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Jesús vive y es el señor
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Jesús vive y es el Señor
Antes de comenzar cantar “SANAME AHORA” (“Tocaré el borde de tu manto” Núm. 341 del cancionero).
La semana pasada hablamos del amor de Dios, que Dios nos ama, con locura,
personalmente, a cada uno de nosotros con nombre, apellidos, antes de nuestra
concepción, con nuestros fallos y pecados, y que por eso nos hizo a su imagen y
semejanza, más aún:
“Porque tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito, para el que todo
el que cree en Él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió
a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por
Él” Jn 3, 16-17.
1.- DIOS NO ES LO PRIMERO
Tengo que confesaros que Dios no es lo primero en mi vida.
Cuando se ponen escalas de valores a lo que tenemos en nuestro entorno, dependiendo
de nuestro estado de ánimo cambiaremos ese escalafón.
¿Qué es lo primero en mi vida? Mi familia y sobre todo si hay algún miembro
“importante” enfermo o con problemas graves.
Entonces ¿dónde dejo a Dios?
Dios es lo UNICO y a través de Dios hago todas las escalas que quiera, y además, estos
escalafones los cambio según mi estado de ánimo y las condiciones del momento.
Dios es lo único que me puede llenar y llevar mi vida para adelante. A través de Dios
amo a mi familia y a mis amigos, compartiendo el AMOR de Dios, y estar lleno del
Amor de Dios es la mejor manera, realmente la única, de poder compartir ese Amor.
Sólo se puede dar de lo que se tiene. Si estamos vacíos del Amor de Dios, poco
podemos dar.
Termino con este apartado haciendo hincapié en que Dios no debe ser lo primero, SINO
LO ÚNICO.
2.- CONOCER PARA AMAR
Cambio de tema para después retomar la enseñanza que hoy debo desarrollar.
Si os dijera que ha habido en Japón un accidente de tráfico en el que han muerto tres
jóvenes ¿Qué sentimientos os causaría? Y si en vez de en Japón os comunico que el
accidente ha sido en la carretera de Jerez y al escuchar los nombres de los fallecidos
nos damos cuenta que es un conocido nuestro o un vecino de la barriada. Cambia
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bastante nuestra manera de sentir ese mismo accidente y por último si esos
accidentados son familiares nuestros: Un hermano, un hijo, nuestro padre,…
La cosa cambia, el accidente ha sido el mismo, los muertos los mismos pero el
sentimiento es diferente porque me toca de cerca y sobre todo porque los quiero y
los quiero… porque los conozco. El amor humano llega y habita en nosotros cuando
conocemos a la otra persona y esa otra persona forma parte de nuestra vida.
Personalmente conozco a pocos de los que estáis presentes, pero si ahora mismo me
entero de que temporalmente necesitan alojamiento, posiblemente le ofrezca mi casa
a………. y también a……………, los considero mis amigos, los conozco de hace
varios años y me consta que son personas de confianza. Posiblemente si me pidiera
alojamiento………, lo más seguro es que se también se la dejara, lo conozco, hemos
hablado en bastantes ocasiones y tengo muy buenas referencias de él. A los demás creo
que no os atrevierais a pedírmelo, ni yo os ofrecería alojar en mi casa, simplemente
porque no os conozco y no me conocéis.
¿Y por qué? Pues porque solamente amas a quien conoces y solo te fías de quien
amas.
Llevando esto a la enseñanza de esta reunión de hoy, es imposible amar a Jesús si no
lo conocemos, y menos hacerlo Señor de nuestra vida.
No vale decir: Sí lo conozco, estoy en la comunidad y voy a misa los domingos. No se
puede pedir menos a un cristiano, pero os recuerdo lo que dice San Juan:
«Si alguno dice: "Amo a Dios", y aborrece a su hermano, es un mentiroso; pues
quien no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios a quien no ve. Y
hemos recibido de él este mandamiento: quien ama a Dios, ame también a su
hermano» (1Jn 4, 20-21).
Se conoce a alguien cuando sabes de su vida, sus deseos, sus penas, por decirlo de
manera concreta, cuando vives un poco su intimidad.
Cuanto más se ama y se conoce a una persona más se reduce el “Espacio Vital”.
Espacio Vital es el espacio mínimo que se requiere para sentirse cómodo en cualquier
situación de la vida cotidiana. Cuando el Espacio Vital es CERO es cuando más
cercano textualmente estamos con el otro. Si queremos que Jesús reine sobre
nosotros tenemos que tener una intimidad personal de tal nivel que digamos como San
Pablo en su carta a los Gálatas:
‘Ya no vivo yo, es Cristo que vive en mí’ (Gál 2, 20).
Muchas veces vivimos las cosas de Dios… sin Dios, y mientras la vida no nos
zarandea mucho no hay problema, pero cuando nos llegan los temores, una enfermedad
grave, la muerte de un ser querido, u otras adversidades que trastoca nuestra
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comodidad, ¿dónde está aceptar la voluntad del Señor y dejar que Él reine en nuestra
vida?
Mateo nos dice:
«Pero al instante les habló Jesús diciendo: “¡Animo!, que soy yo; no temáis.”
Pedro le respondió: «Señor, si eres tú, mándame ir a ti sobre las aguas.».
«¡Ven!», le dijo. Bajó Pedro de la barca y se puso a caminar sobre las aguas,
yendo hacia Jesús. Pero, viendo la violencia del viento, le entró miedo y, como
comenzara a hundirse, gritó: «¡Señor, sálvame!»
Al punto Jesús, tendiendo la mano, le agarró y le dice: «Hombre de poca fe,
¿por qué dudaste?» (Mt, 14, 27-31)
3.- CONVENCIDO / CONVERTIDO
Las definiciones que voy a hacer de estas palabras son propias y posiblemente el
diccionario diga algo distinto.
Para mí, un convencido es una persona que acepta las realidades sin haberlas visto
porque alguien con autoridad se las ha dicho. Estoy convencido que todo tipo de
comunidades legitimadas por la Iglesia son buenas aunque no me gusten. Estoy
convencido de la bondad del ser humano como imagen de Dios a pesar de lo que se ve
en nuestro entorno y en casi toda la sociedad. Estar convencido no me implica, no
me interpela.
Contar brevemente mi historia antes de dejar el reiki, yo estaba convencido, dentro
de la Iglesia y dentro de la nueva era… mi implicación era superficial, sin
interpelarme.
La persona convertida es aquella que ha experimentado personalmente aquello de
lo que estaba convencido.
Contar brevemente desde el encuentro que tuve con Jesús en el santuario Virgen de
Regla y como paso a dejar el reiki tras mi conversión.
La conversión cristiana es el encuentro personal con Cristo vivida en la
comunidad.
Aun estado presente el Señor, si no prestamos atención nos puede pasar que miramos
sin ver como en los siguientes ejemplos.
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Hasta este momento, en esta enseñanza, no había utilizado la Biblia, quería marcar
mi paso del convencimiento a la conversión, y la conversión lleva implícita la
aceptación de la Palabra de Dios, vivir la Palabra de Dios. (Leer de la Biblia. Jn 20,
15-18)
Le dice Jesús: «Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?»
Ella, pensando que era el encargado del huerto, le dice: «Señor, si tú lo has
llevado, dime dónde lo has puesto, y yo me lo llevaré.»
Jesús le dice: «María.» Ella se vuelve y le dice en hebreo:
«Rabbuní» - que quiere decir: «Maestro» -.
Le dice Jesús: «No me toques, que todavía no he subido al Padre. Pero vete
donde mis hermanos y diles: Subo a mi Padre y vuestro Padre, a mi Dios y
vuestro Dios.»
Fue María Magdalena y dijo a los discípulos que había visto al Señor y que
había dicho estas palabras.
Jesús y María Magdalena en el mismo escenario, y ella no lo reconoce, sólo hay
encuentro cuando ella abre el corazón.
Lo mismo les ocurre a los discípulos de Emaús, Jesús Resucitado, paseando con ellos,
contándole toda la historia de salvación y NO VEN. (Leer de la Biblia Lc 24, 13-32)
Aquel mismo día, dos de ellos iban caminando a una aldea llamada Emaús,
distante de Jerusalén unos sesenta estadios; iban conversando entre ellos de
todo lo que había sucedido.
Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a
caminar con ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo.
Él les dijo: «¿Qué conversación es esa que traéis mientras vais de camino?».
Ellos se detuvieron con aire entristecido. Y uno de ellos, que se llamaba Cleofás,
le respondió: «¿Eres tú el único forastero en Jerusalén que no sabes lo que ha
pasado allí estos días?».
Él les dijo: «¿Qué?».
Ellos le contestaron: «Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en
obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo; cómo lo entregaron los sumos
sacerdotes y nuestros jefes para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron.
Nosotros esperábamos que él iba a liberar a Israel, pero, con todo esto, ya
estamos en el tercer día desde que esto sucedió. Es verdad que algunas mujeres
de nuestro grupo nos han sobresaltado, pues habiendo ido muy de mañana al
sepulcro, y no habiendo encontrado su cuerpo, vinieron diciendo que incluso
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habían visto una aparición de ángeles, que dicen que está vivo. Algunos de los
nuestros fueron también al sepulcro y lo encontraron como habían dicho las
mujeres; pero a él no lo vieron».
Entonces él les dijo: «¡Qué necios y torpes sois para creer lo que dijeron los
profetas! ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto y entrara así en su
gloria?». Y, comenzando por Moisés y siguiendo por todos los profetas, les
explicó lo que se refería a él en todas las Escrituras.
Llegaron cerca de la aldea adonde iban y él simuló que iba a seguir caminando;
pero ellos lo apremiaron, diciendo: «Quédate con nosotros, porque atardece y
el día va de caída».
Y entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan,
pronunció la bendición, lo partió y se lo iba dando. A ellos se les abrieron los
ojos y lo reconocieron. Pero él desapareció de su vista.
Y se dijeron el uno al otro: «¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba
por el camino y nos explicaba las Escrituras?».
Quiero pararme aquí para que apreciemos que una vez convertidos, vivida la
experiencia del Resucitado vuelven a la comunidad a dar testimonio. (Continuar
de la Biblia. Lc 24, 33-35)
Y, levantándose en aquel momento, se volvieron a Jerusalén, donde encontraron
reunidos a los Once con sus compañeros, que estaban diciendo:
«Era verdad, ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón». Y ellos
contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al
partir el pan».
Otro pasaje importante de conversión y encuentro personal con Jesús es el siguiente:
(Leer de la Biblia. Jn 20, 19-25)
Al atardecer de aquel día, el primero de la semana, estando cerradas, por miedo
a los judíos, las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, se
presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: «La paz con vosotros.» Dicho esto,
les mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron de ver al Señor.
Jesús les dijo otra vez: «La paz con vosotros. Como el Padre me envió, también
yo os envío.» Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo.
A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los
retengáis, les quedan retenidos.»
Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino
Jesús. Los otros discípulos le decían:
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«Hemos visto al Señor.»
Pero él les contestó: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos y no meto
mi dedo en el agujero de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré.»
Tomás no estaba en la comunidad cuando se aparece Jesús y no está ni convertido
ni convencido que sus compañeros y hermanos de comunidad digan la verdad, si no
ve no cree.
Vuelve Juan a insistir en el encuentro personal con Cristo como medio para la
conversión real. (Leer de la Biblia. Jn 20, 26-28)
«Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro y Tomás con ellos.
Se presentó Jesús en medio estando las puertas cerradas, y dijo: «La paz con
vosotros.».
Luego dice a Tomás: «Acerca aquí tu dedo y mira mis manos; trae tu mano y
métela en mi costado, y no seas incrédulo sino creyente.».
Tomás le contestó: «Señor mío y Dios mío.»
SEÑOR MIO Y DIOS MIO. Tomás pasa de increyente a reconocer a Jesús como
Dios y Señor de su historia. Ese encuentro personal con Cristo hace que su vida
cambie y convierta a Jesucristo de conocido, a Señor y Dios.
En Hechos 9 también encontramos como el encuentro personal con El Señor es posible
en cualquier lugar y momento, a veces muy a pesar nuestro. En este capítulo se relata
la conversión de San Pablo. Ese encuentro personal que cambia su vida de tal modo
que pasa de ser perseguidor a ser evangelizador y decir la frase ya presentada al
principio.
‘Ya no vivo yo, es Cristo que vive en mí’ (Gál 2, 20).
Hermanos, yo, gracias a la infinita misericordia que Dios tuvo y tiene conmigo,
cada día de mi vida, pasé de CONVENCIDO, a CONVERTIDO, y cuando has tenido
ese encuentro, esa conversión, ya no puedes quedarte igual, tienes que cambiar tu
vida, hacerlo Señor y Rey absoluto de tu vida. Por descontado que sigo teniendo mis
altibajos, que sigo pecando, también los Apóstoles tuvieron dudas y miedos, claro que
sí, hasta que recibieron la Promesa del Padre: el Espíritu Santo, pero de eso hablaremos
otro día, pues mi misión hoy, ha sido daros esta enseñanza y:
ESPERO HABEROS CONVENCIDO DE QUE JESÚS VIVE Y DEBE SER EL
SEÑOR DE NUESTRA VIDA, QUE DEBEMOS DEJAR QUE ÉL SE OCUPE DE
NUESTRA HISTORIA, PORQUE ÉL ES EL CAMINO, LA VERDAD Y LAVIDA.
La CONVERSION es cosa vuestra y dejar que Cristo reine en tu vida es un asunto
personal entre ÉL y TÚ, entre ÉL y YO.
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Esta oración anónima, seguro que la conocéis:
No me mueve, mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.
Tú me mueves, Señor, muéveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido,
muéveme ver tu cuerpo tan herido,
muéveme tus afrentas y tu muerte.
Muéveme, en fin, tu amor, y en tal
manera,
que aunque no hubiera cielo, yo te amara,
y aunque no hubiera infierno, te temiera.
No me tienes que dar porque te quiera,
pues aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.
Hermanos, todo sea para Gloria de Dios
Terminar cantando “DAME UN NUEVO CORAZÓN”
Seguir inmediatamente con “ALABÁNDOTE” (Núm. 291 del cancionero) y otras de
alabanza.
Textos para meditar y orar durante la semana:
1.- 1Co 15, 3-28
2.- Flp 2, 5-11
3.- Ap 1, 4 -18
4.- Col 1, 13 -20
5.- Ef 3, 1-21
6.- Mc 8, 34-38
7.- Jn 14, 1-13