1. Acompañamiento
En nuestra vida cotidiana, cada día nos enfrentamos con dificultades que a
veces son superiores a su capacidad de resistencia, problemas relacionados con
el trabajo, conflictos familiares y conyugales, falta de capacidad para tomar
decisiones, luto, soledad, relaciones interpersonales inadecuadas, enfermedad,
vacío existencial, dudas religiosas, falta de fe, y en los últimos tiempos
violencia
Frecuentemente las necesidades de las personas en dificultad pasan
desapercibidas y cuando son identificadas, no siempre encuentran la respuesta
adecuada. Por eso uno de los retos que afronta la Pastoral de la Salud, para dar
respuesta a estos desafíos es el Acompañamiento.
Acompañar viene del latín: cum-panis. Su significado se podría expresar
así: “comer pan juntos”, sentarse a la mesa emocional y de sentido del otro e
intercambiar cuanto hay en ella: sentimientos, deseos. Preocupaciones,
recursos, esperanzas…
Acompañar en los sentimientos y esperanzas del otro pasa entonces por hacer
un camino juntos. El acompañante se dispone a entrar en tierra sagrada
“descalzo”, libre de algunas tendencias como las de moralizar sobre lo que el
otro dice, siente, ha hecho, etc. La de responder con frases hechas y consuelos
baratos; “hay que animarse”, “con el tiempo todo se cura”, la tendencia a
investigar o a llenar la visita de preguntas, la tendencia a decir lo que tienen
que hacer, lo que tiene que sentir o pensar (“no te preocupes” , “no estés triste”,
“no te desanimes”, “tienes que… ), sobre todo evitar la tenencia a decir aquello
que uno mismo no se cree (“todo irá bien”, etc.)
Acompañar comporta, dar hospedaje en uno mismo al sufrimiento del prójimo,
así como disponerse a recorrer el incierto camino espiritual de cada persona,
con la confianza de que la compañía sana, ayude a superar la soledad, genere
comunión y salud en el sentido integral.
Quien sabe acompañar genera salud. Consigue con su discreta presencia, un
mayor confort físico, una mayor estabilidad emocional, una compañía para
compartir las preguntas por el sentido.
2. Quien sabe acompañar mata la soledad con su delicada presencia, se mete en
los zapatos de su prójimo, se acomoda a su perspectiva y se sienta a su mesa
personal con todos los sentidos en clave de servicio.
La piedra angular del acompañamiento es la escucha.
La Escucha activa es la herramienta fundamental del acompañamiento.
¿Cómo se escucha activamente? El calificativo activa se aplica porque no se
trata de un mero oír superficial, sino de acogida de los significados y
experiencias de la persona a la que se quiere ayudar.
Es la piedra angular. Cuando uno se siente escuchado, tiene la cálida
percepción de ser tomado en consideración y de valer a los ojos del
acompañante. La dificultad es que al escuchar al otro nos escuchamos a
nosotros mismos.
• Sugerencias:
• Escucha las cosas importantes dichas por el acompañado acerca de sí
mismo.
• Escucha no sólo los contenidos, sino también las resonancias
emocionales
• No hacer juicios acerca de la persona y sobre lo que comunica
• Resiste a las distracciones que vengan de fuera
• Espera antes de responder. Algunos segundos de pausa aclara tu
respuesta.
LA EMPATÍA. Es otro elemento importante y necesario en el
acompañamiento.
La entendemos como la capacidad de ¨comprensión¨ de lo que el acompañado
vive, esto implica ¨ponerse en su lugar¨, desde su punto de vista, de ver el
mundo como la persona lo ve y vive, a nivel cognitivo y emotivo.
Karkhull considera la empatía como la ¨capacidad de percibir correctamente lo
que experimenta otra persona, y comunicar esta percepción en un lenguaje
conforme a los sentimientos de ésta.¨
3. • Tenemos que evitar caer en la actitud de ¨simpatía¨ que consiste en la
pasión de los sentimientos ajenos.
• Quien desea ser empático tiende a comprender lo que la persona vive
¨como si¨ fuera propio, manteniendo cierta distancia afectiva.
• Para comprender verdaderamente a una persona, es necesario
escucharla bien, hasta el fondo.
Obstáculos:
La directividad: se manifiesta cuando el acompañante en el diálogo hace
muchas preguntas que orienta la comunicación a determinada dirección, o
cuando condiciona, o sugiere líneas de conducta según su mentalidad.
Para que el diálogo llegue a ser eficaz, es necesario que le comunique por
grados, cuanto percibe de él, sirviéndose del lenguaje verbal y no verbal,
apto para la persona.
Acompañar a una persona sugiere formación y capacitación, que te den las
herramientas necesarias para ello. Por eso te invitamos a tomar algún curso de
acompañamiento a leer algunos libros. Te compartimos 3 fuentes muy buenas
que te ayudarán.
Bibliográfía.
4. 1. Marinelli Silvio. Manual de Relación de Ayuda, Primera edición 2013.
Editorial PPC, México, D.F.
2. Tarraran R. Adriano/ Calderón A. Isabel. Acompañamiento a los que
sufren, cuaderno del Centro San Camilo, 2002.
3. Bermejo José Carlos. Introducción al Couseling. SalTerrae. Cuadernos
del Centro de humanización de la Salud.