1. El carlismo es un movimiento político legitimista de carácter antiliberal y antirrevolucionario surgido en España en el siglo XIX que pretende el establecimiento de una rama alternativa de la dinastía de los Borbones en el trono español, y que en sus orígenes propugnaba la vuelta al Antiguo Régimen. En el siglo XX una parte del carlismo evolucionó hacia el socialismo autogestionario (el Partido Carlista), si bien más tarde se produjo una escisión del sector tradicionalista conservador, que formaría la Comunión Tradicionalista Carlista. Ambos movimientos tienen actualmente un apoyo electoral residual. Doctrina Los carlistas formaban el ala tradicional de la sociedad española de la época, englobando a los denominados «apostólicos», t radicionalistas y, sobre todo, a la reacción antiliberal. La lucha entre Isabel II de España, hija de Fernando VII y Don Carlos María Isidro, hermano del rey, fue realmente una lucha entre dos concepciones políticas, sociales y de clase. De una parte los defensores del Antiguo Régimen (la Iglesia, la aristocracia, etc.) y de otra los partidarios de las reformas liberales-burguesas, surgidas como consecuencia de la Revolución francesa y de la Revolución industrial, que habían empezado a reorganizar la sociedad, tanto moral como materialmente, especialmente en las clases populares. Así, el carlismo tuvo escasa repercusión en las grandes ciudades, siendo un movimiento predominantemente rural. Otro aspecto de la disputa transcurría en el terreno religioso, con el deseo de los carlistas de conservar la fe católica impuesta a la Historia de España. Los liberales iniciaron reformas económicas que despojaban de las tierras a los terratenientes, al tiempo que rechazaban el poder de la Iglesia en el Estado. Así, España se vio reformada en el terreno político, religioso y social. Como consecuencia de ello, apareció la reacción de los terratenientes y de la Iglesia a los nuevos gobiernos que querían modernizar el país. Además, los partidarios del reclamante Don Carlos calentaban la reinstauración de la totalidad de los fueros de los territorios de las zonas sublevadas (si bien existen discrepancias entre los historiadores respecto si la defensa de los fueros fue un rasgo característico del carlismo desde su origen o si se manifestó ya empezada la Primera Guerra Carlista), aunque, donde surgió por primera vez en Carlismo fue en Castilla, y no en las regiones forales. Así se conformó el ideario carlista: legitimidad dinástica, tradición e imposición católica, monarquía tradicional católica, con derechos forales de las regiones no afectadas por el decreto de Nueva Planta. Su lema: «Por Dios, por la Patria y el Rey».
2. Primera Guerra Carlista (1833–1840) Artículo principal: Primera Guerra Carlista Fue la más violenta y dramática, con casi 200.000 muertos. Los primeros levantamientos en apoyo de Carlos María de Isidro, proclamado rey por sus seguidores con el nombre de Carlos V, ocurrieron a los pocos días de la muerte de Fernando VII, pero fueron sofocados con facilidad en todas partes salvo en el País Vasco, Navarra, Aragón, Cataluña y la Comunidad Valenciana. Se trataba sobre todo de una guerra civil, sin embargo tuvo su impacto en el exterior: los países absolutistas (Imperio austríaco, Imperio ruso y Prusia) y el Papado apoyaban aparentemente a los carlistas, mientras que el Reino Unido, Francia y Portugal apoyaban a Isabel II, lo que se tradujo en la firma del Tratado de la Cuádruple Alianza en 1834. Ambos bandos contaron con grandes generales (Zumalacárregui y Ramón Cabrera en el bando carlista, y Espartero en el bando isabelino, lo que se tradujo en un conflicto arduo y prolongado). Pero el agotamiento carlista llevó a que una parte de ellos, los Moderados dirigidos por el general Rafael Maroto se dividieran y buscasen un acuerdo con el enemigo. Las negociaciones entre Maroto y Espartero culminaron en el Acuerdo de Vergara en 1839 que marcaba el fin de la guerra en el norte del país. Sin embargo, Cabrera resistió en el Levante casi un año más. Segunda Guerra Carlista (1846–1849) Carlos VI, hijo de Carlos V y abuelo de Carlos VII, fue pretendiente carlista tras su padre al trono español. No fue tan dramática como la primera y tuvo un impacto mucho menor. El conflicto se prolongó de forma discontinua entre 1849 y 1860. Su principal campo de batalla fueron las zonas rurales de Cataluña, aunque hubo algunos episodios en Aragón, Navarra y Guipúzcoa. En 1845 el Infante don Carlos había abdicado en favor de su hijo Carlos Luis de Borbón, conde de Montemolín, que toma el nombre de Carlos VI, como pretendiente a la corona. Al mando del general Cabrera, la contienda se caracteriza por acciones guerrilleras que no consiguen resultado, haciendo que Cabrera tenga que cruzar la frontera, si bien algunos focos resistieron hasta 1860 en acciones más propias del bandolerismo. Tercera Guerra Carlista (1872–1876) La tercera guerra carlista se inició con el levantamiento armado de los partidarios de Carlos VII (en 1868 el pretendiente publicó un manifiesto en el que exponía sus ideas, entre ellas la de constituir unas Cortes de estructura tradicional y promulgar una Constitución o carta otorgada, así como realizar una política económica proteccionista) sobre la monarquía de Amadeo I y después contra Alfonso XII, hijo de Isabel II, proclamado rey por el general Martínez Campos en Sagunto. Los principales escenarios de conflicto de esta guerra fueron las zonas rurales de las Vascongadas, Navarra y Cataluña, y con menor repercusión en zonas como Aragón , Valencia y Castilla. Este nuevo conflicto fue uno de los factores que desestabilizaron la monarquía constitucional de Amadeo I y la I República. La guerra finalizó en 1876 con la conquista de Estella, la capital carlista y la huida a Francia del pretendiente. Hubo algunos intentos posteriores de sublevación, aprovechando el descontento por la pérdida de las posesiones ultramarinas en 1898, pero no tuvieron éxito.