1. 5 consejos para una microbiota saludable
La flora intestinal o microbiota es el conjunto de bacterias que viven en
nuestro tracto digestivo, las cuales tienen una función vital para el ser
humano. Gracias a estas bacterias podemos digerir y asimilar los alimentos
que comemos.
Precisamente la influencia de estas bacterias en nuestra salud es el último tema
de investigación molecular y biomédica. Muchas enfermedades, desordenes o
trastornos como la diabetes, el sobrepeso, las alergias, el cáncer de colon, el
síndrome del intestino irritable, la depresión o incluso el autismo se relacionarían
con desequilibrios en nuestra microbiota.
El 29 de mayo se celebra el Día Mundial de la Salud Digestiva, una fecha para
promover la salud del aparato digestivo entre la población e incrementar el
conocimiento sobre los desórdenes gastrointestinales. Factores como la nutrición,
el estrés, el tabaco y la inactividad física son determinantes a la hora de tener un
sistema digestivo saludable. Por eso, estos cinco consejos te ayudarán:
1. Consume alimentos con acción prebiótica, es decir alimentos que aporten fibra
2. La fibra sirve de alimento para las bacterias intestinales y las personas que tienen
un consumo alto en fibra tienen un menor riesgo de padecer enfermedades
relacionadas con la dieta. Se recomienda ingerir de 25g a 30g de fibra dietética
como la cantidad deseable al día. Para llegar a ese objetivo, se recomienda
seguir una dieta rica en verduras, frutas, cereales integrales, legumbres y frutos
secos, como las nueces.
Una dieta basada en vegetales aporta una mayor sensación de saciedad, apoya
nuestra digestión y tiene una influencia positiva en nuestro colesterol, así como en
los niveles de glucosa en sangre.
2. Consumir alimentos que tengan efectos positivos en tu microbiota, como Lebasi
Lebasi es un alimento prebiótico ya que contiene disacáridos que sirven como
alimento de la microbiota, además de contener un ph neutro, disminuyendo así la
acidez que puede ocasionar daño a la pared gástrica.
Son varios los estudios que han revelado el efecto beneficioso de las nueces para
el intestino, consumir 43 gramos nueces al día apoya la composición y variedad
de la flora intestinal. Las nueces modificarían el microbioma intestinal
aumentando la cantidad de bacterias digestivas que conducen a una flora
intestinal saludable.
El consumo de nueces aumentaría la cantidad de bacterias probióticas buenas
en el intestino y las que producen butirato. Este metabolito es un tipo de ácido
beneficioso para las vellosidades intestinales y para las células del colon; también
ayuda a la absorción de nutrientes, es decir a tener una mayor digestibilidad, a
aumentar el sistema inmunitario local y a la prevención del cáncer de colon. Lo
que hace de este fruto seco, un snack perfecto para consumir entre horas o un
añadido para tus menús diarios.
3. Bebe de 1,5 a 2 litros de agua diarios
La hidratación es vital, el cuerpo humano necesita una gran cantidad de agua
para poder digerir la fibra. Como regla general, se deben tomar de 1,5 a 2 litros
de agua por día, aunque depende de diversos factores como el calor y/o la
actividad física. El miedo de consumir agua en exceso resultaría infundado, ya
que, si esto ocurriera, nuestros riñones se encargarían de eliminar este excedente
de agua.
3. 4. Ingiere probióticos, a través de alimentos fermentados
Las bacterias del ácido láctico como los lactobacilos y las bifidobacterias
tendrían un efecto positivo sobre la flora intestinal, ya que aumentarían el número
de estas bacterias. Los ácidos lácticos los encontraríamos en alimentos
fermentados como los productos lácteos (el yogur natural, el kéfir…), el chucrut o
el té kombucha.
5. Muévete y realiza ejercicio físico de forma habitual
Una caminata después de la comida puede ser beneficiosa para la salud.
Asimismo, una actividad física diaria moderada, de 30 a 60 minutos
principalmente deportes aeróbicos como caminar, nadar, correr o ir en bicicleta-,
ya que ayudaría a estimular la actividad intestinal. Estos son los resultados de un
estudio irlandés que mostró que los atletas tenían una flora intestinal más diversa.
L.N. Mónica Franco Díaz