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INTRODUCCIÓN
La quemadura es una lesión tisular que puede estar
causada por distintas agresiones, como la energía térmi-
ca, eléctrica, sustancias químicas y radiación. Este tipo
de lesión sigue siendo una importante causa de morbili-
dad-mortalidad, y aunque los avances en técnicas qui-
rúrgicas, control de infecciones y soporte nutricional,
han permitido mejorar la supervivencia de este tipo de
pacientes, han puesto de manifiesto la gran importancia
que tiene la asistencia inicial que se les brinda a estos
pacientes y cómo esta atención primaria influye de
forma crucial en el pronóstico y resultado final de la
evolución (1). El espectro clínico de este tipo de lesio-
nes varía desde una quemadura superficial, hasta una
destrucción completa de la superficie corporal, con lo
que es primordial la aplicación de una atención racio-
nalizada que abarca una asistencia prehospitalaria ade-
cuada, un transporte, una valoración-clasificación del
paciente quemado y una terapia de resucitación
mediante fluidos que debe comenzar lo antes posible
(1,2).
El primer objetivo a realizar es la separación de la
victima del agente causante de la quemadura, para lo
cual se han de tener en cuenta una serie de normas
según sea la naturaleza del agente lesivo. En casos de
sustancias químicas, el daño sobre los tejidos depende
de la concentración del agente y la duración de la expo-
sición, con lo cual es prioritaria la irrigación copiosa
con agua y la retirada de la ropa. Si el origen es eléctri-
co debemos identificar y desconectar la corriente y reti-
rar a la victima de la red empleando material no con-
ductor. En la quemadura por llama hay que extinguir la
misma, haciendo rodar por el suelo a la victima, apli-
cando mantas u otras prendas o bien con espuma
antiincendios si está disponible (1,3).
Una vez que se ha aislado al paciente es necesario
realizar una evaluación inicial de este, prestando aten-
ción a la vía aérea, la respiración, la circulación y la
inmovilización de la columna cervical. Es primordial
determinar cuál es la situación de la vía aérea, si el
paciente respira espontáneamente o tiene dificultades
que impliquen la necesidad de intubación endotraque-
al. En cualquier caso siempre se aplicará oxígeno al
100% en el paciente quemado. Posteriormente valora-
remos de forma global la situación para obtener la infor-
mación sobre las circunstancias que rodearon el acci-
dente y así poder determinar la existencia de otros trau-
matismos y/o fracturas acompañantes y realizar el tras-
lado al centro hospitalario más cercano con los siguien-
tes requisitos:
—Control de la vía aérea.
—Acceso venoso.
—Valoración de constantes (tensión arterial y fre-
cuencia cardiaca).
—Cobertura de la quemadura con gasas empapadas
en suero.
—Analgesia.
A la llegada al hospital es muy importante transmi-
tir a los médicos de urgencias la mayor cantidad posible
de información de la forma más breve, siendo funda-
mental los datos sobre:
—Edad y sexo.
—Tipo de quemadura y tiempo de exposición al
agente desencadenante.
—Detalles breves sobre el accidente.
—Extensión de la quemadura.
—Lesiones asociadas y situación general del paciente.
Manejo y reanimación del
paciente quemado
F.J. García Amigueti*, F. Herrera Morillas**, J.L. García Moreno***, R. Velázquez
Guisado*, S. Picó Tato****
*Médico Civil Adjunto. **Capitán Médico FEA. ***Teniente Coronel Jefe de
Servicio. ****Ilustrador Médico del Centro de Cirugía de Mínima Invasión.
Servicio de Medicina Intensiva. Hospital Naval San Carlos. San Fernando. Cádiz
Vol. 1
Núm. 4
2000
pp 217-224
EMERGENCIAS Y CATÁSTROFES
218
F.J. GARCÍA AMIGUETI ET AL PUESTA AL DÍA EN URGENCIAS, EMERGENCIAS Y CATÁSTROFES
Es fundamental determinar la profundidad y la
extensión de la quemadura, puesto que van a determi-
nar la gravedad del trauma con la implicación de indi-
car la necesidad de traslado a una unidad especializada
en quemados.
CLASIFICACIÓN
Teniendo en cuenta la profundidad que ocupan se
clasifican en:
—Quemadura de Primer Grado. Afecta sólo la epi-
dermis, con un daño estructural mínimo. La piel se
torna eritematosa, de color rojo o rosado brillante, seca
y progresivamente pruriginosa. Al aplicar presión sobre
una zona aparece una coloración blanquecina que desa-
parece con rapidez al descomprimir. Es una lesión hipe-
rálgica, puesto que las terminaciones nerviosas están
intactas y se estimulan con la vasodilatación, por lo que
es importante el tratamiento con analgésicos.
—Quemadura de Segundo Grado. A su vez se divi-
den en:
•Espesor parcial superficial: la lesión afecta la epi-
dermis y dermis papilar, que tiene un aspecto rojizo,
húmedo y con formación de ampollas. Es también dolo-
rosa, necesitando tratamiento analgésico.
•Espesor parcial profundo: la lesión alcanza la der-
mis reticular con una profundidad variable pero dejan-
do intacta la epidermis profunda. La superficie tiene un
aspecto rojizo plateado, sin formación de ampollas y
con hipoalgesia.
—Quemadura de Tercer Grado. Afecta a todo el
espesor de la piel, con un aspecto variable desde blan-
quecino hasta amarillo, y con una consistencia acarto-
nada de los tejidos.
Como guía práctica de valoración de la profundidad
de las quemaduras se pueden seguir las indicaciones de
la tabla I, referida al aspecto clínico de la lesión.
La extensión de la quemadura es importante puesto
que va a influir directamente sobre la fluidoterapia
necesaria. Existen varios métodos para determinar la
extensión de la superficie quemada. La tabla más
empleada y de más fácil manejo para la valoración del
porcentaje de superficie corporal quemada es la regla de
los 9 (Tabla II), que divide las áreas del cuerpo en por-
centajes de 9 o múltiplos de 9 (Fig. 1) (1,3).
En los pacientes pediátricos se realiza una valora-
ción más exacta del área quemada siguiendo el esquema
de Lund y Browder, el cual valora los cambios relativos
en la proporción de la cabeza y las piernas de acuerdo
con el crecimiento (Tabla III) (Fig. 2).
Considerando juntos los baremos de profundidad y
superficie se establece una clasificación de gravedad del
paciente quemado como se refleja en la tabla IV.
Se denomina gran quemado o quemado crítico, el
individuo que debe ser trasladado lo antes posible a una
unidad especializada para su tratamiento, y para esto
debe de reunir los criterios de inclusión que se recogen
en la tabla V.
FISIOPATOLOGÍA
Para la realización de un tratamiento adecuado del
paciente quemado es fundamental el conocimiento de
la fisiopatología de este tipo de lesiones, lo cual va a
predeterminar las pautas de actuación terapéutica a
seguir. La quemadura origina una destrucción aguda,
total o parcial de la piel y los tejidos adyacentes. Si es
Tabla I
ASPECTO CLÍNICO DE LAS QUEMADURAS EN RELACIÓN CON LA PROFUNDIDAD*
Profundidad Color Ampollas Relleno capilar Sensibilidad
Superficial de Rosa +/- Presente Dolorosa
espesor parcial
Profunda de Roja/pálida +/- No +/-
espesor parcial
Espesor total Blanca No No No
* Tomado de Lorente J.A, Esteban A. Cuidados intensivos del paciente quemado. Barcelona: Springer-Verlag Ibérica, 1998.
Tabla II
VALORACIÓN DE SUPERFICIE CORPORAL QUEMADA.
REGLA DE LOS 9*
Área corporal Porcentaje
Cabeza 9%
Abdomen, tronco 18%
Espalda, glúteos 18%
Miembro superior Anterior 4,5%; Posterior 4,5%
Miembro inferior Anterior 9%; Posterior 9%
Periné 1%
Palma mano 1%
*Tomado de Pelegrín Hidalgo F, Vivó Benloch C. Anestesia y rea-
nimación del gran quemado. VIII Jornadas de Anestesiología y
monitorización.
extensa produce de manera rápida un estado de hipo-
volemia, con el consiguiente shock inicial y trastornos
inmunológicos y metabólicos junto a alteraciones de la
termorregulación, es decir, incluye la presencia de alte-
raciones tanto locales como sistémicas (1,4,5).
Alteraciones locales. En la quemadura profunda hay
una zona de necrosis tisular rodeada de una zona de
isquemia aguda, y en la periferia una zona inflamatoria.
Esta diferenciación por zonas es importante, puesto que
el enfriamiento rápido de los tejidos y la calidad de la
reanimación inicial son básicas para que la zona inter-
media isquémica evolucione hacia la curación o hacia
la necrosis.
La lesión celular, agravada por la hipoxia de los teji-
dos secundaria al edema y a la hipoperfusión periférica,
origina la liberación de mediadores de la inflamación,
estando implicada la vía de activación del complemen-
to, vía intrínseca de la coagulación, histamina, leuco-
trienos, radicales libres y citoquinas, que son los res-
ponsables de la aparición y mantenimiento de esta reac-
ción inflamatoria.
Se produce una traslocación de líquido desde el com-
partimento plasmático hacia el territorio intersticial e
intracelular en la zona quemada, lo que constituye la
característica principal fisiopatológica inicial de la que-
madura. Este fenómeno es el responsable de la aparición
de flictenas, exudados y edemas locales. El edema for-
mado es máximo en las primeras 12-24 horas que suce-
den a la quemadura, siendo su composición similar a la
del plasma.
Junto al secuestro vascular se pierde líquido por la
superficie de la quemadura, contribuyendo de esta
219
VOLUMEN 1 - NÚMERO 4 - 2000 MANEJO Y REANIMACIÓN DEL PACIENTE QUEMADO
Tabla III
ESTIMACIÓN DE QUEMADURAS SEGÚN LUND Y BROWDER*
Porcentaje relativo de superficie corporal de acuerdo a la edad
Área Edad 1 5 10 15 Adulto
A=1/2 de la cabeza 9 1/2 8 1/2 6 1/2 5 1/2 4 1/2 3 1/2
B=1/2 de un muslo 2 1/2 3 1/4 4 4 1/2 4 1/2 4 1/4
C=1/2 de una pierna 2 1/2 2 1/2 2 1/4 3 3 1/4 3 1/2
*Tomado de Lorente J.A, Esteban A. Cuidados intensivos del paciente quemado. Barcelona: Springer-Verlag Ibérica, 1998.
Fig. 1.Valoración de la extensión de quemadura según
Regla de los 9. (Tomado de Lorente J.A, Esteban A.
Cuidados intensivos del paciente quemado.
Barcelona: Springer-Verlag Ibérica, 1998).
Fig. 2. Esquema de valoración corporal de Lund y
Browder. (Tomado de Lorente J.A, Esteban A.
Cuidados intensivos del paciente quemado. Barcelona:
Springer-Verlag Ibérica, 1998).
manera al desarrollo del estado de hipovolemia. Se rea-
liza una estimación de las pérdidas por evaporación
aplicando la siguiente fórmula:
Alteraciones sistémicas. La mortalidad que presentan
estos pacientes no es sólo debida a la quemadura y a la
sepsis, sino también a la afectación sistémica de estas
lesiones, observándose en general una respuesta bifásica
que implica:
—Alteraciones hemodinámicas: hay un descenso del
volumen minuto inicialmente debido a la hipovolemia
por la gran pérdida de líquido, pero también se plantea
la posibilidad de una incapacidad miocárdica por la
acción de sustancias tóxicas circulantes, aumento de la
liberación de vasopresina y edema de las fibras miocár-
dicas.
A partir de las 48 horas se produce un aumento del
gasto cardiaco y una disminución de las resistencias vas-
culares periféricas.
—Alteraciones respiratorias: la mayoría de los falleci-
mientos se deben a la inhalación de los gases. La lesión
de la vía aérea superior se debe al calor, debido a la ele-
vada capacidad de absorber este calor por la naso y oro-
faringe. Se produce una obstrucción de la vía aérea por
edema de la zona supraglótica, cuya formación es máxi-
ma en las 12-24 horas siguientes a la lesión, manifes-
tandose inicialmente por la aparición de ronquera y
estridor.
La afectación del territorio bronquial es debida a las
elevadas temperaturas y la inhalación de gases tóxicos
procedentes de la combustión, precisándose de un estu-
dio endoscópico para establecer su diagnóstico.
Hay que sospechar siempre la existencia de lesión a
nivel de la vía aérea si el accidente ha tenido lugar en
una zona cerrada, el paciente presenta estupor o pérdi-
da de consciencia, si hay quemadura en la cara y cuello,
pelos nasales o mucosa oral chamuscada y hollín en
laringe, boca o esputo.
—Alteraciones renales: inicialmente la hipovolemia
es motivo de una disminución del flujo sanguíneo renal
220
F.J. GARCÍA AMIGUETI ET AL PUESTA AL DÍA EN URGENCIAS, EMERGENCIAS Y CATÁSTROFES
Tabla IV
CLASIFICACIÓN DE LA GRAVEDAD DE LAS QUEMADURAS*
1° Grado 2° Grado 3° Grado
Niños Adultos Niños Adultos Niños-Adultos
Adultos hasta 40
>40 años años
Leve 10% 15% Hasta Hasta Hasta 2% siempre que no incluya
(hasta el 50%) 10% 15% a las áreas específicas en
en quemadura grave.
Moderada 50% a 75% 10-20% 15-25% 2-10% siempre que no incluya las
áreas específicas en quemadura grave
Grave +del 75% con +del +del +del 10% y toda quemadura que
síntomas sistémicos 20% 25% incluya cara, ojos, oídos, pies y periné
quemaduras químicas y eléctricas
y quemaduras asociadas a traumatismos
u otras complicaciones.
* Tomado de Marthyn JAJ. Acute management of the Burned Patient. Philadelphia: WB Saunders CO, 1990.
Tabla V
PACIENTES CON QUEMADURAS QUE NECESITAN DE
ATENCIÓN ESPECIALIZADA
Quemadura >20% SC a cualquier edad
Quemadura >10% SC en <10 años y >50 años
Quemadura >5% SC de espesor completo
Quemadura eléctrica o química
Síndrome de inhalación o politraumatismo asociado
Enfermedad grave preexistente
Quemaduras en cara, manos, pies, genitales y grandes
articulaciones
Pérdidas por evaporación ml/h = (25 + %SCQ ) x SCT
y de la filtración glomerular. Si la resucitación fluidote-
rápica es adecuada se produce una respuesta diurética.
La monitorización de la función renal es el mejor indi-
cador de la resucitación en el paciente sin complicacio-
nes.
—Alteraciones hematológicas: las quemaduras dejan
expuesto a la circulación colágeno subendotelial, por
destrucción del endotelio, que unido a la liberación de
factor tisular es determinante de la activación de la cas-
cada de la coagulación y de las plaquetas. En las prime-
ras 72 horas se produce una trombocitopenia discreta
seguida de una trombocitosis (puede alcanzar 2-4 veces
su valor normal). Esta situación determina la existencia
de un estado de elevado riesgo de tromboembolismo. El
grado de hemólisis está en relación con la extensión y
grado de la quemadura.
—Alteraciones metabólicas: la respuesta metabólica es
bifásica, con una fase inicial de disminución del volu-
men intravascular, hipoperfusión tisular, bajo gasto car-
diaco e hipometabolismo relativo con un consumo de
oxígeno inferior al normal. Una vez que se ha aplicado
la reanimación inicial y se ha normalizado la perfusión
tisular, hay una segunda respuesta con aumento del
gasto cardiaco, energético y consumo de oxígeno, que
motiva un catabolismo muscular con pérdida de masa
corporal y peso. El gasto energético aumenta de forma
lineal a la extensión de la superficie quemada, siendo
por ello el aporte nutricional de estos pacientes de vital
importancia.
—Alteraciones digestivas: el aparato digestivo es de
gran importancia por diversos motivos:
•Es la ruta preferente para el aporte de nutrientes.
•Son frecuentes las lesiones ulcerativas o hemorrági-
cas.
•La traslocación bacteriana a nivel de la mucosa
tiene importancia en la génesis de la respuesta inflama-
toria y el fracaso multiorgánico del gran quemado.
•En todo paciente con una superficie quemada supe-
rior al 25% se produce un íleo paralítico.
EVOLUCIÓN DEL PACIENTE QUEMADO
La evolución general del paciente quemado se desa-
rrolla en cuatro fases:
—Fase de Reanimación: 0- 36 horas post-quemadura.
—Fase de Post-resucitación: 2º - 6º día de evolución.
—Fase de Sepsis: a partir del 6º día.
—Fase de Rehabilitación y Remodelación: hasta el
primer año.
FACTORES PRONÓSTICOS
Un hecho a tener en cuenta son los factores pronós-
ticos, que ejercen influencia en la terapéutica del
paciente quemado, entre los que se encuentran:
—% de superficie corporal quemada.
—Grado de profundidad de la quemadura.
—Edad.
—Estado previo de salud.
—Lesiones asociadas. En la actualidad la principal
causa de muerte en estos pacientes son las infecciones.
TRATAMIENTO
RECEPCIÓN DEL PACIENTE QUEMADO
A la llegada del paciente quemado al área de urgen-
cias son necesarias una serie de actuaciones sistematiza-
das encaminadas a disminuir la mortalidad, entre las
que se encuentran:
—Valoración de la vía aérea y oxigenación.
—Monitorización de constantes vitales.
—Valoración del acceso endovenoso, si llega con el
mismo o canalización de una vía periférica o central
sobre piel sana.
—Comenzar con una infusión de Ringer-Lactato.
—Colocación de sondas nasogástrica y vesical.
—Sedación y analgesia adecuadas.
—Valoración de la extensión de la quemadura.
Como ya se ha indicado anteriormente es obligatorio
instaurar oxigenoterapia al 100% a todo paciente que-
mado. Se lleva a cabo una valoración del estado de la
vía aérea para determinar la necesidad o no de practicar
una intubación para el control de la misma. La decisión
de intubar se fundamenta en la clínica y esta indicación
puede ser absoluta o relativa, dependiendo de una serie
de factores, como se indica en la tabla VI.
Es absolutamente fundamental considerar los datos
que nos puedan aportar, por parte del equipo médico de
asistencia prehospitalaria, sobre las características del
accidente, puesto que estos datos junto a la valoración
clínica y los resultados de la gasometría arterial van a
ser determinantes a la hora de realizar la indicación
absoluta o relativa de intubación (1).
Una valoración inicial del estado de consciencia per-
mite determinar cuál es el estado de alerta del paciente,
lo cual inicialmente puede servir de guía sobre la oxige-
nación y perfusión cerebral. Cualquier cambio sobre la
valoración inicial debe ser considerada como una indi-
cación obligatoria de revaloración del estado de la vía
aérea y de la circulación.
Una vez que se han realizado las medidas iniciales de
actuación sobre el paciente quemado, simultáneamente
a la valoración de las quemaduras y determinación de su
gravedad, se comienza con el tratamiento, basado en los
conocimientos de la fisiopatología específica anterior-
mente reseñada en este tipo de pacientes.
REANIMACIÓN DEL PACIENTE QUEMADO
La fase de reanimación hemodinámica, que se pre-
fiere denominar por los anglosajones como resucitación
del paciente quemado, tiene como objetivo restituir las
pérdidas de fluido originadas por el secuestro y la eva-
poración de líquidos. Para determinar el volumen de
fluido a administrar se han establecido diversas fórmu-
las, no existiendo ninguna que sea universal. En cual-
221
VOLUMEN 1 - NÚMERO 4 - 2000 MANEJO Y REANIMACIÓN DEL PACIENTE QUEMADO
quier caso no son más que una guía sobre la administra-
ción de fluidos, que deben ser individualizadas en fun-
ción de la respuesta de cada paciente en particular
(1,2,5-7).
La fórmula que más se emplea en la práctica clínica
diaria es la de Parkland para la resucitación por volu-
men. Ésta se inicia tan pronto como sea posible. La fór-
mula de Parkland establece que el volumen a infundir
de Ringer- Lactato es de 4 ml/Kg/SCQ para las prime-
ras 24 horas. Este volumen se administra como se indi-
ca en la tabla VII (1,2).
El segundo día la permeabilidad vascular se normali-
za y se administra como fluidoterapia Dextrosa 5% 2
ml/Kg/SCQ + Albumina 0,3-0,5 ml/Kg/SCQ.
A partir del tercer día hay una reabsorción de los
edemas y aparece la fase diurética, siendo necesario
monitorizar los niveles de potasio. La fluidoterapia se
lleva a cabo con suero fisiológico y dextrosa al 5%.
Las medidas de monitorización de la respuesta a la
reanimación del quemado se pueden dividir en dos gru-
pos según sean continuas o intermitentes (Tabla VIII)
(1,4,8-10).
Las medidas de monitorización continuas incluyen:
—ECG. Las alteraciones del ritmo pueden ser una
manifestación de la hipoxia, alteraciones de los electro-
litos o alteraciones del equilibrio ácido-base.
—Presión arterial. Aunque el aumento del tono sim-
pático de estos pacientes hace que no sirva como un
indicador sensible de los cambios de volumen, es obli-
gatorio mantener unos niveles mínimos de presión de
perfusión. En aquellos casos en los que la superficie que-
mada impida la colocación de un esfingomanómetro, o
exista inestabilidad hemodinámica, será necesaria la
canalización de una arteria.
—Pulsioximetría.
—Temperatura corporal. El paciente quemado tiene
tendencia a la hipotermia durante la reanimación con
fluidos fríos, lo que puede aumentar la inestabilidad
hemodinámica. Existiendo además una alteración de la
termorregulación.
—Diuresis. Durante las primeras 24 horas si la diure-
sis es inferior a 0,5 ml/Kg/hora es reflejo de una hipo-
perfusión renal. Ante esta situación es necesario
aumentar el ritmo de administración de fluidos. Si la
diuresis es mayor a 1 ml/Kg/hora, indica una reposición
excesiva de fluidos, que puede aumentar de manera
innecesaria la formación de edema (1,5).
—Presión venosa central. En el gran quemado, aun-
que las medidas de reanimación aplicadas sean las
correctas, la presión venosa central (PVC) está baja,
entre 0 y 5 cmH2O. Por tanto es erróneo el intentar
obtener unos valores predeterminados de PVC en estas
fases iniciales, que pueden llevar a una sobrecarga de
volumen. Entre las medidas de monitorización intermi-
tentes son:
• Hemoglobina y hematocrito. Inicialmente por la
gran pérdida de fluidos hay una hemoconcentración,
que tiende a normalizarse a partir de las 24-48 horas.
222
F.J. GARCÍA AMIGUETI ET AL PUESTA AL DÍA EN URGENCIAS, EMERGENCIAS Y CATÁSTROFES
Tabla VII
DISTRIBUCIÓN DEL VOLUMEN CALCULADO SEGÚN
LA REGLA DE PARKLAND PARA LAS PRIMERAS
24 HORAS
1 - 8 horas 1/2 del volumen calculado
8 - 16 horas 1/4 del volumen calculado
16 - 24 horas 1/4 del volumen calculado
Tabla VIII
MEDIDAS DE MONITORIZACIÓN
DE LA REANIMACIÓN DEL QUEMADO
Monitorización continua:
ECG
Presión arterial
Pulsioximetría
Temperatura
Diuresis
Presión venosa central
Monitorización intermitente:
Hemoglobina y hematocrito
Electrolitos
Creatinina y urea
Estudio de coagulación
Radiografía
Tabla VI
INDICACIONES ABSOLUTAS Y RELATIVAS DE INTUBACIÓN
Indicaciones absolutas Ventilación rápida y superficial de 35-40 rpm
Ventilación inadecuada de 8-10 rpm
Obstrucción mecánica de la vía aérea por traumatismo, edema o laringospasmo
Gasometría arterial con pH < 7,20 - pO2 < 60 mmHg - pCO2 > 50 mmHg
Indicaciones relativas Antecedentes de explosión o fuego en lugar cerrado
Pelos nasales o mucosa oral chamuscada
Eritema en paladar
Hollín en boca, laringe o esputo
223
VOLUMEN 1 - NÚMERO 4 - 2000 MANEJO Y REANIMACIÓN DEL PACIENTE QUEMADO
Durante este periodo de tiempo es difícil estimar las
pérdidas que se produzcan.
• Electrolitos. Las pérdidas iniciales son fundamen-
talmente plasmáticas, con lo que los niveles de sodio,
potasio y cloro se mantienen a pesar de la hipovolemia.
Esto quiere decir que los cambios que se produzcan esta-
rán determinados por el tipo de fluido empleado en la
reanimación.
—Creatinina y urea.
—Estudios de coagulación. En general no suele ser
necesario reponer plaquetas ni factores de la coagula-
ción en las primeras 36 horas después de la quemadura.
Si hay alteraciones severas nos indica la entrada del
paciente en una situación crítica.
—Radiografía. Si el paciente quemado está sometido
a ventilación mecánica es necesario la realización de
una placa de tórax diaria.
Control de la temperatura
Inicialmente en el paciente quemado suele existir
una situación de hipertermia, aún en ausencia de infec-
ciones, originada por la presencia de mediadores de la
inflamación que actúan estimulando al centro regula-
dor hipotalámico. En el caso del gran quemado o del
paciente pediátrico quemado se observa una situación
de hipotermia por pérdida de calor mediante conduc-
ción y evaporación, que debe ser evitada por todos los
medios posibles, siendo importante el planteamiento de
calentar los fluidos empleados en la reanimación hemo-
dinámica. Las consecuencias de esta hipotermia son un
aumento de la hipoperfusión por vasoconstricción e
isquemia tisular, además de un aumento del consumo de
oxígeno al intentar el organismo producir calor.
Soporte nutricional
El paciente quemado presenta un aumento de la
demanda metabólica. Cuando la superficie quemada es
inferior al 30% es suficiente con un aporte basal enri-
quecido, mientras que si este porcentaje de superficie
quemada se supera, se necesitan suplementos calóricos
para frenar los efectos deletéreos del hipermetabolismo.
La aplicación en la terapéutica de estos pacientes de
una alimentación precoz enteral continua, ha demos-
trado ser útil para frenar el hipermetabolismo, al dismi-
nuir la cantidad de hormonas catabólicas, mejorando el
balance nitrogenado y manteniendo la integridad de la
mucosa intestinal, con lo que se previene el desarrollo
de la traslocación bacteriana (1,5).
La nutrición parenteral no es más eficaz en compara-
ción con la nutrición enteral continua, asociándose a
una inmunosupresión yatrogénica y una mayor apari-
ción de infecciones.
Control del dolor
Es uno de los elementos de la terapéutica del pacien-
te quemado, en el que se solía insistir menos. Siempre
es necesario tener presente que este tipo de pacientes
presentan las características tanto del dolor agudo como
del dolor crónico (5,11).
La base del tratamiento analgésico son los opioides.
Se emplean fundamentalmente morfina, meperidina y
fentanilo; este tipo especial de pacientes requiere dosis
muy elevadas de analgésicos. En ningún caso debe ser
un freno a la hora de la administración del tratamiento
analgésico, la preocupación por la adicción física o psi-
cológica, ya que no se ha demostrado en la práctica clí-
nica una incidencia importante de adicción a los opioi-
des cuando estos pacientes han sido dados de alta hos-
pitalaria.
Existen diferentes pautas de tratamiento analgésico,
sin embargo hay coincidencia en señalar que el analgé-
sico de primera elección es la morfina. Como dosifica-
ción a seguir sirva de ejemplo la indicada en la tabla IX,
que es la que nosotros utilizamos en nuestro medio.
Tabla IX
PAUTAS DE TRATAMIENTO ANALGÉSICO CON MORFINA*
Ampolla de 1 ml = 0,01 g = 10 mg
1) Dosis bolo: Diluir 1 ampolla en 10 ml de suero fisiológico
Administrar 2 mg iv cada 5 minutos hasta obtener el efecto deseado
Dosis máxima 0,15-0,30 mg/Kg para paciente de 70 Kg
(equivalente a 10-20 mg)
2) Perfusión tras bolo: Diluir 1 ampolla de 10 mg en 50 ml de suero
fisiológico
Concentración: 1 ml = 0,2 mg
Dosis: 2,5 mg/h
Ritmo de perfusión: 10-15 ml/h
* Protocolo de medicación de la Unidad de Medicina Crítica del
Hospital Naval San Carlos.
224
F.J. GARCÍA AMIGUETI ET AL PUESTA AL DÍA EN URGENCIAS, EMERGENCIAS Y CATÁSTROFES
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10. Crisol F, Gómez P, Palao R. Gran Quemado. En: Carrasco-Jiménez MS. Emergencias Médicas II. Madrid: Arán Ediciones 2000; 1195-1208.
11. Carrasco-Jiménez MS, Coello MC, Saldaña M, et al. Tratamiento de dolor en urgencias. En: Emergencias Médicas II. Madrid: Arán Ediciones
2000; 1585-1631.

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Manejo inicial del paciente quemado

  • 1. 217 INTRODUCCIÓN La quemadura es una lesión tisular que puede estar causada por distintas agresiones, como la energía térmi- ca, eléctrica, sustancias químicas y radiación. Este tipo de lesión sigue siendo una importante causa de morbili- dad-mortalidad, y aunque los avances en técnicas qui- rúrgicas, control de infecciones y soporte nutricional, han permitido mejorar la supervivencia de este tipo de pacientes, han puesto de manifiesto la gran importancia que tiene la asistencia inicial que se les brinda a estos pacientes y cómo esta atención primaria influye de forma crucial en el pronóstico y resultado final de la evolución (1). El espectro clínico de este tipo de lesio- nes varía desde una quemadura superficial, hasta una destrucción completa de la superficie corporal, con lo que es primordial la aplicación de una atención racio- nalizada que abarca una asistencia prehospitalaria ade- cuada, un transporte, una valoración-clasificación del paciente quemado y una terapia de resucitación mediante fluidos que debe comenzar lo antes posible (1,2). El primer objetivo a realizar es la separación de la victima del agente causante de la quemadura, para lo cual se han de tener en cuenta una serie de normas según sea la naturaleza del agente lesivo. En casos de sustancias químicas, el daño sobre los tejidos depende de la concentración del agente y la duración de la expo- sición, con lo cual es prioritaria la irrigación copiosa con agua y la retirada de la ropa. Si el origen es eléctri- co debemos identificar y desconectar la corriente y reti- rar a la victima de la red empleando material no con- ductor. En la quemadura por llama hay que extinguir la misma, haciendo rodar por el suelo a la victima, apli- cando mantas u otras prendas o bien con espuma antiincendios si está disponible (1,3). Una vez que se ha aislado al paciente es necesario realizar una evaluación inicial de este, prestando aten- ción a la vía aérea, la respiración, la circulación y la inmovilización de la columna cervical. Es primordial determinar cuál es la situación de la vía aérea, si el paciente respira espontáneamente o tiene dificultades que impliquen la necesidad de intubación endotraque- al. En cualquier caso siempre se aplicará oxígeno al 100% en el paciente quemado. Posteriormente valora- remos de forma global la situación para obtener la infor- mación sobre las circunstancias que rodearon el acci- dente y así poder determinar la existencia de otros trau- matismos y/o fracturas acompañantes y realizar el tras- lado al centro hospitalario más cercano con los siguien- tes requisitos: —Control de la vía aérea. —Acceso venoso. —Valoración de constantes (tensión arterial y fre- cuencia cardiaca). —Cobertura de la quemadura con gasas empapadas en suero. —Analgesia. A la llegada al hospital es muy importante transmi- tir a los médicos de urgencias la mayor cantidad posible de información de la forma más breve, siendo funda- mental los datos sobre: —Edad y sexo. —Tipo de quemadura y tiempo de exposición al agente desencadenante. —Detalles breves sobre el accidente. —Extensión de la quemadura. —Lesiones asociadas y situación general del paciente. Manejo y reanimación del paciente quemado F.J. García Amigueti*, F. Herrera Morillas**, J.L. García Moreno***, R. Velázquez Guisado*, S. Picó Tato**** *Médico Civil Adjunto. **Capitán Médico FEA. ***Teniente Coronel Jefe de Servicio. ****Ilustrador Médico del Centro de Cirugía de Mínima Invasión. Servicio de Medicina Intensiva. Hospital Naval San Carlos. San Fernando. Cádiz Vol. 1 Núm. 4 2000 pp 217-224 EMERGENCIAS Y CATÁSTROFES
  • 2. 218 F.J. GARCÍA AMIGUETI ET AL PUESTA AL DÍA EN URGENCIAS, EMERGENCIAS Y CATÁSTROFES Es fundamental determinar la profundidad y la extensión de la quemadura, puesto que van a determi- nar la gravedad del trauma con la implicación de indi- car la necesidad de traslado a una unidad especializada en quemados. CLASIFICACIÓN Teniendo en cuenta la profundidad que ocupan se clasifican en: —Quemadura de Primer Grado. Afecta sólo la epi- dermis, con un daño estructural mínimo. La piel se torna eritematosa, de color rojo o rosado brillante, seca y progresivamente pruriginosa. Al aplicar presión sobre una zona aparece una coloración blanquecina que desa- parece con rapidez al descomprimir. Es una lesión hipe- rálgica, puesto que las terminaciones nerviosas están intactas y se estimulan con la vasodilatación, por lo que es importante el tratamiento con analgésicos. —Quemadura de Segundo Grado. A su vez se divi- den en: •Espesor parcial superficial: la lesión afecta la epi- dermis y dermis papilar, que tiene un aspecto rojizo, húmedo y con formación de ampollas. Es también dolo- rosa, necesitando tratamiento analgésico. •Espesor parcial profundo: la lesión alcanza la der- mis reticular con una profundidad variable pero dejan- do intacta la epidermis profunda. La superficie tiene un aspecto rojizo plateado, sin formación de ampollas y con hipoalgesia. —Quemadura de Tercer Grado. Afecta a todo el espesor de la piel, con un aspecto variable desde blan- quecino hasta amarillo, y con una consistencia acarto- nada de los tejidos. Como guía práctica de valoración de la profundidad de las quemaduras se pueden seguir las indicaciones de la tabla I, referida al aspecto clínico de la lesión. La extensión de la quemadura es importante puesto que va a influir directamente sobre la fluidoterapia necesaria. Existen varios métodos para determinar la extensión de la superficie quemada. La tabla más empleada y de más fácil manejo para la valoración del porcentaje de superficie corporal quemada es la regla de los 9 (Tabla II), que divide las áreas del cuerpo en por- centajes de 9 o múltiplos de 9 (Fig. 1) (1,3). En los pacientes pediátricos se realiza una valora- ción más exacta del área quemada siguiendo el esquema de Lund y Browder, el cual valora los cambios relativos en la proporción de la cabeza y las piernas de acuerdo con el crecimiento (Tabla III) (Fig. 2). Considerando juntos los baremos de profundidad y superficie se establece una clasificación de gravedad del paciente quemado como se refleja en la tabla IV. Se denomina gran quemado o quemado crítico, el individuo que debe ser trasladado lo antes posible a una unidad especializada para su tratamiento, y para esto debe de reunir los criterios de inclusión que se recogen en la tabla V. FISIOPATOLOGÍA Para la realización de un tratamiento adecuado del paciente quemado es fundamental el conocimiento de la fisiopatología de este tipo de lesiones, lo cual va a predeterminar las pautas de actuación terapéutica a seguir. La quemadura origina una destrucción aguda, total o parcial de la piel y los tejidos adyacentes. Si es Tabla I ASPECTO CLÍNICO DE LAS QUEMADURAS EN RELACIÓN CON LA PROFUNDIDAD* Profundidad Color Ampollas Relleno capilar Sensibilidad Superficial de Rosa +/- Presente Dolorosa espesor parcial Profunda de Roja/pálida +/- No +/- espesor parcial Espesor total Blanca No No No * Tomado de Lorente J.A, Esteban A. Cuidados intensivos del paciente quemado. Barcelona: Springer-Verlag Ibérica, 1998. Tabla II VALORACIÓN DE SUPERFICIE CORPORAL QUEMADA. REGLA DE LOS 9* Área corporal Porcentaje Cabeza 9% Abdomen, tronco 18% Espalda, glúteos 18% Miembro superior Anterior 4,5%; Posterior 4,5% Miembro inferior Anterior 9%; Posterior 9% Periné 1% Palma mano 1% *Tomado de Pelegrín Hidalgo F, Vivó Benloch C. Anestesia y rea- nimación del gran quemado. VIII Jornadas de Anestesiología y monitorización.
  • 3. extensa produce de manera rápida un estado de hipo- volemia, con el consiguiente shock inicial y trastornos inmunológicos y metabólicos junto a alteraciones de la termorregulación, es decir, incluye la presencia de alte- raciones tanto locales como sistémicas (1,4,5). Alteraciones locales. En la quemadura profunda hay una zona de necrosis tisular rodeada de una zona de isquemia aguda, y en la periferia una zona inflamatoria. Esta diferenciación por zonas es importante, puesto que el enfriamiento rápido de los tejidos y la calidad de la reanimación inicial son básicas para que la zona inter- media isquémica evolucione hacia la curación o hacia la necrosis. La lesión celular, agravada por la hipoxia de los teji- dos secundaria al edema y a la hipoperfusión periférica, origina la liberación de mediadores de la inflamación, estando implicada la vía de activación del complemen- to, vía intrínseca de la coagulación, histamina, leuco- trienos, radicales libres y citoquinas, que son los res- ponsables de la aparición y mantenimiento de esta reac- ción inflamatoria. Se produce una traslocación de líquido desde el com- partimento plasmático hacia el territorio intersticial e intracelular en la zona quemada, lo que constituye la característica principal fisiopatológica inicial de la que- madura. Este fenómeno es el responsable de la aparición de flictenas, exudados y edemas locales. El edema for- mado es máximo en las primeras 12-24 horas que suce- den a la quemadura, siendo su composición similar a la del plasma. Junto al secuestro vascular se pierde líquido por la superficie de la quemadura, contribuyendo de esta 219 VOLUMEN 1 - NÚMERO 4 - 2000 MANEJO Y REANIMACIÓN DEL PACIENTE QUEMADO Tabla III ESTIMACIÓN DE QUEMADURAS SEGÚN LUND Y BROWDER* Porcentaje relativo de superficie corporal de acuerdo a la edad Área Edad 1 5 10 15 Adulto A=1/2 de la cabeza 9 1/2 8 1/2 6 1/2 5 1/2 4 1/2 3 1/2 B=1/2 de un muslo 2 1/2 3 1/4 4 4 1/2 4 1/2 4 1/4 C=1/2 de una pierna 2 1/2 2 1/2 2 1/4 3 3 1/4 3 1/2 *Tomado de Lorente J.A, Esteban A. Cuidados intensivos del paciente quemado. Barcelona: Springer-Verlag Ibérica, 1998. Fig. 1.Valoración de la extensión de quemadura según Regla de los 9. (Tomado de Lorente J.A, Esteban A. Cuidados intensivos del paciente quemado. Barcelona: Springer-Verlag Ibérica, 1998). Fig. 2. Esquema de valoración corporal de Lund y Browder. (Tomado de Lorente J.A, Esteban A. Cuidados intensivos del paciente quemado. Barcelona: Springer-Verlag Ibérica, 1998).
  • 4. manera al desarrollo del estado de hipovolemia. Se rea- liza una estimación de las pérdidas por evaporación aplicando la siguiente fórmula: Alteraciones sistémicas. La mortalidad que presentan estos pacientes no es sólo debida a la quemadura y a la sepsis, sino también a la afectación sistémica de estas lesiones, observándose en general una respuesta bifásica que implica: —Alteraciones hemodinámicas: hay un descenso del volumen minuto inicialmente debido a la hipovolemia por la gran pérdida de líquido, pero también se plantea la posibilidad de una incapacidad miocárdica por la acción de sustancias tóxicas circulantes, aumento de la liberación de vasopresina y edema de las fibras miocár- dicas. A partir de las 48 horas se produce un aumento del gasto cardiaco y una disminución de las resistencias vas- culares periféricas. —Alteraciones respiratorias: la mayoría de los falleci- mientos se deben a la inhalación de los gases. La lesión de la vía aérea superior se debe al calor, debido a la ele- vada capacidad de absorber este calor por la naso y oro- faringe. Se produce una obstrucción de la vía aérea por edema de la zona supraglótica, cuya formación es máxi- ma en las 12-24 horas siguientes a la lesión, manifes- tandose inicialmente por la aparición de ronquera y estridor. La afectación del territorio bronquial es debida a las elevadas temperaturas y la inhalación de gases tóxicos procedentes de la combustión, precisándose de un estu- dio endoscópico para establecer su diagnóstico. Hay que sospechar siempre la existencia de lesión a nivel de la vía aérea si el accidente ha tenido lugar en una zona cerrada, el paciente presenta estupor o pérdi- da de consciencia, si hay quemadura en la cara y cuello, pelos nasales o mucosa oral chamuscada y hollín en laringe, boca o esputo. —Alteraciones renales: inicialmente la hipovolemia es motivo de una disminución del flujo sanguíneo renal 220 F.J. GARCÍA AMIGUETI ET AL PUESTA AL DÍA EN URGENCIAS, EMERGENCIAS Y CATÁSTROFES Tabla IV CLASIFICACIÓN DE LA GRAVEDAD DE LAS QUEMADURAS* 1° Grado 2° Grado 3° Grado Niños Adultos Niños Adultos Niños-Adultos Adultos hasta 40 >40 años años Leve 10% 15% Hasta Hasta Hasta 2% siempre que no incluya (hasta el 50%) 10% 15% a las áreas específicas en en quemadura grave. Moderada 50% a 75% 10-20% 15-25% 2-10% siempre que no incluya las áreas específicas en quemadura grave Grave +del 75% con +del +del +del 10% y toda quemadura que síntomas sistémicos 20% 25% incluya cara, ojos, oídos, pies y periné quemaduras químicas y eléctricas y quemaduras asociadas a traumatismos u otras complicaciones. * Tomado de Marthyn JAJ. Acute management of the Burned Patient. Philadelphia: WB Saunders CO, 1990. Tabla V PACIENTES CON QUEMADURAS QUE NECESITAN DE ATENCIÓN ESPECIALIZADA Quemadura >20% SC a cualquier edad Quemadura >10% SC en <10 años y >50 años Quemadura >5% SC de espesor completo Quemadura eléctrica o química Síndrome de inhalación o politraumatismo asociado Enfermedad grave preexistente Quemaduras en cara, manos, pies, genitales y grandes articulaciones Pérdidas por evaporación ml/h = (25 + %SCQ ) x SCT
  • 5. y de la filtración glomerular. Si la resucitación fluidote- rápica es adecuada se produce una respuesta diurética. La monitorización de la función renal es el mejor indi- cador de la resucitación en el paciente sin complicacio- nes. —Alteraciones hematológicas: las quemaduras dejan expuesto a la circulación colágeno subendotelial, por destrucción del endotelio, que unido a la liberación de factor tisular es determinante de la activación de la cas- cada de la coagulación y de las plaquetas. En las prime- ras 72 horas se produce una trombocitopenia discreta seguida de una trombocitosis (puede alcanzar 2-4 veces su valor normal). Esta situación determina la existencia de un estado de elevado riesgo de tromboembolismo. El grado de hemólisis está en relación con la extensión y grado de la quemadura. —Alteraciones metabólicas: la respuesta metabólica es bifásica, con una fase inicial de disminución del volu- men intravascular, hipoperfusión tisular, bajo gasto car- diaco e hipometabolismo relativo con un consumo de oxígeno inferior al normal. Una vez que se ha aplicado la reanimación inicial y se ha normalizado la perfusión tisular, hay una segunda respuesta con aumento del gasto cardiaco, energético y consumo de oxígeno, que motiva un catabolismo muscular con pérdida de masa corporal y peso. El gasto energético aumenta de forma lineal a la extensión de la superficie quemada, siendo por ello el aporte nutricional de estos pacientes de vital importancia. —Alteraciones digestivas: el aparato digestivo es de gran importancia por diversos motivos: •Es la ruta preferente para el aporte de nutrientes. •Son frecuentes las lesiones ulcerativas o hemorrági- cas. •La traslocación bacteriana a nivel de la mucosa tiene importancia en la génesis de la respuesta inflama- toria y el fracaso multiorgánico del gran quemado. •En todo paciente con una superficie quemada supe- rior al 25% se produce un íleo paralítico. EVOLUCIÓN DEL PACIENTE QUEMADO La evolución general del paciente quemado se desa- rrolla en cuatro fases: —Fase de Reanimación: 0- 36 horas post-quemadura. —Fase de Post-resucitación: 2º - 6º día de evolución. —Fase de Sepsis: a partir del 6º día. —Fase de Rehabilitación y Remodelación: hasta el primer año. FACTORES PRONÓSTICOS Un hecho a tener en cuenta son los factores pronós- ticos, que ejercen influencia en la terapéutica del paciente quemado, entre los que se encuentran: —% de superficie corporal quemada. —Grado de profundidad de la quemadura. —Edad. —Estado previo de salud. —Lesiones asociadas. En la actualidad la principal causa de muerte en estos pacientes son las infecciones. TRATAMIENTO RECEPCIÓN DEL PACIENTE QUEMADO A la llegada del paciente quemado al área de urgen- cias son necesarias una serie de actuaciones sistematiza- das encaminadas a disminuir la mortalidad, entre las que se encuentran: —Valoración de la vía aérea y oxigenación. —Monitorización de constantes vitales. —Valoración del acceso endovenoso, si llega con el mismo o canalización de una vía periférica o central sobre piel sana. —Comenzar con una infusión de Ringer-Lactato. —Colocación de sondas nasogástrica y vesical. —Sedación y analgesia adecuadas. —Valoración de la extensión de la quemadura. Como ya se ha indicado anteriormente es obligatorio instaurar oxigenoterapia al 100% a todo paciente que- mado. Se lleva a cabo una valoración del estado de la vía aérea para determinar la necesidad o no de practicar una intubación para el control de la misma. La decisión de intubar se fundamenta en la clínica y esta indicación puede ser absoluta o relativa, dependiendo de una serie de factores, como se indica en la tabla VI. Es absolutamente fundamental considerar los datos que nos puedan aportar, por parte del equipo médico de asistencia prehospitalaria, sobre las características del accidente, puesto que estos datos junto a la valoración clínica y los resultados de la gasometría arterial van a ser determinantes a la hora de realizar la indicación absoluta o relativa de intubación (1). Una valoración inicial del estado de consciencia per- mite determinar cuál es el estado de alerta del paciente, lo cual inicialmente puede servir de guía sobre la oxige- nación y perfusión cerebral. Cualquier cambio sobre la valoración inicial debe ser considerada como una indi- cación obligatoria de revaloración del estado de la vía aérea y de la circulación. Una vez que se han realizado las medidas iniciales de actuación sobre el paciente quemado, simultáneamente a la valoración de las quemaduras y determinación de su gravedad, se comienza con el tratamiento, basado en los conocimientos de la fisiopatología específica anterior- mente reseñada en este tipo de pacientes. REANIMACIÓN DEL PACIENTE QUEMADO La fase de reanimación hemodinámica, que se pre- fiere denominar por los anglosajones como resucitación del paciente quemado, tiene como objetivo restituir las pérdidas de fluido originadas por el secuestro y la eva- poración de líquidos. Para determinar el volumen de fluido a administrar se han establecido diversas fórmu- las, no existiendo ninguna que sea universal. En cual- 221 VOLUMEN 1 - NÚMERO 4 - 2000 MANEJO Y REANIMACIÓN DEL PACIENTE QUEMADO
  • 6. quier caso no son más que una guía sobre la administra- ción de fluidos, que deben ser individualizadas en fun- ción de la respuesta de cada paciente en particular (1,2,5-7). La fórmula que más se emplea en la práctica clínica diaria es la de Parkland para la resucitación por volu- men. Ésta se inicia tan pronto como sea posible. La fór- mula de Parkland establece que el volumen a infundir de Ringer- Lactato es de 4 ml/Kg/SCQ para las prime- ras 24 horas. Este volumen se administra como se indi- ca en la tabla VII (1,2). El segundo día la permeabilidad vascular se normali- za y se administra como fluidoterapia Dextrosa 5% 2 ml/Kg/SCQ + Albumina 0,3-0,5 ml/Kg/SCQ. A partir del tercer día hay una reabsorción de los edemas y aparece la fase diurética, siendo necesario monitorizar los niveles de potasio. La fluidoterapia se lleva a cabo con suero fisiológico y dextrosa al 5%. Las medidas de monitorización de la respuesta a la reanimación del quemado se pueden dividir en dos gru- pos según sean continuas o intermitentes (Tabla VIII) (1,4,8-10). Las medidas de monitorización continuas incluyen: —ECG. Las alteraciones del ritmo pueden ser una manifestación de la hipoxia, alteraciones de los electro- litos o alteraciones del equilibrio ácido-base. —Presión arterial. Aunque el aumento del tono sim- pático de estos pacientes hace que no sirva como un indicador sensible de los cambios de volumen, es obli- gatorio mantener unos niveles mínimos de presión de perfusión. En aquellos casos en los que la superficie que- mada impida la colocación de un esfingomanómetro, o exista inestabilidad hemodinámica, será necesaria la canalización de una arteria. —Pulsioximetría. —Temperatura corporal. El paciente quemado tiene tendencia a la hipotermia durante la reanimación con fluidos fríos, lo que puede aumentar la inestabilidad hemodinámica. Existiendo además una alteración de la termorregulación. —Diuresis. Durante las primeras 24 horas si la diure- sis es inferior a 0,5 ml/Kg/hora es reflejo de una hipo- perfusión renal. Ante esta situación es necesario aumentar el ritmo de administración de fluidos. Si la diuresis es mayor a 1 ml/Kg/hora, indica una reposición excesiva de fluidos, que puede aumentar de manera innecesaria la formación de edema (1,5). —Presión venosa central. En el gran quemado, aun- que las medidas de reanimación aplicadas sean las correctas, la presión venosa central (PVC) está baja, entre 0 y 5 cmH2O. Por tanto es erróneo el intentar obtener unos valores predeterminados de PVC en estas fases iniciales, que pueden llevar a una sobrecarga de volumen. Entre las medidas de monitorización intermi- tentes son: • Hemoglobina y hematocrito. Inicialmente por la gran pérdida de fluidos hay una hemoconcentración, que tiende a normalizarse a partir de las 24-48 horas. 222 F.J. GARCÍA AMIGUETI ET AL PUESTA AL DÍA EN URGENCIAS, EMERGENCIAS Y CATÁSTROFES Tabla VII DISTRIBUCIÓN DEL VOLUMEN CALCULADO SEGÚN LA REGLA DE PARKLAND PARA LAS PRIMERAS 24 HORAS 1 - 8 horas 1/2 del volumen calculado 8 - 16 horas 1/4 del volumen calculado 16 - 24 horas 1/4 del volumen calculado Tabla VIII MEDIDAS DE MONITORIZACIÓN DE LA REANIMACIÓN DEL QUEMADO Monitorización continua: ECG Presión arterial Pulsioximetría Temperatura Diuresis Presión venosa central Monitorización intermitente: Hemoglobina y hematocrito Electrolitos Creatinina y urea Estudio de coagulación Radiografía Tabla VI INDICACIONES ABSOLUTAS Y RELATIVAS DE INTUBACIÓN Indicaciones absolutas Ventilación rápida y superficial de 35-40 rpm Ventilación inadecuada de 8-10 rpm Obstrucción mecánica de la vía aérea por traumatismo, edema o laringospasmo Gasometría arterial con pH < 7,20 - pO2 < 60 mmHg - pCO2 > 50 mmHg Indicaciones relativas Antecedentes de explosión o fuego en lugar cerrado Pelos nasales o mucosa oral chamuscada Eritema en paladar Hollín en boca, laringe o esputo
  • 7. 223 VOLUMEN 1 - NÚMERO 4 - 2000 MANEJO Y REANIMACIÓN DEL PACIENTE QUEMADO Durante este periodo de tiempo es difícil estimar las pérdidas que se produzcan. • Electrolitos. Las pérdidas iniciales son fundamen- talmente plasmáticas, con lo que los niveles de sodio, potasio y cloro se mantienen a pesar de la hipovolemia. Esto quiere decir que los cambios que se produzcan esta- rán determinados por el tipo de fluido empleado en la reanimación. —Creatinina y urea. —Estudios de coagulación. En general no suele ser necesario reponer plaquetas ni factores de la coagula- ción en las primeras 36 horas después de la quemadura. Si hay alteraciones severas nos indica la entrada del paciente en una situación crítica. —Radiografía. Si el paciente quemado está sometido a ventilación mecánica es necesario la realización de una placa de tórax diaria. Control de la temperatura Inicialmente en el paciente quemado suele existir una situación de hipertermia, aún en ausencia de infec- ciones, originada por la presencia de mediadores de la inflamación que actúan estimulando al centro regula- dor hipotalámico. En el caso del gran quemado o del paciente pediátrico quemado se observa una situación de hipotermia por pérdida de calor mediante conduc- ción y evaporación, que debe ser evitada por todos los medios posibles, siendo importante el planteamiento de calentar los fluidos empleados en la reanimación hemo- dinámica. Las consecuencias de esta hipotermia son un aumento de la hipoperfusión por vasoconstricción e isquemia tisular, además de un aumento del consumo de oxígeno al intentar el organismo producir calor. Soporte nutricional El paciente quemado presenta un aumento de la demanda metabólica. Cuando la superficie quemada es inferior al 30% es suficiente con un aporte basal enri- quecido, mientras que si este porcentaje de superficie quemada se supera, se necesitan suplementos calóricos para frenar los efectos deletéreos del hipermetabolismo. La aplicación en la terapéutica de estos pacientes de una alimentación precoz enteral continua, ha demos- trado ser útil para frenar el hipermetabolismo, al dismi- nuir la cantidad de hormonas catabólicas, mejorando el balance nitrogenado y manteniendo la integridad de la mucosa intestinal, con lo que se previene el desarrollo de la traslocación bacteriana (1,5). La nutrición parenteral no es más eficaz en compara- ción con la nutrición enteral continua, asociándose a una inmunosupresión yatrogénica y una mayor apari- ción de infecciones. Control del dolor Es uno de los elementos de la terapéutica del pacien- te quemado, en el que se solía insistir menos. Siempre es necesario tener presente que este tipo de pacientes presentan las características tanto del dolor agudo como del dolor crónico (5,11). La base del tratamiento analgésico son los opioides. Se emplean fundamentalmente morfina, meperidina y fentanilo; este tipo especial de pacientes requiere dosis muy elevadas de analgésicos. En ningún caso debe ser un freno a la hora de la administración del tratamiento analgésico, la preocupación por la adicción física o psi- cológica, ya que no se ha demostrado en la práctica clí- nica una incidencia importante de adicción a los opioi- des cuando estos pacientes han sido dados de alta hos- pitalaria. Existen diferentes pautas de tratamiento analgésico, sin embargo hay coincidencia en señalar que el analgé- sico de primera elección es la morfina. Como dosifica- ción a seguir sirva de ejemplo la indicada en la tabla IX, que es la que nosotros utilizamos en nuestro medio. Tabla IX PAUTAS DE TRATAMIENTO ANALGÉSICO CON MORFINA* Ampolla de 1 ml = 0,01 g = 10 mg 1) Dosis bolo: Diluir 1 ampolla en 10 ml de suero fisiológico Administrar 2 mg iv cada 5 minutos hasta obtener el efecto deseado Dosis máxima 0,15-0,30 mg/Kg para paciente de 70 Kg (equivalente a 10-20 mg) 2) Perfusión tras bolo: Diluir 1 ampolla de 10 mg en 50 ml de suero fisiológico Concentración: 1 ml = 0,2 mg Dosis: 2,5 mg/h Ritmo de perfusión: 10-15 ml/h * Protocolo de medicación de la Unidad de Medicina Crítica del Hospital Naval San Carlos.
  • 8. 224 F.J. GARCÍA AMIGUETI ET AL PUESTA AL DÍA EN URGENCIAS, EMERGENCIAS Y CATÁSTROFES Bibliografía 1. Lorente JA, Esteban A. Cuidados intensivos del paciente quemado. Barcelona: Springer-Verlag Ibérica, 1998. 2. Jiménez Murillo L, Montero Pérez FJ. Protocolos de actuación en medicina de urgencias. Barcelona: Mobsby/ Doyma Libros, 1994. 3. Marthyn JAJ. Acute management of the Burned Patient. Philadelphia: WB Saunders Co, 1990. 4. Glen D. Warden. Burn shock resucitation. Word Journal of Surgery 1992. . 5. Pelegrín Hidalgo F, Vivó Benloch C. Anestesia y Reanimación del gran quemado. VIII Jornadas de Anestesiología y Monitorización. 6. Bendlin A, Hugo Linares F. Tratado de quemaduras. Ediciones Interamericana. 1ª ed. Mc Graw-Hill, 1993. 7. Maestre Alonso JM, Villanueva Eguares MA. Manual práctico de anestesiología clínica y reanimación. Madrid: Ediciones Díaz de Santos, SA, 1996. 8. Edward Morgan E. Anestesiología clínica. 2ª ed. México, DF.: Ediciones Manual Moderno, 1998. 9. González Arévalo A, Juez Nuñez E, Stein Mauzoa MT, Hernández Gudino S, Ortigosa Salórzano E. Anestesia y tratamiento del dolor del paciente quemado. Act Anest Rean 1997; Vol 7 nº 2. 10. Crisol F, Gómez P, Palao R. Gran Quemado. En: Carrasco-Jiménez MS. Emergencias Médicas II. Madrid: Arán Ediciones 2000; 1195-1208. 11. Carrasco-Jiménez MS, Coello MC, Saldaña M, et al. Tratamiento de dolor en urgencias. En: Emergencias Médicas II. Madrid: Arán Ediciones 2000; 1585-1631.