Este poema expresa el dolor del poeta Catulo por la muerte del pájaro de su amada Lesbia. En tres oraciones describe cómo el pájaro era la delicia de Lesbia y jugaba con ella, pero ahora ha muerto y se ha ido por el sendero tenebroso hacia el inframundo, dejando a Lesbia llorando por su pérdida. El poeta maldice las tinieblas del inframundo por haberse llevado al bonito pájaro.
1. Catulo. Selecta poesía
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Me parece que es igual a un dios 2, me parece, si no es Impiedad,
que sobrepasa los dioses aquel que, sentado ante ti,
sin cesar te contempla y te oye
sonreír dulcemente, dicha que arrebata a mi pobre alma todos
los sentidos; pues apenas te he v:sto, Lesbia, se me apaga
la voz en la boca.
se me paraliza la lengua, un fuego sutil corre por mis
10 míembros, me zumban con un sonido interior los oídos y una
doble noche se extiende sobre mis ojos.
El ocio, Catulo es funesto 1; con el ocio te exaltas y te
15 excitas en demasía; el ocio, antes que a ti, perdió a reyes y
florecientes ciudades 2.
2
Pájaro, delicias de mi amada J, con quien ella se complace
en jugar, a quien tiene en su regazo, a quien ofrece, al pedírselo,
la punta del dedo, provocando sus agudos mordiscos,
5 cuando mi radiante amor gusta de entregarse a no sé qué agradables
solaces que alivien un tanto su tortura, a fin de calmar,
sin duda, mi rigurosa pasión 2: ojalá pudiera, como ella, jugar
10 contigo y disipar las tristes cuitas de mi corazón.
2a
...Me es tan grato como cuentan que lo fue a la ágil doncella
3 la manzana de oro que le hizo desatar la cintura tanto
tiempo ajustada.
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Quintia es para muchos hermosa: para mí es blanca, alta,
derecha. Que tiene uno por uno estos encantos, lo reconozco;
pero que en su conjunto sea hermosa, lo niego, pues no hay
ninguna gracia en este cuerpo tan esbelto, ni un solo grano
5 de sal. Lesbía sí es hermosa, no sólo porque es toda ella perfecta,
sino porque a todas las mujeres sustrajo ella sola todos
los encantos.
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Ninguna mujer puede decir que ha sido tan sinceramente
amada como tú, Lesbia, lo has sido por mí. Jamás ningún juramento
ha sido respetado con tanta fidelidad como yo he
mostrado, por mi parte, en tu amor J.
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Me aseguras, vida mía 3, que este amor nuestro será para
nosotros la felicidad y que no tendrá fin. Grandes dioses, haced
que su promesa sea una realidad, que sus palabras sean
s sinceras y salgan del corazón, para que podamos hacer durar
tanto como nuestra vida el lazo sagrado de un eterno cariño.
5
Vivamos, Lesbia mía, amémonos y no nos importen un as 2
todas las habladurías de los se'eros ancianos. Los soles pueden
declinar y reaparecer. Nosotros, apenas haya dcolinado
s nuestra breve llama, tendremos que dormir una sola noche perdurable.
Dame mil besos, luego ciento, luego otros mil, luego
cien más, luego otros mil todavía, luego ciento. Después, cuan-
10 do hayamos sumado muchos miles, embrollaremos la cuenta
para no saberla o para que ningún envidioso pueda aojarnos 3
cuando sepa que fueron tantos nuestros besos.
7
Me preguntas cuántos besos tuyqs, Lesbia, me bastarían para
estar satisfecho. Un número tal como los granos de arena,
en Libia, cubren el suelo de Cirene fértil en laserpicio 3, entre
5 el oráculo del abrasado Júpiter 4 y el sagrado sepulcro del antiguo
Bato; o como las estrellas que, en el silencio de la noche,
2. ven los furtivos amores de los mortales: tantos son los besos
que tendrías que dar al enloquecido Catulo para que tuviera
bastante, de modo que no pudieran contarlos los curiosos ni
hechizarlos con envidiosa lengua 1.
3
Llorad, oh Venus 4 y Amores y todos vosotros, hombres sensibles
a la belleza. Ha muerto el pájaro de mi amada, el pájaro,
5 delicias de mi amada, a quien ella quería más que a sus pupilas.
Pues era dulce como la miel 1 y conocía a su dueña como
una muohacha a su misma madre; no se alejaba de su regazo,
10 sin2..que, retozando de acá para allá, sólo a su dueña sin cesar
piaba. y ahora va por el sendero tenebroso, hacia allá de .donde
dicen que no vuelve nadie. Mas vosotras malditas seáis, crueles
tinieblas del Orco, que devoráis todas las cosas lindas. ¡Era
H tan bonito el pájaro que me arrebatasteis! iQué desdicha, oh
pobre pajarillo! Por ti, ahora, los tiernos ojos de mi amada
se hinchan y están rojos de lágrimas.
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Odio y amo. ¿Cómo es posible?, preguntarás acaso. No sé,
pero siento que es así y es una tortura 2.
70
Dice la mujer que yo amo que con nadie quisiera unirse
sino conmigo, ni aun si el mismo Júpiter se 10 pidiera. Lo dice;
pero 10 que una mujer dice a un amante fogoso, hay que escribirlo
en el viento y en el agua rápida .
8
Mísero Catulo, deja de hacer locuras ylo que ves que se
perdió, dalo por perdido. BriHaron en otro tiempo para ti luminosos
días, cuando corrías allí donde te llamaba una mus
chacha querida por nosotros 2 como ninguna otra será jamás
querida 3. En aquel tiempo no había sino alegres solaces; todo
lo que tú querías, no lo rehusaba tu amada. Brillaron, sí, para
ti luminosos días. Desde hoy ella ya no quiere; también tú, dé-
10 bil corazón, cesa de querer. No persigas a la que huye, no te
amargues la vida, antes, con obstinado ánimo, resiste, tente
firme. Adiós, amiga: desde hoy Catulo no cede, no irá a buscarte,
no te dirigirá ruegos que tú rechazarías. Pero tú lloralS
rás, cuando no te veas requerida. iAy de ti, miserable! ¡Qué
vida te espera! ¿Quién se te acercará ahora? ¿Quién te encontrará
bonita? 1 ¿A quién amarás ahora? ¿A quién dirán que
perteneces? ¿A quién besarás? ¿A quién morderás los labios?
Pero tú, Catulo, resuelto, ten te firme.
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Furio y Aurelio, que seríais compañeros de Catulo, tanto si
iba a penetrar en el confín de la India 3, donde la costa es batida
a 10 lejos por las resonantes olas del mar de Oriente,
5 como entre los hircanos y los árabes afeminados, o entre
los sagas y los partos armados de flechas, o en las aguas que
colora el Nilo de siete fauces,
como si iba a franquear los enriscados Alpes, para visitar
10 los trofeos del gran César 1, el gálico Rin y los horribles britanos
2, los más alejados de los hombres:
vosotros que en todas estas comarcas estáis dispuestos a
afrontar conmigo los peligros a que me exponga la voluntad
15 de 10s dioses, anunciad a mi amiga estas pocas y amargas palabras.
Que viva y sea feliz con sus amantes, esos trescientos 3 que
estrecha a un tiempo en sus brazos sin querer verdaderamente
20 a ninguno, pero quebrantándoles a todos sin cesar las ijadas;
que ya no piense, como antes, en mi amor: por su culpa
ha muerto, como, al borde de un prado, la flor cuando el arado
'la tocó al pasar.