PPT Aspectos generales de la Ley 27444, Ley del Procedimiento Administrativo ...
Prevención social del crimen
1. Distribución Gratuita
Abril de 2013
TEMA’SRevista Digital de Criminología y Seguridad
REVISTADIGITALDE
CRIMINOLOGÍAYSEGURIDAD
Año II
Nro. 08
ISSN 2314-1166
RESPONSABILIDAD
DEL PERITO
ENTREVISTA:
SUSANA P.
GARCIA ROVERSI
PREVENCION
SOCIAL DEL
CRIMEN
WAEL S. HIKAL
Protección de Elementos Físicos
de Prueba en el Escenario del
Crimen.
Relación entre los Trastornos
Mentales y Asesinos Múltiples.
Detección Policial de Drogas.
Responsabilidad del Perito de
Fundar sus Afirmaciones en
Comprobaciones Científicas.
Prevención Social del Crimen
DESTACADOS
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lanzar un espacio de capacitación a distancia (e-learning)
que nos permitirá cimentar una nueva imagen corporativa,
pero con la fuerza y el rigor que siempre hemos tenido,
intentando crecer, igual que nuestra ilusión por continuar
ofreciendo un aporte a la investigación científica y a la
educación.
Solo nos queda agradecer a nuestros colaboradores y el
“Comité Académico” por el apoyo y el aporte intelectual con
el que siempre nos hemos visto respaldados.
El Equipo Editorial de TEMA’S.
EDITORIAL
Staff:
Director Editorial:
Lic. Osvaldo A. Cuello Videla.
Comité Editorial:
Lic. Osvaldo A. Cuello Videla.
Lic. José Escudero Gordillo
Lic. Sandra C. Flores
Prto. Mariela A. Rada.
Comité Académico:
Dr. Alberto Montbrun.
Mag. Daniel Venturini.
Mag. Marcelo Fuentes Pérez.
Dr. José Luis Alba Robles.
Dra. Susana P. García Roversi.
Dra. Patricia Andrea Taus.
Dr. Wael Sarwat Hikal C.
Revista Temas:
Río Atuel 855 Godoy Cruz
Mendoza – Argentina (C.P. 5501)
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4. SUMARIO
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ESTE MES EN TEMA’S
CRIMINALÍSTICA
PROBLEMÁTICA DE LA PROTECCIÓN DE LOS
ELEMENTOS FÍSICOS DE PRUEBA EN EL
ESCENARIO DE LOS HECHOS.
“LA VERDAD REAL…” RESPSONSABILIDAD DEL
PERITO DE FUNDAR SUS AFIRMACIONES EN
COMPROBACIONES CIENTÍFICAS.
LA DIFERENCIA ENTRE UN ACCIDENTE Y SU
POSIBILIDAD.
6
DERECHO
40
DETECCION POLICIAL DE DROGAS
(CONTROLES DE TRÁFICO).
CRIMINOLOGÍA
12ENTREVISTA SUSANA P. GARCIA ROVERSI
LA RELACIÓN ACTUAL ENTRE LOS
TRASTORNOS MENTALES Y EL ASESINATO
MÚLTIPLE.
PREVENCIÓN SOCIAL DEL CRIMEN.
22
62
46
54
5. Pág. 5
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6. R E V I S T A D I G I T A L D E
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Revista TEMA’S Año II - Número 7 - Marzo 2013
PROBLEMÁTICA DE LA PROTECCIÓN DE
LOS ELEMENTOS FÍSICOS DE PRUEBA EN EL
ESCENARIO DEL CRIMEN
José Escudero Gordillo, es licenciado en
Criminalística. Docente en Metodología de la
Investigación en la Universidad del Aconcagua.
Perito en Balística de la Sección Balística del
Cuerpo Médico Forense y Criminalístico de la
Provincia de Mendoza.
Actualmente cursa la Maestría en
Criminalística en la Universidad Norbert
Wiener (Lima - Perú) y la Diplomatura en
Docencia Universitaria en la Universidad del
Aconcagua (Mendoza – Argentina)
Ha concurrido a innumerables Seminarios y
Congresos vinculados al tema como expositor
sobre “Cadena de Custodia vinculada al
Trabajo de Campo”, “Manipulación de Indicios
y Cadena de Custodia”, y relacionados con su
especialidad: La Balística Forense.
Por el Lic. José Escudero Gordillo
El tratamiento del lugar del hecho es una actividad en esencia compleja y problemática; tales
dificultades son tanto más visibles cuando los sucesos investigados han afectado la salud o la vida de
algún miembro de la comunidad. En este contexto, el ejercicio de la profesión criminalística requiere
especial adecuación para abordar varios aspectos de la convivencia en sociedad que se solapan,
para conciliar entre el ejercicio de derechos y el cumplimiento de obligaciones.
7. 7http://revista-temas.blogspot.com.ar
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adecuado uso del poder discrecional de otorgar
prioridad a uno u otro deber.
EL DEBER DE GARANTIZAR LA
SALUD PÚBLICA
Frente a un hecho de tamaña naturaleza, todo
agente del orden reconoce la obligación de
generar las comunicaciones que den noticia al
órgano jurisdiccional correspondiente, y de quien
conoce que recibirá directivas de mantener
inamovibles los elementos físicos de prueba
(EFP) hasta que sean perennizados por los
organismos técnicos respectivos. Pero a la vez
advierte la necesidad de proporcionar a los
afectados la asistencia sanitaria, mientras
ejecuta todos los actos para procurar y
procurarse una zona de trabajo libre de ame-
nazas. (Silveyra, 2004)
Es prioritaria la carga pública de garantizar la
asistencia médica de quienes se presume con
vida, por lo tanto el hecho de no estar absuelto
de este deber, obstaculiza poner en ejecución
otras medidas destinadas a proteger los EFP con
el objetivo jurídico de «…cuidar que el cuerpo,
instrumentos, efectos y rastros del delito sean
conservados…» (Código Procesal Penal de
Mendoza, Argentina, 1999)
No obstante, salvo en los casos en que el
agente del orden y seguridad pública presta
primeros auxilios, existen posibilidades de poner
en ejecución «tácticas» útiles para preservar los
EFP de futuras modificaciones, métodos propios
del gerenciamiento del escenario que se tratarán
más adelante.
EL DEBER DE GARANTIZAR LA
SEGURIDAD PÚBLICA
En el mismo contexto, el funcionario público,
puesto en la primera línea de la persecución
judicial, se halla frente a una encrucijada
determinada por obligaciones inmanentes. De
ellas brotan el deber de poner bajo resguardo de
cualquier peligro a los miembros de la
comunidad, consiguientemente también a sus
colegas y el resto de los operadores del sistema
que concurran a laborar en función del evento
que se investiga… aún a riesgo de su propia inte-
Si se realiza un estudio compartimentado de
estos aspectos y sus implicancias, el análisis
resulta fallido; el mismo adolecerá de la
necesaria contextualización para la toma de
decisiones. Estas determinaciones, a primera
vista, son inherentes a las obligaciones
procesales de mantener intangible el escenario
del crimen (1). La inconveniencia de escindirlas
es el agente complejizado para el primer
interventor del escenario, por lo tanto deben
considerarse en conjunto.
En este ensayo se practicará un enfoque
tripartito, procurando analizar las tareas que
abordan los operadores del sistema de seguridad
puesto al servicio de la persecución judicial, y
sus dificultades desde tres deberes
irrenunciables del Estado; estos son garantizar el
derecho a la salud, ser garantes del derecho a la
seguridad pública y propiciar el derecho a la
seguridad jurídica. En este último espacio se
encuentra inserto el concepto de inalterabilidad
del lugar del hecho que se apuntó líneas más
arriba.
En el centro de las discusiones que todos estos
deberes generan, se encuentra solo una
persona, por lo regular miembro de una fuerza de
seguridad, tomando, en la soledad e intensidad
de los primeros momentos de su actuación,
decisiones estratégicas; algunas emergentes
naturales de su formación profesional y otras
como obligaciones conexas al emblemático
juramento, a la vez deber esencial de su tarea,
de “...defender la vida, la libertad y la propiedad
de las personas aún a riesgo de su propia vida e
integridad psicofísica…” (Deber común a todos
los policías, como por ejemplo en mendoza,
regulado por la Ley Orgánica de las Policías de
Mendoza, 1999)
Así pues, cual habitante de una minúscula isla,
cuando en esos primeros instantes toma
contacto con los rastros y efectos del suceso
criminal (interpretados los últimos como herido/s,
fallecido/s, vecinos y familiares alterados por el
evento y la desgracia), ve crecer la «marea» de
obligaciones desde todos los puntos cardinales.
Está en su habilidad para administrar la crisis, el
8. Revista TEMA’S Año II - Número 8 - Abril 2013
8
R E V I S T A D I G I T A L D E
integridad como se ha explicitado.
Por lo tanto, la responsabilidad de proteger a la
comunidad (concepto del que no se excluye a
sus colegas y demás funcionarios públicos y
magistrados, se reitera) manteniendo las
condiciones de seguridad pública, se interpone a
la puesta en marcha de medidas preventivas
sobre los EFP en los términos jurídicos que
pesan sobre los mismos tal como se describió en
el apartado anterior.
De allí que mientras se despliegan esfuerzos
para asegurar la protección de la salud de las
personas involucradas en el evento (en cual-
quiera de sus formas: víctimas, autores, y hasta
investigadores), subyace la responsabilidad de
mantener la seguridad pública. En este sentido
es necesario reseñar las mejores prácticas para
ejecutar algunas acciones que provoquen efectos
simultáneamente, minimizando ambos riesgos a
la vez.
EL DEBER DE GARANTIZAR LA
SEGURIDAD JURÍDICA
La justicia con el objetivo de mantener la
armonía entre los integrantes del entramado
social se erige como conjunto de normas que
enmarcan las relaciones entre sus integrantes,
situación que se extiende obviamente a las
investigaciones de delitos. De allí que tanto los
actos de investigación, aquellos que se practican
durante la investigación penal preparatoria; como
los actos de prueba, los que se desarrollan
durante la etapa intermedia y el juicio oral
(Escudero Gordillo, Flores Diaz, & Perassi, 2011)
se encuentren formalmente regulados por
disposiciones procesales que determinan como
garantizar a todos (víctimas y sospechados) el
justo tratamiento por parte de los organismos a
quienes se les ha confiado la trascendental labor
de traer luz sobre los hechos relacionados al
crimen.
Lo anterior implica que el escenario del crimen
sea abordado adecuadamente. Desde este
enfoque el objetivo prioritario es evitar que los
indicios colectados sean blanco fácil de hechos
que influyen negativamente en su estudio, que
de acuerdo a Oliveros Sifontes (citado por Her-
nandez Omaña, 2003 y Silveyra 2004) están
constituidos principalmente por el deterioro, la
alteración (por supresión o adición), la
destrucción, la contaminación, la no
especificación, la inadecuación, la insuficiencia.
Se ha visto en los acápites anteriores que los
actos de protección que se despliegan sobre el
escenario, previo a su tratamiento técnico
siguiendo directrices de la criminalística, suelen
quedar en segundo o tercer plano detrás de las
garantías de salud pública y seguridad pública.
A pesar de la fugacidad de los primeros
momentos del trabajo en el sitio del suceso, las
repercusiones por los errores técnicos son
frecuentes. Frente a la intensidad de estos
momentos, la variabilidad de las condiciones de
trabajo y la multiplicidad de decisiones que tiene
que adoptar el primer interventor estos fallidos
pueden ser comprendidos bajo una mirada
corporativista, pero no dejarán de ser
inadmisibles en un estado donde rige la
presunción de inocencia y el principio de
igualdad de armas en el marco de un proceso
penal acusatorio adversarial.
Es imperioso que, por igual, todos los agentes
del estado… quienes prestan servicios en
organismos de seguridad con facultades para
abordar investigaciones judiciales, quienes tienen
confiada la tarea de prestar servicios de
asistencia de emergencia dentro del órgano
estatal de salud y los operadores judiciales que
en el cumplimiento de su deber concurren al sitio
del suceso, actúen procurando cumplir con las
primeras garantías (salud pública y seguridad pú-
PROBLEMÁTICA DE LA
PROTECCIÓN DE LOS ELEMENTOS
FÍSICOS DE PRUEBA EN EL
ESCENARIO DEL CRIMEN
Por el Lic. José Escudero Gordillo
9. C R I M I N O L O G Í A Y S E G U R I D A D
pública) sin perder de vista el objetivo que se
sigue y es consecuente con el inicio de las
investigaciones judiciales.
ALTERNATIVAS DE SOLUCIÓN PARA
LA PROTECCIÓN DEL ESCENARIO
DEL CRIMEN
Con la finalidad de atender la problemática
descripta anteriormente se proponen algunas
líneas de acción para fortalecer la actuación del
personal «no forense» (Oficina de las Naciones
Unidas contra la droga y el delito, 2009). Tales
recomendaciones incluyen tanto a operadores de
seguridad como funcionarios y magistrados
judiciales que acuden a inspeccionar el escenario
criminal.
Formación básica:
a) Capacitación que priorice la puesta en valor
de todo aquello que puede constituirse en
EFP, conociendo prioritariamente sus fuentes
y la información que puede extraerse de ellas.
b) Capacitación enfocada en reflexionar tanto
sobre los aspectos jurídicos y éticos, como
sobre los aspectos relacionados con los
derechos inherentes a la condición humana.
c) Análisis de todos los factores que inciden
en la problemática del gerenciamiento del
escenario criminal, con el objeto de atenderlos
secuencialmente, priorizándolos del modo más
acertado.
Protocolización:
a) De las mejores prácticas para el abordaje
del escenario del hecho, de modo tal que se
tienda a garantizar la intangibilidad del
escenario (2), respetando todas las garantías
referidas ut retro.
b) De los procesos de adquisición y uso de los
medios materiales (equipamiento, insumos)
que primordialmente debe disponer el
investigador criminalístico para asegurar el
exitoso tratamiento del escenario.
c) De los procedimientos de vallado por regiones
(3) para asegurar zonas de acceso crítico y
exclusivo para peritos criminalísticos, zonas de
acceso restringido para todos los operadores de
la investigación y zonas de libre circulación para
el público en general.
Perímetros en tres Zonas
Público
Restringido
Crítico
Imagen cedida por el autor
Auditoría:
a) Control de los procesos de capacitación, de la
adquisición de insumos y medición de los
resultados alcanzados con los estudios para
verificar la adecuación de los procedimientos
adoptados.
b) Observación de la aplicación, discusión y
corrección de los protocolos adoptados
atendiendo a las problemáticas emergentes de
su aplicación, ajustándolos a nuevos contextos
legislativos y disponibilidad de tecnologías que
requieran nuevas prácticas.
PRESERVACIÓN DE LA
CONTAMINACIÓN EN EL ESCENARIO
DEL DELITO.
Es preciso distinguir entre las acciones de
preservación y las de conservación (que no se
abordan en este ensayo). Las de preservación
tienden a la protección, del lugar en general y de
los indicios (cuando son claramente perceptibles)
en particular, para prevenir la contaminación
externa o cruzada. No implican, en absoluto, ma-
9WATSON CONSULTORES
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maniobras de embalaje o tratamientos técnicos
propios del levantamiento y los actos posteriores,
las cuales si corresponden a los actos de
conservación. Tal confusión terminológica, como
otros yerros conceptuales en nuestra ciencia,
han solapado muchos errores procedimentales.
La preservación, generalmente implica la
reducción del número de intrusiones y la
minimización de los desplazamientos. Entre sus
aspectos principales se encuentran los
siguientes.
Es saludable que tenga un comienzo precoz,
finalizando con la liberación del lugar.
Delimitación en tres zonas visiblemente
acordonadas (Torales, y otros, 2004), cuya forma
y extensión es dinámica y dependerá del
hallazgo de nuevos indicios o la orientación de
las líneas de investigación. No es posible con
una mirada que no dura más que un instante
seleccionar con perfección el área que será
preservada. Lo regular es decidir después de
haber efectuado una metódica, observación pre-
liminar. Como se verá la intangibilidad del
escenario es una utopía, pero por ello no se
abandona la intención de reducir las
modificaciones a la mínima expresión.
• Determinar la forma y extensión del escenario
es dinámica y dependiente de los primeros
indicios advertidos en la observación preliminar.
Se recomienda definir tres zonas visiblemente
acordonadas donde el límite entre el anillo
externo (público) e intermedio (restringido para
los responsables de la investigación judicial) es
un problema de seguridad pública, razón por la
cual debe ser atendido por los agentes del orden.
El límite entre el anillo intermedio y el restringido
(para personal técnico) es un problema de
seguridad jurídica, razón por la cual debe ser
atendido por el responsable/coordinador de la
actuación primaria.
• Evitar la contaminación no equivale únicamen-
te al simple trazado de perímetros, sino que
conlleva el despliegue de todo un conjunto de
estrategias de incursión (único canal de
penetración) y medios de protección (calzado,
vestimenta, guantes, barbijo, cofia) que por lo
regular se asocian al personal técnico, pero que
la profesionalización de las investigaciones y el
aumento de la sensibilidad y especificidad de las
determinaciones de laboratorio exige sean
atendidas globalmente por todos los que
desempeñan labor en el escenario sean estos de
los servicios de seguridad, de los servicios de
asistencia médica o de los servicios de justicia
(Oficina de las Naciones Unidas contra la droga y
el delito, 2009).
Por el Lic. José Escudero Gordillo
PROBLEMÁTICA DE LA
PROTECCIÓN DE LOS ELEMENTOS
FÍSICOS DE PRUEBA EN EL
ESCENARIO DEL CRIMEN
Uso de la
zona de
Restricción
Perimetral
Imagen cedida por
el autor
11. C R I M I N O L O G Í A Y S E G U R I D A D
Bibliografía
Código Procesal Penal de Costa Rica, Ley N°
7594 (1996).
Código Procesal Penal de Mendoza, Argentina,
Ley Nro 6730 (1999).
Escudero Gordillo, J. G., Flores Diaz, S. C., &
Perassi, M. H. (2011). Cadena de Custodia de
los elementos probatorios en el proceso penal
(2da ed.). Mendoza, Argentina: Equipo Editor
Instituto Juan Vucetichi.
Hernandez Omaña, F. (2003). Criminalistica.
Nociones sobre el manejo de evidencia (2da ed.).
Caracas: Universo de Venezuela CA.
Ley Orgánica de las Policías de Mendoza, Nro
6722 (1999).
Oficina de las Naciones Unidas contra la droga y
el delito. (2009). La escena del delito y las
pruebas materiales. Nueva York: Naciones
Unidas.
Silveyra, J. O. (2004). La escena del crimen.
Buenos Aires: La Rocca.
Torales, E., Aparicio, J., Marino, S., Fappiano, P.,
Mithieux, M., Molinari, F., . . . Torcigliani, S.
(2004). Manual de procedimiento para la
preservación del lugar del hecho y la escena del
crimen. Buenos Aires: Ministerio de Justicia y
Derechos Humanos.
NOTAS:
1.- Según los términos del Art. 336 del Código
Procesal Penal de Mendoza (1999) La misma
obligación forma parte de los ordenamientos
procesales de la República Argentina y se toma del
Código Procesal Penal de Costa Rica (1996) , tal
como expresa su Art. 286.
2.- En la provincia de Mendoza-Argentina, tales
directivas figuran en el «Manual del Policía» que
recoge los lineamientos establecidos por el Manual
de procedimientos para la preservación del lugar del
hecho y escena del crimen (Torales, y otros, 2004)
3.- Estos aspectos también figuran en el «Manual del
Policía» reproduciendo las indicaciones obrantes en
el Manual de procedimientos para la preservación del
lugar del hecho y escena del crimen (Torales, y otros,
2004)
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12
R E V I S T A D I G I T A L D E
ENTREVISTA
SUSANA P. GARCÍA ROVERSI
Entrevistamos a la Dra.
Susana P. García Roversi
reconocida investigadora y
abogada argentina, a quien
le preguntamos su punto de
vista con relación a la
clasificación de los asesinos
múltiples del F.B.I. y su
opinión sobre algunos casos
particulares que se abren al
debate debido a la macabra
obra de seres humanos
sobre sus semejantes.
Abogada (UBA). Profesora de Ciencias Sociales. Profesora de Inglés.
Diplomada en Psiquiatría Forense para Abogados. Trabajó como Asesora
de Gabinete de la Secretaría de Justicia del Ministerio de Justicia y
Derechos Humanos; y fue Asistente Técnica en la Universidad de Buenos
Aires y asignada al Ministerio de Defensa de la Nación en el área de la
Dirección General de Planificación Industrial y Servicios para la Defensa.
Además es autora de la “Colección Sin Piedad”
- Susana, de acuerdo a lo que hemos leído en el volumen I de “Sin Piedad”, los
asesinos múltiples (según el manual del FBI) se clasifican en asesinos de masas
(mass murderers), asesinos itinerantes (spree killers) y asesinos en serie (serial
killers). ¿Qué factores toma en cuenta la clasificación del FBI? (Por ejemplo, el
índice de maldad, peligrosidad, modus operandi, firma…).
- La clasificación que utiliza el FBI y que vuelca en su Manual posee algunos
conceptos difusos, aunque es tal cual lo afirma en su pregunta; no obstante, ninguno
de los factores que menciona es tenido en cuenta. La tipificación contempla dos
elementos fundamentales: el tiempo y la locación. El asesino de masas actúa en un
muy corto período de tiempo –salvo que intente evadir el accionar policial y en virtud
de ello continúe asesinando, pero no es superior a horas– y su ubicación en un
mismo lugar (locación), sin período de “calma” o cooling off; sólo detiene su accionar
por suicidio, por ser abatido o capturado por las fuerzas del orden. Por su parte, en
el caso de los asesinos itinerantes o “erráticos”, su denominación en inglés (spree
killers), traducida literalmente refiere a “asesinos ráfaga” o “relámpago”, también in-
13. C R I M I N O L O G Í A Y S E G U R I D A D
ENTREVISTA
duce a confusión, porque lo que se tiene
en cuenta para su calificación, según el
“Manual del FBI”, es el traslado, de un
lugar a otro, ya sea en cortas, medianas o
largas distancias y esto puede se llevar a
cabo en cortos, medianos o largos
períodos de tiempo como serían los ca-
sos de Charles Starkweather, Andrew
Cunanan o Carlos Robledo Puch. Por mi
parte, considero que el término utilizado
(spree) no es el más adecuado, puesto
que los asesinos de masas también reali-
zan tiroteos o ataques en cuestión de
minutos –es más, estoy en condiciones
de afirmar que son los más rápidos–, por
lo tanto también se puede hablar de
“ráfaga criminal”. Por citar solo algunos
ejemplos: Clarence Bertucci asesinó a 6
personas e hirió a 20 en un lapso de 15
segundos; a George Jo Hennard sólo le
llevó 16 minutos matar a 23 personas, o
Coy Weesbrock quien, en 40 segundos,
asesinó a cinco. Pero ambas categorías
señaladas comparten un factor común y
es que la víctimas pertenecen a su entor-
no conocido; de no serlo estaríamos ante
un asesino múltiple con algún trastorno
mental crónico o agudo.
En cuanto a los asesinos seriales son
aquellos que cometen tres o más
homicidios, en lapsos que van de días a
semanas, meses e, incluso, años, sepa-
rados por un período emocional de
enfriamiento o calma (cooling off). La ca-
dena de asesinatos es producto de una
urgencia irrefrenable, además de poseer
un neto carácter sexual en un altísimo
porcentaje (cerca de un 90 %) y, en su
gran mayoría, tienen un patrón repetitivo
y/o un MO y/o un ritual determinados –
que pueden incluir o no su firma–, los
cuales “perfeccionan”, ya sea en función
del lugar (cambio de residencia con cierta
asiduidad o no); el tipo de víctima o
acciones que realiza; la impunidad que va
adquiriendo al no ser capturado; el alto
coeficiente intelectual (no en todos los ca-
sos) así como, también, el elevado nivel
de estrés que lo lleva a cometer dichos
actos criminales, por lo general,
íntimamente relacionados con las
fantasías que intentan cumplir. Este
período de enfriamiento, el cual es su
factor distintivo con las dos categorías
anteriores, tiene su razón de ser en que
estos criminales no son, precisamente, de
los “que asumen riesgos”. Quieren estar
lo más seguros posibles de que su
accionar será “exitoso”. Asimismo toman
recuerdos o trofeos de sus víctimas luego
de su asesinato o vuelven al lugar en
donde abandonaron los cuerpos, con el
fin de “revivir el momento”, lo que puede
extender el período de cooling off. Otro
factor que los diferencia es que las
víctimas no pertenecen a su entorno –
salvo el caso de las mujeres asesinas
seriales– sino que le son completamente
desconocidas, lo cual acarrea serios
inconvenientes en la investigación de los
asesinatos, hasta que se encuentra,
como dije, un modus operandi reiterado –
aunque en algunos casos “evolucionan” y
se tornan más osados pues se confían en
su “omnipotencia”–; una “firma” y/o ritual
determinados; un perfil geográfico, a
veces determinado y otras no.
En resumen, las dos primeras catego-
rías se asemejan bastante, salvo por el
tema del lugar y el tiempo en el que se
llevan a cabo y los asesinos seriales son
completamente diferentes. El único factor
común entre las tres categorías es la
cantidad de víctimas: tres o más, entre
muertos, discapacitados en forma
permanente y heridos. Aunque conven-
gamos que esto sería de nula aplicación
en nuestro país, pues el asesina de una
persona o de diez no tiene diferencia en
cuanto a la pena aplicar puesto que
nuestro Código Penal establece que las
penas son concurrentes y la pena mayor
absorbe al resto. Por lo tanto un
homicidio agravado que dé como resulta-
13http://revista-temas.blogspot.com.ar
14. Revista TEMA’S Año II - Número 8 - Abril 2013
14
R E V I S T A D I G I T A L D E
ENTREVISTA do la imposición de una pena de
reclusión perpetua (que no es tal pues el
límite de prisión efectiva son 25 años) es
la misma que se le impondría a un
asesino de cuatro personas (como el
caso Barreda). Seguramente los lectores
argentinos estarán pensando en Carlos
Robledo Puch, a quien se le ha negado
la libertad, aun habiendo cumplido más
de 40 años en prisión. La funda-
mentación de los jueces es que no tiene
contención afectiva ni familiar (sus
padres fallecieron y fue su único hijo), no
ha adquirido conocimiento de oficio
alguno ni ha realizado ningún estudio en
prisión, ni tampoco se ha prestado a
tratamiento psicológico o psiquiátrico
alguno, pues estos son de carácter
voluntario. De lo contrario, estaría en
libertad por tener los plazos de condena
máximos cumplidos.
En el volumen 1 de la Colección, yo he
ampliado un poco más la clasificación de
las dos primeras tipologías, citando
cuatro subcategorías bien definidas, a
saber: 1) “asesinos de familia” (family
slaughters), que son los únicos que
reconoce el FBI como tales y como una
variedad de los asesinos de masas; 2)
“asesinos en lugares de trabajo”
(workplace killers); 3) “asesinos en
establecimientos de enseñanza” (school
shooters), y 4) “asesinos líderes de sec-
tas o cultos destructivos” (cult leaders
killers).
Estas cuatro subcategorías comparten
el perfil criminal de algunas de las dos
primeras tipologías de asesinos múlti-
ples, pero se distinguen en la elección
riesgos (en el trabajo; a nivel escolar,
etc.) y por los criminólogos. No obstante,
he agregado, a los llamados “asesinos
líderes de sectas o cultos destructivos”,
los cuales han instigado y/o prot-
agonizado asesinatos múltiples espeluz-
nantes; a veces participando activamente
–como Adolfo de Jesús Constanzo, en
México o Jeffrey Lundgren en EE.UU.–, y
a veces, no –Charles Manson, en
EE.UU., o Shoko Asahara en Japón–.
Los medios de comunicación han tenido
–y tienen– un papel importante en esta
problemática, tanto sean escritos como
audiovisuales, en el momento de
transmitir la información acerca de estos
hechos criminales acaecidos. No es lo
mismo un “asesino en serie” que uno “de
masas” o uno “itinerante” y, si no se tiene
una idea clara sobre este tema, es
factible provocar una confusión en la
opinión pública. Por ejemplo, muchos
consideran a Charles Manson, Adolfo de
Jesús Constanzo y a Andrew Cunanan
como asesinos “en serie” y así figura en
gran cantidad de bibliografía y artículos
varios. No lo estimo correcto, pues no
cumplen con ninguno de los requisitos
para ser considerados como tales. Esto
se ha dado en nuestro país con Carlos
Robledo Puch, al que se lo cita, infinidad
de veces como “asesino en serie”, lo cual
es un grave error pues sus homicidios
eran posteriores a los robos (objetivo
principal) y no tenía la urgencia
irrefrenable de asesinar, sino que lo hacía
en forma “complementaria”.
- Ya vimos en uno de los números
anteriores de esta revista, que la Crimino-
TEMA’SRevista Digital de Criminología y Seguridad
de sus “objetivos”. Asimismo, las
tres primeras se encuentran
ampliamente reconocidas por
profesionales pertenecientes a
varias ramas de las ciencias del
comportamiento (psicólogos clíni-
cos y/o sociales, psiquiatras,
sociólogos, etc.), los analistas de
15. 25http://revista-temas.blogspot.com.ar
C R I M I N O L O G Í A Y S E G U R I D A D
ENTREVISTA
La DraDra. Susana P. García Roversi es
autora del libro “ASESINOS MÚLTIPLES
1”, perteneciente a la Colección SIN
PIEDAD, editado por Grupo Editorial HS.
ISBN 978-987-26342-1-6
editorialhs@gmail.com
En su obra expone todo un espectro tan
inesperado como macabro de sucesos
mundiales devastadores tratado en forma
concreta y concisa, con un lenguaje claro
y sin tecnicismos, para comprobar que el
horror siempre estuvo presente en los
anales del crimen internacional, en unos
países más que en otros, en unas
épocas más que en otras. ¿Estará ínsito
en la naturaleza humana? ¿Será cierto
que por medio del arte o el consumo
voraz de casos policiales se sublima el
“lado oscuro” de los seres humanos? La
obra es un estudio acerca de los
caracteres y motivaciones de estos
asesinos, tratando de clasificarlos y
ubicarlos en lugar y tiempo; pero, más
que eso, tratar de explicar lo que,
aparentemente, nos resulta inexplicable e
incomprensible. La autora intenta hallar
algunas respuestas; el lector podrá
deducir, por sí, las propias.
logía desde siempre ha intentado
clasificar a los delincuentes en general,
de hecho hay tantas clasificaciones como
autores han escrito sobre ello, y nos
preguntamos ¿Por qué clasificarlos?
¿Qué utilidad tiene hacer una
clasificación de los homicidas?
- Creo que la utilidad radica, precisa-
mente, en las razones por las cuales el
FBI elaboró su Manual de Clasificación
Criminal: poder agrupar los distintos
delitos en determinadas categorías; dar-
les uniformidad en su denominación en el
asentamiento en las bases de datos (con
el fin de evitar que cada estado y, a su
vez, cada condado o ciudad lo catalogue
a su modo); tener una serie de carac-
terísticas frecuentes en cada categoría,
con el fin último de llevar a cabo in-
vestigaciones profundas y alineadas, que
que permitan dilucidar con mayor rapidez
y efectividad los diferentes tipos de
homicidios. Creo que las clasificaciones
teóricas no sirven de mucho, salvo a los
fines didácticos. Las que realmente sirven
son las que tienen como objetivo la
eficiencia en las investigaciones. No es lo
mismo un crimen pasional que uno
planificado meticulosamente y enmasca-
rado de manera tal que entorpezca la
investigación; no son iguales los ase-
sinatos cometidos por pandillas que los
cometidos por asesinos seriales que ac-
túan en pareja o en grupos; de la mis-ma
manera tampoco lo es un asesinato por
odio (racial, religioso, político) que uno
por causa de narcotráfico. Son distintos
los escenarios y las distintas líneas de
investigación y cuanto más rápido se
logre encuadrar uno o varios asesinatos
en determinada categoría, más eficiente,
16. Revista TEMA’S Año II - Número 8 - Abril 2013
16
R E V I S T A D I G I T A L D E
ENTREVISTA rápida y precisa va a ser la investigación
con el fin de dilucidar su autoría, y
muchas veces, llegar al esclarecimiento
de otros crímenes que se siguen
cometiendo o fueron cometidos
anteriormente por el o los mismos
autores.
dado fuera de dicho manual. No se
contemplan los asesinatos en lugares de
trabajo o en establecimientos educativos
como subcategorías de asesinatos de
masas o itinerantes, a pesar de que lle-
van cierta antigüedad en su ocurrencia;
tampoco se contempla el delito de secu-
estro, homicidio y rapto, denominado
“secuestro fetal”, que fue estudiado pro-
fundamente por Ann Burguess y Vernon
J. Gebert, a pesar de que la propia autora
citada en primer término considera que
debería ser incluido como una nueva
categoría de “homicidio por causas
personales”. Definitivamente creo que yo
hubiera bregado de la mis-ma manera
por la creación del Centro Nacional y su
consiguiente base de datos, pero trataría
de que su actualización criminológica
fuera más periódica.
-También el Manual del FBI en su prólogo
indica que dicha clasificación tiene por fin
no solo el ordenamiento en la
terminología, sino además contribuir a la
investigación de los delitos. Respecto de
esto, en los Estados Unidos existe el
VICAP (The Violent Criminal Appre-
hension Program, “Programa de
Aprehensión del Crimen Violento”). Sobre
esto, hace unos años cuando se
comenzó a implementar, muchos policías
norteamericanos, con los que teníamos
contacto, se mostraban escépticos a sus
resultados y argumentaban sus dudas
sobre un programa informático que
pudiera ayudarles a esclarecer delitos.
Hoy, ya con algunos años en funciona-
miento ¿Qué podemos decir de su
aplicación en aquel país?
- La aplicación de este programa ha sido
muy efectiva y cada vez más eficiente, a
medida que el Programa se actualiza
continuamente y se agregan nuevos
parámetros en las investigaciones. Es
muy notorio como fue disminuyendo la
cantidad de víctimas, por ejemplo, de los
asesinos en serie pues son descubiertos
-Si no existiera la clasificación del Centro
Nacional para el Análisis del Crimen
Violento (Crime Classification Manual),
¿cómo clasificaría Susana García
Roversi a los asesinos u homicidas?
- Creo que sería muy parecida, pues la
considero uno de los grandes avances
de la Criminología aplicada a la práctica.
Lo que sí tendría en cuenta sería una
actualización más continua, puesto que
la última edición fue realizada en 2006 y
definitivamente no tendría el formato que
posee actualmente. El Manual fue rea-
lizado por diferentes autores –algunos
artículos fueron hechos con cola-
boraciones de otros–, bajo la supervisión
de John E. Douglas; Ann W. Burguess y
Allen G. Burguess y Robert K. Ressler.
Pero, desde esa fecha, no se ha vuelto
revisar, por lo tanto algunos “nuevos”
tipos de homicidios, ya instalados con
una metodología determinada, han que-
“Creo que las
clasificaciones teóricas
no sirven de mucho,
salvo a los fines
didácticos. Las que
realmente sirven son
las que tienen como
objetivo la eficiencia en
las investigaciones...”
17. 17WATSON CONSONTORES
SUSANA P.
GARCÍA ROVERSI
C R I M I N O L O G Í A Y S E G U R I D A D
ENTREVISTA
y capturados con mucha más rapidez.
Asimismo, el Centro Nacional, a través
del Programa (VICAP) posee la mayor
base de datos de ADN del mundo con un
aproximado de 8.500.000 muestras para
cotejo (récord Guiness). Y, por supuesto,
la informática ha contribuido enorme-
mente en la rapidez de la transmisión de
datos. Hay que tener en cuenta que en
los EE.UU. los ciudadanos no poseen un
documento nacional de identidad, sino
que utilizan como tal sus licencias de
conducir. Esto resultó ser un problema
grave respecto de la recopilación de
huellas dactilares, con el fin de tener una
base de datos para su cotejo, pues solo
se poseían las de las personas que, en
algún momento, habían entrado en
conflicto con la ley. Este escollo fue
solucionándose con el tiempo con dife-
rentes leyes federales (“acts”) que obligan
a los ciudadanos que prestan servicios en
el gobierno, las fuerzas armadas, los
centros de salud, las entidades bancarias
y, actualmente, hasta para otorgar las
visas de ingreso al país de todo tipo, a
entregar sus huellas dactilares, las
cuales, junto con la de los condenados
(reclusos o liberados), sospechosos, de-
tenidos, o quienes son interrogados como
testigos directos de un crimen (con el fin
de desligarlos de la investigación), día a
día continúa ampliando la base de datos
dactiloscópica también.
-Cambiando de tema, tuvimos oportu-
nidad en Facebook de compartir el video
de “El hombre de hielo” donde el Dr. Park
Dietz entrevista a Richard Kuklinski. Qué
nos puede decir, desde el punto de vista
criminológico, acerca de su percepción de
este personaje siniestro.
- Richard Kuklinski fue realmente un
psicópata asesino desde temprana edad.
Cometió su primer asesinato a los 13
años, en venganza contra un compañero
que lo hostigaba continuamente. Según él
mismo lo manifestara, sintió que era
mucho mejor “dar que recibir”; luego
comenzó a involucrarse con pandillas,
convirtiéndose en la “mano ejecutora”,
por el motivo que fuera. Al crecer, se
relacionó con diversas ramas de la mafia,
y se convirtió en un “asesino a sueldo”.
Pero eso no significó que sólo cumplía
“con sus encargos”, sino que también
asesinaba al azar, por el “simple hecho
de hacerlo”. Hay que tener en cuenta que
él fue condenado sólo por los homicidios
cometidos como sicario y sus confesiones
sobre la cantidad de personas que mató
sin ningún motivo fueron con poste-
rioridad a sus cinco cadenas perpetuas,
sin derecho a libertad condicional hasta
cumplir 70 años de condena efectiva.
Tenía 39 años al ser condenado y podría
solicitar el beneficio a los 109 años; murió
a los 70 años en 2006. Lo que más me
impactó de este asesino fue preci-
samente su frialdad absoluta, además de
sus “códigos” tan especiales: nunca
hubiera asesinado a un niño o a una
mujer, por ejemplo; cuando el Dr. Dietz le
preguntó si sentía placer al matar a
alguien contestó que no: “placer me
produce el sexo; matar a alguien no me
produce absolutamente nada”. Uno de
sus “pasatiempos” era salir munido de
arco y flechas, para probar “su efectividad
directamente en hombres al azar”, pues
le era “más entretenido que un círculo de
madera”. Sinceramente creo que de este
tipo de asesino psicópata no puede
esperarse rehabilitación alguna, al menos
hasta que las neurociencias nos den
algunas respuestas, pues no tengo ningu-
18. Revista TEMA’S Año II - Número 8 - Abril 2013
18
R E V I S T A D I G I T A L D E
ENTREVISTA na duda de que hubiera seguido
asesinando. No es el típico asesino en
serie; no poseía ni la necesidad
irrefrenable de ejercer su poder sobre
sus víctimas, ni tenía un modus operandi
determinado (podía utilizar armas de
fuego, venenos, armas blancas), como
así tampoco una firma o un ritual
determinados. Solo era una forma de
“entretenimiento” para él, lo cual lo torna
más espeluznante. Y reitero que todos
los homicidios que realizó por su cuenta,
fueron confesados luego de ser
condenado, gracias a la labor de un
agente federal encubierto, por los ase-
sinatos por encargo. El resto, hasta ese
momento, eran casos sin resolver y así
siguieron por lo que no se sabe
exactamente cuál fue el total de sus
víctimas. No estoy muy de acuerdo con
este tipo de política que llevan a cabo
los fiscales; solo buscan los casos que
pueden probar en forma indubitable y
conseguir una fuerte condena. Si el
homicidio es el único delito imprescrip-
tible en los EE.UU., al menos por
respeto a las familias de las víctimas, se
les debe una respuesta, que aunque no
sean suficientes las pruebas para
presentarlas a juicio, deben ser cono-
cidas por los familiares. El propio
Kuklinsky tampoco dio datos certeros
pues no tenía idea de a cuántas perso-
nas había asesinado; solo de algunas.
Pero teniendo en cuenta su carácter
estacionario en determinadas ciudades y
en un lapso preciso se puede deducir si
podría haber sido él o no el asesino de
algunas de las más de cien víctimas que
se atribuyó, en forma aproximada. Su
frase “matar no me produce absoluta-
mente nada” es devastadora.
-¿El criminal que más le haya
impactado…?
-Aunque muchos siempre se inclinan por
los asesinos en serie en su elección
(Ted Bundy, John Gacy, Andrei Chikatilo
o Gary Ridgway), a mí el caso que más
me impactó y realmente me llevó mucho
más tiempo la elaboración de su reseña
pues me sentía desbordada, fue el caso
de Marcus Wesson, un familicida quien
fuera encontrado culpable de nueve
cargos de homicidio en primer grado, y 14
crímenes sexuales, incluyendo violación y
abuso de sus hijas y sobrinas menores,
en Fresno, California. Sus víctimas fueron
sus propios hijos, engendrados, con una
de sus hijastras; con las hijas de otra
hijastra (que abandonó a su prole con la
“familia”) y, por relaciones incestuosas
con estas hijas habidas, en un evento
confuso y controvertido, el 12 de marzo
de 2004. Fue condenado a muerte más
102 años de prisión por los cargos de
abuso sexual agravado. Es tal el grado de
perversión de este sujeto que realmente,
por momentos, sentía que perdía mi
objetividad en la confección de la reseña
y mis emociones me sobrepasaban.
Lamentablemente no fue un caso muy
conocido, a nivel mundial, debido a que
fue contemporáneo con el enjuiciamiento
del cantante Michael Jackson, por cargos
de abuso de menores, el cual acaparó
todos los titulares de la prensa tanto
norteamericana como mundial. Llegué a
este terrible evento gracias a un
periodista de Associated Press, Monte
Francis, quien regresaba de cubrir el
juicio por el homicidio de una mujer en
avanzado estado de gravidez, por parte
de su pareja, cuando vio un tumulto al
pasar por Fresno y se encontró con el
resultado de este macabro suceso. Fue
tal el impacto que le causó, que decidió
comenzar una investigación más
profunda, que resultó ser su primer libro,
pues nunca había visto u oído de un caso
tan aberrante como este.
-En el prólogo de su obra destaca que el
53% de los homicidios en Argentina no
tienen sentencia y eso se debe en más
de un 90% a errores periciales en la esce
19. 19http://revista-temas.blogspot.com.ar
C R I M I N O L O G Í A Y S E G U R I D A D
ENTREVISTASUSANA P. GARCÍA ROVERSI
na del crimen, porcentajes que, en
general, podríamos trasladar a otros
delitos también. No sería hora que ya en
la Argentina exista una verdadera la
Policía Judicial, independiente de la
Policía de Seguridad o Administrativa.
-Por supuesto que es una tarea
ineludible pero para ello hace falta
voluntad política, que evidentemente no
la hay. Eso no quiere decir que no haya
peritos expertos con un bagaje muy
importante de experiencia y conoci-
miento; pero si las evidencias son
recogidas de manera deficiente, por per-
personal no calificado para ello, el
resultado de sus informes no puede
hacer milagros. Tenemos que tomar
conciencia de la necesidad de una for-
mación, seria y avanzada de científicos
capaces e idóneos en todas las ramas
de la criminalística: que debemos tener
programas y oficinas dedicadas exclu-
sivamente a los crímenes violentos; una
escuela de perfilación criminal, pues
dicha técnica no solo sirve para los
asesinatos en serie, sino también para el
correcto y eficaz estudio de cualquier
escena de un crimen violento; una poli-
cía profesional-científica autónoma, inte-
20. Revista TEMA’S Año II - Número 8 - Abril 2013
20
R E V I S T A D I G I T A L D E
ENTREVISTA grada por profesionales especializados
en la recolección de evidencias que
acuda inmediatamente al llamado de las
fuerzas policiales, las cuales en un
primer momento, deben tener prohibido
el acceso a la escena del suceso (que
luego se determinará si se ha cometido
un delito o no) hasta que los especia-
listas y forenses hayan terminado con su
trabajo, de acuerdo a las reglas de un
protocolo único de investigación, que
tampoco existe; un cuerpo de pro-
fesionales dedicados al estudio de las
ciencias de la conducta, para ayudar,
controlar y dirigir a la fiscalía y que
permita a la defensa, en su caso, ejercer
el mismo derecho. Tenemos mucho que
aprender y no tener temor alguno de
invitar a los que saben, por ejemplo, el
FBI, el cual es llamado por muchos
países del mundo para ayudar en las
investigaciones de casos que aparecen
complicados, como Japón, Australia,
Colombia, México, el Reino Unido, entre
muchos otros, o para señalar el camino
a seguir para lograr estos cambios que
tanto necesitamos y que a ellos les fue
muy difícil de implementar, pues la buro-
cracia, lamentablemente, no reconoce
fronteras. Tampoco es cuestión de crear
instituciones solamente; estas tienen
que ser eficientes y para ello la edu-
cación y conocimiento científico son
imprescindibles. En nuestro país –y en
muchos otros– las investigaciones son
dirigidas por un fiscal o un juez de
instrucción que no tienen el más mínimo
conocimiento criminológico, pues la
Criminología no es reconocida como
ciencia autónoma sino como un com-
ponente más del Derecho Penal. Craso
error; el derecho penal lo que busca es
la sanción, la pena; tiene pautas para el
procesamiento: deberes, derechos, y
garantías; pero es, lamentablemente no-
torio, que las investigaciones conducen-
tes para llegar a determinar la auto-ría
de un determinado delito no son las ade-
cuadas, y de allí, la cantidad de casos sin
resolver que tenemos. No se solicitan las
pruebas que correspondieran; no se
actúa con la rapidez suficiente; no se
realizan los interrogatorios a las personas
adecuadas; no se recoge la evidencia
como corresponde, ni tampoco posee un
protocolo nacional uniforme que garantice
la cadena de custodia y su correcta
preservación y así podría seguir largo
rato enumerando irregularidades o negli-
gencias. Pero esto no es actual; posee
larga data y por nombrar algunos ejem-
plos conocidos: los asesinatos de
Leopoldo “Poli” Armentano; Natalia
Fraticcelli (que terminó siendo cerrado
como “suicidio”, lo cual desde cualquier
perspectiva, es notoriamente improbable);
Nora Dalmasso; Erica Soriano, Candela
Rodríguez y, si retrocedemos más en el
tiempo, el de Aurelia Bryant; las niñas
Nair Mustafá y Jimena Hernández; Carlos
Menem hijo; Jorge Fernández Prieto; la
masacre de “La Payanca”; la “desa-
parición” de la Dra. Cecilia Giubileo, y la
lista se torna interminable. Creo que es
hora de un cambio radical en este sentido
pues hasta ahora solo se han aumentado
las penas, las garantías procesales, los
beneficios carcelarios... pero si no tene-
mos a quien enjuiciar es mucho más
grave.
-Por último: ¿Qué nos dice Susana sobre
su obra?
-La Colección recién comienza y tengo
por delante una tarea exhaustiva, pero sé
que es única en su temática en español.
En los EE.UU. y también en Gran
Bretaña, hay miles de libros de este tipo,
enciclopedias de asesinos en serie, de
masas, de crímenes irresueltos, pero esto
no existen en nuestro idioma. Hay casos
completamente desconocidos en
Latinoamérica, tanto de otros países
como de la propia región. Sé que he
emprendido una tarea ardua y compleja,
pero me gustan los desafíos y mi deseo –
21. 21http://revista-temas.blogspot.com.ar
C R I M I N O L O G Í A Y S E G U R I D A D
ENTREVISTA
SUSANA P. GARCÍA ROVERSI
e intención– es que los lectores
obtengan información, en forma clara y
sencilla y saquen sus propias
conclusiones, en comparación con el
resto del mundo; lo mismo respecto de
los profesionales de cualquier rama de la
ciencia (forenses, abogados, médicos –
en todas sus especialidades–,
criminólogos, criminalistas, etc.) puedan
ver cómo se trabaja en otros países; las
diferentes legislaciones y, nuevamente,
la casi obligada comparación entre cada
una de ellas. Latinoamérica tiene mucho
que aprender en Criminología y Crimina-
lística para evitar la gran cantidad de
crímenes sin resolver que posee (a pe-
sar de ser la región del mundo que más
congresos, talleres, seminarios y cursos
ofrece continuamente); tiene que rever
su sistema penitenciario, sin la falsa
opción de “si va a la cárcel sale peor” o
“no hay más lugar, por lo tanto, hay que
dejarlo en libertad”; que sea más
restringido el criterio de los jueces para
otorgar la libertad condicional –por
ejemplo, el dictamen pericial psicológico
y psiquiátrico debería ser vinculante y no
solo el informe del servicio peniten-
ciario– respecto de determinados
delincuentes (entre los últimos casos de
libertades otorgadas a ofensores sexua-
les, dieron como resultado, al menos
tres violaciones seguidas de muerte que
nunca tendrían que haber sucedido: los
casos de las jóvenes chaqueñas Sole-
dad Bargna, Tatiana Kilozdiez y la niña
pampeana Sofía Viale); crear lugares de
detención para asesinos enfermos
peligrosos donde puedan ser asistidos
como seres humanos, con medicación y
tratamiento adecuados; cárceles que se
correspondan con los mandatos
constitucionales y no sean meros depó-
sitos de personas “haciendo nada”; crear
de una vez por todas el registro de
ofensores sexuales para ser
monitoreados, una vez que cumplen su
condena o son puestos en libertad
condicional. Los derechos y garantías
constitucionales y los derechos
humanos son para los imputados o
condenados pero también para las
víctimas y para el resto de la sociedad;
por esa misma razón, deben ser
igualmente respetados. Si conocer cómo
funcionan otros países –en las
investigaciones criminales, procesos
judiciales y tratamientos penitenciarios
diversos– ayuda en algo a lograr estos
objetivos, esa es mi meta.
…Susana García Roversi
hace rato que sabe no
perderse en los vericuetos de
la ciencia fría, si no
aventurarse y explorar los
dolorosos fenómenos en
donde la humanidad debe
saber leer “la vida que
esconde la muerte” y la
“transformación redentora
que inspira el dolor…
Prof. Dr. Mariano N. Castex.
22. Revista TEMA’S Año II - Número 8 - Abril 2013
22
R E V I S T A D I G I T A L D E
SUSANA P. GARCÍA ROVERSI
LA RELACIÓN ACTUAL ENTRE LOS
TRASTORNOS MENTALES Y EL
ASESINATO MULTIPLE.
Tiroteos en una escuela de Colorado o
de la provincia de Buenos Aires; en una
oficina postal de Oklahoma; en una
sucursal de una firma multinacional en
Honolulu; en un restaurante en San Diego
o en Bogotá; ataques con armas blancas en
un centro comercial en Tokio o en el centro
de Madrid, y el mundo es testigo de otro
súbito y “aparente” relámpago violento
homicida. Usualmente, los periodistas
llegan antes que las ambulancias, y en
algunos casos, antes que la propia policía, y
comienzan con su trabajo, de entrevistas a
vecinos, amigos o familiares del asesino,
sus amigos o familiares, e,
invariablemente, ellos dicen algo así como:
“Él/ella sólo explotó”.
Pero esta “razón” no puede tomarse en
una forma tan simplista: este tipo de ase-
sinos no “explotan”. Un muy buen informe,
realizado por el periódico “The New York
Times” reveló que, estudiados 100 ataques
relámpagos mortales de violencia, la
mayoría de los asesinos se había ido
deteriorando, en forma lenta, tanto mental
como emocionalmente. La mayoría de ellos
Reconocida por su trayectoria como
investigadora, la Dra. Susana P.
García Roversi nos acerca un
fragmento del Capítulo I de su obra
“SIN PIEDAD” (Asesinos Múltiples 1).
Este primer tomo de su libro trata
sobre Asesinos de masas e itinerantes,
de familia, el lugares de trabajo, en
establecimientos de enseñanza y
líderes de sectas o cultos destructivos.
23. 23http://revista-temas.blogspot.com.ar
C R I M I N O L O G Í A Y S E G U R I D A D
dejaban un “mapa” con serias señales de
advertencia; pasaron meses para
planificar sus ataques; acumularon o
consiguieron armas fácilmente; expusieron
–a sus compañeros de trabajo, de escuela,
o a su familia misma– sus planes
sangrientos. Y lo más lamentable: muchos
mostraron signos de trastornos severos en
su salud mental, habían sido tratados
psiquiátricamente, pero en forma
negligente, inapropiada, y hasta
medicados en forma equivocada.
No obstante, a medida que se avanza en
la investigación, caso tras caso, “apa-
recían” los olvidados, perdidos o ignorados
signos de advertencia: por un displicente y
burocrático sistema de atención de salud
mental; por familias incapaces de
enfrentar los serios problemas mentales
en su seno (ya sea por ignorancia,
negación o imposibilidad real a raíz de la
violencia y/o negación del propio enfermo);
por empleados, docentes y directores o
encargados, quienes fallan al no tomar
seriamente las amenazas, y hasta por la
policía que, cuando era alertada por
familiares, vecinos o amigos temerosos,
resultaron incapaces de intervenir antes
de que erupcionara, en forma mortal, la
violencia.
En el 34 % de los casos estudiados, sin
embargo, las familias, los amigos o los
compañeros de los asesinos, desespe-
radamente, trataron de buscar algún tipo
de ayuda para una persona que parecía
ser una “bomba de tiempo”, pero, en forma
invariable, sus reclamos eran minimizados
por la policía, los administradores de
establecimientos de enseñanza o las
empresas en las cuales prestaban ser-
vicios. El sistema de salud mental tam-
poco funcionó como hubiera debido
hacerlo, por las razones que más adelante
veremos. También hubo casos en que los
propios enfermos buscaron ayuda y
también fueron ignorados o tratados en
forma negligente o inapropiada (James
Huberty, Sylvia Seegrist, por nombrar
algunos). Y, en honor a la verdad, otros
fueron tratados en forma apropiada,
gastando el estado cientos de miles de
dólares en sus tratamientos, pero tampoco
pudieron detener esta furia homicida
(Robert Hawkins).
En respuesta a la escalada de este tipo de
homicidios múltiples de tipo relámpago, en
escuelas, lugares de trabajo, tiendas,
restaurantes y otros lugares públicos, el
diario reexaminó, en el año 2000, estos
violentos incidentes ocurridos en los
EE.UU. en los últimos 50 años, o sea, desde
1950 hasta dicho año. Se recabó gran
cantidad de información de este centenar
de casos y se estudiaron, exhaustivamente,
25 de dichos sucesos, una cuarta parte
sorprendente, los cuales sólo habían
atraído una local y pequeña cobertura
mediática. El informe también incluyó
revisiones de los casos judiciales y los
archivos de salud mental, además de
entrevistas con familiares y amigos,
psicólogos y víctimas, en un esfuerzo para
arrojar algo más de luz sobre esta gente
que estuvo tan cerca de cada tragedia, y
con ello intentar un aprendizaje preventivo.
En algunos casos, los periodistas entre-
vistaron a algunos asesinos personalmente,
aunque son muy pocos los que no se
suicidan o son abatidos por las fuerzas
policiales, y de los que se encuentran
internados o encarcelados, muchos se
niegan, sistemáticamente, a hablar con la
prensa. Es importante señalar, a esta
altura, que si bien en los Estados Unidos
ocurrieron la mayoría de estos casos, en el
resto de los países no se han realizado in-
24. Revista TEMA’S Año II - Número 8 - Abril 2013
24
R E V I S T A D I G I T A L D E
investigaciones de este tipo, aunque se han
tomado algunas medidas preventivas, en
casos específicos (como Alemania, respecto
de los ataques a establecimientos
educativos, o Suiza, al respecto de los
edificios gubernamentales). En España, se
ha llevado a cabo un cambio en la
legislación penal, por el cual, aunque un
condenado, estando sano mentalmente,
reciba 84 años de prisión (como el caso
de Francisca Ballesteros, cap. IV), solo
cumple 25 años de prisión efectiva y luego
quedan el libertad condicional o, como el
caso de la Dra. De Mingo (cap. V) quien
fue confinada a un máximo de 25 años de
internación, ya que si bien fue considerada
como culpable, se la consideró insana (sufre
esquizofrenia paranoide) y luego quedará
bajo custodia de sus padres, con los
consiguientes problemas que esto puede
acarrear, como veremos más adelante, ya
que este tipo de enfermedad mental es muy
grave y muy difícil de controlar por parte
de la familia. Peor aún fue el cambio
respecto del régimen penal juvenil, ya que
siendo menores de 18 años no cumplen
condenas efectivas por más de 12 años, aún
en caso de ser considerados insanos (José
Rabadán, cap. IV).
Sobre la base de esta información, el
periódico encontró que en el 63 % de los
casos (los cuales involucraron a 102
asesinos –en la “Masacre del Institu-
to Columbine fueron dos y, junto
con Charles Starkweather, fue con-
denada su novia también– ellos habían
realizado amenazas de violencia sobre otras
personas “por adelantado”; un 55 % invo-
lucraron asesinos que, regularmente,
tenían explosiones de furia o frustración, y
un 35 % de ellos poseía un historial de
comportamiento extraño y violento (Jen-
nifer San Marco, Byran Uyesugi, Willi-
LA RELACIÓN ACTUAL ENTRE LOS
TRASTORNOS MENTALES Y EL
ASESINATO MULTIPLE
Susana P. García Roversi
am Douglas, cap. V. Asimismo, notaron, en
forma importante, que en los círculos donde
los asesinos se manejaban, eran conocidos por
apodos similares: Crazy Pat (Patrick
Sherrill, cap. V), Crazy Joe, Crazy John,
Crazy Kreutzer (William Kreutzer Jr.) –
crazy: loco–, como así también que en el 40 %
de estos casos, los miembros de la familia y
otros allegados dijeron que habían notado un
cambio súbito en la conducta de estos sujetos,
en el período anterior al ataque.
En el extenso informe, el profesor G. Dewey
Cornell, un psicólogo clínico en la Univer-
sidad de Virginia y director del Proyecto de
Violencia Juvenil de dicho estado, que estudia
la seguridad escolar y prevención de la
violencia declaró: “Cuanto más uno se
adentra en cada caso, todo adquiere mayor
sentido (...). Esta idea de que alguien «sólo ex-
El caso de francisca
Ballesteros, apodada
“La envenenadora de
Melilla fue descubierto
por un onocido del
barrio en dónde residía
cuando éste4 se
acercó a su casa y allí
pudo ver el estado
agonizante de sus dos
hijos.
25. 25http://revista-temas.blogspot.com.ar
C R I M I N O L O G Í A Y S E G U R I D A D
plota» está basada en la ignorancia y la
negación (...). La gente no «sólo explota» en
un instante. Las presiones se acumulan”.
Muchos psicólogos y psiquiatras
advierten que es imposible predecir el
comportamiento violento, y que la mayoría
de las personas que amenazan con la
violencia no la llevan a cabo. A menudo,
solo en retrospectiva, la vida de estos
asesinos parece ser coherente pero, en
forma escalofriante, van apareciendo los
signos del peligro subyacente. Mirar hacia
atrás es muy fácil, pero ¿cómo podría la
gente saber que esa persona resultaría ser
un asesino múltiple? En particular, ¿cómo
pudieron los trabajadores de la salud
mental, e incluso la policía, haber pasado
por alto las señales de advertencia?
En muchos casos, no había persona
alguna, en la vida del asesino potencial,
que pudiera reunir todas las pistas letales.
Colegas, amigos, familiares, profesionales
de salud mental, profesores y la policía
pueden tener, de forma independiente,
indicios algo inquietantes, pero no existe
comunicación entre ellos. Los vecinos o
compañeros de trabajo asustados deciden,
por lo general, que es más seguro
mantenerse a distancia; los amigos se ríen
cuando el potencial homicida habla de sus
planes, pues no lo toman en serio; los
padres asumen una actitud de negación; no
saben a dónde acudir o, simplemente,
esperan que esta furia irracional no sea
más que “una etapa”.
“Es como mirar el cielo de la noche'”, dijo
Robert Granacher Jr., psiquiatra en
Lexington, Kentucky, que ha examinado
los registros de varios de este tipo de
asesinos. “Si sólo se mira una o dos
estrellas, no se puede ver toda la
constelación. Es lo mismo con esta infor-
mación fragmentada; nadie tiene el cuadro
Watson Consultores
completo”, por lo tanto crece la
vulnerabilidad de la sociedad ante este tipo
de ataques.
Finalmente, la revisión de estos casos
sugiere que si la gente entendiera más
sobre las enfermedades mentales y
conectara las pistas, muchos de estos
asesinatos se hubieran podido evitar.
En la zona rural del Condado de Giles,
Tennessee, el 15 de noviembre de 1995,
antes de los tiroteos “regulares” en las
escuelas que poblaron los titulares
periodísticos, un delgado adolescente de 17
años de edad, se dirigió por el pasillo de la
Escuela Richland con su rifle negro, calibre
.22, Remington Viper. Su nombre era Jaime
Rouse y, como siempre, estaba vestido de
negro. Se acercó a dos profesoras que
estaban charlando en la sala, y sin mediar
palabra disparó a cada una de ellos en la
cabeza: una resultó herida gravemente; la
otra, murió. Luego Jaime sonrió y se dirigió
hacia el entrenador de fútbol de la escuela,
pero una estudiante, Diana Collins, justo se
cruzó en su camino; una bala le atravesó la
garganta, asesinándola.
Jamie Rouse había enviado señales de
auxilio, durante años, a los adultos que lo
rodeaban. Más sorprendente resulta que la
policía dijo que sabían que Jaime había
contado, a unos cinco amigos adolescentes,
exactamente cómo había planeado llevar su
rifle a la escuela y comenzar a matar.
Ninguno de ellos había pedido ayuda a
nadie. De hecho, la noche anterior, la
noticia de la masacre planificada fue
transmitida, como un chisme macabro, por
el amigo de Jamie, Stephen Abbott, a un a-
26. Revista TEMA’S Año II - Número 8 - Abril 2013
26
R E V I S T A D I G I T A L D E
el plan y así convertirse en un cómplice.
Según los fiscales el no poder actuar ante
los signos de advertencia, no constituía un
delito, pero al verlo en retrospectiva, creo
estar en condiciones de afirmar que hubo
muchas personas “culpables” de lo que
pasó.
dolescente que con el que éste trabajaba en
una estación de servicio, Billy Rogers y, a
su vez, éste se encargó de esparcirlo a una
larga cadena de adolescentes.
“Él me dijo que algo iba a pasar en la
escuela al día siguiente, y que yo iba a
perder un par de amigos”, declaró Rogers.
“Steve me dijo que si había un Dios, esa
noche debía nevar, así no tendríamos que ir
a la escuela al día siguiente”.
En su testimonio, Stephen Ray, uno de
los mejores amigos de Jamie Rouse, dijo
que había sonado “ridículo” cuando Jaime
le había dicho algo acerca de disparar a
alguien, el día antes de los asesinatos,
mientras se alejaba de la estación de
combustible, con un amigo, chirriando los
neumáticos del auto.
Ray, luego de unos años y siendo un
estudiante universitario en Knoxville,
temblaba durante una entrevista que le
hizo el periódico, en su dormitorio, cuando
él dijo que era difícil comprender que el
“alardeador” de Jamie Rouse se convertiría,
en realidad, en un asesino. Incluso, cuando
el atacante se presentó aquella mañana con
un rifle y una caja de balas, Ray dijo que no
creyó, en ningún momento, que realmente
lo haría. “No era una broma (...). Era algo
real”, declaró posteriormente. Los fiscales
de Tennessee dijeron que se sentían
frustrados, pues las normas jurídicas no les
permitían acusar a Ray, porque él no había
hecho absolutamente nada para promover
TEMA’SRevista Digital de Criminología y Seguridad
En noveno grado, Jamie se había
realizado, con sus uñas, una cruz invertida
en su frente, un símbolo que, según dijo a
otros estudiantes, era una señal de
adoración a Satanás. Muchas personas,
incluidos los docentes, se habían dado
cuenta de la marca, que duró un par de
semanas, pero solo lo hablaron entre ellos.
En su casa, durante su primer año, Jamie
acorraló a su hermano Jeremy a punta de
pistola y amenazó con matarlo; como
castigo, los padres de Jamie le quitaron la
pistola. Al comienzo de su último año,
colocó en su anuario: “Yo, Satán, James
Rouse, dejo mis malos recuerdos de aquí a
mis dos hermanos”. En ese momento, según
el testimonio en el juicio, Rouse estaba
trabajando de noche, siempre en estado de
máxima alerta para mantenerse despierto
durante la noche y tomaba un medi-
camento para conciliar el sueño cuando ter-
27. 27WATSON CONSULTORES
minaba su trabajo; además escucha-
ba heavy metal, a todo volumen, para
“ahogar las voces que escuchaba en su cabe-
za”, manifestó a los psiquiatras forenses.
Unos meses antes del ataque, se había
involucrado en una violenta pelea con otros
dos chicos en la escuela.
Pero, cuando los maestros los separaron
“Jamie no se calmaba”, recordó Ronald W.
Shirey Jr., el entrenador de fútbol que
salvó su vida de milagro. “Estaba total-
mente fuera de control, y me dijo: «te
mataré»”, declaró. Luego de la pelea, las
autoridades de la escuela llamaron a la
policía y Jaime enfrentó cargos menores,
además de ser suspendido por tres días.
Pero pasó el tiempo. Su madre declaró,
posteriormente, que “no se le había ocu-
rrido a solicitar asesoramiento” para su hijo
y que cuando comenzó la temporada de
caza, ellos (sus padres) le devolvieron su
arma (típica actitud de negación paterna
ante los signos de advertencia
manifestados).
Mucho tiempo después del crimen, el
entrenador Shirey dijo que cuando los
investigadores del gobierno trataron de
estudiar los medios para evitar los tiroteos
en las escuelas, le solicitaron que hiciera
circular una encuesta entre los profesores
de la escuela Richland, que tiene
estudiantes desde el jardín de infantes
hasta el 12º grado, con el fin de recabar
información acerca de Jamie Rouse; “nin-
guno de ellos contestó con más de un
párrafo”, dijo. “No se pudo encontrar
maestro alguno que hubiera resultado cer-
cano a Jamie Rouse desde la escuela
primaria (...). Nadie sabía lo suficiente para
decir algo”.
Los adultos lo notaban “extraño”, y los ado-
C R I M I N O L O G Í A Y S E G U R I D A D
LA RELACIÓN ACTUAL ENTRE LOS
TRASTORNOS MENTALES Y EL
ASESINATO MULTIPLE
Susana P. García Roversi
lescentes, que lo conocían, no lo decían. En
cuanto a lo que declaró Jaime Rouse, luego
de ser detenido, resulta estremecedor: “En
realidad yo pensaba que el público estaría
contento porque pensaba [sic] que todos
podrían ver esto y saber y entender mi
buena intención”.
Estos asesinos relámpago, jóvenes y
adultos, a menudo hablaban con meses de
anticipación sobre sus planes criminales, y
en un 54 % de los casos los homicidas, como
Jamie Rouse, proporcionaron descripciones
explícitas de contra quién, en dónde o
cuándo llevarían a cabo su accionar
criminal.
Charles Whitman (cap. II), el
francotirador que disparó a 45 personas,
matando a 14 e hiriendo a otras 32, desde
lo alto de la torre en el campus de la
Universidad de Texas en Austin en 1966, le
había dicho a un psiquiatra de la
universidad, cuatro meses antes del
ataque, que había estado pensando en ir
“hasta en la torre con su rifle para matar
ciervos y comenzar a disparar a la gente”.
28. Revista TEMA’S Año II - Número 8 - Abril 2013
28
R E V I S T A D I G I T A L D E
traba “estable” y “parecía haber mejorado”
(sufría de esquizofrenia paranoide, la más
grave de todas las enfermedades mentales).
Sus crímenes fueron la culminación de diez
años de crecimiento de psicosis, delirios
agobiantes y ataques violentos contra todas
las personas que trataron de ayudarla.
Andrew Wurst, de 14 años, mostró a un
grupo de amigos una pistola que su padre
tenía escondida en un cajón de la cómoda, y
les dijo que planeaba utilizar nueve
granadas para matar a nueve personas que
odiaba, y luego se suicidaría. En 1998,
comenzó a disparar en su fiesta de
graduación de octavo grado, matando a un
maestro muy querido por los estudiantes e
hiriendo a otras tres personas.
En un caso tras otro, los amigos,
familiares y otras personas que escucharon
las amenazas y no tomaron acción alguna,
después dijeron que no habían actuado,
pues les parecía incomprensible que un ser
humano llevara a cabo tales amenazas.
Otros dijeron que habían escuchado el
alarde asesino de la violencia con tanta
frecuencia que, al igual que los habitantes
del pueblo incrédulo cuando el niño gritó
“lobo” (cuando realmente se acercaba un
animal a su ganado, aunque muchas veces
lo había hecho “como broma”), simplemente
no lo tomaban en serio.
Sylvia Seegrist (cap. II) ingresó y egresó
de instituciones para enfermos mentales 12
veces en 10 años, mientras sus padres
buscaban un programa tipo residencial
donde ella pudiera estar bajo tratamiento
continuo. Ellos sabían que era peligrosa:
había herido con un cuchillo a una
psicóloga; había intentado estrangular a su
madre y tenía un arma escondida en su
apartamento. Pero siempre era dada de
alta, una vez que se la medicaba, se encon-
TEMA’SRevista Digital de Criminología y Seguridad
Su madre, en una entrevista, recordó los
sentimientos “de desesperanza, impotencia,
desesperación, y de tristeza increíbles'',
mientras ella y su esposo veían a su hija
superada por la esquizofrenia. Pero, a su
vez, también le temía: “Te sacaré del
medio”, le había dicho su hija.
El estudio del periódico halló que gran
parte de este tipo de asesinos múltiples
sufrían de graves psicosis; la gente que los
rodeaba los notaba enfermos y necesitados
de ayuda, además de que los tratamientos
que recibían, habían resultado insuficien-
tes, y hasta incoherentes (prescribir un
antidepresivo a un psicótico, por ejemplo)
por parte de un sistema de salud mental
que se mostró incapaz de ayudar a estos
pacientes particularmente difíciles. Muchos
defensores del actual sistema argumentan
que solo un pequeño porcentaje de los enfer
29. C R I M I N O L O G Í A Y S E G U R I D A D
mos mentales son violentos, y se niegan a
aceptar cualquier vínculo entre la
enfermedad mental y la violencia, con la
preocupación de estigmatizar aún más a
una población maltratada.
él era Dios. Un día, cuando predicaba a
cinco mujeres y dos niños en la trastienda
de una escuela de belleza, los obligó a
colocarse en el piso, en forma de círculo, y
disparó, metódicamente, a cada uno de e-
llos en la cabeza, asesinando a cinco de
ellos.
En una carta que Smith envió a un
reportero del periódico desde la prisión en
enero de 2000, eludió todas las preguntas
sobre su enfermedad y escribió: “¿Lec-
ciones? Lo único que he aprendido es el
valor de mantener la necesidad de
mantener el control férreo sobre los propios
fluidos corporales esenciales”. Culpó a la
“auto-estimulación sexual” por su crimen y
señaló que había tratado de amputarse el
pene en la cárcel con el pequeño gancho
que sirve para abrir una lata de gaseosa.
“Cuanto más malos son, su sensibilidad
es menor en el ataque violento en sí”, dijo
Anthony G. Hempel, psiquiatra jefe de
forenses en el campus del hospital del norte
de Texas en Vernon. Este profesional, que
ha estudiado a varios asesinos de masas,
dijo que, “a diferencia de los asesinos en
lugares de trabajo [literalmente, dijo going
postal, ver Patrick Sherrill, cap. V],
cuando alguien mata a extraños o a niños,
las probabilidades de que sean enfermos
mentales son más altas”.
Roxie M. Wallace sabía que algo andaba
mal cuando su hijo Jeffrey, ya mayor, la
visitó, y cerró su habitación con un
candado. El joven, a veces, dormía con un
LA RELACIÓN ACTUAL ENTRE LOS TRASTORNOS
MENTALES Y EL ASESINATO MULTIPLESusana P. García Roversi
Sin embargo, la investigación de este
estilo particular de la violencia –asesinatos
múltiples en lugares públicos– presentó
una asociación muy elevada entre la
violencia y la enfermedad mental. El 47 %
de los asesinos tenían antecedentes de
problemas de salud mental; un 20 %
habían sido hospitalizados, alguna vez, por
problemas psiquiátricos, y un 42 % habían
sido examinados por profesionales de la
salud mental.
Las drogas psiquiátricas habían sido
prescriptas, en algún momento antes de los
episodios violentos, al 24 % de los asesinos,
y pero el 14 % de estas personas no las
estaba tomando cuando llevaron a cabo su
accionar criminal. Los diagnósticos de
enfermedades mentales, a menudo, son
difíciles de precisar, por lo que el
comportamiento fue tabulado por el
periódico: un 23 % de estos asesinos
mostraron señales de depresión grave antes
de los asesinatos, y un 49 % expresaron
ideas paranoides.
Algunos de los homicidas que sobrevivie-
ron a sus acciones criminales dejaron en
claro que preferían ser considerados como
criminales en lugar de enfermos mentales.
En 1966, Robert Benjamin Smith, de 18
años, en una escuela secundaria de alto
nivel en Mesa, Arizona, dijo que creía que
29http://revista-temas.blogspot.com.ar
30. Revista TEMA’S Año II - Número 8 - Abril 2013
30
R E V I S T A D I G I T A L D E
Los abogados defensores de Wallace
sostuvieron, sin éxito, que estaba insano
mentalmente, pero su defendido insistió –y
lo siguió haciendo durante la entrevista–
en que sus acciones eran perfectamente
racionales. “El mejor ejemplo que puedo dar
es que si estás en tu casa y alguien irrumpe
en ella por la fuerza te tienes que defender y
terminas matando a alguien. Es terrible,
pero ¿qué otra cosa se puede hacer?
Desde su casa en Tennessee, la señora
Wallace dijo que había intentado, durante
años, persuadir a su hijo para que buscara
ayuda, pero él se negaba enfáticamente.
“Tenía miedo de que él se suicidara o
matara a alguien o que iba a «luchar» para
salvarse a sí mismo como un animal
enjaulado'', declaró.
Este tipo de asesino enfermo mental es
extremadamente difícil de tratar, dicen los
psiquiatras que lo han entrevistado. Ellos
niegan su enfermedad, se resisten a los
medicamentos y al tratamiento y, a
menudo, son muy perspicaces para
enmascarar los síntomas y, con ello, evitar
ser hospitalizados en contra de su
voluntad, lo cual es una condición
ineludible en el sistema de salud mental.
Incluso aquellos que reciben tratamiento
psiquiátrico no siempre reciben la ayuda
que necesitan (casos De Mingo y Jennifer
San Marco, cap. V).
Joseph Brooks Jr. era el hijo de un policía
de Detroit y uno de los pocos estudiantes
negros que logró su ingreso a una pretigio-
cuchillo junto a su cama y ella se dio
cuenta de que cada vez estaba más
paranoico; hablaba sin cesar sobre las
“fuerzas del mal”, y lo más inquietante fue
lo que dijo en diversas entrevistas y cartas:
su hijo a veces “gruñía como un perro
pequeño o un lobo”.
Jeffrey Wallace nos muestra lo difícil que
puede ser intentar sacar a alguien de un
universo delirante, incluso cuando amigos y
familiares dan aviso y quieren hacer algo al
respecto. Wallace, al igual que otros
asesinos múltiples en lugares públicos,
estaba convencido de que se defendía
contra una intrincada conspiración. Un 49
% de los asesinos implicados se los había
visto con recelo extremo, irracionalidad y
desconfianza hacia los demás; esto sucede
pues, en su paranoia, piensan que deben
defenderse contra las amenazas que los
demás no ven.
Incluso ahora, encarcelado en una prisión
aislada en el estado de Florida, Wallace, de
38 años, insiste en que no tenía más
remedio que abrir fuego, en 1997, en un bar
de Key West, donde una vez trabajó,
matando a una persona e hiriendo a otras
tres.
En una larga entrevista en la cárcel,
Jeffrey Wallace no pudo apartarse de su
teoría complicada que en la barra donde se
vendían las bebidas, funcionaba el centro
del crimen organizado –un círculo de
drogas y prostitución– y que “estaba
seguro” que poseía fuertes lazos con el
satanismo, el presidente Clinton y Garrison
Keillor, presentador del programa de la
radio pública Prairie Home Companion.
Watson Consultores
LA RELACIÓN ACTUAL ENTRE LOS
TRASTORNOS MENTALES Y EL
ASESINATO MULTIPLE
Susana P. García Roversi
31. 31http://revista-temas.blogspot.com.ar
C R I M I N O L O G Í A Y S E G U R I D A D
TEMA’SRevista Digital de Criminología y Seguridad
conjunto de pacientes de clase media
superior, que sufría trastornos de depresión
o ansiedad; o sea, nada tan severo como la
esquizofrenia paranoide. Brooks se unió a
estas sesiones, pero se negó a tomar la
medicación que le habían recetado,
diciendo a sus amigos que las drogas le
hacían temblar, aumentar de peso y perder
la concentración (lo mismo refirió Sylvia
Seegrist).
Ronald Rissman, un paciente compañero
del grupo de terapia de Brooks, dijo en una
entrevista: “Era obvio que no estaba en
contacto con la realidad. Él se reía en
forma inapropiada. En cuestión de dos o
tres sesiones del grupo, se hizo evidente
para la mayoría, de que no pertenecía allí,
y que debería haber sido hospitalizado”.
Asimismo, Rissman recordó que él y otros
pacientes y terapeutas de la práctica
grupal, en varias ocasiones, hablaron con el
Dr. Bar-Levav de sus preocupaciones
respecto de Brooks, y que en una de ellas,
cuando Brooks estaba en su habitación,
una paciente, Mary Gregg, dijo al grupo
que le tenía miedo. Después de ocho
sesiones, el Dr. Bar-Levav concluyó el
tratamiento de Brooks y lo refirió a otros
terapeutas. Ocho meses después, el 11 de
junio de 1999, Brooks regresó al consultorio
del psiquiatra y asesinó Dr. Bar-Levav;
luego giró y disparó contra el grupo de
terapia al que había asistido. De resultas,
asesinó a Mary Gregg e hirió a otros cuatro
pacientes, entre ellos, Ronald Rissman, qui
sa escuela preparatoria y al afamado
Instituto de Tecnología de Massachusetts
(MIT, Massachu-setts Institute of
Technology). Sus amigos en la casa de la
hermandad universitaria no recuerdan
ningún episodio de cólera o enfermedad
mental en él, sólo que era absurdamente
meticuloso con sus tareas, y estudiaba en
una forma compulsiva tal que lo apodaron
“Libros” (en inglés books, en una obvia
alusión a su apellido). Pero, durante su
tercer año en el MIT, intentó suicidarse,
fue hospitalizado por un trastorno obsesivo-
compulsivo, y más tarde, diagnosticado con
esquizofrenia paranoide. De regreso en
Detroit, Brooks, de 28 años, vivía solo, bajo
el tratamiento del Dr. Reuven Bar-Levav,
un psiquiatra local, muy reconocido, que
dirigía sesiones de terapia grupales en
Southfield, al cual asistía a un exclusivo
32. Revista TEMA’S Año II - Número 8 - Abril 2013
32
R E V I S T A D I G I T A L D E
lidad ¿se puede afirmar tal cosa? Podría
haber sido un caso de negligencia, avalada
por un sistema de salud que “hace agua”
por todos lados y no solo en los Estados
Unidos (Carlos Robledo Puch, cap. III,
nunca recibió tratamiento psicológico o
psiquiátrico alguno en sus más de 30 años
de cárcel en nuestro país).
En la cobertura de noticias del año 1999,
Dung Trinh fue descripto como muy
afligido por la muerte de su madre, y en el
mes de septiembre fue y disparó contra las
enfermeras en un hospital en Anaheim,
California, donde una vez su madre había
sido tratada.
A veces la “razón” o el “motivo”, por lla-
marlos de alguna manera, pueden ser el
quiebre de un matrimonio o romance; re-
chazos amorosos; reveses económicos o
problemas familiares, laborales y, ahora
podemos, lamentablemente, agregar, esco-
lares (maltrato, abuso, displicencia de las
autoridades, entre algunas causas que se
pueden adelantar).
“'Soy un hijo terrible. Ojalá hubiera sido
abortado. Destruyo todo lo que toco. No
puedo comer. No puedo dormir. Yo no los
merezco. Eran personas maravillosas. No es
su culpa o de cualquier persona, orga-
nización o programa de televisión. Mi
cabeza no funciona bien. Dios maldiga a
estas voces dentro de mi cabeza'' (extracto
de la nota que dejó Kipland Kinkel en la
mesa del desayuno de su casa, después de
matar a sus padres).
quien saltó a cerrar la puerta; luego de ello,
se suicidó con su propia arma.
Posteriormente, salió a la luz que el Dr.
Bar-Levav ya había recibido una adver-
tencia: durante el tratamiento, Brooks
había entregado una pistola a otro tera-
peuta en una sesión y le había confesado
que había estado a punto de matar a la
madre de su novia y suicidarse. Además,
antes de los asesinatos, Brooks había
enviado al psiquiatra un manuscrito de 52
páginas, con críticas al tratamiento que
había recibido por parte de él y su grupo de
terapeutas. La crítica contenía pasajes
obsesivos, paranoicos acerca de una “mujer
americana alemana”, que lo humillaba en
las sesiones y varias amenazas. La policía
local hizo hincapié, en las entrevistas con
“The New York Times”, que el Dr. Bar-
Levav debería haberlos alertado de estos
sucesos.
La hija del psiquiatra, Bar-Leora Levav,
también terapeuta que trabajaba con su
padre y que actualmente ejerce por sí su
profesión, rechazó con una mueca dolorosa
la sugerencia de negligencia de los
terapeutas. En una conversación en los
nuevos consultorios, en Southfield, ella dijo
que el problema radicaba, en cambio, en
una sociedad permisiva y en un paciente
narcisista que había rechazado el
tratamiento. “Usted puede llevar un caballo
al agua, pero no puede hacerlo beber. La
negación es muy potente”. Sin ánimo de
polemizar ni adentrarme en un tópico que
no es de mi incumbencia o conocimiento,
me limito a disentir diametralmente con la
profesional, ya que Brooks era esquizo-
frénico, por lo tanto, no me parece acorde
decir que era “un paciente narcisista que
rechazó el tratamiento”. Si la esquizofrenia
paranoide destruye todo contacto con la rea
LA RELACIÓN ACTUAL ENTRE LOS
TRASTORNOS MENTALES Y EL
ASESINATO MULTIPLE
Susana P. García Roversi
33. 33WATSON CONSULTORES
C R I M I N O L O G Í A Y S E G U R I D A D
Un día de primavera, Kipland P. Kinkel,
un muchacho de 15 años, con un historial
de problemas de conducta en la escuela,
interrumpió su clase de literatura de
noveno grado, gritando a viva voz: “¡Car....,
esta voz dentro de mi cabeza!”. Su maestra
tomó una acción inmediata: escribió una
nota disciplinaria. ¿Se podría haber hecho
otra cosa para prevenir estos casos y los
ulteriores ataques?
Kip firmó su notificación, seguida de la
siguiente anotación “No decir «car...»”. El
muchacho llevó la nota a su casa y fue
firmada por su madre. Nadie prestó
atención a la parte de la voz dentro de la
cabeza del preadolescente. No ahondaré,
por ahora, en la historia que se encuentra
reseñada (cap. VI), pero lo que sí puedo
adelantar es el resultado: un mes después
fue suspendido de la escuela por otra falta
y esa tarde, de regreso en su casa, Kip Kin-
el asesinó a su padre y, luego, a su madre;
a la mañana siguiente, se dirigió a su
escuela en Springfield, Oregon, y disparó a
24 personas en la cafetería, matando a dos
estudiantes.
En la audiencia de sentencia de Kip, la
defensa presentó un árbol genealógico que
mostró el sufrimiento de enfermedades
mentales, incluso esquizofrenia, que había
afectado a tres generaciones por ambos
lados: el materno y el paterno.
Mark Barton, en Atlanta, inició un
tiroteo en las oficinas de unos agentes de
bolsa, debido a que había sufrido enormes
pérdidas en el mercado (cap. V). Estos son
los tipos de eventos que suelen dar lugar a
la observación: “Él tan sólo explotó”.
Pero el incidente, a menudo simplista,
citado como la causa –divorcios, desalojos,
problemas económicos, etc.–, en un examen
más detenido, es solamente la provocación
final a una persona con problemas,
enojado, que ya ha dejado numerosos
signos de alerta, disponibles para aquellos
que los quieran ver. Cuando abrió fuego en
las oficinas de estas agencias financieras,
un día comarcial normal, Barton ya había
tenido problemas anteriores mucho más
profundos que sus pérdidas económicas
recientes. Un día antes, había matado a su
segunda esposa y, ocho horas antes, a sus
Su madre, debido a varias conductas
violentas y extrañas, lo había llevado a un
terapeuta. Según el profesional, Kip mostró
síntomas “trastorno depresivo mayor” y le
recetó Prozac (un antidepresivo muy “de
moda” en la década de 1990), pero, su
padre William Kinkel como no estaba de
acuerdo con la terapia familiar, nunca
asistió a las sesiones. Uno de los abogados
de Kip, Mark Sabitt, dijo en una entrevista:
“El Sr. Kinkel era una persona muy
orgullosa y muy pendiente de su imagen en
la comunidad. Él era muy escéptico
respecto de las consejerías en general y
estaba completamente cerrado a la idea de
alguien en su familia necesitara algún
tratamiento, o peor aún, estuviera
mentalmente enfermo. Simplemente no
encajaba con la imagen que tenía de sus
hijos y con lo que él esperaba que serían”.
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R E V I S T A D I G I T A L D E
Davis era “el empleado descontento”, al
cual sus compañeros de trabajo lo habían
apodado Psycho. Ya había advertido a sus
colegas en Asheville, Carolina del Norte:
“Si ellos, alguna vez, deciden despedirme,
me llevaré a dos o tres conmigo”. Sus
estallidos violentos incluyeron amenazas
con un cuchillo a un compañero y la
amenaza de muerte a otro. Finalmente, sus
empleadores lo despidieron y temieron que
él respondiera violentamente, acorde a sus
amenazas en contra de ellos; pero fallaron
al proteger a sus compañeros cuando Davis
regresó para tener su revancha; en la
primavera de 1995, Davis asesinó a tres
compañeros de trabajo e hirió a otro.
Davis no era un trabajador de buenos
modales que sólo “explotó” misteriosa-
mente, según los documentos judiciales y
entrevistas realizadas; en repetidas oca-
siones, se involucraba en peleas en su
trabajo. Él había visto combatir en
Vietnam y había sido diagnosticado con
esquizofrenia después de la guerra, además
de hospitalizado. Vivía solo, sus compa-
ñeros sabían que poseía un arma –un
revólver Magnum 44– y que practicaba tiro
en el sótano de su casa.
En mayo de 1995, Davis se involucró en
otra pelea en el trabajo, pero esta iba a ser
la última. Ese fin de semana, su familia se
dio cuenta él actuaba de manera extraña;
por ejemplo, le dijo a su hermana que la
amaba (Davis era un ser poco emotivo y
solitario), además de que nunca había
regalado nada a nadie. Su hermano,
William, dijo más tarde, que Davis le había
dado a su sobrina un juego de ajedrez y
algunos juegos de vídeo en ese fin de
semana. Sus hermanos trataron, inútil-
mente, de convencerlo de que fuera a un
hospital para realizar tratamiento
psiquiátrico, pero él, como todo enfermo es-
hijos, además de que continuaba siendo el
principal sospechoso de la muerte de su
primera esposa y su suegra, seis años
atrás.
Colin Ferguson, que abrió fuego contra
los pasajeros en el Long Island Rail
Road (tren de Long Island), en la hora pico,
había mostrado una conducta
amenazadora, por la que recibió una
notificación de desalojo, lo que alimentó
aún más su furia.
En el estudio realizado, la mayoría de los
asesinos en lugares de trabajo habían sido
despedidos o sancionados, a veces por
amenazas de violencia, otras por conductas
extrañas o por involucrarse en peleas. De
los 81 asesinos de adultos, la investigación
marcó que 49 estaban desempleados.
James Davis Floyd, un hombre que había
sido despedido de una tienda de
herramientas (lo que aquí llamamos
“ferretería”), también fue protagonista de
un tiroteo relámpago, dejando un rastro de
casquillos de bala, tres trabajadores
muertos y cuatro más heridos.
En la confusión que sigue a un tiroteo
súbito e inesperado, por lo general existe
una fuerte presión para determinar la
causa, y en un mundo de noticias rápidas,
las respuestas llegan de la misma manera.
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C R I M I N O L O G Í A Y S E G U R I D A D
quizofrénico, se negó siempre enfática-
mente.
El lunes siguiente, James Davis fue
despedido. Sus jefes se mostraban muy
preocupados por su posible reacción, y se
pusieron de acuerdo en darle la noticia en
una habitación donde podrían utilizar una
tabla para desviar un ataque. También
algunos empleados tenían previstas rutas
de escape cuando se enteraron del despido
de Davis.
Justo después de la medianoche del
miércoles, William Davis llamó a la policía,
desde su casa, para decirles que James
había salido en un estado de frenesí
nervioso y había dejado todas sus
pertenencias personales con su madre. “No
veo por qué se tiene que esperar hasta que
se mate a sí mismo o a alguna otra
persona”, dijo William Davis a la policía,
según una transcripción de su llamada
telefónica. “Si envía una patrulla a ese
lugar [donde trabajaba Davis],
probablemente lo encuentren allí sentado
(...) no lo sé a ciencia cierta, pero sí sé y
creo en los signos de advertencia que me
dio respecto de que él iba a morir”. La
policía de Asheville, en vez de ir al lugar de
trabajo, envió una patrulla a la casa de
Davis, pero dijeron que como no vieron
ningún vehículo en la calzada, no había
nada más que podían hacer. El hermano
fue claro al decir que era seguro que estaba
en su lugar de trabajo, pero la policía sólo
fue hasta la casa del “potencial
sospechoso”; algo que realmente insólito en
cuanto al tratamiento de la denuncia que
hizo el hermano de Davis, tan precisa y
contundente.
Por su parte, William Davis declaró que se
metió en su coche, alrededor de las 2.00 hs.
de la madrugada y se dirigió a lo que él cre-
creía que era el lugar de trabajo de su
hermano. Pero, debido a que no había
vivido en Asheville, desde hacía muchos
años, se dirigió al lugar equivocado. La
puerta estaba cerrada, así que regresó a
dormir a la casa de su madre.
James Davis nunca volvió a su casa. Esa
mañana, el miércoles 17 de mayo de 1995,
irrumpió en la planta deUnion Butterfield;
dos de sus víctimas fueron los jefes que lo
habían despedido.
“Viviré el resto de mi vida, sabiendo que si
alguien me hubiera escuchado, nadie
habría muerto”, declaró en una entrevista
William Davis, acongojado.
Davis fue arrestado, condenado (a pesar de
su enfermedad mental) y aún se encuentra
en el corredor de la muerte (según el
informe publicado el 1º/1/10 por el Criminal
Justice Project (“Proyecto de Justicia
Criminal”, elaborado por la NAACP –
Nacional Association for the Advancement
of Colour People– Legal Defense and
Educational Fund. Inc. (“Asociación
Nacional por el Avance de la Gente de
Color. Fundación de Defensa Legal y
Educacional Incorporada”). Pero, en el
último semestre de 1999, un jurado ha
considerado una demanda civil, por la que
se reclamaba a Union Butterfield la gran
falla en la protección de los empleados, a
sabiendas de que se trataba de que Davis
era un hombre violento, y de las amenazas
proferidas. Uno de los abogados de la em-
LA RELACIÓN ACTUAL ENTRE LOS
TRASTORNOS MENTALES Y EL
ASESINATO MULTIPLE
Susana P. García Roversi
36. Revista TEMA’S Año II - Número 8 - Abril 2013
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R E V I S T A D I G I T A L D E
presa alegó que no había manera de que
alguien pudiera prever este tipo de ataque.
Me pregunto entonces ¿por qué los
encargados de dar la noticia de su despido
a Davis lo hicieron en un lugar donde
podían resguardarse? ¿No fue despedido a
raíz de su conducta violenta? Uno de los
abogados de las familias de las víctimas
declaró: “Este caso es una tragedia
humana, porque esto podría haberse
evitado”. Por mi parte, agrego que tampoco
fueron oídos los reclamos del hermano de
Davis por parte de la policía, lo que agrega
un “ingrediente” más a este hecho nefasto
y, como se puede ver, evitable, desde varias
perspectivas.
Un sargento agitado, William
Kreutzer (cap. V) llamó por teléfono a un
amigo en su equipo en Fort Bragg, Carolina
del Norte, dijo que el tiroteo iba a comenzar
a la mañana siguiente al amanecer, justo
cuando 1.300 soldados se encontraban en
un campo de precalentamiento previo, al
entrenamiento diario. “'Me dijo que los iba
a «acribillar»”', dijo su amigo, Burl F. Mays.
Resumiendo, la mañana del 27/10/95, el
sargento Kreutzer se escondió en el bosque
y disparó hacia un campo de soldados
estadounidenses que estaban entrenando.
Hirió a 18 de ellos y mató al mayor Stephen
Mark Badger, un oficial de inteligencia,
padre de ocho hijos.
La cuestión real es si los profesionales
dedicados a la salud mental, específica-
mente, estaban en condiciones de “predecir”
quién podría ser peligroso o no, y se
iniciaron estudios para determinar esta
circunstancia. La consideración clave sobre
lo que debía o no hacer un profesional
pronto se convirtió en una feroz lucha entre
el derecho del Estado frente a los derechos
del individuo.
Como ejemplo, la prensa señaló el caso de
Michael Laudor, un hombre con
esquizofrenia que pudo sobreponerse a los
efectos debilitadores de su enfermedad y
graduarse en la escuela de leyes. Se lo
convirtió en un héroe para aquellos que
defendían los derechos de los enfermos
mentales, pero cuando sus drogas
comenzaron a ser menos efectivas, además
de que sufrió algunos eventos estresantes,
se “desbarrancó” y apuñaló a su novia
hasta matarla. ¿Hubiera alguien podido
predecir esto?
La American Psychiatric Association ha
protestado por la falta de fiabilidad del
testimonio que pretende estar capacitado
para predecir el riesgo. Afortunadamente,
la evaluación del riesgo de ataque por
enfermos mentales está mejorando con nue-
nuevas investigaciones, y las predicciones
ahora utilizan tanto el juicio clínico como
los datos estadísticos. Las mejores
predicciones de dicho riesgo, sin embargo,
son las que se realizan a corto plazo más
que las elaboradas a largo plazo.
En la década de los ’80, se llevó a cabo
una serie de estudios para desarrollar
instrumentos que permitieran mejorar el
porcentaje de determinación correcta de
peligrosidad y, en vez de centrarse en esta
última en sí misma, insistieron en lo que
ellos llamaron “factores de riesgo”.
Se realizaron entrevistas e informes para
determinar si un acusado era un psicópata
–lo que tuvo una alta correlación con la
reincidencia–; si era desviado sexual –otro
buen parámetro–; cuál era su grado de im-
pulsividad; si tenía algún desorden de
carácter o sufría de alguna enfermedad
mental; si tenía delirios paranoides; cómo
habían sido sus antecedentes escolares; si
había cometido delitos menores y cuáles e-