3. TEXTOS BÍBLICOS
«Ustedes deben portarse como corresponde al pueblo santo: ni siquiera
hablen de la inmoralidad sexual ni de ninguna otra clase de impureza o de
avaricia. No digan indecencias ni tonterías ni vulgaridades, porque estas
cosas no convienen; más bien alaben a Dios.» (Ef. 5, 3-4)
«Su conversación debe ser siempre agradable y de buen gusto, y deben
saber también cómo contestar a cada uno.» (Col. 4, 6)
«No digan malas palabras, sino sólo palabras buenas que edifiquen la
comunidad y traigan beneficios a quienes las escuchen.» (Ef. 4, 29)
«Pero ahora dejen todo eso: el enojo, la pasión, la maldad, los insultos y las
palabras indecentes.» (Col. 3, 8)
«Deben renovarse espiritualmente en su manera de juzgar, y revestirse de la
nueva naturaleza, creada a imagen de Dios y que se distingue por una vida
recta y pura, basada en la verdad.» (Ef. 4, 23-24)
«Y yo les digo que en el día del juicio todos tendrán que dar cuenta de
cualquier palabra inútil que hayan pronunciado. Pues por tus propias
palabras serás juzgado, y declarado inocente o culpable.» (Mt. 12, 36-37)
4. EL VOCABULARIO PROPIO DEL CREYENTE
Tomar un juramento en vano es algo inútil y condenado en las
Escrituras. Una afirmación de la verdad acerca de algo es suficiente y
con frecuencia es aceptado aun en las cortes de justicia: “Mas yo os
digo: No juréis en ninguna manera: ni por el cielo, porque es el trono de
Dios; ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén,
porque es la ciudad del gran Rey. Ni por tu cabeza jurarás, porque no
puedes hacer un cabello blanco o negro. Mas sea vuestro hablar: Sí, sí;
No, no; porque lo que es más de esto, de mal procede” (Mateo 5:34 –
37; véase también Santiago 5:12). Al “jurar” también se puede
blasfemar, lo cual es condenado por la Biblia: “Ninguna palabra torpe
salga de vuestra boca, sino la que sea buena para edificación, para que
dé gracia a los oyentes” Efesios 4:29; (véase también 5:4).
PRINCIPIOS BÍBLICOS, CREENCIAS Y PRACTICAS DE LA IDP
5.
6. No entiendo el motivo por el cual un cristiano defendería el
derecho de usar lenguaje vulgar, pero existe un debate sobre
esto, si es apropiado o no, para el cristiano, el uso de palabrotas.
Empecemos con dos hechos básicos:
Primero – No hay un versículo en la Biblia que diga
específicamente, “No usarás ninguna de estas palabras,”
seguido por una lista de las palabrotas más comunes de
nuestros tiempos.
EL LENGUAJE DE LOS CRISTIANOS
Autor: bulletininserts.org en Otros recursos
Segundo – El versículo que usa la mayoría de la gente para discutir en contra del
uso de lenguaje vulgar es Ef. 4:29 “Ninguna palabra corrompida salga de vuestra
boca…” Como parece indicar la segunda parte del versículo, la “palabra
corrompida” que tiene en mente Pablo probablemente no hace referencia a
palabras groseras individuales, sino que a declaraciones o mensajes
desagradables, sin beneficio y falsos, los cuales podrían derribar a un hermano
creyente en lugar de edificarlo.
A mi parecer hay por lo menos seis razones que nos llevan a la conclusión
de que es inapropiado el lenguaje vulgar para los creyentes.
7. 1. Muchas de las palabras conocidas como palabrotas son descripciones de actos inmorales,
emisiones asquerosas de desechos del cuerpo, o partes privadas del cuerpo. Cualquiera
que sea el significado original de estas palabras, el significado vulgar sin duda sigue
conectado a ellos ahora. Cuando una persona usa una de estas palabras, trae a la mente
uno de estos actos u objetos. Con esto en mente, recuerda que Pablo les dice a los
cristianos que piensen en las cosas que son justas, puras, amables, de buen nombre (Fil.
4:8). Cuando usas lenguaje que llama a la mente algún acto obsceno o parte privada del
cuerpo, no solo estás pensando en cosas incorrectas tú mismo, sino que haces que sea
difícil para tu oyente enfocarse en las cosas correctas.
2. El cristiano que usa lenguaje tosco o vulgar en público desperdicia la oportunidad de
diferenciarse de los incrédulos quienes comúnmente hablan de esa forma. La verdad es
que la persona que no te conoce, pero te escucha usando groserías, probablemente no
pensará, “Ah, este es un(a) cristiano(a) excelente.” Tu hablar no lo deja con ninguna razón
para sospechar que seas diferente a los demás, y por lo tanto no le da ninguna razón para
escuchar lo que tengas que decir acerca de Cristo.
3. Pablo escribió a Corinto diciendo, “No seáis tropiezo ni a judíos, ni a gentiles, ni a la
iglesia de Dios” (1 Co. 10:32) Él no quería que los cristianos ofendieran a nadie
innecesariamente, ni a los no creyentes que les rodeaban, y mucho menos a otro
cristiano. No se refería a la ofensa del evangelio, es claro, ni a una ofensa llevada por
alguien que desprecia ciertas prácticas y creencias cristianas. Sin embargo, el lenguaje
vulgar no hace parte del evangelio y definitivamente no es una práctica cristiana esencial.
Por eso, si aún un solo cristiano (o un no creyente) se ofende por tu hablar vulgar, has
pecado.
sigue
8. 4. Muchas películas reciben la clasificación “R” o “” debido al uso de lenguaje vulgar lo cual
indica que hasta los no creyentes reconocen que ese lenguaje es inapropiado, por lo
menos para niños. Es más, en muchos parques públicos y otros lugares públicos el uso de
un hablar vulgar se prohíbe completamente. Francamente me parece vergonzoso cuando
los cristianos declaran como una libertad personal lo que hasta nuestra sociedad pagana
reconoce como ofensivo.
5. Dado el hecho de que la lengua es “un mal que no puede ser refrenado, llena de veneno
mortal,” la cual no puede ser domada y que “contamina todo el cuerpo” (Stg. 3:6-8), los
cristianos deben tener como “default” una desconfianza natural de todo lo que les sale
por la boca. Este pensamiento lo afirma Pr. 10:19 que dice, “En las muchas palabras no
falta pecado.” En efecto, entre más digas, más probable es que entres en pecado. Usando
estos principios bíblicos como guía, si hay alguna duda acerca de algo producido por la
lengua, si será o no pecaminoso, debemos siempre errar por el lado de precaución en
lugar de apelar a nuestra libertad.
6. Uno esperaría que los cristianos que declaran su libertad para usar lenguaje común en
público, entre sus familias, o hasta en presencia de otros creyentes, por lo menos
consideren el uso de ese lenguaje impensable en la presencia de Jesucristo. Sin embargo,
si no usarían esas palabrotas en la presencia de Cristo, entonces no las pueden usar de
consciencia limpia en ninguna situación pues como dijo Jesús, “yo estoy con vosotros
todos los días, hasta el fin del mundo” (Mt. 28:20).
sigue
9. Nunca quisiera robarle a un cristiano alguna libertad cristiana genuina, pero nuestra
libertad en Cristo no es “el derecho de hacer todo lo que no se prohíbe explícitamente.” La
libertad cristiana es libertad de la esclavitud del pecado (Ro. 6:16-22), libertad de la
maldición de la ley (Gá. 3:13), y libertad de procurar “serle (al Señor) agradables” (2 Cor.
5:9).
Juzguen por sí mismos, pero por favor hagan que su más alto objetivo sea el de glorificar a
Dios en todo lo que hagan y digan (1 Co.10:31). Y recuerden que no debe haber “ni
palabras deshonestas, ni necedades, ni truhanerías, que no convienen, sino antes bien
acciones de gracias” (Ef. 5:4).
Tomado de www.bulletininserts.org
Usado con permiso
ObreroFiel.com – Se permite reproducir este material siempre y cuando no se venda.
http://obrerofiel.com/el-lenguaje-de-los-cristianos/
10. ¿CÓMO DEJAR DE DECIR GROSERÍAS O MALAS PALABRAS?
• Cuéntale, o confiésale al Señor en oración tu problema,
manifiéstale tu arrepentimiento y el deseo de cambiar tu
vocabulario.
• Practica el amor al prójimo, míralo con ojos de compasión y no
con ojos de venganza o rencor.
• Sustituye palabras vulgares por palabras que te edifican o
edifiquen al que te oye…. Por ejemplo cuando te martilles un
dedo di: ¡Aleluuuuya!.
• Si alguien te ofende con una grosería, sigue el consejo de
Jesús, respóndele con una bendición (sincera, no con los dientes
apretados).
• Aléjate de las personas que no respeten tu fe diciendo
groserías en tu presencia.
12. EL JURAMENTO
TEXTOS BÍBLICOS
“No juréis en ninguna manera” (Mateo 5.34).
“Pero sobre todo, hermanos míos, no juréis” (Santiago 5.12).
La enseñanza de Cristo sobre el juramento se encuentra en el Sermón del Monte:
Además habéis oído que fue dicho a los antiguos: No perjurarás, sino cumplirás al Señor tus
juramentos. Pero yo os digo: No juréis en ninguna manera; ni por el cielo, porque es el trono
de Dios; ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la
ciudad del gran Rey. Ni por tu cabeza jurarás, porque no puedes hacer blanco o negro un
solo cabello. Pero sea vuestro hablar: Sí, sí; no, no; porque lo que es más de esto, de mal
procede (Mateo 5.33–37).
Hallamos la misma enseñanza en la epístola de Santiago. Él dice:
Pero sobre todo, hermanos míos, no juréis, ni por el cielo, ni por la tierra, ni por ningún otro
juramento; sino que vuestro sí sea si, y vuestro no sea no, para que no caigáis en
condenación (Santiago 5.12).
Al ver estos dos pasajes notamos por qué el cristiano no necesita jurar: El cristiano siempre
dice la verdad. Su sí es sí; su no es no.
Aunque el juramento se usa tanto en la actualidad parece que no es muy útil, pues es como
alguien comentó: “El juramento no obliga a ningún embustero o mentiroso, y un hombre
honesto no lo necesita”.
13. Definiciones: El diccionario Pequeño Larousse Ilustrado dice que el
juramento es:
1. “una afirmación o negación de una cosa que se hace, tomando por testigo a Dios”,
2. “voto; reniego; terno”.
Hay varias clases de juramentos. Por ejemplo:
a. El juramento judicial, que se usa en las cortes;
b. el juramento profano o reniego, que se usa sin ninguna sinceridad.
Todo esto lo prohíbe Dios en el Nuevo Testamento.
Notamos que hay una gran diferencia entre un juramento y una afirmación. Las leyes
de algunos países permiten que los que no juran por causa de su conciencia pueden
afirmar en vez de jurar. Los elementos del juramento que están ausentes en la
afirmación son: La declaración “Yo juro...”, la mano alzada en alto y la súplica a Dios.
Es decir, que cuando uno afirma solamente promete que dirá la verdad tal como la
entiende, sabiendo que al no cumplir esta promesa estará sujeto a las mismas penas
que lleva el juramento.
En conclusión, nuevamente decimos: La Biblia claramente prohíbe el juramento, y el
cristiano verdadero ni siquiera lo necesita, pues él siempre dice la verdad.
http://www.elcristianismoprimitivo.com/doct51.htm