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La Importancia de los límites en la educación
1. La importancia de
poner límites en la educación de
nuestros hijos.
Los niños necesitan límites. Cómo
educar con disciplina a los niños.
Una disciplina eficaz a la hora de aplicar los límites a nuestros hijos
es lo más importante. Si nosotros presentamos una buena regla,
nuestro hijo estará dispuesto a cumplirla porque lo que ellos quieren
es agradarnos. Muchas veces no nos encontramos preparados para
establecer los límites, nos falta habilidad para hacerlo. Hablamos
demasiado, exageramos en la emoción y, en muchos casos, nos
equivocamos en nuestra forma de expresar con claridad y con
demasiada autoridad. Cuando necesitamos decir a nuestros hijos
que deben hacer algo y “ahora” (recoger los juguetes, irse a la
cama, etc) debemos tener en cuenta algunos consejos básicos.
Claves indispensables a la hora de poner
límites.
Claridad en los mensajes. Al poner límites, debemos utilizar
oraciones cortas y asegurarnos de que el mensaje resulta claro.
Debemos pedir al niño o niña que repita lo que se le ha dicho para
reforzar el mensaje.
Límites consistentes. Los límites no deben depender de nuestro
estado de ánimo, ni del éxito o fracaso de la jornada laboral.
Firmeza en las decisiones. Propongamos lo límites como
decisiones ya tomadas. Si lo hacemos en tono de pregunta o
sugerencia, el niñ@ será quien elija. Somos los adultos los que
sabemos qué es lo mejor para él.
Desaprobar la conducta, no al niñ@. Los hij@s deben
comprender que, más allá de sus conductas, prevalece el amor de
sus padres. Debemos descalificar la conducta inapropiada sin
humillar al niño o a la niña.
Límites razonables. Tener en cuenta la circunstancia, la edad y
2. la madurez del niñ@. A veces se confunde la rebeldía con la
irresponsabilidad propia de la infancia. Procuremos no exigir a
nuestros hij@s conductas imposibles para ellos.
La importancia de dar razones. Hay límites en determinados
hogares que se vuelven reglas familiares y que no son
cuestionados, se interiorizan sin más. En cambio, hay otros que
surgen ante una necesidad y merecen una explicación. Ofrecer
argumentos o razones que justifiquen un límite a nuestros hijos/as
dará coherencia a nuestros actos y pensamientos.
También decir sí. Suele ser frecuente acompañar los límites de
imposiciones (“no hagas eso”, “¡no toques!”…) Plantear el límite en
términos positivos; decirles “mejor hazlo así”, resultará
sumamente valioso.
Permitir que opinen. Si fomentamos la participación de los hijos
en la creación y en la redacción de las normas y límites, habrá más
posibilidades de que las cumplan de forma natural.
Límites sólo a las conductas. Los límites siempre deben estar
orientados a regular conductas, no sentimientos. Podemos pedirles
que realicen o no tal cosa pero no les podemos exigir que no
expresen sus sentimientos, que se rían, lloren o se enfaden.
Apelar a las consecuencias naturales y lógicas. Las
consecuencias naturales son aquellas situaciones que se producen
como resultado de conductas incorrectas; no debemos evitarlas
porque enseñan. Por ejemplo, si el niño rompe un juguete de su
hermano, la consecuencia lógica a la que deben apelar los padres
será inducirlo a que trate de arreglarlo. Reparar el error cometido
será parte de su aprendizaje.
Fuente: revista maestra infantil.