(oct.2017) Décimo quinto poema de la serie “Poemas Pythagoricos”. La exquisita melodía del silencio mora en el interior de nosotros mismos, en ese “Monte Sagrado” al que sólo accedemos al liberarnos de los apegos que nos distraen, de los deseos que nos amargan, sin permitir que nada ni nadie enturbie nuestra paz y vuestra libertad, al aceptar al otro tal como es, al aceptar la vida tal como es, al aceptarme a mí mismo tal como soy.
Textos, fotografía y producción original: Carlos Rangel
2. ¿Qué pasaría si un día
se detuvieran por completo
los ruidos internos
que nos atormentan,
los del pasado irresuelto,
los del futuro incierto,
los que nos aturden,
los que nos distraen,
los que nos dispersan?
3. Surgiría entonces
la sal de los sabios,
la exquisita melodía del Silencio
que vibra en sí misma
esperando con paciencia
que le brindes tu atención
-sólo un poquito de atención-,
para que percibas su existencia
que mora en tu interior
esperando despertar.
4. Si preguntas al Peregrino,
te dirá que es preciso
subir la montaña sagrada,
el Sacro Monte
de los misterios del Alma,
libre de apegos
que nos atan,
libre de deseos
que sólo amargan,
para llegar
a la cima del Silencio
y alcanzar
la Libertad de la Luz.
5. Pero nadie quiere andar
por donde no sabe hacerlo,
sin darse cuenta que ése,
es precisamente el camino
que con disciplina
y con humildad
lo llevará a la Gloria
y obtendrá los bienes
que nunca ha poseído
pues ni siquiera
los ha sospechado.
6. A veces el Peregrino se distrae
y parece olvidar el propósito
de cada uno
de sus pequeños viajes,
el gran propósito
de su Gran Viaje:
aprender a amar.
Sólo eso.
Por eso reinicia cada día
como si fuera el primero,
como si fuera el último.
7. Sin permitir que nada
ni nadie enturbie
su Paz y su Libertad,
valorando cada encuentro,
cada guijarro,
cada color,
cada canto,
y lo agradece
a cada momento,
brindando
toda su misericordia
y toda su compasión
por cada error cometido,
propio o ajeno.
8. Hoy quiero deshacerme
de cada palabra,
de cada objeto,
de cada mirada,
que me ata a lo material,
de cada circunstancia
que me ata a lo temporal,
subir a ese monte sagrado,
ascender a la cúspide
de mí mismo
y recordar
mi Yo Eterno.
9. Pero no sé cómo hacerlo,
por eso invoco la ayuda
de quien puede
tomar mi mano
y guiarme por esos
senderos desconocidos
que ni siquiera imagino,
ascender
al Sacro Monte de la vida
sin detenerme
en los recuerdos
ni distraerme
en las fantasías,
avanzando
ese tramo del camino
que Hoy me toca recorrer.
10. Me detengo un momento
y se escucha
la voz del Maestro
como un gran murmullo
que lo envuelve todo
diciendo:
“Recuerda, Alma Hermana,
que has venido a unir
lo que no puede unirse
más que a través
de la bendecida
aceptación del otro”.
11. Y ciertamente
ni tú,
ni yo,
ni el otro
puede por el momento
ser de otra manera.
Y compruebo
que solamente
puedo aceptarme
a mí como soy,
a ti como eres,
al otro como es,
sin quitarle ni ponerle,
sin cambiarlo,
sin censurarlo,
sin condenarlo,
sin adornarlo…
Simplemente
tal como es.
12. Sólo en la noche oscura
se puede apreciar
la estrella guía
que abre los sellos
de los defectos
que nos atormentan
y descubrir
que gracias a ellos
se abren
las potencias luminosas
de Vida Eterna
al recorrer el sendero
del Sacro Monte
hasta tu propia cima.
13. La adversidad sólo detiene
a quien se refugia
en su inmadurez…
Todas esas ideas fijas
no aparecen en tu vida
para que las abraces
ni para que las rechaces,
sólo para que las observes
sin que tu emoción
se desequilibre
ni se reprima.
Sólo siente la Luz
que vive en ti…
Cuando te permitas
reencontrarte contigo,
experimentarás la felicidad.
14. Tu monte sagrado
está en el centro mismo
de tus miedos,
de tus dudas,
de tus desasosiegos.
Sólo basta aprender
a buscar el Silencio
para llegar a él,
sólo basta aprender
la diferencia
entre peligro y desafío
y recordar
que para subir esa montaña
dentro de nosotros mismos,
el Peregrino nunca se acerca
a los caminos extremos;
solamente conecta al Todo
con el Silencio.
15. El Peregrino sabe
que esa senda difícil
no ha de recorrerse
por ambición,
sino por Amor,
por el mero placer
de conseguir “nada”,
pues nunca se puede llegar
a la ventura nueva
por la senda antigua.
Hoy te reto a construir
paso a paso
tu propio sendero
¡…atrévete a seguirlo…!
Carlos Rangel
Santiago de Querétaro, México
Septiembre, 2017