El documento habla sobre la importancia de elaborar normas en familia de manera conjunta entre padres e hijos. Señala que los niños necesitan directrices pero que también deben participar en el proceso de establecer las normas para que las cumplan de manera voluntaria. Reconoce que los padres a veces imponen las normas sin explicarlas pero que es mejor negociarlas e incluir a los hijos para que se sientan parte del proceso y las acaten con más motivación.
LINEAMIENTOS INICIO DEL AÑO LECTIVO 2024-2025.pptx
Normas familiares
1. Centro Atención Psicológica.
atencionpsicologicamalaga@gmail.com
Pl. Uncibay, 3, Edif. Galerías Goya, 3ª-1, Málaga
ELABORE NORMAS EN FAMILIA.
Dado que vienen al mundo sin saber comportarse, niños y niñas necesitan unas directrices y unas
normas que al principio se impondrán externamente pero que a medida que maduren se les
permitirá que participen en el proceso de elaboración de las normas de la vida, demostrándole la
importancia de las mismas.
Niñas y niños perciben si las normas las imponemos por su propio bien, o simplemente porque
deseamos seguir controlando la situación o porque nos debatimos en una lucha de poder. Tienen una
enorme capacidad para la franqueza y están dispuestos a cooperar cuando se les permite participar
en la toma de decisiones.
Con demasiada frecuencia, las personas adultas, simplemente damos por sentado que “sabemos lo
que conviene” y se lo transmitimos con un “hazlo porque te lo digo yo”. Esta actitud no invita a la
cooperación, incluso, puede disgustarle tanto que conduzca al desafío y a la rebelión abierta. Sin
embargo, si pedimos ayuda para establecer unas normas, no sólo ayudamos a ejercitarse en la
comunicación y el compromiso sino que también le proporcionamos una motivación real para
procurar que se cumplan esas normas. Después de todo, también son suyas, pues ayudó a
elaborarlas y es cosa suya que funcionen.
La necesidad del niño o de la niña de contar con reglas impuestas desde fuera debe ir descendiendo
de forma gradual. Será capaz de ponerse normas porque comprenderá las razones subyacentes y
habrá desarrollado el autocontrol suficiente para vivir según las reglas autoimpuestas.
Niñas y niños merecen que les expliquemos las reglas.
Cuando les gritamos, insultamos y/o pegamos, aparte de empeorar la situación, poca cosa
conseguimos. Raramente alcanzamos nuestro objetivo, que es corregir su conducta. La mayoría de
las veces les damos un motivo para querer desquitarse (en muchos casos, repetir el comportamiento
cuando no los vemos).
Los mejores resultados se obtienen cuando tratamos a los niños con respeto y los incluimos en la
toma de decisiones. “Me preocupa este problema y me gustaría que pensáramos en soluciones.” De
este modo, les inculcamos la idea de que tienen capacidad para tomar decisiones acertadas. Si los
acostumbramos a pensar en las consecuencias de sus acciones (“te quedarás sin bicicleta durante un
tiempo”) comenzarán a ejercitar el buen criterio cuando estén a solas porque verán la conveniencia
de hacerlo, no porque tengan miedo de que les cojan ni del castigo.
Jóvenes merecen más que “hazlo porque lo digo yo”. Han de aprender a pensar por sí mismos/as, y
una de las mejores maneras es ayudándoles a pensar en los pros y los contras de sus decisiones.
Cuando ejercemos nuestro poder y dictamos órdenes sin explicación, generamos impotencia y
enfado. También aprenden a no fiarse de su capacidad de razonamiento y pierden confianza en sus
propias convicciones. Siempre decimos que queremos que piensen por sí mismos/as, pero cuando se
les ocurre una idea que les parece viable solemos mostrar irritación o molestia, y, sin meditarlo,
tomamos decisiones precipitadas.
Soledad Enciso Rizzo Psicóloga Colegiada AO 07116 // 609 00 13 44
2. Centro Atención Psicológica.
atencionpsicologicamalaga@gmail.com
Pl. Uncibay, 3, Edif. Galerías Goya, 3ª-1, Málaga
Les debemos tener buenas razones para nuestras decisiones. Ello les enseñará a tener también
buenas razones para las suyas. Aunque sus planes e intereses nos puedan parecer triviales, son muy
importantes. A medida que crecen y maduran habrán de tomar decisiones de más envergadura. Y
han de contar con las herramientas que los ayudarán a tomarlas.
Si intentamos imaginar qué sensación nos produciría que nos hablaran de este modo, lo
pensaríamos dos veces antes de decirles a nuestros y nuestras adolescentes: “Hazlo porque lo digo
yo”. Han de ganar confianza en su propia capacidad para resolver problemas y necesitan practicar
todo lo que les sea posible mientras todavía son jóvenes.
Ayúdeles a fijarse sus propias normas.
Una de las razones por las que no son conveniente las restricciones es que niñas y niños tienden a
resistirse al castigo, evadiéndolo o escapándose. Conocer con antelación las consecuencias de llegar
tarde (por ejemplo) le permitiría controlar la situación. Poner las cosas en claro es beneficioso, pues
eliminamos sorpresas, acusaciones y resentimientos.
Nuestra meta es crear el tipo de relaciones que nos permitan expresar nuestras necesidades y
preocupaciones, dándoles el mismo privilegio. Las normas han de fijarse de común acuerdo.
Cuando madres y padres actúan de forma rígida, estricta y brusca sus hijos e hijas tienden a idear
sistemas para saltarse las reglas. Se vuelven falaces, lo que hacen y buscan maneras de salir de casa
y se saltan el reglamento a la “torera”. Madres y padres reaccionan intensamente imponiendo
castigos inconsistentes y restricciones desproporcionadas (“no puedes hablar con tu amigo durante
una semanal”).
Cuando se hace que se sientan tan impotentes e incapaces, niñas y niños suelen volverse amargados,
vengativos y falsos, y con el tiempo se convierten en personas insolentes, irrespetuosas e
insensibles.
Todo el mundo comete errores necesita ayuda. Los y las adolescentes son como todo el mundo.
Merecen ser tratados con justicia, amabilidad y dignidad. A medida que crecen y maduran, debemos
procurar que crezca nuestra capacidad de comunicarnos y vivir en el respeto, la honestidad y el
amor mutuos.
Negocie las reglas con calma.
A la hora de establecer reglas respecto a las tareas de la casa una de las cosas que suelen funcionar
es que a cada niño/a se le asigne una tarea, en lugar de hacer todo el trabajo entre todos. Se podría
hacer una gráfica y colgarla en la puerta de la nevera. Cada día le tocaría a alguien distinto doblar la
ropa (por ejemplo). Cuando hubiera hecho el trabajo, podría tacharlo y el siguiente sabría qué le
tocaba. Cuando se les deja que se dividan equitativamente el trabajo son capaces de idear
ingeniosos sistemas de repartírselo justamente.
En muchas ocasiones consiguen librarse del trabajo y acaban haciéndolos los padres y las madres.
Amenazar con castigar no suele servir de nada. Cuando se recurre a amenazas fáciles y a
fanfarronadas, les pierden el respeto y aprenden a no tomarles en serio,. Puesto que lo que
buscamos y necesitamos es, precisamente, el respeto, debemos no recurrir a cosas que ponen en
peligro las relaciones familiares.
Soledad Enciso Rizzo Psicóloga Colegiada AO 07116 // 609 00 13 44
3. Centro Atención Psicológica.
atencionpsicologicamalaga@gmail.com
Pl. Uncibay, 3, Edif. Galerías Goya, 3ª-1, Málaga
En muchas ocasiones, madres y padres se enfrentan a circunstancias traumáticas en las que son
desobedecidos sintiéndose decepcionados algunas veces. Con frecuencia decimos cosas ofensivas
que en realidad no queremos decir, y en lugar de resolver los problemas existentes creamos otros
nuevos.
Es muy importante el modo en que hacemos frente a las decepciones, pues cuando surgen
dificultades nuestros hijos y nuestras hijas resolverán sus problemas como les hemos enseñado,
siguiendo nuestro ejemplo.
Siempre conviene enfriarse antes de emitir ultimátum. Naturalmente es aceptable expresar nuestros
sentimientos si experimentamos dolor o decepción, pero es mejor esperar a tener tiempo de adquirir
perspectiva antes de tomar decisiones sobre el futuro.
Aspiramos a enseñar y acostumbrar a tomar decisiones acertadas por sí mismos, para que cuando
llegue la tentación tengan el buen juicio que necesitan. No queremos que piensen que hemos
perdido la esperanza, ya que con esto les haríamos abandonarse. Cuando toman decisiones
desacertadas hemos de intervenir y hablarles lo más racionalmente posible para ayudarles a
aprender de sus pequeños errores antes de que tengan que aprender de errores mayores que afecten
drásticamente a su futuro.
Madres y padres han de servir de guías mientras dependan de ellos física, emocional o
financieramente. Ello no significa que deban emitir ultimátum, pues éstos pueden hacer que el tiro
les salga por la culata y provocar rebeldía. Es importante que la comunicación nunca debe
descender. La buena comunicación es útil para ambos lados.
La vida con adolescentes es una batalla constante si cada cosa se convierte en una lucha de poder.
Pero puede resultar interesante y divertida si todos los implicados tienen la misma posibilidad de ser
oídos, sus sentimientos e intereses se toman en serio y los compromisos se negocian a satisfacción
de todos.
Ayúdeles a superar la necesidad de reglas externas
Es importante ayudarles a hacerse responsables de sus propias decisiones. Hemos de ayudarles a
pensar con antelación en las consecuencias de sus acciones (“¿Qué me pasará mañana si no tengo
los deberes hechos?”) y a tomar decisiones acertadas basadas en el futuro. Naturalmente habrán de
cometer errores. El modo de aprender qué sensación se tiene después de comer demasiados
caramelos es comiendo demasiados caramelos. Así aprendemos a tener más cuidado.
Los niños han de aprender a considerar qué alternativas tienen. “Puedo acostarme tarde y estar
cansado mañana; acostarme temprano y estar descansado”. Si los padres dicen constantemente lo
que tienen que hacer, nunca surge la oportunidad de explorar opciones.
Enséñele que tiene alternativas y ayúdele a aprender que sea cual sea el obstáculo a que haya que
enfrentarse, puede elegir entre convertirse en una barrera o en un puente. La elección es suya.
Soledad Enciso Rizzo Psicóloga Colegiada AO 07116 // 609 00 13 44
4. Centro Atención Psicológica.
atencionpsicologicamalaga@gmail.com
Pl. Uncibay, 3, Edif. Galerías Goya, 3ª-1, Málaga
Sugerencias.
1. Haga una lista de todas las reglas que existan en su casa y quién se espera que las cumpla
(dejar notas, pedir permiso para levantarse de la mesa, mirar sólo cierto número de horas la
televisión al día, llamar si se va a llegar tarde).
2. Hable de esas reglas con su familia.
3. Pregunte qué reglas creen que son justas y cuáles injustas.
4. Pida sugerencias para cambiar algunas de las reglas que no se cumplen o que no agradan.
5. Haga cambios. Ponga un plazo de prueba para las reglas nuevas.
6. Al cabo de una o dos semanas (el tiempo que se haya acordado), convoque de nuevo a la
familia. Hablen de las nuevas normas.
7. Cerciórese de que con edades distintas las reglas son distintas (horas de acostarse, grados de
libertad, etc.). Haga hincapié en el hecho de que, a medida que demuestren más
responsabilidad, habrá menos necesidad de imponer reglas y disfrutarán de más libertad.
8. Anímeles a autoimponerse reglas (si quieres adelgazar, ¿a cuántas calorías crees que es
razonable perder en un mes? ¿cómo puedo ayudarte? Si tienes que hacer un comentario de
un libro para dentro de dos semanas, ¿cuántas páginas debías leer al día para acabarlo a
tiempo?”)
9. Póngales en contacto con personas que hayan tenido que sacrificarse para conseguir algo.
Inicie conversaciones sobre sus metas a corto y a largo plazo, así como sobre el esfuerzo
necesario para alcanzarlas. (“si quieres entrar en el equipo de baloncesto tendrás que
entrenarte tirando, corriendo y haciendo ejercicio este verano para ponerte en forma. “)
10. Elija algo que le gustaría aprender. Dígaselo a su familia. Fíjese un curso de acción e
inícielo. Pídales apoyo y aliento.
Soledad Enciso Rizzo Psicóloga Colegiada AO 07116 // 609 00 13 44