1. El pensamiento del filósofo francés René Descartes ha sido muy importante a través de los
años, ya que no sólo fue un punto de ruptura con la concepción que se tenía del hombre,
centrando su filosofía en la idea de que el hombre es un ser complejo que se compone por una
naturaleza corporal y otra espiritual, sino que además ha sido inspiración de muchas otras
corrientes filosóficas que pueden llamarse humanistas, y que supuestamente se centran en el
hombre, pero que olvidan que al decir "hombre" no puede referirse sólo a una parte, sino que
hay que tomar en cuenta la unidad de la persona, como animal racional, es decir con todas sus
limitaciones y potencialidades, pero siempre partiendo desde la realidad, no desde un ideal de
razón que es posible separar del animal limitado, " si no al hombre, a la omnipotencia de Dios"
, porque somos hombres y es necesario partir de ahí.
La gnoseología en Descartes es contradictoria en algunos puntos fundamentales, ya que atenta
contra la unidad de la persona, y hace una distinción entre dos naturalezas del hombre, quien
al ser complejo deja de ser una sola sustancia.
En su afán de la búsqueda por esos conocimientos " claros y distintos" , Descartes
deshumaniza a la persona, la separa en partes, y es bien sabido que la suma de las partes es
menor que el todo.
Esta separación del ser humano en res cogitans y res extensa sienta las bases para una
posterior búsqueda del " conocimiento puro" , con lo cual la gnoseología termina por
separarse completamente del hombre, para buscar una estructura propia más allá de
cualquier error, más allá del error inherente al humano, pero que no sólo no lo logra, sino que
se proclama absoluta, y que proclama por sobre encima de todas las cosas no al hombre, sino
a la razón " pura" , aunque esto no se encuentre todavía explícitamente en Descartes parte del
supuesto que ninguna verdad que el entendimiento conozca clara y distintamente puede ser
un error, y separa las ideas en innatas, adventicias y ficticias.
Los juicios pueden estar equivocados, si se cree erróneamente que aquella idea que está en el
entendimiento es conforme a la cosa que está fuera del entendimiento, pero, y esto es muy
importante, si el entendimiento considerara esas ideas sólo como formas del pensamiento, sin
referirlas a cosas, es decir, sólo en el entendimiento y sin ninguna participación de la realidad
externa, apenas y habría ocasión para el error.
Descartes reitera su convencimiento de que el entendimiento por su propia naturaleza
(naturaleza entendida metafísicamente, es decir, como operación propia al entendimiento) no
es capaz de caer en un error,sino que éste se da al interactuar el entendimiento con factores
más allá de sí mismo.
El propósito del libro "Meditaciones Metafísicas" de René Descartes es el de definir tres
conceptos: Dios, y cuerpo y alma del hombre.
Una posible crítica a este libro es el comportamiento de solapado que adopta el autor al decir
que el cuerpo es feo, cochino y mentiroso, y que lo único que vale la pena es la razón impuesta
2. (según él) por una idea innata inmutable, infinita, omnisciente y omnipotente o en una sola
palabra: " Dios" .
Otra es que cuando recurre a la absurda idea del " genio maligno" , se evidencia el que no
pudo explicar de una manera razonable el por qué los sentidos suelen engañarnos, pero si
ejemplifica en su libro, con la cera, las fallas de certeza del mismo.
RESUMEN
Meditación Primera (De las cosas que pueden ponerse en duda)
En la primera meditación Descartes nos dice que desde su niñez había admitido como
verdaderas una porción de opiniones falsas. Al cuestionarse esos principios, y no por ligereza
sino por fuertes razones, ha de liberarse de antiguos prejuicios. Y para esto no será necesario
que demuestre que todos ellos son falsos, bastará para rechazarlos que encuentre, en cada
uno, razones para ponerlo en duda. También nos habla de las razones por las cuales podemos
dudar en general de todas las cosas y, en particular de las materiales, motivo por el cual nos
insta a acostumbrar a nuestro espíritu a desligarse de los sentidos, pues todo lo que se tiene
por verdadero y seguro lo ha aprendido de ellos y ha podido experimentar que no se puede
confiar por completo en ellos pues a veces nos engañan; aunque por otro lado los sentidos nos
muestran cosas de las que no se puede razonablemente dudar. Para ello Descartes nos refiere
la sensación que se tiene, al soñar, de estar viviendo una realidad; al ser difícil distinguir el
sueño de la vigilia y, a pesar de que lo que en ellos se vea son meramente una ilusión, ésta ha
de estar basada en realidades al no poder inventar algo totalmente novedoso sin que nunca
haya sido visto o sea el resultado de una mezcla y composición de partes diferentes. También
añade que, aún en el caso de que alguien pudiese en realidad crear algo completamente
nuevo, los colores de los que estaría compuesto serían verdaderos (verdad absoluta). Para
Descartes las ciencias que dependen de la consideración de las cosas compuestas, son muy
dudosas e inciertas (física, astronomía, medicina) ; por el contrario las que tratan cosas muy
simples y generales (aritmética, geometría), sin preocuparse mucho de si están o no en la
naturaleza, contienen una verdad que prevalece. Descartes pone como ejemplo que el hecho
de que uno esté dormido o despierto no cambia la verdad tan clara de que dos más tres suman
cinco, o que el cuadrado nunca tendrá más de cuatro lados. Mas aún así, Descartes crea la
incertidumbre de que exista un dios – al que él denomina “genio” o espíritu maligno para
diferenciarlo del Dios cristiano que es todo bondad – que le haga equivocarse siempre al hacer
dicha suma o contar los lados del cuadrado, añadiendo que quizá algunos preferirán negar la
existencia de tan poderoso Dios a creer que todas las demás cosas son inciertas.
En esta primera meditación, Descartes no cuenta que, al cuestionarse todo lo que antes creía
verdadero, a partir de entonces, de hallar algo cierto y seguro en las ciencias, se abstendrá de
darle crédito, demostrando desconfianza hasta llegar a una firmación de la que no pueda
dudar, de la que tenga absoluta certeza, a través de la meditación y el conocimiento.
3. Meditación Segunda (De la naturaleza del espíritu humano; y que es más fácil
conocer que el cuerpo.
Llegado a este punto, en la 2ª Meditación Metafísica, y una vez destruidos todos los
conocimientos que había adquirido durante su vida, Descartes busca volverlos a reconstruir
mediante un patrón fiable y de mucha más solidez y para ello aplica la duda a la propia duda,
encontrando un elemento que prevalece a ésta: “si dudo que dudo puedo tener la certeza de
que estoy dudando; lo cual implica necesariamente que estoy pensando; y si estoy pensando
es indudable que estoy existiendo”. Descartes llega a la conclusión de que si piensa, existe,
siendo ésta la primera verdad absoluta a partir de la cual va a construir todo el conocimiento.
Este pensamiento queda plasmado en su célebre la frase “cogito ergo sum” (pienso, por lo
tanto existo). Además demuestra la existencia del espíritu, distinguiendo lo que pertenece a la
naturaleza intelectual de lo que pertenece al cuerpo, siendo el cuerpo divisible mientras que el
espíritu (alma del hombre) es indivisible, siendo ambas naturalezas no sólo diversas sino
incluso en cierta forma contrarias. Para Descartes el cuerpo no es más que el medio que usa el
alma para interactuar con el mundo material creado por Dios.
En esta meditación Descartes también expone que el contenido inmediato del pensamiento es
la realidad existencial del sujeto pensante: la duda puede afectar a todos los contenidos del
pensamiento, pero no puede afectar al “yo” donde estos contenidos están. Intuimos la
existencia de un “yo” cuya esencia es ser pensamiento. En esto precisamente consiste intuir,
pero para ello las ideas han de ser simples, ya que sólo de lo simple hay verdadera intuición. El
resto del conocimiento es deducción.
Asimismo Descartes desarrolla la idea de que una cosa engendra otra cosa, y por esto concibe
la existencia de un Dios perfecto e infinito, siendo nosotros seres creados por él y causa de ello
es que podemos tener ideas acerca de lo infinito y lo inmortal. También nos dice que él tiene la
idea de Dios antes que la de sí mismo, ya que Dios posee más realidad y mayor perfección;
aduciendo que para sentirse imperfecto, ha de sentir algo más perfecto que él con lo que
compararse.
Meditación tercera (De Dios; que existe)
Para realizar esta tercera meditación, Descartes nos dice que primero ha de mantener
apartados sus sentidos para así sostener un coloquio consigo mismo, haciendo introspección.
El filósofo francés establece como criterio de verdad la claridad y la distinción: todas las cosas
que concebimos de forma clara y distinta son verdaderas y se presentan al espíritu.
Después examina si hay Dios, y si es así, si éste puede ser un dios engañador; pues, sin conocer
esas dos verdades, dice no saber como poder alcanzar certeza de cosa alguna.”
4. Para el padre de la filosofía moderna, las ideas no pueden ser fal sas en sí mismas,
dividiéndolas en tres clases: las que parecen innatas, las que parecen ajenas (venidas de fuera),
y las que parecen inventadas por uno mismo.
Descarte nos dice: “no sólo que la nada no podría producir cosa alguna, sino que lo más
perfecto, es decir, lo que contiene más realidad, no puede provenir de lo menos perfecto...
Para que una idea contenga tal realidad objetiva más bien que tal otra, debe haberla recibido,
sin duda, de alguna causa, en la cual haya tanta realidad formal, por lo menos, cuanta realidad
objetiva contiene la idea.” De aquí saca la conclusión de que si la realidad objetiva de una idea
suya es tal que pueda saber con claridad que no está en él ni formal ni eminentemente,
entonces es que no está sólo en el mundo, y que existe otra cosa que es causa de esa idea.
Y añade que aunque pueda ocurrir que de una idea nazca otra idea, ese proceso no puede ser
infinito, sino que hay que llegar finalmente a una idea primera, cuya causa sea como un
arquetipo, en el que esté formal y efectivamente contenida toda la realidad o perfección que
en la idea está sólo de modo objetivo o por representación.
Por ello, Descartes nos dice que la idea por la que él concibe un Dios supremo, eterno, infinito,
inmutable, omnisciente, omnipotente y creador universal de todas las cosas que están fuera
de él, tiene en sí más realidad objetiva que las que le representan substancias finitas.
Descartes demuestra la existencia de Dios diciendo que los humanos somos una sustancia que
desea, y si desea es porque le falta algo, y si le falta algo es porque hay algo mejor, completo,
perfecto. Aduce para ello que el hombre capta las cualidades de los objetos sin saber si son las
auténticas. Para ello distingue entre dos tipos de cualidades: las primarias (las que captamos a
través de la razón), claras y distintas y las secundarias (a través de los sentidos), que son las
que nos pueden llevar al error.
También no dice que, aún pensando que fuéramos seres perfectos y autosuficientes, se nos
plantearía la duda de quién nos creó: “El cuerpo evidentemente nace de un parto y lo explica
la biología; lo que nos falta es quién crea el alma (“res cogitans”). Evidentemente debe venir
de un ser superior, Dios; sólo Él es capaz de unir al cuerpo una alma”. De esta manera Descarte
argumenta la existencia de Dios. Y ya que la idea de la existencia de Dios no puede percibirse a
través de los sentidos, sólo queda pensar que Él mismo nos pudo introducir esa idea de forma
natural, como si ese fuese el sello que Dios nos deja al crearnos, como artífice de esa creación.
Descartes basa toda la fuerza de este argumento en reconocer que sería imposible que él
tuviese la idea de Dios, si Dios no existiera realmente.
Meditación cuarta (De lo verdadero y de lo falso)
Descartes nos dice en esta cuarta meditación que, habiendo demostrado la existencia de Dios,
ha apreciado también que nosotros somos imperfectos, una imperfección que se demuestra a
la hora de realizar juicios, pues aunque podamos distinguir entre lo verdadero y lo falso a
5. través de la razón, a veces nos equivocamos. Y añade que al separar su espíritu de los sentidos
ha advertido tener más certeza de las cosas del espíritu humano, e incluso más aún de Dios,
que de las cosas corpóreas. Nos aclara la idea que él tiene del espíritu humano: una cosa
pensante incomparablemente más distinta que la idea de una cosa corpórea.
Por otro lado, establece la verdad de que Dios es perfecto. Para ello Descartes nos dice que
Dios es un ser completo e independiente; mientras que su existencia depende de Dios, lo cual
le hace incompleto y dependiente, descubriendo así un camino que le conducirá, desde esta
contemplación del Dios verdadero, al conocimiento de las restantes cosas del universo. Para
ello y en primer lugar, Descartes reconoce que es imposible que Dios le engañe nunca, al ser
perfecto y, al ser el engaño imperfecto, no puede proceder de Él. Asimismo en esta meditación
Descartes considera que la potencia para juzgar la ha recibido de Dios, reconociendo que
cuando no piensa más que en Dios, no descubre error o falsedad; mas volviendo luego sobre sí
mismo la experiencia le enseña que está sujeto a infinidad de errores. También se pregunta
cómo, si somos producto de de Dios, podemos ser imperfectos. Al buscar la causa percibe que
a su espíritu no se presenta sólo una real y positiva idea de Dios sino también cierta idea
negativa de la nada, o sea, de lo que está infinitamente alejado de toda perfección; Descarte
nos dice que somos como el punto medio entre Dios, que es la perfección, y la nada ( ser
soberano-no ser) y por ello tenemos tendencia tanto a la verdad como al error. De ese modo,
entiende que el error no es nada real que dependa de Dios, sino sólo una privación o defecto,
y que si él yerra es por la falta de un conocimiento debería poseer. De ahí que, a la hora de
distinguir entre lo verdadero y lo falso, nos dice el filósofo, usamos el entendimiento y la
voluntad. A través del entendimiento captamos nuestro entorno sin afirmar ni negar nada, por
lo que el error tiene que proceder de la voluntad, al realizar juicios sobre cosas que no conoce,
haciéndonos errar; de ahí que debamos usar la razón antes que la voluntad. Además, para
realizar buenos juicios debemos ver si la idea viene de Dios y es clara y distinta, pues será
verdadera, y debemos evitar ideas confusas probablemente creadas por un genio maligno.
Estas respuestas sitúan a Descartes como un hombre moderno que asume ya el desgajamiento
existente entre el mundo de la Filosofía y el de la Teología. Descartes afirma, por un lado, que
no corresponde a la Filosofía investigar acerca de los motivos que llevaron a Dios obrar de un
modo u otro; y por otro, que si no es labor de la filosofía preocuparse por analizar los motivos
y los fines del obrar de Dios, ¿qué sentido tiene que la ciencia física postule la existencia de
causas finales? Descartes, al negar la importancia de las causas finales, cuestiona la filosofía
aristotélica-tomista, predominante aún en su época.
Meditación quinta (De la esencia de las cosas materiales; y otra vez de la existencia
de Dios)
6. En esta quinta meditación, Descartes nos da otro argumento a favor de la existencia de Dios:
“del hecho de no poder concebir a Dios sin la existencia, se sigue que la existencia es
inseparable de él, y, por tanto, que verdaderamente existe.”
En primer lugar nos dice que, antes de averiguar si puede ser conocido algo cierto sobre las
cosas materiales, y si existen tales cosas fuera de sí, debe considerar sus ideas en tanto que
existen en su pensamiento, y ver cuáles entre ellas son definidas y cuáles confusas.
Descartes, al tener la certeza de conocer que la verdad de toda ciencia depende sólo del
conocimiento del verdadero Dios, tiene el medio de adquirir una ciencia perfecta acerca de
infinidad de cosas, y no sólo acerca de Dios mismo, sino también de la naturaleza corpórea, en
cuanto que ésta es objeto de la pura matemática, que no se ocupa de la existencia del cuerpo.
Dios le ofrece la seguridad de que las cosas que ve como claras y concisas son reales. Para ello
Descartes nos pone un ejemplo: “cuando me imagino un triángulo, aunque quizá tal figura no
exista fuera de mí pensamiento en ninguna parte, posee sin embargo una determinada
naturaleza, o esencia, o forma, inmutable y eterna que ni ha sido creada por mí ni depende de
mi mente; como se evidencia del hecho de que se puedan demostrar varias propiedades de
este triángulo, a saber, que sus tres ángulos son iguales a dos rectos.
El filósofo nos dice que nosotros percibimos la esencia de los objetos, de tal manera que sin
haberlos visto podemos tener una idea clara de ellos. De la misma manera nosotros tenemos
una idea de la esencia de Dios: la fe, y es una idea clara y distinta; además Dios es perfecto y
sólo se puede ser totalmente perfecto existiendo: No puede haber luz sin oscuri dad de la
misma manera que no puede haber la perfección y no existir.
Descartes, para probar la existencia de Dios argumenta tener el mismo grado de certeza que
en las verdades matemáticas, pues la existencia de Dios no puede separarse de su esencia, al
igual que no se puede separar de la esencia del triángulo la magnitud de que los tres ángulos
son iguales a dos rectos. También no indica que del hecho de no poder pensar a Dios privado
de existencia, viene a darse que la existencia es inseparable de Dios, y consiguientemente, que
Éste existe en realidad, y no porque lo crea su pensamiento o imponga una necesidad a alguna
cosa, sino porque la necesidad de la cosas misma, es decir, de la existencia de Dios, le obliga a
pensarlo. Aún así, continúa diciéndonos Descartes, él podría persuadirse de que se estaba
engañando, pero no una vez que ha percibido la existencia de Dios, y que Éste no es
engañador, aunque no recuerde lo argumentado, y tan solo recuerde el hecho de haberlo
percibido clara y definidamente.
Meditación sexta (sobre la existencia de las cosas materiales y sobre la distinción real
del alma y del cuerpo)
7. Esta es la última meditación de Descartes. En ella se une todo lo adquirido en las anteriores
para definir finalmente el dualismo cartesiano.
Al comienzo de esta meditación, Descartes vuelve a plantear el tema de la existencia de las
cosas materiales como una mera posibilidad: si las concibe como objetos de la matemática
pura, es decir, como ideas, cumplen con los requisitos de claridad y distinción, tiene la certeza
de que Dios podría producirlas de acuerdo a estas últimas, ya que no encierran contradicción.
Pero no sostiene que de hecho existen, sino sólo que podrían hacerlo.
Descartes piensa que el hombre, a través de la “res extensa” (cuerpo) tiene percepciones y
sentimientos. La “res cogitans” (alma) piensa, reflexiona, razona, imagina... pero necesita de
un cuerpo para interactuar/unir el alma con el mundo exterior. Evidentemente será también
tarea del cuerpo toda decisión que le afecte. No comemos ni bebemos por voluntad, sino por
necesidad; dicho de otra forma, las reacciones emocionales dependen del cuerpo. Por ello,
para Descartes, el hombre es la unión de la “res cogitans”, que concibe las propiedades
primarias de los objetos a través de la razón, y la “res extensa”, que se encarga de las
propiedades sensoriales y emocionales para transmitirlas a la “res cogitans”. Llegado a este
punto, Descartes se pregunta si podría existir el cuerpo y alma por separado, y por ello nos da
la siguiente argumentación:
Se puede deducir que las cosas materiales existen a partir de la facultad de imaginar, ya que la
imaginación no parece ser otra cosa que cierta aplicación de la facultad cognoscitiva al cuerpo
que le está íntimamente presente; es decir, la capacidad de representar un objeto presente en
ella, lo cual implica una cierta limitación en comparación con la intelección, la cuál esta sólo
limitada por la necesidad de claridad y distinción en su concepción. También Descartes nos
dice que al imaginar no sólo se supone lo que es el objeto en cuestión, sino que se aplica sobre
éste el poder del intelecto. Ahora bien, cuando hay que realizar un esfuerzo de ánimo para
imaginar, que no es preciso para concebir, se requiere al intelecto. De esta forma Descartes
nos explica la diferencia entre la imaginación y la pura intelección.
A partir de ahí Descartes comienza a ver la probable existencia de un cuerpo, al necesitar de él
la imaginación para poder crear sus representaciones, ya sea a través de ideas que provengan
de la memoria o de los sentidos. De esta forma Descartes encuentra dentro de su análisis la
existencia de una idea distinta de la naturaleza corpórea, estableciendo que la imaginación,
con ayuda de la memoria se ampara en ellos para la percepción de las cosas corpóreas.
Descartes nos dice que el poder de imaginar no es necesario para la esencia del espíritu. En
esta meditación el filósofo continúa diciéndonos que la mente, mientras concibe, se concentra
en cierto modo en sí misma, y considera alguna de las ideas que tiene; por contrario, cuando
imagina, se vuelve al cuerpo y ve en él algo conforme a la idea concebida por ella o percibida a
través de los sentidos.
A pesar de estas reflexiones Descartes, aún teniendo la clara idea de la naturaleza corpórea
que existe en su imaginación, no ve la prueba concluyente de que necesariamente que exista
algún cuerpo. Para buscar explicación a la existencia de los seres corpóreos, Descartes
introduce una novedad: las enseñanzas de la naturaleza, refiriéndose a ésta como “el orden
dispuesto por Dios en las cosas creadas y por “mi” naturaleza, en particular, no entiendo otra
8. cosa que la ordenada trabazón que en mí guardan todas las cosas que Dios me ha otorgado".
Para explicarnos qué es lo que esta naturaleza nos enseña, Descarte nos habla de cómo siente
tener cabeza, manos, pies, etc., y como así mismo ha experimentado en ellos la existencia de
otros muchos cuerpos que le producían una serie de sensaciones corpóreas, cuyas ideas, le
llegaban a la mente sin su consentimiento: frío, calor, hambre, sed, tristeza, alegría, etc., y por
tanto, no debía dudar que había en ello algo de verdad”. Y además, tras la certeza de la
existencia de Dios sabía que todo lo que concebía clara y definidamente podía ser creado por
Él, motivo por el cual concluía que si bien su existencia radicaba únicamente en ser una cosa
que piensa, inextensa; también a su vez tenía una idea precisa de tener un cuerpo, el cual era
tan sólo una cosa extensa, sin capacidad de pensar y de ahí Descartes deducía ser en realidad
distinto de su cuerpo, siendo éste y el alma dos sustancias distintas unidas para crear al
hombre y , por lo tanto, poder existir sin él.
Descartes termina su argumentación diciéndonos que en él existe una facultad pasiva de
sentir, o recibir ideas, pero también una facultad activa de producir o de hacer estas ideas. Y
ésta no puede existir en sí mismo, porque no supone ninguna intelección anterior, sino que
estas ideas que le vienen intuitivamente resta que exista alguna sustancia di ferente de él y, al
creer que las ideas son emitidas de las cosas corpóreas, no ve de qué manera podría
entenderse que no es falaz, si procediesen de otra parte que de las cosas corpóreas; por lo
tanto, las cosas corpóreas existen.