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Introducción
                                                       Contemporáneo
LIBR0    l{0. 15 - 0bras t,,laestras deI Pensaniento


Título oriqinal: trihat is historY?
Traducción de Joaquín Romero Maura



                                                                           No han sido los historiadores muy dados a teorizai sobre la ciencia
                                                                       histórica. Bajo la influencia de la historiog¡afía académica del siglo
                                                                       xlx, se ha tcndido a creer que al historiador no le hdcía lalta te¡er
                                                                       ideñs. Su misión era la de provecrse de una buela técnica de pros-
                                                                       pección de datos, convertirsc cn un excelente conocedor de las oiuen-
                                                                       tes" bibliogral¡cas y documentales. y- provisto cle esre'ulillaie técnico.
 Iraducción cedida Por
                                                                       procedcr a la recopilación de los -hechos" históricos Estos. de por
 tdito r i al Ariet, S' A'
                                                                       sí, mostraban aquello que había sucedido, y el historiador, cual no-
                                                                       tario. debía de dar únicamente fe de lo que hahía pasado. Como lo
                                                                       proclamó Leopold von Ranke (1?95-1886), el más conspicuo repre-
               edit0rial: R'B'A' Proyectos Editoriaies' S'
                                                                A'
 Oirecci6n                                                             sentante del positivismo historicista, al historiador le competía tan
                                                                       sólo <mostrar lo que realmente aconteció).
 @     tditorial  Planeta-0e Agostini, S' A., 1985                          Las teorías de la histori¿. cn consecuen,.-ia, han venido tradicio-
     oar a 1a presente edición                                          nal¡nente de la mano de los filósofos, y éstos               en los casos
                                                                                                                         -piénsese
     io:,;";;;i;-ril,  o8oo8 Barcetona (EsPaña)                         de Hegel y Marx- han influido       de modo decisivo en la labo¡, su-
                                                                        puestamente neutral, de los histo¡iadores. Esta tendencia, sin em-
     o 1985, coedición nexicana                                         bargo, se ha ido resquebrajando a lo largo del pr€seqte siglo' a medida
                                                   Conternporáneo
     i"iá.lia. t   0bras Maestrasdel Pensanient0                        que el afianzamiento de la historia como una de las ciencias sociales
     Editorial Artemisa,   S' A' de C' l'                             --al lado de la sociología, la economla y la antropología- iba qui-
                                                                        tándole terreno a las filosofías de la histo¡la.
     Av. Cuauhtémoc l'{o- 12J6, 40 Piso                                     En la actualidad, la tarea de ¡n€stigación y la consecuente refle-
     0J600 México, D. F'                                                xión sobre el obie¡o de esta tarea, sobre los métodos y la-. finalidades
                                                                        de la misma, son llevados a cabo por el historiador. Pero ello no quier€
     isBN 968-22-0',141-1                                               decir que entrc los estudiosos del pasado se haya desarraigado por
     1SBN 968-22-0100-4     0bra comPleta                               comp,eto Ia veneración acrítica por las fuentes. El posiüvismo impera
                                                                        todavía en parte de la historiografía contemporánea, y en este sentido
     Inrpreso en Móxico                                                 sigue siendo válido el diagnóstico formulado por Ortega y Gasset en
     Printed in l'lexico                                               1928 en su prólogo a las Lecciones sobre    filosofu de la Historia Uni'
                                                                       r.erscl de Hegel:
vieron la virtud de desencadenar una guerra; o de aquella azarosa su-
   (Uo effot Parecido lleva a hacer consistir.la h:]:Ti a:l*:                     cesión al lrono que iÍició un período de decadencia en tal o cual país;
                                                  la obtenqon y oe-
-"na, t-u circunsrancia de que en esta disciPlina                                 o de aquellas negociaciones secretas entte dos gobiernos que cerce-
'iir"#0""¿Ji-* t""      de atguna dificultad -más por la cantidad
                                                                     que
                                                                                  naron las posibilidades expansivas de un tercero, etcétera.
                                       ha proporcionado   a este liso-de
il;;t#;;]           ;t"u"¡o
                            ""*igiao-                       a pnnqPtos
                                                                                      Carr no por eso desestima la importancia obj€tiva de los hechos.
í"-"i.i"iu ¡¡rto.i"u una importancia monstruosa' Cuando                           No es que el historiador pueda conceder un valor arbit¡ario a tal o
'i iljlü #L"lr"            a! qu" et hisloriador tenla que recurrir a las         cual heóho; la historia no es un producto subjetivo de su mente' sioo
                      "ot              ineludible' qu€ la historia se
ñ;"i;. Ta] i; Lt" tun iui¿"nt" ehecho (la verdad es que Io hizo                   que es <<un p¡oceso óontinuo de interacción entre el historiador y sus
 "l,lll"li'^ i. .i-rt-a oor no haberlo                más eremental
                                                                                  hechos, un diálogo sin fin entre el preseñte y el p¿sado). En este diá-
il:ltJJffii ffii"iá iti" refeiente aalrealidades' que es afrontar
                                       imperativo
                                                                                  logo, el historiador aparcce como un Producto de la sociedad en que
ii"i"¿i      óenoecitivo "*¡e*"ia                                                 vive y, en último término, de la histo¡ia.
         "ti..ir.
ciertos datos.)                                                                        Decir que el historiador no es un individuo abstracto, sino con-
''''il"Jr"t. o*ga: (Pero los datos son lo que es-dado a.la ci:nci:                crelo, producto de unas circunstancias históricas y sociales, equivale
                                                    de Newton o
--¿.i"lt#* ^¿s'allá de ellos-' Ciencia es la obrahan recibido o
                                           que los
                                                                                  también a sostener que la historia no está hecha por individuos, sino
illilti, í""1" i,n **nttu¿o datos' sino muy distinta de la do-                    por la sociedad entera. Esas anónimas multitudesque desfilan por Ia
;#il¿.-P;"*ent€, la historia es cosa                                              historia constituyen una fuerza social cuya acción es' para Carr, el
 cumentación Y de t¿ filología'')                                                 objeto de la investigación histórica.
                                                                                       Tampoco aqul este historiador inglés desestima el Papel del indi-
                                                                                  viduo en [a histo¡ia. No niega, por ejemplo, el largo y creciente pro-
                                                    historiadores bri'
   E. H. Can' qr¡€ es uno de los más distinguidos                                 greso de índividualización a través de los siglos, en especial desde la
 ,á#;''l;ñ;;'";i¿ sier'o. suscribe.en",l Our,?JÍ gí'r6:ly#i "-ii-                 toma de conciencia que se produce en el Renacimiento europeo. Sólo
 ton?,    1961j una tesis Parecida a   l¿                                         que los grandes individuos. un Napoleón, un Bismarck, un Lenin'
                                            datos factual€s'            sind
 ffi;";;;:;; ;t meramente un consignidor de El suieto v el objeto                  constituyeD otros tantos factores que intervienen en un proceso his-
 ;;;;ü;i ;il-;,ro de éstos' están para ca'' de ningún modo- di-
                            los "dimanda"                                          tórico, pero sin esta capacidad de determinación que ftadicionalmente
 H';ffiüil;l¡"io¡* no                             interacc!Ón'
                                                                                   se les ha atribuido, y que Carr entiende lilada a la exaltación indivi-
 ;;;;;t      al contrario, mantienen una contioua
             ait..                                                                 dualista propia de la ideología de los primeros tiempos del capita-
 ""''ilj"¿""   .tit*i a" ["" iot datos traducen <hechos' históricos y
                                                           106 desertierre
                                                                                   lismo
  d. ff" d".'ffi; ani tiptr"ndo que un historiador datos básicos                       La historia €s <el proceso de la investigación en el pasado del hom-
  ;:t'l;Ññ;;;;;'" cá"             uno raücia 'l¡s tlamados                        bre en sociedado, concluye Carr, y jamás ha de ser considerada como
  :ff;;.; r:O* is la h:utoría?-' que sonalos mismosl":" ttd:-t-P:
                                                    categoría de .materias
                                                                                  .biografía de grandes hombres) como querla el historiador escocés
  r,irtrr'i'"Jt.t,"ti¿t bien sr¡elen pertenecer la para concluir en que           Thomai Carlyle (1795-1881).
  l,,ilffi;l.tt;d;i qu" a la irittoti^ no se apoya en ninguna-cua-
                                             mismar;
  :il;.Já"JJ"'fti"; eJtos datos básicos decisión que formula el his-
   tüfi;ilil;            mismos' sino en una                                          No hay en este brillante y sintético estudio de Carr una escueta
   toriador a Priori".                                                            rlefinición de la historia. La estrategia que en él se sigue es distinta,
                                             (hecho histórico" n9 9ttá d"du
       En otras palabras. la categorta de                                         clado que tal definición aparece a t¡avés de sucesivas y diferenciadas
   d" ;"1;i';.'"il;;üáo'.                  qut investiga' quien decide '. mer'    aproximaciones, polémicas a menudo, a lo histórico. Qué sea la his-
                                "I""¡"to             poscen relevancia histó'
   .":#; t"J;";ót        v setec¡ion' qué iechos                         el es-
                                                                                  toria, es algo quc se deja entender, por fin, al final del libro, después
   il:ñ      i;;;:;;;;giara academiü del sislo xtx' Por ei€mPlo'                  de un itinerario que supone una meditada y profunda teorización so-
   i"?rfi     l-" ü"J mi,erial de la sociedad
                                                cirecla de importancia' .Esto     bre los contenidos y las metas de la ciencia histórica.
                                     t'¡sto'ico' mientras que la Historia €n
   ;l,lH; ;#;;;ii"ti'mo                        tratados diPlomáticos qu: tu-
                                                                                      En el marco de estas sucesivas aproximaciones, es interesante la
   lrul'r¡r"ufu debía ocuparse de aqueütx

   II
inglés sobre el problema de 1a                      La concepción que el historiador tiene de la historia refteja, pues'
constatación que hace este historiador                                                      tr concepción que tiene de la socied¿d. De este modo, <una soc-iedad
                                                                   como en
r".á"J r" úi,,oria' ¿Será una, y muchas las inexactitudes'                                  u,," h" o"idido l" f. en su capacidad de progresar en el fururo dejará
        "n ;;.i",n¡?La cuestion no cs tan simple Al historiador.no
;;ti;";;;;                                                                                  nronto'd" ocuparse de su piopio progreso en el pasado"' Tal
                                                                                                                                                                es el
ü;.';;;;;;;;i;t       .l material histórico con esta ahrumadora sc-ocillez                  diagnóstico quc Carr    establecc implícitamente con respecto a la crlsls
;;'.;;;;";;;;tclamar          el carácter absoluto rle la verdad '6ólo.el                                                                                 y
                                                                                            de ia historiógrafía contemporánea. Una sociedad confusa sin fe
                                                                                                                                                                  en
                                                                     ahsolu-
l',-  rnl.'t.'t.iíri ¿e afirmaciórt histórica puede considcralsc                               futuro            la historia como algo inconexo, carente de signifi-
                ilJ","t."t"
 lx.i"';,:.'.ilil';                  talsa "  En la tarea del historiador no                "i         "ntñnd"
                                                                                            cado. Pero ei autor óela Historia de Is Rusi6 Sovíética estelejos de ser
i],"1]¡ruru,o, o" ttinguna   clasc como no sean los dcl propio devenir'
                                                             jircomPlelo' y                 cscéplico. De la confusión de la hora prcsente no puede tergiversarse
i.it'¿".i.".úa.'l".    á-. urgo qut siemprc aparece conro
                                                           E (lccir' lo con-                un hecht¡ fundamental y esPeranzador: ninguna época se ha ocupado
                 [,'rrn¡ dcsde ei prsado hacia el tuluro
"'* *l",ttt               ¿e unu i"'¿u.'l tin¡ca que está por encima
                                                                        dc las               tanto de la historia ni ha pensado en términos h¡stóricos como la ac-
i#t';;";;;htt;i;,                           históricas que puedan hacerse'                   tual. (El hombre contemporáneo es consciente de sí mismo, y por lo
;:;;";;;' ;;t;t,i";
''"'ü"i.lL"              intcrpt r"ciones
                                 '                                                           tanto de la historia, comó nunca Io ha sido el hombre antes'> Es este
                t"¿o quc nrr hu¡ unr¿ verdad' tampoco ha¡ en la
                                                                                    his-
                                                                                             erado de consciencia histórica cl que le pcrmite a Carr sostener su fe
 .rií]i"n"."'-"¿,,.. 'curr- . Éero leyesun cucrrto de".ll Tii:t:^tlj
                                          entendidrs
                                                      hipóttsrs ven-                         !n el futuro de la sociedad y en el de la historia'
 ii'.L".iá J..i.""on¡ca e5 decir' como
                    pof todas dtspués de on p'oieto  inductivo Esre
 it.;;:;:;;;;;",    'v u"iu"rtut dt ta lev ha sido abandonado como
 ;;.i;rl";;rnl.                            el cual' infilitamcnte más
 meta por el historiador contemporáneó'
 ;;;Ja;, ;*" .*ho más op€rativo' 'sc conterta con la i¡vestigación
 de córno funcionan las cosas>'
 " Ñ;';; Ñ;.;i           verdades absolrrras ni leves intnutables
                                                                  que puc-
                   Ja        de la historia' De identica mancra constituye
  ¿""i^,
          "i"ri" "urso
  ;;;;,,i";i" pretettder orrcnlí¡rsc en los proceso! ahislórilos nrnguna
                                                                           mediante

  i" n"irnti" ic uno, valore'    suptcmos no sujelos variación
                                                              o.ond ücror rcm'
  ilñiti.i.'i,"r¡c".   ig'raldad' ¿ no "erian como los :alr
                                              o cttal ltet ho hist'irtco? La rcs-
  ore válidos a la hor¡ dc !nlcrPrciar tal
  'oucstr ,.ic E. H. ( ilrr cs ccntundcntc;
  t'"'jirl*.i"ti"",,' ¿c un valot irlcal r'ictrrmin¡rdo' en url momcnlo
                                      '                                       ills-
   u     *-i,g"t rlct.rmitr¡'l'r' quctla cxplicado por iils condrctoncs
                                                          prdcrrco de absolut,)s
   inr,"."'i.lili"","",o y dcl lu¡ar. El ioorcnido
     "n
                                                      juiticir o cl dcrcchu na-
   ;:;:i.1 il-':;;; i,, ig.'ordu'l' la li¡crtarl la
   ll]i:;:r;; ;; ;" ;j;.,               otro' dc un conri'cnre para cr olro
                                     Frrir
                                                 arraigados cn  li¡   lli'tt)riir   Ca(la
   i 'i,, *r,,p" t1.""."'r va['rcs qL¡c cstán irruptión de val.r!s cxlranos'e
   ;;;'';'"'. 1',;,;;;s" a rt nri¡tn'r clnrra lacnvileccr'lorcs l l l-a norma dc
   ir.nu.,tri,,*. q,,a ir1l'tci'r con cf ilctos                   socicdad.y diri-
   .""t,.r"liu" 3 .l t.loi ahst¡ect"s' divorciados dc laquc cl individuo
                                               lo misnto
   midos ric la historia. son ttnr entelcquii
              ir ititu"iador scrio t'       qut rcconoce el :"tá::-1^1t^
                                      "qu"l
   "irr,r*i" .-t¿itionado de todos los v¡lores' y n(r quien reclama
   ii*"*.","                                    más allá del alcance de la
    ;;;;;    ;;";t;.  clores una obierivid:rd
    historia."

    tv
I   950 Aparece el primer volumen de su monúr ental Histoia de la Ru-
                                                                                     siá Soviética, cuya primera Parte, a su vez, se denomita La R¿'
                                                                                     volución bolcheviqie (191 7- 1923).
                                                                                     Estüios sobre la revolueión.
                                                                             l95l        German-Sovle, Relatians between the TwoWorklWars,   191 9-   I 939.
                                                                                  Publica, también, La ruteva sociedad,
                                                                             1953 Tercer volumen de Historia de la Rasm Soul:élica, que concluye el
                                 CRONOLOGfA                                       estudio de la primera Parte, La Revolución bolchevíque (1917-
                                                                                         tni).
                                                                             Ig54 Et Interregno (1923-1924), cuarto volumen que continúa la ¡Iir-
1892 2tt de junio: Nacimienro de Edward Hallet
                                                   Carr en Londres'
                                                                                  toria dc la Rusit Soviética.
     'I'ras haber cursado sus estud¡os superiores cn el Trinity Cotle.ge
1916
                                                                     ul-     1955 Es designado miembro de la junta directiva del Trinity College'
     de Cambridgc. inicia su carrera diPlonática en el ¡orergn                    de Cambridge.
       fice.                                                                 1958 El socislismo en un solo pals (1924-192ó), quinto volumen de la
l9l9 Una                  la Primera Guerra Mundial' toma parte en
               vez- finalizada                                                    Historia de la Rusía Sovíértca.
       la Confer"ncia de Paz de Versatles e4 calidad de miembro agre-        l9ó1 Dicta una serie de conferencias en la Universidad de Cambridge'
       eado de ta delegación británica.                                           que luego edita con el títlllo de ¿Qué es I4 histotio?
t920   3"","*i.      in,tt"i.o en la embajada británica en Francia' Parti'   l9ó4 Aparece el volumen séptimo de Ia Hisaoña de la Rusií Soviética'
       cioa en la Confercncia tle Embajadores'                                    que cierta la terc€ra paf:(e EI sociolismo en un sob país (19&
1925   Él O"ti¡"",i,t a Riga (Lctonia) como scgundo sccrctario. de la                    192ó).
       f-"gr"iJ" tii e"i*]Comienza entonces su interés por la historia       1969 Bases de una economla planificadn (1926'1929), octavo volumen
       rusa,                                                                      le la Historia de Ia Rusia Soviética, escrito en colaboración con
19-10 Es nombrado asesor en la Stlcicdad
                                          de Naciones'
                                                                                  R. W. Davies.
ió;i ;;;;;   i;;"imera ¡le sus ot¡ras importantes: Dosr¿'ievski (1821-
                                                                                  Apar€ce , asimismo , su estudio 191 Z .4 &tes y despu¿s.
        I88 t ).                                                             19.8 La revolución rusa: De Lenin a Stalin, 1917'In9-
 1933 Los exilqdos románticos'
 '---                                                                        1982 E. H. Carr muere en Cambridge.
        éi*"f,iy"   (areas de asesL)r €n la Sociedad de Naciones'
                     sus
 1934 Karl Marx.
                   su vida académica como profesor dc política
                                                                  inter-
 i;i¿ ¿;ñ,i;;                                                                                                BIBLIOCRAFfA
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 1939 The Tw'ent¡- Yean Crisis' lt)19-1939'                                  Historia d¿ lq Rusil sovidtlca. Madrid (Alianza Editorial), 1972-7983,
 ió¿í i,                                      de Publicidad en el Minis-
 '- - "t.otá¿; director Ocups oficina de subdirector del perío-
                                cie la
                                                                                 11 vols.
       ,"ii. ,1" Información.          el cargo
                                                                             La revoluciónrusa: De L¿nin a Smlin, 1917-1929.Madtid(Aliatrz             Edi.
         dico fl¡e firr¡es.                                                         toriat), 1981.
  1912 Tht Con¿litiottt c[ Peace'                                                        Antes y despuá¡. Barcelona (Anagrama),   190.
                                                          sus cargos en          1917.
  i9¿5 .ql finotizat la Segunda Guerra Mundial abandona
  -- -                                                                       Estudios sobre b revolución. Madlid (Aliama Editorial), 1!ló8.
          tvtinirt..lo de intormación y en el periódico The Times y re'
                                                                             oGuerra y revolució n>, en Revista de Esndias Polfticos, n." 12. Madrid
       "i
       gresa a la vida académica'                                                (Insütuto de Estudios Pollticos), 1943.
       Nationalism and after'                                                Bakunin. Barcelona (Crijalbo), 1972.
  1946 The Soviet Impact on the WetternWorl¿'
                                                                                                                                                       vII
  VI
Biueclona (Laia)'
Dostoierski (1821-1881)' Lectuta a
         1973.
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B)        Estudios sobre teoía de la historia:
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    .",:;;*;;;:         R. G - ldea   de ls histori¿ México (F C E')' 1952                      nMe maraviüo á menudo de que resul'
                              iiii..:¡i ¿" la hístoriogralia Buenos Aires
                                                                            -
                                                                           (Es-
    ;;il,";-e;;;;                                                                             te tan pesada, porque gran parte de ella
         cuela),    1955.
         T"'fi;'ií';"             aña de Ia tíbettad'
                                                       fI M:l-        c;?:ifl
                                                                      t^72;
                                                                                              debe de ser punr invención.'
    á^íiílV.é.. i,ili" ¡; ;i ;,¿' Bueúos Ai¡es (L " l':t! "i?: el
                       ",*z                                                                                   Catherine Morland,
    il;f,nt, L.;; t losofra de   ta historía desde ét Rcnacíitiento hqsta                                  hablando de la Historia.
    --
        .J"to *uui. Buenos Aires (Galatea)' 1959 ---                                          (Jmp Ausr¡x, N orthanger Abbey, caP. xlv)
    e"*l"i. j., ia historia Barcelona (Salvat)' 1979' c E )' 1e46
                j'.";; nc"prc á"uni'to)ia' México (F
    ;".;;;ffi,                                                        .
                                                                 pensomiento histórico'
    iüi:ii.:iid;;i,Ái¡itosa¡ico             v ra ni"is en   et

       Buérios Aires (Platina)' -1962'
                                          génesís' M".r:":
    M¡t¡¡¿cxs' F., El 'tDtu"L',r"'9v y su
    MErNEcKn, f ., D. historícismo "'";;i;"^".
                                     '                          ff ,C;-".,)^:]113;
                                      com(                  Madrü (Revista de oc_         ,

     Ont eca y Ca.ssr,r' J . Historio
          cidente), 1975.

     -    iLT      üí;iáiá    *   ra Historia" de Heger v ra
                                                          lJi'1"ii"l99l1LlLf;
                                                                          uni
           ttii;     w: F' n"g"i ¿"tt"as " oaí,e ¡totoga ae u nisbría
                "'¿:
         ,"?rni. lru¿tl¿ (Rev-ista de occidente)' 1-974'
     r"'íl'J"'ii.'ii-'üt} u,io á"1 n*o'i'*^o rydnd.(Ariel)' 1976' 3 '" cd'
     r()Pvrlr('
                ''                                      !r13s."t"e6] " -.
     Vrun. P.. CreLimiento ¡ desutolkt' Barcelona
     " 'i;4,.;;;,;;
                          -sn
                              Jotabo'ción con A' soboul ' J Lecorrvotros'
           Barcelona (Avance), 1976'




         vnI
I
             EL I{ rsroRrADoR Y Los HEcHos
                                                quien
   ¿Qué es la historia? Para precaveriae coDtra
encuentre superflua o falta de sentido la pregunta'
voy a partir de textos relacionados respectivamente
     lu ftim"ta y la segunda encarnaciones de la Cam'
"on
briclge Modern Hístory. He aquí a Acton, en su in-
forme a los síndicos de la Cambridge University
Press acerca de la ob¡a que se había comPrometido
a dirigir:

       Es. ésta una oportunidad sin precedente de
   reunir, en la forma más útil para los más, el acer-
   vo de conocimiento que el siglo xrx nos estií le
   gando. Mediante una inteligente división del tra-
   bajo seríamos capaces de hacerlo y de pooer al
   alcance de cualquiera el último documento y las
   conclusiones más elaboradas de la investigación
   internaciónal.
       No podemos, en esta generación, formular una
   historia definitiva; pero sí podemos eliminar la
   historia convencional,:/ mostrar a qué punto he-
   mos llegado en el trayecto que va de ésta a aqué-
   lla, ahora que toda Ia información es asequible,
   y que todo problema es susceptible de solución (l).
   (ll The Cambriittse Mo(t¿rrt History:   Ils otigin,   At tt@rsh¡p   iad
Ptoductiofl ( 1907), págs. lGl2.
vestigación puede parar en algo que rebase los lími
v rranscurridos casi exactamente sesenta años' et
                                             gene-                     tes Je h náturaleza de la historia. El desacuerdo '
;..;;;;s;;¿;'rge clark' en su introducción
                                  History' comen'                      entre Actoi y Sír George Clark refleja el cambio su'
                           Modern
Li u i"-."e"na a Cimbridge de Acton v sus colabora-                    frido por nuéstra concepción de conjunto de la socie-
fi;il;;;;"vencimiento en que fuese posible pre-                        dad en el intervalo entre ambas afirmaciones' Acton
;;""T;;iiegaria el día                          tér'                   es un exponente de la fe positiva, de la clarividente
#; il;stlria aefinitiua'' en los siguientes                            confianzá propia en uno mismo, que caracteriza la
minos:                                                                 última fasé de la época victoriana; Sir George Clark
                                             posterior                 refleja Ia perplejidad y el escepticismo conturbado de
       Los historiadores de una generación esperan                      la generación "rebeldeu. Cuando tratamos de contes'
   ,ro !.p".""       semejante' De su trabajo'                          tar a la pregunta ¿Qué es la Historia?' nuestra re$
                                                  que
   orr"      superado una y otra vez' Consideran
                "o.a
                                                                        puesta, consciente o inconscientemente, refleja nues
         ""u
   1i"."""il'r"iit del pasado ha llegado " ":t-"-tt::
                                                    na                  ira posición en el tiempo, y forma parte de nüestra
   ptr mediación de una o más mentes humanas'Por
                                           puede'                       resjuesta a la Pregunta, más amplia, de qué idea he
    'sido .elaborade' por éstas' y que 10                                                                      que vivimos' No
    i"iio, "o"tittit eri átomos elementales
                                               imPerso
                                                     e                  -*i de fo.ttt".nos trivial,sociedad ende cerca, el tema
                                                                                            de la
                                                                                                    visto más
                                                               no        temo que parezca
    ffi;ü;;dt puede alterar"' La exPloración                             escogido. Sólo me asusta parecer p¡etencioso por
    ;;;;"';;;t setlmites ven el investigadoT'^':l:-
                             hav'
                                  escepticismo' o cuan-
                                                                         haber planteado problema tan amplio e importante'
    lientes que refugian
    á"'i""á"ár" do-ctrinapersonas euestg que'-t:$:
                              de que'
                                                     vrs-
     ilt"i";ilÑ"" implica 'uálidot v-yoo hav verdad
                                         puntos
                                                 'le
     ';^, ;;d*';;; ig"ai ¿"                                                El siglo irrx fue r¡na gran época para los   hechos'
     histórica cobjetiva'(2)'                                           ol-o que yo quiero          Mr. Gradgrind en Tiempos
                                                                                             -dice-Lo rlnico que se necesita en
                                                   *:9: 3:-9            diflcites-, son Hechos...
  Cuando los maestros se contradicen 9"                                 la vida son llechos.o En conjunto, los historiadores
  ;;i;;"'  Iícito intentar 1Y"tiry:        *i::*:::::1:                 decimonónicos estaban de acuerdo con é1. Cuando
  il1i;;;il;'*"te
  nar¡ar¡¡rs            al dla como Para
     que algo escrito en la.últimá década
                              .           del sigloliT:j"::l:           Ranke, en el cuarto decenio del siglo, apuntat'a' en
  de                                                                    legítima protesta contra la historia moralizadora, que
  ;:'ffi ,ilñ ;; :;I "'                        -^ -.+^r,         rñ
                                 goniil"'-:-1"-::::::'1 i:              la tarea del historiador era.sólo mostrar lo que real-
  ffi#;*""-I;; cualquier t.
   slllrr;','r¡reru!¡r!            lo*o P"'"':Tt::T,]l                  mente aconteció (uie es eigentlich ge$tesen)', este
           que "á"i""t"ao             en estos últi'
  opinión de                        'o'a "s"tita
                                        --- ,,orárrt                    no muy profundo aforisrfo tuvo un éxito asombroso.
  ;iil.Ti:";;"-r-o.,olu'"""t"tieneque:l'^"-*i1:
                            ustedes Ya que esta in'
                                                                        Tres generaciones de historiadores alemanes, británi'
   3i:"   ffi ;;;i;-;;;*do                                              cos e incluso franceses, se lanzaron al combate ento-
                                                                        nando la fórmula trrág,ica twie es eigentlich gevesent,
     (2, Th¿ Na1,l combridt' l'lod¿rn Eistott'
                                               t (19t)' P' XXW'¡(XV'
                                                                                                                             u
   l0
miDar L lista de los autores, dóndc dejó l'a pluma
a modo de conjuro, e¡rcaminada' como casi
                                                       todos
             -ahorrarles
                                 la cansada obligación de             el Obispo de Orford; y dónde la tomaron Fairbairn o
t.-"Ñot*, a                                               por         Casquet, dónde Liebérma¡n o llarrisonr (3). Ilasta el
;;;;;t          su cuenta' Los positivistas' ansiosos
                                                                      propio Sir Georgc Clark, no obstante su desacrrerdo
consolidiar su rlefensa de la bistoria como          crencra'
                    con el peso de su iuflujo a este- culto           con el enfoque de Acton, contraponla rel sólido nrl-
"á"i.iU"v"*o Primero averiguad Ios trechos' decfan                    cleo de los hechosr eú la historia, a rla pulpa de
áe lo. fré"¡o.'
                                                                      las interpretaciones cqntlov€rtibles que lo rodear (4)'
ios positivistas; luego deducid de ellos las conclu-                                                                                           t,
                                                                      olvidando acaso que en la fruta da más satisfacción
 ;;;t;.. ;" Gran Brétaña, esta visión de la- historia                 la pulpa que el duro hueso. Cerciórense primero de
           p"*""t*ente con la tradición empfrica' ten'
 ""áá áo-i"*te de la filosofía británica de Locke a                   los datos, y luego podrán aventurarse por su cuenta y
 á"""i"                                                               riesgo en las arenas movedizas de la interpr€tación:
                                                 conocimien'
 ;;;;J R;t*ll. La teoría empfrica delel sujeto y eI                   tal és b (rltima palabra de la ercuela histórica empl'
 to o."rt Dot" una total separación entre
                                                                      rica del sentido comrln. Ello recuerda el dicho fa'
 oti"to. io. tt""hos, lo mismo que las impresiones sen-               vorito del gran periodista überal C. P. Scott: r['os
                                                   exterior' y
 !.ii"ü" i""ia"n en el observador desde elproceso re-
                                              El                      hechos son bagrados, la opinión libre'.
 son ipdependientes de su conciencia'
                                                                           Pero está claro que asl no se llega a ninguna par-
  ."",f* es pasivo: tras haber recibido los datos' se                  te. No voy a embarcarme en lma disquisición filosó'
  il-;;j":        El oxlotil Shorter Engtish Dictionarv'
                                                                       fica acerca de la naturaleza de nuestro conocimiento
  ;.tl;; iendencioia obra de la escuela empírica' dé-        eI        del pasado. Supongamos, a efectos de la discusión
  ilT;;j";;;nt" ambos procesos cuando defi¡e.ras
                                              distinto de              presente, que el hecho de que César pasara el Rubi'
  hecho como <dato de la experiencia'
                                               concepcron oe           cón y el hecho de que baya una mesa en el centro de
   conclusionest. A esto puede llamársele
                      de la historia' La historia consiste en          esta sala son datos de igual orden, o de orden pareci'
   r""iiJ"                                                             do, y que ambos datos penetral en nuestra conciencia
   ;;;;tp. ""*¿"hechos verificados' Los hechos las ins'
                 de                                     los en-
                                                                       de modo igual o parecido, y que ambos tienen ade'
   a*"tt" "r historiador en los. documentos' en                        más el mismo carácter obietivo en relación con la
    ..ü"-i.n".,            lo mismo ry    l:: ff:-:1*:-t-*::
                 ""¿tera,                                              persona que los conoce. Pero aun en el caso de esta
    el mostrador de una pescadería' El historiador
                                                            los
                                             guisa y los sirv-e        suposición atrevida y no del todo plausible, nuestro
    reúne, se los lleva a casa, donde los
                                          de austeras aficio-          razonamiento topa con el obstáculo de que no todos
    como a él más le apetece' Acton'
                                                                       los datos acerca del pasado son hechos históricos, qi
    nes cuh¡a.ias, los prefería con un condimento-
                                                           sen-
                                                                       son tratados como tales por el historiador. ¿Qué cri
    ;1ii.. E" ,.t *it" dJinttrucciones a los colaboradores              terio separa los hechos históricos de otros datos
    ;;'i; ;;il"* Camb (nuestro Waterloo debeformulaba
                           ridge Modern H istorv'
                                                     ser satis-         acerca del pasado?
                   de qLre
     "t."oli"ito fánceses e ingleses',alemanes v. holan'
     ;;.,;;i;;"t.                                                       (3) Ac'o¡, tLect¡r¿s on Moóem      ¡tl¡tott O90Ú), pdS. 3lt.---
                                                                                                   t, tt   dG ir¡i,o e t99', 96s" 99L
  ;;;;;p";      igual: que nadie pueda decir' sin antes exa-      '
                                                                        {r) C¡t¡do .D The Lisrcn

                                                                                                                                          t3
   12
u¡  hecho histórico? Es ésta uoa, cuestión                        sicos, que son los mismos para todos los historiado'
   ¿Qué es
.*liut la que hemos de fijarnos algo más común'    atenta'                       ,e., mát bien zuele¡ pertenecer a la categoría de
mente. "tt Según-el punto de vista del sentido                                   materias prlmas del' histqriador que a la historia
eiisten hechos básicos que son los mismos para to-                               niisma. La segunda observación que hemos de hacer
dos los historiadores y que constituyen, por así
                                                       de-                       es que la necesidad de fijar estos datos básicos no
cirlo, la espina dorsal de la historia:    eI hecho' pon'                        re upoyu en ninguna cualidad de los hechos mismos,
                         que la batalla de Hastings se li-
;;á;;;t'"*o, deesta opinión srgiere dos observa'                                 sino en una decisión que formula el historiador a
ú."ta        10óó. Mas                                                           priorí. Apesar de la sentencia de C. P. Scott, todo pe'
 ciones, "tt primera, que no son datos como éste los
           La                                                                    iiodi"tu Jabe hoy que la forma más eficaz de influir
 lrr"- io,"t"t"tt fundamentalmente
                                       al historiador' Sin                       en la opinión consiste en seleccionar y ordenar los
 á.rau       importante saber que    la gran batalla. tuvo                       hechos adecuados. Solía decirse que los hechos ha'
 Iugar en"t 10óó y no en 10ó5 ó l0ó7' o que se llbrara                           blan por sí solos. Es falso, por supuesto. Los hechos
                  en vez de en Eastbourne o Brighton' El                          sólo hablan cuando el historiador apela a ellos: él
  """u"*ingt,
 iiti"¡"¿"? ii""e que saber estas cosas con exactitud'                            es quien decide ¿ qué hechos se da paso, y en qué
  p"to,             se iuscitan problemas como- éste' re                          orden y contexto hacerlo. Si no me equivoco, era un
          ""u"¿o aquella observación de Ío11*T'
            ti"tttp..                                                             personaje de Pirandello quien <iecía que un hecho es
  .i" p.""ltio" unteber, no una virtud' (S)'.Elogiar
  "rr".áo
               "s
                                                                                         on saco: no se tiene de pie más que si mete-
 u utt ftitto¿aaor por la precisión de sus datos es
                                             su edi-
                                                                                  "olnoalgo dentro. La única razón por Ia que nos inta
                                                                                  mos
 lorrro             un arquiiecto por utilizar' en
                      a                                                           resa saber que la batalla se libró en Hastings en 106ó
                                                      bi€n
        "rr"otttiut
 ñ;;;ú" debidamenté preparadas o cemento obra'
                                             de $¡
                                                                                  estriba en que los historiadores lo consideran hechc
 mezclad-o. Ello es condición necesaria                                           histórico de primordial importancia. Es el historiador'
                                               en cr¡estio-
 f"ro ,ro su función esencial' Precisamente derecho a                             quien ha decidido, por razones suyas, que eL páso de
 nes de éstas se reconoce al historiador el                                       aquel riachuelo, el Rubicón, por César, es un hecho
                                                     auxi-
 fundarse en Ias que se han llamado 'ciencias                                     que pertenece a la historia, en tanto que el paso del
 i¡u."r' ¿" la hisioria: la arqueología' laespera del
                                                epigr¿iffa'
                                                                                  Rubicón por millones de otras personas a4tes y des
  la numismática, la cronologla,    etc' No se                                    pués, no interesa a nadie en absoluto' El hecho de'
  ¡i*iuao. que domine las técnicas especiales mer-                                iue ustedes llegaran a este edificio hace media hora
  ;;;; i". cuáles el perito sabrá determinar oel origen                           a pie, en bicicleta o en coche, es un hecho del pasadc'
  o-J p".loao de un tragmento de cerámica de
                                                      már-
                                                                                  como pueda serlo el hecho de que César pasara el
   inol, o descifrar ' una inscripción oscura' o  llevar a
                                                                                  Rubicón. Pero los historiadores dejarán seguramente
   ;;; ;" complejos cálculos astronómicos-necesario,s                             de tener en cuenta el primero de ambos hechos..El
  ;;;;;ú;-ñ-flcha         precisa' Los llamados datos bá-
                                                                                  profesor Talcott Parsons calificó una vez la ciencia
       6 M.   Ilc'¡.,ifr AtIióío'írX''.¿ L¡bcr Pñmus   f2'' 'd'   f937)t Pád'
                                                                                  de *sistema selectivo de orientaciones cognitivas
  ¡a   87.


  14
d.ttlo
hacia la realidadr (ó). Tal vez podrla !"U:T"                         de que nadie lo menciones, en cuyo caso volverá a
c.Ji.iráI t"""ili""' Peio Io cierto es qrre la historia
                                                          es
                                                                      r.tmirs" en el limbo de los hechos del pasado no per-
eso, entre otras cosas. El historiador,?
                                                rt",":-t:11           tenecientes a Ia historia, de donde eI Dr. Kitson Clark
                                                   Óseo oe
mente selectivo. La creencia en un nrlcleo                            ha tratado generosamente de salvarlo. ¿Qué será lo
üfios trist¿ricos existentes objetivamente y. ":" tl:                 que decida cuál de ambas cosas ha de suceder? De-
dependencia de la interpretación. del lit::l-T:.::                    plnderá, pienso 'yo, de que la tesis o la interpretación
una falacia absrrda, pero dificilísima de desarrargar'                    upoyo de la iual el Dr' Kitson Clark cité este in'
-^-                                                                   "o
     E;;;-- una ojeada sobre el procéso por el cual
     -*"t á"t" áeI                                                    cidenti sea aceptada por los demás historiadores
                      iasado se convierte en u¡ v-ende'
                                                      hecho           como válida e importante. Su condición de hecho
""                                     wakes' un
iltó.t;;. En 1850, en Stalybridge golpeado nasra                      histórico dependerá de una cuestión de interpreta-
 dor de solosinas era deliberadamente                                 ción. Este elemento interpretativo interviene en todos
 ü-o".i" po. una muchedumbre enfurecida' tras una                     los hechos históricos.
 ;;;;;H;;;;"ncia'            ¿Es ello un hecho histérico?                 Permitaseme evocar un recuerdo personal. Cuando
 H;; t" año iubiese contestado que no sin vacilar'
                                             ciertas memo'
                                                                      yo estudiaba historia de la Antigüedad en esta mísma
 l-o ttuUt" recogido un testigo ocular en                             Universidad, años ha, hube <le dedicarme especial'
 rias poco conocidas (7); pelo nun:a vi -t:-*3fl:       nac€
                                                                      mente al tema de "Grecia en la época de las guerras
 historiaAor lo considerase digno de menclÓn'                         médicas>. Reuní en mis estanterías unos quince o
                                             sus conteren-
  un ano, el Dr. Kitson Clark lo citó en                              veinte volúmenes, dando por suPuesto que hallaría,
        iála en oxford (8)' ¿Confiere esto alsituaciónatri'
                                                dato el               en aquellos tomos, todos los datos relativos a mi
  "i"t de histórico? Creo gue arln    no' Su               ac-                                                         cierto-
  buto
                                                   zu candi
                                                                      tema. Supongamos
                                                                                           -lo que era casi del todo
  ,*1" J*f" yo, es la de gue se ha presentadolos hechos               que aquellos libros contenían todos los datos que se
  ¿"to* p"á el ingreso en el selecto club de partida'                 conocían entonces, o que podían conocerse. Ni por
  históricos.. Se encuentra ahora aguardando                          un momento se me ocurió investigar en virtud- de
   ¡'""                     Puede que en años sucesivos               qué accidente o de qué proceso de erosión habla so-
         "- "utt""i"adores' dato, primero en notas         pre        brevivido aquella reducidísima selección de datos,
   ;;#; aparecer este                                   ,a
                                                     y übros
   ae págini y l¡rego en el texto' €n artfculos                       entre los miles y miles de hechos que alguna vez tu-
   uceicu- ¿e ta Inglaterra decimonónica'
                                               y que dent-ro          vieron que ser conocidos de alguien, para convertirse
                                    pasado a ser        hecho
   ;;;;i"i; o tr"iit" años hava Como también pue'  -un.               en los hechos de la historia. Sospecho que aún hoy
   hirtóri"o sólidamente arraigado'                                   una de las fascinaciones que ejerce la historia an-
                                                                      tigua y medieval radica en Ia impresión que nos da
     (ó) T.        y E. sHtts, Tol¡ar¿ls 4 gen'ú1 rheor! ol A,tiott
               P^RsoNs
                                                                      de tener a nuestra disposición todos los datos, den-
  o'üi' i:?'#.#t3^NcaR, s¿v¿¿tt !'üs 4 sh,,,"¡'út (2': cd' r99)r      tro de unos límites controlables: la movediza barre- -
       ttl*                                                      oÍ
                                                                      ra que separa los hechos históricos de los que no lo
  "t?ó        public¿das eo brcvc bajo cl tltulo de: The h{akl¡c      son se esfuma porque los pocos hechos conocidos
   victorign   E'r'.g'l4n.t,

                                                                                                                          l7
   1ó
fuDd¡mente religigso fue destruida por la revolución
                            Como dijo Bury' que T::                        de 1917. La imagen del hombre medieval profulda-
son todos ellos históricos'           datos con' que
# "-dt*;;io¿es, oel acervo de esta ntagai,1i1                              mente reli¿ioso, sea yerdadéra o falsa, es indestruc-
L.ü'i"   rtri      antigua v medieval
              "ria ¿iJrto cue la historia es un grgan-
                                                                           tibte, ya que casi todos los datos que acerca de él se
il;;*    (r)t a. rt"                                                       conocen fueron seleccionados de antemano por per-
ffi; il*"#;' *_ 1"HTi'f :,ilfr":'JT Jl:
                                 *':':l'::;::;.
                                                                           sonar que creyeron en ella, y que querlan que los
                                                                           demás Ia compartieran, en tanto que muchos otros
zos, Mas el problema Pnnclpar.nu             sislo v antes
;;;:ñ;'il          imagen de Giecia en el                                  datos, en los que acaso hubiéramos hallado pruebas
                      ¿!ri"i"nt"' v no sobre todo por
                                                       ha'
ilfi;iñ;; áto'     ",     r'agmeotos de ella a¡ciaent11
                                                                           de lo contrario, se han perdido sin remisión. EI peso
;:#;;:ú;                             generales' 11 iTug:1
                                                                          muerto de generaciones desaparecidas de historiado-
mente, sino por ser' "o ílo"ut personas de la ci,*                         res, arr¡nueuses y cronistas, ha determinado siu posi.
ffiilil,r'n        t"á"éi¿o gn'roo de                                      bitidad de apelación nuestra idea del pasado. .[¿ his-
                                                  bien qué
dad de Atenas' Nosotros i"ü"-ot-Uuttunteciudadano                          toria que leemosr, escribe el Profesor Barraclough,
                         l'               v un
iiioil;';;-,,tJ-d" G*cia del sigloparecla a un^es'
                                  qué le
                                                                          medievalista a su vcz, <aunque basada en los hechos,
ateniense; pero ignoramos                                                  no es, en puridad, en absoluto fáctica, sino más bien
              ".ro           o a un tebano' Por no decrr                  una serie de juicios admitidos' (10).
 ;H;;;             ""ñ"tio
 l,-     p"r.u, a un esclavo       "ri"::L'ffiff;j"# *T::                      Pero pasemos ahora a la carga, distinta aunque
                                                                          igualnnente pesada, del historiador que se ocupa de
 oue     io   fuese ciudadano'
 ffi ü;du";t" ¿"t"ttiñación pievias antes-de                              la época moderna y contemporánea. El historiador
 iiii* " ""*,."., :: :"T::.H:,ff;*X',"" "ffi"'t::                         de la antigüedad o el medievalista podrán estar agra-
                                                                          decidos del amplio p¡oceso de trilla gue, andando el
          s
 per sona
            "9'."i""_t"_ ^o^..il;;;";;
  de una óPtica suya Pecu
                                              ;;; *."n
                                              q-ue los
                                                   ser
                                                                          tie¡npo, ha puesto á .su disposición un cuerpo mane-
  il,ilü-;povuúu" tut punto de vista merecÍan         *i.lt':T"           jable de datos históricos. Como dijera Lytton Stra-
  H::;;*TJ           tu-ti¿i-*"ndo leo en gente' en'ra
                  l" süJM"dia          que ia
                                                                          chey con su impertinente estilo, nel primer requisito
  #iil;;;;;;;¿e profundamente religiosa' *"                      !1o
                                                                          del historiador es la ignorancia, una ignoranci,a qrr"
                                                                          simplifica y aclara, selecciona y omite, (11). Cuando
  iá"á        era
              t'r"aiu,
                             es cierto' Los                 conoce'
  sunto cómo lo sabemos y si                                lu:           me siento tentado, como fne ocurre a veces, a envi_
  i;;";;;;;;;'                ¿e   d   rristoria medieval han s-ido       diar la inmensa seguridad de colegas dedicados a
                                                            por genera-
  :;.i il; ,"l"c"iooadotpot nosotros    Dara
                                        *
                                                                          la historia antigua o medieval, me consuela la idea
  ciones de cronistas q""
   crorrcs uE                                     ¡t?-f"l:1,,t^"- 1"iX:
                                                                  y que   de que tal seguridad se debe, en gran parte, a lo
   ban de     la teoría Y la Prác tica de la religión                     mucho que igrroran de sus temas. Et historiador de
   ;H ;" áil1á"ia"iaua"-':::                           f;iJTH
                                        cuanto a :lf: atañía Y no
                                                       erla
   ffi:#,i#i; ;;;r""
   '"1íti".t"'.¿1. Ia iinagen del campesino ruso Prü                      ¡¡
                                                                               (10) 6. B|¡rrd.ürn, nktott
                                                                               l¡1.
                                                                                                                 in a     cll!''tgi''Jg   twtÚ   eqf'D,   N"
                                                                               (ll) LYrnl   SnrcH¡r, Prúlo3o r   .E   rftllr¡r Victorbrs.
   '- iri t. u. Buar, sele¿ted Essorl,s (1930)' pág' 52'

    l8
estaba sin duda pronunciando aquí un veredicto an'
                                                             ticlpado sobre sl mismo, sobre aquel curioso fen&
:Hffi 'tJ,Tf*l*"Tji:?*ijffii#3.;'!*t                         meno de un historiador en el que muchos ven el
nu, pL. sí mismo "'" :i:-.I;;;r" p"'"pr" época. Le           más distingu:ido ocupante que la cátedra Regius de
más cuanto -:.t ":  Y1:'ilr"J.rii"l      pocls datos         Ilistoria Moderna ,€n €sta Universidad ha tenido
incumbe la doble   o:."i:";"i;io,   iirtá'i"ot, y a"         nunc¿, y que, sin embargo, no escribió ninguná
relevantes v  convertrrlos
                                     ;" importancia          historia. Y Acton escribió su pr.opio epitafio en la
                           ;l;;;;;
 descartar los muchos *t:'.r":;;,;;"nte io conlra.           nota intróductoria . al primer volumen de la Cam-
 por ahistóricos..l*: :",:"::;ñ;;.e.gú" ta cuat la           brüge Madern History. publicado 4 poco de su mr¡er-
 io de la herejía dectmt r',';11ili"i"'iffi ,ti:f tiil,
                                                             te, cuando lamcntaba que los requerimientos que
 ;'i..," ;;   ;"..; ""                                       agobiaban a[ historiador ramenazan con convertirle,
                                                             de hombre de letras, ea compilador de una enciclo-
                                                             pediar (13). En alguna parte había un error. Y el
 ii#';l:tfx'."ri*'ilrs'1":Hi:li"1T1"".¡"s::                  error era la fe en esa incansable e interminable
 'r*i**ilFm'"*":1"'-"':":'¡:":il:                            acumulación de hechos rigurosos vistos como fun-
                                                             damento de la historia, la conviccién de que los
 hereiía es Ia que tan    1"*ut-t1-*ll"i',lriiiJo. *o¿"t-    datos hablan por sl solos y de que nunca se tienen
                                                             demasiados datos, convicción tan inapelable entoüces
                                                             que fueron pocos los historiadores del momento que
  lilfi'H{+I{*}i:irm***p*l                                   cr¡eycron necesario
                                                                                  -y  bay quienes todavla siguen
                                                             creyéndolo innecesario- plantearse la pregunta ¿Qué
  r*xi*:;;;g:"*¿:""'::*3r"d:T"T"ft
              sabedores
                                                             es la Historia?
                                                                 El fetichismo decimonónico de los hechos venla
  de historiadores               :i:'r-,;-;;.,ro
                                 un                en
                                                             completado y justificado por un. fetichismo de los

  t#:ü;i[f*':tt :HSi.;""]'#
            o^ai".lE"
   lealtad al liberalismo.
                           o
                                         un ensayo de-su
                                                             docr¡mentos. Los documentos eran; en el templo de
                                                             los hechos, el Arca de la Alianza. El historiador
                                                             devoto llegaba snte ellos con la frente humillada,
                                                             y hablaba de ellos en tono reverente. Si los docu-
   '*1,:"r":',::ngil;:j¡iiff                                 mentos lo dicen, será verdad, Mas, ¿qué nos dicen,
                                                             a fin de cuentas, tales documentos: los decretos, los
                  materr¿
   Y Para éI todo                                            tratados, las cuentas de los arriendos, los libros azu-
                                      =i,,,;''.¡ffi;'r.'.*   les; la correspondencia oficial, las cartas y los diarios
                                                             privados? No hay documento que pueda decirnos
                                                               (ll) C.ríbtidt¿ odcr'| Histort, i (lw.l, a,
    *l';ry;E$f¡;".i;.3,.*íJl{#i}ii:i{':':'ii#
ocurrido fue mucbo más truculento. En 1945 los do
ac€rca de un particular más de     lo que opinaba   de
                                                              cumentos cayeron en las manos de los gobiernos bri-
é1 su autor, ló  que opinaba que habfa acontecido,            tánico y norteamericano, quienes los fotografiaron
lo que en zu opinión tenla que ocurrir u ocurrirla' o         todos y pusi€ron las fotocopias a disposición de los
acaio tan sólo Io que queria que los demás creyes€n           investigadores e¡ el Public Reco¡d Office de l¡ndres
que él pensaba, o incluso solamente lo que él mismo           y en los National Archives de Washington, de forma
cireyó pensar. Todo esto no significa nada,-hasta--que        que, con la suficiente cu¡iosidad y paciencia, podemos
el úisüriador se ha puesto a trabajar sobre ello y            ver con eractitud lo hecho por Bernhard. Lo que
lo ha descifrado. Los datos, hayan sido encontrados           habla hecho no era ni insólito ni indignante. Cuando
en documentos o no, tienen que ser elaborados por             SFesemann murió, su polfüca occidental parecla
el historiador antes de que éI pueda hacer algún              haber.sido coronada por ura serie de brillantes éxi
uso de ellos: y el uso que hace de ellos es precisa'          tos: Locarno, la a'lmisión de Alemania eu la Sociedad
mente un Proceso de elaboración'                              de Naciones, los plaaes Dawes y Young y los emprés-
     Voy a itstrar lo que trato de deeir con u'o ejem'        titos norteamericanos, la retirada de los ejércitos
olo oue casualmente conozco bien' Cuando Gustav
-Str"."*uon,                                                  aliados de ocupación del territorio del Rhin. Parecía
               eI ministro de Asuntos Exteriores de la        ésta la parte importante a la vez que fructífera de la
Reprlblica de Weimar, murió en 1929' dejó r¡na masa           política exterior de Stresemann: y no es de extrañar
ingente          cajas llenas- de documentos oficiales'       que la selección documental de Bernhard destacase
          -300 y piivados, relativos casi todos a los seis
,áiofi"iul"t                                                  con mucho este aspecto. Por otra parte, !a política
 años durante ios cuales tuvo a su cargo la cartera
                                                       de
                                                              oriental de Stresemann, sus relaciones con la Unión
 A*.rto, Exteriores. Como es lógico,     sus amigos y fa:
                                                              Soviética, pareclan no haber llevado a ninguna parte,
 *iliur". pensaron que la mernoria de hombre tan in'          y bomo no €nan mr¡y int€resantes ni engrandecían en
 signe debía honrarse con un monumento' Su leal
                                                       se
                                                              nada la fama del estadista aquellos montones de dG
 crltario Bernhard puso manos a la obra;      y en un pla'
                                                              cumentos acerca de negociaciones que no dieron más
 zo de tres años salieron tres gruesos volúmenes de           que triviales resultados, el proceso de selección pe
 unas ó00 págilras cada uno, que contetfan una selec'         dla ser más riguroso. En realidad Stresemann deücó
        A" los áoc-umentos de las 300 cajas, y que lleva'     una atención rnucho más constante y sollcita a las re
  "lOtr
  Uao      impt"sionaote título de StreseÍmnns Ver            lacioues con la Unión Soviética, que desempeñaron
        "t 1.Et legado de Stresemannr)' En circuns'
   miichtnis                                                  un papel mucho mayor en el conjunto de su polltica
  tancias normales,-los documentos propiamente dichos         ext¡anjera, de lo que puede deducir el lector de la
  ;;;;u" ido descomponiéndose en algrin sótano o des'         antologia de Bernhard.. Pe¡ro me temo que mrrchas
  "¿",
        I * habrlan perdido para ¡iemprg' 0 dado con
                                                  acaso' al
                                                              colecciones publicadas de documentos, sobre las que
            on             de años o asl, habrla              se funda sin vacilaciones el historiador normal, son
   ellos cierto investigador curioéo y emprendido su
   ""bo"d"      ""otettar
                                                              peores que Ios vohlmenes de Bernhard.
                  coú el texto de Bernhard' lo realnente
   "ompataciOn
  22
hubieran puesto en tela de juicio la autenticidad y la
   Pero mi historia no termina agul' Poco después de                    autoridad de Sutton. Muchas colecciones impresai de
publicados los tomos de Bernhard, sr¡bió Hitler al                      documenos aceptadas de buena gana por los histo_
poder. Se relegó al olvido en Alemania el nombre de                     riadores a falta de los originales, delcansan sobre
'Str"r"-ut y ios libros deíaparecieron de la clrcula'
              o                                                         una base tan precaria como ésta.
ción: muchoi ejemplares, quizás la mayoría, fueron                          Pero quiero llevar aún más lejos Ia historia. Olvi-
destruidos. En la actualidad, el Stresemanns Ver'                       demos lo dicho acerca de Bernhard y Sutton, y agra-
miichtnis es un libro más bien diflcil de encóntrar'                    dezcamos el poder, si Io deseamos, consultar loslo-
 Pero en Occidente, la fama de Stresemann se mantu'                    cumentos auténticos de uno de los principales acto.
vo firme. En 1935 ún editor inglés publicó una traduc-                  res de algunos de los acontecimientos impórtantes de
 ción abreviada de la obra de Bernhard, una selección                   la historia europea reciente.       nos dicen los docu-
 de la selección de Bernhard: se omitió aproxima' mentos? Contienen entre ¿eué
                                                                                                    otras cosas notas de unos
 damente la tercera parte del original. sutton, conoci-                cuantos centenares de conversaciones entre Strese-
 do traductor del alemán, hizo su trabajo bien y de mann y el embajador soviético
                                                                                                          en Berün, y de una
 modo competente. La .versión ingleba, explicaba en -el veintena con Chicherin,
                                                                                                  Tales notas tienen su rasgo
 prólogo, eitaba uligeraménte condensada, pero sola' en común. Presentan
                                                                                              a un Stresemann que se llevaúa
 ménte por la omisión de una'párte de lo 9ue ---e,1 la parte del león en las conversaciones,
                                                                                                                 y
 su sentir- era lo ntás efímero.., de escaso interés argumentos invariablemente ordenados-y revelan sus
 para los lectores o estudiosos inglesesr (14)'                                                                     atractivoe,
                                                                       en tanto que los de su interlocutor son las más de las
 iambién es bastante natúral. Péro el resultado es                     veces vacíos, confusos y
 la política oriental cle Stresemann, ya insuficiente- una característica común nada convincentes, Es ésta
                                                                                                   a todos los apuntes de con_
                                                            se pierde
  -"irt" d"rtu"áda en la edición de Bernhard,Sutton                    versaciones diplomáticas. Los documentos no nos di-
  aÍrn más de visa, y en los volúmenes de                              cen lo que ocurrió, sino tan sólo lo que Stresemann
  Unión Soviética aparece como un mero intruso                         creyó que había ocurido, o lo que deseaba que los
  sional, y más bien inoportuno, en la política                        demás pensaran, o acaso lo qut ét *ir*o q,r"iia
  minantemente occidental de Stresemann' Sin                          creer que había ocurido. El proceso seleccionador
  go conviene dejar sentado que es Sutton, y no                       no lo empezaron Bernhard ni Sutton, sino el mismo
  hard        menos aún los documentos mismos-.
         -y
   representa para el mundo ocdidental, salvo
                                                                      Stresemann. Y si tuviéramos, por ejemplo, Ios apun-
                                                                      tes de Chicherin acerca de dichas conveisaciones,^nos
             especialistas, la auténtica voz áe Strese                quedaríamos sin embargo enterad.os tan sólo
  ".t-*tot desaparecido los documentos en 1945,
  De haber                                                                                                               de lo
                                                                      que de ellas pensaba Chicherin, y lo que realmente
   rante los bombardeos, y de haberse perdido el                      ocurrió tendría igualmente que ser reconstruido en
   tro de los restantes volúmenes de Bérnhard, nunca                  la mente del historiador. Claro que tlatos y docu_
      (J4 Guslae Sj.eseñann, His üar¡¿s, L¿tl¿rs r:¡[¡t Papers, i (  mentos son esenciales para el historiador. pero hay
 Noia de Sufton, a cr¡yo cargo corrió la selacción'

                                                                                                                          25
  24
fetiches' Por' sl
que gu.ardarse de convertirlos en                                              bajo de ella a un respecto: cno había detrás filosofla
solos no constituyen mstoria;
                                  no-brindan por:*l::                          de la historia alguna, (ló). Los historiadores britá-
it"d;;il;;í.           definitiva a la ratigosa presunta                       nicos se negaron a dejarse arrastrar, no porque cre-
                                                                               yesen q.ue la historia carece de sentido, sino porque
de qué es la Historia'
--                                            unas palabras
    iLguAo. a este punto' quisiera decir                                       creian a éste implícito y evidente. La concepción libe-
sot'r." ..r razón rv¡ -- a
sobre la .q'vu por Ia que los
                                   historiadores del^siglo                     ral de la. historia del siglo xrx tenia una estrecha afi-
nasado solían desentenders e de
                                     la filosofla de la hi*                    nidad con la doctrina económica del laisse4faire,
ffi;;;;"sión la innentó Voltaire' v desde enton'       pero
                                                                               producto también de una Sisión del mundo Serena y
            ;f;"tilizando en distintas acepciones cou'                         confiada. Que cada cual prosiga con su esBecialidad,
 ""-;;
 ;;i;;;,         si es que alguna vez la uso' como                             y ya proveerá la mano oculta a la armonía universal.
 rcstación a ¡üestra pregunta: ¿OYi ": lt,Hi"-::T:
                                                                               Los hechos de la historia eran por sí mismos una
                                                                               prueba del hecho supremo de que existía un progreso
i.:.iii"."i"fu ""i"ái;.i"Éo'op"ó""identalelsielo
 il;;;;;fu"        córnodo s9e.reseiTll 1ol1Y:l
                                                   en con'
                                                                               benéfico, y al parecer infinito, hacia cosas más eleva-
 iñril5' il.t rt"Jo' o"ttilt"b"o satisfactorios                                das. Era aquélla la edad de la inocencia, y los histo
 üil;        ia incnnaci¿n ." p.1""':1'-v^-":ii3;f"Hfi
 ütti-as átL","s acerca
                           de ellos fue por lo tanto
                                                                               riadores paseaban por el Jardín del Edén sin un rc-
                                                                               tazo de filosofía con que cubrirse, desnudos y sin
                             que la divina,provir                              avergonzarse ante el dios de la historia. Desde enton-
 Ranke creía piadosamente                    si él se ¡                        ces, bemos coiocido el Fecado y hemos experimen-
 ;""*;;;;iJd"isignificado-de la historia'
 ;;;;;;;";"   Ios hechos;          I B"*l"ill :': Tf:
                                          (no eslrur
                                                                               tado en nosotros la Caída; y los historiadores que en
 .ini"o -¿t moderno, observaba que                                             la. actualidad pretenden dispensarse de una filosofía

  iiüil,?          i"'
                   a"'rór"' de la eterna.sab,'9Y11:;
  ;""f;; Butterfield apuntaba con visible
                                                                               de la historia tan sólo tratan, vanamente y sin natu-
                                                                               ralidad, como miembros de una colonia nudista, de
  :tó',;;;;;"os
  ur''' ¡¡que       que en 1931, que .lo: 11',t                                recrear el Jardín del Edén en sus jardincillos de su-
  han reflexionado Poco aceilm
                                di la naturaleza de                            burbio. La molesta pregunta no puede ya ser eludi-
  ñ;;;'il;;"r"" (15)'uPero mi predecesor. en
                 a" outo'ut"" *^'^l:Yi
                                                                       es
                                                                               da hoy.
  i"¡l     á"
   ;#;;;';;ioi' r- r"crisk Mundiab de sir
        "t,"¿io"       R9¡¡::' q?s.er.T5,o-:l
   ffiil;;ffi  de'La
   ;;'G"*hill (sr libroestaba a!e { nrim¡¡1-t
                        acerca                                                     Durante los últimos cincuenta años se ha llevado
   ffi;il; d;' "*q*Rusa d: la altura de la                                     a cabo no poco trabajo serio a propósito de la pre-
   ,i'i"'ti iiátuciói                                 :l;l^"i":
                                          -r.':t:kvquedaba Por
                                                                               gunta: ¿Qué es la Historia? De Alemania, el pals que
                                                                               taoto iba a contribuir a perturbar el muelle reinado
   ;;;;;tdtd,,'iu'za                Y vitalidad'
                                                      d              /Jgtl),   del liberalismo decimonónico, Saüó en los dos rlltimos
     os) H.     BuÍs¡rtr¡r,   Thc wh€ Irterryfuaion
                                                          'l:ttor'               O6) rL L nowE8, f¡c E¿tl ol q Bp@h (1917), D¡8s. 2E¿2!3.
   fh¡   ó7.


    26
*1
nean (17)'


*l*ütT
H;*
saber
               q":tl""do.::l




ii;ü.*J;;*g¡is¿¡e carl Becker
                                       "1, "in"r"uL,
                 jñrlit'liiniii*m*"trr':;
    r;;;"i.rar: porgre"si rcd'#       r';rt":, iT[:
      ló que merece s"r -tt:"1::;^:"^i¡''Lo¡'. con
                                     afirmaba' co
                                                           por los ojos   '
                                                                              jor estilista que sus predecesores alemanes, sino por'
                                                                              que después de la primera Guerr¿ Mundral los he'
                                                                              chos parecieron sonreirnos de modo menos propicio
                                                                              que en los años anteriores a 1914, y éramos por tanto
                                                                              más asequibles a una filosofla que 9e proponla dismi-
                                                                              nuir su prestigio. Croce ejerció un gían influjo sobre
                                                                              el filósofo e historiador de Oxford, Collingrrood, el
                                                                              único pensador británico de este siglo qüe haya rea'
                                                                              lizado una aportación seria a la filosofía de la histo'
                                                                              ria. No vivió lo bastante para escribir el tratado sis'
                                                                              temático que tenía planeado; pero sus papeles, publi-
                                                                              cados y no publicados, sobre el particular, fueron re'
                                                                              cogidos después de su muerte en un volumen editado
                                                                              en l9¿t5, titulado Ia I dea de ta Historia.
                                                                                   Puede resumirse como sigue el Parecer de Colling-
                                                                              wood. La filosofía de la historia no se ocupa udel pa-
                                                                              sado en sír ni rde la opinión que de él en sl se forma
                                                                              el historiador¡, sino ode ambas cosas relacionadas
                                                                              entre sí¡. (Esta aseveración refleja los dos significa-
                                                                              dos en curso de la palabra <historiar: la investigación
                                                                               llevada a cabo por eI historiador y la serie de acon'
                                                                              tecimientos del pasa{o que investiga. <El pasado que
                                                                              estudia el historiador no es un pasado muerto, sino
iil*i,":" l"ñ;*9"T:"j:,J#T:llTi,ffi
                 no exlsrcr¡
 chos de la historia                            P4q-'r"^""?<^.
                                                               ;nÍ:l           un pasado que en cierto rñodo vive atln en el pre'
                                          "^.u-                                senter. Mas un acto pasado está nouerto, es decir, ca'
 uái"ü.,.n""11t"-TIT:":it"l"Tr1H,1",ü11;ü:"                                    rece de significado para el historiador, a no ser que
 ron de momento  cast acsav"1]'^",Il-l^-. l" ."-
 '0"'tü0,'o                          -" "".                                   éste pueda entender el pensamiento que se sitúa tras
           "*p"z¿ ^="-X'fiI"Tl;t;:n;J
 tuvo bastante- en fra
                                                                  f            é1. Por eso, (toda la historia es la historia del pensa-
                       pénsador más sutu o me-
                       croce tuera                                             miento¡, y cla historia es la reproducción en la men-
 ;:ñ";;;;'ñ                                                                    te del historiador del pensamiento cuya historia es-
                                                                               tudiar. La reconstitución del pasado en la mente del

 ' gq**-*#ft:ü**ft*
  *'tlii)                                      pás' s28'
                                                                               historiador se apoya en la evidencia emplrica. Pero no
                                                                               es de suyo un proceso emplrico ni puede consistir en
                                                                               una mera enumeración. de datos. Antes bien el pro-

            ruon,t" Mo'r'rlt' ocubre
                                       1910'
                                                                                                                                    29

  28
nificado. Desde luego el auor no brinda al lector ex'
                            la selección y la interpf-e
ceso de reconstitución rige                  Io que los          cusa alguna para ignorarlos. Porque si, a la usanza
;ñii;        hechos: esto es orecisamente
               ü                                       profe     tte los aficionados de verdad a las novelas policlacas,
;Hil;t; il,io'i"o'' ol-a úistoria'' dice el
  "d#;;, q*                                                      se lee primeio el final, se hallará en las últimas pági-
ffi                    :t    :H ;:li,:üí,ff;;:,o1".,""¡"         nas del tercer tomo el, a mi juicio, mejor compendio
llinewood, (es la exPerrencl                          de         de Ia que úoy se llama interpretación liberal de la
;i;il;IJm;;o       ,"á    historiador: el tlnico modo
                       "l        (19)'                           historia; y se verá que lo que Trevelyan trata de ha'
 ¡u"". ftit,oti" es escribirla"
"'erá".lii""peneff ante'aun::""$""1""iTi"'.1'.::.                cer es investigar el origen y el desarrollo de la tra'
                                                                 dición liberal inglesa, y arraigarla limpia y claramen'
rias reservas, saca a la luz                                      te en los años que siguieron a la muerte de su funda'
'^Tnt"e-toá;,-ios hechos de la historia nunca nos
                                                                  clor, Guillermo III. Aunque tal vez no sea ésta la úni'
llegan en estado
                     (puro?' ya que ni existen ni Pueden
                                                 una renac-       ca interpretación concebible de los acontecimientos
 ;;i;i; "" una forma pura: siempre hay                            del reinado de la reina Ana, es una interpretación vá-
 i."   "t
          pasar vur ¡s sv^'-- ae
 clon al n"*t por la ménte -," euien-lo-1¡e,c;:: :""t:t1:
                                  ilurro. un libro de his-        lida, y, en manos de Trevelyan, fructífera' Pero para
 oue. cuando llega'a nuestra                                      apreciarla en todo su valor, hay que comprender lo
 l;;,;;;;mer               interés debe ir al historiador         que está haciendo el historiadof. Porque si, como
                                 datos que contiene" Per
  oue lo escribió, y no a los                                     dice Collingwood, eI historiador tiene que reproducir
  H;#;;;;r           lomo e¡emplo aI gran historiador-en          mentalmente lo que han ido discuriendo *ts drama'
  ;;;;;.
  ferencias.
               y    *i"y.
              TrevelYan, segul
                              i:[ú:""::*X1Tl*'il'.7                tis peisonae, el lector, a su vez, habrá de reproducir
                                                                  0l proceso seguido por la mente del historiador. Estu-
  ;ñ;;;"iil        zue 'eaucado por su familia
                                             111i                  dien al historiadar antes de poaerse a estudiar los
                                               (20); y espero
  iJl"io?, liberal un tanto exuberante'
                                 si le describiese como er         hcchos. Al fin y al cabo, no es muy difícil. Es lo que
  llfH'*il;:u"io¡"u¡u             por t"    tlli-*,:tt"tt1l:       ya hace eI estudiante inteligente que, cuando se Ie re-
   ulrlmu' cr¡ E¡ rrv¡¡¡rv a-
   úItimo, en eI tiempo que no.                                    comienda que lea una obra del eminente catedrático
                                 ineleses dentro de la tra-
   des historiadores liberales                                     Jones, busca a un alumno de Jones y le pregunta qué
                                            en su genealogía
   dición wlrig' No en vano '" 'J-ontu               el mayor      tal es y de qué pie cojea. Cuando se lee un libro de
      ffiitlr'ü;     Macaulav, indudablemente                      historia, hay que estar atento a las cojeras. Si no lo
                                                  p": .q-T
   ¿"'*'¡itiá.tdores liúe-rales' pasando Trevelyan'    "I          gran descubrir ninguna; o están ciegos, o el histc
   iitoriu¿o.,   asimismo whig' Geotge Otto                        riador no anda. Y es que los hechos no se pareceq
      ilHñ.";ü        f ta mas.riaau:":-*1.3i'^11?l'1il:           rcalmente en nada a los pescados en el mostrador del
    frti;;¿;;";i; tL n"w Ano ' en cuenta con ""t::^1:
                                     fue escrita
                                                                   pescadero. Más bien se asemejan a los peces que na'
    tecedentes, y sóIo tenrenoo
    teceqelrrer, J Jvrv rv------                 ",t^:1t^:i:T;     ¡lan en un océano anchuroso y aun a veces inaccesi-
                                  ;Or todo SU alcance y Sig.
    dentes comprenderá el lecl                                     ble; y lo que el historiador pesque dependerá en par-
                                                       *' "'       tc de la suerte, pe¡o sobre todo de la zpna del rrlar
               * -?.ffift*:ff ffi"#:';;l t#ti #i:1"'
        (le)
        (20)
                                                                                                                       3l
       30
en que decida Pescarv del aparejo
                                        qi"
                                             l1l1:1"j
                                      factores poT
                                                                   ruguda  en el campo en que estoy trabajando ahora.
determinados desde luego aÍIbos                       11           Mucho de lo que se lleva escrito en los últimos diez
r"'i" p"*. q"e pretenda atrapar' El,g"o,"t-l
                                           la ttu.t:-    l:        nños en los paÍses de habla inglesa acerca de la Unión
decirse que ei historiador e¡contrará                    ":        tioviética, y mucho de lo escrito en ésta sobre dichos
.iá" o"" U"t"u. Historiar significa interpr-etar' cl               pufses, viene viciado por esa incapacidad de llegar a
qrr", ti, volviendo a Sir George,91"tn.1,"^t^t:1"-ti
qq!' r¡'                                                           una comprensión imaginativa, por elemental que sea,
                                          núcleo i
definiese Ia historia como o',to tólido                            tlc lo que acontece en la mente de la otra parte, de
ütivo rodeado de la pulpa de los hechos con                        lirrma que las palabras y las acciones de los otros
;i;.;;;;l;;;"     resultáríal a no d'udarlo' parcial v-et          llempre .han de resultar embebidas de mala fe, ca-
                                               que no lo
;;;; ;"..     con todo me atrevo a pensar                          rcntes de sentido o hipócritas. No se puede hacer
 rÍa más            frase original'
 ^'-it que la observación es aquella más                           lristoria, si el historiador no llega a establecer algtln
                                                                   oontacto con Ia mente de aquellos sobre los que es'
 pu* ".e""a.dc la necesidad, l* f"tt:-tl,,"^l mt                   cribe.
 á;;;;"otit"otcomprensión imasinativa de las
           ;";                                                        El tercer punto es que sólo podemos captar el pa-
 a"-íut p"t*"us que le ocupan' d"t q:"t3*]:1t:                     rado y Iograr comprenderlo a través del cristal del
 ;;;J. ;"t actás: digo oiomprensión imaginat
                           temor a                  q;1:
                                                                   presente. El historiador pertenece a su época y está
 ! no usimpatía>' portiglo xlx 9"" flojo en
                                     fue  "::,:t"-1
                                                                   vlnculado a élla por las condiciones de la existencia
  i*oil"u acuerdo. El                                              humana. Las misrnas palabras de qúe se vale
                                                                                                                   -tér-
  *J¿i*"f porque le repelian      demasiado las,r                  tninos como democracia, imperio, guerra, revolu-
   *p".tü"üt.t de tra Edad Media y las barb¿                       ción- tienen sus connotaciones en curso de las que
   pé        inspiradas como para ":"]p:"-1ti^'                    no puede divorciarlas. Los historiadores dedicados a
       "rfur a los hombres me:dievales' O tómese la
   tivamente                                                       lu Antigüedad usan vocablos como poris y plebs en el
   .oiu-oUt.*u"ión de Burckhardt acerca- de la
                                                       gr
                                                                   lcfioma original, sólo para demostrar que han sor-
  á" to" Tt"intu     Aios: uResulta escandaloso para               tcado el obstáculo. Pero no les vale, También ellos
           t*u católico o protestante'.colo¡aLiri s3l1ae           vlvcn en el presente y no pueden escamotearse a sí
  "."áo,
  ;;;;;;i;.       áe la integridad nacionaiu (21)' Era             t¡¡ismos en el pasado echando mano de palabras de
  ;tf.h; para un historiador del síglo.pasado'-                    loco uso o relegadas al olvido, como tampoco serían
  ¡uáo u            que era justo y digno de alabanza ma           nrejores historiadores de Grecia o Roma por dar sus
            "i""t
  ;;;;f";;" á"ipui. propio, pero inmoral v equivocz                rr¡nferencias con la clámide o la toga. Los nombres
   ;;;; ;; defensa aie la propia religión' comPartir               con que sucesivos historiadr¡res franceses han ido des-
            ¿" ánimo de quienes lucharon en la guerra              cribiendo las muchedumbies parisinas, que tau im-
   "riuáo
   los Treinta Años. Esta dificultad es                            portante papel desempeñaton en la Revolución Fran.
                                                                   rcsa       s¿as-eulottes, le peuple, la canaille, les bras-
      (2t) J. BuRc(l+ARDr, lttlg¿n¿nls on Histoty a d Hisloá4ís'         -f¿s
   ins. (1959), Pás. l?9.                                          ttr¡s- son, para quien conozca las normas del juego,
   32                                                                                                                      33
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Carr

  • 1. Introducción Contemporáneo LIBR0 l{0. 15 - 0bras t,,laestras deI Pensaniento Título oriqinal: trihat is historY? Traducción de Joaquín Romero Maura No han sido los historiadores muy dados a teorizai sobre la ciencia histórica. Bajo la influencia de la historiog¡afía académica del siglo xlx, se ha tcndido a creer que al historiador no le hdcía lalta te¡er ideñs. Su misión era la de provecrse de una buela técnica de pros- pección de datos, convertirsc cn un excelente conocedor de las oiuen- tes" bibliogral¡cas y documentales. y- provisto cle esre'ulillaie técnico. Iraducción cedida Por procedcr a la recopilación de los -hechos" históricos Estos. de por tdito r i al Ariet, S' A' sí, mostraban aquello que había sucedido, y el historiador, cual no- tario. debía de dar únicamente fe de lo que hahía pasado. Como lo proclamó Leopold von Ranke (1?95-1886), el más conspicuo repre- edit0rial: R'B'A' Proyectos Editoriaies' S' A' Oirecci6n sentante del positivismo historicista, al historiador le competía tan sólo <mostrar lo que realmente aconteció). @ tditorial Planeta-0e Agostini, S' A., 1985 Las teorías de la histori¿. cn consecuen,.-ia, han venido tradicio- oar a 1a presente edición nal¡nente de la mano de los filósofos, y éstos en los casos -piénsese io:,;";;;i;-ril, o8oo8 Barcetona (EsPaña) de Hegel y Marx- han influido de modo decisivo en la labo¡, su- puestamente neutral, de los histo¡iadores. Esta tendencia, sin em- o 1985, coedición nexicana bargo, se ha ido resquebrajando a lo largo del pr€seqte siglo' a medida Conternporáneo i"iá.lia. t 0bras Maestrasdel Pensanient0 que el afianzamiento de la historia como una de las ciencias sociales Editorial Artemisa, S' A' de C' l' --al lado de la sociología, la economla y la antropología- iba qui- tándole terreno a las filosofías de la histo¡la. Av. Cuauhtémoc l'{o- 12J6, 40 Piso En la actualidad, la tarea de ¡n€stigación y la consecuente refle- 0J600 México, D. F' xión sobre el obie¡o de esta tarea, sobre los métodos y la-. finalidades de la misma, son llevados a cabo por el historiador. Pero ello no quier€ isBN 968-22-0',141-1 decir que entrc los estudiosos del pasado se haya desarraigado por 1SBN 968-22-0100-4 0bra comPleta comp,eto Ia veneración acrítica por las fuentes. El posiüvismo impera todavía en parte de la historiografía contemporánea, y en este sentido Inrpreso en Móxico sigue siendo válido el diagnóstico formulado por Ortega y Gasset en Printed in l'lexico 1928 en su prólogo a las Lecciones sobre filosofu de la Historia Uni' r.erscl de Hegel:
  • 2. vieron la virtud de desencadenar una guerra; o de aquella azarosa su- (Uo effot Parecido lleva a hacer consistir.la h:]:Ti a:l*: cesión al lrono que iÍició un período de decadencia en tal o cual país; la obtenqon y oe- -"na, t-u circunsrancia de que en esta disciPlina o de aquellas negociaciones secretas entte dos gobiernos que cerce- 'iir"#0""¿Ji-* t"" de atguna dificultad -más por la cantidad que naron las posibilidades expansivas de un tercero, etcétera. ha proporcionado a este liso-de il;;t#;;] ;t"u"¡o ""*igiao- a pnnqPtos Carr no por eso desestima la importancia obj€tiva de los hechos. í"-"i.i"iu ¡¡rto.i"u una importancia monstruosa' Cuando No es que el historiador pueda conceder un valor arbit¡ario a tal o 'i iljlü #L"lr" a! qu" et hisloriador tenla que recurrir a las cual heóho; la historia no es un producto subjetivo de su mente' sioo "ot ineludible' qu€ la historia se ñ;"i;. Ta] i; Lt" tun iui¿"nt" ehecho (la verdad es que Io hizo que es <<un p¡oceso óontinuo de interacción entre el historiador y sus "l,lll"li'^ i. .i-rt-a oor no haberlo más eremental hechos, un diálogo sin fin entre el preseñte y el p¿sado). En este diá- il:ltJJffii ffii"iá iti" refeiente aalrealidades' que es afrontar imperativo logo, el historiador aparcce como un Producto de la sociedad en que ii"i"¿i óenoecitivo "*¡e*"ia vive y, en último término, de la histo¡ia. "ti..ir. ciertos datos.) Decir que el historiador no es un individuo abstracto, sino con- ''''il"Jr"t. o*ga: (Pero los datos son lo que es-dado a.la ci:nci: crelo, producto de unas circunstancias históricas y sociales, equivale de Newton o --¿.i"lt#* ^¿s'allá de ellos-' Ciencia es la obrahan recibido o que los también a sostener que la historia no está hecha por individuos, sino illilti, í""1" i,n **nttu¿o datos' sino muy distinta de la do- por la sociedad entera. Esas anónimas multitudesque desfilan por Ia ;#il¿.-P;"*ent€, la historia es cosa historia constituyen una fuerza social cuya acción es' para Carr, el cumentación Y de t¿ filología'') objeto de la investigación histórica. Tampoco aqul este historiador inglés desestima el Papel del indi- viduo en [a histo¡ia. No niega, por ejemplo, el largo y creciente pro- historiadores bri' E. H. Can' qr¡€ es uno de los más distinguidos greso de índividualización a través de los siglos, en especial desde la ,á#;''l;ñ;;'";i¿ sier'o. suscribe.en",l Our,?JÍ gí'r6:ly#i "-ii- toma de conciencia que se produce en el Renacimiento europeo. Sólo ton?, 1961j una tesis Parecida a l¿ que los grandes individuos. un Napoleón, un Bismarck, un Lenin' datos factual€s' sind ffi;";;;:;; ;t meramente un consignidor de El suieto v el objeto constituyeD otros tantos factores que intervienen en un proceso his- ;;;;ü;i ;il-;,ro de éstos' están para ca'' de ningún modo- di- los "dimanda" tórico, pero sin esta capacidad de determinación que ftadicionalmente H';ffiüil;l¡"io¡* no interacc!Ón' se les ha atribuido, y que Carr entiende lilada a la exaltación indivi- ;;;;;t al contrario, mantienen una contioua ait.. dualista propia de la ideología de los primeros tiempos del capita- ""''ilj"¿"" .tit*i a" ["" iot datos traducen <hechos' históricos y 106 desertierre lismo d. ff" d".'ffi; ani tiptr"ndo que un historiador datos básicos La historia €s <el proceso de la investigación en el pasado del hom- ;:t'l;Ññ;;;;;'" cá" uno raücia 'l¡s tlamados bre en sociedado, concluye Carr, y jamás ha de ser considerada como :ff;;.; r:O* is la h:utoría?-' que sonalos mismosl":" ttd:-t-P: categoría de .materias .biografía de grandes hombres) como querla el historiador escocés r,irtrr'i'"Jt.t,"ti¿t bien sr¡elen pertenecer la para concluir en que Thomai Carlyle (1795-1881). l,,ilffi;l.tt;d;i qu" a la irittoti^ no se apoya en ninguna-cua- mismar; :il;.Já"JJ"'fti"; eJtos datos básicos decisión que formula el his- tüfi;ilil; mismos' sino en una No hay en este brillante y sintético estudio de Carr una escueta toriador a Priori". rlefinición de la historia. La estrategia que en él se sigue es distinta, (hecho histórico" n9 9ttá d"du En otras palabras. la categorta de clado que tal definición aparece a t¡avés de sucesivas y diferenciadas d" ;"1;i';.'"il;;üáo'. qut investiga' quien decide '. mer' aproximaciones, polémicas a menudo, a lo histórico. Qué sea la his- "I""¡"to poscen relevancia histó' .":#; t"J;";ót v setec¡ion' qué iechos el es- toria, es algo quc se deja entender, por fin, al final del libro, después il:ñ i;;;:;;;;giara academiü del sislo xtx' Por ei€mPlo' de un itinerario que supone una meditada y profunda teorización so- i"?rfi l-" ü"J mi,erial de la sociedad cirecla de importancia' .Esto bre los contenidos y las metas de la ciencia histórica. t'¡sto'ico' mientras que la Historia €n ;l,lH; ;#;;;ii"ti'mo tratados diPlomáticos qu: tu- En el marco de estas sucesivas aproximaciones, es interesante la lrul'r¡r"ufu debía ocuparse de aqueütx II
  • 3. inglés sobre el problema de 1a La concepción que el historiador tiene de la historia refteja, pues' constatación que hace este historiador tr concepción que tiene de la socied¿d. De este modo, <una soc-iedad como en r".á"J r" úi,,oria' ¿Será una, y muchas las inexactitudes' u,," h" o"idido l" f. en su capacidad de progresar en el fururo dejará "n ;;.i",n¡?La cuestion no cs tan simple Al historiador.no ;;ti;";;;; nronto'd" ocuparse de su piopio progreso en el pasado"' Tal es el ü;.';;;;;;;;i;t .l material histórico con esta ahrumadora sc-ocillez diagnóstico quc Carr establecc implícitamente con respecto a la crlsls ;;'.;;;;";;;;tclamar el carácter absoluto rle la verdad '6ólo.el y de ia historiógrafía contemporánea. Una sociedad confusa sin fe en ahsolu- l',- rnl.'t.'t.iíri ¿e afirmaciórt histórica puede considcralsc futuro la historia como algo inconexo, carente de signifi- ilJ","t."t" lx.i"';,:.'.ilil'; talsa " En la tarea del historiador no "i "ntñnd" cado. Pero ei autor óela Historia de Is Rusi6 Sovíética estelejos de ser i],"1]¡ruru,o, o" ttinguna clasc como no sean los dcl propio devenir' jircomPlelo' y cscéplico. De la confusión de la hora prcsente no puede tergiversarse i.it'¿".i.".úa.'l". á-. urgo qut siemprc aparece conro E (lccir' lo con- un hecht¡ fundamental y esPeranzador: ninguna época se ha ocupado [,'rrn¡ dcsde ei prsado hacia el tuluro "'* *l",ttt ¿e unu i"'¿u.'l tin¡ca que está por encima dc las tanto de la historia ni ha pensado en términos h¡stóricos como la ac- i#t';;";;;htt;i;, históricas que puedan hacerse' tual. (El hombre contemporáneo es consciente de sí mismo, y por lo ;:;;";;;' ;;t;t,i"; ''"'ü"i.lL" intcrpt r"ciones ' tanto de la historia, comó nunca Io ha sido el hombre antes'> Es este t"¿o quc nrr hu¡ unr¿ verdad' tampoco ha¡ en la his- erado de consciencia histórica cl que le pcrmite a Carr sostener su fe .rií]i"n"."'-"¿,,.. 'curr- . Éero leyesun cucrrto de".ll Tii:t:^tlj entendidrs hipóttsrs ven- !n el futuro de la sociedad y en el de la historia' ii'.L".iá J..i.""on¡ca e5 decir' como pof todas dtspués de on p'oieto inductivo Esre it.;;:;:;;;;;", 'v u"iu"rtut dt ta lev ha sido abandonado como ;;.i;rl";;rnl. el cual' infilitamcnte más meta por el historiador contemporáneó' ;;;Ja;, ;*" .*ho más op€rativo' 'sc conterta con la i¡vestigación de córno funcionan las cosas>' " Ñ;';; Ñ;.;i verdades absolrrras ni leves intnutables que puc- Ja de la historia' De identica mancra constituye ¿""i^, "i"ri" "urso ;;;;,,i";i" pretettder orrcnlí¡rsc en los proceso! ahislórilos nrnguna mediante i" n"irnti" ic uno, valore' suptcmos no sujelos variación o.ond ücror rcm' ilñiti.i.'i,"r¡c". ig'raldad' ¿ no "erian como los :alr o cttal ltet ho hist'irtco? La rcs- ore válidos a la hor¡ dc !nlcrPrciar tal 'oucstr ,.ic E. H. ( ilrr cs ccntundcntc; t'"'jirl*.i"ti"",,' ¿c un valot irlcal r'ictrrmin¡rdo' en url momcnlo ' ills- u *-i,g"t rlct.rmitr¡'l'r' quctla cxplicado por iils condrctoncs prdcrrco de absolut,)s inr,"."'i.lili"","",o y dcl lu¡ar. El ioorcnido "n juiticir o cl dcrcchu na- ;:;:i.1 il-':;;; i,, ig.'ordu'l' la li¡crtarl la ll]i:;:r;; ;; ;" ;j;., otro' dc un conri'cnre para cr olro Frrir arraigados cn li¡ lli'tt)riir Ca(la i 'i,, *r,,p" t1.""."'r va['rcs qL¡c cstán irruptión de val.r!s cxlranos'e ;;;'';'"'. 1',;,;;;s" a rt nri¡tn'r clnrra lacnvileccr'lorcs l l l-a norma dc ir.nu.,tri,,*. q,,a ir1l'tci'r con cf ilctos socicdad.y diri- .""t,.r"liu" 3 .l t.loi ahst¡ect"s' divorciados dc laquc cl individuo lo misnto midos ric la historia. son ttnr entelcquii ir ititu"iador scrio t' qut rcconoce el :"tá::-1^1t^ "qu"l "irr,r*i" .-t¿itionado de todos los v¡lores' y n(r quien reclama ii*"*."," más allá del alcance de la ;;;;; ;;";t;. clores una obierivid:rd historia." tv
  • 4. I 950 Aparece el primer volumen de su monúr ental Histoia de la Ru- siá Soviética, cuya primera Parte, a su vez, se denomita La R¿' volución bolcheviqie (191 7- 1923). Estüios sobre la revolueión. l95l German-Sovle, Relatians between the TwoWorklWars, 191 9- I 939. Publica, también, La ruteva sociedad, 1953 Tercer volumen de Historia de la Rasm Soul:élica, que concluye el CRONOLOGfA estudio de la primera Parte, La Revolución bolchevíque (1917- tni). Ig54 Et Interregno (1923-1924), cuarto volumen que continúa la ¡Iir- 1892 2tt de junio: Nacimienro de Edward Hallet Carr en Londres' toria dc la Rusit Soviética. 'I'ras haber cursado sus estud¡os superiores cn el Trinity Cotle.ge 1916 ul- 1955 Es designado miembro de la junta directiva del Trinity College' de Cambridgc. inicia su carrera diPlonática en el ¡orergn de Cambridge. fice. 1958 El socislismo en un solo pals (1924-192ó), quinto volumen de la l9l9 Una la Primera Guerra Mundial' toma parte en vez- finalizada Historia de la Rusía Sovíértca. la Confer"ncia de Paz de Versatles e4 calidad de miembro agre- l9ó1 Dicta una serie de conferencias en la Universidad de Cambridge' eado de ta delegación británica. que luego edita con el títlllo de ¿Qué es I4 histotio? t920 3"","*i. in,tt"i.o en la embajada británica en Francia' Parti' l9ó4 Aparece el volumen séptimo de Ia Hisaoña de la Rusií Soviética' cioa en la Confercncia tle Embajadores' que cierta la terc€ra paf:(e EI sociolismo en un sob país (19& 1925 Él O"ti¡"",i,t a Riga (Lctonia) como scgundo sccrctario. de la 192ó). f-"gr"iJ" tii e"i*]Comienza entonces su interés por la historia 1969 Bases de una economla planificadn (1926'1929), octavo volumen rusa, le la Historia de Ia Rusia Soviética, escrito en colaboración con 19-10 Es nombrado asesor en la Stlcicdad de Naciones' R. W. Davies. ió;i ;;;;; i;;"imera ¡le sus ot¡ras importantes: Dosr¿'ievski (1821- Apar€ce , asimismo , su estudio 191 Z .4 &tes y despu¿s. I88 t ). 19.8 La revolución rusa: De Lenin a Stalin, 1917'In9- 1933 Los exilqdos románticos' '--- 1982 E. H. Carr muere en Cambridge. éi*"f,iy" (areas de asesL)r €n la Sociedad de Naciones' sus 1934 Karl Marx. su vida académica como profesor dc política inter- i;i¿ ¿;ñ,i;; BIBLIOCRAFfA nacion¿l en la Universidad de Gales' 1937 Bakunin. A) Obras de E. H. Carr traducidas al castellano: lnternutíonal relqtions since the Peace Treatíes' 1939 The Tw'ent¡- Yean Crisis' lt)19-1939' Historia d¿ lq Rusil sovidtlca. Madrid (Alianza Editorial), 1972-7983, ió¿í i, de Publicidad en el Minis- '- - "t.otá¿; director Ocups oficina de subdirector del perío- cie la 11 vols. ,"ii. ,1" Información. el cargo La revoluciónrusa: De L¿nin a Smlin, 1917-1929.Madtid(Aliatrz Edi. dico fl¡e firr¡es. toriat), 1981. 1912 Tht Con¿litiottt c[ Peace' Antes y despuá¡. Barcelona (Anagrama), 190. sus cargos en 1917. i9¿5 .ql finotizat la Segunda Guerra Mundial abandona -- - Estudios sobre b revolución. Madlid (Aliama Editorial), 1!ló8. tvtinirt..lo de intormación y en el periódico The Times y re' oGuerra y revolució n>, en Revista de Esndias Polfticos, n." 12. Madrid "i gresa a la vida académica' (Insütuto de Estudios Pollticos), 1943. Nationalism and after' Bakunin. Barcelona (Crijalbo), 1972. 1946 The Soviet Impact on the WetternWorl¿' vII VI
  • 5. Biueclona (Laia)' Dostoierski (1821-1881)' Lectuta a 1973. t .a nueva socicdad. México (F'C'E )' 19ó9' B) Estudios sobre teoía de la historia: contemPo;únea Madrid B.{n¡Acloucrr' G. ' Introducción a la historia (Gredos). 1s65. unive¡sal' Méxíco su*'a*"o*or. !.. Reflexiones sobre la hisroría (F.C.E.), 1961. .",:;;*;;;: R. G - ldea de ls histori¿ México (F C E')' 1952 nMe maraviüo á menudo de que resul' iiii..:¡i ¿" la hístoriogralia Buenos Aires - (Es- ;;il,";-e;;;; te tan pesada, porque gran parte de ella cuela), 1955. T"'fi;'ií';" aña de Ia tíbettad' fI M:l- c;?:ifl t^72; debe de ser punr invención.' á^íiílV.é.. i,ili" ¡; ;i ;,¿' Bueúos Ai¡es (L " l':t! "i?: el ",*z Catherine Morland, il;f,nt, L.;; t losofra de ta historía desde ét Rcnacíitiento hqsta hablando de la Historia. -- .J"to *uui. Buenos Aires (Galatea)' 1959 --- (Jmp Ausr¡x, N orthanger Abbey, caP. xlv) e"*l"i. j., ia historia Barcelona (Salvat)' 1979' c E )' 1e46 j'.";; nc"prc á"uni'to)ia' México (F ;".;;;ffi, . pensomiento histórico' iüi:ii.:iid;;i,Ái¡itosa¡ico v ra ni"is en et Buérios Aires (Platina)' -1962' génesís' M".r:": M¡t¡¡¿cxs' F., El 'tDtu"L',r"'9v y su MErNEcKn, f ., D. historícismo "'";;i;"^". ' ff ,C;-".,)^:]113; com( Madrü (Revista de oc_ , Ont eca y Ca.ssr,r' J . Historio cidente), 1975. - iLT üí;iáiá * ra Historia" de Heger v ra lJi'1"ii"l99l1LlLf; uni ttii; w: F' n"g"i ¿"tt"as " oaí,e ¡totoga ae u nisbría "'¿: ,"?rni. lru¿tl¿ (Rev-ista de occidente)' 1-974' r"'íl'J"'ii.'ii-'üt} u,io á"1 n*o'i'*^o rydnd.(Ariel)' 1976' 3 '" cd' r()Pvrlr(' '' !r13s."t"e6] " -. Vrun. P.. CreLimiento ¡ desutolkt' Barcelona " 'i;4,.;;;,;; -sn Jotabo'ción con A' soboul ' J Lecorrvotros' Barcelona (Avance), 1976' vnI
  • 6. I EL I{ rsroRrADoR Y Los HEcHos quien ¿Qué es la historia? Para precaveriae coDtra encuentre superflua o falta de sentido la pregunta' voy a partir de textos relacionados respectivamente lu ftim"ta y la segunda encarnaciones de la Cam' "on briclge Modern Hístory. He aquí a Acton, en su in- forme a los síndicos de la Cambridge University Press acerca de la ob¡a que se había comPrometido a dirigir: Es. ésta una oportunidad sin precedente de reunir, en la forma más útil para los más, el acer- vo de conocimiento que el siglo xrx nos estií le gando. Mediante una inteligente división del tra- bajo seríamos capaces de hacerlo y de pooer al alcance de cualquiera el último documento y las conclusiones más elaboradas de la investigación internaciónal. No podemos, en esta generación, formular una historia definitiva; pero sí podemos eliminar la historia convencional,:/ mostrar a qué punto he- mos llegado en el trayecto que va de ésta a aqué- lla, ahora que toda Ia información es asequible, y que todo problema es susceptible de solución (l). (ll The Cambriittse Mo(t¿rrt History: Ils otigin, At tt@rsh¡p iad Ptoductiofl ( 1907), págs. lGl2.
  • 7. vestigación puede parar en algo que rebase los lími v rranscurridos casi exactamente sesenta años' et gene- tes Je h náturaleza de la historia. El desacuerdo ' ;..;;;;s;;¿;'rge clark' en su introducción History' comen' entre Actoi y Sír George Clark refleja el cambio su' Modern Li u i"-."e"na a Cimbridge de Acton v sus colabora- frido por nuéstra concepción de conjunto de la socie- fi;il;;;;"vencimiento en que fuese posible pre- dad en el intervalo entre ambas afirmaciones' Acton ;;""T;;iiegaria el día tér' es un exponente de la fe positiva, de la clarividente #; il;stlria aefinitiua'' en los siguientes confianzá propia en uno mismo, que caracteriza la minos: última fasé de la época victoriana; Sir George Clark posterior refleja Ia perplejidad y el escepticismo conturbado de Los historiadores de una generación esperan la generación "rebeldeu. Cuando tratamos de contes' ,ro !.p"."" semejante' De su trabajo' tar a la pregunta ¿Qué es la Historia?' nuestra re$ que orr" superado una y otra vez' Consideran "o.a puesta, consciente o inconscientemente, refleja nues ""u 1i"."""il'r"iit del pasado ha llegado " ":t-"-tt:: na ira posición en el tiempo, y forma parte de nüestra ptr mediación de una o más mentes humanas'Por puede' resjuesta a la Pregunta, más amplia, de qué idea he 'sido .elaborade' por éstas' y que 10 que vivimos' No i"iio, "o"tittit eri átomos elementales imPerso e -*i de fo.ttt".nos trivial,sociedad ende cerca, el tema de la visto más no temo que parezca ffi;ü;;dt puede alterar"' La exPloración escogido. Sólo me asusta parecer p¡etencioso por ;;;;"';;;t setlmites ven el investigadoT'^':l:- hav' escepticismo' o cuan- haber planteado problema tan amplio e importante' lientes que refugian á"'i""á"ár" do-ctrinapersonas euestg que'-t:$: de que' vrs- ilt"i";ilÑ"" implica 'uálidot v-yoo hav verdad puntos 'le ';^, ;;d*';;; ig"ai ¿" El siglo irrx fue r¡na gran época para los hechos' histórica cobjetiva'(2)' ol-o que yo quiero Mr. Gradgrind en Tiempos -dice-Lo rlnico que se necesita en *:9: 3:-9 diflcites-, son Hechos... Cuando los maestros se contradicen 9" la vida son llechos.o En conjunto, los historiadores ;;i;;"' Iícito intentar 1Y"tiry: *i::*:::::1: decimonónicos estaban de acuerdo con é1. Cuando il1i;;;il;'*"te nar¡ar¡¡rs al dla como Para que algo escrito en la.últimá década . del sigloliT:j"::l: Ranke, en el cuarto decenio del siglo, apuntat'a' en de legítima protesta contra la historia moralizadora, que ;:'ffi ,ilñ ;; :;I "' -^ -.+^r, rñ goniil"'-:-1"-::::::'1 i: la tarea del historiador era.sólo mostrar lo que real- ffi#;*""-I;; cualquier t. slllrr;','r¡reru!¡r! lo*o P"'"':Tt::T,]l mente aconteció (uie es eigentlich ge$tesen)', este que "á"i""t"ao en estos últi' opinión de 'o'a "s"tita --- ,,orárrt no muy profundo aforisrfo tuvo un éxito asombroso. ;iil.Ti:";;"-r-o.,olu'"""t"tieneque:l'^"-*i1: ustedes Ya que esta in' Tres generaciones de historiadores alemanes, británi' 3i:" ffi ;;;i;-;;;*do cos e incluso franceses, se lanzaron al combate ento- nando la fórmula trrág,ica twie es eigentlich gevesent, (2, Th¿ Na1,l combridt' l'lod¿rn Eistott' t (19t)' P' XXW'¡(XV' u l0
  • 8. miDar L lista de los autores, dóndc dejó l'a pluma a modo de conjuro, e¡rcaminada' como casi todos -ahorrarles la cansada obligación de el Obispo de Orford; y dónde la tomaron Fairbairn o t.-"Ñot*, a por Casquet, dónde Liebérma¡n o llarrisonr (3). Ilasta el ;;;;;t su cuenta' Los positivistas' ansiosos propio Sir Georgc Clark, no obstante su desacrrerdo consolidiar su rlefensa de la bistoria como crencra' con el peso de su iuflujo a este- culto con el enfoque de Acton, contraponla rel sólido nrl- "á"i.iU"v"*o Primero averiguad Ios trechos' decfan cleo de los hechosr eú la historia, a rla pulpa de áe lo. fré"¡o.' las interpretaciones cqntlov€rtibles que lo rodear (4)' ios positivistas; luego deducid de ellos las conclu- t, olvidando acaso que en la fruta da más satisfacción ;;;t;.. ;" Gran Brétaña, esta visión de la- historia la pulpa que el duro hueso. Cerciórense primero de p"*""t*ente con la tradición empfrica' ten' ""áá áo-i"*te de la filosofía británica de Locke a los datos, y luego podrán aventurarse por su cuenta y á"""i" riesgo en las arenas movedizas de la interpr€tación: conocimien' ;;;;J R;t*ll. La teoría empfrica delel sujeto y eI tal és b (rltima palabra de la ercuela histórica empl' to o."rt Dot" una total separación entre rica del sentido comrln. Ello recuerda el dicho fa' oti"to. io. tt""hos, lo mismo que las impresiones sen- vorito del gran periodista überal C. P. Scott: r['os exterior' y !.ii"ü" i""ia"n en el observador desde elproceso re- El hechos son bagrados, la opinión libre'. son ipdependientes de su conciencia' Pero está claro que asl no se llega a ninguna par- ."",f* es pasivo: tras haber recibido los datos' se te. No voy a embarcarme en lma disquisición filosó' il-;;j": El oxlotil Shorter Engtish Dictionarv' fica acerca de la naturaleza de nuestro conocimiento ;.tl;; iendencioia obra de la escuela empírica' dé- eI del pasado. Supongamos, a efectos de la discusión ilT;;j";;;nt" ambos procesos cuando defi¡e.ras distinto de presente, que el hecho de que César pasara el Rubi' hecho como <dato de la experiencia' concepcron oe cón y el hecho de que baya una mesa en el centro de conclusionest. A esto puede llamársele de la historia' La historia consiste en esta sala son datos de igual orden, o de orden pareci' r""iiJ" do, y que ambos datos penetral en nuestra conciencia ;;;;tp. ""*¿"hechos verificados' Los hechos las ins' de los en- de modo igual o parecido, y que ambos tienen ade' a*"tt" "r historiador en los. documentos' en más el mismo carácter obietivo en relación con la ..ü"-i.n"., lo mismo ry l:: ff:-:1*:-t-*:: ""¿tera, persona que los conoce. Pero aun en el caso de esta el mostrador de una pescadería' El historiador los guisa y los sirv-e suposición atrevida y no del todo plausible, nuestro reúne, se los lleva a casa, donde los de austeras aficio- razonamiento topa con el obstáculo de que no todos como a él más le apetece' Acton' los datos acerca del pasado son hechos históricos, qi nes cuh¡a.ias, los prefería con un condimento- sen- son tratados como tales por el historiador. ¿Qué cri ;1ii.. E" ,.t *it" dJinttrucciones a los colaboradores terio separa los hechos históricos de otros datos ;;'i; ;;il"* Camb (nuestro Waterloo debeformulaba ridge Modern H istorv' ser satis- acerca del pasado? de qLre "t."oli"ito fánceses e ingleses',alemanes v. holan' ;;.,;;i;;"t. (3) Ac'o¡, tLect¡r¿s on Moóem ¡tl¡tott O90Ú), pdS. 3lt.--- t, tt dG ir¡i,o e t99', 96s" 99L ;;;;;p"; igual: que nadie pueda decir' sin antes exa- ' {r) C¡t¡do .D The Lisrcn t3 12
  • 9. u¡ hecho histórico? Es ésta uoa, cuestión sicos, que son los mismos para todos los historiado' ¿Qué es .*liut la que hemos de fijarnos algo más común' atenta' ,e., mát bien zuele¡ pertenecer a la categoría de mente. "tt Según-el punto de vista del sentido materias prlmas del' histqriador que a la historia eiisten hechos básicos que son los mismos para to- niisma. La segunda observación que hemos de hacer dos los historiadores y que constituyen, por así de- es que la necesidad de fijar estos datos básicos no cirlo, la espina dorsal de la historia: eI hecho' pon' re upoyu en ninguna cualidad de los hechos mismos, que la batalla de Hastings se li- ;;á;;;t'"*o, deesta opinión srgiere dos observa' sino en una decisión que formula el historiador a ú."ta 10óó. Mas priorí. Apesar de la sentencia de C. P. Scott, todo pe' ciones, "tt primera, que no son datos como éste los La iiodi"tu Jabe hoy que la forma más eficaz de influir lrr"- io,"t"t"tt fundamentalmente al historiador' Sin en la opinión consiste en seleccionar y ordenar los á.rau importante saber que la gran batalla. tuvo hechos adecuados. Solía decirse que los hechos ha' Iugar en"t 10óó y no en 10ó5 ó l0ó7' o que se llbrara blan por sí solos. Es falso, por supuesto. Los hechos en vez de en Eastbourne o Brighton' El sólo hablan cuando el historiador apela a ellos: él """u"*ingt, iiti"¡"¿"? ii""e que saber estas cosas con exactitud' es quien decide ¿ qué hechos se da paso, y en qué p"to, se iuscitan problemas como- éste' re orden y contexto hacerlo. Si no me equivoco, era un ""u"¿o aquella observación de Ío11*T' ti"tttp.. personaje de Pirandello quien <iecía que un hecho es .i" p.""ltio" unteber, no una virtud' (S)'.Elogiar "rr".áo "s on saco: no se tiene de pie más que si mete- u utt ftitto¿aaor por la precisión de sus datos es su edi- "olnoalgo dentro. La única razón por Ia que nos inta mos lorrro un arquiiecto por utilizar' en a resa saber que la batalla se libró en Hastings en 106ó bi€n "rr"otttiut ñ;;;ú" debidamenté preparadas o cemento obra' de $¡ estriba en que los historiadores lo consideran hechc mezclad-o. Ello es condición necesaria histórico de primordial importancia. Es el historiador' en cr¡estio- f"ro ,ro su función esencial' Precisamente derecho a quien ha decidido, por razones suyas, que eL páso de nes de éstas se reconoce al historiador el aquel riachuelo, el Rubicón, por César, es un hecho auxi- fundarse en Ias que se han llamado 'ciencias que pertenece a la historia, en tanto que el paso del i¡u."r' ¿" la hisioria: la arqueología' laespera del epigr¿iffa' Rubicón por millones de otras personas a4tes y des la numismática, la cronologla, etc' No se pués, no interesa a nadie en absoluto' El hecho de' ¡i*iuao. que domine las técnicas especiales mer- iue ustedes llegaran a este edificio hace media hora ;;;; i". cuáles el perito sabrá determinar oel origen a pie, en bicicleta o en coche, es un hecho del pasadc' o-J p".loao de un tragmento de cerámica de már- como pueda serlo el hecho de que César pasara el inol, o descifrar ' una inscripción oscura' o llevar a Rubicón. Pero los historiadores dejarán seguramente ;;; ;" complejos cálculos astronómicos-necesario,s de tener en cuenta el primero de ambos hechos..El ;;;;;ú;-ñ-flcha precisa' Los llamados datos bá- profesor Talcott Parsons calificó una vez la ciencia 6 M. Ilc'¡.,ifr AtIióío'írX''.¿ L¡bcr Pñmus f2'' 'd' f937)t Pád' de *sistema selectivo de orientaciones cognitivas ¡a 87. 14
  • 10. d.ttlo hacia la realidadr (ó). Tal vez podrla !"U:T" de que nadie lo menciones, en cuyo caso volverá a c.Ji.iráI t"""ili""' Peio Io cierto es qrre la historia es r.tmirs" en el limbo de los hechos del pasado no per- eso, entre otras cosas. El historiador,? rt",":-t:11 tenecientes a Ia historia, de donde eI Dr. Kitson Clark Óseo oe mente selectivo. La creencia en un nrlcleo ha tratado generosamente de salvarlo. ¿Qué será lo üfios trist¿ricos existentes objetivamente y. ":" tl: que decida cuál de ambas cosas ha de suceder? De- dependencia de la interpretación. del lit::l-T:.:: plnderá, pienso 'yo, de que la tesis o la interpretación una falacia absrrda, pero dificilísima de desarrargar' upoyo de la iual el Dr' Kitson Clark cité este in' -^- "o E;;;-- una ojeada sobre el procéso por el cual -*"t á"t" áeI cidenti sea aceptada por los demás historiadores iasado se convierte en u¡ v-ende' hecho como válida e importante. Su condición de hecho "" wakes' un iltó.t;;. En 1850, en Stalybridge golpeado nasra histórico dependerá de una cuestión de interpreta- dor de solosinas era deliberadamente ción. Este elemento interpretativo interviene en todos ü-o".i" po. una muchedumbre enfurecida' tras una los hechos históricos. ;;;;;H;;;;"ncia' ¿Es ello un hecho histérico? Permitaseme evocar un recuerdo personal. Cuando H;; t" año iubiese contestado que no sin vacilar' ciertas memo' yo estudiaba historia de la Antigüedad en esta mísma l-o ttuUt" recogido un testigo ocular en Universidad, años ha, hube <le dedicarme especial' rias poco conocidas (7); pelo nun:a vi -t:-*3fl: nac€ mente al tema de "Grecia en la época de las guerras historiaAor lo considerase digno de menclÓn' médicas>. Reuní en mis estanterías unos quince o sus conteren- un ano, el Dr. Kitson Clark lo citó en veinte volúmenes, dando por suPuesto que hallaría, iála en oxford (8)' ¿Confiere esto alsituaciónatri' dato el en aquellos tomos, todos los datos relativos a mi "i"t de histórico? Creo gue arln no' Su ac- cierto- buto zu candi tema. Supongamos -lo que era casi del todo ,*1" J*f" yo, es la de gue se ha presentadolos hechos que aquellos libros contenían todos los datos que se ¿"to* p"á el ingreso en el selecto club de partida' conocían entonces, o que podían conocerse. Ni por históricos.. Se encuentra ahora aguardando un momento se me ocurió investigar en virtud- de ¡'"" Puede que en años sucesivos qué accidente o de qué proceso de erosión habla so- "- "utt""i"adores' dato, primero en notas pre brevivido aquella reducidísima selección de datos, ;;#; aparecer este ,a y übros ae págini y l¡rego en el texto' €n artfculos entre los miles y miles de hechos que alguna vez tu- uceicu- ¿e ta Inglaterra decimonónica' y que dent-ro vieron que ser conocidos de alguien, para convertirse pasado a ser hecho ;;;;i"i; o tr"iit" años hava Como también pue' -un. en los hechos de la historia. Sospecho que aún hoy hirtóri"o sólidamente arraigado' una de las fascinaciones que ejerce la historia an- tigua y medieval radica en Ia impresión que nos da (ó) T. y E. sHtts, Tol¡ar¿ls 4 gen'ú1 rheor! ol A,tiott P^RsoNs de tener a nuestra disposición todos los datos, den- o'üi' i:?'#.#t3^NcaR, s¿v¿¿tt !'üs 4 sh,,,"¡'út (2': cd' r99)r tro de unos límites controlables: la movediza barre- - ttl* oÍ ra que separa los hechos históricos de los que no lo "t?ó public¿das eo brcvc bajo cl tltulo de: The h{akl¡c son se esfuma porque los pocos hechos conocidos victorign E'r'.g'l4n.t, l7 1ó
  • 11. fuDd¡mente religigso fue destruida por la revolución Como dijo Bury' que T:: de 1917. La imagen del hombre medieval profulda- son todos ellos históricos' datos con' que # "-dt*;;io¿es, oel acervo de esta ntagai,1i1 mente reli¿ioso, sea yerdadéra o falsa, es indestruc- L.ü'i" rtri antigua v medieval "ria ¿iJrto cue la historia es un grgan- tibte, ya que casi todos los datos que acerca de él se il;;* (r)t a. rt" conocen fueron seleccionados de antemano por per- ffi; il*"#;' *_ 1"HTi'f :,ilfr":'JT Jl: *':':l'::;::;. sonar que creyeron en ella, y que querlan que los demás Ia compartieran, en tanto que muchos otros zos, Mas el problema Pnnclpar.nu sislo v antes ;;;:ñ;'il imagen de Giecia en el datos, en los que acaso hubiéramos hallado pruebas ¿!ri"i"nt"' v no sobre todo por ha' ilfi;iñ;; áto' ", r'agmeotos de ella a¡ciaent11 de lo contrario, se han perdido sin remisión. EI peso ;:#;;:ú; generales' 11 iTug:1 muerto de generaciones desaparecidas de historiado- mente, sino por ser' "o ílo"ut personas de la ci,* res, arr¡nueuses y cronistas, ha determinado siu posi. ffiilil,r'n t"á"éi¿o gn'roo de bitidad de apelación nuestra idea del pasado. .[¿ his- bien qué dad de Atenas' Nosotros i"ü"-ot-Uuttunteciudadano toria que leemosr, escribe el Profesor Barraclough, l' v un iiioil;';;-,,tJ-d" G*cia del sigloparecla a un^es' qué le medievalista a su vcz, <aunque basada en los hechos, ateniense; pero ignoramos no es, en puridad, en absoluto fáctica, sino más bien ".ro o a un tebano' Por no decrr una serie de juicios admitidos' (10). ;H;;; ""ñ"tio l,- p"r.u, a un esclavo "ri"::L'ffiff;j"# *T:: Pero pasemos ahora a la carga, distinta aunque igualnnente pesada, del historiador que se ocupa de oue io fuese ciudadano' ffi ü;du";t" ¿"t"ttiñación pievias antes-de la época moderna y contemporánea. El historiador iiii* " ""*,."., :: :"T::.H:,ff;*X',"" "ffi"'t:: de la antigüedad o el medievalista podrán estar agra- decidos del amplio p¡oceso de trilla gue, andando el s per sona "9'."i""_t"_ ^o^..il;;;";; de una óPtica suya Pecu ;;; *."n q-ue los ser tie¡npo, ha puesto á .su disposición un cuerpo mane- il,ilü-;povuúu" tut punto de vista merecÍan *i.lt':T" jable de datos históricos. Como dijera Lytton Stra- H::;;*TJ tu-ti¿i-*"ndo leo en gente' en'ra l" süJM"dia que ia chey con su impertinente estilo, nel primer requisito #iil;;;;;;;¿e profundamente religiosa' *" !1o del historiador es la ignorancia, una ignoranci,a qrr" simplifica y aclara, selecciona y omite, (11). Cuando iá"á era t'r"aiu, es cierto' Los conoce' sunto cómo lo sabemos y si lu: me siento tentado, como fne ocurre a veces, a envi_ i;;";;;;;;;' ¿e d rristoria medieval han s-ido diar la inmensa seguridad de colegas dedicados a por genera- :;.i il; ,"l"c"iooadotpot nosotros Dara * la historia antigua o medieval, me consuela la idea ciones de cronistas q"" crorrcs uE ¡t?-f"l:1,,t^"- 1"iX: y que de que tal seguridad se debe, en gran parte, a lo ban de la teoría Y la Prác tica de la religión mucho que igrroran de sus temas. Et historiador de ;H ;" áil1á"ia"iaua"-'::: f;iJTH cuanto a :lf: atañía Y no erla ffi:#,i#i; ;;;r"" '"1íti".t"'.¿1. Ia iinagen del campesino ruso Prü ¡¡ (10) 6. B|¡rrd.ürn, nktott l¡1. in a cll!''tgi''Jg twtÚ eqf'D, N" (ll) LYrnl SnrcH¡r, Prúlo3o r .E rftllr¡r Victorbrs. '- iri t. u. Buar, sele¿ted Essorl,s (1930)' pág' 52' l8
  • 12. estaba sin duda pronunciando aquí un veredicto an' ticlpado sobre sl mismo, sobre aquel curioso fen& :Hffi 'tJ,Tf*l*"Tji:?*ijffii#3.;'!*t meno de un historiador en el que muchos ven el nu, pL. sí mismo "'" :i:-.I;;;r" p"'"pr" época. Le más distingu:ido ocupante que la cátedra Regius de más cuanto -:.t ": Y1:'ilr"J.rii"l pocls datos Ilistoria Moderna ,€n €sta Universidad ha tenido incumbe la doble o:."i:";"i;io, iirtá'i"ot, y a" nunc¿, y que, sin embargo, no escribió ninguná relevantes v convertrrlos ;" importancia historia. Y Acton escribió su pr.opio epitafio en la ;l;;;;; descartar los muchos *t:'.r":;;,;;"nte io conlra. nota intróductoria . al primer volumen de la Cam- por ahistóricos..l*: :",:"::;ñ;;.e.gú" ta cuat la brüge Madern History. publicado 4 poco de su mr¡er- io de la herejía dectmt r',';11ili"i"'iffi ,ti:f tiil, te, cuando lamcntaba que los requerimientos que ;'i..," ;; ;"..; "" agobiaban a[ historiador ramenazan con convertirle, de hombre de letras, ea compilador de una enciclo- pediar (13). En alguna parte había un error. Y el ii#';l:tfx'."ri*'ilrs'1":Hi:li"1T1"".¡"s:: error era la fe en esa incansable e interminable 'r*i**ilFm'"*":1"'-"':":'¡:":il: acumulación de hechos rigurosos vistos como fun- damento de la historia, la conviccién de que los hereiía es Ia que tan 1"*ut-t1-*ll"i',lriiiJo. *o¿"t- datos hablan por sl solos y de que nunca se tienen demasiados datos, convicción tan inapelable entoüces que fueron pocos los historiadores del momento que lilfi'H{+I{*}i:irm***p*l cr¡eycron necesario -y bay quienes todavla siguen creyéndolo innecesario- plantearse la pregunta ¿Qué r*xi*:;;;g:"*¿:""'::*3r"d:T"T"ft sabedores es la Historia? El fetichismo decimonónico de los hechos venla de historiadores :i:'r-,;-;;.,ro un en completado y justificado por un. fetichismo de los t#:ü;i[f*':tt :HSi.;""]'# o^ai".lE" lealtad al liberalismo. o un ensayo de-su docr¡mentos. Los documentos eran; en el templo de los hechos, el Arca de la Alianza. El historiador devoto llegaba snte ellos con la frente humillada, y hablaba de ellos en tono reverente. Si los docu- '*1,:"r":',::ngil;:j¡iiff mentos lo dicen, será verdad, Mas, ¿qué nos dicen, a fin de cuentas, tales documentos: los decretos, los materr¿ Y Para éI todo tratados, las cuentas de los arriendos, los libros azu- =i,,,;''.¡ffi;'r.'.* les; la correspondencia oficial, las cartas y los diarios privados? No hay documento que pueda decirnos (ll) C.ríbtidt¿ odcr'| Histort, i (lw.l, a, *l';ry;E$f¡;".i;.3,.*íJl{#i}ii:i{':':'ii#
  • 13. ocurrido fue mucbo más truculento. En 1945 los do ac€rca de un particular más de lo que opinaba de cumentos cayeron en las manos de los gobiernos bri- é1 su autor, ló que opinaba que habfa acontecido, tánico y norteamericano, quienes los fotografiaron lo que en zu opinión tenla que ocurrir u ocurrirla' o todos y pusi€ron las fotocopias a disposición de los acaio tan sólo Io que queria que los demás creyes€n investigadores e¡ el Public Reco¡d Office de l¡ndres que él pensaba, o incluso solamente lo que él mismo y en los National Archives de Washington, de forma cireyó pensar. Todo esto no significa nada,-hasta--que que, con la suficiente cu¡iosidad y paciencia, podemos el úisüriador se ha puesto a trabajar sobre ello y ver con eractitud lo hecho por Bernhard. Lo que lo ha descifrado. Los datos, hayan sido encontrados habla hecho no era ni insólito ni indignante. Cuando en documentos o no, tienen que ser elaborados por SFesemann murió, su polfüca occidental parecla el historiador antes de que éI pueda hacer algún haber.sido coronada por ura serie de brillantes éxi uso de ellos: y el uso que hace de ellos es precisa' tos: Locarno, la a'lmisión de Alemania eu la Sociedad mente un Proceso de elaboración' de Naciones, los plaaes Dawes y Young y los emprés- Voy a itstrar lo que trato de deeir con u'o ejem' titos norteamericanos, la retirada de los ejércitos olo oue casualmente conozco bien' Cuando Gustav -Str"."*uon, aliados de ocupación del territorio del Rhin. Parecía eI ministro de Asuntos Exteriores de la ésta la parte importante a la vez que fructífera de la Reprlblica de Weimar, murió en 1929' dejó r¡na masa política exterior de Stresemann: y no es de extrañar ingente cajas llenas- de documentos oficiales' que la selección documental de Bernhard destacase -300 y piivados, relativos casi todos a los seis ,áiofi"iul"t con mucho este aspecto. Por otra parte, !a política años durante ios cuales tuvo a su cargo la cartera de oriental de Stresemann, sus relaciones con la Unión A*.rto, Exteriores. Como es lógico, sus amigos y fa: Soviética, pareclan no haber llevado a ninguna parte, *iliur". pensaron que la mernoria de hombre tan in' y bomo no €nan mr¡y int€resantes ni engrandecían en signe debía honrarse con un monumento' Su leal se nada la fama del estadista aquellos montones de dG crltario Bernhard puso manos a la obra; y en un pla' cumentos acerca de negociaciones que no dieron más zo de tres años salieron tres gruesos volúmenes de que triviales resultados, el proceso de selección pe unas ó00 págilras cada uno, que contetfan una selec' dla ser más riguroso. En realidad Stresemann deücó A" los áoc-umentos de las 300 cajas, y que lleva' una atención rnucho más constante y sollcita a las re "lOtr Uao impt"sionaote título de StreseÍmnns Ver lacioues con la Unión Soviética, que desempeñaron "t 1.Et legado de Stresemannr)' En circuns' miichtnis un papel mucho mayor en el conjunto de su polltica tancias normales,-los documentos propiamente dichos ext¡anjera, de lo que puede deducir el lector de la ;;;;u" ido descomponiéndose en algrin sótano o des' antologia de Bernhard.. Pe¡ro me temo que mrrchas "¿", I * habrlan perdido para ¡iemprg' 0 dado con acaso' al colecciones publicadas de documentos, sobre las que on de años o asl, habrla se funda sin vacilaciones el historiador normal, son ellos cierto investigador curioéo y emprendido su ""bo"d" ""otettar peores que Ios vohlmenes de Bernhard. coú el texto de Bernhard' lo realnente "ompataciOn 22
  • 14. hubieran puesto en tela de juicio la autenticidad y la Pero mi historia no termina agul' Poco después de autoridad de Sutton. Muchas colecciones impresai de publicados los tomos de Bernhard, sr¡bió Hitler al documenos aceptadas de buena gana por los histo_ poder. Se relegó al olvido en Alemania el nombre de riadores a falta de los originales, delcansan sobre 'Str"r"-ut y ios libros deíaparecieron de la clrcula' o una base tan precaria como ésta. ción: muchoi ejemplares, quizás la mayoría, fueron Pero quiero llevar aún más lejos Ia historia. Olvi- destruidos. En la actualidad, el Stresemanns Ver' demos lo dicho acerca de Bernhard y Sutton, y agra- miichtnis es un libro más bien diflcil de encóntrar' dezcamos el poder, si Io deseamos, consultar loslo- Pero en Occidente, la fama de Stresemann se mantu' cumentos auténticos de uno de los principales acto. vo firme. En 1935 ún editor inglés publicó una traduc- res de algunos de los acontecimientos impórtantes de ción abreviada de la obra de Bernhard, una selección la historia europea reciente. nos dicen los docu- de la selección de Bernhard: se omitió aproxima' mentos? Contienen entre ¿eué otras cosas notas de unos damente la tercera parte del original. sutton, conoci- cuantos centenares de conversaciones entre Strese- do traductor del alemán, hizo su trabajo bien y de mann y el embajador soviético en Berün, y de una modo competente. La .versión ingleba, explicaba en -el veintena con Chicherin, Tales notas tienen su rasgo prólogo, eitaba uligeraménte condensada, pero sola' en común. Presentan a un Stresemann que se llevaúa ménte por la omisión de una'párte de lo 9ue ---e,1 la parte del león en las conversaciones, y su sentir- era lo ntás efímero.., de escaso interés argumentos invariablemente ordenados-y revelan sus para los lectores o estudiosos inglesesr (14)' atractivoe, en tanto que los de su interlocutor son las más de las iambién es bastante natúral. Péro el resultado es veces vacíos, confusos y la política oriental cle Stresemann, ya insuficiente- una característica común nada convincentes, Es ésta a todos los apuntes de con_ se pierde -"irt" d"rtu"áda en la edición de Bernhard,Sutton versaciones diplomáticas. Los documentos no nos di- aÍrn más de visa, y en los volúmenes de cen lo que ocurrió, sino tan sólo lo que Stresemann Unión Soviética aparece como un mero intruso creyó que había ocurido, o lo que deseaba que los sional, y más bien inoportuno, en la política demás pensaran, o acaso lo qut ét *ir*o q,r"iia minantemente occidental de Stresemann' Sin creer que había ocurido. El proceso seleccionador go conviene dejar sentado que es Sutton, y no no lo empezaron Bernhard ni Sutton, sino el mismo hard menos aún los documentos mismos-. -y representa para el mundo ocdidental, salvo Stresemann. Y si tuviéramos, por ejemplo, Ios apun- tes de Chicherin acerca de dichas conveisaciones,^nos especialistas, la auténtica voz áe Strese quedaríamos sin embargo enterad.os tan sólo ".t-*tot desaparecido los documentos en 1945, De haber de lo que de ellas pensaba Chicherin, y lo que realmente rante los bombardeos, y de haberse perdido el ocurrió tendría igualmente que ser reconstruido en tro de los restantes volúmenes de Bérnhard, nunca la mente del historiador. Claro que tlatos y docu_ (J4 Guslae Sj.eseñann, His üar¡¿s, L¿tl¿rs r:¡[¡t Papers, i ( mentos son esenciales para el historiador. pero hay Noia de Sufton, a cr¡yo cargo corrió la selacción' 25 24
  • 15. fetiches' Por' sl que gu.ardarse de convertirlos en bajo de ella a un respecto: cno había detrás filosofla solos no constituyen mstoria; no-brindan por:*l:: de la historia alguna, (ló). Los historiadores britá- it"d;;il;;í. definitiva a la ratigosa presunta nicos se negaron a dejarse arrastrar, no porque cre- yesen q.ue la historia carece de sentido, sino porque de qué es la Historia' -- unas palabras iLguAo. a este punto' quisiera decir creian a éste implícito y evidente. La concepción libe- sot'r." ..r razón rv¡ -- a sobre la .q'vu por Ia que los historiadores del^siglo ral de la. historia del siglo xrx tenia una estrecha afi- nasado solían desentenders e de la filosofla de la hi* nidad con la doctrina económica del laisse4faire, ffi;;;;"sión la innentó Voltaire' v desde enton' pero producto también de una Sisión del mundo Serena y ;f;"tilizando en distintas acepciones cou' confiada. Que cada cual prosiga con su esBecialidad, ""-;; ;;i;;;, si es que alguna vez la uso' como y ya proveerá la mano oculta a la armonía universal. rcstación a ¡üestra pregunta: ¿OYi ": lt,Hi"-::T: Los hechos de la historia eran por sí mismos una prueba del hecho supremo de que existía un progreso i.:.iii"."i"fu ""i"ái;.i"Éo'op"ó""identalelsielo il;;;;;fu" córnodo s9e.reseiTll 1ol1Y:l en con' benéfico, y al parecer infinito, hacia cosas más eleva- iñril5' il.t rt"Jo' o"ttilt"b"o satisfactorios das. Era aquélla la edad de la inocencia, y los histo üil; ia incnnaci¿n ." p.1""':1'-v^-":ii3;f"Hfi ütti-as átL","s acerca de ellos fue por lo tanto riadores paseaban por el Jardín del Edén sin un rc- tazo de filosofía con que cubrirse, desnudos y sin que la divina,provir avergonzarse ante el dios de la historia. Desde enton- Ranke creía piadosamente si él se ¡ ces, bemos coiocido el Fecado y hemos experimen- ;""*;;;;iJd"isignificado-de la historia' ;;;;;;;";" Ios hechos; I B"*l"ill :': Tf: (no eslrur tado en nosotros la Caída; y los historiadores que en .ini"o -¿t moderno, observaba que la. actualidad pretenden dispensarse de una filosofía iiüil,? i"' a"'rór"' de la eterna.sab,'9Y11:; ;""f;; Butterfield apuntaba con visible de la historia tan sólo tratan, vanamente y sin natu- ralidad, como miembros de una colonia nudista, de :tó',;;;;;"os ur''' ¡¡que que en 1931, que .lo: 11',t recrear el Jardín del Edén en sus jardincillos de su- han reflexionado Poco aceilm di la naturaleza de burbio. La molesta pregunta no puede ya ser eludi- ñ;;;'il;;"r"" (15)'uPero mi predecesor. en a" outo'ut"" *^'^l:Yi es da hoy. i"¡l á" ;#;;;';;ioi' r- r"crisk Mundiab de sir "t,"¿io" R9¡¡::' q?s.er.T5,o-:l ffiil;;ffi de'La ;;'G"*hill (sr libroestaba a!e { nrim¡¡1-t acerca Durante los últimos cincuenta años se ha llevado ffi;il; d;' "*q*Rusa d: la altura de la a cabo no poco trabajo serio a propósito de la pre- ,i'i"'ti iiátuciói :l;l^"i": -r.':t:kvquedaba Por gunta: ¿Qué es la Historia? De Alemania, el pals que taoto iba a contribuir a perturbar el muelle reinado ;;;;;tdtd,,'iu'za Y vitalidad' d /Jgtl), del liberalismo decimonónico, Saüó en los dos rlltimos os) H. BuÍs¡rtr¡r, Thc wh€ Irterryfuaion 'l:ttor' O6) rL L nowE8, f¡c E¿tl ol q Bp@h (1917), D¡8s. 2E¿2!3. fh¡ ó7. 26
  • 16. *1 nean (17)' *l*ütT H;* saber q":tl""do.::l ii;ü.*J;;*g¡is¿¡e carl Becker "1, "in"r"uL, jñrlit'liiniii*m*"trr':; r;;;"i.rar: porgre"si rcd'# r';rt":, iT[: ló que merece s"r -tt:"1::;^:"^i¡''Lo¡'. con afirmaba' co por los ojos ' jor estilista que sus predecesores alemanes, sino por' que después de la primera Guerr¿ Mundral los he' chos parecieron sonreirnos de modo menos propicio que en los años anteriores a 1914, y éramos por tanto más asequibles a una filosofla que 9e proponla dismi- nuir su prestigio. Croce ejerció un gían influjo sobre el filósofo e historiador de Oxford, Collingrrood, el único pensador británico de este siglo qüe haya rea' lizado una aportación seria a la filosofía de la histo' ria. No vivió lo bastante para escribir el tratado sis' temático que tenía planeado; pero sus papeles, publi- cados y no publicados, sobre el particular, fueron re' cogidos después de su muerte en un volumen editado en l9¿t5, titulado Ia I dea de ta Historia. Puede resumirse como sigue el Parecer de Colling- wood. La filosofía de la historia no se ocupa udel pa- sado en sír ni rde la opinión que de él en sl se forma el historiador¡, sino ode ambas cosas relacionadas entre sí¡. (Esta aseveración refleja los dos significa- dos en curso de la palabra <historiar: la investigación llevada a cabo por eI historiador y la serie de acon' tecimientos del pasa{o que investiga. <El pasado que estudia el historiador no es un pasado muerto, sino iil*i,":" l"ñ;*9"T:"j:,J#T:llTi,ffi no exlsrcr¡ chos de la historia P4q-'r"^""?<^. ;nÍ:l un pasado que en cierto rñodo vive atln en el pre' "^.u- senter. Mas un acto pasado está nouerto, es decir, ca' uái"ü.,.n""11t"-TIT:":it"l"Tr1H,1",ü11;ü:" rece de significado para el historiador, a no ser que ron de momento cast acsav"1]'^",Il-l^-. l" ."- '0"'tü0,'o -" "". éste pueda entender el pensamiento que se sitúa tras "*p"z¿ ^="-X'fiI"Tl;t;:n;J tuvo bastante- en fra f é1. Por eso, (toda la historia es la historia del pensa- pénsador más sutu o me- croce tuera miento¡, y cla historia es la reproducción en la men- ;:ñ";;;;'ñ te del historiador del pensamiento cuya historia es- tudiar. La reconstitución del pasado en la mente del ' gq**-*#ft:ü**ft* *'tlii) pás' s28' historiador se apoya en la evidencia emplrica. Pero no es de suyo un proceso emplrico ni puede consistir en una mera enumeración. de datos. Antes bien el pro- ruon,t" Mo'r'rlt' ocubre 1910' 29 28
  • 17. nificado. Desde luego el auor no brinda al lector ex' la selección y la interpf-e ceso de reconstitución rige Io que los cusa alguna para ignorarlos. Porque si, a la usanza ;ñii; hechos: esto es orecisamente ü profe tte los aficionados de verdad a las novelas policlacas, ;Hil;t; il,io'i"o'' ol-a úistoria'' dice el "d#;;, q* se lee primeio el final, se hallará en las últimas pági- ffi :t :H ;:li,:üí,ff;;:,o1".,""¡" nas del tercer tomo el, a mi juicio, mejor compendio llinewood, (es la exPerrencl de de Ia que úoy se llama interpretación liberal de la ;i;il;IJm;;o ,"á historiador: el tlnico modo "l (19)' historia; y se verá que lo que Trevelyan trata de ha' ¡u"". ftit,oti" es escribirla" "'erá".lii""peneff ante'aun::""$""1""iTi"'.1'.::. cer es investigar el origen y el desarrollo de la tra' dición liberal inglesa, y arraigarla limpia y claramen' rias reservas, saca a la luz te en los años que siguieron a la muerte de su funda' '^Tnt"e-toá;,-ios hechos de la historia nunca nos clor, Guillermo III. Aunque tal vez no sea ésta la úni' llegan en estado (puro?' ya que ni existen ni Pueden una renac- ca interpretación concebible de los acontecimientos ;;i;i; "" una forma pura: siempre hay del reinado de la reina Ana, es una interpretación vá- i." "t pasar vur ¡s sv^'-- ae clon al n"*t por la ménte -," euien-lo-1¡e,c;:: :""t:t1: ilurro. un libro de his- lida, y, en manos de Trevelyan, fructífera' Pero para oue. cuando llega'a nuestra apreciarla en todo su valor, hay que comprender lo l;;,;;;;mer interés debe ir al historiador que está haciendo el historiadof. Porque si, como datos que contiene" Per oue lo escribió, y no a los dice Collingwood, eI historiador tiene que reproducir H;#;;;;r lomo e¡emplo aI gran historiador-en mentalmente lo que han ido discuriendo *ts drama' ;;;;;. ferencias. y *i"y. TrevelYan, segul i:[ú:""::*X1Tl*'il'.7 tis peisonae, el lector, a su vez, habrá de reproducir 0l proceso seguido por la mente del historiador. Estu- ;ñ;;;"iil zue 'eaucado por su familia 111i dien al historiadar antes de poaerse a estudiar los (20); y espero iJl"io?, liberal un tanto exuberante' si le describiese como er hcchos. Al fin y al cabo, no es muy difícil. Es lo que llfH'*il;:u"io¡"u¡u por t" tlli-*,:tt"tt1l: ya hace eI estudiante inteligente que, cuando se Ie re- ulrlmu' cr¡ E¡ rrv¡¡¡rv a- úItimo, en eI tiempo que no. comienda que lea una obra del eminente catedrático ineleses dentro de la tra- des historiadores liberales Jones, busca a un alumno de Jones y le pregunta qué en su genealogía dición wlrig' No en vano '" 'J-ontu el mayor tal es y de qué pie cojea. Cuando se lee un libro de ffiitlr'ü; Macaulav, indudablemente historia, hay que estar atento a las cojeras. Si no lo p": .q-T ¿"'*'¡itiá.tdores liúe-rales' pasando Trevelyan' "I gran descubrir ninguna; o están ciegos, o el histc iitoriu¿o., asimismo whig' Geotge Otto riador no anda. Y es que los hechos no se pareceq ilHñ.";ü f ta mas.riaau:":-*1.3i'^11?l'1il: rcalmente en nada a los pescados en el mostrador del frti;;¿;;";i; tL n"w Ano ' en cuenta con ""t::^1: fue escrita pescadero. Más bien se asemejan a los peces que na' tecedentes, y sóIo tenrenoo teceqelrrer, J Jvrv rv------ ",t^:1t^:i:T; ¡lan en un océano anchuroso y aun a veces inaccesi- ;Or todo SU alcance y Sig. dentes comprenderá el lecl ble; y lo que el historiador pesque dependerá en par- *' "' tc de la suerte, pe¡o sobre todo de la zpna del rrlar * -?.ffift*:ff ffi"#:';;l t#ti #i:1"' (le) (20) 3l 30
  • 18. en que decida Pescarv del aparejo qi" l1l1:1"j factores poT ruguda en el campo en que estoy trabajando ahora. determinados desde luego aÍIbos 11 Mucho de lo que se lleva escrito en los últimos diez r"'i" p"*. q"e pretenda atrapar' El,g"o,"t-l la ttu.t:- l: nños en los paÍses de habla inglesa acerca de la Unión decirse que ei historiador e¡contrará ": tioviética, y mucho de lo escrito en ésta sobre dichos .iá" o"" U"t"u. Historiar significa interpr-etar' cl pufses, viene viciado por esa incapacidad de llegar a qrr", ti, volviendo a Sir George,91"tn.1,"^t^t:1"-ti qq!' r¡' una comprensión imaginativa, por elemental que sea, núcleo i definiese Ia historia como o',to tólido tlc lo que acontece en la mente de la otra parte, de ütivo rodeado de la pulpa de los hechos con lirrma que las palabras y las acciones de los otros ;i;.;;;;l;;;" resultáríal a no d'udarlo' parcial v-et llempre .han de resultar embebidas de mala fe, ca- que no lo ;;;; ;".. con todo me atrevo a pensar rcntes de sentido o hipócritas. No se puede hacer rÍa más frase original' ^'-it que la observación es aquella más lristoria, si el historiador no llega a establecer algtln oontacto con Ia mente de aquellos sobre los que es' pu* ".e""a.dc la necesidad, l* f"tt:-tl,,"^l mt cribe. á;;;;"otit"otcomprensión imasinativa de las ;"; El tercer punto es que sólo podemos captar el pa- a"-íut p"t*"us que le ocupan' d"t q:"t3*]:1t: rado y Iograr comprenderlo a través del cristal del ;;;J. ;"t actás: digo oiomprensión imaginat temor a q;1: presente. El historiador pertenece a su época y está ! no usimpatía>' portiglo xlx 9"" flojo en fue "::,:t"-1 vlnculado a élla por las condiciones de la existencia i*oil"u acuerdo. El humana. Las misrnas palabras de qúe se vale -tér- *J¿i*"f porque le repelian demasiado las,r tninos como democracia, imperio, guerra, revolu- *p".tü"üt.t de tra Edad Media y las barb¿ ción- tienen sus connotaciones en curso de las que pé inspiradas como para ":"]p:"-1ti^' no puede divorciarlas. Los historiadores dedicados a "rfur a los hombres me:dievales' O tómese la tivamente lu Antigüedad usan vocablos como poris y plebs en el .oiu-oUt.*u"ión de Burckhardt acerca- de la gr lcfioma original, sólo para demostrar que han sor- á" to" Tt"intu Aios: uResulta escandaloso para tcado el obstáculo. Pero no les vale, También ellos t*u católico o protestante'.colo¡aLiri s3l1ae vlvcn en el presente y no pueden escamotearse a sí "."áo, ;;;;;;i;. áe la integridad nacionaiu (21)' Era t¡¡ismos en el pasado echando mano de palabras de ;tf.h; para un historiador del síglo.pasado'- loco uso o relegadas al olvido, como tampoco serían ¡uáo u que era justo y digno de alabanza ma nrejores historiadores de Grecia o Roma por dar sus "i""t ;;;;f";;" á"ipui. propio, pero inmoral v equivocz rr¡nferencias con la clámide o la toga. Los nombres ;;;; ;; defensa aie la propia religión' comPartir con que sucesivos historiadr¡res franceses han ido des- ¿" ánimo de quienes lucharon en la guerra cribiendo las muchedumbies parisinas, que tau im- "riuáo los Treinta Años. Esta dificultad es portante papel desempeñaton en la Revolución Fran. rcsa s¿as-eulottes, le peuple, la canaille, les bras- (2t) J. BuRc(l+ARDr, lttlg¿n¿nls on Histoty a d Hisloá4ís' -f¿s ins. (1959), Pás. l?9. ttr¡s- son, para quien conozca las normas del juego, 32 33