El reinado de Isabel II (1833-1868) fue un periodo de transición de la monarquía absoluta a un Estado parlamentario y burgués en España. Hubo dos regencias, la guerra carlista (1833-1839), y cuatro constituciones promulgadas. El carlismo representó la defensa del Antiguo Régimen frente a los liberales y su guerra civil buscó extender la rebelión desde el País Vasco, aunque terminó con el Convenio de Vergara en 1839.
PINTURA DEL RENACIMIENTO EN ESPAÑA (SIGLO XVI).ppt
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1. EL REINADO DE ISABEL II (1833-1868)
Constituye una etapa esencial de la historia de España, ya que supone el paso de la monarquía
absoluta a un Estado parlamentario y burgués que desmantela el sistema económico, social y
político del Antiguo régimen de forma definitiva.
Es un periodo complejo en el que hay dos Regencias- la de María Cristina 1833-1840 y la de
Espartero 1840-1843, la guerra carlista 1833-1839, cuatro Constituciones y continuos
levantamientos revolucionarios.
A.- EL CARLISMO Y LA GUERRA CIVIL.
La guerra civil, entendida convencionalmente como Guerra Carlista, se integra plenamente en el
proceso de disolución del Antiguo régimen y condiciona el liberalismo español de los años 30 y
su formulación en sentido moderado en los años 40. En este sentido la insurrección carlista es
algo más que una cuestión dinástica, para aglutinar a quienes defendían el Antiguo Régimen
frente a los partidarios del nuevo Estado liberal.
1. -Los principios doctrinales y las bases sociales de apoyo
Los principios doctrinales se basaron en el principio de legitimidad y los postulados de Dios,
Patria, Rey y Fueros.
Los Fueros eran los usos y costumbres por los que se regían los distintos territorios del País
Vasco y Navarra, que habían sido respetados por el centralismo borbónico en el siglo XVIII
debido al apoyo que estos territorios prestaron a Felipe Ven la Guerra de Sucesión(Cataluña,
Valencia, Aragón y Mallorca los perdieron en los Decretos de Nueva Planta) En resumen los
fueros establecían un sistema fiscal propio, exención del servicio militar, derecho civil y penal
propios y un estatuto de hidalguía para todos sus habitantes. Particularidades jurídicas que
respaldaban un conjunto de privilegios que afectaban directamente a la forma de vida cotidiana
y las economías domesticas de territorios faroles que se sumaron a la sublevación. Esto explica
su fuerte implantación en territorios como el País Vasco, Navarra, norte de Cataluña o el
Maestrazgo. La defensa de los fueros o la recuperación de las libertades fue creciendo a lo largo
de la guerra.
-El carlismo reunió las propuestas políticas del realismo sobre todo entendidas como oposición
a las formulas liberales del Trienio y al reformismo absolutista de la década. Los principios
defendidos por el carlismo preconizaban la defensa de la religión, el mantenimiento de los
fueros tradicionales, el sistema señorial y legitimismo absolutista, encarnado en la persona de
Don Carlos María Isidro. Estos principios se oponían frontalmente a las aspiraciones unitarias y
modernizadoras de los liberales, que defendían la soberanía nacional, la división de poderes, la
unificación jurídica de la nación con una mismas leyes y la reforma de la propiedad. Diversos
sectores sociales, campesinos artesanos y pequeños propietarios, alentados por el clero rural que
planteo el conflicto como una cruzada contra la revolución, apoyaron a Don Carlos. La alta
jerarquía eclesiástica, la burguesía urbana y parte de la aristocracia, apoyaron a Isabel II, ya que
las reformas liberales propiciaban su poder social y económico.
-El bando liberal o cristino, como se llamo a los que respaldaban los derechos sucesorios de la
infanta Isabel y por lo tanto de la reina regente María Cristina, estuvo formado por los sectores
reformistas del absolutismo, los liberales moderados y algunos progresistas que veían en el
apoyo a la regente a la única posibilidad de transformar el país. Los grupos sociales que
apoyaron incluyen la plana mayor del ejército, la mayoría de altos cargos de la
Administración, las altas jerarquías de la Iglesia que se habían hecho conscientes de la
necesidad de introducir cambios. Además se contó con el apoyo de la burguesía de negocios,
los intelectuales y profesionales liberales, así como buena parte de la población urbana. El
bando cristino contó con el apoyo internacional de las potencias occidentales; los carlistas con la
simpatía de las potencias autocráticas de Austria, Prusia y Rusia. Sin embargo la guerra se
prolongo por espacio de siete años por las dificultades financieras del gobierno para sufragar la
guerra.
2. - El desarrollo militar y las estrategias políticas
Cuatro días después de la muerte de Fernando VII, el 3 de octubre de 1833, un grupo de
voluntarios realistas se alzaba en Talavera de la Reina, proclamando a Carlos María Isidro como
legitimo rey de España. La guerra comenzó siendo una guerra de partidas similar a la de
guerrillas de 1808. Se suceden después varios levantamientos faltos de coordinación que no
adquieren carácter de guerra civil hasta la incorporación de jefes militares y unidades regulares
2. del Ejército, transformándose las partidas realistas en ejercitan carlista. Las sublevaciones
iniciales se producen en el País Vasco, Navarra, y como espacios secundarios el norte de
Cataluña, el Maestrazgo, Valencia y algunas zonas de las dos Castillas. El fracaso de una
insurrección generalizada transforma el levantamiento en guerra civil que tuvo siempre
un doble componente:
♦ El intento carlista por extender la sublevación desde el País Vasco al resto de España y
la estrategia liberal de impedirlo a base de consolidar la línea del Ebro
♦ La dinámica de la guerra estuvo condicionada por los acontecimientos políticos del
bando liberal: la transición moderada del Estatuto Real deriva en 1836 en una versión
más radical con la aceptación de la Constitución de Cádiz, que alarmo a los sectores
más conservadores y que fue aprovechado por el carlismo para conquistar Madrid.
La imposibilidad de una victoria militar definitiva por alguno de los dos bandos prolonga el
conflicto hasta 1839-40. El 31 de agosto de 1839 El Convenio de Vergara entre Maroto y
Espartero (líder de las filas liberales) daba por concluido el conflicto. Espartero se
comprometió a trasladar a las Cortes la cuestión del mantenimiento del régimen foral y
además aceptar la integración de oficiales y jefes carlistas en el ejército liberal, con el
reconocimiento de grados militares. Carlos María Isidro traspasaba la frontera francesa. En
ultimo termino el abrazo de Vergara era fruto de la imposición en las filas del carlismo de la
línea transacionista frente a los apostólicos, defensores del mantenimiento de las
posiciones más intransigentes que caracterizaron a la etapa final del reinado de Fernando
VII. Expresión de la separación doctrinal que significaba dos concepciones diferentes del
tradicionalismo.