TIPOS DE LINEAS utilizados en dibujo técnico mecánico
Presentación berlanga
1. SONIDOS DEL CEMENTERIO
CARLOS BERLANGA
Texto Alex Romero Dibujo Lola Sánchez
Atropellar al amado infiel (con un coche sin luces, en una calle
desierta y, por supuesto, bien escogida la noche ideal). Tres tiros hacen
callar a una boca que responde con evasivas. Sacerdotisas de dioses
olvidados comen carne humana (ya sea cuchifrita o a la brasa).
Cementerios saqueados en busca de carne, huesos y algo más.
¿Qué tenía que ver la muerte con Carlos Berlanga, el hombre que
iba a cumplir ciento veinte años sin ti? ¿No habíamos quedado en que eso,
esa pequeñez, esa insignificancia que ni siquiera vale la pena nombrar, era
a lo sumo un ingrediente para uso a discreción en los pequeños
melodramas que escribía con Nacho Canut? Igual que la soledad, la tristeza
y el desengaño: piezas de atrezzo, objetos chic para el decorado de la
enésima opereta irónica.
2. Y, de buenas a primeras, se muere Carlos Berlanga. ¿Será posible?
Aunque ya venía avisando en entrevistas varias sobre sus
problemas de salud, tan inverosímil resultó el hecho consumado
que (cuentan los que lo vieron) algún cretino televisivo llegó a
telefonear en directo a uno de los hermanos del difunto en pleno
luto para preguntar si aquello era broma o qué.
La historia pública de Berlanga es conocida, de forma
relativamente injusta (aún se comenta la propensión de nuestro
hombre a esperar una imposible fama sin engorros, tocando en
sus primeros conciertos oculto detrás de los altavoces), como hilo
secundario enhebrado en una trama principal, la carrera de la
diva Alaska.
3. Berlanga y su amigo de siempre Nacho Canut toman contacto con
Olvido Gara y el Zurdo, compadre habitual de entonces, en el rastro
madrileño. De ese encuentro emerge Kaka de Luxe (originalmente
Shit de Luxe) y de Kaka de Luxe, el trío Canut/Gara/Berlanga pasa a
formar Alaska y los Pegamoides. Berlanga, principal compositor del
grupo, abandona a unos Pegamoides en pleno éxito (entre otros
motivos, porque un nuevo miembro, Eduardo Benavente, le va
comiendo terreno) y forma Dinarama, donde acaban recalando
primero Canut y después la propia Alaska. Y de nuevo, Berlanga
abandona una formación exitosa, esta vez para buscar una carrera
en solitario.
Años de oscuridad para unos y otros: Canut y Alaska embarcados en
un proyecto, Fangoria, por entonces muy lejano al éxito masivo que
han recuperado más de diez años después, y Berlanga desterrado
en sellos minúsculos que no pueden promocionar sus muy
espaciados caprichos discográficos. El último, dos años antes de su
muerte, en verano del 2002.
4. ¿Es esta una fábula moral? ¿Son Berlanga y Alaska la cigarra
y la hormiga que, aun con todos los matices, proponen los
libros de Rafa Cervera (“Alaska y otras historias de la
movida”) y Mario Vaquerizo? ¿Cuál es el fondo, si lo
hubiera, de todas esas canciones irónicas que resuelven el
desengaño amoroso con un homicidio fulminante, unos
años de prisión y un oportuno cambio de ciudad en la
inestimable compañía de una tarjeta de crédito bien
provista por la herencia del asesinado? Canciones tan
divertidas (y melancólicas) como “Rayos de plasma” o
“Safari emocional” (en “Vía satélite”, 1997), escritas bajo
gafas de sol que ocultaban ojos hinchados por el llanto.
Así, la muerte lo quiso con sus defectos, y lo quiso en el
2002.