Este documento narra la historia de Clara, quien sufrió un "ghosting" por parte de su novio Rubén. Rubén cortó todo contacto repentinamente sin dar explicaciones. Aunque Clara quedó devastada, con el apoyo de su padre Teo y sus seres queridos logró sanar su corazón a través de terapia, actividades que la ayudaron a liberar emociones y fortalecer su fe. Ahora, Clara ha perdonado a Rubén y se siente agradecida por las lecciones que aprendió de esa experiencia.
CUENTO DE NAVIDAD 2022. UNA PANDEMIA DE GHOSTING EN NAVIDAD.pdf
1. UNA PANDEMIA DE GHOSTING EN NAVIDAD – Cuento de Navidad 2022
Valero Crespo: valerocrespomarcos@gmail.es - Registrado en CEDRO: LNCGo5Bl
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UNA PANDEMIA DE GHOSTING EN NAVIDAD. Por Valero Crespo Marco ®
Ghosting, proviene de 'ghost' (fantasma). Es la desaparición total de una persona
en una relación. Es una patología que daña la autoestima y la salud y aumenta
exponencialmente. En 2018, según el Journal of Social and Personal
Relationships, una de cada cinco personas del mundo lo sufrió.
«Gran parte de las perturbaciones
caóticas de nuestra vida emocional
depende de nuestros esquemas
emocionales más profundos, de patrones
de percepción y de respuesta que nos
llevan, una y otra vez, a reaccionar ante
causas similares con una serie de
pensamientos, sentimientos y reacciones
habituales y negativas de adaptación. (…)
Constituyen el equivalente de los guiones
que esa persona parece condenada a
repetir relación tras relación. (…) La gente
recrea en sus relaciones adultas los
patrones de la infancia que dieron forma al
esquema.»
(Tara Bennett-Goleman:
Alquimia emocional).
Esta Navidad, era una navidad de renacimientos y crecimientos para Teo y su hija Clara.
Después de pasar su duelo, su hija volvía a reír, estar feliz, guapa… Una mañana, fue
a la peluquería a recoger a Clara. Y allí, escuchó historias de una maldita pandemia que
destrozaba los corazones:
- Mi hija nació sin piernas por el Síndrome de Tetra-Amelia. Al saberlo, su padre nos
abandonó y no lo hemos vuelto a ver. Me bloqueo en el móvil, en las redes, y
desapareció de nuestras vidas como un fantasma. -dijo una joven madre-.
- Mi nieto adolescente sufre una depresión. No sale de la cama. Se pasa el día llorando.
Y todo porque después de dos maravillosos años de relación, recibió un WhatsApp de
su novia que le decía: «Te dejo. No me llames ni me busques más.» Y, así, sin ni
siquiera una explicación, se esfumó de su vida. -contó muy triste una abuela-.
Al escuchar estas historias sobre la deshumanizadora pandemia de los ghosting, Teo,
se emocionó. Después, se sentó frente al mar y recordó el cruel, premeditado e injusto
ghosting que le hizo a su hija, su novio Rubén.
Recordó que vivián en diferentes países. Cómo se conocieron por las redes sociales y
hablaron cientos de horas. Como se enamoraron y marchó a otro país a vivir con Rubén.
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Rememoró las confidencias que le hizo Clara: los gestos de amor de él, como ella le
esperaba cada día a la salida de su trabajo, los amorosos besos de buenas noches que
se daban… ¡Se sentía tan amada! ¡Le amaba tanto!
Para Teo, ¡Rubén era el novio perfecto! Muy educado, trabajador, seguro de sí mismo,
atractivo, elegante, conversador, detallista… Su único defecto era querer llevar siempre
la razón y no expresar sus deseos, aunque ello le hiciera sufrir. Evitaba los conflictos y
no discutía ni argumentaba a su favor. Teo, su familia y amigos de Clara confiaban en
él. ¡Le adoraban! Los veían tan felices, unidos, amorosos… ¡Eran la pareja ideal!
Revivió como le pidió casarse y su hija aceptó emocionada. Él le regalo un anillo de
pedida y ella el móvil que deseaba. Él le pidió comprar y reformar una gran casa según
sus gustos. Clara aceptó y gastó sus ahorros en la casa y la reforma.
También evocó lo que le contó su hija: «En plena obra, Rubén quedó conmigo en nuestro
lugar más romántico: un bonito pueblo donde nos conocimos y declaramos nuestro amor
y compromiso de novios. Y, en el banco donde nos besamos por primera vez, me dijo
con una voz metálica:
- Te dejo para siempre. No me llames nunca más. Ni tú, ni tu familia, ni tus amigos…
¡Ni el encargado de la obra! ¡No quiero saber nada de la casa!
- ¿Por qué me abandonas? ¿Por qué no quieres darnos un tiempo, sin vernos ni romper
la relación, para buscar una solución y darnos otra oportunidad?
Él se negó a todo y en el parking, me entregó mi ropa y ordenador, que tenía en su casa.
Se marchó y me dejo en shock: llorando, en el suelo, apoyada en una columna y con la
tensión arterial disparada. Ese día, papá, sentí romperse mi corazón. Descubrí que
Rubén estaba dominado por traumas, heridas emocionales, y destructivos esquemas y
patrones de comportamiento. Comprobé que, en realidad, era un niño inseguro,
revestido del personaje de hombre perfecto que se había creado. Supe que él, jamás
me hablaría ni le volvería a ver. Y, con mi cara apoyada en la fría columna del parking,
decidí amarme y curar mi herido corazón. Y temblando le suplique a Cristo:
”¡Ayúdame, Jesús! ¡No me dejes sola! ¡Sólo Tú puedes sanarme!
¡Sólo Tú sabes sacar bien del mal! ¡Dame la vida que me falta!
¡No dejes que esto me convierta en una mala persona!”.
Si papá… ¡Le amaba tanto! ¡Estaba tan enamorada! ¡Me entregué tanto!, que algunas
noches, estando en mi sofá, sin darme cuenta extendía mi mano y notaba que la mano
de Rubén se entrelazaba con la mía. ¡Así veíamos juntos la tele!».
Teo trajo a su memoria como él, bloqueo a su hija en su teléfono y email, en los grupos
de WhasApp de su familia… Borró su Facebook, Instagram… Se salió de los grupos de
WhasApp de la familia de ella… No volvió hablarle ni a ella ni a nadie de su familia y
amigos… Así, desapareció y se convirtió en un fantasma. Y, todos se preguntaban:
¿Qué hay detrás de este ghosting? ¿Qué ocurre interiormente en Rubén para actuar
así? ¿Por qué nos ha engañado? ¿Qué falta en esta historia que se nos escapa?
Teo sonrío lleno de orgullo por Clara y como curó su corazón: tomó vitaminas para su
salud. Fue a una terapia semanal. Visitó a un cardiólogo. Contó cientos de veces lo
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sucedido. Practicó yoga. Escribió su diario personal. Lloró delante de sus personas más
queridas. Sintió que su Padre Dios lloraba con ella y le acariciaba como si fuera una
niña. Agradeció el amor que recibía. Confió en que el ghosting era para su bien…
Después, Teo recogió a Clara de la peluquería y la acompañó a su casa. Allí revivió el
día que quitaron los recuerdos y fotos de Rubén y su familia. El momento cuando
apareció el móvil de Rubén y su hija comprobó que utilizaba el modo «infiel» de
WhastsApp. Leyó los mensajes de la cuenta «infiel» y descubrió algo terrible: meses
antes del ghosting, él ya lo había decidido, malamente aconsejado por su familia. Esta
ataraxia y premeditación, congeló el corazón de Teo y su hija. Y, una amiga y médium
vidente, que les ayudaba, tocó el móvil y las fotos, y le dijo a Clara:
- Rubén está enfermo. Dos familiares le han aconsejado egoístamente para romper
vuestra pareja. Le han manipulado mentalmente para quedarse con sus casas. Creían
que, si os casabais, él vendería alguna. ¡Da gracias a Dios! ¡De la que te has librado!
Pasó el tiempo y Teo estaba muy orgulloso de Clara por su fe y resiliencia, y porque
ahora se conocía más, se amaba más y era más feliz. Por perdonar a Rubén, aunque
él, nunca le pidió perdón, ni le dio las gracias, ni le habló más.
Y, la Nochebuena, Teo lloró de emoción, cuando su hija, besó al Niño Jesús del portal
de belén, y dijo ante su familia y amigos:
«Gracias, Niño Jesús por acompañarme en mi duelo y sanar mi corazón.
Gracias, papá por fortalecer mi resiliencia y ayudarme a renacer una vez más.
Gracias a vosotros, por escucharme, preguntarme, pasearme, abrazarme…
Gracias, por alegrarme, visitarme, apoyarme, respetarme y quererme tanto.
Gracias, Padre Dios, por ayudarme a crecer más y ser mejor persona.
Gracias, por las nuevas personas y enseñanzas que me regaló mi ghosting».
«Ser incapaz de hablar honestamente no sólo es perjudicial para el otro, sino también
un pecado de omisión (…) Evitar la cólera y el conflicto no sólo es algo deshonesto,
sino también dañino para cualquier relación. Los asuntos sin resolver permanecen
siempre bajo la superficie, y saldrán a la luz de forma destructiva. (…) Necesitamos
permitir que el conflicto ocupe un puesto de honor en nuestras relaciones. (…) Las
parejas que nunca se enfadan, que evitan cualquier conflicto o que siempre parecen
felices no proceden de una forma real y auténtica.»
(Martín H. Padovani: Cómo sanar relaciones heridas).