2. Un pordiosero vino a mí y me dijo: Madre
Teresa todo el mundo te da algo y yo
también quiero dártelo, pero hoy en todo
el día sólo recogí esto, diez peniques.
Quiero dártelo también. Entonces me dije
a mi misma: Si lo tomo puede que se tenga
que ir a la cama sin comer, pero si no lo
hago, le haré daño. Lo cogí, y jamás he
visto a nadie con tanta alegría como la
que vi en la cara de aquel hombre, que
también podía darle algo a
alguien. Ése es el placer del amor.
3. “Aprender a
rezar es
aprender a
esperar y por lo
tanto es
aprender a vivir”
(Joseph Ratzinger, Mirar a
Cristo, EDICEP. Valencia 2005,
p. 72).
4. Dice Benedicto XVI en Spe salvi
Los contemplativos
sostienen al mundo. En
palabras del PseudoRufino: «El género humano
subsiste gracias a unos
pocos; si ellos
desaparecieran, el mundo
perecería». (Sententiae, III,
118 : CCL 6/2, 215.)
5. La esperanza
Es la virtud teologal por la cual
deseamos a Dios como Bien
Supremo y confiamos firmemente
alcanzar la felicidad eterna y los
medios para ello.
CEC 1818 La virtud de la
esperanza corresponde al anhelo
de felicidad puesto por Dios en el
corazón de todo hombre; asume
las esperanzas que inspiran las
actividades de los hombres; las
purifica para ordenarlas al Reino
de los cielos; protege del
desaliento; sostiene en todo
desfalle-cimiento; dilata el corazón
en la espera de la bienaventuranza
eterna. El impulso de la esperanza preserva del egoísmo y
conduce a la dicha de la caridad
(n. 14).
6. Benedicto XVI, en su encíclica Spe salvi
dice: "Se nos ofrece la salvación en el
sentido de que se nos ha dado la
esperanza, una esperanza fiable, gracias a
la cual podemos afrontar nuestro presente:
el presente, aunque sea un presente
fatigoso, se puede vivir y aceptar si lleva
hacia una meta, si podemos estar seguros
de esta meta y si esta meta es tan grande
que justifique el esfuerzo del camino" (n.1).
7. Sigue Benedicto XVI:
«Esperanza» es una palabra central de la fe bíblica,
hasta el punto de que en muchos pasajes las
palabras «fe» y «esperanza» parecen
intercambiables. Así, la Carta a los Hebreos une
estrechamente la «plenitud de la fe» (10,22) con la
«firme confesión de la esperanza» (10,23).
8. San Pablo dice a los Tesalonicenses:
«No os aflijáis como los hombres sin
esperanza» (1 Ts 4,13). En este caso
aparece también como elemento
distintivo de los cristianos el hecho de
que ellos tienen un futuro: no es que
conozcan los pormenores de lo que
les espera, pero saben que su vida,
en conjunto, no acaba en el vacío...
9. ¿En qué consiste esta esperanza que, en
cuanto esperanza, es «redención»?
LA RESPUESTA ESTÁ EN LA CARTA A
LOS EFESIOS. ANTES DEL ENCUENTRO
CON CRISTO, LOS EFESIOS ESTABAN SIN
ESPERANZA, PORQUE ESTABAN EN EL
MUNDO «SIN DIOS». LLEGAR A
CONOCER A DIOS, AL DIOS VERDADERO,
ESO ES LO QUE SIGNIFICA RECIBIR
ESPERANZA. BENEDICTO XVI RELATA LA
EXPERIENCIA DE LA PEQUEÑA ESCLAVA
AFRICANA BAKHITA.
10.
11. PENSAR EN EL
CIELOal Cielo "sería el momento del sumergirse en
Llegar
el océano del amor infinito, en el cual el tempo –el
antes y el después– ya no existe. Podemos
únicamente tratar de pensar que este momento es la
vida en sentido pleno, sumergirse siempre de nuevo
en la inmensidad del ser, a la vez que estamos
desbordados simplemente por la alegría. En el
Evangelio de Juan, Jesús lo expresa así: «Volveré a
veros y se alegrará vuestro corazón y nadie os
quitará vuestra alegría» (16,22). Tenemos que
pensar en esta línea si queremos entender el
objetivo de la esperanza cristiana" ( n. 13).
12.
13. EN SPE SALVI DICE BENEDICTO XVI
No es la ciencia la que redime al hombre. El
hombre es redimido por el amor. Eso es válido
incluso en el ámbito puramente intramundano.
Cuando uno experimenta un gran amor en su
vida, se trata de un momento de « redención »
que da un nuevo sentido a su existencia. Pero
muy pronto se da cuenta también de que el
amor que se le ha dado, por sí solo, no
soluciona el problema de su vida.
14. CONTINUA EL PAPA EMERITO
El ser humano necesita un amor incondicionado.
Necesita esa certeza que le hace decir: « Ni muerte,
ni vida, ni ángeles, ni principados, ni presente, ni
futuro, ni potencias, ni altura, ni profundidad, ni
criatura alguna podrá apartarnos del amor de Dios,
manifestado en Cristo Jesús, Señor nuestro » (Rm
8,38-39). Si existe este amor absoluto con su certeza
absoluta, entonces –sólo entonces– el hombre es
«redimido», suceda lo que suceda en su caso
particular.
15. Quien no conoce a Dios, aunque tenga
múltiples esperanzas, en el fondo está sin
esperanza, sin la gran esperanza que
sostiene toda la vida (cf. Ef 2,12). La
verdadera, la gran esperanza del hombre
que resiste a pesar de todas las
desilusiones, sólo puede ser Dios, el Dios
que nos ha amado y que nos sigue
amando «hasta el extremo», « hasta el
total cumplimiento » (cf. Jn 13,1; 19,30).
Quien ha sido tocado por el amor
empieza a intuir lo que sería propiamente
«vida». Empieza a intuir qué quiere decir
la palabra esperanza.
16. EL CATECISMO DE LA IGLESIA DICE
La esperanza cristiana se manifiesta en la proclamación
de las bienaventuranzas. Las bienaventuranzas elevan
nuestra esperanza hacia el cielo como hacia la nueva
tierra prometida; trazan el camino hacia ella a través de
las pruebas que esperan a los discípulos de Jesús. Pero
por los méritos de Jesucristo y de su pasión, Dios nos
guarda en ‘la esperanza que no falla’ (Rm 5, 5). (… ) Es
también un arma que nos protege en el combate de la
salvación. Nos procura el gozo en la prueba misma:
‘Con la alegría de la esperanza; constantes en la
tribulación’ (Rm 12, 12). Se expresa y se alimenta en la
oración, particularmente en la del Padre Nuestro,
resumen de todo lo que la esperanza nos hace desear
(n. 1820).
17. La angustia de todas las
angustias “es el miedo a no
ser amado, a perder el amor;
la desesperación es la
convicción de haber perdido
para siempre todo amor, el
horror de la total soledad”. La
esperanza, en cambio “es la
certeza de que recibiré el gran
amor, que es indestructible, y
que ya desde ahora soy
amado por este amor” (Joseph
Ratzinger, Mirar a Cristo, EDICEP. Valencia 2005, p. 73-74).
18. ¿Queremos una libertad ilimitada?
Según Santo Tomás de Aquino, la raíz de la desesperación se
encuentra en la así llamada acidia, que nosotros traducimos
por pereza, en cuanto falta de voluntad de un hacer activo;
según Tomás es idéntica a la “melancolía de este mundo”. El
gran éxodo de la Iglesia, dice Ratzinger “ha tenido
ciertamente este fundamento, se quería ser libre de pesados
límites (…). Parecía que sólo había libertad de alegría para
los no creyentes (…). Hoy se ha experimentado hasta la
saciedad las promesas de la libertad ilimitada (…). Las
alegrías prohibidas pierden su esplendor en el momento en que
ya no están prohibidas”, mientras que la llama de hambre de
lo Infinito siempre permanece encendida (cfr. Joseph
Ratzinger, Mirar a Cristo, p. 76).
19. Esperanza (Ratzinger)
“La raíz más profunda de esta tristeza es la falta de una
gran esperanza y la imposibilidad de alcanzar el gran
amor. (…). (Mirar a Cristo, p. 77)
La antropología cristiana dice que la tristeza deriva
de una falta de ánimo grande, de una
incapacidad de creer en la propia grandeza de
la vocación humana, la que Dios pensó para
nosotros. El hombre no tiene confianza en su propia
grandeza, quiere ser más “realista”. El hombre “no
quiere creer que Dios se ocupe de él, que le conozca,
le ame, le mire, le esté cercano” (Ibidem, p. 77).
20. Pieper decía que la tristeza
perezosa es “uno de los elementos
determinantes del rostro secreto de
nuestro tiempo”. Un exceso de actividad
exterior puede ser el intento lamentable de
colmar la íntima miseria y la pereza del
corazón, que siguen a la falta de fe, de
esperanza y de amor a Dios y a su imagen
reflejada en el hombre.
21. Benedicto XVI, escribe en Luz del
mundo
Al orar experimento la cercanía del Señor
en la oración, o en la lectura de los Padres
de la Iglesia veo el resplandor de la
belleza de la fe (28).
22. Benedicto XVI, escribe en Luz del
mundo
El concepto de penitencia, que es uno de
los elementos fundamentales del mensaje
del AT, se nos ha perdido cada vez más.
Por medio de la penitencia se puede
cambiar y dejarse cambiar es un don
positivo, un regalo. (p.48). Dejarnos llamar
de nuevo por el Señor. Cristo recogió en
sus manos la historia de los hombres, Hay
que ver su dolor y después dejarnos llevar
por Él a su lado.
23. Caridad
Jesús hace de la caridad el mandamiento nuevo
(cf Jn 13, 34). El Catecismo dice: La
caridad es la virtud teologal por la cual
amamos a Dios sobre todas las cosas por
El mismo y a nuestro prójimo como a
nosotros mismos por amor de Dios
(n.1822).
24. El apóstol san Pablo ofrece una
descripción incomparable de la
caridad: ‘La caridad es paciente, es
servicial; la caridad no es envidiosa,
no es jactanciosa, no se engríe; es
decorosa; no busca su interés; no se
irrita; no toma en cuenta el mal; no
se alegra de la injusticia; se alegra
con la verdad. Todo lo excusa. Todo
lo cree. Todo lo espera. Todo lo
soporta (1 Co 13, 4-7).
25. ‘Si no tengo caridad -dice también el apóstolnada soy...’. Y todo lo que es privilegio,
servicio, virtud misma... ‘si no tengo caridad,
nada me aprovecha’ (1 Co 13, 1-4). La caridad
es superior a todas las virtudes. Es la primera
de las virtudes teologales: ‘Ahora subsisten la
fe, la esperanza y la caridad, estas tres. Pero
la mayor de todas ellas es la caridad’ (1 Co 13,13).
26. El amor de Dios es siempre nuevo, fresco y bello en cada
instante. La experiencia de san Agustín es muy reveladora:
¡Tarde te amé, Hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé!
Y Tú estabas dentro de mí y yo fuera, y así por fuera te buscaba;
y deforme como era me lanzaba sobre las cosas hermosas que Tú
creaste. Tú estabas conmigo mas yo no estaba contigo... Me
llamaste y clamaste y quebrantaste mi sordera; brillaste y
resplandeciste y curaste mi ceguera; exhalaste tu perfume y lo
aspiré y ahora te anhelo; gusté de Ti, y ahora siento hambre y sed
de Ti; me tocaste y deseé con ansia la paz que procede de Ti
(Confesiones).
27. Himno a la caridad de san
Pablo
(1 Cor, 13, 1ss)
Aunque hablara todas las
lenguas de los hombres y de
los ángeles, si no tengo
amor, soy como una
campana que resuena… El
amor todo lo disculpa, todo lo
cree, todo lo espera, todo lo
soporta. El amor no pasará
jamás…
28. Esperar el cielo
Esperar la vida eterna es perder cualquier
cosa antes que perder la mirada de Dios.
45. ¿Cómo evangelizar?
Para evangelizar tenemos dos
medios: La belleza del arte
cristiano y la belleza de la vida
de los santos (que entre nos es
el principal agente de
evangelización). La belleza es
una vía privilegiada para
acercar a los hombres a Dios y
saciar su sed espiritual.