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ENCUENTROS




                       NUEVA ÉPOCA Nº 2
REVISTA DEL GRUPO LITERARIO ENCUENTROS SEGUNDO SEMESTRE 2008
               CASA DE LA CULTURA TRES CANTOS
Eventos
      En la pasada Feria del Libro de Tres Cantos, el listón más alto de la presencia de autores
consagrados (en calidad, tanto como en cantidad de público presente) lo puso sin duda nuestro amigo
Félix Grande, quien nos ofreció en la carpa de la Feria una brillante conferencia titulada “El cancionero
anónimo olvidado”.
                                                           Digo bien nuestro amigo, por dos motivos: En
                                                    primer lugar, porque no vino convocado por la
                                                    empresa a la que el Ayuntamiento cede la
                                                    organización, sino directamente por nuestro Grupo.
                                                    Y en segundo lugar, porque el resultado de la
                                                    reunión fue no sólo gozar de su elocuencia y sus
                                                    conocimientos en materia tan interesante y bella,
                                                    sino de su calidad humana, de su sencillez y
                                                    generosidad rápidamente transmutada en amistad, en
                                                    el diálogo ameno posterior en torno a una mesa de
                                                    bar bien servida. Félix se fue de Tres Cantos dejando
                                                    la sensación de que ya era uno más del grupo, y de
                                                    que volveríamos a verlo aquí en otra ocasión, más
                                                    pronto o más tarde.

      El cancionero anónimo olvidado. Las coplas
que alguien soltó un día al aire como bandada de
pájaros ciegos, sin destino ni memoria, para
expresar en tres o cuatro líneas una verdad
profunda, una pena desgarrada y sin consuelo. Las
coplas que se fueron modulando en la terrible
música gutural de la toná, en la letanía exasperante
del martinete, en la cascada caudalosa y oscura de la
siguiriya.
           Con las fatiguitas de la muerte
               a un laíto yo m’arrimé,
              con los deítos de la mano
                   arañaba la paré.

                                                               Acabada la función nos fuimos, como ya
                                                        he comentado, a disfrutar de su compañía y de la
                                                        camaradería del Grupo, en esa otra sede social
                                                        alternativa que viene siendo el bar de Gerardo y
                                                        Cristina, “Las Cuevas”. Allí compartimos con él
                                                        un largo rato de charla, anécdotas, lectura de
                                                        poemas, y celebración del vino.
                                                              Dice Félix en el primer capítulo de su
                                                        “Memoria del Flamenco”: “Echo de nuevo vino
                                                        en este vaso y bebo. Este líquido, este viejo y
                                                        cálido líquido, está muy vinculado a la memoria.
                                                        Está, en consecuencia, vinculado a la vida. Sigo
                                                        asomado a la ventana y viendo, de algún modo,
                                                        los viajes, los seres, la millonaria arena del
                                                        camino, la circulación de esa otra sangre
                                                        umbilical, mis años, mi fortuna.”…
                                                                       Volveremos a vernos, estoy seguro.

                                                                      Germán Ojeda Méndez-Casariego

                                                        2
Editorial
PRESIDENTE
Germán Ojeda Méndez-Casariego

                                                         Prometimos continuidad, y aquí tenemos el número siguiente.
VICEPRESIDENTA
Carmen Martín Palacios                            Nuestra revista, el mejor vehículo de expresión de este grupo de
                                                  amigos interesados por la cultura que llamamos Grupo Literario
SECRETARIO
                                                  Encuentros, está otra vez a disposición quienes quieran leernos.
Juan V. Amezcua Lanzas
                                                         No es precisamente la escasez de textos, la falta de inquietud
                                                  comunicativa, o las horas de trabajo necesarias para componerla, lo
TESORERO
José Aceituno Medina                              que impide que esta revista aparezca con más frecuencia y amplitud
                                                  de contenido: No, todo lo contrario; el entusiasmo por participar en
El Grupo Encuentros se reúne
                                                  ella es muy grande, y se nos acumulan trabajos que inevitablemente
cada jueves en la Sala Juan Bartolomé de la
                                                  quedan reservados para próximas ediciones. No, es otra la causa: Una
Casa de la Cultura de Tres Cantos, en
                                                  revista sin publicidad (la ausencia de ánimo de lucro tiene la
horario de 19,00 a 20,30 h.
La asistencia es libre y gratuita.                contrapartida de no contratar con empresas comerciales), apenas con
Algunas ilustraciones interiores obtenidas        una pequeña subvención del Ayuntamiento de Tres Cantos, tiene un
en Internet.
                                                  alto coste que limita nuestras pretensiones. Aún así, amigos lectores,
------------------------------
                                                  nos propusimos una revista con continuidad periódica, de la que este
EQUIPO
                                                  ejemplar es el mejor y promisorio fruto.
COORDINACIÓN
Andrés Acosta González                                     Para quienes no nos conozcan, que ya deben ser pocos
PORTADA                                           después de tantos años, les contamos que el Grupo Literario
quot;La Bibliotecaquot;
                                                  Encuentros somos una asociación de amigos, con una enorme amiga
Carlos Pérez Pestana
                                                  compartida que es la Cultura, las expresiones literarias a lo largo de
DISEÑO Y MAQUETACIÓN
                                                  la experiencia humana, la música como modulación inapresable de
Lorenzo Martín Cantera
                                                  esa literatura, la Historia y otras facetas del conocimiento y la
IMPRIME
VA-IMPRESORES                                     conciencia del ser. Nos reunimos en tertulia, muchas veces en forma
DEPOSITO LEGAL Nº
                                                  de conferencia, todos los jueves a las siete de la tarde, en la Casa de
M-8726-2008
                                                  la Cultura.
EDITA Grupo Encuentros
                                                         Aunque cada uno de los miembros del Grupo puede tener muy
www.grupoencuentros.es
                                                  claras sus ideas, y exponerlas en el debate cuando se traten temas
COLABORAN EN ESTE NÚMERO:
Aceituno Medina, José                             conflictivos o que supongan una indagación de perspectivas
Acosta González, Andrés
                                                  históricas y su proyección actual, no es nuestra función entrar en el
Álvarez Quintana, José Luis
                                                  debate político sobre actuaciones administrativas, y menos en el
Álvaro López, María Isabel
                                                  ámbito local, por sus connotaciones. Pero no podemos dejar de
Caballero Álvarez, Quiterio
Collantes Fernández, Alberto                      señalar nuestra preocupación por el magro resultado de la Feria del
Del Rey Alonso, Samuel                            Libro 2008 de Tres Cantos, que podemos calificar (como lo hizo
Espiña Cillán, Elena
                                                  unánimemente la prensa local) de fracaso. Casi ningún expositor
Fernández de Tena, Antonio
                                                  local, casetas cedidas a empresas comerciales que nada tenían que ver
García-Quismondo Hurtado, Rodrigo
                                                  con el libro, escasas ventas, desganadas y con poquísimos oyentes las
González Alonso, José Miguel
Hernández Esteban, Pilar                          figuras literarias invitadas, con el bochorno final de Rosa Montero
López Gil, Manuel                                 sola en el estrado con el público de espaldas. Con una notable
Martín Palacios, Carmen
                                                  excepción: La presencia de Félix Grande, traído por nuestro grupo
Mayorga Noval, Marcos
                                                  (con ayuda financiera del Ayuntamiento, por mediación del director
Ojeda Méndez-Casariego, Germán
                                                  de la Casa de la Cultura), quien convocó más público que nadie para
Orgaz Vigón, María Isabel
Pérez Moronta, Elena                              una conferencia magnífica en la que no hubo deserciones. Hay
Pérez Pestana, Carlos                             tiempo hasta el año que viene para pensar qué es lo que se hizo mal.
Picquot Martín, Nicole
                                                         Entre tanto, sólo nos queda anticiparles algunos temas de
Portillo Cuerva, Juan
                                                  tertulia para el curso que viene, pendiente aún de cerrarse el
Sánchez Fernández, Rosario
                                                  programa: Se hablará posiblemente, entre otras cosas, de Bertolt
Vega Cabello, Juan Bautista
Vicioso Ruiz, Ana María                           Brecht (leeremos el Galileo), de poesía canaria, de Ingmar Bergman,
                                                  de Alfred Döblin o de Stefan Zweig.
        SUMARIO
Félix Grande y Encuentros.. Pág. 2                       Y no podemos despedirnos sin dejar un recuerdo afectuoso para
Editorial .............................. Pág. 3
                                                  nuestro compañero Juan Van Drell, recientemente desaparecido. A él
Poesía, narrativa y
                                                  se dedica este número, y las páginas centrales con nuestro mayor
Ensayo ................ Págs. 4-10, 15-22
                                                  sentimiento volcado en ellas.
Homenaje a Van Drell...Págs. 11-14
Colegio Julio Pinto Gómez. Pág. 23                     Te esperamos.
Van Drell en el recuerdo .... Pág. 24
Para matar tu pena *
                                        Como aprendiz de poeta
.... para matar tu pena yo tengo
                                        tomé el papel, la pluma
un jilguero de palabras
                                        y una brizna de mi alma
y un manojo de ruiseñores,
                                        que verter.
un cuchillo de canela
y un fusil de hierbabuena,
                                        Como aprendiz de poeta
un enjambre de lirios
                                        tomé una pizca de mar
que sangran si lloras,
                                        también.
y un huerto de luz
para sembrar abrazos,
                                        Y de las nubes la mirada, y el vaivén
y una higuera antigua
                                        del péndulo de aquel reloj
que se sabe tu nombre,
                                        en la pared.
y en mi poema un sitio
para inundarte de alondras,
                                        Como aprendiz de poeta
¡ ay, que para tu pena !
                                        te busqué.
                         Ibn – Zaydūn
                                                       Carlos Pérez Pestana
                Anda, ve y dile *

.... anda,
     ve y dile a tu boca
     que no tiente
     el umbral de mis labios;
     anda,
     ve y dile a tu sonrisa
     que no enjaule
     al ruiseñor que la gobierna;
     anda,
     ve y dile a tus ojos
     que no se rían de mí
     cuando me subyugan;
     anda,
     ve y dile a tu corazón
     que no se esconda
     cuando yo lo sospecho;
     anda,
     ve y dile a tu mano
     que no tiemble
     cuando barruntan abrazos;
     anda, mujer,
     ve y dile a la mar
     que me haga naufragar
     en tu regazo,
        anda, ve,
      y no esperes más.

                         Ibn – Zaydūn

* Canción para Wallāda




                                               4
Necesidad                                                 Nubes en junio
Nunca mis manos tuvieron tanta necesidad de                 Lluvia bendita, beneficiosa.
acariciar,                                                  Agua cómplice de la naturaleza,
ni mis labios tanta necesidad de besar,                     que transforma en esmeralda la pradera
ni mis ojos tanta necesidad de mirar,                       a los pies del imponente Guadarrama.
ni mis oídos tanta necesidad de escuchar,
ni mi mente tanta necesidad de comunicarse,                 Con traje primaveral de gala,
ni mi cuerpo tanta necesidad de ser abrazado.               salpicado de espliego malva y amapola,
¿Y nada podrá llegar a ti?                                  perfumado de tomillo y de manzanilla
¿Y todo se quedará en el aire?                              el duende renovador de la primavera
No me extraña que a veces                                   se apodera de las mejillas de la campiña.
el aire susurre cosas maravillosas.
No me extraña que a veces,                                  Cadencia tranquila del tiempo que pasa.
sin saber por qué, mi corazón tiemble,                      Murmullo eterno de la onda,
y sin saber por qué, mis ojos lloren;                       donde los rayos del sol se vuelven escarcha
Y es que en el aire                                         y el latir de la tierra conmueve a quien lo escucha
¡hay suspendidas tantas cosas!
                                    Pilar Hernández
                                                                                                        Nicoletta




                                                  Agur amor
        Ahora voy menos a verte. Tuve que espaciar mis visitas porque ni me daba el infarto deseado ni la
angustia de las lágrimas secas me consolaba. Cada tres días vuelvo a tu lado para recordar tu risa, tu ternura, tu
amor. Si por un momento refulge el sol, espero ilusionada que el rayo me haga un guiño que caliente un
instante mi alma angustiada y me indique que aún estás ahí, que todavía estás aquí conmigo. Cuando el celaje
de nubes negras tapa la luz, me repliego sobre el suelo suplicando que esa oscuridad embadurne mi cuerpo y
acabe de consumirlo para siempre. Durante ese momento eterno desearía que toda mi alma y todo mi cuerpo
atravesaran la tierra para cogernos de la mano y sumergirnos en las puras ondas etéreas incontaminadas y
limpias de todo odio humano y de toda violencia. Cuando regreso, la congoja me ahoga físicamente y querría
dejar de respirar, pero nunca lo logro. Al bajar la pendiente del cementerio y darle la espalda al mar, siento que
me alejo otra vez de tu lado, hasta que el próximo día te busque con desesperación donde yacen tus restos
despedazados por la bomba lapa terrorista que te apartó de mi lado para siempre. Y me quiero morir, pero no
me muero. Y quiero llorar, pero no puedo. Y la desesperación y la impotencia me abruman y me hieren, pero
nunca lo bastante como para enloquecerme.
        Mis lágrimas se secaron el día que quise meterme contigo en tu último lecho, para recomponer tu cuerpo
y acompañarte en tu último viaje. Pero no me hiciste hueco.
        Y aterrorizada recomienzo desde mi orilla angustiada el viaje inacabado hacia el océano amargo donde
se va diluyendo mi odio y aumentando mi soledad.
        Amor, ¡qué sola y qué desvalida me siento sin ti! Porque te sigo queriendo con toda mi alma.
        Agur amor.

                                                                                   Alberto Collantes Fernández

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Francisco de Goya y Lucientes. Los desastres de la guerra (1810-1815).
Francisco de Goya fue un creador de larga vida, a caballo entre dos siglos y coetáneo de los acontecimientos
que conmocionaron Europa y España entre 1789 y 1815. En su fecunda personalidad fluyen un caudal de
experiencias: los cartones para tapices de la Real Fábrica de Santa Bárbara; su trabajo en la Real Academia de
San Fernando, que le abrió las puertas de los círculos ilustrados y económicos más influyentes, a quienes retrató
con elegancia, refinamiento y aguda caracterización psicológica (los Duques de Osuna, el banquero Cabarrús,
su amigo Jovellanos, los Duques de Alba); su privilegiada situación como Pintor de Cámara de Carlos IV, hizo
posibles los retratos ecuestres de Carlos IV y Mª Luisa, el gran lienzo de la Familia de Carlos IV (1800-1801),
los cuadros de la Condesa de Chinchón y las Majas; algunas series de grabados y las pinturas negras de la
Quinta del Sordo, ofrecen las imágenes más sombrías en las que asoman los oscuros terrores y pesadillas del
subconsciente. Entre esos estilos, aparentemente múltiples, descubrimos las crisis históricas o personales que le
inspiran, como la grave enfermedad que le dejó la secuela de la sordera.

      ¿Cómo afectó a Goya, un anciano sordo de 60 años, la irrupción brusca de la guerra?
                                                          En la portada de la serie Los Desastres, titulada Los
                                                   tristes presentimientos de lo que ha de acontecer, Goya nos
                                                   muestra un hombre-Cristo arrodillado, cuya iconología laica
                                                   es la del hombre solo frente al caos de la existencia, de la
                                                   realidad española que precedía a la invasión.
                                                   Los sucesos de 1808 provocaron una conmoción nacional
                                                   que alteró la vida cotidiana. La rutina se tornó en alboroto:
                                                   ¡Qué alboroto es éste! fue una frase dicha por un oficial
                                                   francés ante la desesperación de las mujeres al ser requisadas
                                                   sus cosechas. La guerra invirtió los valores y virtudes
                                                   humanas de sociabilidad y compasión y los degradó en
                                                   depredación y crueldad, que la estampa 81, Fiero monstruo,
                                                   resume con la alegoría de una rata gigante vomitando
                                                   cadáveres y haciendo temblar y llorar a los seres humanos.
Goya vivió en Madrid el estallido del 2 de Mayo; entonces, sus convicciones liberales e ilustradas, cuyo modelo
venía de Francia, se tambalearon ante la presencia de los ejércitos napoleónicos y los abusos y crueldades que
cometían sus soldados. Esa crisis personal la transforma en lucha, como testigo y víctima (incluso se
autorretrata en las láminas, Caridad y Si son de otro linaje); sin embargo, no adopta una posición extremada o
patriotera, porque le duele la guerra y la violencia en sí mismas, vengan de donde vengan: tan odiosos le
parecen los franceses, ejecutores sin rostro en la estampa Con razón o sin ella o violadores salvajes en No
quieren y en Ni por esas, como algunos españoles a los que llama “populacho”. Goya va a Zaragoza, llamado
por Palafox, para preparar un cuadro sobre los “sitios”; no lo acabó, pero algunos de esos dibujos y pinturas
pudieron inspirar estampas como ¡Qué valor! (imagen solemne de la heroína Agustina de Aragón), o las
dedicadas a las columnas de seres despavoridos desplazados por el conflicto, que su retina retuvo y su buril
grabó en Yo lo ví y Y esto también. A su regreso a Madrid, Goya sigue siendo el pintor de la Corte, presta
juramento a José Bonaparte, y sus servicios como retratista fueron requeridos por franceses, españoles
colaboracionistas e, incluso, por Wellington, en 1812.

      Las estampas: medio de comunicación y obra de arte. ¿Cómo influyeron los acontecimientos en su
creación y difusión?
      Goya conocía, por la experiencia de Los Caprichos, el poder de difusión de las ideas que la estampa tenía.
En la Escuela de grabadores de Carlos III había aprendido las técnicas del aguafuerte y aguatinta, que solía
completar con retoques de buril o punta seca; y la monocromía era idónea para conmover y dar verosimilitud a
los hechos.
      Hay diferencias formales y de composición en las láminas, pero también hay rasgos comunes: unos pocos
trazos para definir lo esencial del tema, la función expresiva de cada línea, mancha o claroscuro, y esos rostros
de los personajes que transmiten lo que sienten y dialogan entre sí con la mirada.
      Goya hizo los grabados en la clandestinidad; al acabar la guerra, en 1814, el Consejo de Regencia le
encargó los lienzos: la Carga de los Mamelucos y los Fusilamientos del 3 de Mayo; de éste último, hizo
estampas parecidas, Y no hay remedio (la misma mancha blanca del fusilado que expresa el sufrimiento ciego y

                                                       6
los soldados sin rostro), o No se puede mirar (visión muy cinematográfica de un fusilamiento: un “fuera de
campo” de los ejecutores, de los que no vemos más que los cañones de sus fusiles, y un fuerte contraste
lumínico que enfoca a las víctimas). A su regreso, Fernando VII, El Deseado, implantó un régimen oscurantista
del que Goya hace una amarga reflexión política en el grabado Nada (Ello dirá): de “nada” ha servido tanto
sufrimiento y muerte pues la balanza de la Justicia continúa desnivelada. La sublevación de Riego y el Trienio
Constitucional despertaron cierta ilusión en el artista, visible en la alegoría de la última lámina, Esto es lo
verdadero (un hombre, símbolo del trabajo, y una mujer, símbolo de la paz, se acercan para conversar; paz y
trabajo se abrazan y juntos engendran la abundancia: gavillas de mies, cestos de pan, barriles y frutas).
El título inicial de la serie fue Fatales consecuencias / de la sangrienta guerra en España / con Bonaparte / Y
otros caprichos enfáticos / en 85 estampas / inventadas y dibuxadas y gravadas / por el pintor original / D.
Fco. De Goya y Lucientes, pero cuando la Academia de San Fernando compró las planchas y publicó la primera
edición en 1863, las tituló Los desastres de la guerra.

       Los Desastres: la memoria histórica de la Guerra de la Independencia
       Goya sigue un criterio temático pero no hace una narración diacrónica de los hechos, sólo subraya la
ilación de los mismos con los epígrafes; estos comentarios lapidarios le sirven para implicar al espectador en la
escena: sobre los fusilamientos dice No se puede mirar; acerca de los heridos expresa Aún podrán servir; sobre
la tortura y los ajusticiamientos anota No se puede saber por qué; y ante el hambre de Madrid, con sus calles
llenas de cadáveres y mendigos, exclama ¡Cruel lástima! o ¡Madre infeliz!. El tiempo es ambiguo, no se sabe el
momento del día ni la estación, pero ha construido un tiempo interno al componer las facetas de la guerra (Lo
mismo en todas partes). El espacio interior y exterior es equívoco y la acción puede referirse a cualquier guerra.
       Pero, a lo largo de las 82 estampas, Goya va componiendo un relato coherente de este periodo histórico:
Primero la lucha sangrienta y sus atrocidades. Luego, la miseria, la enfermedad y el hambre que vivió Madrid,
entre 1811 y 1812, la insolidaridad de los poderosos y la muerte silenciosa y anónima de los abandonados
(Muertos recogidos o Carretadas al cementerio). Por último, la caída de Napoleón (El buitre carnívoro,
símbolo del emperador arrojado de España por el pueblo español), la heroica resistencia de los liberales
españoles y el triunfo del absolutismo fernandino, en 16 estampas alegóricas llamadas Caprichos enfáticos. En
ellas, los animales parlantes le permiten satirizar la represión, el desprecio a la Constitución de 1812, el
ambiente cortesano, los viejos vicios, la ignorancia y la beatería: así lo vemos en ¡Esto es lo peor!, Gatesca
pantomima, Farándula de charlatanes o Murió la verdad.
La serie ha pasado a la memoria colectiva como una crónica universal de denuncia de todas las guerras, que
perpetúan la irracionalidad y los más bajos instintos (Miles gloriosus, ¡Grande hazaña!, ¡Con muertos! o Lo
merecía), de la dualidad humana por las situaciones paralelas y opuestas que plantea sobre quiénes son los
verdugos y las víctimas, en ambos bandos (Con razón o sin ella), sobre el papel de las mujeres (víctimas, en
Las mujeres dan valor; o heroínas en Y son fieras), de los religiosos, ….; sólo los niños son siempre víctimas
inocentes que lloran o corren asustados detrás de los soldados, sin entender nada.
                                                                                     María Isabel Álvaro López




                                                        7
Cuando me haya ido

               Cuando me haya ido
     no quedarán las palabras que no dije.
                  Recuérdame,
       con el viento fuerte de la cumbre.
                   Escúchame,
    en el silencio de la nieve bajo la niebla.
                    Háblame,
  ante las rocas mudas que todo lo han visto.
                    Seréname,
 al acariciar tus manos el agua de los arroyos.
     Cuando yo me vaya olvida lo que fui.
         Recuerda tan sólo lo que amé,
              cuando me haya ido.


                                      Invitación a la Dehesa Bonita
        Preparad unos versos para leer en la confortable senda que se adentra en el bosque, en la intimidad de la
acogedora sombra de los avellanos.
Y otros versos para el bosque profundo que se enmaraña de troncos abatidos y ramas que se entrecruzan, entre
los que se elevan árboles centenarios arropados de líquenes y musgos.
Leeremos vuestros poemas más sentidos en las oscuras gargantas que se ocultan en la profundidad de los
barrancos, donde el agua de los arroyos pierde su soberbia y se hace quieta y seductora. Allí, entre las rocas
oscuras y húmedas, sobre el suelo mullido por miles de hojas y en la penumbra de los árboles que miran sin
verse a las charcas sin fondo, sólo existe la luz que brota de los helechos, y el tiempo parece enloquecer. Hablad
en esos santuarios de vuestras ilusiones caídas y de vuestros anhelos no alcanzados porque el bosque os
devolverá consuelo y esperanza.
Reservad vuestros versos más exultantes y alegres para el esplendor de luz y color que desde los riscos más
altos os devolverán las copas de los árboles.
Dejad vuestros versos de cálido erotismo para las dehesas que se abren a la sensualidad del sol y del viento.
        No paséis de largo
ante mis queridas rocas y
amados árboles: abedules,
robles, serbales, avellanos,
mostajos y tantos otros
hermanos que os esperan
inmóviles         pero        no
insensibles. Habladles de
vuestros sentimientos, pues
os devolverán paz por ira,
sosiego por pena e ilusión por
indiferencia.
Y si por casualidad la niebla
decide inundar al bosque, no
os aflijáis, dejaos llevar por la
fascinación de lo irreal.



               José Aceituno



                                                        8
Recuerdo                                                En silencio
Vuelvo a la montaña,                                         No sé si guardar silencio,
aún resuenan tus pasos por los canchales,                    pues cuando leas mis versos,
los regatos y fuentes camino del estío,                      no serás mi linda amiga
y que un día calmaron tu sed,                                no serás quot;la flor y el besoquot;.
aún sonríen con tu recuerdo.
                                                             Ya no cantarás conmigo
El pinar sigue perenne                                       ya no serás mi consuelo,
ofreciendo su sombra eterna                                  pero ya no importa nada,
esperando tu paso,                                           poco a poco te vas yendo.
pero el hayedo y el robledal...
con sus brotes de primavera,                                 No caminarás conmigo
lloran inciertos sin saber                                   por los montes ni los sueños,
que no buscarás su abrigo.                                   por tenerte junto a mi
                                                             dediqué tiempo y esfuerzo,
El eco de los valles                                         pero si tú ya no estás,
ha quedado mudo,                                             ¡para qué seguir creciendo!
ya no refleja tus risas
ni tus canciones.                                            Lo que no podré dejar,
                                                             es tu imagen, tu recuerdo.
Y para mí, todo es como un desierto,                         Piensa en mí cada día,
sin ti ya no hay nieve,                                      un minuto, poco tiempo,
ni flores, ni trinos,                                        hazme una señal que diga
los ríos discurren secos,                                    que me quieres en silencio..
las mariposas se tornan grises,
y la naturaleza muere conmigo...
---con tu recuerdo
                                                   Metáfora
                                            No llores cuando no cantas,
                                                no te rías del poeta
                                            por que tú eres mi música,
                                              por que tú eres poema.

                                                                            Rodrigo García-Quismondo Hurtado




                                                        9
Historias de Julia
- Cada día -
Julia, cada día, empezaba su jornada con un desayuno en un bar cerca de su oficina. Era una rutina que la
ayudaba a afrontar con mejor ánimo el día de trabajo que tenía por delante.
En el bar, frente a la barra, había cuatro mesas, donde las personas que no tenían mucha prisa desayunaban con
más calma.
Cada día se sentaba en la misma mesa, y cada día veía a las mismas personas, sentadas también en las mesas
siguientes; una mujer con abrigo de cuero, una pareja extranjera y en la última un hombre mayor, de unos 70
años, alto y de gran corpulencia, con pelo canoso, escaso y muy corto, semblante amable, siempre con traje y
corbata, con elegancia y unas formas de moverse por el bar que le hacían pensar en algún parentesco con el
dueño.
                                         Cada día, cuando la mujer del abrigo de cuero entraba en el bar se oía
                                         ¡Buenos días! en un tono de voz tal que lo podía escuchar cualquier
                                         persona que estuviera allí, haciendo que subiera el murmullo
                                         generalizado del ambiente. Sin dejar de hablar con los camareros y
                                         algunos de los que coincidían cada día, comentaba y se reía hasta que le
                                         servían el café con churros y callaba.
                                         La pareja extranjera no despertaba en Julia ninguna inquietud. Con la
                                         piel ligeramente oscura y rasgos un poco mezcla de rumanos y
                                         marroquíes, no podía asegurar de qué país eran. Cada día llegaban al
                                         bar, se sentaban en su mesa, apenas hablaban entre ellos, y cuando lo
                                         hacían, era en un tono tan bajo que sólo conseguía escuchar que no era
                                         en su mismo idioma.
                                         El hombre del traje (ese era el nombre que Julia le daba en sus
                                         pensamientos) cada día cogía el periódico que estaba al final de la barra,
                                         le servían un café con leche y se sentaba en su mesa. Sin prisa abría el
                                         periódico, sacaba una pluma del bolsillo interior de su chaqueta y
                                         escribía en los márgenes de las noticias, subrayaba alguna palabra y
desayunaba con una tranquilidad que la hacía pensar que ese era, realmente, su trabajo.
Julia se fue acostumbrando a esta rutina y esperaba, cada día, la llegada del hombre del traje, llegando a pensar
en un nombre y una historia para él. Pensó que dada su corpulencia le pegaba el nombre de Miguel; no sabía
por qué, pero le parecía el nombre adecuado. Después comenzó a forjar la historia de su vida y pensó que
seguramente fue el dueño del bar, y que con el paso de los años traspasó los poderes y las responsabilidades a
sus hijos, sin desvincularse de su compromiso de ir, cada día, al bar.
En una ocasión, cuando Julia volvía a su mesa después de coger el café, comprobó con sorpresa que en lugar de
escribir en los márgenes del periódico, Miguel estaba haciendo unos garabatos y dibujos extraños y que no
subrayaba ninguna palabra en los artículos. Le extrañó tanto que empezó a preocuparse por el estado de ánimo
que aquel hombre pudiera tener. A partir de entonces pensó “algo le pasa”, y comprobó que, efectivamente, no
tenía buen aspecto; le notaba muchas ojeras, y sus andares eran más lentos y cansinos.
Pasados unos días, un camarero le sirvió el café y le acercó el periódico, a la vez que le preguntaba ¿Cómo se
encuentra hoy, Don Luis? me ha dicho su hijo que estaba de médicos. ¡Don Luis! Vaya chasco, en el nombre se
había equivocado, pero en la historia había acertado plenamente.
Desde ese día, Don Luis fue apagándose como la luz de una vela. Se le notaba más cansado, con peor aspecto;
ya no vestía traje y corbata, llevaba unos pantalones vaqueros y una camisa y se notaba que, cada día, le
quedaban más grandes. ¿Es que nadie se preocupaba por él? ¿Ninguna persona, aparte de ella, notaba el
deterioro de su estado? Sentía mucha pena de verle así, era como si tuviera enfermo a su abuelo y no pudiera
hacerle una caricia o darle una palabra de ánimo.
Un lunes estaba ya sentada esperando el café, y comprobó que Don Luis no había llegado. Le extrañó tanto que
se atrevió a preguntar al camarero por él, temiendo lo peor. Efectivamente, le dijo que había fallecido el sábado
anterior, y habían cerrado el fin de semana.
Julia pagó el café pero no fue capaz de tomarlo; no podía tragar porque la pena le apretaba la garganta. Salió del
bar y caminando hacía su oficina, como cada día, las lágrimas le corrían por sus mejillas sin poder ni querer
controlarlas. Había sufrido un duro golpe.
Julia no volvió al bar.
                                                                                                      Menchu M.
                                                        10
El color perdido                                              Como si la escarcha
Se me ha perdido un color.                                        Como si la escarcha cubriera la tierra
Yo no sé donde buscar.                                            un cegador albo de luna sin piedad
He caminado descalzo                                              nos hiere nuestros sentimientos.
por valles y por montañas                                         Alzo la cabeza para reclinarla de inmediato
y no lo puedo encontrar.                                          al identificar tu muerte.
                                                                  No, no es la amistad quien no muere.
Le pregunté al arco iris                                          Serás siempre recordado por tu pintura,
si sabía dónde podía mirar                                        por tus poesías y por tu persona
para saber encontrar
el color que me faltaba,                                                                          Elena Pérez Moronta
pero él me preguntó que                                                                                    (Junio de 2008).
¿cuál era el que buscaba?

Le dije ... el color de la amistad.
                                                                            Aspirante a Haiku en honor
¡Oh! ese no lo tengo aquí.
                                                                                   de Van Drell
En el mundo no lo encontrarás.
Es un rarísimo color,
                                                                                      Pincel, colores,
conseguido con mucho afán.
                                                                                   fundidos con tu alma.
Mezclando con el corazón,
                                                                                     Van Drell eterno
admiración, respeto y cariño.
En el mundo de los vivos,
                                                                                                       Ana Vicioso Ruiz
eso no se suele dar.
                                                                                                           (Junio de 2008).
Desesperado, atónito, dolido
y bastante alicaído,                                                                A la muerte de
subido en el arco iris viajé
                                                                                  Juan M. Van Drell
hasta el infinito,
donde habita el talento
                                                                  Invoco al pintor Van Drell,
y alguna vez, de cuando en cuando,
                                                                  que viajero empedernido
el respeto y la amistad.
                                                                  un nuevo viaje ha emprendido
Allí, mi admirado compañero y amigo
                                                                  sobre invisible corcel.
Juan Van Drell, inventor de mil colores,
                                                                  Un caballete, un pincel...
seguro que lo tendrá.
                                                                  cien útiles (se imagina),
                                                                  de la amada disciplina,
Donde estés querido amigo,
                                                                  (siendo toda su ilusión)
mi respeto y mi amistad irán contigo.
                                                                  ¿en penosa confusión...?
                                                                  Qué corcel fue, ¡se adivina!
                                        Juan de Madrid
                                                                                                           Samuel del Rey
                                           (Mayo de 2008).




                                                             11
El poema niño
                                                                       A un pintor de sueños vivos
             A Van Drell, en su largo sueño infantil.

Madre soledad, no conozco tu cara;
sólo la noche, y detrás adivino el alba.                     Nació en la Barcelona renaciente
                                                             (obrera y señorial, roja y galana,
Madre ausencias, yo sé que estabas                           levantisca en su flema catalana),
cuando lloré mi primer llanto;                               y bebió el arte, el seny, en esa fuente.
sé que me proteges con tu calavera de niebla
y tu bastón de mármol.                                       Quiso entender el mundo, adolescente,
                                                             y con pincel tradujo a luz humana
Busqué tu rostro en la multitud hambrienta,                  el vasto sol que ardía en su ventana
y encontré huellas en el aire, caminando hacia atrás.        y el tortuoso volcán del inconsciente.

Madre silencios, yo sé que lloras en secano                  Salió al mundo, dejando Barcelona,
gruesas lágrimas de arena cayendo en la clepsidra;           navegó el desierto, curtió su piel,
y que te reafirmas, y te empecinas en erigirte,              y arribó a este lugar que hoy no abandona.
estatua de sal, sombra morada, amanecer sin sueño.
                                                             Por eso, este arduo verso es para él:
Madre antigua que caminas el papel gastado:                  ¡Que siguis molt bé, amb la teva dona,
Yo cruzaré contigo de la mano                                tú, el meu amic, Juan María Van Drell!
y será bienvenido el día,
tiernamente azul, ajeno, enamorado.

                                                                               Germán Ojeda Méndez-Casariego
                                                                                                (Marzo 2008)
                                                        12
Pintor y poeta
                              (a Van Drell)

Poeta del espacio                             y, en la tormenta de ocres,
entretejido,                                  una estela
la luz, teñida en sombra,                     ilumina a una yegua
es tu palabra.                                enjaezada.
Tus versos, de color
enloquecido,                                   Cuando la ausencia busca
dibujan los perfiles                          en el recuerdo,
de un poema,                                  alguna imagen que levante
haciendo mariposas                            el Alma,
de una espada.
                                               ¿De qué silencio arrancas
 Las dulces ninfas, suaves                    querubines
terciopelos;                                  que tus pinceles mueven
las aguas lentas, sedas                       como alas?
desgarradas,
emergen en tus lienzos                         Van Drell, tus manos hacen
como sueños,                                  poesía,
cuando son por tus manos                      y mis palabras pintan
conjuradas.                                   sentimientos
                                              buscando la Razón
 Tú creas dimensión                           de cada día.
al infinito.                                                                XL Ferreiro
Descubres horizontes                                                           (12.3.89)
en la nada.
Encierras un segundo
en acuarela




                                   13
A Juan María Van Drell, pintor universal, distinguido como
         “Personaje Encuentros” en la cena floral celebrada el 25 de septiembre de 1999.
 Hoy quiero homenajear                                           Ese don de tus pinceles
a un pintor, ya pelo cano,                                      que dibujan mariposas
y a cuyo pincel aclamo                                          volando sobre las rosas,
que no deje de pintar.                                          posándose en los claveles.
                                                                 Los detalles del planeta
 Es pintor universal,                                           aunque no habiten en ella;
pues así se determina                                           pues vi bajar a una estrella
al pintor lo que imagina,                                       que iluminó tu paleta.
con gran creatividad.
                                                                 Pintas el trigo encerado
 Tú, pintas la poesía;                                          y olivos de tierra santa,
como esa mano ninguna,                                          verde, amargo en mi garganta.
yo hago algo con la pluma                                       Pincel inmortalizado.
lo tuyo yo no sabría.
                                                                 Una vez más al caballo
 Tú, que pintas los paisajes                                    retratas y al toro bravo,
dándole rayos de sol;                                           rejones, desmelenado,
tú, que pintas con destreza                                     como disparos de rayo.
pájaros enamorados.
                                                                 Píntame el tren que yo quiero,
 Tú, que pintas de la tierra                                    con su trepidar, vaivenes,
todo lo que ves, soñando,                                       grandiosa estación y andenes,
pero tu pincel borrando                                         que quiero ser un viajero.
todo el color de la guerra.
                                                                 Píntame aquella verbena
 Tú, que pintas de las flores                                   que vivieron sus andenes;
toda la belleza suma                                            ¡qué trajín de hermosos trenes!
y a las aves con su pluma;                                      en la estación de Marchena.
tú, que haces ruiseñores.
                                                                 Que tu pincel es capaz
 Tú, que pintas golondrinas                                     de darme cuanto yo quiero,
y alondras, la fauna entera                                     ¡ay, qué pena si yo muero!
y con tu mano certera                                           con verlo descanso en paz.
dibujaste las espinas.
                                                                Con un fuerte abrazo de este amigo,

                                                                                            Juan Bautista Vega Cabello
                                                                                       (Tres Cantos, septiembre de 1999)
Hoy, 10 de abril de 2008, fieles a tu memoria, Juan Mari, cuando echamos en falta tu presencia y tus opiniones certeras y
razonadas.




                                                           14
En el tren
         El tren arrancó en el momento en que un joven de unos treinta años, alto y delgado, entraba en el compartimiento.
Preguntó a las dos mujeres jóvenes si se podía sentar allí.
         -Sí, cómo no -le dijeron.
         Junto a ellas, viajaban dos niños. Tras una media hora de viaje, el joven se dirigió a los niños:
         -¿Habéis visto alguna vez una pistola de verdad?
         -No -le contestó uno de los niños.
         -Pues yo llevo una en la maleta. ¿Queréis que os la enseñe?
         La madre de los niños, muy sorprendida, se apresuró a responder:
         -No, no hace falta
         El joven no la oyó, mejor dicho, no la quiso oír y, levantándose, cogió la maleta, la abrió y sacó una pistola.
         -¿Queréis cogerla? –dijo, alargándosela a los niños.
         Los niños se encogieron en el asiento. No se atrevían a moverse. Las jóvenes señoras, asustadas, no pudieron
articular palabra.
         -No tengan miedo, señoras, por favor. La pistola no tiene balas. Cuando viajamos de paisano, fuera de servicio, le
quitamos el cargador y nos aseguramos que no quede ninguna bala en la recámara.
         Mientras hablaba, el cañón de la pistola se dirigía a la señora que estaba sentada enfrente de él.
         Ésta, con los ojos desorbitados, le pidió:
       -¡Por favor, apunte usted para otro lado, aunque la pistola no tenga ninguna bala!
         No acababa de decir esto, cuando un terrible trallazo resonó en todo el vagón.

Metafóricamente (En el tren)

         Comenzó a moverse como una serpiente larga y obscura, abandonando lentamente la estación, al tiempo que un
famélico mancebo, tan largo y delgado como un lapicero, interpeló a sus acólitos de tránsito, solicitando venia para dejar
caer sus reales posaderas.
         Cuando el tiempo se habría deslizado por la mitad de una hora, la dualidad de lápiz quiso exhibir su pipa a unos
infantes que allí se encontraban.
         Con vasto canguelo, los itinerantes miraron aturullados al desgalichado púber. Este quiso apaciguarles,
ratificando que la pipa, exenta de carga, no tenía ni chicha, ni limoná.
Dicho esto, la pipa vomitó con gran estrépito, vaciando sus tripas e inundándolo todo

Palabras compuestas (En el tren)

       Un larguidelgaducho mozalbete, circunvalando los treinta, adentrometióse en un multicompartimental tren y
sacoexhibió a ojos vista sus pertenencias: Un negrodisparador revólver. Con tan mortíferonegroide artefacto el
supermiedo cundió entre los variopintos viajeros.
       El los tranquimanejó, queriendo amainoapaciguar su pavor.
De pronto un horriestrepitoso, tímpanodestructor fogonazo se expandió por el vagón.

                                                                                                        Rosario Sánchez
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Qué podemos hacer por los artistas
James Houston, el descubridor de la escultura esquimal, organizó en 1949 una exposición en Montreal con las figuritas
talladas en piedra o hueso que los inuit elaboraban como parte de su vida cotidiana. Ante el éxito de la exposición,
Houston plantea a algunos esquimales especialmente dotados como Oshaweetok que se dediquen en exclusiva a tallar
estas figuras. Le miraron sin comprender: ¿dejar de cazar focas? ¿modificar su vida entera para pasarse el día tallando
piedras o huesos? “Los artistas hacían, una, dos o tres obras y luego abandonaban”, parece lamentarse Houston en su
libro Memorias del Ártico. Poco después, consigue crear una cooperativa esquimal para canalizar estos productos e
introduce algunos elementos nuevos como la técnica del grabado. Así, finalmente consiguió que algunos de ellos se
dedicaran al Arte como forma principal de sustento. Quizá pueda utilizarse este ejemplo para hablar de nuestros artistas.
Desde el romanticismo, el Arte ha pasado a ocupar un lugar social impensable en siglos anteriores. Hombres y, en menor
medida, mujeres de los países más desarrollados dedican todo su esfuerzo y vitalidad a escribir, pintar o crear objetos que
sabemos son por completo inútiles. Ninguno de ellos nos servirían en una situación de necesidades básicas y la imagen de
quemar libros para calentarse en un invierno gélido ha sido usada hasta el empacho. Necesitamos de obras creativas en
otro sentido, de otra manera. Así que, cuando disponemos de recursos económicos para pagar al artista y de ocio para
disfrutarlas, consideramos que esas obras no tienen precio. Que su precio en dinero es una convención grosera, porque El
Danubio de Claudio Magris o Madrid desde Vallecas de Antonio López o escuchar a Cecilia Bartoli; ¿acaso puede
encontrar equivalencia en términos de dinero? Es que el Artista tiene que vivir de algo, y tiene que vivir al menos
holgadamente para que tenga tiempo para crear. Y en algún momento, el esquimal decide que ser artista-esquimal, tallar
huesos, vale la pena. En muchos casos, no hay sin embargo perspectiva alguna de ganarse la vida con ello, pero Van
Gogh enloquece hasta comerse sus pinturas, despreciado por los críticos y la verdad, escasamente reconocido en vida.
¿Por qué un hombre vive en el rechazo y la miseria por pintar, escribir, crear? Los Artistas tienen algunas características
personales aún más interesantes que su supuesto don divino: una voluntad inquebrantable, una envidiable confianza en sí
mismo, una capacidad de sufrimiento físico extraordinaria… ¿Cuántas de estas cualidades son de temperamento y cuántas
de carácter, forjadas en un entorno, deliberadamente reforzadas en sociedad? Los estudiosos del carácter de las
personalidades geniales han intentado establecer diferentes ámbitos en los que se les permite experimentar en un entorno
seguro: el materno, el familiar, el de su grupo social. Que no funcionan como compartimentos estancos, pero que
gradualmente posibilitan que el niño, el joven y finalmente el adulto, esponje su yo.




       Entorno favorable
       En ellos y paso a paso, se cristaliza un López, un Magris, un Barceló. Una combinación de cualidades personales y
medio social. Es fácil reconocer en cuál de ellos, las mujeres han sido frenadas en seco. Como los esquimales, la pintura o
la escritura eran siempre actividades complementarias de su vida doméstica, de su vida cotidiana, pero ¿sacrificar esposos
e hijos a pintar árboles o tallar mármol? ¿Acaso no creaban ya en la maternidad? Dar a luz niños, criarlos y educarlos, eso
sí que es una tarea creativa e importante, les han repetido constantemente. Los hombres crean, frustrados, por no poder
dar a luz hijos, dicen algunos. Así que las mujeres biológicamente dotadas para crear desde que nacen, raramente podían
ser alentadas a dedicarse a tiempo completo a algo semejante a pintar flores o esculpir piedras. ¿No es acunar a un hijo
algo infinitamente más importante (para una mujer, claro está) que cualquier otra tarea en la vida? Así que, hombres y
mujeres, parecían caminar en siglos distintos en consideración social con respecto a sus vocaciones artísticas. Unas no
parecían haber salido de una suerte de Edad Media en la que, como el esquimal, era incapaz de concebirse sin un entorno
doméstico, de vida cotidiana. Pero ahora, pensamos, todo esto ha cambiado, las mujeres pueden por fin vivir una vida
vocacional dedicada al Arte. Dejemos aquí este lugar común, que nos llevaría a incómodos asuntos sobre las tercas y
persistentes diferencias de género. Un Artista, tanto si es hombre como mujer, se presenta en nuestra vida contemporánea
como un individuo capaz de elaborar obras sublimes y que hasta el último aliento vital debe expirarlo creando. Y en esa
dedicación monacal, es socialmente alentado a que todo sea subsumido, todo le sea perdonado. Mísero con sus hijos,
déspota con sus parejas, detestable en su vida cotidiana, irresponsable en sus compromisos sociales. Los privilegios llevan
aparejadas responsabilidades, menos, nos decimos sin dudarlo, con los artistas. En nombre de un cuadro, de una sinfonía
o una novela, estos individuos pueden ser insoportables en su trato con sus semejantes o dar la espalda a la sociedad en la
que viven. Y nosotros, los oyentes, los lectores, los receptores de su obra debemos disculparlos. En las sociedades

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democráticas muchos de ellos reciben dinero público, se les entregan premios sustanciosos y se les procura un
reconocimiento constante. Sin embargo, se sienten libres de cualquier responsabilidad frente al otro y frente a todos: sólo
se deben a su Arte. A nadie se le ocurre decir que en cierto sentido y más que nunca, deben ocupar un lugar social. Y que
tienen el ejemplo de muchos otros cuya vida y obra se compenetran en un enriquecimiento de verdadera dimensión
humana. Cuando hubo que ser generoso en el amor lo fueron, cuando tuvieron que alzar la voz, lo hicieron. Kenzaburo
Oé, Bach, Arundhati Roy o Rubens y tantos otros muestran que el Artista puede vivir su obra, y enriquecerse de ella
como persona. Es una curiosa paradoja que mientras algunos textos nos confrontan con nosotros mismos a los no-Artistas,
a ellos, a los propios creadores, parecen no servirles de nada.




       ¿Qué podemos hacer, nosotros, por los artistas?
¿Qué podemos hacer, nosotros, por los artistas? Quizá decirles que el Arte no lo es todo y que bien podemos esperar o
prescindir de algunas creaciones si ellas llevan aparejadas tanto sufrimiento propio y de otros. Que puede, quizá, elaborar
unas cuantas piezas porque la cantidad en el arte no tiene sentido, y hacerse visible socialmente. Frente a un mundo lleno
de intereses espurios, mercantilizado y con múltiples universos de sentido, ellos con su ejemplo: su vida interior, su
certeza de una tarea, su inquebrantable confianza en las propias capacidades; pueden ser un buen faro, un ejemplo. En
1640 Rubens escribe a su discípulo y casi hijo adoptivo, Fayd’herbe felicitándole por su reciente matrimonio. El joven
tiene un encargo de trabajo pendiente. La carta que se ha conservado, repleta de afecto dice: “Mi esposa y yo, junto con
mis hijos, os deseamos sinceramente a vuestra amada y a vos toda la felicidad y el contento más absolutos y duraderos.
No hay ninguna prisa por el niño de marfil, ya ahora tenéis entre manos otra labor infantil más importante”. Rubens
sabe que los recién casados han de vivir su gozo, y que una figurita tallada puede esperar frente a la alegría de dos jóvenes
esposos. ¿Qué otras obras de Arte se producirían con una sociedad de actitud rubensiana con el Artista? ¿Contribuimos
nosotros, de alguna manera, con la mitificación del arte, con la insistencia en las capacidades divinas, con nuestra
indulgencia a reforzar algunos de los rasgos más espantosos del Artista?

                                                                                                   Maribel Orgaz Vigón.




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La claraboya

Con todo cuidado, mi padre enrolla el colchón de borra de su cama, siempre agachado porque la altura, en esa
parte de nuestra casa, es de un metro. Las gotas de sudor resbalan por su cara, caen de la frente.
          Mes de Julio.
          ¡Qué calor hace! El calor que deja las cosas quietas, que sofoca. El tejado, al recibir todo el día el sol de plano,
transforma la buhardilla en un pequeño horno.
          Nuestros ojos acompañan absortos cada uno de sus movimientos.
          El cocido, en el puchero, ¡huele a hierbabuena!
          La claraboya es cuadrada, tiene sesenta centímetros de lado. Está en el techo del pasillo de comunicación, encima
de nuestra puerta.
          La silla, (hay otra, pero tiene las patas todavía más sueltas), es colocada debajo. Subido en ella, el colchón en
forma de tubo, que pasa con facilidad por el hueco, es depositado tras un golpe seco sobre las tejas ardientes. Ahora los
pies se despegan en parte, del asiento. Con los brazos levantados y las manos agarradas al borde del recuadro, su figura
desaparece.
Seguimos escuchando la voz.
         ⎯ Voy a dejarlo extendido. A la noche, el techo de
nuestro cuarto va a ser el cielo lleno de estrellas.
          El resto del día pasa lentamente, tan despacio que
la oscuridad no parece llegar nunca.
          ⎯ Papá, ¡si no tiras más yo no consigo subir!
          Es que la barriga de mi madre está enorme, nuestro
hermano va a nacer dentro de un mes, por eso le cuesta
tanto trabajo pasar. En medio de los esfuerzos, su risa
como tintineo de campanillas amortecido, suena.
          Hablamos bajo.
          Pedro que esperaba su vez encima de la silla, es
levantado ahora.
          ¡Llega mi turno! La curiosidad casi no me deja
respirar. ¡Qué pena! Nuestra aventura fantástica, ¡no la
podemos contar a nadie! ...
          Distingo claramente, dos sombras echadas. Siento
una de mis piernas amarrada a la cuerda. Todos nosotros
sujetos a ella. Entre una atadura y otra, un pedazo libre
para facilitar los movimientos.
          ¡Estamos seguros! Si durante la noche, alguno
resbala, nunca caerá al patio porque los demás lo
impediremos.
          ¡Aquí no hace calor! ...
          ¡Qué cerca del cielo!, ¡casi lo toco con las manos!
Las estrellas son bombillas de mágico chispear.
          ¡Qué bueno poder respirar así, profundamente!...
          ⎯ “Padre nuestro que estás en los cielos
santifiii...”
          La colcha grande nos cubre.
          Intento atender al relato que papá hace de las proezas de nuestro héroe Badicán. ¡No lo consigo!
          Han pasado cuarenta años, y aún puedo sentir en mi cara la frescura de aquellas noches. Sólo por cerrar los ojos,
veo la luna blanca, que inunda todo de luz, proyectar sobre el tejado las sombras misteriosas de las chimeneas. Las uñas
de gato crecen entre las tejas, sin tierra, en un jardín insólito y puro.
          Badicán cabalga a través de los luceros. Va vestido de blanco. El penacho de plumas de su sombrero, se mueve al
viento.
          Acabo de despertar. Brilla el sol. Debe ser muy temprano. Las uñas de gato, ¡están verdes, muy verdes, tan
bonitas! ...
          Todos despiertos. Nadie habla.
¡Soy feliz! Mi padre a mi lado, sonríe.


                                                                                                      Elena Espiña Cillán


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Luciérnagas
                                                        Filosofía

Una luciérnaga es una estrella fugaz que ilumina el pensamiento.

La luciérnaga es un fogonazo que ilumina el arte de birlibirloque.

San Juan de la Cruz es una luciérnaga que ilumina la noche oscura del alma.

Nuestro conocimiento es la llama de un candil en una noche de viento.

Hay que vivir cada día como si fuera una vida en miniatura.

El escritor vidente ve lo que no es evidente.

Si el miedo fuera libre, ya habría hecho la maleta.

Nuestras horas son un magnifico racimo de cerezas. ¡Hay que comérselas!

El sexto sentido es el que nos permite entender la
información que nos proporcionan los otros cinco.

Si el hombre es la cumbre de la creación, no quiero
ni pensar lo que debieron ser los primeros
experimentos.

La vida es un cuento contado por un idiota. Y el
autor del cuento tiene toda la pinta de ser un sádico
o un imbécil moral.

He descubierto una versión tan profunda de la
lectura, que son los propios autores los que
disfrutan, conociendo todas las fantasías que
suscitan en mi espíritu.

El hombre es lobo para el cerdo.

                       Humor

El que ríe el último es el que tarda más en
entenderlo.

La memoria es la inteligencia de los burros, pero la
verdad, no me acuerdo de quién es la cita.

Cuando no podía hacer el amor, procuraba hacer el
humor.

El paraguas es un murciélago enamorado de la
lluvia.

La endivia es una verdura que desea el mal a la escarola.
La lata es el ataúd de la sardina.
                                                                              José Miguel González Alonso

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En la calzada
                                                                    En recuerdo de Juan Van Drell, que se negó
                                                                     siempre a abandonar el sentido del humor..

   - ¿Qué hace usted ahí, en medio de la calzada? ¡Le puede atropellar un coche!
   - Claro, eso es lo que quiero.
   - ¿Pero por qué? Va usted a sufrir mucho. Va a quedar malherido.
   - Es lo que busco. Nunca en mi vida he sufrido y quiero saber lo que es eso.
   - Pero hombre, por favor. No sabe usted lo afortunado que es por haberlo pasado tan bien en la vida. Ande,
venga aquí conmigo y no haga tonterías.
   - ¡Ni hablar! Exijo que se me permita libremente decidir sobre mi destino. Quiero experimentar el
sufrimiento y no me moveré de aquí hasta que me atropelle un coche.
   - No puedo permitir semejante atrocidad. Ahora mismo llamo a la policía de tráfico para que bloquee esta
calle hasta que usted recupere la cordura.
   - ¡No estoy loco! Sólo reivindico mi derecho a sufrir alguna vez en la vida.
   - Pero mire usted: la persona que, sin quererlo, le atropelle, va a tener eso sobre su conciencia toda la vida.
No sólo va a sufrir usted por el golpe y las consecuencias, sino la persona inocente a la que su estrambótico
proceder le ha llevado a este trance.
   - Claro, no había reparado en este aspecto del, llamémosle, incidente. ¡Pobre señor, o señora! Yo no
pretendo molestar. Sólo quiero experimentar el sufrimiento.
   - Mire, en este espinoso asunto yo le aconsejo que vaya poco a poco. Si quiere, vamos a mi casa y le doy un
martillazo en un dedo. Así tiene usted una primera dosis de sufrimiento sin molestar a nadie. Pero eso sí, le pido
que todo quede entre nosotros. Si su familia le pregunta, les dice usted que tuvo un accidente haciendo algún
arreglo en la oficina, por ejemplo.
   - No está mal la idea, no se me había ocurrido algo así. Está bien, muchas gracias.
   - De nada, hombre. Es que no quiero que le pase a usted nada malo, digamos demasiado malo, ni a la
persona del coche que le iba a atropellar con toda seguridad.
   - Oiga, y eso del martillazo en el dedo, ¿es un sufrimiento grande, considerable?, ¿voy a tener una
experiencia interesante?
   - Hombre, interesante, lo que se dice interesante, pues no sé, pero sufrir, seguro que va a sufrir usted.
   - Vale, vale, de acuerdo, creo que es una primera solución. Pero luego habrá que ir a
     cosas más consistentes.
   - Bueno, eso ya es cosa suya. Usted sabrá la cantidad de sufrimiento que le hace falta. Yo, como he sufrido
tanto en la vida, lo que quiero es pasarlo bien los días que me queden en este mundo. Es muy curioso que usted
no haya sufrido nunca. Ni siquiera un poquito. ¿Cuál es su profesión, amigo?
- Verdugo, soy verdugo. Me encargo de administrar la inyección letal, de activar la silla eléctrica o de poner en
marcha la cámara de gas.

                                                                                        Andrés Acosta González
                                                                                        Tres Cantos, mayo 2008.




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Selección de poemas
           I                          X                      XVIII

     pared de cal              aunque no estés          dos viejecitos
 quieta la salamandra          la hiedra crecerá      cogidos de la mano
   mira a la mosca               en primavera           ¿adónde irán?

           II                         XI
                                                              XIX
      Oscuridad.               buscando el mar
  La llama de la vela         navegas por el río          unos guijarros
   rompe el silencio           brizna de hierba       es todo lo que queda
                                                        del viejo arroyo
          III                        XII
                                                               XX
    al saltamontes              cantan las ranas
le persigue su sombra        la noche de San Juan        la ola no pudo,
     en cada salto              toca la orquesta      a pesar del esfuerzo,
                                                        borrar las huellas
          IV                         XIII
                                                              XXI
    copos de lana              frágiles pétalos
  al pasar el rebaño        que abandonan la flor        aun en el suelo
  junto a las zarzas            y el aire aleja        el romero cortado
                                                        guarda su aroma
           V                         XIV
                                                              XXII
   en sus capullos             no hay soledad
dormidos los gusanos          si canta la perdiz          sólo mi voz
  con volar sueñan             entre los trigos        se atreve a cruzar
                                                        la densa niebla
          VI                         XV
                                                             XXIII
   lluvia de otoño.               en el juncal
  Por fin la vieja teja    se ha posado un jilguero      hoy puedo ver
     se siente útil            canta a su amada.      los ojos del anciano
                                                         llenos de lunas
          VII                        XVI
                                                             XXIV
    pegada al faro             luz en el porche
  casi irreconocible        las luciérnagas vuelan      pegada al junco,
     la mariposa                 cegadas, locas       rana de San Antonio,
                                                          pareces hoja
         VIII                       XVII
                                                              XXV
     por el cristal             vienes de lejos
   una gota resbala           y acaricias mi piel         mota de polvo
   ecos de invierno              brisa del mar        tal vez fuiste sonrisa
                                                           alguna vez
          IX
                                                             XXVI
   se abre el jazmín
en el canto de un grillo                                busca la noche
    posa su aroma                                      el camino del día
                                                         un gallo canta


                                                              Manuel López Gil

                                      21
Mis poemas románticos

                     Equilibrios

  Mate pétalo tenso, reverberos de siena,
fresca capa de brisa que en su sombra riela
es tu piel de canela, oro y sol. Agarena
es tu piel de canela ...

  Dos cachitos de estrella se cayeron del cielo
y los mira la Luna con mohín de reproche.
Son tus ojos de noche, que despiertan su celo,
son tus ojos de noche ...

  Un temblor de campanas de cristal, una loca
alegría de cuentas de coral escarlata ...
Es tu risa de plata que escapó de tu boca,
es tu risa de plata ...

  Una fiebre en el río, un rumor en las frondas,
un bullir, un revuelo que algo insólito anuncia:
es tu talle de juncia que se quiebra en las ondas,
                                                                            Para mi Marigós
es tu talle de juncia.
                                                                          (En el día de su boda)
  Un rubor ignorado, un temblor de amaranto,
                                                           Repitiendo la voz de Neruda, yo diría:
un latir de tu carne que se tensa anhelante.
                                                          “Puedo escribir los versos más tristes” ... esta tarde.
Es tu cuerpo vibrante que despierta a mi encanto,
                                                           Mas, ¿qué musa querrá ahora inspirarme,
es tu cuerpo vibrante ...
                                                          ahora, que se escapa mi Musa?
                                                          ¿Y qué versos podría yo escribir
  Una luz turbadora que decir no sabría
                                                          si se va con ella la luz de mis pupilas?
si es amarga o es dulce, si es ardiente o helada:
                                                          ¿Qué armonía musical daría a mis palabras
es tu extraña mirada cuando prende en la mía,
                                                          si su voz cantarina no acaricia mis oídos?
es tu extraña mirada ...
                                                          ¿Qué versos alegres podría recitar
                                                          si mi alegría se marchará con ella?
  Como loca falena que la muerte reclama,
a abrasarme me acerco en la llama de cirio
                                                           Ya sé que se dice:
de tu boca de lirio que en silencio me llama,
                                                          “Cuando una hija se casa, un hijo se gana ...”
de tu boca de lirio ...
                                                           Sí, es cierto, y quiero firmemente creerlo. Pero ...
                                                          Perdonad si por dentro estoy triste
                                                          y a borbotones aflora en mis palabras.

                                                           ¡Marigós, Marigós,
                                                          “¡Polvitos de páprika, vivaz y saltarina..! Te me
                                                          vas.

                                                           Mas me queda un consuelo, y a él me aferro:
                                                          Sé que tú eres feliz. Y eso me basta.
                                                                                                    14-7-05


                                                                                  Antonio Fernández de Tena




                                                     22
Eventos
                  El Grupo Literario Encuentros y el Colegio Julio Pinto Gómez
        Y dijimos que sí, y en esa aceptación, en un instante mágico, volvimos al mundo inefable de nuestra
niñez. El de los palotes primeros, las pesadas mochilas y las bufandas hasta los ojos del invierno. Y leímos,
calificamos y dimos premios a los más destacados de cada certamen, estudiados con el mismo rigor como si de
trabajos de adultos se tratase.
        Ellos, los niños, siempre lo merecen
        Letras apretujadas, agujereado papel, a veces, como consecuencia del
uso vigoroso de la goma de borrar. Casas con cara, nubes de diseño
ribeteadas, soles amarillo-rabioso sujetos al cielo con pinzas de la ropa,
montañas rosadas, bosques azul-ultramar y figuras dialogantes,
deliciosamente divertidas, en un equilibrio inestable perpetuo.
        Entendimos el porqué del nombre de Ramona dado a una paloma, la
necesidad de tener un amigo en Kosovo o el subir por una escalera de mano
a la Luna. Y vivimos, como testigos privilegiados, momentos de
nerviosismo contenido y ojos asombrados. Y pudimos sentir sobre la piel el
cosquilleo de la admiración de unos personajes singulares sentados en el
suelo a la espera de resultados.
        Hoy llega a nuestras manos un delicioso libro, primorosamente
editado, “Cuentos, relatos y poemas para disfrutar”, colofón del Concurso
Literario 2007 del Colegio Julio Pinto Gómez, modelo a seguir, que
agradece al Grupo Literario Encuentros de Tres Cantos, “un trabajo jamás recompensado como debería ser”.
Pero somos nosotros, los que formamos parte del “clan de encantados voluntarios juzgadores”, los que hemos
contraído una deuda de gratitud para siempre.
                                                                                         Elena Espiña Cillán

   Un cuento y un poema de los premiados escritos por niños del CEIP Julio Pinto Gómez.
        Me gustaría ser amigo de un niño que vive en la selva tropical.
        En verano iría a visitarle. Me pasaría todas las vacaciones aprendiendo a distinguir las plantas venenosas
de las que no lo son; a construir casas en los árboles y a defenderme y esconderme de las fieras.
        Yo le enseñaría a montar en bicicleta, a distinguir las constelaciones, sus nombres, y le llevaría libros y
cuentos muy interesantes.
        En invierno él nos visitaría, pero no sé si le gustaría ir vestido como nosotros
                                                                                              Andrej Suchy Figal
                                                                                        Curso 3º B. Concurso 2008.


El bebecito

Había un bebecito                                            Cuando comía,
que siempre decía:                                           cuando bebía,
 “agugú papaíto”                                             jugaba el bebecito,
jugando a espantar mosquitos.                                incluso cuando dormía.
Tomando el biberón,                                          Cuando jugaba se divertía,
de frutas sabor limón,                                       y era vendedor de sandías
jugaba un montón                                             o era un brillante policía,
y de postre tomaba un bombón.                                 el mejor que alumbraba la luz del día.
El bebecito era muy feliz,
y cuando anochecía,
su papá le entregaba y le encendía                                                    Marina Fernández Alcázar
la luz de la vida.                                                                       Curso 4ºA. Concurso 2008.

                                                        23
Elegía a Juan Maria Van Drell

Habiendo sido hoy tú lo perdido
de este mundo de geniales figuras
muy pronto te invoco, llorando y dolido.

Soñando espacios en otros dormidos
volabas despierto desde valles reales
pintados con óleos de gnomos huidos.

Las nuevas formas de expresión buscabas
poniendo en tu pincel alma y corazón,
mientras con tesón contra tus ojos luchabas.

Fueron refugio de pérdidas dolorosas
tus lienzos en brillantes colores,
como ventanas forzadas y abiertas.

No sé puede Juan tener mayor lealtad
ni demostrar, Van Drell, el mayor aprecio
de éste Grupo, amigo, que admiró tu voluntad.

Viviste por y para lo que quisiste,
pasarán los tiempos y tu nombre perdurará,
para siempre jamás, en la mente de las gentes.

                                           Asturquín




                                                       24

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RevEncuentrosNuevaEpoca2_2S2008

  • 1. ENCUENTROS NUEVA ÉPOCA Nº 2 REVISTA DEL GRUPO LITERARIO ENCUENTROS SEGUNDO SEMESTRE 2008 CASA DE LA CULTURA TRES CANTOS
  • 2. Eventos En la pasada Feria del Libro de Tres Cantos, el listón más alto de la presencia de autores consagrados (en calidad, tanto como en cantidad de público presente) lo puso sin duda nuestro amigo Félix Grande, quien nos ofreció en la carpa de la Feria una brillante conferencia titulada “El cancionero anónimo olvidado”. Digo bien nuestro amigo, por dos motivos: En primer lugar, porque no vino convocado por la empresa a la que el Ayuntamiento cede la organización, sino directamente por nuestro Grupo. Y en segundo lugar, porque el resultado de la reunión fue no sólo gozar de su elocuencia y sus conocimientos en materia tan interesante y bella, sino de su calidad humana, de su sencillez y generosidad rápidamente transmutada en amistad, en el diálogo ameno posterior en torno a una mesa de bar bien servida. Félix se fue de Tres Cantos dejando la sensación de que ya era uno más del grupo, y de que volveríamos a verlo aquí en otra ocasión, más pronto o más tarde. El cancionero anónimo olvidado. Las coplas que alguien soltó un día al aire como bandada de pájaros ciegos, sin destino ni memoria, para expresar en tres o cuatro líneas una verdad profunda, una pena desgarrada y sin consuelo. Las coplas que se fueron modulando en la terrible música gutural de la toná, en la letanía exasperante del martinete, en la cascada caudalosa y oscura de la siguiriya. Con las fatiguitas de la muerte a un laíto yo m’arrimé, con los deítos de la mano arañaba la paré. Acabada la función nos fuimos, como ya he comentado, a disfrutar de su compañía y de la camaradería del Grupo, en esa otra sede social alternativa que viene siendo el bar de Gerardo y Cristina, “Las Cuevas”. Allí compartimos con él un largo rato de charla, anécdotas, lectura de poemas, y celebración del vino. Dice Félix en el primer capítulo de su “Memoria del Flamenco”: “Echo de nuevo vino en este vaso y bebo. Este líquido, este viejo y cálido líquido, está muy vinculado a la memoria. Está, en consecuencia, vinculado a la vida. Sigo asomado a la ventana y viendo, de algún modo, los viajes, los seres, la millonaria arena del camino, la circulación de esa otra sangre umbilical, mis años, mi fortuna.”… Volveremos a vernos, estoy seguro. Germán Ojeda Méndez-Casariego 2
  • 3. Editorial PRESIDENTE Germán Ojeda Méndez-Casariego Prometimos continuidad, y aquí tenemos el número siguiente. VICEPRESIDENTA Carmen Martín Palacios Nuestra revista, el mejor vehículo de expresión de este grupo de amigos interesados por la cultura que llamamos Grupo Literario SECRETARIO Encuentros, está otra vez a disposición quienes quieran leernos. Juan V. Amezcua Lanzas No es precisamente la escasez de textos, la falta de inquietud comunicativa, o las horas de trabajo necesarias para componerla, lo TESORERO José Aceituno Medina que impide que esta revista aparezca con más frecuencia y amplitud de contenido: No, todo lo contrario; el entusiasmo por participar en El Grupo Encuentros se reúne ella es muy grande, y se nos acumulan trabajos que inevitablemente cada jueves en la Sala Juan Bartolomé de la quedan reservados para próximas ediciones. No, es otra la causa: Una Casa de la Cultura de Tres Cantos, en revista sin publicidad (la ausencia de ánimo de lucro tiene la horario de 19,00 a 20,30 h. La asistencia es libre y gratuita. contrapartida de no contratar con empresas comerciales), apenas con Algunas ilustraciones interiores obtenidas una pequeña subvención del Ayuntamiento de Tres Cantos, tiene un en Internet. alto coste que limita nuestras pretensiones. Aún así, amigos lectores, ------------------------------ nos propusimos una revista con continuidad periódica, de la que este EQUIPO ejemplar es el mejor y promisorio fruto. COORDINACIÓN Andrés Acosta González Para quienes no nos conozcan, que ya deben ser pocos PORTADA después de tantos años, les contamos que el Grupo Literario quot;La Bibliotecaquot; Encuentros somos una asociación de amigos, con una enorme amiga Carlos Pérez Pestana compartida que es la Cultura, las expresiones literarias a lo largo de DISEÑO Y MAQUETACIÓN la experiencia humana, la música como modulación inapresable de Lorenzo Martín Cantera esa literatura, la Historia y otras facetas del conocimiento y la IMPRIME VA-IMPRESORES conciencia del ser. Nos reunimos en tertulia, muchas veces en forma DEPOSITO LEGAL Nº de conferencia, todos los jueves a las siete de la tarde, en la Casa de M-8726-2008 la Cultura. EDITA Grupo Encuentros Aunque cada uno de los miembros del Grupo puede tener muy www.grupoencuentros.es claras sus ideas, y exponerlas en el debate cuando se traten temas COLABORAN EN ESTE NÚMERO: Aceituno Medina, José conflictivos o que supongan una indagación de perspectivas Acosta González, Andrés históricas y su proyección actual, no es nuestra función entrar en el Álvarez Quintana, José Luis debate político sobre actuaciones administrativas, y menos en el Álvaro López, María Isabel ámbito local, por sus connotaciones. Pero no podemos dejar de Caballero Álvarez, Quiterio Collantes Fernández, Alberto señalar nuestra preocupación por el magro resultado de la Feria del Del Rey Alonso, Samuel Libro 2008 de Tres Cantos, que podemos calificar (como lo hizo Espiña Cillán, Elena unánimemente la prensa local) de fracaso. Casi ningún expositor Fernández de Tena, Antonio local, casetas cedidas a empresas comerciales que nada tenían que ver García-Quismondo Hurtado, Rodrigo con el libro, escasas ventas, desganadas y con poquísimos oyentes las González Alonso, José Miguel Hernández Esteban, Pilar figuras literarias invitadas, con el bochorno final de Rosa Montero López Gil, Manuel sola en el estrado con el público de espaldas. Con una notable Martín Palacios, Carmen excepción: La presencia de Félix Grande, traído por nuestro grupo Mayorga Noval, Marcos (con ayuda financiera del Ayuntamiento, por mediación del director Ojeda Méndez-Casariego, Germán de la Casa de la Cultura), quien convocó más público que nadie para Orgaz Vigón, María Isabel Pérez Moronta, Elena una conferencia magnífica en la que no hubo deserciones. Hay Pérez Pestana, Carlos tiempo hasta el año que viene para pensar qué es lo que se hizo mal. Picquot Martín, Nicole Entre tanto, sólo nos queda anticiparles algunos temas de Portillo Cuerva, Juan tertulia para el curso que viene, pendiente aún de cerrarse el Sánchez Fernández, Rosario programa: Se hablará posiblemente, entre otras cosas, de Bertolt Vega Cabello, Juan Bautista Vicioso Ruiz, Ana María Brecht (leeremos el Galileo), de poesía canaria, de Ingmar Bergman, de Alfred Döblin o de Stefan Zweig. SUMARIO Félix Grande y Encuentros.. Pág. 2 Y no podemos despedirnos sin dejar un recuerdo afectuoso para Editorial .............................. Pág. 3 nuestro compañero Juan Van Drell, recientemente desaparecido. A él Poesía, narrativa y se dedica este número, y las páginas centrales con nuestro mayor Ensayo ................ Págs. 4-10, 15-22 sentimiento volcado en ellas. Homenaje a Van Drell...Págs. 11-14 Colegio Julio Pinto Gómez. Pág. 23 Te esperamos. Van Drell en el recuerdo .... Pág. 24
  • 4. Para matar tu pena * Como aprendiz de poeta .... para matar tu pena yo tengo tomé el papel, la pluma un jilguero de palabras y una brizna de mi alma y un manojo de ruiseñores, que verter. un cuchillo de canela y un fusil de hierbabuena, Como aprendiz de poeta un enjambre de lirios tomé una pizca de mar que sangran si lloras, también. y un huerto de luz para sembrar abrazos, Y de las nubes la mirada, y el vaivén y una higuera antigua del péndulo de aquel reloj que se sabe tu nombre, en la pared. y en mi poema un sitio para inundarte de alondras, Como aprendiz de poeta ¡ ay, que para tu pena ! te busqué. Ibn – Zaydūn Carlos Pérez Pestana Anda, ve y dile * .... anda, ve y dile a tu boca que no tiente el umbral de mis labios; anda, ve y dile a tu sonrisa que no enjaule al ruiseñor que la gobierna; anda, ve y dile a tus ojos que no se rían de mí cuando me subyugan; anda, ve y dile a tu corazón que no se esconda cuando yo lo sospecho; anda, ve y dile a tu mano que no tiemble cuando barruntan abrazos; anda, mujer, ve y dile a la mar que me haga naufragar en tu regazo, anda, ve, y no esperes más. Ibn – Zaydūn * Canción para Wallāda 4
  • 5. Necesidad Nubes en junio Nunca mis manos tuvieron tanta necesidad de Lluvia bendita, beneficiosa. acariciar, Agua cómplice de la naturaleza, ni mis labios tanta necesidad de besar, que transforma en esmeralda la pradera ni mis ojos tanta necesidad de mirar, a los pies del imponente Guadarrama. ni mis oídos tanta necesidad de escuchar, ni mi mente tanta necesidad de comunicarse, Con traje primaveral de gala, ni mi cuerpo tanta necesidad de ser abrazado. salpicado de espliego malva y amapola, ¿Y nada podrá llegar a ti? perfumado de tomillo y de manzanilla ¿Y todo se quedará en el aire? el duende renovador de la primavera No me extraña que a veces se apodera de las mejillas de la campiña. el aire susurre cosas maravillosas. No me extraña que a veces, Cadencia tranquila del tiempo que pasa. sin saber por qué, mi corazón tiemble, Murmullo eterno de la onda, y sin saber por qué, mis ojos lloren; donde los rayos del sol se vuelven escarcha Y es que en el aire y el latir de la tierra conmueve a quien lo escucha ¡hay suspendidas tantas cosas! Pilar Hernández Nicoletta Agur amor Ahora voy menos a verte. Tuve que espaciar mis visitas porque ni me daba el infarto deseado ni la angustia de las lágrimas secas me consolaba. Cada tres días vuelvo a tu lado para recordar tu risa, tu ternura, tu amor. Si por un momento refulge el sol, espero ilusionada que el rayo me haga un guiño que caliente un instante mi alma angustiada y me indique que aún estás ahí, que todavía estás aquí conmigo. Cuando el celaje de nubes negras tapa la luz, me repliego sobre el suelo suplicando que esa oscuridad embadurne mi cuerpo y acabe de consumirlo para siempre. Durante ese momento eterno desearía que toda mi alma y todo mi cuerpo atravesaran la tierra para cogernos de la mano y sumergirnos en las puras ondas etéreas incontaminadas y limpias de todo odio humano y de toda violencia. Cuando regreso, la congoja me ahoga físicamente y querría dejar de respirar, pero nunca lo logro. Al bajar la pendiente del cementerio y darle la espalda al mar, siento que me alejo otra vez de tu lado, hasta que el próximo día te busque con desesperación donde yacen tus restos despedazados por la bomba lapa terrorista que te apartó de mi lado para siempre. Y me quiero morir, pero no me muero. Y quiero llorar, pero no puedo. Y la desesperación y la impotencia me abruman y me hieren, pero nunca lo bastante como para enloquecerme. Mis lágrimas se secaron el día que quise meterme contigo en tu último lecho, para recomponer tu cuerpo y acompañarte en tu último viaje. Pero no me hiciste hueco. Y aterrorizada recomienzo desde mi orilla angustiada el viaje inacabado hacia el océano amargo donde se va diluyendo mi odio y aumentando mi soledad. Amor, ¡qué sola y qué desvalida me siento sin ti! Porque te sigo queriendo con toda mi alma. Agur amor. Alberto Collantes Fernández 5
  • 6. Francisco de Goya y Lucientes. Los desastres de la guerra (1810-1815). Francisco de Goya fue un creador de larga vida, a caballo entre dos siglos y coetáneo de los acontecimientos que conmocionaron Europa y España entre 1789 y 1815. En su fecunda personalidad fluyen un caudal de experiencias: los cartones para tapices de la Real Fábrica de Santa Bárbara; su trabajo en la Real Academia de San Fernando, que le abrió las puertas de los círculos ilustrados y económicos más influyentes, a quienes retrató con elegancia, refinamiento y aguda caracterización psicológica (los Duques de Osuna, el banquero Cabarrús, su amigo Jovellanos, los Duques de Alba); su privilegiada situación como Pintor de Cámara de Carlos IV, hizo posibles los retratos ecuestres de Carlos IV y Mª Luisa, el gran lienzo de la Familia de Carlos IV (1800-1801), los cuadros de la Condesa de Chinchón y las Majas; algunas series de grabados y las pinturas negras de la Quinta del Sordo, ofrecen las imágenes más sombrías en las que asoman los oscuros terrores y pesadillas del subconsciente. Entre esos estilos, aparentemente múltiples, descubrimos las crisis históricas o personales que le inspiran, como la grave enfermedad que le dejó la secuela de la sordera. ¿Cómo afectó a Goya, un anciano sordo de 60 años, la irrupción brusca de la guerra? En la portada de la serie Los Desastres, titulada Los tristes presentimientos de lo que ha de acontecer, Goya nos muestra un hombre-Cristo arrodillado, cuya iconología laica es la del hombre solo frente al caos de la existencia, de la realidad española que precedía a la invasión. Los sucesos de 1808 provocaron una conmoción nacional que alteró la vida cotidiana. La rutina se tornó en alboroto: ¡Qué alboroto es éste! fue una frase dicha por un oficial francés ante la desesperación de las mujeres al ser requisadas sus cosechas. La guerra invirtió los valores y virtudes humanas de sociabilidad y compasión y los degradó en depredación y crueldad, que la estampa 81, Fiero monstruo, resume con la alegoría de una rata gigante vomitando cadáveres y haciendo temblar y llorar a los seres humanos. Goya vivió en Madrid el estallido del 2 de Mayo; entonces, sus convicciones liberales e ilustradas, cuyo modelo venía de Francia, se tambalearon ante la presencia de los ejércitos napoleónicos y los abusos y crueldades que cometían sus soldados. Esa crisis personal la transforma en lucha, como testigo y víctima (incluso se autorretrata en las láminas, Caridad y Si son de otro linaje); sin embargo, no adopta una posición extremada o patriotera, porque le duele la guerra y la violencia en sí mismas, vengan de donde vengan: tan odiosos le parecen los franceses, ejecutores sin rostro en la estampa Con razón o sin ella o violadores salvajes en No quieren y en Ni por esas, como algunos españoles a los que llama “populacho”. Goya va a Zaragoza, llamado por Palafox, para preparar un cuadro sobre los “sitios”; no lo acabó, pero algunos de esos dibujos y pinturas pudieron inspirar estampas como ¡Qué valor! (imagen solemne de la heroína Agustina de Aragón), o las dedicadas a las columnas de seres despavoridos desplazados por el conflicto, que su retina retuvo y su buril grabó en Yo lo ví y Y esto también. A su regreso a Madrid, Goya sigue siendo el pintor de la Corte, presta juramento a José Bonaparte, y sus servicios como retratista fueron requeridos por franceses, españoles colaboracionistas e, incluso, por Wellington, en 1812. Las estampas: medio de comunicación y obra de arte. ¿Cómo influyeron los acontecimientos en su creación y difusión? Goya conocía, por la experiencia de Los Caprichos, el poder de difusión de las ideas que la estampa tenía. En la Escuela de grabadores de Carlos III había aprendido las técnicas del aguafuerte y aguatinta, que solía completar con retoques de buril o punta seca; y la monocromía era idónea para conmover y dar verosimilitud a los hechos. Hay diferencias formales y de composición en las láminas, pero también hay rasgos comunes: unos pocos trazos para definir lo esencial del tema, la función expresiva de cada línea, mancha o claroscuro, y esos rostros de los personajes que transmiten lo que sienten y dialogan entre sí con la mirada. Goya hizo los grabados en la clandestinidad; al acabar la guerra, en 1814, el Consejo de Regencia le encargó los lienzos: la Carga de los Mamelucos y los Fusilamientos del 3 de Mayo; de éste último, hizo estampas parecidas, Y no hay remedio (la misma mancha blanca del fusilado que expresa el sufrimiento ciego y 6
  • 7. los soldados sin rostro), o No se puede mirar (visión muy cinematográfica de un fusilamiento: un “fuera de campo” de los ejecutores, de los que no vemos más que los cañones de sus fusiles, y un fuerte contraste lumínico que enfoca a las víctimas). A su regreso, Fernando VII, El Deseado, implantó un régimen oscurantista del que Goya hace una amarga reflexión política en el grabado Nada (Ello dirá): de “nada” ha servido tanto sufrimiento y muerte pues la balanza de la Justicia continúa desnivelada. La sublevación de Riego y el Trienio Constitucional despertaron cierta ilusión en el artista, visible en la alegoría de la última lámina, Esto es lo verdadero (un hombre, símbolo del trabajo, y una mujer, símbolo de la paz, se acercan para conversar; paz y trabajo se abrazan y juntos engendran la abundancia: gavillas de mies, cestos de pan, barriles y frutas). El título inicial de la serie fue Fatales consecuencias / de la sangrienta guerra en España / con Bonaparte / Y otros caprichos enfáticos / en 85 estampas / inventadas y dibuxadas y gravadas / por el pintor original / D. Fco. De Goya y Lucientes, pero cuando la Academia de San Fernando compró las planchas y publicó la primera edición en 1863, las tituló Los desastres de la guerra. Los Desastres: la memoria histórica de la Guerra de la Independencia Goya sigue un criterio temático pero no hace una narración diacrónica de los hechos, sólo subraya la ilación de los mismos con los epígrafes; estos comentarios lapidarios le sirven para implicar al espectador en la escena: sobre los fusilamientos dice No se puede mirar; acerca de los heridos expresa Aún podrán servir; sobre la tortura y los ajusticiamientos anota No se puede saber por qué; y ante el hambre de Madrid, con sus calles llenas de cadáveres y mendigos, exclama ¡Cruel lástima! o ¡Madre infeliz!. El tiempo es ambiguo, no se sabe el momento del día ni la estación, pero ha construido un tiempo interno al componer las facetas de la guerra (Lo mismo en todas partes). El espacio interior y exterior es equívoco y la acción puede referirse a cualquier guerra. Pero, a lo largo de las 82 estampas, Goya va componiendo un relato coherente de este periodo histórico: Primero la lucha sangrienta y sus atrocidades. Luego, la miseria, la enfermedad y el hambre que vivió Madrid, entre 1811 y 1812, la insolidaridad de los poderosos y la muerte silenciosa y anónima de los abandonados (Muertos recogidos o Carretadas al cementerio). Por último, la caída de Napoleón (El buitre carnívoro, símbolo del emperador arrojado de España por el pueblo español), la heroica resistencia de los liberales españoles y el triunfo del absolutismo fernandino, en 16 estampas alegóricas llamadas Caprichos enfáticos. En ellas, los animales parlantes le permiten satirizar la represión, el desprecio a la Constitución de 1812, el ambiente cortesano, los viejos vicios, la ignorancia y la beatería: así lo vemos en ¡Esto es lo peor!, Gatesca pantomima, Farándula de charlatanes o Murió la verdad. La serie ha pasado a la memoria colectiva como una crónica universal de denuncia de todas las guerras, que perpetúan la irracionalidad y los más bajos instintos (Miles gloriosus, ¡Grande hazaña!, ¡Con muertos! o Lo merecía), de la dualidad humana por las situaciones paralelas y opuestas que plantea sobre quiénes son los verdugos y las víctimas, en ambos bandos (Con razón o sin ella), sobre el papel de las mujeres (víctimas, en Las mujeres dan valor; o heroínas en Y son fieras), de los religiosos, ….; sólo los niños son siempre víctimas inocentes que lloran o corren asustados detrás de los soldados, sin entender nada. María Isabel Álvaro López 7
  • 8. Cuando me haya ido Cuando me haya ido no quedarán las palabras que no dije. Recuérdame, con el viento fuerte de la cumbre. Escúchame, en el silencio de la nieve bajo la niebla. Háblame, ante las rocas mudas que todo lo han visto. Seréname, al acariciar tus manos el agua de los arroyos. Cuando yo me vaya olvida lo que fui. Recuerda tan sólo lo que amé, cuando me haya ido. Invitación a la Dehesa Bonita Preparad unos versos para leer en la confortable senda que se adentra en el bosque, en la intimidad de la acogedora sombra de los avellanos. Y otros versos para el bosque profundo que se enmaraña de troncos abatidos y ramas que se entrecruzan, entre los que se elevan árboles centenarios arropados de líquenes y musgos. Leeremos vuestros poemas más sentidos en las oscuras gargantas que se ocultan en la profundidad de los barrancos, donde el agua de los arroyos pierde su soberbia y se hace quieta y seductora. Allí, entre las rocas oscuras y húmedas, sobre el suelo mullido por miles de hojas y en la penumbra de los árboles que miran sin verse a las charcas sin fondo, sólo existe la luz que brota de los helechos, y el tiempo parece enloquecer. Hablad en esos santuarios de vuestras ilusiones caídas y de vuestros anhelos no alcanzados porque el bosque os devolverá consuelo y esperanza. Reservad vuestros versos más exultantes y alegres para el esplendor de luz y color que desde los riscos más altos os devolverán las copas de los árboles. Dejad vuestros versos de cálido erotismo para las dehesas que se abren a la sensualidad del sol y del viento. No paséis de largo ante mis queridas rocas y amados árboles: abedules, robles, serbales, avellanos, mostajos y tantos otros hermanos que os esperan inmóviles pero no insensibles. Habladles de vuestros sentimientos, pues os devolverán paz por ira, sosiego por pena e ilusión por indiferencia. Y si por casualidad la niebla decide inundar al bosque, no os aflijáis, dejaos llevar por la fascinación de lo irreal. José Aceituno 8
  • 9. Recuerdo En silencio Vuelvo a la montaña, No sé si guardar silencio, aún resuenan tus pasos por los canchales, pues cuando leas mis versos, los regatos y fuentes camino del estío, no serás mi linda amiga y que un día calmaron tu sed, no serás quot;la flor y el besoquot;. aún sonríen con tu recuerdo. Ya no cantarás conmigo El pinar sigue perenne ya no serás mi consuelo, ofreciendo su sombra eterna pero ya no importa nada, esperando tu paso, poco a poco te vas yendo. pero el hayedo y el robledal... con sus brotes de primavera, No caminarás conmigo lloran inciertos sin saber por los montes ni los sueños, que no buscarás su abrigo. por tenerte junto a mi dediqué tiempo y esfuerzo, El eco de los valles pero si tú ya no estás, ha quedado mudo, ¡para qué seguir creciendo! ya no refleja tus risas ni tus canciones. Lo que no podré dejar, es tu imagen, tu recuerdo. Y para mí, todo es como un desierto, Piensa en mí cada día, sin ti ya no hay nieve, un minuto, poco tiempo, ni flores, ni trinos, hazme una señal que diga los ríos discurren secos, que me quieres en silencio.. las mariposas se tornan grises, y la naturaleza muere conmigo... ---con tu recuerdo Metáfora No llores cuando no cantas, no te rías del poeta por que tú eres mi música, por que tú eres poema. Rodrigo García-Quismondo Hurtado 9
  • 10. Historias de Julia - Cada día - Julia, cada día, empezaba su jornada con un desayuno en un bar cerca de su oficina. Era una rutina que la ayudaba a afrontar con mejor ánimo el día de trabajo que tenía por delante. En el bar, frente a la barra, había cuatro mesas, donde las personas que no tenían mucha prisa desayunaban con más calma. Cada día se sentaba en la misma mesa, y cada día veía a las mismas personas, sentadas también en las mesas siguientes; una mujer con abrigo de cuero, una pareja extranjera y en la última un hombre mayor, de unos 70 años, alto y de gran corpulencia, con pelo canoso, escaso y muy corto, semblante amable, siempre con traje y corbata, con elegancia y unas formas de moverse por el bar que le hacían pensar en algún parentesco con el dueño. Cada día, cuando la mujer del abrigo de cuero entraba en el bar se oía ¡Buenos días! en un tono de voz tal que lo podía escuchar cualquier persona que estuviera allí, haciendo que subiera el murmullo generalizado del ambiente. Sin dejar de hablar con los camareros y algunos de los que coincidían cada día, comentaba y se reía hasta que le servían el café con churros y callaba. La pareja extranjera no despertaba en Julia ninguna inquietud. Con la piel ligeramente oscura y rasgos un poco mezcla de rumanos y marroquíes, no podía asegurar de qué país eran. Cada día llegaban al bar, se sentaban en su mesa, apenas hablaban entre ellos, y cuando lo hacían, era en un tono tan bajo que sólo conseguía escuchar que no era en su mismo idioma. El hombre del traje (ese era el nombre que Julia le daba en sus pensamientos) cada día cogía el periódico que estaba al final de la barra, le servían un café con leche y se sentaba en su mesa. Sin prisa abría el periódico, sacaba una pluma del bolsillo interior de su chaqueta y escribía en los márgenes de las noticias, subrayaba alguna palabra y desayunaba con una tranquilidad que la hacía pensar que ese era, realmente, su trabajo. Julia se fue acostumbrando a esta rutina y esperaba, cada día, la llegada del hombre del traje, llegando a pensar en un nombre y una historia para él. Pensó que dada su corpulencia le pegaba el nombre de Miguel; no sabía por qué, pero le parecía el nombre adecuado. Después comenzó a forjar la historia de su vida y pensó que seguramente fue el dueño del bar, y que con el paso de los años traspasó los poderes y las responsabilidades a sus hijos, sin desvincularse de su compromiso de ir, cada día, al bar. En una ocasión, cuando Julia volvía a su mesa después de coger el café, comprobó con sorpresa que en lugar de escribir en los márgenes del periódico, Miguel estaba haciendo unos garabatos y dibujos extraños y que no subrayaba ninguna palabra en los artículos. Le extrañó tanto que empezó a preocuparse por el estado de ánimo que aquel hombre pudiera tener. A partir de entonces pensó “algo le pasa”, y comprobó que, efectivamente, no tenía buen aspecto; le notaba muchas ojeras, y sus andares eran más lentos y cansinos. Pasados unos días, un camarero le sirvió el café y le acercó el periódico, a la vez que le preguntaba ¿Cómo se encuentra hoy, Don Luis? me ha dicho su hijo que estaba de médicos. ¡Don Luis! Vaya chasco, en el nombre se había equivocado, pero en la historia había acertado plenamente. Desde ese día, Don Luis fue apagándose como la luz de una vela. Se le notaba más cansado, con peor aspecto; ya no vestía traje y corbata, llevaba unos pantalones vaqueros y una camisa y se notaba que, cada día, le quedaban más grandes. ¿Es que nadie se preocupaba por él? ¿Ninguna persona, aparte de ella, notaba el deterioro de su estado? Sentía mucha pena de verle así, era como si tuviera enfermo a su abuelo y no pudiera hacerle una caricia o darle una palabra de ánimo. Un lunes estaba ya sentada esperando el café, y comprobó que Don Luis no había llegado. Le extrañó tanto que se atrevió a preguntar al camarero por él, temiendo lo peor. Efectivamente, le dijo que había fallecido el sábado anterior, y habían cerrado el fin de semana. Julia pagó el café pero no fue capaz de tomarlo; no podía tragar porque la pena le apretaba la garganta. Salió del bar y caminando hacía su oficina, como cada día, las lágrimas le corrían por sus mejillas sin poder ni querer controlarlas. Había sufrido un duro golpe. Julia no volvió al bar. Menchu M. 10
  • 11. El color perdido Como si la escarcha Se me ha perdido un color. Como si la escarcha cubriera la tierra Yo no sé donde buscar. un cegador albo de luna sin piedad He caminado descalzo nos hiere nuestros sentimientos. por valles y por montañas Alzo la cabeza para reclinarla de inmediato y no lo puedo encontrar. al identificar tu muerte. No, no es la amistad quien no muere. Le pregunté al arco iris Serás siempre recordado por tu pintura, si sabía dónde podía mirar por tus poesías y por tu persona para saber encontrar el color que me faltaba, Elena Pérez Moronta pero él me preguntó que (Junio de 2008). ¿cuál era el que buscaba? Le dije ... el color de la amistad. Aspirante a Haiku en honor ¡Oh! ese no lo tengo aquí. de Van Drell En el mundo no lo encontrarás. Es un rarísimo color, Pincel, colores, conseguido con mucho afán. fundidos con tu alma. Mezclando con el corazón, Van Drell eterno admiración, respeto y cariño. En el mundo de los vivos, Ana Vicioso Ruiz eso no se suele dar. (Junio de 2008). Desesperado, atónito, dolido y bastante alicaído, A la muerte de subido en el arco iris viajé Juan M. Van Drell hasta el infinito, donde habita el talento Invoco al pintor Van Drell, y alguna vez, de cuando en cuando, que viajero empedernido el respeto y la amistad. un nuevo viaje ha emprendido Allí, mi admirado compañero y amigo sobre invisible corcel. Juan Van Drell, inventor de mil colores, Un caballete, un pincel... seguro que lo tendrá. cien útiles (se imagina), de la amada disciplina, Donde estés querido amigo, (siendo toda su ilusión) mi respeto y mi amistad irán contigo. ¿en penosa confusión...? Qué corcel fue, ¡se adivina! Juan de Madrid Samuel del Rey (Mayo de 2008). 11
  • 12. El poema niño A un pintor de sueños vivos A Van Drell, en su largo sueño infantil. Madre soledad, no conozco tu cara; sólo la noche, y detrás adivino el alba. Nació en la Barcelona renaciente (obrera y señorial, roja y galana, Madre ausencias, yo sé que estabas levantisca en su flema catalana), cuando lloré mi primer llanto; y bebió el arte, el seny, en esa fuente. sé que me proteges con tu calavera de niebla y tu bastón de mármol. Quiso entender el mundo, adolescente, y con pincel tradujo a luz humana Busqué tu rostro en la multitud hambrienta, el vasto sol que ardía en su ventana y encontré huellas en el aire, caminando hacia atrás. y el tortuoso volcán del inconsciente. Madre silencios, yo sé que lloras en secano Salió al mundo, dejando Barcelona, gruesas lágrimas de arena cayendo en la clepsidra; navegó el desierto, curtió su piel, y que te reafirmas, y te empecinas en erigirte, y arribó a este lugar que hoy no abandona. estatua de sal, sombra morada, amanecer sin sueño. Por eso, este arduo verso es para él: Madre antigua que caminas el papel gastado: ¡Que siguis molt bé, amb la teva dona, Yo cruzaré contigo de la mano tú, el meu amic, Juan María Van Drell! y será bienvenido el día, tiernamente azul, ajeno, enamorado. Germán Ojeda Méndez-Casariego (Marzo 2008) 12
  • 13. Pintor y poeta (a Van Drell) Poeta del espacio y, en la tormenta de ocres, entretejido, una estela la luz, teñida en sombra, ilumina a una yegua es tu palabra. enjaezada. Tus versos, de color enloquecido, Cuando la ausencia busca dibujan los perfiles en el recuerdo, de un poema, alguna imagen que levante haciendo mariposas el Alma, de una espada. ¿De qué silencio arrancas Las dulces ninfas, suaves querubines terciopelos; que tus pinceles mueven las aguas lentas, sedas como alas? desgarradas, emergen en tus lienzos Van Drell, tus manos hacen como sueños, poesía, cuando son por tus manos y mis palabras pintan conjuradas. sentimientos buscando la Razón Tú creas dimensión de cada día. al infinito. XL Ferreiro Descubres horizontes (12.3.89) en la nada. Encierras un segundo en acuarela 13
  • 14. A Juan María Van Drell, pintor universal, distinguido como “Personaje Encuentros” en la cena floral celebrada el 25 de septiembre de 1999. Hoy quiero homenajear Ese don de tus pinceles a un pintor, ya pelo cano, que dibujan mariposas y a cuyo pincel aclamo volando sobre las rosas, que no deje de pintar. posándose en los claveles. Los detalles del planeta Es pintor universal, aunque no habiten en ella; pues así se determina pues vi bajar a una estrella al pintor lo que imagina, que iluminó tu paleta. con gran creatividad. Pintas el trigo encerado Tú, pintas la poesía; y olivos de tierra santa, como esa mano ninguna, verde, amargo en mi garganta. yo hago algo con la pluma Pincel inmortalizado. lo tuyo yo no sabría. Una vez más al caballo Tú, que pintas los paisajes retratas y al toro bravo, dándole rayos de sol; rejones, desmelenado, tú, que pintas con destreza como disparos de rayo. pájaros enamorados. Píntame el tren que yo quiero, Tú, que pintas de la tierra con su trepidar, vaivenes, todo lo que ves, soñando, grandiosa estación y andenes, pero tu pincel borrando que quiero ser un viajero. todo el color de la guerra. Píntame aquella verbena Tú, que pintas de las flores que vivieron sus andenes; toda la belleza suma ¡qué trajín de hermosos trenes! y a las aves con su pluma; en la estación de Marchena. tú, que haces ruiseñores. Que tu pincel es capaz Tú, que pintas golondrinas de darme cuanto yo quiero, y alondras, la fauna entera ¡ay, qué pena si yo muero! y con tu mano certera con verlo descanso en paz. dibujaste las espinas. Con un fuerte abrazo de este amigo, Juan Bautista Vega Cabello (Tres Cantos, septiembre de 1999) Hoy, 10 de abril de 2008, fieles a tu memoria, Juan Mari, cuando echamos en falta tu presencia y tus opiniones certeras y razonadas. 14
  • 15. En el tren El tren arrancó en el momento en que un joven de unos treinta años, alto y delgado, entraba en el compartimiento. Preguntó a las dos mujeres jóvenes si se podía sentar allí. -Sí, cómo no -le dijeron. Junto a ellas, viajaban dos niños. Tras una media hora de viaje, el joven se dirigió a los niños: -¿Habéis visto alguna vez una pistola de verdad? -No -le contestó uno de los niños. -Pues yo llevo una en la maleta. ¿Queréis que os la enseñe? La madre de los niños, muy sorprendida, se apresuró a responder: -No, no hace falta El joven no la oyó, mejor dicho, no la quiso oír y, levantándose, cogió la maleta, la abrió y sacó una pistola. -¿Queréis cogerla? –dijo, alargándosela a los niños. Los niños se encogieron en el asiento. No se atrevían a moverse. Las jóvenes señoras, asustadas, no pudieron articular palabra. -No tengan miedo, señoras, por favor. La pistola no tiene balas. Cuando viajamos de paisano, fuera de servicio, le quitamos el cargador y nos aseguramos que no quede ninguna bala en la recámara. Mientras hablaba, el cañón de la pistola se dirigía a la señora que estaba sentada enfrente de él. Ésta, con los ojos desorbitados, le pidió: -¡Por favor, apunte usted para otro lado, aunque la pistola no tenga ninguna bala! No acababa de decir esto, cuando un terrible trallazo resonó en todo el vagón. Metafóricamente (En el tren) Comenzó a moverse como una serpiente larga y obscura, abandonando lentamente la estación, al tiempo que un famélico mancebo, tan largo y delgado como un lapicero, interpeló a sus acólitos de tránsito, solicitando venia para dejar caer sus reales posaderas. Cuando el tiempo se habría deslizado por la mitad de una hora, la dualidad de lápiz quiso exhibir su pipa a unos infantes que allí se encontraban. Con vasto canguelo, los itinerantes miraron aturullados al desgalichado púber. Este quiso apaciguarles, ratificando que la pipa, exenta de carga, no tenía ni chicha, ni limoná. Dicho esto, la pipa vomitó con gran estrépito, vaciando sus tripas e inundándolo todo Palabras compuestas (En el tren) Un larguidelgaducho mozalbete, circunvalando los treinta, adentrometióse en un multicompartimental tren y sacoexhibió a ojos vista sus pertenencias: Un negrodisparador revólver. Con tan mortíferonegroide artefacto el supermiedo cundió entre los variopintos viajeros. El los tranquimanejó, queriendo amainoapaciguar su pavor. De pronto un horriestrepitoso, tímpanodestructor fogonazo se expandió por el vagón. Rosario Sánchez 15
  • 16. Qué podemos hacer por los artistas James Houston, el descubridor de la escultura esquimal, organizó en 1949 una exposición en Montreal con las figuritas talladas en piedra o hueso que los inuit elaboraban como parte de su vida cotidiana. Ante el éxito de la exposición, Houston plantea a algunos esquimales especialmente dotados como Oshaweetok que se dediquen en exclusiva a tallar estas figuras. Le miraron sin comprender: ¿dejar de cazar focas? ¿modificar su vida entera para pasarse el día tallando piedras o huesos? “Los artistas hacían, una, dos o tres obras y luego abandonaban”, parece lamentarse Houston en su libro Memorias del Ártico. Poco después, consigue crear una cooperativa esquimal para canalizar estos productos e introduce algunos elementos nuevos como la técnica del grabado. Así, finalmente consiguió que algunos de ellos se dedicaran al Arte como forma principal de sustento. Quizá pueda utilizarse este ejemplo para hablar de nuestros artistas. Desde el romanticismo, el Arte ha pasado a ocupar un lugar social impensable en siglos anteriores. Hombres y, en menor medida, mujeres de los países más desarrollados dedican todo su esfuerzo y vitalidad a escribir, pintar o crear objetos que sabemos son por completo inútiles. Ninguno de ellos nos servirían en una situación de necesidades básicas y la imagen de quemar libros para calentarse en un invierno gélido ha sido usada hasta el empacho. Necesitamos de obras creativas en otro sentido, de otra manera. Así que, cuando disponemos de recursos económicos para pagar al artista y de ocio para disfrutarlas, consideramos que esas obras no tienen precio. Que su precio en dinero es una convención grosera, porque El Danubio de Claudio Magris o Madrid desde Vallecas de Antonio López o escuchar a Cecilia Bartoli; ¿acaso puede encontrar equivalencia en términos de dinero? Es que el Artista tiene que vivir de algo, y tiene que vivir al menos holgadamente para que tenga tiempo para crear. Y en algún momento, el esquimal decide que ser artista-esquimal, tallar huesos, vale la pena. En muchos casos, no hay sin embargo perspectiva alguna de ganarse la vida con ello, pero Van Gogh enloquece hasta comerse sus pinturas, despreciado por los críticos y la verdad, escasamente reconocido en vida. ¿Por qué un hombre vive en el rechazo y la miseria por pintar, escribir, crear? Los Artistas tienen algunas características personales aún más interesantes que su supuesto don divino: una voluntad inquebrantable, una envidiable confianza en sí mismo, una capacidad de sufrimiento físico extraordinaria… ¿Cuántas de estas cualidades son de temperamento y cuántas de carácter, forjadas en un entorno, deliberadamente reforzadas en sociedad? Los estudiosos del carácter de las personalidades geniales han intentado establecer diferentes ámbitos en los que se les permite experimentar en un entorno seguro: el materno, el familiar, el de su grupo social. Que no funcionan como compartimentos estancos, pero que gradualmente posibilitan que el niño, el joven y finalmente el adulto, esponje su yo. Entorno favorable En ellos y paso a paso, se cristaliza un López, un Magris, un Barceló. Una combinación de cualidades personales y medio social. Es fácil reconocer en cuál de ellos, las mujeres han sido frenadas en seco. Como los esquimales, la pintura o la escritura eran siempre actividades complementarias de su vida doméstica, de su vida cotidiana, pero ¿sacrificar esposos e hijos a pintar árboles o tallar mármol? ¿Acaso no creaban ya en la maternidad? Dar a luz niños, criarlos y educarlos, eso sí que es una tarea creativa e importante, les han repetido constantemente. Los hombres crean, frustrados, por no poder dar a luz hijos, dicen algunos. Así que las mujeres biológicamente dotadas para crear desde que nacen, raramente podían ser alentadas a dedicarse a tiempo completo a algo semejante a pintar flores o esculpir piedras. ¿No es acunar a un hijo algo infinitamente más importante (para una mujer, claro está) que cualquier otra tarea en la vida? Así que, hombres y mujeres, parecían caminar en siglos distintos en consideración social con respecto a sus vocaciones artísticas. Unas no parecían haber salido de una suerte de Edad Media en la que, como el esquimal, era incapaz de concebirse sin un entorno doméstico, de vida cotidiana. Pero ahora, pensamos, todo esto ha cambiado, las mujeres pueden por fin vivir una vida vocacional dedicada al Arte. Dejemos aquí este lugar común, que nos llevaría a incómodos asuntos sobre las tercas y persistentes diferencias de género. Un Artista, tanto si es hombre como mujer, se presenta en nuestra vida contemporánea como un individuo capaz de elaborar obras sublimes y que hasta el último aliento vital debe expirarlo creando. Y en esa dedicación monacal, es socialmente alentado a que todo sea subsumido, todo le sea perdonado. Mísero con sus hijos, déspota con sus parejas, detestable en su vida cotidiana, irresponsable en sus compromisos sociales. Los privilegios llevan aparejadas responsabilidades, menos, nos decimos sin dudarlo, con los artistas. En nombre de un cuadro, de una sinfonía o una novela, estos individuos pueden ser insoportables en su trato con sus semejantes o dar la espalda a la sociedad en la que viven. Y nosotros, los oyentes, los lectores, los receptores de su obra debemos disculparlos. En las sociedades 16
  • 17. democráticas muchos de ellos reciben dinero público, se les entregan premios sustanciosos y se les procura un reconocimiento constante. Sin embargo, se sienten libres de cualquier responsabilidad frente al otro y frente a todos: sólo se deben a su Arte. A nadie se le ocurre decir que en cierto sentido y más que nunca, deben ocupar un lugar social. Y que tienen el ejemplo de muchos otros cuya vida y obra se compenetran en un enriquecimiento de verdadera dimensión humana. Cuando hubo que ser generoso en el amor lo fueron, cuando tuvieron que alzar la voz, lo hicieron. Kenzaburo Oé, Bach, Arundhati Roy o Rubens y tantos otros muestran que el Artista puede vivir su obra, y enriquecerse de ella como persona. Es una curiosa paradoja que mientras algunos textos nos confrontan con nosotros mismos a los no-Artistas, a ellos, a los propios creadores, parecen no servirles de nada. ¿Qué podemos hacer, nosotros, por los artistas? ¿Qué podemos hacer, nosotros, por los artistas? Quizá decirles que el Arte no lo es todo y que bien podemos esperar o prescindir de algunas creaciones si ellas llevan aparejadas tanto sufrimiento propio y de otros. Que puede, quizá, elaborar unas cuantas piezas porque la cantidad en el arte no tiene sentido, y hacerse visible socialmente. Frente a un mundo lleno de intereses espurios, mercantilizado y con múltiples universos de sentido, ellos con su ejemplo: su vida interior, su certeza de una tarea, su inquebrantable confianza en las propias capacidades; pueden ser un buen faro, un ejemplo. En 1640 Rubens escribe a su discípulo y casi hijo adoptivo, Fayd’herbe felicitándole por su reciente matrimonio. El joven tiene un encargo de trabajo pendiente. La carta que se ha conservado, repleta de afecto dice: “Mi esposa y yo, junto con mis hijos, os deseamos sinceramente a vuestra amada y a vos toda la felicidad y el contento más absolutos y duraderos. No hay ninguna prisa por el niño de marfil, ya ahora tenéis entre manos otra labor infantil más importante”. Rubens sabe que los recién casados han de vivir su gozo, y que una figurita tallada puede esperar frente a la alegría de dos jóvenes esposos. ¿Qué otras obras de Arte se producirían con una sociedad de actitud rubensiana con el Artista? ¿Contribuimos nosotros, de alguna manera, con la mitificación del arte, con la insistencia en las capacidades divinas, con nuestra indulgencia a reforzar algunos de los rasgos más espantosos del Artista? Maribel Orgaz Vigón. 17
  • 18. La claraboya Con todo cuidado, mi padre enrolla el colchón de borra de su cama, siempre agachado porque la altura, en esa parte de nuestra casa, es de un metro. Las gotas de sudor resbalan por su cara, caen de la frente. Mes de Julio. ¡Qué calor hace! El calor que deja las cosas quietas, que sofoca. El tejado, al recibir todo el día el sol de plano, transforma la buhardilla en un pequeño horno. Nuestros ojos acompañan absortos cada uno de sus movimientos. El cocido, en el puchero, ¡huele a hierbabuena! La claraboya es cuadrada, tiene sesenta centímetros de lado. Está en el techo del pasillo de comunicación, encima de nuestra puerta. La silla, (hay otra, pero tiene las patas todavía más sueltas), es colocada debajo. Subido en ella, el colchón en forma de tubo, que pasa con facilidad por el hueco, es depositado tras un golpe seco sobre las tejas ardientes. Ahora los pies se despegan en parte, del asiento. Con los brazos levantados y las manos agarradas al borde del recuadro, su figura desaparece. Seguimos escuchando la voz. ⎯ Voy a dejarlo extendido. A la noche, el techo de nuestro cuarto va a ser el cielo lleno de estrellas. El resto del día pasa lentamente, tan despacio que la oscuridad no parece llegar nunca. ⎯ Papá, ¡si no tiras más yo no consigo subir! Es que la barriga de mi madre está enorme, nuestro hermano va a nacer dentro de un mes, por eso le cuesta tanto trabajo pasar. En medio de los esfuerzos, su risa como tintineo de campanillas amortecido, suena. Hablamos bajo. Pedro que esperaba su vez encima de la silla, es levantado ahora. ¡Llega mi turno! La curiosidad casi no me deja respirar. ¡Qué pena! Nuestra aventura fantástica, ¡no la podemos contar a nadie! ... Distingo claramente, dos sombras echadas. Siento una de mis piernas amarrada a la cuerda. Todos nosotros sujetos a ella. Entre una atadura y otra, un pedazo libre para facilitar los movimientos. ¡Estamos seguros! Si durante la noche, alguno resbala, nunca caerá al patio porque los demás lo impediremos. ¡Aquí no hace calor! ... ¡Qué cerca del cielo!, ¡casi lo toco con las manos! Las estrellas son bombillas de mágico chispear. ¡Qué bueno poder respirar así, profundamente!... ⎯ “Padre nuestro que estás en los cielos santifiii...” La colcha grande nos cubre. Intento atender al relato que papá hace de las proezas de nuestro héroe Badicán. ¡No lo consigo! Han pasado cuarenta años, y aún puedo sentir en mi cara la frescura de aquellas noches. Sólo por cerrar los ojos, veo la luna blanca, que inunda todo de luz, proyectar sobre el tejado las sombras misteriosas de las chimeneas. Las uñas de gato crecen entre las tejas, sin tierra, en un jardín insólito y puro. Badicán cabalga a través de los luceros. Va vestido de blanco. El penacho de plumas de su sombrero, se mueve al viento. Acabo de despertar. Brilla el sol. Debe ser muy temprano. Las uñas de gato, ¡están verdes, muy verdes, tan bonitas! ... Todos despiertos. Nadie habla. ¡Soy feliz! Mi padre a mi lado, sonríe. Elena Espiña Cillán 18
  • 19. Luciérnagas Filosofía Una luciérnaga es una estrella fugaz que ilumina el pensamiento. La luciérnaga es un fogonazo que ilumina el arte de birlibirloque. San Juan de la Cruz es una luciérnaga que ilumina la noche oscura del alma. Nuestro conocimiento es la llama de un candil en una noche de viento. Hay que vivir cada día como si fuera una vida en miniatura. El escritor vidente ve lo que no es evidente. Si el miedo fuera libre, ya habría hecho la maleta. Nuestras horas son un magnifico racimo de cerezas. ¡Hay que comérselas! El sexto sentido es el que nos permite entender la información que nos proporcionan los otros cinco. Si el hombre es la cumbre de la creación, no quiero ni pensar lo que debieron ser los primeros experimentos. La vida es un cuento contado por un idiota. Y el autor del cuento tiene toda la pinta de ser un sádico o un imbécil moral. He descubierto una versión tan profunda de la lectura, que son los propios autores los que disfrutan, conociendo todas las fantasías que suscitan en mi espíritu. El hombre es lobo para el cerdo. Humor El que ríe el último es el que tarda más en entenderlo. La memoria es la inteligencia de los burros, pero la verdad, no me acuerdo de quién es la cita. Cuando no podía hacer el amor, procuraba hacer el humor. El paraguas es un murciélago enamorado de la lluvia. La endivia es una verdura que desea el mal a la escarola. La lata es el ataúd de la sardina. José Miguel González Alonso 19
  • 20. En la calzada En recuerdo de Juan Van Drell, que se negó siempre a abandonar el sentido del humor.. - ¿Qué hace usted ahí, en medio de la calzada? ¡Le puede atropellar un coche! - Claro, eso es lo que quiero. - ¿Pero por qué? Va usted a sufrir mucho. Va a quedar malherido. - Es lo que busco. Nunca en mi vida he sufrido y quiero saber lo que es eso. - Pero hombre, por favor. No sabe usted lo afortunado que es por haberlo pasado tan bien en la vida. Ande, venga aquí conmigo y no haga tonterías. - ¡Ni hablar! Exijo que se me permita libremente decidir sobre mi destino. Quiero experimentar el sufrimiento y no me moveré de aquí hasta que me atropelle un coche. - No puedo permitir semejante atrocidad. Ahora mismo llamo a la policía de tráfico para que bloquee esta calle hasta que usted recupere la cordura. - ¡No estoy loco! Sólo reivindico mi derecho a sufrir alguna vez en la vida. - Pero mire usted: la persona que, sin quererlo, le atropelle, va a tener eso sobre su conciencia toda la vida. No sólo va a sufrir usted por el golpe y las consecuencias, sino la persona inocente a la que su estrambótico proceder le ha llevado a este trance. - Claro, no había reparado en este aspecto del, llamémosle, incidente. ¡Pobre señor, o señora! Yo no pretendo molestar. Sólo quiero experimentar el sufrimiento. - Mire, en este espinoso asunto yo le aconsejo que vaya poco a poco. Si quiere, vamos a mi casa y le doy un martillazo en un dedo. Así tiene usted una primera dosis de sufrimiento sin molestar a nadie. Pero eso sí, le pido que todo quede entre nosotros. Si su familia le pregunta, les dice usted que tuvo un accidente haciendo algún arreglo en la oficina, por ejemplo. - No está mal la idea, no se me había ocurrido algo así. Está bien, muchas gracias. - De nada, hombre. Es que no quiero que le pase a usted nada malo, digamos demasiado malo, ni a la persona del coche que le iba a atropellar con toda seguridad. - Oiga, y eso del martillazo en el dedo, ¿es un sufrimiento grande, considerable?, ¿voy a tener una experiencia interesante? - Hombre, interesante, lo que se dice interesante, pues no sé, pero sufrir, seguro que va a sufrir usted. - Vale, vale, de acuerdo, creo que es una primera solución. Pero luego habrá que ir a cosas más consistentes. - Bueno, eso ya es cosa suya. Usted sabrá la cantidad de sufrimiento que le hace falta. Yo, como he sufrido tanto en la vida, lo que quiero es pasarlo bien los días que me queden en este mundo. Es muy curioso que usted no haya sufrido nunca. Ni siquiera un poquito. ¿Cuál es su profesión, amigo? - Verdugo, soy verdugo. Me encargo de administrar la inyección letal, de activar la silla eléctrica o de poner en marcha la cámara de gas. Andrés Acosta González Tres Cantos, mayo 2008. 20
  • 21. Selección de poemas I X XVIII pared de cal aunque no estés dos viejecitos quieta la salamandra la hiedra crecerá cogidos de la mano mira a la mosca en primavera ¿adónde irán? II XI XIX Oscuridad. buscando el mar La llama de la vela navegas por el río unos guijarros rompe el silencio brizna de hierba es todo lo que queda del viejo arroyo III XII XX al saltamontes cantan las ranas le persigue su sombra la noche de San Juan la ola no pudo, en cada salto toca la orquesta a pesar del esfuerzo, borrar las huellas IV XIII XXI copos de lana frágiles pétalos al pasar el rebaño que abandonan la flor aun en el suelo junto a las zarzas y el aire aleja el romero cortado guarda su aroma V XIV XXII en sus capullos no hay soledad dormidos los gusanos si canta la perdiz sólo mi voz con volar sueñan entre los trigos se atreve a cruzar la densa niebla VI XV XXIII lluvia de otoño. en el juncal Por fin la vieja teja se ha posado un jilguero hoy puedo ver se siente útil canta a su amada. los ojos del anciano llenos de lunas VII XVI XXIV pegada al faro luz en el porche casi irreconocible las luciérnagas vuelan pegada al junco, la mariposa cegadas, locas rana de San Antonio, pareces hoja VIII XVII XXV por el cristal vienes de lejos una gota resbala y acaricias mi piel mota de polvo ecos de invierno brisa del mar tal vez fuiste sonrisa alguna vez IX XXVI se abre el jazmín en el canto de un grillo busca la noche posa su aroma el camino del día un gallo canta Manuel López Gil 21
  • 22. Mis poemas románticos Equilibrios Mate pétalo tenso, reverberos de siena, fresca capa de brisa que en su sombra riela es tu piel de canela, oro y sol. Agarena es tu piel de canela ... Dos cachitos de estrella se cayeron del cielo y los mira la Luna con mohín de reproche. Son tus ojos de noche, que despiertan su celo, son tus ojos de noche ... Un temblor de campanas de cristal, una loca alegría de cuentas de coral escarlata ... Es tu risa de plata que escapó de tu boca, es tu risa de plata ... Una fiebre en el río, un rumor en las frondas, un bullir, un revuelo que algo insólito anuncia: es tu talle de juncia que se quiebra en las ondas, Para mi Marigós es tu talle de juncia. (En el día de su boda) Un rubor ignorado, un temblor de amaranto, Repitiendo la voz de Neruda, yo diría: un latir de tu carne que se tensa anhelante. “Puedo escribir los versos más tristes” ... esta tarde. Es tu cuerpo vibrante que despierta a mi encanto, Mas, ¿qué musa querrá ahora inspirarme, es tu cuerpo vibrante ... ahora, que se escapa mi Musa? ¿Y qué versos podría yo escribir Una luz turbadora que decir no sabría si se va con ella la luz de mis pupilas? si es amarga o es dulce, si es ardiente o helada: ¿Qué armonía musical daría a mis palabras es tu extraña mirada cuando prende en la mía, si su voz cantarina no acaricia mis oídos? es tu extraña mirada ... ¿Qué versos alegres podría recitar si mi alegría se marchará con ella? Como loca falena que la muerte reclama, a abrasarme me acerco en la llama de cirio Ya sé que se dice: de tu boca de lirio que en silencio me llama, “Cuando una hija se casa, un hijo se gana ...” de tu boca de lirio ... Sí, es cierto, y quiero firmemente creerlo. Pero ... Perdonad si por dentro estoy triste y a borbotones aflora en mis palabras. ¡Marigós, Marigós, “¡Polvitos de páprika, vivaz y saltarina..! Te me vas. Mas me queda un consuelo, y a él me aferro: Sé que tú eres feliz. Y eso me basta. 14-7-05 Antonio Fernández de Tena 22
  • 23. Eventos El Grupo Literario Encuentros y el Colegio Julio Pinto Gómez Y dijimos que sí, y en esa aceptación, en un instante mágico, volvimos al mundo inefable de nuestra niñez. El de los palotes primeros, las pesadas mochilas y las bufandas hasta los ojos del invierno. Y leímos, calificamos y dimos premios a los más destacados de cada certamen, estudiados con el mismo rigor como si de trabajos de adultos se tratase. Ellos, los niños, siempre lo merecen Letras apretujadas, agujereado papel, a veces, como consecuencia del uso vigoroso de la goma de borrar. Casas con cara, nubes de diseño ribeteadas, soles amarillo-rabioso sujetos al cielo con pinzas de la ropa, montañas rosadas, bosques azul-ultramar y figuras dialogantes, deliciosamente divertidas, en un equilibrio inestable perpetuo. Entendimos el porqué del nombre de Ramona dado a una paloma, la necesidad de tener un amigo en Kosovo o el subir por una escalera de mano a la Luna. Y vivimos, como testigos privilegiados, momentos de nerviosismo contenido y ojos asombrados. Y pudimos sentir sobre la piel el cosquilleo de la admiración de unos personajes singulares sentados en el suelo a la espera de resultados. Hoy llega a nuestras manos un delicioso libro, primorosamente editado, “Cuentos, relatos y poemas para disfrutar”, colofón del Concurso Literario 2007 del Colegio Julio Pinto Gómez, modelo a seguir, que agradece al Grupo Literario Encuentros de Tres Cantos, “un trabajo jamás recompensado como debería ser”. Pero somos nosotros, los que formamos parte del “clan de encantados voluntarios juzgadores”, los que hemos contraído una deuda de gratitud para siempre. Elena Espiña Cillán Un cuento y un poema de los premiados escritos por niños del CEIP Julio Pinto Gómez. Me gustaría ser amigo de un niño que vive en la selva tropical. En verano iría a visitarle. Me pasaría todas las vacaciones aprendiendo a distinguir las plantas venenosas de las que no lo son; a construir casas en los árboles y a defenderme y esconderme de las fieras. Yo le enseñaría a montar en bicicleta, a distinguir las constelaciones, sus nombres, y le llevaría libros y cuentos muy interesantes. En invierno él nos visitaría, pero no sé si le gustaría ir vestido como nosotros Andrej Suchy Figal Curso 3º B. Concurso 2008. El bebecito Había un bebecito Cuando comía, que siempre decía: cuando bebía, “agugú papaíto” jugaba el bebecito, jugando a espantar mosquitos. incluso cuando dormía. Tomando el biberón, Cuando jugaba se divertía, de frutas sabor limón, y era vendedor de sandías jugaba un montón o era un brillante policía, y de postre tomaba un bombón. el mejor que alumbraba la luz del día. El bebecito era muy feliz, y cuando anochecía, su papá le entregaba y le encendía Marina Fernández Alcázar la luz de la vida. Curso 4ºA. Concurso 2008. 23
  • 24. Elegía a Juan Maria Van Drell Habiendo sido hoy tú lo perdido de este mundo de geniales figuras muy pronto te invoco, llorando y dolido. Soñando espacios en otros dormidos volabas despierto desde valles reales pintados con óleos de gnomos huidos. Las nuevas formas de expresión buscabas poniendo en tu pincel alma y corazón, mientras con tesón contra tus ojos luchabas. Fueron refugio de pérdidas dolorosas tus lienzos en brillantes colores, como ventanas forzadas y abiertas. No sé puede Juan tener mayor lealtad ni demostrar, Van Drell, el mayor aprecio de éste Grupo, amigo, que admiró tu voluntad. Viviste por y para lo que quisiste, pasarán los tiempos y tu nombre perdurará, para siempre jamás, en la mente de las gentes. Asturquín 24