Comprar productos marinos desde el terminal de Chorrillos es algo especial. Los limeños tenemos la suerte de ir hasta el propio mar y traer productos frescos, para gozar de un menú marino.
1. Esta vez salí camino a comprar pesca-
do desde el terminal de Chorrillos, era
una tarea ansiada y postergada, pues
quería disponer de una variedad de
productos del mar para preparar un
delicioso menú marino, bajo las manos
milagrosas de la casa. Eran las 7.45 h,
cuando llegué al ovalo de Habich, los
vehículos de todo tamaño estaban
parados, entonces como no me place
ir atrás de mucho tráfico, y peor si era
un día que no iba al trabajo decidí
salirme del ovalo y me desvié hacia la
avenida Perú. Allí, desde la primera
cuadra que da cerca a la municipali-
dad de San Martin de Porres y luego
de cruzar calles de manera zigza-
gueante volví a la panamericana por la
auxiliar, estaba despejada, lo que de-
mostraba que el nudo de Habich, era
en realidad producto del atollamiento
en el primer paradero de Zarumilla
debido que ahí se detenían los buses
para dejar y tomar pasajeros, copando
por lo menos dos de los tres carriles.
al Instituto, y conforme avanzaba en
mi mente estos recuerdos, el auto casi
conducido por mi memoria se desvió
hacia la salida correspondiente, y co-
mo si la sincronización fuera por inter-
net de las cosas, el acomodador de
carros me señaló un lugar donde apar-
car, descendí me saludó e ingresé al
restaurante de antaño, pedí casi de
memoria sin leer la carta, “café con
leche y el sándwich flauta francesa”.
Qué delicias, me dije, mientras miraba
a las mesas donde los asistentes mos-
traban rostros alegres, conversaban
plácidamente, talvez como yo, siendo
sábado preferían desayunar fuera de
casa, sentí como un bálsamo, que lo
necesitaba desde hace días, para cor-
tar el estrés que uno no se da cuenta
que lo tiene, sino hasta que vez como
la vida puede darte estos momentos,
agradecí al auto por la decisión toma-
da casi inconscientemente.
San Antonio, 20 de mayo de 2017
P Á G I N A 6
Mi ruta establecida inicialmente era
salir hacia a la vía expresa (VE) desde
la plaza unión, pero los hechos me
impidieron seguir eso, dada la canti-
dad de autos, y buses que se detuvie-
ron frente a la puerta del estadio Al-
berto Gallardo de Caquetá, de modo
que continúe por debajo de esa plaza
y salí por la avenida Alfonso Ugarte,
hacia la plaza Bolognesi, desde ahí
subí por Colón, a la plaza Grau, y de
ahí tomé la VE, estaba muy ligera po-
cos autos, pero aumentaba la densi-
dad mientras nos aproximábamos a la
Av J. Prado, pasado el puente de
Aramburu, el trafico se tornó comple-
tamente limpio. Conforme avanzaba
identifiqué el puente don de decía
“Diez Canseco y Benavides”, entonces
recordé que ahí me desviaba para
llegar al Instituto de Gobierno de la
USMP, y junto a eso me vino a la me-
moria la panadería San Antonio, don-
de solíamos a veces tomar lonche en-
tre las 17 a 18 horas antes de ingresar
N U M E R O S @ L E T R A S
Desayuno inesperado en san Antonio
la playa y ponerme a escribir lo que
viniera a la mente, allá distante del
ruido callejero y cambiarlo por las no-
tas de la naturaleza, talvez en esa sin-
fonía natural se pueda ver el mundo
de manera distinta. ¿Cómo será ?.
¿Qué nos devolvería?. Volví a lo que
había venido, a comprar productos,
luego de preguntar qué peses son los
adecuados para determinados platos,
me llevé algunos: corvina (para el cevi-
che), chita (para el sudado), luego
choritos, cangrejos (caldo ) y langosti-
nos (segundo). Les pedí que lo filetea-
ran y me dieran las cabezas correspon-
dientes para el caldo. Volví, preocupa-
Las brisas frías aliviaban el tímido calor
que reinaba pese a que el sol no brilla-
ba . A mi alrededor el mar inmenso
pacífico se movía lentamente acompa-
ñado de un ruido de fondo, que pare-
cía penetran en uno mismo. Al lado
contrario al mar, sobre el barranco se
levantaban edificios y casas modernas.
Entonces mientras permanecía parado
sobre el muelle antiguo miraba sobre
el mar decenas de botes que dormían
la siesta, sus dueños habían vuelto de
la pesca diurna. El ambiente sabía a
olor de mar y peses. Estaba aquí por-
que tenía que llevar productos para los
almuerzos de fin de semana, era la
primera vez que venía, de modo que
todo me parecía, hermoso, entreteni-
do, y motivante. Igual que yo, tam-
bién , habían personas que tomaban
fotos con cámaras poderosas. Otras
personas pugnaban con sus cordeles
tratando de pescar algo, algunos te-
nían en sus bolsos pequeños pececillos
del tipo pejerrey y otros de forma de
culebras de unos 30 cm. Mientras me
deleitaba mirando la paz del mar y el
horizonte infinito quería estar sobre
uno de los botes, alejarme bastante de
do porque ya eran las 10:45 h, pues
no tenía “cooler”, que mal preparado
estaba me decía, era explicable por ser
la primera vez que venía a comprar
aquí, la siguiente seguro que lo lleva-
ré. El retorno no fue nada fácil, por-
que a poco de pasar la bajada de Ar-
mendáriz, la via de agua dulce se llenó
de vehículos, aproveché una curva y
volví hacia la subida de Armendáris y
alcance la via expresa, aunque no estu-
vo muy rápida llegué a la plaza mayor
de Lima, luego por la vía de la aveni-
da Tacna, volví a la carretera de evita-
miento por el cual llegué a Ingeniería,
a las 11: 30h. El sábado y domingo,
comimos lo planificado pescadito, deli-
cioso ceviche, el sin igual caldo de
choritos, el segundo de langostinos y
el inmejorable sudado de chita. Valió
la pena el esfuerzo, la próxima vez lo
haré mas temprano y mejor prepara-
do. Seguro que esta vez iré acompaña-
do, porque estos recuerdos merecen
compartirse en vivo.
Chorrillos , 20 de mayo de 2017
Desde el mirador de Olaya en chorrillos
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Desde el mirador de Olaya