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VAPOR
Irina Korschunow
EL DRAGÓN
DE JANO
ISBN 84-348·2205-9
N
.,m111111
EN EL COLEGIO, LOS COMPANEROS DE
JANO SE BURLAN DE iL POflOUE ES OOR·
DO l:SO LE ATORMENTA TANTO OUE YA
NADA LE SALE BIEN, NI EN LOS ESTUDIOS
NI EN LOS JUEGOS AL VOLVER DELCO.
LEGIO, SE SIENTA EN UN BANCO Y EMPIE­
ZA A PINTAR EN LA ARENA. DE PRONTO,
E.L UIHUJO se CONVIERTE EN UN PEQUE·
NO DRAGÓN, El. DRAGÓN Y JANO SE HA·
CEN AMIGOS Y APRENOERAN A VENCER
SUS COMPLE!JOS,
IRINA KORSCHUNOW PR0Cf;DE Of: UNA
FAMll lA noso 01 f!MANA V VIVC [N ALE
MANIA AD[MÁS OC LIIJílOS PARA NINOS
IAMIJII NI SCHll31 CiUIONI S DE rnJcu
LAS Y LIOROS PARA AOtJLTOS
Primera ed1á611: mayo 1987
Vigésimo cuartn edtctán: enero 200S
Dirección editorial: El,a A¡i:uiar
Colección dirigida pnr Marinella Tcrzi
Título üriginal: IIanno mnlr ,11/i etnen Drachen
© Dcutscher Taschenbuch vcrlag Grnbl 1 & Co. KG.
Munich, 1978
e Ediciones S,I, 1987
Impresores. 15
Urbanización Prado del Espino
28660 I30,1dil la del Monee (Madrid)
ISBN: 84-148 2205-9
Depósito legal. M-49457-2()()4
Preimpresión. Gr,1filia. SI.
Impreso en E!>paíía / Pr1111ed tn Spain
Imprenta SM - Joaquín Turina, 39 · 28044 Madrid
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prohibida. salvo excepción prevista en la L<:, cualquier form.1 de repro-
du.cción. distribut'i.'.in. �?rnunicación publica y rrausforruacion de <'>ta. obra '111
contar mn la autortzacron de los rirulares de su propiedad mrclecrual. La íufrac-
cion Je los derechos de difo,ií,n Je la obra puede ser wns1it111i,.1 dedelitocontra
la propiedad intelectual (arts, 270 y ss. del Codigo P.:nall. El Centro Español de
Dcrct·hos Rc:prografiros ,·ela por d respeto de los citados dcct-cho:..
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1 Jano está solo
1
-¡ARRIBA, Jano! -le dice su ma-
dre.
Despacio, muy despacio, Jano se
levanta. Despacio, muy despacio, va
al cuarto de baño. Se lava los dientes
y la cara. Luego, juega con la jabo-
nera como si fuera un barco.
-¡Date prisa, Jano! -dice la ma-
dre-. Debes llegar a tiempo al cole-
g10.
¿A tiempo? No. Al contrario. En
realidad, a Jano le gustaría no ir
nunca más. Porque está muy gordo y
los demás niños se ríen de él.
5
¡Se había sentido tan feliz cuando, 1
en otoño, fue por primera vez al cole- 1
gio con su cartera nueva! Pero Lud-
l
wig, que se sienta justo detrás de él,
empezó ya el primer día a llamarle
«comesalchichas». Y «tripagorda».
Desde entonces, Jano no quiere ir al
colegio. Le gustaría quedarse en casa.
Pero no Je dejan.
-¡Que lo pases bien, Jano! -le
dice su madre. Le acompaña hasta la
puerta y le despide con un gesto.
Despacio, muy despacio, Jano se
pone en camino. Cruza la calle y el
parque, cruza el patio de la escuela y
entra en su clase.
-¡Ha llegado el comesalchichas!
-grita Ludwig.
Algunos niños se ríen, y Ludwig se
acerca a Jano y le empuja contra el
banco. A Jano también le gustaría
empujarle. O darle una patada. Pero
no se atreve. Piensa que Ludwig es
6
más fuerte y tiene muchos amigos
que le ayudan. Jano no tiene amigos.
Se sienta en su sitio y se enfada y
está triste. No puede prestar atención
en clase, ¡está tan triste... !
-Ahora, tú, Jano -dice la seño-
rita Beck.
Jano no la oye.
-Jano! -grita la profesora-.
¡Despierta! Te toca leer.
Jano se asusta. Tartamudea y bal-
bucea y confunde todas las letras. Los
demás niños se ríen y la profesora
dice:
-¡Despierta, Jano, estás dormido!
Con las cuentas no le va mejor, y
en la clase de dibujo no tiene ganas
ni de empezar a pintar. «No puedo»,
piensa. Pero lo peor es la gimnasia.
Los demás niños son más ágiles que
él, y no consigue coger nunca el ba-
lón.
-El comesalchichas está <lema-
8
siado gordo. No puede ni levantar
una pierna -dice Ludwig.
Realmente, Jano está harto. ¡Está
tan solo! No quiere volver al colegio.
9
2 Llega el pequeño dragón
DE vuelta a casa, Jano cruza triste
el parque. Debajo de un gran árbol
hay un banco. Jano se sienta. Ni si-
quiera nota lo frío que está. Con una
ramita seca pinta rayas y garabatos y
un círculo en la arena.
De repente, algo sorprende a Jano.
El círculo se convierte en una cabeza.
¡No es pintada! ¡Una cabeza real,
viva, le mira desde el suelo! Una pe-
queña cabeza negra con su lengua
roja y su nariz. Y de la nariz sale
humo oscuro.
-Buenos días -le dice la pequeña
10
l cabeza negra a Jano--. ¡Qué cómico
eres! Nunca había visto un dragón
tan cómico como tú.
-¿Un dragón? -pregunta Jano--.
¡Yo soy una persona!
La pequeña cabeza negra suelta
una nubecita por la nariz.
-¿Una persona? -dice reso-
plando--. ¿Es cierto? Alguna vez mi
abuela me contó historias de per-
sonas. Pero decía que eran sólo
cuentos. ¿Y tú eres realmente una
persona?
-¿Qué soy si no? -dice Jano--.
¿Y tú?
-¿Yo? -La pequeña cabeza negra
se mueve de un lado para otro--. ¿No
te lo imaginas?
Entonces Jano descubre algo más:
una tripa, un lomo con dos alas, una
cola larga y cuatro patas. Y todo ello
es tan negro como el carbón y del ta-
maño de un hámster.
11
-¿Acaso eres...? -grita Jano.
-¡Claro que soy un dragón! -re-
sopla el pequeño animal negro-.
Vengo de allá abajo, del país de los
dragones. Está bastante lejos.
Jano se agacha y examina de cerca
al pequeño dragón: tiene escamas y
unos brillantes ojos negros. Su as-
pecto es muy simpático.
-¿Qué buscas aquí? -le pregunta
Jano.
El pequeño dragón mira con cui-
dado a su alrededor. Se acerca a Jano
y le susurra:
-Me he escapado.
-¿Por qué? -pregunta Jano.
-Porque soy muy pequeño. Mis
alas son tan pequeñas que no puedo
volar. ¡Y sólo tengo una cabeza! -re-
sopla el dragoncito.
-¿Y eso es malo? -pregunta
Jano.
-Para un dragón, sí. Los demás
l2
tienen tres cabezas. En el colegio se
ríen de mí. Por eso me he escapado.
Hace una pausa.
-¿Puedo quedarme contigo? -pre-
gunta-. Podría vivir ahí. Es sufi-
ciente para mí.
-Ésta es mi cartera -contesta
Jano-. Tengo que llevarla al colegio.
-¿El colegio? ¿También las per-
sonas vais al colegio? -pregunta el
pequeño dragón, asombrado.
Jano asiente con la cabeza.
-Sí, por desgracia.
-Yo pensaba que eso sólo cxrstra
en el país de los dragones -añade el
dragón-. En el colegio nosotros
aprendemos a echar fuego por la na-
riz. Con una cabeza fuego rojo, con la
otra fuego amarillo y con la tercera
fuego azul.
-Pero tú sólo echas humo -dice
Jano.
-Porque acabo de empezar a ir al
14
colegio -dice el pequeño dragón-.
Además, sólo tengo una cabeza. ¿Qué
aprendéis en vuestro colegio?
-A leer y a escribir, a hacer
cuentas, a pintar y a cantar.
Le molesta tener que hablar de
ello.
-¡Qué interesante! -dice el pe-
queño dragón-. ¿Me llevas a tu cole-
gio para personas?
Jano no contesta.
-Llévame contigo, por favor -le
pide el pequeño dragón.
-Ahora tenemos que ir a casa
-dice Jano-. Hace frío, me estoy
helando.
Abre la cartera y el dragón se mete
de un salto.
15
r
3 El pequeño dragón come
fuego de chocolate
LA casa donde vive Jano está en un
jardín. Tiene dos pisos. En el de
abajo vive Jano con sus padres. En el
de arriba viven su abuela y su
abuelo. Cuando Jano llega a casa, su
madre y su abuela están en la puerta.
-Tengo algo para ti -le dice su
abuela.
Mete la mano en el bolsillo del de-
lantal y le da una tableta de choco-
late muy grande.
-¿Otra vez? -exclama la ma-
dre- ¡No debe tomar tanto dulce!
-Pero si a él le gusta... -dice la
16
abuela=-. Come, Jano, para hacerte
grande y fuerte.
-Gracias, abuela -dice Jano.
Entra en casa y se va a su habita-
ción. Abre la cartera y el pequeño
dragón sale de un salto.
-¿Vives aquí? -pregunta.
. Jano asiente con la cabeza.
-¿Y qué es eso de ahí? -pregunta
el pequeño dragón-. Esa cosa que
está tan caliente.
-Es una estufa -contesta Jano----.
Nuestra casa es antigua y la calefac-
ción es con estufas y fuego de verdad.
-¿Fuego? -exclama el pequeño
dragón-. ¿Fuego de verdad? ¡Qué
bien!
Jano abre la puertecita de la estufa.
-Pues a mi madre no le gusta
nada la estufa. Dice que es muy sucia
y que le da mucho trabajo.
Pero el pequeño dragón resopla de
alegría.
17
-·Estoy muy contento de haberte
1 ,.
encontrado! -dice-. Anda, déjame
comer un poco de fuego. Tengo un
hambre espantosa...
Jano lo tiene que levantar con la
mano. El pequeño dragón mete la ca-
beza en el fuego. Se relame, chasquea
la lengua y mueve la cola porque el
fuego está delicioso.
18
-¿No quieres comer un poco de
fuego? -le pregunta a Jano.
-¿Fuego? -Jano ·se ríe-. ¡Las
personas no comen fuego!
-¿Pues qué comes tú? -pregunta
el pequeño dragón.
-Espaguetis con salsa de tomate.
Y pollo. Y pastel de manzana. Y cho-
colate... -coge la tableta de choco-
late y le quita el papel-: Mi abuela
me da casi todos los días una tableta.
A veces dos. Y pasteles. Y caramelos.
Mira, prueba un trocito.
El pequeño dragón mueve la ca-
beza de un lado para otro.
-Los dragones sólo comen· fuego
-dice, y huele el chocolate-. Huele
bien. ¿Podrías echarme un poquito en
el fuego? Me gustaría probar el fuego
de chocolate.
-Como quieras... -dice Jano.
Abre la estufa y echa dos trozos de
chocolate en el fuego. El chocolate se
19
derrite. El pequeno dragón mete la
cabeza en la estufa.
-Hmm... Hmm... ¡Qué rico!
Hmm... ¡Nunca había probado un
fuego tan rico! Hmm... ¡El fuego de
chocolate es algo delicioso!
20
4 El pequeño dragón aprende
a cantar
-¡AHORA me toca a mí! -dice
Jano, y se mete un trozo de chocolate
en la boca.
-¿Tanto? -pregunta el pequeño
dragón-. ¿Todo eso?
-¡Es m1 chocolate! -contesta
Jano.
-Pero me podías dar un poquito
más -dice el pequeño dragón.
-Está bien -dice Jano, y echa en
la estufa unos trocitos de chocolate.
-¡Levántame! -le ruega el pe-
queño dragón-. ¡Deprisa!
21
Jano lo sujeta delante de la estufa,
y eJ pequeño dragón sorbe, y chas-
quea la lengua y pide más:
-¡Más! ¡Por favor, por favor, más!
No para de pedir hasta que Jano
echa al fuego, trocito a trocito, toda
la tableta. No le ha quedado nada
para él. Ni siquiera un trocito.
-¡Se acabó! -dice-. Bueno, no
importa, mi abuela me dará más.
El pequeño dragón se relame.
-¡Qué bien! -exclama-. Todos
los días podré comer fuego de choco-
late. ¡Estoy muy contento de haberme
encontrado contigo!
Se levanta sobre las patas traseras
y empieza a saltar, y bailar y dar
vueltas.
-¿Qué haces? -pregunta Jano.
-Estoy bailando -contesta el pe-
queño dragón-. Es un baile de día
de fiesta de los dragones.
-¿Sin música? -pregunta Jano.
22
-¿Música? ¿Qué es eso? -qmere
saber el pequeño dragón.
Jano piensa cómo se lo podría ex-
pJicar. Entonces se le ocurre una can-
ción y se la canta al pequeño dragón:
EL dragón se relame
porque elfuego bien Le sabe.
Áchale chocolate alfuego,
¡z,erás cómo está de bueno!
El pequeño dragón inclina la ca-
beza y escucha atentamente.
-Suena muy bien -dice-. ¿Eso
es música?
-Eso se llama cantar -explica
Jano.
-Cantas muy bien.
-¡Qué va! -exclama Jano-. En
la escuela nunca me dejan cantar con
los demás. Ludwig dice que gruño.
EJ pequeño dragón arroja dos pe-
queñas nubecitas oscuras de humo.
23
-Ese Ludwig es tonto -dice muy
enfadado--. ¡O no tiene oídos! Por fa-
vor, cántame otra vez lo mismo.
Jano repite la canción, y a la ter-
cera vez canta también el pequeño
dragón:
El dragón se relame
porque el fuego bien le sabe.
llchale chocolate alfuego,
¡verás cómo está de bueno!
Suena un poco raro y estridente.
Pero el pequeño dragón está muy or-
gülloso de su forma de cantar.
-¡Nunca había cantado un dra-
gón! -exclama-. ¡Soy el primero!
Precisamente yo, que tengo una sola
cabeza. Ven, Jano, vamos a cantar y
bailar.
-Yo no puedo bailar -dice
Jano-. Estoy demasiado gordo.
24
-No me lo creo -dice el pequeño
dragón-. ¡Con lo bien que cantas!
Entonces Jano se olvida de que
está gordo. Salta detrás del dragón y
canta con él la canción de los dra-
gones.
De pronto se abre la puerta. La
madre de Jano entra en la habitación.
25
-¿Qué pasa aquí? -pregunta
asombrada.
-Estoy cantando -contesta Ja-
no-. Y bailando.
Su madre se alegra mucho de que
esté tan contento. No ve al pequeño
dragón. El pequeño dragón pertenece
a Jano. Sólo él puede verlo.
26
5 El pequeño dragón
va a la escuela
A la mañana siguiente, el pequeño
dragón se mete en la cartera. Jano se
lo lleva al colegio.
-¡D�jame pasar, comesalchichas!
-dice Ludwig. Y le da un empujón.
Jano cae sobre la mesa.
-¡Ay! -grita, y Ludwig se ríe.
-¡Empújale tú también! -susurra
el pequeño dragón por una rendija de
la cartera. Pero Jano no se atreve.
-Sacad los cuadernos -dice la se-
ñorita Beck-. Vamos a escribir.
El conejo tiene las orejas largas, escribe
27
la profesora en la pizarra. Jano se in-
clina sobre su cuaderno y copia la
frase. Pero no piensa en los conejos
con orejas largas. Sólo piensa en Lud-
wig y en que le ha llamado comesal-
chichas. Por eso le salen las letras
torcidas y escribe mal las palabras.
En el recreo, Jano se va a un rin-
cón del patio del colegio, lejos de los
demás niños. Se lleva la cartera.
El pequeño dragón asoma la ca-
beza y dice:
-Ese Ludwig es un asqueroso.
Tan asqueroso como unos dragones
que hay en mi clase. Siempre me es-
tán fastidiando.
-¿Y tú te defiendes? -pregunta
Jano.
-No -responde el pequeño dra-
gón-. Yo tampoco me he atrevido
nunca.
Los dos (se quedan callados. Luego
el pequefiodragón dice:
28
-Pero no es muy listo ese Ludwig.
Ha dicho que tú gruñes, cuando, en
realidad, cantas muy bien. ¡Es tonto!
Echa una nubecita y sigue pen-
sando.
-A lo mejor, ni siquiera es fuerte
-añade-. A lo mejor, aparenta que
lo es. A lo mejor sale corriendo si tú
te defiendes.
-No creo -contesta Jano.
-Atrévete alguna vez -dice el pe-
queño dragón-. Entonces me atre-
veré yo también. Después, cuando
esté de nuevo en clase.
Suena el timbre. El recreo ha ter-
minado. Jano vuelve a clase.
-¡Ahí viene el comesalchichas!
-dice Ludwig.
Jano intenta pasar inadvertido a
su lado. Pero Ludwig le empuja de
nuevo.
-¡Ahora! ¡Que aprenda! -susurra
el dragón.
29
1
¡
1
1
¡
-
J,
I I
• 1
Jano se pone la cartera delante del
cuerpo y se tira contra Ludwig. Este
tropieza, cae hacia atrás y se queda
sentado en el suelo.
-¡Ay! -grita-. ¡El tripagorda me
ha empujado! ¡Ay! [Mi mano!
Jano tiene miedo de los amigos de
Ludwig. Pero ninguno se mueve. Al-
gunos, hasta se ríen. Susi dice:
-Has empezado tú. Todos los días
le empujas. Él hace muy bien en de-
fenderse.
Ludwig se marcha muy despacio
hasta su pupitre, sin decir ni una sola
palabra.
31
l
6 El pequeño dragón aprende
a escribir
EL pequeño dragón se encuentra al
lado de la estufa. Ha derretido un
trozo grande de chocolate en el fuego
y está descansando.
Jano no puede jugar con él. Tiene
que hacer los deberes. Debe escribir
cinco veces la frase que han copiado
en el colegio: EL conejo tiene Las orejas
Largas.
La primera vez la escribe así:
EL conej tiene Las orejas Lagas.
La segunda vez así:
EL enejo tiene las orejas Laras.
32
La tercera vez así:
El conejo tine las oejas largas.
Su madre mira el cuaderno y sa-
cude la cabeza.
-Jano, esto está mal -dice-.
Será mejor que lo repitas.
Su madre se marcha y él se queda
allí, sentado, chupando el lápiz.
-¡No puedo! -dice en voz. alta.
El pequeño dragón abre los ojos.
-¿Qué no puedes? -pregunta.
-Escribir bien -contesta Jano.
El pequeño dragón se sube a la
mesa de un salto.
-¿Cómo se hace eso, escribir?
-pregunta-. ¡Enséñame!
Jano escribe en su cuaderno: El co­
nejo,
-Se hace así -dice-. Da gracias
de no tener que aprender.
-Pues no parece dificil -comenta
el pequeño dragón-. ¿Tienes otra de
esas cosas que escriben?
33
Jano le da un lápiz y una hoja de
papel.
-Ahora hazlo otra vez para que
yo lo vea -le ruega el pequeño dra-
gón.
Jano escribe lentamente una letra
tras otra.
-Esto significa «El conejo» -dice.
-El conejo -repite el pequeño
dragón. Y escribe después una letra
tras otra en su papel-. ¿Qué tal?
-Bastante mal -dice Jano-.
Tienes que hacerlo así.
Jano escribe otra vez EL conejo.
El pequeño dragón lo copia. La
tercera vez ya lo escribe un poco me-
Jor.
-Más -dice-. La siguiente pala-
bra.
Jano escribe tiene.
El pequeño dragón escribe tiene,
hasta que le sale bien. Y también
aprende a escribir orejas y Largas.
34
1
./
--------------
-Ahora escribiremos todo eso
cinco veces -dice el pequeño dra-
gón-. Y luego, ya sabremos hacerlo
bien.
EL conejo tiene las orejas largas, escribe
Jano una, dos, tres, cuatro, cinco
veces. Justo cuando acaba, entra su
madre en la habitación.
35
-Está muy bien -dice-. ¡ Muy
bien, Jano!
-¿Y yo? -pregunta el pequeño
dragón cuando la madre se va.
-Tú también -contesta Jano.
El pequeño dragón resopla de ale-
gría. Se sienta sobre el cuaderno de
Jano y se inventa una canción:
Yo, el dragón, ya sé escribir,
y así voy a seguir.
Aunque soy muy pequeñito,
sé escribir, y eso es muy bonito.
-¿Te gusta mi canción? -pre-
gunta.
-¡Vaya, no está mal! -contesta
Jano.
El pequeño dragón le sopla una
nubecita de humo en la cara.
-Para un dragón es muy bonita
-dice.
36
7 El pequeño dragón
da una voltereta
JANO y el pequeño dragón están
sentados sobre la mesa.
Jano le acaricia la cabeza, y el dra-
gón le cuenta cosas del país de los
dragones.
-Tengo una mamá dragona y un
papá dragón, y un abuelo dragón y
una abuela dragona -dice-. Mi
abuela...
No puede seguir hablando porque
la abuela de Jano entra entonces en la
habitación. Deja un gran trozo de
37
pastel sobre la mesa. Pastel de man-
zana. AJano le gusta mucho.
-¡Que aproveche! -dice.
El pequeño dragón levanta la ca-
beza y olisquea.
-Huele bien -dice-. ¿Qué es?
-Pastel.
-¿Pastel? ¿Crees que estará bueno
el fuego de pastel?
-El pastel es para mí -dice
Jano--. Me lo voy a comer yo solo.
El pequeño dragón resopla con tris-
teza. Mueve la cabeza y la cola y le
pide un trozo. Jano se come sólo la
mitad. El resto lo echa a la estufa.
El pequeño dragón sorbe y se re-
lame.
-¡Hmm! -exclama-. ¡El fuego
de pastel está muy rico! Tengo que
cantar una canción sobre el fuego de
pastel.
Empieza a cantar y Jano lo acorn-
pana:
38
El dragón se relame
porque eljuego bien le sabe.
Échale pastel alfuego,
¡verás cómo está de bueno!
-Y ahora, sigue contándome cosas
del país de los dragones -le pide
Jano.
El pequeño dragón piensa un poco.
-Una vez al año celebramos la
Fiesta del Fuego -cuenta-. Los
dragones más pequeños hacen en-
tonces un concurso de echar fuego
por la nariz. Yo pierdo siempre. Por-
que sólo tengo una cabeza.
-Yo también pierdo siempre -di-
ce Jano--. En las carreras. Y con la
pelota. Y al dar volteretas. Ludwig
da diez volteretas seguidas. Yo sólo
doy una porque como mucho.
-¿Volteretas? ¿Qué es eso? -pre-
gunta el pequeño dragón.
Jano da una voltereta para que d
39
dragón lo vea. No le sale bien. Pero
al pequeño dragón le gusta.
-Yo también quiero aprender
-dice. Y encoge la cabeza, pone la
cola en alto y rueda hacia un lado.
-No es así -le dice el niño.
Jano tiene que dar otra, y otra, y
otra. Al final el dragón aprende cómo
se da una voltereta.
-Ahora voy a dar tres seguidas.
Igual que tú, Jano.
-¿Igual que yo? -pregunta Jano
asombrado-. ¡Pero si yo no sé!
-¡Si lo acabas de hacer! -dice el
pequeño dragón-. ¡Yo lo he visto!
Ven, vamos a probar otra vez.
Jano obedece. ¡Sí que lo hace!
¡Tres volteretas!
-¡Ahora, yo! -grita el pequeño
dragón.
Jano lo intenta. Y el pequeño dra-
gón lo intenta. Hasta que consiguen
dar cuatro volteretas seguidas.
40
 ; 
1
,
1
1
',f.
.. 
·.L
-¡Cuatro volteretas! -exclama el
pequeño dragón-. ¡Cuatro! ¡Soy el
único dragón del mundo que sabe ha-
cer eso!
Inclina la cabeza, echa una nube-
cita de humo al aire y mira a Jano.
-Ha sido un día maravilloso
-dice-. ¡Fuego de pastel! [Volte-
retas! Estoy muy contento de estar
contigo.
42
8 El pequeño dragón pinta
un cuadro
A Jano le han regalado una caja de
lápices de colores. Son unos lápices
de colores muy bonitos. Pero no está
contento.
-¿Qué es eso? -pregunta el pe-
queño dragón. Y olisquea la caja-.
¿Se puede comer?
-No -contesta Jano--. Con los
lápices se puede pintar. Cuadros de
colores.
Le enseña un cuadro que está' col-
43
gado sobre su cama. Dos peces, uno
rojo y otro azul.
-Eso lo he pintado yo -dice-.
Hace tiempo. En el colegio, cuando
era pequeño.
-Pintas muy bien -exclama el
pequeño dragón.
-Ya no -dice Jano-. Ludwig
dice que mis cuadros son muy tontos.
Unos simples borrones.
El pequeño dragón mira los peces.
Mira los lápices de colores. Luego,
dice:
-Me gustaría aprender a pintar.
Anda, enséñame.
-¡No! -niega Jano-. Ya no me
gusta pintar. Vamos a jugar.
El pequeño dragón se acerca a
Jano y se frota la cabeza contra la
pierna del niño.
-¡Me gustaría tanto pintar! -in-
siste-. No seas así.
-¿No me puedes dejar en paz?
44
-le regaña Jano. Pero luego coge su
cuaderno de dibujo y pinta rayas,
círculos y cuadrados.
-Se hace así -dice.
El pequeño dragón coge un lápiz y
hace lo mismo que Jano.
-Esto no es un cuadro bonito
-dice-. Enséñame a pintar cuadros
bonitos.
-No sé -dice Jano enfadado.
Luego, pregunta-: ¿Qué pinto?
-¡A mí! -grita el pequeño dra-
gón.
Jano mira al dragón desde todos
los lados.
-Te voy a pintar rojo -dice-.
Porque eres muy alegre.
Coge un lápiz rojo y pinta la ca-
beza, la tripa, el lomo y la lengua.
-¿Ése soy yo? -pregunta el pe-
queño dragón-. ¿De verdad soy yo?
-Casi -dice Jano-. No ha que-
dado muy bien. -
45
El pequeño dragón se sienta sobre
sus patas traseras y empieza también
a pintar: primero un pequeño círculo.
Luego, un círculo muy grande con
dos rayas a los lados.
·-Éste eres tú -dice-. ¿Qué te
parece mi cuadro?
-Muy bonito para ser el primero
-dice Jano-. Sólo te has olvidado
de las piernas.
-Tú también -dice el pequeño
dragón-. ¿Sabes? Ahora vamos a
pintar hasta hacer cada uno un cua-
dro muy bonito. ¿Tienes ganas?
-No muchas -dice Jano.
Pero como al pequeño dragón le
gusta tanto, él también pinta. Se pa-
san toda la tarde pintando. Jano se
olvida de que antes no tenía ganas.
Él y el pequeño dragón pintan mu-
chos cuadros de colores, unos más
bonitos que otros. Los dos más bo-
nitos los cuelgan sobre la cama. En
46
el cuadro que ha pintado Jano está el
pequeño dragón sentado delante de la
estufa comiendo chocolate. Y en el
cuadro que ha pintado el pequeño
dragón está Jano echando pastel en la
estufa. 
-¡Los dos pintamos muy bien!
-exclama el pequeño dragón.
47
Jano asiente.
-Ludwig se va a quedar asom-
brado -dice.
-Los dragones de mi país también
-exclama el pequeño dragón-. Pero
¿qué haces? ¿Vas a comer chocolate?
¡Es mío!
48
9 El pequeño dragón trepa
a un árbol
JANO y el pequeño dragón juegan a
tula en el jardín. El pequeño dragón
tiene las patas muy cortas. Pero
puede correr muy deprisa. Jano tiene
que hacer un gran esfuerzo para al-
canzarlo. Al principio perdía casi
siempre. Pero ahora ya gana más a
menudo. El pequeño dragón tiene
que hacer un gran esfuerzo para que
Jano no lo alcance.
-¡No puedo más! -exclama, y se
sienta bajo el manzano.
Jano se sienta a su lado. Luce el
sol. El invierno ya casi ha terminado.
-
49
-¡Qué árbol tan alto! -dice el pe-
queño dragón-. ¿Se puede ver hasta
muy lejos desde ahí arriba?
-No sé -dice ]ano-. No me he
subido nunca.
-¿Por qué no? -pregunta el pe-
queño dragón.
Jano no contesta. Tiene miedo de
que el pequeño dragón quiera apren-
der a trepar.
-Me voy a casa -dice rápida-
mente.
El pequeño dragón lo sujeta por el
pantalón.
-¡Quédate! -le ruega-. Ensé-
ñame a trepar. Quiero sentarme en lo
alto de un árbol. Así podré contárselo
a los demás dragones.
-¡Qué tontería! -exclama Jano-.
Además, yo no sé trepar.
-No te creo -dice el pequeño
dragón-. Seguro que eso es lo que
ha dicho de ti Ludwig. Ese chico sólo
50
dice tonterías. ¡Venga, vamos a tre-
par!
Jano se levanta muy despacio. Se
cuelga de una rama, apoya los pies
contra el tronco y sube. El pequeño
dragón le mira atentamente. Luego
trepa detrás de él.
-¡Esto va muy bien! -exclama-.
¡Lo vamos a conseguir!
Trepan de una rama a otra. Jano
jadea y protesta. El pequeño dragón
también jadea. Por fin se sientan
arriba, en lo más alto del árbol. Pue-
den ver todo el jardín, y la calle, y el
balcón de la casa vecina. Allí está
la señora Bergmann con el dedo en la
nanz.
El pequeño dragón echa grandes
nubes de humo por la nariz.
-¡Soy el dragón más alto! -grita
contento-. [Yo, el más pequeño, el
que tiene una sola cabeza! Cuando
vuelva a mi casa, en el país de los
51
dragones, no habrá nada que me
guste más que subirme a los árboles.
Mira hacia abajo y exclama:
-¡Realmente está muy alto!
-Mucho -dicejano.
-¿Cómo vamos a bajar? -pre-
gunta el pequeño dragón.
-No sé -contesta Jano.
-Tengo miedo -dice el pequeno
dragón.
-Yo también -añade Jano.
Entonces el pequeño dragón empie-
za a llorar. Lágrimas muy grandes.
-Ahora ten... tendré que que...
quedarme siempre aquí arri... arriba
-dice sollozando-. Y ya no ten...
tendré nunca fuego de cho... cho-
cola... late.
Jano no puede oír cómo llora el pe-
queño dragón. Se lo mete en el bol-
sillo.
-Tranquilízate -le dice-. Lo
voy a intentar.
52
/
/
!
'
.
Pero es imposible.
El árbol es muy alto y Jano tiene
mucho miedo.
Pero entonces, por suerte, llega su
padre a casa. Le ayuda. Se coloca
bajo el árbol y le dice lo que tiene
que hacer.
-Tienes que ponerte en aquella
rama -le dice-. Agárrate fuerte.
Ahora, en esa otra. Sin miedo... que
ya llegas. ¡Muy bien! La próxima vez,
antes de subir, piensa que luego
tienes que bajar.
Jano asiente. Lo tendrá en cuenta.
Pero el pequeño dragón olvida ense-
guida que ha llorado de miedo.
-¡Trepar es muy divertido! -ex-
clama-. Mañana treparemos otra
vez.
54
1O El pequeiio dragón
lee un cuento
EL pequeño dragón lleva ya bas-
tante tiempo con Jano. Juega con él,
duerme a los pies de su cama y to-
dos los días come fuego de dulce.
Además, ha aprendido un montón de
cosas: a cantar, a pintar, a dar volte-
retas y a trepar a los árboles. Ahora
le gustaría aprender también a leer.
-Déjalo -dice Jano--. Leer es
muy aburrido. Para leer una sola pá-
gma necesitas como mínimo una
hora.
55
-Tu abuela, no -añade el pe-
queño dragón.
-Porque ella ya sabe.
-En la estantería tienes un libro
gordo de colores -dice el pequeño
dragón-. ¿Qué pone?
-Es un libro de cuentos -con-
testa Jano.
-¿Cuentos tan bonitos como los
que te lec tu abuela? -pregunta el
pequeño dragón.
Jano asiente.
El pequeño dragón echa una pe-
queña nubecita de humo al aire.
-Me gustaría ser un dragón que
supiera leer cuentos -dice.
Todo lo que el dragón se propone,
lo hace. No deja tranquilo a Jano. En
la calle se para delante de todos los
anuncios y de todas las tiendas y pre-
gunta:
-¿Qué letra es ésa? ¿Cómo se lee
esa palabra? Venga, léemela.
56
El pequeño dragón aprende ense-
guida a leer palabras muy dificiles.
FARMACIA, por ejemplo. LAVAN-
DERfA. SUPERMERCADO. DENTÍ-
FRICO. TINTORERÍA. Y un día coge
el libro de cuentos de la estantería.
-¿Cómo se lee esto? -pregunta, y
señala con la pata delantera la pri-
mera página del libro.
-Léelo tú mismo -dice Jano.
El pequeño dragón se sienta en las
rodillas de Jano.
-Los mú... mú... músicos...
-Pone los músicos... -dice Ja-
no-. Los músicos de Bremen.
-¡Bien! -grita el pequeño dra-
gón-. ¡Los músicos de Bremen! ¡Si-
gamos!
Empiezan a leer el cuento juntos.
Es un cuento muy bonito. Les gusta
tanto que no paran hasta haber leído
dos páginas.
57
el
me
-Un poco -contesta Jano.
-¿Cuánto hemos tardado en leer
las dos páginas? -pregunta el pe-
queño dragón.
-Media hora -contesta Jano.
-¡Qué deprisa leemos! -exclama
el pequeño dragón-. Tengo que in-
ventar una canción ahora mismo.
Piensa un poco y empieza a cantar:
Ningún dragón sabía leer>
y siempre había ocurrido así.
El pequeño dragón sabe leer...
-¡No sé seguir! -exclama.
­Y también su amigo Janí -concluye
Jano.
-Janí? -el pequeño dragón sa-
cude la cabeza-. Pero tú no te
llamas así.
-No, pero... casi -dice Jano.
59
1
11 Llega el verano
-¡ARRIBA, Jano! -le dice suma-
dre-. Tienes que ir al colegio.
Jano bosteza. El pequeño dragón
bosteza también. Jano lo acaricia,
luego se va al cuarto de baño. Se lava
los dientes y la cara y juega un poco
con la jabonera como si fuera un
barco. En la calle luce el sol. Jano se
pone sus pantalones cortos, y durante
el desayuno le dice su madre:
-Ha llegado el verano. Por fin no
tendremos que encender más la es-
tufa.
El pequeño dragón espera ya en la
60
cartera de Jano. Juntos se ponen en
camino. Cruzan la calle y el parque,
cruzan el patio de la escuela y llegan
a la clase de Jano.
-¡Tripagorda! -le grita Ludwig
Hall.
Jano no le hace caso. Eso le mo-
lesta a Ludwig.
61
-¡Comesalchichas! -grita.
-¡Ludwig Hall es un animal! -le
responde Jano.
-¡Una rima muy bonita! -ex-
clama el pequeño dragón riéndose.
Los demás niños se ríen también.
-¡Ludwig Hall es un animal! -re-
pite Susi-. Además, Ludwig está
tonto: no se da cuenta de que Jano ya
no está gordo.
-Ni de que corre mucho más que
antes -añade Stefan.
Entonces llega la señorita Beck y
dice:
-Sacad los libros. Vamos a leer.
Susi es la primera. Luego le toca a
Jano. Lee cinco frases y sólo comete
dos faltas.
-Muy bien, Jano -dice la seño-
rita, y Jano se pone muy contento.
¡Porque sabe leer! ¡Y porque ya no
está gordo! ¡Y porque ahora le gusta
mucho más el colegio!
62
En el recreo se le acerca Susi.
-Jano, el viernes es mi cum-
pleaños. Te invito a mi fiesta. An-
dreas, y Stefan, y Annette, y Jorg, y
Sabine también vienen.
Entonces, Jano se pone más con-
tento todavía. Piensa en un regalo
para Susi. Tiene que ser algo muy es-
pecial.
-LJano, que estoy aquí! -exclama
el pequeño dragón.
Se asoma por el bolsillo de la cha-
queta de Jano y echa una nubecita de
humo al aire. Jano lo acaricia.
-Ya lo sé -dice. Pero piensa en
la fiesta de cumpleaños.
63
12 Janoya no está solo
HAN terminado las clases. Jano y el
pequeño dragón vuelven a casa por
el parque. Cuando pasan por el
banco del árbol, Jano se sienta. El
pequeño dragón sale de la cartera de
un salto y se sienta a sus pies.
-Esta noche he soñado otra vez
con el país de los dragones -dice.
-¿Qué has soñado? -pregunta
Jano.
-Con mi madre y con mi padre. Y
con el colegio para pequeños dra-
gones. Y daba volteretas, y cantaba,
64
y todos los nmos dragones me mira-
ban con asombro.
-¿Sí?
El pequeño dragón asiente.
-Un sueño muy bonito -dice, y
luego se queda callado. Jano también
se calla.
-¿Nos vamos a ir pronto a casa?
-pregunta el pequeño dragón-.
Tengo hambre. ¿Qué hay hoy?
¿Fuego de chocolate o fuego de pas-
tel?
-Nada -contesta Jano--. Ya ha
pasado el invierno. Mi madre ya no
enciende el fuego de la estufa.
-¿Queeeeé? -se asombra el pe-
queño dragón-. ¿Es verdad?
-Además, mi abuela se ha dado
cuenta de que echo el pastel y el cho-
colate al fuego, y ya no me da más.
El pequeño dragón echa un par de
nubes grandes de humo al aire.
Luego, deja caer su cabeza sobre las
65
patas delanteras y suspira con fuerza.
-Vamos -dice Jano al cabo de
un rato.
El pequeño dragón no se mueve.
-¡Vamos! -repite Jano.
El pequeño dragón levanta la ca-
beza.
-No -dice en voz baja.
-¿Qué te pasa? -pregunta Jano
asustado.
T •
- _:...7"- : -
-No voy contigo -dice el pe-
queño dragón-. Me vuelvo al país
de los dragones. Creo que ya nadie se
reirá allí de mí. Soy el único dragón
que sabe leer. Y también sé cantar, y
escribir, y pintar, y trepar a los ár-
boles y dar volteretas. No importa
que sólo tenga una cabeza.
-¡No, no te vayas! -grita Jano.
El pequeño dragón le mira. Mueve
la cola y parpadea.
-Lo he pasado muy bien contigo
-dice-. Pero soy un dragón y tengo
que estar en el país de los dragones.
Acaríciame otra vez.
Jano se agacha y le acaricia la ca-
beza. De pronto nota que sus de-
dos acarician la arena. El pequeño
dragón ha desaparecido. Sólo se ven
círculos y rayas en la arena. Nada
más.
-¡Pequeño dragón! -grita Jano.
No recibe ninguna respuesta.
66 67
[
Entonces se va a casa, cruza el par-
que y la calle. El pequeño dragón ya
no está en la cartera. Jano está triste.
En la esquina han abierto una
tienda nueva. En el escaparate hay
una caracola de colores.
Jano se para y mira la caracola.
«Es muy bonita», piensa. «Se la re-
galaré a Susi por su cumpleaños».
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68
Índice
1 ]ano está solo .. 5
2 Llega el pequeño dragón .. ......... ... 1O
3 El pequeño dragón come fuego de
chocolate ........ .. . ....... . . ............ ... 16
4 El pequeño dragón aprende a cantar. 21
5 El pequeño dragón va a la escuela. 27
6 El pequeño dragón aprende a escri­
bir........................................... 32
7 El pequeño dragón da una voltereta. 37
8 El pequeño dragón pinta un cuadro. 43
9 El pequeño dragón trepa a un árbol. 49
1O El pequeño dragón lee un cuento.... 55
11 Llega el verano ..... .......... .......... . 60
12 Janoya no está solo ... ............. .... 64

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El pequeño dragón aprende a cantar y bailar

  • 1. ( VAPOR Irina Korschunow EL DRAGÓN DE JANO ISBN 84-348·2205-9 N .,m111111 EN EL COLEGIO, LOS COMPANEROS DE JANO SE BURLAN DE iL POflOUE ES OOR· DO l:SO LE ATORMENTA TANTO OUE YA NADA LE SALE BIEN, NI EN LOS ESTUDIOS NI EN LOS JUEGOS AL VOLVER DELCO. LEGIO, SE SIENTA EN UN BANCO Y EMPIE­ ZA A PINTAR EN LA ARENA. DE PRONTO, E.L UIHUJO se CONVIERTE EN UN PEQUE· NO DRAGÓN, El. DRAGÓN Y JANO SE HA· CEN AMIGOS Y APRENOERAN A VENCER SUS COMPLE!JOS, IRINA KORSCHUNOW PR0Cf;DE Of: UNA FAMll lA noso 01 f!MANA V VIVC [N ALE MANIA AD[MÁS OC LIIJílOS PARA NINOS IAMIJII NI SCHll31 CiUIONI S DE rnJcu LAS Y LIOROS PARA AOtJLTOS
  • 2. Primera ed1á611: mayo 1987 Vigésimo cuartn edtctán: enero 200S Dirección editorial: El,a A¡i:uiar Colección dirigida pnr Marinella Tcrzi Título üriginal: IIanno mnlr ,11/i etnen Drachen © Dcutscher Taschenbuch vcrlag Grnbl 1 & Co. KG. Munich, 1978 e Ediciones S,I, 1987 Impresores. 15 Urbanización Prado del Espino 28660 I30,1dil la del Monee (Madrid) ISBN: 84-148 2205-9 Depósito legal. M-49457-2()()4 Preimpresión. Gr,1filia. SI. Impreso en E!>paíía / Pr1111ed tn Spain Imprenta SM - Joaquín Turina, 39 · 28044 Madrid 1 (�1cdJ prohibida. salvo excepción prevista en la L<:, cualquier form.1 de repro- du.cción. distribut'i.'.in. �?rnunicación publica y rrausforruacion de <'>ta. obra '111 contar mn la autortzacron de los rirulares de su propiedad mrclecrual. La íufrac- cion Je los derechos de difo,ií,n Je la obra puede ser wns1it111i,.1 dedelitocontra la propiedad intelectual (arts, 270 y ss. del Codigo P.:nall. El Centro Español de Dcrct·hos Rc:prografiros ,·ela por d respeto de los citados dcct-cho:.. __J 1 1 1 l l 1 Jano está solo 1 -¡ARRIBA, Jano! -le dice su ma- dre. Despacio, muy despacio, Jano se levanta. Despacio, muy despacio, va al cuarto de baño. Se lava los dientes y la cara. Luego, juega con la jabo- nera como si fuera un barco. -¡Date prisa, Jano! -dice la ma- dre-. Debes llegar a tiempo al cole- g10. ¿A tiempo? No. Al contrario. En realidad, a Jano le gustaría no ir nunca más. Porque está muy gordo y los demás niños se ríen de él. 5
  • 3. ¡Se había sentido tan feliz cuando, 1 en otoño, fue por primera vez al cole- 1 gio con su cartera nueva! Pero Lud- l wig, que se sienta justo detrás de él, empezó ya el primer día a llamarle «comesalchichas». Y «tripagorda». Desde entonces, Jano no quiere ir al colegio. Le gustaría quedarse en casa. Pero no Je dejan. -¡Que lo pases bien, Jano! -le dice su madre. Le acompaña hasta la puerta y le despide con un gesto. Despacio, muy despacio, Jano se pone en camino. Cruza la calle y el parque, cruza el patio de la escuela y entra en su clase. -¡Ha llegado el comesalchichas! -grita Ludwig. Algunos niños se ríen, y Ludwig se acerca a Jano y le empuja contra el banco. A Jano también le gustaría empujarle. O darle una patada. Pero no se atreve. Piensa que Ludwig es 6
  • 4. más fuerte y tiene muchos amigos que le ayudan. Jano no tiene amigos. Se sienta en su sitio y se enfada y está triste. No puede prestar atención en clase, ¡está tan triste... ! -Ahora, tú, Jano -dice la seño- rita Beck. Jano no la oye. -Jano! -grita la profesora-. ¡Despierta! Te toca leer. Jano se asusta. Tartamudea y bal- bucea y confunde todas las letras. Los demás niños se ríen y la profesora dice: -¡Despierta, Jano, estás dormido! Con las cuentas no le va mejor, y en la clase de dibujo no tiene ganas ni de empezar a pintar. «No puedo», piensa. Pero lo peor es la gimnasia. Los demás niños son más ágiles que él, y no consigue coger nunca el ba- lón. -El comesalchichas está <lema- 8 siado gordo. No puede ni levantar una pierna -dice Ludwig. Realmente, Jano está harto. ¡Está tan solo! No quiere volver al colegio. 9
  • 5. 2 Llega el pequeño dragón DE vuelta a casa, Jano cruza triste el parque. Debajo de un gran árbol hay un banco. Jano se sienta. Ni si- quiera nota lo frío que está. Con una ramita seca pinta rayas y garabatos y un círculo en la arena. De repente, algo sorprende a Jano. El círculo se convierte en una cabeza. ¡No es pintada! ¡Una cabeza real, viva, le mira desde el suelo! Una pe- queña cabeza negra con su lengua roja y su nariz. Y de la nariz sale humo oscuro. -Buenos días -le dice la pequeña 10 l cabeza negra a Jano--. ¡Qué cómico eres! Nunca había visto un dragón tan cómico como tú. -¿Un dragón? -pregunta Jano--. ¡Yo soy una persona! La pequeña cabeza negra suelta una nubecita por la nariz. -¿Una persona? -dice reso- plando--. ¿Es cierto? Alguna vez mi abuela me contó historias de per- sonas. Pero decía que eran sólo cuentos. ¿Y tú eres realmente una persona? -¿Qué soy si no? -dice Jano--. ¿Y tú? -¿Yo? -La pequeña cabeza negra se mueve de un lado para otro--. ¿No te lo imaginas? Entonces Jano descubre algo más: una tripa, un lomo con dos alas, una cola larga y cuatro patas. Y todo ello es tan negro como el carbón y del ta- maño de un hámster. 11
  • 6. -¿Acaso eres...? -grita Jano. -¡Claro que soy un dragón! -re- sopla el pequeño animal negro-. Vengo de allá abajo, del país de los dragones. Está bastante lejos. Jano se agacha y examina de cerca al pequeño dragón: tiene escamas y unos brillantes ojos negros. Su as- pecto es muy simpático. -¿Qué buscas aquí? -le pregunta Jano. El pequeño dragón mira con cui- dado a su alrededor. Se acerca a Jano y le susurra: -Me he escapado. -¿Por qué? -pregunta Jano. -Porque soy muy pequeño. Mis alas son tan pequeñas que no puedo volar. ¡Y sólo tengo una cabeza! -re- sopla el dragoncito. -¿Y eso es malo? -pregunta Jano. -Para un dragón, sí. Los demás l2
  • 7. tienen tres cabezas. En el colegio se ríen de mí. Por eso me he escapado. Hace una pausa. -¿Puedo quedarme contigo? -pre- gunta-. Podría vivir ahí. Es sufi- ciente para mí. -Ésta es mi cartera -contesta Jano-. Tengo que llevarla al colegio. -¿El colegio? ¿También las per- sonas vais al colegio? -pregunta el pequeño dragón, asombrado. Jano asiente con la cabeza. -Sí, por desgracia. -Yo pensaba que eso sólo cxrstra en el país de los dragones -añade el dragón-. En el colegio nosotros aprendemos a echar fuego por la na- riz. Con una cabeza fuego rojo, con la otra fuego amarillo y con la tercera fuego azul. -Pero tú sólo echas humo -dice Jano. -Porque acabo de empezar a ir al 14 colegio -dice el pequeño dragón-. Además, sólo tengo una cabeza. ¿Qué aprendéis en vuestro colegio? -A leer y a escribir, a hacer cuentas, a pintar y a cantar. Le molesta tener que hablar de ello. -¡Qué interesante! -dice el pe- queño dragón-. ¿Me llevas a tu cole- gio para personas? Jano no contesta. -Llévame contigo, por favor -le pide el pequeño dragón. -Ahora tenemos que ir a casa -dice Jano-. Hace frío, me estoy helando. Abre la cartera y el dragón se mete de un salto. 15
  • 8. r 3 El pequeño dragón come fuego de chocolate LA casa donde vive Jano está en un jardín. Tiene dos pisos. En el de abajo vive Jano con sus padres. En el de arriba viven su abuela y su abuelo. Cuando Jano llega a casa, su madre y su abuela están en la puerta. -Tengo algo para ti -le dice su abuela. Mete la mano en el bolsillo del de- lantal y le da una tableta de choco- late muy grande. -¿Otra vez? -exclama la ma- dre- ¡No debe tomar tanto dulce! -Pero si a él le gusta... -dice la 16 abuela=-. Come, Jano, para hacerte grande y fuerte. -Gracias, abuela -dice Jano. Entra en casa y se va a su habita- ción. Abre la cartera y el pequeño dragón sale de un salto. -¿Vives aquí? -pregunta. . Jano asiente con la cabeza. -¿Y qué es eso de ahí? -pregunta el pequeño dragón-. Esa cosa que está tan caliente. -Es una estufa -contesta Jano----. Nuestra casa es antigua y la calefac- ción es con estufas y fuego de verdad. -¿Fuego? -exclama el pequeño dragón-. ¿Fuego de verdad? ¡Qué bien! Jano abre la puertecita de la estufa. -Pues a mi madre no le gusta nada la estufa. Dice que es muy sucia y que le da mucho trabajo. Pero el pequeño dragón resopla de alegría. 17
  • 9. -·Estoy muy contento de haberte 1 ,. encontrado! -dice-. Anda, déjame comer un poco de fuego. Tengo un hambre espantosa... Jano lo tiene que levantar con la mano. El pequeño dragón mete la ca- beza en el fuego. Se relame, chasquea la lengua y mueve la cola porque el fuego está delicioso. 18 -¿No quieres comer un poco de fuego? -le pregunta a Jano. -¿Fuego? -Jano ·se ríe-. ¡Las personas no comen fuego! -¿Pues qué comes tú? -pregunta el pequeño dragón. -Espaguetis con salsa de tomate. Y pollo. Y pastel de manzana. Y cho- colate... -coge la tableta de choco- late y le quita el papel-: Mi abuela me da casi todos los días una tableta. A veces dos. Y pasteles. Y caramelos. Mira, prueba un trocito. El pequeño dragón mueve la ca- beza de un lado para otro. -Los dragones sólo comen· fuego -dice, y huele el chocolate-. Huele bien. ¿Podrías echarme un poquito en el fuego? Me gustaría probar el fuego de chocolate. -Como quieras... -dice Jano. Abre la estufa y echa dos trozos de chocolate en el fuego. El chocolate se 19
  • 10. derrite. El pequeno dragón mete la cabeza en la estufa. -Hmm... Hmm... ¡Qué rico! Hmm... ¡Nunca había probado un fuego tan rico! Hmm... ¡El fuego de chocolate es algo delicioso! 20 4 El pequeño dragón aprende a cantar -¡AHORA me toca a mí! -dice Jano, y se mete un trozo de chocolate en la boca. -¿Tanto? -pregunta el pequeño dragón-. ¿Todo eso? -¡Es m1 chocolate! -contesta Jano. -Pero me podías dar un poquito más -dice el pequeño dragón. -Está bien -dice Jano, y echa en la estufa unos trocitos de chocolate. -¡Levántame! -le ruega el pe- queño dragón-. ¡Deprisa! 21
  • 11. Jano lo sujeta delante de la estufa, y eJ pequeño dragón sorbe, y chas- quea la lengua y pide más: -¡Más! ¡Por favor, por favor, más! No para de pedir hasta que Jano echa al fuego, trocito a trocito, toda la tableta. No le ha quedado nada para él. Ni siquiera un trocito. -¡Se acabó! -dice-. Bueno, no importa, mi abuela me dará más. El pequeño dragón se relame. -¡Qué bien! -exclama-. Todos los días podré comer fuego de choco- late. ¡Estoy muy contento de haberme encontrado contigo! Se levanta sobre las patas traseras y empieza a saltar, y bailar y dar vueltas. -¿Qué haces? -pregunta Jano. -Estoy bailando -contesta el pe- queño dragón-. Es un baile de día de fiesta de los dragones. -¿Sin música? -pregunta Jano. 22 -¿Música? ¿Qué es eso? -qmere saber el pequeño dragón. Jano piensa cómo se lo podría ex- pJicar. Entonces se le ocurre una can- ción y se la canta al pequeño dragón: EL dragón se relame porque elfuego bien Le sabe. Áchale chocolate alfuego, ¡z,erás cómo está de bueno! El pequeño dragón inclina la ca- beza y escucha atentamente. -Suena muy bien -dice-. ¿Eso es música? -Eso se llama cantar -explica Jano. -Cantas muy bien. -¡Qué va! -exclama Jano-. En la escuela nunca me dejan cantar con los demás. Ludwig dice que gruño. EJ pequeño dragón arroja dos pe- queñas nubecitas oscuras de humo. 23
  • 12. -Ese Ludwig es tonto -dice muy enfadado--. ¡O no tiene oídos! Por fa- vor, cántame otra vez lo mismo. Jano repite la canción, y a la ter- cera vez canta también el pequeño dragón: El dragón se relame porque el fuego bien le sabe. llchale chocolate alfuego, ¡verás cómo está de bueno! Suena un poco raro y estridente. Pero el pequeño dragón está muy or- gülloso de su forma de cantar. -¡Nunca había cantado un dra- gón! -exclama-. ¡Soy el primero! Precisamente yo, que tengo una sola cabeza. Ven, Jano, vamos a cantar y bailar. -Yo no puedo bailar -dice Jano-. Estoy demasiado gordo. 24 -No me lo creo -dice el pequeño dragón-. ¡Con lo bien que cantas! Entonces Jano se olvida de que está gordo. Salta detrás del dragón y canta con él la canción de los dra- gones. De pronto se abre la puerta. La madre de Jano entra en la habitación. 25
  • 13. -¿Qué pasa aquí? -pregunta asombrada. -Estoy cantando -contesta Ja- no-. Y bailando. Su madre se alegra mucho de que esté tan contento. No ve al pequeño dragón. El pequeño dragón pertenece a Jano. Sólo él puede verlo. 26 5 El pequeño dragón va a la escuela A la mañana siguiente, el pequeño dragón se mete en la cartera. Jano se lo lleva al colegio. -¡D�jame pasar, comesalchichas! -dice Ludwig. Y le da un empujón. Jano cae sobre la mesa. -¡Ay! -grita, y Ludwig se ríe. -¡Empújale tú también! -susurra el pequeño dragón por una rendija de la cartera. Pero Jano no se atreve. -Sacad los cuadernos -dice la se- ñorita Beck-. Vamos a escribir. El conejo tiene las orejas largas, escribe 27
  • 14. la profesora en la pizarra. Jano se in- clina sobre su cuaderno y copia la frase. Pero no piensa en los conejos con orejas largas. Sólo piensa en Lud- wig y en que le ha llamado comesal- chichas. Por eso le salen las letras torcidas y escribe mal las palabras. En el recreo, Jano se va a un rin- cón del patio del colegio, lejos de los demás niños. Se lleva la cartera. El pequeño dragón asoma la ca- beza y dice: -Ese Ludwig es un asqueroso. Tan asqueroso como unos dragones que hay en mi clase. Siempre me es- tán fastidiando. -¿Y tú te defiendes? -pregunta Jano. -No -responde el pequeño dra- gón-. Yo tampoco me he atrevido nunca. Los dos (se quedan callados. Luego el pequefiodragón dice: 28 -Pero no es muy listo ese Ludwig. Ha dicho que tú gruñes, cuando, en realidad, cantas muy bien. ¡Es tonto! Echa una nubecita y sigue pen- sando. -A lo mejor, ni siquiera es fuerte -añade-. A lo mejor, aparenta que lo es. A lo mejor sale corriendo si tú te defiendes. -No creo -contesta Jano. -Atrévete alguna vez -dice el pe- queño dragón-. Entonces me atre- veré yo también. Después, cuando esté de nuevo en clase. Suena el timbre. El recreo ha ter- minado. Jano vuelve a clase. -¡Ahí viene el comesalchichas! -dice Ludwig. Jano intenta pasar inadvertido a su lado. Pero Ludwig le empuja de nuevo. -¡Ahora! ¡Que aprenda! -susurra el dragón. 29
  • 15. 1 ¡ 1 1 ¡ - J, I I • 1 Jano se pone la cartera delante del cuerpo y se tira contra Ludwig. Este tropieza, cae hacia atrás y se queda sentado en el suelo. -¡Ay! -grita-. ¡El tripagorda me ha empujado! ¡Ay! [Mi mano! Jano tiene miedo de los amigos de Ludwig. Pero ninguno se mueve. Al- gunos, hasta se ríen. Susi dice: -Has empezado tú. Todos los días le empujas. Él hace muy bien en de- fenderse. Ludwig se marcha muy despacio hasta su pupitre, sin decir ni una sola palabra. 31
  • 16. l 6 El pequeño dragón aprende a escribir EL pequeño dragón se encuentra al lado de la estufa. Ha derretido un trozo grande de chocolate en el fuego y está descansando. Jano no puede jugar con él. Tiene que hacer los deberes. Debe escribir cinco veces la frase que han copiado en el colegio: EL conejo tiene Las orejas Largas. La primera vez la escribe así: EL conej tiene Las orejas Lagas. La segunda vez así: EL enejo tiene las orejas Laras. 32 La tercera vez así: El conejo tine las oejas largas. Su madre mira el cuaderno y sa- cude la cabeza. -Jano, esto está mal -dice-. Será mejor que lo repitas. Su madre se marcha y él se queda allí, sentado, chupando el lápiz. -¡No puedo! -dice en voz. alta. El pequeño dragón abre los ojos. -¿Qué no puedes? -pregunta. -Escribir bien -contesta Jano. El pequeño dragón se sube a la mesa de un salto. -¿Cómo se hace eso, escribir? -pregunta-. ¡Enséñame! Jano escribe en su cuaderno: El co­ nejo, -Se hace así -dice-. Da gracias de no tener que aprender. -Pues no parece dificil -comenta el pequeño dragón-. ¿Tienes otra de esas cosas que escriben? 33
  • 17. Jano le da un lápiz y una hoja de papel. -Ahora hazlo otra vez para que yo lo vea -le ruega el pequeño dra- gón. Jano escribe lentamente una letra tras otra. -Esto significa «El conejo» -dice. -El conejo -repite el pequeño dragón. Y escribe después una letra tras otra en su papel-. ¿Qué tal? -Bastante mal -dice Jano-. Tienes que hacerlo así. Jano escribe otra vez EL conejo. El pequeño dragón lo copia. La tercera vez ya lo escribe un poco me- Jor. -Más -dice-. La siguiente pala- bra. Jano escribe tiene. El pequeño dragón escribe tiene, hasta que le sale bien. Y también aprende a escribir orejas y Largas. 34 1 ./ -------------- -Ahora escribiremos todo eso cinco veces -dice el pequeño dra- gón-. Y luego, ya sabremos hacerlo bien. EL conejo tiene las orejas largas, escribe Jano una, dos, tres, cuatro, cinco veces. Justo cuando acaba, entra su madre en la habitación. 35
  • 18. -Está muy bien -dice-. ¡ Muy bien, Jano! -¿Y yo? -pregunta el pequeño dragón cuando la madre se va. -Tú también -contesta Jano. El pequeño dragón resopla de ale- gría. Se sienta sobre el cuaderno de Jano y se inventa una canción: Yo, el dragón, ya sé escribir, y así voy a seguir. Aunque soy muy pequeñito, sé escribir, y eso es muy bonito. -¿Te gusta mi canción? -pre- gunta. -¡Vaya, no está mal! -contesta Jano. El pequeño dragón le sopla una nubecita de humo en la cara. -Para un dragón es muy bonita -dice. 36 7 El pequeño dragón da una voltereta JANO y el pequeño dragón están sentados sobre la mesa. Jano le acaricia la cabeza, y el dra- gón le cuenta cosas del país de los dragones. -Tengo una mamá dragona y un papá dragón, y un abuelo dragón y una abuela dragona -dice-. Mi abuela... No puede seguir hablando porque la abuela de Jano entra entonces en la habitación. Deja un gran trozo de 37
  • 19. pastel sobre la mesa. Pastel de man- zana. AJano le gusta mucho. -¡Que aproveche! -dice. El pequeño dragón levanta la ca- beza y olisquea. -Huele bien -dice-. ¿Qué es? -Pastel. -¿Pastel? ¿Crees que estará bueno el fuego de pastel? -El pastel es para mí -dice Jano--. Me lo voy a comer yo solo. El pequeño dragón resopla con tris- teza. Mueve la cabeza y la cola y le pide un trozo. Jano se come sólo la mitad. El resto lo echa a la estufa. El pequeño dragón sorbe y se re- lame. -¡Hmm! -exclama-. ¡El fuego de pastel está muy rico! Tengo que cantar una canción sobre el fuego de pastel. Empieza a cantar y Jano lo acorn- pana: 38 El dragón se relame porque eljuego bien le sabe. Échale pastel alfuego, ¡verás cómo está de bueno! -Y ahora, sigue contándome cosas del país de los dragones -le pide Jano. El pequeño dragón piensa un poco. -Una vez al año celebramos la Fiesta del Fuego -cuenta-. Los dragones más pequeños hacen en- tonces un concurso de echar fuego por la nariz. Yo pierdo siempre. Por- que sólo tengo una cabeza. -Yo también pierdo siempre -di- ce Jano--. En las carreras. Y con la pelota. Y al dar volteretas. Ludwig da diez volteretas seguidas. Yo sólo doy una porque como mucho. -¿Volteretas? ¿Qué es eso? -pre- gunta el pequeño dragón. Jano da una voltereta para que d 39
  • 20. dragón lo vea. No le sale bien. Pero al pequeño dragón le gusta. -Yo también quiero aprender -dice. Y encoge la cabeza, pone la cola en alto y rueda hacia un lado. -No es así -le dice el niño. Jano tiene que dar otra, y otra, y otra. Al final el dragón aprende cómo se da una voltereta. -Ahora voy a dar tres seguidas. Igual que tú, Jano. -¿Igual que yo? -pregunta Jano asombrado-. ¡Pero si yo no sé! -¡Si lo acabas de hacer! -dice el pequeño dragón-. ¡Yo lo he visto! Ven, vamos a probar otra vez. Jano obedece. ¡Sí que lo hace! ¡Tres volteretas! -¡Ahora, yo! -grita el pequeño dragón. Jano lo intenta. Y el pequeño dra- gón lo intenta. Hasta que consiguen dar cuatro volteretas seguidas. 40 ; 1 , 1 1 ',f. .. ·.L
  • 21. -¡Cuatro volteretas! -exclama el pequeño dragón-. ¡Cuatro! ¡Soy el único dragón del mundo que sabe ha- cer eso! Inclina la cabeza, echa una nube- cita de humo al aire y mira a Jano. -Ha sido un día maravilloso -dice-. ¡Fuego de pastel! [Volte- retas! Estoy muy contento de estar contigo. 42 8 El pequeño dragón pinta un cuadro A Jano le han regalado una caja de lápices de colores. Son unos lápices de colores muy bonitos. Pero no está contento. -¿Qué es eso? -pregunta el pe- queño dragón. Y olisquea la caja-. ¿Se puede comer? -No -contesta Jano--. Con los lápices se puede pintar. Cuadros de colores. Le enseña un cuadro que está' col- 43
  • 22. gado sobre su cama. Dos peces, uno rojo y otro azul. -Eso lo he pintado yo -dice-. Hace tiempo. En el colegio, cuando era pequeño. -Pintas muy bien -exclama el pequeño dragón. -Ya no -dice Jano-. Ludwig dice que mis cuadros son muy tontos. Unos simples borrones. El pequeño dragón mira los peces. Mira los lápices de colores. Luego, dice: -Me gustaría aprender a pintar. Anda, enséñame. -¡No! -niega Jano-. Ya no me gusta pintar. Vamos a jugar. El pequeño dragón se acerca a Jano y se frota la cabeza contra la pierna del niño. -¡Me gustaría tanto pintar! -in- siste-. No seas así. -¿No me puedes dejar en paz? 44 -le regaña Jano. Pero luego coge su cuaderno de dibujo y pinta rayas, círculos y cuadrados. -Se hace así -dice. El pequeño dragón coge un lápiz y hace lo mismo que Jano. -Esto no es un cuadro bonito -dice-. Enséñame a pintar cuadros bonitos. -No sé -dice Jano enfadado. Luego, pregunta-: ¿Qué pinto? -¡A mí! -grita el pequeño dra- gón. Jano mira al dragón desde todos los lados. -Te voy a pintar rojo -dice-. Porque eres muy alegre. Coge un lápiz rojo y pinta la ca- beza, la tripa, el lomo y la lengua. -¿Ése soy yo? -pregunta el pe- queño dragón-. ¿De verdad soy yo? -Casi -dice Jano-. No ha que- dado muy bien. - 45
  • 23. El pequeño dragón se sienta sobre sus patas traseras y empieza también a pintar: primero un pequeño círculo. Luego, un círculo muy grande con dos rayas a los lados. ·-Éste eres tú -dice-. ¿Qué te parece mi cuadro? -Muy bonito para ser el primero -dice Jano-. Sólo te has olvidado de las piernas. -Tú también -dice el pequeño dragón-. ¿Sabes? Ahora vamos a pintar hasta hacer cada uno un cua- dro muy bonito. ¿Tienes ganas? -No muchas -dice Jano. Pero como al pequeño dragón le gusta tanto, él también pinta. Se pa- san toda la tarde pintando. Jano se olvida de que antes no tenía ganas. Él y el pequeño dragón pintan mu- chos cuadros de colores, unos más bonitos que otros. Los dos más bo- nitos los cuelgan sobre la cama. En 46 el cuadro que ha pintado Jano está el pequeño dragón sentado delante de la estufa comiendo chocolate. Y en el cuadro que ha pintado el pequeño dragón está Jano echando pastel en la estufa. -¡Los dos pintamos muy bien! -exclama el pequeño dragón. 47
  • 24. Jano asiente. -Ludwig se va a quedar asom- brado -dice. -Los dragones de mi país también -exclama el pequeño dragón-. Pero ¿qué haces? ¿Vas a comer chocolate? ¡Es mío! 48 9 El pequeño dragón trepa a un árbol JANO y el pequeño dragón juegan a tula en el jardín. El pequeño dragón tiene las patas muy cortas. Pero puede correr muy deprisa. Jano tiene que hacer un gran esfuerzo para al- canzarlo. Al principio perdía casi siempre. Pero ahora ya gana más a menudo. El pequeño dragón tiene que hacer un gran esfuerzo para que Jano no lo alcance. -¡No puedo más! -exclama, y se sienta bajo el manzano. Jano se sienta a su lado. Luce el sol. El invierno ya casi ha terminado. - 49
  • 25. -¡Qué árbol tan alto! -dice el pe- queño dragón-. ¿Se puede ver hasta muy lejos desde ahí arriba? -No sé -dice ]ano-. No me he subido nunca. -¿Por qué no? -pregunta el pe- queño dragón. Jano no contesta. Tiene miedo de que el pequeño dragón quiera apren- der a trepar. -Me voy a casa -dice rápida- mente. El pequeño dragón lo sujeta por el pantalón. -¡Quédate! -le ruega-. Ensé- ñame a trepar. Quiero sentarme en lo alto de un árbol. Así podré contárselo a los demás dragones. -¡Qué tontería! -exclama Jano-. Además, yo no sé trepar. -No te creo -dice el pequeño dragón-. Seguro que eso es lo que ha dicho de ti Ludwig. Ese chico sólo 50 dice tonterías. ¡Venga, vamos a tre- par! Jano se levanta muy despacio. Se cuelga de una rama, apoya los pies contra el tronco y sube. El pequeño dragón le mira atentamente. Luego trepa detrás de él. -¡Esto va muy bien! -exclama-. ¡Lo vamos a conseguir! Trepan de una rama a otra. Jano jadea y protesta. El pequeño dragón también jadea. Por fin se sientan arriba, en lo más alto del árbol. Pue- den ver todo el jardín, y la calle, y el balcón de la casa vecina. Allí está la señora Bergmann con el dedo en la nanz. El pequeño dragón echa grandes nubes de humo por la nariz. -¡Soy el dragón más alto! -grita contento-. [Yo, el más pequeño, el que tiene una sola cabeza! Cuando vuelva a mi casa, en el país de los 51
  • 26. dragones, no habrá nada que me guste más que subirme a los árboles. Mira hacia abajo y exclama: -¡Realmente está muy alto! -Mucho -dicejano. -¿Cómo vamos a bajar? -pre- gunta el pequeño dragón. -No sé -contesta Jano. -Tengo miedo -dice el pequeno dragón. -Yo también -añade Jano. Entonces el pequeño dragón empie- za a llorar. Lágrimas muy grandes. -Ahora ten... tendré que que... quedarme siempre aquí arri... arriba -dice sollozando-. Y ya no ten... tendré nunca fuego de cho... cho- cola... late. Jano no puede oír cómo llora el pe- queño dragón. Se lo mete en el bol- sillo. -Tranquilízate -le dice-. Lo voy a intentar. 52 / / ! ' .
  • 27. Pero es imposible. El árbol es muy alto y Jano tiene mucho miedo. Pero entonces, por suerte, llega su padre a casa. Le ayuda. Se coloca bajo el árbol y le dice lo que tiene que hacer. -Tienes que ponerte en aquella rama -le dice-. Agárrate fuerte. Ahora, en esa otra. Sin miedo... que ya llegas. ¡Muy bien! La próxima vez, antes de subir, piensa que luego tienes que bajar. Jano asiente. Lo tendrá en cuenta. Pero el pequeño dragón olvida ense- guida que ha llorado de miedo. -¡Trepar es muy divertido! -ex- clama-. Mañana treparemos otra vez. 54 1O El pequeiio dragón lee un cuento EL pequeño dragón lleva ya bas- tante tiempo con Jano. Juega con él, duerme a los pies de su cama y to- dos los días come fuego de dulce. Además, ha aprendido un montón de cosas: a cantar, a pintar, a dar volte- retas y a trepar a los árboles. Ahora le gustaría aprender también a leer. -Déjalo -dice Jano--. Leer es muy aburrido. Para leer una sola pá- gma necesitas como mínimo una hora. 55
  • 28. -Tu abuela, no -añade el pe- queño dragón. -Porque ella ya sabe. -En la estantería tienes un libro gordo de colores -dice el pequeño dragón-. ¿Qué pone? -Es un libro de cuentos -con- testa Jano. -¿Cuentos tan bonitos como los que te lec tu abuela? -pregunta el pequeño dragón. Jano asiente. El pequeño dragón echa una pe- queña nubecita de humo al aire. -Me gustaría ser un dragón que supiera leer cuentos -dice. Todo lo que el dragón se propone, lo hace. No deja tranquilo a Jano. En la calle se para delante de todos los anuncios y de todas las tiendas y pre- gunta: -¿Qué letra es ésa? ¿Cómo se lee esa palabra? Venga, léemela. 56 El pequeño dragón aprende ense- guida a leer palabras muy dificiles. FARMACIA, por ejemplo. LAVAN- DERfA. SUPERMERCADO. DENTÍ- FRICO. TINTORERÍA. Y un día coge el libro de cuentos de la estantería. -¿Cómo se lee esto? -pregunta, y señala con la pata delantera la pri- mera página del libro. -Léelo tú mismo -dice Jano. El pequeño dragón se sienta en las rodillas de Jano. -Los mú... mú... músicos... -Pone los músicos... -dice Ja- no-. Los músicos de Bremen. -¡Bien! -grita el pequeño dra- gón-. ¡Los músicos de Bremen! ¡Si- gamos! Empiezan a leer el cuento juntos. Es un cuento muy bonito. Les gusta tanto que no paran hasta haber leído dos páginas. 57
  • 29. el me -Un poco -contesta Jano. -¿Cuánto hemos tardado en leer las dos páginas? -pregunta el pe- queño dragón. -Media hora -contesta Jano. -¡Qué deprisa leemos! -exclama el pequeño dragón-. Tengo que in- ventar una canción ahora mismo. Piensa un poco y empieza a cantar: Ningún dragón sabía leer> y siempre había ocurrido así. El pequeño dragón sabe leer... -¡No sé seguir! -exclama. ­Y también su amigo Janí -concluye Jano. -Janí? -el pequeño dragón sa- cude la cabeza-. Pero tú no te llamas así. -No, pero... casi -dice Jano. 59
  • 30. 1 11 Llega el verano -¡ARRIBA, Jano! -le dice suma- dre-. Tienes que ir al colegio. Jano bosteza. El pequeño dragón bosteza también. Jano lo acaricia, luego se va al cuarto de baño. Se lava los dientes y la cara y juega un poco con la jabonera como si fuera un barco. En la calle luce el sol. Jano se pone sus pantalones cortos, y durante el desayuno le dice su madre: -Ha llegado el verano. Por fin no tendremos que encender más la es- tufa. El pequeño dragón espera ya en la 60 cartera de Jano. Juntos se ponen en camino. Cruzan la calle y el parque, cruzan el patio de la escuela y llegan a la clase de Jano. -¡Tripagorda! -le grita Ludwig Hall. Jano no le hace caso. Eso le mo- lesta a Ludwig. 61
  • 31. -¡Comesalchichas! -grita. -¡Ludwig Hall es un animal! -le responde Jano. -¡Una rima muy bonita! -ex- clama el pequeño dragón riéndose. Los demás niños se ríen también. -¡Ludwig Hall es un animal! -re- pite Susi-. Además, Ludwig está tonto: no se da cuenta de que Jano ya no está gordo. -Ni de que corre mucho más que antes -añade Stefan. Entonces llega la señorita Beck y dice: -Sacad los libros. Vamos a leer. Susi es la primera. Luego le toca a Jano. Lee cinco frases y sólo comete dos faltas. -Muy bien, Jano -dice la seño- rita, y Jano se pone muy contento. ¡Porque sabe leer! ¡Y porque ya no está gordo! ¡Y porque ahora le gusta mucho más el colegio! 62 En el recreo se le acerca Susi. -Jano, el viernes es mi cum- pleaños. Te invito a mi fiesta. An- dreas, y Stefan, y Annette, y Jorg, y Sabine también vienen. Entonces, Jano se pone más con- tento todavía. Piensa en un regalo para Susi. Tiene que ser algo muy es- pecial. -LJano, que estoy aquí! -exclama el pequeño dragón. Se asoma por el bolsillo de la cha- queta de Jano y echa una nubecita de humo al aire. Jano lo acaricia. -Ya lo sé -dice. Pero piensa en la fiesta de cumpleaños. 63
  • 32. 12 Janoya no está solo HAN terminado las clases. Jano y el pequeño dragón vuelven a casa por el parque. Cuando pasan por el banco del árbol, Jano se sienta. El pequeño dragón sale de la cartera de un salto y se sienta a sus pies. -Esta noche he soñado otra vez con el país de los dragones -dice. -¿Qué has soñado? -pregunta Jano. -Con mi madre y con mi padre. Y con el colegio para pequeños dra- gones. Y daba volteretas, y cantaba, 64 y todos los nmos dragones me mira- ban con asombro. -¿Sí? El pequeño dragón asiente. -Un sueño muy bonito -dice, y luego se queda callado. Jano también se calla. -¿Nos vamos a ir pronto a casa? -pregunta el pequeño dragón-. Tengo hambre. ¿Qué hay hoy? ¿Fuego de chocolate o fuego de pas- tel? -Nada -contesta Jano--. Ya ha pasado el invierno. Mi madre ya no enciende el fuego de la estufa. -¿Queeeeé? -se asombra el pe- queño dragón-. ¿Es verdad? -Además, mi abuela se ha dado cuenta de que echo el pastel y el cho- colate al fuego, y ya no me da más. El pequeño dragón echa un par de nubes grandes de humo al aire. Luego, deja caer su cabeza sobre las 65
  • 33. patas delanteras y suspira con fuerza. -Vamos -dice Jano al cabo de un rato. El pequeño dragón no se mueve. -¡Vamos! -repite Jano. El pequeño dragón levanta la ca- beza. -No -dice en voz baja. -¿Qué te pasa? -pregunta Jano asustado. T • - _:...7"- : - -No voy contigo -dice el pe- queño dragón-. Me vuelvo al país de los dragones. Creo que ya nadie se reirá allí de mí. Soy el único dragón que sabe leer. Y también sé cantar, y escribir, y pintar, y trepar a los ár- boles y dar volteretas. No importa que sólo tenga una cabeza. -¡No, no te vayas! -grita Jano. El pequeño dragón le mira. Mueve la cola y parpadea. -Lo he pasado muy bien contigo -dice-. Pero soy un dragón y tengo que estar en el país de los dragones. Acaríciame otra vez. Jano se agacha y le acaricia la ca- beza. De pronto nota que sus de- dos acarician la arena. El pequeño dragón ha desaparecido. Sólo se ven círculos y rayas en la arena. Nada más. -¡Pequeño dragón! -grita Jano. No recibe ninguna respuesta. 66 67
  • 34. [ Entonces se va a casa, cruza el par- que y la calle. El pequeño dragón ya no está en la cartera. Jano está triste. En la esquina han abierto una tienda nueva. En el escaparate hay una caracola de colores. Jano se para y mira la caracola. «Es muy bonita», piensa. «Se la re- galaré a Susi por su cumpleaños». WWW.CHILECOMPARTE.CL :::COMPARTIR NO TIENE LÍMITES::: DARTH MAGNUS 68 Índice 1 ]ano está solo .. 5 2 Llega el pequeño dragón .. ......... ... 1O 3 El pequeño dragón come fuego de chocolate ........ .. . ....... . . ............ ... 16 4 El pequeño dragón aprende a cantar. 21 5 El pequeño dragón va a la escuela. 27 6 El pequeño dragón aprende a escri­ bir........................................... 32 7 El pequeño dragón da una voltereta. 37 8 El pequeño dragón pinta un cuadro. 43 9 El pequeño dragón trepa a un árbol. 49 1O El pequeño dragón lee un cuento.... 55 11 Llega el verano ..... .......... .......... . 60 12 Janoya no está solo ... ............. .... 64