que vivió con su más reciente producción, La casa de Bernarda Alba, una reconocida obra literaria del escritor Federico García Lorca. Para desarrollarla, el coreógrafo expresa que se detuvo en el estudio de la pieza literaria, página por página, haciendo una lectura detallada, con el fin de descubrir los símbolos, las imágenes y los datos que el escritor quería reflejar. Palacio pretendía abstraer texturas, colores, acciones físicas y elementos que se pudieran traducir en movimiento. Además, profundizó en la biografía del escritor para entender el lenguaje, la cultura y los significados plasmados en este clásico literario. Luego de este trabajo previo, el coreógrafo procedió a la investigación del movimiento. Por ejemplo, con La casa de Bernarda Alba, que fue mi última producción, empecé el proceso de indagación leyendo el libro, una y otra vez. A veces, lo leo hasta diez veces seguidas, con el fin de asimilarlo y comprenderlo. Después, me detengo en las dos primeras páginas y, a partir de ellas, comienzo a buscar de qué color habla el texto, qué texturas me expresa, qué debe tener la escena, cuáles objetos.
  • 30. Desde una perspectiva diferente, Rafael Palacios afirma que el proceso de investigación ha estado siempre presente en sus creaciones con el propósito de lograr una profundidad con el tema y una depuración más cuidadosa. Como ejemplo de ello, relata el proceso de creación de la obra San Pacho Bendito (2006). Esta se originó en el análisis documental de una tesis de grado de la Universidad Pontificia Bolivariana. Luego de leerla y hacer una primera interpretación, tanto el director como sus bailarines decidieron realizar un trabajo de campo para confrontar esta información. Así, emprendieron una observación participante que les aportó más fundamentos vivenciales para la exploración del tema. Quería crear algo sobre las fiestas populares de San Pacho en Quibdó. Si nos vamos hacia mi pasado, encuentro que hago parte de esa tradición y de sus danzas populares, en cierto sentido. Yo no nací allá. Y, sin embargo, voy todos los años. Es posible que me pertenezca la tradición hasta cierto punto. Entonces, ¿cuál es mi mirada sobre San Pacho? [...] ¿Cómo quiero ver a San Pacho en el escenario? ¿Qué quiero expresar de San Pacho? [...] De este modo, mi puesta en escena fue una crítica a muchas situaciones que vive el pueblo del Chocó durante sus fiestas. Me niego a sacar plumas y lentejuelas, como si utilizara disfraces. Estoy interesado, por ejemplo, en la utilización de objetos como los baldes. Este objeto me permitió hacer la referencia a Quibdó como la ciudad más lluviosa del mundo y, no obstante, ¿cómo es posible que en las casas todavía no llegue el agua por alcantarillado? Son ese tipo de contradicciones. Creo que ahí está una forma de abordar el contemporáneo. Para mí, lo contemporáneo se refiere sobre todo a una actualidad contemporánea. Sé que cada artista tendrá algo muy diferente para decir sobre este concepto y su significado.
  • 31. Desarrollo de la investigación de movimiento Cada bailarín está en la capacidad de explorar movimientos propios de acuerdo con las motivaciones que el coreógrafo le proponga. Como lo indican los autores de Teoría y práctica del análisis coreográfico, ‚los movimientos se hacen por una gran variedad de razones involuntarias o voluntarias, físicas, psíquicas, emocionales o instintivas, que en conjunto llamaremos motivación‛ (Adshead, et al. 1999, 104). En este sentido, la motivación que lleva al coreógrafo a traducir sus ideas en danza es un proceso que se vive por medio de la exploración de movimiento. Al igual que un laboratorio, es un espacio para el desarrollo de experimentos que requieren de una introspección hacia el cuerpo y de los elementos constitutivos de la coreografía. Vale la pena recordar el ensayo El discurso corporal en la danza: un acto creativo de Claudia Mallarino, pues la definición que ofrece de la exploración en la danza permite comprender la relación existente entre este concepto y las estrategias empleadas por el coreógrafo para buscar movimientos con los cuales se reflejen las conexiones mutuas de la forma y el contenido (Mallarino, 2005, 43). La exploración, por lo tanto, no tiene que ver con la estructura como tal de la obra, sino con las formas de uso de las herramientas compositivas que permiten crear un discurso corporal. Otra herramienta para obtener material coreográfico es la improvisación. Entendida como la creación espontánea de una idea que se exhibe conforme es desarrollada, la improvisación en la danza es un recurso que permite potenciar la capacidad interpretativa de los bailarines, puesto que exige la habilidad para desarrollar una pauta escénica sin previa preparación. La improvisación ha sido ampliamente empleada en la música y en el teatro con el fin de estimular la creatividad para resolver problemas escénicos en un solo instante. En El acto íntimo de la coreografía se ofrece una definición pertinente: ‚La improvisación dancística fusiona creación con ejecución.
  • 32.
  • 33. El bailarín origina y hace movimientos simultáneamente sin planeación previa. Por tanto, es ‘movimiento creativo del momento’‛ (Blom y Chaplin, 1996, 25). En este sentido, la improvisación puede entenderse bajo dos perspectivas. La primera tiene que ver con su carácter escénico, que implica que los bailarines creen el movimiento ante un público determinado; esto se puede ejemplificar con las propuestas de Steve Paxton (1939- ), las cuales, en los años sesenta, dieron lugar al contact improvisation. Para el caso de los procesos creativos, en la segunda perspectiva, conviene que se observe la improvisación como estrategia para la construcción coreográfica. No se trata de considerar que es necesario improvisar para crear una coreografía; más bien, el asunto que se plantea tiene que ver con el hecho de que la improvisación posibilita realizar movimientos que surgen por medio de motivaciones, y en respuesta a estas, de manera inconsciente y sin juzgamientos. Básicamente, la improvisación permite el estudio, la experimentación y la interiorización de conceptos coreográficos. El aprendizaje de conceptos por medio de la improvisación incluye la experimentación, el análisis que segrega y define, permitiendo fijar la atención en los detalles y en la claridad. El proceso de reflexión añade objetividad y amplía la perspectiva. La integración sintetiza, da entendimiento y estimula la creatividad. La evaluación desarrolla la capacidad crítica y el juicio selectivo (Blom y Chaplin, 1996, 26). En resumen, herramientas como la exploración y la improvisación aportan movimientos para la construcción de fraseos. Estas frases coreográficas se construyen a partir del laboratorio corporal realizado. De este modo, se establecen como unidades compositivas que, de manera coherente, están en concordancia con la temática. Esta debe tener un sentido completo y una razón de ser dentro de la coreografía, ya que va unida a otras frases que conforman fragmentos en la obra.
  • 34. Tal trabajo de unión admite considerar que, después de realizar la exploración con todos los elementos de la coreografía, el coreógrafo tiene una mirada autocrítica del trabajo que le posibilita evaluar la pertinencia del material germinado. En este momento, como si fuera un editor, comienza la tarea de cortar, dar forma y ajustar la obra para ser proyectada. El creador procede, así, a ordenar el conjunto de la coreografía y a hacer de la danza una unidad. Después de obtener la información necesaria, los coreógrafos realizan una interpretación que los lleva a la investigación de movimiento, donde cada uno se vale de diferentes estrategias para elaborar el lenguaje adecuado y preciso de la obra. En la búsqueda de este lenguaje, se valen de sus conocimientos previos, teorías de composición y utilización de la exploración y la improvisación como herramientas compositivas. Para Beatriz Vélez, la investigación de movimiento es un momento para aislarse y confinarse a sí misma, con su cuerpo y su movimiento. Este trabajo introspectivo lo hace con el fin de traducir la información recolectada a movimientos, trayectos, impulsos y acciones. Es por medio de la exploración y la improvisación que consigue darles forma a sus impulsos creativos, los cuales quedan registrados en videos para rescatar material y seleccionar lo que más se conecte con su intención expresiva. Al crear para ella misma, el video le permite observar con cierta distancia. Creo que la exploración y la improvisación son actividades muy similares, sobre todo, cuando se están aprendiendo estrategias para improvisar. Al principio, esa improvisación nace en el interés del bailarín por acudir a su interior corporal y preguntarse sobre su propia forma de moverse. Es una exploración sobre qué tiene en el cuerpo, qué siente, para dónde va, cómo se conecta con su esfera corporal. En cambio, la improvisación, en su sentido más complejo, puede generar también otros procesos que pasan a interactuar socialmente hasta convertirse en una obra para ser vista en escena.
  • 35.
  • 36. Muchos no aceptan la improvisación en escena, porque la ven como asunto del proceso y no como un resultado. Para mí, tiene toda la validez escénica. De otro lado, la exploración está relacionada con un encuentro más personal y corporal. Se vuelve un estudio que no pasa a lo social ni proyectivo. En este caso, funciona como un laboratorio donde se descubre y busca corporalmente. Es significativa la manera en que Vélez acompaña intuitivamente sus procesos. Si bien los resultados varían, se evidencia una metodología que para ella se determina naturalmente. Esto confirma la idea de que cada coreógrafo encuentra, en su recorrido y experiencia, diversas formas de crear y aplicar las herramientas. Para ella, cada proceso de creación es diferente, y es esta certeza la que más disfruta. El deseo de descubrir nuevas ideas, diferentes modos de explorar el lenguaje danzado, y de indagar los temas son premisas que la caracterizan como coreógrafa. Tal es el caso de su primera obra, Subterráneo (1993), en la cual escenificó la calle, el barrio y el estilo urbano, aspectos característicos de los ochentas. Esto recuerda las palabras de Julie Barnsley en El cuerpo como territorio de la rebeldía, donde indica que la danza, al igual que todas las manifestaciones del arte, se desarrolla y expresa en las dinámicas sociales y culturales de la sociedad. En el desarrollo de la investigación corporal, Rafael Palacios utiliza la exploración por medio de las acciones corporales aportadas por cada bailarín. Estas parten de un leit motiv como estrategia para que sus bailarines indaguen e interpreten la idea propuesta. Palacios manifiesta que las herramientas metodológicas las aborda como lo haría cualquier coreógrafo, pues las estructuras compositivas son todas aquellas que se aprenden en la experiencia de la danza. Siendo así, el uso de la improvisación y la exploración se vislumbran de una manera cotidiana, instintiva y flexible.
  • 37. Es mediante los ejercicios de investigación, exploración y composición. Es darles un leit motiv. Entonces, indicarles que si investigaron sobre un tema propuesto, en el momento del trabajo práctico deben ponerlo en el escenario. Para ello, deben comenzar a moverse para buscar acciones que expresen, de otra forma, lo leído e investigado. Quizás, son los mismos ejercicios de exploración que se hacen en la danza o en el teatro. Es investigación y exploración. Acerca de las estrategias metodológicas, Peter Palacio comenta que en su obra La casa de Bernarda Alba permitió a cada bailarín explorar la relación entre el personaje que le correspondía y el movimiento que fuera más adecuado. Para esta obra, las acciones, emociones y reacciones se construyeron a partir del texto literario. Por medio de pautas e indicaciones puntuales, el coreógrafo estimuló el potencial de sus bailarines, en un proceso de constante evaluación. Luego, acortó y agregó material corporal para configurar las frases de movimientos, las escenas y la obra en general. En cuanto a la elección de los bailarines, Palacio cuenta que se basó en los personajes fuertes y dramáticos que exigía el texto. El proyecto tuvo el interés de vincular a estudiantes y docentes de la Licenciatura en Educación Básica en Danza de la Universidad de Antioquia, con el talento y la formación necesaria para ser propositivos en el momento de la investigación del movimiento. Un coreógrafo se aprovecha de lo que el bailarín le puede dar, de su emoción, de su entrenamiento, de cómo se siente con el personaje. En La casa de Bernarda Alba tuvimos la experiencia de buscar cada personaje [...]. No se trataba de imponer mi postura como coreógrafo de manera autoritaria. Más bien, busqué estrategias para que los bailarines, con menos experiencia, tuvieran un acompañamiento permanente con mis sugerencias. A la coreografía había que darle un estilo español y eso no era tan fácil de lograr. En la danza contemporánea el bailarín es un ser pensante que propone, desde su manera de sentir.
  • 38. No es solamente un cuerpo que se mueve, es un cuerpo que piensa y aporta desde su creatividad. Para mí hay un asunto clave: si no hay una emoción interior, ¡olvídate! Esa es la fuente creativa, sino las obras parecen muertas. Circulación e intermediación Durante el proceso creativo de la obra de danza, las ideas se han confrontado con el punto de vista del coreógrafo y de los bailarines. Asimismo, seguramente la participación de escenógrafos, vestuaristas, músicos y otros sujetos también influye, en cierto sentido, en las elecciones que más satisfacen al coreógrafo en su creación. No obstante, es en la proyección, en el contacto con el espectador, donde aparece el sentido comunicativo del arte y se revela la importancia social, cultural y estética de una producción artística. La danza es una manifestación visual y perceptiva que requiere de la observación de los espectadores, que son quienes configuran la relación móvil y fluctuante entre creador y espectador. Una obra de danza no solo es fruto del ingenio creativo del coreógrafo, también es producto de la interacción cultural de este con su entorno. La danza es una manifestación escénica que genera intercambios estéticos dentro de un marco histórico y cultural de una sociedad. Se recuerdan las palabras del texto Teoría y práctica del análisis coreográfico: ‚las coreografías son productos sociales y culturales creados y percibidos de acuerdo con las tradiciones y convenciones de una época y lugar determinados‛ (Adshead et al. 1999, 101). Esta apreciación revela la subjetividad de las interpretaciones y lecturas de los espectadores, dado que sus puntos de vista están influenciados por un trasfondo sociocultural que contiene todo un conjunto de convenciones y costumbres. Tanto el coreógrafo y los bailarines como los espectadores ofrecen múltiples lecturas derivadas de su interpretación personal, que ha sido cultivada a través de su experiencia social.
  • 39. Desde esta perspectiva, el coreógrafo no debe omitir la estructura social que lo rodea. Es importante que se pregunte qué piensa, qué siente y qué espera el espectador, también qué género dancístico prefiere o qué busca cuando acude al teatro. Por supuesto, esto no sugiere que deba crear lo que el espectador desea. No se pretende argumentar que el artista deba consultar la opinión del espectador para crear; la reflexión que se plantea tiene que ver con el hecho de reconocer que la obra coreográfica posee un poder comunicativo capaz de provocar una serie de asimilaciones en el espectador que afecta su interpretación y valoración. El espectador construye un concepto, emoción o sentimiento, porque selecciona, opina, emite juicios y conforma nociones de acuerdo con la obra. De este modo, la obra circula, y ya no solo le pertenece al creador. La circulación de la obra es tal que, luego de ser presentada, la experiencia artística también hace parte de la percepción del público, quien es el intérprete que otorga los valores finales de la pieza. El espectador es quien, en última instancia, atribuye las cualidades y los valores simbólicos de la obra. Con base en lo que se ha planteado, esta fase del proceso es un aspecto emergente que fue hallado en las respuestas de los coreógrafos. Tiene que ver con la proyección de la obra, asunto que también exige dedicación, creatividad, liderazgo, perseverancia, laboriosidad y conocimiento del medio cultural al que pertenece. El impacto y la recepción son situaciones que merecen ser estudiadas dentro de los problemas de los procesos de creación, dado que es en ese instante cuando surgen diversas apreciaciones que completan la evaluación de la obra. Los mecanismos de intermediación también son fundamentales dentro del proceso. Generalmente, las dificultades económicas en la producción de las obras hacen que los coreógrafos reconozcan que la participación en proyectos, becas, estímulos, reconocimientos y patrocinios, son necesarios para gestionar recursos que permitan la creación.
  • 40. En cuanto al tercer momento, que incluye circulación e intermediación de la obra, Beatriz Vélez da más importancia al proceso de creación que a la proyección. Para ella cada montaje es distinto, con dinámica y duración diferentes, en el cual se avanza, se evalúa e incluso se retrocede, al descubrir que algo no funciona. Opina que no hay un método único y establecido para solucionar los problemas que surgen en el transcurso de la creación. Según esto, sus procesos no tienen una duración establecida. En el caso de la obra Rufino, la investigación corporal se venía dando desde el año 2004. Solo factores externos como la beca de creación, o la programación de temporadas, hacen que se acelere su proyección; de lo contrario, sin ningún afán ni periodicidad, da un final a sus procesos. En la gestión y proyección de sus obras, Vélez revela una actitud apática debida a todo el formalismo que ello implica. No me gusta ser gestora de las obras. Me da pereza. Además, para eso se necesita visitar entidades y pedir subvenciones. Reconozco que es necesario buscar alternativas para proyectarse en el medio. [...] No obstante, prefiero la sensación del proceso creativo. Es ahí donde está mi interés, porque después es como si se hubiera muerto todo. Sí, hay una sensación de morir. Sus obras han tenido poca participación en festivales o largas temporadas, pues afirma que, luego de la presentación, le queda la sensación de un proceso finalizado. Insiste en el hecho de preferir quedarse en la gestación y el desarrollo de la obra. Generalmente, el ciclo de vida de sus obras es muy corto, pues no encuentra motivación en mostrar y contar lo mismo en diferentes escenarios. En el plano proyectivo, esta coreógrafa ha participado en becas que le han otorgado incentivos económicos como estímulo para la creación de sus obras.
  • 41. De otro lado, en Peter Palacio se puede observar más planeación y preocupación en la gestión de recursos y programación de presentaciones. Desde hacía veinte años tenía en mente la creación de La casa de Bernarda Alba, pero, debido a la falta de apoyo económico, no había podido realizarla en ese entonces. Sin embargo, al ser una meta trazada con anticipación, encontró su momento. Lo interesante es saber que Palacio, además de ser bailarín y director, también es un gestor que logró, para la concreción de esta obra, donaciones, apoyos y patrocinios. Desde el inicio de la compañía Danza Concierto, Peter Palacio ha contado con patrocinadores, que han hecho posible una producción anual. Según lo explica, su propósito es ‚trabajar una creación a partir de un tema clásico. Yo he contado con un mecenas que, afortunadamente, me ha proporcionado todo el dinero necesario para la creación de las obras. Con la ayuda de él se ha permitido que cada año se produzcan obras diferentes‛. Por su parte, Rafael Palacios ha sido ganador de becas de creación y reconocidos premios nacionales por su labor y compromiso con la danza, como representante y vocero de problemáticas actuales. Además de ser bailarín y coreógrafo, gestiona sus propios proyectos y busca estrategias de divulgación para satisfacer su necesidad de expresión. Estrategias compositivas Por composición se entiende la selección final de los materiales, el orden en el cual serán presentados, la relación entre imágenes, los enlaces entre las diversas imágenes y acciones; y tal selección no responde más que al criterio personal de la directora. (Leoneta Bentivoglio, Sánchez 1999, p. 159).
  • 42. Esta categoría de análisis surge del interés de estudiar las estrategias que cada coreógrafo utiliza para la creación de sus obras. Para mayor claridad y detalle en el estudio, se divide en las siguientes subcategorías: 1) movimiento, 2) espacio, 3) tiempo, 4) entorno visual y escenográfico, y 5) elementos de sonido y silencio. Esta división fue estructurada a partir de los componentes de la coreografía establecidos en Teoría y práctica del análisis coreográfico. De esta división, se tuvieron en cuenta principalmente las categorías referentes al entorno visual y escenográfico, y los elementos de sonido y silencio. Estas subcategorías se comprobaron al repasar las palabras de Doris Humphrey que señalan que ‚la misma atención merecen factores secundarios a la creación. La música, los trajes, los decorados, la utilería, la iluminación, el título y las notas del programa son de primordial importancia‛ (Humphrey, 1965, 41-42). Del texto El acto íntimo de la coreografía, se tuvieron en cuenta, sobre todo, las primeras tres subcategorías, correspondientes a movimiento, espacio y tiempo. Obviamente, los aportes de Rudolf von Laban fueron fundamentales para la construcción conceptual que aquí se presenta. Para la composición coreográfica se requiere de estrategias que permitan fundamentar el globo compositivo: acciones para mover el cuerpo, acciones para proyectarse en el espacio y acciones sujetas a una duración particular. Sobre estas tres posibilidades, surgen las subcategorías movimiento, espacio y tiempo. Por otro lado, el análisis determinó que también son estrategias todos aquellos aspectos que condicionan y enriquecen la creación, a su vez que ofrecen la totalidad de la coreografía. Así, subcategorías como el entorno visual y decorado, y elementos de sonido y silencio funcionaron dentro de la investigación de manera determinante, posibilitando una mayor claridad analítica. Conseguir el orden de estos elementos es uno de los mayores problemas a los que se enfrenta un coreógrafo al construir su obra, debido a que la coreografía viene atada a la manera en que se determinan las estrategias y se da uso a los componentes esenciales.
  • 43. El movimiento en la danza se vale de múltiples acciones que le son posibles al cuerpo humano (gestos, flexiones, extensiones, torsiones, giros, equilibrios, entre otros), además de desplazamientos (traslados del centro de gravedad) para generar un amplio espectro de opciones para moverse. Para su estudio, se considera el diseño del movimiento, toda vez que describe las características de tamaño y amplitud a partir de la expansión o contracción de las acciones danzadas; encuentra el juego con las simetrías o asimetrías por medio de los contrastes y oposiciones corporales, e indica la orientación espacial del movimiento a través de las direcciones corporales dentro de lo que se entiende como kinesfera (Laban, 1984, 89). En este margen de opciones motrices, la dinámica actúa en la interacción de la fuerza con el tiempo para dar como resultado la acción del cuerpo. La variedad es lo que más identifica su definición; sin embargo, la ausencia de cambios dinámicos o notables no implica necesariamente su negación, sino que constituye de por sí un tipo concreto de dinámica. En cuanto a las consideraciones frente a los aspectos determinantes para la construcción de movimiento, se identifica en Beatriz Vélez, por ejemplo, la claridad en las definiciones de términos como energía, dinámica, forma y calidad, lo cual permite reconocer su estudio y experiencia en el manejo de dichos componentes coreográficos. A partir del contraste y la diferencia entre un concepto y otro, se entiende que la energía y la dinámica tienen que ver con un asunto de intención corporal, más que con formas establecidas de movimiento. De otro lado, la exploración de movimiento que la coreógrafa ha desarrollado en sus últimas producciones es explicada en la necesidad de crear partituras de movimiento que le permitan construir parte por parte la coreografía.
  • 44. La sensación que quiero conseguir es llenar el movimiento. Que las acciones no estén separadas, sino que todo el tiempo sea un flujo de movimiento. No lograr las formas. Más bien, pensar que todas las formas pueden estar cosidas con transiciones que nacen en el mismo movimiento. Porque siento que llego a una forma y paso a otra, sin lograr hilar el tránsito entre cada una. Me interesa la transición. No sé si esa es la expresión correcta. Tal vez, lo que quiero es ver cada uno de los pasos totalmente coreografiados. En esto se incluyen las miradas, las direcciones, los cambios de nivel. Es mucho más detallado. Aunque, como dije ahora, puede que sea eso lo que esté pensando y resulte otra cosa. Se trata de coser con sumo cuidado cada transición entre los pasos coreografiados. No es un cambio de movimiento hacia otro movimiento; es hilar paso a paso el material corporal. Esto manifiesta en Vélez su deseo permanente de redescubrir nuevas posibilidades de exploración con el cuerpo y mantenerse en la búsqueda de su particularidad como bailarina. Su papel como intérprete de otro coreógrafo es expresado y valorado con firmeza. Las pautas que indica un coreógrafo para provocar al bailarín en la búsqueda de material de movimiento es vital para la construcción escénica. Cuando he trabajado con otros coreógrafos ocurre que hay ocasiones en que hay más libertad y otras donde te dirigen cada detalle. A veces siento que me gusta cuando alguien me confronta con el movimiento que he creado. Ese momento me permite encontrarme con la forma del otro. Uno va teniendo sus formas y su manera de afrontar el movimiento. Entonces, es bueno que alguien diga: ‚No, no me hagas ese movimiento, otro, otro, no, no quiero eso, ¡busque!‛. Para uno como intérprete es muy importante tener ojos puestos sobre su cuerpo y su danza. Es el proceso de exploración con directrices de búsqueda, para lograr resultados, no diría que asombrosos, pero sí diferentes e innovadores.
  • 45. En este sentido, Beatriz Vélez propone diferentes estrategias para abordar la creación de obras de danza contemporánea. Ella ha vivido la creación como coreógrafa de sí misma, como coreógrafa de otros y como bailarina de un coreógrafo. En sus respuestas, es posible identificar una serie de estrategias compositivas que da vida a la creación y al fortalecimiento de su papel como intérprete. Con los coreógrafos Rafael Palacios y Peter Palacio, por otra parte, ocurre que, hoy en día, se desempeñan solamente en el oficio coreográfico para sus bailarines. No obstante lo anterior, los tres entrevistados han vivido la experiencia de la danza en la interpretación como bailarines. Vivir la experiencia del bailarín para luego ser coreógrafo es vital para Peter Palacio, pues, según lo explica, así es más fácil orientar con acierto a los bailarines; debido a que el coreógrafo ha tenido la experiencia del bailarín, sabe cómo dar indicaciones claras y ayudar a potenciar el movimiento. De este modo, se considera la importancia, pero no es la única alternativa, de que el coreógrafo antes de crear con otros, haya vivido y experimentado la danza en carne propia. En tal sentido, Palacio manifiesta la compleja tarea del creador, dado que debe estar atento a las propuestas corporales de los bailarines para aprovechar sus capacidades creativas. Yo, antes que coreógrafo, soy bailarín. Por esto, creo que es más fácil orientar los caminos, porque entiendo el cuerpo y sus mecánicas. Es tener la palabra acertada para indicar claramente las posibilidades. Es saber las estrategias para potenciar el movimiento. El bailarín puede llegar a conocer tanto su cuerpo que termina pareciéndose a un matemático a la hora de hacer un cálculo. La tarea del coreógrafo no es fácil; por esto, no todos pueden ser coreógrafos, directores, bailarines.
  • 46. Por otro lado, las estrategias que emplea Beatriz Vélez a la hora de coreografiar para sí misma reiteran su necesidad de encontrar un movimiento auténtico permanentemente. A partir del video, la coreógrafa propone una estrategia de observación del material corporal. Su mayor problema para trabajar en solitario, como relata, es la falta de una mirada externa que guíe el proceso. Entonces, la utilización del registro audiovisual en la danza empieza a considerarse como una herramienta que posibilita el reconocimiento de imágenes reales de la escena coreográfica, lo que también favorece la existencia y el sentido testimonial de la danza, que a través del tiempo ha sido conservada únicamente por la memoria corporal. Con esta herramienta, Vélez autoevalúa su composición del movimiento, confrontando la acción de su cuerpo con la imagen visual. Al respecto del análisis que desarrolla frente a cada grabación, la coreógrafa piensa que la autoevaluación es una estrategia significativa que permite comprender el sentido del proceso creativo y ser consciente de que este se construye día a día y que nada está escrito al respecto. ‚Cuando me observo por la cámara, realizo análisis formales, en cuanto a la energía de cada movimiento y a la forma en que funciona. A veces, encuentro que la energía o la dinámica funcionan, aunque las formas no sean las que más me gustan. También, ocurre en el sentido opuesto: me gusta la forma, pero ni la energía ni la calidad expresan lo que quiero‛. En la pesquisa frente a las herramientas que usan los coreógrafos para la construcción del material corporal, Peter Palacio indica que su tarea está en la observación permanente de los bailarines. Tal estrategia radica en tener una mirada atenta y constante que permita identificar qué calidades de movimiento puede tener el bailarín y, de acuerdo con eso, qué personaje puede desarrollar en la obra. No se trata de una exploración de movimiento con su cuerpo de coreógrafo para trasmitirle después al bailarín, sino que es el bailarín, en la cotidianidad del proceso de creación, quien va manifestando naturalmente sus condiciones y ritmos corporales.
  • 47. Su tarea como constante observador implica traducir ese lenguaje corporal al lenguaje escénico. Frente a la pregunta acerca de las pautas que les ofrece a los bailarines a la hora de la creación, Palacio explica: las estrategias que empleas para motivar a los bailarines son claves. A partir de ellas, puedes seleccionar qué personaje es cada bailarín en tu obra. Observas atentamente qué calidades y ritmos te propone cada uno. Para extraer de un bailarín toda su potencia, desde lo interpretativo hasta lo técnico, hay que estar en permanente atención para observar todo el tiempo su movimiento y sus reacciones, incluso cuando está calentando. De esta manera, se le van proponiendo movimientos que pueden ser interpretados por él. Identificar las calidades de movimiento para reconocer los ritmos internos en cada bailarín ofrece la posibilidad de enriquecer el material coreográfico. La estrategia que propone Palacio está fundamentalmente centrada en la capacidad propositiva el bailarín, ya que, para componer es necesario combinar la interpretación y la técnica de formación de cada uno. Acerca del mismo hecho, Rafael Palacios cuenta que los ejercicios que les propone a sus bailarines para la exploración corporal parten de las posibilidades, circunstancias y temas que puedan ofrecer ellos mismos. Es decir, prefiere dejar que los bailarines sean quienes propongan. En cuanto a este argumento, las propuestas de Rafael Palacios en la exploración que les ofrece a sus bailarines es motivadora y estimulante. El coreógrafo se refiere a un posible ejercicio de composición de movimiento, que tiene como propósito partir de una situación de la vida real, enriquecer el imaginario por medio de ella y comenzar a proponer material de movimiento. Según él, es explorar la energía, la forma y la respiración.
  • 48. En mi sistema de creación hay de todo un poco. No hay que ser tan estructurado, ya que es necesario explorar cada cosa. Hay veces donde hago ejercicios con Sankofa que consisten en llevarles una imagen y decirles: ‚Muchachos, hoy pasé por el puente de Prado, donde hay muchos venteros con miles de cosas, ¿ustedes han pasado? Listo, arranquemos‛. Es la única pauta. Luego, preguntarnos qué nos da el tema, qué sensación, qué manera de ver las cosas, qué energía, qué forma de respirar y de caminar. Esto nos propone una pauta que, por ser muy abierta, puede resultar interesante o no. [...] Por esto, no quiero estar pensando en una forma de organizar; sino en algo que me permita tener un proceso creativo contradictorio. Con respecto al espacio, una estrategia de composición que usa Beatriz Vélez es apoyarse en fotografías que le ofrezcan puntos de fuga, líneas y direcciones. En una fotografía hay líneas dominantes que centran la atención sin desviarla y que pueden hallarse en los detalles de la imagen. En este tipo de composición espacial, se trata de un estímulo que le propone posibles direcciones, focos en la perspectiva y motivos para generar movimiento. La imagen fotográfica es un motivo para mis creaciones. Me gusta utilizarlas porque me ofrecen formas de utilizar las líneas que la conforman. La forma canaliza las líneas de fuga, que no son más que un manantial de líneas posibles. La fotografía me da pautas de recorridos espaciales o me motiva en la situación de la foto. [...] La imagen me puede facilitar eso. La llegada al espacio por esos mismos puntos de fuga me da direcciones espaciales. Jugar con esa línea que me lleva hacia arriba, abajo, hacia un lateral. Para esta coreógrafa, es fundamental usar el espacio escénico a partir de lo que la obra requiere sin pensar, necesariamente, en la perspectiva visual del público. Es claro que siempre identifica la ubicación espacial en la cual los espectadores observan la obra, pero no se limita exclusivamente a ello.
  • 49. La relación espacial entre el espectador y la obra no está atada a la concepción clásica del teatro cerrado, sino que puede ofrecerse de diversas maneras; la observación del espectador puede partir tanto de las ubicaciones, posiciones o direcciones propuestas por la obra, como de las opciones que su intercambio espacial con la obra permitan. Por otro lado, el espacio ha sido considerado como un ‚lienzo tridimensional‛ donde el bailarín, al jugar con los múltiples códigos de construcción y las amplias posibilidades de manejo del entorno, crea una imagen dinámica de infinitas opciones. Para una mejor comprensión de su significado y para el análisis puntual del proyecto se definieron, dentro de esta categoría, los siguientes aspectos categóricos: 1) geometría espacial, 2) diseño espacial, 3) actitud frente al espacio, 4) espacio escénico. Respecto a la geometría espacial, se definen los puntos que establecen las posiciones de los bailarines en una coreografía, a su vez que las líneas que se proponen dentro del espacio danzado con un sentido y una dirección; esta última aporta los mayores grados de movilidad dentro de una coreografía y se refiere a la posibilidad de que los cuerpos de los bailarines vayan hacia atrás, hacia adelante, hacia los laterales o en diagonales. Surge la dimensión que se estructura a partir del cruce de elementos como la altura, la anchura y la profundidad. Por último, está el volumen, que es el elemento que surge a partir de la acumulación de los planos, las direcciones y las dimensiones. Para hablar del diseño espacial, se indica la forma que adoptan uno o más cuerpos en el espacio a partir de las líneas curvas y circulares (estáticas o en movimiento), las líneas rectas y los ángulos que se crean en el espacio con los cuerpos de los bailarines. También se estudia a partir de las simetrías o asimetrías para analizar, o la exactitud del diseño de la escena de ambos lados del centro o la asimetría que propone sensaciones de tensión como una cualidad dinámica.
  • 50. Otro aspecto categorial es la actitud frente al espacio, la cual se refiere al foco que enfatiza la intención del movimiento. Dentro de la danza, es fundamental identificar el modo de relación de un bailarín con su entorno a partir de la ubicación y dirección de su mirada en el movimiento. Es una parte esencial, dado que le imprime importancia al rostro, en ocasiones tan olvidado en la danza contemporánea. Por último, el espacio escénico puede estructurarse en cuatro posibilidades: espacio activo, espacio dinámico, espacio simbólico y espacio real. Frente al espacio activo se entiende que es el espacio que cobra vida porque tiene su propio significado, porque se carga de insinuaciones simbólicas. Según Wigman, es este espacio el que contradice la existencia de espacio vacío, ya que el espacio requiere del movimiento para su existencia y viceversa. El espacio dinámico se concibe como aquel que puede ser imaginado y usado como una entidad interior definida; puede ser animado con un sentido de presencia tangible. En cuanto al espacio simbólico, se establece el poder de la sugestión, que aumenta las alusiones e imprime impacto a la idea de la danza. Y el espacio real se considera como el ambiente que es la verdadera área física donde se baila. Con respecto a la relación con el espacio y la manera en que se estructura en la escena, el coreógrafo Peter Palacio comenta el modo en que trabajó el diseño espacial para su última obra, La Casa de Bernarda Alba: yo pensaba en una casa que tiene una puerta por donde se entra y se sale. Pensaba que quería ver una contra-escena, es decir, dos escenas al mismo tiempo, un arriba y un abajo. Ver casa por afuera y adentro. Quería un efecto visual con el atrás que generara una sensación trascendental. Uno se lo va imaginando, pero, en sí, es una casa [...] Los cuadros de Bernarda Alba en el piso, por ejemplo, muestran cómo se trabajó el espacio a partir de los puntos fuertes. También con Bernarda, que era un personaje que requería de un protagonismo, no sólo con el movimiento y con su interpretación, se consideró importante enfatizar el espacio donde se ubicaba en la escena.
  • 51.
  • 52. De esta manera, Bernarda ocupaba un plano de arriba (la tarima), y todo el abajo representaba el interior de la casa, espacio representado por medio del efecto de las baldosas en el piso que daba la iluminación. El tiempo es otro elemento esencial para la composición en danza. Puede abordarse como el transcurrir de los movimientos escénicos, por la presencia o ausencia de acción. Desde el movimiento, la percepción del tiempo es completamente abstracta y fuertemente sensitiva, reflejándose en términos de ritmo y pulsación. Los valores rítmicos constituyen la organización de las periodicidades, la significación de la memoria y las trasformaciones corporales en las calidades de movimiento, permitiendo, de este modo, que la atmósfera y la sensación de la creación se vean y expresen. El tiempo se compone de memoria e imaginación, surge y se desvanece sin posibilidad de retenerlo. Es un constante recuerdo que llega sin realizar ninguna actividad perceptiva. Si se le considera a partir de miradas cuantitativas y cualitativas, se encuentra, en el primer caso, una noción acerca de la duración como representación de la medida y lo contable; para el segundo, estaría la noción que contempla la relación y los valores de orden y distribución cronológica de los cambios generados, es decir, los estímulos y cualidades que propician la transformación de su misma naturaleza. Aspectos que se establecen ante estas dos miradas han posibilitado la definición del tiempo, a partir de una subdivisión que en conjunto determina de lo que está compuesto. Diferentes elementos como la duración, el ritmo, la estructura, la pausa, la pulsación, el acento, los patrones rítmicos y periódicos, la medida, el tempo, entre muchos otros, se han empleado para lograr una ilustración apropiada.
  • 53. En general, la participación del tiempo en el movimiento y la danza está condicionada a dos posibilidades: 1) el cuerpo moviéndose en el tiempo y 2) el cuerpo moviéndose bajo una estructura rítmica. En la primera, movimiento y tiempo se conectan más allá de cualquier estado impuesto (rítmico, musical), el movimiento transcurre sobre el tiempo, pasando y transitando indefinidamente. Aquí se conciben asuntos como la duración, la medida, la pulsación, la velocidad. Para el momento en que el movimiento se conecta con el tiempo a partir de estructuras rítmicas fijadas se establecen valores como la acentuación, la sincronía y la reproducción. Ambas posibilidades hablan de la manera en que se percibe el tiempo, en lo que se reconoce un factor de abstracción, incluso mayor, que el que se tiene del espacio. Surge el ritmo a partir de la organización de los fenómenos periódicos que se desarrollan en el tiempo. Es uno de los grandes fenómenos y características de la vida, en el plano de la motricidad, pues ordena los movimientos a partir de contrastes como la tensión y la relajación. De igual manera, funciona en la danza porque genera tendencias rítmicas propias para el tratamiento de las cualidades, calidades y dinámicas en una coreografía. No solamente se detiene en el concepto de tiempo cuantificable, sino que entra a alterar las modulaciones del movimiento. Los ritmos en la danza son, no sólo fruto de impulsos íntimos, sino que responden, asimismo, a otros ritmos. Hay un diálogo en esta composición de pulsaciones: música, movimiento, golpes, formas que se desdoblan, secuencias de pasos que se suceden, figuras miméticas, repunte y desplome del canon (Mier, 2006). Frente a los elementos de sonido y silencio se entienden todas aquellas alternativas que puede elegir el coreógrafo para acompañar el movimiento con o sin sonido. Las principales opciones son el silencio, el sonido o la música. De este modo, el coreógrafo tiene libertad de seleccionar, mezclar u ordenar las tres opciones de la manera que mejor considere, de acuerdo con el tema de la obra, las intenciones, las dinámicas, entre otras.
  • 54. Para hablar del silencio y la pausa el coreógrafo, Peter Palacio manifestó que son poéticamente representativos en la conexión de las escenas y para la organicidad de la obra, pues ‚el silencio es el gran grito, el gran escándalo en la escena. Es cuando las vísceras se revientan; y las pausas son el hilo con que se cosen los momentos y las escenas‛. La música proporciona a la danza una fuerza impulsadora y una estructura general. La música no es la fuente de la danza, sólo es un apoyo para lograr las intenciones coreográficas a partir de múltiples relaciones. De igual manera, el silencio en la danza no es estar sin música, sino ‚estar en silencio‛. En este caso, el ritmo está puesto solamente en el cuerpo, por lo que el movimiento debe cristalizar por sí mismo el contenido, la forma y el estilo. El acompañamiento sonoro son todos aquellos sonidos, no necesariamente musicales, que se generan en una obra de danza. Pueden ser generados por la verbalización o vocalización de gritos, gemidos, chillidos, golpes percutidos, entre muchos otros. En este sentido, Rafael Palacios comenta que ‚la música no debe ser una limitante y, sobre todo, no debe ser un adorno; la música es en realidad un componente muy fuerte, que aporta a la obra algo. Buscar en cada escena, cuadro o fragmento qué papel está jugando y aportando al bailarín o a la obra en general‛. El entorno visual y decorado se refiere a aspectos como la escenografía, la utilería o los elementos escénicos, el vestuario y la iluminación que interfieren y fundamentan la dramaturgia de la obra. Esta subcategoría emergió de las respuestas de los coreógrafos en las entrevistas. En el diseño del proyecto, no se contemplaron estos elementos debido a que se consideraba que el proceso de creación coreográfica era inicial e independiente a la construcción de referentes en el vestuario, la luz o la utilería.
  • 55. No obstante, lo que los coreógrafos manifestaron fue una relación íntima y profunda con estos aspectos que, en definitiva, complementan la obra coreográfica, hacen parte de la composición de la obra y son determinantes en el proceso de creación. Así, Peter Palacio habló de estos elementos situándolos como aspectos fundamentales al hablar de danza contemporánea: Es que eso es la danza contemporánea, esos son los soportes que sustentan cada personaje. Por ejemplo, con Bernarda y la luz verde; el verde para Lorca era la luz, está en todas sus obras; el verde no es simplemente una luz verde, o porque Adela salió con un vestido verde. Eso significaba cómo se pone hasta el mínimo detalle. Saber cuándo la luz entra, porque la luz es también un personaje que habla, que se expresa y que dice cosas. También ocurrió con lo que eran y hacían los cuadritos en la obra. Era el encierro total y al mismo tiempo eran las baldosas de la casa. Hubo alguien que vio la obra y me dijo que nunca le había visto la cara a nadie, solamente a Bernarda. Además, las caras siempre estaban mirando hacia abajo. El asunto es que de eso se trataba, era adrede. Son esos detalles por ejemplo los que son claves. Por otro camino, la concepción de Peter Palacio frente al espacio está dada por el gran interés, por lo menos en la obra en mención, de generar una representación simbólica por medio del juego entre las dimensiones y las direcciones espaciales. Al describir la manera en que organizó las condiciones espaciales de la obra Lorca por siempre, basada en La casa de Bernarda Alba, indica cómo utilizó las dimensiones, las alturas y las direcciones para clarificar la perspectiva de la obra. Yo pensaba en una casa que tuviera una puerta por donde entrar y salir. Pensaba en una contraescena, o sea: dos escenas al mismo tiempo, una arriba y otra abajo. Ver una casa tanto en su fachada como en sus interiores. Quería un efecto visual que generara una sensación trascendental. Uno se lo va imaginando, pero en sí, era una casa [...]Los cuadros de Bernarda Alba en el piso, por ejemplo, muestran cómo se trabajó el espacio a partir de los puntos fuertes.