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Efrén Martín, gerente de , profesor de , asociado de
“Un maestro zen ofreció un melón a su discípulo y
le preguntó:
¿Qué te parece este melón? ¿Está bueno?
Sí, sabe muy bien –contestó el discípulo.
¿Dónde está ese sabor? –preguntó el maestro-. ¿En
el melón o en tu lengua?
El discípulo reflexionó y se lanzó a dar
complicadas explicaciones:
Este sabor procede de una interdependencia entre
el melón y mi lengua, porque mi lengua sola, sin
melón, no puede…
El maestro le interrumpió bruscamente:
¡Idiota! ¡Más que idiota! ¿Qué pretendes? Este
melón está bueno. Eso basta. Jean-Claude Carrière
Nº 118 octubre 2016 http://www.fvmartin.net
Desde que nacemos, Genética y Ambiente,
ADN y el DNI, definen nuestra imagen étnico–
género–socio–económico-cultural–político-
religiosa. Y la que tenemos de todo lo demás.
Cuanto más alto es el muro lingüístico y de
condicionamiento social, más voces
individuales se alzan en contra de esta forma
de dividir la realidad. Pero con poco éxito:
Sócrates: “No soy un ateniense, ni un griego,
sino un ciudadano del mundo”. Condenado a
muerte.
Gandhi: “Yo soy cristiano y musulmán e hindú y
budista y judío”. Asesinado.
Martin Luther King: “Tenemos que vivir juntos
como hermanos o perecer juntos como necios”.
Asesinado.
John Lennon (Autor de “Imagine”): “Imagina que
no hay Paraíso, es fácil si lo intentas. Sin
Infierno bajo nosotros, encima de nosotros solo
el cielo. Imagina a toda la gente, viviendo el hoy.
Imagina que no hay países, no es difícil de
hacer. Nada porqué matar o morir y tampoco
religiones. Imagina a toda la gente viviendo en
paz. Imagina que no hay posesiones, me
pregunto si podrás. Sin necesidad de agredir a
nadie, como una hermandad. Imagina a la gente
compartiendo el mundo. Puedes decir que soy un
soñador, pero no soy el único. Espero que algún
día te nos unas, y el mundo será solo uno”
Asesinado.
Vivimos encarcelados, por encartelados. Los
juicios impiden disfrutar la vida, al encerrarnos
en la celda de nuestro código de barras. A
Rumi, el poeta sufí creador de la danza
espiritual de los derviches giróvagos, no le
importaban las etiquetas, sino el éxtasis vital:
¿Qué puedo hacer, oh creyentes?,
pues no me reconozco a mí mismo.
No soy cristiano, ni judío,
ni mago, ni musulmán.
No soy del Este, ni del Oeste,
ni de la tierra, ni del mar.
No soy de la mina de la Naturaleza,
ni de los cielos giratorios.
No soy de la tierra, ni del agua,
ni del aire, ni del fuego.
No soy del empíreo, ni del polvo,
ni de la existencia, ni de la entidad.
No soy de India, ni de China,
ni de Bulgaria, ni de Grecia.
No soy del reino de Irak,
ni del país de Jurasán.
No soy de este mundo, ni del próximo,
ni del Paraíso, ni del Infierno.
No soy de Adán, ni de Eva,
ni del Edén, ni de Rizwán.
Mi lugar es el sinlugar,
mi señal es la sinseñal.
No tengo cuerpo ni alma,
pues pertenezco al alma del Amado.
He desechado la dualidad,
he visto que los dos mundos son uno;
Uno busco, Uno conozco, Uno veo, Uno llamo.
Estoy embriagado con la copa del Amor,
los dos mundos han desaparecido de mi vida;
no tengo otra cosa que hacer más que
el jolgorio y la jarana.
Prohibido fijar carteles (en el cerebro)