2. La historia que se narra a continuación ocurrió hace mucho tiempo en una
aldea un poco peculiar; pues un día sus habitantes, sin saber muy bien
porqué, empezaron a notarse algo cansados, cada día les costaba más y más
realizar las tareas diarias, y con
el paso del tiempo se volvieron
personas holgazanas, aburridas y
tristes. Esta falta de vitalidad
hizo que los colores de la aldea
desaparecieran, convirtiéndose
en un paisaje totalmente gris.
3. Pero un niño llamado Teo, se salvó de esa tristeza, pues él no se había
contagiado. Por lo tanto ese niño era la única persona de la aldea que
podía hacer algo por salvar a sus habitantes y recuperar el color de
sus hogares.
Un día, una sabia mujer que viajaba de pueblo en pueblo vendiendo
sus pócimas curativas y que
tenía un aspecto un poco
fantasmagórico, se dirigió
hacia el pequeño Teo.
4. -Sólo los 7 colores podrán salvar a tu pueblo- le dijo la sabia mujer.
-¿Y dónde los encontraré?- preguntó Teo algo desconcertado.
-En unas flores, en los frutos, o tal vez en animales, quién sabe…sólo
sé que se encuentran en el interior del bosque…
Y así Teo, después de preparar su mochila se adentro sin pensarlo dos
veces en el frondoso bosque….
6. Mientras Teo buscaba los 7 colores, se topó por el camino con un
pájaro que revoloteaba algo nervioso,
era un jilguero.
El niño le preguntó al jilguero que qué le
pasaba, este le contó que el árbol donde
había colocado su nido ya no era un buen
lugar para proteger a sus polluelos de los
depredadores, pues el día anterior un
fuerte viento se llevó las hojas del árbol,
dejando a la vista el nido con sus crías.
Ahora necesitaba buscar otro árbol y hacer
otro nido, pero no podía dejar a los
pequeños solos.
7. -Yo me quedaré con tus crías mientras tú construyes otro nido-se
ofreció Teo.
Tras unas horas, el pájaro regresó. En su pico llevaba una piedra
preciosa de color azul y se la ofreció a Teo como regalo de
agradecimiento.
8. -Gracias por ofrecerte a proteger y cuidar de mis crías, gracias a
tu ayuda he podido encontrar un hogar mejor-le dijo el jilguero a
Teo.
10. Mientras Teo seguía caminando se encontró con un lobo muy serio. Teo,
pasó delante de él y le sonrió. El lobo se sorprendió;
-¿Es qué a caso has hecho algo para
que tenga que salir corriendo?-le
respondió Teo.
El lobo se puso tan contento de que
el niño no se asustara por su
apariencia que le regaló una piedra
preciosa de color amarillo.
-Es la primera vez que alguien no sale huyendo al verme,
y que no grita; ¡no me comas, no me comas!.
11. -Gracias por no juzgarme a primera vista como hacen los demás.
El lobo sonrió y se marchó muy contento.
13. Mientras Teo continuaba su camino e iba observando las dos
piedras que le habían regalado, una traviesa urraca voló rozando
sus manos y le robó la piedra amarilla.
-Eh! Es un regalo! Devuélvemela! –gritó Teo.
-Me gustan las cosas que brillan, y me las llevo
cuando quiero!- respondió la urraca.
-¿Por qué ibas a tener la necesidad de
conseguir algo robándolo?. Eres un ser
hermoso, de bello plumaje negro y azulado,
eres sociable y valiente, pues los de vuestra
especie os aventuráis hacia los pueblos
pudiendo convivir con las personas, no creo
que necesites robar de esta manera-le dijo
Teo.
14. Hacía mucho tiempo que a esta urraca nadie le había recordado sus
cosas buenas, sus capacidades de valentía y de relación con los demás.
La urraca por primera vez no se sintió ladrona, sino orgullosa de todas
sus habilidades.
Para agradecerle a Teo el afecto que le había demostrado, le devolvió
la piedra amarilla, se dirigió hacia su nido, y volvió con una piedra que
tiempo atrás había robado, una piedra preciosa de color rosa.
-Gracias a tu afecto, me has hecho
recordar lo mejor de mí-le dijo la urraca
muy feliz ofreciéndole la piedra rosa.
16. Teo siguió caminando hasta que se hizo de noche. Al principio, al ver tanta
oscuridad sintió un poco de miedo, pero enseguida empezaron a aparecer a su
alrededor ciento de lucecillas que le fueron iluminando el camino. Eran
luciérnagas.
-No te preocupes, como bien has podido comprobar,
donde hay oscuridad siempre encontraras algo de luz
-le dijo una de ellas.
17. Al día siguiente, cuando Teo se despertó encontró a su lado una piedra
blanca que le había dejado la luciérnaga, una piedra tan blanca y brillante
que le daría luz y tranquilidad en el caso de encontrarse en algún otro
lugar oscuro.
19. Mientras Teo continuaba con su búsqueda, se encontró con una cría
de oso. Estaba tumbado y se lamentaba por algo. Le había picado una
abeja!!!
El oso explicó que al intentar coger miel de un panal de abejas una de ellas
le alcanzó.
20. Teo reaccionó rápidamente, y después de calmar al
cachorro sacó un botiquín de su mochila. Primero cogió
unas pinzas del botiquín y sacó con mucho cuidado el
aguijón que se había quedado clavado en la pata del
oso. Luego, lavó la herida con agua y jabón y a
continuación, cogió un paño y lo mojó con agua fresca
de un riachuelo para ponerlo sobre la picadura y así
calmar la hinchazón.
Tras su recuperación su madre lo
encontró y se marcharon agrade-
ciéndole a Teo toda su atención.
21. Para agradecerle a Teo la curación del pequeño oso, la madre osa le
ofreció al niño una piedra preciosa de color verde.
23. Teo ya empezó a notarse cansado de tanto caminar, y a más a más el día
empezaba a estar nublado, así que decidió volver a casa antes de que le
alcanzara una tormenta, y retomar la búsqueda otro día.
Antes de dar media vuelta, sacó de su bolsillo las 5 piedras que los animales
del bosque le habían regalado, y observó que…
solo le faltaban 2 piedras para tener 7 piedras de diferentes colores!!.
Tal vez los 7 colores que necesitaba para salvar a su pueblo se encontraba
en las piedras…
Teo, al guardar los minerales en el bolsillo se dio cuenta que en el suelo,
justo delante de él…había una piedra de otro color!
24. La constancia de Teo por encontrar los 7 colores hizo que en el
momento menos esperado encontrara un color más, una piedra de
color dorado.
26. Al llegar al pueblo, la sabia mujer aún estaba en la aldea. Esta le
ofreció al niño la séptima piedra, una piedra violeta.
-Te regalo esta piedra por esforzarte en
intentar que tu aldea cambie y se
transforme en un lugar más vivo y
colorido- le dijo la sabia mujer.
27. Empezó a llover cuando el niño ya tenía en sus manos las 7 piedras…
Y el contacto de la lluvia con las piedras precias hizo que estas
fueran transformándose en 7 luces….
28. Las 7 cualidades de cada uno de los rayos: el cuidar, el no juzgar, el
afecto, la tranquilidad, la curación, la constancia y la
transformación, volvieron a darle vida a la aldea; sus habitantes
volvieron a recuperar las energías que habían perdido y su alegría.
Y de las manos de Teo surgieron 7 rayos, que se elevaron formando
un gran arcoíris. Un arcoíris que volvió a teñir de color la aldea gris.