Este documento describe la readaptación de personas amputadas de miembro inferior. [1] Se discuten las ayudas técnicas como sillas de ruedas y bastones que pueden facilitar la vida diaria. [2] También se cubren temas como la conducción de automóviles y actividades deportivas. [3] El objetivo final es ayudar a cada persona amputada a alcanzar el máximo de sus posibilidades físicas y psicológicas.
2. E – 26-610-A-10 ¶ Readaptación de la persona amputada de miembro inferior
El elevador para el cuarto de baño permite alcanzar
una altura de asiento similar a la de una silla de ruedas
o de una silla estándar: de esta forma, resulta mucho
más sencillo levantarse. Existen diferentes modelos: con
o sin tapa, con o sin brazos, de distintas alturas, de
distintos materiales, etc. Sin embargo, no sirve para
cualquier paciente, como por ejemplo para las personas
de pequeña estatura.
El pato o el orinal pueden ser útiles, sobre todo por
la noche. Evitan que el paciente tenga que ponerse la
prótesis en plena noche, sobre todo si la necesidad es
urgente.
La silla de baño es necesaria cuando el paciente no
puede acceder al servicio o para la noche, según los
casos. Algunas son de plástico y también pueden servir
como silla de ducha; otras, más estéticas, se pueden
mezclar con el mobiliario del domicilio.
Para los pacientes que tienen una bañera clásica,
existe una tabla de baño adaptable que les permite
utilizarla como una ducha, sin tener que hacer obra y,
por tanto, a menor precio. Existen varios modelos: con
o sin perforación, con o sin asidero. Se adaptan a todas
las bañeras estándar, pero no se recomiendan para
personas con limitaciones articulares a nivel de las
caderas, con dificultades para levantar las piernas, para
algunas personas con sobrepeso o para las que tienen
una bañera pequeña y profunda.
La silla de ducha es más práctica que un asiento fijo
a la pared de la ducha, porque deja más espacio para el
asiento; de este modo, la persona se puede lavar con
toda seguridad, incluso la espalda y sus zonas íntimas.
Si fuera necesario, otra persona puede intervenir y
moverse con mayor facilidad alrededor del paciente.
Otra ventaja es que la persona que se ducha no está
sentada en un banco de azulejo, como algunos asientos
integrados en la ducha, ni su espalda está apoyada
contra los azulejos fríos, como ocurre con los asientos
abatibles fijos en la pared, con frecuencia, demasiado
cerca de ésta. Aquí también los modelos y los precios
son muy variables; lo mejor es poder probarlos antes de
adquirirlos.
La pinza alcanzadora facilita y evita riesgos a la hora de
recoger los objetos que se encuentran en el suelo, tanto
si la persona va en silla de ruedas como si camina con un
par de muletas. Los modelos y los precios varían de un
fabricante a otro, pero existen dos categorías principales:
las de puño tipo gatillo y las de puño tipo «ergonómico».
Al utilizar estas últimas pinzas, la muñeca adopta una
buena posición y sus articulaciones no sufren, por lo que
se recomiendan a personas con afecciones articulares.
Otra ventaja es que se puede orientar la pinza en vez de
orientar la muñeca o el codo según el objeto que se va a
recoger. Todo depende de la persona.
El caminador de dos ruedas es una ayuda para la
marcha útil en algunos pacientes con prótesis: les
permite mantener el equilibrio durante la marcha y
levantarse solos de la cama o de una silla apoyándose
en el dispositivo. Los modelos varían y tienen dimensiones diferentes. Es importante probarlos y elegir bien:
¿podrá el paciente utilizarlo en su domicilio? ¿Tiene el
paciente suficiente equilibrio para levantarlo ligeramente cuando gira? Cuanto más estrecho es, más
manejable, pero también menos estable. Cuando además dispone de una cesta o de una red, resulta todavía
más práctico para el domicilio porque permite transportar algunas cosas de una habitación a otra, como por
ejemplo una botella de oxígeno. Este andador, sin
embargo, no sirve para subir o bajar una escalera o una
acera, y éste no es su único inconveniente.
Los bastones ingleses o muletas son de gran utilidad
para la marcha, si no indispensables. Los modelos
varían en el tamaño del puño, en la anchura del apoyo
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del antebrazo, en la regulación de la altura, en el peso
garantizado, colores, etc.
Los bastones en T también son una ayuda para la
marcha y el paciente puede elegir entre una gran
variedad: tamaño del puño, colores, materiales (madera,
metal), plegable o no, etc.
Los deambuladores no son recomendables porque el
sistema utilizado para su uso hace peligrosos los desplazamientos: las pérdidas de equilibrio pueden ser más
frecuentes en estas personas ya debilitadas.
Casos particulares asociados:
• la tabla de transferencias es muy útil e incluso indispensable para la persona que no puede ponerse de pie
durante las transferencias. Permite que el paciente
pase de un tipo de asiento a otro o hace más seguras
algunas transferencias, como en el coche;
• para los pacientes amputados hemipléjicos son de
utilidad las ayudas técnicas clásicas para la persona
hemipléjica, como el tenedor-cuchillo, plegable o no,
la alfombra antideslizante, el reborde para plato, etc.;
• los bastones trípodes o cuadrípodes proporcionan una
mayor estabilidad, sobre todo a pacientes hemipléjicos.
Silla de ruedas
Está considerada como la ayuda material más importante. Ninguna persona amputada de miembro inferior
está libre de sufrir una herida en el muñón, una variación de su volumen o una desadaptación de su prótesis.
En estos casos, la silla de rueda es casi siempre el único
medio para poder desplazarse y evitar el encamamiento
«obligatorio» y completo, con las consecuencias
consiguientes.
Es necesario informar al paciente e insistir en el
hecho de que si camina con su prótesis, debe considerar
la silla de ruedas como una ayuda ocasional que le
permite desplazarse. Es mucho más importante que
ande y que se siente a descansar en su sofá, mucho más
cómodo, que deambular en silla de ruedas por los
espacios limitados que suele tener el domicilio.
Su elección depende de varios criterios que habrá que
tener en cuenta.
El tamaño de la pelvis del paciente determina la
anchura mínima de la silla de ruedas. Se recomienda
que quede un espacio aproximado de un palmo a cada
lado para poder llevar una chaqueta. Recordemos que la
silla de ruedas no es un carrito y que si la persona
necesita llevar cosas, es preferible colgar una mochila
del respaldo que optar por una silla de ruedas más
ancha, que antes o después causaría problemas de dolor
de espalda, de cadera u otros. Sin embargo, una persona
recientemente amputada suele estar desnutrida y presentar una pérdida de peso importante, por lo que a
veces es conveniente prever un tamaño superior, según
los antecedentes y el presente del paciente.
Su morfología nos ayuda a determinar la profundidad
o la altura del asiento o del respaldo. En una persona
con una amputación tibial y con prótesis, se recomienda que queden tres dedos entre el hueco poplíteo
y el límite del asiento para evitar heridas o que la
prótesis se desencaje al levantarse. En una persona con
amputación bilateral, se debe prever un asiento suficientemente profundo, sobre todo para los desarticulados de rodilla o amputados de muslo. La profundidad
del asiento es mucho más importante que la colocación
de reposapiernas o reposamuñones.
Según su afección, serán necesarias algunas opciones
como:
• la prolongación de asientos, indispensable para los
amputados bilaterales y muy recomendada para los
amputados de muslo y también para los tibiales;
Kinesiterapia - Medicina física
3. Readaptación de la persona amputada de miembro inferior ¶ E – 26-610-A-10
• los brazos largos, indispensables para los amputados
bilaterales o de muslo;
• el reposapierna o el reposamuñón, etc.
Es importante tener en cuenta las capacidades del
paciente, tanto mentales como físicas. Así por ejemplo,
para una persona mayor con amputación tibial o de
muslo, que se fatiga mucho y que camina pequeñas
distancias, es preferible elegir una silla de ruedas ligera
y compacta, es decir, de tipo estándar. El riesgo de
caídas es prácticamente nulo y al paciente le cuesta
menos manipular la silla de ruedas, por lo que la utiliza
más para sus desplazamientos.
También se deben respetar sus preferencias en cuanto
al color, la facilidad de manipulación, el diseño etc.
Su espacio para salir y su accesibilidad son importantes, aunque el uso de la silla sea ocasional. La silla de
ruedas debe permitir el acceso del paciente a las habitaciones principales de uso diario como el cuarto de baño,
el aseo, el dormitorio, la cocina o su cuarto de estar.
El uso que va a dar a la silla de ruedas es determinante. Puede que el paciente vaya a utilizarla sólo en
interiores, sólo en el exterior, en ambos sitios o en
regiones o países especiales (ultramar, África del Norte,
etc.), por lo que la recomendación para elegir entre
algunas opciones es diferente: tipo de modelos que
garanticen un servicio posventa, tipo de tela, de ruedas,
etc.
Sus posibilidades económicas también son un criterio
importante. Cuando el paciente tiene recursos económicos propios o tiene un seguro, se le aconseja de forma
diferente. Entre las sillas de ruedas manuales de alta
gama, son pocas las que ofrecen configuraciones adaptadas a la persona amputada de miembro inferior. Por
tanto, se debe considerar detenidamente dicha elección.
Teniendo en cuenta los precios, es más importante
hacer pruebas durante al menos 1 semana y reproducir
el máximo de situaciones similares a las del domicilio o
en el mismo domicilio, si es posible. Cuando el paciente
no tiene recursos económicos o no quiere gastarlos, se
le recomiendan sillas de ruedas más asequibles.
Con independencia de cómo sea el paciente, es
indispensable hacer pruebas.
Aunque para las personas amputadas de miembro
inferior, se recomienda desplazar hacia atrás las ruedas
grandes, en muchos casos no es necesario, sobre todo
cuando se trata de amputaciones tibiales; esto se decide
durante las pruebas. Como el síndrome de retropulsión
de tronco tiende a aparecer al mismo tiempo que los
problemas de equilibrio inherentes al envejecimiento, a
menudo es necesario recomendar esta modificación de
la posición de las ruedas, sobre todo cuando la persona
se sienta en su silla.
■ Conducción
de un automóvil
[3]
Uno de los factores de la vida social es la conducción
automovilística. En la actualidad, es muy raro poder
prescindir del coche, sobre todo en el medio rural.
Sin embargo, para poder conducir es necesario tener
aptitudes motoras, sensoriales y cognitivoconductuales.
Así, el paciente debe realizar algunos trámites legales
antes de volver a conducir.
Por ejemplo en Francia, la legislación relativa a la
conducción de un automóvil y a la minusvalía es muy
vaga o incluso inexistente, ya que si la persona tiene el
permiso de conducir, los trámites consisten en mantenerlo y no en renovarlo o adquirirlo; así, este articulado
de la ley no atañe al paciente.
No existe una obligación, pero sí necesidades reales
de efectuar los trámites ante la comisión médica del
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permiso de conducir después de sufrir una discapacidad
o una hospitalización prolongada. Estas necesidades son
principios de conducción legislados en este país.
Si el paciente no quiere presentarse ante la comisión
médica, puede infringir la ley, con multas e inmovilización del vehículo (argumento que se debe esgrimir ante
el paciente que se niega a realizar estos trámites).
La legislación francesa también contempla la posibilidad de poner en riesgo a un tercero.
Esta legislación incluye artículos sobre homicidio y
lesiones involuntarias que se refieren a penas más
graves, por lo que será necesario advertir de ello al
paciente, así como a su familia.
Asimismo, el consumo de estupefacientes, alcohol o
algunos medicamentos está prohibido en la conducción.
Según la ley francesa, cualquier persona puede advertir a las autoridades que el estado de salud de esta
persona no es compatible con la conducción, en cuyo
caso puede verse obligada a comparecer ante la comisión para el permiso de conducir, que comprobará si es
cierto o no.
Hay que prestar atención a los seguros: si el permiso
no es válido, la póliza del seguro puede contener
cláusulas de exclusión de garantías para el conductor.
Sin embargo, las víctimas de accidentes no están
incluidas en la exclusión de garantías.
Mientras el permiso de conducir está suspendido o no
anulado, sigue siendo válido.
El papel del médico: a veces se ve obligado a «violar»
el secreto médico para prevenir al tribunal (tutela) o a
la autoridad gubernativa (internamiento). Por ejemplo
en Francia, en este caso el médico queda relevado del
secreto profesional. No está obligado a denunciar, pero
si piensa que la salud del paciente es incompatible con
la conducción de un automóvil, el médico queda relevado del secreto profesional y puede advertir al entorno
y a la autoridad, que a su vez lo hace saber a la comisión médica para el permiso de conducir que convocará
al paciente.
El médico debe advertir al paciente, a su familia e
incluso a la autoridad que la evaluación de la comisión
es conveniente y necesaria.
El papel del entorno del paciente: la conducción es
una actividad social que proporciona libertad para la
vida diaria. Ahora bien, si las personas del entorno del
paciente no le animan a realizar los trámites pertinentes, pueden incurrir en faltas como la no asistencia a
persona en peligro o puesta en peligro de terceros. Las
personas de su entorno son responsables y pueden ser
inculpados. Además, cuanta más tutela necesita el
paciente, más grande será esta responsabilidad y sus
perjuicios. Por tanto, estas personas deben conseguir
que el paciente se presente ante la comisión médica del
permiso de conducir.
Las directrices europeas proponen un permiso limitado en el tiempo para algunos países.
Puede consistir en un permiso de uso restringido:
conducción únicamente de día, limitada a un determinado número de kilómetros, sin pasajeros o sólo si va
acompañado, con limitación de velocidad, etc. Esto ya
existe para algunos pacientes, como los diabéticos de
tipo II bajo tratamiento de insulina, que sólo están
autorizados a conducir de día.
Es muy importante que el entorno del paciente
comprenda la conveniencia de que éste se presente ante
la comisión.
Recordemos que cualquier persona puede advertir por
correo a la autoridad competente. Muchos médicos lo
hacen, para solicitar la comprobación de que una
persona puede seguir siendo titular de su permiso de
conducir.
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4. E – 26-610-A-10 ¶ Readaptación de la persona amputada de miembro inferior
Si el paciente obtiene un parte favorable de la comisión, la compañía de seguros tiene la obligación de
prestarle sus servicios y no puede utilizar este pretexto
para rechazarle.
Según la ley francesa, cuando el paciente tiene una
persona de confianza, el médico deberá informar a esta
persona de la necesidad de presentarse ante la comisión.
Cuidado con la trazabilidad: el paciente puede declarar que no se le ha informado de la necesidad de
realizar estos trámites, por lo que es importante que el
equipo le informe y deje constancia de ello.
Cuando la persona no se presenta ante la comisión
para el permiso de conducir a pesar de haber sido
convocada, se suspende su licencia y la policía se la
reclama.
El paciente se hace cargo de todos los gastos derivados de su comparecencia ante la comisión médica del
permiso de conducción; en caso de haber sido víctima
de un accidente, existe la posibilidad de que se le
devuelvan estos gastos.
En definitiva, se recomienda que el paciente concierte
un cita en la prefectura, donde se le orientará hacia una
comisión médica que se encargará de evaluar sus posibilidades: si es capaz de conducir o no y, en caso
afirmativo, si necesita un vehículo estándar o adaptado.
A continuación, se enumeran algunos ejemplos de
adaptación según la afectación del paciente:
• si el paciente tiene afectado el miembro inferior
izquierdo: se suprime el embrague y se coloca un
embrague automático o automatizado. Si la prótesis
del tercio inferior de la pierna izquierda está bien
adaptada puede utilizarse el conjunto de pedales
normales (sin adaptación);
• si el paciente tiene afectado el lado derecho: embrague automático e inversión del pedal del acelerador;
• si el paciente tiene una afectación bilateral: embrague
automático y acelerador y freno principal manuales.
Hoy día, la disponibilidad del embrague automático
en las distintas marcas de coches de baja gama representa un progreso importante para las personas
discapacitadas.
■ Regreso al domicilio
Cuando el amputado llega al centro de rehabilitación,
cada miembro del equipo recopila una serie de datos del
paciente: vida anterior, domicilio, entorno, etc. A partir
de ese momento y tras una síntesis realizada en equipo,
es posible deducir qué personas pueden tener problemas
a la hora de regresar a su casa.
Después de una nueva valoración, en función de la
evolución del paciente, de sus capacidades y de su
entorno más próximo, el ergoterapeuta decide si es o no
pertinente una visita al domicilio.
Existen entonces varias posibilidades.
Sin obras de habilitación
Después de haber realizado una visita al domicilio
para su evaluación, después de aconsejar u ofrecer al
paciente otras soluciones que no sean las de su regreso
a casa o tras proponerle algún tipo de remodelación de
su vivienda, a veces la persona desea o decide regresar a
su casa a pesar de las dificultades existentes.
En ese caso, se debe respetar su elección y apoyarle en
su decisión, explicándole los medios técnicos disponibles o los obstáculos cotidianos que se va a encontrar.
En ocasiones, las salidas pueden servir para que el
paciente tome conciencia de la dificultad real del
regreso a casa.
4
Con obras de habilitación
La visita al domicilio, con o sin el paciente pero con
una silla de ruedas, permite evaluar los problemas de
accesibilidad interior o exterior. También permite,
cuando el paciente está presente, que se dé cuenta de las
dificultades existentes y participe en la elección de
posibles soluciones para remediarlas.
Los principales objetivos de esta visita son: comprobar la accesibilidad del domicilio y de las habitaciones
principales, así como la seguridad del paciente.
Se debe eliminar cualquier obstáculo del suelo:
alfombras varias, moqueta mal instalada, enchufes
múltiples o cables eléctricos sueltos, etc.
Otros se deben evitar: encerar el parqué, las moquetas
en general o las alfombras.
Antes de considerar la realización de obras, se proponen ayudas técnicas o humanas adaptadas a cada caso.
Durante esta visita y tras el acuerdo con el equipo y
con la familia, se plantea la posibilidad de una ayuda
humana y la realización o no de las obras.
Cuando se decide efectuar obras de remodelación, la
visita al domicilio se hará con el mayor rigor posible
para estudiar el máximo de posibilidades realizables y
las menos costosas.
Una vez que el ergoterapeuta ha redactado el
informe, se debe estudiar la financiación del proyecto
con el asistente social, que se encargará de derivar al
paciente hacia los organismos que pueden ofrecerle
apoyo financiero.
Desde el principio, el paciente debe saber que estos
trámites pueden ser largos y que ninguna obra puede
comenzar antes de ser aprobada por el organismo
financiador.
Mientras tanto, como el paciente no puede permanecer en el centro hasta la finalización de la obra, habrá
que buscar una residencia provisional o implementar
ayudas humanas o técnicas.
Durante esta etapa, es indispensable el trabajo de
equipo, sobre todo entre el asistente social, el ergoterapeuta y el paciente.
Imposibilidad de regreso al domicilio
En algunas ocasiones, las condiciones arquitectónicas,
la vetustez o las capacidades del paciente hacen imposible su regreso a casa.
En este caso, es necesario barajar otras soluciones:
• una mudanza: la búsqueda de un nuevo alojamiento
puede realizarse en colaboración con los servicios
sociales. Hay que señalar que suele ser difícil localizar
un alojamiento «adaptado a las personas discapacitadas» y que no es frecuente encontrar un apartamento
que de entrada sea accesible, tanto al interior como al
exterior. Además, con la crisis inmobiliaria actual,
esto resulta aún más difícil;
• el ingreso en una residencia: ante todo, debe ser
aceptado por el paciente y por su entorno más
próximo. Puede ser provisional, mientras que se
realizan las obras, una mudanza o mejoran las capacidades del paciente. También puede ser definitivo,
cuando el paciente ya no puede ser autónomo, no
puede ser independiente para la vida diaria, cuando
su domicilio no está adaptado y no se puede rehabilitar, cuando su entorno no es muy favorable o si la
soledad es demasiado penosa para el propio paciente.
Esta persona se puede trasladar a casa de un familiar,
a un centro especializado, a un asilo o a una residencia. El asistente social puede orientar al paciente en
los trámites derivados de este cambio de domicilio.
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5. Readaptación de la persona amputada de miembro inferior ¶ E – 26-610-A-10
■ Actividades superiores
de la marcha
Para el paciente arterítico
Los objetivos suelen ser limitados como consecuencia
de la edad y de las capacidades físicas de muchos de
estos pacientes. Aun así, es necesario crear y adaptar esta
dinámica.
Cinta rodante (Fig. 1)
En el paciente arterítico no amputado, la cinta
rodante es fundamental durante la rehabilitación para
evaluar el perímetro de marcha y para trabajarlo.
Cuando se trata de un paciente arterítico amputado,
la cinta rodante sirve principalmente para realizar
ejercicios de resistencia de forma segura. El paciente, a
la vez que es capaz de mantenerse en pie, trata de
recorrer algunos metros sobre la cinta rodante sin
descansar.
Habrá que estar atentos a las sensaciones de precalambres que los pacientes pueden notar, así como a la
sensación de ahogo o de fatiga. Todas estas sensaciones,
que para el paciente empiezan a ser desagradables,
hacen interrumpir el ejercicio.
La cinta rodante se utiliza dos veces al día al final del
tratamiento.
Escaleras
Subir y bajar escaleras son actividades importantes
que hay que aprender y que son esenciales para la vida
de todos los días.
Subir una acera equivale a subir una escalera de un
solo peldaño pero sin pasamanos. Lamentablemente,
una parte de estos pacientes no aprenderán a subir las
escaleras (pacientes con andador).
Sin embargo, una gran mayoría puede aprender a
subir y a bajar escaleras; será el rehabilitador el que
decida si son capaces de hacerlo con o sin pasamanos.
La subida de escaleras con pasamanos no presenta
ninguna dificultad e incluso puede ofrecer ciertas
especificidades personales según los pacientes.
Los pacientes que caminan con dos bastones están
obligados a transportarlos cuando suben las escaleras.
La persona se coloca cerca del peldaño, se pasa el
bastón de la mano que debe agarrar el pasamanos a la
Figura 1. Marcha sobre cinta rodante para un paciente con
amputación de pierna.
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Figura 2.
tibial.
Subida de escaleras para un paciente amputado
mano opuesta (que sostiene otro bastón) y lo hace en
horizontal y por fuera de la mano. Si el paciente coloca
el bastón en el interior de su mano, la muñeca está en
flexión forzada y no puede hacer fuerza.
Para el aprendizaje en las escaleras y cuando se trata
de amputaciones importantes (amputación de muslo o
desarticulación de cadera), el paciente tiene que detenerse en cada peldaño, colocando ambos pies juntos a
la vez.
Tanto para subir como para bajar, el paciente debe
saber que la pierna sana ha de estar en el peldaño más
alto. En la subida, la pierna sana estará en el peldaño
superior para tirar de todo el cuerpo hacia arriba. En la
bajada, se deja la pierna sana en el peldaño más alto
para frenar la bajada del cuerpo del paciente.
Para subir (Fig. 2), se coloca la mano lo más arriba
posible del pasamanos y a continuación la pierna sana
en el peldaño superior.
El paciente tiene ahora dos posibilidades: puede dejar
el bastón al mismo nivel que la prótesis para descargarla
de una parte del peso o colocar el bastón en el peldaño
superior al mismo tiempo que la pierna sana para
ayudarla a levantar el peso. A continuación, la prótesis
(y el paciente) sube el escalón.
Para bajar (Fig. 3), sólo hay una solución: el pie sano
permanece en el peldaño más alto pero sobresale un
poco (amputación de pierna) o mucho (desarticulación
de cadera) por encima del peldaño más bajo. A continuación, el paciente se inclina pronunciadamente hacia
adelante y agarra el pasamanos muy abajo.
Hay que señalar que los pacientes se caen sobre las
nalgas en las escaleras porque no se inclinan lo
suficiente.
A continuación, el paciente baja el bastón y lo coloca
muy cerca del borde del peldaño más bajo. Después,
baja su prótesis al escalón inferior pero poniendo el
talón lo más cerca posible de la contrahuella (que el
talón roce la contrahuella).
Es importante saber que el paciente con una amputación de muslo o con una desarticulación de cadera
debe, en cada escalón, recentrar el pie de la prótesis
entre 2 y 3 centímetros, para evitar su progresiva
separación.
De esta forma, en cada bajada, el polígono de sustentación que recibe el peso del paciente tiene una superficie máxima.
5
6. E – 26-610-A-10 ¶ Readaptación de la persona amputada de miembro inferior
Figura 5.
Figura 3.
tibial.
Control de la marcha con un podómetro.
posee (uno o dos bastones o ninguno), el rehabilitador
puede acompañarle al principio y después dejarle solo
(Fig. 5), en cualquier terreno, por el bosque o por el
campo, en trayectos cortos y adaptados a su discapacidad, con rincones en los que se pueda sentar y
descansar.
Bajada de escaleras para un paciente amputado
Para los pacientes «traumáticos»
La particularidad de la persona que tiene una amputación traumática es que los objetivos van a tratar de
llegar hasta el límite marcado por el paciente e incluso
pedirle algo más.
En este programa de readaptación, es extremadamente importante conseguir que el paciente adquiera la
«marcha dinámica».
Este aprendizaje incluirá el impulso, la carrera, la
cinta rodante y, sobre todo, la marcha todo terreno, es
decir, todo lo que va a tener que hacer esta persona.
.1
Marcha dinámica [4]
Figura 4.
marcha.
Paciente acompañado durante el trayecto de la
Por último, el paciente baja su pierna sana con el pie
sobresaliendo por delante del borde del peldaño más
bajo y vuelve a empezar para el escalón siguiente.
La subida y la bajada, con uno o dos bastones, sin
pasamanos, se realiza de forma similar.
El rehabilitador debe estar bien atento, ponerse por
delante del paciente y pedirle que, para la bajada,
adelante sus nalgas por encima de la prótesis antes de
bajar la pierna sana.
Una vez que estas fases se han aprendido correctamente, el rehabilitador desaparece del campo de visión
situado inmediatamente por delante del paciente.
Trayecto de la marcha y marcha
en cualquier terreno
Este trayecto se realiza al aire libre (Fig. 4).
En una serie de recorridos, reproduce todos los tipos
de terrenos que el paciente se puede encontrar: asfalto,
adoquín fino o grueso, grava fina o gruesa, empedrado
autobloqueante, arena, subida y bajada de una cuesta
empinada, escaleras, etc.
Una vez que el paciente ha recorrido parte o la
totalidad del trayecto de la marcha con los medios que
6
Para avanzar con normalidad, son necesarios tres
elementos.
Primer elemento: el eje vertical que pasa por el centro
de gravedad del paciente debe situarse ligeramente por
delante del polígono de sustentación sobre el que se
apoya. La marcha no es en absoluto un equilibrio sino
un desequilibrio permanente en el que la persona es
«llevada» hacia adelante por la dirección del centro de
gravedad, que no pasa por el polígono de sustentación.
Segundo elemento: es necesario que el miembro sobre
el que se realiza el apoyo sea capaz de soportar un peso
importante (del 110-120% del peso corporal en cada
paso, en función del ritmo de la marcha, ya que a
nuestro peso se suma la energía cinética, que hay que
frenar un poco).
Con la adquisición de estos dos elementos, la persona
puede caminar con normalidad.
El tercer elemento va a permitir la marcha rápida y la
carrera: para ello, es necesario que tanto el miembro
como la mente del paciente acepten un impulso brusco,
que es distinto de un impulso fuerte.
El paciente con una amputación reciente no ha
perdido su esquema de marcha, pero sin duda sí que ha
perdido su esquema de carrera.
El impulso brusco equivale a aceptar la idea de
«lanzarse» sobre su apoyo, de apoyar con fuerza (con
más del 120% del peso corporal), de despegarse de
dicho apoyo con la misma presteza perdiendo ligeramente el contacto entre muñón y prótesis para volverse
a apoyar encima de nuevo.
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7. Readaptación de la persona amputada de miembro inferior ¶ E – 26-610-A-10
El ejercicio se realizará en dos partes.
Durante la primera parte, el paciente debe empujar al
rehabilitador, pero la resistencia ha de ser cada día
mayor.
El 2.° elemento está ya adquirido; esta parte del
ejercicio durará alrededor de 2 semanas.
En esta fase, el paciente tenderá al principio a dar
pasos simétricos. Al dar pasos simétricos con la prótesis,
el glúteo mayor estará en insuficiencia funcional para
traer el cuerpo por delante del pie, que es la parte fija
en el suelo.
El rehabilitador percibe esta insuficiencia del glúteo
mayor a través de las manos del paciente apoyadas
sobre sus hombros. El impulso no es constante y el
paciente empuja con una mano para hacer avanzar su
cuerpo antes de empujar de nuevo.
El rehabilitador sabe con exactitud lo que hace el
paciente a través de sus manos (puede notarlo aún
mejor cerrando los ojos).
Por tanto, para lograr un impulso permanente y de
igual intensidad, es necesario que los pasos sean asimétricos. El paciente avanza su miembro inferior sano y
después hace avanzar su prótesis; de esta forma, el
impulso es correcto. Cuanto más fuerte es la resistencia,
menos avanza la prótesis. Si la resistencia es muy fuerte,
la prótesis avanza en negativo, es decir, no sobrepasa el
apoyo del miembro sano. El resultado es un impulso
permanente y de igual intensidad.
El ejercicio se realiza empujando con las dos manos,
algo fundamental mientras no se hace de manera
correcta, pero también tirando con ambas manos, una
vez que el paciente ha comprendido lo que se le pide.
El rehabilitador se coloca detrás del paciente, le coge las
manos y le pide que tire de él.
Aquí, el ejercicio es el mismo a nivel del miembro
con prótesis, pero el trabajo es totalmente diferente con
los músculos de la parte alta del cuerpo.
El paciente también puede empujar o tirar del rehabilitador con una mano y después con la otra, adaptando la fuerza ejercida con su mano en función del
ejercicio.
En resumen, son seis variantes de ejercicios sucesivos;
en cada ejercicio se recorren 20-25 m.
El paciente descansa y después vuelve a empezar la
misma serie durante todo el día.
Figura 6. Marcha dinámica para una paciente con amputación bilateral de piernas: el impulso.
Esto es lo que hacemos cuando la marcha es rápida,
sobre todo cuando la marcha es tan rápida que terminamos corriendo.
Posiblemente, la carrera no es tan diferente de la
marcha rápida.
.2
Ejercicios de empujar-tirar (Fig. 6)
Son ejercicios básicos, de cuyo aprendizaje va a
depender todo lo demás.
Es un ejercicio que el paciente realiza con facilidad de
manera voluntaria, pero cuya finalidad inconsciente es
extremadamente compleja y «aplicable» a los gestos
cotidianos.
Por tanto, no sirve de nada explicar todo lo que el
paciente adquiere, ya que esto debe permanecer en el
inconsciente y, de esta forma, formar parte de los gestos
automáticos.
El principal músculo que va a empujar es el glúteo
mayor; además, empuja en cualquier tipo de amputación, ya sea una amputación tibial (con el cuádriceps) o
una amputación femoral (en este caso, el glúteo mayor
profundo).
Únicamente el paciente con desarticulación de cadera
empujará con sus músculos espinales lumbares y todos
los músculos de la espalda.
El paciente se coloca frente al rehabilitador y este
último le pide que se apoye y empuje con sus manos
sobre la cara anterior de sus hombros. El rehabilitador
debe resistir estos impulsos.
Es importante que el paciente esté bien recto y bien
inclinado hacia adelante y no encorvado, con el cuerpo
plegado en dos, con las nalgas que contrapesan hacia
atrás el impulso hacia adelante.
Si el paciente tiene dificultad para realizar este
ejercicio (seguramente por una falta de confianza
inconsciente en que el rehabilitador le sujete), basta con
que se entrene frente a una pared para adquirir una
buena posición.
Una vez que el paciente empuja correctamente y que
el rehabilitador resiste, ya tiene la dirección de su centro
de gravedad situada muy por delante de su polígono de
sustentación (1.er elemento). Sin embargo, el paciente
no se cae porque el polígono que le contiene es la suma
del suyo y el del rehabilitador, que resiste a su empuje.
El paciente, entonces, va a empujar al rehabilitador,
que resistirá el impulso aunque un poco menos y que,
por tanto, retrocede. El paciente camina contra
resistencia.
Kinesiterapia - Medicina física
.2
Carrera
Una vez que el paciente realiza el ejercicio de manera
correcta, deberá adquirir el impulso brusco (3.er elemento). Con este tercer elemento, se pasa del sistema de
marcha (impulso fuerte) al sistema de marcha rápida y
a la carrera.
El paciente sigue empujando (es necesario que las
manos siempre estén en contacto) mientras el rehabilitador retrocede más rápido, ofreciéndole una pequeña
resistencia. Así, el paciente se va a enderezar, pero
permaneciendo ligeramente inclinado hacia adelante.
Ante el retroceso del rehabilitador, el paciente debe
andar más rápido a la vez que sigue empujando. A
medida que va progresando, el retroceso es más rápido,
por lo que el paciente también anda cada vez más
rápido y llega a correr.
Después, el rehabilitador se coloca al lado del
paciente, en el mismo sentido, y coloca su brazo delante
de él, haciendo de barrera. El paciente, mientras corre,
debe empujar el brazo.
Al final, el rehabilitador está a su lado, no opone
ningún tipo de resistencia y el paciente corre. El rehabilitador marca el ritmo y pide al paciente que corra
detrás de su centro de gravedad, que siempre está por
delante de él.
7
8. E – 26-610-A-10 ¶ Readaptación de la persona amputada de miembro inferior
El impulso brusco, rechazado de manera inconsciente
por el paciente, está ya adquirido.
Esta fase dura entre 1 y 2 semanas. La carrera, para el
amputado de muslo, depende mucho del nivel de la
amputación y del delicado problema de regulación de
rodillas libres propuesto a los pacientes. Es del todo
imposible para los desarticulados de cadera, que sólo
pueden practicar una adaptación de la marcha rápida,
como las personas con una amputación de muslo corto.
Con los ejercicios de empujar-tirar y la adquisición de
la carrera, el paciente es perfectamente capaz de responder a sus necesidades en cualquier terreno.
• caminar en el sentido contrario es prácticamente
imposible para algunos pacientes que no flexionan lo
suficiente la rodilla y que arrastran la punta del pie
protésico cuando dan el paso (casi todos los amputados de muslo y desarticulados de cadera);
Únicamente las personas con una amputación de
pierna y algunas con una amputación algo más alta
pueden caminar por un terreno inclinado, pero siempre
con la prótesis del lado más alto de la cuesta. De
cualquier modo, la prótesis acaba en el lado más bajo,
porque al avanzar cruza el recorrido de la pierna sana y
se va a apoyar más abajo para que la rodilla esté bien
extendida. La persona debe volver a cruzar la prótesis
con su pierna sana y continúa la marcha con este
sistema de cruce.
.3
Marcha en cinta rodante
Para el paciente con una amputación traumática, la
cinta rodante es un ejercicio que desarrolla todas sus
capacidades de marcha, al contrario de lo que ocurre
con los amputados de origen arterítico:
• ejercicio de «empujar» pidiéndole al paciente que,
apoyándose en la parte delantera de la cinta rodante,
intente acelerar la cinta empujándola;
• marcha atrás dándose la vuelta: esto permite, además,
reforzar el glúteo mayor y los músculos de la espalda;
• marcha de lado, primero con su miembro inferior
sano por delante y después con la prótesis por delante
(lo más difícil).
Otras actividades
En el sistema sanitario francés, son obligatorias una
serie de actividades que han sido legisladas; el rehabilitador debe enseñárselas al paciente, que las tiene que
realizar para después tener derecho a que se le atribuya
tal o tal componente de su futura prótesis, como por
ejemplo:
• para la atribución de un pie de restitución de energía:
C clase 1 y 2: velocidad de marcha superior a 3 km/h
y recorrido superior a 500 metros, sin una discapacidad importante asociada,
C clase 3: velocidad superior a 4,5 km/h, con actividad física;
• para la atribución de una rodilla C-leg 3C100 Ottobock: tener un perímetro de marcha superior a
2.000 metros, una velocidad de marcha superior a
4 km/h, bajar por un plano inclinado superior al 15%
y bajar una escalera con pasos alternos.
Estas leyes francesas han sido redactadas ante los
elevados precios de los componentes protésicos, con el
fin de limitar su disponibilidad a las personas que
realmente los necesitan.
Marcha de lado
Los ejercicios de marcha de lado se recomiendan para
reforzar los músculos laterales de la cadera (glúteo
medio, cuadrado lumbar); de este modo, se evita la jaula
de poleoterapia.
Para reforzar estos músculos, el paciente debe empujar un peso colocado en el suelo (3 kg) a lo largo de
20 metros; después, tiene que volver sin cambiar de
lado, empujando con el otro miembro inferior.
Así, el paciente empuja primero con los músculos del
lado amputado, en cadena abierta, y después se apoya
sobre el miembro inferior amputado y hace trabajar sus
músculos en cadena cerrada.
Subida de escaleras
Las personas con amputación traumática suben sin
bastón, mientras que las que tienen una amputación
bilateral de muslo deben hacerlo necesariamente con
bastón.
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Marcha en cualquier terreno
Es obligatoria y viene después de la marcha dinámica.
Así, todo lo que el paciente ha aprendido, sobre todo en
los ejercicios de empujar-tirar, va a servirle. Subir una
cuesta empinada o una escalera equivale a empujar el
propio peso hacia lo alto de la cuesta o de la escalera.
Subir una acera equivale a subir una escalera con un
único escalón y sin bastón.
La marcha de lado puede servir cuando el paciente
baja por cuestas muy pronunciadas. La subida de una
cuesta se realiza dejando la prótesis en negativo detrás
de la pierna sana.
Para bajar, el paciente se pone ligeramente de lado
con el fin de que su pie protésico tenga un contacto
total con el suelo. Caminar por un terreno blando
equivale a la subida.
Andar en un terreno inclinado presenta una dificultad mayor:
• no existe ninguna dificultad al caminar con la prótesis por el lado más bajo de la cuesta, ya que la
prótesis está siempre en extensión, posición en la que
es absolutamente útil;
8
.5
■ Salidas
El rehabilitador debe conocer siempre las condiciones
de las salidas de sus pacientes.
Repasa con ellos lo que ya no pueden hacer solos y,
sobre todo, lo que todavía pueden hacer, tratando de
que estos objetivos sean lo más ambiciosos posible.
Las salidas del centro están orientadas hacia actividades materialmente útiles como:
• tomar el autobús;
• ir al supermercado o al mercado de la ciudad más
próxima, descubrir las plazas de aparcamiento reservadas, las cajas reservadas para las personas discapacitadas, hacer que cojan un carro que suple el bastón
y les protege de los demás, etc.;
o hacia actividades útiles en el plano psicológico:
• organizar torneos infantiles de fútbol o de rugby a los
que puedan asistir como espectadores y «brindar sus
aplausos»;
• hacer que participen como actores en actividades de
tipo benéfico (sin por ello pedirles dinero). De esta
forma, se encuentran en la posición de «donante»
frente a niños miópatas, por ejemplo, y se dan cuenta
de que a veces existen situaciones mucho más difíciles de soportar;
• organizar actividades deportivas.
El nivel de actividad se adaptará, por supuesto, a las
posibilidades reales del paciente.
No hay que olvidar que, para casi todos los pacientes
amputados, y por tanto arteríticos, la mejor actividad
física es sacar a pasear a su perro, aunque podemos
preguntarnos ¿quién pasea a quién?
Kinesiterapia - Medicina física
9. Readaptación de la persona amputada de miembro inferior ¶ E – 26-610-A-10
■ Actividades deportivas
.6
Es de gran importancia ofrecer al paciente otras
actividades distintas de la pura rehabilitación.
Mediante estas actividades, pueden poner de manifiesto, de manera consciente o no, lo que han aprendido con la rehabilitación.
Las actividades deportivas que se le deben proponer
van de la más sencilla a la más «absorbente».
Aportan siempre [5] beneficios físicos (fuerza, coordinación, resistencia, aprendizaje a la vez que se evitan los
perjuicios del sedentarismo), beneficios psicológicos
(reestructuración, autoestima, comunicación, estimulación) y beneficios sociales (trabajo y vida familiar).
Se pueden dividir en tres grupos:
• el grupo de actividades fáciles de organizar a diario:
C la cinta rodante;
C la marcha al aire libre (Fig. 7);
C la gimnasia [6]: que se debe hacer a diario, después
de un largo día de rehabilitación. Se hace sentado,
dura entre 30 y 45 minutos y se divide en dos
partes. Un parte de «trabajo» en la que el objetivo
es oxigenar bien la sangre (trabajo de los miembros
superiores [7]) para llevarla de los músculos proximales de los miembros inferiores hacia los músculos distales realizando ejercicios por niveles. La otra
parte es la «lúdica», en la que las personas juegan
con pelotas, pasándoselas entre ellos. Esta parte
pone fin a la sesión de una forma «alegre» y desarrolla su psicomotricidad (Fig. 8);
• segundo grupo de actividades físicas: las que se
pueden organizar con una relativa frecuencia durante
Figura 9. Equitación para personas amputadas.
Figura 10. Canoa para personas amputadas.
.7
.8
Figura 7. Paciente caminando al aire libre.
Figura 8. Sesión de gimnasia.
Kinesiterapia - Medicina física
el año en lugares o establecimientos poco alejados del
centro: tiro con arco, tiro con armas, equitación
(Fig. 9), canoa-kayak (Fig. 10);
• en el tercer grupo están las actividades de temporada,
más difíciles de organizar y que requieren un conocimiento y una atención permanente: el esquí (Fig. 11),
el buceo (Fig. 12), el parapente [8](Fig. 13), el alpinismo [9], etc.
Lo esencial es que no se necesite una prótesis especial
para realizar estos deportes. Deben poder realizarse con
la prótesis de todos los días, lo que permite una autonomía directa y evita los gastos consiguientes [10].
El material de la actividad tampoco debe modificarse,
para permitir así la autonomía. En cambio, habrá que
pensar en la «interfaz» entre el paciente amputado y el
material de la actividad. Esta interfaz puede ser:
• un objeto: enganche del telesquí para una persona
desarticulada de cadera, elástico alrededor del pie
protésico en el estribo para la equitación o alrededor
de la mano protésica en parapente, desplazamiento
de los pesos en buceo, etc.;
• una rehabilitación específica: la carrera, la cometa en
terreno inestable para aprender los desplazamientos
en el parapente, aprendizaje de la altura de la mano
protésica en parapente, etc.;
• un entrenamiento específico, por ejemplo para el
alpinismo.
9
10. E – 26-610-A-10 ¶ Readaptación de la persona amputada de miembro inferior
Figura 13.
cadera.
Parapente para una persona desarticulada de
Figura 11. Esquí para personas amputadas.
Figura 14. Reposo meditativo durante la marcha.
Figura 12. Submarinismo para personas amputadas.
En algunas ocasiones es necesario retirar la prótesis
del paciente ((¡volver a amputar un «miembro» bien
integrado!) teniendo en cuenta los riesgos que ésta
puede entrañar para el paciente o para la propia prótesis:
• las prótesis de muslo o las prótesis canadienses en el
esquí;
• las prótesis mioeléctricas en los deportes acuáticos
(canoa, buceo);
• las prótesis de miembro inferior en la práctica de
kayak (el paciente puede quedar atrapado).
En todos los casos, el hecho de salir del centro de
rehabilitación es muy beneficioso para estos pacientes,
sea cual sea la actividad y teniendo siempre en cuenta
el objetivo que pueden descubrir.
■ Conclusión
La rehabilitación del paciente amputado, ya sea
arterítico (la gran mayoría) o «traumático», no es
especialmente complicada pero sí de gran complejidad
10
por lo que respecta a las relaciones con estas personas,
al desarrollo de los ejercicios en el tiempo y a la consecución de los objetivos finales. La rehabilitación forma
parte del tratamiento global del paciente realizado por
el conjunto de personas que participan, de cerca o de
lejos, en la rehabilitación de esta persona.
Todo se hace a la vez con estos pacientes (intervenciones médicas, cuidados de enfermería, rehabilitación y
ortopedia), de forma obligatoria (arteritis). Los objetivos
se fijan con el paciente en función de lo que tiene (su
afección) y de lo que es (su personalidad). No guardan
ninguna relación con su edad cronológica, sino con la
edad fisiológica y psicológica que demuestra (Fig. 14).
Para muchos de ellos, el objetivo no es «andar bien»
sino salir del centro sabiendo desenvolverse.
La evaluación de los resultados, tal y como se realiza
en la actualidad, interesa bastante poco, lo cual es de
lamentar.
La complejidad en estos objetivos no debe ser demasiado ambiciosa, sino que debe hacer que el paciente
progrese y se detenga en un punto que nunca pensó
alcanzar.
Estos objetivos deberían permitir a los médicos,
personal de enfermería, ortopedas, dietistas, psicólogos,
asistentes, rehabilitadores e incluso empleados de
residencias plantearse su tratamiento más allá de lo
Kinesiterapia - Medicina física
11. Readaptación de la persona amputada de miembro inferior ¶ E – 26-610-A-10
habitual (en habitación o en sala). De esta forma,
podrán ofrecer a los pacientes todas las posibilidades en
su vida diaria.
■ Bibliografía
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Codine P, Brun V, André JM, editors. Amputation du membre
inférieur – appareillage et rééducation. Paris: Masson; 1996.
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[8] Lamandé F. Du parapente pour des débutants handicapés.
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[9] Lamandé F, Sénégas-Rouvière J, Marchand A, Chamerois R.
L’escalade du Mont-blanc et sa descente en parapente en
autonomie par un patient tri-amputé. J Orthop 2004;7:
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[10] Pailler D, Piéra JB.Amputations de membre inférieur et sport.
In: Codine P, Brun V, André JM, editors. Amputation du
membre inférieur – appareillage et rééducation. Paris:
Masson; 1996. p. 414-23.
F. Lamandé, Cadre rééducateur supérieur (Frederic.lamande@hlrs-villiers.net).
J.-C. Dupré, Médecin.
F. Cécile, Ergothérapeute.
J. Sénégas-Rouvière, Kinésithérapeute.
I. Petit, Kinésithérapeute.
O. Salze, Kinésithérapeute.
Hôpital Villiers Saint-Denis, 1, rue Victor-et-Louise-Montfort, BP1, 02310 Villiers Saint-Denis, France.
Cualquier referencia a este artículo debe incluir la mención del artículo original: Lamandé F., Dupré J.-C., Cécile F., Sénégas-Rouvière J.,
Petit I., Salze O. Réadaptation de la personne amputée de membre inférieur. EMC (Elsevier Masson SAS, Paris), Kinésithérapie-Médecine
physique-Réadaptation, 26-610-A-10, 2011.
Disponible en www.em-consulte.com/es
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