sacerdote católico propone la teoría del big bang, contra toda lógica que supone que la fe y la ciencia no son compatibles, uno de tantos ejemplos en donde se palpa que detrás de todo lo que existe hay un ser omnisciente y omnipotente.
Sabías que un sacerdote católico fue quien propuso la teoría del Big Bang Y CIENTIFICOS CREYENTES EN JESUCRISTO.docx
1. ¿Sabías que un sacerdote católico fue quien propuso la teoría del Big Bang?
En la década de 1920 tuvo la intuición de que el universo tenía una historia y se encontraba en evolución;
oponiéndose así a la concepción de todos los científicos de época
Para muchos el padre de la teoría del Big Bang (la gran explosión), es el físico ruso nacionalizado
estadounidense, George Gamov; sin embargo, pocos saben que años antes esta teoría que busca explicar el
origen del universo ya había sido propuesta por el sacerdote Georges Lemaître.
El 20 de junio se cumplieron 50 años del fallecimiento de este formidable matemático que desde muy joven,
descubrió su doble vocación de religioso y científico.
El P. Lemaître nació en Charleroi (Bélgica), en 1894. Era hijo de un médico y ya desde su infancia se distinguió
por su habilidad para las matemáticas y su espíritu curioso. Atracción por las ciencias que enriquece con su
vocación sacerdotal.
Gracias a sus estudios, en la década de 1920 tuvo la intuición de que el universo tenía una historia y se
encontraba en evolución; oponiéndose así a la concepción de todos los científicos de época, especialmente
Albert Einstein que estaba convencido de la teoría del universo estático, inmutable y eterno.
Como explica el científico Eduardo Riaza, Lemaître no tuvo inconvenientes en plantear un universo con un
pasado infinito. Sus estudios de filosofía sobre la base de Aristóteles y Santo Tomás de Aquino le mostraron
que su planteamiento no contradecía su creencia en un Dios creador del mundo, ya que un universo creado no
necesita un comienzo en el tiempo.
“Conocemos el origen temporal del cosmos por medio de la Revelación Divina, pero en teoría nada impediría
que Dios hubiera creado el universo desde siempre. Aunque el tiempo fuera infinito –tanto en el pasado como
en el futuro–, no dejaría de tener una causa”, precisa.
Así, en 1930 Georges Lemaître propuso un modelo de universo bajo el nombre de hipótesis del “átomo
primigenio” o “huevo cósmico”, el cual más tarde fue conocido como Big-Bang. Su reflexión se apoyó en los
datos brindados por la observación de los espectros de ciertas galaxias recientemente descubiertas.
Según el sacerdote, la historia del universo se divide en tres periodos.
El primero es llamado “la explosión del átomo primitivo”, según la cual hace cinco mil millones de años existía
un núcleo de materia hiperdensa e inestable que explotó bajo la forma de una super-radioactividad. Esta
explosión se propagó durante mil millones de años y los astrónomos perciben sus efectos en los rayos
cósmicos y las emisiones X.
Luego viene el período de equilibrio o el universo estático de Einstein. Afirma que finalizada la explosión, se
establece un equilibrio entre las fuerzas de repulsión cósmicas en el origen del acontecimiento, y las fuerzas
de gravitación, durante esta fase de equilibrio que dura dos mil millones de años, se forman los nudos y dan
nacimiento a las estrellas y galaxias.
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Finalmente siguen los períodos de expansión, iniciados hace dos mil millones de años. Afirma que el universo
se encuentra en expansión a una velocidad de 170 km. por segundo de manera indefinida.
En 1933 durante un ciclo de conferencias organizadas por el Premio Nobel de Física, Robert Andrews
Millikan, al que atendieron tanto Lemaître como Einstein, este último aceptó que el universo sí se expandía.
No obstante, nunca admitió que el cosmos hubiera podido tener un comienzo; siempre creyó que Lemaître
quería introducir en la ciencia la creación divina.
Por su parte, el sacerdote nunca intentó explotar la ciencia en beneficio de la religión, pues estaba convencido
que ambas conducen a la verdad por caminos diferentes.
“El científico cristiano […] tiene los mismos medios que su colega no creyente. También tiene la misma
libertad de espíritu […] Sabe que todo ha sido hecho por Dios, pero sabe también que Dios no sustituye a sus
criaturas […] La revelación divina no nos ha enseñado lo que éramos capaces de descubrir por nosotros
mismos, al menos cuando esas verdades naturales no son indispensables para comprender la verdad
sobrenatural. Por tanto, el científico cristiano va hacia adelante libremente, con la seguridad de que su
investigación no puede entrar en conflicto con su fe”, dijo en una ocasión.
El P. Lemaître nunca buscó honores ni reconocimiento, aunque diversas republicaciones y traducciones de su
artículo sobre el átomo primigenio a partir de 1933 le situaron en cabeza de la física mundial.
2. En 1948, George Gamov propuso una nueva descripción del comienzo del universo; y aunque es considerado
hoy como el padre de la teoría del Big-Bang, las líneas maestras estaban nítidamente presentes en la
cosmología del P. Lemaître.
Durante su vida obtuvo distintos cargos en la Academia Pontificia de las Ciencias, siendo asesor personal del
papa Pío XII y presidente de la misma en 1960.
En 1979, durante el discurso del Papa San Juan Pablo II a la Pontificia Academia de las Ciencias con motivo de
la conmemoración del nacimiento de Albert Einstein, citó algunas palabras del P. Lemaître sobre la relación
entre la Iglesia y ciencia:
“¿Podría, acaso, la Iglesia tener necesidad de la ciencia? No por cierto; la cruz y el Evangelio le bastan. Pero al
cristiano nada humano le es ajeno. ¿Cómo podría desinteresarse la Iglesia de la más noble de las ocupaciones
estrictamente humanas, la investigación de la verdad?”
Científicos creyentes en Jesucristo
Roberto O'Farrill 13 Octubre 2021
En los años de la Iglesia, son muchísimos los laicos, frailes, monjes, sacerdotes, obispos y pontífices
del cristianismo que se han caracterizado por aportar grandes descubrimientos, teorías, postulados e
inventos científicos, cosa que es muestra definitiva de que la Fe y la Ciencia, lejos de contraponerse se
complementan mutuamente y no son motivo para que el creyente no sea científico ni para que un
científico no sea creyente; pues el trabajo que surge de la ciencia, es resultante de la creación que
encuentra su origen en Dios.
3. De entre una enorme lista, partiendo desde la Edad Media y hasta el siglo XX, merecen particular
mención algunos de los más destacados científicos que han formado parte de la Iglesia y que han sido
protagonistas de valiosas aportaciones a la ciencia.
Hildegard Von Bingen: filósofa, música, bióloga, médica, mística, vidente, monja benedictina alemana,
santa y Doctora de la Iglesia, nació en Bermersheim en 1098 y murió en Rupertsberg en 1179.
San Alberto Magno: filósofo, teólogo, médico, matemático, químico, fraile dominico alemán y Doctor
de la Iglesia, nació en Lauingen en 1193 y murió en Colonia en 1280. Delimitó los ámbitos de la fe y de
la razón, hizo varios estudios experimentales y fue un destacado investigador de la química, campo en
el que se le deben varios descubrimientos.
Cristóbal Clavio: matemático, astrónomo y religioso jesuita alemán, nació en Bamberg en 1537 y murió
en Roma en 1612. El papa Gregorio XIII le encomendó hacer el calendario gregoriano.
Galileo Galilei: astrónomo, matemático y físico italiano, nació en Pisa en 1564 y murió en Florencia en
1642. Mejoró el telescopio y confirmó la teoría heliocéntrica que sostiene que la tierra gira alrededor
del sol.
Blas Pascal: matemático, físico, inventor y teólogo francés, nació en Clermont-Ferrand en 1623 y murió
en París en 1662. En las Ciencias Naturales y aplicadas realizó importantes contribuciones al estudio de
los fluidos, aclaró los conceptos de presión y vacío, inventó la calculadora mecánica, investigó acerca
del triángulo aritmético y sobre la cicloide y su uso en el cálculo del volumen de sólidos.
María Gaetano Agnesi: filósofa, matemática, lingüista y teóloga italiana, nació en Milán en 1718y murió
también en Milán en 1799. Aportó a la ciencia las magnitudes finitas y el análisis de los infinitesimales
y la divulgación del cálculo y de la geometría analítica. Por nombramiento del papa Benedicto XIV
ejerció la cátedra de matemáticas y filosofía natural en la Universidad de Bolonia.
Gregorio Mendel: naturalista y fraile Agustino austriaco, nació en Heinzerdorf en 1822 y murió en 1884.
Es el descubridor de las tres Leyes de la Herencia: la ley de la uniformidad, de la disociación y de la
independencia, llamadas, por su nombre, Leyes de Mendel.
Louis Pasteur: físico, químico y biólogo francés, nació en Dole en 1822 y murió en Marnes-la-Coquette
en 1895. Desarrolló la teoría de los gérmenes y el proceso de la Pasteurización. Es considerado como
uno de los tres fundadores de la microbiología.
Alexis Carrel: biólogo, médico, investigador científico y eugenista francés, nació en Sainte-Foy-les-Lyon
en 1873 y murió en París en 1944. Se le confirió el premio Nobel de Fisiología y Medicina en 1912 en
reconocimiento a su trabajo acerca de sutura vascular, y trasplante de vasos sanguíneos y de órganos.
En 1902 fue testigo de un milagro en el santuario de Nuestra Señora de Lourdes, en Francia, del que
además participó como uno de los analistas científicos.
Alessandro Volta.- físico y experto en electromagnetismo italiano, nació en el Ducado de Milán en 1875
y murió en Como en 1827. Desarrolló la pila eléctrica en 1800. La unidad de fuerza motriz de unidades
lleva en su honor el nombre de Voltio desde 1881.
4. Jerome Lejeune: médico genetista francés, nació en Montrouge en 1926 y murió en París en 1994. Es el
descubridor de la Trisomia 21, causante del Síndrome de Down. No se le confirió el premio Nobel
debido a que su labor científica le fue minimizada por su abierto compromiso en favor de la vida
humana en gestación al oponerse a la práctica del aborto.
Robert Kurland: físico, químico y experto en Antimateria estadounidense, nació en 1931. Sus
investigaciones en la resonancia nuclear magnética dieron lugar a la ecuación Kurland-McGarvey.
Francis Collins: biólogo, físico, químico, médico y pastor protestante estadounidense, nació en Virginia
en 1950. Desarrolló el genoma humano a fin de eliminar los defectos congénitos y enfermedades
hereditarias.
Guy Consolmagno: astrónomo y sacerdote de la Compañía de Jesús estadounidense, nació en Detroit,
Michigan, en 1952. Actualmente es investigador del Observatorio Steward de la universidad de Arizona
y es el Director del Observatorio Vaticano en Castelgandolfo.