¿Sabías que en el cuerpo humano hay tres cerebros?: en la cabeza, en el corazón y en el intestino (los dos últimos son grupos neuronales de “sólo” unas decenas de miles de neuronas, suficientes para su misión).
Seguro que sabes que, en la mente humana, el YO toma tres perspectivas temporales: del pasado, presente y futuro. La primera es la más condicionante, la SOMBRA de lo que fuimos; una pesada carga de valoraciones negativas que portamos sin necesidad alguna.
Si “cuando cambias la forma en que miras las cosas, las cosas que miras cambian”, imagina qué pasaría si cambiases la forma en que te miras.
Heinsohn Privacidad y Ciberseguridad para el sector educativo
¿Quién eres?
1. ¿¿QQuuiiéénn eerreess??
Efrén Martín, gerente de , profesor de , asociado de
“Un hombre amargado y cruel, alcohólico y
drogadicto, que cumple cadena perpetua por
asesinato, tuvo dos hijos. Uno, drogadicto, ladrón y
matón, que también acabó en la cárcel por intento
de asesinato. El otro educa a tres hijos, disfruta de
su matrimonio y parece ser realmente feliz.
A ambos se les preguntó en privado, sin que
supieran que también se le hacía la misma pregunta
al otro: ¿Por qué ha dirigido su vida por este
camino? Sorprendentemente, ambos dieron la
misma contestación: “¿En qué otra cosa podría
haberme convertido, después de haber crecido con
un padre como el mío?” (“Controle su destino”, Anthony Robbins)
Nº 113 mayo 2016 http://www.fvmartin.net
La Neurociencia y la Economía Conductual
han establecido tres centros psicológicos que
gestionan nuestra visión del mundo. Su peso
decisorio suele ir de menos a más:
El yo presente es el yo que experimenta la
vida misma, en lapsos de 3 segundos.
Tiempo suficiente para percibir la cambiante
realidad y disfrutar del momento actual,
siempre que no nos distraiga la ansiedad
futura o pasada de las otras dos perspectivas.
El yo futuro es al que concebimos como un
extraño. Su bienestar no suele preocuparnos,
como muestra el descuido en la dieta y otras
acciones que podrían beneficiarle; además
de dejarle en herencia todo lo penoso (¿para
qué hacer –yo- hoy, lo que ése -otro yo-
puede hacer mañana?).
El yo pasado es el yo que recuerda y es el
más potente de todos. Cronos en la
mitología. Sombra en el psicoanálisis.
Con éste nos identificamos y al hacerlo le
convertimos en el agujero negro que absorbe
nuestra energía. Vivimos atrapados en unas
imágenes a las que sólo nuestra parte
arcaica sigue dando importancia. Así, tu vida
no es dirigida por quien lee este texto, sino
por quien crees que fuiste y –peor- crees
seguir siendo. Este ego herido, con su
pesada carga, adopta muchos aspectos.
Consideremos dos extremos no infrecuentes:
- Ya no eres un bebé consentido y ególatra,
pero sigues actuando como aquel
megalómano que te ensañaron a ser. Juzgas
que estás rodeado de mediocres y toda
experiencia nueva es invisible para ti, porque
rápidamente la re-etiquetas con tus viejos
dogmas.
- Puede que sigas pensando y sintiendo como
aquella pobre criatura con carencias afectivas
que, consiga los logros que consiga en su
edad adulta, siempre se sentirá inferior a los
demás y avergonzada de sí misma.
La grandeza del ser humano es poder elegir
entre seguir condicionado por lo que le dijeron
que era o ser lo que realmente es; gracias a
que la memoria del yo pasado se reescribe:
- Al recordar, no reproducimos lo que sucedió
realmente, sino la forma en que lo
rememoramos la vez anterior. Cuando
revivimos una alegría pasada, ésta aumenta.
Cada vez que recuperamos temores,
tristezas o enfados, los intensificamos.
- Añadamos a todos los recuerdos penosos
una nueva extensión: ¡la satisfacción de
haberlos superado! El balance pasará de
negativo a positivo, porque en el recuerdo lo
que pesa es nuestra propia valoración final.
Según Jung: “Lo que niegas te somete, lo
que aceptas te transforma”. ¿En qué?
Tendrás que descubrirlo