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Río Cuarto . Río Tercero . San Francisco . Villa María
RECUERDOS DEL CONFIN
POR JORGE SARRAUTE
PÁG. 8
EXPLORACIÓN ESPACIAL
¿DE QUIÉN ES
LA LUNA?
POR ANTONIO TELLO
PÁG. 4-5
Miércoles 08 de julio de 2020 . Año 20 Nº 911
La poeta canadiense, una de las personalidades más importantes de la poesía contemporánea en lengua inglesa,
obtiene el Premio Princesa de Asturias de las Letras 2020, por el carácter innovador de su obra poética basada en
la tradición clásica.
PÁG. 2 y 3
ANNECARSON
OLATERNURA
DELADISOLUCIÓNSOPA DEWUHAN
AAVV
POR JUAN SALINERO
PÁG. 7
HISTORIA ENTRE TODOS
LAS OTRAS
BATALLAS
DE BELGRANO
POR CELIA BASCONZUELO
PÁG. 6
LA COLUMNA
El Corredor Mediterráneo / Página 2
ANNECARSON
OLATERNURA
DELADISOLUCIÓN
Por Redacción ECM
Anne Carson es considerada una de
las personalidades más relevantes
de la poesía anglosajona. La crítica
mundial coincide en destacar “la in-
tensidad y solvencia intelectual” de
su obra, en la cual construye “una
poética innovadora a partir del cono-
cimiento del mundo grecolatino”.
Santiago Muñoz Machado, miem-
bro de la Real Academia Española y
presidente del jurado del prestigioso
premio, pone de relieve que en la
poética de Carson “la vitalidad del
gran pensamiento clásico funciona a
la manera de un mapa que invita a
dilucidar las complejidades del mo-
mento actual”.
La elección de la canadiense entre
veintiocho candidaturas se funda-
mentó, según el acta del premio, por-
que «en los distintos ámbitos de su
escritura, Anne Carson ha alcanzado
unas cotas de intensidad y solvencia
intelectual que la sitúan entre los es-
critores más destacados del presente».
Anne Carson, nacida en Toronto (Ca-
nadá) en 1950, ha sabido labrar su
carrera con hondura y serenidad a
partir de la cultura clásica, que, según
su biografía, descubrió a los catorce
años cuando llegaron a ella los versos
de Safo. Pero los mitos griegos no fue-
ron la única fuente de inspiración de
su universo poético. También recurrió
a los mitos modernos, especialmente
los surgidos del cine, como Marilyn
Monroe, para componer una poesía
donde la belleza de la palabra es fru-
to de su relación con la imagen. “Me
considero más una artista de la ima-
gen que de la palabra”, dice la poeta,
“me imagino que las cosas son dibu-
jos. Para mí las ideas son imágenes y
las frases abstracciones de ideas que
se concretan gracias a la gramática y
la sintaxis”.
En el ámbito de la lengua española, la
obra es conocida fundamentalmente
por las publicaciones de la editorial
hispano-mexicana Vaso Roto Edicio-
nes, una de las más importantes edi-
toriales de poesía de habla hispana,
y a las traducciones de su directora,
Jeannette L. Clarion, en el marco de
La escuela de Wallace Stevens.
Durante el año 2000, el prestigioso
crítico y teórico literario estadouni-
dense Harold Bloom y la poeta y edi-
tora mexcana Jeannette L. Clariond
iniciaron la edición de La escuela de
Wallace Stevens, una antología de
poesía estadounidense contempo-
ránea, que reúne a autores ya clási-
cos entre los que destacan Elizabeth
Bishop, James Merrill, John Ashbery,
Charles Wright, W. S. Merwin y Anne
Carson, nombres que la editorial vie-
ne publicando de forma individual y
que comparten lo sublime, esa fuer-
za de las emociones propuesta por
Longino, y un marcado interés por el
Siglo de Oro español, la Cábala y el
Romanticismo, tal como muestra en
la antología el poema de Carson de-
dicado a Isaac Luria, el Ciego.
Debido a este impulso editorial, el
lector en lengua española ha podido
acceder a libros tan importantes de la
recientemente premiada Anne Car-
son como “Decreación”, “Albertine,
rutina de ejercicios”, “Tipos de agua.
El camino de Santiago”, “Nox”, los
poemas de Safo, traducidos por Anne
Carson, “Si no, el invierno”.
En Vaso Roto son los propios libros
los que entretejen redes de lectura,
poetas que dialogan entre sí, versos
que se entrecruzan, voces que son
espejo, ecos, cercanías. De Anne
Carson, Vaso Roto ha publicado “De-
creación”; “Albertine, rutina de ejer-
cicios”; “Tipos de agua. El Camino de
Santiago”; “Nox” y “Si no, el invier-
no”, los poemas de Safo traducidos
por Anne Carson, mientras se anuncia
para los próximos meses la publica-
ción de “Economía de lo que no se
pierde. Leyendo a Simónides de Ceos
con Paul Celan”.
En el 2000, Anne Carson se entera por
una llamada telefónica que su herma-
no ha muerto repentinamente en Co-
penhague. Ambos habían tenido muy
poca comunicación desde que Mi-
chael años antes huyó a Europa para
escapar de la cárcel por un asunto de
drogas. Ahora ha muerto. «Cuando
mi hermano murió (inesperadamen-
te) su viuda sólo encontró un número
telefónico mío entre sus papeles dos
semanas después. Mientas barría mi
porche y compraba manzanas y me
sentaba cerca de las ventanas en las
noches con el radio encendido, su
muerte cruzó el mar hacía mí, errante
y lenta».
Carson decide escribir un epitafio a
manera de libro, como homenaje a
Catulo en su poema 101. “Nox” re-
sulta así un collage, un intento de
elegía, una recopilación de rescatar
lo que queda cuando todo se ha per-
dido. “Nox” surge así como un objeto
estético, una recordación, el intento
de traducir el dolor. Un libro único,
presentado en forma de acordeón de
190 páginas y colocado dentro de
una caja, reproduce fielmente lo que
la autora anota, guarda, limpia, para
dar forma a su duelo. Fotos, cartas,
recortes conforman un collage pre-
sidido por el poema 101 de Catulo,
en el que el poeta latino rinde exe-
quias a su hermano muerto. Para tra-
ducirlo, Carson tomó cada una de las
partículas latinas que conforman el
poema, para dar a su lector las diver-
sas acepciones de cada una de éstas,
para integrarlas en un todo que en el
proceso ve como estar dentro de un
cuarto oscuro en donde no encuentra
el interruptor de luz. Anne Carson re-
curre a Herodoto para objetivar lo su-
cedido, años sin noticias de Michael,
el dolor de la madre… y muestra su
escepticismo al reproducir las pala-
bras del considerado padre de la his-
toria: «Hasta aquí lo que han dicho
los egipcios: el que halle estas cosas
creíbles que haga uso de ellas».
«Ya es tarde cuando te despiertas den-
tro de una pregunta» es una frase cla-
ve de “Tipos de agua. El Camino de
Santiago”, un breve pero intenso en-
sayo escrito a manera de diario don-
de la autora va anotando lo que del
paisaje le parece notable, para trasla-
darlo a su interioridad. Es el pretexto
que la afianza como una revelación
en el campo de la introspección poé-
tica con imágenes que eleva a alturas
El Corredor Mediterráneo / Página 3
insospechadas. Carson no es esquiva,
atraviesa las piedras en el camino del
amor. En ellas se hunde, se ahoga,
cae y se alza en un viaje. Todo via-
je es una conversación llena de pe-
ligros, una conversación que necesa-
riamente ha de ser compleja. De aquí
que “Tipos de agua…” se transforme
en la descripción del peregrino que
avanza mirando hacia atrás y den-
tro de sí, sintiendo el desencanto de
la separación y, aun así, avanzando
pues lo que se empieza, a pesar del
dolor implícito del viaje, debe tener
un fin, y ese fin en ella es Finisterre.
“Las paredes del hotel están llenas de
agua. La fontanería retumba y escu-
rre. Un reloj de agua, incrustado en
el corazón del edificio, mide nuestras
horas con enormes gotas».
Durante años de su vida, la autodis-
ciplina (rutina) de Anne Carson le
llevó a leer –durante el almuerzo––
“En búsqueda del tiempo perdido”,
de Marcel Proust. Anotar lo esencial,
«limpiar» lo no esencial, es lo que
permite a Carson imaginar a Alber-
tine, personaje central de esta obra
maestra.
Anne Carson no deja de sorprender-
nos por su síntesis y su agudo senti-
do del humor. En 59 párrafos con sus
apéndices nos habla de Albertine. En
«Albertine, rutina de ejercicios» la
autora estira y afloja sus ideas de for-
ma tal que nos conduce a sus siem-
pre sutiles preguntas sobre aquello
que dice la literatura mayor. Pero la
pregunta no es sólo sobre Albertine
sino sobre lo que cada autor dice
cuando habla de asuntos como la se-
xualidad, la muerte, el pasado, la me-
moria, el recuerdo… preocupaciones
de las grandes voces de la literatura
que en Carson cobran una lucidez
insospechada pues somete a examen
y pone en tela de juicio lo que sole-
mos aceptar como dogma. En Carson,
este tipo de creencia se vuelve ironía
pura, imaginación, pasmo, médula
de lo que el ser humano puede llegar
a ser al dejar en evidencia lo que de
él hace la posesión, la manipulación
y el engaño que subyacen en la rutina
de los ejercicios. He aquí un acerca-
miento cabal y seductor a la obra de
Proust.
«Los problemas de Albertine son
(desde el punto de vista del narrador)
a) mentir b) lesbianismo Y (desde el
punto de vista de Albertine) a) estar
prisionera en la casa del narrador»,
dice Carson. Lo que se convierte en
obsesión para Proust, Albertine, se
transforma en intuición para Carson:
varios críticos y escritores creyeron
que Albertine es la trasposición del
chofer de Proust, Alfred Agostinelli. Y
así, una Carson al modo Wittgenstein,
nos presenta su lógica del desafío lú-
dico que todo lo cuestiona y pone al
descubierto.
«Para crear el ser, debe de-crearse»,
dice Simone Weil y a partir de esta
premisa Anne Carson escribe “De-
creación”, uno de los libros centrales
de la escritora canadiense El hilo que
lo vertebra es el concepto de «de-
creación», una actividad que Simone
Weil describió como el «deshacer a
la criatura que hay en nosotros», una
disolución del yo. Este libro empieza
con la forma: con la disolución de
la forma. Y sus formas son diversas:
libreto de ópera, guion para la pan-
talla, poema, oratorio, lista de pen-
dientes, rapto... “El proceso de diso-
lución es tierno –dice Susan Sontag
sobre este libro- pero la ternura pue-
de cambiarlo todo, o eso parece creer
la autora, quien se sirve de un elenco
extraordinario –Homero, Safo, Lon-
gino, Samuel Beckett, Virginia Woolf
o la misma Simone Weil– para em-
prender un viaje cuyo destino, desde
tiempos inmemoriales, es el sueño,
ese conocimiento que se da sólo en
el dormir”.
Este libro es una alabanza al sueño,
al dormir, a los durmientes que en su
sueño imaginan otras formas de lo
real. Carson, con su profundo cono-
cimiento de Freud, claro, hace una
interpretación. El libro es un trabajo
de literatura comparada donde Aris-
tóteles, Homero, Kant o Keats sirven a
Carson para fundamentar sus propias
ideas sobre el sueño y su relación con
la vida de vigilia.
En “Si no, el invierno. Poemas de
Safo”, Anne Carson transciende la
corteza de la palabra, para interpretar
la esencia del poema. «En una casa
al atardecer la lección final de una
madre / devasta el poniente y sella el
pacto».
Safo (630 a. C.) era un genio musical
que dedicó su vida a la composición
e interpretación de la poesía lírica.
De los nueve libros que se dice que
compuso, sólo un poema ha sobre-
vivido completo. Todo lo demás son
fragmentos. Anne Carson, recoge
los fragmentos de Safo y los traduce
y reinterpreta en “Si no, el invierno”,
con el rigor académico e intelectual
que la caracteriza. La traducción de
Carson ilumina las reflexiones de
Safo sobre el amor, el deseo, el ma-
trimonio, el exilio, y muchos otros as-
pectos de la condición humana.
En edición trilingüe, este volumen
es una apuesta decisiva y valiente ya
que Carson, como traductora, actuali-
za las antiguas versiones para presen-
tarnos, como suele, una antigüedad
fresca, lúdica, renovada. Enmarcado
con una portada, reproducción de un
grabado del siglo XIX, este libro, con
guardas alusivas a los tiempos de Safo,
nos muestra una Carson conocedora
mejor que nadie de la poeta antigua,
a quien lee desde los catorce años, y
a quien ha seguido estudiando como
hace con Catulo, Sófocles, Simónides
de Ceos, Homero, y a quienes pone a
dialogar con Hölderlin, Paul Celan o
Marcel Proust.
La poeta Jeannette L. Clariond, su prin-
cipal traductora al español, escribe en
la nota a la primera edición de “De-
creación” que “Anne Carson no es ca-
mino sino raíz, una enorme raíz roja
que se extiende por encima y por de-
bajo de la tierra cavando como un topo
para encontrar una sílaba, un pie, un
acento que dé sentido a lo que ella –
involuntariamente- desea decirnos. Esa
raíz tiene algo de savia, un saber ex-
trañísimo, un sabor a tierra fresca. Sus
palabras huelen a sal, a sala, a salab de
vastas hojas. Saben a océano, lágrima,
mar. De ese océano veremos nacer
el brote primordial y su iluminada
calma…”
“Su obra mantiene un compromiso con la emoción y el pensamiento, con
el estudio de la tradición y la presencia renovada de las Humanidades como
una manera de alcanzar mejor conciencia de nuestro tiempo”. De este
modo el jurado del Premio Princesa de Asturias de las Letras 2020 justifica
el galardón a la poeta canadiense.
El Corredor Mediterráneo / Página 4
A lo largo de la historia y hasta hace
muy poco tiempo el satélite terrestre
se consideraba una extensión natural
del planeta y, consecuentemente, uni-
versal su propiedad. Sin embargo, esa
idea tradicional ahora es cuestionada
por las grandes potencias y poderosas
corporaciones que la pretenden privada.
Entre 1955 y 1975, en medio de la
Guerra Fría y como parte de ella, tuvo
lugar lo que se dio en llamar “carre-
ra espacial”, para que no quedaran
dudas acerca de su parentesco con la
“carrera armamentística”. El 4 de oc-
tubre de 1957, la extinta URSS dio el
primer paso y se adelantó con el lan-
zamiento del Sputnik 1, el primer saté-
lite artificial que orbitó alrededor de la
Tierra. Los soviéticos parecieron tomar
ventaja enviando perros –el primero
fue la perra “Laika”- y hasta tortugas,
semillas, plantas, larvas de moscas y
bacterias- antes de convertir, en 1961,
a Yuri Gagarin en el primer hombre en
alcanzar el espacio exterior y, al año
siguiente, a Valentina Tereshkova, en
la primera mujer en lograrlo. Sin em-
bargo, en esta frenética competencia
los EE.UU. dieron un soberbio golpe
de efecto y propaganda en alcanzar
la Luna y plantar su bandera en el sa-
télite. El 20 de julio de 1969, un día
después de haber alunizado, Neil Ar-
mstrong fue el primer ser humano en
caminar sobre la superficie lunar: “Es
un pequeño paso para el hombre, un
gran paso para la humanidad”, dijo en-
tonces claramente emocionado.
Desde entonces y una vez acabada
la Guerra Fría, las misiones a la Luna
continuaron y mediante máquinas ro-
botizadas –ningún astronauta volvió
a pisarla- se la cartografió y estudió la
naturaleza de su suelo. Tampoco a na-
die se le ocurrió reclamarla como pro-
piedad exclusiva. De hecho la Luna
ha sido tácita propiedad de los ena-
morados y de los poetas, pero es de
temer que hace ya tiempo que ha de-
jado de ser “indescifrable y cotidiana”,
como escribió ese hombre que por
fortuna se reveló poeta “en Ginebra o
Zurich” y que conocemos como Jorge
Luis Borges. Pero, a pesar de esta tra-
dición, avanzado el siglo XX, Donald
Trump, presidente de EE.UU., reclamó
para su país los derechos de explota-
ción del satélite y también lo hicieron
Rusia, China, India, Israel, Europa, y
grandes corporaciones como Space X,
de Elon Musk, Deep Space Industries
y Planetary Resources, cuyos princi-
pales accionistas son el propietario de
Virgin, Richard Branson, y uno de los
fundadores de Google, Larry Page, en-
tre otros pretendientes.
Parecería que estamos ante un hecho
nuevo en la historia de la humanidad.
Sin embargo, no es así. Ya en las últi-
mas décadas del siglo XV, los princi-
pales reinos europeos se dieron a la
tarea de buscar una ruta alternativa
para el comercio de las especias pro-
cedentes de las Indias. En el curso de
esta soberbia empresa de exploración,
un navegante genovés llamado Cris-
toforo Colombo, por cuenta del reino
de Castilla orientó sus tres naves hacia
Occidente calculando que si el planeta
era esférico, como preveía la tradición
griega desde el siglo VI a.C., llegaría a
las Indias. Hace siglos que sabemos
que no estaba equivocado, pero lo que
el Almirante no imaginaba era que en
la ruta se encontraría con un muro im-
previsto. Un continente desconocido,
cuya exploración y conquista planteó
también problemas de propiedad ¿A
quién pertenecía ese vasto territorio
que emergía del océano? Obviamente,
la primera respuesta sería que dicho te-
rritorio era de los pueblos nativos. Pero
los reinos europeos no se plantearon
estos términos sino los relativos a los
derechos de exploración, conquista,
subordinación de la población verná-
cula y explotación de los ingentes re-
cursos naturales de esas ignotas tierras.
Antes de cumplirse los dos años de la
llegada de las naves castellanas a las
Antillas, el 7 de junio de 1494, los rei-
nos de Castilla y Aragón y de Portugal
firmaron el Tratado de Tordesillas se-
gún el cual estos reinos se repartían las
zonas de exploración y conquista del
océano Atlántico y del “Nuevo Mun-
do”. Algunos historiadores consideran
este acuerdo como el primer tratado
internacional de la Europa moderna y
la UNESCO lo incorporó en 2007 al
Patrimonio de la Humanidad como
“Memoria del Mundo”.
¿Podría considerarse el Tratado de
Tordesillas como una referencia para
la apropiación particularizada de la
Luna, la explotación de sus riquezas
naturales y su conversión en platafor-
ma para futuros viajes de exploración y
colonización de otros planetas dentro
y fuera de nuestro sistema? No parece,
por ahora, que las grandes potencias
estén dispuestas a acuerdos previos
orientados al bien común. Si hasta
hace poco se veía a la Luna como a
las aguas internacionales de océanos y
mares, hoy se asemeja más a las tierras
del Lejano Oeste, por cuya propiedad
los colonos se lanzaban en alocadas y
brutales carreras a través de las vastas
praderas norteamericanas.
En 1967, EE.UU. y la URSS, luego su-
brogado por Rusia, firmaron un tratado
en los que ambos estados se compro-
metían, sin cerrar la puerta a la inter-
vención privada, a regular el uso de
armas en el espacio y a gestionar los
recursos lunares atendiendo al bien
de la humanidad. Este acuerdo bási-
co quedó tocado, cuando en 2015 el
presidente de EE.UU, Barack Obama,
firmó unilateralmente la Space Act por
la que autorizaba a las compañías es-
tadounidenses a explotar minerales de
la Luna y otros asteroides.
Dos años más tarde, Luxemburgo
aprobó una ley que autoriza a todas
las empresas registradas en el diminuto
estado a explotar los recursos minera-
les del satélite terrestre. El 6 de mayo
de 2020, la potencia norteamericana
dio un paso más en su propósito de
apropiarse de la Luna, cuando el pre-
sidente Donald Trump firmó un nuevo
documento en el que rechaza la idea
la Luna como “bien común” de la hu-
manidad y abre la posibilidad de ex-
plotación y uso “público y privado” de
los recursos extraterrestres.
Tales recursos hace tiempo que están
identificados y localizados sus yaci-
mientos en el satélite natural de la
Tierra. Algunos de ellos son de silicio,
fundamental en la industria electróni-
ca; oxígeno, previsto como carburante
para las naves espaciales, helio-3, un
¿DE QUIÉN ES
LA LUNA?
Por Antonio Tello
EXPLORACIÓN ESPACIAL
El Corredor Mediterráneo / Página 5
isótopo no radiactivo, ligero y estable,
muy adecuado para los reactores de
fusión nuclear, y agua. Durante millo-
nes de años, cometas y asteroides han
caído sobre la superficie lunar forman-
do gran número de cráteres, muchos
de los cuales, sobre todo en las áreas
polares, han dejado importantes depó-
sitos de agua, que también podría ser
utilizada como combustible para los
cohetes espaciales.
Pero no sólo la Luna es objeto de deseo
de las grandes potencias y corporacio-
nes.También lo son los asteroides, pues
al ser de una composición semejante a
la de la Tierra (se formaron en la mis-
ma nebulosa protosolar que dio origen
al Sistema Solar), tienen oro, platino
y, algunos, agua. Según los científi-
cos hay localizados unos 16.000 as-
teroides próximos a nuestro planeta,
aparte de los cerca de 700.000 en las
proximidades de Marte y Júpiter. Todos
ellos han sido clasificados en tres tipos
principales, los carbonáceos (C), que
se encuentran en el exterior del cin-
turón principal de asteroides y tienen,
al parecer una composición semejan-
te a la del Sol; los silicatos (S), que se
encuentran en las zonas interiores del
cinturón, en los aledaños de Marte, y
los metálicos (M), que se encuentran
en las zonas medias y que están com-
puestos de un 80% de hierro y el resto
de níquel, platino, oro, iridio, paladio,
magnesio, rodio, osmio, tungsteno y
rutenio.
Si bien la tecnología para extraer es-
tos minerales, tanto de la Luna como
de los asteroides, ya está desarrolla-
da, aún resulta extremadamente caro
hacerlo y mucho más traer las rocas
a la Tierra para sacarles el mineral. La
empresa Shackleton Energy tiene entre
sus proyectos extraer hielo de los polos
lunares mediante estaciones operadas
por algunos humanos y robots. Sin
embargo, según un informe de 2018
de la banca Goldman Sachs, supervi-
viente gracias a la intervención estatal
estadounidense de la crisis financiera
de 2008, la inversión sería colosal. “Es
probable –dice el informe- que las son-
das de prospección puedan construir-
se por decenas de millones de dólares
cada una y Caltech (Instituto de Tec-
nología de California) ha sugerido que
una nave espacial para extraer minera-
les de asteroides podría costar 2.600
millones de dólares cada una”, lo que
supondría contar con inversiones mul-
timillonarias.
Las declaraciones de Shackleton Ener-
gy respecto al desarrollo de la tecno-
logía adecuada se contradicen con las
del portavoz de Aten Engineering Inc.,
José Luis Galache, quien dice: “Creo
que vamos a tardar muchas décadas
en llegar a una minería a gran esca-
la”. Sin embargo, estos plazos pueden
acortarse si se mantiene el impulso de
poderosos empresarios como Jeff Be-
zos, fundador de Amazon, quien in-
vierte 1.000 millones de dólares al año
en su compañía Blue Origin, y Elon
Musk, creador de Tesla, Hyperloop y
PayPal, quien mantiene importantes
contratos con la NASA. con cuyo apo-
yo convirtió a Space X en la primera
compañía privada en enviar al espacio
una misión tripulada. El 30 de mayo de
2020, Space X lanzó al espacio la nave
Dragon tripulada por los astronautas
Robert Benhken y Douglas Hurley.
Las mismas dudas que Aten Enginee-
ring Inc. expresan científicos de ESA
(Agencia Espacial Europea), quienes
sostienen que transportar material por
el espacio es muy costoso, ya que se
calcula en un millón de euros por kilo.
“Es así que al principio, la utilización
de recursos de la minería lunar será
sobre todo para contribuir al mante-
nimiento de la base lunar permanente
o semi permanente. Sólo en un paso
posterior se podrá evaluar y hablar del
envío de esos recursos a nuestro pla-
neta”, afirma Jesús Martínez-Frías al
diario español “El País”. A otro diario
español de gran tirada, “La Vanguar-
dia”, el profesor argentino Daniel Blin-
der, de la Universidad Nacional de San
Martín, considera que “tener el control
de la cadena de valor de dicha explo-
tación [la minería lunar] es de una
importancia geopolítica revoluciona-
ria: disponer del transporte, la energía
necesaria para llevar, estar y traer de
la Luna constituye, sin duda, la posi-
bilidad de hacerse con recursos úni-
cos pero también de desarrollar nue-
vas tecnologías que suponen un salto
cualitativo y abrirán toda una serie de
ventanas en torno a nuevos hábitat y
nichos de mercado”.
Pero el experto en geopolítica espacial
también señala las tensiones que po-
dría originar esta carrera por el control
del satélite lunar. “La nueva carrera por
el espacio – dice el doctor Daniel Blin-
der- podría derivar en un nuevo mun-
do de cooperación y de desarrollo para
toda la humanidad por la gran canti-
dad de recursos financieros que nece-
sitan estas empresas para ser llevadas a
cabo. Pero hoy en día varias potencias
tienen la intención y el desarrollo tec-
nológico de lograr lo mismo. También
actores privados. Y de ser así podrían
verse tensiones por fuera de la Tierra
que llevarían a un peligroso sistema
similar al de los mares del siglo XVIII,
en el que los Estados y emprendedores
con poder de fuego podrían encender
la mecha de la pólvora y los cañones”.
La carrera por la conquista del espacio se ha reanudado y Marte y, sobre
todo, el satélite terrestre son los objetivos inmediatos para su conquista, co-
lonización y explotación. Pero a diferencia de la primera fase de la carrera,
en la que no se discutía la propiedad universal, ahora la idea de la propie-
dad privada eclipsa la Luna. En el ojo del huracán, los recursos de minerales
estratégicos.
El Corredor Mediterráneo / Página 6
LAS OTRAS
BATALLAS
DE BELGRANO
Por Celia Basconzuelo
“[…] estoy pronto para todo […] nada me
anima más que el bien de la Patria” (Ma-
nuel Belgrano en carta a Mariano Moreno,
27/10/1810)
En este año 2020 la figura de Manuel Bel-
grano es objeto de un sinfín de recordato-
rios y homenajes. Se cumplen 200 años de
su muerte, ocurrida el 20 de junio de 1820
en Buenos Aires, en la misma ciudad que lo
vio nacer y el mismo día en que tres hom-
bres se proclamaron gobernadores, Ildefon-
do Ramos Mejía, Miguel Estanislao Soler y
el propio Cabildo de Buenos Aires, aunque
ninguno contó con el aval de la Sala de Re-
presentantes. Así, en un contexto de inesta-
bilidad política local y de disolución de las
autoridades nacionales se realizó su funeral,
que congregó tan solo un puñado de allega-
dos. Los periódicos porteños más importan-
tes de entonces, la Gazeta de Buenos Ayres
y El Argos, no registraron la noticia, y otro
menos relevante como el Despertador Teo-
filantrópico, recién le dedicó unas palabras
dos meses después.
Su nombre, sin embargo, no pasaría desaper-
cibido para el proceso histórico que lo tuvo
como uno de sus protagonistas.
De profesión abogado, debió improvisar un
rol militar inmediatamente después de la
Revolución de Mayo tras integrar la Primera
Junta de Gobierno. Así, las batallas que libró
en ese campo son conocidas. En las efeméri-
des de la guerra por la independencia librada
en el Alto Perú dos fueron claves: los triunfos
de Tucumán (24/9/1812) y Salta (20/21813),
para luego sobrevenir los desastres estrepi-
tosos de Vilcapugio (1/10/1813) y Ayohuma
(14/11/1813).
Esmenosconocidasubatallaenelcampode
las ideas que delineaban un camino a seguir
para el Río de la Plata cuando todavía era co-
lonia. En efecto, en 1793 regresó al país con
su título de abogado después de estudiar en
Salamanca y recibirse enValladolid.Tenía 23
años. Era hijo de un próspero comerciante y,
al año siguiente, fue designado como secre-
tario del Real Consulado de Comercio de
Buenos Aires, una institución recién creada
que oficiaba como tribunal especial donde
se dirimían pleitos y demandas presentadas
por los comerciantes. Desde ella ideó un
espacio a favor de la educación aplicada y
práctica; así fue como el 25 de noviembre
1799, junto con Ventura Miguel Marcó del
Pont, por entonces Síndico del Consulado
de Comercio, dejó inaugurada la Escuela de
Náutica, cuyo reglamento también redactó,
y donde se enseñaba Geometría y Dibu-
jo. Los cursos se dictaron en el Consulado,
hasta el momento en que se produjeron las
invasiones inglesas (1806-1807) cuando la
Escuela dejó de funcionar.
En verdad, sus ideas recogían buena parte
de la influencia de los ilustrados españoles
dedicados a la enseñanza, entre ellos Gaspar
Melchor de Jovellanos a quien Belgrano leyó
durante su período de formación en España.
Del mismo modo Pedro Rodríguez de Cam-
pomanes, economista que defendía la fisio-
cracia y pregonaba el desarrollo de la agri-
cultura, la industria, el comercio, la ciencia
y la cultura. Ellos fueron dos referentes del
espíritu reformador del despotismo ilustrado
que atravesó la corte del Rey Carlos III y sem-
bró sus inquietudes en jóvenes criollos como
Belgrano.
Permaneció en el Consulado hasta 1810, y
en ese lapso dio otra batalla importante: de-
batió ideas de economía política alternativas
al modo de producción predominante, ga-
nadero, y al sistema de monopolio comer-
cial. En tal sentido, al redactar las memorias
en el Consulado en 1796 y, frente a una épo-
ca donde el principal interés comercial esta-
ba colocado en la exportación de los cueros,
sostenía que “la riqueza natural está en la
producción agropecuaria y la riqueza artifi-
cial en la producción manufacturera”. La in-
dustria debía ser promovida por el gobierno:
“había que tomar otras medidas para llevarla
por la senda recta y no dejarla caminar al
antojo y capricho sin principio ni regla fija”.
Es importante precisar que las memorias eran
leídas al iniciarse cada sesión anual del Con-
sulado, ante la presencia del virrey y demás
funcionarios de la corona.
Las ideas también se debatían en la prensa,
aunque llegasen a un público minoritario.
Así es como junto con otros criollos y es-
critores españoles formó parte del primer
periodismo rioplatense. Escribió en el Telé-
grafo Mercantil y luego en el Semanario de
Agricultura, Industria y Comercio. Después
de la Revolución de Mayo y siendo vocal de
la Junta de Gobierno Provisoria, continuó es-
cribiendo en el Correo de Comercio. Allí, en
setiembre de 1810, expresó su preocupación
por la educación, al decir: “nuestro intento
ha sido respectivo al bien general, y por eso
hemos aconsejado la educación pública y
escuelas de las ciencias exactas que facilitan
el paso a cualquiera de las profesiones útiles
a la sociedad”.Y seguía insistiendo en la im-
portancia de la producción agraria vinculada
al comercio: “es forzoso atender primera-
mente la agricultura como que es el manan-
tial de los verdaderos bienes de las riquezas
que tienen un precio real”. Y agregaba: “es
precaria toda riqueza que no tiene su origen
en el suelo; es incierta para todo pueblo que
renuncie los beneficios de la agricultura”.
Era muy consciente de los costos que signi-
ficaba importar desmedidamente en lugar
de favorecer las industrias locales. Por eso
se animará a expresar en junio de 1810: “la
importación de mercancías que impiden el
consumo de las del país o que perjudican al
progreso de sus manufacturas y de su cultivo
lleva tras sí necesariamente la ruina de una
nación”. Con mucha lucidez también advir-
tió cuáles eran los riesgos que traían los défi-
cits comerciales y la situación en que podían
caer los países cuando compraban más de lo
que vendían, cuando sus ingresos no com-
pensaban los gastos y sobre todo cuando se
encaminaban al endeudamiento.
En un contexto de monopolio comercial
y de ganadería basada en la extracción de
los cueros, sus propuestas no podían resultar
menos innovadoras, sino verdaderamente re-
volucionarias.
Consideraba también que el conocimiento
aplicado era fundamental, por eso apoyaba
la idea de establecer una escuela de agricul-
tura donde “a los jóvenes labradores se les
hiciese conocer los principios generales de
la vegetación y desenvoltura de las siem-
bras”. También consideró importante que
se premiara a aquellos estudiantes “que en
sus exámenes diesen pruebas de su adelan-
tamiento, facilitándoles instrumentos para el
cultivo”. Hasta sugirió que se los alentara en
la compra de terrenos en el cual pudiesen
establecer una granja con semillas también
provistas por el Estado. Su prédica desde
las páginas del Correo de Comercio a favor
de las escuelas de primeras letras en villas y
pueblos, permite resignificar su papel entre
los promotores iniciales de un sistema edu-
cativo tempranamente pensado en el Río de
la Plata hacia 1810.
Estas breves reflexiones a doscientos años de
conmemorarse el fallecimiento de Belgrano
nos ubican en el momento de nacimiento
de una comunidad política donde todo es-
taba por hacerse. Por eso, los hombres que
condujeron dicho proceso ensayaban pro-
puestas, recreaban y readaptaban ideas que
se debatían en otros contextos y desafiaban
así los postulados legados con un sentido de
fuerte compromiso con la sociedad local en
la cual participaban.
Bibliografía:
Belgrano/Lavardén/Moreno/Vieytes. (2010).
La revolución de mayo. Entre el monopolio y
el libre comercio. Estudio preliminar de Ro-
drigo López. CEMOP
Claves del Bicentenario. El pensamiento de
los hombres de Mayo. Buenos Aires: El Ate-
neo.
*Historia entre todos es un proyecto de la
Red de Ciudades Educadoras patrocinado
por el Concejo Deliberante de Río Cuarto
con el apoyo de instituciones y organiza-
ciones culturales municipales, provinciales
y nacionales.
HISTORIA ENTRE TODOS*
El Corredor Mediterráneo / Página 7
SOPA DE
WUHAN
AAVV
Desde que comenzó la pandemia del
Corona virus, prácticamente todos los
grandes filósofos de la actualidad han
expresado su opinión, algunos en bre-
ves artículos, otros en largos ensayos,
otros hasta han llegado a escribir pe-
queños libros. Todos los ellos intentan
desentramar un evento desconocido:
una epidemia a nivel global. De tan
novedoso que resulta este aconteci-
miento, ha llevado a las reflexiones
más variadas, algunas de ellas muy
conservadoras, otras demasiado osa-
das.
A los pocos días del primer período
de aislamiento en Argentina (del 20 al
31 de marzo) se editó, en formato de
libro electrónico de libre circulación,
la primera recopilación de artículos
llamado “Sopa de Wuhan”. En él hay
escritos de todas las latitudes y de los
principales filósofos a nivel mundial:
Zizek, Han, Agamben, Preciado, Nan-
cy, Butler, Baidiu, Berardi, entre otros.
Lo primero que llama la atención es
que los grandes nombres de la Filoso-
fía están en la escena pública, todos
juntos y discutiendo sobre un mismo
tema. Quizás esto es algo inédito, ni
siquiera en el atentado a las torres ge-
melas se ha visto semejante potencia
discursiva desde el ámbito filosófico,
siempre proclive a encerrarse sobre sí
mismo.
Los artículos son bastante disímiles y
desparejos, cómo suele darse en este
tipo de recopilaciones, en ellos hay dos
grandes hipótesis. La primera, se resu-
me en la postura de Agamben, quien
afirma que el virus, no es más que una
leve gripe igual a otras las que pululan
año tras año, y que la pandemia es una
excusa para el biocontrol electrónico
por parte del Estado y las corporacio-
nes. A este argumento lo refuerza el
coreano Byung- Chul Han, quién afir-
ma que de la pandemia se saldrá bajo
el modelo de vigilancia chino, donde
las cámaras de seguridad y el ciber
patrullaje se impondrán a escala mun-
dial. Este llevaría a un refuerzo de las
formas de control subjetivo y volverá
más fuerte al capitalismo globalizado.
La otra gran hipótesis se sintetiza en el
filósofo esloveno Slavoj Žižek, quién
afirma que el virus es un golpe mortal
a lo Kill Bill (en referencia a la película
de Tarantino) al capitalismo. El sistema
económico actual, a partir de la pan-
demia, no podrá continuar en su forma
vigente, se abre la posibilidad de res-
quebrajar el sistema financiero y vol-
ver a pensar en las utopías de un co-
munismo basado en la ciencia. Otros
autores, algo más mesurados, afirman
que es inminente el regreso del Estado,
como garante de la salud y la educa-
ción pública y que puede paliar algu-
na de las terribles desigualdades que
existen aún en los países del llamado
primer mundo.
Quizás las dos posturas yerren y las dos
tengan algo de razón. Nada sabemos
de la postpandemia, cualquier experi-
mento mental resulta un tanto acotado
a la hora de pensar un futuro a media-
no plazo. Si nos adentramos en lo que
nos ha mostrado el arte, tanto el cine
como en la literatura, de los últimos
años, han surgido una gran cantidad
de películas y libros post-apocalípticos,
que en lugar de ensayar un nuevo tipo
de humanidad más justa y feliz, nos re-
trotraen a un estado de naturaleza de
guerra de todos contra todos, que poco
tiene que ver con lo que vemos coti-
dianamente en nuestro confinamiento.
Podemos imaginar, que para prevenir
el desbande de lo poco que queda
del entramado social, el Estado debe-
rá intervenir fuertemente, aunque esto
sea bastante lejano al comunismo tal
como lo conocimos en el siglo pasado.
También se deja ver el avance cada vez
mayor de la del control generalizado,
tanto por parte de los otros (todos so-
mos potenciales delatores de quienes
violan la cuarentena) y de la vigilancia
total de las plataformas de extracción
de datos, como llama Hernán Vanoli a
las redes sociales, aplicaciones móvi-
les, plataformas virtuales, a internet en
su conjunto. Podemos prever que cada
vez seremos más vigilados, más frági-
les y más asistidos estatalmente.
Creo que aquello que podemos pensar
es algo muy precario con respecto a las
mutaciones subjetivas, sociales, cultu-
rales y económicas que puede traer
aparejada esta pandemia y un confi-
namiento de varios meses en casi todo
el planeta. Quizás este tiempo que se
despliega en una nueva dimensión,
nos permita comprender algo más de
nosotros mismos y construir algo mejor
de lo que hemos conocido hasta aho-
ra. Tal vez el pensamiento sea el pun-
tapié inicial de lo novedoso por venir.
Juan Salinero
ASPO (Aislamiento Social
y Preventivo), 2020
El Corredor Mediterráneo / Página 8
RECUERDOS
DEL CONFIN
Por Jorge Sarraute
6 de abril, y nos queda por lo menos un mes. ¿Como lo llevan?
Hace ya varios días que Darío me viene pidiendo el tango Car-
mín. Lo tocamos un par de veces juntos y disfrutamos mucho con
èl. Es un ¡tangazo! Me resistía a hacerlo. Extraño más que nunca
su bandoneón cadenero, confinado ahora en su departamento.
Darío sabe escuchar y meter la nota justa con la emoción justa,
toca desde dentro, como se debe. Las notas suenan antes en su
alma que en el instrumento. Su pedido me obliga. Además es
un fabulador genial, hace poco me pasó una novela escrita por
él que ya en el arranque te engancha y no te suelta hasta el fi-
nal. Imaginen, un cuarto pobre de conventillo - un conventillo es
una casa grande con muchas habitaciones miserables separadas
por tabiques, que se alquilan a gentes de pocos recursos, a ve-
ces familias enteras entre esas cuatro paredes. Las habitaciones
dan a un patio interior , una especie de corredor que tiene al
fondo un baño para todos los inquilinos-. En la habitación que
uno se imagina pobrísima, un músico, bandoneonista, acostado
en su cama. Alguien llama a la puerta, al abrir se encuentra con
la muerte que viene, vestido de muerte, con el rostro oculto por
una capucha, a decirle que ha llegado su hora, viene a buscarlo.
El bandoneonista se resiste, trata de negociar, y en un momento
dado logra quitarle a la muerte la capucha y descubre que quien
viene a buscarle es ¡Aníbal Troilo! ¡Como si a un saxofonista le
viene Coltrane o a un cantante Pavarotti! Continúa con sus ruegos
hasta que consigue que la muerte, Troilo, le conceda una sema-
na. Y ahí comienza una historia que lo tiene todo: ternura, un
humor implacable y loco, acción, surrealismo, unos personajes
entrañables y, sobre todo, un profundo amor por la música que
brota en cada página. Se llama “Una semana con la muerte”, de
Darío Polonara.También quiere ser un tributo a Osvaldo Soriano,
sobre todo a aquella imperdible novela “Triste, solitario y final”.
Y este tango: Carmín. Hay muchísimos tangos sobre el tema de
las chicas que, empujadas por la miseria, un amor maldito o
ansias de triunfar, abandonan el barrio, a sus viejos, pierden la
inocencia, para terminar en los cabarets o en los prostíbulos, en
una vida arruinada. Este fue un tema recurrente, no solo en el
repertorio tanguero, sino en las obras de teatro y películas de la
primer mitad del siglo pasado, que pintaban la vida de los bajos
fondos, los suburbios donde aún estaba fresco el recuerdo de los
grandes flujos de inmigrantes que, escapando de las guerras o la
hambruna, venían a recalar al Rio de La Plata, donde les espera-
ba una vida durísima.Viendo los fenómenos migratorios actuales
podemos imaginar lo que vivieron muchos de aquellos europeos
desesperados que bajaban de los barcos de a cientos de miles
¡Parece mentira que la memoria sea a veces tan frágil!
La bellísima música de Carmín es de Buchino, gran pianista, di-
rector de orquesta, compositor de músicas para teatro y cine. Los
versos son de Marcilio Robles, un guitarrista que se dedicó du-
rante años, allá por los 40, a acompañar a todos los cantantes,
famosos o no, que pasaban por una importante radio de Buenos
Aires, un buen músico de “batalla”, de esos que casi nunca salen
en el cartel pero son los verdaderos pilares de la música.También
con su guitarra creaba los ambientes para acompañar lacrimóge-
nos radioteatros que entonces hacían furor.
Marcilio tuvo una vena poética que creo que no es suficiente-
mente conocida entre los tangueros, es verdad que no se prodigó
mucho en cantidad, desconozco si editó alguna vez un libro de
poesías, pero una letra como esta, o la de “Cimarrón de ausen-
cia” ya lo pone en la lista de los imprescindibles: “Sos atrancao,
por momentos/ como lágrima enredada/flor agreste, tierra arada/
tu sabor es pampa y viento. /Pero sos también lamento/ en el
sorbo e’ la agonía/ y en esa tristeza mía /que derramas en la tea/
cuando mi pulso flaquea/un temblor de lejanía”.
Hermosas décimas a la manera tradicional.Y luego la delicadeza
con la que trata la letra de Carmín, donde todo es insinuado,
sugerido: “De purreta (de niña) soñabas con un cielo bordado en
diez baldosas de rayuela”... , o esta otra: “después tus veinte abri-
les noveleros se rindieron al son de un tango amargo”, y después
estos versos que me cerraban el pecho: “siempre está el patio que
dejaste ayer, siempre hay dos manos que rogando están...”
La introducción del tango estaba pensada para en bandoneón de
Darío, pero bueno, habrá que esperar.
La Columna

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El Corredor Mediterráneo

  • 1. Río Cuarto . Río Tercero . San Francisco . Villa María RECUERDOS DEL CONFIN POR JORGE SARRAUTE PÁG. 8 EXPLORACIÓN ESPACIAL ¿DE QUIÉN ES LA LUNA? POR ANTONIO TELLO PÁG. 4-5 Miércoles 08 de julio de 2020 . Año 20 Nº 911 La poeta canadiense, una de las personalidades más importantes de la poesía contemporánea en lengua inglesa, obtiene el Premio Princesa de Asturias de las Letras 2020, por el carácter innovador de su obra poética basada en la tradición clásica. PÁG. 2 y 3 ANNECARSON OLATERNURA DELADISOLUCIÓNSOPA DEWUHAN AAVV POR JUAN SALINERO PÁG. 7 HISTORIA ENTRE TODOS LAS OTRAS BATALLAS DE BELGRANO POR CELIA BASCONZUELO PÁG. 6 LA COLUMNA
  • 2. El Corredor Mediterráneo / Página 2 ANNECARSON OLATERNURA DELADISOLUCIÓN Por Redacción ECM Anne Carson es considerada una de las personalidades más relevantes de la poesía anglosajona. La crítica mundial coincide en destacar “la in- tensidad y solvencia intelectual” de su obra, en la cual construye “una poética innovadora a partir del cono- cimiento del mundo grecolatino”. Santiago Muñoz Machado, miem- bro de la Real Academia Española y presidente del jurado del prestigioso premio, pone de relieve que en la poética de Carson “la vitalidad del gran pensamiento clásico funciona a la manera de un mapa que invita a dilucidar las complejidades del mo- mento actual”. La elección de la canadiense entre veintiocho candidaturas se funda- mentó, según el acta del premio, por- que «en los distintos ámbitos de su escritura, Anne Carson ha alcanzado unas cotas de intensidad y solvencia intelectual que la sitúan entre los es- critores más destacados del presente». Anne Carson, nacida en Toronto (Ca- nadá) en 1950, ha sabido labrar su carrera con hondura y serenidad a partir de la cultura clásica, que, según su biografía, descubrió a los catorce años cuando llegaron a ella los versos de Safo. Pero los mitos griegos no fue- ron la única fuente de inspiración de su universo poético. También recurrió a los mitos modernos, especialmente los surgidos del cine, como Marilyn Monroe, para componer una poesía donde la belleza de la palabra es fru- to de su relación con la imagen. “Me considero más una artista de la ima- gen que de la palabra”, dice la poeta, “me imagino que las cosas son dibu- jos. Para mí las ideas son imágenes y las frases abstracciones de ideas que se concretan gracias a la gramática y la sintaxis”. En el ámbito de la lengua española, la obra es conocida fundamentalmente por las publicaciones de la editorial hispano-mexicana Vaso Roto Edicio- nes, una de las más importantes edi- toriales de poesía de habla hispana, y a las traducciones de su directora, Jeannette L. Clarion, en el marco de La escuela de Wallace Stevens. Durante el año 2000, el prestigioso crítico y teórico literario estadouni- dense Harold Bloom y la poeta y edi- tora mexcana Jeannette L. Clariond iniciaron la edición de La escuela de Wallace Stevens, una antología de poesía estadounidense contempo- ránea, que reúne a autores ya clási- cos entre los que destacan Elizabeth Bishop, James Merrill, John Ashbery, Charles Wright, W. S. Merwin y Anne Carson, nombres que la editorial vie- ne publicando de forma individual y que comparten lo sublime, esa fuer- za de las emociones propuesta por Longino, y un marcado interés por el Siglo de Oro español, la Cábala y el Romanticismo, tal como muestra en la antología el poema de Carson de- dicado a Isaac Luria, el Ciego. Debido a este impulso editorial, el lector en lengua española ha podido acceder a libros tan importantes de la recientemente premiada Anne Car- son como “Decreación”, “Albertine, rutina de ejercicios”, “Tipos de agua. El camino de Santiago”, “Nox”, los poemas de Safo, traducidos por Anne Carson, “Si no, el invierno”. En Vaso Roto son los propios libros los que entretejen redes de lectura, poetas que dialogan entre sí, versos que se entrecruzan, voces que son espejo, ecos, cercanías. De Anne Carson, Vaso Roto ha publicado “De- creación”; “Albertine, rutina de ejer- cicios”; “Tipos de agua. El Camino de Santiago”; “Nox” y “Si no, el invier- no”, los poemas de Safo traducidos por Anne Carson, mientras se anuncia para los próximos meses la publica- ción de “Economía de lo que no se pierde. Leyendo a Simónides de Ceos con Paul Celan”. En el 2000, Anne Carson se entera por una llamada telefónica que su herma- no ha muerto repentinamente en Co- penhague. Ambos habían tenido muy poca comunicación desde que Mi- chael años antes huyó a Europa para escapar de la cárcel por un asunto de drogas. Ahora ha muerto. «Cuando mi hermano murió (inesperadamen- te) su viuda sólo encontró un número telefónico mío entre sus papeles dos semanas después. Mientas barría mi porche y compraba manzanas y me sentaba cerca de las ventanas en las noches con el radio encendido, su muerte cruzó el mar hacía mí, errante y lenta». Carson decide escribir un epitafio a manera de libro, como homenaje a Catulo en su poema 101. “Nox” re- sulta así un collage, un intento de elegía, una recopilación de rescatar lo que queda cuando todo se ha per- dido. “Nox” surge así como un objeto estético, una recordación, el intento de traducir el dolor. Un libro único, presentado en forma de acordeón de 190 páginas y colocado dentro de una caja, reproduce fielmente lo que la autora anota, guarda, limpia, para dar forma a su duelo. Fotos, cartas, recortes conforman un collage pre- sidido por el poema 101 de Catulo, en el que el poeta latino rinde exe- quias a su hermano muerto. Para tra- ducirlo, Carson tomó cada una de las partículas latinas que conforman el poema, para dar a su lector las diver- sas acepciones de cada una de éstas, para integrarlas en un todo que en el proceso ve como estar dentro de un cuarto oscuro en donde no encuentra el interruptor de luz. Anne Carson re- curre a Herodoto para objetivar lo su- cedido, años sin noticias de Michael, el dolor de la madre… y muestra su escepticismo al reproducir las pala- bras del considerado padre de la his- toria: «Hasta aquí lo que han dicho los egipcios: el que halle estas cosas creíbles que haga uso de ellas». «Ya es tarde cuando te despiertas den- tro de una pregunta» es una frase cla- ve de “Tipos de agua. El Camino de Santiago”, un breve pero intenso en- sayo escrito a manera de diario don- de la autora va anotando lo que del paisaje le parece notable, para trasla- darlo a su interioridad. Es el pretexto que la afianza como una revelación en el campo de la introspección poé- tica con imágenes que eleva a alturas
  • 3. El Corredor Mediterráneo / Página 3 insospechadas. Carson no es esquiva, atraviesa las piedras en el camino del amor. En ellas se hunde, se ahoga, cae y se alza en un viaje. Todo via- je es una conversación llena de pe- ligros, una conversación que necesa- riamente ha de ser compleja. De aquí que “Tipos de agua…” se transforme en la descripción del peregrino que avanza mirando hacia atrás y den- tro de sí, sintiendo el desencanto de la separación y, aun así, avanzando pues lo que se empieza, a pesar del dolor implícito del viaje, debe tener un fin, y ese fin en ella es Finisterre. “Las paredes del hotel están llenas de agua. La fontanería retumba y escu- rre. Un reloj de agua, incrustado en el corazón del edificio, mide nuestras horas con enormes gotas». Durante años de su vida, la autodis- ciplina (rutina) de Anne Carson le llevó a leer –durante el almuerzo–– “En búsqueda del tiempo perdido”, de Marcel Proust. Anotar lo esencial, «limpiar» lo no esencial, es lo que permite a Carson imaginar a Alber- tine, personaje central de esta obra maestra. Anne Carson no deja de sorprender- nos por su síntesis y su agudo senti- do del humor. En 59 párrafos con sus apéndices nos habla de Albertine. En «Albertine, rutina de ejercicios» la autora estira y afloja sus ideas de for- ma tal que nos conduce a sus siem- pre sutiles preguntas sobre aquello que dice la literatura mayor. Pero la pregunta no es sólo sobre Albertine sino sobre lo que cada autor dice cuando habla de asuntos como la se- xualidad, la muerte, el pasado, la me- moria, el recuerdo… preocupaciones de las grandes voces de la literatura que en Carson cobran una lucidez insospechada pues somete a examen y pone en tela de juicio lo que sole- mos aceptar como dogma. En Carson, este tipo de creencia se vuelve ironía pura, imaginación, pasmo, médula de lo que el ser humano puede llegar a ser al dejar en evidencia lo que de él hace la posesión, la manipulación y el engaño que subyacen en la rutina de los ejercicios. He aquí un acerca- miento cabal y seductor a la obra de Proust. «Los problemas de Albertine son (desde el punto de vista del narrador) a) mentir b) lesbianismo Y (desde el punto de vista de Albertine) a) estar prisionera en la casa del narrador», dice Carson. Lo que se convierte en obsesión para Proust, Albertine, se transforma en intuición para Carson: varios críticos y escritores creyeron que Albertine es la trasposición del chofer de Proust, Alfred Agostinelli. Y así, una Carson al modo Wittgenstein, nos presenta su lógica del desafío lú- dico que todo lo cuestiona y pone al descubierto. «Para crear el ser, debe de-crearse», dice Simone Weil y a partir de esta premisa Anne Carson escribe “De- creación”, uno de los libros centrales de la escritora canadiense El hilo que lo vertebra es el concepto de «de- creación», una actividad que Simone Weil describió como el «deshacer a la criatura que hay en nosotros», una disolución del yo. Este libro empieza con la forma: con la disolución de la forma. Y sus formas son diversas: libreto de ópera, guion para la pan- talla, poema, oratorio, lista de pen- dientes, rapto... “El proceso de diso- lución es tierno –dice Susan Sontag sobre este libro- pero la ternura pue- de cambiarlo todo, o eso parece creer la autora, quien se sirve de un elenco extraordinario –Homero, Safo, Lon- gino, Samuel Beckett, Virginia Woolf o la misma Simone Weil– para em- prender un viaje cuyo destino, desde tiempos inmemoriales, es el sueño, ese conocimiento que se da sólo en el dormir”. Este libro es una alabanza al sueño, al dormir, a los durmientes que en su sueño imaginan otras formas de lo real. Carson, con su profundo cono- cimiento de Freud, claro, hace una interpretación. El libro es un trabajo de literatura comparada donde Aris- tóteles, Homero, Kant o Keats sirven a Carson para fundamentar sus propias ideas sobre el sueño y su relación con la vida de vigilia. En “Si no, el invierno. Poemas de Safo”, Anne Carson transciende la corteza de la palabra, para interpretar la esencia del poema. «En una casa al atardecer la lección final de una madre / devasta el poniente y sella el pacto». Safo (630 a. C.) era un genio musical que dedicó su vida a la composición e interpretación de la poesía lírica. De los nueve libros que se dice que compuso, sólo un poema ha sobre- vivido completo. Todo lo demás son fragmentos. Anne Carson, recoge los fragmentos de Safo y los traduce y reinterpreta en “Si no, el invierno”, con el rigor académico e intelectual que la caracteriza. La traducción de Carson ilumina las reflexiones de Safo sobre el amor, el deseo, el ma- trimonio, el exilio, y muchos otros as- pectos de la condición humana. En edición trilingüe, este volumen es una apuesta decisiva y valiente ya que Carson, como traductora, actuali- za las antiguas versiones para presen- tarnos, como suele, una antigüedad fresca, lúdica, renovada. Enmarcado con una portada, reproducción de un grabado del siglo XIX, este libro, con guardas alusivas a los tiempos de Safo, nos muestra una Carson conocedora mejor que nadie de la poeta antigua, a quien lee desde los catorce años, y a quien ha seguido estudiando como hace con Catulo, Sófocles, Simónides de Ceos, Homero, y a quienes pone a dialogar con Hölderlin, Paul Celan o Marcel Proust. La poeta Jeannette L. Clariond, su prin- cipal traductora al español, escribe en la nota a la primera edición de “De- creación” que “Anne Carson no es ca- mino sino raíz, una enorme raíz roja que se extiende por encima y por de- bajo de la tierra cavando como un topo para encontrar una sílaba, un pie, un acento que dé sentido a lo que ella – involuntariamente- desea decirnos. Esa raíz tiene algo de savia, un saber ex- trañísimo, un sabor a tierra fresca. Sus palabras huelen a sal, a sala, a salab de vastas hojas. Saben a océano, lágrima, mar. De ese océano veremos nacer el brote primordial y su iluminada calma…” “Su obra mantiene un compromiso con la emoción y el pensamiento, con el estudio de la tradición y la presencia renovada de las Humanidades como una manera de alcanzar mejor conciencia de nuestro tiempo”. De este modo el jurado del Premio Princesa de Asturias de las Letras 2020 justifica el galardón a la poeta canadiense.
  • 4. El Corredor Mediterráneo / Página 4 A lo largo de la historia y hasta hace muy poco tiempo el satélite terrestre se consideraba una extensión natural del planeta y, consecuentemente, uni- versal su propiedad. Sin embargo, esa idea tradicional ahora es cuestionada por las grandes potencias y poderosas corporaciones que la pretenden privada. Entre 1955 y 1975, en medio de la Guerra Fría y como parte de ella, tuvo lugar lo que se dio en llamar “carre- ra espacial”, para que no quedaran dudas acerca de su parentesco con la “carrera armamentística”. El 4 de oc- tubre de 1957, la extinta URSS dio el primer paso y se adelantó con el lan- zamiento del Sputnik 1, el primer saté- lite artificial que orbitó alrededor de la Tierra. Los soviéticos parecieron tomar ventaja enviando perros –el primero fue la perra “Laika”- y hasta tortugas, semillas, plantas, larvas de moscas y bacterias- antes de convertir, en 1961, a Yuri Gagarin en el primer hombre en alcanzar el espacio exterior y, al año siguiente, a Valentina Tereshkova, en la primera mujer en lograrlo. Sin em- bargo, en esta frenética competencia los EE.UU. dieron un soberbio golpe de efecto y propaganda en alcanzar la Luna y plantar su bandera en el sa- télite. El 20 de julio de 1969, un día después de haber alunizado, Neil Ar- mstrong fue el primer ser humano en caminar sobre la superficie lunar: “Es un pequeño paso para el hombre, un gran paso para la humanidad”, dijo en- tonces claramente emocionado. Desde entonces y una vez acabada la Guerra Fría, las misiones a la Luna continuaron y mediante máquinas ro- botizadas –ningún astronauta volvió a pisarla- se la cartografió y estudió la naturaleza de su suelo. Tampoco a na- die se le ocurrió reclamarla como pro- piedad exclusiva. De hecho la Luna ha sido tácita propiedad de los ena- morados y de los poetas, pero es de temer que hace ya tiempo que ha de- jado de ser “indescifrable y cotidiana”, como escribió ese hombre que por fortuna se reveló poeta “en Ginebra o Zurich” y que conocemos como Jorge Luis Borges. Pero, a pesar de esta tra- dición, avanzado el siglo XX, Donald Trump, presidente de EE.UU., reclamó para su país los derechos de explota- ción del satélite y también lo hicieron Rusia, China, India, Israel, Europa, y grandes corporaciones como Space X, de Elon Musk, Deep Space Industries y Planetary Resources, cuyos princi- pales accionistas son el propietario de Virgin, Richard Branson, y uno de los fundadores de Google, Larry Page, en- tre otros pretendientes. Parecería que estamos ante un hecho nuevo en la historia de la humanidad. Sin embargo, no es así. Ya en las últi- mas décadas del siglo XV, los princi- pales reinos europeos se dieron a la tarea de buscar una ruta alternativa para el comercio de las especias pro- cedentes de las Indias. En el curso de esta soberbia empresa de exploración, un navegante genovés llamado Cris- toforo Colombo, por cuenta del reino de Castilla orientó sus tres naves hacia Occidente calculando que si el planeta era esférico, como preveía la tradición griega desde el siglo VI a.C., llegaría a las Indias. Hace siglos que sabemos que no estaba equivocado, pero lo que el Almirante no imaginaba era que en la ruta se encontraría con un muro im- previsto. Un continente desconocido, cuya exploración y conquista planteó también problemas de propiedad ¿A quién pertenecía ese vasto territorio que emergía del océano? Obviamente, la primera respuesta sería que dicho te- rritorio era de los pueblos nativos. Pero los reinos europeos no se plantearon estos términos sino los relativos a los derechos de exploración, conquista, subordinación de la población verná- cula y explotación de los ingentes re- cursos naturales de esas ignotas tierras. Antes de cumplirse los dos años de la llegada de las naves castellanas a las Antillas, el 7 de junio de 1494, los rei- nos de Castilla y Aragón y de Portugal firmaron el Tratado de Tordesillas se- gún el cual estos reinos se repartían las zonas de exploración y conquista del océano Atlántico y del “Nuevo Mun- do”. Algunos historiadores consideran este acuerdo como el primer tratado internacional de la Europa moderna y la UNESCO lo incorporó en 2007 al Patrimonio de la Humanidad como “Memoria del Mundo”. ¿Podría considerarse el Tratado de Tordesillas como una referencia para la apropiación particularizada de la Luna, la explotación de sus riquezas naturales y su conversión en platafor- ma para futuros viajes de exploración y colonización de otros planetas dentro y fuera de nuestro sistema? No parece, por ahora, que las grandes potencias estén dispuestas a acuerdos previos orientados al bien común. Si hasta hace poco se veía a la Luna como a las aguas internacionales de océanos y mares, hoy se asemeja más a las tierras del Lejano Oeste, por cuya propiedad los colonos se lanzaban en alocadas y brutales carreras a través de las vastas praderas norteamericanas. En 1967, EE.UU. y la URSS, luego su- brogado por Rusia, firmaron un tratado en los que ambos estados se compro- metían, sin cerrar la puerta a la inter- vención privada, a regular el uso de armas en el espacio y a gestionar los recursos lunares atendiendo al bien de la humanidad. Este acuerdo bási- co quedó tocado, cuando en 2015 el presidente de EE.UU, Barack Obama, firmó unilateralmente la Space Act por la que autorizaba a las compañías es- tadounidenses a explotar minerales de la Luna y otros asteroides. Dos años más tarde, Luxemburgo aprobó una ley que autoriza a todas las empresas registradas en el diminuto estado a explotar los recursos minera- les del satélite terrestre. El 6 de mayo de 2020, la potencia norteamericana dio un paso más en su propósito de apropiarse de la Luna, cuando el pre- sidente Donald Trump firmó un nuevo documento en el que rechaza la idea la Luna como “bien común” de la hu- manidad y abre la posibilidad de ex- plotación y uso “público y privado” de los recursos extraterrestres. Tales recursos hace tiempo que están identificados y localizados sus yaci- mientos en el satélite natural de la Tierra. Algunos de ellos son de silicio, fundamental en la industria electróni- ca; oxígeno, previsto como carburante para las naves espaciales, helio-3, un ¿DE QUIÉN ES LA LUNA? Por Antonio Tello EXPLORACIÓN ESPACIAL
  • 5. El Corredor Mediterráneo / Página 5 isótopo no radiactivo, ligero y estable, muy adecuado para los reactores de fusión nuclear, y agua. Durante millo- nes de años, cometas y asteroides han caído sobre la superficie lunar forman- do gran número de cráteres, muchos de los cuales, sobre todo en las áreas polares, han dejado importantes depó- sitos de agua, que también podría ser utilizada como combustible para los cohetes espaciales. Pero no sólo la Luna es objeto de deseo de las grandes potencias y corporacio- nes.También lo son los asteroides, pues al ser de una composición semejante a la de la Tierra (se formaron en la mis- ma nebulosa protosolar que dio origen al Sistema Solar), tienen oro, platino y, algunos, agua. Según los científi- cos hay localizados unos 16.000 as- teroides próximos a nuestro planeta, aparte de los cerca de 700.000 en las proximidades de Marte y Júpiter. Todos ellos han sido clasificados en tres tipos principales, los carbonáceos (C), que se encuentran en el exterior del cin- turón principal de asteroides y tienen, al parecer una composición semejan- te a la del Sol; los silicatos (S), que se encuentran en las zonas interiores del cinturón, en los aledaños de Marte, y los metálicos (M), que se encuentran en las zonas medias y que están com- puestos de un 80% de hierro y el resto de níquel, platino, oro, iridio, paladio, magnesio, rodio, osmio, tungsteno y rutenio. Si bien la tecnología para extraer es- tos minerales, tanto de la Luna como de los asteroides, ya está desarrolla- da, aún resulta extremadamente caro hacerlo y mucho más traer las rocas a la Tierra para sacarles el mineral. La empresa Shackleton Energy tiene entre sus proyectos extraer hielo de los polos lunares mediante estaciones operadas por algunos humanos y robots. Sin embargo, según un informe de 2018 de la banca Goldman Sachs, supervi- viente gracias a la intervención estatal estadounidense de la crisis financiera de 2008, la inversión sería colosal. “Es probable –dice el informe- que las son- das de prospección puedan construir- se por decenas de millones de dólares cada una y Caltech (Instituto de Tec- nología de California) ha sugerido que una nave espacial para extraer minera- les de asteroides podría costar 2.600 millones de dólares cada una”, lo que supondría contar con inversiones mul- timillonarias. Las declaraciones de Shackleton Ener- gy respecto al desarrollo de la tecno- logía adecuada se contradicen con las del portavoz de Aten Engineering Inc., José Luis Galache, quien dice: “Creo que vamos a tardar muchas décadas en llegar a una minería a gran esca- la”. Sin embargo, estos plazos pueden acortarse si se mantiene el impulso de poderosos empresarios como Jeff Be- zos, fundador de Amazon, quien in- vierte 1.000 millones de dólares al año en su compañía Blue Origin, y Elon Musk, creador de Tesla, Hyperloop y PayPal, quien mantiene importantes contratos con la NASA. con cuyo apo- yo convirtió a Space X en la primera compañía privada en enviar al espacio una misión tripulada. El 30 de mayo de 2020, Space X lanzó al espacio la nave Dragon tripulada por los astronautas Robert Benhken y Douglas Hurley. Las mismas dudas que Aten Enginee- ring Inc. expresan científicos de ESA (Agencia Espacial Europea), quienes sostienen que transportar material por el espacio es muy costoso, ya que se calcula en un millón de euros por kilo. “Es así que al principio, la utilización de recursos de la minería lunar será sobre todo para contribuir al mante- nimiento de la base lunar permanente o semi permanente. Sólo en un paso posterior se podrá evaluar y hablar del envío de esos recursos a nuestro pla- neta”, afirma Jesús Martínez-Frías al diario español “El País”. A otro diario español de gran tirada, “La Vanguar- dia”, el profesor argentino Daniel Blin- der, de la Universidad Nacional de San Martín, considera que “tener el control de la cadena de valor de dicha explo- tación [la minería lunar] es de una importancia geopolítica revoluciona- ria: disponer del transporte, la energía necesaria para llevar, estar y traer de la Luna constituye, sin duda, la posi- bilidad de hacerse con recursos úni- cos pero también de desarrollar nue- vas tecnologías que suponen un salto cualitativo y abrirán toda una serie de ventanas en torno a nuevos hábitat y nichos de mercado”. Pero el experto en geopolítica espacial también señala las tensiones que po- dría originar esta carrera por el control del satélite lunar. “La nueva carrera por el espacio – dice el doctor Daniel Blin- der- podría derivar en un nuevo mun- do de cooperación y de desarrollo para toda la humanidad por la gran canti- dad de recursos financieros que nece- sitan estas empresas para ser llevadas a cabo. Pero hoy en día varias potencias tienen la intención y el desarrollo tec- nológico de lograr lo mismo. También actores privados. Y de ser así podrían verse tensiones por fuera de la Tierra que llevarían a un peligroso sistema similar al de los mares del siglo XVIII, en el que los Estados y emprendedores con poder de fuego podrían encender la mecha de la pólvora y los cañones”. La carrera por la conquista del espacio se ha reanudado y Marte y, sobre todo, el satélite terrestre son los objetivos inmediatos para su conquista, co- lonización y explotación. Pero a diferencia de la primera fase de la carrera, en la que no se discutía la propiedad universal, ahora la idea de la propie- dad privada eclipsa la Luna. En el ojo del huracán, los recursos de minerales estratégicos.
  • 6. El Corredor Mediterráneo / Página 6 LAS OTRAS BATALLAS DE BELGRANO Por Celia Basconzuelo “[…] estoy pronto para todo […] nada me anima más que el bien de la Patria” (Ma- nuel Belgrano en carta a Mariano Moreno, 27/10/1810) En este año 2020 la figura de Manuel Bel- grano es objeto de un sinfín de recordato- rios y homenajes. Se cumplen 200 años de su muerte, ocurrida el 20 de junio de 1820 en Buenos Aires, en la misma ciudad que lo vio nacer y el mismo día en que tres hom- bres se proclamaron gobernadores, Ildefon- do Ramos Mejía, Miguel Estanislao Soler y el propio Cabildo de Buenos Aires, aunque ninguno contó con el aval de la Sala de Re- presentantes. Así, en un contexto de inesta- bilidad política local y de disolución de las autoridades nacionales se realizó su funeral, que congregó tan solo un puñado de allega- dos. Los periódicos porteños más importan- tes de entonces, la Gazeta de Buenos Ayres y El Argos, no registraron la noticia, y otro menos relevante como el Despertador Teo- filantrópico, recién le dedicó unas palabras dos meses después. Su nombre, sin embargo, no pasaría desaper- cibido para el proceso histórico que lo tuvo como uno de sus protagonistas. De profesión abogado, debió improvisar un rol militar inmediatamente después de la Revolución de Mayo tras integrar la Primera Junta de Gobierno. Así, las batallas que libró en ese campo son conocidas. En las efeméri- des de la guerra por la independencia librada en el Alto Perú dos fueron claves: los triunfos de Tucumán (24/9/1812) y Salta (20/21813), para luego sobrevenir los desastres estrepi- tosos de Vilcapugio (1/10/1813) y Ayohuma (14/11/1813). Esmenosconocidasubatallaenelcampode las ideas que delineaban un camino a seguir para el Río de la Plata cuando todavía era co- lonia. En efecto, en 1793 regresó al país con su título de abogado después de estudiar en Salamanca y recibirse enValladolid.Tenía 23 años. Era hijo de un próspero comerciante y, al año siguiente, fue designado como secre- tario del Real Consulado de Comercio de Buenos Aires, una institución recién creada que oficiaba como tribunal especial donde se dirimían pleitos y demandas presentadas por los comerciantes. Desde ella ideó un espacio a favor de la educación aplicada y práctica; así fue como el 25 de noviembre 1799, junto con Ventura Miguel Marcó del Pont, por entonces Síndico del Consulado de Comercio, dejó inaugurada la Escuela de Náutica, cuyo reglamento también redactó, y donde se enseñaba Geometría y Dibu- jo. Los cursos se dictaron en el Consulado, hasta el momento en que se produjeron las invasiones inglesas (1806-1807) cuando la Escuela dejó de funcionar. En verdad, sus ideas recogían buena parte de la influencia de los ilustrados españoles dedicados a la enseñanza, entre ellos Gaspar Melchor de Jovellanos a quien Belgrano leyó durante su período de formación en España. Del mismo modo Pedro Rodríguez de Cam- pomanes, economista que defendía la fisio- cracia y pregonaba el desarrollo de la agri- cultura, la industria, el comercio, la ciencia y la cultura. Ellos fueron dos referentes del espíritu reformador del despotismo ilustrado que atravesó la corte del Rey Carlos III y sem- bró sus inquietudes en jóvenes criollos como Belgrano. Permaneció en el Consulado hasta 1810, y en ese lapso dio otra batalla importante: de- batió ideas de economía política alternativas al modo de producción predominante, ga- nadero, y al sistema de monopolio comer- cial. En tal sentido, al redactar las memorias en el Consulado en 1796 y, frente a una épo- ca donde el principal interés comercial esta- ba colocado en la exportación de los cueros, sostenía que “la riqueza natural está en la producción agropecuaria y la riqueza artifi- cial en la producción manufacturera”. La in- dustria debía ser promovida por el gobierno: “había que tomar otras medidas para llevarla por la senda recta y no dejarla caminar al antojo y capricho sin principio ni regla fija”. Es importante precisar que las memorias eran leídas al iniciarse cada sesión anual del Con- sulado, ante la presencia del virrey y demás funcionarios de la corona. Las ideas también se debatían en la prensa, aunque llegasen a un público minoritario. Así es como junto con otros criollos y es- critores españoles formó parte del primer periodismo rioplatense. Escribió en el Telé- grafo Mercantil y luego en el Semanario de Agricultura, Industria y Comercio. Después de la Revolución de Mayo y siendo vocal de la Junta de Gobierno Provisoria, continuó es- cribiendo en el Correo de Comercio. Allí, en setiembre de 1810, expresó su preocupación por la educación, al decir: “nuestro intento ha sido respectivo al bien general, y por eso hemos aconsejado la educación pública y escuelas de las ciencias exactas que facilitan el paso a cualquiera de las profesiones útiles a la sociedad”.Y seguía insistiendo en la im- portancia de la producción agraria vinculada al comercio: “es forzoso atender primera- mente la agricultura como que es el manan- tial de los verdaderos bienes de las riquezas que tienen un precio real”. Y agregaba: “es precaria toda riqueza que no tiene su origen en el suelo; es incierta para todo pueblo que renuncie los beneficios de la agricultura”. Era muy consciente de los costos que signi- ficaba importar desmedidamente en lugar de favorecer las industrias locales. Por eso se animará a expresar en junio de 1810: “la importación de mercancías que impiden el consumo de las del país o que perjudican al progreso de sus manufacturas y de su cultivo lleva tras sí necesariamente la ruina de una nación”. Con mucha lucidez también advir- tió cuáles eran los riesgos que traían los défi- cits comerciales y la situación en que podían caer los países cuando compraban más de lo que vendían, cuando sus ingresos no com- pensaban los gastos y sobre todo cuando se encaminaban al endeudamiento. En un contexto de monopolio comercial y de ganadería basada en la extracción de los cueros, sus propuestas no podían resultar menos innovadoras, sino verdaderamente re- volucionarias. Consideraba también que el conocimiento aplicado era fundamental, por eso apoyaba la idea de establecer una escuela de agricul- tura donde “a los jóvenes labradores se les hiciese conocer los principios generales de la vegetación y desenvoltura de las siem- bras”. También consideró importante que se premiara a aquellos estudiantes “que en sus exámenes diesen pruebas de su adelan- tamiento, facilitándoles instrumentos para el cultivo”. Hasta sugirió que se los alentara en la compra de terrenos en el cual pudiesen establecer una granja con semillas también provistas por el Estado. Su prédica desde las páginas del Correo de Comercio a favor de las escuelas de primeras letras en villas y pueblos, permite resignificar su papel entre los promotores iniciales de un sistema edu- cativo tempranamente pensado en el Río de la Plata hacia 1810. Estas breves reflexiones a doscientos años de conmemorarse el fallecimiento de Belgrano nos ubican en el momento de nacimiento de una comunidad política donde todo es- taba por hacerse. Por eso, los hombres que condujeron dicho proceso ensayaban pro- puestas, recreaban y readaptaban ideas que se debatían en otros contextos y desafiaban así los postulados legados con un sentido de fuerte compromiso con la sociedad local en la cual participaban. Bibliografía: Belgrano/Lavardén/Moreno/Vieytes. (2010). La revolución de mayo. Entre el monopolio y el libre comercio. Estudio preliminar de Ro- drigo López. CEMOP Claves del Bicentenario. El pensamiento de los hombres de Mayo. Buenos Aires: El Ate- neo. *Historia entre todos es un proyecto de la Red de Ciudades Educadoras patrocinado por el Concejo Deliberante de Río Cuarto con el apoyo de instituciones y organiza- ciones culturales municipales, provinciales y nacionales. HISTORIA ENTRE TODOS*
  • 7. El Corredor Mediterráneo / Página 7 SOPA DE WUHAN AAVV Desde que comenzó la pandemia del Corona virus, prácticamente todos los grandes filósofos de la actualidad han expresado su opinión, algunos en bre- ves artículos, otros en largos ensayos, otros hasta han llegado a escribir pe- queños libros. Todos los ellos intentan desentramar un evento desconocido: una epidemia a nivel global. De tan novedoso que resulta este aconteci- miento, ha llevado a las reflexiones más variadas, algunas de ellas muy conservadoras, otras demasiado osa- das. A los pocos días del primer período de aislamiento en Argentina (del 20 al 31 de marzo) se editó, en formato de libro electrónico de libre circulación, la primera recopilación de artículos llamado “Sopa de Wuhan”. En él hay escritos de todas las latitudes y de los principales filósofos a nivel mundial: Zizek, Han, Agamben, Preciado, Nan- cy, Butler, Baidiu, Berardi, entre otros. Lo primero que llama la atención es que los grandes nombres de la Filoso- fía están en la escena pública, todos juntos y discutiendo sobre un mismo tema. Quizás esto es algo inédito, ni siquiera en el atentado a las torres ge- melas se ha visto semejante potencia discursiva desde el ámbito filosófico, siempre proclive a encerrarse sobre sí mismo. Los artículos son bastante disímiles y desparejos, cómo suele darse en este tipo de recopilaciones, en ellos hay dos grandes hipótesis. La primera, se resu- me en la postura de Agamben, quien afirma que el virus, no es más que una leve gripe igual a otras las que pululan año tras año, y que la pandemia es una excusa para el biocontrol electrónico por parte del Estado y las corporacio- nes. A este argumento lo refuerza el coreano Byung- Chul Han, quién afir- ma que de la pandemia se saldrá bajo el modelo de vigilancia chino, donde las cámaras de seguridad y el ciber patrullaje se impondrán a escala mun- dial. Este llevaría a un refuerzo de las formas de control subjetivo y volverá más fuerte al capitalismo globalizado. La otra gran hipótesis se sintetiza en el filósofo esloveno Slavoj Žižek, quién afirma que el virus es un golpe mortal a lo Kill Bill (en referencia a la película de Tarantino) al capitalismo. El sistema económico actual, a partir de la pan- demia, no podrá continuar en su forma vigente, se abre la posibilidad de res- quebrajar el sistema financiero y vol- ver a pensar en las utopías de un co- munismo basado en la ciencia. Otros autores, algo más mesurados, afirman que es inminente el regreso del Estado, como garante de la salud y la educa- ción pública y que puede paliar algu- na de las terribles desigualdades que existen aún en los países del llamado primer mundo. Quizás las dos posturas yerren y las dos tengan algo de razón. Nada sabemos de la postpandemia, cualquier experi- mento mental resulta un tanto acotado a la hora de pensar un futuro a media- no plazo. Si nos adentramos en lo que nos ha mostrado el arte, tanto el cine como en la literatura, de los últimos años, han surgido una gran cantidad de películas y libros post-apocalípticos, que en lugar de ensayar un nuevo tipo de humanidad más justa y feliz, nos re- trotraen a un estado de naturaleza de guerra de todos contra todos, que poco tiene que ver con lo que vemos coti- dianamente en nuestro confinamiento. Podemos imaginar, que para prevenir el desbande de lo poco que queda del entramado social, el Estado debe- rá intervenir fuertemente, aunque esto sea bastante lejano al comunismo tal como lo conocimos en el siglo pasado. También se deja ver el avance cada vez mayor de la del control generalizado, tanto por parte de los otros (todos so- mos potenciales delatores de quienes violan la cuarentena) y de la vigilancia total de las plataformas de extracción de datos, como llama Hernán Vanoli a las redes sociales, aplicaciones móvi- les, plataformas virtuales, a internet en su conjunto. Podemos prever que cada vez seremos más vigilados, más frági- les y más asistidos estatalmente. Creo que aquello que podemos pensar es algo muy precario con respecto a las mutaciones subjetivas, sociales, cultu- rales y económicas que puede traer aparejada esta pandemia y un confi- namiento de varios meses en casi todo el planeta. Quizás este tiempo que se despliega en una nueva dimensión, nos permita comprender algo más de nosotros mismos y construir algo mejor de lo que hemos conocido hasta aho- ra. Tal vez el pensamiento sea el pun- tapié inicial de lo novedoso por venir. Juan Salinero ASPO (Aislamiento Social y Preventivo), 2020
  • 8. El Corredor Mediterráneo / Página 8 RECUERDOS DEL CONFIN Por Jorge Sarraute 6 de abril, y nos queda por lo menos un mes. ¿Como lo llevan? Hace ya varios días que Darío me viene pidiendo el tango Car- mín. Lo tocamos un par de veces juntos y disfrutamos mucho con èl. Es un ¡tangazo! Me resistía a hacerlo. Extraño más que nunca su bandoneón cadenero, confinado ahora en su departamento. Darío sabe escuchar y meter la nota justa con la emoción justa, toca desde dentro, como se debe. Las notas suenan antes en su alma que en el instrumento. Su pedido me obliga. Además es un fabulador genial, hace poco me pasó una novela escrita por él que ya en el arranque te engancha y no te suelta hasta el fi- nal. Imaginen, un cuarto pobre de conventillo - un conventillo es una casa grande con muchas habitaciones miserables separadas por tabiques, que se alquilan a gentes de pocos recursos, a ve- ces familias enteras entre esas cuatro paredes. Las habitaciones dan a un patio interior , una especie de corredor que tiene al fondo un baño para todos los inquilinos-. En la habitación que uno se imagina pobrísima, un músico, bandoneonista, acostado en su cama. Alguien llama a la puerta, al abrir se encuentra con la muerte que viene, vestido de muerte, con el rostro oculto por una capucha, a decirle que ha llegado su hora, viene a buscarlo. El bandoneonista se resiste, trata de negociar, y en un momento dado logra quitarle a la muerte la capucha y descubre que quien viene a buscarle es ¡Aníbal Troilo! ¡Como si a un saxofonista le viene Coltrane o a un cantante Pavarotti! Continúa con sus ruegos hasta que consigue que la muerte, Troilo, le conceda una sema- na. Y ahí comienza una historia que lo tiene todo: ternura, un humor implacable y loco, acción, surrealismo, unos personajes entrañables y, sobre todo, un profundo amor por la música que brota en cada página. Se llama “Una semana con la muerte”, de Darío Polonara.También quiere ser un tributo a Osvaldo Soriano, sobre todo a aquella imperdible novela “Triste, solitario y final”. Y este tango: Carmín. Hay muchísimos tangos sobre el tema de las chicas que, empujadas por la miseria, un amor maldito o ansias de triunfar, abandonan el barrio, a sus viejos, pierden la inocencia, para terminar en los cabarets o en los prostíbulos, en una vida arruinada. Este fue un tema recurrente, no solo en el repertorio tanguero, sino en las obras de teatro y películas de la primer mitad del siglo pasado, que pintaban la vida de los bajos fondos, los suburbios donde aún estaba fresco el recuerdo de los grandes flujos de inmigrantes que, escapando de las guerras o la hambruna, venían a recalar al Rio de La Plata, donde les espera- ba una vida durísima.Viendo los fenómenos migratorios actuales podemos imaginar lo que vivieron muchos de aquellos europeos desesperados que bajaban de los barcos de a cientos de miles ¡Parece mentira que la memoria sea a veces tan frágil! La bellísima música de Carmín es de Buchino, gran pianista, di- rector de orquesta, compositor de músicas para teatro y cine. Los versos son de Marcilio Robles, un guitarrista que se dedicó du- rante años, allá por los 40, a acompañar a todos los cantantes, famosos o no, que pasaban por una importante radio de Buenos Aires, un buen músico de “batalla”, de esos que casi nunca salen en el cartel pero son los verdaderos pilares de la música.También con su guitarra creaba los ambientes para acompañar lacrimóge- nos radioteatros que entonces hacían furor. Marcilio tuvo una vena poética que creo que no es suficiente- mente conocida entre los tangueros, es verdad que no se prodigó mucho en cantidad, desconozco si editó alguna vez un libro de poesías, pero una letra como esta, o la de “Cimarrón de ausen- cia” ya lo pone en la lista de los imprescindibles: “Sos atrancao, por momentos/ como lágrima enredada/flor agreste, tierra arada/ tu sabor es pampa y viento. /Pero sos también lamento/ en el sorbo e’ la agonía/ y en esa tristeza mía /que derramas en la tea/ cuando mi pulso flaquea/un temblor de lejanía”. Hermosas décimas a la manera tradicional.Y luego la delicadeza con la que trata la letra de Carmín, donde todo es insinuado, sugerido: “De purreta (de niña) soñabas con un cielo bordado en diez baldosas de rayuela”... , o esta otra: “después tus veinte abri- les noveleros se rindieron al son de un tango amargo”, y después estos versos que me cerraban el pecho: “siempre está el patio que dejaste ayer, siempre hay dos manos que rogando están...” La introducción del tango estaba pensada para en bandoneón de Darío, pero bueno, habrá que esperar. La Columna