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AUGÜ]TIÑ 'THig Y.
RELATOS
DE I_,OS TIEMPOS
MEROVINGIOS
1 r-t
PRóLOGO
ia rexoluc.íón de 1830-, sin la capi.tal t*pion"ln gue los
*::::,:u',:"#,:.1!i9'"^.p"'oni-ro"l'L1"ííí'áio"n"Les,vtorreaprocas influencias s';;;;;;;;;;;r;: ú'ii.í'íí!"X¿fí{ciones^iiterarias g pi.ntornrro, qui iáÁ-io's á¿st¡nt¿uos ¿e
:Í::.IE1.Aros-a que,-por una iuriosa ,noiolón d.et geni,ode su autor sobre er d.er que cor¿ Los n¿á.ii*, re i.tumi.nóg trazó at pri.ncipi,o un d,Zrroteio,li;s;';-;;'"ez a infruiren Chatcaubriand.. oue en_nuestro historiad,ar se i,nspíraaI escribir sus Memorias de ultraiurnAi,"iinr¡nnrd,o, ad.-mira4o, cargad,o d,e hanor.es g d,e gloria, Thierrg muri,ó.paratítilo desde rnuctto antes_,"el zz iá liw'"á" i"ss'l." irá:ducto de. su espi.ri.tualismo humani,tari,o, sus obras son al,a uez historias 7¿ poemas"
ü
F
j
PREFAC]O
Esta obra se compone de dos partes perfectamente dis-
tintas: una, de disertación histórica; otra, de nar:ración;
una que está hoy completa; otra que me propongo contl-
nuar si el tiempo y las fuerzas no me faltan. Hablaré por
de pronto de la segunda y luego de Ia pri.mera, y diré
los motivos que me han impulsado a presentarlas junias.
Se tiene por aserto proverbial, por decirlo así, que nin-
gún período de nuestra hisioria iguala en confusión y en
aridez al pelíodo merovingio. Esta época es 1a que se slie-
le resumir con mayor complacencia, por la que se pasa
resbalando, 1a que se orilla sin escrúpulo ninguno. Hay
en ese desdén más pereza que reflexión; y si Ia historia
de los merovingios es aigo difícil d.e desentrañar, Ce ári-
da no tiene nada. ,A,bundan, por e1 centrario, en eLia los
sucesos interes.antes, los personajes originales, los inci-
dentes d-r'amáticos tan diversos, que La única d.ificultad
sentida a veces es la de ordenar tal cúrmulo de detailes,
Especialmente la segunda nritad del sigio vr ofrece en
este particular a tratadisias y lectores el maSror grado cie
interés y profusién en sus episodios, ya porque dicha épc-
ca, la prime:a en que se entremezclan los indígenas y 1os
eonquistadores de Ia Galia, tuviese por esa rnisma cir-
cunstancia un cierto distiniivo poético, ya porque Ceba
semejante aparlencia c1e vi¿a aI ingenuo talento de s-l
histoliaCor Georgius !'iorentinus Gregorius, ccnocido c::r
el nonibre de Gregorio d.e Tours.
El choque de la conquista y la barbarie" las costu=i:=:
de lcs debeladores de1 imperio romano, el aspe<io ::-'-.-
tico y extraño de los mismos, han sido con frecue:c-. .---
tados en nuestros días, y en dos ocasiones i)cr uj: ::=
12 AT'GUS?I$ ?TüERRY
maestro (')" Tales cuadros bastan para que el período
histórico limitado entre la gran invasión de las Gáüas en
406 y el establecimiento de 1a dominación franca lleve
de hoy más la marc,a indeleble de sus colores poético y
local; pero el período siguiente no ha sido aún obSeto de
nirrgún estudio en que el arte intervenga" Su carácter ori-
ginal consiste en un antagonismo de razas, ya no com-
pleto, radical, combativo, sino suavizado por un sinnúme-
ro de imitaciones recíprocas originadas por la convivencia
sobre el mismo suelo. Esas modificaciones morales quó
se presentan de una y otra parte bajo numerosos aspectos
y en diferentes grados, muitiplican, en la historia de
aquel tiempo, los tipos generales y las fisonomías indivi-
duales. llay francos que en la Galia siguen siendo ger-
manos puros; galorromanos que, sojuzgados por los bár-
baros, protestan y desesperan; francos más o menos aveni-
dos con las costumbres o las formas de ta civilización, y
romanos que se hicieron más o menos bárbaros de espí-
ritu y maneras. Puede seguirse e1 contraste en todos esos
matices a través del siglo vr y hasta rnediados deL vrr,. más
tarde, las características germánicas y las galorromanas
parecen borrarse a un tiempo y perderse en una semi-
barbarie revestida de formas teocráticas.
Por una coincidencia fortuita, pero singularmente afoy-
tunada, ese período tan complejo y de coloridos tan en-
fuemezclados es precisamente el que of,rece en sus docu-
mentos originales más detalles específicos, Encontró un
historiador maravillosarnente atrlropiado a su naturaleza
en un coetáneo, testigo inteligente y entristeciilo de aque-
lla eonfusión de hornbres ]¡ de cosas, de aquellos crímenes
y catástrofei en medio de los que d.eclina lenta, pero
irremisiblemente, la vieja civilización. I{ay que ascender
hasta el siglo de Froissart para descubrir un narrador
que iguale a Gregorio de Tours en el arte de presentar
en escena a los personajes y de pintar con e1 diá1ogo.
Todo 1o que la conquista de la Galia había puesto en
parangón u oposición sobre un mismo suetro, las razas, las
clases, las condiciones diversas, figura entretejido err sus
relatos, glaciosos a veces, a menudo trágicos, siempre ver-
daderos y animados. Es como una galería mal organizada
de euadros y figuras en relieve; son viejos cantos r:aeio-
(1) Chateaubriand.: Los Mártíres, llbros VI y VII; Estudi"os o Dis-
cursos hi,stóricos, estudio VI, (Costumbres de los bár'baros¡,
R,E¿A?Os DD ¿OS TIEMPOS MEROVI¡V-GTOS
nales, reducidos, diseminados sin ilación, pero capaces de
ordenarse, de amalgamarse y de formar un poema, si tal
palabra, de Ia que hoy abusamos demasiado, puede ser
a¡:iicada a la historia.
La idea de emprender acerca deI sigto de Gregorio de
Tours un trabajo de arte, a Ia vez que de eiencia histó-
:ica, fué para mí eL fruto de tales reflexiones, y se me
rcurrió en 1833. Para desarrollar mi proyecto se me pre-
sentaban dos métodos: eI relato seguido, cuyo hilo con-
ductor fuera la sucesión de 1cs grandes acontecimientos
ccliticos, y La narración en trozos sueltos, cada uno de
,:s cuales tuviese por trama 1a vida o aventuras de algu-
l:cs personajes de aquel tiernpo. Sin vacilar, entre ambos
plocedimientos escogí el segundo; primerarnente por la
*:.iuraleza del asunto objeto de 1a pintura, tan completa
;- r'ariada como posible fuera, de las relaciones soeiales
:- 1os destinos humanos en la vida política, en la vida ci-
-,-:1 y en la vida farniliar; después, por el earácter pecu-
"':¡ de rni principal fuente de información: la Hi.storia.
.-:-.esíó.stica de los francos, por Gr.egorio Turonense,
rfectivamente: para que este curioso libro tenga todo
¡ -. valor en calidad de documento, preciso es que entre
::: nuestro pairimonio de historia narrativa, no por Ia
-'--z que arrcje sobre 1os principales sucesos, porque éstos
:'a en otras ol¡ras se mencionan, sino por los relatos epi-
. -::cos, Ios hechos locales, los rasgos de costumbres que
.--:, ea é1 existen. Si se compaginan esos detalles con la
.-=::e de los grand-es hechos políticos, y se insertan, guar-
:=::io su respeclivo lugar, en una relación completa y en-
:-::-rente dilucidada en cu,anto a1 conjunto, resaltarán
:--l ]'aun casi estorbarán a cada paso la marcha de La
:-:::"*ción, sin contar con que entonces habrá que dar a
-. :::stcría escrita de ese modo colosales dimensiones.
:-..- es 1o que hizo Adrián de Valois en su recopilación
-=:::-:. que consta de tres volúmenes infoiio, de las Ges-
::; dg ios Francos, desde ia aparición de esie nombre
:-=::: la caída de la dinastía merovingia; pero semejante- ::: .s un libro de pura ciencia, instructivo para los in-*=s::_iaiores, cargante para los lectores en general. Sería
:::-;,::bie traducir o imitar en francés la obra de Adrián
:: -i-=.-ois; y además, aunque se osara a tanto, Runca se
.'::-z-ia, a mi entender, el fin perseguido. Aun dándo-
;: :::a iaiitud en su voluminosa crónica, el erudito de1
:-:: sr:i recorta y abrevia con frecuencia surna; lima
t:
**.
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! 4¡
t+ AUGU,!?I¡V T¡I¡ERRY
Ias asperezas, eirrite vagamente lo que Gregorio de Tours
articula, suprime el diálogo o lo desnaturaliza, apunta
al fondo de las cosas sin que la forma ie importe. para
mÍ, de la forma es de 1o que se trata, de percibir sus
líneas más sutiles, de hacerla, a fuerza de eltudio, más
vivaz y más precisa, de procura.r que entie en e1la cuanto
la ciencia histórica moderna suministra acerca de las
leyes, los usos y el estado social del siglo vr.
He aquí el plan que m.e he propue,sto, porque todas las
conveniencias del asunto me lo iroponían co:no ley:
elegir e1 punto culminante del primer período Ce fusión
de las costumbres entre las dos razas, y dentro de é1, y
en un espa'cio d.eterminado, recoger y reunir pcr grlipos
los hechos rnás característieos, forrnar con ellos una serie
de cuadros que se sucedan uno a otro de un :nodo pro-
gresivo, variar los marcos, pero d-ejando a las d_iferentes
unidades del relato ampliiud y gravedad; extender y
fortificar el tejido de la narración original con ayuda de
inducciones sugeridas por las leyenda.-<, 1as pcesías de la
época, los monumentos diplomáticcs y 1os mrnumentos
figurados. De 1833 a 1837 he pubiicado en la Reuísta de
Arnbos Mutldos, y con un títu1o provisicnal ('), seis epi-
sodios de éstos, fragmentos de una historia que no puede
escribirse entera" Aparecen ac¿uí con su títu1o d.efinitivo:
Pnr-qros DE Los rrrMpos l,rERovr¡{cros, y forman la pri-
mera sección de la obra total, cuya segunda parte tendiá
:g,,ralmente dos volúmenes.
Sr falta la unidaci de composición a estas histcrias des-
::::.:ias, al menos para eI lector existirá Ia unidad de im-
:::.-'-in. Como la serie Ce los relatos no abarcará apenas
:--.:: ,,re eI espacio de medio siglo, estarán ligados en
:,::.- ::rodo pcr la reaparición de los mismos personajes,
:,- , -, ::':cuencia no harán otra cosa que desarrollarse
- --. - . - ::.. Habrá tantas masas de narración aislada
:--. : :,=,:hos encuentre suficientemente comprensivos
-:::- j,--"-- de punto de enlace a muchos hechos secun-
:-:- . :.:, iar1es un sentido general y producir con
:-, . -:', '--::.in completa. Ya será el relato de un des-
-*;. - .. --'-:'. aI que venga a unirse la desciipción de
-:. , . ' ,.-:---:r-liS sociales que han influído en é1; ora
----:
: ." - ,,. ,-. -= :-=:hcs púb!.icos, a 1os que se refieran, de
:- : : :-::: :=:s:raLes y catástrofes domésticas.
l: r:: : . : ::: l: Hlstoria de llrane!¿,
ES¿¿.?O,S DE LOS TIEMPOS MEP'ÓVÍNGTOS
La manera de vivir de los reyes francos, el interior de
1a morada real, la vida tormentosa de los señores y de
los obispos, la usurpación, 1as guerras civiles y las pri-
','adas, la turbulencia intrigante de los galorrornanos y la
indisciplina brutal de lcs bárbaros, la ausencia de todo
orden administrativo y de todo lazo moral entre 1os ha-
bitantes de las provincias galas en el seno de un mismo
reino, el despertar de las antiguas rivalidades y los odios
hereditarios de cantón a cantón y de pueblo a puebtro;
por todas partes una especie de retorno al esta.do natu-
ral, y la insurrección de las volunta.des individuales con-
tra la regla y la ley, cualquiera que sea la fcrma. en que
ésta se presente. política, civil o religiosa; eI espíritu de
lebelión y violencia imperante hasta en los cenobics de
raujeres: tales son los cuadros diversos que he intentaclo
trazar eonforme a los nronumentos coetáneos X cu¡r¿ ¡"-
unión debe ofrecer une- visión de conjunto de la sexia cen-
turia en la Ga1ia.
He hecho un estudio minucioso de1 carácter y el des-
iino de los personajes históricos, y he tratado de infundir
realidad y vida a aquellos que la Historia.ha descu-idaclo
más. Entre esos personajes, hoy célebres u obscuros, do-
¡riinarán cuati:o figuras, que son tipos representativos de
su siglo: Irredegunda, Chilperico, Enio l{ummolo y el
propio Gregorio de Tours, Fredegunda, el ideal de la bar-
barie rudimentaria, sin concieneia del bien y del mal;
Chilperico, el hombre de raza bárbara que se asimila los
gustos de la civilización y en 1o exterior se p'.r1e sin que
pase más adelante la reforma; Mummolo, el hombre civi-
li.zaCo que se hace bárbaro y va depravándose a gusto
1;ara ser más de su tiempo; Gregorio de Tours, el hombre
ce1 pasado, de una época rnejor que 1a presente, de grave
pesadumbre para él; el eco fiel de los pesares que en
ciertas almas elevadas suscita una civiliza€ión que se
extingue.
El deseo de hacer conocer íntegramente y de exponer
ccn diafanidad el pensamiento histórico bajo cuya in-
fluencia he comenzado y proseguido mis Rrr,eros del si-
glo vr me ha movido a añadirles una disertación preli-
¡einar. Quería yo mostrar qué relación tienen con el con-
junto de rnis ideas sobre el fondo y las consecuencias de
nuestra histcria estas narraciones detalladas de un tiem-
Eo tan distante de nosotros. Para establecer mi punto de
r-ista tan sólidamente como me fué posible, examhé lcs
l5
16 .á,UGUSTIN ÍrIIEF.P"Y
ii
diversos sistemas históricos que han reinado sucesiva o
simultáneamente entre nosotros, desde el renacimiento
de las letras hasta nuestros días; luego consideré el esta-
do actual de la ciencia, y ft€ pregunté si de él resulta
uri sistema bien definido y cuál fuere ese sistema. Hecho
esto, 11egué más lejos aún, y procuré tratar er proteso
1o que en las cuestiones capitales me pareció apenas en-
focado de una manera débil o incompleta. Este apasiona-
u:iento lógico, al que conscientemente me entregué, ha
engrosado mi preámbulo hasta asumir las proporciones
de una obra aparte que titulo: Conszderqci,ones sobre Io,
Histori.a de Francia.
Es cosa útiI que de vez en cuando un hombre de estu-
dios concienzudos venga a reconocer 1os puntos flacos
o los fuertes, y á .establecer, digámoslo así, el balance
de cada porción de Ia ciencia. Yo lo he intentado, doce
años hace, con nuestros libros de historia nárrativa (1);
hoy 1o ensayo en un género de obras históricas menos
populares, pero cuya crítica no es menos importante, por-
que de ese punto emanan lo verdadero y 1o falso y se
propagan por el campo de la Histcria propiamente dicha.
Me refiero a los esc¡itos cuyo objeto o pretensión es po-
ner de manifiesto la filosofía, la política, el espíritu, el
sentido Íntimo, el fondo de la Historia. Son ellos los que
imponen a las obras narrativas las doctrinas y los méto-
dos; mediante ias ideas reinan despóticamente sobre el
dominio de los hechos; señalan en cada siglo con su
huella peculiar, o más fiel o menos exacta que antes, 1a
masa de los recuerdos nacionales. Por eso he puesto em-
peño en juzgarlos escrupulosamente y, a poder ser, defi-
nitivamente; en deslindar lo falso y 1o verdadero en cada
uno, separando 1o que hoy está muerto de Io que aun
presenta para nosotros señales de vida.
En este examen me he concretado a 1as teorías funda-
mentales, a los grandes sistemas de Ia Historia de Fran-
eia, y he discernido los elementos esenciales de que -.e
eomponen. He hallado la ley de sueesión de los sistemas
en las conexiones íntimas de cada uno de ellos con la
época en que apareció. He determinado, etapa por etapa,
Ia idea nacional dominante y las opiniones de clase o de
partido scbre los orígenes de la sociedad francesa y sobre
sus revoluciones. En una palabra, he señalado y descrito
ir) Véanse las {Cartas sobre la Historia de I'ranciar.
f,tr{LÁTos DE Las fIl,'¡/{Po,s ¡fEiO1¡IIYGIOS
el carnino recorrido hasta la fecha por la teoría de 1a
Historia de Francia, todas las giandes i.íneas seguidas o
abandonaclas, el punto de partiiia., el de paso, el en que
ahora estamos y el a qLle ncs dirigimos.
Cuando me hallal:a escribiendo estas páginas de histo-
ria crítica, procurando ;uzgar a 1a vez y aclalar por slrg
mutuas relaciones los tiempos y los libros, tenía ante los
ojos un moCelo desesperante. EL Si. Viljemain acababa de
publicar ia parte complementaiia de su célebre Cuadro
del síglo XVIJL Encontraba yo etr é1, en su más alta
perfección, la alianza. de la Critica y la Flistoria, la pin-
tu,ra d.e las cosiumbres ccn la apreciación de las ideas,
el carácter de los hombres ;r eI carácter d-e sus obras, las
influencias recílrrocas entre el siglo y el escritor. Esta
doblc. visión, reproducid'a en multitud de iormas y con
una varieaiad. de diseños veldaderarnente prodigiosa, e1e-
va la historia lite:aria a la plena dignidad de la historia
socia.l, y hace de aqr-rí:11a cc}mo una ciencia nueva cuyo
creador es-el Sr. Villernain. Cornplácerne proclamar aquí
esia parte d"e su gloria que Ltna prolongada amistad entre
nosctros r::e hace rnás o,ueiida, y huélgome de decir que
c-uanCo necesité ensaya-r algún paso en la senda que é1
ian a sus anchas ha re,corrid,o, siempre busqué e1 ejemplo
y la regla en este admirable histcriacior de las cosas deI
espír'itu.
En la parte dogmática de 1a-s Consideraciones sobre la,
Ilistcris, de Fra,ncía, una €Llestión cuya i.lnportancia se
aquilata vivantrie, -La C-el régin:en rrltnicipal, me ha ocu-
pado rnayor tleral:o qne tcCas 1as demás. He historiado
las variacicnes Ce ese ::égi::re:r desde lcs tiempos roma-
nos hasta el sigio xir, a fin de evid.enciar de qué manera
]' en cuáI medida hubo en éi sinlu.itá:rearnente conser-
vación y ::evolución. Ile proc::-laclo deserinarañar y cla-
sificar Los elementos de diversa natiiraleza que se acumu-
laron y yuxtapttsiercn, e.scciadcs, para formar en el siglo
xrt, en ias ciudad,es tanto del l,ieC-icd.ía conlo de1 Norte,
constitucicnes deiil:itivas. I'fe he extendido particular-
mente en lo que afecta al lilunicípio jurado, investigando
ios orígenes de ese géneio d-e institurción, que fué la for-
ma do¡:rinante de la oiganización municipal en el norte
y en el centro de Francia. He examinado esa constitución
en su natura-leza y en sus efectcs, sin cuidarme de las
€ireunstencias de su- establecirniento en un lugar o en
otre. Es una esnttoversia que Cebe tarmin-ar la en que se
*.
1t
f8 áT¡GTTS?IÑ TEIERRY
:-.::::::: a:iiente corrro inútilmente el punto de saber
s: -": ::.:-1::-clas rnrinicipales de la Edad Media proceden
:: -= :-=-.:::ección o de la conceslón espontánea, Cual-
i..-::: :-;e sea la laceta del problema que se afronte,
;,::: .::::iaCo que las constituciones urbanas de los si*
;-:. ::-: :' xrirr ccmo toda especie de instituciones po1íti-
::. ::: i¡ics los tiempos, han podido instaurarse abierta-
:r-::r::. ctorgarse con espontaneidad o por la fnerza, set
a::::,caCas o soiicitadas, vendidas o concedidas graeiosa-
::--=:-:e; las grandes revoluciones se efectúan por todos
esss nedios a la vez.
tos Ral¡,ros DE Los rrEMFos MEnovrNcros cerrarán,
creo, el ciclo de mis trabajos de historia narrativa; sería
temerario lievar más al]á mis designics y rnis esperanzas.
I{ientras yo intentaba en esa obra pintar la barbarie
franca, mitigada er: el sigio vr por el contacto de una civi-
lizacién a la que devora aquélia, me ha venido a las
mientes con frecuencia un recuerdo de mi primera juven*
tud. En 1810 acababa yo mis estudios en el colegio de
Blois, cuando en éi circuló, traído de fuera, un ejemplar
de Los Mé.rtlres. Fué un gran acontecimiento para los
que entre nosotros sentían ¡ra el arnor a lo hello y la
admiración por la gloria. Nos disputábarnos el libro; se
convino en que por turno lo leeria cada cual, y a mí rne
liegó la vez un día de asueto, a la hora del paseo.
"A,quel
día fingí haberme hecho daño en un pie y me quedé solo
en casa. Leía, o mejor dicho devoraba, las páginas sen-
tado ante mi pupitre, en un salón abovedado que era
nuestra sala de estudios y cuyo aspecto parecíame entcn-
ces grandioso e imponente. Experimenté al principio un
vago encanto, como un deslumbramiento de ia imagina-
ción; pero cuando llegué al reiato de Eudoro, a esa histo-
ria viva del imperio decadente, yo no sé qué interés más
activo y más impregnado de reflexión se despertó en ml
ante el cuadrr: de la Ciudad Eterna, de la eorte de un
emperador romano, de la marcha de las legiones de Roma
por los fangos de la Batavia (') y de su encuentro con
un ejército de francos.
Había yo leído en la Historia de Francia para uso de
los alumnos de ia Escueia Militar, nuestro libro clásico:
<Lcs francos o franceses, dueños ya de Tournai y de las
orillas deJ. Escalda, se habían corriclo hasta el Soma.,.
(r) Nombr€ que llevé SfolÉ-qda bajo ci dor.elnló germánleo, {S,
dst T.!
RELATOS Db ¿OS fIEÍ4POS MEROVI¡¡GTOS
Clodoveo, hijo del rey Chiid-ericc, subié al trono en 481
y consolidé con sus victorias los cimientos de la monar-
quía francesa> ('). Toda rr,i arqueología medieval se ci-
fraba en esas frases y otras del mismo jaez que me había
aprenCido de memoria. Fraroceses, trana, nLonelquía eran
para mí el principio y el fin, el fondo y la forma de
nuestra historia nacional. liada me había sugerido la
idea de esos terribles francos del r'izconde de Chateau-
l¡riand engalanados con Los despojcs de los osos, de las
racas marinos, de los aurocs {2) A de los jabalíes; d,s
aquel campo .atrincherado can planchas abarquill,adas de
cuero A carros tirad.os po?É grandes bueEes; de aquel
ejército alineaclo en triángulo, dor¿Ce no se disiinguía má,s
que un bosque de fró.mecs, piel,es de animoles A cuerpos
sentid.es'nudos. A rnedida que a mis ojos se desa.rrollaba
el ccntraste tan dramático del guerero salvaje y el sol-
iado civilizado, sentíame más y más sobrecogido; la im-
presión que en mí produjo el canto de guerra de los
i¡aneos tuvo algo de eléctrica. Dejé et sitio en que me
sentaba, y, recorriendo el salón de punta a punta, repetí
en alta voz y haciendo resonar mis pasos en las losas:
<¡Faramund.o! ¡FaramunCo! I{emos cambatid,o con Ia
€ Jguuu.
>Hem.os lanzada Ia fruncisea (') de dos filos; eaía el
e:LCor de la frente de Los guemeros y chorreaba a lo larga
ie sus brazos. Las ó.guilas y las aues de ga.r";a.s amsrillas
'::':t,zaban gritos d.e júb;.Io; el cueroo nadab.a en td san-
;-e de los muertas; eI Océatlo tod.a no era más que ung
.'.cga. Largo tie,rnpo I'tan llorado Las aírgenes.
>;Faramumd,o! ¡Faramwndo! Her'rLos conxb&tido eorú la,
e;pcda.
>-Yueslros padres han rnuerto en las butallcs,' todos los
:"*-:res han gemido; hartdbanLas, nuestros padres, de car-
:.::a. Elijam,os esposos, sltt¿z. Lech.e sea sl.ngre !! que $e-
3::t l^tenchir de denuedo l"os carazones de nuestros hijos.
?::tn^tundo, ga eI canto béLico acaba; corcen les horas de
,; .^rda; sanreiremos cuando haya que mari,r,
;-isí cantaban cuarenta mi1 bárbaros. Los jinetes alza-
;. CamTendla de la tÍistorid d.e Franeíü, pa¡a uso de los alumncs
a::: Real Escuela Militar, que forma parte del cuxso de estudj.or ¡e-
::::aio e impreso por orden del rey, l?89. J}*
: Bueyes bravos de la llanura e¿ la; Galias y Germad¿ ($.
'.:i Segur o baeba. (I'I. del T.i
¡e
És AOGUSTIIf TFIIE,HIi,Y
ban y bajaban en cadencia sus blancos broqueles, y a
cada estrofa golpeaban con eI hierro de un dardo sus pe-
chos cubiertos de hierro>) (').
Aquel momento de entusiasmo fué quizá decisivo para
mi vocación futura, No tuve co¡iciencia entonces de 1o
que acababa de pasar en mí; mi atención no se detuvc
en ello; pero cu.ando después de inevitabies tanteos para
la elección de una carrera me entregué por entero a la
Ifistoria, recordé ese i*cidente de mi vida y sus menores
eircunstancias con singlllar precisión. Hoy, si me hago
Ieer la página que tanto me impresionó, I'uelvo a sentir
rnis emociones de hace treinta años. Ile ahí 1a cieuda qu.e
contraje con el escritor genial que abrió y Cornina e1 nue-
vo siglo literario. Toclos cuantos en seniid-os diversos ca-
minan por las rutas cle este siglo 1o han encontrado igual-
mente en el ortc cle sus estl1.(iios, en su primera ins-
piración; nc hay uno sclo qu-e no deba d,ecir'le, co1'rao
Dante a Virgiiio:
Tu duca, tu si,gnare e tu '¡naestro"
París, 25 de febrero de 1840.
PRIIIER RELATO
Los eugsno r{rJos DE Clotsnio f. * S'¡ canÁcrrn. * Sus
tvfATnrrvxo},{ros.
-
I{rstoa:¡ l¡ G¿r,sgnqra'
(561-568)
A algunas leguas de Soissons, y a o::ilias de un río. se
encuentra el puebio de Biaine. E::a, en e1 siglo vr, uno
Ce esos inmensos fundcs en qu'e ios reyes de 1cs franccs
so1ían iener su ccrte, prefiriénclo1os a las más beiias ciu-
Cedes de la Ga1ia. Lá rlansión real no tenía nada de1
aspecto r:rilitar de lcs castillos c1e la EdaC l4cdia; era
unl vasta ccnstrucción rodeada de périicos de arquitee-
iura roÍnana hecha a veces Ce medera's cuidaclosamente
tlabajadas y exornada ccn esci-rlturas que no carecían de
:legancia. En dereCor de1 princrpal cuerpc de edificic
ha11ábanse dispuestos por nrden los alojami.entos d-e 1os
cficiaies del palacio, ora bárba¡os, ora romancs de crigen,
¡ ios cie 1cs jefes de niesnada que, segiin la ccsiumbre
lermánica, se habíe.n alistaCo co11 511s gu-eliercs en Ia
!'rardia (1) riel re-v, es decir, halcían cclilaídc un corn-
i:romiso especial de vasailaje y de iid'etCaC-. Otras casas,
-e apariencia más humilde, esta-ban ocr:pad-as por gran
iiméro d.e familias que ejercía-n, hcnirles -v t::ujeres, to-
ja clase de oficios, desde 1a oliebiería ,v 1a fabricación
ce armas, ha.sta la profesión de tejedor y curtidor; ciesde
ei bordado en seda y cro, hasta la n:ás grcsera prepara-
clón de la lana )' e1 iino'
Las más de esas familias eran gaias, nacidas en tra por-
c:ón del suelo qu-e eL rey se había adjuCicado por derecho
'':e conquista, si no habían siLo viclentamente transpor-
:acias de algunos puebios próxin-ros paia cclonizar el do-
::inio real; perc' a juzgar pol 1a fisqgomía de los nom-
i.., ptopiáE irabia iari¡ién entre uf;enut germanos y
,r) fr?rste.
22 áUGUS?¡AT
"IT¡EEE?
otros bárbaros cuyos padres pudieron venir a Gaiia como
obreros o servidores a la zaga de las hordas conquista-
doras. Por lo demás, cualquiera que fuese et orig;n
-o
género de industria cle tales familias, todas ocupabin la
misma categoría. social, y eran designadas por él -irmonombre: el de iiúcs en .iengua tudesca, v en latín el de
fi.s.caliní,.es decir, adscritos at fisco, fdificios de explota-
ción agrícola, para yeguadas, estabios, apriscos y gránjas,
amén de las chozas de los cultivadcres y las cabañas de
. los siervos del- dominio, ccmpleta¡an el poblado rea.l,
que se
-asemejaba
perfectamente, aunque en rnayor es-
cala, a las ald.eas de la antigua Ger¡nania. En el emplaza-
miento mismc de esas residencias había algo que evocaba
el recuerdo de los paisajes de allende el Rin: la mayor
parte de aquéilas se encontraban en la linde, y algunas,
en e.l centro de las grandes selvas, mutiladas después poi
la civilización y cuyos restos admiramos todar,íá. -
Braine fué la mcracia favorita de Clotario. el último de
los hijos cie Clodoveo, aun después de que la muerte de
sus tres hermanos ]e dió la soberanía sobre tcda Ia ex-
tensión cie la Galia. AIIí es donde hacía guardar, en el
fondo de un camarín secreio, ios g|andes arcones de triple
cerradura que contenían sus riquezas en oro amonedado,
copas y preciosas joyas; altí tarnbién clonde practicaba
los principales actos de su poderío real. Convocaba en
sínodo a ios obispos de 1a.s ciudacles galas, recjbía a los
embajadores de los soberanos extranjeros y presidía las
g:'andes asambleas de la nación franca, suguldas de 1os
iestines tradicionales en Ia raza teutónica, en los que ja_
Lalíes y gemos enteros se servían ensartados
"r.
ét oia-
r -:. y barricas desfondadas ccupaban las cuatro esquinas
i:: la sala. IVlientras las guerras contra los sajones, ios
:,--:-res o los gorios de la Septimania no ie liamaban
-.'-.. Clctario empleaba eI tiernpo en pasearse Ce uno
., . - :lominio. Iba de Braine a Attigny, de Attigny a
-- :....:::e, de Compiégne a Verberie, consumiendo ,rrus
:::j _:'.: en sus posesiones reales las vituallas que en
::r.: :n ::t:ntonaban, entregándose con sus leudos de
- -.
-_ :. ,,- a a lcs ejercicios de la caza, la pesca o ia nata_
--_:'. --:.,.-::a:do sus nllmerosas amantes enire las hijas
:=. ,' -: -j. Con frecuencia, de Ia situación de cón_
:_r:-::! :::.::: esas rnujeres a la de esposas y reinas
i -:. :.:.j--- :::...j¿i.
C-::-::, c:;.':s
=atri::ronios no es fácil contar ni cla-
PPZA?OS DE ¿OS TTEMPOS MEROVTNGIOS 2s
s:!rcar, se casó de ese rnod.o con una joven de la más hu-
::-:.ie cuna, llamada Ingunda, sin renu-nciar, por otra
.::te, a sus hábitos licenciosos, que ella sabía tolerar,
c-:ro mujer y como esclava, con absoluta .sumisión. Clo-
:ario la ar¡aba mucho y vivía con elia en perfe'cta inteli-
g:rcia; un día ella le dijo: <<El rey, mi señr..rr, ha hecho de
s'.r sierva cuanto ie plugo y me ha llamado a su lecho;
c:-:naría sus beneficios acogiendo ia petición -le su sier-
','a. Tengo una hermana, llamada Argnnda, que está
a:ecta a vuest¡o servicio; dignaos buscarle un marido
',-aieroso y hacendado, para que yo no sienta humillación
!:r causa de ella; éste es rni ruegc.> Tal pretensión, es-
c:leando Ia curiosidad CeI rey, despertó su humor liber-
:::'io; marchó aquel misrno día hacia el dt¡minio en que
Labitaba Argunda y donde ejercia alguna de las profe-
s:cnes entonces destinadas a las mujeres, como el tejido
1' el tinte de las telas. Clotario, estimando que 1a prote-
g:Ca era por 1o mt:nos tan hermosa como su hermana, la
:rmó consigo, la instaló en la cámara reai y le dió el
iiiulo de esposa. A1 cabo de unos días volvió al lado de
hgunda, y le dijo, con el tono de hondad socarrona que
€ia uno de los rasgos de su cerácter y del carácter ger-
:::ánicc en general: <<Fensé en concederte la merced que
:-r dulzura deseaba de mí; busqué para tu hermana un
:ombre rico y formai, y no he encontrado nada mejor
c-'re yo mismo. Has de saber, pues, que la he tomado por
esposa, 1o que supongo no te desagradará.>> <,Que mi señor
-rcspondió
Ingunda, sin parecer emocionada ni desmen-
i:r un solo instante sus condiciones de paciencia y abne-
gación conyr"rgal-, que mi señor haga cuanto esté bien
a sus ojos, con tal solamente que su sierva siga viviendo
e: 1a gracia del rey.>>
En el año 561, de vuelta de una expedición contra uno
de sus hijos, cuya rebelión castigó haciéndole abrasar
con la mujer y lcs tiernos vástagos, Clotario con una
!:rfecta tranquilidad de espíritu y concrencia, regresó a
sj casa de Bralne; hizo sus preperatiIt para la gran ca-
c-.iía de otoño, que era entre los fra¡jcos una especie de
-.::emnidaci; y seguido de una muchedumbre de hombres,
caballcs y perros, se trasladó a la selva de Cuise, de Ia que
-: de Compiégne, en su estado actual, no es más que un
ieducido y ú1timo resto. En medio de un ejercicio tan
r':clento que ya no convenía a su edad, fué acometido por
u¡as JlebÍes, y luego de bacerse trasladar a su más pro"
Á¡JGUS?IA? THIEÉRY
ximo dominio murió en é1 a1 cabo de cincuenta años de
reinado. Sus cuatro hijos, Cariberto, Gontrán, Chilperico
y Sigiberto, siguieron sus ciespqjos hasta Soissons, can-
tando salmos y llevanclo en ia mano hachones de cera.
Apenas acab,ados los funeraXes, eI tercero de los cuatro
hermano$, Chilperico, partió apresurademente para Brai-
ne, donde obrigó a 1os custcd-ics Cel dominio real a entre-
garle las llaves del tesoro. Dueño de todas 1as riquezas
que su padre había acumulado, en-rpe:ó por distribuir una
parte entre los jefes de banda y 1os guerreros que en
Braine o en sus proxÍmidades se aiojaban. Todos le jura-
ron fidelidad, colocando slis manos entre las de é1, le
saludaron por aclamación con et título de l{onting (') y
prorrletieron seguirie adondeo,uiera qlle los condu"jese.
Entonces. pcniéndose a1 frente Ce ellos, rnarchó en 1ínea
recta sobre París, antigtia morada de Ciodoveo I y má¡
tarde capital de su prir:i"er hijo ChilCeberto"
Acaso ccncedía Ci-rilperico alg'"rna idea de preeminencia
a 1a posesión tle i-rna ciu"C.ad en ctlos tien:pcs habitacla
por el conquistacior de 1as Ga1ias; acaso no sentía otros
estímulos que 1os de aprcpiarse el paiacio imperial, cr-ryas
eonstrucciones y jardines bordeaba, fuera de la urbe, la
ribera mericiicrial dei Sena. Esta hipótesis nada tiene de
improbable, porqlre las mi:ras amblciasas de los reyes
francos apenas si rebascban la perspectir,'a d"e un prove-
cho inmediato y peiscn:.l; y además, aun conserl'ando
una acentuada ccnianrlnaciól de ia barbarie ge::mánica,
con pasiones sin fren.: y un aina cies¡:iadada, Chilperico
habíá aclquiriCo algu,nos de 1os gu.stos de 1a civilización
romana" Gustábale erigir eCificacicnes, se cor4placía en
1os espectácttlos que se dal¡an en circos de madera' y por
cima c1e todo al:rigaba 1a pretensión de ser gramático,
teó1ogo y pceta. Sus versos latinos, en 1os que 1as regl*"s
métricas y prosóclicas 'ré.ra vez se veían c'l:servadas, en-
contraban adn:ira.doles e¡.tre los nobles galos, que aplau-
dían temblorosos y exclamaban c¡.ue e1 hijo ilustre de los
Sicambros ver:cía en galanura d.e lenguaje a los descen-
dientes de Rómutro, y qu,e el río del Wahal aleccionaba
al Tíber.
Chiiperico entró en París sin oposición ninguna, y
albergó a sus guerrerüs en las torres que defendían los
puentes d.e ia vil1a, circundaCa entonces por e1 Sena.
(1) Kani,R,s signiJita ?€v en cl dlslecto dó los franeoc- Véan$e
9¡-LA?oS DE LOS TIEMPAS MEE0VI¡üGIOS
isro noticiosos de aquel goipe de man';, ics otlos tres
;:ios de Clotario se unieron conira ei que pretendía to-
u:.arse por sí mismo su pa::te de la herencia paterna, y
a::nzaron sobre Farís a marchas fcrzadas con fuerzas
-.::etiores, I{o osó Chilperico hacerles frente, y, r'enun-
:-lrdo a slx empresa, se sometló a 1as eontingencias de
'-:a par'uición hecha a gusto de toaos. Ese repario d-e la
G:.;a entera y de una porción consirierable de Gerir-lania
.= ejecutó por sortec, cor¡ió e} que irabía tenido efecto
-'-:iiro siglo antes entre los hijos de Clocloveo. IIubo
-:a'.r'o 1otes, correspondientes, con liger:as variantes, a las
:-r.:ro partes de territoi'io, designaiias con los nornbres
'-' :'eino eie París, reino de Orleáns, iieustria y Aus+,rasia.
Caril¡erto obiuvo en el sorteo la parte d.e su tio Chii-
::r:rio, es decir, el leirto a que deba nombre Farís,
;' que, extendiéndose lor-rgitudinaimente C-e Norie a Sur,
- :::-¡rendía a Senlis, Melu-n, Chartres, Tours, Poitiers,
S'- :ries, Eurdeos, y las ciudades de tros Firineos. Gontrán
:---,-l por lote, con el reii:io d.e ürlieáns, patrimcnio de su
--- Ciodomiro, tocio e1 territcrio de los Burguncios, <iesde
:- S:ona y lcs Vosgcs hasta 1as Alpes y el mar de Fro*
-..,.a. La parte cie Chilperico fué la de su padre, el reino
:= <r.issons, que ics f¡:ancos llarnaban f{eostemlke o reino
-= Cccidente, )'eu€ tenía por límites al Norte eL Escalda
; .., Sur el curso clel Loira. Y, en fin, el reino de Oriente,
}::ei'-rike, tocó a Sigiberio, qile re¡-lnió en su poder la
---l-.':'inia, todo el nordeste cle la Galia, y la Germania
"..::1as frontcras de ios sajonts -ir ds ics eslavos. Fa::ece,
-:--' :tia p¡-ice. que las ciuriad-cs hu.i¡ieran sido ccn'radas
-.-:: Lira, y que só1o su nún:eio sirviera de base para Ia
:-..--,:n cie ios cuatlo Ic'¡es; porqu-e ir:tieper:ciientemente
:. -: cu,e tiene de e:<trairc seir:.eja,nte división territorial,
:' .::::,,.sntran numerosísimos territorios de cu.va asigna-
: -:- ::sulta Lmposible d-arse cuenta. Ilouen y l{antes co-
:.,-...iÍ.:i"';1:'"*3"n;,1t'iil?i;'L,"ÁffiJ',ih3l.t:
: l-:-,rin, y Aviñón, a Sigiberto. Finaln:ente, Soissons,
-."-,:.- ie 1¿ ldeustria, se ha1ia, por decirlo así, bloqueada
:*,.-= c'.;.atro ciudadesl Serrlis y lr{eaux, Laon y Reims,
;.: .---=.::entes a jos dos reincs cle París y de lfustrasia.
- *:;3 que ia suerte htr.bo asignado a los cuatro her-
r::.:> s,-:.s iespectivas partijas de ciudades y d.ominics,
l;-: '-;-J cle ejlc: ju.r'ó, pr:r ias reliquias de 1os santos,
::::-:.:-'se con su propio lote y nc ir:vaciir fuera de él
AUGUSTÍIV f¡{rgEhY
nada. ni pcr fuerza ni por astucia. El julamento no tar-
dó en ser viclado: Chilperico, aprovechando una ausencia
de su hermano Sigiberto, qlle guerreaba en Germania a
la sazón, atacó a Rerms de improviso, apoderánCose de
la ciuCad, ccmo también de otras varie.s igualnrente a su
alcance. Pero no disfrutó mucho tiempo de tal conquista.
Sigiberto reiornó victorioso de su camparia allende el
Rin, recobró sus ciudades una por una y, persiguiendo
a su hermano hasta e1 pie misrr,o de los muros de Sois-
-sons, ie deshizo en una batalla y entró por fuerza en la
capiial'de 1a Neustria. Conforme aI carácter de los
bárbaros, cuyos ímpeius son violentos pero de poca du-
ración, se reconciharon los hermanos, prestancio nuevo
juramento de rio intentar nada uno contra otro. Ambos
eran de genio turbulento, batallador y vengativc; Cari-
berto y Gontrán, [renos jór,'enes y menos apasionadcs,
gustaban de 1a paz y del repcso. En lugar del aspecto
guerrero y duro de sus antecesores, Cariberto afecteba
la actitud tranquila y un tanic pesada de los magistrados
que en las poblaciones galas administraban justicia con-
forme a las leyes romanas. Tenía incluso la pretcnsión de
ser perito en jurisprudencia, y nir-rgún género de lisonja
le era más grato qlre el elogio de su hal:ilidad en litigios
embrollados y de la facilidad con que, aun siendo ger-
mano de origen y de lengua, se expresaba y dis,curría en
latín. Por singujar contraste, en el I'ey Gontrán :;e aliaban
los modales haLritualmente duices, sacerdotales casi, con
accesos de fulor súbito dignos de las florestas de Ger-
mania. lJna vez, por un cuerno de caza que había perdido,
hizo torturar a varios hombres libres; otra condenó a
muerte a un noble franco por sospechar que había matado
a un búfalo en el dominio real. En sus horas ecuánimes
tenía cierto sentimiento del. orden y la mesura, mani-
festado especialmente por su celc religioso y por su su-
misión a los obispos, que eran entonces el ejemplo vi-
viente.
Por el contrario, el rey Chilpetico, una especie de des-
preocupado semisalvaje, no daba oídos sino a sus propios
caprichos, hasta en lo concerniente al dogma y a la fe
católica. La autcridad del clero le parecía insoportable,
y uno de sus grandes placeres era invalidar los testa-
mentos otorgados a favor de una igLesia o un monasterio,
El carácter y la conducta de los obispos eran el tema
principal de sus charrzas y sus befas en la rnesa; a uno
P.ET,ATOS DE LOS TTEMPOS MEROVI,IVGIOS
i1-potuj"l".de ligero, a otro de insolente, a éste de char_
:::u" y oe ruJurtoso a aquéI. Lós grandes bienes, cada:-a,en aumento, que ia. Iglesia disfiutaba; la influenciace los obispos en las cjuáades, ao"oe Jeiae el adveni_
=iento de los bá¡baros poseían t; ;;;;;"rre de las::errogativas de ia antigua magistratura"-uni.ipat; toáas:sas.riquezas y ese pcderío, énvidiados pá. ¿j .* q,ru
::::cibiera ningún medjo de adue¡ársóiás,-éxc¡ta¡an suscelos viv¿mente. Las quejas q"" prái"riá-Lri'ru despecho:c carecían de buen seut;do, y a^menuclo." t" oíu."pe_-.::: <Ved cómo lu:estro_ erarió se empobrec.e; r,ed cómo
3:sa nuestra fortuna a. las iglesias; en verdad, nadie rei-:a, a_no ser los prela,lcs; se-eclipsó nuestra horr"a y re::ansfundjó a los obispos ¿" t", óiuOua"s.u
Fuera de esto, los hijos de Clotario I, a excepción del
;és joven,
.sigiberto, tenían todos
";;";
grado el vieio
-,, ra tnconlrneltcla, y casi nunca se conformaban con una
=-u¡er sola, abanConandc sin el menor e...liputo
"
.rni::cjente esposa y reanudando su intimiáaJcon ella luego,
: -,"I!"9 de antojos de momento. El piadoso Gontün¡::rbió de cónyuge tantas veces po"o *á.'o menos comos:s dos hermanos, y, al igual_cle ellos, turro concubinas,
:-:.a de las cuales, llamada Veneranda, ero t i¡" de ung:lo afecto al fisco. El rey Caribeito t;;t , un mismo--=:1po por amantes a. dos hermanas de gran belleza quá
-.::rraban-en el séquito cle su *r:ur,'in?Jerga. Una se..=:raba Marcovefa y vestía hábit; C; ,"'ligioru; el nom-
i..:'.j.'-^1",:ti1,:11 M:fofteda: hijas .1u u,', o-brero en tana,::::aro de origen y lite del dominio rea1.
l:igobelga, celosa deI amor que su mariCo demostraba a:;:e.llas dos mujeres,_-hizo cuanto pudo por apartarle:: :llas,. sin lograrlo. l.Jo aireviéndor", ao,r-todo, a mal_:":ar ni a despedir a sus rivales, ii:-raginó una estrata_:::--:a gue le parecía a propósito para Jesviar ai rey de
,
=,: J'i 3!' ili#.*l T,1" f,l i'::,;:T Ur:t:l t'¿tl;:= ::lacio. Mientras esiaba el hombre
"n-ru
j"r"", t"uba-
.-::.:tr a ccnciencia perra
_mostrar su celo, la reina, aso-::: jo.se a.una ventana, ilamó a su mariJo: <Venid _le:--_ :-, venid acá a ver algo nuevo.> Acudió el rey, miró:-:.::ándose, y colno no viese rnás que un cardador dei::. se encolerizó, hallando la broma de pésimo gusto.-,. :::piicación que siguió entre los dcs cónyuges fué vio-
-'-= y produjo un efecto enteramente contra¡io al que
AÜGUSTÍN
";IIEERY
esperabe Ingoberga; a ella es a guien repudió e1 rey para
casarse con Merofleda.
l poco, juzgando que una sola mujer legítima no le
' bastaba, Cariberto dió solernnemente el título de esposa
y reina a una joven llamada Teodegiirla, cuyo padre era
pastcr de ovejas. Pocos años después, Merofleda murió,
y al rey le faitó tiempo para caserse con la hermana de
aq¡-réila, L{arco'¿efa. F"esulió así culpabie, con arregio a
lai leyes eclesiásticas, de un dcbtre sacrilegio, como bíga.rno
y corno consorte de una rnujer que ha'nía to¡¡ado e1 r'elo
, áe reiigiosa. Inti¡ledo por San Geri:rán, c}:ispo de París,
a romper su segrr-ndo mairimcnio, se negó obstin.adamente
y fué excomulgado. Fe-rc la fglesi.a ng eta sie:npre la más
iuerie en su htcha contra el orgullo brutal de los here-
deros de la conquisla^ l{o conmoviÓ sernejante sentencia
a Cariberto, quien guardó consigo a sus dcs mujeres'
Entre todcs lcs hijos de Clo'r,aria es a Chilperico al que
la.s crónicas contemporáneas ailibuyan mayor número de
reinas, es decir, cl.e rtui:res con ü1u-i;^nes se despcsó con-
forme a 1a 1ey franca, pcr e1 ani11o 5' e1 dinero' ljna de
ciichas reinas, Au-Covera, tenía a su, servicio a una joven
liamada Fred-egunda, de origen franco y de tan excepcic-
nal belleza, qr-ie e1 rey, descie e1 puntc que tra r.'ió, quedó
p.rendado ctre e1ia. Por muy halagüeño qrie ese amot fu'era,
no dejaba de ofrecer peiigros a una calrarista que por
su pcsición esiaba a rcercerl c1e 1os celcs 3r l3 lrsngsn2¿
cle su señova. Pero no se api.lró FreCeguaCa pcr lan poco;
tan astuta coi¡a alnlriciJsa. se Frcpusc s;iscltar, sin corn-
prcmeterse, motivos legales Ce separa'ción entre Chilpe'
iico y la reina Audor:era. A creel a una tradicióll muy
arraigacla un siglo después, 1o consigr-rió, gracias a la
connivencia de un obispo y a la simplicidad de ia propia
reina. Aeaba.ba de reunirse Chilperico ccn su herrnano
Sigiberto para lnarchar del otro lado C.el Rin contre los
ptt"blot de la Confederación sajona; había dejadc a Au'Cc-
vera encinta cle algunos meses. Anies del regreso del rey
dió a luz aqu.élia una niña, y no sabiendo si Cebería ha-
cerla bautizar en ausencia de su maridc, consuitó a Fre-
degu.nda, la cua1, ]:abilíslma en el disimu-lo, no le ins¡ri-
. raba scspechas ni degccnfianzs.
<<Señora **ontestó !a ca¡:rarista-, cuanCo el rey mi
señor vuelva victorioso, ¿cói'ao podrá ver con agrado a
una hija su].-a no estando baut!-zada'l> 'Iomó la reina por
br¿eno este ccnsejc, y FreCegui'ieia se pLlso a pl'eperar
.:iáTOS Dg. LOS T¡EI'íPOS I4EItüV¡¡fGÍOS
::rCamente, a tuetza de intrigas, el lazo que a tender se
.:-spcnía.
Llegado el clía d-el bautizo, a la hora señalada para la
c:remcnia eI baptisterio estaba adcrnado de colgaduras
-'- guirnalCas" Fresentóse e1 obispo, en hábitos poniifica-
-=s: pero la madrina, una noble d.ama franca, no llegaba,
J- en vano 1a aguardaron. La reina, sorprendida por este
::::tratiernpo, no sabía qué resclver, cu.ando Fredegunda,
-:: ai lado de eila estaba, 1e dijc: <<¿Qué falta os hace
.,'-.s:ar una maCrina? Si a ninguna igual vuestra habíais
:: encontrar para tai cargo, desernpeñad1o vos misma.>
:- obispo, a Cespecho de su.s deberes, lLevó a cal:o los
:::cs del hautismo, y Ia reina se retiró sin comprender
-=: consecuencias que había d,e acarrearle eI consumado
.::c reiigioso.
A1 r¡olver Cirílperico, todas las dcncellas del Corninio
:.:1 saliércnle al errcuentro lievando flores y cantando
:'::'sos en su loa. Al al:ordarle díjole FreCegunda: <<Sea
.--:s
alabe.do por la derrota que el rey nuestro señor in-
-'-.-:1ó a sus enernigos, y a la vez pcr la hi;a o.ue le nació
:: srit au-sencia. Fero ¿con quién dormirá esta noche roi
:.irr? Porque hoy 1a reina es tu comadre, como madrina
:: iu- l:ija Childeslnda.>> <<Fues krien
-replicó
el rey con
",',-:al tcnc-; si ccn elia ya ciormir no puedo, dormiré
:-a:igo.>) i3ajo el pórticc de palercio haIló el rey a Audo-
',:::. s!1 Ínujer, con la niña en i:razos, en actitud de pre-
.,.:,:álseia col1 u:'r gozo mezclaCo de orgullo; pero el rey,
=-=:tanclo compasión, 1e dijo: ¿<&[njer, en tu cortedad de
- .:ric has reaiize-do un acto criminal; ya en adelante
:-- ::iiedes ser rni esposa.> Y como rígido observador de
-.. ::orm¿ls eclesiásticas, e1 rey castigó con el destierro al
.r,spc que bautizó a su hija, e inviió a Audcvera a sepa-
:..,, d:r él cir el acto y a tcmar, como viu.cl.eq el velo de
:. -.:csa. Fara c¡nsclail" diól" íarios d.omifios de valor
:,:-.-lerable; eila se resignó, y eligió un monasterio siio
::- -:, ciu,Cad de l¡fans, Chiiperico hizo su esposa a Frede-
; -.-t:.:. 1- eni,re el albo::ozo de las fiestas nupciales marahó
,, ::--.a repu,diada a su retiro, clonde quince años más
:=,:: iité asesinada por orden de su antigua servidora"
::: :ai:to que los tres i:ijos ma.,¡¡ores de Clotario vivían
: - -.:'-:: c'':puia y cl ii'l:ertinaje y se casaban con mL1-
":-:-: i sri se::.,'ici¡, Sigiberto, etr rnárs joven, lej,cs de seguir
:- --=:-::lo. sr.-rrió por é1 vergüenza y aversión, Decidió
:: :::-=: nás r¿ue !1na es9ü5a. y se llropijr.So buscaila de
AUGUS?IN ?¡ÍIERRY
sangre resl. Atanagildo, rey de los visigodos estableci-
dos en España, tenía dos hijas casaderas, la menor de
las cuaies. l-lamada Brunllda o Brunequilda, era muy
ad¡r:raCa por su belleza; sobre ésta recayó Ia elección
de Slgiberto.
L-ra numerosa embajada salió de Metz, con ricos pre-
sentes, para ir a Toledo a hacer la petición de mano al
rey de los godos. E1 jefe de esta embajaCa, Gcg, mayor-
darno del palacio de Austrasia, hornbre hábil en toda
clase de negociaciones, tuvo en ésta cabal éxito, y con-
dujo desde España a la prometida del rey franco. Pcr
tiondequiera que pasó Brunequilda en su largo viaje
hacia el Norte hízose notar, según testimonio de un con-
temporáneo, por Ia gracia de sus modatres, los hechizos
de su persona, la prudencia y amenidad de sus palabras.
Sigiberto la amó y sintió por ella tclda Ia vida un afecto
apasionado.
En el año 556 se celebré la ceremonia de las bodas,
con gran pompa, en la residencia real de Metz. Todos
los señoies del reino de Austrasia fueron invitados por
el rey a participar de las fiestas de aquel día. Vióse
llegar a Metz, con su -qéquito de hcmbres y caballos, a
los condes de las ciudacies y los gobernad-cres de las
provincias septentrionales cle ia Galia, los jefes patriar-
cales de las viejas tribus francas ann establecidas más
allá del Rin, y a los duques de los Alatnanes, los Bá-
varos y los Turingios, En tan heteróclita asamblea, la
civilización y la barbarie se mostraban de bracero en
grados diferentes. Fiabía nobles galos corteses e insi-
nuantes, nobles franccs orgullosos y bruscos, y verda-
deros salvajes vestidos de pieles tan rudos de maneras
como de aspecto. El festín nup,cial lué espléndido y
animado por ia alegría; las mesas estabarr cubiertas de
fuentes de oro y de plata cinceladas, fruto de las de-
predaciones de la conquista; el vino y la cerveza le-
bosaban sin interrupción de la.s copas cuajadas de pe-
drería o de los cuer-nos de búfalo qr-ie los gernranos usa-
ban para beber. Oíase resonar g¡ las vastas salas del
palacio los brindis y los retos que se dirigian los bel¡e-
dores entre las aclamaciones, las carcajadas y tc<ia 1a
algazara Ce la ruidosa jovialidad tudesca. A los placeres
del banquete nupcial sucedió un género de diversiÓn
mucho más refinad¡r, propia para que la saboreara sólo
un reducido núrnero de convidados,
.R?L4TOS fiir LOs fiiMpos ¡4EROV¡¡1GróS _,,- , - 84
Había ent,onces en la corte del rey de Austrasia un
ital:ano, Venancio Honorio Clerr¡enciano Fortunato, que
.,':ajaba por las Galias y era en todas partes acogido
c:n grandes ciistincicnes. Hombre cle ir:genio superfi-
r:al. pero agradable, traía de su país algunos restos de
aquella elegancia romana ya casi perdida al ctro lado
ie los Alpes. Recomendado al rey Sigiberto por los obis-
pos y condes de Austrasia, que aun apreciaban y echa-
lan de rnenos la aniigua cortesanÍa, Fortunato obtuvo
generosa hospitalidad en Ia corte semibárbara de Metz,
Lcs intendentes de1 real erario tenian orden de abaste-
cerle de casa, víveres y cabaiios. Paia atestiguar su gra-
¡::ud habíase hecho el poeta de la corte, y dedicaba al
rey y a los señores poesías en latíu, quizá no siempre
i:en comprendidas, pero sí bien recibidas y pagadas. En
1rs festejos de las bodas no podía faltar un epitalamio:
r"'enancio Fortunato compuso uno de sabor clásico, y lO
¡ecjtó ante e1 extraño auditorio que se apretaba a su
elrededor, con la misma seriedad que si hubiera dado
::na lectura pública en Roma, en el foro de Trajano.
En esta composición, que no tiene otro mé¡ito que el
de ser uno de 1os últimos y pálicios reflejos del numen
tomano, los dos personajes otrligados de todo epitala-
::-iio, Venus y el Amar, aparecen con todo su apar.ato
ie flechas, antorchas y rosas. El Amor dispara certero
'.-¡na flecha derecha al corazón del rey, y f a contar
a su madre ese gran triunfo. <<&Iadre mía
-dice-,
he
iado fin al combate.>> Entonces 1a diosa y su hijo vue-
ian a través de los aires hasta la ciudad de lVletz, entran
=r e1 palacio y van a adcrnar de flores la cárnara nup-
c:a1. Surge allí entre el1os una disputa sobre el mérito
,je 1os dos esposos; el Amor aboga por Sigiberto, a quien
i-ama un nuevo Aquiles; pero Velus prefiere a Brune-
q::ilda, de quien hace este retrato:
<<¡Virgen a la que admirc y a la que adorará sü €X-
c:1so esposo! ¡Oir Erunequilda, rnás brillante y radiosa
qr,re la lámpara etérea! ¡El fuego de tcda pedrería cede
:i esplendor de tu rcstro; eres otra Venus, y tu dote
es e1 imperio de la bellezal Entle ias Nereidas que na-
ian por los mares de }libernia, en las fuentes del Oceá-
ro, ninguna puede llamarse tu igual. Napea alguna es
::.ás bella, y las Ninfas se postran ante ti. La blancura
ie ia leche y eI rojo más encendido son los colores de
l:: tez; las azucenas mezcladas con ]as rosas, la púr-
8e ÁUGUS?IIV ?¡IIERRY
pura tejida con el oro, no ofrecen nada que comparár-
sele pueda y abandonan e] combate, El zafiro, el dia-
¡i-Iante, el cristal, la esmeralda y ei jaspe, quedan ven-
cidos. ¡España ha engend.rado una perla nueva!>>
Estos lugares eomu-nes mitológicos y este tintineo d-e
palabras sonoras por io huecas a,gradaron a1 rey Sigi-
berto y a los contad.os seírcres que, como é1, compren-
dían algo la poesía latina. A Ia verdad, no había entre
los principales jefes bárbaros prerrención ninguna en
contra de la civilización; cu-anto de el1a podíao recibir
acogíarllo de buen grado; pero aquel barniz de urbani-
dad chocaba con ia1 fondo de hábitos salvajes, con tan
violentas costumbres y caracteres tair indisciplinaCos,
que no podía penetrar muy adentro. ACemás, detrás de
estos altos personajes, únicos a qu-ienes 1a vanidad o e1
instinto aristocrático hacía rebuscal: la compañía y copiar
las maneras cle los antiguos ncbles d.ei pa-ís, venía la
multitud de los grlerreios fraircos, para quienes toCo
hombre que supiese leer, a no haber h.:chc sus pnlebas
ante ellos, hacíase sospechoso Ce col:ard.ia. A1 -rnenor pre-
texto de guerra comeirzaban <1e nuevo a saquear la Ga-
lia como en 1os tieinpos de la plimera invasión. Robabarr,
para hacerios funrlir, los preciosos copones de 1as igie-
sias, y hasta las tumbas escLldriñaban en busca cle oro. En
tiempo Ce paz, su principal ocupación era ir.raqrlinar tre-
tas para expropiar a sus vecinos de laza gala y ectrarse a
los caminos i)ara atacar a ianzadas c ci:rta¡:azos a aque-
lIos de quienes se cieseaban vengar. Los.rnás pacíiiccs se
pasaban eI día bruñendo sus arriras) cazanCo o embria-
gándose. Todo se obtenía de eilos dándoies d-e beber,
todo, hasta la proinesa de proteger con su crédiio ante etr
rey a tal o cual caildidaio a un obispado vaeente.
Hostigados de continuo por hr-réspecies semejantes, re-
celando constantemente pol sits bienes o sus personas, los
miembros de ias ricas farnilias inciígenas perdían ia tran-
quilidad de espíritu, sin la cual estudios y artes perecen;
o bien, arrastrados también ellos por e1 ejeili:io, pci cier-
to instinto de independencia l¡rutal que 1a civiiización
no puede cancelar en el corazón Ce1 homh,re, se ]anzaban
en la vida bárbara, menospresiánclcio tcdo, salvo la fuer-
za física, lo que les hacía pendencier:os y revoltosos. Lo
mismo qu.e 1os gu-erreros francos, íbanse de noche a asal-
tar a sus enemigos dentro de las casas o por los caminos,
y ia¡nás salían sin llevar consigo el puñal ge-rmánico,
:
1,
.üm*r:"s pE Los ?rEMPos ñjgEov¡¡lc¡Ós . 5t
a:=-"i: skt'c¡r,c.s'i¡.r cuchillo de seg'-ridad. He ahí cómo
e" :- :spacio de siglo y meCio toda cultura intelectual,
li::,:¡ -.-30¿¡¿ia de cosiurnbres desa.parecieron d.e la Ga-
3;:. ¡::1a sola fuerza de las cosas, sin que tan deplorable
l:-:-:-: f'.r.era resulteCo de mala disl:osición u hostilidad
¡--=::-.á:ica contra la civilización iomana.
:- ::atri;rcnio de Siqiberto, su fau-sto y, sobre todo, eL
::..:-¡-o que sobre é1 hacía refluir la posición soeial de
i,: :::rsa, hicieron viva impresión, según las crónica.s
:=- :-:::ipo, sobre e1 espíritu de1 rey Chiiperico. En medio
:: ;:s eoncubinas y de las mujeres con quienes se había
r:-.:--.: a la manera de los a,ntiguos jefes germanos, sin
- --:,:s ceremcnias, pareció1e que llevaba una- vida ire-
l:: :-:ble, menos legia que la de su hermano rnenor. Re-
:---'--'tomar como él esposa de noble cllna, )¡ para imi-
-*--= en todo hizo partir una embajada con misión de ir
: --=::i" al rey de 1o: visigodos Ia mano de Galsuinda, su
:--. plimogénita. Pero seilejante pretensión encontró
::-.:.-:ulos que no se habían presentado a los mensajeros
:- i-glberto. El eco de lcs d.esórdenes del rey de Neus-
:-: había penetrado hasta en España; 1os godos, más
:-"--rzaC.os que los francos ¡r, sobre todo, más sumisos a
-- :-s:ipiina del Evairgeiio, decian en alta voz que Chil-
;.:-:c llevaba la vic.ia de un pagano. Por su parte, la hiia
--:--:i de Atanagiirio, naturalmente tímiria ¡Je carácter
: --:-. y triste, tJ:nblaira ai pensamienio de'farchar tan
-,-:-. ¡' pertenecer a tal hcmbre. Su madre, Gosvinda, que
-' =::--aba- iierrranente, cornpaltía sus repilgnancias, te-
:r:::s y presentimientos de ciesciicha: el rey estaba in-
-.--.c y demo¡:aba día por día su respuesta definitiva.
-:- :b, anremiado por los ernbajadores, se negó a pactat
:.:a ccn ellos si su rey no se compronetía mediante
;-::-:rento a licenciat a todas sus mujeres y a vivir con
:::.¡eva. esposa conforme a la ley de Dios. Salieron para
,1:--a unos corÍeos y regresaron trayendo una promesa
::::::a1 de Chilperico de abandonar a todas sus reinas y
:::-:ubinas al precio de obtener una mujer digna de él
: :-:;a cle un rey.
L-:a doble alianza con 1os reyes de los francos, sus ve-
:-:::s y enemigos naturales, ofrecía tantas ventajas a
-j-:::agi1C-o, que no vaciló más, y, fiado en aquellas segu-
::::Ces, pasó a ios artículos del ccntrato de bcda. Desde
:.-: ¡nomento versó toda la discusión, de una parte, scbre
; d;te que aportaría la futura esposa, y de otra, sobre
8rt rTUGÜSTÍ¡I T¡IIEREY
eI presente que le haría su marido después de la primera
noche de casados, como regalo cie torn,aboda. En efecto:
según una ccsiumbre okrservada entre todos los pueblos
de crigen germánico, la recién casada, a.l despertar, había
de encontrar un dc,nalivo cuakjuiera como precio de su
virginidad. El presente variaba mucho de naturaleza y
de valor; tan pronto era Llna suma de dinero o algún
mueble precioso, como yu-rltas cie bueyes o troncos d6
caballos, ganado, casas o tierras; pero cualquiera que
fuese el objeto en que consistiera la donación, no había
sino un nombre para designarla: la llamakran donativo
de la mañana, rr"Largengabe o mcrgatzeg'niba", según los
diferentes dialectos del idicrna germánico. Las negocia-
ciones relativas. a1 matrimo:rio Cel iey Chilperico con la
hermana de Brunequilcla, difcridas por el envío de los
correos, prolongáronse así hasta el airo 567; no estaban
terminadas todavía, cuando rr-n suceso acaeaido en la
Galia hizo su conclusión más fácil"
El mayor de los cuatro rej¡es fi:eneos, Caribcrto, habia
abandonadc los alredeCores iie París, su residen'cia ha-
bitual, para ir a uno de srls dominics, carca de Burdeos,
y gozar allí del clina y Ias prcd,-icciones ¿le la Galia
rneridional, donde Ie sorprendió la rnuerle. Originó esto
en el imperio de lcs francos una nlieva revoiución terri-
torial. No bien hubo cerrado lcs ojos Cariberto, una de
sus mujeres, Teodegilda, que era hija de un pastcr, puso
mano en el real tesoro, y a fin cle ccnservar e1 títuio de
reina hizo proponer a Gontrán que ia tcrnara por esposa,
Acogió el rey muy bien este mensaje, y respcndió con
acento de perfecta sinceridad: <<Decidle que se apresure
a venir con su tesor.o, pofque nle propongo casarme cor¡
ella y. engrandecerla a los ojos de1 pueblo; qniero que al
lado mío goce de más honores que con mi hermano que'
acaba de morir.>> Entusiasmada ccn esta respuesta, Teo-
degilda hizo cargar en varios carros 1as liquezas de su
marido, y marchó a Cirá1ons-sur-Saóne, resiclencia del
rey Gontrán. Pero a su llegada, el rey, sin cuidarse de
ella, examinó los bagajes, contó los carros e hizo pesar
1os cofres; luego dijo ,a los que le rodeaban: <<¿No vale
más que esie tesoro me pertenezca mejor que a esta mu-
jer que no merece e1 honor que le hizo mi hermano reci-
biéndola en su lecho?>> Todos fueron del mismo parecer;
ge puso en lugar seguro el tesoro de Cariberto, y el rey
hizo conducir con buena escolta, al rnonasterio de Ar-
l:s .'), a la que, bien a su pesar, acababa de hacerle tan
-.;:.ifico presente.
l,.::guno de los hermanos de Gontrán le disputó la
::..=-.rón del dinero y los objetos preciosos que acababa
:. .¡ropiarse con tal ardid; tenían que debatir, ya con
.-. ".-a entre los dos solos, intereses de mayor entidad.
l--.--ái:ase de reducir a tres partes en vez de cuatro Ia
:,"-.:ón del terrítorio galo, y hacer de común acuerdo la
:..:-:ión de las poblaciones y las provincias que for-
:':-:n el reino de Cariberto. Esta nueva distribución se
:--- ie un rnodo aun más extraño y desordenado que la
::-'-,.:a. La ciudad de París quedó divldida en tres, y
:.::: uno de ir:s hermanos recibió una porción iguaL a
-:,.. iemás" Para evitar el peligro de una invasión por
i;:::esa, ninguno debía entrar sin e1 consentirniento de
-:: :iros dos, so pena de perder no ya sólo su parte de
l.:::. sino su pat'te entera del reino de Cariberto. Se
:":-:-ió esta cláusula con un juramento solemne sobre
-'., --iiquias de los tres santos veneradcs Hilario, Martín
¡ --liuto, cuyos jr.licios y venganza pidióse qa;yeran so-
::= l; cabeza del qLre faltare a su palabra. ll
l: nismo que París, Ia ciudad de Senlis fué dividida,
:.:: só1o en dos partes; con les otras poblaciones se
:-:::aron tres 1otes, con sujeción ai cálculo de los im-
:-:::os que en cada una se percibían y sin tener para
:::: en cuenta su respectiva posición. Las confusiones
:, .::áficas hiciéronse aún más grandes, se multiplicaron
--. ::rritorios enclavados en nación distinta de aquella
:. --. pertenecían y quedarcn los reinos enmarañados'
¡-: :.:cirlo así. unos con otros. El rey Gontrán obtuvo
r: =- sorteo &{e}un, Sair-rtes, Angulema, Agen y Péri-
: -.
' --:1. Tocaron a Sigiberio, Meaux, VendÓme, Avranches,
l,-:s. Pcitiers, Albi, Conserans y los cantones de los
I..-.- Pirinecs. Y, por fin, en la parte de Ciriiperico fi'
;,:;:an, con varias ciudades que los historiadores no
: : ,.:::3n, Limoges, Cahols, Dax y Burdeos, Ias l-roy des'
: - ::s de Brgorre y Béarn, y algunos cantones de los
-'- . - ?:rineos.
:--, :que1la época se enccntraban fuera del territorio
í;-.:.:c a los francos lcs Firineos orientales, que per'
ic:=:-a:r a los godos de España, los cuales, por paso tal,
:::e rno¡asterio, el primer convento de mujeres que se es1á'
: ,: : ::: ]a Galia franca, bahia sido fundado a princii¡ios del d-
g-: -,: lcr eI obi:po Cesurus o Saa Cesáreo.
,4L¡GU.ST¡?ü fH¡ENRY
se coriunicaban con sus posesiones de la Ga,lia, compren-
didas entre los cursos del Aude y del Ródano. De este
mcdo, ei rey de Neustria, que no había poseído hasta
entonces ciu.dad ninguna a1 mediodía c1el Loira, pasó a
ser e1 vecino más próxirio del rey de lcs visigodos, srr
futuro suegrc. Esa situación recíproca, dando una base
nueva a los tratcs mairimoniales, acarleó su ccnclusión
muy pronto. Entre 1as ciuCa,dcs que Ciritrperico acababa
de ad-qr-ririr, algunas con{inaban con la frontera del reino
cie Atanagildo; 1as ctras esiaban diseminadas por 1a
Aquitania, provincia en tiempcs conquistada a los gcdos
pcr 1as victorias de Clcdoveo el Grande. Obra de hábi1
poiítico sería estilrular que algunas de esas ciudades,
perC.idas por sl-is antept-;iaCos, se le dieran por el con-
trato de boC,a a ia hija de 1-rianagildo; y éste, en efecto,
no dejó perder la ocasión. Ya por cortedad de inteligen-
cia para com-r.r-lnaciones superiores a la del interés d'el
momento, ya por cleseo de conceriar a cualquier precio
su rratrirncnio con Galsilind,a, el rey Chilperico no dudó
al prometer ea e1 contlaio, y col'no dar"atiuo de La ma'
F.ana, Ias ciuCades de Limcges, Cahois, Burcleos, Béarn
y Bigorre con su-s ierritorios. In';olucradas coino estabar¡
en las nacicnes germánicas 1as iCeas Cei Cerecho de pc-
sesión terriiorial y el derecho d"e gobierno, era factible
que algún día quedaran tales ciudades fuera de la dornl-
nación f::anca; pero el rey de l{er;stila no llegaba tan
Iejos en sus prevlsicnes. Abstlaídc en un solc pen""a-
miento, no paró míe:rtes mas qile en es'cipu1ar, a cambio
de lo que abandonaba, Ia en-irega ei1 s1;ls msnos d-e una
dote consid,elable en dinei:o ]¡ objetcs de gran valor; con-
venido ese puntc, no quedó ya ningún obstáculo y las
t¡odas fueron concertadas.
A través cie tod.cs los incidentes de está iarga nego-
ciación, Galsuinda nc había cesado de experimentar
aversión grende hacia el hcmbre 'a quien la destinaban,
así eomo vagas inquietuCes por el pcrvenir. Las prome'
ses que en nonbre del rey Chilper:ico le hicieron ic'c
erlbajadores irancos no habían lcgrad-o tranquilizarla"
Desde que se supo que su suerte oe había decidido de r:.n
modo irrevccai:le, sobrecogida por u-n iir,pulso de ter r-.¡:r,
corrió hacia su nadre, y ecirándole tros brazos atr cuello,
como un niño que busca amparo, la retuvo abrazeda rnás
de una hora, llcrando y sin detir palabra. Lcs embaja-
dores francos ss presentaron para saludar a la prornetida
::i.{?OS PE LÓS TIEI{PÓS MEñOVIÍVGTOS
:: su rey y torlar sus órdenes a fin Ce disp-o,ner la mar-
:--:: pert á1 ,t"" a 1as dos mu-jeres sollozando cada una
::- =1
seno de la otra, y tan estrechamente enlazadas que
:-::cían utridas ccn iazos ind-isolubles, aun con ser 1o
:-- :.;s que eran, se conmovieion y no osaron hablar de
---:;e. Dejaron transcurrir dos días, y a) tercero presen-
,.-.r.." d* ttr.evo ante la reina. anun'ciándotre esta vez
--" les urgía marchar, y hablanCc de J-a impaciencia de
, ..-t'y di 1o largo del camino, Lloió 1a rfta, y pidió
..,. p""u -qu hija u.n Cía de aplazatiiento' Fero al si-
,.-:nie, cuandc¡ 1e vinieron a clecir que todo estaba a
.,:.io:-'<.Un sr:1o clía más
-contestÓ-
Y ya no peCiré
"ia. i.Sabéis que allá adonde conducís a mi hija no
-:.¡,'mádie yu pu"a ella?>> Fe;:o tod.os lcs retrasos y de-
--.,:'as llegaion a agotarse. Atanagiido inte::puso srt" auto-
:-i.ad de
"padre
y de t"y; y a despecho de las lágrimas
:e la reiña, Ga"isuinda fué entregada en mancs de los
:'-:3 tenían 1s misión de lle"¡arla junto a su futuro esposo'
Una larga hilera de jinetes, <ie coches y de carr-os por-
::-j:res de equipaies atravesó las calles de Toledo-y se
--::gió hacia la
-puerta
del Norte. Sigr-iió a.caballo eI rey
.- órtejo de su hi¡a hasta un puente erigido sobre el
I::c a *lg,rtt" d.istancia de la capital; pero Gosvinda no
.',t. d=tárminarse a vol¡¡er tan pronto. y quiso ir aún
:--:s lej,..s. Dejancio 5¡r" propio coche, se fué a sentar al
--:¡ dá Galsuinrla., y de etapa en etapa, de una en otra
.,::ada, se dejó ariastrar hasta más de cien millas de
Ls:anci.a. Día por día decíase: <<I{asia allí quierc llegar>-';
::r'l Llna vez en e1 punto señalado pasaba adelante'
-=..a ya de las rnontañas, lcs caminos.se hicieron difí-
.,,:.: ái cueuta se d.ió de e1lo, y quiso ir rnás lejos
: - - :.,,ía. i-'ero corno su séqu-ito, engrcsando el cortejo
:-:-:iCerablemente, a.umentaba las difi'cultades y los ries'
; : Ce1 viaje, los noilles señores goC"cs resolvieron ne-
¡=.=. a ccnsentir Eue sLl veina avanzara una milla más'
--- -,,r que iesignarse a una separa-ciÓn ínevitable, y nue-
- :.: escenas de ternura,
-ya
algo n:lenos delirantes, se
:..:lrcilaron ent-re la maC"re y Ia hija. La reina expresó
.:- :ujces pa-1abi:as su tristeza y iemcres maiernales: <<Sé
-.--: -dijo-,
pelo I'iemblo por ti; ten cuidado, hija
:. -:. ten raucl-lo cuidado,..> A estas palabras, tan acor-
:=: icn sr:s pi:opios presentimientcs, Gelsuinda lespond:ó,
::...:d.a en llanto: <<Dios 1o quiere, fuerza e$ qut l:ne so-
'i: lrirlc q^t:,tr¡.ción 5e cc¡rSum¿.
88 AUGUSTI]V TEIIERRY
El numeroso cortejo dividióse; jinetes y carros se des-
unieron, y unos continuaron su ruta hacia adelante y
otxos dieron vuelta hacia Toledo" Antes de subir al coche
que debía volverla atrás, la reina se detuvo al borde del
camino, y, fijando Ia vista en el carro de su hija, no cesó
de mirarle de pie e inmóvil, hasta que se perdió en la
lejanía y en las revueltas de la calzada, Galsuincla, triste,
pero resignada, prosigió su marcha con dirección al Nor-
te. Su escolta, compuesta de señores y guerreros de las
dos naciones, godos y francos, atravesó ios Pirineos, luego
las poblacir:nes de Narbona y Carcasona, sin salir del
reino de los visigodos, que hasta allí se extendía; después
se dirigió, por eL camirlo de Poitiers y de Tours, a la
ciudad de Rouen, donde había de tener efecto la cele-
bración del matrimonio, A las puertas de cada localidad
de importancia deteníase el cortejo, y todo se disponía
para una entrada solemne; ios jinetes se despojaban de
sus capotes de camino, dejaban al descubierto los aialajes
de sus cabal.los y se armaban con los broqueles suspen-
didos del arzón de la silla; la prometida dei rey de Neus-
tria abandonaba su pesado carro de viaje y montaba en
otro de ceremonia, que se elevaba en forma de torre, todo
cubierto de lám.inas de plata. El poeta contemporáneo
del s'.ceso y del que tomamos estos detalles Ia vió entrar
asi en Poitiers, donde tomó algunos días de descanso;
dice que se admiraba 1a pompa del cortejo real, pero no
hace alusión a 1a belleza de ia desposada.
Chilperico, entre tanto, fiel a su promesa, había repu-
:' :..Co a sus mujeres y despedido a sus amantes. La misma
l:-.:legunda, la más hermosa de todas, la favorita entre
-,.r-:as había aquél honrado con ei títnlo de reinas, no
: - : ]:rarse de la proscripción general; se sometió con
: . . ..:ión aparente, con una buena voluntad que ha-
, .-.,::."ñado a hombres mucho más astutos que el rey
I - ,;. Parecía haber reconocido sinceramente que
:. . . --¡ era necesario, que el matrimonlo de una
:. . - .:': eila con un rey no pcdía ser tomado en
: - - s:-r obligación era ceder el puesto a una
:
- . . - ,:.-.'cr que no se la alejara del palacio,
.' . : - . , . :. -,;::i. iguai que en otro tiempo, entre
- , : :r.i . = .- =::rpleaban en el servicio real. Bajo
: - : , -: - ,: ,- -.--.--.: j había una profundidad de as-
.-.-: : -:,:.:--: :-::=:-:::a contra la que el rey de Neus-
h
9JL-{?OS DE LOS T¡TII4POS MEFOVI¡G¡OS
;r:a no supo en modo alguno ponerse en guardia' Desde
el iía misrno en que le sonrió la iCea de casarse con una
j-:celia de estirpe real, creía no arnar ya a Fredegunda
J r1o se percataba de su belleza; porque el espíritrr del
-..:..1" Clotario, como en general el Ce tcdcs 1os bárbaros'
-,
"r"
capaz cle retenet a un tiempo impresiones cle di-
'--::sa naturaleza. Fué, por 10 tanto, sin miras ttit'eriores,
:-: por debilidad. de corazón, sino sencillamente por faita
¿=
-discernimiento,
como permitió a su antigua favorita
q-:e sigtriera a su lad.o en 1a casa que había de habitar
:* nueva esposa.
Las bodas de Galsuinda se celebraroü eon igual fausto
¡ magnificencia que las de su herrnana BrunequilCa;
!:sta hubo esta vez para la novia hcnores extraordina-
:::s; y todos los francos <ie la Neustria, los seúores y lcs
-.-:rpüs guerreros, le juraron, colno a un rey, fidelidad'
i:rmados en semicírculo, sacaron todos a una sus armas
;'las blandieron en el aire, pronunciando una vieja fór-
::-'rla pagana que consagraba al filo de la espada a todo
::^uel
-qrie
violase el jur:amenio. En seguida, el mismo
:=¡' solémnemente renÁn¡é'su pron-Iesa de constancia y de
:: conyugal; poniendo la mano sobre una arqueta que
:';stodiabá únls reliquias venerables, juró no repudiar
:-inca a la hija del rey de 1os visigodos y no tomar nin'
¡:na otra mujer mientras viviese aquélla'
Galsuinda sol¡resalió, ciu-rante los festejos de sus bodas,
!:r la gracia y la bonclad con que trataba a todos 1os
::.'.-itado's; acogialos como si ya los hu.biera conociCo; ofre-
.::e a 1os unos obsequios, dedicaba a los otros palabras
a::-bles y benévolas: todos le daban prenda de su adhe-
:,in y lé deseaban una vida l,arga y Cichosa' Tales votos'
;r. .ro debían realizarse, la acompaíaron hasta la cá-
::r:ra nupcial, y al siguiente día, a1 despertar, recibió eI
*'".rgerLgabe con el ceremonial presclito por los usos ger-
:.-nlcosl En presencia de testigos seleccionados tomó en
-.: diestra el rey Chilperico la mano de su nueva esposa'
;- eon la siniesira ec-hó sobre ella una brizna de paja'
;:cnunciando en alta voz los ncnbres de las cinco ciu-
::Ces que en 1o futuro habían de ser propiedad de- 1a
:-:na. El acta de esta donación perpetua e irrevocable
-=: extendió inmecliatamente en lengua latina; no se ha
c::servado hasta nosotros; pero hasta cierto punto es
É:b1e reprodueir su texto, conforme a las fórmulas con-
i6 AUGUSTIII f¡'IERRY
sagradss y el estilo empleado en los demás documentos
de la época nterovingia:
<<Pueito que Dios há mandado que el hornbre abandone
padre y -id.te para juntarse a su mujer, que sean dcs
é* ,rn" misma carne y que no pr-teda separarse a aquellos
que e1 Señor ha unido, yo, Chiiperico, rey de los francos,
varón ilustre, a ti Gaisuincla, mi amada m.ujer, con quien
rre he casado con sujeción a 1a ley sáiica, doy en este
día por ternura d.e amor, bajo el nombre de dote y de
morgane-ghtbo, las ciudades de Burdeos, Cahors, Limo-
Jut,'geut; y Éigott", con su tenitorio y su población
ioda. Quiero que' a contar de este día, las tengas y
poseas en pelpetua propiedad, y te las entrego, trans-
ii"ro y .otrfitmo por 1a presente ca::ta, como 1o he hecho
por lá brizna de paja y por el handel't!'ng>> (') '
Los primeros meses d.e rna-irirnonio fu'eiorr, si no di.
ehosos, al menos apacibi.^s pala la nueva reina; Culce y
pacienie soporiaba con resiánación todo 1o que había de
irurque,lad arisca en el caiáctei de sri marid'o' Por 1o
á"-át, Chilperico sintió aigún tienrpo vcrdaCero afecto
üá.i" Lnu; ia amó a1 prin-ipio por vai-riciad, satisfecho
de tener en ella una espost tan nobie ccinc la d"e stl
h"t*itlo; Iu.ego, hasiiaclo ya un pcco de ese contento de
"*ot
ptópio,"-la amó por avaricia, rnerced.a 1as grand'es
sumas'de-dio."to y al gran número de o}:jeios pletiosrr's
A;; i. había aporiadc. Pero cnando por cspa'cio de a1gün
tiempo se hubo complarido en el cálcu-io de toclas e:;as
riquézas, clejó de hal1al placer en tales pensatrie:rtos, y
¿"ráu
"ito"óes
ningún aliciente 1e atrajo ya a GalsuinCa'
io q,r" en eila había de i:eileza iaoral, su carencia de
o"g.tilo, su caridad para con los pobres, l1o er'an plend'as
á-ñropésito para eniusiasmarle; poiqlle él no tenía aima
ni'sentidos *áu qu-* pa::a 1a beileza corpcral' Así l1egó
pr""t" eI morrrenio en que' pese a sus propias resolu'
'"ior"r, Chilperico no sinlió ya aI iado de su mujer sino
friaidad y enojo.
Ese momento que espiaba Fredegunda fué por ella
apro.,,echado con s'u destreza habitual' Le basió rrtcstLarse
"é*o
ol azat aI paso del rey para que ia comparación
de sus facciones óon las de Galsuin<la hiciera revivir en
ei cotut¿tt de aqr-rel hombre sensual tina pasión ma1 ex-
(Ll Hand.elang o handelog, de la palatJra hcnd,.mano' expresaba
""'
i""!"" !.tri¿ttlca la ac'"ción de ent¡ega¡, dax, transm¡tir por su
t
P'LA?OS DE ¿OS TIEMPOS MEI?OVTÍVGIOS
i-rguida por algunas bocanadas de vanid-arl. Volvió a
:'-nar por concubina a FredegunCa, e hizo ostentación de
: -: nuevo triunfo 1a fa-¡orita, lleganclc he,sta e,fectar ante
-:. esposa Cesdeñada aires altaiie:¡os y d-espreciativos. Do-
:-:nente herida comc mujer y cono reina, Galsuinda
--:ró al principio en silencic; d,espués osó quejarse al
:.,'y d.ccirle que en su casa ya no había honores ni eon-
.-ieraciones pa.ra el1a, sino injurias y afrenteLs que no
;-dia soportar, Ccrno gracia pidió ser repudiada, y ofre-
:-,. al¡andcnar todo cuanto coirsigo había traído, con 1a
;-,a conCicií.,n de que se le permitie::a volver a su país.
-a C-ejación volunt¡.-ria de un rico tesolo, el desinterés
;:: alteza de espíritu, elan cosas incci':lprensibles para
:-:ey Chiiperico; y no teniendc de esas cosas la menor
-..a. no creyó en elias. Así es que, pese a la sinceridad
:= las palabras de la triste Galsriinda, no le inspiraron
:.::.s otro sentiraiento que u-na desconfianza sombría y
'.- :emor de perder', rompiendo abiertamente, riqueza-s
:--= se consid.eraba feliz de guaid-ar en su. poder. Domi-
:,=:-:io sus ernociones y disimulanilo su pensamiento con
-: ::tucia de1 salvaje, caml:ió súbitarnente de maneras,
:- ¡:ió Lrna voz dulce y caiiñosa, hizo protestas de arre-
.. =:,::rniento y atnor que engañaron a la hija de Atana-
;---,'. i{o habiaba ésta ya de separación, y se felicitaba
_" - -- haber obienido una t'econciliación sincera, cuando
-. . iocl:e, por orden del rey, un servidor aclicto fué
--.-- jucidc a la cámara regia y estranguló a Ia reina
:-,::.:ras dormía. Al enccntrarla muerta en su lecho, fin-
; - J:ilperico soipresa y aflicciór-r; liegó hasta aparentar
*., .: r'erdaderor ]¡ pocos días despr-rés devoivió a Frede-
t¡Cos lcs derechos de esposa y de I'eina.
pereció, en plena juventud, aquella mujer a quien
pc,cie cie revelación interior parecía advertir por
:aCo la suerte qne le estaba reservacia, figura
¡.- irelancóliea cilre atravesó la barbarie merovingia
:.:: a,parición <ie otro siglo. A pesar del rela,jamien-
:eniido rnoral en medio de tantcs crímenes y des-
-: .in cuento, hubo aliaas profunda.mente conmo-
:r' iil infcrti-rnio tan poco merecido, y sus simpalías
.-T¡:.:::. según el espíritu de aquel tiempo, un matiz de
-w--:::.::.::ón. Decíase qlle u-na 1ámpara de cristal que pen-
e-: -:::a de la tun'rba de Galsuinda el día de sus fltne-
s-:: :: :abíe d-eslrenCido de pronto sin que nadie pusie-
= :--- =-la meno y h¿bía caí¡"1,o sobre el pavimento de
t2 .áÜGÜS?T}l THTERRV
már¡Troi sin rcmperse ni apegarse' Aseguraban, para eom-
;üta. el milagro, que iot asistentes habían visto el
i"-árr'r"r del palimenio ceder como una materia blanda
;;-ü;p;ta hundirse en é1 a medias' Semejantes rela-
ios p,r"d"n hacernos sonreír a nosotros que los leemos
""
.ii":ot libros escritos por hombres de otra época; pero
u"
"i
tigfo vr, cuando esas leyendas pasaban de bocá en
ü.;;;t" expresión viva y poética de los .sentimientos
i üt"-pop"laies, ei oyenie qued'aba pensativo y lloraba
escuehándolas referir.
h
SEGUNDO RELATO
CoNsscusNcles DEL ASESTNATo DE Ger,sun¡l¡-
Gusgn¿ crvrl.
-
MueRrn DE SrcrBERTo
(568-5?5)
i:rtre ios francos, y en general entre los pueblos cle
::,:r germánica, al cometerse un homicidic, eI n-rás próxi-
::- pariente del muerto convoca a todos los deudos o
:. =:os, intimándolos por su honor a acudir arm4dos,
;,=: el estado de guerra existía desde entonces entrg
:- :--:micida y cuantos estuvieran unidos a la víctima por
:- ::.enor lazo de parentesco. Óomo esposo de la hermana
:. 3aisuinda, Sigr.berto asnmió el deber de vengarla.
a*.','.i rriensajeros a1 rey Gontrán, y éste, sin titubear un
:---:c, entre los dos hermanos convertidos en enemigos
i,. :-:sc de parte del ofendido, ya polque las costumbres
:"-,:lales se 1o impusieran como ley, ya porque el cri-
::.:. cobarde y odioso del rey Chilperico le hubiera pues-
:: ;:r decirlo así, fuera del derecho común a los ojos
:. s.: propia familia. Se declaró en seguida la guerra y
r.:::-z¡ron las hostiJidades, pero con un ardor desiguaL
; -: ;arte de los dos hermanos armados contra el tercero"
l.:::::aCo por los gritos de venganza de su mujer, Brune-
¡;---:a, que tenía sobre él un ascendiente incontrastable,
:r :-:.-c carácter violentamente apasionado acababa de
:l'=.:-rse de gclpe, Sigiberto deseaba una guerra sin
:-:'::ll no retrocedía ni ante el pensamiento del fratri-
" :.:: pero Gontrán, sea por lnspiración cristiana o por
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A.Thierry

  • 1. AUGÜ]TIÑ 'THig Y. RELATOS DE I_,OS TIEMPOS MEROVINGIOS
  • 2. 1 r-t PRóLOGO ia rexoluc.íón de 1830-, sin la capi.tal t*pion"ln gue los *::::,:u',:"#,:.1!i9'"^.p"'oni-ro"l'L1"ííí'áio"n"Les,vtorreaprocas influencias s';;;;;;;;;;;r;: ú'ii.í'íí!"X¿fí{ciones^iiterarias g pi.ntornrro, qui iáÁ-io's á¿st¡nt¿uos ¿e :Í::.IE1.Aros-a que,-por una iuriosa ,noiolón d.et geni,ode su autor sobre er d.er que cor¿ Los n¿á.ii*, re i.tumi.nóg trazó at pri.ncipi,o un d,Zrroteio,li;s;';-;;'"ez a infruiren Chatcaubriand.. oue en_nuestro historiad,ar se i,nspíraaI escribir sus Memorias de ultraiurnAi,"iinr¡nnrd,o, ad.-mira4o, cargad,o d,e hanor.es g d,e gloria, Thierrg muri,ó.paratítilo desde rnuctto antes_,"el zz iá liw'"á" i"ss'l." irá:ducto de. su espi.ri.tualismo humani,tari,o, sus obras son al,a uez historias 7¿ poemas" ü F j PREFAC]O Esta obra se compone de dos partes perfectamente dis- tintas: una, de disertación histórica; otra, de nar:ración; una que está hoy completa; otra que me propongo contl- nuar si el tiempo y las fuerzas no me faltan. Hablaré por de pronto de la segunda y luego de Ia pri.mera, y diré los motivos que me han impulsado a presentarlas junias. Se tiene por aserto proverbial, por decirlo así, que nin- gún período de nuestra hisioria iguala en confusión y en aridez al pelíodo merovingio. Esta época es 1a que se slie- le resumir con mayor complacencia, por la que se pasa resbalando, 1a que se orilla sin escrúpulo ninguno. Hay en ese desdén más pereza que reflexión; y si Ia historia de los merovingios es aigo difícil d.e desentrañar, Ce ári- da no tiene nada. ,A,bundan, por e1 centrario, en eLia los sucesos interes.antes, los personajes originales, los inci- dentes d-r'amáticos tan diversos, que La única d.ificultad sentida a veces es la de ordenar tal cúrmulo de detailes, Especialmente la segunda nritad del sigio vr ofrece en este particular a tratadisias y lectores el maSror grado cie interés y profusién en sus episodios, ya porque dicha épc- ca, la prime:a en que se entremezclan los indígenas y 1os eonquistadores de Ia Galia, tuviese por esa rnisma cir- cunstancia un cierto distiniivo poético, ya porque Ceba semejante aparlencia c1e vi¿a aI ingenuo talento de s-l histoliaCor Georgius !'iorentinus Gregorius, ccnocido c::r el nonibre de Gregorio d.e Tours. El choque de la conquista y la barbarie" las costu=i:=: de lcs debeladores de1 imperio romano, el aspe<io ::-'-.- tico y extraño de los mismos, han sido con frecue:c-. .--- tados en nuestros días, y en dos ocasiones i)cr uj: ::=
  • 3. 12 AT'GUS?I$ ?TüERRY maestro (')" Tales cuadros bastan para que el período histórico limitado entre la gran invasión de las Gáüas en 406 y el establecimiento de 1a dominación franca lleve de hoy más la marc,a indeleble de sus colores poético y local; pero el período siguiente no ha sido aún obSeto de nirrgún estudio en que el arte intervenga" Su carácter ori- ginal consiste en un antagonismo de razas, ya no com- pleto, radical, combativo, sino suavizado por un sinnúme- ro de imitaciones recíprocas originadas por la convivencia sobre el mismo suelo. Esas modificaciones morales quó se presentan de una y otra parte bajo numerosos aspectos y en diferentes grados, muitiplican, en la historia de aquel tiempo, los tipos generales y las fisonomías indivi- duales. llay francos que en la Galia siguen siendo ger- manos puros; galorromanos que, sojuzgados por los bár- baros, protestan y desesperan; francos más o menos aveni- dos con las costumbres o las formas de ta civilización, y romanos que se hicieron más o menos bárbaros de espí- ritu y maneras. Puede seguirse e1 contraste en todos esos matices a través del siglo vr y hasta rnediados deL vrr,. más tarde, las características germánicas y las galorromanas parecen borrarse a un tiempo y perderse en una semi- barbarie revestida de formas teocráticas. Por una coincidencia fortuita, pero singularmente afoy- tunada, ese período tan complejo y de coloridos tan en- fuemezclados es precisamente el que of,rece en sus docu- mentos originales más detalles específicos, Encontró un historiador maravillosarnente atrlropiado a su naturaleza en un coetáneo, testigo inteligente y entristeciilo de aque- lla eonfusión de hornbres ]¡ de cosas, de aquellos crímenes y catástrofei en medio de los que d.eclina lenta, pero irremisiblemente, la vieja civilización. I{ay que ascender hasta el siglo de Froissart para descubrir un narrador que iguale a Gregorio de Tours en el arte de presentar en escena a los personajes y de pintar con e1 diá1ogo. Todo 1o que la conquista de la Galia había puesto en parangón u oposición sobre un mismo suetro, las razas, las clases, las condiciones diversas, figura entretejido err sus relatos, glaciosos a veces, a menudo trágicos, siempre ver- daderos y animados. Es como una galería mal organizada de euadros y figuras en relieve; son viejos cantos r:aeio- (1) Chateaubriand.: Los Mártíres, llbros VI y VII; Estudi"os o Dis- cursos hi,stóricos, estudio VI, (Costumbres de los bár'baros¡, R,E¿A?Os DD ¿OS TIEMPOS MEROVI¡V-GTOS nales, reducidos, diseminados sin ilación, pero capaces de ordenarse, de amalgamarse y de formar un poema, si tal palabra, de Ia que hoy abusamos demasiado, puede ser a¡:iicada a la historia. La idea de emprender acerca deI sigto de Gregorio de Tours un trabajo de arte, a Ia vez que de eiencia histó- :ica, fué para mí eL fruto de tales reflexiones, y se me rcurrió en 1833. Para desarrollar mi proyecto se me pre- sentaban dos métodos: eI relato seguido, cuyo hilo con- ductor fuera la sucesión de 1cs grandes acontecimientos ccliticos, y La narración en trozos sueltos, cada uno de ,:s cuales tuviese por trama 1a vida o aventuras de algu- l:cs personajes de aquel tiernpo. Sin vacilar, entre ambos plocedimientos escogí el segundo; primerarnente por la *:.iuraleza del asunto objeto de 1a pintura, tan completa ;- r'ariada como posible fuera, de las relaciones soeiales :- 1os destinos humanos en la vida política, en la vida ci- -,-:1 y en la vida farniliar; después, por el earácter pecu- "':¡ de rni principal fuente de información: la Hi.storia. .-:-.esíó.stica de los francos, por Gr.egorio Turonense, rfectivamente: para que este curioso libro tenga todo ¡ -. valor en calidad de documento, preciso es que entre ::: nuestro pairimonio de historia narrativa, no por Ia -'--z que arrcje sobre 1os principales sucesos, porque éstos :'a en otras ol¡ras se mencionan, sino por los relatos epi- . -::cos, Ios hechos locales, los rasgos de costumbres que .--:, ea é1 existen. Si se compaginan esos detalles con la .-=::e de los grand-es hechos políticos, y se insertan, guar- :=::io su respeclivo lugar, en una relación completa y en- :-::-rente dilucidada en cu,anto a1 conjunto, resaltarán :--l ]'aun casi estorbarán a cada paso la marcha de La :-:::"*ción, sin contar con que entonces habrá que dar a -. :::stcría escrita de ese modo colosales dimensiones. :-..- es 1o que hizo Adrián de Valois en su recopilación -=:::-:. que consta de tres volúmenes infoiio, de las Ges- ::; dg ios Francos, desde ia aparición de esie nombre :-=::: la caída de la dinastía merovingia; pero semejante- ::: .s un libro de pura ciencia, instructivo para los in-*=s::_iaiores, cargante para los lectores en general. Sería :::-;,::bie traducir o imitar en francés la obra de Adrián :: -i-=.-ois; y además, aunque se osara a tanto, Runca se .'::-z-ia, a mi entender, el fin perseguido. Aun dándo- ;: :::a iaiitud en su voluminosa crónica, el erudito de1 :-:: sr:i recorta y abrevia con frecuencia surna; lima
  • 4. t: **. '.F ! 4¡ t+ AUGU,!?I¡V T¡I¡ERRY Ias asperezas, eirrite vagamente lo que Gregorio de Tours articula, suprime el diálogo o lo desnaturaliza, apunta al fondo de las cosas sin que la forma ie importe. para mÍ, de la forma es de 1o que se trata, de percibir sus líneas más sutiles, de hacerla, a fuerza de eltudio, más vivaz y más precisa, de procura.r que entie en e1la cuanto la ciencia histórica moderna suministra acerca de las leyes, los usos y el estado social del siglo vr. He aquí el plan que m.e he propue,sto, porque todas las conveniencias del asunto me lo iroponían co:no ley: elegir e1 punto culminante del primer período Ce fusión de las costumbres entre las dos razas, y dentro de é1, y en un espa'cio d.eterminado, recoger y reunir pcr grlipos los hechos rnás característieos, forrnar con ellos una serie de cuadros que se sucedan uno a otro de un :nodo pro- gresivo, variar los marcos, pero d-ejando a las d_iferentes unidades del relato ampliiud y gravedad; extender y fortificar el tejido de la narración original con ayuda de inducciones sugeridas por las leyenda.-<, 1as pcesías de la época, los monumentos diplomáticcs y 1os mrnumentos figurados. De 1833 a 1837 he pubiicado en la Reuísta de Arnbos Mutldos, y con un títu1o provisicnal ('), seis epi- sodios de éstos, fragmentos de una historia que no puede escribirse entera" Aparecen ac¿uí con su títu1o d.efinitivo: Pnr-qros DE Los rrrMpos l,rERovr¡{cros, y forman la pri- mera sección de la obra total, cuya segunda parte tendiá :g,,ralmente dos volúmenes. Sr falta la unidaci de composición a estas histcrias des- ::::.:ias, al menos para eI lector existirá Ia unidad de im- :::.-'-in. Como la serie Ce los relatos no abarcará apenas :--.:: ,,re eI espacio de medio siglo, estarán ligados en :,::.- ::rodo pcr la reaparición de los mismos personajes, :,- , -, ::':cuencia no harán otra cosa que desarrollarse - --. - . - ::.. Habrá tantas masas de narración aislada :--. : :,=,:hos encuentre suficientemente comprensivos -:::- j,--"-- de punto de enlace a muchos hechos secun- :-:- . :.:, iar1es un sentido general y producir con :-, . -:', '--::.in completa. Ya será el relato de un des- -*;. - .. --'-:'. aI que venga a unirse la desciipción de -:. , . ' ,.-:---:r-liS sociales que han influído en é1; ora ----: : ." - ,,. ,-. -= :-=:hcs púb!.icos, a 1os que se refieran, de :- : : :-::: :=:s:raLes y catástrofes domésticas. l: r:: : . : ::: l: Hlstoria de llrane!¿, ES¿¿.?O,S DE LOS TIEMPOS MEP'ÓVÍNGTOS La manera de vivir de los reyes francos, el interior de 1a morada real, la vida tormentosa de los señores y de los obispos, la usurpación, 1as guerras civiles y las pri- ','adas, la turbulencia intrigante de los galorrornanos y la indisciplina brutal de lcs bárbaros, la ausencia de todo orden administrativo y de todo lazo moral entre 1os ha- bitantes de las provincias galas en el seno de un mismo reino, el despertar de las antiguas rivalidades y los odios hereditarios de cantón a cantón y de pueblo a puebtro; por todas partes una especie de retorno al esta.do natu- ral, y la insurrección de las volunta.des individuales con- tra la regla y la ley, cualquiera que sea la fcrma. en que ésta se presente. política, civil o religiosa; eI espíritu de lebelión y violencia imperante hasta en los cenobics de raujeres: tales son los cuadros diversos que he intentaclo trazar eonforme a los nronumentos coetáneos X cu¡r¿ ¡"- unión debe ofrecer une- visión de conjunto de la sexia cen- turia en la Ga1ia. He hecho un estudio minucioso de1 carácter y el des- iino de los personajes históricos, y he tratado de infundir realidad y vida a aquellos que la Historia.ha descu-idaclo más. Entre esos personajes, hoy célebres u obscuros, do- ¡riinarán cuati:o figuras, que son tipos representativos de su siglo: Irredegunda, Chilperico, Enio l{ummolo y el propio Gregorio de Tours, Fredegunda, el ideal de la bar- barie rudimentaria, sin concieneia del bien y del mal; Chilperico, el hombre de raza bárbara que se asimila los gustos de la civilización y en 1o exterior se p'.r1e sin que pase más adelante la reforma; Mummolo, el hombre civi- li.zaCo que se hace bárbaro y va depravándose a gusto 1;ara ser más de su tiempo; Gregorio de Tours, el hombre ce1 pasado, de una época rnejor que 1a presente, de grave pesadumbre para él; el eco fiel de los pesares que en ciertas almas elevadas suscita una civiliza€ión que se extingue. El deseo de hacer conocer íntegramente y de exponer ccn diafanidad el pensamiento histórico bajo cuya in- fluencia he comenzado y proseguido mis Rrr,eros del si- glo vr me ha movido a añadirles una disertación preli- ¡einar. Quería yo mostrar qué relación tienen con el con- junto de rnis ideas sobre el fondo y las consecuencias de nuestra histcria estas narraciones detalladas de un tiem- Eo tan distante de nosotros. Para establecer mi punto de r-ista tan sólidamente como me fué posible, examhé lcs l5
  • 5. 16 .á,UGUSTIN ÍrIIEF.P"Y ii diversos sistemas históricos que han reinado sucesiva o simultáneamente entre nosotros, desde el renacimiento de las letras hasta nuestros días; luego consideré el esta- do actual de la ciencia, y ft€ pregunté si de él resulta uri sistema bien definido y cuál fuere ese sistema. Hecho esto, 11egué más lejos aún, y procuré tratar er proteso 1o que en las cuestiones capitales me pareció apenas en- focado de una manera débil o incompleta. Este apasiona- u:iento lógico, al que conscientemente me entregué, ha engrosado mi preámbulo hasta asumir las proporciones de una obra aparte que titulo: Conszderqci,ones sobre Io, Histori.a de Francia. Es cosa útiI que de vez en cuando un hombre de estu- dios concienzudos venga a reconocer 1os puntos flacos o los fuertes, y á .establecer, digámoslo así, el balance de cada porción de Ia ciencia. Yo lo he intentado, doce años hace, con nuestros libros de historia nárrativa (1); hoy 1o ensayo en un género de obras históricas menos populares, pero cuya crítica no es menos importante, por- que de ese punto emanan lo verdadero y 1o falso y se propagan por el campo de la Histcria propiamente dicha. Me refiero a los esc¡itos cuyo objeto o pretensión es po- ner de manifiesto la filosofía, la política, el espíritu, el sentido Íntimo, el fondo de la Historia. Son ellos los que imponen a las obras narrativas las doctrinas y los méto- dos; mediante ias ideas reinan despóticamente sobre el dominio de los hechos; señalan en cada siglo con su huella peculiar, o más fiel o menos exacta que antes, 1a masa de los recuerdos nacionales. Por eso he puesto em- peño en juzgarlos escrupulosamente y, a poder ser, defi- nitivamente; en deslindar lo falso y 1o verdadero en cada uno, separando 1o que hoy está muerto de Io que aun presenta para nosotros señales de vida. En este examen me he concretado a 1as teorías funda- mentales, a los grandes sistemas de Ia Historia de Fran- eia, y he discernido los elementos esenciales de que -.e eomponen. He hallado la ley de sueesión de los sistemas en las conexiones íntimas de cada uno de ellos con la época en que apareció. He determinado, etapa por etapa, Ia idea nacional dominante y las opiniones de clase o de partido scbre los orígenes de la sociedad francesa y sobre sus revoluciones. En una palabra, he señalado y descrito ir) Véanse las {Cartas sobre la Historia de I'ranciar. f,tr{LÁTos DE Las fIl,'¡/{Po,s ¡fEiO1¡IIYGIOS el carnino recorrido hasta la fecha por la teoría de 1a Historia de Francia, todas las giandes i.íneas seguidas o abandonaclas, el punto de partiiia., el de paso, el en que ahora estamos y el a qLle ncs dirigimos. Cuando me hallal:a escribiendo estas páginas de histo- ria crítica, procurando ;uzgar a 1a vez y aclalar por slrg mutuas relaciones los tiempos y los libros, tenía ante los ojos un moCelo desesperante. EL Si. Viljemain acababa de publicar ia parte complementaiia de su célebre Cuadro del síglo XVIJL Encontraba yo etr é1, en su más alta perfección, la alianza. de la Critica y la Flistoria, la pin- tu,ra d.e las cosiumbres ccn la apreciación de las ideas, el carácter de los hombres ;r eI carácter d-e sus obras, las influencias recílrrocas entre el siglo y el escritor. Esta doblc. visión, reproducid'a en multitud de iormas y con una varieaiad. de diseños veldaderarnente prodigiosa, e1e- va la historia lite:aria a la plena dignidad de la historia socia.l, y hace de aqr-rí:11a cc}mo una ciencia nueva cuyo creador es-el Sr. Villernain. Cornplácerne proclamar aquí esia parte d"e su gloria que Ltna prolongada amistad entre nosctros r::e hace rnás o,ueiida, y huélgome de decir que c-uanCo necesité ensaya-r algún paso en la senda que é1 ian a sus anchas ha re,corrid,o, siempre busqué e1 ejemplo y la regla en este admirable histcriacior de las cosas deI espír'itu. En la parte dogmática de 1a-s Consideraciones sobre la, Ilistcris, de Fra,ncía, una €Llestión cuya i.lnportancia se aquilata vivantrie, -La C-el régin:en rrltnicipal, me ha ocu- pado rnayor tleral:o qne tcCas 1as demás. He historiado las variacicnes Ce ese ::égi::re:r desde lcs tiempos roma- nos hasta el sigio xir, a fin de evid.enciar de qué manera ]' en cuáI medida hubo en éi sinlu.itá:rearnente conser- vación y ::evolución. Ile proc::-laclo deserinarañar y cla- sificar Los elementos de diversa natiiraleza que se acumu- laron y yuxtapttsiercn, e.scciadcs, para formar en el siglo xrt, en ias ciudad,es tanto del l,ieC-icd.ía conlo de1 Norte, constitucicnes deiil:itivas. I'fe he extendido particular- mente en lo que afecta al lilunicípio jurado, investigando ios orígenes de ese géneio d-e institurción, que fué la for- ma do¡:rinante de la oiganización municipal en el norte y en el centro de Francia. He examinado esa constitución en su natura-leza y en sus efectcs, sin cuidarme de las €ireunstencias de su- establecirniento en un lugar o en otre. Es una esnttoversia que Cebe tarmin-ar la en que se *. 1t
  • 6. f8 áT¡GTTS?IÑ TEIERRY :-.::::::: a:iiente corrro inútilmente el punto de saber s: -": ::.:-1::-clas rnrinicipales de la Edad Media proceden :: -= :-=-.:::ección o de la conceslón espontánea, Cual- i..-::: :-;e sea la laceta del problema que se afronte, ;,::: .::::iaCo que las constituciones urbanas de los si* ;-:. ::-: :' xrirr ccmo toda especie de instituciones po1íti- ::. ::: i¡ics los tiempos, han podido instaurarse abierta- :r-::r::. ctorgarse con espontaneidad o por la fnerza, set a::::,caCas o soiicitadas, vendidas o concedidas graeiosa- ::--=:-:e; las grandes revoluciones se efectúan por todos esss nedios a la vez. tos Ral¡,ros DE Los rrEMFos MEnovrNcros cerrarán, creo, el ciclo de mis trabajos de historia narrativa; sería temerario lievar más al]á mis designics y rnis esperanzas. I{ientras yo intentaba en esa obra pintar la barbarie franca, mitigada er: el sigio vr por el contacto de una civi- lizacién a la que devora aquélia, me ha venido a las mientes con frecuencia un recuerdo de mi primera juven* tud. En 1810 acababa yo mis estudios en el colegio de Blois, cuando en éi circuló, traído de fuera, un ejemplar de Los Mé.rtlres. Fué un gran acontecimiento para los que entre nosotros sentían ¡ra el arnor a lo hello y la admiración por la gloria. Nos disputábarnos el libro; se convino en que por turno lo leeria cada cual, y a mí rne liegó la vez un día de asueto, a la hora del paseo. "A,quel día fingí haberme hecho daño en un pie y me quedé solo en casa. Leía, o mejor dicho devoraba, las páginas sen- tado ante mi pupitre, en un salón abovedado que era nuestra sala de estudios y cuyo aspecto parecíame entcn- ces grandioso e imponente. Experimenté al principio un vago encanto, como un deslumbramiento de ia imagina- ción; pero cuando llegué al reiato de Eudoro, a esa histo- ria viva del imperio decadente, yo no sé qué interés más activo y más impregnado de reflexión se despertó en ml ante el cuadrr: de la Ciudad Eterna, de la eorte de un emperador romano, de la marcha de las legiones de Roma por los fangos de la Batavia (') y de su encuentro con un ejército de francos. Había yo leído en la Historia de Francia para uso de los alumnos de ia Escueia Militar, nuestro libro clásico: <Lcs francos o franceses, dueños ya de Tournai y de las orillas deJ. Escalda, se habían corriclo hasta el Soma.,. (r) Nombr€ que llevé SfolÉ-qda bajo ci dor.elnló germánleo, {S, dst T.! RELATOS Db ¿OS fIEÍ4POS MEROVI¡¡GTOS Clodoveo, hijo del rey Chiid-ericc, subié al trono en 481 y consolidé con sus victorias los cimientos de la monar- quía francesa> ('). Toda rr,i arqueología medieval se ci- fraba en esas frases y otras del mismo jaez que me había aprenCido de memoria. Fraroceses, trana, nLonelquía eran para mí el principio y el fin, el fondo y la forma de nuestra historia nacional. liada me había sugerido la idea de esos terribles francos del r'izconde de Chateau- l¡riand engalanados con Los despojcs de los osos, de las racas marinos, de los aurocs {2) A de los jabalíes; d,s aquel campo .atrincherado can planchas abarquill,adas de cuero A carros tirad.os po?É grandes bueEes; de aquel ejército alineaclo en triángulo, dor¿Ce no se disiinguía má,s que un bosque de fró.mecs, piel,es de animoles A cuerpos sentid.es'nudos. A rnedida que a mis ojos se desa.rrollaba el ccntraste tan dramático del guerero salvaje y el sol- iado civilizado, sentíame más y más sobrecogido; la im- presión que en mí produjo el canto de guerra de los i¡aneos tuvo algo de eléctrica. Dejé et sitio en que me sentaba, y, recorriendo el salón de punta a punta, repetí en alta voz y haciendo resonar mis pasos en las losas: <¡Faramund.o! ¡FaramunCo! I{emos cambatid,o con Ia € Jguuu. >Hem.os lanzada Ia fruncisea (') de dos filos; eaía el e:LCor de la frente de Los guemeros y chorreaba a lo larga ie sus brazos. Las ó.guilas y las aues de ga.r";a.s amsrillas '::':t,zaban gritos d.e júb;.Io; el cueroo nadab.a en td san- ;-e de los muertas; eI Océatlo tod.a no era más que ung .'.cga. Largo tie,rnpo I'tan llorado Las aírgenes. >;Faramumd,o! ¡Faramwndo! Her'rLos conxb&tido eorú la, e;pcda. >-Yueslros padres han rnuerto en las butallcs,' todos los :"*-:res han gemido; hartdbanLas, nuestros padres, de car- :.::a. Elijam,os esposos, sltt¿z. Lech.e sea sl.ngre !! que $e- 3::t l^tenchir de denuedo l"os carazones de nuestros hijos. ?::tn^tundo, ga eI canto béLico acaba; corcen les horas de ,; .^rda; sanreiremos cuando haya que mari,r, ;-isí cantaban cuarenta mi1 bárbaros. Los jinetes alza- ;. CamTendla de la tÍistorid d.e Franeíü, pa¡a uso de los alumncs a::: Real Escuela Militar, que forma parte del cuxso de estudj.or ¡e- ::::aio e impreso por orden del rey, l?89. J}* : Bueyes bravos de la llanura e¿ la; Galias y Germad¿ ($. '.:i Segur o baeba. (I'I. del T.i ¡e
  • 7. És AOGUSTIIf TFIIE,HIi,Y ban y bajaban en cadencia sus blancos broqueles, y a cada estrofa golpeaban con eI hierro de un dardo sus pe- chos cubiertos de hierro>) ('). Aquel momento de entusiasmo fué quizá decisivo para mi vocación futura, No tuve co¡iciencia entonces de 1o que acababa de pasar en mí; mi atención no se detuvc en ello; pero cu.ando después de inevitabies tanteos para la elección de una carrera me entregué por entero a la Ifistoria, recordé ese i*cidente de mi vida y sus menores eircunstancias con singlllar precisión. Hoy, si me hago Ieer la página que tanto me impresionó, I'uelvo a sentir rnis emociones de hace treinta años. Ile ahí 1a cieuda qu.e contraje con el escritor genial que abrió y Cornina e1 nue- vo siglo literario. Toclos cuantos en seniid-os diversos ca- minan por las rutas cle este siglo 1o han encontrado igual- mente en el ortc cle sus estl1.(iios, en su primera ins- piración; nc hay uno sclo qu-e no deba d,ecir'le, co1'rao Dante a Virgiiio: Tu duca, tu si,gnare e tu '¡naestro" París, 25 de febrero de 1840. PRIIIER RELATO Los eugsno r{rJos DE Clotsnio f. * S'¡ canÁcrrn. * Sus tvfATnrrvxo},{ros. - I{rstoa:¡ l¡ G¿r,sgnqra' (561-568) A algunas leguas de Soissons, y a o::ilias de un río. se encuentra el puebio de Biaine. E::a, en e1 siglo vr, uno Ce esos inmensos fundcs en qu'e ios reyes de 1cs franccs so1ían iener su ccrte, prefiriénclo1os a las más beiias ciu- Cedes de la Ga1ia. Lá rlansión real no tenía nada de1 aspecto r:rilitar de lcs castillos c1e la EdaC l4cdia; era unl vasta ccnstrucción rodeada de périicos de arquitee- iura roÍnana hecha a veces Ce medera's cuidaclosamente tlabajadas y exornada ccn esci-rlturas que no carecían de :legancia. En dereCor de1 princrpal cuerpc de edificic ha11ábanse dispuestos por nrden los alojami.entos d-e 1os cficiaies del palacio, ora bárba¡os, ora romancs de crigen, ¡ ios cie 1cs jefes de niesnada que, segiin la ccsiumbre lermánica, se habíe.n alistaCo co11 511s gu-eliercs en Ia !'rardia (1) riel re-v, es decir, halcían cclilaídc un corn- i:romiso especial de vasailaje y de iid'etCaC-. Otras casas, -e apariencia más humilde, esta-ban ocr:pad-as por gran iiméro d.e familias que ejercía-n, hcnirles -v t::ujeres, to- ja clase de oficios, desde 1a oliebiería ,v 1a fabricación ce armas, ha.sta la profesión de tejedor y curtidor; ciesde ei bordado en seda y cro, hasta la n:ás grcsera prepara- clón de la lana )' e1 iino' Las más de esas familias eran gaias, nacidas en tra por- c:ón del suelo qu-e eL rey se había adjuCicado por derecho '':e conquista, si no habían siLo viclentamente transpor- :acias de algunos puebios próxin-ros paia cclonizar el do- ::inio real; perc' a juzgar pol 1a fisqgomía de los nom- i.., ptopiáE irabia iari¡ién entre uf;enut germanos y ,r) fr?rste.
  • 8. 22 áUGUS?¡AT "IT¡EEE? otros bárbaros cuyos padres pudieron venir a Gaiia como obreros o servidores a la zaga de las hordas conquista- doras. Por lo demás, cualquiera que fuese et orig;n -o género de industria cle tales familias, todas ocupabin la misma categoría. social, y eran designadas por él -irmonombre: el de iiúcs en .iengua tudesca, v en latín el de fi.s.caliní,.es decir, adscritos at fisco, fdificios de explota- ción agrícola, para yeguadas, estabios, apriscos y gránjas, amén de las chozas de los cultivadcres y las cabañas de . los siervos del- dominio, ccmpleta¡an el poblado rea.l, que se -asemejaba perfectamente, aunque en rnayor es- cala, a las ald.eas de la antigua Ger¡nania. En el emplaza- miento mismc de esas residencias había algo que evocaba el recuerdo de los paisajes de allende el Rin: la mayor parte de aquéilas se encontraban en la linde, y algunas, en e.l centro de las grandes selvas, mutiladas después poi la civilización y cuyos restos admiramos todar,íá. - Braine fué la mcracia favorita de Clotario. el último de los hijos cie Clodoveo, aun después de que la muerte de sus tres hermanos ]e dió la soberanía sobre tcda Ia ex- tensión cie la Galia. AIIí es donde hacía guardar, en el fondo de un camarín secreio, ios g|andes arcones de triple cerradura que contenían sus riquezas en oro amonedado, copas y preciosas joyas; altí tarnbién clonde practicaba los principales actos de su poderío real. Convocaba en sínodo a ios obispos de 1a.s ciudacles galas, recjbía a los embajadores de los soberanos extranjeros y presidía las g:'andes asambleas de la nación franca, suguldas de 1os iestines tradicionales en Ia raza teutónica, en los que ja_ Lalíes y gemos enteros se servían ensartados "r. ét oia- r -:. y barricas desfondadas ccupaban las cuatro esquinas i:: la sala. IVlientras las guerras contra los sajones, ios :,--:-res o los gorios de la Septimania no ie liamaban -.'-.. Clctario empleaba eI tiernpo en pasearse Ce uno ., . - :lominio. Iba de Braine a Attigny, de Attigny a -- :....:::e, de Compiégne a Verberie, consumiendo ,rrus :::j _:'.: en sus posesiones reales las vituallas que en ::r.: :n ::t:ntonaban, entregándose con sus leudos de - -. -_ :. ,,- a a lcs ejercicios de la caza, la pesca o ia nata_ --_:'. --:.,.-::a:do sus nllmerosas amantes enire las hijas :=. ,' -: -j. Con frecuencia, de Ia situación de cón_ :_r:-::! :::.::: esas rnujeres a la de esposas y reinas i -:. :.:.j--- :::...j¿i. C-::-::, c:;.':s =atri::ronios no es fácil contar ni cla- PPZA?OS DE ¿OS TTEMPOS MEROVTNGIOS 2s s:!rcar, se casó de ese rnod.o con una joven de la más hu- ::-:.ie cuna, llamada Ingunda, sin renu-nciar, por otra .::te, a sus hábitos licenciosos, que ella sabía tolerar, c-:ro mujer y como esclava, con absoluta .sumisión. Clo- :ario la ar¡aba mucho y vivía con elia en perfe'cta inteli- g:rcia; un día ella le dijo: <<El rey, mi señr..rr, ha hecho de s'.r sierva cuanto ie plugo y me ha llamado a su lecho; c:-:naría sus beneficios acogiendo ia petición -le su sier- ','a. Tengo una hermana, llamada Argnnda, que está a:ecta a vuest¡o servicio; dignaos buscarle un marido ',-aieroso y hacendado, para que yo no sienta humillación !:r causa de ella; éste es rni ruegc.> Tal pretensión, es- c:leando Ia curiosidad CeI rey, despertó su humor liber- :::'io; marchó aquel misrno día hacia el dt¡minio en que Labitaba Argunda y donde ejercia alguna de las profe- s:cnes entonces destinadas a las mujeres, como el tejido 1' el tinte de las telas. Clotario, estimando que 1a prote- g:Ca era por 1o mt:nos tan hermosa como su hermana, la :rmó consigo, la instaló en la cámara reai y le dió el iiiulo de esposa. A1 cabo de unos días volvió al lado de hgunda, y le dijo, con el tono de hondad socarrona que €ia uno de los rasgos de su cerácter y del carácter ger- :::ánicc en general: <<Fensé en concederte la merced que :-r dulzura deseaba de mí; busqué para tu hermana un :ombre rico y formai, y no he encontrado nada mejor c-'re yo mismo. Has de saber, pues, que la he tomado por esposa, 1o que supongo no te desagradará.>> <,Que mi señor -rcspondió Ingunda, sin parecer emocionada ni desmen- i:r un solo instante sus condiciones de paciencia y abne- gación conyr"rgal-, que mi señor haga cuanto esté bien a sus ojos, con tal solamente que su sierva siga viviendo e: 1a gracia del rey.>> En el año 561, de vuelta de una expedición contra uno de sus hijos, cuya rebelión castigó haciéndole abrasar con la mujer y lcs tiernos vástagos, Clotario con una !:rfecta tranquilidad de espíritu y concrencia, regresó a sj casa de Bralne; hizo sus preperatiIt para la gran ca- c-.iía de otoño, que era entre los fra¡jcos una especie de -.::emnidaci; y seguido de una muchedumbre de hombres, caballcs y perros, se trasladó a la selva de Cuise, de Ia que -: de Compiégne, en su estado actual, no es más que un ieducido y ú1timo resto. En medio de un ejercicio tan r':clento que ya no convenía a su edad, fué acometido por u¡as JlebÍes, y luego de bacerse trasladar a su más pro"
  • 9. Á¡JGUS?IA? THIEÉRY ximo dominio murió en é1 a1 cabo de cincuenta años de reinado. Sus cuatro hijos, Cariberto, Gontrán, Chilperico y Sigiberto, siguieron sus ciespqjos hasta Soissons, can- tando salmos y llevanclo en ia mano hachones de cera. Apenas acab,ados los funeraXes, eI tercero de los cuatro hermano$, Chilperico, partió apresurademente para Brai- ne, donde obrigó a 1os custcd-ics Cel dominio real a entre- garle las llaves del tesoro. Dueño de todas 1as riquezas que su padre había acumulado, en-rpe:ó por distribuir una parte entre los jefes de banda y 1os guerreros que en Braine o en sus proxÍmidades se aiojaban. Todos le jura- ron fidelidad, colocando slis manos entre las de é1, le saludaron por aclamación con et título de l{onting (') y prorrletieron seguirie adondeo,uiera qlle los condu"jese. Entonces. pcniéndose a1 frente Ce ellos, rnarchó en 1ínea recta sobre París, antigtia morada de Ciodoveo I y má¡ tarde capital de su prir:i"er hijo ChilCeberto" Acaso ccncedía Ci-rilperico alg'"rna idea de preeminencia a 1a posesión tle i-rna ciu"C.ad en ctlos tien:pcs habitacla por el conquistacior de 1as Ga1ias; acaso no sentía otros estímulos que 1os de aprcpiarse el paiacio imperial, cr-ryas eonstrucciones y jardines bordeaba, fuera de la urbe, la ribera mericiicrial dei Sena. Esta hipótesis nada tiene de improbable, porqlre las mi:ras amblciasas de los reyes francos apenas si rebascban la perspectir,'a d"e un prove- cho inmediato y peiscn:.l; y además, aun conserl'ando una acentuada ccnianrlnaciól de ia barbarie ge::mánica, con pasiones sin fren.: y un aina cies¡:iadada, Chilperico habíá aclquiriCo algu,nos de 1os gu.stos de 1a civilización romana" Gustábale erigir eCificacicnes, se cor4placía en 1os espectácttlos que se dal¡an en circos de madera' y por cima c1e todo al:rigaba 1a pretensión de ser gramático, teó1ogo y pceta. Sus versos latinos, en 1os que 1as regl*"s métricas y prosóclicas 'ré.ra vez se veían c'l:servadas, en- contraban adn:ira.doles e¡.tre los nobles galos, que aplau- dían temblorosos y exclamaban c¡.ue e1 hijo ilustre de los Sicambros ver:cía en galanura d.e lenguaje a los descen- dientes de Rómutro, y qu,e el río del Wahal aleccionaba al Tíber. Chiiperico entró en París sin oposición ninguna, y albergó a sus guerrerüs en las torres que defendían los puentes d.e ia vil1a, circundaCa entonces por e1 Sena. (1) Kani,R,s signiJita ?€v en cl dlslecto dó los franeoc- Véan$e 9¡-LA?oS DE LOS TIEMPAS MEE0VI¡üGIOS isro noticiosos de aquel goipe de man';, ics otlos tres ;:ios de Clotario se unieron conira ei que pretendía to- u:.arse por sí mismo su pa::te de la herencia paterna, y a::nzaron sobre Farís a marchas fcrzadas con fuerzas -.::etiores, I{o osó Chilperico hacerles frente, y, r'enun- :-lrdo a slx empresa, se sometló a 1as eontingencias de '-:a par'uición hecha a gusto de toaos. Ese repario d-e la G:.;a entera y de una porción consirierable de Gerir-lania .= ejecutó por sortec, cor¡ió e} que irabía tenido efecto -'-:iiro siglo antes entre los hijos de Clocloveo. IIubo -:a'.r'o 1otes, correspondientes, con liger:as variantes, a las :-r.:ro partes de territoi'io, designaiias con los nornbres '-' :'eino eie París, reino de Orleáns, iieustria y Aus+,rasia. Caril¡erto obiuvo en el sorteo la parte d.e su tio Chii- ::r:rio, es decir, el leirto a que deba nombre Farís, ;' que, extendiéndose lor-rgitudinaimente C-e Norie a Sur, - :::-¡rendía a Senlis, Melu-n, Chartres, Tours, Poitiers, S'- :ries, Eurdeos, y las ciudades de tros Firineos. Gontrán :---,-l por lote, con el reii:io d.e ürlieáns, patrimcnio de su --- Ciodomiro, tocio e1 territcrio de los Burguncios, <iesde :- S:ona y lcs Vosgcs hasta 1as Alpes y el mar de Fro* -..,.a. La parte cie Chilperico fué la de su padre, el reino := <r.issons, que ics f¡:ancos llarnaban f{eostemlke o reino -= Cccidente, )'eu€ tenía por límites al Norte eL Escalda ; .., Sur el curso clel Loira. Y, en fin, el reino de Oriente, }::ei'-rike, tocó a Sigiberio, qile re¡-lnió en su poder la ---l-.':'inia, todo el nordeste cle la Galia, y la Germania "..::1as frontcras de ios sajonts -ir ds ics eslavos. Fa::ece, -:--' :tia p¡-ice. que las ciuriad-cs hu.i¡ieran sido ccn'radas -.-:: Lira, y que só1o su nún:eio sirviera de base para Ia :-..--,:n cie ios cuatlo Ic'¡es; porqu-e ir:tieper:ciientemente :. -: cu,e tiene de e:<trairc seir:.eja,nte división territorial, :' .::::,,.sntran numerosísimos territorios de cu.va asigna- : -:- ::sulta Lmposible d-arse cuenta. Ilouen y l{antes co- :.,-...iÍ.:i"';1:'"*3"n;,1t'iil?i;'L,"ÁffiJ',ih3l.t: : l-:-,rin, y Aviñón, a Sigiberto. Finaln:ente, Soissons, -."-,:.- ie 1¿ ldeustria, se ha1ia, por decirlo así, bloqueada :*,.-= c'.;.atro ciudadesl Serrlis y lr{eaux, Laon y Reims, ;.: .---=.::entes a jos dos reincs cle París y de lfustrasia. - *:;3 que ia suerte htr.bo asignado a los cuatro her- r::.:> s,-:.s iespectivas partijas de ciudades y d.ominics, l;-: '-;-J cle ejlc: ju.r'ó, pr:r ias reliquias de 1os santos, ::::-:.:-'se con su propio lote y nc ir:vaciir fuera de él
  • 10. AUGUSTÍIV f¡{rgEhY nada. ni pcr fuerza ni por astucia. El julamento no tar- dó en ser viclado: Chilperico, aprovechando una ausencia de su hermano Sigiberto, qlle guerreaba en Germania a la sazón, atacó a Rerms de improviso, apoderánCose de la ciuCad, ccmo también de otras varie.s igualnrente a su alcance. Pero no disfrutó mucho tiempo de tal conquista. Sigiberto reiornó victorioso de su camparia allende el Rin, recobró sus ciudades una por una y, persiguiendo a su hermano hasta e1 pie misrr,o de los muros de Sois- -sons, ie deshizo en una batalla y entró por fuerza en la capiial'de 1a Neustria. Conforme aI carácter de los bárbaros, cuyos ímpeius son violentos pero de poca du- ración, se reconciharon los hermanos, prestancio nuevo juramento de rio intentar nada uno contra otro. Ambos eran de genio turbulento, batallador y vengativc; Cari- berto y Gontrán, [renos jór,'enes y menos apasionadcs, gustaban de 1a paz y del repcso. En lugar del aspecto guerrero y duro de sus antecesores, Cariberto afecteba la actitud tranquila y un tanic pesada de los magistrados que en las poblaciones galas administraban justicia con- forme a las leyes romanas. Tenía incluso la pretcnsión de ser perito en jurisprudencia, y nir-rgún género de lisonja le era más grato qlre el elogio de su hal:ilidad en litigios embrollados y de la facilidad con que, aun siendo ger- mano de origen y de lengua, se expresaba y dis,curría en latín. Por singujar contraste, en el I'ey Gontrán :;e aliaban los modales haLritualmente duices, sacerdotales casi, con accesos de fulor súbito dignos de las florestas de Ger- mania. lJna vez, por un cuerno de caza que había perdido, hizo torturar a varios hombres libres; otra condenó a muerte a un noble franco por sospechar que había matado a un búfalo en el dominio real. En sus horas ecuánimes tenía cierto sentimiento del. orden y la mesura, mani- festado especialmente por su celc religioso y por su su- misión a los obispos, que eran entonces el ejemplo vi- viente. Por el contrario, el rey Chilpetico, una especie de des- preocupado semisalvaje, no daba oídos sino a sus propios caprichos, hasta en lo concerniente al dogma y a la fe católica. La autcridad del clero le parecía insoportable, y uno de sus grandes placeres era invalidar los testa- mentos otorgados a favor de una igLesia o un monasterio, El carácter y la conducta de los obispos eran el tema principal de sus charrzas y sus befas en la rnesa; a uno P.ET,ATOS DE LOS TTEMPOS MEROVI,IVGIOS i1-potuj"l".de ligero, a otro de insolente, a éste de char_ :::u" y oe ruJurtoso a aquéI. Lós grandes bienes, cada:-a,en aumento, que ia. Iglesia disfiutaba; la influenciace los obispos en las cjuáades, ao"oe Jeiae el adveni_ =iento de los bá¡baros poseían t; ;;;;;"rre de las::errogativas de ia antigua magistratura"-uni.ipat; toáas:sas.riquezas y ese pcderío, énvidiados pá. ¿j .* q,ru ::::cibiera ningún medjo de adue¡ársóiás,-éxc¡ta¡an suscelos viv¿mente. Las quejas q"" prái"riá-Lri'ru despecho:c carecían de buen seut;do, y a^menuclo." t" oíu."pe_-.::: <Ved cómo lu:estro_ erarió se empobrec.e; r,ed cómo 3:sa nuestra fortuna a. las iglesias; en verdad, nadie rei-:a, a_no ser los prela,lcs; se-eclipsó nuestra horr"a y re::ansfundjó a los obispos ¿" t", óiuOua"s.u Fuera de esto, los hijos de Clotario I, a excepción del ;és joven, .sigiberto, tenían todos ";;"; grado el vieio -,, ra tnconlrneltcla, y casi nunca se conformaban con una =-u¡er sola, abanConandc sin el menor e...liputo " .rni::cjente esposa y reanudando su intimiáaJcon ella luego, : -,"I!"9 de antojos de momento. El piadoso Gontün¡::rbió de cónyuge tantas veces po"o *á.'o menos comos:s dos hermanos, y, al igual_cle ellos, turro concubinas, :-:.a de las cuales, llamada Veneranda, ero t i¡" de ung:lo afecto al fisco. El rey Caribeito t;;t , un mismo--=:1po por amantes a. dos hermanas de gran belleza quá -.::rraban-en el séquito cle su *r:ur,'in?Jerga. Una se..=:raba Marcovefa y vestía hábit; C; ,"'ligioru; el nom- i..:'.j.'-^1",:ti1,:11 M:fofteda: hijas .1u u,', o-brero en tana,::::aro de origen y lite del dominio rea1. l:igobelga, celosa deI amor que su mariCo demostraba a:;:e.llas dos mujeres,_-hizo cuanto pudo por apartarle:: :llas,. sin lograrlo. l.Jo aireviéndor", ao,r-todo, a mal_:":ar ni a despedir a sus rivales, ii:-raginó una estrata_:::--:a gue le parecía a propósito para Jesviar ai rey de , =,: J'i 3!' ili#.*l T,1" f,l i'::,;:T Ur:t:l t'¿tl;:= ::lacio. Mientras esiaba el hombre "n-ru j"r"", t"uba- .-::.:tr a ccnciencia perra _mostrar su celo, la reina, aso-::: jo.se a.una ventana, ilamó a su mariJo: <Venid _le:--_ :-, venid acá a ver algo nuevo.> Acudió el rey, miró:-:.::ándose, y colno no viese rnás que un cardador dei::. se encolerizó, hallando la broma de pésimo gusto.-,. :::piicación que siguió entre los dcs cónyuges fué vio- -'-= y produjo un efecto enteramente contra¡io al que
  • 11. AÜGUSTÍN ";IIEERY esperabe Ingoberga; a ella es a guien repudió e1 rey para casarse con Merofleda. l poco, juzgando que una sola mujer legítima no le ' bastaba, Cariberto dió solernnemente el título de esposa y reina a una joven llamada Teodegiirla, cuyo padre era pastcr de ovejas. Pocos años después, Merofleda murió, y al rey le faitó tiempo para caserse con la hermana de aq¡-réila, L{arco'¿efa. F"esulió así culpabie, con arregio a lai leyes eclesiásticas, de un dcbtre sacrilegio, como bíga.rno y corno consorte de una rnujer que ha'nía to¡¡ado e1 r'elo , áe reiigiosa. Inti¡ledo por San Geri:rán, c}:ispo de París, a romper su segrr-ndo mairimcnio, se negó obstin.adamente y fué excomulgado. Fe-rc la fglesi.a ng eta sie:npre la más iuerie en su htcha contra el orgullo brutal de los here- deros de la conquisla^ l{o conmoviÓ sernejante sentencia a Cariberto, quien guardó consigo a sus dcs mujeres' Entre todcs lcs hijos de Clo'r,aria es a Chilperico al que la.s crónicas contemporáneas ailibuyan mayor número de reinas, es decir, cl.e rtui:res con ü1u-i;^nes se despcsó con- forme a 1a 1ey franca, pcr e1 ani11o 5' e1 dinero' ljna de ciichas reinas, Au-Covera, tenía a su, servicio a una joven liamada Fred-egunda, de origen franco y de tan excepcic- nal belleza, qr-ie e1 rey, descie e1 puntc que tra r.'ió, quedó p.rendado ctre e1ia. Por muy halagüeño qrie ese amot fu'era, no dejaba de ofrecer peiigros a una calrarista que por su pcsición esiaba a rcercerl c1e 1os celcs 3r l3 lrsngsn2¿ cle su señova. Pero no se api.lró FreCeguaCa pcr lan poco; tan astuta coi¡a alnlriciJsa. se Frcpusc s;iscltar, sin corn- prcmeterse, motivos legales Ce separa'ción entre Chilpe' iico y la reina Audor:era. A creel a una tradicióll muy arraigacla un siglo después, 1o consigr-rió, gracias a la connivencia de un obispo y a la simplicidad de ia propia reina. Aeaba.ba de reunirse Chilperico ccn su herrnano Sigiberto para lnarchar del otro lado C.el Rin contre los ptt"blot de la Confederación sajona; había dejadc a Au'Cc- vera encinta cle algunos meses. Anies del regreso del rey dió a luz aqu.élia una niña, y no sabiendo si Cebería ha- cerla bautizar en ausencia de su maridc, consuitó a Fre- degu.nda, la cua1, ]:abilíslma en el disimu-lo, no le ins¡ri- . raba scspechas ni degccnfianzs. <<Señora **ontestó !a ca¡:rarista-, cuanCo el rey mi señor vuelva victorioso, ¿cói'ao podrá ver con agrado a una hija su].-a no estando baut!-zada'l> 'Iomó la reina por br¿eno este ccnsejc, y FreCegui'ieia se pLlso a pl'eperar .:iáTOS Dg. LOS T¡EI'íPOS I4EItüV¡¡fGÍOS ::rCamente, a tuetza de intrigas, el lazo que a tender se .:-spcnía. Llegado el clía d-el bautizo, a la hora señalada para la c:remcnia eI baptisterio estaba adcrnado de colgaduras -'- guirnalCas" Fresentóse e1 obispo, en hábitos poniifica- -=s: pero la madrina, una noble d.ama franca, no llegaba, J- en vano 1a aguardaron. La reina, sorprendida por este ::::tratiernpo, no sabía qué resclver, cu.ando Fredegunda, -:: ai lado de eila estaba, 1e dijc: <<¿Qué falta os hace .,'-.s:ar una maCrina? Si a ninguna igual vuestra habíais :: encontrar para tai cargo, desernpeñad1o vos misma.> :- obispo, a Cespecho de su.s deberes, lLevó a cal:o los :::cs del hautismo, y Ia reina se retiró sin comprender -=: consecuencias que había d,e acarrearle eI consumado .::c reiigioso. A1 r¡olver Cirílperico, todas las dcncellas del Corninio :.:1 saliércnle al errcuentro lievando flores y cantando :'::'sos en su loa. Al al:ordarle díjole FreCegunda: <<Sea .--:s alabe.do por la derrota que el rey nuestro señor in- -'-.-:1ó a sus enernigos, y a la vez pcr la hi;a o.ue le nació :: srit au-sencia. Fero ¿con quién dormirá esta noche roi :.irr? Porque hoy 1a reina es tu comadre, como madrina :: iu- l:ija Childeslnda.>> <<Fues krien -replicó el rey con ",',-:al tcnc-; si ccn elia ya ciormir no puedo, dormiré :-a:igo.>) i3ajo el pórticc de palercio haIló el rey a Audo- ',:::. s!1 Ínujer, con la niña en i:razos, en actitud de pre- .,.:,:álseia col1 u:'r gozo mezclaCo de orgullo; pero el rey, =-=:tanclo compasión, 1e dijo: ¿<&[njer, en tu cortedad de - .:ric has reaiize-do un acto criminal; ya en adelante :-- ::iiedes ser rni esposa.> Y como rígido observador de -.. ::orm¿ls eclesiásticas, e1 rey castigó con el destierro al .r,spc que bautizó a su hija, e inviió a Audcvera a sepa- :..,, d:r él cir el acto y a tcmar, como viu.cl.eq el velo de :. -.:csa. Fara c¡nsclail" diól" íarios d.omifios de valor :,:-.-lerable; eila se resignó, y eligió un monasterio siio ::- -:, ciu,Cad de l¡fans, Chiiperico hizo su esposa a Frede- ; -.-t:.:. 1- eni,re el albo::ozo de las fiestas nupciales marahó ,, ::--.a repu,diada a su retiro, clonde quince años más :=,:: iité asesinada por orden de su antigua servidora" ::: :ai:to que los tres i:ijos ma.,¡¡ores de Clotario vivían : - -.:'-:: c'':puia y cl ii'l:ertinaje y se casaban con mL1- ":-:-: i sri se::.,'ici¡, Sigiberto, etr rnárs joven, lej,cs de seguir :- --=:-::lo. sr.-rrió por é1 vergüenza y aversión, Decidió :: :::-=: nás r¿ue !1na es9ü5a. y se llropijr.So buscaila de
  • 12. AUGUS?IN ?¡ÍIERRY sangre resl. Atanagildo, rey de los visigodos estableci- dos en España, tenía dos hijas casaderas, la menor de las cuaies. l-lamada Brunllda o Brunequilda, era muy ad¡r:raCa por su belleza; sobre ésta recayó Ia elección de Slgiberto. L-ra numerosa embajada salió de Metz, con ricos pre- sentes, para ir a Toledo a hacer la petición de mano al rey de los godos. E1 jefe de esta embajaCa, Gcg, mayor- darno del palacio de Austrasia, hornbre hábil en toda clase de negociaciones, tuvo en ésta cabal éxito, y con- dujo desde España a la prometida del rey franco. Pcr tiondequiera que pasó Brunequilda en su largo viaje hacia el Norte hízose notar, según testimonio de un con- temporáneo, por Ia gracia de sus modatres, los hechizos de su persona, la prudencia y amenidad de sus palabras. Sigiberto la amó y sintió por ella tclda Ia vida un afecto apasionado. En el año 556 se celebré la ceremonia de las bodas, con gran pompa, en la residencia real de Metz. Todos los señoies del reino de Austrasia fueron invitados por el rey a participar de las fiestas de aquel día. Vióse llegar a Metz, con su -qéquito de hcmbres y caballos, a los condes de las ciudacies y los gobernad-cres de las provincias septentrionales cle ia Galia, los jefes patriar- cales de las viejas tribus francas ann establecidas más allá del Rin, y a los duques de los Alatnanes, los Bá- varos y los Turingios, En tan heteróclita asamblea, la civilización y la barbarie se mostraban de bracero en grados diferentes. Fiabía nobles galos corteses e insi- nuantes, nobles franccs orgullosos y bruscos, y verda- deros salvajes vestidos de pieles tan rudos de maneras como de aspecto. El festín nup,cial lué espléndido y animado por ia alegría; las mesas estabarr cubiertas de fuentes de oro y de plata cinceladas, fruto de las de- predaciones de la conquista; el vino y la cerveza le- bosaban sin interrupción de la.s copas cuajadas de pe- drería o de los cuer-nos de búfalo qr-ie los gernranos usa- ban para beber. Oíase resonar g¡ las vastas salas del palacio los brindis y los retos que se dirigian los bel¡e- dores entre las aclamaciones, las carcajadas y tc<ia 1a algazara Ce la ruidosa jovialidad tudesca. A los placeres del banquete nupcial sucedió un género de diversiÓn mucho más refinad¡r, propia para que la saboreara sólo un reducido núrnero de convidados, .R?L4TOS fiir LOs fiiMpos ¡4EROV¡¡1GróS _,,- , - 84 Había ent,onces en la corte del rey de Austrasia un ital:ano, Venancio Honorio Clerr¡enciano Fortunato, que .,':ajaba por las Galias y era en todas partes acogido c:n grandes ciistincicnes. Hombre cle ir:genio superfi- r:al. pero agradable, traía de su país algunos restos de aquella elegancia romana ya casi perdida al ctro lado ie los Alpes. Recomendado al rey Sigiberto por los obis- pos y condes de Austrasia, que aun apreciaban y echa- lan de rnenos la aniigua cortesanÍa, Fortunato obtuvo generosa hospitalidad en Ia corte semibárbara de Metz, Lcs intendentes de1 real erario tenian orden de abaste- cerle de casa, víveres y cabaiios. Paia atestiguar su gra- ¡::ud habíase hecho el poeta de la corte, y dedicaba al rey y a los señores poesías en latíu, quizá no siempre i:en comprendidas, pero sí bien recibidas y pagadas. En 1rs festejos de las bodas no podía faltar un epitalamio: r"'enancio Fortunato compuso uno de sabor clásico, y lO ¡ecjtó ante e1 extraño auditorio que se apretaba a su elrededor, con la misma seriedad que si hubiera dado ::na lectura pública en Roma, en el foro de Trajano. En esta composición, que no tiene otro mé¡ito que el de ser uno de 1os últimos y pálicios reflejos del numen tomano, los dos personajes otrligados de todo epitala- ::-iio, Venus y el Amar, aparecen con todo su apar.ato ie flechas, antorchas y rosas. El Amor dispara certero '.-¡na flecha derecha al corazón del rey, y f a contar a su madre ese gran triunfo. <<&Iadre mía -dice-, he iado fin al combate.>> Entonces 1a diosa y su hijo vue- ian a través de los aires hasta la ciudad de lVletz, entran =r e1 palacio y van a adcrnar de flores la cárnara nup- c:a1. Surge allí entre el1os una disputa sobre el mérito ,je 1os dos esposos; el Amor aboga por Sigiberto, a quien i-ama un nuevo Aquiles; pero Velus prefiere a Brune- q::ilda, de quien hace este retrato: <<¡Virgen a la que admirc y a la que adorará sü €X- c:1so esposo! ¡Oir Erunequilda, rnás brillante y radiosa qr,re la lámpara etérea! ¡El fuego de tcda pedrería cede :i esplendor de tu rcstro; eres otra Venus, y tu dote es e1 imperio de la bellezal Entle ias Nereidas que na- ian por los mares de }libernia, en las fuentes del Oceá- ro, ninguna puede llamarse tu igual. Napea alguna es ::.ás bella, y las Ninfas se postran ante ti. La blancura ie ia leche y eI rojo más encendido son los colores de l:: tez; las azucenas mezcladas con ]as rosas, la púr-
  • 13. 8e ÁUGUS?IIV ?¡IIERRY pura tejida con el oro, no ofrecen nada que comparár- sele pueda y abandonan e] combate, El zafiro, el dia- ¡i-Iante, el cristal, la esmeralda y ei jaspe, quedan ven- cidos. ¡España ha engend.rado una perla nueva!>> Estos lugares eomu-nes mitológicos y este tintineo d-e palabras sonoras por io huecas a,gradaron a1 rey Sigi- berto y a los contad.os seírcres que, como é1, compren- dían algo la poesía latina. A Ia verdad, no había entre los principales jefes bárbaros prerrención ninguna en contra de la civilización; cu-anto de el1a podíao recibir acogíarllo de buen grado; pero aquel barniz de urbani- dad chocaba con ia1 fondo de hábitos salvajes, con tan violentas costumbres y caracteres tair indisciplinaCos, que no podía penetrar muy adentro. ACemás, detrás de estos altos personajes, únicos a qu-ienes 1a vanidad o e1 instinto aristocrático hacía rebuscal: la compañía y copiar las maneras cle los antiguos ncbles d.ei pa-ís, venía la multitud de los grlerreios fraircos, para quienes toCo hombre que supiese leer, a no haber h.:chc sus pnlebas ante ellos, hacíase sospechoso Ce col:ard.ia. A1 -rnenor pre- texto de guerra comeirzaban <1e nuevo a saquear la Ga- lia como en 1os tieinpos de la plimera invasión. Robabarr, para hacerios funrlir, los preciosos copones de 1as igie- sias, y hasta las tumbas escLldriñaban en busca cle oro. En tiempo Ce paz, su principal ocupación era ir.raqrlinar tre- tas para expropiar a sus vecinos de laza gala y ectrarse a los caminos i)ara atacar a ianzadas c ci:rta¡:azos a aque- lIos de quienes se cieseaban vengar. Los.rnás pacíiiccs se pasaban eI día bruñendo sus arriras) cazanCo o embria- gándose. Todo se obtenía de eilos dándoies d-e beber, todo, hasta la proinesa de proteger con su crédiio ante etr rey a tal o cual caildidaio a un obispado vaeente. Hostigados de continuo por hr-réspecies semejantes, re- celando constantemente pol sits bienes o sus personas, los miembros de ias ricas farnilias inciígenas perdían ia tran- quilidad de espíritu, sin la cual estudios y artes perecen; o bien, arrastrados también ellos por e1 ejeili:io, pci cier- to instinto de independencia l¡rutal que 1a civiiización no puede cancelar en el corazón Ce1 homh,re, se ]anzaban en la vida bárbara, menospresiánclcio tcdo, salvo la fuer- za física, lo que les hacía pendencier:os y revoltosos. Lo mismo qu.e 1os gu-erreros francos, íbanse de noche a asal- tar a sus enemigos dentro de las casas o por los caminos, y ia¡nás salían sin llevar consigo el puñal ge-rmánico, : 1, .üm*r:"s pE Los ?rEMPos ñjgEov¡¡lc¡Ós . 5t a:=-"i: skt'c¡r,c.s'i¡.r cuchillo de seg'-ridad. He ahí cómo e" :- :spacio de siglo y meCio toda cultura intelectual, li::,:¡ -.-30¿¡¿ia de cosiurnbres desa.parecieron d.e la Ga- 3;:. ¡::1a sola fuerza de las cosas, sin que tan deplorable l:-:-:-: f'.r.era resulteCo de mala disl:osición u hostilidad ¡--=::-.á:ica contra la civilización iomana. :- ::atri;rcnio de Siqiberto, su fau-sto y, sobre todo, eL ::..:-¡-o que sobre é1 hacía refluir la posición soeial de i,: :::rsa, hicieron viva impresión, según las crónica.s :=- :-:::ipo, sobre e1 espíritu de1 rey Chiiperico. En medio :: ;:s eoncubinas y de las mujeres con quienes se había r:-.:--.: a la manera de los a,ntiguos jefes germanos, sin - --:,:s ceremcnias, pareció1e que llevaba una- vida ire- l:: :-:ble, menos legia que la de su hermano rnenor. Re- :---'--'tomar como él esposa de noble cllna, )¡ para imi- -*--= en todo hizo partir una embajada con misión de ir : --=::i" al rey de 1o: visigodos Ia mano de Galsuinda, su :--. plimogénita. Pero seilejante pretensión encontró ::-.:.-:ulos que no se habían presentado a los mensajeros :- i-glberto. El eco de lcs d.esórdenes del rey de Neus- :-: había penetrado hasta en España; 1os godos, más :-"--rzaC.os que los francos ¡r, sobre todo, más sumisos a -- :-s:ipiina del Evairgeiio, decian en alta voz que Chil- ;.:-:c llevaba la vic.ia de un pagano. Por su parte, la hiia --:--:i de Atanagiirio, naturalmente tímiria ¡Je carácter : --:-. y triste, tJ:nblaira ai pensamienio de'farchar tan -,-:-. ¡' pertenecer a tal hcmbre. Su madre, Gosvinda, que -' =::--aba- iierrranente, cornpaltía sus repilgnancias, te- :r:::s y presentimientos de ciesciicha: el rey estaba in- -.--.c y demo¡:aba día por día su respuesta definitiva. -:- :b, anremiado por los ernbajadores, se negó a pactat :.:a ccn ellos si su rey no se compronetía mediante ;-::-:rento a licenciat a todas sus mujeres y a vivir con :::.¡eva. esposa conforme a la ley de Dios. Salieron para ,1:--a unos corÍeos y regresaron trayendo una promesa ::::::a1 de Chilperico de abandonar a todas sus reinas y :::-:ubinas al precio de obtener una mujer digna de él : :-:;a cle un rey. L-:a doble alianza con 1os reyes de los francos, sus ve- :-:::s y enemigos naturales, ofrecía tantas ventajas a -j-:::agi1C-o, que no vaciló más, y, fiado en aquellas segu- ::::Ces, pasó a ios artículos del ccntrato de bcda. Desde :.-: ¡nomento versó toda la discusión, de una parte, scbre ; d;te que aportaría la futura esposa, y de otra, sobre
  • 14. 8rt rTUGÜSTÍ¡I T¡IIEREY eI presente que le haría su marido después de la primera noche de casados, como regalo cie torn,aboda. En efecto: según una ccsiumbre okrservada entre todos los pueblos de crigen germánico, la recién casada, a.l despertar, había de encontrar un dc,nalivo cuakjuiera como precio de su virginidad. El presente variaba mucho de naturaleza y de valor; tan pronto era Llna suma de dinero o algún mueble precioso, como yu-rltas cie bueyes o troncos d6 caballos, ganado, casas o tierras; pero cualquiera que fuese el objeto en que consistiera la donación, no había sino un nombre para designarla: la llamakran donativo de la mañana, rr"Largengabe o mcrgatzeg'niba", según los diferentes dialectos del idicrna germánico. Las negocia- ciones relativas. a1 matrimo:rio Cel iey Chilperico con la hermana de Brunequilcla, difcridas por el envío de los correos, prolongáronse así hasta el airo 567; no estaban terminadas todavía, cuando rr-n suceso acaeaido en la Galia hizo su conclusión más fácil" El mayor de los cuatro rej¡es fi:eneos, Caribcrto, habia abandonadc los alredeCores iie París, su residen'cia ha- bitual, para ir a uno de srls dominics, carca de Burdeos, y gozar allí del clina y Ias prcd,-icciones ¿le la Galia rneridional, donde Ie sorprendió la rnuerle. Originó esto en el imperio de lcs francos una nlieva revoiución terri- torial. No bien hubo cerrado lcs ojos Cariberto, una de sus mujeres, Teodegilda, que era hija de un pastcr, puso mano en el real tesoro, y a fin cle ccnservar e1 títuio de reina hizo proponer a Gontrán que ia tcrnara por esposa, Acogió el rey muy bien este mensaje, y respcndió con acento de perfecta sinceridad: <<Decidle que se apresure a venir con su tesor.o, pofque nle propongo casarme cor¡ ella y. engrandecerla a los ojos de1 pueblo; qniero que al lado mío goce de más honores que con mi hermano que' acaba de morir.>> Entusiasmada ccn esta respuesta, Teo- degilda hizo cargar en varios carros 1as liquezas de su marido, y marchó a Cirá1ons-sur-Saóne, resiclencia del rey Gontrán. Pero a su llegada, el rey, sin cuidarse de ella, examinó los bagajes, contó los carros e hizo pesar 1os cofres; luego dijo ,a los que le rodeaban: <<¿No vale más que esie tesoro me pertenezca mejor que a esta mu- jer que no merece e1 honor que le hizo mi hermano reci- biéndola en su lecho?>> Todos fueron del mismo parecer; ge puso en lugar seguro el tesoro de Cariberto, y el rey hizo conducir con buena escolta, al rnonasterio de Ar- l:s .'), a la que, bien a su pesar, acababa de hacerle tan -.;:.ifico presente. l,.::guno de los hermanos de Gontrán le disputó la ::..=-.rón del dinero y los objetos preciosos que acababa :. .¡ropiarse con tal ardid; tenían que debatir, ya con .-. ".-a entre los dos solos, intereses de mayor entidad. l--.--ái:ase de reducir a tres partes en vez de cuatro Ia :,"-.:ón del terrítorio galo, y hacer de común acuerdo la :..:-:ión de las poblaciones y las provincias que for- :':-:n el reino de Cariberto. Esta nueva distribución se :--- ie un rnodo aun más extraño y desordenado que la ::-'-,.:a. La ciudad de París quedó divldida en tres, y :.::: uno de ir:s hermanos recibió una porción iguaL a -:,.. iemás" Para evitar el peligro de una invasión por i;:::esa, ninguno debía entrar sin e1 consentirniento de -:: :iros dos, so pena de perder no ya sólo su parte de l.:::. sino su pat'te entera del reino de Cariberto. Se :":-:-ió esta cláusula con un juramento solemne sobre -'., --iiquias de los tres santos veneradcs Hilario, Martín ¡ --liuto, cuyos jr.licios y venganza pidióse qa;yeran so- ::= l; cabeza del qLre faltare a su palabra. ll l: nismo que París, Ia ciudad de Senlis fué dividida, :.:: só1o en dos partes; con les otras poblaciones se :-:::aron tres 1otes, con sujeción ai cálculo de los im- :-:::os que en cada una se percibían y sin tener para :::: en cuenta su respectiva posición. Las confusiones :, .::áficas hiciéronse aún más grandes, se multiplicaron --. ::rritorios enclavados en nación distinta de aquella :. --. pertenecían y quedarcn los reinos enmarañados' ¡-: :.:cirlo así. unos con otros. El rey Gontrán obtuvo r: =- sorteo &{e}un, Sair-rtes, Angulema, Agen y Péri- : -. ' --:1. Tocaron a Sigiberio, Meaux, VendÓme, Avranches, l,-:s. Pcitiers, Albi, Conserans y los cantones de los I..-.- Pirinecs. Y, por fin, en la parte de Ciriiperico fi' ;,:;:an, con varias ciudades que los historiadores no : : ,.:::3n, Limoges, Cahols, Dax y Burdeos, Ias l-roy des' : - ::s de Brgorre y Béarn, y algunos cantones de los -'- . - ?:rineos. :--, :que1la época se enccntraban fuera del territorio í;-.:.:c a los francos lcs Firineos orientales, que per' ic:=:-a:r a los godos de España, los cuales, por paso tal, :::e rno¡asterio, el primer convento de mujeres que se es1á' : ,: : ::: ]a Galia franca, bahia sido fundado a princii¡ios del d- g-: -,: lcr eI obi:po Cesurus o Saa Cesáreo.
  • 15. ,4L¡GU.ST¡?ü fH¡ENRY se coriunicaban con sus posesiones de la Ga,lia, compren- didas entre los cursos del Aude y del Ródano. De este mcdo, ei rey de Neustria, que no había poseído hasta entonces ciu.dad ninguna a1 mediodía c1el Loira, pasó a ser e1 vecino más próxirio del rey de lcs visigodos, srr futuro suegrc. Esa situación recíproca, dando una base nueva a los tratcs mairimoniales, acarleó su ccnclusión muy pronto. Entre 1as ciuCa,dcs que Ciritrperico acababa de ad-qr-ririr, algunas con{inaban con la frontera del reino cie Atanagildo; 1as ctras esiaban diseminadas por 1a Aquitania, provincia en tiempcs conquistada a los gcdos pcr 1as victorias de Clcdoveo el Grande. Obra de hábi1 poiítico sería estilrular que algunas de esas ciudades, perC.idas por sl-is antept-;iaCos, se le dieran por el con- trato de boC,a a ia hija de 1-rianagildo; y éste, en efecto, no dejó perder la ocasión. Ya por cortedad de inteligen- cia para com-r.r-lnaciones superiores a la del interés d'el momento, ya por cleseo de conceriar a cualquier precio su rratrirncnio con Galsilind,a, el rey Chilperico no dudó al prometer ea e1 contlaio, y col'no dar"atiuo de La ma' F.ana, Ias ciuCades de Limcges, Cahois, Burcleos, Béarn y Bigorre con su-s ierritorios. In';olucradas coino estabar¡ en las nacicnes germánicas 1as iCeas Cei Cerecho de pc- sesión terriiorial y el derecho d"e gobierno, era factible que algún día quedaran tales ciudades fuera de la dornl- nación f::anca; pero el rey de l{er;stila no llegaba tan Iejos en sus prevlsicnes. Abstlaídc en un solc pen""a- miento, no paró míe:rtes mas qile en es'cipu1ar, a cambio de lo que abandonaba, Ia en-irega ei1 s1;ls msnos d-e una dote consid,elable en dinei:o ]¡ objetcs de gran valor; con- venido ese puntc, no quedó ya ningún obstáculo y las t¡odas fueron concertadas. A través cie tod.cs los incidentes de está iarga nego- ciación, Galsuinda nc había cesado de experimentar aversión grende hacia el hcmbre 'a quien la destinaban, así eomo vagas inquietuCes por el pcrvenir. Las prome' ses que en nonbre del rey Chilper:ico le hicieron ic'c erlbajadores irancos no habían lcgrad-o tranquilizarla" Desde que se supo que su suerte oe había decidido de r:.n modo irrevccai:le, sobrecogida por u-n iir,pulso de ter r-.¡:r, corrió hacia su nadre, y ecirándole tros brazos atr cuello, como un niño que busca amparo, la retuvo abrazeda rnás de una hora, llcrando y sin detir palabra. Lcs embaja- dores francos ss presentaron para saludar a la prornetida ::i.{?OS PE LÓS TIEI{PÓS MEñOVIÍVGTOS :: su rey y torlar sus órdenes a fin Ce disp-o,ner la mar- :--:: pert á1 ,t"" a 1as dos mu-jeres sollozando cada una ::- =1 seno de la otra, y tan estrechamente enlazadas que :-::cían utridas ccn iazos ind-isolubles, aun con ser 1o :-- :.;s que eran, se conmovieion y no osaron hablar de ---:;e. Dejaron transcurrir dos días, y a) tercero presen- ,.-.r.." d* ttr.evo ante la reina. anun'ciándotre esta vez --" les urgía marchar, y hablanCc de J-a impaciencia de , ..-t'y di 1o largo del camino, Lloió 1a rfta, y pidió ..,. p""u -qu hija u.n Cía de aplazatiiento' Fero al si- ,.-:nie, cuandc¡ 1e vinieron a clecir que todo estaba a .,:.io:-'<.Un sr:1o clía más -contestÓ- Y ya no peCiré "ia. i.Sabéis que allá adonde conducís a mi hija no -:.¡,'mádie yu pu"a ella?>> Fe;:o tod.os lcs retrasos y de- --.,:'as llegaion a agotarse. Atanagiido inte::puso srt" auto- :-i.ad de "padre y de t"y; y a despecho de las lágrimas :e la reiña, Ga"isuinda fué entregada en mancs de los :'-:3 tenían 1s misión de lle"¡arla junto a su futuro esposo' Una larga hilera de jinetes, <ie coches y de carr-os por- ::-j:res de equipaies atravesó las calles de Toledo-y se --::gió hacia la -puerta del Norte. Sigr-iió a.caballo eI rey .- órtejo de su hi¡a hasta un puente erigido sobre el I::c a *lg,rtt" d.istancia de la capital; pero Gosvinda no .',t. d=tárminarse a vol¡¡er tan pronto. y quiso ir aún :--:s lej,..s. Dejancio 5¡r" propio coche, se fué a sentar al --:¡ dá Galsuinrla., y de etapa en etapa, de una en otra .,::ada, se dejó ariastrar hasta más de cien millas de Ls:anci.a. Día por día decíase: <<I{asia allí quierc llegar>-'; ::r'l Llna vez en e1 punto señalado pasaba adelante' -=..a ya de las rnontañas, lcs caminos.se hicieron difí- .,,:.: ái cueuta se d.ió de e1lo, y quiso ir rnás lejos : - - :.,,ía. i-'ero corno su séqu-ito, engrcsando el cortejo :-:-:iCerablemente, a.umentaba las difi'cultades y los ries' ; : Ce1 viaje, los noilles señores goC"cs resolvieron ne- ¡=.=. a ccnsentir Eue sLl veina avanzara una milla más' --- -,,r que iesignarse a una separa-ciÓn ínevitable, y nue- - :.: escenas de ternura, -ya algo n:lenos delirantes, se :..:lrcilaron ent-re la maC"re y Ia hija. La reina expresó .:- :ujces pa-1abi:as su tristeza y iemcres maiernales: <<Sé -.--: -dijo-, pelo I'iemblo por ti; ten cuidado, hija :. -:. ten raucl-lo cuidado,..> A estas palabras, tan acor- :=: icn sr:s pi:opios presentimientcs, Gelsuinda lespond:ó, ::...:d.a en llanto: <<Dios 1o quiere, fuerza e$ qut l:ne so- 'i: lrirlc q^t:,tr¡.ción 5e cc¡rSum¿.
  • 16. 88 AUGUSTI]V TEIIERRY El numeroso cortejo dividióse; jinetes y carros se des- unieron, y unos continuaron su ruta hacia adelante y otxos dieron vuelta hacia Toledo" Antes de subir al coche que debía volverla atrás, la reina se detuvo al borde del camino, y, fijando Ia vista en el carro de su hija, no cesó de mirarle de pie e inmóvil, hasta que se perdió en la lejanía y en las revueltas de la calzada, Galsuincla, triste, pero resignada, prosigió su marcha con dirección al Nor- te. Su escolta, compuesta de señores y guerreros de las dos naciones, godos y francos, atravesó ios Pirineos, luego las poblacir:nes de Narbona y Carcasona, sin salir del reino de los visigodos, que hasta allí se extendía; después se dirigió, por eL camirlo de Poitiers y de Tours, a la ciudad de Rouen, donde había de tener efecto la cele- bración del matrimonio, A las puertas de cada localidad de importancia deteníase el cortejo, y todo se disponía para una entrada solemne; ios jinetes se despojaban de sus capotes de camino, dejaban al descubierto los aialajes de sus cabal.los y se armaban con los broqueles suspen- didos del arzón de la silla; la prometida dei rey de Neus- tria abandonaba su pesado carro de viaje y montaba en otro de ceremonia, que se elevaba en forma de torre, todo cubierto de lám.inas de plata. El poeta contemporáneo del s'.ceso y del que tomamos estos detalles Ia vió entrar asi en Poitiers, donde tomó algunos días de descanso; dice que se admiraba 1a pompa del cortejo real, pero no hace alusión a 1a belleza de ia desposada. Chilperico, entre tanto, fiel a su promesa, había repu- :' :..Co a sus mujeres y despedido a sus amantes. La misma l:-.:legunda, la más hermosa de todas, la favorita entre -,.r-:as había aquél honrado con ei títnlo de reinas, no : - : ]:rarse de la proscripción general; se sometió con : . . ..:ión aparente, con una buena voluntad que ha- , .-.,::."ñado a hombres mucho más astutos que el rey I - ,;. Parecía haber reconocido sinceramente que :. . . --¡ era necesario, que el matrimonlo de una :. . - .:': eila con un rey no pcdía ser tomado en : - - s:-r obligación era ceder el puesto a una : - . . - ,:.-.'cr que no se la alejara del palacio, .' . : - . , . :. -,;::i. iguai que en otro tiempo, entre - , : :r.i . = .- =::rpleaban en el servicio real. Bajo : - : , -: - ,: ,- -.--.--.: j había una profundidad de as- .-.-: : -:,:.:--: :-::=:-:::a contra la que el rey de Neus- h 9JL-{?OS DE LOS T¡TII4POS MEFOVI¡G¡OS ;r:a no supo en modo alguno ponerse en guardia' Desde el iía misrno en que le sonrió la iCea de casarse con una j-:celia de estirpe real, creía no arnar ya a Fredegunda J r1o se percataba de su belleza; porque el espíritrr del -..:..1" Clotario, como en general el Ce tcdcs 1os bárbaros' -, "r" capaz cle retenet a un tiempo impresiones cle di- '--::sa naturaleza. Fué, por 10 tanto, sin miras ttit'eriores, :-: por debilidad. de corazón, sino sencillamente por faita ¿= -discernimiento, como permitió a su antigua favorita q-:e sigtriera a su lad.o en 1a casa que había de habitar :* nueva esposa. Las bodas de Galsuinda se celebraroü eon igual fausto ¡ magnificencia que las de su herrnana BrunequilCa; !:sta hubo esta vez para la novia hcnores extraordina- :::s; y todos los francos <ie la Neustria, los seúores y lcs -.-:rpüs guerreros, le juraron, colno a un rey, fidelidad' i:rmados en semicírculo, sacaron todos a una sus armas ;'las blandieron en el aire, pronunciando una vieja fór- ::-'rla pagana que consagraba al filo de la espada a todo ::^uel -qrie violase el jur:amenio. En seguida, el mismo :=¡' solémnemente renÁn¡é'su pron-Iesa de constancia y de :: conyugal; poniendo la mano sobre una arqueta que :';stodiabá únls reliquias venerables, juró no repudiar :-inca a la hija del rey de 1os visigodos y no tomar nin' ¡:na otra mujer mientras viviese aquélla' Galsuinda sol¡resalió, ciu-rante los festejos de sus bodas, !:r la gracia y la bonclad con que trataba a todos 1os ::.'.-itado's; acogialos como si ya los hu.biera conociCo; ofre- .::e a 1os unos obsequios, dedicaba a los otros palabras a::-bles y benévolas: todos le daban prenda de su adhe- :,in y lé deseaban una vida l,arga y Cichosa' Tales votos' ;r. .ro debían realizarse, la acompaíaron hasta la cá- ::r:ra nupcial, y al siguiente día, a1 despertar, recibió eI *'".rgerLgabe con el ceremonial presclito por los usos ger- :.-nlcosl En presencia de testigos seleccionados tomó en -.: diestra el rey Chilperico la mano de su nueva esposa' ;- eon la siniesira ec-hó sobre ella una brizna de paja' ;:cnunciando en alta voz los ncnbres de las cinco ciu- ::Ces que en 1o futuro habían de ser propiedad de- 1a :-:na. El acta de esta donación perpetua e irrevocable -=: extendió inmecliatamente en lengua latina; no se ha c::servado hasta nosotros; pero hasta cierto punto es É:b1e reprodueir su texto, conforme a las fórmulas con-
  • 17. i6 AUGUSTIII f¡'IERRY sagradss y el estilo empleado en los demás documentos de la época nterovingia: <<Pueito que Dios há mandado que el hornbre abandone padre y -id.te para juntarse a su mujer, que sean dcs é* ,rn" misma carne y que no pr-teda separarse a aquellos que e1 Señor ha unido, yo, Chiiperico, rey de los francos, varón ilustre, a ti Gaisuincla, mi amada m.ujer, con quien rre he casado con sujeción a 1a ley sáiica, doy en este día por ternura d.e amor, bajo el nombre de dote y de morgane-ghtbo, las ciudades de Burdeos, Cahors, Limo- Jut,'geut; y Éigott", con su tenitorio y su población ioda. Quiero que' a contar de este día, las tengas y poseas en pelpetua propiedad, y te las entrego, trans- ii"ro y .otrfitmo por 1a presente ca::ta, como 1o he hecho por lá brizna de paja y por el handel't!'ng>> (') ' Los primeros meses d.e rna-irirnonio fu'eiorr, si no di. ehosos, al menos apacibi.^s pala la nueva reina; Culce y pacienie soporiaba con resiánación todo 1o que había de irurque,lad arisca en el caiáctei de sri marid'o' Por 1o á"-át, Chilperico sintió aigún tienrpo vcrdaCero afecto üá.i" Lnu; ia amó a1 prin-ipio por vai-riciad, satisfecho de tener en ella una espost tan nobie ccinc la d"e stl h"t*itlo; Iu.ego, hasiiaclo ya un pcco de ese contento de "*ot ptópio,"-la amó por avaricia, rnerced.a 1as grand'es sumas'de-dio."to y al gran número de o}:jeios pletiosrr's A;; i. había aporiadc. Pero cnando por cspa'cio de a1gün tiempo se hubo complarido en el cálcu-io de toclas e:;as riquézas, clejó de hal1al placer en tales pensatrie:rtos, y ¿"ráu "ito"óes ningún aliciente 1e atrajo ya a GalsuinCa' io q,r" en eila había de i:eileza iaoral, su carencia de o"g.tilo, su caridad para con los pobres, l1o er'an plend'as á-ñropésito para eniusiasmarle; poiqlle él no tenía aima ni'sentidos *áu qu-* pa::a 1a beileza corpcral' Así l1egó pr""t" eI morrrenio en que' pese a sus propias resolu' '"ior"r, Chilperico no sinlió ya aI iado de su mujer sino friaidad y enojo. Ese momento que espiaba Fredegunda fué por ella apro.,,echado con s'u destreza habitual' Le basió rrtcstLarse "é*o ol azat aI paso del rey para que ia comparación de sus facciones óon las de Galsuin<la hiciera revivir en ei cotut¿tt de aqr-rel hombre sensual tina pasión ma1 ex- (Ll Hand.elang o handelog, de la palatJra hcnd,.mano' expresaba ""' i""!"" !.tri¿ttlca la ac'"ción de ent¡ega¡, dax, transm¡tir por su t P'LA?OS DE ¿OS TIEMPOS MEI?OVTÍVGIOS i-rguida por algunas bocanadas de vanid-arl. Volvió a :'-nar por concubina a FredegunCa, e hizo ostentación de : -: nuevo triunfo 1a fa-¡orita, lleganclc he,sta e,fectar ante -:. esposa Cesdeñada aires altaiie:¡os y d-espreciativos. Do- :-:nente herida comc mujer y cono reina, Galsuinda --:ró al principio en silencic; d,espués osó quejarse al :.,'y d.ccirle que en su casa ya no había honores ni eon- .-ieraciones pa.ra el1a, sino injurias y afrenteLs que no ;-dia soportar, Ccrno gracia pidió ser repudiada, y ofre- :-,. al¡andcnar todo cuanto coirsigo había traído, con 1a ;-,a conCicií.,n de que se le permitie::a volver a su país. -a C-ejación volunt¡.-ria de un rico tesolo, el desinterés ;:: alteza de espíritu, elan cosas incci':lprensibles para :-:ey Chiiperico; y no teniendc de esas cosas la menor -..a. no creyó en elias. Así es que, pese a la sinceridad := las palabras de la triste Galsriinda, no le inspiraron :.::.s otro sentiraiento que u-na desconfianza sombría y '.- :emor de perder', rompiendo abiertamente, riqueza-s :--= se consid.eraba feliz de guaid-ar en su. poder. Domi- :,=:-:io sus ernociones y disimulanilo su pensamiento con -: ::tucia de1 salvaje, caml:ió súbitarnente de maneras, :- ¡:ió Lrna voz dulce y caiiñosa, hizo protestas de arre- .. =:,::rniento y atnor que engañaron a la hija de Atana- ;---,'. i{o habiaba ésta ya de separación, y se felicitaba _" - -- haber obienido una t'econciliación sincera, cuando -. . iocl:e, por orden del rey, un servidor aclicto fué --.-- jucidc a la cámara regia y estranguló a Ia reina :-,::.:ras dormía. Al enccntrarla muerta en su lecho, fin- ; - J:ilperico soipresa y aflicciór-r; liegó hasta aparentar *., .: r'erdaderor ]¡ pocos días despr-rés devoivió a Frede- t¡Cos lcs derechos de esposa y de I'eina. pereció, en plena juventud, aquella mujer a quien pc,cie cie revelación interior parecía advertir por :aCo la suerte qne le estaba reservacia, figura ¡.- irelancóliea cilre atravesó la barbarie merovingia :.:: a,parición <ie otro siglo. A pesar del rela,jamien- :eniido rnoral en medio de tantcs crímenes y des- -: .in cuento, hubo aliaas profunda.mente conmo- :r' iil infcrti-rnio tan poco merecido, y sus simpalías .-T¡:.:::. según el espíritu de aquel tiempo, un matiz de -w--:::.::.::ón. Decíase qlle u-na 1ámpara de cristal que pen- e-: -:::a de la tun'rba de Galsuinda el día de sus fltne- s-:: :: :abíe d-eslrenCido de pronto sin que nadie pusie- = :--- =-la meno y h¿bía caí¡"1,o sobre el pavimento de
  • 18. t2 .áÜGÜS?T}l THTERRV már¡Troi sin rcmperse ni apegarse' Aseguraban, para eom- ;üta. el milagro, que iot asistentes habían visto el i"-árr'r"r del palimenio ceder como una materia blanda ;;-ü;p;ta hundirse en é1 a medias' Semejantes rela- ios p,r"d"n hacernos sonreír a nosotros que los leemos "" .ii":ot libros escritos por hombres de otra época; pero u" "i tigfo vr, cuando esas leyendas pasaban de bocá en ü.;;;t" expresión viva y poética de los .sentimientos i üt"-pop"laies, ei oyenie qued'aba pensativo y lloraba escuehándolas referir. h SEGUNDO RELATO CoNsscusNcles DEL ASESTNATo DE Ger,sun¡l¡- Gusgn¿ crvrl. - MueRrn DE SrcrBERTo (568-5?5) i:rtre ios francos, y en general entre los pueblos cle ::,:r germánica, al cometerse un homicidic, eI n-rás próxi- ::- pariente del muerto convoca a todos los deudos o :. =:os, intimándolos por su honor a acudir arm4dos, ;,=: el estado de guerra existía desde entonces entrg :- :--:micida y cuantos estuvieran unidos a la víctima por :- ::.enor lazo de parentesco. Óomo esposo de la hermana :. 3aisuinda, Sigr.berto asnmió el deber de vengarla. a*.','.i rriensajeros a1 rey Gontrán, y éste, sin titubear un :---:c, entre los dos hermanos convertidos en enemigos i,. :-:sc de parte del ofendido, ya polque las costumbres :"-,:lales se 1o impusieran como ley, ya porque el cri- ::.:. cobarde y odioso del rey Chilperico le hubiera pues- :: ;:r decirlo así, fuera del derecho común a los ojos :. s.: propia familia. Se declaró en seguida la guerra y r.:::-z¡ron las hostiJidades, pero con un ardor desiguaL ; -: ;arte de los dos hermanos armados contra el tercero" l.:::::aCo por los gritos de venganza de su mujer, Brune- ¡;---:a, que tenía sobre él un ascendiente incontrastable, :r :-:.-c carácter violentamente apasionado acababa de :l'=.:-rse de gclpe, Sigiberto deseaba una guerra sin :-:'::ll no retrocedía ni ante el pensamiento del fratri- " :.:: pero Gontrán, sea por lnspiración cristiana o por i....:::ra de voluntad natural en é1, no tardó en abando- l': .: papel de coasaltante por el de mediador. Ccn rue- g: -i ::i:nero, y después corr ameilazas, determinó a i ¡::::o a no hacerse justicia, sino a pedi.ria pacifiea- -r.,'.-:: a.l pueblo congregado según la ley. ;:- eierio: conforme a las leyes de los francos, o, mejor ¡iu:-:-:. ccnforme a sus costumbres nacionales, todo hom- rr: i'.le se creyera ofendi.do podía elegir übremente