ACRÓNIMO DE PARÍS PARA SU OLIMPIADA 2024. Por JAVIER SOLIS NOYOLA
Antropologia sexual revolucion sexual y humanae vitae
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ANTROPOLOGIA SEXUAL
NOMBRE: XOCHITL CATALINA MOCTEZUMA CARRILLO
MAESTRIA EN CIENCIAS DE LA FAMILIA
ENSAYO SOBRE LA REVOLUCION SEXUAL, LA VERDAD DE LA HUMANAE
VITAE DE SAN JUAN PABLO II Y LA HUMANAE VITAE 1 Y 2 DE S.S.PABLO
VI
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La revolución sexual nace en el occidente, a mediados de los años 60 al querer separar el
ejercicio de la sexualidad dentro del matrimonio y desde la perspectiva de la
paternidad/maternidad se rompen dos vínculos, la sexualidad-matrimonio y la sexualidad-
procreativa. Supuestamente por ser opresivos y estar en contra de la libertad de la persona
es apoyada dicha corriente pero termina siendo la sexualidad sólo como satisfacción del
deseo y del instinto sin ninguna responsabilidad. El Cardenal Ratzinguer consideró que
estas rupturas de los vínculos provocaron que la sexualidad esté separada de la persona en
su verdad reducida a un nivel biológico y animal.
Una de las causas de esta revolución sexual ha sido la inadecuada predicación y
entendimiento de la sexualidad en el interior de la Iglesia sólo con normas prohibitivas y
negativas en lugar de la difusión de los valores, otra causa el considerar el instinto sexual
como una necesidad para un equilibrio psicológico y por otro lado el individuo autónomo
como ser libre. Con la legitimación del instinto se ha desatado una condición en contra del
hombre con el descenso de la natalidad, envejecimiento de la población y propagación del
SIDA.
Aunado a lo anterior Kant consideraba al matrimonio como un contrato en el cual se
intercambia el derecho del uso del cuerpo. Otra corriente era considerar a la sexualidad
como expresión de un ímpetu sentimental incontenible pero que no puede asumir
responsabilidades estables en la vida personal. Esto generó una cultura de la sexualidad
despersonalizada, perdiendo el acto sexual el significado de la donación que implica
compromiso y deber común ante la sociedad. Por lo tanto surge la necesidad de encontrar
una antropología que integre corporeidad y afectividad en la dimensión de la persona,
llamada a la entrega de sí misma en el amor; para esto San Juan Pablo II elabora una
antropología adecuada iniciando sus estudios con el Tomismo que solo consideraba la
sexualidad para la procreación sin integrar la dimensión emotiva y pasional. En Alemania
D. Von Hildebrand, H. Dons replantea la sexualidad con una perspectiva personalista con 2
fines, uno el de procreación y otro de naturaleza personal, la realización de los esposos
como personas, mas sin embargo no quedó bien comprendida.
Esta necesidad de replantear la unidad somática, psíquica y espiritual del hombre en
donde se demuestra que la libertad es real entre la procreación y la persona sin mortificar
los aspectos instintivos y afectivos, sino que los trascienden y los integran a aquel nivel
personal. Cuerpo-sacramento de la persona- que mediante la fenomenología hermenéutica
define que el cuerpo expresa significados que la conciencia está llamada a reconocer y a
vivir a nivel personal mediante el lenguaje de los instintos, emociones y afectividad para
captar la verdad entera sobre el hombre y su sexualidad a partir de la experiencia humana
iluminada por el encuentro con Cristo/Hijo de Dios hecho hombre, se resaltó aquí la
humanidad, inteligencia, significado y gozo en contra de la revolución sexual, integrando
instinto, sentimiento, razón, deseo y libertad/desafío de la fé como principio que permite la
experiencia de una mayor densidad humana y de sentido de vida, también en lo que atañe a
la sexualidad. Todo esto difundido en sus catequesis del papa San Juan Pablo II a la
comunidad.
1. El desafío de la “revolución sexual” la crisis del enfoque moral tradicional:
perspectivas de renovación
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2. La verdad de la “Humanae vitae” Karol Wojtyla
Ghandi mencionaba que se tiene que trabajar en el interior a través del autocontrol para
el dominio de los instintos, ya que el acto sexual es procreativo y se debía promover el
crecimiento físico y espiritual de su descendencia, también hablaba sobre las tentaciones
externas, aunque no era cristiano y surgió una década antes ese hecho histórico no dista de
la realidad actual, ni cuando fue escrita la encíclica. Pablo VI habla sobre las 2 realidades
de la vida matrimonial, el amor conyugal y la paternidad responsable en donde el amor
conyugal es una comunión de personas basada en la donación recíproca y la paternidad
responsable presupone una visión integral del hombre y su vocación. El hombre y la mujer
empeñan toda su sensibilidad, afectividad y espiritualidad, a la vez que ha de ser fiel y
exclusivo. Este amor se continúa y no se agota y es fecundo. En el génesis también
menciona que los cónyuges constituyen un solo cuerpo y en la encíclica se formula el juicio
positivo en donde el amor conyugal tiene que ser fecundo y orientado a la paternidad
responsable con la libre decisión sobre el espaciamiento de los hijos en donde el dominio
de la razón y la voluntad se tienen que ejercer sobre las tendencias del instinto y las
pasiones respetando las leyes biológicas que conciernen a la persona humana como
regulación de la natalidad.
Los aspectos esenciales de la realización sexual de la comunión de personas son el
unitivo y procreativo, conservando el acto conyugal el auténtico amor. La encíclica de
Pablo VI también está basada en los valores morales como el valor de la vida humana ya
concebida como parte de la paternidad responsable, en donde el matrimonio y la familia
son su suelo fértil y su ambiente para su crecimiento. La concepción de la persona a través
de las personas hombre-mujer en su convivencia matrimonial con el valor del amor
conyugal y familiar y el valor de la persona con su dignidad.
Los esposos desarrollan integralmente su personalidad, enriqueciéndose de valores
espirituales, la disciplina, la serenidad y la paz, ayudan a desterrar el egoísmo y profundiza
su sentido de responsabilidad en el cumplimiento de sus deberes, ayudando a la educación
de los niños y jóvenes que como valor fundamental está el amor humano que encuentra su
manantial en Dios.
Esta encíclica humanae vitae, lleva una huella del Evangelio. La revelación nos ordena
considerar al matrimonio como institución para transmitir la vida humana en la que los
cónyuges son libres y responsables colaboradores de Dios creador. La encíclica también
hace un llamado para crear un clima favorable a la educación de la castidad en todos los
rubros, públicos, ciencia, regulación de nacimientos basada en los ritmos naturales. Otro
llamado es el apostolado de las familias por la familia, médicos, sacerdotes y a los mismos
como pastores de almas. Para finalizar se menciona una frase de Lucas 21 “CON
VUESTRA PERSEVERANCIA SALVAREIS VUESTRAS ALMAS”.
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3. La Humanae Vitae: Núms I Y II S. S. Pablo VI
La explosión demográfica y el temor a la falta de recursos es una causa del difícil
mantenimiento de un elevado número de hijos. La nueva posición de la mujer en estos
tiempos como madre trabajadora, hace plantearse nuevas preguntas y pensar en la
procreación como sometimiento de la razón y voluntad más que los ritmos biológicos del
organismo como tarea de regular la natalidad. Para esto desde 2963 se formó una comisión
para que el Magisterio pudiera dar una respuesta adecuada en particular para la regulación
de la natalidad.
Como principios doctrinales se tiene una visión global del hombre, esto significa que la
vocación del hombre no sólo es natural y terrena, sino también es sobrenatural y eterna, es
como debe verse el control de la natalidad, como una exigencia del amor conyugal y de una
paternidad responsable. El matrimonio es una institución que colabora con
Dios en la generación y en la educación de nuevas vidas, teniendo como características los
esposos de convertirse en un solo corazón y en una sola alma para juntos alcanzar su
perfección humana, compartiendo todo sin reservas en donde la fidelidad es manantial de
felicidad profunda y duradera, siendo fecundo suscitando nuevas vidas procreando y
educando a los hijos resultando en una paternidad responsable en relación con los procesos
biológicos, en relación con las tendencias del instinto y de las pasiones en donde debe
existir dominio de la razón y la voluntad, en relación con las condiciones físicas
económicas, psicológicas y sociales, con estas relaciones se logra una vinculación con el
orden moral que es la recta conciencia.
En esta paternidad los cónyuges reconocen sus deberes para con Dios como para
consigo mismo, para la familia y para la sociedad con una justa jerarquía de valores,
teniendo como inseparables del acto conyugal los fines unitivo y procreativo.
Al originarse una vida de la que Dios es principio Juan XXIII recordaba que la vida
humana es sagrada, desde su comienzo, compromete directamente la acción creadora de
Dios, por lo tanto la interrupción directa del proceso generador ya iniciado y sobre todo el
aborto directamente querido y procurado son actos ilícitos, así como la esterilización
directa, perpetua o temporal tanto del hombre como de la mujer y cualquier acto conyugal
hecho voluntariamente infecundo es deshonesto, únicamente lícitos son los que sean
terapéuticos para curar enfermedades.
Con lo anterior la Iglesia recomienda la intervención de la inteligencia respetando el
orden establecido por Dios para dominar las energías de naturaleza irracional para
orientarlas al bien del hombre y solo en periodos infecundos de manera que se regule la
natalidad sin ofender los principios morales. Hay graves consecuencias de los métodos de
regulación artificial como promover la infidelidad conyugal y la degradación general de la
moralidad, más en los jóvenes, no se les debe ofrecer cualquier medio fácil para burlarse de
la ley moral. Por otro lado el riesgo de perder el respeto a la mujer en su equilibrio físico y
psicológico por tan sólo pensar en goce egoísta y no como compañera amada y respetada.
Al defender la moral conyugal en su integridad, la Iglesia sabe que contribuye a la
instauración de una civilización humana.