2. Quiero contaros una historia, sobre el invierno más
frío del mundo, sobre una gran caída amortiguada por
el manto gélido de la nieve, sobre animales ocultos en
la espesura y sobre dos corazones puros que cuando
todo fallaba, tendieron su mano a una desconocida.
Mi nombre es ymiine, y soy una cernícalo, o al menos
lo era hasta hace unos meses. Ahora mismo lo único
que conservo de mi antigua forma es mi plumaje,
convertido en una cálida capa y mi deseo de volar.
3. No os sintáis mal por mi, aunque ya no tenga alas no he perdido la capacidad de volar, los humanos
también son capaces de hacerlo, pero eso es mejor reservarlo para el final de la historia. Puede que suene
arrogante, cualquiera de vosotros ha sido humano más tiempo que yo, no puedo pretender entenderlos al
completo y de hecho no lo hago. Los humanos tomáis algo llamado chocolate, vuestros picos son blandos y
los llamáis “nariz”, además esta separado de vuestra boca, tenéis en la cara algo llamado mejillas que pueden
enrojecerse cuando la persona a quien habéis entregado vuestro corazón hace un saludo cortés. Sois unas
criaturas extrañas y extraordinarias, pero antes que humana fui una cernícalo y aprendí a volar, se como
hacerlo y se que vosotros podéis.
4. Como ya dije esto es mejor dejarlo para el final de la
historia, cuando veáis a mis amigos humanos volar
para ayudarme. Los primeros y más queridos amigos
humanos que he tenido y tendré, Elba y Abel. Si, esa
gran caída era la mía, y esas dos personas de puro
corazón eran mis mejores amigos.
5. Estaba perdida, herida. Un azor me había atacado y separado de la bandada. Perdí de vista a mi familia en plena
migración. Mis padres, hermanos, primos y amigos no podrían venir a por mi, o el invierno les alcanzaría... El
invierno... hasta ese momento ese “invierno” era un monstruo desconocido incluso peor que los azores, del que no
podíamos más que huir porque por mucho que luchásemos solo podríamos perder. Estaba aterrada porque me
alcanzase, incluso más que por el acecho de mi depredador y la profunda herida que había dejado en mis alas.
Decidí atajar por el bosque, lo conocía bien, había estado allí cientos de veces antes de la migración, quizá podría
despistar al invierno, esconderme y regresar con todos. Me equivoqué.
El bosque era completamente diferente a como lo
recordaba meses antes cuando cazaba ratones con mi
familia. Todo estaba frío, el viento ya no era la suave brisa
que refrescaba mis plumas, no había rastro de flor alguna,
ni siquiera del manto de hojas anaranjadas que caían de
los árboles. Ya no escuchaba a las cigarras, ya no veía a las
luciérnagas para que sus luces guiasen mi camino. Parecía
que todos los animales habían desaparecido, solo quedaba
alguna ardilla rezagada y los lobos. Sus poderosos
aullidos hacían mi pequeño corazón aviar latir a mil por
hora, pero sobre todo estaba aterrada por la espesa capa
helada que cubría todo lo que mis ojos alcanzaban. Por si
esto fuera poco el viento era mucho más fuerte y gélido
que antes, notaba como mis alas se entumecían y dejaban
de batirse poco a poco... y entonces caí.
6. Ya no me perseguía el azor, seguramente también estaba
en plena migración y yo no era más que un tentempié para
el camino. Seguramente al ver “El invierno” decidió
regresar con su familia y seguir adelante. Seguramente mi
viaje se acabe aquí, a manos de ese gran depredador que
incluso atemoriza a los azores. Seguramente... pero no fue
así. Noté como unos brazos me desenterraban de lo que
ahora sé que se llama “nieve”, unos brazos cubiertos de un
plumaje extraño que se viste o no según quieras, llamado
“abrigo”, los brazos de una gran amiga llamada Elba que
me acomodaron contra su pecho, y la dulce voz de mi gran
amigo Abel que me cedió la parte de su plumaje llamado
“bufanda” para que entrase en calor.
7. Me llevaron a su casa y curaron mi herida. Me dieron de
comer y me explicaron todo lo que sé. Me abrieron su corazón
y yo les abrí el mío. Me contaron que “El Invierno” no era
ninguna bestia, sino una etapa del año dónde hacía mucho
frío, tanto que cuando llovía, el agua se congelaba y en vez de
caer lluvia, caía “nieve”, aquel gigantesco manto blanco y frío
que pude ver desde el cielo. Me contaron que con la nieve
podíamos hacer muñecos y lanzarnos bolas y dejar huellas. Me
dejaron probar las chirimoyas, una fruta que solo nace en
“Invierno”, y me demostraron que si buscabas bien podrías
encontrar flores que solo se dejaban ver en esa época, como el
8. Me quedé maravillada, era la primera
vez que veía cosas así, hasta el momento
el invierno era un ser horrible que solo
traía destrucción, por ello todos huían
de él, por ello nosotras las aves éramos
afortunadas por poder volar para
escapar de él. Realmente no era tan
malo, pero nosotros no podemos
soportar tanto frío. No tenemos grandes
nidos con techo y chimeneas como las
casas que tienen los humanos. No
tenemos comida suficiente ni donde
almacenarla. No tenemos la resistencia
para dar la bienvenida al invierno, y por
lo tanto debemos migrar. Había pasado
demasiado tiempo ya en ese pueblo, yo
también debería irme pronto.
9. Escapé de la casa una vez mi herida se curó y seguí las estrellas hacia el
bosque. No recordaba a donde había ido mi bandada, así que decidí buscar
a mi viejo amigo Krel en busca de indicaciones. Krel era un gran oso pardo
que vivía en el corazón del bosque, no tenía alas así que no podía escapar
del frío, sin embargo cuando regresaba cada verano siempre veía su
majestuosa figura saludando victoriosa porque una vez más había vencido
al invierno. Estaba segura de que el sabría por donde se habían ido el resto
de cernícalos.
10. Volé todo lo rápido que pude para evitar las corrientes que el
viento del norte enviaba en mi contra. Estaba triste por abandonar
así a Elba y Abel, habían sido muy amables conmigo y nos lo
habíamos pasado muy bien juntos, pero mi cuerpecito emplumado
no podría aguantar mucho más el frío. Sabía dónde estaba Krel, a esa
hora solía cazar en la zona del pinar. Desde las alturas era fácil
alcanzar esa zona ya que ni la más terrible tempestad invernal había
podido arrancar una sola hoja de sus copas, alzándose orgullosos
como los únicos árboles del bosque que conservaban su vestimenta.
Recorrí todo el pinar, pero no pude encontrar a Krel.
11. Estaba confusa, “¿Será que esta vez no ha podido
soportar el frío?” pensaba nerviosa. Mi preocupación
era tan grande que ignoraba que yo misma podía
correr ese destino. La nieve caía cada vez más fuerte,
el viento soplaba cada vez más intensamente y mis
alas soportaban ya a duras penas mi vuelo. Aún así no
me rendía y no dejaba de llamar a Krel una y otra vez.
Solo desperté de mi trance cuando escuché el temible
aullido de los lobos y pude atisbar como mis gritos
habían atraído a esas bestias de ojos azules y colmillos
12. Traté de ocultarme, mi cuerpo no aguantaba tan
bien el frío como los poderosos lobos y aunque
estaba bien alimentada, no parecía que para ellos la
caza escasease por lo rápidos y ágiles que se
movían. Cuando mi vuelo era tan débil que bastaba
un pequeño salto de mis perseguidores para
alcanzarme, una emplumada figura se abalanzó
sobre mi y me llevó a su nido. ¿Como era posible
que un ave pudiendo huir del invierno a tierras
lejanas eligiese quedarse en el bosque? ¿Sería
alguien como yo?
13. Una vez refugiada alcé la vista hacia mi
salvador, una lechuza. Había oído hablar de
ella, su nombre era Errol, ella y el búho se
disputaban el título de sabio del bosque.
“¿Como es que sigues aquí?”- pensé, pero
Errol no tardó en hacerme la misma
pregunta.
- Me desvié en plena migración- respondí-
¿que hay de ti?
- Yo no migro -dijo Errol- mi plumaje es
capaz de soportar el frío sin dificultad, y
siempre soy capaz de encontrar los
escondrijos de los ratones y ratas que me
sirven de alimento, además soy lo
suficientemente grande como para que el
viento no me derribe
14. Miraba a Errol con admiración, realmente había aves que no tenían la necesidad de huir del frío, ¿como era
posible?
-Sin embargo- continuo Errol- tu deberías irte pronto antes que el invierno te atrape
- Pero el invierno no es tan malo -respondí- además he hecho buenos amigos, y tu podrías enseñarme a
sobrevivir, soy un ave como tú, seguro que hay algo que puedo hacer
-Dime Ymiine, ¿has visto alguna rosa desde que llegó el invierno?
- No señora sabia... pero si he visto otras plantas
- Esas plantas están echas para soportar las condiciones del invierno, igual que yo. Tu cuerpo es como el de esas
rosas, no podría soportarlo y no hay nada que pueda enseñarte para remediarlo.
15. Me estremecí completamente al imaginar un destino similar al de
esas tiernas flores de las que solamente quedaba ya el espino
-Ellas vuelven a nacer cada primavera, tu no, por ello debes migrar a
tierras cálidas con tu familia y regresar cuando el calor y las flores
regresen. Yo te indicaré el camino a seguir.
- Muchas gracias señora sabia- contesté aunque algo cabizbaja- ¿pero
podría indicarme dónde esta Krel el oso? A estas horas solía cazar
pero no lo encuentro por ninguna parte, temo que el invierno se lo
haya llevado
-Confía en mi querida- dijo Errol- Krel esta perfectamente, pero si
eso consigue tranquilizar tu corazón iré a buscarlo más adelante
16. Errol alzó el vuelo y yo la seguí aún
algo apenada, notaba que la
despedida estaba demasiado cerca.
Aún así agradecía mi suerte una vez
más, en estos meses había tentado
más mi destino que cualquier ave
-Gracias Errol, por guiarme y
salvarme de los lobos, no me creo mi
suerte, si no estuvieses...
-No la tuviste, aquel niño del pueblo,
Abel, vino con su hermana al bosque
preguntando por ti. Les expliqué lo
mismo que a ti sobre cuanto
necesitabas migrar. Aún así esos dos
cabezotas querían encontrar una
forma de que pudieses quedarte con
ellos. ¿Quien entiende a los humanos?
17. La alegría que sentía en mi interior al tan solo escuchar esas palabras era infinita. Mis queridos amigos
habían ido a buscarme... y no se rendían en su empeño de poder continuar a mi lado. Aún me parecía increíble
que lo hubiesen hecho… se habían enfrentado al frío del invierno por ir a buscarme y seguían preocupándose
por mi... Los humanos son criaturas extraordinarias… No… Elba y Abel son unos humanos maravillosos y
quería permanecer a su lado un poco más, quería descubrir todo su mundo.
- ¿Estas segura de que no hay ninguna forma de que pueda quedarme?- pregunté mientras estos pensamientos
recorrían mi cabeza.
- Bueno... hay un animal en este bosque, el cual a pesar de que su especie no puede aguantar el invierno...
siempre ha sido capaz de soportarlo
18. - ¿De verdad existe alguien así?- pregunté
asombrada
- Su pelaje tiene el color de las llamas, y sus
ojos ámbar el brillo del fuego que prende. Su
nombre es Robin, y es un zorro.
- ¿Los zorros migran aunque no tengan alas?
- No, los zorros hibernan, igual que lo esta
haciendo Krel, pero Robin no hace ninguna
de las dos cosas.
19. - ¿Hibernar?- pregunté confusa. Errol no llegó a responderme ya que no
mucho más lejos, escuché gritar mi nombre a una voz más que familiar. Se
trataba de Elba, que venía acompañada de Krel. Volé hacia ellos emocionada
y Elba me rodeó con sus brazos fuertemente a la vez que me decía que no
me volviese a ir de esa forma. Su abrazo en estos momentos se sentía más
cálido que nunca.
- Mira que darnos un susto así... has hecho que me despierte pequeño
polluelo.- dijo Krel, pero a su vez haciendo una carantoña
- ¿Estabas durmiendo?
- Cuando llega el invierno tu sales volando para escapar, yo me tomo la
siesta hasta que llegue la primavera, tu migras yo hiberno. Dado que ambos
estamos aquí en medio de la nieve podemos asumir que los dos lo hacemos
20. Así que eso era hibernar... supongo que
tiene sentido, cuando estas dormido no
sientes frío ni tienes hambre... pero nunca me
habría creído si me lo hubiese dicho otro, que
mi gran héroe por ser capaz de derrotar al
invierno año tras año, lo conseguía
simplemente roncando. Krel dejó que Elba se
subiese a su lomo y una vez en casa, Elba me
calentó junto al fuego.” No vuelvas a irte sin
nosotros”, decía, “no queremos que te pase
nada”, repetía.
-Abel ha ido al bosque a buscar al zorro, así
que no te preocupes por el frío, pronto te
podrás quedar con nosotros sin preocuparte
de nada.- dijo al fin
21. Esas palabras lograron que mi
corazón se estremeciese. ¿De verdad
podría quedarme? ¿No acabaría igual
que las rosas? Pero sobre todo… ¿De
verdad me querían a su lado? No
tardó en llamar a la puerta Abel,
acompañado de una mujer de
cabellos rojos como la llama y
brillantes como el fuego que prende.
- Mi nombre es Robin, Abel me ha
hablado de ti. Parece que te has
metido en un buen lío.
No lo entendía, esa figura era
claramente humana pero decía
llamarse Robin, como aquel zorro...
- Conozco esa cara demasiado bien.
Soy ese zorro, esta piel es
simplemente un abrigo
22. - ¿Abrigo?- pregunté confusa.
- Cada invierno me convierto en humana para escapar tanto del
invierno como de perder mi tiempo durmiendo. Siendo humana
puedo ir a donde quiera. Si tengo frío uso más ropa, si tengo
calor me la quito, si tengo hambre pido comida y me la ofrecen.
Siendo humana puedo ir donde quiera y hacer lo que quiera
- ¿Ese es tu secreto?
- No es ningún secreto, pero las aves os vais cuando empieza
todo lo divertido del invierno, así que nunca me has visto así.
Pero no te preocupes, yo te enseñaré a hacerte un abrigo como
el mío y podrás pasar aquí todos los inviernos que quieras.
23. Robin me enseñó a transformarme en
alguien como Abel y Elba. Aquí estoy
desde entonces y esa es mi historia.
Cuando llegue la primavera y con ella mi
familia, volveré a ser una cernícalo y
volar con ellos. Volar como las aves,
porque aceptémoslo, los humanos voláis
mejor que nosotros, y os lo duce alguien
que se pasó la vida volando de un lugar
a otro.
24. Puede que no físicamente, pero es el espíritu lo que cuenta. El tiempo puede ser largo,
el vehículo puede ser extraño e inesperado, pero si el sueño se mantiene cerca del
corazón, y se aplica la imaginación a lo que esta al alcance de la mano, todo es posible
Habéis superado el invierno creando casas y abrigos adecuados, conseguís siempre el
alimento sin la necesidad de cazar… y si hace falta, sois capaces de cruzar medio bosque
helado para ayudar a un amigo. Por eso estoy segura, vosotros podéis volar. Y para los
cínicos que afirmen que aún no es así, al menos no como los pájaros, yo estoy segura de
que en alguna parte, en algún taller, algún maníaco de ojos brillantes esta gastando
vitaminas y suplementos minerales, y haciendo prácticas agitando los brazos cada vez