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3.- La Preparación del discurso



Conviene dedicar un tiempo importante para la preparación de un discurso. Si tengo que pronun-
ciar un discurso de dos horas, empleo diez minutos en su preparación. Si se trata de un discurso
de diez minutos, entonces tardo unas dos horas en prepararlo (Winston Churchill).

   El ensayo es la clave del éxito y es una baza que no pueden desdeñar ni siquiera los oradores
expertos. Es lo que puede convertir una charla mediocre en una memorable. Los ensayos nos
ayudan a [Stuart, (1991), P.- 106 ]:


Ø Familiarizarnos con el tema.
Ø Dominar el síndrome de mente en blanco.
Ø Ganar confianza.
Ø Controlar los nervios.
Ø Desarrollar la voz y sus inflexiones.
Ø Utilizar adecuadamente el lenguaje corporal.

   También sirven para añadir nuevos ejemplos y anécdotas en los que no habíamos reparado al
preparar el original.

     Para ensayar podemos utilizar una audiencia imaginaria a la que dirigirnos, o un grupo de amigos,
compañeros, etc. a quienes habrá que informar con antelación lo que queremos conseguir con la
charla y cómo hacerlo. También podemos efectuar el ensayo ante una cámara de vídeo y, a continua-
ción, comprobar personalmente y con alguien de nuestra confianza el resultado. En este último caso,
debemos plantearnos que estamos ante una audiencia auténtica con la que establecemos contacto
visual y ante la que desplegaremos todas nuestras cualidades expresivas: voz, gestos, apoyos visua-
les, etc.

   Para valorar nuestra actuación podemos recurrir a alguna guía de indicadores, como la que
presentamos de Stuart, [(1991), P.- 106], que nos proporcione una información objetiva sobre
aquellos aspectos de nuestra actuación que debemos acentuar, los que debemos mejorar y los
que son adecuados.

    Debemos controlar la duración de nuestra intervención. No tenemos ningún motivo para
pasarnos del tiempo asignado. Si vemos que se agota nuestro tiempo, no debemos ir más depri-
sa, sino resumir todo lo que podamos, prescindir de algunas partes del discurso y buscar un
punto para concluir.

   Lo ideal para este ensayo es llevarlo a cabo en el lugar y en las condiciones donde tendrá
lugar la charla, haciendo uso de las ayudas visuales que emplearemos en la ocasión y la misma
indumentaria que vamos a vestir, incluidos los zapatos.
P U N TOS PARA EL ANÁLISIS DE LA A C T UA C I Ó N,
                                         [STUART (1991)]
                                         [STUART
  q   ¿Hemos dado a conocer las ventajas que sacará la audiencia de escucharnos?
  q   ¿Hemos expuesto nuestras credenciales?
  q   ¿Hemos presentado la estructura de la charla?
  q   ¿Conocemos las actitudes de la audiencia?
  q   ¿Nos hemos identificado con ella?
  q   ¿Hemos ido anunciando, con claridad, los diferentes puntos?
  q   ¿Hemos empleado ejemplos, anécdotas, comparaciones, etc. para respaldar lo
      más importante de la charla?
  q   ¿Hemos hecho resúmenes periódicos?
  q   ¿Antes de pasar a lo siguiente, hemos recapitulado sobre lo anterior?
  q   ¿Hemos empleado preguntas retóricas para conducir a la audiencia a un cami-
      no previamente trazado?
  q   ¿Hemos tenido cuidado en el uso de abreviaturas y de terminología especiali-
      zada?
  q   ¿Hemos empleado ayudas visuales para aclarar puntos complicados o susci-
      tar interés?
  q   ¿Hay claridad y ligazón lógica entre cada uno de los puntos tratados?
  q   ¿Hemos indicado que llegamos al final?
  q   ¿Hemos resumido los puntos principales?
  q   ¿Hemos pedido a la audiencia que emprenda la acción esperada de ellos?
  q   ¿Hemos concluido con una idea o frase estimulante?




    Debemos comprobar que no jugamos con el anillo, los gemelos o los botones, que no nos metemos
las manos en los bolsillos y que no jugueteamos con nada que estos puedan contener.

   Debemos ensayar que una vez que nos hayan presentado, debemos caminar decididos hacia el lugar
desde el que vamos a hablar, haremos una pausa mirando a la audiencia para establecer el primer
contacto visual que les mostrará nuestro agrado por estar allí y, tras respirar hondo, comenzaremos a
hablar. Esta pausa inicial puede ser larga pero va a permitir a la audiencia fijar la atención en nosotros y
prepararse para escuchar.

   Si tenemos ocasión de visitar el local antes de nuestra intervención, es aconsejable tener en
cuenta la siguiente lista de comprobaciones: [Stuart (1991) P.- 114].
· Pensemos en primer lugar, cómo deseamos que se coloque la audiencia.
· ¿Disponemos de sitio suficiente para nuestras fichas, ayudas visuales y fotocopias que vayamos a
  repartir entre la audiencia? ¿Podremos librarnos de la barrera que supone una mesa? ¿Dónde colo-
  caremos el soporte de las láminas multiplán y el retroproyector?
· ¿Dónde están las tomas de corriente eléctrica a las que conectar el equipo que vamos a utilizar?
  ¿Necesitamos algún cable prolongador?
· ¿Cómo atenuaremos las luces cuando queramos proyectar diapositivas de 35 mm? ¿Dispon-
dremos de un puntero para señalar detalles de lo que aparezca en la pantalla? ¿Cómo podremos
   regular la calefacción o el aire acondicionado? ¿Se pueden abrir las ventanas?
· ¿Quién va a servir café/té, y a que hora? Tengamos en cuenta que toda nuestra charla, llevada
  a la perfección, puede irse al traste con la irrupción inoportuna de quien trae el café.
· ¿Hay algún reloj de sobremesa en la sala? ¿O debemos llevar uno? Casi siempre nos será más
  fácil ver la hora en un pequeño reloj de sobremesa que en nuestro reloj de pulsera, aunque nos
  lo quitemos y lo pongamos frente a nosotros sobre la mesa.
· ¿Quién es el encargado de suministrar papel, bolígrafos, agua para beber?
· ¿Se podrá fumar en la sala, o no?
· Si la charla es en un hotel, averigüemos el nombre del empleado responsable de contratar la
  sala que vamos a utilizar nosotros.
· ¿A qué hora podremos disponer de la sala y entrar en ella?
· ¿Quién será el encargado de que todo esté a punto y a quién debemos solicitar todo lo que nos
  haga falta?
· ¿Son cómodos los asientos? Suponiendo que nuestra charla sea larga, ¿podríamos hacer que
  los cambiasen por otros asientos mejores? Asegurémonos de que se quitan todos los asientos o
  sillas que sobran. Acordémonos de hacer un plano de la distribución que deseamos par la
  audiencia.
· Asegurémonos de desconectar todos los teléfonos de la sala, pues podrían sonar mientras ha-
  blamos y crearnos confusión.
· Pidamos que nos enseñen el equipo para las ayudas visuales. ¿Conocemos el funcionamiento
  del retroproyector? ¿Cuenta el retroproyector con una lámpara de repuesto, o tendremos que
  llevar una nosotros? ¿Sabemos cómo se enfoca ese modelo en concreto? ¿Qué clase de panta-
  lla se utiliza? ¿Encajan bien en el proyector las diapositivas que traemos? ¿Hay proyector
  multimedia en la sala, bien colocado y enfocado? ¿Saben alguien cómo funciona? ¿Hay orde-
  nador en la sala que permita pasar nuestra presentación instalada en su disco duro? ¿Tiene el
  programa necesario? Si vamos a utilizar un ordenador portátil, ¿se puede conectar? ¿Sabemos
  transferir la pantalla?
· Si vamos a hablar desde un atril, ¿qué altura tiene?, ¿se puede rebajar su altura, o se puede
  poner algún elemento debajo para que podamos hablar desde un nivel algo superior? ¿Dispo-
  nemos de una luz para que podamos leer bien nuestras notas cuando se atenúen las luces
  principales para proyectar las diapositivas?
· ¿Manejaremos nosotros mismos nuestras propias ayudas visuales? Si no es ése el caso, ¿qué
  señales hemos acordado con quien vaya a proyectarlas para que lo haga en el momento oportu-
  no?
· Averigüemos la situación de los interruptores de las luces y quién los manejará. ¿Se puede
  atenuar la iluminación de sólo media sala, si fuera necesario? ¿Será necesario tapar las venta-
  nas?
· ¿Dónde están los lavabos? ¿Y el teléfono? ¿Necesitaremos monedas o una tarjeta telefónica
  para hacer alguna llamada?
· ¿Qué servicios de recepción de mensajes ofrece el hotel?
· ¿Cuándo y cómo se servirá el café/té? ¿Se servirá en la propia sala donde se celebra el acto, o
  en otra adyacente? Si se va a servir en la misma sala, hagamos todo lo posible para que los
  platos y tazas se coloquen antes del inicio de la charla. No necesitamos que nuestras palabras
  vayan acompañadas con el tintineo de la porcelana.
· ¿Cómo llegaremos al estrado o tribuna?
· ¿Dónde nos colocaremos?
· ¿Habrá otras personas junto a nosotros en el escenario?
· ¿Podemos ver a la audiencia perfectamente, o nos deslumbran las luces?
· ¿Qué señal se emplea para que proyecten las diapositivas?
· ¿Qué clase de micrófono facilitan? ¿Está fijo, o nos permitirá movernos?
· ¿Se distribuirá el texto de la charla a los asistentes? ¿En qué momento?
· Si aprendemos a controlar nuestros nervios y a tener mayor confianza no será necesario ningún
  tipo de relajación.

4.-Métodos y sistemas de actuación

4.1.- Leer el discurso

Es el método menos atractivo para la au-
diencia y si, además, lo damos por escrito,
puede resultar una burla, pues los oyentes
                                                    MÉTODOS DE ACTUACIÓN
también saben leer y el discurso se con-
vierte en una lectura compartida. Aunque
da gran confianza al orador y puede fun-          • Leer el discurso
cionar con pequeños grupos es el peor sis-        • Memorizar
tema de todos. La alocución parecerá exen-
ta de sinceridad, entusiasmo y vitalidad,         • Improvisar
salvo que el lector sea un actor excepcio-        • Sistema de fichas
nal. Hemos de indicar que algunos proto-
colos obligan a leer el discurso por lo que,      • Guiones de charla
en estos casos, la lectura es obligada. Stuart
(1991) resalta los siguientes inconvenien-
tes:
      ¨      No hay apenas contacto visual con la audiencia.
      ¨      Queda restringido el lenguaje corporal al estar atado a las hojas.
      ¨      Voz poco natural.
      ¨      Dependencia de un escrito que le impide al orador tomar confianza.
4.2.- Memorizar
Tampoco este sistema resulta recomendable, ya que toda la energía del orador se concentra en no olvidar
el discurso. La forma expresiva se vuelve rígida, poco convincente y excesivamente mecanicista. Hay
miedo a olvidar algún fragmento del discurso que se puede traducir en inseguridad y falta de convicción
de la palabra.

   Si se produce una laguna, el espectador lo notará enseguida, pues la pausa, que en situación de
dominio es una muestra de la seguridad del orador que permite reflexionar a la audiencia, se trans-
forma en un silencio vacío, donde aflora el nerviosismo de éste. Todo esto se manifiesta mediante
una sudor incontrolado que llega, incluso, a la pérdida del hilo del discurso.

   Carnegie, [(1992), P.- 95] utiliza tres palabras clave relacionadas con la retención y memoriza-
ción del discurso:

³ Impresión, es decir, impacto que produce en nosotros el contenido del discurso e interés que
  despierta el tema.

³ Repetición o las veces que lo leemos, ensayamos e intentamos memorizarlo.

³ Asociación, al relacionar el contenido con palabras, hechos, recursos visuales y situaciones
  que nos permiten recordar el contenido del discurso.

4.3.- Improvisación planificada
Tiene todas las ventajas de la improvisación y ninguno de los inconvenientes de la lectura. Su
charla tiene un comienzo impactante, una estructura lógica y un final concluyente; después de
ensayar a fondo, usted podrá utilizar unas breves notas esquemáticas que le darán suficiente
confianza para pronunciar una charla entusiasta, actuar con plena vitalidad y presentarse ante la
audiencia con total sinceridad. [Stuart, (1991), P.- 52].

    Conviene hacer un mapa de ideas que nos sirva para encarar el discurso con tranquilidad y
soslayar posibles distracciones. La preparación de la charla pasará por los siguientes eslabones:
· Establecer claramente el objetivo de la charla.
· Conocer todo lo posible sobre la audiencia.
· Elaboración del «mapa de ideas».
· Ordenación y secuenciación de los puntos clave del discurso.

4.4.- Sistema de fichas
Es un sistema intermedio entre el mapa de ideas, que puede resultar excesivamente sintético y
equívoco, y el discurso escrito. No obstante, estos procedimientos no tienen por qué ser excluyentes.
Es decir, el mapa de ideas nos puede servir para establecer y ordenar los distintos puntos de la
charla y desarrollar, a continuación, el texto completo de ésta. A la vez, del mapa podemos extraer
fichas, mediante el desarrollo de las ideas de éste o estructurar, también mediante fichas, los puntos
más destacados del escrito completo.
La eficacia de las fichas se puede medir contando el número de palabras escritas en ellas,
cuantas menos mayor eficacia. Una ventaja de carácter práctico para el uso de las fichas es que, si
estamos nerviosos, el movimiento de éstas es menos perceptible que el de una hoja de papel.

    La ficha, además del desarrollo sintético de cada una de las ideas principales de la charla, puede
llevar indicaciones de orden actitudinal o de movimientos físicos tales como sonreír, mirar a la
audiencia, ponerse de pie, etc. También puede incluir las frases más significativas, tales como el
inicio o finalización del discurso y, por supuesto, las citas textuales.

    Desde el punto de vista práctico, si vamos pasando las fichas de una en una, cuando lleguemos
a la frase final prescindiremos de la idea de seguir hablando. Es aconsejable numerar, con lápiz,
cada una de las fichas que integran la charla. Las Ventajas de las fichas con respecto a otros
procedimientos las podemos resumir en:
¨ Mayor naturalidad al utilizar la palabra más adecuada en cada momento.
¨ Confianza en una red de seguridad en el caso de que se quede la mente en blanco.
¨ Mirar a la audiencia, pues la ficha se lee de una ojeada.
¨ Utilizar el lenguaje corporal de forma más expresiva.
¨ Mostrar mayor vitalidad y entusiasmo.

    En el caso de algún olvido, hay que saber que nadie más que el orador se dará cuenta de ello.
Suelen ser sólo un porcentaje mínimo de la charla. Si el punto omitido es esencial, no se debe
retroceder en el hilo de la charla y menos aún pedir disculpas por la omisión. Lo aconsejable es
incluir un punto adicional en la charla, procurando buscar un momento adecuado para añadirlo.
Debemos evitar algunos errores en el manejo de las fichas, entre los que podemos destacar:
· Jugar con ellas o barajarlas durante el discurso.
· Fijar los ojos exclusivamente en ellas, no hay que olvidar mirar a la audiencia.
· Apoyarnos en palabras o frases de relleno como ayuda mientras elegimos la palabra más ade-
  cuada.
· Barajar las fichas con el riesgo de perder el orden de éstas.
· Extenderlas sobre la mesa como si se tratara de un solitario.

    Las ayudas visuales pueden contener también frases o ayudas que nos sirvan para recordar
aquello que no queremos olvidar, tanto en el borde de las transparencias como en el propio texto de
éstas. En contra de la opinión de Stuart [(1991), P.- 68] que considera que utilizar las palabras de
la ayuda visual simplemente como recordatorio es un pésimo aprovechamiento de ella, y una
desconsideración para la audiencia. Durante una charla, las palabras son para pronunciarlas, no
para leerlas.

4.5.- Los guiones de la charla
Si la charla no se va a publicar, no es necesario pulir excesivamente el guión. Es más, si está muy
pulido sonará excesivamente formulista. No conviene ser excesivamente detallado. Si confiamos
en nuestro dominio del vocabulario, con breves indicaciones será suficiente. Por ello, debemos ir a
las frases cortas, escuetas, con abundantes puntos y evitando las conjunciones.

    En presentaciones muy comprometidas, podemos escribir literalmente el principio, el final de
la charla y el inicio de los puntos importantes, asegurándonos de que lo más importante está al
principio de la oración y que todo lo demás sirve para matizar o aclarar.

    4.5.1.- Forma del guión

Es aconsejable emplear un procesador de textos que nos permitirá incluir cualquier cambio con
rapidez y sin esfuerzo.

    Hemos de emplear una letra grande, que nos ayude a leer con facilidad, empleando mayúscu-
las y minúsculas. No debemos redactar nunca un guión sólo con mayúsculas, tendremos muchos
problemas para leerlo.

q   Dejaremos un buen espaciado entre líneas y, mayor aún, entre los distintos párrafos, así como
    un generoso margen.

q   Escribiremos sólo a una cara.

q   Los números complicados aparecerán en letras y en cifras.

q   No debemos cortar una oración al final de una hoja para terminarla en la siguiente.

q   Debemos numerar las hojas y poner un pie con el título de la charla.

q   Nunca graparemos las hojas.

q   Podemos añadir indicaciones sobre las ayudas visuales que vamos a emplear en cada momen-
    to.

    Si el discurso se va a publicar o vamos a disertar sobre un documento ya escrito, podemos partir de
éste y guiar nuestra intervención señalando los aspectos y frases más importantes mediante un lápiz
fosforescente.

    4.5.2.- Lectura del guión

Si el texto del discurso está en poder de los asistentes no debemos limitarnos a leer su contenido.
Nuestra intervención irá en la línea de ampliar algunos puntos, aclarar o poner de manifiesto lo
más importante. Todo ello animado con nuestras cualidades de orador y dando vida a un texto que
simplemente leído puede resultar monótono y apagado. Será el momento de interpretar y represen-
tar nuestro escrito ante el auditorio que lo debe encontrar fresco, con garra y ameno. Nuestro
lenguaje corporal, la forma de pronunciar las palabras, los golpes de humor o las anécdotas harán
que el discurso cobre una vida de la que, tal vez, sobre el papel carezca. No debemos olvidar que si
nos limitamos a leer lo escrito, sin más, los oyentes pueden pensar que eso mismo podían haberlo
hecho en su casa con más comodidad.

    Para leer el guión previamente escrito, debemos ensayar su lectura en voz alta de principio a
fin. Será el momento de corregir todo aquello que suene extraño o pueda resultar farragoso, pero
debemos poner límite a las correcciones. De lo contrario, nunca terminaremos un discurso y los
cambios no son siempre para mejorar. Al ensayar, debemos fijarnos en lo siguiente:
· No hablar como un charlatán por el simple hecho de tenerlo escrito. Hay que darle valor a las
  pausas.
· Utilizar las posibilidades de la voz: velocidad, tono, volumen.
· Mantener la cabeza alta para proyectar mejor la voz.
· Utilizar la expresión de la cara y el lenguaje del cuerpo.
· No debemos volver la hoja al llegar al final, es mejor colocarla al lado.
· Si usamos gafas, no debemos quitarlas y ponerlas, salvo para causar algún efecto.
· Debemos comprobar que tenemos espacio suficiente para colocar las hojas, transparencias,
  etc.
· Podemos utilizar un casete o una cámara de vídeo para grabar la actuación y ver después el
  resultado.

5.- Intervención en medios de comunicación
Las empresas que consideran que la publicidad no es necesaria, pueden encontrarse con que
los consumidores tomen la misma actitud acerca de su empresa.

5.1. Los contactos con la prensa
Cuando un periodista se dirija a nosotros para pedirnos información, la primera regla es no
precipitarse. Debemos pedirle tiempo para meditar la respuesta, pero debemos contestar ense-
guida. De lo contrario, los plazos en los que nuestra intervención pueda ser noticia se pueden
agotar. En ese caso, el periodista buscará otras fuentes, abandonará esa información o se la
inventará. Por ello debemos contestar en un plano razonable. Es aconsejable no contestar nega-
tivamente, pero si el tema es comprometido podemos opinar y pedirle que nos citen anónimamente.
Siempre será mejor que aludan a expertos en la materia a que digan simple y llanamente que los
responsables del tema se han negado a hablar ante la prensa.

   Si lo que nos piden es una entrevista, antes de contestar, conviene preparar un poco el conte-
nido. Para ello debemos saber:
³ ¿Quién es ese periodista?
³ ¿Por qué va a escribir sobre ese tema?
³ ¿Qué enfoque le quiere dar?
³ ¿Por qué ha pensado en mí?
³ ¿Quiénes más van a opinar?
³ ¿Será la entrevista en directo o habrá reelaboración posterior?

    La preparación y el ensayo son la clave para que nuestra intervención con los medios resulte un
éxito. Debemos tener claro qué es lo que diremos y qué es de lo que no haremos mención.
Si tenemos ocasión de leer, ver o escuchar algún programa anterior con ese mismo periodista y
en esa misma línea, debemos analizarlo cuidadosamente. Para preparar nuestra intervención he-
mos de pensar que la audiencia no es el periodista, sino las personas que nos estarán escuchando.



5.2.-La intervención en radio
Lo primero que hemos de pensar es que, aunque la audiencia sea millonaria, en ese momento me
estoy dirigiendo a una persona o a un grupo reducido. No hay identidad como grupo y, por ello,
nuestro tono será diferente al que empleemos en un aula de conferencias o en un teatro. Por otro
lado, no podemos ver sus caras y el grado de aceptación del discurso. La brevedad y la amenidad
serán la norma esencial. No debemos alargarnos mucho, las mejores respuestas son las que no
duran más de 20 ó 30 segundos. Ya en el estudio, podemos tomar las siguientes precauciones:

· Pedir cuál es la primera pregunta, con el fin de prepararla mejor.

· Hablar en tono tranquilo de conversación, evitando vacilaciones, muletillas y frases como ya
  saben..., es decir...

· Preguntar el tiempo del que disponemos. Salvo las tertulias o las entrevistas en profundidad, el
  tiempo disponible no supera los dos o tres minutos.

· No debemos intentar quitar la palabra a otro que hable, produce mal efecto.

· Es conveniente desprendernos, antes de entrar en el estudio de colgantes, pulseras u otros
  objetos con los que tengamos la tentación de juguetear y que causen ruidos extraños para la
  audiencia.

5.3. La intervención en televisión
Lo que más se suele recordar de una intervención en TV es el aspecto externo del invitado. Las
cámaras se acercan más a nosotros que nuestros propios amigos. No obstante, conviene recordar
que cuanto mayor conocimiento tengamos de un medio, más tranquilos estaremos ante él.

    Debemos aparecer sonrientes y confiados, haciendo lo posible para que el gesto concuerde con
lo que decimos en ese momento. En nuestro intento por aparecer naturales debemos evitar cruzar
una y otra vez las piernas, mover los pies o manosear el brazo de la butaca. No tocarnos la cara, el
pelo, la nariz o la corbata. Las manos deben permanecer sobre el regazo, quietas. Tampoco debe-
mos mirar continuamente a la cámara, sólo cuando hagamos una confidencia a la audiencia. Debe-
mos mirar al presentador y a los demás invitados. Mantendremos la cabeza alta, pues una ilumina-
ción deficiente hará parecer que tenemos grandes ojeras.

    Es muy importante llevar una ropa adecuada. Evitar los trajes negros, gris oscuro o azul mari-
no. Es aconsejable un traje gris claro y una camisa que no sea blanca, sino azul claro o color crema.
Debemos evitar prendas con rayas estrechas o con etiquetas de la marca, así como cualquier prenda
de color rojo, evitando los dibujos en general, pues los colores lisos dan mejor ante la cámara. Hay
que evitar joyas, collares, pulseras, pendientes o abalorios que distraigan la atención, produzcan
ruidos o reflejen las luces. Si tenemos ocasión, lo ideal es buscar un conjunto que combine bien
con la decoración del estudio y permita la colocación del micrófono.




          EL MUNDO 17/4/93 PP. 65


    Debemos llegar al estudio con tiempo suficiente para habituarnos a la forma de trabajo en la TV. Una
primera impresión puede ser chocante. También debemos calcular el tiempo que van a necesitar los
maquilladores, que puede llegar a los 60 minutos y, una vez maquillados, acostumbrarnos al maquillaje
y pensar que, aunque nos veamos extraños, en la pantalla aparecerá muy natural. Ya en el estudio,
podremos comprobar nuestra imagen a través de los monitores distribuidos por el plató.

    Cuando empiecen las preguntas, no debe dar la sensación de que intentamos zafarnos. Los periodis-
tas están habituados y volverán a repetir la misma pregunta, en ocasiones con otras palabras. Pero
tampoco debemos dejarnos arrastrar por la verborrea excesiva. Si hay algún tema que no resulta perti-
nente, es mejor informar al entrevistador de que ese tema no se puede tocar y confiar en su ética. Si
insiste en la pregunta, cortésmente, le podemos recordar su compromiso de no hablar de ese tema. Si
consideramos que una pregunta nos resulta hostil, lo mejor es mantener la calma y explicar nuestro
razonamiento con seriedad, a base de hechos y no de emociones. No debemos confundir las preguntas
difíciles con las hostiles. Si se descubre un punto débil, es mejor admitirlo. Esto suele desconcertar al
entrevistador.

    Debemos resumir el final de nuestra intervención y si vemos que se han tergiversado algunas
de nuestras opiniones, lo mejor es corregir de inmediato al entrevistador en tono razonable.

    Si la participación es en un debate, conviene conocer quiénes serán los demás participantes y
cuáles son sus puntos de vista. Una vez iniciado éste, debemos hablar en nuestro turno, en titulares
y sin divagar.

    En la medida de lo posible, es aconsejable no aceptar entrevistas por teléfono. Es mejor cara a
cara y, si es posible, en nuestro propio terreno. No debemos olvidar que el tiempo es limitado. Por
ello, no empezaremos a hablar en la confianza de que incluirán toda nuestra intervención. Lo más
seguro es que ésto no sea así y corremos el riesgo de que saquen de contexto nuestras opiniones. Si
aceptamos la entrevista, nos tomaremos la molestia de prepararla bien, ser claros y, sobre todo,
muy concisos.



6.- Apéndice
6.1.- Consejos sobre normas gramaticales1
·   Deber y deber de
El significado de deber como verbo auxiliar no es el mismo cuando le sigue la preposición de
que cuando va sin este puentecillo. Deber a secas implica obligación. Deber de, presunción o
conjetura. Aquél se puede reemplazar por «es menester que», éste, por «yo creo que». Lo
entenderemos mejor con dos ejemplos:
        Los soldados deben resistir hasta la muerte cuando el enemigo avance.
        Los soldados deben de estar cansados con tanto marchar.
        Debe de ser esa monja una elevada autoridad en su Orden.
      A todo historiador debe serle permitido colmar las lagunas de la tradición histórica con
      suposiciones legítimas, fundadas en las leyes de la verosimilitud. (MIGUEL DE
      UNAMUNO).
Usar ajustadamente estos giros es signo casi inconfundible de gran cultura idiomática, porque,
así en España como en América, las más de las personas confunden los respectivos significa-
dos y optan por emplear uno solo, con exclusión del otro.
·   Sendos
Esta palabrita, que no tiene equivalencia en ningún otro idioma, y que todos los idiomas nos
envidian por lo útil y elegante, carece de singular. Por tanto, no puede ser sinónima de enor-
mes, extraordinarios, exorbitantes ni monstruosos, puesto que estos cuatro vocablos gozan de
ambos números. Significa: «uno para cada cual de dos o más personas o cosas». «Pasaron
dos hombres con sendos garrotes» significa que llevaban uno cada uno. Así lo emplea
Cervantes:

1
  Tomadas íntegramente de: CARNEGIE, D. ((1992) Cómo hablar bien en público e influir en los hombres de
negocios. Barcelona: Edhasa.
Entraron dos viejos de bayera con anteojos que los hacían graves y dignos de ser respeta-
    dos, con sendos rosarios de sonadoras cuentas en las manos.
·   Recién
Recién sólo se usa antepuesto a participios pasivos, tales como venido, llegado, casado,
etcétera.
      «Recién vino Juan» debe reemplazarse por «Acaba de venir Juan»
      «¡Recién ahora me lo dices!», por «¡Pues no pudiste decírmelo antes!», «¿Por qué no
      me lo dijiste antes?», etcétera.
      «Recién ahora comprendo su abnegación», por «Sólo ahora comprendo su abnega-
      ción», etcétera.


·   Sur, Sud, Nord, Nor
Sur y Sud tienen, desde luego, idéntico significado. Pero usamos Sur cuando nos queremos
referir al «punto cardinal del horizonte diametralmente opuesto al Norte». Y Sud, con d, lo
usamos en composición: sudafricano, Sudoeste, Suramericano y Sur América no son correc-
tos. Si dice sudamericano y Sudamérica, o, mejor aún, América del sur. Se dice también Su-
deste, Sudoeste, Subsudoeste, etc. Diré de paso que los nombres de los puntos cardinales se
escriben con mayúscula cuando tienen sentido absoluto, y con minúscula en caso contrario:
«El sol nace por el Este». «Al sur de Madrid está Toledo».
En cuanto a Nor y Nord, que sólo se emplean en composición, diremos que la segunda se
antepone a Este, y la primera a Oeste: Nordeste, Noroeste, y sus derivados nordestal, noroestear,
etc.
·   Primer, primero, primera
    «La primer vez que oigo decir semejante cosa» dicen muchos.
Primer es el apócope de primero, postrer o tercer lo son de postrero y tercero. Por ello, sólo se
puede emplear delante de sustantivos masculinos: «El primer día del año»; pero «La primera
semana»; «El postrer deseo»; pero «La postrera esperanza»; «El tercer premio»; pero «La
tercera etapa».
Primero debe apocoparse indefectiblemente delante de sustantivo masculino; postrero y ter-
cero quedan a merced del «consumidor»:
      El postrero, o postrer, anhelo.
      El tercero, o tercer, llamamiento.
·   Tan es así
Tan, apócope de tanto, puede usarse delante de adjetivo, adverbio y otras partes de la oración
excepto el verbo. La frase del epígrafe debe ser «Tan así es», o «Tanto es así».
·   De balde y en balde
    En balde quiere decir en vano. «Es en balde que vengas; no te recibiré».
    De balde quiere decir gratis, graciosamente. «Conseguí dos billetes de balde para el tea-
    tro».
    «Aquí enterraron de balde, / por no hallarle una peseta.../ No sigas: era poeta» (MARTÍNEZ
    DE LA ROSA).
    De una persona que está ociosa se dice que «está de balde».
·   Un alma despiadada
El castellano rechaza el encuentro de dos vocales tónicas iguales, y por esta razón decimos el
águila en vez de la águila, porque ambas aes son tónicas. Pero no decimos el afrenta, sino la
afrenta, porque la a del artículo es tónica, pero la primera de afrenta no lo es; luego no se
repelen. Sea aplicada la regla a una, esta aquella, etc. ¿Tienen aes finales tónicas? No, puesto
que son graves. Luego, no repelen las aes iniciales de ninguna palabra. «Un alma despiadada»,
es tolerada por la Real Academia Española porque el uso general lo ha impuesto, aunque
castizamente deberíamos decir: una alma, una arte plástica, aquella ánfora, etc.
      Siento una aura juvenil que remoza mis años y enciende en mi corazón la lámpara de los
      sueños (RICARDO LEÓN).
·   Cualquier, cualquiera
Esta palabra nada tiene que ver con las que integran el grupo de primer-o postrer-o y tercer-o.
Aquí, el quita y pon de la última vocal no depende de regla fija, sino del criterio y gusto eufórico
de quien la emplee. La dificultad de esta palabra estriba en su plural, que pone en confusión a
muchas personas. El plural de esta palabra, que en otro tiempo se escribió cual quiera, es
cualesquier o cualesquiera, así como el plural de hijodalgo (hijo de algo) es, naturalmente
hijosdalgo. También quienquiera hace su plural con quienesquiera.
      Con aquel remedio podía acometer desde allí delante cualesquiera riñas, batallas, etcé-
      tera (MIGUEL DE CERVANTES).
      En otras cualesquier no se había de sospechar mal (LA CELESTINA).
·   De color de
Si queremos decir que un objeto es verde, diremos: «este objeto es de color verde» a secas.
Decir que un objeto sea color verde, sin la preposición, es incorrecto. Si en vez de usar la
palabra verde, queremos usar la palabra oliva, como oliva no es un color sino una planta, no
diremos ya «de color oliva», sino «de color de oliva»; con preposición antes de ambos
sustantivos. La palabra rosa es también una planta, que no un color. No se debe, pues, decir
«Un vestido rosa», «Un rostro color rosa», sino «Un vestido de color de rosa», «Un rostro color
de rosa, etcétera.»
·   A propósito, de propósito
Erróneamente se emplea el primer giro para las dos ideas.
A propósito, indica que algo es conveniente u oportuno para determinado deseo o finalidad.
De propósito significa: con intención, voluntariamente, deliberadamente:
      Ha de permitírseme que, con la moderada amplitud a que dan lugar dos o tres artículos,
      discurra a propósito de ella (FRANCISCO AYALA).
      La Sociedad se abstiene de propósito de publicar los trabajos de todo el año, porque no
      quiere molestar con su menuda relación a tan distinguido concurso, ni hacer vana osten-
      tación de sus tareas (JOVELLANOS).
·   Cien y ciento
Nadie dice «un gran de España» por «un grande de España», ni «tan puede una mujer que
llora» por «tanto puede...» La apocopación tiene sus reglas, diferentes por lo común, de un
caso a otro, y quienes dicen «cien por cien de probabilidades, «más vale un pájaro en mano
que cien volando», las infringen. Ciento, como grande, se apocopa sólo delante de sustantivos.
«Cien doblones», «Cien caballeros con lanza en ristre».
En todos los demás casos diremos «ciento». «¿Qué cuántos primos tengo? Ciento». «Más
vale un pájaro en mano que ciento volando». «Recibí el ciento por ciento del salario».
Hablando de ciento por ciento: quienes dicen porcentaje caen en galicismo. Tenemos un cas-
tellano tanto por ciento, que si no es tan breve, es mucho más castizo.
·   A pagar mañana
A, preposición, denota a veces finalidad. Pero no se puede emplear con esa acepción delante
de un infinitivo. Si digo «a juzgar por lo que dices...», no cometo error, porque la preposición
indica allí conformidad. Pero es incorrecto decir: !La asamblea a realizarse el lunes será muy
numerosa», por «La asamblea que se realizará el lunes será muy numerosa». Ni «Los libros a
corregir» por «Los libros para corregir», o «para ser corregidos» o «que se deben corregir»,
«que hay que corregir», etcétera.
·   Nuevecientos, Veinte y cinco, Treintiuno
Hay palabras,como fuerte, cierto, bueno, que en determinadas circunstancias pierden el diptongo
y vuelven a la vocal latina: fortificar, certidumbre, bonísmo. Esto mismo sucede a nueve cuan-
do se une a ciento: novecientos.
Veinte, junto con diez, es el único que no termina en a (treinta, cuarenta, ochenta). Como la e
y la i son primas hermanas, concluyen por fundirse; y prevalece la i, que por estar detrás tiene
mayor peso prosódico. Por esto se dice veintiuno, veinticinco. Entre la a y la i también se
produce este fenómeno, pero con mucha menor intensidad, por lo cual aún no se han fundido:
treinta y uno, setenta y seis.
·   Medio
Medio puede ser adjetivo y puede ser adverbio. Y sustantivo y verbo también, por cierto. Cuan-
do es adjetivo significa «igual a la mitad de una cosa».
      Media calle,
      Medio libro.
Cuando es adverbio: «no del todo, no enteramente».
      Medio roto,
      Medio ahogadas
Como los adverbios carecen de género y número, medio, siempre será adverbio, hará caso
omiso del género y número de palabra que modifica. Es esta la regla que se infringe más a
menudo. ¿Quién no ha oído decir?
      Una mujer media borracha,
      Unas casas medias destruidas?
Por si alguien entre mis lectores no recuerda la diferencia que hay entre adverbios y adjetivos,
refrésquele esto la memoria: el adjetivo califica o determina un sustantivo; el adverbio califica
o determina una adjetivo, un verbo o un adverbio, pero nunca un sustantivo.
Cuando medio determine un sustantivo, como calle, podrá alterar el género y número. Cuando
determine un adjetivo, como destruidas, deberá permanecer invariable.
·   Uso de la preposición
Los nombres de ciudades y países llevan la preposición a cuando son complemento directo de
un verbo activo, según una regla académica que ha caído en desuso. De modo que si se
decía: «Conquistar a Berlín», hoy se dice «Conquistar Berlín»; «Sitiar Roma»; «Visitar Fran-
cia».
En cambio, aún llevan la preposición los colectivos de personas, siempre que la acción que
denota el verbo se ejerza sobre los individuos: «Adular a la muchedumbre»; pero «Contemplar
la muchedumbre».
En fin, la llevan también las cosas personificadas: «Con la pluma venció a la espada».
·   Los verbos irregulares
Hay en castellano una porción de verbos irregulares cuya conjugación pone en aprieto aún a
los más avisados. Los buenos diccionarios nos dan el verbo tipo, con el cual ya no podemos
errar en la conjugación. Muchos de estos verbos coexisten con sustantivos o adjetivos vulga-
res, los cuales nos dan también la clave de su conjugación. Así por ejemplo, el verbo apretar
coexiste con el sustantivo aprieto. Luego no se conjuga Apreto, apretas, etc., sino Aprieto,
aprietas, etc. Enredar coexiste con el sustantivo enredo; luego, no se conjuga Enriedo, enriedas,
etc., sino Enredo, enredas, enreda. Lo mismo podríamos decir de engrosar (grueso), poblar
(pueblo), descollar (cuello), errar (yerro).
Verbos defectivos son los que carecen de algunas formas verbales. Abolir, por ejemplo, sólo
se puede emplear en aquellas formas en que la desinencia comienza con i (abolí, aboliste,
aboliré, aboliesen). No se puede decir, ni nadie lo dice, Abolgo, abolgues, etc. Para estas
personas lo reemplazamos por derogar. Garantir también es defectivo. Es incorrecto decir yo
garanto, tu garantes. Debemos reemplazarlo en estas personas y tiempo por garantizar. En
cambio decimos bien garantí, garantimos, garantido.
Otros defectivos de esta clase son agredir, aterirse, despavorir y empedernir.
El verbo querer transforma su ere en erre en el futuro imperfecto (querré) y en el potencial
(querría). Pero no la admite en el presente de subjuntivo: «Aunque no queramos».



7. Bibliografía
ABC (1993) Libro de estilo de ABC. Madrid: Ariel
ALCÁZAR, P. ( 1998) Cómo hablar bien en público. QUO, 38. Noviembre 1998.
ARIAS, GONZÁLEZ Y MARTÍNEZ (1991) El retroproyector como soporte de las nuevas tecnolo-
gías. Madrid: 3M, Grupo Logo.
BARTOLOMÉ, A. (1989) Nuevas tecnologías y enseñanza. Barcelona: GRAO. I.C.E. Universitat de
Barcelona.
BENOIT, A. (1993) Hacer la síntesis. Bilbao: Deusto.
BERROU, J.P. (1992) Para escribir bien en la empresa. Bilbao: Deusto.
BIASUTTO, M.A. (1993) Cómo diseñar elementos visuales para una eficaz comunicación. Madrid:
I.C.E. Universidad Politécnica.
BRAVO, J.L.. (1993) Medios didácticos: selección y aplicación. Madrid: I.C.E. de la Universidad
Politécnica.
BRAVO, JL. (1.996) Las ayudas visuales en la presentación de la memoria de doctorado. Madrid:
ICE de la Universidad Politécnica.
BRAVO, JL. (1998) Apuntes sobre: integración de los audiovisuales en la enseñanza universitaria.
Madrid: ICE de la Universidad Politécnica.
BRAVO, JL. (1998) Elaboración de presentaciones con ordenador . Madrid: ICE de la Universidad
Politécnica.
BRAVO, JL. (1998) Técnicas de comunicación escrita. Madrid: ICE de la Universidad Politécnica.
BRAVO RAMOS, JL (1998) El retroproyector y las transparencias. Madrid: ICE de la Universidad
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EL PAÍS (1990) Libro de estilo. Madrid: Ediciones El País.
FUNES, A. (1988) Retroproyección. Madrid: Programa de Nuevas Tecnologías del MEC.
GIL, J. (1997) Cómo hablar en público. Madrid: Abeto.
JANNER, G. (1990) Cómo hablar en público. Bilbao: Deusto.
LANUZA, MARTÍNEZ, FONT (1974) Técnicas para el uso del retroproyector y para la creación de
transparencias. Barcelona: Madi.
LÁZARO CARRETER, F. (1997) El dardo en la palabra. Barcelona: Circulo de Lectores.
MALLAS CASAS, S. ( ) Cómo utilizar el proyector y elaborar diapositivas. Madrid: Anaya/2.
MALLAS CASAS, S. (1977) Técnicas y recursos audiovisuales. Teoría y práctica. Vilasar de Mar (Bar-
celona): OIKOS-TAU.
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REAL ACADEMIA ESPAÑOLA (1992) Diccionario de la Lengua Española. Madrid: Espasa Calpe.
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SECO SERRANO, M. (1994) Diccionario de dudas y dificultades de la de la lengua española. Madrid:
Espasa Calpe.
SCOTT, B. (1990) La comunicación oral y escrita para directivos y profesionales. Bilbao: Deusto.
SMITH, CT. (1991) Cómo hacer presentaciones con éxito. Madrid: Pirámide.
STUART, C. (1991) Técnicas básicas para hablar en público. Bilbao: Deusto.
STUDER, J. (1996) Oratoria, el arte de hablar, disertar, convencer. Madrid: El Drac.
VIVIANCO BALLESTERO, H. (1991) Materiales de presentación visual: Técnicas de realización. Madrid:
TEKEL, S.A.
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  • 1. 3.- La Preparación del discurso Conviene dedicar un tiempo importante para la preparación de un discurso. Si tengo que pronun- ciar un discurso de dos horas, empleo diez minutos en su preparación. Si se trata de un discurso de diez minutos, entonces tardo unas dos horas en prepararlo (Winston Churchill). El ensayo es la clave del éxito y es una baza que no pueden desdeñar ni siquiera los oradores expertos. Es lo que puede convertir una charla mediocre en una memorable. Los ensayos nos ayudan a [Stuart, (1991), P.- 106 ]: Ø Familiarizarnos con el tema. Ø Dominar el síndrome de mente en blanco. Ø Ganar confianza. Ø Controlar los nervios. Ø Desarrollar la voz y sus inflexiones. Ø Utilizar adecuadamente el lenguaje corporal. También sirven para añadir nuevos ejemplos y anécdotas en los que no habíamos reparado al preparar el original. Para ensayar podemos utilizar una audiencia imaginaria a la que dirigirnos, o un grupo de amigos, compañeros, etc. a quienes habrá que informar con antelación lo que queremos conseguir con la charla y cómo hacerlo. También podemos efectuar el ensayo ante una cámara de vídeo y, a continua- ción, comprobar personalmente y con alguien de nuestra confianza el resultado. En este último caso, debemos plantearnos que estamos ante una audiencia auténtica con la que establecemos contacto visual y ante la que desplegaremos todas nuestras cualidades expresivas: voz, gestos, apoyos visua- les, etc. Para valorar nuestra actuación podemos recurrir a alguna guía de indicadores, como la que presentamos de Stuart, [(1991), P.- 106], que nos proporcione una información objetiva sobre aquellos aspectos de nuestra actuación que debemos acentuar, los que debemos mejorar y los que son adecuados. Debemos controlar la duración de nuestra intervención. No tenemos ningún motivo para pasarnos del tiempo asignado. Si vemos que se agota nuestro tiempo, no debemos ir más depri- sa, sino resumir todo lo que podamos, prescindir de algunas partes del discurso y buscar un punto para concluir. Lo ideal para este ensayo es llevarlo a cabo en el lugar y en las condiciones donde tendrá lugar la charla, haciendo uso de las ayudas visuales que emplearemos en la ocasión y la misma indumentaria que vamos a vestir, incluidos los zapatos.
  • 2. P U N TOS PARA EL ANÁLISIS DE LA A C T UA C I Ó N, [STUART (1991)] [STUART q ¿Hemos dado a conocer las ventajas que sacará la audiencia de escucharnos? q ¿Hemos expuesto nuestras credenciales? q ¿Hemos presentado la estructura de la charla? q ¿Conocemos las actitudes de la audiencia? q ¿Nos hemos identificado con ella? q ¿Hemos ido anunciando, con claridad, los diferentes puntos? q ¿Hemos empleado ejemplos, anécdotas, comparaciones, etc. para respaldar lo más importante de la charla? q ¿Hemos hecho resúmenes periódicos? q ¿Antes de pasar a lo siguiente, hemos recapitulado sobre lo anterior? q ¿Hemos empleado preguntas retóricas para conducir a la audiencia a un cami- no previamente trazado? q ¿Hemos tenido cuidado en el uso de abreviaturas y de terminología especiali- zada? q ¿Hemos empleado ayudas visuales para aclarar puntos complicados o susci- tar interés? q ¿Hay claridad y ligazón lógica entre cada uno de los puntos tratados? q ¿Hemos indicado que llegamos al final? q ¿Hemos resumido los puntos principales? q ¿Hemos pedido a la audiencia que emprenda la acción esperada de ellos? q ¿Hemos concluido con una idea o frase estimulante? Debemos comprobar que no jugamos con el anillo, los gemelos o los botones, que no nos metemos las manos en los bolsillos y que no jugueteamos con nada que estos puedan contener. Debemos ensayar que una vez que nos hayan presentado, debemos caminar decididos hacia el lugar desde el que vamos a hablar, haremos una pausa mirando a la audiencia para establecer el primer contacto visual que les mostrará nuestro agrado por estar allí y, tras respirar hondo, comenzaremos a hablar. Esta pausa inicial puede ser larga pero va a permitir a la audiencia fijar la atención en nosotros y prepararse para escuchar. Si tenemos ocasión de visitar el local antes de nuestra intervención, es aconsejable tener en cuenta la siguiente lista de comprobaciones: [Stuart (1991) P.- 114]. · Pensemos en primer lugar, cómo deseamos que se coloque la audiencia. · ¿Disponemos de sitio suficiente para nuestras fichas, ayudas visuales y fotocopias que vayamos a repartir entre la audiencia? ¿Podremos librarnos de la barrera que supone una mesa? ¿Dónde colo- caremos el soporte de las láminas multiplán y el retroproyector? · ¿Dónde están las tomas de corriente eléctrica a las que conectar el equipo que vamos a utilizar? ¿Necesitamos algún cable prolongador? · ¿Cómo atenuaremos las luces cuando queramos proyectar diapositivas de 35 mm? ¿Dispon-
  • 3. dremos de un puntero para señalar detalles de lo que aparezca en la pantalla? ¿Cómo podremos regular la calefacción o el aire acondicionado? ¿Se pueden abrir las ventanas? · ¿Quién va a servir café/té, y a que hora? Tengamos en cuenta que toda nuestra charla, llevada a la perfección, puede irse al traste con la irrupción inoportuna de quien trae el café. · ¿Hay algún reloj de sobremesa en la sala? ¿O debemos llevar uno? Casi siempre nos será más fácil ver la hora en un pequeño reloj de sobremesa que en nuestro reloj de pulsera, aunque nos lo quitemos y lo pongamos frente a nosotros sobre la mesa. · ¿Quién es el encargado de suministrar papel, bolígrafos, agua para beber? · ¿Se podrá fumar en la sala, o no? · Si la charla es en un hotel, averigüemos el nombre del empleado responsable de contratar la sala que vamos a utilizar nosotros. · ¿A qué hora podremos disponer de la sala y entrar en ella? · ¿Quién será el encargado de que todo esté a punto y a quién debemos solicitar todo lo que nos haga falta? · ¿Son cómodos los asientos? Suponiendo que nuestra charla sea larga, ¿podríamos hacer que los cambiasen por otros asientos mejores? Asegurémonos de que se quitan todos los asientos o sillas que sobran. Acordémonos de hacer un plano de la distribución que deseamos par la audiencia. · Asegurémonos de desconectar todos los teléfonos de la sala, pues podrían sonar mientras ha- blamos y crearnos confusión. · Pidamos que nos enseñen el equipo para las ayudas visuales. ¿Conocemos el funcionamiento del retroproyector? ¿Cuenta el retroproyector con una lámpara de repuesto, o tendremos que llevar una nosotros? ¿Sabemos cómo se enfoca ese modelo en concreto? ¿Qué clase de panta- lla se utiliza? ¿Encajan bien en el proyector las diapositivas que traemos? ¿Hay proyector multimedia en la sala, bien colocado y enfocado? ¿Saben alguien cómo funciona? ¿Hay orde- nador en la sala que permita pasar nuestra presentación instalada en su disco duro? ¿Tiene el programa necesario? Si vamos a utilizar un ordenador portátil, ¿se puede conectar? ¿Sabemos transferir la pantalla? · Si vamos a hablar desde un atril, ¿qué altura tiene?, ¿se puede rebajar su altura, o se puede poner algún elemento debajo para que podamos hablar desde un nivel algo superior? ¿Dispo- nemos de una luz para que podamos leer bien nuestras notas cuando se atenúen las luces principales para proyectar las diapositivas? · ¿Manejaremos nosotros mismos nuestras propias ayudas visuales? Si no es ése el caso, ¿qué señales hemos acordado con quien vaya a proyectarlas para que lo haga en el momento oportu- no? · Averigüemos la situación de los interruptores de las luces y quién los manejará. ¿Se puede atenuar la iluminación de sólo media sala, si fuera necesario? ¿Será necesario tapar las venta- nas? · ¿Dónde están los lavabos? ¿Y el teléfono? ¿Necesitaremos monedas o una tarjeta telefónica para hacer alguna llamada?
  • 4. · ¿Qué servicios de recepción de mensajes ofrece el hotel? · ¿Cuándo y cómo se servirá el café/té? ¿Se servirá en la propia sala donde se celebra el acto, o en otra adyacente? Si se va a servir en la misma sala, hagamos todo lo posible para que los platos y tazas se coloquen antes del inicio de la charla. No necesitamos que nuestras palabras vayan acompañadas con el tintineo de la porcelana. · ¿Cómo llegaremos al estrado o tribuna? · ¿Dónde nos colocaremos? · ¿Habrá otras personas junto a nosotros en el escenario? · ¿Podemos ver a la audiencia perfectamente, o nos deslumbran las luces? · ¿Qué señal se emplea para que proyecten las diapositivas? · ¿Qué clase de micrófono facilitan? ¿Está fijo, o nos permitirá movernos? · ¿Se distribuirá el texto de la charla a los asistentes? ¿En qué momento? · Si aprendemos a controlar nuestros nervios y a tener mayor confianza no será necesario ningún tipo de relajación. 4.-Métodos y sistemas de actuación 4.1.- Leer el discurso Es el método menos atractivo para la au- diencia y si, además, lo damos por escrito, puede resultar una burla, pues los oyentes MÉTODOS DE ACTUACIÓN también saben leer y el discurso se con- vierte en una lectura compartida. Aunque da gran confianza al orador y puede fun- • Leer el discurso cionar con pequeños grupos es el peor sis- • Memorizar tema de todos. La alocución parecerá exen- ta de sinceridad, entusiasmo y vitalidad, • Improvisar salvo que el lector sea un actor excepcio- • Sistema de fichas nal. Hemos de indicar que algunos proto- colos obligan a leer el discurso por lo que, • Guiones de charla en estos casos, la lectura es obligada. Stuart (1991) resalta los siguientes inconvenien- tes: ¨ No hay apenas contacto visual con la audiencia. ¨ Queda restringido el lenguaje corporal al estar atado a las hojas. ¨ Voz poco natural. ¨ Dependencia de un escrito que le impide al orador tomar confianza.
  • 5. 4.2.- Memorizar Tampoco este sistema resulta recomendable, ya que toda la energía del orador se concentra en no olvidar el discurso. La forma expresiva se vuelve rígida, poco convincente y excesivamente mecanicista. Hay miedo a olvidar algún fragmento del discurso que se puede traducir en inseguridad y falta de convicción de la palabra. Si se produce una laguna, el espectador lo notará enseguida, pues la pausa, que en situación de dominio es una muestra de la seguridad del orador que permite reflexionar a la audiencia, se trans- forma en un silencio vacío, donde aflora el nerviosismo de éste. Todo esto se manifiesta mediante una sudor incontrolado que llega, incluso, a la pérdida del hilo del discurso. Carnegie, [(1992), P.- 95] utiliza tres palabras clave relacionadas con la retención y memoriza- ción del discurso: ³ Impresión, es decir, impacto que produce en nosotros el contenido del discurso e interés que despierta el tema. ³ Repetición o las veces que lo leemos, ensayamos e intentamos memorizarlo. ³ Asociación, al relacionar el contenido con palabras, hechos, recursos visuales y situaciones que nos permiten recordar el contenido del discurso. 4.3.- Improvisación planificada Tiene todas las ventajas de la improvisación y ninguno de los inconvenientes de la lectura. Su charla tiene un comienzo impactante, una estructura lógica y un final concluyente; después de ensayar a fondo, usted podrá utilizar unas breves notas esquemáticas que le darán suficiente confianza para pronunciar una charla entusiasta, actuar con plena vitalidad y presentarse ante la audiencia con total sinceridad. [Stuart, (1991), P.- 52]. Conviene hacer un mapa de ideas que nos sirva para encarar el discurso con tranquilidad y soslayar posibles distracciones. La preparación de la charla pasará por los siguientes eslabones: · Establecer claramente el objetivo de la charla. · Conocer todo lo posible sobre la audiencia. · Elaboración del «mapa de ideas». · Ordenación y secuenciación de los puntos clave del discurso. 4.4.- Sistema de fichas Es un sistema intermedio entre el mapa de ideas, que puede resultar excesivamente sintético y equívoco, y el discurso escrito. No obstante, estos procedimientos no tienen por qué ser excluyentes. Es decir, el mapa de ideas nos puede servir para establecer y ordenar los distintos puntos de la charla y desarrollar, a continuación, el texto completo de ésta. A la vez, del mapa podemos extraer fichas, mediante el desarrollo de las ideas de éste o estructurar, también mediante fichas, los puntos más destacados del escrito completo.
  • 6. La eficacia de las fichas se puede medir contando el número de palabras escritas en ellas, cuantas menos mayor eficacia. Una ventaja de carácter práctico para el uso de las fichas es que, si estamos nerviosos, el movimiento de éstas es menos perceptible que el de una hoja de papel. La ficha, además del desarrollo sintético de cada una de las ideas principales de la charla, puede llevar indicaciones de orden actitudinal o de movimientos físicos tales como sonreír, mirar a la audiencia, ponerse de pie, etc. También puede incluir las frases más significativas, tales como el inicio o finalización del discurso y, por supuesto, las citas textuales. Desde el punto de vista práctico, si vamos pasando las fichas de una en una, cuando lleguemos a la frase final prescindiremos de la idea de seguir hablando. Es aconsejable numerar, con lápiz, cada una de las fichas que integran la charla. Las Ventajas de las fichas con respecto a otros procedimientos las podemos resumir en: ¨ Mayor naturalidad al utilizar la palabra más adecuada en cada momento. ¨ Confianza en una red de seguridad en el caso de que se quede la mente en blanco. ¨ Mirar a la audiencia, pues la ficha se lee de una ojeada. ¨ Utilizar el lenguaje corporal de forma más expresiva. ¨ Mostrar mayor vitalidad y entusiasmo. En el caso de algún olvido, hay que saber que nadie más que el orador se dará cuenta de ello. Suelen ser sólo un porcentaje mínimo de la charla. Si el punto omitido es esencial, no se debe retroceder en el hilo de la charla y menos aún pedir disculpas por la omisión. Lo aconsejable es incluir un punto adicional en la charla, procurando buscar un momento adecuado para añadirlo. Debemos evitar algunos errores en el manejo de las fichas, entre los que podemos destacar: · Jugar con ellas o barajarlas durante el discurso. · Fijar los ojos exclusivamente en ellas, no hay que olvidar mirar a la audiencia. · Apoyarnos en palabras o frases de relleno como ayuda mientras elegimos la palabra más ade- cuada. · Barajar las fichas con el riesgo de perder el orden de éstas. · Extenderlas sobre la mesa como si se tratara de un solitario. Las ayudas visuales pueden contener también frases o ayudas que nos sirvan para recordar aquello que no queremos olvidar, tanto en el borde de las transparencias como en el propio texto de éstas. En contra de la opinión de Stuart [(1991), P.- 68] que considera que utilizar las palabras de la ayuda visual simplemente como recordatorio es un pésimo aprovechamiento de ella, y una desconsideración para la audiencia. Durante una charla, las palabras son para pronunciarlas, no para leerlas. 4.5.- Los guiones de la charla Si la charla no se va a publicar, no es necesario pulir excesivamente el guión. Es más, si está muy pulido sonará excesivamente formulista. No conviene ser excesivamente detallado. Si confiamos en nuestro dominio del vocabulario, con breves indicaciones será suficiente. Por ello, debemos ir a
  • 7. las frases cortas, escuetas, con abundantes puntos y evitando las conjunciones. En presentaciones muy comprometidas, podemos escribir literalmente el principio, el final de la charla y el inicio de los puntos importantes, asegurándonos de que lo más importante está al principio de la oración y que todo lo demás sirve para matizar o aclarar. 4.5.1.- Forma del guión Es aconsejable emplear un procesador de textos que nos permitirá incluir cualquier cambio con rapidez y sin esfuerzo. Hemos de emplear una letra grande, que nos ayude a leer con facilidad, empleando mayúscu- las y minúsculas. No debemos redactar nunca un guión sólo con mayúsculas, tendremos muchos problemas para leerlo. q Dejaremos un buen espaciado entre líneas y, mayor aún, entre los distintos párrafos, así como un generoso margen. q Escribiremos sólo a una cara. q Los números complicados aparecerán en letras y en cifras. q No debemos cortar una oración al final de una hoja para terminarla en la siguiente. q Debemos numerar las hojas y poner un pie con el título de la charla. q Nunca graparemos las hojas. q Podemos añadir indicaciones sobre las ayudas visuales que vamos a emplear en cada momen- to. Si el discurso se va a publicar o vamos a disertar sobre un documento ya escrito, podemos partir de éste y guiar nuestra intervención señalando los aspectos y frases más importantes mediante un lápiz fosforescente. 4.5.2.- Lectura del guión Si el texto del discurso está en poder de los asistentes no debemos limitarnos a leer su contenido. Nuestra intervención irá en la línea de ampliar algunos puntos, aclarar o poner de manifiesto lo más importante. Todo ello animado con nuestras cualidades de orador y dando vida a un texto que simplemente leído puede resultar monótono y apagado. Será el momento de interpretar y represen- tar nuestro escrito ante el auditorio que lo debe encontrar fresco, con garra y ameno. Nuestro lenguaje corporal, la forma de pronunciar las palabras, los golpes de humor o las anécdotas harán que el discurso cobre una vida de la que, tal vez, sobre el papel carezca. No debemos olvidar que si nos limitamos a leer lo escrito, sin más, los oyentes pueden pensar que eso mismo podían haberlo hecho en su casa con más comodidad. Para leer el guión previamente escrito, debemos ensayar su lectura en voz alta de principio a fin. Será el momento de corregir todo aquello que suene extraño o pueda resultar farragoso, pero
  • 8. debemos poner límite a las correcciones. De lo contrario, nunca terminaremos un discurso y los cambios no son siempre para mejorar. Al ensayar, debemos fijarnos en lo siguiente: · No hablar como un charlatán por el simple hecho de tenerlo escrito. Hay que darle valor a las pausas. · Utilizar las posibilidades de la voz: velocidad, tono, volumen. · Mantener la cabeza alta para proyectar mejor la voz. · Utilizar la expresión de la cara y el lenguaje del cuerpo. · No debemos volver la hoja al llegar al final, es mejor colocarla al lado. · Si usamos gafas, no debemos quitarlas y ponerlas, salvo para causar algún efecto. · Debemos comprobar que tenemos espacio suficiente para colocar las hojas, transparencias, etc. · Podemos utilizar un casete o una cámara de vídeo para grabar la actuación y ver después el resultado. 5.- Intervención en medios de comunicación Las empresas que consideran que la publicidad no es necesaria, pueden encontrarse con que los consumidores tomen la misma actitud acerca de su empresa. 5.1. Los contactos con la prensa Cuando un periodista se dirija a nosotros para pedirnos información, la primera regla es no precipitarse. Debemos pedirle tiempo para meditar la respuesta, pero debemos contestar ense- guida. De lo contrario, los plazos en los que nuestra intervención pueda ser noticia se pueden agotar. En ese caso, el periodista buscará otras fuentes, abandonará esa información o se la inventará. Por ello debemos contestar en un plano razonable. Es aconsejable no contestar nega- tivamente, pero si el tema es comprometido podemos opinar y pedirle que nos citen anónimamente. Siempre será mejor que aludan a expertos en la materia a que digan simple y llanamente que los responsables del tema se han negado a hablar ante la prensa. Si lo que nos piden es una entrevista, antes de contestar, conviene preparar un poco el conte- nido. Para ello debemos saber: ³ ¿Quién es ese periodista? ³ ¿Por qué va a escribir sobre ese tema? ³ ¿Qué enfoque le quiere dar? ³ ¿Por qué ha pensado en mí? ³ ¿Quiénes más van a opinar? ³ ¿Será la entrevista en directo o habrá reelaboración posterior? La preparación y el ensayo son la clave para que nuestra intervención con los medios resulte un éxito. Debemos tener claro qué es lo que diremos y qué es de lo que no haremos mención.
  • 9. Si tenemos ocasión de leer, ver o escuchar algún programa anterior con ese mismo periodista y en esa misma línea, debemos analizarlo cuidadosamente. Para preparar nuestra intervención he- mos de pensar que la audiencia no es el periodista, sino las personas que nos estarán escuchando. 5.2.-La intervención en radio Lo primero que hemos de pensar es que, aunque la audiencia sea millonaria, en ese momento me estoy dirigiendo a una persona o a un grupo reducido. No hay identidad como grupo y, por ello, nuestro tono será diferente al que empleemos en un aula de conferencias o en un teatro. Por otro lado, no podemos ver sus caras y el grado de aceptación del discurso. La brevedad y la amenidad serán la norma esencial. No debemos alargarnos mucho, las mejores respuestas son las que no duran más de 20 ó 30 segundos. Ya en el estudio, podemos tomar las siguientes precauciones: · Pedir cuál es la primera pregunta, con el fin de prepararla mejor. · Hablar en tono tranquilo de conversación, evitando vacilaciones, muletillas y frases como ya saben..., es decir... · Preguntar el tiempo del que disponemos. Salvo las tertulias o las entrevistas en profundidad, el tiempo disponible no supera los dos o tres minutos. · No debemos intentar quitar la palabra a otro que hable, produce mal efecto. · Es conveniente desprendernos, antes de entrar en el estudio de colgantes, pulseras u otros objetos con los que tengamos la tentación de juguetear y que causen ruidos extraños para la audiencia. 5.3. La intervención en televisión Lo que más se suele recordar de una intervención en TV es el aspecto externo del invitado. Las cámaras se acercan más a nosotros que nuestros propios amigos. No obstante, conviene recordar que cuanto mayor conocimiento tengamos de un medio, más tranquilos estaremos ante él. Debemos aparecer sonrientes y confiados, haciendo lo posible para que el gesto concuerde con lo que decimos en ese momento. En nuestro intento por aparecer naturales debemos evitar cruzar una y otra vez las piernas, mover los pies o manosear el brazo de la butaca. No tocarnos la cara, el pelo, la nariz o la corbata. Las manos deben permanecer sobre el regazo, quietas. Tampoco debe- mos mirar continuamente a la cámara, sólo cuando hagamos una confidencia a la audiencia. Debe- mos mirar al presentador y a los demás invitados. Mantendremos la cabeza alta, pues una ilumina- ción deficiente hará parecer que tenemos grandes ojeras. Es muy importante llevar una ropa adecuada. Evitar los trajes negros, gris oscuro o azul mari- no. Es aconsejable un traje gris claro y una camisa que no sea blanca, sino azul claro o color crema. Debemos evitar prendas con rayas estrechas o con etiquetas de la marca, así como cualquier prenda de color rojo, evitando los dibujos en general, pues los colores lisos dan mejor ante la cámara. Hay que evitar joyas, collares, pulseras, pendientes o abalorios que distraigan la atención, produzcan
  • 10. ruidos o reflejen las luces. Si tenemos ocasión, lo ideal es buscar un conjunto que combine bien con la decoración del estudio y permita la colocación del micrófono. EL MUNDO 17/4/93 PP. 65 Debemos llegar al estudio con tiempo suficiente para habituarnos a la forma de trabajo en la TV. Una primera impresión puede ser chocante. También debemos calcular el tiempo que van a necesitar los maquilladores, que puede llegar a los 60 minutos y, una vez maquillados, acostumbrarnos al maquillaje y pensar que, aunque nos veamos extraños, en la pantalla aparecerá muy natural. Ya en el estudio, podremos comprobar nuestra imagen a través de los monitores distribuidos por el plató. Cuando empiecen las preguntas, no debe dar la sensación de que intentamos zafarnos. Los periodis- tas están habituados y volverán a repetir la misma pregunta, en ocasiones con otras palabras. Pero tampoco debemos dejarnos arrastrar por la verborrea excesiva. Si hay algún tema que no resulta perti- nente, es mejor informar al entrevistador de que ese tema no se puede tocar y confiar en su ética. Si insiste en la pregunta, cortésmente, le podemos recordar su compromiso de no hablar de ese tema. Si consideramos que una pregunta nos resulta hostil, lo mejor es mantener la calma y explicar nuestro
  • 11. razonamiento con seriedad, a base de hechos y no de emociones. No debemos confundir las preguntas difíciles con las hostiles. Si se descubre un punto débil, es mejor admitirlo. Esto suele desconcertar al entrevistador. Debemos resumir el final de nuestra intervención y si vemos que se han tergiversado algunas de nuestras opiniones, lo mejor es corregir de inmediato al entrevistador en tono razonable. Si la participación es en un debate, conviene conocer quiénes serán los demás participantes y cuáles son sus puntos de vista. Una vez iniciado éste, debemos hablar en nuestro turno, en titulares y sin divagar. En la medida de lo posible, es aconsejable no aceptar entrevistas por teléfono. Es mejor cara a cara y, si es posible, en nuestro propio terreno. No debemos olvidar que el tiempo es limitado. Por ello, no empezaremos a hablar en la confianza de que incluirán toda nuestra intervención. Lo más seguro es que ésto no sea así y corremos el riesgo de que saquen de contexto nuestras opiniones. Si aceptamos la entrevista, nos tomaremos la molestia de prepararla bien, ser claros y, sobre todo, muy concisos. 6.- Apéndice 6.1.- Consejos sobre normas gramaticales1 · Deber y deber de El significado de deber como verbo auxiliar no es el mismo cuando le sigue la preposición de que cuando va sin este puentecillo. Deber a secas implica obligación. Deber de, presunción o conjetura. Aquél se puede reemplazar por «es menester que», éste, por «yo creo que». Lo entenderemos mejor con dos ejemplos: Los soldados deben resistir hasta la muerte cuando el enemigo avance. Los soldados deben de estar cansados con tanto marchar. Debe de ser esa monja una elevada autoridad en su Orden. A todo historiador debe serle permitido colmar las lagunas de la tradición histórica con suposiciones legítimas, fundadas en las leyes de la verosimilitud. (MIGUEL DE UNAMUNO). Usar ajustadamente estos giros es signo casi inconfundible de gran cultura idiomática, porque, así en España como en América, las más de las personas confunden los respectivos significa- dos y optan por emplear uno solo, con exclusión del otro. · Sendos Esta palabrita, que no tiene equivalencia en ningún otro idioma, y que todos los idiomas nos envidian por lo útil y elegante, carece de singular. Por tanto, no puede ser sinónima de enor- mes, extraordinarios, exorbitantes ni monstruosos, puesto que estos cuatro vocablos gozan de ambos números. Significa: «uno para cada cual de dos o más personas o cosas». «Pasaron dos hombres con sendos garrotes» significa que llevaban uno cada uno. Así lo emplea Cervantes: 1 Tomadas íntegramente de: CARNEGIE, D. ((1992) Cómo hablar bien en público e influir en los hombres de negocios. Barcelona: Edhasa.
  • 12. Entraron dos viejos de bayera con anteojos que los hacían graves y dignos de ser respeta- dos, con sendos rosarios de sonadoras cuentas en las manos. · Recién Recién sólo se usa antepuesto a participios pasivos, tales como venido, llegado, casado, etcétera. «Recién vino Juan» debe reemplazarse por «Acaba de venir Juan» «¡Recién ahora me lo dices!», por «¡Pues no pudiste decírmelo antes!», «¿Por qué no me lo dijiste antes?», etcétera. «Recién ahora comprendo su abnegación», por «Sólo ahora comprendo su abnega- ción», etcétera. · Sur, Sud, Nord, Nor Sur y Sud tienen, desde luego, idéntico significado. Pero usamos Sur cuando nos queremos referir al «punto cardinal del horizonte diametralmente opuesto al Norte». Y Sud, con d, lo usamos en composición: sudafricano, Sudoeste, Suramericano y Sur América no son correc- tos. Si dice sudamericano y Sudamérica, o, mejor aún, América del sur. Se dice también Su- deste, Sudoeste, Subsudoeste, etc. Diré de paso que los nombres de los puntos cardinales se escriben con mayúscula cuando tienen sentido absoluto, y con minúscula en caso contrario: «El sol nace por el Este». «Al sur de Madrid está Toledo». En cuanto a Nor y Nord, que sólo se emplean en composición, diremos que la segunda se antepone a Este, y la primera a Oeste: Nordeste, Noroeste, y sus derivados nordestal, noroestear, etc. · Primer, primero, primera «La primer vez que oigo decir semejante cosa» dicen muchos. Primer es el apócope de primero, postrer o tercer lo son de postrero y tercero. Por ello, sólo se puede emplear delante de sustantivos masculinos: «El primer día del año»; pero «La primera semana»; «El postrer deseo»; pero «La postrera esperanza»; «El tercer premio»; pero «La tercera etapa». Primero debe apocoparse indefectiblemente delante de sustantivo masculino; postrero y ter- cero quedan a merced del «consumidor»: El postrero, o postrer, anhelo. El tercero, o tercer, llamamiento. · Tan es así Tan, apócope de tanto, puede usarse delante de adjetivo, adverbio y otras partes de la oración excepto el verbo. La frase del epígrafe debe ser «Tan así es», o «Tanto es así». · De balde y en balde En balde quiere decir en vano. «Es en balde que vengas; no te recibiré». De balde quiere decir gratis, graciosamente. «Conseguí dos billetes de balde para el tea- tro». «Aquí enterraron de balde, / por no hallarle una peseta.../ No sigas: era poeta» (MARTÍNEZ DE LA ROSA). De una persona que está ociosa se dice que «está de balde». · Un alma despiadada
  • 13. El castellano rechaza el encuentro de dos vocales tónicas iguales, y por esta razón decimos el águila en vez de la águila, porque ambas aes son tónicas. Pero no decimos el afrenta, sino la afrenta, porque la a del artículo es tónica, pero la primera de afrenta no lo es; luego no se repelen. Sea aplicada la regla a una, esta aquella, etc. ¿Tienen aes finales tónicas? No, puesto que son graves. Luego, no repelen las aes iniciales de ninguna palabra. «Un alma despiadada», es tolerada por la Real Academia Española porque el uso general lo ha impuesto, aunque castizamente deberíamos decir: una alma, una arte plástica, aquella ánfora, etc. Siento una aura juvenil que remoza mis años y enciende en mi corazón la lámpara de los sueños (RICARDO LEÓN). · Cualquier, cualquiera Esta palabra nada tiene que ver con las que integran el grupo de primer-o postrer-o y tercer-o. Aquí, el quita y pon de la última vocal no depende de regla fija, sino del criterio y gusto eufórico de quien la emplee. La dificultad de esta palabra estriba en su plural, que pone en confusión a muchas personas. El plural de esta palabra, que en otro tiempo se escribió cual quiera, es cualesquier o cualesquiera, así como el plural de hijodalgo (hijo de algo) es, naturalmente hijosdalgo. También quienquiera hace su plural con quienesquiera. Con aquel remedio podía acometer desde allí delante cualesquiera riñas, batallas, etcé- tera (MIGUEL DE CERVANTES). En otras cualesquier no se había de sospechar mal (LA CELESTINA). · De color de Si queremos decir que un objeto es verde, diremos: «este objeto es de color verde» a secas. Decir que un objeto sea color verde, sin la preposición, es incorrecto. Si en vez de usar la palabra verde, queremos usar la palabra oliva, como oliva no es un color sino una planta, no diremos ya «de color oliva», sino «de color de oliva»; con preposición antes de ambos sustantivos. La palabra rosa es también una planta, que no un color. No se debe, pues, decir «Un vestido rosa», «Un rostro color rosa», sino «Un vestido de color de rosa», «Un rostro color de rosa, etcétera.» · A propósito, de propósito Erróneamente se emplea el primer giro para las dos ideas. A propósito, indica que algo es conveniente u oportuno para determinado deseo o finalidad. De propósito significa: con intención, voluntariamente, deliberadamente: Ha de permitírseme que, con la moderada amplitud a que dan lugar dos o tres artículos, discurra a propósito de ella (FRANCISCO AYALA). La Sociedad se abstiene de propósito de publicar los trabajos de todo el año, porque no quiere molestar con su menuda relación a tan distinguido concurso, ni hacer vana osten- tación de sus tareas (JOVELLANOS). · Cien y ciento Nadie dice «un gran de España» por «un grande de España», ni «tan puede una mujer que llora» por «tanto puede...» La apocopación tiene sus reglas, diferentes por lo común, de un caso a otro, y quienes dicen «cien por cien de probabilidades, «más vale un pájaro en mano que cien volando», las infringen. Ciento, como grande, se apocopa sólo delante de sustantivos. «Cien doblones», «Cien caballeros con lanza en ristre». En todos los demás casos diremos «ciento». «¿Qué cuántos primos tengo? Ciento». «Más vale un pájaro en mano que ciento volando». «Recibí el ciento por ciento del salario». Hablando de ciento por ciento: quienes dicen porcentaje caen en galicismo. Tenemos un cas- tellano tanto por ciento, que si no es tan breve, es mucho más castizo.
  • 14. · A pagar mañana A, preposición, denota a veces finalidad. Pero no se puede emplear con esa acepción delante de un infinitivo. Si digo «a juzgar por lo que dices...», no cometo error, porque la preposición indica allí conformidad. Pero es incorrecto decir: !La asamblea a realizarse el lunes será muy numerosa», por «La asamblea que se realizará el lunes será muy numerosa». Ni «Los libros a corregir» por «Los libros para corregir», o «para ser corregidos» o «que se deben corregir», «que hay que corregir», etcétera. · Nuevecientos, Veinte y cinco, Treintiuno Hay palabras,como fuerte, cierto, bueno, que en determinadas circunstancias pierden el diptongo y vuelven a la vocal latina: fortificar, certidumbre, bonísmo. Esto mismo sucede a nueve cuan- do se une a ciento: novecientos. Veinte, junto con diez, es el único que no termina en a (treinta, cuarenta, ochenta). Como la e y la i son primas hermanas, concluyen por fundirse; y prevalece la i, que por estar detrás tiene mayor peso prosódico. Por esto se dice veintiuno, veinticinco. Entre la a y la i también se produce este fenómeno, pero con mucha menor intensidad, por lo cual aún no se han fundido: treinta y uno, setenta y seis. · Medio Medio puede ser adjetivo y puede ser adverbio. Y sustantivo y verbo también, por cierto. Cuan- do es adjetivo significa «igual a la mitad de una cosa». Media calle, Medio libro. Cuando es adverbio: «no del todo, no enteramente». Medio roto, Medio ahogadas Como los adverbios carecen de género y número, medio, siempre será adverbio, hará caso omiso del género y número de palabra que modifica. Es esta la regla que se infringe más a menudo. ¿Quién no ha oído decir? Una mujer media borracha, Unas casas medias destruidas? Por si alguien entre mis lectores no recuerda la diferencia que hay entre adverbios y adjetivos, refrésquele esto la memoria: el adjetivo califica o determina un sustantivo; el adverbio califica o determina una adjetivo, un verbo o un adverbio, pero nunca un sustantivo. Cuando medio determine un sustantivo, como calle, podrá alterar el género y número. Cuando determine un adjetivo, como destruidas, deberá permanecer invariable. · Uso de la preposición Los nombres de ciudades y países llevan la preposición a cuando son complemento directo de un verbo activo, según una regla académica que ha caído en desuso. De modo que si se decía: «Conquistar a Berlín», hoy se dice «Conquistar Berlín»; «Sitiar Roma»; «Visitar Fran- cia». En cambio, aún llevan la preposición los colectivos de personas, siempre que la acción que denota el verbo se ejerza sobre los individuos: «Adular a la muchedumbre»; pero «Contemplar la muchedumbre». En fin, la llevan también las cosas personificadas: «Con la pluma venció a la espada». · Los verbos irregulares
  • 15. Hay en castellano una porción de verbos irregulares cuya conjugación pone en aprieto aún a los más avisados. Los buenos diccionarios nos dan el verbo tipo, con el cual ya no podemos errar en la conjugación. Muchos de estos verbos coexisten con sustantivos o adjetivos vulga- res, los cuales nos dan también la clave de su conjugación. Así por ejemplo, el verbo apretar coexiste con el sustantivo aprieto. Luego no se conjuga Apreto, apretas, etc., sino Aprieto, aprietas, etc. Enredar coexiste con el sustantivo enredo; luego, no se conjuga Enriedo, enriedas, etc., sino Enredo, enredas, enreda. Lo mismo podríamos decir de engrosar (grueso), poblar (pueblo), descollar (cuello), errar (yerro). Verbos defectivos son los que carecen de algunas formas verbales. Abolir, por ejemplo, sólo se puede emplear en aquellas formas en que la desinencia comienza con i (abolí, aboliste, aboliré, aboliesen). No se puede decir, ni nadie lo dice, Abolgo, abolgues, etc. Para estas personas lo reemplazamos por derogar. Garantir también es defectivo. Es incorrecto decir yo garanto, tu garantes. Debemos reemplazarlo en estas personas y tiempo por garantizar. En cambio decimos bien garantí, garantimos, garantido. Otros defectivos de esta clase son agredir, aterirse, despavorir y empedernir. El verbo querer transforma su ere en erre en el futuro imperfecto (querré) y en el potencial (querría). Pero no la admite en el presente de subjuntivo: «Aunque no queramos». 7. Bibliografía ABC (1993) Libro de estilo de ABC. Madrid: Ariel ALCÁZAR, P. ( 1998) Cómo hablar bien en público. QUO, 38. Noviembre 1998. ARIAS, GONZÁLEZ Y MARTÍNEZ (1991) El retroproyector como soporte de las nuevas tecnolo- gías. Madrid: 3M, Grupo Logo. BARTOLOMÉ, A. (1989) Nuevas tecnologías y enseñanza. Barcelona: GRAO. I.C.E. Universitat de Barcelona. BENOIT, A. (1993) Hacer la síntesis. Bilbao: Deusto. BERROU, J.P. (1992) Para escribir bien en la empresa. Bilbao: Deusto. BIASUTTO, M.A. (1993) Cómo diseñar elementos visuales para una eficaz comunicación. Madrid: I.C.E. Universidad Politécnica. BRAVO, J.L.. (1993) Medios didácticos: selección y aplicación. Madrid: I.C.E. de la Universidad Politécnica. BRAVO, JL. (1.996) Las ayudas visuales en la presentación de la memoria de doctorado. Madrid: ICE de la Universidad Politécnica. BRAVO, JL. (1998) Apuntes sobre: integración de los audiovisuales en la enseñanza universitaria. Madrid: ICE de la Universidad Politécnica. BRAVO, JL. (1998) Elaboración de presentaciones con ordenador . Madrid: ICE de la Universidad Politécnica. BRAVO, JL. (1998) Técnicas de comunicación escrita. Madrid: ICE de la Universidad Politécnica. BRAVO RAMOS, JL (1998) El retroproyector y las transparencias. Madrid: ICE de la Universidad Politécnica. CARNEGIE, D. (1992) Cómo hablar bien en público e influir en los hombres de negocios. Barcelona: Edhasa. DE LA SERNA, V. (1996) Libro de estilo de EL MUNDO. Madrid: Unidad Editorial. EL PAÍS (1990) Libro de estilo. Madrid: Ediciones El País.
  • 16. FUNES, A. (1988) Retroproyección. Madrid: Programa de Nuevas Tecnologías del MEC. GIL, J. (1997) Cómo hablar en público. Madrid: Abeto. JANNER, G. (1990) Cómo hablar en público. Bilbao: Deusto. LANUZA, MARTÍNEZ, FONT (1974) Técnicas para el uso del retroproyector y para la creación de transparencias. Barcelona: Madi. LÁZARO CARRETER, F. (1997) El dardo en la palabra. Barcelona: Circulo de Lectores. MALLAS CASAS, S. ( ) Cómo utilizar el proyector y elaborar diapositivas. Madrid: Anaya/2. MALLAS CASAS, S. (1977) Técnicas y recursos audiovisuales. Teoría y práctica. Vilasar de Mar (Bar- celona): OIKOS-TAU. MALLAS CASAS, S. (1979) Medios Audiovisuales y Pedagogía Activa. Barcelona: CEAC. MEDRANO, G. (1993) Nuevas tecnologías en la formación. Madrid: Eudema S.A. PACUAL, E. y ETXABE, R. (1995) Manual práctico de expresión oral. Barcelona: Larousse Planeta. PUCHOL, L. (1996) Hablar en público. Madrid: Díaz de Santos. REAL ACADEMIA ESPAÑOLA (1992) Diccionario de la Lengua Española. Madrid: Espasa Calpe. SAURA, C. (1997) Pico de oro. ABC: Nuevo trabajo. 9 de febrero de 1997. SECO SERRANO, M. (1994) Diccionario de dudas y dificultades de la de la lengua española. Madrid: Espasa Calpe. SCOTT, B. (1990) La comunicación oral y escrita para directivos y profesionales. Bilbao: Deusto. SMITH, CT. (1991) Cómo hacer presentaciones con éxito. Madrid: Pirámide. STUART, C. (1991) Técnicas básicas para hablar en público. Bilbao: Deusto. STUDER, J. (1996) Oratoria, el arte de hablar, disertar, convencer. Madrid: El Drac. VIVIANCO BALLESTERO, H. (1991) Materiales de presentación visual: Técnicas de realización. Madrid: TEKEL, S.A.