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El amor preside la buena
1. EL AMOR PRESIDE LA BUENA Y CORRECTA DISCIPLINA
"Porque Dios al que ama disciplina y azota a cualquiera que tiene por
hijo". Hebreos 12:5-11
El amor es lo que hace la diferencia entre castigo y corrección.
¿Cuándo se está preparado para ejercer cualquier tipo de disciplina?
Cuando el amor por el penitente sea más grande que nuestra justicia.
Escuchemos a Santiago: "Porque juicio sin misericordia se hará con
aquél que no hiciere misericordia; y la misericordia triunfa sobre el
juicio".
Elifaz uno de los sabios amigos de Job dice:
"He aquí, que bienaventurado es el hombre a quien Dios castiga; por
tanto, no menosprecies la corrección del Todopoderoso. Porque El es
quien hace la llaga y la vendará. El hiere y sus manos curan. Job 5:17-18
Hay dos aspectos de la disciplina, la que viene directamente de Dios:
Prueba, enfermedad, carencia económica, falta de efectividad en el
ministerio, crisis de fe, etcétera. Si el cristiano discierne bien y acepta la
disciplina y corrige lo que él considera que ha provocado la acción de
Dios para ayudarle en el camino de la santidad, no cabe duda que verá
reflejado en el proceso de restauración el amor de Dios.
El otro aspecto de la disciplina es cuando los siervos de Dios con
autoridad delegada intervienen para corregir a aquél o aquéllos cuya
conducta es incorrecta como miembros del cuerpo de Cristo, y que puede
dañar al propio cristiano y a los demás. ¿Quién está más preparado para
aplicar una disciplina? El que tiene más misericordia, que aplica la
verdad en amor y la disciplina llega a ser terapéutica.
2. Muchas veces, hablando sobre la familia, llegamos a la corrección de
los hijos. La pregunta o las posturas son estas:
Castigo sí, castigo no. No está de más aclarar que no a todos los niños
se ha de aplicar la misma regla. Puede haber dos hermanos criados en el
mismo hogar y de la misma manera; uno de ellos, de sólo mirarlo, baja la
cabeza y asoman las lágrimas en sus ojos, pero el otro reincide, no
entiende a llamadas y consejos, hasta que hay que aplicar la disciplina.
Muchos padres deberían hacer diferencia entre castigo y corrección.
Cuando los padres enfadados quieren cortar por lo sano y aplican la
vara con ira, difícilmente logran corregir el error o la mala tendencia del
niño. Cuando los padres pierden cl control y aplican el castigo con
palabras fuertes y a voz en grito, el niño puede quedar asustado de
momento, pero interiormente no ha hecho ningún propósito de cambiar.
Si el padre o la madre, tiene control y desea ayudar a su hijo (no
evitar la molestia del momento), debe explicar al chiquillo, no importa
cuán pequeño sea, que no le disciplina porque es malo o porque no le
quiere, sino todo lo contrario. Y si esto se hace con amor y firmeza,
perdurará en la mente del niño para bien.
"Es verdad que ninguna disciplina al presente parece causa de gozo
sino de tristeza; pero después da frutos apacibles de justicia a los que en
ella han sido ejercitados". Hebreos 12:11
Recuerdo que una vez fuí injustamente disciplinado. No me estoy
justificando, de esto hace muchos años. No creo oportuno los detalles. Fui
trasladado con mi familia para la provincia más occidental de Cuba,
donde apenas había obra. Y aunque pedí oportunidad de explicar la
verdad del caso al consejo ejecutivo de la denominación, mi petición me
fue denegada. Algunos compañeros que conocían el caso y vieron lo
equivocado del juicio, quisieron protestar en mi defensa. No les dejé
3. hacerlo. Yo por mi parte sentí que debía humillarme delante de Dios y
reconocerle a El como justo y misericordioso, y le pedí que me quitara
cualquier raíz de amargura contra el líder que nos castigaba.
La casa pastoral que encontramos era un rancho semidestruido, con
suelo de tierra, sin agua corriente. Teníamos dos niñas pequeñas, y fue
muy triste cuando llegamos allí. Nada más descargar la paupérrima
mudanza; nos arrodillamos y clamamos a Dios dando gracias y pidiendo
su ayuda para evangelizar aquella zona del país.
Para hacer corta la historia, aquellos fueron años de bendiciones que
jamás olvidaremos. Conseguimos permiso para predicar en los
despalillos de tabaco, en las fábricas dc puros y dábamos mi esposa y yo
el mensaje del Evangelio a unas 60.000 obreros del sector tabacalero al
año. Establecimos iglesias, Dios nos dio una casa a estrenar por un
alquiler bajísimo. Hice mío Romanos 8:28.
"Y sabemos que a los que aman a Dios todas las cosas le ayudan a
bien, esto es a los que conforme a sus propósitos son llamados".
Fueron años de aprendizaje, de preciosas experiencias y de mucho
fruto para el reino de Dios. Y aunque no hubo discernimiento y justo
juicio para la disciplina, no faltó el amor. Luego me lo demostraron con
creces. Pero el ejercitarnos en aquella disciplina nos dio "fruto apacible
de justicia".
Y volvemos una vez más a 1 de Corintios 13:6-7:
"El amor no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de
la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta".
La disciplina bien aplicada en la iglesia es la atalaya de un cuerpo
sano. Hemos de orar que Dios nos dé siempre líderes con el amor
suficiente para ministrar la disciplina y restaurar las heridas.
4. "El resultado de un buen consejo depende siempre de la manera de
darlo"