A partir de la Revolución Industrial a fines del siglo XVIII y la completa interrelación económica mundial en el XIX, la dependencia económica es uno de los problemas más graves que puede afrontar cualquier país. Tener una economía dependiente no solamente limita aspectos productivos (como un pleno desarrollo industrial, aumento de productividad, el nivel de reinversión o riqueza), sino también sociales y culturales (como la redistribución de riquezas con el fin de lograr una igualación en las oportunidades sociales y económicas), que terminan bloqueando el desarrollo socioeconómico del país.
SESION DE PERSONAL SOCIAL. La convivencia en familia 22-04-24 -.doc
El problema estructural de la dependencia económica
1. EL PROBLEMA HISTÓRICO DE LA DEPENDENCIA
ECONÓMICA EN LAARGENTINA
Profesor Federico Andrés Coppari1
. Instituto de Capacitación Aduanera.
A partir de la Revolución Industrial a fines del siglo XVIII y la completa interrelación
económica mundial en el XIX, la dependencia económica es uno de los problemas más
graves que puede afrontar cualquier país. Tener una economía dependiente no solamente
limita aspectos productivos (como un pleno desarrollo industrial, aumento de
productividad, el nivel de reinversión o riqueza), sino también sociales y culturales (como
la redistribución de riquezas con el fin de lograr una igualación en las oportunidades
sociales y económicas), que terminan bloqueando el desarrollo socioeconómico del país.
Argentina se incorporó económicamente en el mercado mundial a mediados del siglo XIX
como un país productor de bienes agrícolas y ganaderos. Dentro de la División
Internacional del Trabajo, Argentina obtenía ingresos por sus exportaciones de lana, carnes
y cereales y los utilizaba para incorporar bienes manufacturados de los países
industrializados. De esta manera, a fines del siglo XIX, Argentina llegó a ser el 6º país más
rico del mundo. Sin embargo no es menos cierto que esta economía orientada hacia el
exterior generó la dependencia económica del “granero del mundo” en relación con los
países industrializados de Europa que compraban sus productos. Es decir que el verdadero
motor de la economía argentina no eran sus productores agropecuarios, sino sus
compradores industrializados. Países como Inglaterra, Alemania, Francia o Bélgica no
1"Las opiniones expresadas en los artículos publicados son responsabilidad de los autores".
2. solamente se quedaban con los ingresos engendrados por el valor agregado de sus
mercancías, sino que también sometían económicamente a los países no industrializados
por distintas vías. Por ejemplo la Inglaterra de la Reina Victoria controlaba el sistema de
transportes marítimos, sus bancos financiaban las obras públicas del Estado argentino y sus
ferrocarriles dibujaron todo el mapa nacional desde el interior hacia Buenos Aires.
La economía nacional dependía pura y exclusivamente de la demanda europea, y el
estallido de la Primera Guerra Mundial dio el primer tono de alarma con respecto al frágil
sistema económico argentino. Durante la primera presidencia de Yrigoyen (1916-1922) los
países europeos orientaron la totalidad de su economía al servicio de la guerra y redujeron
la importación de productos alimenticios. Pero el sistema agroexportador argentino se
recuperó con las exportaciones de la posguerra que no solamente beneficiaron al sector
rural, sino también a la reciente industria nacional de bienes de consumo. Es menester
remarcar que dicha industria -surgida gracias al explosivo aumento demográfico de las
inmigraciones masivas desde 1870- fue hija de la prosperidad económica que dejaban las
exportaciones.
Con el crack de la Bolsa de Wall Street en 1929 y la crisis económica mundial de 1930, los
países europeos (principalmente Gran Bretaña) dejaron de comprarle bienes primarios a la
Argentina y la dependencia económica se denotó en su máximo esplendor. Para intentar
solucionarlo se reestructuró el sistema económico nacional orientándolo hacia la industria
nacional. Así surgió la industrialización por sustitución de importaciones (ISI) que buscaba
un progreso a nivel industrial para alcanzar el ideal de la autonomía económica. Sin
embargo este modelo (que podemos ubicarlo hasta fines de la década del ’50) en lugar de
solucionar el problema de la dependencia económica, solamente sustituyó un tipo de
dependencia por otro. Con la ISI se pasó de una dependencia de la importación de bienes
manufacturados, por otra basada en la importación de los bienes de capital necesarios para
una producción industrial orientada hacia el limitado mercado interno. Además la demanda
externa de bienes primarios seguía siendo el motor de esta industria nacional, ya que el
Estado subvencionaba las industrias vía subsidios gracias a los beneficios obtenidos por las
3. exportaciones (el ejemplo más claro fue el rol que tuvo el IAPI durante las dos primeras
presidencias de Perón).
En la década de los ’60, impulsado tanto por gobiernos democráticos como de facto, se
intentó profundizar la industrialización con el modelo desarrollista para lograr el tan
esperado take off. Durante la presidencia de Frondizi la industria nacional apuntó a la
producción de bienes de consumo duraderos, y en la segunda mitad de la década a la
industria de base. Sin embargo fue imposible generar una industria competitiva a nivel
internacional porque los bienes de capital adquiridos por inversiones extranjeras ya estaban
completamente amortizados en sus países de origen.
Durante el resto del siglo XX, el neoliberalismo dejó de ver la dependencia económica
como un aspecto nacional y pasó a verlo regionalmente (por ejemplo con la creación del
MERCOSUR en 1991). Sin embargo las políticas económicas neoliberales hicieron poco
por intentar solucionar el problema de la dependencia económica de los bienes primarios
hasta la crisis del 2001. Por ejemplo en la década de los ’90, el Estado Nacional
complementó dichos ingresos con la privatización de empresas y préstamos extranjeros
para sostener la ley de convertibilidad.
En el inicio del nuevo milenio -luego de una crisis social y económica únicamente
comparable con la de 1890 en la historia nacional- la Argentina obtuvo un crecimiento
económico, donde no solamente aumentó la producción agrícola sino también la industria.
No obstante la estructura económica seguía siendo la misma, ya que el aumento de la
industria en el PBI se basaba únicamente en el consumo interno. Además, esta industria
nacional estaba muy lejos de ser competitiva a nivel internacional y necesitaba
indefectiblemente la ayuda del Estado para mantener su producción. El Estado no
solamente estimulaba el consumo interno con acciones político-sociales, sino que también
subsidiaba a las industrias con dinero obtenido por retenciones a las exportaciones de
productos agrícolas (principalmente la soja).
4. Luego de este breve resumen sobre la historia de la economía argentina, la pregunta que se
plantea parece obvia. ¿Cómo salir de la dependencia estructural de las exportaciones
agrícolas? Pero por ser obvia, no deja de ser una cuestión fundamental.
Es innegable que Argentina tiene ventajas comparativas que la impulsan a la producción
agrícola y ganadera. Sin embargo creemos que en el siglo XXI, gracias a los avances
tecnológicos, esa ventaja comparativa puede ser aprovechada de una manera mucho más
fructífera si se les suma valor agregado a dichos productos. La etapa desarrollista demostró
que el modo de lograr este objetivo no es con inversiones de capitales extranjeros ya
amortizados. Porque únicamente serían competitivos a nivel nacional para una industria
basada en el consumo y no en la inversión.
La única manera de superar las barreras establecidas por la dependencia agrícola es con un
programa de desarrollo tecnológico nacional impulsado por el Estado. El mismo, sumado a
una serie de medidas económicas, debe estar orientado para la creación de maquinaria
capaz de disminuir los costos y lograr una industria con verdaderas capacidades
competitivas a nivel internacional. Sería utópico creer que en el corto plazo la industria
nacional podría estar compitiendo con todos los países del mundo. Por eso la clave está en
realizar políticas económicas con los países vecinos para dominar la economía regional.
En resumen, si a las ventajas comparativas se le suma el factor tecnológico y se plantean
medidas económicas para lograr una industrialización orientada a conquistar los mercados
regionales, se colocarían las bases necesarias para superar el problema histórico de la
dependencia argentina. De este modo la economía argentina se podría apoyar en una base
industrial que, gracias al impulso obtenido por el desarrollo tecnológico, fomentaría el
crecimiento y la competitividad de otras industrias más allá de las basadas en bienes
primarios agrícolas.