El documento contrasta las tradiciones cristianas romano-occidentales y greco-orientales para expresar su fe en la Santísima Trinidad. Ambas tradiciones reconocen que nadie ha visto a Dios directamente, sino que Jesús nos guía hacia Él a través de su vida, muerte y resurrección. Jesús murió entrando en el seno de Dios como fuente de vida eterna, desde donde Dios envía continuamente el Espíritu Santo que da vida y hace que creamos en la revelación de la vida con Dios.