PLAN LECTOR 2024 integrado nivel inicial-miercoles 10.pptx
La Verdad De La EducacióN
1. ¿Qué hay de
Se dice con frecuencia que las apariencias
CÍA
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engañan. Esto ocurre, por ejemplo, cuando las
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supuestas verdades que calan en la opinión
pública se construyen sobre mentiras. De ahí la
conveniencia de desentrañar lo que hay de
cierto en una serie de tópicos muy incrustados
cuando se habla de educación. Por otro lado,
en éste como en otros campos sociales la
realidad es muy compleja y cambiante, y lo
que hace un tiempo era casi sin apenas
discusión de un solo color hoy se ha mudado o
aparece como un paisaje multicolor. Y cuando
no se afina el análisis la realidad puede hasta
confundirse con la ficción.
Los diez artículos que conforman este bloque
monográfico tratan de desvelar algunos de
estos equívocos, tópicos y contradicciones. O
simplemente de señalar algunas paradojas y
contradicciones. La calidad de la enseñanza, el
grado de escolarización, la diversidad, las
nuevas tecnologías, la fragmentación
profesional y la evaluación son algunas de las
cuestiones tratadas desde un punto de vista
crítico o en clave de humor.
COORDINACIÓN: JOSÉ GIMENO SACRISTÁN
54 CUADERNOS DE PEDAGOGÍA. Nº361 OCTUBRE 2006 } Nº IDENTIFICADOR: 361.012
2. tema del mes
Sobre los peligros de confundir intereses propios e
intereses universales
¡Más madera!
verdad en la educación?
En una memorable secuencia de Los Hermanos Marx en el ciega y autoalimentada que exige más recursos tanto si se
Oeste, Groucho gritaba incansable: “¡Más madera!”, mien- necesitan como si no, donde faltan y donde sobran, donde
tras sus compinches despiezaban poco a poco los vagones no han llegado y donde lo han hecho pero están ociosos.
para mantener la marcha de una locomotora que, al final, no
tenía nada que arrastrar. Cuando escucho la recurrente pro-
puesta de más educación como respuesta a los problemas de Los efectos perversos del crecimiento escolar
la educación o las sempiternas e inacabables demandas de
recursos procedentes no puedo evitar considerarlas decidida- Puesto que la educación, que en general requiere de la es-
mente marxistas, pero en la estela de Groucho y no en la de colarización, es una condición para la incorporación plena a
Karl. Todo discurre en el sector como si más siempre signifi- la sociedad, raramente hemos dudado que escolarizar a más
cara ‘mejor’, como si fuera un dogma indiscutible “más esco- gente y más tiempo fuera beneficioso para ellos y para la
larización siempre es mejor que menos” y como si la sociedad sociedad. Sin embargo, como cualquier otra actuación social,
no debiera ni considerar siquiera la posibilidad de que no ésta ha tenido y tiene efectos previstos e imprevistos y, entre
hagan falta más recursos o de que pueda dárseles mejor uso. estos últimos, algunos que nos apresuramos a ver y otros que
Entiéndaseme desde el principio: no quiero decir que la uni- nos negamos a reconocer.
versalización y la prolongación de la escolaridad no hayan En primer lugar, hay que decir que los efectos previstos
representado un avance social, económico, político y cultural, sólo se han producido en parte: las promesas de igualdad
ni que no haya que hacer todavía un esfuerzo por mejorar el asociadas a la revolución educativa no han sido satisfechas
acceso y la permanencia de ciertos sectores; lo que quiero sino muy parcialmente, pues la desigualdad tenía otras ba-
decir y digo es que más no siempre es y será mejor, pues con ses. Es más, puede que cuanta más importancia haya de co-
esa lógica habría que escolarizarnos de la cuna a la tumba. brar la educación en la distribución de las oportunidades
Tampoco quiero decir que ya sobren recursos en la educación, sociales, como corresponde al advenimiento de la sociedad
ni siquiera que sean suficientes los que se le dedican o que no de la información, del conocimiento y del aprendizaje, más
haya ámbitos particularmente necesitados; lo que quiero de- difícil se muestre igualar los logros escolares. Pero, sobre to-
cir y digo es que se ha adueñado del debate una retórica do, se han producido una serie de efectos perversos a los que
Autor: MARIANO FERNÁNDEZ ENGUITA
Universidad de Salamanca
Correo-e: enguita@usal.es
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3. solemos responder con la demanda de más educación cuan- universitario debe obtener enseguida un magnífico empleo),
do, en buena medida, proceden precisamente de su oferta. la unilateralidad de la demanda de derechos sin reconoci-
Es un error de composición: el hecho de que la escuela haya miento de deberes (el derecho, por ejemplo, a alcohol bara-
funcionado como una vía de movilidad social para ese sector to, al botellón, etc.) o la tendencia a parasitar y explotar el
preciso que es el profesorado no significa que pueda hacer- entorno (la proverbial aversión al trabajo doméstico de los
lo para todo el mundo. adolescentes o la demanda de toda clase de prestaciones
En segundo lugar, la universalización de más y más años de gratuitas). No es fácil educarse quince o veinte años en la idea
escuela ha producido una explosión de la diversidad, ponien- de recibir, y dar de pronto el salto a la de dar. Cosechamos lo
do a la institución y al profesorado ante una variedad de que sembramos.
necesidades y capacidades para la que no estaban prepara- Quinto y último, las políticas igualitarias se han aplicado a
dos. Por más que se incorporen a la jerga escolar términos menudo sin la menor atención a que ello podía producir re-
como diversidad, multiculturalidad, etc., lo cierto es que se sultados aún más igualitarios. Los colectivos gitanos más tra-
les había preparado para cualquier cosa menos para eso, con dicionales o marginales, por ejemplo, deben alcanzar y alcan-
lo que la nueva jerga tiene todavía de lip service, de declara- zarán tarde o temprano una escolaridad obligatoria normal,
ción para la galería, de corrección política sin consecuencias, pero cuesta comprender cómo se han cerrado los ojos ante
o sin otra consecuencia que ignorar la realidad. Una vez cayó el hecho de que numerosas cohortes han sido embutidas en
en mis manos un Proyecto Educativo de Centro que decía: una enseñanza propedéutica, de escaso valor terminal, con
“Aceptamos las deficiencias étnicas”, y lo gordo es que no plena conciencia de que la abandonarían a medio camino, en
era un mero error sintáctico, ni siquiera un lapsus linguae, vez de ofrecerles adaptaciones algo más ajustadas a sus
¡sino que era eso lo que estaban dispuestos a aceptar! necesidades y a unas previsiones realistas de permanencia.
En tercer lugar, la resistencia y el rechazo escolares se han Lo mismo amenaza con suceder ahora con un sector de inmi-
agudizado y extendido, pues la expansión escolar ha supues- gración minoritario pero no desdeñable, la generación “se-
to más de lo mismo, una simple ampliación de la escolariza- gunda y media”, es decir, los adolescentes que llegan con
ción tradicional, diseñada y adaptada a las características de una edad en la que en su país ya han abandonado la escue-
ciertos sectores sociales (de clase media, de la etnia domi- la, están dispuestos a trabajar, o ya lo han hecho y es lo que
nante, varones, nacionales) a otros bien distintos (clases po- vienen a hacer aquí, pero a los que se empotra en las aulas,
pulares, minorías, mujeres, extranjeros), una reiteración de lo igual que a los demás, contra su voluntad y sin la menor con-
que ya suscitaba, con o sin justificación, el rechazo de una sideración a su circunstancia específica. Fiat justitia, pereat
parte del alumnado, quizá aplicando el viejo adagio: ¿No mundi. Los principios se salvan, pero a veces es a costa de
quieres taza? ¡Pues taza y media! sus teóricos beneficiarios.
La insaciable demanda de recursos
Después de la cantidad, la calidad, claro está. En principio,
la idea de que un aumento de los recursos contribuirá a una
mejor educación parece más que razonable. Además, la
expansión de la escuela supone una dinámica de costes cre-
cientes y rendimientos decrecientes: los nuevos colectivos
(grupos marginales, minorías, discapacitados, desertores en
potencia) suelen ser –aunque no siempre– más difíciles de
escolarizar y de educar, y requieren por ello más recursos, lo
que ya de por sí supone costes crecientes, mientras que
infraestructuras y equipamientos pueden presentar deseco-
nomías de escala –tampoco siempre– y los nuevos agentes
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(profesores y otros educadores), en conjunto, rendimien-
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tos decrecientes. Por lo demás, es sabido que el gasto
español en educación está por debajo de la media de la
Organización para la Cooperación y el Desarrollo
Económico (OCDE), de la Europa de los quince y de
los países con sistemas escolares más exitosos, así
como es ampliamente aceptado que el desarro-
llo de una economía informacional y de una
sociedad del conocimiento supone, lógica-
mente, un aumento de la inversión en capital humano. Pero
si algo justifica esto es, aparte de una demanda de más recur-
sos, un mejor control sobre la asignación y el aprovecha-
En cuarto lugar, es difícil desligar la constante expansión de miento de éstos. Sin embargo, a lo que asistimos es a una
la escolaridad de la explosión de las expectativas imposibles resistencia exacerbada a cualquier intento de evaluar la efi-
de satisfacer (la idea, por ejemplo, de que todo egresado cacia o la eficiencia del sistema y a una demanda de recursos
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4. tema del mes
no solamente insaciable, sino a la que a veces parece condi- donde la llamada “dirección participativa” se entiende, mayo-
cionarse la asunción de cualquier reforma o innovación. ritariamente, como no dirección. De hecho, la demanda de
Un ejemplo de ello podría ser la reducción de alumnos por más recursos, cuando se vincula a ella la efectividad de refor-
aula, objeto de otro trabajo en este Tema del Mes. Baste mas o innovaciones, podría también leerse así: “Si quieren
recordar que, cuando profesores y aulas eran la misma cosa, hacer algo más, o algo distinto, que no me lo pidan a mí”.
se reivindicaba la cifra de 28 alumnos por aula, de acuerdo
con una introuvable y probablemente inexistente recomen-
dación de la Unesco. Hoy, en la enseñanza estatal, la propor- El mejor de los mundos posibles
ción de alumnos por aula va ya sensiblemente por debajo de
esa indicación y, por profesor, por debajo de la mitad, pero la La mayoría de los mortales se las ven y se las desean para
demanda se mantiene como si nunca hubiera pasado nada. justificar la demanda de mejoras en sus condiciones de tra-
Los anuncios de reformas e innovaciones desde arriba sue- bajo o la expansión de las organizaciones en las que trabajan
len venir seguidos de la advertencia desde abajo, en el sen- y de las que viven. La excepción son los que trabajan en ser-
tido de que no podrá haber reforma sin recursos. A primera vicios vinculados a derechos universalmente reconocidos,
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vista podría pensarse que este aviso concierne a los recursos tales como la educación, la sanidad, etc. En tal caso, parece
pedagógicos, materiales, equipamientos, infraestructuras, etc., que cualquier expansión pudiera reputare a priori buena, sin
pero no es así. Fuera de carencias comparativas aquí o allá o necesidad de justificación alguna. Si, además, esos servicios
determinadas por necesidades o circunstancias especiales, se ofrecen desde el sector público, mejor, y si los ofrece una
los centros educativos españoles están razonablemente equi- profesión con cierto halo benefactor, mejor aún. En fin, si
pados. De hecho, tan probable como que a un centro le fal- conectan con uno de los pocos instintos naturales que los
ten recursos materiales es que los tenga, pero ociosos, sub- seres humanos hemos conservado, el de proteger la vida inci-
empleados o mal empleados. piente –en concreto la infancia–, mejor que mejor. Ya están
La advertencia se refiere más bien a la demanda de más dadas las condiciones para confundir intereses y valores o,
personal docente y educador, aunque también a la mejora de mejor dicho, la defensa de los intereses propios con la de los
las condiciones salariarles y de trabajo del ya existente. Sin intereses universales.
embargo, no está en absoluto claro que la incorporación de Esta feliz coincidencia se encuentra raras veces. Marx creyó
más profesionales sea automáticamente buena para la educa- verla en el proletariado, clase universal que, como no tenía
ción, aunque pueda serlo, cómo no, para los nuevos incorpo- nada, podía pedirlo todo… pero terminó en tragedia. La ver-
rados y para los antiguos sustituidos en parte de sus viejas o sión comedia, o más bien astracanada, la ofreció Charles Wilson
nuevas tareas. Parece ya fuera de discusión que los alumnos y –presidente de la General Motors promovido a secretario de
alumnas de la Educación Secundaria Obligatoria pasan por las Defensa de Estados Unidos por Eisenhower–, que, interrogado
manos de demasiados profesores, y creo que algo parecido sobre si los intereses que venía defendiendo hasta el momen-
habría que empezar a decir de los de Primaria. Más educado- to no podrían entrar en contradicción con los que se le llama-
res son más recursos (siempre que no lo contrarreste alguna ba a defender a partir de entonces, hizo famosa la frase: “Lo
reducción del horario o el calendario), pero también es pro- que es bueno para la General Motors, es bueno para Amé-
bable que signifique más desorden, más incoherencia, mayor rica”. La pretensión de que, en la enseñanza, más siempre es
ausencia de un propósito común, sobre todo en un país mejor se sitúa en algún lugar entre estas dos versiones.
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