1. Sexualidad y ciudadanía, educación para la vida
La década de los noventa fue determinante para la educación sexual en el país. La Constitución Nacional de 1991
incluyó los derechos los Derechos Sexuales y Reproductivos, como derechos fundamentales. Con este marco, el
Ministerio de Educación otorgó carácter obligatorio a la educación sexual en las instituciones educativas mediante la
Resolución 3353 de 1993, fundamento del Proyecto Nacional de Educación Sexual. La ley General de Educación de
1994 estableció que la obligatoriedad de la educación sexual se debe cumplir bajo la modalidad de proyectos
pedagógicos transversales. Con la Revolución Educativa, el Ministerio puso en marcha un programa de educación
para la sexualidad y la ciudadanía.
Esta labor ha estado acompañada por el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) y por la comunidad
educativa en un proceso de concertación, a partir de la valoración de lo alcanzado con el programa de 1993 y
enmarcado, prioritariamente, en la relación entre educación para la sexualidad y el desarrollo de competencias
básicas, en especial las ciudadanas.
En 2004 realizamos una discusión con instituciones educativas, secretarías de educación y salud, organizaciones no
gubernamentales y universidades, cuyo resultado fue la propuesta pedagógica que pusimos a prueba en 2006 y
2007, que hoy se presenta al país y que complementa las respuestas a los retos educativos en este aspecto.
Las instituciones educativas que participaron en el piloto del Programa, demuestran que sí es posible tener
proyectos de educación para la sexualidad y construcción de ciudadanía en el plan de estudios. Estos proyectos,
coherentes con el Proyecto Educativo Institucional (PEI), correlacionan, integran y hacen activos los conocimientos,
habilidades, destrezas, actitudes y valores de diversas áreas, desarrollando competencias ciudadanas y básicas.
Más importante aún, propician un clima institucional de confianza y seguridad, en el que la escuela, al traer lo que
pasa a su alrededor para transformarse como institución y transformar su comunidad, cumple una función social.
El éxito del Programa está relacionado con la conformación de redes sociales de apoyo y el fortalecimiento de la
capacidad de gestión de las secretarías de Educación en cuanto a su labor de: impulso al mejoramiento, desarrollo
de componentes del proyecto pedagógico y sistema de evaluación y monitoreo.
Por otra parte, el trabajo conjunto con Escuelas Normales Superiores, que participaron en el piloto, ha permitido
formar docentes de básica en este aspecto y, a su vez, las Facultades de Educación han iniciado la revisión del
currículo para incorporar la educación para la sexualidad en sus programas.
Después de los favorables resultados arrojados por el piloto del Programa, en 2008, éste se comienza a expandir y
actualmente se ejecuta con acompañamiento directo en 27 entidades territoriales, a las que se unirán 30 en 2009 y
23 en 2010, con el fin de llegar a todas las entidades territoriales certificadas en educación del país. Has ta el
momento, 341 establecimientos educativos cuentan con proyectos pedagógicos en educación para la sexualidad,
beneficiando cerca de 200.000 estudiantes y aproximadamente 19.000 directivos y docentes de diversas áreas.
Aspiramos en el 2010 llegar a 2.000 instituciones educativas.
Las estrategias utilizadas y los aprendizajes recogidos en estos años de funcionamiento del Programa, están al
servicio del sector educativo en el nivel institucional, local, regional y nacional, para apoyar sus iniciativas en
relación con la educación para la sexualidad y la construcción de ciudadanía. Estamos seguros que si las personas
crecen en un ambiente educativo de confianza, en el que desarrollen valores democráticos y conocimientos para la
comprensión del tema, se fortalecen los aprendizajes de niños, niñas y adolescentes para que se realicen
plenamente como seres humanos y aporten a la construcción de una sociedad más equitativa y feliz.