1. LECTURA DE ACTUALIZACIÓN N°2: LAS SECUELAS DE LA VIOLENCIA PSICOLÓGICA
La violencia psicológica es más difícil de demostrar que
la violencia física, porque las huellas que quedan en el
psiquismo no son visibles para el profano. Además, en
los casos de violencia psicológica, el maltratador suele
manipular a su víctima para que llegue a creer que todo
son exageraciones suyas que tiene la culpa de lo que
sucede. Lo mismo suele hacer con su entorno, de
manera que todo el mundo opine que es un excelente
cónyuge, compañero o amigo y que la otra persona se
queja por quejarse. En el supuesto de que se queje.
Cuando somos la víctima
Desde la posición de
víctima, a veces es difícil
detectar el padecimiento
de violencia psicológica,
porque en estas
situaciones a menudo
desarrollamos
mecanismos psicológicos
que ocultan la realidad
cuando resulta
excesivamente
desagradable.
Las secuelas de los malos tratos psíquicos provocan, según distintos estudios, el desarrollo
de personalidades adictivas, psicóticas o violentas. Si un niño maltratado desarrolla una
personalidad de maltratador, es más que probable que a su vez engendre hijos que también
serán maltratados y, de adultos, maltratadores, por lo que el patrón de conducta agresiva se va
repitiendo hasta que alguna circunstancia favorable rompa la cadena.
Cuando la víctima es otra persona
Han aprendido a no defenderse y a aceptar la situación
como algo no solamente normal, sino deseable. La
víctima aprende a no defenderse cuando sabe
positivamente que no tiene defensa. Otra causa de la
indefensión aprendida es la esperanza mágica de que las
cosas se van a solucionar por sí mismas, de que algo va
a suceder para que el agresor deje de agredir. Es un
mecanismo de la víctima de la violencia, física o
psicológica, que la exime de la responsabilidad de buscar
una solución para algo que aparentemente no la tiene.
2. Concienciar a la víctima
Una vez que se ha detectado un caso de violencia
psicológica, lo primero que hay que hacer es concienciar a
la víctima para que llegue a darse cuenta de que su
situación no es normal ni tiene la culpa ni se lo ha buscado.
De alguna manera, la verdad suele hacerse camino por
entre las barreras que levantan los mecanismos de defensa
y la víctima puede llegar a asumir su situación siempre y
cuando se le asegure que su supervivencia no corre peligro.
Los psicodinamismos que la víctima desarrolla para negar
su situación tienen el objetivo de proteger su supervivencia
y librarla de la angustia.
La agresión es una conducta y, por tanto, ha de tener una
finalidad. Si analizamos la conducta de quien agrede, podemos
encontrar en ella un mensaje más o menos claro. Si
aprendemos a localizar el mensaje que el agresor quiere
comunicar, nos resultará más fácil entenderle y, por tanto,
defendernos. El manipulador está recibiendo un beneficio a
costa del sometimiento de su víctima, el maltratador está
satisfaciendo su necesidad de mostrarse fuerte a costa de la
debilidad de su víctima, el acosador está siguiendo una
estrategia para que su víctima se anule a sí misma y
desaparezca de su camino.