El documento describe los principios fundamentales del gobierno dominicano establecido por Santo Domingo de Guzmán, incluyendo la libertad, la responsabilidad personal, la democracia comunitaria y la flexibilidad para adaptarse a los cambios. El gobierno se centra en promover la predicación del Evangelio a través de un estilo de liderazgo de servicio y una toma de decisiones participativa que busca la unanimidad fraterna. El documento también analiza los desafíos de aplicar este sistema de gobierno en la actualidad.
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Un carisma para los cambios
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Un carisma para los cambios:
El gobierno dominicano como creatividad
- Quizá haya que explicar algo el título: “un carisma para los cambios”. La Orden nace
en el siglo XIII en un momento de importantes cambios sociales y culturales y está ya marcada
por esta señal de nacimiento, por lo que el carisma dominicano ha sido históricamente más
fecundo en estas épocas de cambios, como en el descubrimiento del Nuevo Mundo o en los años
previos al Concilio Vaticano II. Por eso, los cambios sociales y culturales no asustan ni
representan una amenaza, sino que son una oportunidad y una invitación a una nueva
fecundidad.
Hay en la Constitución Fundamental un párrafo que ve los cambios del mundo como algo
positivo y como una invitación a nuestra creatividad: “La finalidad fundamental de la Orden y el
género de vida que de ella deriva conservan su valor en todos los tiempos de la Iglesia. Pero su
comprensión y estima, como sabemos por nuestra tradición, urgen sobremanera cuando se dan
situaciones de mayor cambio y evolución. En tales circunstancias, La Orden ha de tener la
fortaleza de ánimo de renovarse a sí misma y de adaptarse a ellas, discerniendo y probando lo
que es bueno y provechoso en los anhelos de los hombres, y asimilándolo en la inmutable
armonía de los elementos fundamentales de su propia vida”.
Por ello, la razón principal de toda reestructuración, señala el Maestro de la Orden, es ser fieles
a este principio de creatividad. Los cambios sociales y culturales se convierten en esos signos
de los tiempos que nos ayudan a renovarnos. El gobierno dominicano está en función de esta
necesidad ineludible de creatividad para la predicación: la aportación de la Orden es esta
continua renovación y creatividad para la predicación del Evangelio.
El sistema de gobierno está diseñado para hacer posible esa adaptación a los tiempos. Su
flexibilidad, democracia, principio comunitario… están en función de esa creatividad para
reinventarse. Me voy a referir más directamente al gobierno de los dominicos, pero toda
nuestra familia dominicana tiene un parecido o “aire de familia” al compartir una misma
espiritualidad del gobierno.
1. Nuestra espiritualidad es nuestro gobierno
- El sistema de gobierno como espiritualidad
Santo Domingo no dejó una espiritualidad recogida en una colección de sermones o en textos
teológicos. En lugar de eso heredamos una forma de gobierno que promueve la libertad y la
responsabilidad para la predicación. “Nuestra espiritualidad es nuestro gobierno”. El Libro de las
Constituciones es nuestro libro de espiritualidad. El estilo de gobierno deriva del estilo de
predicación de la Orden. La predicación de la fraternidad y de la unidad exige el gobierno de
una fraternidad corresponsable y una vida comunitaria que acredite la predicación.
- Un gobierno para la predicación
El propio Santo Domingo mostró que el gobierno está en función de la predicación. Una de sus
primeras decisiones fue la de dispersar a los frailes de Toulouse, para que “el grano
amontonado no se echara a perder”.
2. Principios fundamentales del gobierno dominicano
1º. “Libres bajo la gracia”
Santo Domingo radicalizó un principio de la Regla de San Agustín: quiere firmemente que las
propias leyes no obliguen a culpa, para que los frailes las recibiesen sabiamente “no como
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esclavos bajo la ley, sino como hombres libres bajo la gracia”. Dice que si en algún convento se
cumplen las observancias por miedo a pecar, “él mismo iría sin demora por los claustros,
raspando todas las reglas con su cuchillo”. Se respeta el fuero interno, la conciencia personal, la
libertad individual y la responsabilidad personal. Implica una cierta “desacralización” de la
autoridad religiosa, inaudita entonces y quizá hasta hace no tanto tiempo.
2º. Un “gobierno comunitario” que busca la unanimidad
“Nuestro gobierno es comunitario, en el que sobresale la participación orgánica y proporcionada
de todas las partes”. De ahí que la autoridad suprema en la Orden no es el Maestro general sino
el capítulo general. Por esto es clave reunirse en capítulo para tratar y decidir los asuntos de
mayor importancia y elegir a los superiores y otros oficios. La principal tarea de los superiores
es llevar a cabo las ordenaciones y exhortaciones de los capítulos. Se manda obedeciendo.
Como dice la Regla de San Agustín, con el fin de que “habitéis en la casa unánimes y tengáis
una sola alma y un solo corazón hacia Dios”. El gobierno tiene como objetivo la unanimidad,
que es la unidad del corazón, del amor fraterno, buscando la mayor unidad posible en una
“visión compartida”. No es uniformidad: en la diversidad se mantiene la unanimidad de la
amistad fraterna que busca el punto más cercano a la “visión común”.
3º. Un tipo de democracia: la “koinocracia”
La democracia expresa nuestra fraternidad y comunión: es una “koinocracia” (de koinonía,
comunión), que indica el dinamismo de las primeras comunidades, en las que la unidad viene
por el lazo del Espíritu. La “koinocracia” subraya la libertad y la igualdad fundamental de cada
uno, con sus derechos y deberes, en la toma de decisiones “lo que a todos toca, todos deben
aprobarlo”.
Otro rasgo democrático es la temporalidad de los cargos y la limitación de los mandatos, para
promover la renovación y descubrir lo que más conviene en cada momento y adaptarse a los
tiempos.
4º. Una autoridad polifacética: el “pluricameralismo”
En las Constituciones primitivas aparece lo que luego será la distinción entre “poder legislativo”
y “poder ejecutivo”. Las leyes sólo las pueden cambiar los respectivos capítulos, aunque se
concede a los superiores un amplio “poder ejecutivo”. Por ejemplo, el Maestro de la Orden
puede asignar a los frailes a cualquier lugar del mundo, pero no puede cambiar las leyes,
competencia sólo de los capítulos generales.
El capítulo debe tratar los asuntos más importantes; el consejo más reducido, otros asuntos
administrativos, para que el resto no se distraiga de la misión. Dos elementos han favorecido
que la Orden no se haya dividido: la frecuencia de los capítulos generales, que en los inicios se
celebraban cada año, y la participación de frailes no superiores en la autoridad máxima del
capítulo, que impide una “casta de superiores” que siempre tomen las decisiones y acaparen el
poder.
La distinción de los niveles legislativo y ejecutivo y el sistema electivo por representantes es,
según se dice, lo que ha servido de inspiración a las constituciones de los estados
parlamentarios modernos como Inglaterra y Estados Unidos. Las primitivas Constituciones de
1220 anticipan en siglos elementos del derecho constitucional moderno.
5º. La autoridad del “prior”
Al superior se le llama “prior”, que viene del “primus inter pares” (primero entre iguales), para
resaltar la igualdad fundamental entre los hermanos y, al mismo tiempo, una responsabilidad
especial como “primero”. Se le pide prudencia, sabiduría, mantener la paz y la unidad, y que
predique con frecuencia a la comunidad.
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No nos gusta hablar de “liderazgo dominicano”. Casi nunca, ni entre los anglo-americanos, se
habla de esto. Creo que el liderazgo con estilo dominicano se parece más al “antilíder” de
Charlot en Tiempos Modernos (1936)…
Enseñanzas:
- Ser uno mismo: con su paso, su estilo, su personalidad… sin miedo y con la nobleza de
la propia dignidad humana…
- Salir al paseo con alegría, dispuesto a disfrutar del día, de los encuentros, de las
conversaciones…
- Es educado, amable, recoge lo que no le pertenece…
- Sin saberlo y sin darse cuenta encabeza a un grupo de personas más decididas,
reivindicativas…
- Como va el primero es el primero en recibir la amenaza y persecución de la policía…
- Acaba atropellado por la masa que le seguía y directo a la alcantarilla…
- Todavía insiste en sujetar lo que se ha encontrado para devolverlo… y el policía le lleva
preso como un líder revolucionario…
- Un buen sentido del humor…
Ciertamente el antilíder, o el liderazgo dominicano, lo es por casualidad; quizá también por
educación y cortesía; no es infrecuente que aquellos a los que lidera acaben atropellándole…;
puede terminar en alguna alcantarilla o comisaría… pero siempre con una buena dosis de buen
humor.
6º. Autonomía y evolución de la propia legislación
La Orden misma es la única responsable de su legislación: las actas del capítulo general y la
elección del Maestro son aprobadas por el capítulo mismo, sin necesidad de que otra autoridad
lo confirme. Santo Domingo subraya así la confianza en la responsabilidad de los hermanos.
Igualmente quiso, con inaudita libertad histórica, que la legislación de la Orden fuera un
“cuerpo” vivo siempre en evolución y flexible para adaptarse a las exigencias de cada época.
Para que una constitución cambie y pase a formar parte definitivamente de la legislación, hace
falta que lo aprueben tres capítulos generales consecutivos. Esta capacidad evolutiva de la
legislación refleja que está en función de su misión y debe adaptarse a los tiempos.
7º. Principio de flexibilidad: la ley de la dispensa
La dispensa existía antes, pero en la Orden se introduce de un modo novedoso como una ley.
Domingo coloca la ley de la dispensa en el frontispicio de sus Constituciones.
Esta ley supone dos aportaciones. 1) Implica una atención a lo individual y a las circunstancias
particulares de cada hermano. 2) Permite regular un probable conflicto de valores,
estableciendo su jerarquía y la supeditación de los valores secundarios a los más altos. La ley
permite al superior dispensar en función de la predicación y el estudio.
3. Dificultades y desafíos del gobierno dominicano
1º. Un sistema “exigente” que presupone personas libres y maduras:
“optimismo antropológico” e “idealismo”
Es un estilo de gobierno exigente. Presupone la madurez de cada hermano y sólo funciona bien
si hay sujetos adultos y responsables.
Se critica un exceso de “optimismo antropológico” respecto a los religiosos, como si fuéramos
inmunes al daño del pecado y los conflictos. “Todo muy ideal y teórico, pero en la práctica,
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inviable”. Seguramente hay algo de cierto. Sólo puedo decir que cuando funciona (¡y después
de 800 años ha funcionado alguna vez!) es fecundo en valores evangélicos.
2º. El desafío de la formación inicial y la formación permanente para la fecundidad del gobierno
dominicano
En un modelo así es clave la formación inicial y la formación permanente. En nuestro carisma el
estudio no es una etapa de la vida sino una forma de ser y un elemento estructural de la
predicación. La formación inicial pretende educar para alcanzar la libertad y responsabilidad de
Santo Domingo. Un sistema de gobierno basado en la confianza exige procesos de formación y
maduración probablemente más largos de lo previsto, así como la inserción en comunidades de
referencia capaces de asumir su libertad de un modo adulto y ejemplar. Aprender a vivir con y
en libertad es un desafío constante. Es un proceso de personalización que exige “fuertes
convicciones personales” (Benedicto XVI).
3º. La interacción entre los distintos niveles y tipos de autoridad
Este modelo necesita que interactúen bien los niveles de gobierno y los diversos tipos de
autoridad. Si en algún nivel no funciona bien, todo el conjunto se resiente. Debe haber una
interacción y complementariedad de los distintos tipos de “autoridades”. No sólo hay la
“autoridad” en virtud de un cargo, está la de los sabios, los ancianos y los jóvenes, las de los
pastoralistas o misioneros, etc… No se puede absolutizar un único tipo de autoridad, si no
buscar la armonía polifónica de todas.
4º. La integración del carisma personal y la misión común
Entre nosotros es fundamental el respeto al carisma personal. La fecundidad en la vida
dominicana se da cuando se encuentran las necesidades de la misión común y el carisma
personal. No se trata sólo de respetar, debe desarrollarse, para no perder vitalidad e
innovación.
5º. El debate sobre el carácter “democrático” de la Orden
En las reuniones internacionales se suscitan debates apasionados al hablar de “democracia”,
fruto de la diversidad cultural y de distintas posiciones ideológicas sobre las democracias
políticas. Unos se sienten orgullosos de nuestra democracia, otros ven el peligro de que se
contagien aspectos negativos de las democracias políticas, como la exclusión o marginación de
las minorías o la existencia de grupos de presión que manipulan y bloquean.
Ahora bien, lo que limita a las democracias políticas no afecta sin más al gobierno dominicano;
nos diferencia la pretensión de unanimidad y unión fraterna al servicio de la misión común.
Quizá las democracias eclesiales podrían aportar algo a las democracias políticas, como su
primado del bien común y modos de participación activa.
6º. La encarnación del gobierno dominicano en las diversas culturas
Nuestro sistema tiene sus influencias culturales en las nuevas formas de asociacionismo en la
Europa del siglo XIII, pero su raíz profunda está en la espiritualidad evangélica para una nueva
predicación apostólica. La inculturación de nuestro gobierno es un desafío en toda cultura. Éstas
podrán enriquecer los valores de libertad y responsabilidad, pero nuestro sistema puede
colisionar con algunos estilos culturales. El desafío es discernir qué elementos culturales
enriquecen el sentido democrático dominicano y cuáles pueden deformarlo.
7º. Ineficacia y lentitud del gobierno comunitario
El gobierno comunitario hace más lentos los procesos de discernimiento y toma de decisiones.
La amada democracia pide tiempo. Y paciencia. Nuestra tradición de dar a cada hermano voz y
voto no siempre es la más eficaz para llegar a las mejores decisiones, pero es un testimonio de
valores evangélicos que ofrecemos en la Iglesia. Además, lo que es decidido por todos es más
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fácilmente asumido por todos. El desafío es lograr un equilibrio entre participación y eficacia. La
participación, bien organizada y liderada, no tiene por qué ser inoperativa e ineficaz. Quizá la
menor rapidez y eficacia es el peaje a pagar por una libertad y democracia que vienen de lejos.
¡Gracias a Dios hay otras familias eclesiales que podrán responder con mayor rapidez! ¡Gracias
a Dios que otros seamos memoria viva de un estilo participativo y democrático en la Iglesia!
4. El gobierno como creatividad: el proyecto 2016 de una nueva provincia de los
dominicos.
- Jubileo 2016: la fiesta de ser nuevos. Una impresión, quizá también una intuición: el
Jubileo del 2016 coincide en España con una nueva etapa en los dominicos, y quizá en toda la
familia dominicana. Es la ocasión para una nueva reorganización vinculada al impulso del
Jubileo. Creo acertado vincular la nueva provincia al Jubileo del 2016: (1º) supone un contexto
de celebración, agradecimiento y alegría”; (2º) un contexto de renovación y compromiso
personal e institucional; (3º) Dentro de una perspectiva global de la Orden … en la perspectiva
de una renovación de la predicación y una innovación de nuevos ámbitos y formas: se vincula
así más claramente la reestructuración con la misión; (4º) aprovechar las celebraciones del
Jubileo para vincularnos e interrelacionarnos los frailes de las distintas provincias…
- Hay un presupuesto de colaboración previa. los desafíos exigen pensar y proyectar
juntos, en una misma estructura de gobierno y organización. Los problemas comunes deben
afrontarse en conjunto, dentro de un mismo régimen común.
- El objetivo, por tanto, es la creatividad para la predicación que necesitamos para
adaptarnos a los tiempos, a los cambios, internos y externos, que nos afectan. Como dominicos
en España necesitamos reflexionar, programar y decidir juntos sobre los desafíos a nuestra vida
y misión.
- La creatividad parte de redescubrir lo sustancial del carisma y ponerlo en diálogo con los
tiempos para encontrar los medios y formas actuales para desarrollarlo. Un proyecto de misión
dominicana que tiene unas prioridades apostólicas: (1) la misión intelectual y particularmente el
quehacer teológico; (2) la misión educativa y formación cristiana, especialmente de los más
jóvenes y las comunidades cristianas; (3) la atención a la vulnerabilidad y promoción de los
derechos humanos; (4) y los nuevos medios de comunicación y las expresiones artísticas.
- Una creatividad con estos principios de la misión: (1) la urgencia de la misión y la
conciencia de esta emergencia; (2) el diálogo como actitud y forma de la misión, sobre todo
diálogo intercultural e interreligioso; (3) el testimonio de la vida comunitaria fraterna como
misión; (4) la colaboración en la misión como estilo de la predicación dominicana,
especialmente con el laicado; (5) y la importancia de la vida contemplativa como alimento y
sostenimiento.
- Una urgencia en España: la situación de la Orden en España, por disminución y
envejecimiento, va a cambiar y debemos anticipar la situación futura y prepararla.
- Un proyecto: una provincia nueva (con nombre nuevo: Hispania) a la que integrarse las
tres provincias. Entre la necesidad de reestructurar y el deseo de que sea una renovación o
revitalización, identificando las prioridades, identificando lo sustancial que queremos hacer
como dominicos.
- Sobre los medios: (1) Crecer sobre lo que ya funcionaba en común en colaboración y
desarrollarlo. (2) Cada provincia debía hacer sus propios “deberes” de reestructuración antes de
la unión. (3) Buscar el modo de renovar presencias significativas prioritarias y proyectos de
innovación pastoral.
- En la última etapa de este proceso, se ha insistido en: (1) Encuentros para que los frailes
se conozcan, intercambien ideas, analicen cómo revitalizar prioridades. (2) Preparar borradores
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del proyecto de vida y misión; estatuto de provincia, estatuto económico, estatutos de los
vicariatos, etc… (3) Coordinación en el gobierno; una junta de gobierno con reunión trimestral;
una coordinación de los provinciales; reunión trimestral de los tres consejos… Y las comisiones
que ya son conjuntas: de formación, de vida intelectual, PJV, internet, formación permanente y
predicación, Justicia y Paz, etc…
- Algunos retos:
(1) Los vicariatos-misiones: también en proceso de reestructuración… o de integrarse en
entidades locales.
(2) Motivar e integrar a los hermanos poco motivados al proyecto.
(3) Muchos cambios a la vez… Poco tiempo para asimilar tantos cambios.
(4) Un proceso de unión tal vez demasiado largo, pero hacerlo en 2016 es un valor.
(5) Hay que repensar la vinculación y colaboración con otras entidades dominicanas, con las
que se mantenía un cierto nivel de colaboración.
- Las “nuevas provincias” requieren una nueva forma de gobierno:
Un objetivo es el simplificar estructuras y racionalizar los recursos humanos con los que
contamos, para poner más fuerzas y energías en la misión. Pero una provincia “nueva” exige
atender a algunos aspectos del gobierno. Por ejemplo, estos tres:
(1) Puede haber dificultades en el gobierno de las personas, al ser todavía una provincia
muy numerosa, con muchas personas mayores que piden dedicación de tiempo, tanto del
provincial en la provincia como de los superiores en las comunidades. El sistema de gobierno
pide más delegación y buena coordinación, junto con una selección o priorización de los asuntos
más importantes. También en las comunidades grandes estos son asuntos importantes.
(2) Hay una multiplicación de urgencias, bien por la rapidez de los cambios, bien por la
urgencia de necesidades… A veces, con una presión añadida por las comunicaciones, porque
algunos asuntos tienen una dimensión pública y de medios de comunicación. Hemos entrado en
estos medios de comunicación y es difícil estar en ellos si uno no asume su vertiginoso ritmo…
(3) El número de obras y de proyectos apostólicos no disminuyen, en proporción a la
disminución de religiosos. Al hablar de esto, nos solemos referir a los laicos y la misión
compartida: hay que cuidar el acompañamiento a los laicos y programar y acompañar procesos
de formación del laicado.
5. Conclusión: ¡800 años de gobierno dominicano!
Algunos han pensado que con tal modelo de gobierno y autoridad, la Orden desaparecería
pronto o, como mínimo, rápido se iba a dividir. Sin embargo, este estilo “tan anárquico, liberal y
poco operativo” ha sido clave para que la Orden, sin dividirse nunca, celebre en el año 2016 los
800 años de su confirmación. Por otro lado, la nueva provincia de Hispania es signo de vitalidad
y creatividad. Eso sí, no exento de desafíos que deberemos afrontar con compromiso y
generosidad.
Sea como sea, al final los 800 años… son la mejor “apología” del gobierno dominicano. ¡Incluso
puede que hasta no sea tan ineficaz! Gracias por la invitación a estas conversaciones y por
vuestra paciencia.