¿Las nuevas tecnologías impactan en nuestra manera de aprender
1.
De
motivar
para
repetir
a
emocionar
para
crear.
Por Pablo Aristizabal
¿Las
nuevas
tecnologías
impactan
en
nuestra
manera
de
aprender?
Prof. Pablo Aristizabal
Presidente de Competir.com Docente (catedrático de la U.B.A.)
Derechos de Autor reservados Prof. Pablo Aristizabal
1
2.
Vitalización
Áulica,
las
TICs
y
su
impacto
en
la
educación.
El
destino
de
este
volátil
negocio
nuestro
hace
que
no
podamos
darnos
el
lujo
de
dormirnos
en
los
laureles.
Ni
siquiera
para
detenernos
a
hacer
una
retrospectiva.
Los
tiempos
y
las
condiciones
cambian
tan
rápido
que
debemos
mantener
nuestra
mira
siempre
enfocada
hacia
el
futuro.
Walt
Disney
Participación
de
unos
pocos
a
muchos.
En
un
momento
de
cambios
tan
radicales,
a
velocidad
desconocidas
hasta
este
momento,
pasando
de
entender
el
cambio
ya
no
como
una
mutación
(con
sus
consecuente
connotación)
a
mirar
el
cambio
como
una
evolución,
donde
la
plasticidad
mental
producto
de
la
magnitud
de
las
comunicaciones
que
nos
rodean
es
bien
distintas
entre
los
nativos
e
inmigrantes
digitales,
la
historia
que
nos
interesa
describir
es
la
de
una
mayor
colaboración,
creación,
participación
y
de
una
mayor
innovación.
Esos
son
los
conceptos
sobre
los
que
queremos
trabajar.
Esa
historia,
a
su
vez,
necesariamente
trae
consigo
menos
y
menos
2
3. repetición,
menos
y
menos
reducción
a
la
mera
operatividad.
En
una
palabra:
Lo
que
necesitamos
es
que
los
chicos
participen
en
la
generación
del
conocimiento.
Que
los
chicos
se
sientan
interpelados
-‐no
sólo
en
sus
capacidades
lúdicas,
a
través
de
los
juegos,
en
los
momentos
divertidos
de
su
vida-‐
sino
que
empecemos
a
hacerlos
sentirse
interpelados
en
lo
que
toca
a
su
inteligencia,
en
el
momento
de
producir
saberes.
En
un
proceso
evolutivo
a
lo
largo
del
cual
vamos
aprendiendo
los
primeros
pasos
sobre
la
manera
en
que
las
nuevas
tecnologías
van
impactando
en
la
sociedad
en
general
y
en
los
chicos
en
particular
y
como
las
nuevas
tecnologías
se
van
insertando
en
distintos
ámbitos;
los
hogares,
las
escuelas,
etc.
el
camino
que
debemos
recorrer,
en
última
instancia,
es
el
camino
mediante
el
cual
la
humanidad
va
produciendo
conocimientos
y
saberes,
aunque
no
tanto
en
un
sentido
enciclopédico
sino
principalmente
en
lo
que
hace
a
la
inteligencia.
O
sea,
a
la
forma
en
que
se
piensan
y
se
plantean
los
problemas
y
las
preguntas
y
no
tanto
a
los
contenidos
con
los
que
se
preparan
las
respuestas.
Típicamente,
a
lo
largo
de
la
mayor
parte
de
la
historia,
la
humanidad
interpeló
efectivamente
a
la
inteligencia
y
al
saber,
pero
lo
hizo
por
lo
general
en
ámbitos
de
participación
muy
reducida.
Desde
los
tiempos
de
Platón
y
Aristóteles,
las
academias,
los
liceos
y
las
escuelas
han
promovido
relaciones
de
producción
de
conocimiento,
pero
siempre
entre
muy
pocos
individuos.
Indudablemente
esos
3
4. espacios
permitieron
la
aparición
de
pensamientos
críticos
y
hasta
divergentes,
que
ayudaron
a
socavar
la
imposición
de
toda
clase
de
dogmas
e
“ideas
fijas”,
pero
usualmente
lo
hicieron
en
una
medida
que
hoy
nos
resulta
ya
demasiado
reducida.
La
educación
promovida
por
la
era
industrial,
por
caso
(que
-‐
mal
o
bien-‐
es
la
educación
que
todos
nosotros
hemos
recibido),
es
una
educación
inspirada
mayormente
en
el
pensamiento
crítico
y
divergente
de
unos
muy
pocos,
que
se
habían
atrevido
a
poner
en
cuestión
y
a
flexibilizar
muchas
definiciones
escolásticas
y
taxativas
que
permanecían
inalterables
desde
tiempos
medievales.
Ahora
bien,
y
parafraseando
a
Victor
Hugo,
esos
que
se
elevaron
hasta
la
posición
crítica
e
incluso
divergente,
procedieron
rápidamente
a
retirar
la
escalera
por
la
que
habían
subido
hasta
allí
para
que
nadie
más
pudiera
seguirlos.
Los
pensadores
críticos
que
se
habían
atrevido
a
discutir
lo
que
se
tenía
por
cierto,
los
pensadores
divergentes
que
habían
osado
desechar
las
viejas
respuestas
para
ofrecer
nuevas
soluciones,
construyeron
-‐sin
embargo-‐
escuelas
en
las
que
todo
comportamiento
de
ese
tipo
quedaba
excluido.
Una
misma
currícula
se
repitió
una
y
otra
vez,
y
la
evaluación
se
limitó
a
comprobar
si
los
alumnos
podían
decir
exactamente
lo
que
los
maestros
tenían
que
decirles
que
dijeran:
“Vos
decí
lo
que
yo
digo
-‐sería
la
fórmula
coloquial-‐
y
obtendrás
una
calificación
perfecta”.
No
es
lo
que
se
llama
una
formación,
claro,
pero
sí
se
trata
de
la
paulatina
imposición
una
forma
común,
que
borra
la
identidad
y
la
4
5. idiosincrasia
de
cada
uno
de
los
involucrados.
Diría
Marshall
McLuhan:
“El
medio
es
el
mensaje”.
No
importan
los
contenidos,
la
forma
de
la
repetición
de
saberes
y
conocimientos
ajenos
contrabandea
un
descrédito
por
lo
propio.
“Repetí
siempre
lo
que
yo
te
digo”,
es
también
una
manera
de
decir
“no
creas
en
vos
mismo,
no
te
aventures
a
crear
por
tu
cuenta”.
Así
que
de
lo
que
se
trata
no
es
tan
sólo
de
promover
la
crítica
y
la
divergencia,
sino
de
lograr
que
todos
participen
de
ellas.
Porque
los
mismos
chicos
que
se
sienten
des-‐conectados
cuando
tienen
que
escribir
un
dictado
o
responder
a
una
pregunta
de
examen,
se
sentirán
dignificados
al
componer
un
texto
original
o
al
tomar
parte
en
una
conversación
en
la
que
a
otros
les
interese
lo
que
a
ellos
les
pasa.
Como
diría
Arnaldo
Este
la
participación
dignifica,
una
participación
que
te
permite
ser
parte,
significar,
intervernir,
cooperar,
contribuir,
colaborar,
todo
esto
a
lo
que
llamamos
“ser
humano”.
5
6.
Criticar,
divergir,
crear.
Si
los
demás
reconocen
mi
identidad,
mi
idiosincrasia
y
si
yo
empiezo
a
creer
en
mí
mismo,
puedo
pasar
entonces
al
siguiente
estadío.
No
se
trata
ya
de
tener
solo
un
pensamiento
crítico
y
seleccionar
respuestas
y
soluciones
ajenas,
a
ésta
debemos
sumarle
un
pensamiento
divergente
-‐frente
a
una
pregunta
tener
varias
respuestas
que
es
lo
mismo
que
generar
nuevas
preguntas-‐
y
proponer
respuestas
y
soluciones
propias,
se
trata
de
tener
un
pensamiento
creativo:
Innovar
en
el
planteo
de
preguntas
y
problemas
originales,
que
requieran
a
su
vez
respuestas
y
soluciones
todavía
desconocidas.
Es
importante
que
se
entienda
que
“innovar”,
en
este
caso,
no
designa
la
mera
introducción
de
una
novedad.
Una
ocurrencia,
por
disparatada
que
parezca,
un
invento,
por
disruptivo
que
resulte,
sólo
se
convierten
en
una
innovación
cuando
su
impacto
transforma
gente;
transforma
la
vida
de
la
persona
que
crea,
de
la
persona
que
innova
y
transforma
las
vidas
de
todas
las
personas
que
conversan
con
ella
o
participan
de
la
innovación.
¿Cuál
es
la
propuesta?
Que
los
chicos
signifiquen,
innoven
y
creen.
Que
dejen
de
ser
meros
transeúntes
que
pasan
por
las
aulas,
y
se
conviertan
en
actores
trascendentes
que
crean
en
su
capacidad
de
transformar
a
otros
y
de
transformarse
a
sí
mismos.
El
desafío
apunta
a
un
cambio
en
lo
establecido.
En
uno
de
los
prólogos
a
Así
habló
Zaratustra,
el
filósofo
6
7. alemán
Friedrich
Nietzsche
lo
puso
en
estos
términos:
“El
hombre
es
algo
que
debe
ser
superado.
¿Qué
habéis
hecho
para
superarlo?
Todos
los
seres
han
creado
hasta
ahora
algo
por
encima
de
ellos
mismos:
¿Y
queréis
ser
vosotros
el
reflujo
de
esa
gran
marea,
y
retroceder
al
animal
más
bien
que
superar
al
hombre?”
Para
nosotros,
la
verdadera
pregunta
a
responder
es
la
siguiente:
¿Puede
el
homo
sapiens,
el
hombre
que
sabe,
dar
lugar
la
homo
sapiens-‐
sapiens
(el
hombre
que
sabe
que
piensa)
al
homo
creans,
el
hombre
que
crea,
que
crea
nuevas
formas
de
saber
y
así
se
recrea
a
sí
mismo?
Pero
como
para
crear
hay
que
creer,
las
nuevas
tecnologías
tienen
en
esto
un
rol
fundamental.
La
inserción
de
las
así
llamadas
TICs
-‐las
tecnologías
de
la
información
y
las
comunicaciones-‐
puede
llegar
a
permitir
que
muchos,
e
incluso
todos,
alcancen
el
grado
de
participación
en
las
relaciones
de
producción
del
conocimiento
que
siempre
estuvo
reservado
a
unos
pocos.
En
el
uso
cada
vez
más
extendido
de
estas
tecnologías
se
observa
ya
algo
que
es
extraordinario:
A
los
usuarios
lo
que
más
les
interesa
es
poder
expresarse,
poder
decir
y
poder
escribir,
con
algunos
primeros
atisbos
de
componer
–poner
de
uno-‐,
independientemente
de
cuántos
sean
los
que
les
están
prestando
atención.
Este
es
uno
de
los
pilares
sobre
los
que
se
construye
la
nueva
sociedad
del
conocimiento:
la
intervención
activa
de
los
usuarios
en
las
conversaciones.
7
8.
Ahora,
es
una
condición
necesaria,
pero
no
suficiente,
claro.
Las
conversaciones
no
requieren
tan
sólo
que
se
aprenda
a
asumir
el
rol
del
emisor.
Con
eso
se
corre
siempre
el
riesgo
de
recaer
en
el
monólogo,
en
la
“bajada
de
línea”,
que
es
el
modo
de
producción
al
que
obedecieron
-‐para
bien
o
para
mal-‐
los
conocimientos
que
antes
tildamos
de
“escolásticos”
y
“enciclopédicos”.
Componer
una
conversación
es
el
arte
de
escuchar
para
lo
cual
tendremos
que
reaprender
a
aprender,
desarrollar
-‐esto
es-‐
la
plasticidad
necesaria
para
asumir
alternativamente
el
rol
del
receptor.
¿Cómo
pueden
los
chicos
generar
conocimiento,
saber
e
inteligencia
de
una
manera
innovadora,
transformadora?
Pues,
participando
en
conversaciones
pertinentes
desde
el
punto
de
vista
de
la
escuela
y
la
academia,
y
partiendo
su
participación
desde
desafíos
pertinentes
a
su
mundo
vital,
com-‐poniendo
y
colaborando
donde
el
rol
de
aprender
enseñando
es
nuevo
axioma
del
juego.
Y
ahí
es
donde
las
TICs
puede
ayudar
a
construir
nuevos
puentes,
nuevos
mundos
y
a
crear
nuevas
historias.
Porque
aquí
lo
que
está
en
juego
va
mucho
más
allá
de
una
estrategia
educativa;
se
trata
de
un
problema
existencial.
En
todo
ámbito,
aquel
cuya
colaboración
es
reconocida
tiene
la
sensación
de
existir
plenamente.
El
que
queda
excluido
de
la
conversación,
en
cambio,
siente
-‐y
con
razón-‐
que
no
existe,
que
no
cuenta
para
nada.
Y
el
riesgo
es
grande
porque
fuera
8
9. de
la
escuela
la
tecnología
ofrece
ya
a
los
chicos
una
multiplicidad
de
vías
para
la
participación
(tienen
los
SMS
del
celular,
las
redes
para
jugar
y
para
sociabilizar
de
la
computadora,
etc.)
mientras
que
al
ingresar
al
aula
se
les
deja
entrever:
“Dejen
su
participar
en
la
puerta…”
La
supuesta
apatía
de
los
chicos
-‐de
la
que
ahora
se
está
hablando
tanto-‐
es,
en
definitiva,
un
falso
problema.
Porque
indudablemente
hay
espacios
y
hay
conversaciones
que
a
estos
mismos
chicos
los
entusiasman,
los
hacen
sentirse
interpelados
y
los
llevan
a
participar
y
a
colaborar.
El
problema
es
que
dejan
todo
eso
atrás
al
momento
de
entrar
a
la
escuela.
Y
esa
plasticidad
con
la
que
las
TICs
les
permiten
cotidianamente
transportarse
de
un
tema
que
los
aburre
a
otro
que
los
conmueve
o
los
emociona,
desaparece
cuando
-‐
en
desmedro
de
identidades
particulares
y
diferentes
idiosincrasias-‐
se
les
asigna
a
todos
una
misma
currícula.
En
suma:
los
esfuerzos
y
los
nuevos
interrogantes
no
se
resuelven
regalando
computadoras,
me
imagino
que
si
fuera
dueño
de
una
empresa
china
que
la
fabrica
o
tenga
la
patente
de
los
chips
lo
promovería,
ni
bueno
ni
malo,
si
estaría
muy
alineado
a
mis
objetivos
empresariales,
pero
aquellos
que
trabajamos
en
los
espacios
que
recorren
nuestros
chicos
tenemos
que
pensar
de
manera
holística,
no
perdiendo
nunca
el
norte….
¿Para
que
introducimos
las
TICs
en
la
educación?
Hoy
empezaría
pidiéndole
permiso
a
la
escuela
para
generar
una
nueva
producción,
la
producción
de
inteligencia
9
10. colaborativa
y
colectiva,
tenemos
que
orientarnos
a
la
producción
de
un
software
que
converse,
al
desarrollo
de
contenidos
que
conversen,
a
una
gestión
del
aprendizaje
que
forje
el
espiritu
de
los
chicos
logrando
que
los
chicos
se
enciendan.
¿Cómo?
Lo
dicho:
Conversando,
participando,
creando.
Esa
es
la
historia
que
tenemos
que
construir,
porque
sabemos
que
si
ellos
conversan,
participan
y
crean
se
van
a
“prender”,
y
ese
es
nuestro
principal
objetivo…
que
los
chicos
se
prendan.
Des-‐activado
y
crisis.
Una
de
las
principales
dificultades
que
enfrentamos
en
nuestro
esfuerzo
para
que
los
chicos
se
prendan
tiene
que
ver
con
lo
que
-‐parafraseando
al
filósofo
alemán
Martin
Heidegger-‐
uno
podría
llamar
“la
época
de
la
imagen
del
mundo”.
De
todas
las
épocas
que
la
humanidad
ha
atravesado,
la
nuestra
tiene
una
particularidad:
a
dónde
quiera
que
miramos
hoy
nos
encontramos
con
una
pantalla,
y
en
esa
pantalla
vemos
reflejada
la
imagen
de
una
situación
que
puede
ser
próxima
o
remota,
trivial
o
importante,
una
imagen
del
mundo.
Pero
el
problema
es
que
esa
imagen
suele
ser
bastante
desconsoladora.
La
telecomunicación
masiva
pone
en
pantalla
permanentemente
ante
nuestros
ojos
la
violencia
de
una
revuelta
en
Francia,
el
papelón
de
una
pelea
en
el
parlamento,
el
estruendo
de
un
bombardeo
en
Corea
del
Sur,
la
confusión
de
un
accidente
automovilístico
en
el
10
11. acceso
a
nuestra
propia
ciudad,
el
horror
de
una
pandemia
en
Haití.
Es
la
imagen
de
una
continua
crisis.
De
una
crispación
permanente.
Y
esa
imagen
hace
que
los
chicos
se
desconecten,
se
apaguen.
A
resultas
de
esa
tendencia
-‐que
hasta
podría
considerarse
un
buen
mecanismo
de
autodefensa
ante
tanta
convulsión
en
la
imagen
del
mundo
que
los
adultos
proyectamos
en
esta
época-‐
los
chicos
pasan
por
apáticos
y
poco
participativo
Esa
apatía
no
es
generalizada,
es
importante
estratificarla,
hacer
una
segmentación
socio-‐económico-‐territorial.
De
hecho
vemos
que
hay
muchos
espacios
en
los
cuales
esos
mismos
chicos
que
se
desenchufan
del
mundo
de
los
adultos,
se
involucran
e
intentan
participar.
Y
lo
hacen
con
lo
que
tienen
a
mano:
con
un
aerosol,
con
un
teléfono
celular,
con
un
mazo
de
cartas
o
con
una
computadora.
No
sólo
creemos
que
-‐aunque
la
imagen
del
mundo
en
crisis
constante
los
disuada-‐
hay
muchos
chicos
que
igual
quieren
participar.
El
error
es
creer
que
además
de
las
máquinas
es
necesario
tener
además
sitios
web
para
“usar”
o
portales
que
nos
deriven
a
sitios
donde
“escuchar”
o
lo
que
es
peor
“oír”.
Tenemos
que
pasar
del
consumo
a
la
producción,
de
reproducción
a
la
producción,
de
protagonistas
del
parecer
a
protagonistas
del
hacer.
Tenemos
que
trabajar
en
crear
un
espacio
de
activación,
resguardado
de
la
imagen
de
convulsión
mundial
que
las
pantallas
habitualmente
proyecta,
que
interpele
su
11
12. inteligencia,
sus
creaciones,
sus
innovaciones.
Y
esto
debe
convertirse
para
nosotros
en
un
criterio
regulatorio,
en
una
especie
de
punto
de
apoyo
que
nos
permite
preguntarnos,
ante
cada
acción
que
realizamos:
¿Produjo
más
participación?
¿Generó
más
conversaciones?
¿Les
permitió
conectarse,
colaborar?
Y
es
que
en
definitiva,
para
nosotros,
la
proliferación
de
pantallas
que
caracteriza
a
nuestra
época,
tiene
por
otra
parte
un
costado
positivo.
En
la
TV,
en
el
monitor,
en
el
celular,
más
recientemente
en
las
tablet
Pcs,
y
con
el
tiempo
en
otras
pantallas
activas
que
irán
agregándose
a
nuestras
vidas,
encontramos
que
los
chicos
también
“se
activan”:
se
encuentran
con
sus
amigos,
con
su
música,
con
sus
fotos;
se
conmueven,
disfrutan
y
van
construyendo
su
propia
identidad,
su
propia
idiosincrasia.
El
futuro
ciudadano
tiene
-‐
cada
vez
más-‐
todo
su
mundo
armado
alrededor
de
su
propia
pantalla
activa,
y
a
través
de
ella
se
apropia
de
todo
lo
que
lo
emociona.
Emoción
versus
motivación.
Todo
lo
que
emocione
a
un
chico,
es
un
salvavidas
de
donde
debemos
aferrarnos;
ya
que
la
emoción
es
el
motor
para
la
acción.
Y
una
buena
parte
del
cambio
de
paradigma
que
tenemos
que
promover,
puede
entenderse
en
este
sentido.
La
era
industrial
-‐cuya
clausura
histórica
está
esbozada-‐
recurrió
siempre
a
la
motivación
para
mantener
en
funcionamiento
sus
escuelas,
sus
relaciones
de
producción
12
13. de
conocimiento,
y
en
general
todo
su
vasto
aparato
productivo.
Cuando
una
determinada
acción
era
requerida
a
un
individuo
cualquiera,
se
procedía
a
ofrecerle
un
motivo
para
que
la
llevara
a
cabo.
En
la
sabiduría
popular
está
depositada
la
imagen
del
burro
que
camina
detrás
de
una
zanahoria.
A
los
chicos
se
les
promete
un
diez
para
motivarlos
en
el
estudio,
a
los
empleados
se
les
promete
un
bono
para
motivarlos
en
el
trabajo
…
y
al
principio
todo
va
bien.
El
único
problema
es
que
como
ninguno
está
emocionado
y
ninguno
hace
lo
que
hace
porque
lo
siente
así
(por
amor
a
su
vocación,
por
amor
a
sus
compañeros,
por
amor
a
un
determinado
proyecto)
entonces
ocurre
que
si
la
motivación
desaparece,
todos
se
quedan
estáticos,
y
ya
nadie
va
a
ningún
lado.
Si
la
repetición
de
lo
ajeno,
según
dijimos,
contrabandeaba
el
descrédito
de
la
creación
propia,
entonces
la
motivación
contrabandea
el
desprecio
por
la
acción
en
sí
misma:
Ni
el
aprendizaje,
ni
el
trabajo
tienen
sentido
pero
se
los
realiza
por
tal
o
cual
motivo.
En
el
mundo
vital,
por
supuesto,
encontramos
una
infinidad
de
situaciones
en
las
cuales
el
modelo
del
burro
y
la
zanahoria
(aplicado
a
la
formación
y
a
la
producción
durante
la
era
industrial)
simplemente
no
corre:
Una
madre
no
necesita
que
nadie
le
dé
motivos
para
consolar
a
sus
hijos
y
un
enamorado
no
espera
a
que
su
pareja
lo
motive
para
amarla,
lo
mismo
sucede
con
los
emprendedores
en
verdad,
aquellos
que
ven
el
dinero
solo
como
energía
para
la
transformación.
Sus
actos,
empujados
por
el
sentimiento
y
la
13
14. emoción,
no
dependen
de
que
algo
más
tire
de
ellos.
En
un
sentido,
se
trata
de
la
diferencia
entre
situaciones
reactivas
(del
tipo
“estímulo-‐respuesta”)
y
situaciones
proactivas,
en
las
que
el
que
actúa
lo
hace
espontáneamente
por
sí
mismo.
Huelga
decir
que
hay
contextos
que
fomentan
esta
actitud
proactiva,
y
contextos
que
imponen
la
reactividad.
Si
un
espacio
nos
alienta
a
creer
en
nosotros
mismos,
nos
rodea
de
otros
que
actúan
espontáneamente,
y
nos
interpela
inteligentemente
al
nivel
de
lo
que
sentimos,
las
chances
de
que
ahí
actuemos
impulsados
por
la
emoción
van
a
ser
mucho
mayores.
Así
es
como
se
perfila,
en
definitiva,
un
criterio
para
medir
las
acciones
que
como
constructores
de
Aula365®
y
Aula
1a1®
nosotros
realizamos
día
tras
día.
A
cada
paso
nos
preguntamos:
¿Esto
que
estamos
haciendo
emociona
a
los
chicos?
Y
la
respuesta
a
esa
pregunta
es
sencilla.
Si
los
chicos
se
prenden,
y
participan,
y
colaboran,
y
crean,
e
indagan,
y
se
ayudan,
y
piensan,
y
conversan
sin
que
haga
falta
motivarlos,
entonces
es
que
están
emocionados.
Más
allá
de
la
operatividad
El
verdadero
problema
de
fondo
debería
ser
claro
a
esta
altura:
Querámoslo
o
no,
y
ya
sea
que
intentemos
promoverlo
o
resistirlo,
todos
nosotros
estamos
asistiendo
a
un
cambio
de
paradigma.
Un
cambio
profundo,
y
potencialmente
muy
traumático,
que
se
expresa
en
las
TICs,
en
las
pantallas
y
en
la
época
de
la
imagen
del
mundo,
y
se
expresa
también
en
el
tránsito
de
una
sociedad
industrial,
reactiva,
hacia
una
sociedad
del
conocimiento,
14
15. necesariamente
mucho
más
proactiva.
Y
que
se
traduce
en
una
necesidad
extraña
y
difícil:
la
de
interpelar
a
nuestros
chicos
de
una
manera
totalmente
distinta
y
mucho
más
compleja
que
aquella
en
la
que
nuestros
mayores
nos
interpelaron
-‐en
su
momento-‐
a
nosotros.
La
escuela
y
los
estímulos
de
nuestra
infancia
no
eran
ni
buenos,
ni
malos,
pero
eran
funcionales
a
la
vieja
sociedad
industrial.
Basta
con
ver
“Tiempos
Modernos”,
la
obra
maestra
de
Charles
Chaplin,
para
formarse
una
idea
cabal
de
lo
que
estaba
en
juego:
La
sociedad
necesitaba
operarios.
Millones
de
agentes
reactivos,
motivados
a
manipular
la
maquinaria
industrial,
con
la
misma
previsibilidad
y
precisión
que
caracterizaba
a
esas
mismas
máquinas.
Nuestra
educación
tenía
que
prepararnos
para
eso:
anotábamos
textualmente
lo
que
los
maestros
dictaban,
repetíamos
mecánicamente
las
lecciones
memorizadas,
sin
distraernos,
sin
conversar
unos
con
otros,
sin
innovar.
Esta
continuidad
entre
nuestras
escuelas
y
la
industrialización
creciente
de
la
sociedad,
se
hizo
patente
en
otra
obra
maestra
del
cine:
“The
Wall”.
El
largometraje
musical
de
Pink
Floyd
le
mostró
a
nuestra
generación
la
uniformidad,
de
formación
a
dar
forma,
la
monotonía,
y
la
conformidad
que
nuestra
educación
estaba
obligada
a
imponernos.
Y
todos
gritamos:
“Ey,
profesores…
¡Déjennos
en
paz!”…
Pero,
por
supuesto,
los
profesores
no
tenían
la
culpa.
Al
igual
que
nosotros,
y
al
igual
que
los
operarios
retratados
por
Chaplin,
respondían
a
las
exigencias
de
la
era
industrial.
15
16.
Esa
formación
masiva
que
nosotros
recibimos,
y
que
más
que
una
formación
era
la
imposición
a
todos
de
una
misma
forma,
había
terminado
-‐en
algunos
lugares
no
hacía
tanto
tiempo-‐
con
milenios
de
transmisión
directa
de
saberes
y
competencias.
La
educación
universal,
a
pesar
de
todas
sus
incuestionables
ventajas
históricas,
instauró
en
todas
partes
la
vieja
formula
latina
que
la
palabrita
“universal”
contrae:
unum
versus
plura
…
“uno
frente
a
muchos”.
La
educación
no
sería
ya
uno
a
uno,
cara
a
cara,
como
en
una
conversación.
Ya
no
habría
un
maestro
y
un
aprendiz,
como
en
los
oficios,
ni
un
instructor
y
un
discípulo,
como
en
la
filosofía
o
en
las
artes
marciales.
Un
docente
se
ocuparía
a
la
vez
de
muchísimos
alumnos.
Las
ventajas
económicas
y
operativas
serían
notorias,
pero
las
pérdidas
en
lo
tocante
a
la
emotividad
y
a
la
singularidad,
también.
Esa
era
está
llegando
a
su
fin.
Ese
paradigma
de
la
masificación
y
la
repetición
mecánica
está
agotado.
El
nuevo
paradigma
exige
originalidad,
autenticidad
y
creatividad,
su
desarrollo
depende
de
la
capacidad
para
innovar
y
para
cooperar.
Pero
paradójicamente,
las
nuevas
tecnologías
que
la
sociedad
del
conocimiento
traen
consigo,
hacen
posible
un
retorno
al
aprendizaje
uno
a
uno:
Con
el
maestro
convertido
en
un
facilitador,
en
un
propiciador
de
las
conversaciones
y
las
colaboraciones,
un
provocador,
es
así
que
puede
volverse
realidad
el
sueño
de
tener
siempre
un
chico
enseñándole
a
otro
chico.
16
17. Ya
sospechábamos
que
no
alcanza
con
una
inteligencia
individual
enciclopédica,
e
incluso
con
ser
listo,
las
habilidades
del
mañana
son
la
inteligencia
creativa
“en
red”,
este
innovar
en
red
solo
acontece
si
hacemos
que
las
cosas
sucedan,
para
todos
esto
tenemos
que
pasar
de
un
modelo
de
formación
a
un
modelo
donde
forjemos
el
espíritu
de
los
jóvenes
en
el
arrojo,
reconociendo
que
las
habilidades
del
futuro
sólo
se
aprenden
desde
la
lógica
de
los
desempeños.
Sin
dudas
esa
realización
no
será
sencilla.
Parte
del
desafío
que
enfrentamos
consiste
precisamente
en
la
gestión
adecuada
del
cambio.
Para
que
no
se
perjudiquen
ni
los
chicos,
ni
sus
docentes,
ni
sus
familias.
Alvin
Toffler
decía:
“las
olas
en
su
cruce
generan
un
momento
de
mucha
tensión.”
Estamos
precisamente
ante
ese
momento
y
depende
de
nosotros
aliviar
la
tensión
y
aligerar
la
transición
entre
la
industria
y
el
conocimiento,
la
reacción
y
la
proacción,
la
motivación
y
la
emoción.
17
18.
Vitalizar
el
aula,
promoviendo
el
potencial
de
ser.
Un
primer
aspecto
del
desafío
que
enfrentamos
consiste
en
vitalizar
el
aula.
Con
el
cambio
de
paradigma
hoy
en
curso,
la
situación
de
aula
está
cada
vez
más
alejada
del
mundo
vital
de
los
chicos.
Y
esto
la
transforma
-‐para
muchos
de
ellos-‐
en
una
situación
alienante:
a
la
vez
extraña
y
enajenante.
Porque
del
mismo
modo
que
a
nosotros
-‐que
somos
inmigrantes
que
llegamos
ya
de
grandes
al
mundo
digital-‐
en
su
momento
las
computadoras
nos
resultaron
extrañas,
hay
que
pensar
que
a
los
chicos,
que
se
han
criado
usando
Twitter
y
SMS,
un
mundo
de
150
caracteres
(escribir
y
hacer
síntesis
con
sentido
es
también
un
arte),
un
libro
de
150
páginas
de
extensión
les
resulta
totalmente
ajeno.
Y
esto
es
difícil
para
los
chicos,
pero
también
es
difícil
para
los
docentes
que
día
a
día
pierden
terreno
en
la
madre
de
todas
las
batallas
que
tienen
que
librar,
que
es
la
batalla
por
la
atención.
Nuevamente
el
problema
es
que
para
captar
la
atención
de
estos
pequeños
nativos
del
mundo
digital
y
la
Internet,
y
lograr
que
se
emocionen,
participen,
colaboren,
conversen,
innoven,
crean
y
creen,
no
alcanza
con
introducir
en
el
aula
una
computadora.
Cuando
se
trata
de
proyectos
sociales
de
inclusión
(muy
respetables
en
algunos
casos
diría
muy
bien
desplegados),
tal
vez
baste
con
regalarle
a
cada
chico
una
PC,
para
minimizar
el
efecto
de
las
diferencias
económicas,
pero
un
proyecto
educativo
tiene
que
ir
mucho
más
allá.
Si
18
19. lo
único
que
logramos
es
sustituir
un
manual,
por
un
PDF
o
lo
que
es
peor,
porque
todos
creen
que
esta
es
la
solución,
un
archivo
multimedia.
Recuerdo
un
chiste
que
decía
chicos:
“Abran
el
libro
en
la
página
153,
tribus
aborígenes:
cazadores
y
recolectores”,
y
luego
le
decían:
“Pongan
en
pantalla
el
archivo
PDF
en
la
página
153,
tribus
aborígenes:
cazadores
y
recolectores”,
que
es
lo
mismo
que
decirles
:
“Den
inicio
a
la
película
en
el
minuto
153,
tribus
aborígenes:
cazadores
y
recolectores”,
entonces
habremos
desperdiciado
una
oportunidad
enorme,
estamos
frente
a
un
nuevo
medio,
el
primer
medio
que
conversa,
la
famosa
web
2.0
es
la
web
que
conversa,
ergo
los
contenidos
también
deben
conversar,
para
finalizar
el
chiste
en
cualquiera
de
las
opciones
los
representaba
tirados
sobre
sus
pupitres
durmiendo.
Hay
una
película
de
los
Monty
Python
que
se
llama
“Los
Caballeros
de
la
Mesa
Cuadrada”.
En
una
determinada
escena
el
rey
Arturo
y
sus
caballeros
están
asediando
un
castillo
francés.
Uno
de
ellos,
que
recuerda
vagamente
la
historia
del
caballo
de
Troya,
convence
a
los
demás
de
construir
un
gigantesco
conejo
de
madera
para
regalárselo
a
los
enemigos
sitiados.
Los
defensores
aceptan
“el
conejo
de
Troya”
y
la
estructura
acaba
en
medio
del
patio
de
armas
del
castillo.
Pero
el
conejo
está
vacío.
Los
atacantes
han
olvidado
esconderse
adentro
para
tomar
la
fortaleza
por
sorpresa.
La
situación
resultante
es
muy
cómica
y
al
introducir
computadoras
vacías
en
las
escuelas
y
en
los
hogares,
se
corre
el
riego
de
hacer
el
mismo
papel,
tenemos
19
20. que
llenar
la
mini
laptops
de
Troya,
llena
de
participaciones
pertinentes,
conversaciones
pertinentes,
interpelación
de
inteligencia
colaborativa.
El
físico
Albert
Einstein,
dijo
una
vez:
"No
podemos
resolver
los
problemas
usando
el
mismo
tipo
de
pensamiento
que
usamos
cuando
se
crearon."
Si
los
problemas
que
hoy
enfrenta
el
aprendizaje
se
originaron
mientras
pensábamos
en
la
unidireccionalidad,
en
la
masificación
y
en
la
repetición,
para
resolverlos
necesitamos
pensar
en
términos
de
multidireccionalidad,
personalización
e
innovación.
El
ingreso
de
las
nuevas
tecnologías
en
la
escuela
no
puede
ser
entendido
como
un
fin
en
sí
mismo,
es
apenas
un
medio
del
que
disponemos
para
revitalizar
el
aula
y
para
lograr
que
los
chicos
se
prendan
y
se
emocionen
para
con
ello
lograr
promover
el
pensar
en
red,
innovar
en
red,
crear
en
red,
una
red
que
nos
es
física
sino
una
sinapsis
neuronal
entre
individuos
que
sea
superador
de
la
inteligencia
individual
en
la
cual
nos
hemos
conformado
a
la
actual.
Cuando
el
pensamiento
de
la
era
industrial
descartó
la
relación
uno
a
uno
para
la
producción
del
conocimiento,
terminó
asimismo
con
un
modelo
de
aprendizaje
que
también
había
existido
desde
tiempos
inmemoriales:
El
modo
de
aprender
haciendo.
Inteligentemente
utilizadas,
las
TICs
permiten
transformar
una
escuela
de
recepción
de
conocimientos
teóricos
y
abstractos,
en
una
escuela
de
participación
en
desempeños
concretos
y
prácticos.
La
distancia
a
recorrer
es
la
distancia
que
separa
la
memorización
de
un
libro
de
recetas
de
aprender
20
21. auténticamente
a
cocinar.
El
caballo
de
Troya
de
las
nuevas
tecnologías
tiene
que
estar
lleno,
entonces,
de
desafíos
y
problemas
que
a
los
chicos
les
resulten
pertinentes:
La
computadora
no
puede
quedar
reducida
a
un
motor
de
búsqueda
para
recabar
datos
a
la
hora
de
escribir
un
informe
intitulado
“La
Vaca”.
Tiene
que
ser
una
herramienta
para
componer
en
torno
a
algo
que
a
los
chicos
los
emocione
(“Mi
mascota”,
por
ejemplo),
y
sobre
todo
para
poner
en
común
esas
composiciones
individuales,
para
conversar
hasta
alcanzar
una
composición
colectiva.
Y
para
desarrollar
en
el
proceso
competencias
y
capacidades
mucho
más
valiosas
que
cualquier
contenido.
Y
los
chicos
tienen
que
sentir
que
no
están
repitiendo
y
acumulando
información,
tienen
que
sentir
que
están
adquiriendo
habilidades
útiles
y
competitivas
para
la
sociedad
del
conocimiento
en
la
que
les
toca
vivir.
Tienen
que
aprender
a
utilizar
tecnología,
y
esto
sólo
se
aprende
utilizando
tecnología;
Tienen
que
aprender
a
innovar,
y
esto
sólo
se
aprende
innovando;
Tienen
que
aprender
a
colaborar,
a
co-‐construir,
y
esto
sólo
se
aprende
colaborando
y
co-‐construyendo;
Tienen
que
aprender
a
negociar,
y
esto
sólo
se
aprende
negociando;
Tienen
que
aprender
a
liderar
procesos,
y
esto
sólo
se
aprende
liderando
procesos;
Tienen
que
aprender
a
enseñar,
y
esto
sólo
se
aprende
enseñando.
Y
en
definitiva
tienen
que
aprender
a
hacer,
y
esto
sólo
se
aprende
haciendo.
21
22. Esta
es
la
propuesta
de
Aula365®
y
de
Aula
1a1®:
Habilitar
un
espacio
en
el
cual
los
chicos
puedan
aprender
haciendo,
para
que
se
entusiasmen,
para
que
crean
en
sí
mismos,
pero
en
definitiva,
para
que
realicen
todo
su
potencial.
Y
hay
una
metáfora,
en
cuanto
a
la
realización
del
potencial,
que
nunca
está
de
más
retomar:
Se
puede
tomar
un
huevo
de
gallina
por
lo
que
es
actualmente
y
romperlo
para
obtener
la
clara
y
la
yema.
Pero
también
se
puede
tomar
al
mismo
huevo
por
lo
que
virtualmente
podría
llegar
a
ser,
e
incubarlo,
y
esperar
hasta
el
nacimiento
de
un
pollito,
y
cuidar
a
ese
pollito
hasta
que
se
convierta
en
una
gallina
adulta,
y
obtener
de
esa
gallina
muchos
huevos,
y
de
esos
huevos
muchas
más
gallinas
y
así
hasta
ayudar
a
alimentar
a
la
humanidad.
En
definitiva
entonces,
la
pregunta
que
nosotros
nos
hacemos
al
ir
construyendo
estos
espacios,
y
la
pregunta
que
todos
podrían
hacerse,
es:
¿Qué
hay
dentro
de
cada
chico?
¿Qué
estamos
haciendo
para
incubarlo,
para
cuidarlo?
¿Y
podemos
esperar
así
que
realice
el
máximo
de
su
potencial?
A
diferencia
de
las
de
los
huevos
de
gallina,
claro,
las
posibilidades
de
los
chicos
son
innumerables,
y
además
el
potencial
de
cada
chico
es
diferente
y
único,
pero
a
todos
tendríamos
que
poder
darles
la
libertad
de
ejercer,
de
plasmar
y
de
consumar
ese
potencial.
Así
como
el
potencial
de
cada
chico
es
diferente,
también
es
diferente
lo
que
cada
chico
tiene
dado.
No
hay
dos
situaciones
familiares
idénticas,
no
hay
dos
grupos
de
amigos
iguales,
y
así
como
varían
los
entornos
y
las
disponibilidades,
varían
también
las
formas
en
que
los
chicos
22
23. se
sienten
y
se
comportan
en
relación
a
ellos.
Pero
siempre
se
puede
ayudarlos
a
construir
la
mejor
historia
que
puedan
construir,
y
a
crear
el
mejor
mundo
que
puedan
crear.
El
aprendizaje
que
promovemos
-‐con
el
aliciente
y
las
ventajas
que
la
tecnología
ofrece-‐
es
uno
que
aliente
a
los
chicos
a
perseguir,
desde
lo
que
tienen
dado,
su
máximo
potencial.
Porque
si
la
realización
de
ese
potencial
tira
de
lo
dado,
entonces
aparecen
la
voluntad,
el
entusiasmo,
el
compromiso
y
la
atención
que
todos
necesitamos.
Pero
para
eso
hace
falta
que
los
chicos
se
sientan
interpelados
y
reconocidos,
para
que
puedan
creer
en
sí
mismos
y
para
que
puedan
desempeñarse
de
manera
creativa.
Y
también
hace
falta
que
vean
en
esos
desempeños
problemas
y
enseñanzas
pertinentes,
para
que
se
emocionen
y
actúen
y
colaboren.
23
24. Hacia
una
inteligencia
colaborativa
Ahora
bien,
que
los
chicos
colaboren
no
es
algo
menor.
Finalmente,
la
colaboración
resume
el
compromiso,
la
conversación,
la
emoción
y
la
participación
de
los
que
venimos
hablando.
Y
aquí
también
las
TICs
pueden
jugar
un
rol
fundamental.
¿Cuál
es
la
diferencia,
por
caso,
entre
Google
Earth
y
un
viejo
atlas,
o
entre
Wikipedia
y
un
antiguo
diccionario
enciclopédico?
¿La
velocidad?
¿La
accesibilidad?
¿La
exhaustividad?
Todo
eso
es
importante,
pero
la
diferencia
decisiva
es
que
Google
Earth,
y
sobre
todo
Wikipedia
son
el
resultado
de
la
inteligencia
colaborativa;
Que
sus
usuarios
pueden
tomar
parte
activa
en
su
construcción
y
desarrollo.
Y
la
inteligencia
colaborativa
que
las
redes
informáticas
permiten
no
es
un
mero
trabajo
en
equipo,
es
la
posibilidad
de
que
distintas
personas
que
comparten
un
interés
piensen
juntas
y
hagan
entre
ellas
una
forma
totalmente
nueva
de
sinapsis
neuronal.
El
problema
fundamental
del
atlas
y
del
diccionario
enciclopédico,
que
es
el
problema
de
todas
las
relaciones
de
producción
de
conocimiento
desarrolladas
durante
la
era
industrial,
es
la
individualidad.
Un
individuo
aislado
-‐o
en
el
mejor
de
los
casos
un
grupo
reducidísimo
de
individuos-‐
imparte
la
enseñanza,
y
muchos
individuos
-‐aislados
también
entre
sí-‐
la
reciben
pasivamente,
mecánicamente,
sin
poder
transformarla.
No
por
nada
nos
sentábamos
solos
en
los
pupitres
y
teníamos
prohibido
conversar.
El
camino
que
las
nuevas
tecnologías
nos
permiten
recorrer
es
el
que
va
de
aquel
viejo
monólogo
hacia
más
y
más
diálogos
y
-‐en
24
25. última
instancia-‐
hacia
una
forma
de
multi-‐logo
en
el
que
todos
puedan
participar
proactivamente
de
la
producción
de
la
inteligencia
y
el
conocimiento
generales.
Si
alguna
vez
la
educación
pasó
de
ser
una
relación
de
uno
a
uno,
para
ser
una
relación
de
uno
a
muchos
(o
de
unos
pocos
a
muchos),
estamos
ahora
a
las
puertas
de
un
cambio
al
cabo
del
cual
la
educación
irá
de
todos
a
todos.
Las
relaciones
de
producción
del
conocimiento
y
de
la
inteligencia
van
hoy
hacia
un
estadio
de
personalización
masiva,
en
el
cual
nadie
necesita
tener
un
rol
completamente
pasivo,
y
todos
pueden
colaborar.
En
la
escuela,
en
el
aula,
esto
significaría
que
algún
momento
determinado
cada
chico
pueda
asumir
un
rol
docente,
para
enseñarle
algo
a
alguno
de
sus
compañeros.
El
verdadero
logro
no
sería
ya
tener
una
computadora
ante
cada
alumno,
sino
tener
-‐gracias
a
la
computadora-‐
en
cada
alumno
un
docente.
Las
pirámides
diseñadas
para
medir
el
aprendizaje,
señalan
que
cuando
escuchamos
a
alguien
hablar
acerca
de
algo
solemos
retener
apenas
un
5
%
de
lo
que
dice.
Ese
porcentaje
se
duplica
(10
%)
cuando
leemos
con
atención.
Ante
un
audiovisual
podemos
llegar
a
un
20
%,
y
si
se
trata
de
una
demostración
práctica
incluso
a
un
30
%.
Participar
de
un
grupo
de
discusión,
en
cambio,
permite
alcanzar
el
50
%
y
el
aprender
haciendo
-‐del
que
hablábamos-‐
ofrece
hasta
un
75
%
de
retención.
Por
encima
de
eso
hay
una
única
opción:
Enseñar.
El
único
que
puede
aprovechar
el
100
%
de
una
lección
es
el
que
la
imparte.
¿Cuándo
aprendemos
más?
25
26. Cuando
aprendemos
con
otros
y
-‐sobre
todo-‐
cuando
les
enseñamos
a
otros
¿Qué
puede
haber
que
sea
más
dignificante
para
un
chico?
¿Qué
puede
haber
que
le
resulte
más
emocionante,
más
gratificante?
¿Y
si
además
de
tener
la
oportunidad
de
enseñarles
algo
a
otros
chicos,
tiene
la
posibilidad
de
que
ellos
le
enseñen
a
él?
¿Y
si
además
lo
hacen
de
una
manera
innovadora
y
creativa?
¿Y
si
además
se
ocupan,
al
hacerlo,
de
problemas
que
les
resultan
pertinentes?
¿Existe
diferencia
entre
el
Pensamiento
y
la
Inteligencia?
¿Si
la
intelgencia
fue
evolucionando,
el
pensamiento
tambien
puede
estar
evolucionando?
¿Crear
esta
en
el
orden
del
pensamiento
o
en
el
orden
de
la
inteligencia?
¿La
creatividad
esta
en
el
orden
de
la
inteligencia
o
del
pensamiento?
Todas
preguntas
que
siento
que
voy
a
responder
muy
pronto…
Aula
365®,
la
emoción
de
crear
y
Aula
1a1®,
creando
en
clases.
26