1. EVALUACION EDUCATIVA de María Antonieta Casanova
Evaluación inicial:
Evaluación inicial La evaluación inicial es aquella que se aplica al comienzo de un
proceso evaluador, en nuestro caso referido a la enseñanza y aprendizaje. De esta
forma se detecta la situación de partida de los sujetos que posteriormente van a
seguir su formación y, por lo tanto, otros procesos de evaluación adecuados a los
diversos momentos por los que pasen.
Esta primera evaluación tiene una función eminentemente diagnóstica, pues servirá
para conocer a ese alumno y poder adaptar al máximo, desde el primer momento,
la actuación del profesor y del centro a sus peculiaridades.
Sin una evaluación inicial falta el conocimiento previo que es preciso poseer de una
persona en pleno desarrollo para poder adecuar la enseñanza a sus condiciones de
aprendizaje, y cumplir de esta forma la función reguladora que hemos asignado a la
evaluación.
Evaluación procesual
La evaluación procesual es aquella que consiste en la valoración continua del
aprendizaje del alumnado y de la enseñanza del profesor, mediante la obtención
sistemática de datos, análisis de los mismos y toma de decisiones oportuna
mientras tiene lugar el propio proceso. El plazo de tiempo en el que se realizará
estará marcado por los objetivos que hayamos señalado para esta evaluación.
La evaluación procesual es la netamente formativa, pues al favorecer la toma
continua de datos, permite la adopción de decisiones “sobre la marcha”, que es lo
que más interesa al docente para no dilatar en el tiempo la resolución de las
dificultades presentadas por sus alumnos.
Del mismo modo, llevar a cabo rigurosamente la evaluación procesual es lo único
que permite mejorar el proceso de enseñanza, pues es durante el tiempo en que
tiene lugar cuando se pueden comprobar los fallos y los elementos que están
funcionando positivamente, para -si es posible subsanarlos o reforzarlos,
respectivamente, de inmediato y, en un momento posterior, confirmar o reformular
las líneas de programación con las que se trabaja.
Evaluación final
La evaluación final es aquella que se realiza al terminar un proceso –en nuestro
caso, de enseñanza y aprendizaje-, aunque éste sea parcial. Una evaluación final
puede estar referida al fin de un ciclo, curso o etapa educativa, pero también al
término del desarrollo de una unidad didáctica o del proceso habido a lo largo de un
trimestre. En definitiva, supone un momento de reflexión en torno a lo alcanzado
después de un plazo establecido para llevar a cabo determinadas actividades y
aprendizajes.
2. Es una evaluación en la que se comprueban los resultados obtenidos, aunque es
necesario advertir que no por ello debe tener funcionalidad sumativa. Si coincide
con una situación en la que tiene que decidirse definitivamente acerca de la
obtención de un título, por ejemplo, será final y sumativa.
Los resultados de la evaluación final, por otra parte, pueden analizarse e
interpretarse con tres referentes distintos:
a) En relación con los objetivos y los criterios de evaluación establecidos para la
unidad didáctica, el final del trimestre, curso o ciclo, de manera que se determine la
situación de cada alumno en relación con los aprendizajes que institucionalmente
se encuentran establecidos para ser conseguidos por todo estudiante al que haya
que dar un título que avale su superación. Se tratará en este caso, por lo tanto, de
una evaluación nomotética criterial.
b) En relación con la evaluación inicial realizada a cada alumno y las posibilidades
de desarrollo y aprendizaje que se estimaron podía alcanzar. Se determinará así lo
satisfactorio o insatisfactorio de su rendimiento y se estará realizando, en
consecuencia, una evaluación ideográfica.
c) En relación con los resultados alcanzados por el resto del grupo o, incluso, del
conjunto del grupo en comparación con otros grupos de alumnos del mismo curso
o ciclo en el centro o de distintos centros. En este caso se estará llevando a cabo
una evaluación nomotética normativa que, si bien creo que no debería llegar al
alumno o grupo particular, sí puede resultar interesante e ilustrativo para el
profesorado y para el centro, pues le sirve de referente para conocer su situación y
valorar la calidad educativa que está ofreciendo a su comunidad.
3. Como leer mejor en voz alta de Felipe garrido
Nada más provechoso puede hacerse para mejorar en todos sus órdenes la vida
nacional, que multiplicar los lectores, fomentar la afición a leer diarios, revistas y,
sobre todo, libros. Tarea enorme y difícil en la que mucha gente trabaja y que no
puede llevarse a cabo en poco tiempo.
¿Qué es leer de a de veras? ¿Quién es un lector auténtico? En primer lugar, es
alguien que lee por voluntad propia, porque sabe que leyendo puede encontrar
respuestas a sus necesidades de información, de capacitación, de formación, y
también por el puro gusto, por el puro placer de leer.
¿Qué significa el gusto, el placer de leer? Significa que se ha descubierto que la
lectura es una parte importante de la vida; que la lectura es una fuente de
experiencias, emociones y afectos; que puede consolarnos, darnos energías,
inspirarnos. Significa que se ha descubierto el enorme poder de evocación que tiene
la lectura. Que alguien lea por puro gusto, por el placer de leer, es la prueba
definitiva de que realmente es un buen lector, de que tiene la afición de leer.
Casi siempre los libros de texto se leen sólo por obligación, y por lo mismo leen mal,
sin comprenderlos bien, sin que cumplan con su función más importante, que sería
abrir nuevos horizontes. Por eso la mayoría de los estudiantes, aunque pasen
muchos años en la escuela y consulten o lean muchos libros de texto, finalmente no
se convierten en lectores auténticos.
En consecuencia, pocos estudiantes llegan a leer bien y a aprovechar bien lo que
estudian. Pueden repetir las palabras del texto, pueden memorizarlas; pero no
pueden comprender ni sentir lo que leen.
Leer significa adquirir experiencias e información; ser activo. Se lee atribuyendo a
los signos escritos o impresos un sentido; se lee organizando las palabras, las
frases y la totalidad de una obra en unidades de significado. Por otra parte, este
proceso contribuye enormemente al desarrollo de las facultades del intelecto, las
emociones y la imaginación.
Se mejora la lectura cuando se aprende a dar sentido a más palabras y frases, a
más noticias, sentimientos, emociones e ideas; es decir, cuando se aprende a
reconocer con mayor rapidez y profundidad unidades de significado.
Mejorar la lectura aumenta la capacidad de aprendizaje, favorece el desarrollo del
lenguaje, la concentración, el raciocinio, la memoria, la personalidad, la sensibilidad
y la intuición. Mejorar la lectura nos muestra la diversidad del mundo y hace más
amplios nuestros horizontes. Mejorar la lectura nos ayuda a vivir mejor.
La lectura por gusto se contagia con el ejemplo; leyendo en voz alta. Hay que leer
en familia, en la escuela, en la biblioteca, en los lugares de trabajo, de reunión. Hay
4. que leer con la gente que uno quiere y aprecia, en voz alta, por el puro placer de
hacerlo.
Padres, maestros, bibliotecarios y promotores deben conocer las habilidades,
gustos y antipatías de sus hijos, alumnos y compañeros, para saber qué deben
leerles; deben contar con una variedad de materiales de lectura y tener acceso a un
acervo de libros o a una biblioteca apropiados; estar conscientes de sus fallas y de
sus logros; trabajar intensamente para hacerse cada vez mejores lectores.
Mientras más temprano entren los niños en contacto con los libros, mejor. Ningún
niño es demasiado pequeño para jugar con los libros ni para escuchar lo que se le
lea. Nada tiene de malo que los niños jueguen con libros; lo más importante es que
se familiaricen con ellos. En todo caso, hay que cuidar qué libros se ponen en sus
manos.
Lean en voz alta a sus hijos o a sus alumnos con la mayor frecuencia posible. Lo
ideal es que la lectura, como las comidas, sea todos los días. En los Rincones, los
talleres y los grupos de lectura las sesiones deben ser al menos una vez por
semana, pues la repetición, la frecuentación de una actividad es lo que va formando
un hábito, una afición.
El gusto por la lectura no es un problema exclusivo de los maestros de español ni
de literatura. Es una oportunidad y una necesidad de todos los maestros y de todos
los padres de familia, porque casi todo lo aprendemos leyendo.
Empiece leyendo textos cortos y vaya alargándolos poco a poco para que aumente
la capacidad de atención de quienes lo escuchan. Cuando llegue a libros más
extensos, lea una parte por día hasta terminarlos.
Para dar la entonación, el volumen y el ritmo que cada lectura necesite, lo más
importante es haberla comprendido. Con las inflexiones de la voz, con las pausas,
con el ritmo se le da intención a la lectura y se hace comprensible el texto.
Ponga el ejemplo. Si los demás lo ven leer, lo imitarán; aprenderán a tratar los libros,
a leer con sentido, a compartir su interés, su entusiasmo y su curiosidad.
Aprenderán a hablar y a escribir sobre lo que escuchan y lo que leen. Responda
con buen ánimo y detalladamente toda pregunta que suscite la lectura.
En ningún lugar el lenguaje se utiliza de manera más amplia, más rica, más
compleja, más llena de significados que en las obras literarias. Un lector que no
disfruta los cuentos, las novelas, los ensayos, el teatro y la poesía es un lector a
medias.
Los mejores lectores son los que ha leído más libros, en un camino de superación,
leyendo materiales que tengan cada vez mayor calidad. Los mejores lectores son
quienes han tenido mayor oportunidad para disfrutar libros suficientemente
5. accesibles, que les han dado más confianza y seguridad. Esos lectores ya se irán
ocupando de libros cada vez más difíciles.
La cantidad de libros leídos es el factor decisivo en la pedagogía de la lectura.
Mientras más libros diferentes y de calidad se lean, mejores serán los lectores. Un
libro de calidad significa un libro que exige un esfuerzo del lector —pero es
importante que ese esfuerzo no sea desmedido, que esté al alcance de quien leen.
Acostumbre a sus hijos, sus alumnos, sus compañeros a visitar, conocer y utilizar
las bibliotecas y las librerías.
La lectura es una actividad placentera que contribuye de manera muy importante al
enriquecimiento espiritual y cultural, a la consolidación de la identidad personal y
nacional. La lectura es la más útil herramienta para el estudio, el trabajo y la
superación personal.
La lectura no es una materia de estudio, sino una herramienta para la evocación,
una experiencia vital que transforma al lector. Memorizar una lectura no significa
comprenderla.
En el camino que va de la lectura de los padres y los maestros a la que el niño hace
por él mismo, pueden distinguirse varias etapas (las recomendaciones de edades
son aproximadas; un niño que sea buen lector puede adelantarse a estas
indicaciones):
1. La fase de los libros ilustrados (desde le nacimiento hasta los cuatro o cinco
años). Después de los tres o cuatro años, el niño comienza a interesarse en
la trama de los cuentos, y hay que contárselos y leérselos. Sus primeros
libros deben tener ilustraciones muy llamativas, frases cortas, vocabulario
sencillo.
Algunas indicaciones útiles para esta etapa:
*Señale con el dedo cada palabra que vaya leyendo. Los niños descubrirán
que no sólo las ilustraciones son importantes.
*Platique con los niños sobre la historia y las ilustraciones.
*No presione a los niños para que lean por su cuenta.
*Busque libros interesantes, divertidos, emocionantes.
*No se preocupe si el niño escucha el relato sin ver el libro.
2. La fase de los cuentos fantásticos (de los cuatro a los ocho o nueve años).
El niño se interesa sobre todo por lo maravilloso. Al mismo tiempo se aficiona
por el ritmo y la rima, por los versos, por los juegos de palabras y las
expresiones de lo absurdo.
*Las recomendaciones de la etapa anterior siguen siendo muy importantes,
en esta y en la etapa siguiente.
3. La fase de las historias realistas (de los siete u ocho a los once o doce años).
El niño comienza a orientarse en el medio circundante y va interesándose
6. cada vez más en las aventuras, las historias de animales, los lugares
remotos, las costumbres exóticas.
*En esta etapa y en la anterior el niño empieza a tomar algunos libros por su
cuenta; es importante que le permitan sentirse confiado y seguro como lector.
*Distinga los libros que se deben leer al niño y lo que él puede leer solo. Los
primeros podrán ser más difíciles.
4. La fase de las narraciones heroicas (de los once o doce años a los catorce o
quince). El niño va adquiriendo conciencia de su personalidad y se identifica
con los personajes heroicos. Le interesan las hazañas físicas, espirituales e
intelectuales, así como las historias sentimentales.
*El niño que comienza a leer por su cuenta seguirá disfrutando los libros bien
ilustrados. No lo abandone; siga leyéndole en voz alta.
*Es probable que ahora también él quiera leer en voz alta. Téngale paciencia.
*Leer más aprisa no es leer mejor. Lo importante es que el niño comprenda
y disfrute la lectura.
5. La fase de crecimiento hacia la madurez (de los trece o catorce a los dieciséis
o diecisiete años). El niño —ya adolescente, más bien— comienza a
descubrir su realidad interior, a tomar conciencia de su persona, a planear el
futuro y a establecer una escala de valores propia.
*Surge una amplia gana de intereses de lectura, desde el gusto por los usos
del lenguaje mismo hasta la política, la historia, el teatro, la poesía y el futuro
de la humanidad.
*Las ilustraciones pierden importancia frente al texto; lo complementan y
contribuyen a su interés, pero no son ya el elemento primordial.
Recuerde la importancia de leer literatura: cuentos, poesía, teatro, leyendas,
novelas. Cuando está organizado en forma literaria, el lenguaje tiene un uso muy
distinto que cuando lo empleamos para satisfacer las necesidades inmediatas de la
vida de todos los días, y esa clase de organización es la que el niño necesitará
dominar para enfrentarse a las exigencias de estudio, de pensamiento, de
información, de experiencia que encontrará en su vida como adolescente y como
adulto.
7. ESTRATEGÍAS DE LECTURA DE ISABEL SOLE
Capítulo 7. Después de la lectura: seguir comprendiendo y aprendiendo.
A través del capítulo 7 del libro “Estrategias de lectura”, su autora, Isabel Solé,
reflexiona sobre aquellas estrategias que se utilizan en la escuela tras leer un texto,
y ofrece orientaciones para facilitar la tarea a la hora de elaborar un resumen,
identificar las ideas principales y formular y responder preguntas.
La idea principal
Para poder enseñar a los alumnos qué es la idea principal y cómo llegar a ella, se
recomienda partir de una definición clara de lo que constituye la idea principal,
distinguiéndola de tema.
Tema indica aquello sobre lo que trata un texto y puede expresarse mediante un
palabra o sintagma, mientras que la idea principal informa del enunciado más
importante que el autor pretende explicar con relación al tema.
Pero sin embargo, según expone Solé, cuando se habla de idea principal se suele
omitir o tiene poca importancia lo que se refiere al lector, a sus conocimientos
previos y objetivos de lectura, que sin embargo es determinante para lo que el propio
lector considera principal. En este sentido es un acierto recordar a los docentes o
futuros docentes, como es mi caso, que lo que los lectores jóvenes consideran como
principal en un texto no tiene que coincidir con el criterio de los adultos. Solé recalca
que el profesor es quien debe intervenir para ayudar a sus alumnos a adquirir e
interiorizar estas estrategias.
La enseñanza de la idea principal en el aula
Sabemos que debemos enseñar a identificar o generar la idea principal de un texto
para conseguir una lectura fluida, autónoma y eficaz. Pero es cierto que se sabe
poco del proceso de lectura y su enseñanza, y por ello resulta tan útil las claves que
da Solé (y Baumann,1985) sobre cómo acceder a la idea principal.
Primero se debe de tener en cuenta que la idea principal resulta de la combinación
de los objetivos de lectura que guían al lector, de sus conocimientos previos y de la
información que el autor quería transmitir mediante sus escritos. Como alguien que
ha experimentado con pavor algunos comentarios de texto en clase de lengua, esta
aclaración sobre la consideración de los conocimientos previos del lector resulta
tranquilizadora. Muchas veces consideré que lo que mi profesor de literatura
identificaba como idea principal no podía ser, que el texto no decía nada en absoluto
sobre ello. Pero si tenemos en cuenta la diferencia de mis objetivos sobre la lectura
de esos textos en clase y mis conocimientos previos, y no teniendo información
sobre lo que el autor quería transmitir, sí era posible esa incongruencia.
8. Se parte del principio, en todo caso, de que es necesario enseñar qué es y para qué
sirve la idea principal, y enseñar cómo se identifica o se genera. Para acceder a la
idea principal el lector aplica una serie de reglas como son las de omisión o
supresión de la información trivial; las reglas de situación, integrando conjuntos de
hechos o conceptos en conceptos supraordenados; las reglas de selección
(identificar la idea en el texto) y de elaboración (se construye o genera la idea
principal).
Sin embargo, que los alumnos enuncien estas reglas no es suficiente para que
aprendan a utilizarlas y necesitan una demostración del profesor. Necesitan que
sea el docente el que explique los pasos que él mismo sigue en la identificación de
la idea principal de un texto concreto.
El problema es, como muchos de nosotros hemos sufrido, que en la realidad es
más frecuente que los profesores les pidan a sus alumnos que encuentren por su
cuenta la idea principal, que una tarea compartida entre maestros y niños, como
recomienda Solé.
También conviene que en estas situaciones la lectura sea lo más cercana posible a
lo que constituye leer en la vida cotidiana del alumno. Personalmente considero una
tarea hercúlea crear un ámbito de lectura en nuestros alumnos a través de una
lecturas obligadas, sin ninguna conexión con ellos, pero es cierto que hay que leer
de todo y variado. También son tiempos difíciles para crear estos hábitos con la
competencia tan fuerte de la televisión y los videojuegos.
Solé defiende la utilización de materiales de dificultad progresiva que faciliten el
aprendizaje. Pero supone un reto saber cuándo se deben utilizar estos materiales y
cuándo no. En mi experiencia personal, en segundo de BUP nos hicieron leer una
“El Quijote” con dificultad graduada, y lo encontré abominable. Al año siguiente, sin
embargo, leímos “El Quijote” original, y fue una auténtica maravilla.
El resumen
El resumen requiere de una concreción y forma escrita que no se desprende
directamente de la identificación de las ideas principales. Resumir no es unir frases
sueltas sino elaborar un nuevo texto elaborado de acuerdo con nuestros esquemas
de conocimiento, manteniendo lazos con el texto del que ha sido creado.
La enseñanza del resumen en el aula
Al igual que con la identificación de idea principal, es importante entender para qué
hay que resumir y asistir a los resúmenes que realiza el profesor, para que luego
los alumnos puedan usar esta estrategia de forma autónoma e incluso llegar a
discutir su realización. En este sentido me parece bastante optimista la visión de
unos alumnos discutiendo sobre los resúmenes que han realizado, pues no es una
tarea que en principio motive mucho.
9. Para poder resumir hace falta identificar las ideasprincipales, pero también las ideas
de relación que entre ellas establece el lector, de acuerdo con sus objetivos de
lectura y conocimientos previos. Aunque el resumen puede ser más interno e
integrar la aportación del lector (a su vez escritor) cuando consigue elaborar nuevos
conocimientos, transformándolos.
Me parece un gran acierto la recomendación que hace Isabel Solé de utilizar el
resumen desde el principio en primaria, pues frente a los detractores de este uso,
ella defiende su uso a nivel oral.
Formular y responder preguntas: no siempre, y no sólo, sirven para evaluar.
La última estrategia que analiza Solé en este capítulo es, como ella misma explica,
muy utilizada tras la lectura de un texto en clase. Pero suele limitarse a evaluar y
comprobar lo que recuerda o han comprendido los alumnos, pero no a reflexionar
sobre lo leído. Para que esta estrategia se esencial en una lectura activa, una vez
más es necesario que los alumnos asistan a lo que hace el profesor, que debe
plantearse a sí mismo interrogantes sobre la lectura y ayudar a los alumnos a
formular estas preguntas.
Debemos considerar ofrecer una pregunta pertinente, que es aquella que conduce
a identificar el tema y las ideas principales de un texto, aquella que es coherente
con el objetivo que se persigue mediante la lectura.
En todo caso la autora pone de manifiesto la vital importancia que la actuación del
profesor va a tener a la hora de enseñar estas estrategias en sus alumnos. El
profesor debe dar ejemplo y servir de modelo en su utilización y adecuación, porque
de otro modo los alumnos no tienen por qué ser capaces de aprenderlas