15. Tigre, tigre, que te
enciendes en luz
por los bosques de la
noche
¿qué mano inmortal, qué
ojo
pudo idear tu terrible
simetría?
¿En qué profundidades
distantes, en qué cielos
ardió el fuego de tus
ojos?
¿Con qué alas osó
elevarse? ¿Qué mano
osó tomar ese fuego?
16.
17. Estás enferma, ¡oh
rosa!
El gusano invisible,
Que vuela, por la
noche,
En el aullar del viento,
Tu lecho descubrió
De alegría escarlata,
Y su amor sombrío y
secreto
Consume tu vida
18.
19. Si las puertas de la
percepción se
depurasen,
Todo aparecería a los
hombres como
realmente es: infinito.
Pues el hombre se ha
encerrado en sí mismo
hasta ver
Todas las cosas a
través de las
estrechas rendijas de
su caverna.
20.
21. ¿Y hollaron esos pies, antaño,
Los verdes montes de Inglaterra?
¿Y viose el sacro Cordero de Dios
Por los pastos ingleses, placenteros?
¿Resplandeció el divino rostro
Sobre nuestras colinas nubladas?
¿Y se edificó una Jerusalén
En medio de esos negros, satánicos
molinos?
¡Dadme mi arco de oro ardiente!
¡Dadme mis flechas de deseo!
¡Traed mi lanza! ¡Abríos, oh nubes!
¡Traedme mi carro de llama!
No cejará en mi espíritu la lucha
Ni ha de dormirse en mi mano la
espada,
Hasta que levantemos otra Jerusalén
En el solar verdeante y dulce de
Inglaterra.
22.
23. ¡Ah, girasol! Hastiado del
tiempo,
Contaste las pisadas del Sol,
Y buscaste aquel clima dulce
y dorado
Donde concluye el rumbo del
viajero:
Allí donde la juventud ardiente
de deseos,
Y donde la Virgen joven
amortajada en nieve,
Se levantan de sus tumbas y
anhelan ir
Hacia donde mi girasol desea
llegar.