1. PRESENTACIÓN AL ACTO “Aprenent i decidint com morir”
A cargo de ÀNGELS MARTÍNEZ CASTELLS, Presidenta de Dempeus per la salut pública
En la presentación de este acto --y al tiempo que me corresponde el honor de
presentar al Dr. Luis Montes y agradecer a las amigas y amigos de DMD y a todos
ustedes que hayan acudido esta tarde de viernes a analizar y hablar de forma colectiva
de vida y muerte digna-- quisiera tocar brevemente 5 puntos:
1).- Estamos hablando de la conquista de un derecho que puede tener sus momentos
de retroceso, pero que avanza con toda seguridad. He leído que incluso en el
conservador Parlamento Foral de Navarra se ha admitido a trámite una propuesta de
ley que, con sus luces y sus sombras, significa un avance. La propuesta de Nafarroa Bai
fue votada a favor por todos los grupos políticos menos la UPN que alegó: "no hay
ninguna necesidad real". Su argumento me ha recordado otros momentos de avance y
retroceso como la postura claramente a favor del ex ministro de sanidad Bernat Soria
que se propuso legislar sobre muerte digna y suicidio asistido y vio frenados sus
proyectos por el gobierno del que formaba parte. La ministra Trinidad Jiménez, que le
sucedió en el cargo, preguntada por una periodista feminista si iba a retomar la
propuesta de Soria, respondió de forma decepcionante:
“No forma parte de una prioridad en el debate social ni político; por tanto, no tengo
intención de avanzar en este aspecto. No existe un clima social que demande este tipo
de legislación, ni para la muerte digna ni para el suicidio asistido. En ninguno de los dos
casos hay demanda. Sí hacemos un esfuerzo para que haya cuidados paliativos que
permitan a los pacientes morir sin dolor. Y un registro de voluntad previa.”
Lo que más me sorprende y enfada es que se hable de "demanda" de muerte digna
como si de una mercancía más se tratara. No debería haber mercado de la muerte
digna, con sus ofertas y demandas, porque se trata de un derecho, equiparable al
derecho a la salud e íntimamente relacionado con el mismo. Quien se atreva a decir
que no hay demanda de "muerte digna" es porque no ha observado tampoco las
innumerables reivindicaciones por una "vida digna". Aunque quizá algo de razón tenga
la ministra para recurrir a conceptos de mercado, porque sí pueden tener una "muerte
digna" quienes pueden pagar su coste en este país o fuera de él.... incluso los cuidados
paliativos tienen, en mucho casos, diferente aplicación según el status socio-
económico. Por eso quisiera acabar este primer punto observando que la "muerte
digna" tiene también sesgo de clase, y como explicaré más adelante, también de
género.
2).- El segundo punto es también un motivo más para justificar esta Jornada, y lo
suscitaron unas palabras de advertencia de un médico del Hospital Clínic de Barcelona
avisando que: "El derecho a la muerte digna nadie lo detendrá, pero lo que me
preocupa ahora es la rapidez con la que avanza lo que se ha convenido en denominar
distanasia o sea, el encarnizamiento o ensañamiento terapéutico, mediante el cual se
procura posponer el momento de la muerte recurriendo a cualquier medio artificial,
pese a que haya seguridad que no hay opción alguna de regreso a la vida, con el fin de
2. prolongar su vida a toda costa". Es decir, no admitir el fracaso médico que es la muerte
pero, al mismo tiempo, dar también pie a prácticas experimentales que pueden
resultar extremadamente dolorosas para quien es paciente y las personas que le
rodean.
Cuando a este aspecto de enseñamiento médico se une el fundamentalismo católico
de que hay que nacer, parir y morir con dolor de manera irremediable, porque según
sus creencias a este mundo hemos venido a sufrir y este dolor nos purifica y nos
prepara para un hipotético Juicio Final, la combinación no puede ser peor, ni la
perspectiva que nos aguarda puede ser más espantosa.
3).- Quisiera incidir ahora en esta concepción casi antropológica del nacimiento,
enfermedad y muerte que se caracteriza por ser básicamente un mundo de mujeres.
Las tendencias hopitalocentristas de los últimos tiempos (que sin embargo también
están revirtiendo) no pueden hacernos olvidar que en muchas sociedades --y en la
nuestra hasta hace bien poco-- éste era un mundo donde las mujeres, en sus redes
familiares y de vecindario-- atendían a la parturienta, a la persona enferma y a la
moribunda. La ayuda de las personas profesionales de la sanidad es fundamental e
inestimable, pero en la cotidianeidad de los días de enfermedad y agonía hay un
universo de mujeres. Ellas son las primeras interesadas, y por partida doble: tanto
como cuidadoras como protagonistas-- de que a una vida digna suceda una muerte
digna.
4) Finalmente, ya toca presentar a quien es hoy nuestro invitado, aunque soy también
perfectamente consciente de que no es necesario. Por tanto, antes de que tome la
palabra el Dr. Luis Montes y desgrane sus argumentos, sí quiero resaltar que la
sinrazón que vivió y padeció (un auténtico drama personal, profesional y humano)
acabó en una especie de sainete que corrobora el esperpento.
Brevemente: Una denuncia anónima acusó en el año 2005 a 15 médicos del hospital
Severo Ochoa de Leganés (Madrid), de “400 homicidios” en el servicio de urgencias.
Esta acusación cobarde de quien oculta su identidad pasó de 400 supuestos homicidios
en marzo del 2005 a reducirse a 73, luego a 16, posteriormente a 4 y acaba, en julio del
2007, por quedar sólo en una mención de mala praxis... que en el año 2008 tuvo
también que retirarse. Este es el auténtico drama que reúne todos los requisitos de un
proceso inquisitorial. Y el sainete final lo escriben Esperanza Aguirre y el cardenal
arzobispo de Madrid, Rouco Varela, firmando en abril del 2008 un convenio que
amplía las funciones de los sacerdotes en los hospitales. Ello suponía que el Servicio de
Asistencia Religiosa Católica forme parte del comité de ética y del comité
interdisciplinar de cuidados paliativos de los hospitales públicos de la Comunidad, con
lo que se ampliaban las funciones de los curas que asisten a los hospitales hasta
permitir que emitan su voto dentro de este comité encargado de decisiones como la
sedación de enfermos terminales, la práctica de un aborto o la reanimación de un
bebé en determinados casos.
Es tan grotesca esta propuesta que me recuerda lo que le sucedió a una amiga médica
que después de unos años de práctica hospitalaria en uno de esos servicios donde no
se muere nadie, decidió ir a ejercer la medicina a una zona rural, de población muy
3. envejecida. Lo que más le asustaba de su nueva práctica era cómo dar la noticia --en
una sociedad donde la mayoría de las personas siguen muriendo en casa-- de que una
persona enferma era ya irrecuperable. El consejo que le dieron desde el Hospital,
como verán, no pudo ser peor. Cuando mi amiga se encontró con el primer enfermo
terminal, un abuelo muy querido, repitió las palabras que le habían aconsejado
pronunciar: "Yo ya no puedo hacer nada más por él... Si quieren avisar a un
sacerdote..." El respingo que pegó la familia fue antológico. "Usted lo quiere matar ya,
y de un disgusto. En esta casa nunca hemos querido saber nada de los curas... ¡Y ahora
que está tan enfermo el abuelo quiere traerle uno a casa! Lo que usted tiene que hacer
es procurar que pase sus últimas horas sin dolor, y no hacer propuestas a tontas y a
locas que nos pueden costar un disgusto muy serio".
Mi amiga entendió entonces que el personal sanitario profesional y amigo hasta el
final no debe mezclar ni ideología ni magia con las buenas prácticas. Y aprender esto
que le costó un buen disgusto, el Dr. Luis Montes lo sabía perfectamente desde la
coordinación del Servicio de Urgencias del Hospital Severo Ochoa de Leganés.
5).- Y con eso paso al último punto de presentación que explica de forma clara porqué
desde Dempeus nos enorgullece compartir este acto con la asociación DMD y el Dr.
Luis Montes. En palabras que le he leído y que son comunes, Luis Montes afirma que
"todos estamos por la vida" mientras prosigue su lucha por el derecho a una muerte
digna. Estoy segura que estamos hablando de lo mismo: porque lo he visto recogiendo
firmas contra la privatización de la sanidad, porque he leído declaraciones suyas donde
explica que las leyes son poderosas, pero que es la sociedad, con consultas populares,
con movilización, haciéndose oír, la que consigue que se promulguen y mejoren, y
porque entendemos lo mismo por salud, también en la dignidad, la autonomía y la
solidaridad que deben acompañar a la persona hasta su muerte. Y porque en
definitiva, tienen la misma matriz social y personal el derecho a una vida digna y a
morir dignamente.
Àngels Martínez i Castells
Barcelona 12 de noviembre de 2010.