1. De té
Vigilando la exclamación
de un silencioso río, sabes a té.
Cuyo cauce de risos cristalinos
vierten su sabor fresco, que sepamos,
entre la intensa sequedad
y el amargor tardío.
Agonizando hasta la dulzura
evitando la escapada de una caricia
en forma de vapor y halago.
Y sigues sabiéndome a té.
Has apreciado la hoja seca
de mi afligida apariencia,
siendo tú la flor del elogio
con la que dominar sin misario
un imperio de prestigio, prodigioso.
Has bañado de salud el corazón
que menos voluntad imponía.
Eres tú la infusión del té…,
¡¡tisana mía!!
A ti te corresponde compartir
tu color y tu sabor
entre locos, adoradores y amadores.
No me importará
quemarme los remates chulescos
de mis candentes besos,
si abrigo con fragancias la locura;
si la adoración se vuelve
culto sin toca ni fuga,
o si el amor rompe a hervir
con pasión y fortuna.
Oxidándose aumenté,
vigorizándome de ti.
Si siempre…, sabes a té.
Sábado, 19 de mayo de 2018
Félix Sánchez
Un ciudadano más.