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El Corredor Mediterráneo
Río Cuarto / Río Tercero / San Francisco / Villa María Miércoles 16 de enero de 2019 - Año 19 N° 838
pág. 2.
El llamado lenguaje inclusivo se ha convertido en un pequeño y
ruidoso fenómeno sobre el que conviene reflexionar para diluci-
dar si es la lengua o son otros los factores que verdaderamente
atentan contra la equidad social entre hombres y mujeres. pág. 2.
pág. 4
HuMorsoLini
Heraldo Mussolini pág. 8pág. 8
¿Hubo otros universos
antes que el nuestro?
Un grupo de astrofísicos ha hallado en el
cosmos una serie de señales, al parecer de
radiación acumulada, llamados “puntos
de Hawking” que hacen pensar en huellas
de universos pasados.
Lenguaje inclusivo,
más el ruido que las nueces
x e@xx
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Los Muertos
sieMpre
pueden esperar
Juan Colil Abricot
Historia particuLar
de cien paLabras
Antonio Tello
Pág 6Pág 6
Pág 7
La coLuMna
Cartas de la palabra río
La esperanza a
veces viaja en una voz
(a nora Méndez)
por cLaudio asaad
pág. 8
Hasta el siglo XVII, haciendo una extre-
ma simplificación, podría decirse que en
el mundo no había más ruido que el pro-
ducido por las espadas, las lanzas, las
bombardas y el galope de las caballerías
en los campos de batalla. Sin embargo, a
partir del siglo XVIII, con la Revolución
industrial el ruido de las máquinas se
sumó a aquél de modo permanente en
las ciudades dando lugar al surgimiento
de la cultura del ruido. Esta cultura se
fue naturalizando hasta trascender a
todos los sectores de la actividad huma-
na, incluidas las expresiones artísticas,
arquitectónicas, literarias, etc. Ahí están
a modo de ejemplo, las producciones
barrocas, realistas, naturalistas, románti-
cas…que fueron empujando el silencio
hasta arrinconarlo durante algún tiempo
al ámbito de la ruralidad. Así, este farfu-
llo del mundo fue creciendo y acostum-
brando a él el oído humano hasta que el
propio grito humano parecía inaudible,
según sugiere Edvar Munch en su céle-
bre cuadro.
Ya en el siglo XX, las dos guerras mundia-
les, al mismo tiempo que la brecha entre
la ciencia y el espíritu se hacía más pro-
funda, no hicieron sino acrecentar ese
ruido hasta provocar en la sociedad una
gran perturbación que afectó al pensa-
miento y al modo de pensar y percibir la
realidad del mundo y de todos y cada
uno de los individuos sin distinción de
sexos. Esta perturbación del pensamien-
to como signo significativo de la deca-
dencia de la civilización se verifica princi-
palmente en la lengua.
En 1946, ya en la posguerra de la
Segunda Guerra Mundial, George Orwell
escribió “La política y el idioma inglés”,
que inicia afirmando: “Nuestra civiliza-
ción está en decadencia y nuestro len-
guaje -así se argumenta- debe compartir
inevitablemente el derrumbe general”.
En este breve y lúcido ensayo, Orwell
aclara que las causas de esta decadencia
que afecta al lenguaje son políticas y
económicas, y que ese lenguaje degra-
dado retroalimenta la decadencia gene-
ral de la civilización. Según Orwell el len-
guaje es “tosco e impreciso porque
nuestros pensamientos son disparata-
dos, pero la dejadez de nuestro lenguaje
hace más fácil que pensemos dispara-
tes”. Producimos el ruido que nos atur-
de porque estamos aturdidos.
Pero ¿en qué consiste la dejadez del len-
guaje? La respuesta es tan sencilla como
evidente. La dejadez es el desaliño esti-
lístico, el uso de imágenes trilladas, la
imprecisión, la pobreza léxica, el uso de
adjetivos ampulosos o meramente orna-
mentales, la utilización indiscriminada
de frases verbales en lugar de verbos
simples, el empleo de una dicción pre-
tenciosa o grosera. Esta dejadez, que da
lugar a un discurso o un texto donde lo
concreto y significativo se pierde, tanto
en el habla como en la prosa, es lo que
provoca un latente y difuso malestar
espiritual, como síntoma de la impoten-
cia del individuo para comunicarse con el
otro con fluidez. La extensión de lugares
comunes, muletillas, extranjerismos sus-
titutorios, metáforas hueras, desorden
sintáctico, torpeza prosódica, etc.,
empobrecen y reducen toda lengua a un
estado de farfullo mecánico y funcional
que entorpece la comunicación y abotar-
ga el pensamiento.
Ya en la década de los sesenta, cuando la
Guerra Fría alcanzó altos niveles de con-
frontación ideológica, desde los centros
de poder occidentales, especialmente
desde los EE.UU., comenzaron a verifi-
carse serios intentos de manipulación de
la realidad a través de los medios de
comunicación de masas, que aplicaban
lo que los filósofos de la Escuela de
Frankfurt llamaron “razón instrumen-
tal”, según la cual el objetivo prevalece
sobre los medios utilizados para llegar a
él.
Como parte de esta manipulación de la
realidad y como uno de los recursos de
ocultación de la extrema violencia que
generaba la confrontación ideológica, se
impuso como fórmula “civilizada” de
conducta social lo que se dio en llamar
“corrección política”. A partir de este
momento, el nombre de las cosas fue
sustituido por eufemismos que vaciaron
o suavizaron sus significaciones, espe-
cialmente en aquellos que expresaban
con crudeza la brutalidad de la guerra
ideológica que se libraba. De este modo,
la tortura fue equiparada a abuso o
exceso, a la vejez se le llamó tercera
edad, a la ceguera, incapacidad visual, a
las bandas parapoliciales o paramilita-
res, grupos de tarea, a la dictadura, pro-
ceso, al asesinato, retiro o jubilación, etc.
En un vasto contexto de falseamiento
de la realidad, en la Argentina de la
Dictadura, las bandas paramilitares que
secuestraban, asesinaban y robaban
siguiendo un plan de exterminio siste-
mático de opositores fueron llamadas
«grupos de tareas», «secuestrar» se dijo
«chupar» y «chupadero» designó al
campo de concentración clandestino, a
donde iban a parar las víctimas de la
represión condenadas a «desaparecer»,
es decir al asesinato. La movilización
internacional que denunció la tragedia
que vivía el país fue tomada por la
Dictadura y gran parte de la sociedad
argentina como una grave «injerencia
extranjera» en los asuntos internos
nacionales, al tiempo que se proclamaba
con jactancioso orgullo “somos dere-
chos y humanos», ese escandaloso eslo-
gan con el que “la argentinidad” que
prefiguraba el «yo, argentino», equiva-
lente a lavarse las manos, pretender no
saber nada, no tener responsabilidad ni
compromiso, pretendió ocultar la trági-
ca realidad. Así, estas dos expresiones
que consagraban la cobarde y estúpida
fatuidad civil de gran parte de los argen-
tinos eran tomadas como definiciones
de la identidad nacional. Con la restaura-
ción democrática, la lengua no escapó ni
a las secuelas del horror ni al sentimien-
to de impunidad. Surgió así una lengua
degenerada al servicio del fraude, el disi-
mulo, la corrupción y el sensacionalismo.
En los años ochenta, cuando el mundo
occidental era gobernado por un triunvi-
rato ultraconservador -Wojtyla,
Thatcher, Reagan-, se trató de imponer a
través de la lengua una «corrección polí-
tica» que atenuara u ocultara con un
habla impostada los excesos de su políti-
ca. La realidad del mundo occidental
debía aparecer idílica frente a la realidad
del mundo comunista, ya en franca
caída. Así, el Estado de bienestar, que
ahora se está desmantelando, fue con-
cebido como una vasta operación propa-
gandística.
Tan brutal ataque ha supuesto una
extraordinaria conmoción en el modo de
ver y pensar el mundo y el lenguaje que
debe expresarlo no ha salido indemne.
La lengua quedó desguarnecida y
muchos, en su confusión, han creído que
en ella está el origen de sus males.
Aunque inconsciente quizás y de forma
menos sofisticada, la misma actitud con-
servadora estos grupos de supuesta pro-
gresía pretenden «modificar» la realidad
en consonancia con sus aspiraciones for-
zando caprichosamente formas, sonidos
y otros elementos del sistema lingüísti-
co. En consecuencia, grupos o colectivos
que se sienten marginados de la realidad
enunciada, incapaces de ver o imaginar
el verdadero camino
para concretar sus reivindicaciones o
reclamar sus derechos a una sociedad
más justa y equitativa, se han sumado a
los ataques contra la lengua impulsados
desde el poder dominante aumentando
su fragmentación y, por tanto, la división
de una sociedad, ya excluida de la vida
política por el lenguaje economicista, en
colectivos que hablan o pretenden
hablar su propia jerga con pretensión de
lenguaje. Quiero decir que si no hay
inclusión en los lenguajes academicista,
economicista, científico-tecnológicos
tampoco la hay en el llamado lenguaje
inclusivo, hijo natural de la “corrección
política”. Las revoluciones no empiezan
por el sustantivo ni tampoco por la mera
enunciación de lo revolucionario, sino
por un cambio profundo, individual y
colectivo, en los modos de pensar y
actuar. Recién cuando estos modos
hayan madurado se producirán los cam-
bios en el habla que, consecuentemen-
te, asumirá la lengua en su sistema, pero
no antes.
Por un lado la globalización impulsada
por el capitalismo neoliberal y por otro
las políticas perversas de control y repre-
sión social generadas durante la Guerra
Fría e intensificadas tras los atentados
del 11-S han sembrado de minas el
campo semántico del lenguaje con la
inestimable colaboración de la clase polí-
tica y de los medios de comunicación,
acentuando la inestabilidad y la confu-
sión en el sentido de las palabras. Desde
esta perspectiva, vocablos o conceptos
como estado, nación, soberanía, familia,
empleo, tortura, etc., aparecen vaciados
de contenido y no dicen lo que se supo-
ne que dicen porque sus límites semánti-
cos han sido relativizados y tornados
difusos.
Así, el concepto de Estado, y concreta-
Lenguaje inclusivo,
más el ruido que las nueces
El Corredor Mediterráneo / Página 2
¿Es realmente la lengua culpable de la inequidad y la violencia
sociales que impiden el rol igualitario de la mujer? O el llamado
lenguaje inclusivo es un recurso funcional al poder que actúa faci-
litado por el desconocimiento y la confusión?
x e@x
x
e@x e
@
@x xee
@
El Corredor Mediterráneo / Página 3
mente el de Estado-nación, ya no define
el marco en el que determinadas comuni-
dades encuentran su identidad y, en con-
secuencia, la tradición, la historia, la cul-
tura y los usos propios y comunes, sino
un territorio subsumido por una entidad
mayor que puede ser un Estado transna-
cional -la Unión Europea, por ejemplo, o
la ONU-, o esa perversa abstracción
denominada “mercado”. Estas grandes
corporaciones, institucionales o políti-
cas, han reducido la jurisdicción política
de los Estados vulnerando su soberanía
en favor del poder económico transna-
cional, cuyas reglas no atienden a las
necesidades humanas sino a la dinámica
concentracionaria del capital. Por este
motivo, los parlamentos nacionales ya
no legislan a partir del mandato de los
ciudadanos sino de las instrucciones del
poder supranacional, lo que hace que la
palabra “soberanía” -nacional o popular-
quede vaciada de contenido.
Este desplazamiento del campo semánti-
co de muchas palabras constituye acaso
uno de los mayores dramas que vive la
humanidad en el presente, porque siem-
bra la confusión y el ruido, clausura el
entendimiento, bloquea la inteligencia y
dificulta la convivencia entre los seres
humanos. El desconocimiento de la sinta-
xis, la ortografía, la pobreza del vocabu-
lario y las dificultades para expresarse de
modo coherente que se observan tanto
en el habla cotidiana como en los comen-
tarios de los lectores en los diarios o en
artículos, noticias y reportajes de los
medios de comunicación, escritos, radio-
fónicos y televisivos, y en éstos la mani-
pulación informativa, más la populariza-
ción de las redes sociales en las que cada
uno se siente con poder y conocimientos
que no tiene, son síntomas que revelan
una mala praxis educativa y una perversa
política de alienación y narcotización de
la sociedad.
Una sociedad anodina y culturalmente
yerma es campo propicio para un discur-
so político reducido a la expresión de
eslóganes de venta, al insulto y la desca-
lificación del rival en detrimento del argu-
mento, de la precisión, del diálogo y del
contenido, entre otros recursos impres-
cindibles para la comunicación y el enten-
dimiento entre las personas, los partidos
y los sindicatos, las entidades empresa-
riales y culturales, y el electorado en
general para una eficaz gestión de la res
publica.
El ruido, la violencia y el caos están en el
origen de la corrupción de la lengua y de
las dificultades del ser humano para
comunicarse y fortalecer los lazos de
confianza y solidaridad que sustentarían
la convivencia pacífica en un mundo más
justo. Las modificaciones que se produ-
cen en la superficie de la lengua son
diversas y numerosas y constituyen una
respuesta a las exigencias de las realida-
des social, tecnológica, científica, etc., y
a las influencias interlingüísticas. El alcan-
ce de estos factores es el que determina
que las nuevas voces se consoliden o no
en el cuerpo histórico de la lengua. Se
trata, pues, de un proceso de construc-
ción cultural, que no responde a capri-
chos o veleidades de grupos o movimien-
tos empeñados por su cuenta en modifi-
car la realidad lingüística con la intención
de transformar la realidad social y cultu-
ral de una comunidad.
Pero a pesar de esto, a unos y a otros la
lengua responde con su propia realidad y
su propio ritmo. Ella asumirá sin impera-
tivos los cambios culturales de una socie-
dad cuando éstos se produzcan verdade-
ramente; cuando, en el seno de la comu-
nidad de hablantes, los cambios tengan
lugar efectivamente. Tampoco hay que
olvidar que la lengua evoluciona
hacia la síntesis y que es implacable con
las torpezas retóricas, políticas o ideoló-
gicas que se le quieren injertar alterando
su morfología o su fonética.
La toma de conciencia de la injusticia
social, dentro de la que cabe el concepto
de discriminación, sea racial, sexual o de
cualquier otra naturaleza, constituye uno
de los elementos más positivos atribui-
bles al progreso de los sistemas demo-
cráticos de gobierno. Las lenguas no son
ajenas a esa dinámica y evolucionan en
consonancia al progreso de la cultura y
de la ideología de los hablantes. Quienes
ignoran este proceso y los fundamentos
y mecanismos del sistema lingüístico
cometen la torpeza de pretender guiar el
habla hacia entelequias que generan una
jerga impostada, desconociendo o apa-
rentando desconocer que en castellano
el género es una categoría gramatical sin
connotación biológica y que esta errónea
interpretación del género en castellano
los lleva a considerarlo una especie de
capricho normativo «no democrático».
La transformación de nuestras socieda-
des en sociedades más justas y equitati-
vas no depende de instrucciones norma-
tivas bienintencionadas sino de la evolu-
ción ideológica de la sociedad, cuya
habla incorpora progresivamente las
nuevas condiciones de la relación entre
los individuos al sustrato histórico de la
lengua si tales condiciones se internali-
zan y consolidan en una nueva cultura. Ni
la «visibilidad de la mujer» en el lenguaje
ni su emancipación social se verificarán,
como tampoco se reducirá la violencia
machista, porque se diga «personas
becarias» en lugar de «becarios», «maes-
tros y maestras» en lugar de «maestros»,
el redundante “todos y todas”, etc.
Está claro que quienes impulsan el len-
guaje inclusivo, no obstante sus buenas
intenciones y legítimas reivindicaciones,
no saben que su ataque a la lengua es
funcional al poder, al sistema hegemóni-
co que lo sustenta, y al principio conser-
vador de la «corrección política». Una
corrección vinculada al «pensamiento
único» imaginado por las clases domi-
nantes con el propósito de enajenar y
hegemonizar a la masa social.
La razón instrumental de la que hablaban
los filósofos de la Escuela de Frankfurt,
aplicada por quienes controlan el poder
a las ciencias sociales, los medios de
comunicación y la publicidad, ha permiti-
do fraguar un discurso alienante que, en
su fase actual, ha hecho del eufemismo y
la torpeza léxica su principal herramienta
de trastorno semántico de las palabras y,
consecuentemente, de la realidad e iden-
tidad de los individuos.
La finalidad de esta política de corrección
política es borrar del imaginario del indi-
viduo toda referencia a su identidad
humana y cultural y al lugar que ocupa en
el mundo y en la sociedad; grabar en su
mente la imposibilidad de cualquier tipo
de rebelión y emancipación social o indi-
vidual inyectándole el virus del clasismo,
es decir, la discriminación social por clases.
Ya sea de forma hablada o escrita el len-
guaje del poder utiliza expresiones que
tienden a naturalizar los propósitos de la
clase dominante y a estratificar la pobla-
ción en segmentos jerárquicos, que se
aceptan como axiomas traducibles a
otras formas de discriminación, como lo
son el sexismo -pensemos en los distin-
tos valores que tienen las expresiones
“hombre público” y “mujer pública”- o el
racismo, ejemplificado en el uso que se
les da a las voces “judío”, “gitano”,
“negro”, “bolita”, “paragua”, “sudaca”,
“indio”, etc. etc. Es quizás más razonable
empezar por aquí nuestros cambios de
conducta y de limpieza de la lengua por-
que suponen un cambio más real de
nuestras conductas cotidianas que inven-
tando una jerga que provoca más ruido y
rechazo en la comunidad que adhesiones
y cambios reales, e incluso, resulta con-
traproducente a los objetivos enuncia-
dos. Después de todo, no es posible
construir una casa empezando por el
techo ni modificar un coche ordinario en
uno de carreras sin ser mecánico. De ser
mecánicos sus promotores sobrían que
no está comprobado científicamente
que el género masculino sea el “culpa-
ble” de la discriminación de la mujer,
pues hay idiomas que carecen de género,
como el húngaro, el turco o el farsi o
iraní, y sin embargo las comunidades que
los hablan son extremadamente discrimi-
natorias de la mujer. Es decir, no hay
causa y efecto, en el caso de la lengua. El
género no es la causa de la discrimina-
ción ni de la supuesta invisibilidad, que el
significante lleva efectivamente al imagi-
nario del hablante. En la palabra “coche”
no se nombra “motor”, “chasis”, “rue-
das”, etc. sin embargo, cuando la deci-
mos u oímos la interpretamos como el
todo. Tampoco de día vemos las estre-
llas, pero sabemos que están.
En este territorio de dominio ideológico
y de control social, el poder también
recurre al vaciamiento de los significados
cuando no a la desaparición de voces y
expresiones que pueden amenazar su
hegemonía. En las sociedades capitalis-
tas más desarrolladas – escribió el profe-
sor español Vicenç Navarro- uno de los
indicadores del poder alcanzado por la
clase dominante es la tendencia a hacer
desaparecer del lenguaje expresiones
como “clase trabajadora” o “lucha de
clases” y a la casi nula utilización por
parte de los medios de comunicación y
de los estamentos académicos de las
categorías de clase social para analizar la
realidad social.
Es evidente de que hay clases sociales -
burguesía, pequeña burguesía y clase
trabajadora- cuyos intereses son distin-
tos, pero su reformulación en “clase
alta”, “clase media” y “clase baja” crea la
ficción de que la clase trabajadora ha
desaparecido fagocitada por la “clase
media” o se ha transformado en “clase
baja”, expresión peyorativa con la que se
categoriza a la ciudadanía de rentas más
bajas. De este modo quedan consagra-
das las castas superior, media e inferior,
cuyas obligaciones impositivas son inver-
samente proporcionales en la medida
que el salario es considerado una ganan-
cia sujeta a gravamen y no una renta del
trabajo, la cual debería tener un trata-
miento distinto al de los beneficios de la
plusvalía que obtienen los dueños de los
medios de producción. La insidiosa con-
fusión entre clases sociales y grupos de
renta que se da a través del lenguaje es
uno de los muchos recursos de los que se
vale la clase dominante para consagrar
su poder y naturalizar la explotación de
la clase trabajadora.
Del mismo modo que Yahvé confundió
las lenguas y dispersó la población para
asegurar su dominio sobre los hombres,
las clases dominantes han seguido pro-
longando el mito babélico. Esta perversa
fragmentación de las sociedades huma-
nas, que la sabiduría popular reconoce
en el “divide y vencerás”, se verifica en
los nacionalismos y en los supremacis-
mos racial, religioso, académico, econó-
mico y sexual que generan metalengua-
jes excluyentes, que, en algunos casos,
en el colmo de la confusión y el descono-
cimiento, son propuestos como expre-
siones de equidad e inclusión o simple-
mente como herramienta de provoca-
ción que paraliza la palabra enredándola
en el barullo verbal del sistema impidién-
dole expresar la realidad y comunicar la
verdad. La corrupción de la lengua como
fruto de los ataques interesados del
poder o de la ignorancia y confusión de
grupos inocentemente funcionales a
éste implican la parálisis del espíritu y con
ella la injusticia, el olvido, la impunidad.
antonio teLLo
El Corredor Mediterráneo / Página 4
El universo encierra muchos misterios que el ser humano persigue y. con
empeñoso esfuerzo, va descubriendo o creyendo descubrir, para conocer
el cosmos y quizás hallar una respuesta a su inexplicable aparición en él.
¿Hubo otros universos
antes que el nuestro?
Físico matemático inglés Roger Penrose
El Corredor Mediterráneo / Página 5
De acuerdo con la teoría del Big Bang, el
universo, y con el espacio y el tiempo, se
originó hace 14.000 millones de años a
causa de una gran explosión. Pero ¿qué
había antes de esta gran explosión? Para
muchos científicos la pregunta no tiene
sentido ya que ni el espacio ni el tiempo
existían. Es decir que no hay un “antes”.
Sin embargo, el físico matemático inglés
Roger Penrose aplicando la llamada geo-
metría conforme, la cual preserva los
ángulos pero no necesariamente las dis-
tancias, propone la “teoría cíclica”, de
acuerdo con la cual es posible que un
universo (eón) sucede a otro de manera
infinita.
Como escriben Ernesto Nungesser,
investigador del Instituto de Ciencias
Matemáticas español, y Ágata A. Timón,
responsable de Comunicación y
Divulgación de la misma institución, en
el diario “El País”, en la “teoría cíclica”
las distancias carecen de importancia
porque “el universo crece varios órde-
nes de magnitud de forma acelerada”,
para lo cual Penrose, “eligiendo unos
factores de escala adecuados pega los
futuros remotos (o final) de cada univer-
so a la singularidad inicial del universo
siguiente.”. Si se acepta esta teoría se
explicarían otras cuestiones fundamen-
tales, como la entropía inicial inusual-
mente alta. Cabe recordar que la entro-
pía es una magnitud física para un siste-
ma termodinámico en equilibrio.
Si bien la propuesta del físico matemáti-
co inglés es posible desde el punto de
vista matemático, la comunidad científi-
ca muestra sus reticencias porque no
hay observaciones que la fundamenten.
Frente a estas consideraciones contra-
rias, Penrose y otros científicos afirman
haber hallado en la radiación cósmica de
fondo el fundamento de su “teoría cícli-
ca”. Como explican Nungesser y Timón,
la radiación cósmica de fondo “es una
radiación electromagnética que se
observa en todo el universo”. La misma
fue descubierta en 1964 y fue una de las
pruebas más contundentes a favor del
Big Bang. “Ahora, Penrose y su colabo-
radores han descubiertos puntos anó-
malos en la radiación de fondo” y esta
anomalía radica en que “son excepcio-
nalmente calientes, en un orden de mag-
nitud mayor que la fluctuación media”,
lo cual “no encaja bien con la teoría de
inflación, que justamente explica la
homogeneidad e isotropía del universo”.
Los descubridores han denominado a
estos puntos anómalos “puntos de
Hawking”, en homenaje al recientemen-
te desaparecido Stephen Hawking,
quien estudió los agujeros negros y des-
cubrió que éstos emitían radiación, a la
que también se conoce como “radiación
Hawking”. Esta radiación es tan débil
que hasta ahora no ha podido ser detec-
tada, pero los físicos, basándose en la
teoría cuántica de campos de espacios
curvos, que sí está confirmada, no
dudan de su existencia”.
Pero lo más importante de estas recien-
tes consideraciones es que “Penrose
considera que los puntos anómalos son
creados precisamente por la acumula-
ción de esta débil radiación a lo largo de
todo el proceso en el universo anterior”,
es decir al que existió antes de producir-
se el Big Bang. Por tanto, estos puntos
anómalossonhuellasdeuniversospasados.
Hasta ahora, otros científicos no han
podido confirmar la existencia de esos
puntos anómalos y, en consecuencia, las
huellas de los universos anteriores al Big
Bang, pero la “teoría cíclica” ya ha servi-
do para abrir una ventana más en los
estudios para comprender la evolución
del cosmos.
redacción ecM
Los ‘puntos de Hawking’, que podrían ser huellas de universos pasados
El Corredor Mediterráneo / Página 6
Los muertos
siempre
pueden esperar
juan coLiL abricot
Raíz de Dos, Córdoba, 2017
Dato importante: Ganador del Premio
Internacional de Novela Negra Córdoba
Mata 2016.
Hace ya varios años que la novela negra,
heredera de la narrativa norteamericana de
los años ’20, goza de buena salud y de bue-
nas ventas en el continente americano. Con
el tiempo, el género se ha ido abriendo
hacia otros géneros y por supuesto, en el
caso de América Latina, se ha ido impreg-
nando de un ethos cultural arraigado en
nuestro estar y ser. Los temas son de algún
modo los mismos de la novela negra clásica
pero la manera de presentarlos, los condi-
mentos estilísticos y el tratamiento social
marcan la diferencia.
Hace ya algunos años, en Córdoba, viene
dándose con notoria celebridad el
Encuentro Internacional de Novela Negra y
Policial “Córdoba Mata” que dirige el escri-
tor Fernando López junto a Gastón Tremsal.
Asimismo, dicho evento, cuenta con un
Premio de carácter internacional. El gana-
dor del año 2016, publicado por Raíz de Dos
este año, es juan Colil Abricot, un escritor
chileno nacido en Santiago de Chile en 1966.
Es un escritor reconocido en su país, dentro
de la narrativa policial. Publicó 8cho relatos,
Al compás de la rueda, Tsunami, y Un abis-
mo sin música ni luz, entre otras obras. El
año pasado quedó como ganador del
Córdoba Mata 2016 con un jurado de mucho
prestigio en la materia: el mexicano élmer
Mendoza, María Inés Krimer de Buenos
Aires y Lucio Yudicello representando a
Córdoba.
En Los muertos siempre pueden esperar,
juan Colil construye un detective seco y dis-
tante que se va involucrando en ciertos
sucesos policíacos y lo van llevando hacia
un lugar insospechado. El lector a medida
que va leyendo la obra, que es ágil y firme,
asiste a cierta metamorfosis del personaje
principal que va retorciéndose hasta encon-
trar un desenlace inevitable. El paisaje que
acompaña al detective Larrondo, es el de la
ciudad de Santiago, pero la ciudad está vista
desde sus meandros y rincones más oscu-
ros. Una historia donde inmigrantes, mapu-
ches y fuerza policial van a dar como resul-
tado un policial atrapante y novedoso.
El autor, estuvo invitado este año para el
encuentro del Córdoba Mata 2017 y disertó
junto a juan Chico y Rita Segato en torno a
la cuestión de la raza y los pueblos primiti-
vos. Colil, descendiente de mapuches, pro-
fesor de historia y escritor, expresó sus con-
vicciones y pensamientos acerca del género
policial, la realidad social y la novela latinoa-
mericana.
El jurado, en el acta de premiación, expresó:
“…un argumento sólido, un ritmo y una
tensión sostenidos y la eficacia con la que se
describe la atmósfera oscura y penosamen-
te cosmopolita de un Santiago de Chile
poco conocido, en la que sobrevuela la som-
bra de la dictadura pinochetista”.
Chile, que ya tiene una narrativa de género
negro consolidada y conocida a nivel inter-
nacional, con nombres como los de Ramón
Díaz Eterovic, Roberto Ampuero o Luis
Sepúlveda entre otros, llega ahora a
Córdoba (a partir de una editorial local) con
juan Colil Abricot, un autor que vale la pena
leer.
Leandro caLLe
Reseña publicada por cortesía de “Hoy Día
Córdoba”.
reseña
SUPLEMENTO
CULTURAL DEL CENTRO
DECLARADO DE INTERéS
CULTURAL POR EL
CONCEjO DELIBERANTE
DE RíO CUARTO
El Corredor Mediterráneo / Página 7
América
El nombre de América dado por los europeos al continente al que llega-
ron las naves de Cristóbal Colón en 1492 constituye una manifiesta
injusticia histórica. Esos territorios que los españoles llamaron Indias,
en la creencia que habían llegado a ese país extremo del Oriente, de
donde procedían muchas de las especias cuyas rutas buscaban, carecí-
an de un nombre indígena. No lo tenían porque ninguno de los muchos
pueblos nativos, algunos de los cuales situados en un elevado escalón
de civilización, había desarrollado una conciencia de la naturaleza con-
tinental del territorio que habitaba. El hecho de que fueran los europe-
os los primeros en estudiar las costas, trazar mapas y advertir la origi-
nalidad continental legitimaba en cierto modo el derecho de dar a esas
tierras un nombre que designara su unidad geográfica. Historia particu-
lar de 100 palabras 7 Antonio Tello Siguiendo este razonamiento, lo
lógico hubiese sido que, en reconocimiento a su «descubridor», los
europeos bautizaran el continente con el nombre de Colombia y hasta
de Cristobalonia o si se quiere Cosalandia, en alusión a juan de la Cosa,
que fue el primer cartógrafo que realizó un mapa del mundo mostran-
do los nuevos territorios. Pero tampoco fue él el homenajeado, sino
uno de sus ayudantes llamado Amérigo Vespucci o Vespucio. No fue
afán de notoriedad personal lo que determinó que el «Nuevo Mundo»
fuese designado América, sino la ignorante simplicidad del impresor
alemán Martin Waldseemüller en su obra Cosmographiae introductio,
en la creencia de que era el piloto italiano el artífice de los mapas que
habían dado a los europeos una nueva visión del planeta. Pero este
hecho tampoco debería menoscabar la participación de Vespucci en la
tarea de cartografiar el «Nuevo Mundo». El piloto florentino, que había
llegado a Sevilla hacia 1490 en representación de la banca juanoto
Berardi, intervino activamente desde el principio en la organización de
la empresa colombina. Nueve años más tarde, atraído por la idea de
conocer aquellas tierras ultramarinas, embarcó en la expedición de
Alonso de Ojeda, en la que juan de la Cosa llevaba el encargo de explo-
rar y dibujar las costas continentales. Vespucci, quien se había naturali-
zado castellano, participó en otras expediciones más y alcanzó gran
fama como cosmógrafo. Tras sus viajes de 1501 y 1502, publicó en
Augsburgo Mundus Novus, como él le llamaba al continente, una rela-
ción que Waldseemüller consideró merecedora de que el nombre de su
autor perdurara por los siglos de los siglos. Fue así como se dio el nom-
bre de América al «Nuevo Mundo», que convirtió a Vespucci en «señor
de su patria», tal el significado del nombre Haimrich, voz alemana de la
que deriva Amerigo.
HISTORIA PARTICULAR
DE CIEN PALABRAS de antonio teLLo
Amazona
La voz amazona define figurativamente a la mujer jinete y a
aquella que hace acrobacias sobre un caballo en un circo.
También de modo figurativo es la mujer de porte varonil. Su
origen, que aún se recoge como primera acepción en los dic-
cionarios, está en el nombre de una mítica raza de mujeres
guerreras que, procedente del Cáucaso, habitaba en
Capadocia en los tiempos heroicos de los griegos. Estas gue-
rreras conformaban una sociedad matriarcal, en la cual el
hombre Antonio Tello 6 Historia particular de 100 palabras
cumplía sólo una función reproductora. Por esta razón los
niños varones que nacían eran sacrificados o enviados para
que vivieran con sus progenitores extranjeros. Estas mujeres,
extremadamente belicosas, aparecen en varias leyendas grie-
gas. Entre éstas la de Heracles, quien debe luchar contra ellas
en cumplimiento del noveno trabajo ordenado por Euristeo,
consistente en apoderarse del cinturón de Ares, que está en
poder de Hipólita, la reina de las amazonas. Durante esta
misión, Teseo, uno de los acompañantes de Heracles, rapta a
una amazona llamada Antíope, aunque lo más probable es
que fuese a la misma reina, pues el hijo que nació de esa rela-
ción fue llamado Hipólito. Las amazonas eran hábiles jinetes
que utilizaban con gran destreza la lanza y el arco, para lo cual
se cortaban o quemaban uno de sus pechos. Esta es la razón
por lo que los griegos las llamaron amazóon, que significa «sin
senos». Dado que no existe ninguna documentación plástica
que confirme la existencia de las mujeres guerreras despecha-
das, da pábulo a las conjeturas de algunos historiadores que
sostienen que los griegos creían ver mujeres donde veían gue-
rreros escitas de largas cabelleras rubias. Incluso hay algunos
que hasta cuestionan el origen griego de la palabra y le dan
uno armenio con el significado de «mujeres-luna», por ser ado-
radoras de Ártemis, la implacable diosa virgen que hizo devo-
rar a Acteón con sus perros por haberla visto involuntariamen-
te desnuda. Ya fuesen hombres hermosos de largas melenas
rubias, mujeres-luna o mujeres con sus pechos mutilados, la
fuerza de su mítica existencia fue tal que, muchos siglos más
tarde, en 1500, el español Francisco de Orellana, le dio el nom-
bre de Amazonas al río americano que exploraba, después de
ser atacado por una tribu de mujeres, en las que creyó ver una
encarnación de las legendarias guerreras.
El Corredor Mediterráneo / Página 8
La Columna
humorsolini
Por Heraldo Mussolini
MunicipaLidad
de La ciudad
de río cuarto
Subsecretaría de Cultura.
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Tel. 0358 - 4671995
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coordinador:
Antonio Tello
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de cuLtura
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de san Francisco
Bv. 9 de julio 1190
(2400) San Francisco
Tel. 03564-439157
cartas de La paLabra río
La esperanza a veces
viaja en una voz
(a Nora Méndez)
por cLaudio asaad
La esperanza es siempre una apuesta al futuro. Lanzar el aliento,
a veces el último, para sembrar ilusiones en el camino y luego
esperar. El tiempo no se derriba ni con el viento en contra, enton-
ces llega ese momento de revelación, tal vez no de un final defi-
nitivo, pero sí de ese testimonio, la vida misma en el aquí y ahora,
deshaciendo la expectativa esperanzadora o mostrando su som-
bra, ese legado de ausencia de lo que no ocurrió como esperába-
mos y queríamos.
En “Blade Runner”, la película dirigida por Ridley Scott en 1982,
los personajes se mueven en escenarios futuristas en el que se
mezclan objetos y arquitecturas del pasado con una miseria
hecha de hacinamiento, cierta oscuridad azulada y una lluvia per-
manente que la música de Vangelis coloca de forma definitiva del
lado de la melancolía. Una guerra sin guerra en la que los hom-
bres han perdido el control sobre sus creaciones. Los replicantes
androides creados a imagen y semejanza de los humanos pero
han evolucionado hasta llegar a tener sentimientos. La película
está basada en la novela de Philip K. Dick ¿Sueñan los androides
con ovejas eléctricas? El futuro es en año 2019. Y los replicantes
se han sublevado. Queda en manos de un policía Rick Deckard,
encarnado por Harrison Ford la función de retirar a los replican-
tes que aún quedan con ganas de vivir, de amar y de tener una
vida. Como los humanos los androides tienen una fecha de cadu-
cidad, pero a diferencia de los humanos, se trata de un instante
preciso en que todo termina. Sin embargo hay un impulso de
vida, el deseo de trazar una historia, aunque la suya sea una men-
tira.
La esperanza, la mayoría de las veces no se construye sobre una
serie de variables atadas a una racionalidad lógica, a un necesario
modelo de razonamiento deductivo. La empujan las ganas de
seguir, de continuar porque las promesas del mañana necesitan
de ese contenedor entre imaginario y voluntarioso, ese nervio al
que se le ha fijado un destino deseable para uno y para los otros.
Hay una historia de las esperanzas, como la escena de
“Interestelar” de Christopher Nolan, en la que Matthew
McConaughey, en su rol de padre acaba de abandonar a sus dos
hijos con la esperanza de salvar sus vidas y la de la humanidad,
allá en el espacio exterior, en ese lugar fuera de la tierra, en otro
tiempo. La música de Hans Zimmer recorta el dramatismo de la
escena y la convierte en antológica e inolvidable.
El arte, a veces, es una ceremonia que invita a la esperanza. Un
ritual al que hay que asistir y estar atentos aunque el dolor haga
de las suyas por todo el cuerpo, acabe con las emociones, com-
bustione los pocos recursos que la bocanada esperanzadora
necesita para sobrevivir al caos.
Una noche, hace unos diez años, sentí la desazón, el desgarro
más fuerte y desbastador que había podido registrar en mi vida,
hasta ese momento. Hacía frío, pero no podía parar de caminar.
Entré al teatro porque las luces, porque me daba igual, porque
en la boletería alguien me dijo es música.
Y te escuché Nora Méndez y fue tu voz la que viajó hasta el
fondo de mi angustia, arremetió contra las heridas, pegó con-
tra mi pecho y me dejó tan poco lúcido, tan sorprendido por el
hecho, por el estallido trágico y amoroso de esa música, del
detalle de esa voz que era audible aún cuando murmuraba un
secreto, creo yo, que no entendía el idioma del aria, pero sí lo
que estaba pasando. Me estaba salvando tu voz cuando termi-
naste de cantar, Nora; yo no me podía levantar de la butaca,
alguien me saludó, me parece que levanté un poco la mano.
Caminé hacia la salida tratando de cuidar ese delicado regalo
tuyo, de la vida, de la casualidad, destinada a no ser, o ¿Cómo
es? Recordé un fragmento de “La noche”, un poema de Idea
Vilariño:
Sin límites la noche, /pura, despierta, sola, /solícita al amor,
ángel de todo gesto.../Estás solo, lo mismo. /Ebrio, lúcido,
azul, olvidado del alma, /concédete a la hora.
Empieza el 2019, no hay replicantes, pero sí un mundo que
cada vez se parece más a la apocalíptica y desierta vida pre-
sentada por la ciencia ficción
La esperanza al fin te encuentra, se hace con otros, se mixtura
en ese fangoso territorio de lo esperable y de aquello que no
está. Toda resistencia tiene el fuego de la esperanza como
argumento y motivo para seguir, como quería Eladia Blázquez
“A pesar de todo”.
eLías

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  • 1. El Corredor Mediterráneo Río Cuarto / Río Tercero / San Francisco / Villa María Miércoles 16 de enero de 2019 - Año 19 N° 838 pág. 2. El llamado lenguaje inclusivo se ha convertido en un pequeño y ruidoso fenómeno sobre el que conviene reflexionar para diluci- dar si es la lengua o son otros los factores que verdaderamente atentan contra la equidad social entre hombres y mujeres. pág. 2. pág. 4 HuMorsoLini Heraldo Mussolini pág. 8pág. 8 ¿Hubo otros universos antes que el nuestro? Un grupo de astrofísicos ha hallado en el cosmos una serie de señales, al parecer de radiación acumulada, llamados “puntos de Hawking” que hacen pensar en huellas de universos pasados. Lenguaje inclusivo, más el ruido que las nueces x e@xx x e@xe @ @x xe e@@ Los Muertos sieMpre pueden esperar Juan Colil Abricot Historia particuLar de cien paLabras Antonio Tello Pág 6Pág 6 Pág 7 La coLuMna Cartas de la palabra río La esperanza a veces viaja en una voz (a nora Méndez) por cLaudio asaad pág. 8
  • 2. Hasta el siglo XVII, haciendo una extre- ma simplificación, podría decirse que en el mundo no había más ruido que el pro- ducido por las espadas, las lanzas, las bombardas y el galope de las caballerías en los campos de batalla. Sin embargo, a partir del siglo XVIII, con la Revolución industrial el ruido de las máquinas se sumó a aquél de modo permanente en las ciudades dando lugar al surgimiento de la cultura del ruido. Esta cultura se fue naturalizando hasta trascender a todos los sectores de la actividad huma- na, incluidas las expresiones artísticas, arquitectónicas, literarias, etc. Ahí están a modo de ejemplo, las producciones barrocas, realistas, naturalistas, románti- cas…que fueron empujando el silencio hasta arrinconarlo durante algún tiempo al ámbito de la ruralidad. Así, este farfu- llo del mundo fue creciendo y acostum- brando a él el oído humano hasta que el propio grito humano parecía inaudible, según sugiere Edvar Munch en su céle- bre cuadro. Ya en el siglo XX, las dos guerras mundia- les, al mismo tiempo que la brecha entre la ciencia y el espíritu se hacía más pro- funda, no hicieron sino acrecentar ese ruido hasta provocar en la sociedad una gran perturbación que afectó al pensa- miento y al modo de pensar y percibir la realidad del mundo y de todos y cada uno de los individuos sin distinción de sexos. Esta perturbación del pensamien- to como signo significativo de la deca- dencia de la civilización se verifica princi- palmente en la lengua. En 1946, ya en la posguerra de la Segunda Guerra Mundial, George Orwell escribió “La política y el idioma inglés”, que inicia afirmando: “Nuestra civiliza- ción está en decadencia y nuestro len- guaje -así se argumenta- debe compartir inevitablemente el derrumbe general”. En este breve y lúcido ensayo, Orwell aclara que las causas de esta decadencia que afecta al lenguaje son políticas y económicas, y que ese lenguaje degra- dado retroalimenta la decadencia gene- ral de la civilización. Según Orwell el len- guaje es “tosco e impreciso porque nuestros pensamientos son disparata- dos, pero la dejadez de nuestro lenguaje hace más fácil que pensemos dispara- tes”. Producimos el ruido que nos atur- de porque estamos aturdidos. Pero ¿en qué consiste la dejadez del len- guaje? La respuesta es tan sencilla como evidente. La dejadez es el desaliño esti- lístico, el uso de imágenes trilladas, la imprecisión, la pobreza léxica, el uso de adjetivos ampulosos o meramente orna- mentales, la utilización indiscriminada de frases verbales en lugar de verbos simples, el empleo de una dicción pre- tenciosa o grosera. Esta dejadez, que da lugar a un discurso o un texto donde lo concreto y significativo se pierde, tanto en el habla como en la prosa, es lo que provoca un latente y difuso malestar espiritual, como síntoma de la impoten- cia del individuo para comunicarse con el otro con fluidez. La extensión de lugares comunes, muletillas, extranjerismos sus- titutorios, metáforas hueras, desorden sintáctico, torpeza prosódica, etc., empobrecen y reducen toda lengua a un estado de farfullo mecánico y funcional que entorpece la comunicación y abotar- ga el pensamiento. Ya en la década de los sesenta, cuando la Guerra Fría alcanzó altos niveles de con- frontación ideológica, desde los centros de poder occidentales, especialmente desde los EE.UU., comenzaron a verifi- carse serios intentos de manipulación de la realidad a través de los medios de comunicación de masas, que aplicaban lo que los filósofos de la Escuela de Frankfurt llamaron “razón instrumen- tal”, según la cual el objetivo prevalece sobre los medios utilizados para llegar a él. Como parte de esta manipulación de la realidad y como uno de los recursos de ocultación de la extrema violencia que generaba la confrontación ideológica, se impuso como fórmula “civilizada” de conducta social lo que se dio en llamar “corrección política”. A partir de este momento, el nombre de las cosas fue sustituido por eufemismos que vaciaron o suavizaron sus significaciones, espe- cialmente en aquellos que expresaban con crudeza la brutalidad de la guerra ideológica que se libraba. De este modo, la tortura fue equiparada a abuso o exceso, a la vejez se le llamó tercera edad, a la ceguera, incapacidad visual, a las bandas parapoliciales o paramilita- res, grupos de tarea, a la dictadura, pro- ceso, al asesinato, retiro o jubilación, etc. En un vasto contexto de falseamiento de la realidad, en la Argentina de la Dictadura, las bandas paramilitares que secuestraban, asesinaban y robaban siguiendo un plan de exterminio siste- mático de opositores fueron llamadas «grupos de tareas», «secuestrar» se dijo «chupar» y «chupadero» designó al campo de concentración clandestino, a donde iban a parar las víctimas de la represión condenadas a «desaparecer», es decir al asesinato. La movilización internacional que denunció la tragedia que vivía el país fue tomada por la Dictadura y gran parte de la sociedad argentina como una grave «injerencia extranjera» en los asuntos internos nacionales, al tiempo que se proclamaba con jactancioso orgullo “somos dere- chos y humanos», ese escandaloso eslo- gan con el que “la argentinidad” que prefiguraba el «yo, argentino», equiva- lente a lavarse las manos, pretender no saber nada, no tener responsabilidad ni compromiso, pretendió ocultar la trági- ca realidad. Así, estas dos expresiones que consagraban la cobarde y estúpida fatuidad civil de gran parte de los argen- tinos eran tomadas como definiciones de la identidad nacional. Con la restaura- ción democrática, la lengua no escapó ni a las secuelas del horror ni al sentimien- to de impunidad. Surgió así una lengua degenerada al servicio del fraude, el disi- mulo, la corrupción y el sensacionalismo. En los años ochenta, cuando el mundo occidental era gobernado por un triunvi- rato ultraconservador -Wojtyla, Thatcher, Reagan-, se trató de imponer a través de la lengua una «corrección polí- tica» que atenuara u ocultara con un habla impostada los excesos de su políti- ca. La realidad del mundo occidental debía aparecer idílica frente a la realidad del mundo comunista, ya en franca caída. Así, el Estado de bienestar, que ahora se está desmantelando, fue con- cebido como una vasta operación propa- gandística. Tan brutal ataque ha supuesto una extraordinaria conmoción en el modo de ver y pensar el mundo y el lenguaje que debe expresarlo no ha salido indemne. La lengua quedó desguarnecida y muchos, en su confusión, han creído que en ella está el origen de sus males. Aunque inconsciente quizás y de forma menos sofisticada, la misma actitud con- servadora estos grupos de supuesta pro- gresía pretenden «modificar» la realidad en consonancia con sus aspiraciones for- zando caprichosamente formas, sonidos y otros elementos del sistema lingüísti- co. En consecuencia, grupos o colectivos que se sienten marginados de la realidad enunciada, incapaces de ver o imaginar el verdadero camino para concretar sus reivindicaciones o reclamar sus derechos a una sociedad más justa y equitativa, se han sumado a los ataques contra la lengua impulsados desde el poder dominante aumentando su fragmentación y, por tanto, la división de una sociedad, ya excluida de la vida política por el lenguaje economicista, en colectivos que hablan o pretenden hablar su propia jerga con pretensión de lenguaje. Quiero decir que si no hay inclusión en los lenguajes academicista, economicista, científico-tecnológicos tampoco la hay en el llamado lenguaje inclusivo, hijo natural de la “corrección política”. Las revoluciones no empiezan por el sustantivo ni tampoco por la mera enunciación de lo revolucionario, sino por un cambio profundo, individual y colectivo, en los modos de pensar y actuar. Recién cuando estos modos hayan madurado se producirán los cam- bios en el habla que, consecuentemen- te, asumirá la lengua en su sistema, pero no antes. Por un lado la globalización impulsada por el capitalismo neoliberal y por otro las políticas perversas de control y repre- sión social generadas durante la Guerra Fría e intensificadas tras los atentados del 11-S han sembrado de minas el campo semántico del lenguaje con la inestimable colaboración de la clase polí- tica y de los medios de comunicación, acentuando la inestabilidad y la confu- sión en el sentido de las palabras. Desde esta perspectiva, vocablos o conceptos como estado, nación, soberanía, familia, empleo, tortura, etc., aparecen vaciados de contenido y no dicen lo que se supo- ne que dicen porque sus límites semánti- cos han sido relativizados y tornados difusos. Así, el concepto de Estado, y concreta- Lenguaje inclusivo, más el ruido que las nueces El Corredor Mediterráneo / Página 2 ¿Es realmente la lengua culpable de la inequidad y la violencia sociales que impiden el rol igualitario de la mujer? O el llamado lenguaje inclusivo es un recurso funcional al poder que actúa faci- litado por el desconocimiento y la confusión?
  • 3. x e@x x e@x e @ @x xee @ El Corredor Mediterráneo / Página 3 mente el de Estado-nación, ya no define el marco en el que determinadas comuni- dades encuentran su identidad y, en con- secuencia, la tradición, la historia, la cul- tura y los usos propios y comunes, sino un territorio subsumido por una entidad mayor que puede ser un Estado transna- cional -la Unión Europea, por ejemplo, o la ONU-, o esa perversa abstracción denominada “mercado”. Estas grandes corporaciones, institucionales o políti- cas, han reducido la jurisdicción política de los Estados vulnerando su soberanía en favor del poder económico transna- cional, cuyas reglas no atienden a las necesidades humanas sino a la dinámica concentracionaria del capital. Por este motivo, los parlamentos nacionales ya no legislan a partir del mandato de los ciudadanos sino de las instrucciones del poder supranacional, lo que hace que la palabra “soberanía” -nacional o popular- quede vaciada de contenido. Este desplazamiento del campo semánti- co de muchas palabras constituye acaso uno de los mayores dramas que vive la humanidad en el presente, porque siem- bra la confusión y el ruido, clausura el entendimiento, bloquea la inteligencia y dificulta la convivencia entre los seres humanos. El desconocimiento de la sinta- xis, la ortografía, la pobreza del vocabu- lario y las dificultades para expresarse de modo coherente que se observan tanto en el habla cotidiana como en los comen- tarios de los lectores en los diarios o en artículos, noticias y reportajes de los medios de comunicación, escritos, radio- fónicos y televisivos, y en éstos la mani- pulación informativa, más la populariza- ción de las redes sociales en las que cada uno se siente con poder y conocimientos que no tiene, son síntomas que revelan una mala praxis educativa y una perversa política de alienación y narcotización de la sociedad. Una sociedad anodina y culturalmente yerma es campo propicio para un discur- so político reducido a la expresión de eslóganes de venta, al insulto y la desca- lificación del rival en detrimento del argu- mento, de la precisión, del diálogo y del contenido, entre otros recursos impres- cindibles para la comunicación y el enten- dimiento entre las personas, los partidos y los sindicatos, las entidades empresa- riales y culturales, y el electorado en general para una eficaz gestión de la res publica. El ruido, la violencia y el caos están en el origen de la corrupción de la lengua y de las dificultades del ser humano para comunicarse y fortalecer los lazos de confianza y solidaridad que sustentarían la convivencia pacífica en un mundo más justo. Las modificaciones que se produ- cen en la superficie de la lengua son diversas y numerosas y constituyen una respuesta a las exigencias de las realida- des social, tecnológica, científica, etc., y a las influencias interlingüísticas. El alcan- ce de estos factores es el que determina que las nuevas voces se consoliden o no en el cuerpo histórico de la lengua. Se trata, pues, de un proceso de construc- ción cultural, que no responde a capri- chos o veleidades de grupos o movimien- tos empeñados por su cuenta en modifi- car la realidad lingüística con la intención de transformar la realidad social y cultu- ral de una comunidad. Pero a pesar de esto, a unos y a otros la lengua responde con su propia realidad y su propio ritmo. Ella asumirá sin impera- tivos los cambios culturales de una socie- dad cuando éstos se produzcan verdade- ramente; cuando, en el seno de la comu- nidad de hablantes, los cambios tengan lugar efectivamente. Tampoco hay que olvidar que la lengua evoluciona hacia la síntesis y que es implacable con las torpezas retóricas, políticas o ideoló- gicas que se le quieren injertar alterando su morfología o su fonética. La toma de conciencia de la injusticia social, dentro de la que cabe el concepto de discriminación, sea racial, sexual o de cualquier otra naturaleza, constituye uno de los elementos más positivos atribui- bles al progreso de los sistemas demo- cráticos de gobierno. Las lenguas no son ajenas a esa dinámica y evolucionan en consonancia al progreso de la cultura y de la ideología de los hablantes. Quienes ignoran este proceso y los fundamentos y mecanismos del sistema lingüístico cometen la torpeza de pretender guiar el habla hacia entelequias que generan una jerga impostada, desconociendo o apa- rentando desconocer que en castellano el género es una categoría gramatical sin connotación biológica y que esta errónea interpretación del género en castellano los lleva a considerarlo una especie de capricho normativo «no democrático». La transformación de nuestras socieda- des en sociedades más justas y equitati- vas no depende de instrucciones norma- tivas bienintencionadas sino de la evolu- ción ideológica de la sociedad, cuya habla incorpora progresivamente las nuevas condiciones de la relación entre los individuos al sustrato histórico de la lengua si tales condiciones se internali- zan y consolidan en una nueva cultura. Ni la «visibilidad de la mujer» en el lenguaje ni su emancipación social se verificarán, como tampoco se reducirá la violencia machista, porque se diga «personas becarias» en lugar de «becarios», «maes- tros y maestras» en lugar de «maestros», el redundante “todos y todas”, etc. Está claro que quienes impulsan el len- guaje inclusivo, no obstante sus buenas intenciones y legítimas reivindicaciones, no saben que su ataque a la lengua es funcional al poder, al sistema hegemóni- co que lo sustenta, y al principio conser- vador de la «corrección política». Una corrección vinculada al «pensamiento único» imaginado por las clases domi- nantes con el propósito de enajenar y hegemonizar a la masa social. La razón instrumental de la que hablaban los filósofos de la Escuela de Frankfurt, aplicada por quienes controlan el poder a las ciencias sociales, los medios de comunicación y la publicidad, ha permiti- do fraguar un discurso alienante que, en su fase actual, ha hecho del eufemismo y la torpeza léxica su principal herramienta de trastorno semántico de las palabras y, consecuentemente, de la realidad e iden- tidad de los individuos. La finalidad de esta política de corrección política es borrar del imaginario del indi- viduo toda referencia a su identidad humana y cultural y al lugar que ocupa en el mundo y en la sociedad; grabar en su mente la imposibilidad de cualquier tipo de rebelión y emancipación social o indi- vidual inyectándole el virus del clasismo, es decir, la discriminación social por clases. Ya sea de forma hablada o escrita el len- guaje del poder utiliza expresiones que tienden a naturalizar los propósitos de la clase dominante y a estratificar la pobla- ción en segmentos jerárquicos, que se aceptan como axiomas traducibles a otras formas de discriminación, como lo son el sexismo -pensemos en los distin- tos valores que tienen las expresiones “hombre público” y “mujer pública”- o el racismo, ejemplificado en el uso que se les da a las voces “judío”, “gitano”, “negro”, “bolita”, “paragua”, “sudaca”, “indio”, etc. etc. Es quizás más razonable empezar por aquí nuestros cambios de conducta y de limpieza de la lengua por- que suponen un cambio más real de nuestras conductas cotidianas que inven- tando una jerga que provoca más ruido y rechazo en la comunidad que adhesiones y cambios reales, e incluso, resulta con- traproducente a los objetivos enuncia- dos. Después de todo, no es posible construir una casa empezando por el techo ni modificar un coche ordinario en uno de carreras sin ser mecánico. De ser mecánicos sus promotores sobrían que no está comprobado científicamente que el género masculino sea el “culpa- ble” de la discriminación de la mujer, pues hay idiomas que carecen de género, como el húngaro, el turco o el farsi o iraní, y sin embargo las comunidades que los hablan son extremadamente discrimi- natorias de la mujer. Es decir, no hay causa y efecto, en el caso de la lengua. El género no es la causa de la discrimina- ción ni de la supuesta invisibilidad, que el significante lleva efectivamente al imagi- nario del hablante. En la palabra “coche” no se nombra “motor”, “chasis”, “rue- das”, etc. sin embargo, cuando la deci- mos u oímos la interpretamos como el todo. Tampoco de día vemos las estre- llas, pero sabemos que están. En este territorio de dominio ideológico y de control social, el poder también recurre al vaciamiento de los significados cuando no a la desaparición de voces y expresiones que pueden amenazar su hegemonía. En las sociedades capitalis- tas más desarrolladas – escribió el profe- sor español Vicenç Navarro- uno de los indicadores del poder alcanzado por la clase dominante es la tendencia a hacer desaparecer del lenguaje expresiones como “clase trabajadora” o “lucha de clases” y a la casi nula utilización por parte de los medios de comunicación y de los estamentos académicos de las categorías de clase social para analizar la realidad social. Es evidente de que hay clases sociales - burguesía, pequeña burguesía y clase trabajadora- cuyos intereses son distin- tos, pero su reformulación en “clase alta”, “clase media” y “clase baja” crea la ficción de que la clase trabajadora ha desaparecido fagocitada por la “clase media” o se ha transformado en “clase baja”, expresión peyorativa con la que se categoriza a la ciudadanía de rentas más bajas. De este modo quedan consagra- das las castas superior, media e inferior, cuyas obligaciones impositivas son inver- samente proporcionales en la medida que el salario es considerado una ganan- cia sujeta a gravamen y no una renta del trabajo, la cual debería tener un trata- miento distinto al de los beneficios de la plusvalía que obtienen los dueños de los medios de producción. La insidiosa con- fusión entre clases sociales y grupos de renta que se da a través del lenguaje es uno de los muchos recursos de los que se vale la clase dominante para consagrar su poder y naturalizar la explotación de la clase trabajadora. Del mismo modo que Yahvé confundió las lenguas y dispersó la población para asegurar su dominio sobre los hombres, las clases dominantes han seguido pro- longando el mito babélico. Esta perversa fragmentación de las sociedades huma- nas, que la sabiduría popular reconoce en el “divide y vencerás”, se verifica en los nacionalismos y en los supremacis- mos racial, religioso, académico, econó- mico y sexual que generan metalengua- jes excluyentes, que, en algunos casos, en el colmo de la confusión y el descono- cimiento, son propuestos como expre- siones de equidad e inclusión o simple- mente como herramienta de provoca- ción que paraliza la palabra enredándola en el barullo verbal del sistema impidién- dole expresar la realidad y comunicar la verdad. La corrupción de la lengua como fruto de los ataques interesados del poder o de la ignorancia y confusión de grupos inocentemente funcionales a éste implican la parálisis del espíritu y con ella la injusticia, el olvido, la impunidad. antonio teLLo
  • 4. El Corredor Mediterráneo / Página 4 El universo encierra muchos misterios que el ser humano persigue y. con empeñoso esfuerzo, va descubriendo o creyendo descubrir, para conocer el cosmos y quizás hallar una respuesta a su inexplicable aparición en él. ¿Hubo otros universos antes que el nuestro? Físico matemático inglés Roger Penrose
  • 5. El Corredor Mediterráneo / Página 5 De acuerdo con la teoría del Big Bang, el universo, y con el espacio y el tiempo, se originó hace 14.000 millones de años a causa de una gran explosión. Pero ¿qué había antes de esta gran explosión? Para muchos científicos la pregunta no tiene sentido ya que ni el espacio ni el tiempo existían. Es decir que no hay un “antes”. Sin embargo, el físico matemático inglés Roger Penrose aplicando la llamada geo- metría conforme, la cual preserva los ángulos pero no necesariamente las dis- tancias, propone la “teoría cíclica”, de acuerdo con la cual es posible que un universo (eón) sucede a otro de manera infinita. Como escriben Ernesto Nungesser, investigador del Instituto de Ciencias Matemáticas español, y Ágata A. Timón, responsable de Comunicación y Divulgación de la misma institución, en el diario “El País”, en la “teoría cíclica” las distancias carecen de importancia porque “el universo crece varios órde- nes de magnitud de forma acelerada”, para lo cual Penrose, “eligiendo unos factores de escala adecuados pega los futuros remotos (o final) de cada univer- so a la singularidad inicial del universo siguiente.”. Si se acepta esta teoría se explicarían otras cuestiones fundamen- tales, como la entropía inicial inusual- mente alta. Cabe recordar que la entro- pía es una magnitud física para un siste- ma termodinámico en equilibrio. Si bien la propuesta del físico matemáti- co inglés es posible desde el punto de vista matemático, la comunidad científi- ca muestra sus reticencias porque no hay observaciones que la fundamenten. Frente a estas consideraciones contra- rias, Penrose y otros científicos afirman haber hallado en la radiación cósmica de fondo el fundamento de su “teoría cícli- ca”. Como explican Nungesser y Timón, la radiación cósmica de fondo “es una radiación electromagnética que se observa en todo el universo”. La misma fue descubierta en 1964 y fue una de las pruebas más contundentes a favor del Big Bang. “Ahora, Penrose y su colabo- radores han descubiertos puntos anó- malos en la radiación de fondo” y esta anomalía radica en que “son excepcio- nalmente calientes, en un orden de mag- nitud mayor que la fluctuación media”, lo cual “no encaja bien con la teoría de inflación, que justamente explica la homogeneidad e isotropía del universo”. Los descubridores han denominado a estos puntos anómalos “puntos de Hawking”, en homenaje al recientemen- te desaparecido Stephen Hawking, quien estudió los agujeros negros y des- cubrió que éstos emitían radiación, a la que también se conoce como “radiación Hawking”. Esta radiación es tan débil que hasta ahora no ha podido ser detec- tada, pero los físicos, basándose en la teoría cuántica de campos de espacios curvos, que sí está confirmada, no dudan de su existencia”. Pero lo más importante de estas recien- tes consideraciones es que “Penrose considera que los puntos anómalos son creados precisamente por la acumula- ción de esta débil radiación a lo largo de todo el proceso en el universo anterior”, es decir al que existió antes de producir- se el Big Bang. Por tanto, estos puntos anómalossonhuellasdeuniversospasados. Hasta ahora, otros científicos no han podido confirmar la existencia de esos puntos anómalos y, en consecuencia, las huellas de los universos anteriores al Big Bang, pero la “teoría cíclica” ya ha servi- do para abrir una ventana más en los estudios para comprender la evolución del cosmos. redacción ecM Los ‘puntos de Hawking’, que podrían ser huellas de universos pasados
  • 6. El Corredor Mediterráneo / Página 6 Los muertos siempre pueden esperar juan coLiL abricot Raíz de Dos, Córdoba, 2017 Dato importante: Ganador del Premio Internacional de Novela Negra Córdoba Mata 2016. Hace ya varios años que la novela negra, heredera de la narrativa norteamericana de los años ’20, goza de buena salud y de bue- nas ventas en el continente americano. Con el tiempo, el género se ha ido abriendo hacia otros géneros y por supuesto, en el caso de América Latina, se ha ido impreg- nando de un ethos cultural arraigado en nuestro estar y ser. Los temas son de algún modo los mismos de la novela negra clásica pero la manera de presentarlos, los condi- mentos estilísticos y el tratamiento social marcan la diferencia. Hace ya algunos años, en Córdoba, viene dándose con notoria celebridad el Encuentro Internacional de Novela Negra y Policial “Córdoba Mata” que dirige el escri- tor Fernando López junto a Gastón Tremsal. Asimismo, dicho evento, cuenta con un Premio de carácter internacional. El gana- dor del año 2016, publicado por Raíz de Dos este año, es juan Colil Abricot, un escritor chileno nacido en Santiago de Chile en 1966. Es un escritor reconocido en su país, dentro de la narrativa policial. Publicó 8cho relatos, Al compás de la rueda, Tsunami, y Un abis- mo sin música ni luz, entre otras obras. El año pasado quedó como ganador del Córdoba Mata 2016 con un jurado de mucho prestigio en la materia: el mexicano élmer Mendoza, María Inés Krimer de Buenos Aires y Lucio Yudicello representando a Córdoba. En Los muertos siempre pueden esperar, juan Colil construye un detective seco y dis- tante que se va involucrando en ciertos sucesos policíacos y lo van llevando hacia un lugar insospechado. El lector a medida que va leyendo la obra, que es ágil y firme, asiste a cierta metamorfosis del personaje principal que va retorciéndose hasta encon- trar un desenlace inevitable. El paisaje que acompaña al detective Larrondo, es el de la ciudad de Santiago, pero la ciudad está vista desde sus meandros y rincones más oscu- ros. Una historia donde inmigrantes, mapu- ches y fuerza policial van a dar como resul- tado un policial atrapante y novedoso. El autor, estuvo invitado este año para el encuentro del Córdoba Mata 2017 y disertó junto a juan Chico y Rita Segato en torno a la cuestión de la raza y los pueblos primiti- vos. Colil, descendiente de mapuches, pro- fesor de historia y escritor, expresó sus con- vicciones y pensamientos acerca del género policial, la realidad social y la novela latinoa- mericana. El jurado, en el acta de premiación, expresó: “…un argumento sólido, un ritmo y una tensión sostenidos y la eficacia con la que se describe la atmósfera oscura y penosamen- te cosmopolita de un Santiago de Chile poco conocido, en la que sobrevuela la som- bra de la dictadura pinochetista”. Chile, que ya tiene una narrativa de género negro consolidada y conocida a nivel inter- nacional, con nombres como los de Ramón Díaz Eterovic, Roberto Ampuero o Luis Sepúlveda entre otros, llega ahora a Córdoba (a partir de una editorial local) con juan Colil Abricot, un autor que vale la pena leer. Leandro caLLe Reseña publicada por cortesía de “Hoy Día Córdoba”. reseña SUPLEMENTO CULTURAL DEL CENTRO DECLARADO DE INTERéS CULTURAL POR EL CONCEjO DELIBERANTE DE RíO CUARTO
  • 7. El Corredor Mediterráneo / Página 7 América El nombre de América dado por los europeos al continente al que llega- ron las naves de Cristóbal Colón en 1492 constituye una manifiesta injusticia histórica. Esos territorios que los españoles llamaron Indias, en la creencia que habían llegado a ese país extremo del Oriente, de donde procedían muchas de las especias cuyas rutas buscaban, carecí- an de un nombre indígena. No lo tenían porque ninguno de los muchos pueblos nativos, algunos de los cuales situados en un elevado escalón de civilización, había desarrollado una conciencia de la naturaleza con- tinental del territorio que habitaba. El hecho de que fueran los europe- os los primeros en estudiar las costas, trazar mapas y advertir la origi- nalidad continental legitimaba en cierto modo el derecho de dar a esas tierras un nombre que designara su unidad geográfica. Historia particu- lar de 100 palabras 7 Antonio Tello Siguiendo este razonamiento, lo lógico hubiese sido que, en reconocimiento a su «descubridor», los europeos bautizaran el continente con el nombre de Colombia y hasta de Cristobalonia o si se quiere Cosalandia, en alusión a juan de la Cosa, que fue el primer cartógrafo que realizó un mapa del mundo mostran- do los nuevos territorios. Pero tampoco fue él el homenajeado, sino uno de sus ayudantes llamado Amérigo Vespucci o Vespucio. No fue afán de notoriedad personal lo que determinó que el «Nuevo Mundo» fuese designado América, sino la ignorante simplicidad del impresor alemán Martin Waldseemüller en su obra Cosmographiae introductio, en la creencia de que era el piloto italiano el artífice de los mapas que habían dado a los europeos una nueva visión del planeta. Pero este hecho tampoco debería menoscabar la participación de Vespucci en la tarea de cartografiar el «Nuevo Mundo». El piloto florentino, que había llegado a Sevilla hacia 1490 en representación de la banca juanoto Berardi, intervino activamente desde el principio en la organización de la empresa colombina. Nueve años más tarde, atraído por la idea de conocer aquellas tierras ultramarinas, embarcó en la expedición de Alonso de Ojeda, en la que juan de la Cosa llevaba el encargo de explo- rar y dibujar las costas continentales. Vespucci, quien se había naturali- zado castellano, participó en otras expediciones más y alcanzó gran fama como cosmógrafo. Tras sus viajes de 1501 y 1502, publicó en Augsburgo Mundus Novus, como él le llamaba al continente, una rela- ción que Waldseemüller consideró merecedora de que el nombre de su autor perdurara por los siglos de los siglos. Fue así como se dio el nom- bre de América al «Nuevo Mundo», que convirtió a Vespucci en «señor de su patria», tal el significado del nombre Haimrich, voz alemana de la que deriva Amerigo. HISTORIA PARTICULAR DE CIEN PALABRAS de antonio teLLo Amazona La voz amazona define figurativamente a la mujer jinete y a aquella que hace acrobacias sobre un caballo en un circo. También de modo figurativo es la mujer de porte varonil. Su origen, que aún se recoge como primera acepción en los dic- cionarios, está en el nombre de una mítica raza de mujeres guerreras que, procedente del Cáucaso, habitaba en Capadocia en los tiempos heroicos de los griegos. Estas gue- rreras conformaban una sociedad matriarcal, en la cual el hombre Antonio Tello 6 Historia particular de 100 palabras cumplía sólo una función reproductora. Por esta razón los niños varones que nacían eran sacrificados o enviados para que vivieran con sus progenitores extranjeros. Estas mujeres, extremadamente belicosas, aparecen en varias leyendas grie- gas. Entre éstas la de Heracles, quien debe luchar contra ellas en cumplimiento del noveno trabajo ordenado por Euristeo, consistente en apoderarse del cinturón de Ares, que está en poder de Hipólita, la reina de las amazonas. Durante esta misión, Teseo, uno de los acompañantes de Heracles, rapta a una amazona llamada Antíope, aunque lo más probable es que fuese a la misma reina, pues el hijo que nació de esa rela- ción fue llamado Hipólito. Las amazonas eran hábiles jinetes que utilizaban con gran destreza la lanza y el arco, para lo cual se cortaban o quemaban uno de sus pechos. Esta es la razón por lo que los griegos las llamaron amazóon, que significa «sin senos». Dado que no existe ninguna documentación plástica que confirme la existencia de las mujeres guerreras despecha- das, da pábulo a las conjeturas de algunos historiadores que sostienen que los griegos creían ver mujeres donde veían gue- rreros escitas de largas cabelleras rubias. Incluso hay algunos que hasta cuestionan el origen griego de la palabra y le dan uno armenio con el significado de «mujeres-luna», por ser ado- radoras de Ártemis, la implacable diosa virgen que hizo devo- rar a Acteón con sus perros por haberla visto involuntariamen- te desnuda. Ya fuesen hombres hermosos de largas melenas rubias, mujeres-luna o mujeres con sus pechos mutilados, la fuerza de su mítica existencia fue tal que, muchos siglos más tarde, en 1500, el español Francisco de Orellana, le dio el nom- bre de Amazonas al río americano que exploraba, después de ser atacado por una tribu de mujeres, en las que creyó ver una encarnación de las legendarias guerreras.
  • 8. El Corredor Mediterráneo / Página 8 La Columna humorsolini Por Heraldo Mussolini MunicipaLidad de La ciudad de río cuarto Subsecretaría de Cultura. CC DEL ANDINO Tel. 0358 - 4671995 MunicipaLidad de La ciudad de viLLa María Bv. Sarmiento y San Martín Tel. 0353 4527092 coordinador: Antonio Tello Diego Formía Myrna Medeot colaboradores: Oscar Aimar Claudio Asaad Silvia Barei Abelardo Barra Ruatta Leandro Calle Eva Cháves Sergio G. Colautti Pablo Dema Verónica Dema josé Di Marco Marcelo Fagiano jorge Felippa Hernán Genero Alberto Hernández Francisco Martínez Hoyos Hugo Morales Solá Heraldo Mussolini Gonzalo Otero Pizarro Daila Prado Isabel Rezmo jorge Rodríguez Hidalgo Bachi Salas Mario Trecek Ingrid Waisman Miguel Zupán Fotografía: Soraya Clop jorge Tello ilustración: josé Aranguez Paco Rodríguez Ortega jorge Sarraute Rocío Toledo diseño: Ana Alonso dirección MunicipaL de cuLtura de La ciudad de san Francisco Bv. 9 de julio 1190 (2400) San Francisco Tel. 03564-439157 cartas de La paLabra río La esperanza a veces viaja en una voz (a Nora Méndez) por cLaudio asaad La esperanza es siempre una apuesta al futuro. Lanzar el aliento, a veces el último, para sembrar ilusiones en el camino y luego esperar. El tiempo no se derriba ni con el viento en contra, enton- ces llega ese momento de revelación, tal vez no de un final defi- nitivo, pero sí de ese testimonio, la vida misma en el aquí y ahora, deshaciendo la expectativa esperanzadora o mostrando su som- bra, ese legado de ausencia de lo que no ocurrió como esperába- mos y queríamos. En “Blade Runner”, la película dirigida por Ridley Scott en 1982, los personajes se mueven en escenarios futuristas en el que se mezclan objetos y arquitecturas del pasado con una miseria hecha de hacinamiento, cierta oscuridad azulada y una lluvia per- manente que la música de Vangelis coloca de forma definitiva del lado de la melancolía. Una guerra sin guerra en la que los hom- bres han perdido el control sobre sus creaciones. Los replicantes androides creados a imagen y semejanza de los humanos pero han evolucionado hasta llegar a tener sentimientos. La película está basada en la novela de Philip K. Dick ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? El futuro es en año 2019. Y los replicantes se han sublevado. Queda en manos de un policía Rick Deckard, encarnado por Harrison Ford la función de retirar a los replican- tes que aún quedan con ganas de vivir, de amar y de tener una vida. Como los humanos los androides tienen una fecha de cadu- cidad, pero a diferencia de los humanos, se trata de un instante preciso en que todo termina. Sin embargo hay un impulso de vida, el deseo de trazar una historia, aunque la suya sea una men- tira. La esperanza, la mayoría de las veces no se construye sobre una serie de variables atadas a una racionalidad lógica, a un necesario modelo de razonamiento deductivo. La empujan las ganas de seguir, de continuar porque las promesas del mañana necesitan de ese contenedor entre imaginario y voluntarioso, ese nervio al que se le ha fijado un destino deseable para uno y para los otros. Hay una historia de las esperanzas, como la escena de “Interestelar” de Christopher Nolan, en la que Matthew McConaughey, en su rol de padre acaba de abandonar a sus dos hijos con la esperanza de salvar sus vidas y la de la humanidad, allá en el espacio exterior, en ese lugar fuera de la tierra, en otro tiempo. La música de Hans Zimmer recorta el dramatismo de la escena y la convierte en antológica e inolvidable. El arte, a veces, es una ceremonia que invita a la esperanza. Un ritual al que hay que asistir y estar atentos aunque el dolor haga de las suyas por todo el cuerpo, acabe con las emociones, com- bustione los pocos recursos que la bocanada esperanzadora necesita para sobrevivir al caos. Una noche, hace unos diez años, sentí la desazón, el desgarro más fuerte y desbastador que había podido registrar en mi vida, hasta ese momento. Hacía frío, pero no podía parar de caminar. Entré al teatro porque las luces, porque me daba igual, porque en la boletería alguien me dijo es música. Y te escuché Nora Méndez y fue tu voz la que viajó hasta el fondo de mi angustia, arremetió contra las heridas, pegó con- tra mi pecho y me dejó tan poco lúcido, tan sorprendido por el hecho, por el estallido trágico y amoroso de esa música, del detalle de esa voz que era audible aún cuando murmuraba un secreto, creo yo, que no entendía el idioma del aria, pero sí lo que estaba pasando. Me estaba salvando tu voz cuando termi- naste de cantar, Nora; yo no me podía levantar de la butaca, alguien me saludó, me parece que levanté un poco la mano. Caminé hacia la salida tratando de cuidar ese delicado regalo tuyo, de la vida, de la casualidad, destinada a no ser, o ¿Cómo es? Recordé un fragmento de “La noche”, un poema de Idea Vilariño: Sin límites la noche, /pura, despierta, sola, /solícita al amor, ángel de todo gesto.../Estás solo, lo mismo. /Ebrio, lúcido, azul, olvidado del alma, /concédete a la hora. Empieza el 2019, no hay replicantes, pero sí un mundo que cada vez se parece más a la apocalíptica y desierta vida pre- sentada por la ciencia ficción La esperanza al fin te encuentra, se hace con otros, se mixtura en ese fangoso territorio de lo esperable y de aquello que no está. Toda resistencia tiene el fuego de la esperanza como argumento y motivo para seguir, como quería Eladia Blázquez “A pesar de todo”. eLías